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PRIMERA UNIDAD
Para ello se propone la lectura de dos diálogos de Platón: Critón y República, y asimismo la obra Política de Aristóteles. A partir de estas lecturas los alumnos deben poder discernir las afinades entre ambos autores (la implicación entre ética y política, la relevancia del concepto de virtud para definir el mejor de los regímenes políticos, la defensa de la República, la contraposición entre gobierno político y gobierno despótico, etc.) y sus puntos de discontinuidad (la definicion de la politica como conocimiento teorico frente al conocimiento práctico, la República como gobierno de los filósofos frente a la República como gobierno mixto y término medio entre la democracia y la oligarquía o la Justicia como idea necesaria e inmutable frente a la justicia relativa , cada ethos comunitario, etc).
Vinculación entre la Ética y la Política:
Platón y Aristóteles:
Similitudes:
Diferencias:
Para Aristóteles, para conocer al Hombre es necesario partir de su politicidad. Es decir, hace una deducción gnoseológica del mismo. "De manera natural se emparejan amo y esclavo; hombre y mujer(familia)."
En Platón: "las leyes engendraron al hombre", la polis es anterior ontológicamente(el plano de lo real/lo sensible)
De esta forma todos son iguales ante la ley. La ciudadanía implica, de ahora en más, relaciones de igualdad entre los vecinos y además habría un poder centralizado. De allí radican las ideas de isonomía e isegonía, que son igualdad ante las leyes e igualdad de poder respectivamente.
CRITON
El diálogo es entre Sócrates que está preso y va ser condenado, y Critón, él cuál lo intenta persuadir de que se escape.
De esta forma, Critón utiliza distintos argumentos cómo la crianza de sus hijos, o la opinión de la mayoría si él como su amigo no lo ayudaba a escapar. Socrátes va derribando estos argumentos, tratandolo de falaces. "Lo que realmente importa es lo que piensen los expertos" y hay que elegir lo que eligiría un hombre noble y valiente.
Sócrates por el contrario sigue pensando diferente y le dice a Critón: “De las opiniones que emiten los hombres, hay que valorar mucho algunas, otras no […] hay que tener en cuenta las opiniones más valiosas, de los hombres sensatos […] no debemos preocuparnos de lo que diga la mayoría de la gente, sino sólo de lo que diga el experto en cosas justas e injustas, único capaz de decirnos la verdad misma. De modo que no es correcto lo que propones, que tengamos en cuenta las opiniones de la mayoría de la gente acerca de las cosas justas, bellas, buenas y de sus contrarios […]” El no cree justo salir de allí sin el consentimiento de los Atenienses, porque no hay que cometer injusticias voluntariamente, dado que en cualquier caso cometer injusticia es malo y vergonzoso, la igual que retribuir con injusticia al que comete injusticia.
Para entenderlo mejor hace un diálogo imaginario entre él y las leyes del Estado Ateniense. Ellas le dirían a el: “Qué te impulsa a ir contra nosotras y el Estado para que intentes destruirnos? En primer lugar, ¿no te hemos engendrado al permitir que, gracias a nosotras, tu madre se casara con tu padre y te diera a luz? […] ¿Y en cuento a las que conciernen a la crianza y educación del niño, según las cuales tú mismo has sido educado? […] Disponían bien, tras haber sido engendrado, criado y educado por nosotras, ¿podrías en primer lugar negar que tus progenitores y tú mismo no son algo nuestro, como producto y como esclavo? […] ¿Y sería lícito respecto de la Patria y de las Leyes, de modo que, si nos propusiéramos matarte porque consideramos que es justo, por tu parte tratarías de aniquilarnos a nosotras, las Leyes, y a la Patria en la media en que te fuera posible? ¿Y dirías que al obrar así, haces justicia, preocupándote verdaderamente de la perfección del alma? […] Esto es lo que se debe hacer y lo justo es precisamente esto: no retroceder ni batirse en retirada ni dejar el puesto de combate, sino tanto en que la guerra como en el tribunal y en donde sea, hacer lo que ordena el Estado y la Patria, o bien persuadirla de cómo es por naturaleza lo justo. En cambio hacer violencia a la madre o al padre es irreligioso, y mucho más que a ellos a la Patria”.
