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Resumen para el Segundo Parcial  |  Cs. Políticas (Cátedra: Pedrosa - 2019)  |  CBC  |  UBA

Cingolani – Partidos políticos y sistemas de partidos.                                                                                                              Los partidos políticos son los agentes que llevan a cabo la misión de transformar demandas sociales en acción política. A su vez los partidos son la primera y principal forma institucionalizada de participación política.                             3 enfoques distintos para definir a los partidos políticos:

Las funciones que desempeñan se desarrollan de modo bidireccional: atendiendo a la interacción entre el partido y los representados, y a la interacción entre el partido y el estado. 

Interacción entre el partido y el electorado: la primera función es la estructuración de las demandas sociales. Los partidos agregan demandas, de este modo las ordenan, las sistematizan y les otorgan prioridades para lograr la acción colectiva.                                                                                                                                                                          La segunda función es la estructuración del voto. Los partidos sirven a los ciudadanos ordenando la multiplicidad de opciones al momento de la contienda electoral.                                                                                                       La tercera función es la de fomentar la socialización de la política. Ellos transmiten determinados principios, que propician el aprendizaje cívico del electorado, difundiendo la noción de que los individuos son ciudadanos insertos en una comunidad con la cual están estrechamente vinculados y que deben aprender a interactuar en términos democráticos y plurales. Son también los encargados de organizar las diversas formas de participación política. 

Interacción de los partidos con el gobierno: se encargan de reclutar, formar y seleccionar a los dirigentes políticos, la mayoría de estos dirigentes son formados en el seno de la organización la cual a su vez determina la rotación y renovación en la arena política.

Asimismo, los partidos se encargan muchas veces del diseño de políticas públicas, procurando seguir las líneas programáticas de la organización. Los partidos, también, suelen hacer el seguimiento y evaluación de las políticas.                                                                                                                                                               Del mismo modo, los partidos son funcionales a la reproducción del sistema político, ya que son los que permiten ejercer la función de control de los representantes por parte de la representación y le dan así estabilidad y legitimidad al sistema político, como principales encargados de evitar los excesos en el ejercicio del poder y fomentar el dialogo democrático.

Los partidos modernos son organizaciones cuyo origen está indisociablemente ligado a la construcción y consolidación del estado nación y a la expansión del liberalismo. Autores como Maurice Duverger o Sigmund Neumann coinciden en que es imposible hablar de partidos antes de mediados del siglo XIX; hasta entonces solo puede hablarse de la existencia de tendencias o facciones (conocidas por resultar amenazantes para el bien común). Solo cuando estas facciones van transformándose en partidos cobran mayor aceptación, ya que se las percibe como defensoras del interés nacional por sobre los intereses particularistas.                                                        

Existen dos tipos de explicaciones para el nacimiento de los partidos, enfoque institucional y enfoque sociológico. Cabe aclarar que ambos son complementarios ya que se trata de una interacción entre variables independientes del tipo macrosocial y variables dependientes de los procesos de democratización. 

Enfoque INSTITUCIONAL: relacionado con el desarrollo de la institución característica de la democracia moderna, el parlamento, su exponente principal es Maurice Duverger. Duverger establece una diferenciación entre partidos de creación interna y de creación externa.                                                                                                         Los partidos de creación interna son aquellos que nacen del propio seno del parlamento hacia mediados del siglo XIX. Diversas facciones se conforman en grupos parlamentarios nucleados en torno a diferentes objetivos, que luego se asientan como partidos políticos. Según Duverger los primeros determinantes comunes que aglutinan a estos grupos son fenómenos tales como la vecindad geográfica o el deseo de organizar algún tipo de defensa común, aunque admite que posteriormente el factor amalgamador toma forma de doctrina.                                                                                                                                                                                 Los partidos de creación externa nacen entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, a partir de la lucha por la extensión del sufragio. Surgen por un impulso central y bajo la influencia de grupos exógenos que realizan todas sus actividades por fuera del parlamento, como las sociedades secretas, clubes, periódicos o sindicatos. 

Diferencias ente partidos de creación interna o externa, los primeros son más centralizados que los segundos, ya que nacen en una institución consolidada. En segundo lugar, las unidades organizativas locales de los de creación externa se organizan con posterioridad a la conformación del partido, pudiendo operar sobre su margen de acción; en los de creación interna los comités y las secciones son preexistentes a la conformación del núcleo parlamentario, a su vez los partidos de creación externa son más disciplinados y cohesionados gracias a su sólida organización vertical. Por otro lado, los parlamentarios que son miembros de los partidos de creación interna tienen una gran influencia y forman parte del comité director del partido, mientras que los de creación externa los parlamentarios se los controla a través de un comité rector formado por miembros cercano a las asociaciones que lo sostienen. Finalmente, los de creación externa otorgan más importancia a las actividades electorales y parlamentarias, ya que para los de creación interna se trata de actividades incluidas dentro de un plan de lucha general.

Enfoque SOCIOLÓGICO: originados durante los procesos de formación de los estados nacionales y de la economía moderna. Hacen hincapié en la ampliación del sufragio, al consecuente emergencia de la competencia electoral masiva y los cambios en las estructuras internas de las organizaciones partidarias.

Seymour Lipset y Stein Rokkan analizan procesos que ocurren principalmente entre mediados del siglo XIX y la segunda guerra mundial.   Se trata de un análisis de cuna europea pero los autores consideran que su teoría es generalizable para todos los países de occidente.

Los autores distinguen dos dimensiones principales de conflicto entre las sociedades: una de tipo territorial y otra de tipo funcional que atraviesan la variable temporal. Esta variable comprende dos revoluciones: la revolución nacional y la industrial.                                                                                                                                             La primera identificada con los procesos de construcción del estado-nación y la segunda con los profundos cambios en los modos de producción, el comercio, la tecnología, y ambas, con la consolidación de la burguesía.

Existen dos clivajes que se derivan de las revoluciones nacionales: aquel que enfrenta la cultura nacional centralizadora versus las poblaciones y provincias periféricas, y un segundo que opone al estado nación versus los históricos intereses de la iglesia.                                                                                                                                                           El clivaje centro versus periferia consiste en una serie de conflictos entre las culturas centrales de los estados en formación y la resistencia de diversas poblaciones periféricas sometidas, que son diferentes cultural, étnica, lingüística o religiosamente. El resultado final de este proceso fue, la imposición de una única lengua oficial.                                                                                                                                                                                                               El clivaje iglesia versus estado implica una puja por el control de la educación y el ordenamiento de las demandas sociales, que la iglesia no acepta dejar en manos del estado. Esta fractura se corresponde con la dimensión funcional y de ella nace la oposición entre partidos liberales laicos y partidos confesionales.

Hacia mediados del siglo XIX se produce la llamada revolución industrial. De ella derivan otros dos clivajes: uno entre intereses urbanos e intereses agrarios y otro entre trabajadores y capitalistas.                                                                      La primera fractura opone a los sectores secundarios y primarios de la economía, los cuales difieren en lo que respecta a la conveniencia o no de aplicar aranceles a las mercancías provenientes de otras regiones. Se enmarca dentro del eje territorial y emergen partidos conservadores-agrarios y radicales-liberales.                                         El conflicto entre trabajadores y capitalistas enfrenta la defensa de la propiedad y la libre empresa versus los sindicatos y movimientos sociales. De ella nacen los partidos socialistas y los movimientos obreros, dando lugar a la clásica distinción entre partidos de izquierda y derecha.

Las tipologías de partidos que han encontrado mayor consenso son aquellas que los tipifican en función del momento histórico en el que han tenido preeminencia.

Weber analiza el paso de los partidos de notables a los de masas en función de cuatro variables: quienes conforman el partido, cuales son los recursos con los que cuenta, el nivel de actividad del partido y el contexto histórico en el que se desarrolla.

 

Por otro lado, Sigmund Neumann desarrolla una tipología de partidos que distingue a aquellos de individual representación de aquellos de integración, que a su vez se subdividen el de integración democrática o totalitaria.                                                                                                                                                                                                 Los partidos de representación individual son propios de sociedades con bajos niveles de movilización y se caracterizan por tener seguidores que se limitan exclusivamente a sufragar. Los partidos de integración comparten las características de los partidos de masas o de creación externa, en los que existen niveles mucho mayores de involucramiento por parte de los miembros. Los partidos buscan permanentemente incluir y comprometer a individuos provenientes de ciertos sectores sociales específicos.                                                                          Los partidos de integración democrática son los partidos socialistas y los religiosos, mientras los partidos fascistas y los comunistas son los de integración totalitarista

Weber y Duverger proponen otras formas de clasificar a las organizaciones partidarias. Las divisiones se producen al interior de los partidos de masas. Así, Weber diferencia entre los partidos de patronazgo y los ideológicos. Los primeros están orientados exclusivamente a la obtención de beneficios estatales por parte de las organizaciones patrocinantes mientras que los segundos promueven valores de alcance más general.

Duverger realiza otra clasificación en función de la estructura de los partidos, puede ser directa o indirecta. Los partidos de masas de estructura directa son los que se encargan de reclutar miembros de modo individual y cobrar sus cuotas sin intervención alguna de organizaciones intermedias. Los partidos de estructura indirecta se valen de las asociaciones que los patrocinan para realizar este tipo de actividades.

Se propone abordar a los partidos a través de una clasificación basada en distintas estrategias de agregación de intereses. Los partidos de agregación pragmática, que operan forjando instancia de negociación entre agentes maximizadores, a los fines de lograr la armonización de dichos intereses; y los de agregación ideológica, que amalgaman a sus miembros a través de la conformación de programas partidarios con una visión del mundo a la que todos sus miembros adhieren. Otro tipo es aquel cuya estrategia de agregación es particularista-tradicional, propia de los partidos conservadores. En ellos la plataforma de acción se dispone tomando como patrón las tradiciones del pasado, con las cuales los seguidores comulgan por un interés personal.   

