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Cs. Políticas | Resumen para el Primer Parcial | Cátedra: Mario Pecheny (ex - García Raggio) | 1º Cuat. 2008 | Altillo.com |
UNIDAD 1 - ¿Qué es la política?
Texto 1 (“Democracia clásica, ciudadanía y polis” – Martín Unzué)
Introducción
Lo sucedido en Atenas del Siglo V A.C. es el objeto principal de estudio por los
avances democráticos y de bienestar obtenidos por sobre las demás polis griegas.
Para el hombre griego, la felicidad no pasaba por las satisfacciones personales,
íntimas o privadas.
Actualmente esta concepción no es válida, ya que es justamente en el ámbito de
lo privado donde somos racionales, desarrollamos nuestras capacidades y
ejercemos nuestra voluntad. Para nosotros, el espacio público es un ámbito
dependiente, socialmente normado y en donde existen obligaciones.
Para el griego, los hombres desarrollan 3 actividades básicas:
• La Labor = Ligada a la supervivencia, es todo aquello que hacemos por el mero
hecho de estar vivos (Comer, respirar, dormir, reproducirnos, etc.)
• El Trabajo = Ligado a lo mundano, todas las necesidades que tengo por vivir en
una sociedad.
• La Acción = Ligado a aquello que me define como YO mismo, ya que está
relacionado al concepto de Pluralidad (lo que nos hace distintos a otros). Tiene
que ver con la comunicación entre los hombres, la creencia de que somos animales
políticos.
Para “hacer política” necesitan darse 2 factores en conjunto: la Praxis (las
acciones) y la Lexis (el habla, aquello que yo comunico respecto a mí accionar).
Los griegos, creían que la Lexis y la Praxis se ejercían en la esfera pública.
Era para ellos el ámbito de libertad. Me encuentro con gente que piensa distinto
de mí, pero de mi misma jerarquía, y por ende hago política.
En lo privado y lo doméstico, hay órdenes y normas, ya que el padre de familia
subordinaba a todos los que integraban su núcleo familiar. Solo puedo satisfacer
las necesidades ligadas a la labor y al trabajo.
Proceso de conformación democrática Ateniense
El ejercicio de la democracia fue producto de un duro proceso socio-histórico.
La expansión de los derechos de los ciudadanos se asocia a la disputa entre los
sectores aristocráticos y aquellos relegados.
Solón fue quién mostró los primeros indicios de querer instaurar la democracia
como sistema político. Categorizó a la nobleza según la riqueza, y no según el
origen familiar. De esta manera, la nueva clase social (la comerciante) pudo
formar parte de la clase aristócrata porque aquella pertenencia ya no estaba
ligada al apellido, sino al patrimonio.
Por otro lado, suprimió la esclavitud por deudas, por lo que una vez que se
accedía a la cualidad de “ciudadano”, no se la perdía por este motivo.
Solón intentó abrir un espacio de igualdad entre la aristocracia y otros
sectores ricos, pero los conflictos internos perduraron por una serie de cambios
económicos y la constante disputa entre los pobres y los de elite. Por ello, el
proceso de Solón se interrumpe y surgen una serie de gobiernos tiránicos.
Sin embargo, una nueva figura surge contra la tiranía, y propone otra serie de
avances democráticos. Clístenes instaura una nueva división territorial, en la
que Atenas es conformada por 10 demos habitados por personas de todas las clases
sociales. Por lo tanto, la participación política ya no tenía que ver con el
patrimonio o el apellido, sino por el territorio donde se habitaba. Por el mero
hecho de ser ciudadano, puedo tener acceso a la política (entiéndase por
ciudadano, todos los hijos varones de madre y padre ateniense, mayores de 21
años).
La Democracia en Atenas
La resistencia ante la invasión del imperio persa trajo un período dorado para
Atenas (Siglo V A.C.). Conforma la “Liga de Délos”, con el fin de proveer
protección a otras polis menores y sacar provecho tributario de ello.
Pericles le asegura a la polis Ateniense un dominio helénico en todos los
aspectos, tanto económico, como social, bélico e intelectual. Su obra fue el
punto culminante en la idea de una ciudadanía con derechos crecientes y en la
superación de desigualdades: surge la idea de ciudadanía plena y el ejercicio de
la democracia como modelo ideal.
Ese clima solo se ve corrompido cuando Esparta vence en la guerra del Peloponeso:
no solo pone fin a este creciente proceso sino que la democracia y la igualdad
terminan siendo rechazadas.
Cinco cuestiones esenciales sobre la democracia ateniense
• Democracia Directa: Si bien las decisiones de las polis no se tomaban con
mediadores o intermediarios (por ejemplo, la Asamblea tomaba decisiones sin un
gobierno que mediara), se mostraron también claros espacios de ejercicio
indirecto del poder.
Por un lado, la elección del ejercicio de funciones públicas dentro de los demos
era por sorteo. Este criterio azaroso demuestra una igualdad ante la política.
Pero por otro lado, a medida que las tareas fueron siendo más complejas, se
empezaron a requerir ciertos requisitos de formación, y por ende, esto significó
una barrera para el pleno acceso al gobierno.
Además, es imposible pensar que todos los que tuviesen la cualidad de ciudadanos
pudiesen acceder a los asuntos políticos. Primero, por cuestiones físicas (no se
podría reunir a cientos de miles de personas en un mismo lugar); segundo, por la
demanda de tiempo y esfuerzo que implicaba asistir a una asamblea (no todos
tenian los medios para desplazarse hasta el lugar donde se realizaba ni podían
dejar sus trabajos para asistir a la Asamblea).
No es real que el cuerpo de ciudadanos tomaba decisiones sin intermediarios
porque solo una porción del total de los habitantes de esa polis podía acceder a
las virtudes del sistema democrático.
• La igualdad de los ciudadanos: Solo 1/3 de la población ateniense cumplía con
los criterios para ser considerados ciudadanos y por ende, tener acceso a los
privilegios que derivan de ella.
El resto de los habitantes (los esclavos, extranjeros, los niños, las mujeres)
no contaba con absolutamente ningún derecho político y hasta tenían grandes
restricciones. En el caso de los extranjeros, eran obligados a pagar grandes
tributos por habitar un suelo que no era el de su origen.
Inclusive, entre los propios ciudadanos existían grandes desigualdades
económicas que seguían poniendo un freno en el pleno acceso a la democracia.
• La democracia privilegiada: El gran flujo de ingresos que trajo el triunfo
contra el imperio persa, significó un período de grandes obras públicas y
mejoras para la pobreza.
La forma que adopta la ciudadanía en Atenas está ligada a la enorme capacidad
económica de la ciudad y el esfuerzo por hacer que aquellos frutos lleguen en
mayor o menor medida a todos los ciudadanos.
Se había comprendido que no era posible sostener un sistema democrático, si la
brecha entre los mas pobres y los mas ricos continuaba creciendo. Gracias a los
subsidios y los puestos de trabajo que se repartieron entre los sectores bajos,
se pudo legitimar que este sistema miraba las necesidades de todos. Fue clave
para avanzar hacia un compromiso de defensa del espacio común y la inserción a
la política.
Pero claro está que esto solo pudo ser sustentable gracias a la favorable
situación Ateniense. Sin el factor económico, esta brecha nunca podría haberse
estrechado, y las demás Polis griegas son ejemplo de ello. Los conflictos entre
los sectores pobres (mayoritarios) y los ricos siempre perduraron e inclusive se
acentuaron cuando llegó la crisis, ya que la economía se vio tan afectada que
fue imposible seguir mirando a los sectores mas desdichados.
• Hombre público y hombre privado: El hombre griego encontraba en la esfera
pública su lugar de plenitud y libertad, ya que la ley y el bien común de la
polis eran las principales inquietudes del ciudadano. Sin embargo, hay ciertas
cuestiones que demuestran que este ideal no se compartía en todas las polis, e
inclusive en la misma Atenas.
Por un lado, la existencia de diferentes partidos políticos influenciaba las
formas de gobierno según sus propias necesidades y beneficios.
En segundo lugar, la utilización de cargos públicos en beneficio privado era una
práctica extendida. Cuando un funcionario terminaba su mandato, se lo sometía a
una rigurosa investigación para corroborar su honestidad y servicio a la polis.
Que existiera un procedimiento así, implica la existencia del problema
anteriormente mencionado.
Por último, la crisis que trajo la guerra del Peloponeso terminó con cualquier
ideal de compromiso con la esfera pública. La muerte de Pericles y de Sócrates,
el empobrecimiento de gran parte de la población y el enriquecimiento de la
clase aristócrata y los gobiernos tiránicos que sucedieron al democrático hizo
que los ideales colectivos se apagaran. Comienza un período de rechazo hacia lo
comunitario, con el surgimiento de los “Sofistas” como principales propulsores
de la individualidad.
• Los pensadores griegos y la democracia: Los grandes pensadores atenienses son
claramente antidemócratas. No se han encontrado documentos fehacientes de la
defensa del sistema democrático, ya que sus partidarios no se ocuparon de
asentar sus precedentes ni exaltarlo. Es por ello, que si se entiende que los
pensadores son los indicados para ocuparse de las cuestiones gubernamentales,
entonces la democracia no debe ser tan perfecta ni aplicable.
Platón escribe sus obras posteriormente a la crisis Ateniense, y por ende,
sostiene que la democracia no es aceptable como sistema de organización. Propone
principalmente que el ciudadano común no participe en el gobierno.
En su libro “República” apoya que la felicidad de los habitantes está ligada a
que cada uno cumpla su función en la Polis, y que no debe haber una igualdad en
el acceso a los cargos gobernantes. Más bien, debe establecerse una división de
tareas en la que cada uno cumpla un rol específico según las necesidades de la
sociedad. En tal caso, los reyes filósofos son los mejores para gobernar en su
ideal de República y no todo el pueblo.
Texto 2 (“Vida pública y ciudadanía en los orígenes de la modernidad” – Sergio
Emiliozzi)
Introducción
Para conceptualizar en la actualidad ciertas temáticas como la del espacio
público, es necesario detenerse en el significado que ha tenido a lo largo de la
historia.
Las transformaciones que se pueden apreciar en estos últimos tiempos coinciden
con un desplazamiento del interés de lo público a lo privado, que afecta también
el ejercicio de lo político y lo social.
La delimitación de lo público conlleva a una cuestión política fundamental, ya
que intervienen la modalidad de democracia, ciudadano, libertad e igualdad que
se aplicarán en la sociedad.
La Modernidad
Se inicia con el Renacimiento, cuando irrumpen las ideologías de libertad e
individualidad. Significó una compleja transformación vinculada a lo nuevo y una
ruptura con la tradición. Se emancipan esquemas preestablecidos y la autoridad
comienza a legitimarse de otra manera.
El hombre moderno exalta el individuo, que está dotado de una libertad para
rechazar cualquier obediencia que no pueda explicar a partir de la razón.
Por lo tanto, todos los ámbitos sufren fuertes cambios. A modo de ejemplo, en la
esfera económica se visualiza el desapego a la tierra y la emergencia del
comercio. En el ámbito político, se constituye el concepto de Estado-Nación.
Pero por sobre todas las cuestiones, la Revolución Francesa implicó la
exaltación de los derechos del hombre.
Las categorías de público y privado se remontan a la antigua Grecia, donde en la
primera se sentían plenos y ejercían su vida política (polis) y en la segunda se
ejercía la actividad doméstica y de dominación (oikos).
Origen histórico del mundo público ilustrado
• Las fisuras de un sistema de poder
A 1/2s del siglo XVIII gobernaban las monarquías absolutas. El rey poseía
autoridad absoluta, tanto secular como religiosa, y en calidad de patriarca
tiene poder sobre sus súbditos (aunque sea su deber protegerlos y velar por su
bienestar).