Sócrates decide cumplir con las normas de su ciudad que lo albergó y conscientemente había aceptado sus leyes: “Más bien Sócrates, haznos caso a nosotras, que te hemos criado […] si obras del modo que te propones no será ni más justo ni más religioso, ni mejor para ti ni para ninguno de los tuyos y al llegar allá, tampoco será mejor. Pero si te marchas ahora, te marchas no por causa de nosotras, las Leyes, sino por causa de los hombres. Si por el contrario, te escapas vergonzosamente, retribuyendo injusticia con injusticia, y mal por mal, violando tus convenios y acuerdos con nosotras y haciendo mal a quienes menos corresponde, nos irritaremos contigo mientras vivas y allá nuestras hermanas, las leyes del Hades no te recibirán amistosamente […]”.
Para Sócrates vivir bien, era obrar de acuerdo a la virtud y para él era persistir como hombre justo, aceptando su condena como ciudadano que respeta las leyes. Esto es lo justo, ser fiel a las Leyes de su ciudad y quedarse para morir. El era bárbaro pero, las Leyes lo engendraron para formar parte de la Polis. Así, en la pertenencia a la Polis se realiza el vivir bien.
REPÚBLICA- LIBRO VII:
Hay que insistir en que Platón distingue dos formas generales de conocimiento: la opinión y la ciencia. La opinión es el conocimiento sensible de las cosas de este mundo (el mundo visible), mundo de lo que se engendra y del devenir (cambio). La ciencia sólo puede versar acerca del mundo de las Ideas (o mundo inteligible), es decir, acerca del Ser (ousía) eterno e inmutable.
Alegoría de la caverna
La caverna es el mundo visible, sensible, aparente y el fuego que crea las sombras tiene un poder similar al del Sol en nuestro mundo de apariencias: su luz nos permite conocer el mundo. El exterior de la caverna es el mundo inteligible al que accede nuestra alma mediante la razón. La Idea fundamental del mundo inteligible es la Idea del Bien que tiene una función semejante a la que tiene el Sol en el mundo sensible: su luz nos permite conocer el resto de las Ideas. Además el Sol del mundo visible es la causa de los seres y la Idea del Bien da el ser a las demás Ideas. Así, la Idea de Belleza recibe su ser de participar de la Idea del Bien. La consecuencia política de esto es que cuando Platón polemiza sobre cómo discernir qué es una obra de arte y qué no lo es, tiene muy claro que la tragedia, por ejemplo, será arte si inculca los valores de obediencia y sumisión al orden establecido. En caso contrario, expulsará a los poetas de la ciudad.
Sea como sea, sólo quienes alcanzan el conocimiento de la Idea del Bien podrán dirigir su vida en lo privado, la virtud, y en lo público, el gobierno de la polis.
Los fundadores del Estado no pueden permitir que los filósofos permanezcan ajenos a la política, habrán de obligarlos a dirigir el Estado pues para eso los ha formado la sociedad. En el Estado cada uno debe cumplir con su función y la función del filósofo es gobernar. Por ello, una vez que ha completado su ascenso y conoce lo que son las cosas bellas, justas y buenas debe descender a la caverna para dirigir a los demás.
Observa además que la metáfora que emplea Platón para nombrar a los gobernantes-filósofos: reyes de enjambres. El orden social perfecto para Platón es aquel de los insectos donde cada individuo cumple con las funciones de su clase. El orden opuesto sería la democracia, un sistema libre y con mucho colorido, pero condenado a la catástrofe de la tiranía.
Otra metáfora importante es la distinción entre vigilia y sueño. El Estado habitará en la vigilia cuando esté gobernado por filósofos. En aquellos casos en que esté dirigido por políticos sin preparación o guiados por la mera codicia vivirá como en el sueño. La distinción vigilia/sueño es un tema que arranca desde los presocráticos y está muy relacionado con el tópico de realidad/apariencia, siendo la realidad o la vigilia únicamente accesible al filósofo.
Por último, sólo estará bien gobernado aquel Estado en el que gobiernen quienes no desen gobernar. Sin embargo, en la mayoría de los Estados ocurre lo contrario, los gobernantes ansían el poder porque es fuente de riquezas.