Richard Katz y Peter Mair, cambio en cuanto a la forma de estudiar los partidos políticos; consideran que es más adecuado hacerlo a partir de los lazos con el aparato estatal. Romper con la concepción tradicional: separación entre partidos y el estado.                                                                                                                                        Los partidos ya no son vistos como representantes de la sociedad en el estado, sino como mediadores que tienden a volcarse a favor del primero por sobre la segunda cuando se trata de tomar decisiones. Ellos mismos pasan a ser parte de la burocracia estatal.                                                                                                                                    Existen factores que sustentan esta toma de posición. Uno de ellos es la declinación generalizada de los niveles de participación y compromiso dentro de la actividad partidaria; otro es el incremento de los costos de la propaganda partidaria impuesto por la entrada en escena de los medios de comunicación, encarecimiento del costo de la política. Finalmente, la relación mutuamente dependiente entre el estado y los medios de comunicación hace que se obtengan ventajas frente a estos últimos cuando los partidos acceden al estado.

Gunther y Diamond sostienen la idea de cartelización habla más de una dinámica del sistema de partidos que de los partidos en sí, dado que se produce sólo con la connivencia de dos o más partidos.                                                       Ofrecen una nueva forma de clasificación que supera y contiene a muchas de las anteriores. Caracterizan 15 especies diferentes de partidos y las subsumen bajo cinco géneros distintos en función de tres criterios principales:

Duverger los clasifica a los partidos según su estructuración interna                                                                                        Partidos de comité: compuestos por una cantidad reducida de miembros y los requisitos para ser seleccionados son muy estrechos. Estos partidos no tienen inserción territorial vasta y su agenda. El grueso de su actividad se desarrolla durante el período anterior a las instancias eleccionarias

Partidos de sección: Organizaciones dotadas de una cuantiosa base de seguidores, por lo que están divididas en secciones correspondientes a las distintas localidades que cubren la esfera de influencia del partido. Desarrollan actividades permanentes y son estables. Se maximiza el reclutamiento de afiliados; las secciones dependen de organismo superiores. Los partidos de masas socialdemócratas o liberales se corresponden con este tipo.

Partidos de célula: los miembros del partido se organizan de acuerdo a su profesión y desde allí cumplen un rol propagandístico y de transmisión de valores muchas veces desde la clandestinidad. Tipo de organización propia de los partidos comunistas

Partidos de milicia: prepondera una estructura pétrea y jerárquica, los miembros están fuertemente adoctrinados y la disciplina es la principal característica. Fuerte rasgo identitario. Esquema propio de los partidos fascistas

6.3. MODELO ORIGINARIO E INSTITUCIONALIZACIÓN

Ángelo Panebianco expone su idea del poder como fenómeno relacional, reconoce la importancia que los militantes y afiliados revisten para la dirigencia y para el partido.                                                                    Panebianco desentraña esta compleja interacción proponiendo un modelo de intercambio desigual, en el que la participación sólo puede asegurarse a través del otorgamiento de incentivos:

Al identificar las características de las interacciones, el autor se basa en la idea de los círculos concéntricos de Duverger.

Una vez analizada de modo estático la estructura del partido, el autor examina las posibilidades de desarrollo organizacional a partir de dos variables principales:                                                                                                                            Se los puede clasificar según su expansión.

También se los puede clasificar según el tipo de patrocinio que gozan 

El segundo tipo fomenta una institucionalización más fuerte que el primero.

Una última variable de este modelo es el tipo de carisma de quien o quienes dirigen el partido que puede ser:

Cuanto más fuerte es este carisma, menores son las posibilidades de lograr la institucionalización.

 La forma alcance de su institucionalización.                                                                                                                                           Esta variable también depende de factores tales como:

Los partidos entonces pueden dividirse según si su institucionalización es débil o fuerte, siendo estos últimos quienes mejor administran sus interacciones tanto internas como externas

7. SISTEMAS DE PARTIDOS Y MODELOS DE COMPETENCIA ELECTORAL

Los sistemas de partidos son entendidos como subsistemas del sistema democrático en lo que se “se producen relaciones de competencia y cooperación entre los partidos”

Variables que deben considerar a la hora de caracterizar los diversos sistemas de partidos son: el número efectivo de partidos que conforman el sistema, el grado de polarización ideológica existente en el mismo, el grado de institucionalización

  1. ENFOQUE MORFOLÓGICO DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS

Clasificación de los partidos según el número de unidades que compiten en él: abordaje morfológico

Sistemas monopartidistas (un partido)

Sistemas bipartidistas (dos partidos)

Sistemas multipartidistas (tres o más partidos)

Considera que la mejor opción está dada por los sistemas bipartidistas ya que estos ordenan de modo claro el sistema político oponiendo dos interlocutores fácilmente diferenciables; modera a los partidos ya que existen posibilidades de alternancia.                                                                                                                                                                   El bipartidismo ofrece a los votantes una capacidad mayor de premiar o castigar al partido en ejercicio a través de su voto.                                                                                                                                                                   La principal crítica a este sistema es, sin embargo, que esta configuración sólo puede lograrse al costo de excluir partidos minoritarios de la posibilidad de contar con la representación parlamentaria

En contraste, Duverger considera que los sistemas multipartidistas conducen al poder a coaliciones desarticuladas que deben realizar todo tipo de pactos para lograr la gobernabilidad, esta heterogeneidad hace imprevisible la direccionalidad del gobierno y pone en jaque la estabilidad del sistema. Fomenta la radicalización de las posturas y resta responsabilidad a los dirigentes

7.2 MODELOS DE COMPETENCIA ESPACIAL Y DISTANCIA IDEOLÓGICA

SCHUMPETER Y DOWNS                                                                                                                                                                                     El enfoque racional de los partidos ofrece un modelo de competencia denominado espacial, cuyo concepto rector es el mercado político. Los autores entienden a los partidos como actores racionales maximizadores de votos y los líderes son empresarios de la política. Según esta corriente cada partido se sitúa en alguna posición al largo de un mismo eje izquierda-derecha, al igual que cada elector, quien dirime su voto a favor del partido ideológico más próximo. El eje izquierda-derecha se define principalmente en función de la posición adoptada con respecto al grado deseado de intervención del Estado en la economía, y según los autores la gran mayoría del electorado se sitúa en el centro.                                                                                    En términos de Downs, la estrategia de los partidos es detectar en qué posición se encuentra el electorado más volátil, ya que es el que suele definir una elección.                                                                                                                 La principal crítica al modelo de competencia espacial es que resulta demasiado simplista y poco explicativo de la realidad: los electores no son puramente racionales, este modelo asume que existe un único eje de conflicto en torno al cual se estructuran las preferencias.

Giovanni Sartori complementa el análisis de Downs para complementar algunas cuestiones inherentes a la concepción morfológica de Duverger. Este autor agrega una nueva variable al estudio de los sistemas de partidos: la distancia ideológica.                                                                                                                                                                Una ventaja de Sartori es que permite dividir a los multipartidismos en moderados y polarizados, siendo estos últimos los que verdaderamente presentan problemas para la estabilidad del sistema. Esta división tiene su correlato con los dos tipos de dinámicas, la centrífuga y la centrípeta.                                                                                       Una segunda ventaja de Sartori es que permite desentrañar algunos rasgos contrastantes dentro del grupo de los sistemas unipartidarios. Así se incorpora la variable de la competencia, la cual subdivide a este grupo entre aquellos sistemas unipartidistas competitivos y no competitivos.

De este modo, Sartori divide las características salientes de cada tipo de sistema partidario

Sistemas de partido único: existe un partido que monopoliza el poder y no permite la existencia de fuerzas alternativas que puedan competirle. Estructura de poder de tipo monopólico.

Sistemas de partido hegemónico: admiten la existencia de otros partidos, pero sólo como “satélites” o partidos subordinados al partido principal.

Tanto los regímenes de partido único como de partido hegemónico se caracterizan por la inexistencia de una competencia real, por lo que son denominados no competitivos.

Sistema de partido predominante: es aquel donde existe un partido que gobierna solo gracias a que obtiene la mayoría absoluta de los escaños durante varios períodos consecutivos, aunque la única razón para ello yace en que vence de modo legítimo cada vez, puesto que las elecciones son competitivas. No existe alternancia en el poder, sin embargo, un sistema de partido predominante puede dejar de serlo en cualquier momento. La estructura de poder aquí es de concentración unimodal.

Al igual que Duverger, Sartori considera que el bipartidismo no plantea mayores problemas, ya que se trata de una “configuración transparente”. Dos sistemas se hallan en condiciones de competir por la mayoría absoluta de los escaños y uno de los dos logra efectivamente esa mayoría, quien gana está dispuesto a gobernar sólo. Existen expectativas de alternancia. El tipo de competencia es centrípeta y las posiciones políticas se encuentran moderadas.

El pluralismo moderado es una configuración similar al bipartidismo, donde preponderan las tendencias centrípetas, existen posibilidades de alternancia, el estilo de política es responsable al tiempo que las posiciones políticas que están en los extremos no son relevantes. La diferencia con los bipartidismos es que existe más de un clivaje o línea de división social. Se trata de una estructura de poder con poca fragmentación o segmentación despolarizada.

En el pluralismo polarizado existen partidos antisistema importantes y oposiciones bilaterales, a ambos lados del espectro. El centro métrico se encuentra ocupado, los polos ideológicos se encuentran a una gran distancia ideológica entre sí. También existen fuerte impulsos centrífugos, la ideología de los extremos es doctrinaria; prolifera un tipo de política de superoferta, según la cual los partidos de los extremos se atreven a realizar promesas muy difíciles de realizar.

El sistema de atomización, por último, es una categoría residual, que indica que ya no es necesario contar los partidos. Escenario en el que el sistema se encuentra en una fase previa a la consolidación y ningún partido tiene efectos apreciables sobre el resto.

Sartori desarrolla una serie de criterios que permiten distinguir a un partido relevante de otro que no lo es. Estos criterios tienen que ver con la fuerza de los partidos. Esta fuerza está determinada por:

Familias espirituales de partidos: agrupamientos transnacionales de partidos que tienen una similar concepción del mundo. Existirían nueve tipos de familias espirituales

FREIDENBERG - Organización informal de los partidos en América Latina.                                       Cuando hablamos de “organización formal” nos referimos a la forma en que los partidos están organizados en los estatutos, generalmente esta organización no se da en concordancia con la “organización informal” entendida como la forma en que los partidos funcionan en la práctica. 