Los monarcas encabezaban jerarquías de nobles terratenientes, que apoyadas sobre
el poder de la iglesia y rodeadas de una serie de instituciones, dieron lugar al
feudalismo.
Las rivalidades internacionales, las necesidades de cohesión y los impactos de
la Rev. Industrial, condujeron a ciertos monarcas (posteriormente llamados
“monarcas ilustrados”) a intentar programas de modernización económica, social,
intelectual y administrativa. Pero se hizo muy poco para llevar estas cuestiones
a la práctica.
Por otro lado, la creciente Burguesía comercial (que estaba conformada por una
pujante clase media ilustrada) intenta buscar en el monarca el apoyo necesario
para cumplir con sus expectativas. Sin embargo, al no recibir una respuesta
favorable, este estrato social busca apoyo en las clases bajas y mayoritarias,
para iniciar una búsqueda del bien común: un modelo que favoreciera a todos.
Confluían entonces 2 fuerzas: la de la vieja sociedad apoyada en la Edad Media,
y la de la nueva sociedad burguesa emergente de las transformaciones económicas.
El triunfo de una sobre la otra trajo consigo un cambio político institucional.
• La sociedad de los hombres libres
Como forma de ponerle fin a las guerras civiles y religiosas, el Estado
absolutista avanza hacia un proceso de fuerte concentración del poder. El Rey
continuaba siendo la autoridad mayor ante sus súbditos, pero propone que las
cuestiones morales y religiosas quedaran en la conciencia del individuo mismo,
siendo por ende el soberano de sus decisiones.
El hombre se ve liberado de la opresión que sentía con la autoridad del monarca,
y empieza a desarrollar una libertad de conciencia con la que se desprende de
los pensamientos impuestos y heredados, para conformar los suyos mismos.
Surge entonces el movimiento de la Ilustración, que tiene como objetivo combatir
contra una forma de autoridad. No es un movimiento homogéneo, es más bien una
mentalidad, una actitud espiritual y cultural, de crítica a la tradición e
impulso de la razón como herramienta para dirigir el progreso de la vida. Sus
mentores fueron los filósofos, y gran parte de la sociedad (especialmente la
burguesía) comparten ese espíritu.
Tales objetivos comenzaron a tener viabilidad a partir de la publicación de
ciertos libros que empezaron a ser consumidos por un público en condiciones de
hacer uso de su “entendimiento”. Los integrantes mas destacados de este
movimiento procedían de las clases intermedias de la sociedad, que tenía ideas
revolucionarias con el objetivo de hacer libres a todos los hombres (el orden
social producto de tal emancipación sería burgués y capitalista, que dispararía
el progreso de la humanidad).
• La crítica ilustrada de la realidad
El debilitamiento de las bases de sustentación de la autoridad permitirá que se
genere una esfera cultural diferenciada y autónoma.
Lo innovador y significativo del surgimiento de la esfera pública es que se
retiran las instituciones tradicionales de la evaluación de las producciones
artísticas. De esta manera, se amplía la participación en la crítica a
diferentes manifestaciones culturales ya que crea una comunidad crítica que
incluye a todas las personas privadas.
De todas maneras, esas “personas privadas” son las elites sociales e
intelectuales, quienes se ven habilitadas para hacer un “uso público” de la
razón. El “pueblo” se encuentra excluido de los conocimientos necesarios para
participar de aquél ámbito.
Así, esta esfera pública se caracteriza inicialmente por ser la manifestación de
los sectores ilustrados.
En ese contexto, surge una sociedad democrática, desjerarquizada y horizontal.
Al desarrollar el hábito de la crítica, negaban los fundamentos del viejo orden,
en donde el “análisis libre” no podía aplicarse a ningún campo del pensamiento o
de la acción.
Este nuevo uso de la razón ampliará sus horizontes hacia otros ámbitos mucho más
decisivos, como la política.
• El redescubrimiento de la vida privada
La emergencia de esta esfera pública sólo pudo ser posible en la medida que
anteriormente se consolidara un espacio privado en donde pudiera ser cultivada
la conciencia libre y el ejercicio de la actividad de juzgar.
Para que la vida privada se instituya fue indispensable un recorrido en el que
el hombre se ha ido despegando paulatinamente de las redes comunitarias que
obstaculizaban el desarrollo pleno de la intimidad. Ese proceso de
individualización, coloca al sujeto como centro de la cultura occidental. Una
serie de acontecimientos históricos dan sustento a esta situación:
Las nuevas formas de religiosidad (protestantismo por ejemplo) liberan al
cristiano de obligaciones litúrgicas.
El desarrollo de hábitos de lectura silenciosa e individualizada
La generalización de la escritura personal, que permite el incremento del género
crítico escrito.
La vida privada se convierte en un espacio conquistado al mundo público, un
derecho donde muere la intervención del poder público y un muro en donde se
construye una libertad.
El hombre comienza a aprovechar ese refugio para construir una subjetividad
libre y encontrar la paz y la tranquilidad. Usa su privacidad para poder
reflexionar y ejercer su intelectualidad, y establecer una plena comprensión del
mundo. Es el espacio donde se entrena para el posterior encuentro con sus
semejantes y es el ámbito de la libertad y el disfrute.
• La publicidad política
Comienza por la pretensión burguesa de cuestionar al monarca. El eje
controversial se percibe en la crítica a la práctica del poder absoluto y todas
las bases teóricas que justificaban estas prácticas. El “secreto de Estado” les
había permitido a los monarcas gobernar indiscretamente argumentando que sus
decisiones no necesitaban darse a conocer en público. La burguesía, por ende,
propone un principio de publicidad en la que el soberano debe someterse a la
transparencia de la ley y fundamentar su poder en ella (no se aceptaría la
arbitrariedad y la voluntad personal).
La ley se fundamentaría sobre las bases de “la verdad” y la racionalidad. Esta
apertura estatal viene justamente de ese ámbito privado incontrolable para el
poder político.
Sin embargo, son pocos los que participan de este nuevo espacio: el “pueblo”
está excluido, y solo quienes tienen la cualidad de enunciar un juicio racional
pueden actuar como mandatarios. Ser la voz de los que no tienen voz y razonar en
nombre de los que están impedidos de hacerlo, se traducirá luego en un
movimiento que intentará transformar el interés burgués en el general. Por lo
tanto, estos portavoces comienzan a convertirse en los políticos de esta nueva
era, y harán ejercicio de esta representación de las mayorías que será
desarrollada por los ilustrados.
Los “pensionistas de la historia”
• El escenario social
La historia de Europa desde el siglo XIV hasta el XVIII muestra un claro proceso
de desarrollo en términos económicos. Sin embargo, la miseria siguió siendo un
componente estructural esencial de las formaciones sociales ascendentes.
La existencia de una miseria de masas dependía de razones sociopolíticas como
económicas.
Como se había podido controlar el hambre y las epidemias en muchas partes de
Europa, se convertían en más numerosos y más pobres. No hay duda que esta
revolución demográfica agravó la posición obrera debido a su multiplicación.
• Las protestas sociales
Si bien los sectores populares eran súbditos de sus señores (a quienes debían
ser leales y prestar servicios), eso no significa que no hayan podido expresar
su disconformidad.
En este período se presentaron 3 tipos de protesta social:
- “Movimientos Milenaristas” = de raíz católica, basados en la creencia de un
futuro mejor planteando la destrucción de los poderes vigentes.
- “Bandolerismo social” = reacción conservadora y laica frente a poderes
materiales superiores, independientemente de las instituciones de gobierno. Los
había de 2 tipos: populistas (planteaban una redistribución, en la que las
clases bajas también estuviesen incluidas) y las mafias (se distribuían en
clanes en busca de justicia social).
-“Legitimismo populista” = forma de protesta violenta, no en nombre de un futuro
mejor, sino para volver al orden establecido del que hicieron intencionado abuso
quienes ejercen la autoridad. Por lo tanto, son los gobernantes y no el orden lo
que hay que atacar. Este tipo de protesta social fue el más difundido entre las
clases bajas, y anticipó la formación de una pertenencia ciudadana.
• El espacio público plebeyo
La Rev. Francesa fue ideada e impulsada por la burguesía que, junto al apoyo de
las clases bajas, lograron triunfar frente al gobierno monárquico gracias a la
organización de un movimiento revolucionario.
Los Sanz Culottes (movimiento de las clases bajas) en alianza con los Jacobinos
(movimiento burgués) llegan al poder en 1793. Pero una vez logrado el objetivo,
y debido a que sus intereses no eran los mismos, no se pudo sostener una
verdadera integración ciudadana.
Algunas de las cuestiones que las clases bajas buscaban alcanzar eran una
reforma agraria, la creación de una nueva Constitución Nacional, el derecho de
insurrección y el sufragio universal. Sin embargo, la clase burguesa hizo caso
omiso a estos pedidos, y luego de vencer al régimen monárquico le dieron la
espalda a las clases bajas.
Pero estos últimos no iban a conformarse con un papel secundario. Si bien al
principio fueron utilizados para vencer los intentos contrarrevolucionarios,
posteriormente van a iniciar camino hacia una revolución social.
En este escenario, se alcanzó a delinear un espacio público plebeyo como
oposición al espacio público burgués.
El Estado-Nación y la emergencia del ciudadano
El Estado post-feudal se caracterizó por ser el centro de la unidad política,
del poder autónomo y de la soberanía. Además, fue un agente de integración
social más allá de las diferencias de clase e inspirador de la lealtad y
solidaridad de los conciudadanos.
• Sectores populares y ciudadanía
Bajo la autoridad del Estado nacional, cada ciudadano guarda una relación
directa con el poder soberano de cada país. Un elemento central de la formación
nacional es la codificación de los derechos y obligaciones. En principio, se
excluyó de la ciudadanía a todas las personas social y económicamente
dependientes, restricción que se fue poco a poco reduciéndose hasta abarcar a
todos los adultos.
Se crea una tipología de los derechos:
Derechos Civiles = derechos necesarios para la libertad individual
Derechos Políticos = el sufragio, el derecho a elegir y ser elegido, etc.
Derechos Sociales = derecho a un mínimo bienestar, seguridad económica, etc.
Los derechos de ciudadanía aparecen con el establecimiento de la igualdad ante
la ley, pero el incremento de la igualdad legal incrementó la desigualdad
socioeconómica. En la sociedad medieval, las personas dependientes se
encontraban protegidas contra los rigores de la vida por las costumbres
paternalistas, aunque tuvieran que pagar como precio su sumisión personal. La
nueva libertad acaba con toda protección de esa índole: las desigualdades
sociales excluyen a una amplia mayoría del goce de sus derechos civiles.
Entonces, si los derechos benefician más a los hombres de fortuna que a los
trabajadores pobres, ¿cómo se insertarían estos en la comunidad?
1) El derecho de asociación y organización les permitió a los trabajadores
unirse en sindicatos para mejorar sus condiciones laborales, ya que en la lucha
económica, los individuos quedaban siempre en inferioridad de condiciones.
2) El derecho a una educación elemental significó para los sectores populares,
la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida y allanar el camino para que
los hijos de los trabajadores cuenten con mejores oportunidades.
3) La conquista del voto universal y secreto iguala a todos como electores y les
permite organizarse y participar en el gobierno. Sin embargo, significó una
extensa lucha.
La Rev. Francesa produjo un cambio radical: la unidad a representar comenzó a
ser el individuo y el ámbito de ejercicio de la representación era integrada por
legisladores.
Pero como era de esperar, esto no significó la concesión de sufragio universal a
todos los ciudadanos adultos. Se presentaron una serie de diferentes criterios
que terminaron dejando afuera a gran parte de la población. Por ejemplo, se
decía que los trabajadores asalariados no podían formular un juicio político
propio basado en criterios racionales y que, por lo tanto, corromperían la
esencia del sistema vendiendo su voto o siendo influenciados por quienes
quisieran sacar provecho de su ignorancia.