– Así es, amigo mío; si has hallado para los que van a gobernar un modo de vida mejor que el gobernar, [521 a] podrás contar con un Estado bien gobernado; pues sólo en él gobiernan los que son realmente ricos, no en oro, sino en la riqueza que hace la felicidad; una vida virtuosa y sabia. No, en cambio, donde los pordioseros y necesitados de bienes privados marchan sobre los asuntos públicos, convencidos de que allí han de apoderarse del bien; pues cuando el gobierno se convierte en objeto de disputas, semejante guerra doméstica e intestina acaba con ellos y con el resto del Estado.
LIBRO 1
Este “vivir bien” no es igual a la concepción que Platón tenía… Éste lo aplicaba a la vida del hombre justo y a la capacidad ética de vivir bien de acuerdo a las Ideas; en cambio, Aristóteles lo relaciona con la ciudadanía, y la reproducción de la vida del apetito. La casa y la aldea tienen condiciones materiales y vitales del hombre para que éste viva bien, y el vivir bien de la polis es diferente, puesto que toda polis es por naturaleza, o sea que una vez que cumple su desarrollo, cumple su naturaleza. El hombre es por naturaleza un zoion politikón, es decir un animal político, un ser viviente en la polis, es social y es el único que tiene palabra para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. La diferencia entre la palabra y la voz es que la voz es emitir sonidos de dolor y placer, lo cual no nos distingue en nada de los animales, en cambio la palabra manifiesta el sentido del bien y de lo justo. Elemento deliberativo de la vida ciudadana que tiene que ver con el bien y la justicia. “La justicia es un valor cívico, es el orden de la comunidad civil y la virtud de la justicia es el discernimiento de lo justo”.
La ciudad es anterior a la casa y a nosotros porque es el todo, anterior a las partes. Mientras que el ámbito doméstico es un ámbito prepolítico que se da entre desiguales y distingue tres tipos de relaciones: Amo – Esclavo, Padre – Hijo, Marido – Esposa. En todas, hay un mando despótico, es decir que manda uno y obedece otro.
Ahora bien, dentro del ámbito doméstico también existe lo que se llama crematística que es el arte de adquisición en general. Hay dos formas de adquisición, la buena y la mala. La mala es mediante el comercio (compra venta), y la buena o sana tiene que ver con la riqueza natural que está relacionada con la economía de la casa, es decir con la administración de los bienes de la casa.
Ahora bien, cuando se pasa el límite de adquisición (tanto en la adquisición buena como en la mala – ambos ligados a la casa), o se acumula más de lo necesario, entonces se desvía la crematística y se convierte en antinatural, lo cual es negativo. Que sea negativo y antinatural quiere decir que la causa de esta disposición será el afán de vivir, y no de vivir bien. El deseo es sin límite, y el placer reside en el exceso. Diremos entonces que hay una distinción del valor del objeto: valor de uso y valor de cambio. Con la crematística el objeto pierde el valor de uso y sólo interesa su valor de cambio, lo que puedo hacer con éste en el mercado.
Con respecto a las otras dos relaciones que existen en el ámbito privado, se dice que el marido y el padre gobierna a la mujer y a los hijos, como seres libres en ambos casos, pero no con el mismo tipo de gobierno. A la mujer como a un ciudadano y a los hijos monárquicamente. El esclavo no tiene facultad deliberativa, la mujer la tiene pero no tiene autoridad y el niño la tiene pero imperfecta, por esto el que manda (amo padre y marido) debe poseer perfecta la virtud ética que dirige a la acción y a la razón
LIBRO 3:
Mientras que en el libro uno se habla del ámbito privado, debemos decir que aquí se pone en juego el tema del mando político. Este se da entre iguales y el ciudadano es quien es capaz de mandar y de obedecer. El tema principal de este libro son los regímenes o las formas constitucionales y cómo está constituido el orden; el método sigue siendo el mismo, una presuposición del todo sobre las partes con un procedimiento analítico identificando las partes del todo para llegar al todo mismo y el nivel de análisis del que parte es el ciudadano.