Cuando esos actores cumplen con las tareas, toman decisiones y desarrollan actividades que están previstas en los estatutos y, además, éstas son impulsadas por los órganos del partido, se está ante una organización predominantemente formal. Esto es, organizaciones oficialmente sancionadas; creadas a través de los canales establecidos, de acuerdo con los lineamientos de los estatutos y reconocidas como el partido oficial. La organización formal incluye la oficina central, las burocracias, las oficinas locales, las sedes y las células. A diferencia de ello, cuando los militantes se comportan sin la promoción oficial del partido y desarrollan actividades y toman decisiones al margen de éste se está ante una organización informal. Incluye redes personales, clientelares y de patronazgo como también organizaciones sociales y cívicas que no están afiliadas al partido pero que sin ellas el trabajo partidario sería imposible.

Para poder observar correctamente esa variación resulta fundamental desarrollar un conjunto de indicadores que ayuden a medir el grado de formalidad e informalidad de una organización de partidos. Un paso inicial en esta dirección es comparar cómo funcionan la estructura formal y la informal en diferentes dimensiones de la organización como en:

Reglas y procedimientos internos: Cuando el partido es una organización formal, existe una distancia muy pequeña entre lo que dicen las reglas y lo que hace el partido. Los estatutos son ampliamente obedecidos y constantemente impuestos. Cuando un partido es una organización informal, el comportamiento generalmente va contra las reglas, estas son constantemente ignoradas y raramente se imponen castigos.

Toma de decisiones: En los partidos organizados, las decisiones son tomadas por los órganos oficialmente designados como los congresos, los consejos y los directivos del partido. Por el contrario, en los partidos organizados de manera informal, el poder de hacer cumplir decisiones se encuentra fuera de la estructura formal; el lugar donde se encuentra el verdadero poder varía según el tipo de partido, por ejemplo, en aquellos partidos de tipo personalistas (carismáticos) como el peronismo, el poder se concentra en el líder que fundó el partido.

La centralidad de la burocracia partidaria: en los partidos de organización formal la burocracia formal tiende a ser muy importante, cuentan con personal e instalaciones adecuadas, controlan el movimiento de los fondos y de la información que manejan, la burocracia central coordina la mayoría de las actividades del partido. Donde la organización del partido es informal, la burocracia central existe sólo sobre el papel. La oficina central, tanto la nacional como la local, se encuentra inactiva. Estas oficinas carecen de recursos y profesionales, poseen poca información sobre los recursos. El financiamiento, la asignación de recursos, el cuidado y administración de los registros, la coordinación de las organizaciones locales y otras tareas que resultan clave para su funcionamiento son realizados por personas que no están en la burocracia central; más bien, se desarrolla en los márgenes de la burocracia dentro de redes de patronazgo, agrupaciones amigas u otras organizaciones informales.

Organización local: La estructura de base de un partido está integrada por las organizaciones que realizan operaciones como el reclutamiento, las campañas electorales y la canalización de la participación de los militantes. Donde la organización del partido es formal, estas actividades son realizadas por subunidades oficiales –como comités o células– que están integradas en la burocracia central. Donde la estructura de bases es informal, las subunidades no son creadas ni integradas en la burocracia. Más bien ellas surgen en los márgenes de esa burocracia, a menudo sin el permiso (e incluso conocimiento) de las autoridades del nivel más alto. Las subunidades a menudo son autocreadas, automanejadas y autofinanciadas por miembros del partido, por fuera de la burocracia central. Con frecuencia, se organizan y funcionan de manera diferente a lo que señalan los estatutos.

Fronteras organizacionales: Las organizaciones de partido formales están caracterizadas por el hecho de que cuentan con fronteras externas claramente definidas y barreras de entrada eficaces. En estos partidos es sencillo identificar quiénes son miembros y qué grupos pertenecen al partido.  Cuando la organización del partido es informal, las fronteras entre éste y otras organizaciones son ambiguas y fluidas, los individuos y los grupos pueden autodeclararse miembros, señalar que participan en las actividades de partido y no hay manera de poder verificarlo. Estos partidos se caracterizan por la ausencia de una afiliación formal y por la incapacidad del partido para controlar quiénes son los que participan y de qué manera lo hacen.

Jerarquía partidaria: Cuando las estructuras del partido son formales, los militantes que quieren hacer carrera deben respetar una serie de pasos bajo reglas y procedimientos escritos. Cuando la organización del partido es informal, la manera de ascender en el partido no sigue las reglas escritas. Los procedimientos burocráticos no existen o, simplemente, no son acatados. En los partidos carismáticos, el ascenso ocurre fundamentalmente por lazos personales. En partidos de patronazgo, el ascenso ocurre a través de redes de contactos, familias o amigos. Los activistas son reclutados en redes conducidas por aspirantes a ocupar cargos y su ascenso depende mucho de las condiciones en las que se desarrolle su red de contactos personales.

Membresía: Cuando la organización es formal, las obligaciones de los militantes son explícitas, existen registros confiables respecto a lo que cada miembro debe hacer y las autoridades del partido son eficaces para hacer que los miembros las cumplan. Si bien los partidos organizados de manera informal pueden tener amplias bases de militantes, la manera en que éstos participan se diferencia notablemente de la de los partidos formalmente organizados. Los compromisos de los socios son a menudo inferiores, y las obligaciones que estos deben cumplir son informales, tales como, votar en primarias.

Organizaciones auxiliares: El grado en que una organización es más formal o más informal también se puede observar en lo que concierne a sus vínculos con otras organizaciones de tipo social y cívico, como las de trabajadores, las confederaciones de campesinos, las asociaciones de empresarios, los grupos que defienden los derechos de la mujer o las asociaciones estudiantiles. Cuando la organización es predominantemente formal, estos vínculos son explícitos y, en la mayor parte de los casos, se encuentran escritos en los estatutos Cuando la organización partidaria cuenta con vínculos informales con otras agrupaciones suelen no estar explícitamente reconocidos. Los partidos y grupos sociales rutinariamente pueden cambiar a miembros, líderes, fondos, y otros recursos, pero estas relaciones no se encuentran escritas en los estatutos.

Financiamiento partidario:  Cuando la organización es eminentemente formal, el financiamiento se realiza a través de canales transparentes y legales. Tanto las contribuciones públicas como las privadas son reguladas por el Estado. El financiamiento privado está a menudo sujeto a límites en el monto de las contribuciones y a reglas respecto a quienes pueden dar dinero (y quienes no). El financiamiento público, en cambio, funciona a partir de los subsidios que otorga el Estado al partido y esto se hace de manera transparente. Cuando la organización del partido es informal, las finanzas no son transparentes, ni están reguladas y, a menudo, son ilícitas. Los partidos no guardan los registros de las contribuciones privadas y el partido no se preocupa por que el manejo de sus finanzas sea transparente ni esté bajo la mirada del público.

Partido Justicialista de Argentina                                                                                                                                           El PJ es uno de los partidos mejor organizados de América Latina cuenta con más de tres millones de miembros y una poderosa organización con fuertes raíces en las clases obreras y bajas. Sin embargo, su estructura no es burocrática, nació como un partido carismático y luego se convirtió en una estructura descentralizada de movimiento. Se institucionalizó después de la transición democrática de 1983, y su organización contemporánea sigue siendo informal.                                                                                                          Los estatutos no son conocidos ni tomados en serio, los líderes peronistas dicen que los estatutos están en un estado de permanente de infracción o que son abiertamente violados todo el tiempo.                                         

El poder de toma de decisiones se concentró en manos de Perón, incluso durante el periodo de proscripción de 1955 a 1972, cuando el líder exiliado no tenía ningún puesto formal, seguía siendo quien tomaba decisiones y los órganos formales de liderazgo eran considerados como un esfuerzo por salvar las apariencias. Durante 1980 y 1990, el PJ se convirtió en un partido que se sostenía en el patronazgo y eran los funcionarios nacionales los que tomaban las decisiones. Los órganos formales carecían de autoridad independiente frente a los funcionarios peronistas, los presidentes, gobernadores y militantes no los tomaban en serio.                                                                                                                                                                                                                                     En los años de presidencia de Carlos Menem el consejo nacional fe constantemente pasado por alto y las decisiones más importantes se tomaban en la casa de gobierno. El presidente del PJ en la primera mitad de 1990 se quejó de tener que leer sobre los comunicados del partido en los periódicos. Bajo el liderazgo de Néstor Kirchner, cuando el mandato del consejo nacional expiro y el congreso del partido no eligió a otro, el órgano quedo vacío. Lo que quiere decir que el peronismo carecía totalmente de liderazgo formal.

La burocracia central del PJ esta subdesarrollada, el partido carece de personal profesional y posee pocos registros de sus miembros, fondos o actividades; su sede central suele está vacía. En 1997 la poderosa sucursal del PJ en Buenos Aires no tenía personal remunerado y algunas sedes no tenían fondos.