Recién a mediados del siglo XIX se pondrán en práctica los intentos más serios
por conceder el sufragio a todas las clases.
La obtención de este último derecho permitirá a los sectores populares alcanzar
un status de ciudadanía diferente a los conocidos, ya que podrán intervenir en
todos los asuntos que le competen a su comunidad.
Texto 3 (“Lo político vs. La política” – Emilia Castorina)
Introducción
La cultura política occidental ha estado atravesada por una tensión entre “lo
político” (espacio de ontología práctica, el poder del pueblo, la ley) y “la
política” (ejercicio de una profesión especifica, el poder de los elegidos, los
que saben).
Se intentará analizar dos momentos claves de dicha tensión que se manifestó en
un plano ideológico y social y en una lucha de poder de dos grupos sociales
antagónicos.
Lo político como democratización
• Productores y gobernantes
Durante la Edad Media, la división del trabajo y la estratificación de clases
estaban ligadas a principios tradicionales que legitimaban el poder
aristocrático.
La progresiva politización y democratización de la sociedad griega tuvo que ver
con el desplazamiento de esos principios. De este modo, la ciudadanía reemplazó
al parentesco, el sentimiento de igualdad a las jerarquías domésticas y la ley
cívica a la voluntad arbitraria de unos pocos.
Los sectores medios y bajos encontraron en estas nuevas leyes una fuente de
legitimación para reemplazar a la aristocracia como fuente única y exclusiva de
la ley, la justicia y el mantenimiento del orden social. Gradualmente devino la
fuente de poder político y económico de estos nuevos grupos sociales.
En este caso “lo político” se presenta como una nueva forma de asociación. Las
formas tradicionales, las relaciones políticas de parentesco, las relaciones
entre amo y sirviente y la voluntad arbitraria del patriarca fueron reemplazadas
por lazos cívicos, una organización territorial y el gobierno de la ley. Estos
nuevos preceptos se estructuraron bajo el orden social de un cuerpo de
ciudadanos, que utilizaron como medio la razón y persuasión en lugar de la
violencia y la arbitrariedad.
Marx definía a las sociedades pre-capitalistas como aquellas en las que se
aplicaba la coerción y la dependencia jurídica y política (trabajo forzoso por
deudas, servidumbre, explotación, etc.). Sin embargo, la democracia Ateniense
aplació una nueva forma de organización en la que los latifundistas y los
campesinos formaban una comunidad cívica y militar. El productor comenzó a tener
una pertenencia y una relación con su apropiador nunca antes vista. Por este
motivo, lo político comenzó a construirse sobre una base democrática, en tanto
se instituyó como fuerza que limitaba la explotación de una clase sobre la otra.
• Sócrates y Platón contra los Sofistas y los trabajadores ciudadanos
La teoría y la filosofía política han distorsionado la historia de la polis
ateniense al asumir que la esencia de la misma hay que encontrarla en el
pensamiento de Sócrates, Platón y Aristóteles. Dichos filósofos e ideólogos
expresaron una reacción conservadora y elitista frente a la invasión del hombre
común en los asuntos públicos. Condenaron el igualitarismo de las opiniones
entre ricos y pobres como decadencia moral de la polis.
Las filosofías de Platón, por ejemplo, no contienen doctrinas puras ni una
postura neutral, sino una clara ideología antidemocrática
Sócrates y Platón apoyaron la postura elitista, afirmando que en tanto la
política se había convertido en el ámbito en donde residía la mediocridad y lo
vulgar, era mejor alejarse de ella y buscar la forma de volver a politizar la
aristocracia.
En un célebre debate entre Sócrates y los Sofistas (defensores de la
democracia), el primero pone en duda la virtud de los hombres comunes para
gobernar. Sostiene que solo un grupo de expertos (los políticos) pueden
dedicarse al manejo del Estado. La cuestión central radica en la división entre
los que gobiernan y los que trabajan (excluyendo a estos últimos de la
política), ya que la justicia y el bienestar solo puede garantizarse si cada uno
ocupa el lugar que “le corresponde”.
Protágoras (Sofista) responde haciendo referencia a un pasaje mitológico,
mediante el cual expone el principio democrático por el cual todos los miembros
de la polis tienen derecho a hacer las leyes. Si todos los ciudadanos no
estuvieran calificados para opinar sobre los asuntos que le competen, no habría
sociedad posible.
Sostiene la racionalidad política de los muchos contra los pocos y postula la
condición de existencia del Estado: una igual participación en la justicia y en
la toma de decisiones. La definición de lo político ya no es un tipo especial de
conocimiento reservado a unos pocos, sino el arte universal de la vida en común.
Para el Sofismo, el conocimiento que permite opinar sobre los asuntos del Estado
es concebido a través de la misma participación ciudadana, de aprender sus leyes
y a partir de las prácticas diarias. Por lo tanto, las normas son convenciones
generadas por el conocimiento colectivo, sin la intervención de un experto más
que como guía. De ahí que para Protágoras la democracia es la forma de polis más
viable y estable ya que sus normas representan la expresión más directa de la
sabiduría colectiva.
Sócrates y Platón elevan el conocimiento político al plano filosófico, donde
solo los filósofos-políticos son aptos para gobernar. Son solo ellos los capaces
de acceder a las verdades absolutas de la naturaleza para encontrar las mejores
leyes que requiere la ciudad. La subjetividad que se involucra en un modelo como
el democrático, no es mas que un preludio hacia una sociedad anárquica. La
naturaleza ha dispuesto una jerarquía entre los hombres, en la cual los que se
dedican al arte de la mente (filósofos) son superiores a aquellos que se dedican
a las artes del cuerpo (trabajadores).
Protágoras, en cambio, afirma que “el hombre es la medida de todas las cosas”.
Esto involucra premisas fundamentales para comprender qué es “lo político”.
Mediante esta frase, debemos asumir que la naturaleza y sus verdades inamovibles
deben desterrarse como principio de autoridad o fundamento del orden político y
social, puesto que el hombre está por sobre ella. Y también que todas las
opiniones tienen el mismo valor, y por lo tanto la única posibilidad de
construir política es a partir del debate y el consenso.
Los orígenes del capitalismo
La tensión entre lo político y la política toma un nuevo rumbo a partir del
surgimiento del capitalismo. Si bien Sócrates y Platón fueron los primeros en
postular que la política solo les compete a los políticos-filósofos y no a todo
el demos, recién en la sociedad capitalista se pudo aplicar. Paradójicamente en
cuanto al término, la doctrina moderna antidemócrata se llama “democracia
liberal”. El desplazamiento de “lo político” a “la política”, no fue un invento
capitalista, pero solo en la modernidad se hizo del principio socrático una
máxima de la democracia, algo que para el ciudadano común ateniense resultaba
una contradicción.
• La separación entre lo “político” y lo “económico” en el capitalismo
El capitalismo es un sistema social a través del cual los bienes y servicios son
producidos para el intercambio. Un sistema donde todos los factores económicos
dependen de un mercado, y en el que la vida social se rige por la competencia y
la maximización de ganancias. Su objetivo es desarrollar los medios de
producción para mejorar la productividad a través de la tecnología, y el grueso
del trabajo es realizado por quienes no son dueños de esos medios de producción.
Esta clase obrera debe vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario para
subsistir.
Según doctrinas convencionales, las fuerzas del mercado obligan a los actores
económicos a obrar racionalmente. Pero esta concepción oculta un rasgo
fundamental del capitalismo, que es la libertad.
Aunque en las sociedades pre-capitalistas existían los mercados, las relaciones
y las prácticas económicas estaban inmersas en relaciones no económicas (de
parentesco, religiosas, políticas, etc.). Las motivaciones que estructuraban la
actividad económica eran otras muy distintas a los motivos económicos del
beneficio y las ganancias materiales, como por ejemplo, el status y el
prestigio. Sólo en la sociedad de mercado (distinta a las antiguas sociedades
“con” mercado) hay un motivo específicamente económico, instituciones
estrictamente económicas y relaciones distintas o separadas de las no
económicas.
El capitalismo surge a través de una radical transformación de las relaciones y
prácticas sociales.
Lo característico de las sociedades pre-capitalistas es que los campesinos
productores siempre se habían mantenido en posesión de los medios de producción,
por lo tanto, tenían un acceso directo a los medios necesarios para sobrevivir.
El excedente de producción era apropiado a través de la coerción directa
ejercida por los terratenientes o los Estados (dada su superioridad política,
militar y jurídica). En cambio, en la actualidad, gracias a que los productores
directos han sido desposeídos de los medios de subsistencia y dado que el acceso
a los mismos es a través de la venta de su fuerza a cambio de un salario, el
capitalismo puede apropiar excedente sin recurrir a la coerción directa (según
Marx, esta es una diferencia fundamental entre las sociedades pre-capitalistas y
las modernas).
Actualmente, la asignación social de recursos y fuerza de trabajo ya no tiene
lugar por medio de la política, la deliberación comunal, el deber hereditario o
las obligaciones religiosas, sino más bien a través de los mecanismos de
intercambio de mercancías. Las relaciones económicas se basan en un contrato
entre productores “libres” y un apropiador que tenga propiedad absoluta sobre
los medios de producción.
Los poderes políticos directos que los propietarios capitalistas han perdido a
favor del Estado, lo han ganado en el control directo de la producción y la
explotación. Los poderes del apropiador ya no implican la obligación de llevar a
cabo funciones sociales y públicas, de ahí que el capitalismo postula una total
separación entre la apropiación privada y las obligaciones públicas. El
capitalismo, por lo tanto, separó la esfera política de la económica.
La separación de lo político y lo económico redefinió la noción de ciudadanía en
el capitalismo. La mayoría de los individuos que fueron desarraigados de sus
comunidades y medios de producción, necesitaron acceder a la ciudadanía como
condición de legalidad para vender su fuerza de trabajo en calidad de hombres
“libres” e “iguales”. La adquisición de la ciudadanía les confirió nuevos
poderes, derechos y facultades. Pero por otro lado, los alejó paulatinamente de
la esfera política.
El concepto moderno de ciudadanía puede ser mas inclusivo y universalista que el
ateniense, más indiferente a las particularidades de parentesco o etnia, pero al
mismo tiempo implica una mayor distancia entre el “pueblo” y la acción política.
• El desplazamiento de “lo político” por “la política”
A partir de la modernidad, el poder del pueblo es reemplazado por el poder de
los elegidos (“los que saben”) como mecanismo que suprime y expulsa a la
voluntad popular de las decisiones.
En tanto se universaliza la ciudadanía, todos los hombres son libres e iguales,
pero esta igualdad y libertad sólo existen en la teoría ya que esta libertad
jurídica sirve para disimular una desigualdad real y efectiva de la explotación
económica (Marx). Y en definitiva este mecanismo demanda un desplazamiento de
“lo político” por “la política”.
Estudiando las 3 revoluciones modernas (Inglesa, Francesa y Americana)
lograremos descubrir el proceso por el cual se diferenció la democracia en la
que los mismos ciudadanos hacen la ley, y el actual régimen representativo en el
cual se confía el ejercicio de poder a los representantes.
La Rev. Inglesa puso en manifiesto que la democracia moderna no se originó con
el acceso de las clases subordinadas al poder, sino en el ascenso de la clase
elitista en la transición del feudalismo al capitalismo. Este es el origen de
los principios constitucionales modernos, las ideas de gobierno limitado, la
separación de poderes, etc.
En la Rev. Francesa, la política de los representantes se había vuelto una forma
deseable en contraposición a la política popular, y la superioridad de los
primeros se debía a que se trataba de la mejor práctica para una sociedad de
mercado, en la que los individuos están demasiado ocupados produciendo riqueza.