El ciudadano es quien puede participar en la función deliberativa o judicial. Esto es, la asamblea de gobierno (teniendo en cuenta o tomando la definición en torno a la democracia). La virtud del mismo es ser capaz de mandar y de obedecer, dado que en el ámbito político (a diferencia del ámbito privado), todos son libres y no desiguales. Esto consiste en la creación de leyes y normas como resultado de la deliberación pero hay que saber que no cualquiera está en condiciones de deliberar, sino sólo el ciudadano. Es muy importante entender aquí el ciudadano no es el habitante, como lo solemos llamar, porque la ciudadanía es relativa al régimen de gobierno del que se esté hablando, esto quiere decir que cuando cambia el régimen, entonces, cambia el ciudadano. “[…] Los regímenes políticos difieren unos de otros específicamente […] De modo que también el ciudadano será forzosamente distinto en cada régimen. Por eso el ciudadano que hemos definido es sobre todo el de una democracia […] queda claro que el ciudadano es quien tiene la posibilidad de participar en la función deliberativa o judicial […] en la práctica se define al ciudadano como el nacido de dos padres ciudadanos y no de uno solo […] la virtud del ciudadano está forzosamente relacionada con el régimen […]”.
En tanto, la ciudad no es la suma de comunidades menores, sino que es la comunidad de un conjunto de ciudadanos que va cambiando acorde al régimen, es decir que la ciudad es el mismo régimen. (Ciudad = Régimen de gobierno ( adentro de esto, están los ciudadanos). Decimos entonces… “[…] Si la ciudad es una cierta comunidad, y es una comunidad de ciudadanos en un régimen, cuando el régimen se altera específicamente y se hace diferente, parecerá forzoso pensar que la ciudad tampoco es la misma […]”. Se identifica entonces la ciudad con el régimen tomado como una totalidad. Cuando el régimen cambia, cambia también la ciudad, la polis. Así, si el régimen muta el Estado no será el mismo. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el verdadero fin de la ciudad-Estado es la virtud y la felicidad. “[…] La elección de la vida en común supone amistad. El fin de la ciudad es pues, el vivir bien […] Una ciudad es la comunidad de familias y aldeas para una vida perfecta y autosuficiente y ésta es según decimos la vida feliz y buena […]”.
Mientras tanto, un régimen político, es una “ordenación de las magistraturas de la ciudad y especialmente de la que tiene el poder soberano”. Todos los regímenes que tienen como objetivo el bien común son rectos, pero los que atienden al interés personal de los gobernantes son defectuosos. “Puesto que régimen y gobierno significan lo mismo, y gobierno es el elemento soberano de las ciudades, necesariamente será soberano o uno solo, o pocos o la mayoría; cuando el uno o la minoría o la mayoría gobiernan atendiendo al interés común esos regímenes son rectos, pero los que ejercen el mando atendiendo al interés particular del uno, de la minoría o de las masas, son desviaciones”.
Interés común (Rectos) Interés Particular (Desviados)
Monarquía (uno) Tiranía
Aristocracia (varios) Oligarquía
República (muchos) Democracia
Hay Tiranía cuando la Monarquía ejerce un poder despótico sobre la comunidad; hay Oligarquía cuando los que tienen la riqueza son dueños y soberanos del régimen y hay Democracia cuando son soberanos los que no poseen gran cantidad de bienes sino que son pobres.
La Justicia en este caso, para Aristóteles será el bien político, lo conveniente para la comunidad, es decir que es una virtud de la comunidad. Esto supone “igualdad para los iguales y desigualdad para los desiguales” y dependerá de cada uno de los regímenes que encontramos.
A todo esto, las leyes deben establecerse de acuerdo con el régimen, por lo cual las leyes justas son las que coinciden con los regímenes rectos y las leyes injustas con los regímenes desviados. Las leyes deben ser soberanas. Conviene siempre ser gobernado por las mejores leyes porque están exentas de deseo, están exentas del apetito, corresponden a la octava jerarquía del hombre, en donde radica el “alma racional”. Por esto se dice que la ley es razón sin deseo. En el régimen injusto gobierna el apetito, y en el justo la divinidad y la inteligencia, la razón como común entre el hombre y Dios. Se busca con esto lo justo, pues la ley es término medio. El mejor gobierno es el de la ley porque defiende un gobierno exclusivo de la divinidad y de la inteligencia, en cambio el que defiende el gobierno de un hombre añade también el elemento animal, el impulso afecto, la pasión.