Las carreras políticas de los peronistas son notablemente no burocráticas. Durante los años formativos del partido, las carreras profesionales dependían casi exclusivamente de los vínculos personales entre un individuo y Perón. Aunque el PJ adoptó un sistema de elecciones internas para seleccionar a sus líderes y a sus candidatos en 1987, las carreras políticas actuales se deben más por las redes de patronazgo que por las elecciones. El PJ mantiene también vínculos con varias organizaciones: por ejemplo, las asociaciones de vecinos, las asociaciones de asentamientos, los clubes de fútbol, los grupos religiosos y muchas más organizaciones cívicas y no lucrativas. Las relaciones del PJ con los clubes de fútbol, sobre todo los que son de la división “B”, son de una importancia especial. Los clubes son una parte central de la vida social en las clases obrera y baja. Estos vínculos permiten al PJ reclutar nuevos activistas y ejercer influencia sobre aquellos clubes de fans que están mejor organizados para movilizarse durante las campañas electorales. Los hinchas son movilizados para asistir a los mítines, pintar grafiti durante la campaña y, en algunos casos, participar en actividades violentas dirigidas a las facciones rivales o a otros partidos. Por último, el PJ se financia casi totalmente por canales informales. La fuente más importante del financiamiento, sin embargo, es el financiamiento público no regulado y en su mayor parte consiste en trabajos de patronazgo. Estos recursos públicos no son controlados y distribuidos por la burocracia del partido, sino por individuos y agrupaciones informales. En resumen, una investigación de los estatutos peronistas revela poco en cuanto a la organización local, los recursos económicos, los mecanismos de toma de decisiones y las carreras políticas y en cuanto a sus vínculos con la sociedad. La estructura verdadera del partido es fluida, descentralizada, con alta capacidad de adaptación y, cada vez más, organizada por redes de patronazgo. Como en el caso del PJ, los estatutos dicen poco sobre cómo el partido toma decisiones, selecciona a sus líderes y a sus candidatos, organiza a sus activistas o consigue fondos. La mayor diferencia entre el PRE y el PJ es que el primero combina su estructura informal con un liderazgo carismático. Mientras que el peronismo con temporáneo se organiza según el patronazgo, el liderazgo carismático de Bucaram –como el de Perón en el original Partido Peronista– es de suma importancia para la movilización electoral, el comportamiento del partido en el Legislativo, el vínculo con su base de activistas y en su relación con la sociedad.

Talavera - Esto no es lo que quedamos                                                                                                           En el siglo XXI comenzaron a extenderse nuevos liderazgos con discursos extremos, sistemas de partidos políticos estables que estallaron por los aires; cambios cada vez más bruscos en la opinión pública y dictaduras inconmovibles que amenazan caen producto de las protestas callejeras.                                           Muchos países atraviesan cambios que contradicen las experiencias conocidas.

En Europa, la crisis económica del 2009 ha dejado como resultado un continente que parece marchar a dos velocidades: un norte, más tecnificado, productivo y con mayor crecimiento y, un sur más atrasado, con alta desocupación y diferencias sociales.                                                                                                                              Una de las grandes diferencias entre ambos grupos de países es la aplicación de nuevas tecnologías y la consiguiente agregación de valor a lo producido.                                                                                       

La eficiencia de la tecnología influye más en las posibilidades de desarrollo que la mano de obra. Hace unos pocos siglos, la agricultura se basaba principalmente en la mano de obra.                                                              Actualmente, se consigue con un dos o tres por ciento de la población para obtener la producción necesaria para alimentas a muchas más personas que antes. Ese aumento de la productividad lo ha conseguido la tecnología.                                                                                                                                                             Los estados del sur de Europa no transitaron estos cambios, fundamentalmente porque dad que carecían del capital necesario para utilizar la tecnología necesaria para dar el gran salto.

En Inglaterra, ya en 1850 solo un tercio de la población vivía de trabajar la agricultura. Cien años después, en España todavía más de un tercio de la población aún vivía de las labores agrícolas.                                                        El proceso de convergencia de la unión europea al cabo de 30 años, no ha logrado reducir totalmente las brechas entre territorios europeos, lo que resulta una amenaza a la vialidad económica del euro y la cohesión social de los integrantes de la unión europea.

Los salarios bajos del sistema productivo derivados del sistema productivo hacen que países como España estén peor que hace 15 o 20 años. Ocurre porque para muchas familias tener un trabajo ha dejado de ser una forma de satisfacer sus necesidades.                                                                                                                     Esto tiene diversas consecuencias, en Italia los hijos deben quedarse a vivir con sus padres por imposibilidad de mantenerse de forma autónoma. En España, los abuelos se han transformado en una importante fuente de sostenimiento de sus familias, esto se da ya que, mientras el salario básico se mantenía estancado, las jubilaciones crecían un 11%.                                                                                                              El mercado laboral español acabó siendo dual, por un lado, trabajadores de baja calificación, con mayor antigüedad y estabilidad y por el otro, una nueva generación de universitarios que no logran salir de la trampa de los empleos temporales y precarizados.

Esta situación se da en paralelo a una fuerte concentración de la riqueza, el 10% más rico posee alrededor del 60% de la riqueza nacional en la mayoría de los países europeos. Y la mitad de la población padece casi nada: los más pobres, el 50%, poseen menos del 10% de la riqueza nacional, y por lo general menos del 5%. 

A todo esto, se le suma el envejecimiento demográfico que afecta a la economía, aumentando a la clase pasiva y reduciendo la clase activa. Cada vez hacen falta más ciudadanos activos para mantener a los pasivos, pero al mismo tiempo la natalidad no aumentó sino todo lo contrario. Otro de los efectos es que aumenta la presión sobre la salud pública y el estado debe aumentar los recursos que dispone para ella.

Paralelamente se da la expansión de economías con bajos salarios y escasos derechos para los trabajadores, como ocurre en China, India o Vietnam, coloca en situación desventajosa a las economías occidentales con trabajadores sindicalizados y captadores de mayores ingresos. A mayor costo del trabajo, mayor costo de los productos obtenidos, esto dificulta la competencia entre los productos.                                                           Esto empuja a realizar reformas que devuelvan competitividad a los países occidentales, por ejemplo, buscan retrasar la edad jubilatoria y flexibilizar las condiciones de trabajo.

Sin embargo, en oriente no encuentran salidas en las diferencias salariales. En 2011, un trabajador en Shanghái que ganaba el salario mínimo de 1280 yuanes al mes, y vivía en una ciudad como Shanghái donde una entrada al cine costaba 100 yuanes.                                                                                                                              Esa realidad contrastaba con la expansión económica que en 2010 se había reportado un crecimiento del 10% de su PBI. Un fenómeno de crecimiento, pero excluyente.                                                                                          De esta manera, lo del clan de la luz de la luna y los mileuristas son incapaces de ahorrar, viven al día y en ocasiones tienen que pedir dinero prestado para llegar a fin de mes.

Otro de los fenómenos contemporáneos es la creciente urbanización de la vida social. Cada vez más gente vive en las ciudades porque piensa que allí encontrara mejores oportunidades.                                                       Muchas veces la desigualdad queda determinada por tu residencia, ya que no toda la sociedad ofrece la misma calidad de vida.

Es en este contexto de malestar que aparece la apuesta por liderazgos que desafían todo lo relacionado con los criterios políticos e institucionales establecidos.                                                                                                            En Uruguay, el rebrote de la violencia urbana ha empujado a figuras que no pertenecen a la clase política y empresarial a lanzarse como candidatos.                                                                                                                              Esto se observa en líderes que se muestran exitosos en sus trayectorias empresariales ya que pueden autofinanciar sus campañas y gastos políticos. Este fue uno de los principales factores que ayudo a Trump a ganar. Y también ayudó a Jair Bolsonaro a ganar la presidencia de Brasil. Bolsonaro conto un gasto reducido y apeló exitosamente a una campaña no tradicional por WhatsApp y Twitter y con ello logró derrotar a los partidos clásicos de izquierda y derecha.                                                                                         Este tipo de figuras captan el descontento social y la creciente sensación de retroceso económico.

Todo este contexto de inestabilidad y desencanto, lleva a una retracción a ámbitos locales y familiares, en busca de refugio y protección.  La vuelta a lo local como reacción a una globalización que parece fuera de control y que afecta, además de la calidad de vida, a las identidades y estilos de vida.                                               El miedo a cambios que amenazan cambiar para peor la vida cotidiana de las personas aparece como el motor para el rechazo de la política, y los políticos tradicionales. 

El rechazo a las condiciones materiales generadas por los sectores tradicionales de la política, llevaron al voto por candidatos antisistema.  Y estos se caracterizaron por llevar adelante un discurso claramente contrario a los consenso e instituciones democráticas: los candidatos presionan sobre los guardarails de la democracia bajo el discurso de que el sistema es disfuncional e insensible a las necesidades de los ciudadanos.

La democracia permite el cambio del poder sin la violencia que era habitual en los regímenes antiguos. Sin embargo, las democracias contemporáneas padecen hoy las tensiones generadas por una serie de factores: en primer lugar, el crecimiento de la desigualdad conviviendo con crecimiento económico en el marco de una urbanización creciente en la vida de las personas.                                                                                                            A esto debe sumarse el envejecimiento demográfico que afecta la economía y la expansión de la esperanza de vida que genera un mayor stress en el sistema previsional. También la inmigración facilita reacciones xenófobas y extremas, con sus respectivas manifestaciones políticas.                                                                                                 En segundo lugar, emergen demandas de nueva generación de sectores sociales que han accedido a educación superior, pero no se ha traducido en mayor bienestar, la amenaza de vivir peor que la generación anterior es clara.                                                                                                                                                         Por último, la amplificación de las redes sociales que condiciona y fragiliza los procesos políticos al hacerlos más visibles y menos controlables. Nuevas formas de interacción económica dificultan el establecimiento de un criterio para saber que es verdad y que es mentira, aumentando la llegada de las denominadas “fake news”.

Schedler - Partidos antiestablishment                                                                                                                Desde mediado de los años ochenta han ingresado al ámbito político numerosos partidos antiestablishment. Descritos a menudo como extremistas, esos nuevos partidos de confrontación pintan imágenes vividas y multicolores del fracaso político. Acusan a los partidos establecidos de formar un cartel excluyente, indiferente e irresponsable, y describen gráficamente a los funcionarios públicos como una clase homogénea de villanos perezosos, incompetentes, que se autoenriquecen y están impulsados por el poder. 

Los partidos de antiestablishment político comparten el resentimiento populista hacia el establishment, la elite y el “bloque de poder”. Aunque esta similitud es solo superficial. Los actores antiestablishment político declaran la guerra a la clase política, en cambio los ataques populistas están dirigidos a la elite económica. 

Los partidos antiestablishment ordenan al mundo político de una manera particular. Trazan un espacio triangular simbólico mediante la construcción de tres actores y de las relaciones entre ellos: la clase política, el pueblo y ellos mismos.                                                                                                                                                1) el primero representa al villano malvado, el segundo a la víctima inocente y el tercero al héroe redentor.  Los actores antiestablishment político construyen las dos relaciones de conflicto: por una parte, la división entre el establishment político y el pueblo y, por otra, la oposición entre los primeros y ellos mismos.