La Rev. Americana dio un paso decisivo en el desplazamiento del demos del poder
efectivo. En un contexto donde el impulso hacia la democracia masiva era ya muy
fuerte, los federalistas preservaron lo máximo que pudieron de la división entre
la masa y la élite en el marco de un derecho político más democrático y una
ciudadanía más activa. Diseñaron un conjunto de instituciones que abarcarían y
al mismo tiempo reducirían el poder popular, ya que teniendo un cuerpo de
ciudadanos inclusivo pero pasivo, podían aplacar sus ansias de participación.
La función principal de la democracia liberal capitalista es la de dejar intacta
la explotación de una clase sobre la otra. Su tarea no es la de igualar a las
clases sociales, sino asegurar que la facción mayoritaria (la clase trabajadora)
no sean más numerosos que los propietarios. De ahí que se debe evitar la
“tiranía de la mayoría”, que es en pocas palabras, el gobierno del pueblo.
Texto 4 (“Ciudadanía y política en el orden global emergente” – Ana García
Raggio)
Introducción
En tanto comenzaron a erigirse los Estados Nación, devino conjuntamente el
concepto de Ciudadanía, ligando a ambos términos de manera inseparable.
Pero en la actualidad, el Estado sufre cambios tan repentinos y abruptos, que es
necesario reconceptualizar esta idea.
El avance de la globalización es un proceso complejo e incontrolable, ya que
pareciera no estar en manos de nadie (descentrado), o bien, en manos de muchos
centros diferentes alrededor del mundo. Los Estados pierden el control sobre sus
ciudadanos debido a que los diferentes organismos internacionales (empresas
privadas, organizaciones mundiales, etc.) deciden e inciden sobre las decisiones
estatales. La pérdida de control del flujo migratorio, es otro ejemplo de este
Estado fuera de control.
Por otro lado, es un sistema contradictorio, ya que al mismo tiempo genera
oportunidades de integración y acceso a la información que no tiene precedentes.
Sin embargo, los organismos internacionales dictan pautas y los Estados deben
acatarse a ellas, inclusive cuando se trate de un asunto dentro de su propio
territorio. Inclusive ciertas empresas privadas (nacionales o internacionales)
tienen un poder económico tan grande que son capaces de incidir directamente en
las decisiones que toma un Estado respecto a sus ciudadanos.
Por lo tanto, la posibilidad de construir una ciudadanía en estas condiciones
adquiere una nueva resonancia, ya que se produce en un contexto de
debilitamiento de las soberanías nacionales.
En este escenario, la autora propone que debemos convivir con dos fuerzas
irrefrenables. Por un lado, una fuerza que tiene que ver con este avance
tecnológico y globalizatorio, que aclama la integración de las personas y en la
que cada individuo simplemente pertenece como consumidor. Una mirada global,
donde las corporaciones y los capitales transforman el planeta en un único
mercado internacional. Esta fuerza, sin embargo, nos hace sentir que perdemos
nuestra propia identidad, que somos parte del montón y que esta integración tan
fuerte nos hace olvidarnos de quienes somos porque no logramos diferenciarnos
del resto. Autores como Senett, postulan que el carácter de las personas se ve
corrompido ya que las identidades se transfiguran debido a las ansiedades e
incertidumbres y que deben negociar la estabilidad de esa identidad con un alto
costo para la subjetividad. Además, defiende que el avance globalizatorio amplía
el concepto de exclusión. Ya no son solo los pobres quienes por su condición se
ven obligados a excluirse de lo público para buscar la supervivencia; hay
también un abandono voluntario y una desafección de la esfera pública por parte
de los sectores más beneficiados por la economía.
Por otro lado, una fuerza opuesta también nos choca, que está ligada a preceptos
milenarios en la que la división por etnias o por naciones es la ley primera. En
ella, uno se reconoce como miembro de esa tribu porque comparte una historia y
un legado cultural, que lo diferencian del extranjero, “del otro”, que es una
potencial amenaza a la supervivencia de mi identidad y un enemigo.
Estas dos fuerzas, opuestas y contradictorias, conviven en nosotros mismos
constantemente. Y, aunque pueda sonar imposible, tienen algo demás importante en
común: ambas lógicas no permiten una concepción ciudadana, ya que no permiten
que las personas logren afianzar un lazo con el resto de la sociedad. En este
contexto, hay un fuerte deterioro del espacio público, y por ende, de la
inclusión de los individuos en los asuntos políticos, conferidos a sus
representantes.
Ante esta situación planteada, surgen dos corrientes de pensamiento.
• Escépticos: Este grupo es por demás pesimista, y plantea que nos encontramos
ante el fin de la política. Creen que los Estados están tan deteriorados que no
es posible trazar una concepción ciudadana, y que los individuos están por demás
ocupados averiguando quienes son, que hacen allí, de donde vienen y hacia donde
ir. Por lo tanto, se recluyen en la esfera privada sin intentar incidir en las
cuestiones políticas debido a la desafección que sienten por el sistema
democrático.
• Optimistas o republicanos: Esta corriente de pensamiento propone una mirada
distinta acerca del escenario actual. Señalan que asistimos a una
reconfiguración de la política e incluso a una ampliación de sus márgenes.
Beck (defensor de esta teoría) postula que es posible que si los gobiernos
buscan estrategias y proyectos, es posible aminorar y revertir los efectos del
avance globalizatorio. Mediante acuerdos entre naciones, se lograría hacer
frente a las invasiones de las economías multinacionales y fortalecerse
imponiendo una ley en común.
Giddens (defensor de esta teoría) demuestra que la desafección por el sistema
actual está mal considerada. Esto sería posible si solamente vemos el poder “de
arriba hacia abajo”, es decir, que solo aceptamos que el ejercicio de lo
político es realizado por políticos, y que los individuos no incidimos sobre
estas decisiones. Sin embargo, nos encontramos ante un ejercicio de la política
nunca antes visto “de abajo hacia arriba”. Son muchos los ejemplos que
demuestran que hoy en día, los individuos tenemos mas inclusión política que
nunca, y que nos inmiscuimos en asuntos que nos competen como civiles.
De esta manera, hay cada vez mas ámbitos en los que existe un accionar político.
Lo que hasta ayer era natural (la heterosexualidad de las parejas por ejemplo)
son actualmente decisiones puramente personales, que al impactar en la esfera
pública y ser analizadas y discutidas, politizan decisiones que hasta ayer eran
consideradas apolíticas.
Estos últimos autores apuestan a que en las actuales condiciones es posible
generar nuevas constelaciones políticas que abarquen los problemas locales,
nacionales y globales al mismo tiempo. Asuntos como el medio ambiente, el
peligro nuclear y los riesgos de manipulación genética pasan a ser problemas
mundiales, por lo que es necesario apostar a la participación y creación de
nuevas instituciones a las que podamos acceder por el mero hecho de ser humanos.
Se delinea, por lo tanto, una nueva concepción ciudadana y una nueva forma de
rescatar los valores cívicos aunque nos encontremos ante Estados debilitados y
aparentemente indefensos.
¿Ciudadanía sin Estados?
En esta parte del texto, la autora intenta demostrar que la construcción
ciudadana estuvo históricamente ligada a la pertenencia de un Estado Nacional.
De esta forma, se excluye completamente a los extranjeros llegando a
transformarse en un nacionalismo xenófobo y agresivo. Si el “nosotros” se
construía por oposición a “los otros”, en los nacionalismos de los siglos XIX y
XX la búsqueda de una identidad propia se basa en la diferenciación étnica,
lingüística, o por una ascendencia en común: pero siempre apelando a homogenizar
y acatar mi identidad para diferenciarme del que es diferente.
Sin embargo, existe otra acepción de la construcción ciudadana, ligada al
componente republicano. Este nuevo concepto que se instauró con las revoluciones
modernas, tiene un carácter universalista que trasciende los límites de
cualquier Estado o Nación. Ocurre entonces que la noción de ciudadanía
republicana expresa una capacidad política colectiva de construir un espacio
público que evade los estrechos nacionales, tornándose constituyente y
adquiriendo una connotación cosmopolita. Se funda en términos de iguales
derechos y de respeto por la dignidad humana con proyección a futuro. Esta línea
argumentativa insiste que una cultura política común se puede construir, y que
la solidaridad y los vínculos pueden generarse en ámbitos locales y globales.
Generar una cultura cosmopolita es rechazar cualquier fundamentalismo y a todo
intento de que exista una cultura única y aglutinadora para encontrar sentido a
la propia vida.
La globalización posibilita un descentramiento de la propia perspectiva, un
impulso para la reflexión, para aprender formas tolerantes de vida y aceptar las
diferencias culturales.
La “política de la política” en tiempos de riesgo
Como ya hemos visto, la ciudadanía se encuentra en una constante tensión: el
particularismo de ser ciudadano de un Estado-Nación y la universalidad de ser un
ciudadano del mundo entero por el mero hecho de ser humanos.
La autora se vuelca por la segunda concepción, y exalta la visión positivista de
los hechos.
Apoya al cosmopolitismo republicano, en tanto proyecta a la política como una
constelación global e integradora y propone que tomemos partido y
responsabilidad por cuestiones que nos involucran a todos (ecología,
contaminación nuclear, etc.). De esta forma, se crearía una sensibilidad y
capacidad de ampliar nuestro diálogo y nos haría responsables de lo que sucede
en el mundo entero. Aspira a que la vocación cosmopolita considere arbitrario
cualquier límite sugerido por los bordes nacionales de los Estados y busca que
los derechos humanos tengan validez global.
De esta manera, sería posible exaltar una conciencia ciudadana fuera del marco
estatal, y pertenecer a una “cive” global en donde mis peticiones pudieran ser
escuchadas mas allá de los límites de mi nación.
UNIDAD 2 - ¿Qué es el Estado?
Introducción
La revolución política moderna y la emergencia de los derechos individuales
naturales, fue el resultado del desmoronamiento de lo medieval.
Dicho proceso está dotado de una serie de transformaciones ocurridas en los
siglos XVI y XVII en que convergen el nacimiento y expansión de la burguesía, la
consolidación de los estados nacionales, la disputa en torno a la soberanía y
desde el punto de vista del saber: la matematización de las ciencias, la idea
del progreso indefinido del conocimiento y de que sólo es válido aquello que
puede ser justificado por la razón.
Al mismo tiempo se produce una mutación en la representación del hombre y la
sociedad, y a la vez, un extrañamiento de la idea de la política entendida desde
los griegos como parte de la filosofía práctica.
El hombre es esencialmente un ser político en el sentido de que para la
realización de su naturaleza depende de la ciudad. La vida política es en el
pensamiento griego el ámbito de la libertad y aquella a partir de la cual el
hombre recibe su humanidad.
Durante la Edad Media, el rey cumple una doble función representativa: posee
autoridad secular absoluta sobre sus súbditos, pero también tiene la posibilidad
de velar por su bienestar; y a la vez, como gobernante consagrado ante Di’s, de
quien deriva su legitimidad, está ligado a la ley divina.
Con el advenimiento de la modernidad se instituye la sociedad y a la vez los
individuos dotados por su condición de hombres de un conjunto de derechos
innatos. El derecho natural se emancipa de la teología con lo cual surge el
problema de su validación.
La aparición de una esfera social, constituida por individuos autónomos, libres
e iguales y portadores de derechos, constituye una nueva significación
imaginaria que se desarrolla durante la modernidad.
Nace la tesis del contrato político que encuentra legitimidad en el consenso
entre los contratantes. Los derechos individuales y las libertades que garantiza
son un límite a la arbitrariedad del poder político.
