1) El hombre es capaz de Dios ( catecismo de la Iglesia Católica N°20-30) en 10 líneas
El deseo de Dios está inscripto en el corazón del hombre, porque ha sido creado por Dios y para Dios. La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios, ya que el hombre está invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento, y nunca vivirá plenamente si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su creador.
De múltiples maneras, en su historia y hasta el dia de hoy, los hombres han expresado a su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos; y éstas formas de expresión son tan universales que ser religioso es buscar a Dios, pues en él vivimos, nos vemos y existimos.
Pero esta unión puede ser rechazada, si bien el hombre puede rechazar a Dios, él no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha; exigiendo a ver la rectitud de su voluntad.
2) ¿Cómo hablar de Dios? (catecismo N°39-43) en 10 líneas
Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dio, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios con todos los hombres, incluyendo no creyentes y ateos.
Como nuestro conocimiento y lenguaje de Dios es limitado, no podemos nombrarlo sin hablar de criaturas; todas las criaturas tienen semejanza con Dios, y las múltiples perfecciones de las criaturas reflejan la perfección infinita de Dios inefable, incompresible, invisible con nuestras representaciones humanas.
Es preciso recordar, en efecto, que entre el creador y la criatura no se puede señalar un semejanza tal que la diferencia entre ellos no sea mayor todavía y que nosotros no podemos captar de Dios lo que él es, sino lo que no es y cómo los otros seres se sitúan con relación a él.
3) La revolución de Dios (catecismo N°51-53) en 10 líneas
Dios dispuso en su sabiduría revelarse a si mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad mediante el cual los hombres por medio de Cristo tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo.
Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas. El designio divino de la revelación se realiza a la vez “mediante acciones y palabras” íntimamente ligadas entre si y que se esclarecen mutuamente. Este designio comporta una “pedagogía divina” particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, y lo prepara para acoger la revolución sobrenatural que culminará la persona y Jesucristo