Los partidos antiestablishment político describen un conflicto en específico como la división fundamental de la sociedad: el conflicto entre los gobernados y los gobernantes. Los funcionarios públicos forman una coalición antipopular; han degenerado en una “clase política”. Los actores antiestablishment hacen tres suposiciones básicas: todos los políticos son iguales, son irracionales y son poderosos.

La política moderna funciona sobre la base del “código binario” gobierno versus oposición. Los actores antipolíticos afirman que ese código no tiene sentido ya que las diferencias existentes entre gobierno y partidos de oposición son simplemente irrelevantes. La ecuación antipolítica central es gobierno = oposición. El clavo que los partidos antiestablishment quieren remachar es muy simple: las diferencias entre los partidos tradicionales son meros fenómenos de superficie. En realidad, los viejos partidos no compiten, están coludidos. Forman un cartel cerrado que enfrenta soplo a una fuerza importante de oposición.

Los actores antiestablishment político reclaman que las personas que están a cargo de la toma de decisiones políticas no son las adecuadas. Podemos distinguir tres tipos de críticas que los actores antiestablishment político pueden formular contra los funcionarios públicos.                                                           Primero está la acusación de irracionalidad cognitivo-instrumental. Muchos partidos antiestablishment político acusan a sus adversarios de incompetencia. Afirman que los políticos profesionales actúan de todas maneras menos profesionalmente. Carentes no solo de pericia sino de sentido común. Ni siquiera están a la altura de los criterios de racionalidad de los aficionados. Ni siquiera entienden cosas tan simples como el capitalismo. Están atrapados en un estado de ignorancia irreparable que contrasta pintorescamente con la estrecha cercanía de la que goza el actor antiestablishment político respecto a las fuentes de la sabiduría popular eterna.                                                                                                                                                                Segundo, los actores antiestablishment político ponen en duda las credenciales normativas de los que toman decisiones públicas. Polemizan contra la traición, la corrupción, la injusticia y el autoenriquecimiento. Según ellos, los funcionarios públicos emplean la mayor parte de su tiempo de trabajo “vendiendo” a la gente y lo único que les interesa es promover sus propios intereses egoístas. Los ataques morales suelen coincidir con la convicción antipolítica de que la política en general representa una actividad “sucia”, un “espacio social contaminado”.                                                                                                                                          La tercera acusación es de la irracionalidad de expresión. las acusaciones de insinceridad. Típicamente exponen un punto de vista cínico y teatral de la política que, percibe una gran brecha, y en realidad una contradicción fundamental, entre la parte frontal del escenario público de la política y las bambalinas invisibles. Mientas que la parte frontal del escenario es solo una realidad aparente, un mundo de fachadas, las bambalinas representan el auténtico locus de la política. los funcionarios públicos hablan amablemente mientras el público esté sentado y atento, para llegar a negociaciones sucias después de que ha caído el telón. Los políticos son simples actores de televisión cuyas palabras no valen nada; tienen dos rostros y emplean dobles estándares, ya así sucesivamente.                                                                                                                                   

Los actores antiestablishment político rara vez se molestan en especificar las bases empíricas que podrían justificar sus acusaciones al supuestamente incompetente, inmoral e insincero establishment político. Sus ataques se basan en generalizaciones excesivas y sistemáticas.  

Se podría decir que la división entre gobernantes y gobernados ha representado la línea básica de conflicto político. El rasgo interesante del antiestablishment político es que se desplieguen en condiciones democráticas. Estamos hablando de movimientos electorales en organizaciones políticas que comúnmente se clasifican como democrático-liberales. Los partidos antiestablishment político adoptan retoricas que son sorprendentemente similares a las de los movimientos antiautoritarios. Redefinen los regímenes democráticos existentes como autoritarios. 

Los discursos antiestablishment político suelen difundir el código moral, lo bueno versus lo malo, contraponen una sociedad civil buena a una política mala. Pintan cuadros de sociedades jerárquicas a la antigua; sociedades precapitalistas con bajos niveles de diferenciación funcional entre política y otras esferas sociales, sociedades predemocráticas en las que la clase política es la clase gobernante y la política un sistema de dominación patente. 

Los partidos antiestablishment son outsiders, extraños a la política. ellos se describen, y son percibidos por el público general, como actuando fuera del sistema de partidos. Por razones de lógica, no pueden lanzar sus campañas antipartido, antiélite, antiestado, antipolítica desde dentro del establishment político. Los aspirantes a candidatos primero han de conquistar sus credenciales antiestablishment político. Tiene que construir una identidad antipolítica, una imagen de extremidad y antagonismo frente a la élite política.                    Las estrategias simbólicas que los actores pueden escoger son bastante elementales, solo unos cuantos mecanismos simples.

La mayoría de los partidos antiestablishment son partidos nuevos. El atributo de la novedad brinda el punto de partida lógico para los ataques al establishment político y sus rutinas. Los actores aparentemente nuevos e inocentes están en una posición claramente privilegiada para formular condenas antiestablishment, así como promesas de cambio. En la mayoría de los casos los actores del antiestablishment explotan el aura de la novedad, los encantos de lo desconocido y de lo no intentado, de lo no agotado y lo no contaminado. En muchos de los casos la novedad del antipolítico tiene que ver con un manejo de la percepción que con hechos incontestables. Pocos de los recién llegados al antiestablishment político son legos sin experiencia política profesional previa que construyen nuevos partidos desde cero. Muchos han salido de algún partido establecido; otros empiezan su ascenso meteórico a la prominencia nacional desde provincia; otros conquistan el liderazgo de sus partidos desde los márgenes redefinido después de la identidad del partido. Hasta los profesionales políticos bien establecidos pueden ser capaces de surcar la ola antipolítica.                                                                                                                                La pequeñez y la marginalidad pueden servir de equivalentes funcionales de la novedad. Como norma, los partidos antiestablishment son partidos pequeños, porque la pequeñez denota inocencia.

No todos los recién llegados siguen tocando cuerdas antipolíticas. Muchos de ellos hacen lo que se supone que deben hacer según la teoría económica de la democracia. Identifican espacios en los mercados y tratan de ocuparlos. No se perfilan como antipartidos, sino que se comportan como agentes complementarios sin la pretensión de sustituir al establishment político. Solo intentan introducir algunos temas o ideologías adicionales en el mercado político.                                                                                                                                         Muchos de los nuevos partidos son outsiders, al menos al principio. Pero mientras los recién llegados complementarios tratan de entrar en el juego, los recién llegados antipolíticos están contentos de quedarse afuera abucheando desde las vallas.

Los actores antiestablishment político no solo anuncian imágenes de neutralidad política. No pretenden simplemente ocupar posiciones no políticas o apolíticas. No solo están afuera, están contra el establishment político. Es por esto que tienden a desplegar estilos de oposición agresivos. Su retórica, expresada en metáforas de lucha y guerra, es dura e inflexible. Ataques poco diplomáticos, la aspereza del lenguaje popular, el insulto etc. son elementos comunes en los discursos antiestablishment político. 

Los discursos antiestablishment políticos ponen en tela de juicio la distinción convencional entre adversarios políticos y enemigos políticos. Los actores antiestablishment no admiten la violencia contra otros partidos; no los combaten con armas. Pero tampoco los reconocen, sino que expresan una antipatía de principio por sus competidores, manteniendo su distancia y rechazando tanto el pacto como la cooperación. Lo cierto es que los actores antiestablishment político se debaten por ser diferentes. Cuando la política establecida parece demasiado estridente y conflictiva, los candidatos antiestablishment pueden optar por un estilo de política contrastante, expresando su caso polémico de maneras sumamente restringidas, en tonos tranquilos, serenos y emotivos.

A los actores antiestablishment les gusta describirse como víctimas sometidas a agresiones similares a las que reciben los ciudadanos normales procedentes de la élite política. El establishment político conspira para destruirlos. El actor antiestablishment político como desvalido, mártir e inocente perseguido. Por una parte, este discurso conmovedor puede reflejar situaciones reales de exclusión, aunque de un modo sumamente dramatizado y tergiversado. Las elites políticas suelen responder a los ataques de los antipolíticos con una hostilidad simétrica. Por lo tanto, muy a menudo los partidos antiestablishment acaban siendo en efecto desterrados del sistema de partidos. Sin embargo, el discurso lacrimoso de sufrimiento cumple muchas funciones autoprovechosas. Además, brindan una explicación fácil en caso de que no consigan atraer votos: las élites no solo manipulan a la gente, sino que también eliminan todas las alternativas nacientes.

Según Hans George Soeffner, el populismo y el carisma representan principios antitéticos. Los populistas son hombres simples, camaleones que se adaptan a su medio; las figuras carismáticas son líderes, héroes que se alzan por encima de su entorno. El populista se dirige a un público; la personalidad carismática genera seguidores. El populismo esta incrustado en la vida cotidiana y defiende la continuidad del status quo; el carisma apunta a trascender la vida cotidiana y promete cambio. No obstante, los paridos antiestablishment sintetizan efectivamente esos estilos puestos de política cuando ponen en escena el populismo carismático. Es necesario subrayar tres puntos.                                                                                             Primero, los actores antiestablishment se presentan a sí mismos como agentes del cambio, los motores de la reforma; son los últimos héroes de la acción. Su afirmación antipolítica de que la política está en la raíz de todos los males sociales, les proporciona a los partidos antiestablishment un “punto de Arquímedes” para la intervención política. abre la posibilidad de un cambio voluntarista de largo alcance y de este modo ofrece esperanza y a veces hasta la redención.                                                                                                                  Segundo, los actores antiestablishment comparten plenamente el desprecio de los populistas por la intermediación política. los partidos antiestablishment político suelen describirse como movimientos y no como partidos, tienden a formar casos extremos de “partidos personalistas” de organizaciones de liderazgo con bajos niveles de diferenciación interna.                                                                                      Tercero, algunos actores antiestablishment toman “medidas para generar confianza” que ya son comunes en la política normal, llevándolas a nuevos extremos. La no política simbólica. Los discursos antiestablishment político suelen violar los códigos del lenguaje político a través de la trasgresión de normas de cortesía y auto control, o introduciendo elementos del habla coloquial como dialecto. Entonces algunos actores antiestablishment tratan de exhibir virtudes prepolíticas como la fuerza y el valor, las cualidades arcaicas de gobernante premoderno, haciendo deportes que se asocian al elitismo, al individualismo y al alto riesgo. Muchos de los actores antiestablishment huyen del mundo político para invadir ámbitos no políticos, sobre todo campos de la cultura y el espectáculo. 