Existen 5 tipos de Monarquías:
La de los tiempos heroicos (se ejercía con el asentamiento de los súbditos, pero en asuntos determinados: el rey era genera y juez y dueño soberano de los asuntos de los dioses).
La de los bárbaros (poder despótico y legal basado en la estirpe).
La aisymneteía (tiranía electiva).
La de Laconia (generalato vitalicio basado en la estirpe).
Cuando un solo individuo es soberano de todo, situada en el rango de la administración doméstica, donde no hay participación deliberativa.
Cabe destacar que para Aristóteles hay una mejor Monarquía que es la que está en relación con un solo individuo. Cuando resultó que había muchos semejantes en virtud en la ciudad, no se pudo más soportar el gobierno de un solo (monarquía), y establecieron una constitución ciudadana, donde hay un gran número de semejantes (aristocracia). Ahora bien, después al hacerse peores, se enriquecían a expensas del tesoro público y por esto surgieron las Oligarquías. De éstas se pasaron a las Tiranías y de las Democracias, “pues al reducir cada vez más el número por su vergonzosa codicia hicieron más fuerte a la multitud hasta que se impuso y nació la Democracia”.
LIBRO 4:
El tema principal de este libro son las constituciones, siendo la política un tratado sobre los regímenes o constituciones.
Primero antes de embarcarse en las cuestiones ligadas a los regímenes, habría que decir que en este libro también se hace una clara referencia al lugar que ocupan las ciencias y qué es lo que éstas deben hacer. Para Aristóteles, entonces, la ciencia tiene que analizar la composición de la ciudad y ver qué régimen es el más adecuado. (La política es la ciencia suprema de las ciudades que tiene otras ciencias subordinadas; la ética es una parte de la política). Decimos entonces que “[…] la misma ciencia debe considerar cuál es el más perfecto y qué cualidades debería tener para adaptarse mejor a nuestros deseos si ningún obstáculo exterior lo impide, y qué régimen es apropiado para qué personas […] cómo debe conservarse en el tiempo […] cuál es el que se adapta mejor a todas las ciudades […]”. El político será quien deba ayudar a los regímenes existentes, puesto que “Con esa misma prudencia, podrá ver las mejores leyes y las adecuadas a cada régimen, pues las leyes deben establecerse, y todos las establecen, con relación a los regímenes, y no los regímenes con relación a las leyes […]”.
Ahora sí debemos meternos en qué es un régimen político, cuántos hay, cómo se componen y cuál es el mejor. El régimen político (las constituciones) no es más que “la organización de las magistraturas en las ciudades, cómo están distribuidas, cuál es el órgano soberano del régimen y cuál es el fin de cada comunidad. Mas las leyes están separadas de las características del régimen, y según ellas deben mandar los gobernantes y vigilar a los transgresores”. Los regímenes varían entre sí por su forma y las magistraturas se dividen por el poder o alguna igualdad común a él, esto quiere decir que depende de quiénes sean tomados como iguales, las magistraturas les pertenecerán a uno u a otro, y de esta manera se podrá ver en qué régimen nos encontramos.
Teniendo en cuenta que existen los regímenes rectos y sus desviaciones, decimos que de las desviaciones la peor de todas es la Tiranía, puesto que es el más alejado de la constitución, en segundo lugar la Oligarquía, y el desviado con más moderaciones es la Democracia.
La existencia de varios regímenes se da porque hay varias partes en la ciudad: ricos, pobres y de posición media (relacionado con que algunos son campesinos, otros artesanos, etc.). Los regímenes dependerán de lo que pase entre las partes. Hay diferentes partes, pero siempre hay ricos, pobres y medios, lo cual hace que los tipos de regímenes políticos se reduzcan a quienes de todos estos se consideran iguales. Si habíamos dicho que un régimen era la organización de las magistraturas, y éstas todos las distribuyen según el poder de los que participan de ellas o según alguna igualdad común a ellos, es necesario, que los regímenes sean tantos cuantas son las organizaciones según las superioridades y las diferencias de las partes. Ahora bien, a consideración de él, “hay una o dos formas bien constituidas; las otras son desviaciones, unas de la armonía bien combinada, otras del régimen mejor; las formas oligárquicas son las más rígidas y más despóticas y las relajadas y blandas son las democráticas”. Mientras que en el orden natural no se puede cambiar el orden, en el orden de la ciudad sí se puede hacer que los hombres actúen de acuerdo al deber ser (fin teleológico), a su orden. Así el mejor régimen será el más estable, en el cual se pueda realizar el buen vivir.