Surge la doctrina iusnaturalista (acoge a Hobbes, Locke y Rousseau) que
intentará descubrir las reglas que rigen la igualdad absoluta y eterna de la
naturaleza humana, y de desentrañar el problema de la naturaleza del Estado,
utilizando como método la razón.
Contexto filosófico
Derecho Natural
Se denomina Derecho Natural a ciertos principios que, basados en Di’s, la razón
o la naturaleza, son comunes a todos los hombres y constituyen una norma suprema
de justicia. Tiene su origen en la antigüedad.
Como ciudadanos de un estado universal todos están sujetos a la misma ley: la de
la naturaleza o la razón. Constituye una ley moral perpetua e invariable que
establece que todos los hombres son iguales y todos tienen los mismos derechos
naturales.
Esta tradición es retomada en el pensamiento medieval en un Derecho Natural
cristianizado, que no está a disposición de los mandatarios, sino que representa
el marco dentro del cual gobierna y administra la justicia. Se está sujeto a la
ley divina.
En la conciencia medieval estaba enraizada la idea de que la tierra no establece
diferencias cuando reparte sus dones y que la igualdad natural de los hombres es
lo primario. Por ello, los movimientos revolucionarios apelarán al Derecho
Natural como crítica social ante las injusticias económicas.
Siglos más tarde, Hobbes sostiene el mismo pensamiento, pero en vez de postular
que el hombre debe ser sagrado para el hombre, coloca al hombre enemigo del
hombre. Demuestra precisamente que la aceptación de este derecho debe tener como
consecuencia una sangrienta guerra de todos contra todos. El viejo derecho
pierde así todas sus connotaciones morales.
La revolución científica moderna
La Rev. Científica indicó la terminación de un mundo y el inicio de una nueva
cosmovisión. Hundimiento de un mundo al que ciencia, filosofía, teología y el
sentido común, representaba como centrado en torno del hombre.
A partir de la teoría heliocéntrica el hombre ya no se halla en el centro del
mundo; por el contrario, los descubrimientos astronómicos permiten afirmar que
se encuentra colocado en un espacio infinito en el cual no es más que un punto
fugaz y que el universo se rige por sus propias leyes. La naturaleza pasa a ser
existente y operante en su propia y autónoma independencia por lo que ninguna
acción puede derivarla o modificarla.
En los albores de la modernidad las nuevas exigencias de la vida civil llevan a
una revalorización del trabajo manual imprescindible en la sociedad de mercado
que se estaba gestando. Esto justifica, desde un contexto socioeconómico, la
aceptación del experimento como momento imprescindible de la investigación
científica.
El tema de lograr un método seguro para alcanzar el conocimiento progresivo de
la naturaleza, será la problemática científica y filosófica del siglo XVII. En
esta etapa se esboza el método científico tal como ha sido elaborado en las
ciencias físico-matemáticas.
La función de las ciencias humanas y sociales consistirá en descubrir las leyes
que rigen los fenómenos sociales, políticos, económicos y morales; leyes
inmutables y universales como las del mundo físico. Para la nueva ciencia, el
hombre es un ser físico inserto en el orden de la naturaleza. Su función y
destino están establecidos: lograr la autoconservación a través de la
satisfacción de necesidades y alcanzar la felicidad por medio de la realización
de sus propios intereses.
El hombre solo y aislado no puede asegurar su propia supervivencia: la sociedad
aparece como el medio necesario para la consecución del bienestar económico.
Se reemplaza la visión de que la política habilita al ciudadano para una vida
justa por la posibilidad de una vida holgada. La política se convierte en una
ciencia experimental manipulada por especialistas.
La razón es el instrumento adecuado para la aprehensión y manipulación del orden
social. En este marco comenzará a perfilarse la doctrina del progreso y de la
perfectibilidad creciente, cuyo signo es el incremento de la racionalidad en el
mundo como norma de las acciones.
Contexto histórico
El proceso del desarrollo del capitalismo inglés y de los sectores sociales
ligados al nuevo orden económico generó ásperas luchas. Sin embargo es necesario
comprender sus antecedentes.
Durante el siglo XVI (como consecuencia del estancamiento alemán e italiano
debido al desplazamiento de las rutas comerciales), el comercio inglés recibe un
fuerte impulso, que generó las condiciones para un desarrollo fabril más rápido.
Se produce bajo la monarquía de Isabel Tudor y gracias a su política
proteccionista asciende la manufactura inglesa. Bajo su reinado se consolida en
anglicanismo como religión estatal que posibilitó la expropiación de las
riquezas eclesiásticas a favor de la corona.
El anglicanismo fue enemigo de muchas sectas protestantes y católicas que no
adherían a la nueva religión oficial. Pero con el advenimiento al trono de
Jacobo I Estuardo, se convirtió en el punto de reagrupamiento de la nobleza y
los sectores terratenientes.
Los calvinistas constituyeron la oposición burguesa apoyados por las clases
bajas. Iniciaron una lucha religiosa pero que ocultaba otro tipo de
antagonismos, por lo que ciertos sectores de los amotinados transgreden los
límites del calvinismo y exigen igualdad de derechos sociales, políticos y
civiles.
Se produce pues una guerra civil entre la Corona y el Parlamento apoyado por las
masas. El rey es derrotado, pero cuando cae la República se restauran los
Estuardos. Hasta que una nueva revolución, la “Gloriosa” establece la monarquía
parlamentaria: Declaración de Derechos, aprobación de impuestos por el
parlamento libertad de imprenta, superioridad de la ley por sobre el Rey.
Esta sucesión de guerras genera un desorden permanente en la sociedad inglesa,
además de una constante inseguridad económica.
Hobbes y Locke fueron pensadores ingleses que vivieron y escribieron durante el
siglo XVII y cuyas obras expresan los cambios sociales ocurridos en Inglaterra
en ese período.
Hobbes
Conceptos fundamentales de su teoría política
La moderna ciencia política reconoce en Hobbes a su fundador.
Admirador de la física galileana, pretende reducir la vida psíquica y política a
cuerpo y movimiento.
Los cuerpos animados se mueven hacia aquellos que desean y les causa placer y se
alejan de lo que les provoca aversión. De ahí que puede afirmar que la ciencia
política nace como una física de la socialización.
Un hipotético estado de naturaleza actúa como ficción fundadora que permite a
Hobbes establecer a modo de paradigma de comprensión, el pasaje del estado
natural al vivir con arreglo a normas de un orden convencional.
El hombre para Hobbes se define por el deseo. En el estado de naturaleza rige el
derecho natural, que es la libertad que cada uno tiene de conservar su vida y
gozarla acrecentando sus bienes y aumentado su poder. Pero puesto que este
derecho lo poseen todos por igual, la única meta del hombre es sobrevivir. La
incertidumbre respecto de la propia seguridad y la desconfianza mutua, hace que
el estado natural de los hombres sea el de guerra de todos contra todos (“el
hombre es un lobo para el hombre”). Por consiguiente, mientras siga rigiendo ese
derecho natural de cada uno con respecto a todas las cosas, no puede haber
seguridad para nadie por fuerte o sabio que sea.
Aparece en esta concepción una categoría que estará presente en todo el
pensamiento político inglés posterior. Es el concepto de seguridad referido
especialmente a los bienes o propiedades.
Salir de ese estado de naturaleza y superar el derecho natural, puede ser
logrado mediante lo que Hobbes llama “ley natural” que es un precepto
establecido por los hombres en posesión de la razón en su doble uso: de facultad
prudencial (para conservar la propia vida) y de razón calculadora (destinada a
preservar los bienes). Esa ley natural consiste en renunciar al derecho natural,
y se crea un pacto o contrato en la que todos consienten en hacerlo. Requiere de
un poder para hacerlo cumplir que debe ser coercitivo: el Estado (o Leviatán).
Pero, por el terror hacia los otros, el hombre hobbesiano es un individuo
privado y solitario y el Estado que crea está basado en la delegación de todos
sus derechos individuales. El único derecho al que el hombre no renuncia es el
derecho a la vida.
Privado de todos los derechos políticos delegados en el Estado, la ley
representa una necesidad absoluta para el individuo y siendo los hombres lo que
son, el poder del Leviatán descansa sobre la coerción. Las esferas del poder, de
la ley y del saber se unifican en el Estado absoluto. La fuerza será su última
razón y está por encima de la ley.
Los fines del Estado son los de garantizar la seguridad de la vida y de la
propiedad. La razón del Leviatán construido por Hobbes es liberal, en tanto el
poder del Estado está obligado a conducir las intenciones liberales del derecho
natural.
El hombre hobessiano es un hombre privado en quien la pulsión de sus deseos y
las ansias de poder se vehiculizan en el mercado; en esta competencia son todos
iguales.
Como confirma Arendt: “Este nuevo cuerpo político fue concebido en beneficio de
la nueva sociedad burguesa (…) y esta descripción del hombre es un esbozo del
tipo de hombre que encajaría en dicha sociedad. (…) Una inacabable acumulación
de propiedad debe estar basada en una inacabable acumulación de poder”.
El Leviatán del Hombre: Capítulo 13
• La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo
y del espíritu que, si bien un hombre es más fuerte de cuerpo o más sagaz de
entendimiento que otro, cuando se los considera en conjunto, la diferencia entre
hombre y hombre no es tan importante. En cuanto a la fuerza corporal, el más
débil puede derrotar al mas fuerte, ya sea mediante secretas maquinaciones o
confederándose con otro en su misma situación. En cuanto a las facultades
mentales hay una igualdad más grande aún, ya que todos creen poseer una
sabiduría mayor al común de la gente. Si bien reconocen que otros son más
sagaces, más elocuentes o más cultos, difícilmente llegan a creer que haya
muchos tan sabios como ellos mismos, ya que cada uno ve su propio talento cerca,
y el de los demás hombres a distancia.
• De esta igualdad en cuanto a la capacidad, se deriva la igualdad de esperanza
respecto a obtener nuestros fines. Esta es la causa de que si dos hombres desean
la misma cosa, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al fin tratan de
aniquilarse o sojuzgarse uno con el otro.
• De la desconfianza, la guerra. El hombre intenta anticiparse y protegerse a si
mismo mediante el intento de dominar por medio de la fuerza o la astucia a todos
los hombres que pueda, hasta que ningún otro poder sea capaz de amenazarle. Si
no se aumenta la fuerza de invasión, y sólo se conformara con límites modestos y
simplemente defensivos, no podrán subsistir por mucho tiempo; es necesario para
la conservación del hombre aumentar el dominio sobre sus semejantes.
Además los hombres no experimentan placer alguno reuniéndose cuando no existe un
poder capaz de imponerse a todos ellos. Cada hombre considera que su compañero
debe valorarlo del mismo modo que él se valora a sí mismo, y en presencia de
todos los signos de desprecio o subestimación procura inflingirle algún daño.
Así hallamos en la naturaleza del hombre 3 causas principales de discordia: la
competencia, la desconfianza y la gloria. La primera causa impulsa a los hombres
a atacarse para lograr un beneficio, y se hace uso de la violencia para
convertirse en dueño de todas las personas y sus posesiones. La segunda, para
lograr seguridad, utiliza a la fuerza para defenderse de los demás. La tercera
impulsa a ganar una reputación, utilizando la fuerza por motivos insignificantes
(una palabra, un gesto, una opinión distinta, etc.).
• Fuera del Estado, del Leviatán, hay siempre guerra de cada uno contra todos.
Es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común
que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado de guerra, una
guerra tal que es la de todos contra todos. La naturaleza de la guerra consiste
no ya en la lucha actual, sino en la disposición manifiesta a ella durante todo
el tiempo en que no hay seguridad de lo contrario. Todo el tiempo restante es de
paz.