El eje de la izquierda-derecha y el eje antipolítico representan dimensiones independientes y transversales. Los actores antiestablishment vacilan en posiciones en la continua izquierda-derecha al que tienden a desechar por anacrónico. A pesar de todo, muchos de ellos ocupan posiciones claras y visibles. Y los que no, tarde o temprano se ven obligados por la dinámica de la competencia de los partidos a definirse en esos términos tradicionales.                                                                                                                                                                                   No obstante, no deberíamos pasar por alto el hecho de que los actores antiestablishment muestran una clara “afinidad electiva” con los partidos de la derecha. Los discursos antiestablishment se concentran en temas del sistema político, ignorando, muchas veces los conflictos extrapolíticos. Se podría decir incluso que, después de la caída del socialismo real, la política antiestablishment está cristalizando como la nueva ideología de la derecha. 

Los partidos antiestablishment se enfrentan no a uno sino a dos problemas de identidad clave: 1) dejar en claro que no pertenece ni al establishment ni al campo de las fuerzas antidemocráticas, y 2) hacer creíble que se oponen a la élite política, pero solo a la élite política y no al sistema liberal democrático.   

Normalmente se piensa en la oposición política en términos binarios, contraponiendo dos grupos de jugadores, los que aceptan las reglas democráticas del juego y los que no. Es así como se llenan los espacios entre los dos polos de la oposición con uno intermedio.                                                                               Podríamos llamarlos semileales a los actores que caminan sobre campos minados entre la oposición normal y la antidemocrática. La semilealtad se define por las actitudes que los actores asumen hacia las fuerzas de posición desleales. Los partidos semileales están dispuestos a alentar, tolerar, encubrir, excusar o justificar la violencia ilegitima, sobre todo cuando la comenten extremistas que están de su lado.                                          Los partidos antiestablishment no son necesariamente semileales. A pesar de todo, también podemos tratarlos como subcasos de semilealtad. No encajan en el par convencional de casilleros. No son clasificables ni como actores leales ni como desleales. Por un lado, la oposición antiestablishment es más que la oposición normal en la medida en que centra sus ataques no es los gobiernos titulares sino en todos los partidos, del gobierno y de la oposición por igual. Por otro lado, la oposición antiestablishment es menos que la oposición fundamental porque lanza sus ataques sobre principios democráticos. Los actores antiestablishment declaran aceptar las reglas básicas del juego constitucional. Según ellos no es antisistema sino dentro del sistema.

Hoy en día los discursos antidemocráticos han perdido tanto su legitimidad como su atractivo; en ciertos países la agitación antidemocrática está prohibida o restringida por la ley. Por lo tanto, es de esperar que actores antidemocráticos que actúan de manera racional no pondrán de manifiesto sus preferencias subversivas. Al contrario, envolverán sus ataques antidemocráticos en un atuendo democrático. Todos los actores contemporáneos semileales despertaran la sospecha de que sus juramentos democráticos de lealtad son insinceros, únicamente mecanismos estratégicos para atraer a electores y distraer a los agentes legales.                      

Los actores antiestablishment pueden solo pasar por una serie limitada de trayectorias. La flecha con dos puntas. Estos pueden cambiar de naturaleza virando hacia la derecha, al lado antidemocrático o hacia la izquierda, al lado de la política de la corriente principal. En caso de que singan siendo fieles a su identidad antipolítica su destino puede variar. Si tienen suerte, sobreviven; si no, desaparecen.                                                        La desaparición es el punto final más probable. Son partidos destello, pueden entrar en la carrera presidencial, llegar a altos puntajes en las votaciones nacionales y desaparecer como estrellas fugaces,                                                            por el contrario, institucionalizar un nuevo partido es una tarea ardua e institucionalizar un partido antipolítico es aún más difícil. Muchos han conseguido institucionalizarse, es decir que han logrado presentar candidatos en más de tres elecciones nacionales consecutivas.                                                                                                                                                                                                            Estos partidos pueden saltar al poder, pueden ganar las elecciones presidenciales, pueden unirse o hasta dirigir coaliciones gubernamentales.                                                                                                                                 Primero, los actores antiestablishment en el poder pueden hacer simplemente lo mismo que los demás. Se pueden involucrar en una política rutinaria más o menos innovadora.                                                                      Segundo, los partidos antiestablishment político pueden asumir posturas antidemocráticas. Una vez en el poder, pueden tratar de destruir el sistema.                                                                                                                              Tercero, los actores del antiestablishment político pueden tratar de mantener su discurso original aun después de asumir.                                                                                                                                                                                            En un extremo, los partidos antiestablishment pueden pasar como estrellas fugaces que llegan y mueren sin dejar huellas duraderas. En el otro extremo, pueden funcionar como rompedores que dejan el sistema democrático en ruinas. Sin embargo, los partidos antiestablishment tienden a asumir el papel multifacético de sacudidores que redefinen la agencia política, revitalizan la competencia entre los partidos, o bien actúan como agentes para desalinear el sistema de partidos. 

Tula - Partidos políticos y equidad de género                                                                                                          Las normas que imponen cuotas de género en la confección de boletas electorales constituyen uno de los procedimientos más usuales y conocidos para superar los problemas de la escasa participación de las mujeres en los órganos representativos del gobierno.                                                                                                                                                  Estas leyes especifican niveles mínimos o máximos de representación para cada sexo en las listas partidarias y ofrecen un mecanismo institucional para corregir gradualmente el desequilibrio existente entre hombres y mujeres que se dedican a la política.                                                                                         Este mecanismo ha demostrado ser la estrategia más efectiva para el acceso de las mujeres a los cargos electivos, ya que obliga a todos los partidos políticos a incluir mujeres en sus listas. Sin embargo, no garantizan estrictamente el acceso de las mujeres a los cargos representativos sino solo a su inclusión en las listas partidarias. Se las considera oportunidades institucionales cuyo éxito depende de las condiciones de los contextos sociopolíticos en los cuales esta se inserta. Así, es posible identificar tres tipos de condicionamientos para la aplicabilidad de las leyes de cuotas: a) la cultura política. b) los textos de las leyes de cuotas y su contenidos y c) los sistemas electorales. 

La cultura política está vinculada a valores, creencias, estereotipos, costumbres, intereses, actitudes, lealtades, prácticas políticas y dinámicas electorales. Los estudios sobre cultura política enfatizan una mirada sobre el mundo de los sujetos participantes de la política donde se construyen modelos de orden y de posicionamientos frente al poder que dan por resultado criterios de inclusión y de exclusión. Esta limitación se deriva de las pautas patriarcales que persisten en los partidos políticos y, de las actitudes políticas de los electores.

En la cultura política latinoamericana perduran rasgos patriarcales que inciden negativamente en la efectividad de las cuotas de género.                                                                                                                                                                                     Los procesos de selección de candidatos adoptados por los partidos se orientan por la búsqueda del mejor desempeño electoral y esto tiende a perjudicar a las mujeres en la medida en que su arribo más tardío a la escena política afecta negativamente en forma diversa su popularidad y legitimidad.                                                     Además, una práctica muy común es que, al poco tiempo de ser electas, las mujeres renuncian a sus cargos para que accedan en su lugar reemplazantes o suplentes hombres.

Los textos que presentan las leyes de cuotas en los diferentes países y también dentro de un mismo país, producen efectos diferenciados sobre el acceso de las mujeres a los cargos de representación. Una mirada a los contenidos de los textos dará una aproximación al grado de compromiso adoptadas por las élites políticas.      

Estas normas muchas veces tienen un carácter propositivo, o adoptan la forma de una recomendación constitucional; sin embrago, la obligatoriedad de la ley que prevé sanciones frente a su incumplimiento, es con las condiciones legalmente exigidas.                                                                                                                                                          Otro elemento clave para su efectividad es que la legislación contenga un mandato de posiciones, es decir, que establezca lugares en la lista para ser ocupados por las mujeres. En muchos países estas normas presentan un vacío legal ya que no contienen un mandato de posición preciso ni instituyen un orden para garantizar una representación equilibrada de ambos sexos en las listas

En argentina, la ley de cuotas que rige desde 1991 incluye la cláusula de expectabilidad. Esta norma establece que un mínimo de 30% de los candidatos de las listas deben ser mujeres y deben estar ubicadas en lugares onde puedan resultar electas. Posteriormente se fueron precisando los criterios de su aplicabilidad a través de tres decretos reglamentarios. El decreto 1246/00 establece que cada tres candidatos uno como mínimo debe ser mujer del primer lugar de la boleta.

En síntesis, para que los textos normativos de las leyes de cuotas sean eficaces a la hora de garantizas no solo la participación de las mujeres como candidatas sino también su elección como representantes deben mencionar explícitamente: a) el reconocimiento de la ley de cuotas como de orden público, b) la obligatoriedad de la norma para todos los partidos políticos, frentes y alianzas, c) un mandato de posición preciso, d) la ubicación de las mujeres en lugares expectables y/o salidores, e) cuotas con altos porcentajes, f) el mecanismo de sucesión previsto en casos de fallecimiento, muerte, renuncia y/o reemplazos de las mujeres titulares que ocupan cargos representativos y g) el tipo de sanción para hacer frente a su incumplimiento.

Los sistemas electorales operan dentro de un complejo entramado en el que intervienen distintos factores tales como los clivajes, el arraigo de los partidos políticos en la sociedad, el sistema partidario, las tradiciones culturales y el comportamiento electoral de la ciudadanía. Si bien los sistemas electorales producen los mismos efectos, estos pueden ser eclipsados, anulados o compensados por cambios en uno o varios de los factores anteriormente mencionados.