Veamos cada uno de los regímenes más particularmente:
La Democracia se produce cuando los libres, pobres e iguales, siendo la mayoría ejercen la soberanía, el poder; mientras que la Oligarquía se da cuando los ricos de origen noble, siendo unos pocos, la ejercen. A su vez hay varias clases de Democracia y de Oligarquía, porque dentro del pueblo y de los notables hay varias clases. La primera forma de democracia es la que recibe su nombre basándose en la igualdad, donde ni los ricos mandan ni los pobres lo hacen, es decir que ninguno de los dos grupos ejercería soberanía sobre el otro, sin que ambos sean iguales, porque hay libertad y si todos participan en un grado importante, la decisión serán de la mayoría. Otra forma es que las magistraturas se conceden a partir de los tributos, pero siendo éstos poco elevados, quien alcanza la renta debe tener la posibilidad de participar en el gobierno. Otra es que todos los ciudadanos no desacreditados participen del gobierno, pero la ley es la que mandará. Otra es que todos participen de las magistraturas con sólo ser ciudadanos pero la ley manda. Otra es igual a la anterior pero la ley no es la que manda, sino el pueblo. Donde las leyes no son soberanas, surgen los demagogos, y el pueblo se convierte en monarca.
Las formas de la Oligarquía son: la que hace depender de las magistraturas de rentas tan altas que los pobres aún siendo mayoría no participan de ella; cuando las magistraturas depende de rentas elevadas y ellos mismos eligen a quienes deben ocupar los cargos vacantes. Otra es cuando el hijo sucede a su padre, o cuando se corresponde a la tiranía entre las monarquías y a la última forma de Democracia, ésta se llamará Dinastía.
En tanto a la Aristocracia las magistraturas no sólo se eligen por la riqueza, sino también por la virtud.
Pero vamos ahora con el mejor de los regímenes: la República. Éste es la mezcla de Oligarquía y de Democracia, aunque se orienta más hacia la democracia que hacia la Oligarquía (a ésta está más orientada la Aristocracia por la educación y la nobleza que acompañan a los ricos). Teniendo en cuenta que en la Aristocracia la repartición tiene que ver con la virtud, en la Oligarquía con las riquezas y en la Democracia con la libertad, la República, alcanza ricos y pobres. De esta forma, la República viene a ser un término medio entre Democracia y Oligarquía, o entre pobres y ricos y será un régimen recto que sale de dos desviados. El régimen es mejor porque es el más viable, el más fácil de aplicar donde no hay conflictos entre las partes, porque todos son iguales y libres. Aquí radica la clase media, como el mejor estamento, porque los ricos sólo saben mandar y los pobres obedecer, entonces este estamento medio tendrá la capacidad de mando y obediencia, como los ciudadanos libres. Ni en la Oligarquía ni en la Democracia hay hombres libres, solo hay hombres libres en este régimen recto que es la Politeia, donde se puede vivir bien, porque los ciudadanos se ocupan de las cosas ligadas a lo público y del bien común. Esto está ampliamente relacionado con la Ética donde se hablará de la vida feliz, que es la vida que menos impedimentos ofrece de acuerdo con la virtud, viendo que la virtud es un término medio. Así la vida media es la mejor porque está al alcance de todos los individuos. Como la ciudad debe estar construida en lo posible de elementos iguales y semejantes ésta será la clase media, que conllevará a un equilibro donde no se producirán ni excesos ni defectos.
Toda ciudad se compone de elemento cualitativo y cuantitativo. El elemento cualitativo es la libertad, la riqueza, la educación, la nobleza; y el cuantitativo la superioridad numérica. Entonces donde se supera el número de pobres hay una natural democracia y donde la clase de los ricos sobresale en más cantidad surge la oligarquía. Pero el legislador siempre en su régimen debe hacer un lugar a la clase media, para llegar a la república o Politeia.
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