• Es natural que en un tiempo de guerra los hombres vivan sin otra seguridad que
lo que su propia fuerza o invención puede proporcionarle. En ese marco, no
existe industria (ya que su fruto es incierto), ni cultivo de la tierra, ni
navegación, ni construcciones confortables, ni cómputo del tiempo, artes, letras
ni sociedad; y lo que es peor, existe continuo temor y peligro de muerte.
• En esta guerra de todos contra todos, nada puede ser injusto. Las nociones de
derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. Donde no hay
poder común, la ley no existe: donde no hay ley, no hay justicia. En dicha
condición no existen propiedad ni dominio, ni distinción entre “tuyo” y “mío”;
sólo pertenece a cada uno lo que puede tomar, y sólo en tanto que puede
conservarlo.
• Sin embargo, las pasiones que inclinan a los hombres a la paz son el temor a
la muerte, el deseo de las cosas que son necesarias para una vida confortable, y
la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo. La razón sugiere adecuadas
normas de paz, a las cuales pueden llegar los hombres por mutuo consenso.
El Leviatán del Hombre: Capítulo 14
• El derecho de naturaleza es la libertad que cada hombre tiene de usar su
propio poder como quiera, para la conservación de su propia vida; y por
consiguiente, para hacer todo aquello que su juicio o razón considere como los
medios más aptos para lograr ese fin.
• La libertad es la ausencia de impedimentos externos; impedimentos que con
frecuencia reducen parte del poder que un hombre tiene de hacer lo que quiere,
pero no pueden impedirle que use el poder que le resta de acuerdo con lo que su
juicio le dicte.
Si retomamos la idea de que la condición del hombre es una condición de guerra
de todos contra todos, cada uno tiene derecho (libertad) de hacer cualquier
cosa, incluso en el cuerpo de los demás. Y mientras persista ese derecho natural
de cada uno con respecto a todas las cosas, no puede haber seguridad para nadie.
• Surge así una ley fundamental de naturaleza, en virtud de la cual “cada hombre
debe esforzarse por la paz, mientras tiene la esperanza de lograrla; y cuando no
puede obtenerla, debe buscar y utilizar todas las ayudas y ventajas de la
guerra”.
• Mientras uno mantenga su derecho de hacer cuanto le agrade, los hombres se
encontrarán en situación de guerra. Pero si los demás no quieren renunciar a ese
derecho como él, no existe razón para despojarse de dicha atribución, porque
significaría ofrecerse a sí mismo como presa.
• Renunciar a un derecho a cierta cosa es despojarse a sí mismo de la libertad
de impedir a otro el beneficio del propio derecho a la cosa en cuestión. Se
aparta del camino de otro para que éste pueda gozar de su propio derecho
original sin obstáculo suyo.
Se abandona a un derecho por renunciación (cuando el cedente no se preocupa de
la persona beneficiada por su renuncia) o por transferencia (cuando desea que el
beneficio recaiga en una o varias personas determinadas. Cuando una persona ha
transferido o abandonado su derecho está obligado a no impedir el beneficio
resultante a aquel a quien se concede o abandona el derecho. Si lo hace, se
produce una injusticia o injuria, ya que se ha contradicho lo que uno mantenía
inicialmente.
• Cuando alguien transfiere su derecho o renuncia a él, lo hace en consideración
a cierto derecho que recíprocamente le ha sido transferido, o por algún otro
bien que de ello espera. Se entiende que existe un beneficio implícito para
ambas partes. La mutua transferencia de derechos se llama “contrato”.
• Cuando se hace un pacto en que las partes no llegan a su cumplimiento en el
momento presente, sino que confían una en otra, en la condición de mera
naturaleza cualquier sospecha razonable es motivo de nulidad. Pero cuando existe
un poder común sobre ambos contratantes (Leviatán), con derecho y fuerza
suficiente para obligar al cumplimiento, el pacto no es nulo.
El Leviatán del Estado: Capítulo 17
• La causa final de los hombres es el cuidado de su propia conservación y el
logro de una vida más armónica. Para ello, debe abandonar esa condición de
guerra y renunciar a su derecho natural y establecer la existencia de un poder
visible que sujete las pasiones de los hombres.
• Los pactos que no descansan en la espada no son más que palabras sin fuerza. A
pesar de las leyes de naturaleza (la paz, la renuncia al derecho natural), es
necesario instituir un poder para protegerse contra los demás hombres (el Estado
o Leviatán).
• El único camino para erigir semejante poder común, capaz de defender a los
hombres contra la invasión de los extranjeros y las injurias ajenas, es conferir
su poder a un hombre o una asamblea de hombres, todos los cuales, por pluralidad
de votos, puedan reducir sus voluntades a una voluntad. Esto equivale a decir:
elegir un hombre que represente su personalidad; y que cada uno considere como
propio y se reconozca como autor de cualquier cosa que haga o promueva quien
representa su persona, en aquellas cosas que conciernen a la paz y a la
seguridad comunes. Es una unidad real de todo ello en una y la misma persona.
• Hecho esto, la multitud así unida en una persona se denomina Estado. En virtud
de esa autoridad que se le confiere por cada hombre particular en el Estado,
posee y utiliza tanto poder y fortaleza que por el terror que inspira es capaz
de confrontar las voluntades de todos ellos para la paz, en su propio país y en
el extranjero. El titular de esta persona se denomina “soberano”, y se dice que
tiene “poder soberano”; cada uno de los que lo rodean es súbdito suyo.
El Leviatán del Estado: Capítulo 19
• La diferencia de gobiernos consiste en la diferencia del soberano o persona
representativa. Cuando el representante es un hombre, entonces el gobierno es
una monarquía; cuando lo es una asamblea de todos cuantos quieren concurrir a
ella, tenemos una democracia; cuando la asamblea es de una parte solamente,
entonces se denomina aristocracia.
• Existen otras denominaciones de gobierno, tales son (por ejemplo), la tiranía
y la oligarquía. Pero estos no son nombres de otras formas de gobierno, sino de
las mismas formas mal interpretadas. Quienes están descontentos bajo la
monarquía la denominan tiranía; a quienes les desagrada la aristocracia la
llaman oligarquía; igualmente, quienes se encuentran agraviados bajo una
democracia la llaman anarquía.
Locke
Conceptos fundamentales de su teoría política
Locke escribe sus obras luego de la Rev. Gloriosa inglesa, por lo que sus textos
se desarrollan en un período estable y pacífico. Su ideología constituye la base
del pensamiento liberal.
La línea de este autor se basa en cómo el Estado impone su poder, y de qué
manera se lo limita. Tiene como objetivo principal estas 3 cuestiones:
1) Limitar a “los inspirados” (líderes surgidos a raíz de las revoluciones).
Locke lucha contra el pensamiento de Descartes (“Pienso, luego existo”) ya que
cree lo contrario: primero debo vivir, para después pensar en base a la
experiencia. Por este motivo, Locke es un empirista.
2) Limitar a la Iglesia. Locke defiende la división entre el Estado y lo
eclesiástico. El Estado no puede inmiscuir en las elecciones religiosas de los
individuos.
3) Limitar el poder político.
Locke retoma algunos temas de Hobbes, pero les da un tratamiento diferente.
También parte de un hipotético estado de naturaleza en el que los hombres viven,
anterior al orden jurídico, civil y estatal.
Funda el estado de naturaleza a partir de individuos iguales y libres,
portadores de derechos. Concuerda con Hobbes, en que hay en el hombre una
tendencia a obtener el bienestar propio y la conservación de la vida. El
principio vital que los hombres persiguen es el placer.
Pero según Locke, esta libertad no es de licencia, ya que aún dentro de ese
estado natural existe una limitación: la razón (ley de naturaleza). Según Locke,
ninguno puede dañarse a uno mismo y mucho menos la vida, la salud, la libertad y
las posesiones del prójimo. Somos todos iguales, y por eso mismo debemos
respetar al otro al igual que a uno mismo. Esta diferencia con Hobbes es
fundamental.
Existe así una armonía natural entre los hombres, por la cual cada uno,
impulsado por su interés particular, colabora con el bien de todos.
Puesto que la razón coincide con la ley natural, las promesas (pactos) entre los
hombres en estado de naturaleza tienen fuerza de obligación. Por esta ley
natural, el interés en la propia conservación y bienestar se focaliza en el
trabajo y no en la agresión.
Surge así el problema de la propiedad. ¿Cómo me apropio de las tierras y de los
bienes?
Para Locke, la coerción y la fuerza no es la solución (como lo era para Hobbes).
Sino que la única manera de apropiación, es mediante el TRABAJO. La labor del
cuerpo y el esfuerzo es lo único que me permite tener acceso a un patrimonio. De
esta manera, condena la holgazanería y postula que no solo llevará a una
situación de extrema carencia, sino que es pecaminoso.
Sin embargo, existen limitaciones:
1) En tanto yo no pueda trabajar la tierra, no puedo apropiármela. No puedo
desear ni obtener más de lo que pueda trabajar y atender.
2) No puedo desperdiciar lo que produzco. Debo producir sólo lo que puedo
consumir, está prohibido el derroche.
3) Debo dejar disponible para los demás en igual cantidad y calidad. Es por
tanto, según Locke, imposible que ningún hombre se entrometiera en los derechos
de otro, o adquiriese propiedad para sí mismo con perjuicio para su vecino, ya
que éste siempre tendría sitio suficiente para adquirir posesiones buenas y
extensas.
La introducción del dinero, logró ponerle trampas a este sistema. Como no es un
producto perecedero, se puede conservar a lo largo del tiempo. De esta manera,
aquellas limitaciones propuestas por Locke se pusieron en práctica de otra
manera:
1) En tanto yo pueda pagarle a alguien para que trabaje mi tierra, estoy
cumpliendo con el primer precepto de la ley de propiedad, y también logro
aumentar mi patrimonio.
2) Puedo producir mucho más y no desperdiciarlo ni derrocharlo, en tanto yo
puedo comerciar con el otro mediante el dinero.
3) Si en el Estado de Naturaleza yo busco mi propio beneficio, también
contribuyo al bienestar general. Si yo produzco más que el otro, o tengo más
tierras cultivables que mi vecino, es porque la finalidad es aumentar la calidad
de mis productos en beneficio del prójimo.
Existe así, para Locke, un Estado de Naturaleza armónico y pacífico, en el que
los hombres no buscan perjudicar al prójimo, sino todo lo contrario. Entonces,
¿Cómo surge la necesidad de crear un poder civil?
El fundamento de la necesidad de crear un Estado, surge de la inseguridad
respecto de que todos escuchen solamente a su propia razón (a la ley natural).
Locke es conciente, que si bien todos somos iguales, hay personas más racionales
y menos racionales que otras. De esta manera, las pasiones y los deseos de
algunos no logran aplacarse en beneficio del otro.
Y para impedir que todos los hombres atropellen los derechos de los demás, ha
sido puesta en sus manos la ejecución de la ley natural; por eso cualquiera
tiene el derecho de castigar a los transgresores de esa ley con un castigo que
impida que vuelva a cometer dicha injuria, y que sirva de ejemplo para el resto
de los individuos. En otras palabras, todos los hombres tenemos derecho a vengar
a otro porque debemos defender los tres pilares de la ley de naturaleza que
derivan de la razón: ninguno puede dañarse a si mismo y mucho menos la vida, la
salud, la libertad y las posesiones del prójimo.
El problema radica en que esa justicia por mano propia no tiene por qué estar
regulada desde la razón. Locke no explicita cuál es el castigo para cada delito,
y por ende este poder conferido en el Estado de Naturaleza llevará a los
individuos a un estado de guerra. Faltaba una ley aceptada y consensuada por
todos que decidiese en la controversias, y era necesario un juez imparcial con
autoridad para resolver los conflictos.