Todo sistema electoral presenta una serie de propiedades o elementos constitutivos que pueden resumirse en: el distrito electoral, la fórmula electoral, la barrera legal y la estructura de la boleta de votación. Según el modo en que se combinen, los sistemas electorales impactaran de modo diferente en los órganos legislativos al definir una representación política de tipo mayoritaria o proporcional. Sin embargo, no todos inciden directamente en la aplicabilidad de las cuotas. Solo el distrito electoral y la estructura de la boleta de votación afectan su efectividad.

Se entiende por magnitud de distrito al número de bancas que se eligen en un determinado territorio. Puede ser: nacional, provincial, departamental, municipal o seccional. Según su tamaño se puede clasificar en uninominales o plurinominales. Los primeros eligen un solo representante y en ellos solo es posible aplicar el principio de decisión por mayoría. En los segundos se pueden elegir dos o más candidatos por circunscripción. Según Nohlen, los distritos plurinominales se clasifican en pequeños (dos o cinco representantes), medianos (seis y diez) y grandes (más de 10). Cuanto más grande se la magnitud del distrito, mayor es la probabilidad de incluir candidatas mujeres y, en consecuencia, mayores probabilidades de que resulten electas. En contraposición, las circunscripciones más pequeñas tienden a limitar la efectividad de las cuotas, ya que los partidos políticos suelen obtener entre uno o dos escaños en una misma circunscripción. Es así como los primeros lugares de la boleta son ocupados por hombres, estos son los únicos que tienen posibilidades reales de acceder a las bancas.

La estructura de la boleta de votación hace referencia a la existencia o no de diferentes posibilidades en manos del elector de expresar su preferencia entre diversos partidos políticos o postulantes, determinando la presencia de listas cerradas y bloqueadas, cerradas y desbloqueadas o listas abiertas. 

El formato de la lista no ejerce una influencia directa sobre la representación legislativa como si lo hace la magnitud de distrito, la forma electoral y la barrera legal. Su análisis es importante puesto que la estructura de la boleta incide en el vínculo elector-candidato y entre este y su partido.

Se denomina cerrada y bloqueada cuando no hay posibilidades de modificar la boleta electoral y debe respetarse la decisión partidaria en el proceso de selección de candidaturas como el orden adjudicado a estas. Cuando la lista es cerrada y desbloqueada se admite una movilidad de tipo vertical, al poder alterarse el orden de los integrantes de una misma boleta partidaria. Y la lisa abierta, también autoriza a los ciudadanos a no solo modificar el orden sino también incorporar candidatos de otros partidos políticos. la movilidad vertical admite, a su vez, dos manifestaciones de empleo: positivas y negativas, que asemejan un sistema de premios y castigos dirigidos de manera individual a los integrantes de una lita partidaria. Tanto una lista cerrada y desbloqueada como una abierta producen una competencia electoral que se desarrolla en dos planos: el externo (competencia interpartidaria) que determina cuantas bancas obtiene cada partido político, y el interno (competencia intrapartidaria) que define quienes ocuparan los escaños ganados por cada agrupación.

La lista cerrada y bloqueada tiene un impacto positivo en la efectividad de las cuotas en tanto que impide la alteración posterior del orden de los candidatos, evitando que se anule el mandato de posición preestablecidos por la ley de cuotas. A la inversa, en los lugares donde se aplican las listas abiertas o las listas desbloqueadas, el voto preferencial actúa alterando el orden original de la boleta partidaria y puede anular los efectos del mandato de posición.

En general el desbloqueo de las boletas rompe con los acuerdos o equilibrios que se intentan preservar en el ámbito político institucional mediante leyes.

La combinación de los distritos plurinominales grandes con listas cerradas y bloqueadas favorece el acceso de las mujeres en los órganos representativos por tres razones: primero, porque según el desempeño electoral de los partidos políticos, estos pueden ocupar más bancas a diferencia de lo que ocurre en los distrito medianos y pequeños donde tienen más posibilidades los partidos mayoritarios; segundo, porque al haber más bancas en juego, el acceso de las mujeres no depende de que estas solo ocupen los primeros lugares de la lista, sino que puede haber una distribución equitativa entre hombre y mujeres, tercero, porque neutraliza el efecto de los legisladores incumbentes que son exitosos en su propio distrito.

En la mayoría de las democracias, los sistemas electorales incorporan el tipo de lista cerrada y bloqueada. Sin embargo, el escaso número de países con listas abiertas o cerradas y desbloqueadas han dado lugar a poner en duda la validez de extrapolar las conclusiones de un sistema a otro.

A fin de evaluar el impacto que tiene el formato de la lista en la participación de hombres y mujeres en las legislaturas, se han realizado tres tipos de análisis comparativos. El primero consiste en contrastar los resultados de elecciones con los distintos tipos de listas en un mismo país, con el objeto de elucidar si alguno de ellos resulta más favorable a las mujeres que los otros.                                                                                                                              El segundo tipo de análisis comparativo trata de estudiar los resultados de lecciones en distintos países o distritos donde se utilizan sistemas electorales semejantes, a fin de indagar sus efectos bajo diversas condiciones sociopolíticas, instituciones culturales, etc.                                                                                                                          Por último. El tercer tipo de análisis comparativo corresponde a un estudio de caso, en la medida que coteja las chances y el éxito electoral de hombre y mujeres, en una misma elección en un mismo distrito. Este camino permite sacar conclusiones, particularmente en sistemas con listas desbloqueadas, sobre la orientación de las preferencias del electorado en relación al género de los candidatos. También permite calcular la preferencia de los candidatos hacia uno u otro sexo, pero no da lugar a deducciones sobre el efecto positivo del tipo de lista para el acceso a las cámaras en términos de género. En una elección con voto preferencial indica un mayor éxito electoral relativo de las primeras comparadas con los segundos.

Scott y Pérez - Enclave de género                                                                                                                                              Se entiende por política a la actividad que regula el conflicto inherente a las sociedades. En este sentido una de las desigualdades que genera varias tensiones sociales es la cuestión del género.

Para comprender porqué la cuestión de género produce desigualdad es necesario hablar del patriarcado entendiéndolo como el conjunto de ideas, valores y creencias que estructuran a la sociedad y que tiene como principio la sexualización de la misma con una posterior jerarquización. La modernidad nos obliga a dividir a las personas en un orden binario para luego, ordenarlas en una escala de subordinación. En el caso del patriarcado, se ponderan los atributos de los hombres en detrimento de los de las mujeres.                          Cuando hablamos de atributos nos referimos a las características que se adjudican a cada persona según su genitalidad y que dan origen a lo denominado estereotipos de género, definidos como un conjunto de creencias compartidas socialmente acerca de las características que poseen varones y mujeres, que se aplican de modo generalizado a todos los miembros de uno de esos grupos.

Estos estereotipos se ordenan jerárquicamente posicionando a la mujer en una situación de inferioridad que, supone una relación desigual de poderes que genera conflicto y allí es donde ingresa la política. Hay que aclarar que existe una gama de géneros no binarios que rompen la estructura social. El sexo biológico hace referencia a aspectos físicos objetivamente mensurables. La concepción del género constituye una construcción social y cultural binaria, comúnmente asociada al sexo biológico.                                                                      Entendemos identidad de género como la vivencia del género tal como cada persona la siente, por lo que puede corresponder o no con el sexo con el que nació. La expresión de género se vincula con como mostramos nuestro género al mundo. 

Para comprender y abarcar críticamente las leyes de cuotas es necesario identificar el lugar de la mujer en la sociedad y en la política sin perder de vista el hecho de que los estereotipos son construcciones sociales.  

¿Por qué es necesario una ley que regule el acceso de las mujeres a los cargos electivos? Fue necesario, como con toda política publiva, que la cuestión del cupo femenino ingresase primero en agenda y antes de ello, que la situación fuera socialmente problematizada.                                                                                                                                      En nuestro país, las mujeres se constituyeron como personas con derechos civiles recién hacía el año 1926 por medio de la ley 11357. A partir de entonces pudieron tener los mismos derechos que los varones sobre sus hijos y sus propiedades y las mismas libertades sobre el ejercicio de la profesión y la administración del dinero sin la autorización marital.                                                                                                                                                               El primer movimiento denominado “feminismo iluminado sufragista” se extiende desde la ilustración hasta el fin de la segunda guerra mundial y coincide con los procesos de configuración de los estados nacionales y las revoluciones independentistas, procesos en los cuales los varones son incorporados en la arena política como sujetos y a partir de los cuales, las voces de las mujeres empiezan a reclamar por la igualdad en la participación política.                                                                                                                                                                      Una exponente local de esta ola fue Virginia Bolten quien lideraba el movimiento feminista sindical alrededor el periódico La voz de la mujer cuyo lema era “ni Dios, ni patron, ni marido”.                                                                   El segundo momento llamado movimiento llamado “movimiento de liberación de la mujer” se extendió desde los años 60’s hasta fines de los 80’s; comprendido por el fin de las guerras mundiales, las revoluciones nacionales y la guerra fría se caracteriza por las demandas de igualdad civil, derechos laborales, sexuales y reproductivos. Es durante esta ola que surge la teoría de género y una basta bibliografía desarrollada en función de la deconstrucción de la lógica binaria. En 1953 Simone de Beauvoir publica “el segundo sexo” el cual introduce la lectura de la realidad en clave de estructura patriarcal.                                                                                     El tercer momento, llamado “feminismo contemporáneo” comienza con el fin de la guerra fría y los procesos de transición a las democracias extendiéndose hasta la actualidad, y se caracteriza por profundizar aquellas demandas de otrora e incorporar a otros colectivos como la transexualidad, el antiracismo, el ecofeminismo y la teoría queer buscando deconstruir la noción del género como de relación unívoca para con la mujer.