De esta forma, nace el Estado. Locke señala que esto se dio en el momento en que
cada uno de los miembros del estado de naturaleza deciden renunciar a su poder
natural para entregarlo a las manos de la comunidad. Desde esos momentos, la
comunidad viene a ser un árbitro que decide, según las normas y las leyes
establecidas y aceptadas por todos, impartir su autoridad a todos por igual.
Aquellos que están unidos y tienen establecida una ley común para decidir sus
controversias y castigar a los infractores de la ley, formarían una sociedad
civil. Por su parte, aquellos que carecen de una autoridad común y mundana a la
que apelar, continuarían en estado de naturaleza.
Un ESTADO, según Locke, se origina desde el momento en que una comunidad tiene
el poder de dictar leyes y de hacer que éstas se cumplan. Por lo tanto, desde el
momento en que los hombres del estado de naturaleza renuncian al poder ejecutivo
de la ley natural y lo ceden al poder público, es cuando se origina realmente
una sociedad política o civil. Esto es lo que saca realmente a los hombres del
estado de naturaleza y los sitúa en un Estado, el cual implica la existencia de
un juez terrenal con autoridad para dirimir controversias y para castigar.
Cuando, mediante el consentimiento, se forma una comunidad, ésta debería actuar
a través de la VOLUNTAD DE LA MAYORÍA. De lo contrario no tendría sentido la
existencia de un PACTO pues el hombre seguiría estando en estado de naturaleza
al NO seguir los dictados de la mayoría social y continuar actuando según su
propio criterio. Todos los que salen del estado de naturaleza han de entender
que lo hacen después de entregar a la MAYORÍA COMUNITARIA todo el poder
necesario para que la sociedad alcance sus fines. Esto fue lo que dio ORIGEN a
los gobiernos legales de todo el mundo (a diferencia de Hobbes, que propone una
monarquía).
Pero el objetivo último por el cual los individuos instituyen el estado civil,
es la necesidad de garantía jurídica, que proteja las propiedades y el capital.
El motivo de la necesidad de autoridad estatal surge con un modo de producción
determinado por el mercado, y donde el individuo reclama una garantía para
acumular sin límite, con lo que el estado natural resulta insostenible.
En Locke, el pacto de asociación que funda la sociedad civil y crea el Estado,
supone una transferencia de derechos naturales mínima. El único derecho al que
el hombre renuncia, es al de hacer justicia por sí mismo; pero conserva todos
los demás. Por ello, en oposición a Hobbes, los derechos no quedan vedados, sino
estatalmente sancionados; y ante la ley todos deben someterse ya que es
soberana. El derecho a la vida, a la libertad personal y a la propiedad son
irrenunciables.
Locke propone la división del poder: el Legislativo crearía las leyes, el
Ejecutivo las aplicaría y el Federativo se ocuparía de las relaciones
internacionales.
La separación de poderes garantiza la libertad porque delimita la esfera de
acción de cada uno de ellos, haciendo que se limiten entre sí.
Rousseau
Rousseau vivió en el período del Absolutismo Monárquico y la Ilustración, época
en la que comenzaba a gestarse la ideología que daría lugar a la Rev. Francesa.
Rey = poder supremo.
La nobleza vivía a expensas de favores reales. Estaba exenta de impuestos, pero
su significación política había sido aniquilada.
La burguesía y el campesinado (3er sector) cargaban con un sinnúmero de
impuestos para solventar los gastos de la corte y las campañas militares.
Estaban encargados de realizar todas aquellas tareas que la nobleza rechazaba, y
sin embargo no parecía que sus logros y sus talentos iban a darles una mejor
posibilidad de vida. Sin embargo, en lo profundo de este estrato social comienza
a consumarse un poderoso movimiento ideológico y revolucionario: la Ilustración.
La ilustración es optimista en cuanto a la capacidad de la razón para conducir a
la humanidad hacia el progreso. Para ello confía que la educación no sólo
anulará las diferencias entre los hombres, sino que conducirá a la perfección de
la especie.
Sin embargo, si bien Rousseau apoyó la idea de progreso, no creía que esa
perfectibilidad era necesariamente positiva.
Conceptos fundamentales de su teoría política
Rousseau propone un hipotético Estado de Naturaleza, en donde los hombres eran
iguales y libres. No eran seres racionales, y sólo se guiaban por necesidades
inmediatas. Sin embargo, eran seres benévolos y piadosos con el prójimo, aunque
esto no indica que eran sociables. Por lo contrario, el hombre era un ser amoral
que simplemente se autoconservaba y autoabastecía, que no hacían daño al prójimo
porque lo veían como un igual. Lo que lo diferenciaba de cualquier otro ser, es
que el hombre era perfectible (puede transformarse a sí mismo) y que no se
guiaba por instintos: si bien no era racional, tenía la capacidad de elegir.
Sin embargo, en cierto momento se dan una serie de accidentes fortuitos, ya que
esa perfectibilidad había ido cambiando al hombre: surge el habla, la
agricultura, se instala la concepción de familia (institución artificial) y
aumentan las necesidades. Estos accidentes fortuitos hicieron que el hombre
comenzara a sociabilizarse y dejara de vivir como un ser independiente. Aumentan
los conflictos entre ellos y por ende, ese sentimiento de piedad natural se
pierde. La armonía se quiebra en tanto surge la división del trabajo, la
propiedad, la industria, el comercio. La multiplicación de los deseos y
necesidades, la envidia, el egoísmo, el estado de guerra entre los hombres y las
diferencias económicas implicaron la degradación de la especie.
El momento culminante de este proceso devino con el surgimiento de la propiedad
privada. En tanto un individuo comenzó a delimitar su territorio y los demás lo
apoyaron, se rompió la igualdad y el Estado de Naturaleza.
Allí se establece un primer contrato inicuo (desigual), por medio del cual los
que habían logrado apropiarse de más y mejores tierras, legitimaron su propiedad
ante los ojos de los demás. Los más ricos se enriquecieron, y los más pobres
entraron en la miseria.
El hombre comenzó a ser malo, ambicioso y materialista. Surge una sociedad civil
similar al estado de naturaleza hobessiano, en donde reinaba el caos y la
desconfianza.
Esta situación comenzó a ser insostenible, ya que todos vivían presos de este
sistema de guerra y peligro. ¿Cómo recuperar la armonía del Estado Natural
liberando al ciudadano de las cadenas impuestas por la sociedad?
El autor propone realizar un nuevo Contrato Social que llevaría a un estado de
República. Debía ser aceptado por todos y cada uno de los individuos.
Rousseau postula una alineación total derechos, ya que mediante el pacto, los
hombres renuncian a todos sus derechos naturales (incluso la vida).
Sin embargo, todos eran considerados ciudadanos iguales y libres, ya que ellos
mismos hacían la ley y a la vez eran súbditos de esa misma ley.
Se reemplazaba aquella libertad natural de desear todo, por una libertad
política reflexiva y en función del bien común. Obedecer esa ley es obedecerme a
mí mismo, ya que yo participé haciendo esa ley, y por lo tanto soy libre.
Un régimen ideal es aquel en que las voluntades particulares coinciden con la
voluntad general. Ser libre es entonces participar de la vida política, puesto
que cada ciudadano obedece la ley que él mismo se dio. Para este autor, el
cuerpo político tiene como objetivo transformar al individuo, no solamente
protegerlo.
Con el principio de voluntad general, nace la soberanía, que es la autoridad
suprema del Estado (conformado por el pueblo).
Considera que lo que plantea Locke (la experiencia representativa pluralista),
sólo confronta egoísmos particulares donde la soberanía se fragmenta. Según
Rousseau, la soberanía no puede ser representada; consiste esencialmente en la
voluntad general que no se representa.
Para garantizar dicha participación, Rousseau propone fundar una república
democrática a imagen de la democracia clásica ateniense. Dicha sociedad estaría
integrada por ciudadanos iguales que deliberan y legislan en asamblea abierta.
El pensamiento liberal
Para Hobbes, el poder, aunque arbitrario o dictatorial, es mejor que la
anarquía. El poder es necesario.
Para Rousseau, la democracia se basa en el ejercicio directo del poder político.
Un régimen ideal es aquel en que las voluntades particulares coinciden con la
voluntad general.
Para los liberales, por lo contrario, el objetivo de la política es garantizar a
los individuos la búsqueda de su propio bienestar como a ellos les parezca
conveniente.
El debate lo inicia Benjamín Constant, al oponer la “libertad de los antiguos”
(Rousseau), a la “libertad de los modernos” en tanto derecho individual de hacer
todo aquello que las leyes permitan.
Constant parte del postulado de que la libertad está en el hombre, que es
inherente a su naturaleza. La libertad individual es el fundamento de su teoría.
En el ideario liberal, la libertad individual se erige en el valor más elevado,
a partir de la convicción de que lo importante es el individuo. Las
instituciones son sólo medios para resguardar su desarrollo personal.
El liberalismo es la respuesta política al abuso de poder. Intenta trazar
límites entre lo que compete al Estado, y lo que es inherente al individuo.
El liberalismo establece un fuerte límite a la intervención estatal. En esta
búsqueda de autonomía de ámbitos mira con desconfianza al poder político. Por
eso, el poder debe estar delimitado; existen derechos naturales que deben
permanecer fuera del alcance del poder político: la libertad privada.
Garantizar dicha libertad requiere de la división de poderes, y de la existencia
de derechos como la libertad individual, religiosa, de opinión, el goce de la
propiedad, etc.
El liberalismo piensa que esa armonización entre intereses individuales se
produce naturalmente, buscando cada uno su propio interés. No obstante, existe
un orden armónico y espontáneo de la sociedad, ya que se regula automáticamente.
Locke y Montesquieu creían que el Estado no podía inmiscuirse en la vida y la
propiedad de las personas. A su vez, defendían fuertemente la división de
poderes, ya que uno regularía al otro.
J.S. Mill propone que puede darse una “tiranía de las mayorías” en los regímenes
democráticos, ya que aunque haya división de poderes, pueden seguir existiendo
invasiones en la vida privada de los individuos (por ejemplo, las religiones).
El Estado debe plantear un principio para saber dónde se encuentra el límite en
el que el poder deja de tener derecho sobre la vida de los individuos: la única
justificación mediante la cual el Estado puede meterse en el terreno privado, es
intentando evitar que ese individuo le haga daño o perjuicio a un tercero.
A lo largo de la historia, existió una concepción de “bien común”. En el
liberalismo, cada uno percibe el bien como a cada cual le parece. Cada uno
persigue su propia felicidad, y el Estado no puede meterse en esa búsqueda a
menos que implique el daño a un tercero. Esto es una condición sumamente
necesaria.
Sin embargo, aunque un individuo dañe a un tercero, el Estado no puede hacerlo
pagar con un castigo más fuerte que el que se ha provocado. Porque se estarían
violando derechos mucho más fuertes que le competen como individuo.
Tocqueville habla del conformismo: en la modernidad, todos nos vamos pareciendo
y adaptándonos a un molde. Existe una igualdad en la que todos nos hacemos en la
misma medida. Según Mill, esta costumbre atenta contra el progreso. Las personas
deben tratar de debatir en términos personales, sin llegar a la violencia ni
violando los derechos del otro, para construir un futuro mejor.
Marx
El pensamiento de Marx se diferencia en 3 momentos:
1) El joven Marx: Crítica al Liberalismo
Hegel descubre que hay una separación entre el Estado y la Sociedad Civil. El
Estado, reúne el interés general de las personas. En su terreno, se exalta la
razón y la búsqueda de libertad. El paso del tiempo es un avance racional: se
llega a mayor autonomía, libertad y racionalidad. En el Estado se abandona el
interés mundano de cada uno y pensamos en el bien común. Si hay intereses
distintos, el Estado es el marco que los articula y acomoda a través de
leyes/mediaciones. El Estado forma la Soc. Civil ya que propone una ley general
común y la organiza. El Estado armoniza los intereses de los individuos.
Marx se forma en esta filosofía Hegeliana, en su Prusia natal, y se apoyó en la
idea de que el desarrollo está directamente ligado al Estado.
Más adelante comienza a trabajar de periodista y comienza a darse cuenta que el
pensamiento de Hegel no se cumplía en la práctica prusiana. Existían diversas
legislaciones que atentaban al individuo, y solo respondían los intereses de
unos pocos. Entonces, creyó que el Estado estaba pervertido y equivocado, que
era un mal Estado que garantizaba la riqueza del rico, y no usaba la
racionalidad en pos del bien común.
Pero luego, se dio cuenta que el equivocado era Hegel, ya que en todos los
países de Europa se repetía esta situación. El funcionamiento del Estado no iba
acorde a Hegel, ya que era una idealización y no un reflejo de la realidad. Allí
es cuando Marx escribe una “Crítica a la filosofía del Estado de Hegel”,
mediante la cual manifiesta que si bien Hegel estaba acertado con la concepción
de que el Estado y la Soc. Civil están divididos, el Estado sin embargo no media
entre los intereses del bien común, sino que la Soc. Civil es la que le da forma
al Estado. Marx encuentra que en esa Soc. Civil hay cada vez más propiedad
privada que logra imponer sus intereses en el Estado.
Por otro lado, postuló que la emancipación política moderna no implicó la
emancipación humana. La emancipación política trajo igualdad en el plano
jurídico, libertad, la disolución de lazos de dependencia, y la seguridad contra
las decisiones coercitivas. Sin embargo, no ocurrió igual en la emancipación
humana. Las personas comenzaron a alejarse unas de otras para ser inclusive más
libres y se perdió la solidaridad y el bien común. Además, la seguridad en la
práctica era de propiedad, y no de individuos. Marx descubre que en la Soc.
Civil se seguían dando relaciones desiguales, y que la propiedad era una
parámetro para ello.
En este escenario, la igualdad y la libertad política permitieron la ley de
libre mercado. En la práctica, las exigencias entre oferentes y demandantes
reflejaron la desigualdad social, y sobre todo, quienes poseían los medios de
producción tenían una ventaja abismal sobre los trabajadores que debían competir
entre ellos para lograr insertarse en el mercado laboral por salarios
miserables. Pero el Estado liberal no debía inmiscuirse en esta situación, ya
que si ponía restricciones al capitalista, atentaba contra su libertad
individual y su patrimonio. Por otro lado, si el Estado se mete en estas
situaciones está contribuyendo a desarrollar una sociedad que no se esfuerce por
capacitarse y que haya una sobreoferta de trabajadores. Además, en el ideario
liberal, el hecho de buscar el bien propio llevará indefectiblemente al bien
común.
La situación económica demostraba que la igualdad política no implicaba la
igualdad en la vida cotidiana. Si en cambio, se hubiese reconocido que todos NO
eran iguales (el capitalista y el obrero) se hubieran podido mejorar las
condiciones de los más perjudicados. La concepción liberal, por lo tanto, no
permite que la gente que una buscando mejorar sus condiciones.
2) Manifiesto comunista, “Concepción Primaria”. El estado es el comité de
asuntos de la burguesía.
En 1844, Marx conoce a Engels (economista). Lo hace conocer la teoría clásica de
Ricardo y de Adam Smith, y Marx comienza a analizar profundamente el
capitalismo.
Descubre que la sociedad capitalista es clasista:
• Capitalista: Dueña de los 1/2s de producción.
• Trabajadora: Dueña de la fuerza de trabajo. Desposeídos de alguien, deciden a
quien venderle su capacidad para trabajar.
Estas 2 clases se necesitan, y esta codependencia es asimétrica, antagónica y
desigual. Marx concluye que la Soc. Civil no está dispersa, sino que existen 2
clases con 2 intereses opuestos. Ahí comienza a ver que Hegel no tenía razón,
que la historia no buscaba el bien común, y que la sociedad lucha entre sí
buscando intereses. El bienestar de uno es indefectiblemente el perjuicio del
otro.
Por lo tanto, entendió que el Estado no es más que un comité de asuntos de esta
burguesía beneficiada. Legitimaba sus intereses, y constituían el poder político
organizado de una clase para oprimir a la otra.
3) Concepción secundaria, “El Estado es el garante de la relación social
capitalista”.
Marx descubre que en la sociedad capitalista hay diferentes fracciones. Si el
Estado realmente fuese un comité de asuntos de la burguesía, ¿Cómo se ponen de
acuerdo todas estas fracciones? ¿Cómo responde el Estado?
Además, quienes trabajaban en el Estado no eran necesariamente miembros de la
burguesía, entonces ya no era sostenible creer que el Estado era comandado por
este grupo social solamente.
Por otro lado, Marx analiza el golpe de Estado en Francia comandado por Luís
Bonaparte. Se da cuenta que quien logra imponerse en el poder es alguien que
salió de ningún lado. ¿Cómo hizo Luís Bonaparte para sublevarse solitario a toda
la clase burguesa? De alguna forma, logra imponerse en el poder alguien que no
estaba ligado a alguna clase social. Sin embargo, Luís Bonaparte no era neutral,
sino que buscó garantizar la estabilidad en esta relación capitalista.
Lentamente comenzaron a darse mejoras para la clase obrera. Porque si no se
cuidaba a esta clase, en el largo plazo no existiría más. Y, por lo tanto, esta
relación capitalista se rompería. Se buscó que este sistema si siguiera dando y
sosteniendo; el Estado comienza a limitar al burgués y ayudar también al
trabajador.
Los conflictos dentro de la burguesía fueron apaciguados por el Estado para que
no entrasen en guerra.
En resumen, Marx concluyó que no había un Estado que respondía los intereses de
la burguesía, sino que mediaba entre ambas clases para que este sistema se
pudiese sostener a lo largo del tiempo.
Nueva Racionalidad en el Estado Poskeynesiano (M. Unzué)
Una matriz política, es aquel tablero de juego en donde se disponen
absolutamente todas las reglas que serán legítimas en el período histórico en el
cual se desarrolle. Siempre hay quien quiera cambiar la matriz, porque las
decisiones que la involucran no siempre benefician a todos los que bajo ella
viven.
Hay 4 fuentes sociales de poder: Político (y militar), Económico e ideológico.
Estos agentes son los que dictan las reglas y las pautas de la matriz vigente.
Después de la II guerra mundial, una nueva Matriz se instala en el mundo: la
Poskeynesiana.
Esto se logra a partir de 2 lógicas:
• La “cuestión social” era un asunto a resolver: las masas de pobreza ya eran
demasiado evidentes. No solo eran un elemento “antiestético”, sino que podrían
volverse en contra del sistema (ejemplo: Revolución Rusa). Los comunistas
querían que el capitalismo sea sustituido para generar una sociedad sin clases.
• El desarrollo de las democracias occidentales creó la tentación de utilizar el
Estado como herramienta para gestar apoyo político a través de una legitimación
centrada en el gasto público. El papel del Estado Benefactor como conjunto de
instituciones públicas operando en la distribución directa o indirecta del
ingreso, se vio legitimado frente a los beneficiarios de estas políticas.
En la década del ’30 se inicia una crisis en EE.UU. El sistema capitalista
comenzó a ser deficitario, ya que debido a las miserables condiciones en las que
vivían los trabajadores no existía el consumo. Todos los estratos sociales se
vieron perjudicados: las clases altas y medias (dueñas de los 1/2s de
producción, tuvieron que declararse en bancarrota, perdieron sus ahorros y
acciones con la caída de los bancos mundiales) y las clases bajas (quedaron
desempleados, sumergiéndose en un estado de pobreza aún más alarmante).
En ese contexto, ¿Cómo se sale de la crisis?
Keynes se da cuenta que la única forma de salir adelante era generando demanda.
Pero el único que podía garantizar esta reactivación del mercado era el Estado.
En momentos de crisis, el Estado puede aumentar su gasto público para reactivar
la economía, y no tiene las restricciones de un actor privado sometido a la
búsqueda de la ganancia económica. Debía crear fuentes de trabajo, que
lentamente reactivarían la demanda. En ese terreno, los dueños de los 1/2s de
producción invertirían nuevamente en el plano económico y el mercado renacería.
Si el Estado debe generar una situación deficitaria, que sería insostenible para
cualquier empresa privada, puede hacerlo porque su supervivencia reposa sobre
bases políticas y no sobre principios económicos.
El punto central es que la racionalidad económica de los actores privados los
hace buscar irremediablemente la ganancia económica a corto plazo como único
modo de subsistir en el mercado. Una empresa que da pérdidas reiteradas está
condenada a desaparecer. El Estado era el único actor diferente y con poder para
superar la racionalidad individual, ampliando y redefiniendo el ámbito de lo
público como una esfera distinta de la ocupada por la acción privada.
En este escenario, el Estado se convierte en un “meta-actor” más allá de los
intereses de la sociedad y comienza a inmiscuirse en los asuntos económicos. Era
mediador, y se presentaba con un carácter neutral. Redistribuyó todo el capital
y estableció precios, salarios y subsidios. Se convierte en un Estado
empresario: contrata mano de obra, se hace cargo de los servicios básicos de la
población y empieza a consumir (ya que compraba insumos a las diferentes
empresas privadas para seguir con su obra).
Se desmercantilizó la salud, la educación y la vivienda: comenzaron a ser
derechos de ciudadanía y no de consumidor. El Estado se convierte en el
generador de la estabilidad económica y garante del crecimiento sostenido,
asegurando la demanda y el pleno empleo.
Esto significó que el Estado comenzó a crear empresas públicas, o nacionalizar
empresas existentes, o subsidiar el desarrollo de empresas privadas como medio
para reactivar la economía, incentivando la producción, la inversión y el
empleo.
La salida de la crisis pasaba por generar demanda, para lo cual los gobiernos
implementaban políticas que buscaban utilizar todos los ahorros de la economía,
que de otro modo no hubiesen llegado a transformarse en inversión. El mecanismo
resultó sencillo y muy redituable desde el punto de vista político, lo que
contribuyó a que su generalización sea bastante rápida. Los gobiernos podían
actuar sin reparar en gastos...El objetivo no era que el Estado haga negocios
rentables, que emprenda tareas productivas, sino que gaste dinero y de ese modo
reactive la economía en crisis.
A partir de la década del ’70, se produce una fuerte transformación que va a
invalidar esta lógica Keynesiana con la reimplantación del discurso neoliberal.
Las teorías neoclásicas van a restaurar la confianza en el mercado como mejor
asignador de recursos. La hora del desmantelamiento de la intervención estatal
en los mercados comienza a sonar desde una parte importante y bien posicionada
de la comunidad. Los planteos surgidos del corazón de la teoría de las finanzas
públicas van a comenzar a pensar en un Estado que limite sus acciones a cálculos
de costo/beneficio. El déficit fiscal comienza a criticarse fuertemente. De este
modo, el Estado debe comenzar a adoptar criterios de eficiencia que había
abandonado en las últimas cuatro décadas.
Los criterios de solidaridad social se abandonan, y la marginación social pasa a
ser aceptada como parte de las reglas de juego. El individuo "no apto" para la
competencia no puede repartir culpas de su marginación, puesto que el mismo debe
verse como el principal culpable de su situación.
Por otro lado, las teorías de izquierda comienzan a ver que el Estado Benefactor
sirvió para aplacar los sentimientos revolucionarios.
Lentamente se comenzó a desmantelar el modelo Poskeynesiano, y vuelve a
cambiarse la matriz política. Las privatizaciones volvieron lo público al
terreno privado, y la concepción de ciudadano cambia por la de “consumidor”.
Esta nueva matriz es la Poskeynesiana.