Una de las exponentes contemporáneas es Rita Segato, quién introduce el concepto de la pedagogía de la crueldad, dónde postula qué, en la historia de la humanidad, coexisten dos proyectos opuestos: el de las cosas, que induce al individualismo, y el de los vínculos, que produce comunidades. En nuestra contemporaneidad colonial participamos de ambos mundos, pero existe una tendencia a nivel mundial de apropiación del mundo de las cosas por sobre las personas. La relación que se establece para con los otros, es a partir de una vinculación similar a la de un objeto, sin empatía. De eta manera, los cuerpos de las mujeres se configuran como territorios en disputa, sobre los cuales, los varones ejercen su poder a partir de la violencia física directa o a través de violaciones colectivas.                                                                                                                  Para Segato, la manera de poder superar estás prácticas sociales de violencia contra las mujeres, es a partir de la conformación de vínculos entre las mujeres, generando una domesticación de lo político.

La construcción de la mujer como sujeto político es un acto que interpela al patriarcado en su totalidad poniendo en cuestión aquellos sistemas de valores y que creencias que otorgan al varón un lugar preferencial en la sociedad. Un ejemplo de ello, fueron necesarias leyes que habiliten a las mujeres a emitir el voto y que previa dicha sanción, la mitad de la sociedad no participaba en debates públicos.

Un aspecto que no debemos perder de vista en la búsqueda de la igualdad en la participación en la política, es aquel que comprende a las legislaciones que tienden a garantizar dicha participación. Las leyes de cupo son el resultado de aquellas luchas en la especificidad de la espera política y su objetivo es regular la participación de la mujer en la repartija de bancas.                                                                                                                                             Ahora bien, ¿por qué son necesarias? Por una cuestión filosófica: la naturalización del patriarcado como Sista de valores produjo que el acceso de la mujer a los roles de autoridad se vea limitado por los estereotipos de género. La política es concebida como un espacio propio del varón y ello repercute sobre las mujeres que buscan abrirse paso en la contienda electoral. La negativa al debate de las leyes de cupo apelaba a la idea del mérito y las capacidades individuales: “si las mujeres no han llegado a ocupar cargos, es porque no están lo suficientemente preparadas para competir y ganar”. Estos argumentos olvidan que para poder acceder a cualquier espacio se necesitan derechos que garanticen la igualdad de condiciones a la hora de competir y esto no sucede.                                                                                                                                                                             En sefuneo lugar, las leyes de cupo son necesarias por una cuestión representativa: luego de las revoluciones norteamericana y francesa, los estados nacientes optaron por las democracias representativas, cuyo principio consiste en la elección de los funcionarios públicos por parte de la ciudadanía a fin de incorporar los intereses y necesidades del pueblo al proceso de la toma de decisiones.                                                                                                            En términos generales, la sociedad está compuesta por un 50% mujeres y un 50% varones. Previa sanción de las leyes de cupo no había mujeres que formarán parte de las estructuras de gobierno. La experiencia nos demuestra que solo con ingreso de las mujeres en estos espacios, se lograr incorporar en engendra asuntos que las implicaran y/o tuvieran en cuenta.                                                                                                                               Line Bareiro sostiene que: “las mujeres y los hombres deben estar reflejadors en el mosaico del poder como espejo de la estructura y composición de la sociedad, para construir la democracia paritaria e intercultural. Porque la demacracia sin materialidad de derechos de todas las personas no es democracia”.                               América Latina ha sido pionera en lo que a sanción de leyes de cupo se refiere y, también la región bque mayor índice de participación política de mujeres presenta. Al mismo tiempo, a nivel mundial, es una de las zonas que mayor desigualdad social y mayor tasa de femicidios tiene.

En 2017 fue aprobada en el congreso la ley de paridad nacional. Quiere decir que a partir de las siguientes elecciones las listas legislativas deberán estar compuestas en un 50% por mujeres y en un 50% por varones de manera intercalada y sucesiva.                                                                                                                                                   ¿Esto significa que la cuestión representativa quedó saldada? No, por un lado, porque la sanción de una ley no es garantía de su buena implementación y por otro, hay algunas cuestiones técnicas a tener en cuenta.                Las leyes no operan en el vacío, sino que consisten en una variable más a tener en cuenta a la hora de analizar el entramado social. Nuestro sistema de partidos es multipartidista y por lo tanto hay más de dos partidos con posibilidades de obtener bancas. Es por ello que Gerardo Scherlis sostiene que “una buena implementación de la ley de paridad no garantiza su real cristalización de n la cantidad de bancas” y además es necesario ampliar la capacidad de resoues en términos ideológicos: sumado a la multiplicación de los espacios con participación de mujeres, es necesaria la introducción no binaria ni jerárquica a la hora de pensar las políticas públicas, la distribución de cargos, el armado de listas, etc.

El logro de la igualdad y equidad política en democracia no concluye en sanción y la efectiva implementación de la cuota o paridad electoral, sino que, es necesario un análisis más profundo que garantice la no discriminación y contexto institucionales libres de violencia contra las mujeres en todos los niveles y espacios de la vida política. Debemos reconocer a la violencia política contra la mujer como una práctica social aceptada en invisibilizada.

La violencia contra las mujeres es una expresión más de la violencia de género, restringiendo el pleno goce de los derechos humanos de las mujeres. Ejercer violencia contra las mujeres en el ámbito político supone no reconocerlas como sujetos. Es por ello que es necesario acompañar los avances en materia normativa-electoral con estrategias como abogado por el cumplimiento de las normas preexistentes en materia de violencia de género y derechos políticos de las mujeres y 2) diseñar nuevos marcos normativos que otorguen visibilidad y relevancia a esta problemática a través de la adopción de una ley específica y/o su incorporación en la ley integral de violencia de género. 

Archenti y Albaine afirmar que la lógica de esta práctica social de violencia política contra las mujeres tiene como objetivo específico expulsarlos del espacio político electoral. Segato advierte que se intenta preservar el status quo establecido a través de un reclamo violento destinados no ceder ciertos espacios de poder tradicionalmente reservados para varones.           

La desigualdad historia ejercida sobre las mujeres requiere del compromiso de actores clave en el entramado político y social. Es necesario preguntarnos quienes ejercen este tipo de violencia y hablar de contextos donde se reproduce este tipo de violencia como los organismos electorales, los movimientos sociales, los medios de comunicación y las redes sociales. Por otro lado, las manifestaciones de violencia haciaas mujeres políticamente activas, se pueden identificar de diferentes maneras, por un lado, la psicológica, por otro la física, la sexual, la económica, cada una presenta particularidades por llevarse a cabo en el ámbito de la política.

Las leyes de cupo o paridad deben ser acompañadas también por el diseño de estrategias legales orientadas a prevenie, sancionar y erradicar la violación política que sufren las mujeres

Lo personal es político, frase emblema de la lucha feminista de los años 60s ya que el avance en la igualdad efectiva de las mujeres, requiere poder político real. En la construcción de un mundo más equitativo, son necesarias leyes l normativas que garanticen la democratización y a la vez regulen los espacios de participación y diálogo. Sin embargo, es necesario mantener una postura crítica frente a las mimas, buscando aquellos espacios ambiguos que puedan dar lugar al mantenimiento de status quo.                                                     Sin ir más lejos, la ley de cupo que establecía el 30% hablaba de la posibilidad de ser elegidas y no de la obligatoriedad de los partidos políticos a otorgarles bancas.

Bohoslavsky y Morresi – El partido PRO y el triunfo de la nueva derecha.                                                            La política argentina se vio sacudida en 2015 cuando el frente electoral cambiemos consiguió los gobiernos de la ciudad autónoma de Buenos Aires, de la provincia de Buenos Aires y de la presidencia de la nación. El resultado fue llamativo por tres motivos. Primero, porque ninguna fuerza hasta entonces había conseguido hacerse del control simultáneo de las tres jurisdicciones. Segundo, porque se trata de un conglomerado electoral de confirmación reciente y que había mostrado dificultades para su expansión. Tercero, porque se trata de una coalición a la que podés clasificar de derechista y desde 1912 ningún partido auto-identificado con la derecha ganó las elecciones

Argentina no tuvo un partido de derecha poderoso en el siglo XX: la derecha fue incapaz de obtener triunfos en comicios abiertos y limpios. Esta endeblez de la derecha fue achacada a la fortaleza de las prácticas corporativas de los empresarios, a la presencia del partido militar con poder de veto y/o al predominio de una iglesia sistemática.                                                                                                                                                                        Las derechas argentinas mostraron muchas caras a lo largo del siglo. Aunque permiten distintos agrupamientos de las derechas: la nacionalista-católica y la liberal-conservadora. Es importante señalar dos aspectos respecto de ambas tradiciones: a) cada una de ellas contiene tensiones internas que se derivan de competencias por ejercer el liderazgo, definir estrategias y captar recursos, atención pública y votos. b) ambas tradiciones han mantenido vínculos complejos y cambiantes a lo largo del tiempo. Cuando enfrentaron al enemigo en común. Por el contrario, cuando el enemigo compartido estaba en retirada o derrotado se incrementaron los conflictos entre ambas por sus diferencias ideológicas y por los intereses sociales que representaban.

La tradición nacionalista y católica partía de la convicción de que la identidad argentina es inseparable del legado hispano-católico y que la Fuerzas Armadas y la iglesia son los custodios naturales del ser nacional. Suele caracterizar al enemigo como un eterno conspirador contra la Argentina. Puede ser clasificada como anti-liberal. Apoyaba la creación de una sociedad jerárquica, recritianizada y organizada a través de acuerdos corporativos de cúpula, solían conformar ligas, ateneos y bandas paramilitares. Cuando presentaron a elecciones tuvieron guarismos bajos. Su capacidad de movilización política fue reducida.

La liberal-conservadora agrupa fuerzas, políticos e intelectuales con simpatía por la organización liberal de la economía y republicana de la política. Las principales figuras de esta familia no tienen un discurso explícitamente antidemocrático, pero expresan reservas por los posibles abusos de la democracia. En esta cosmovisión, la democracia suele ser asociada a demagogia, populismo y desconocimiento de las reglas de la economía y se tienden a incorporarla se modo sesgado y ofrecer propuestas institucionales orientadas a limitar el campo de acción de la ciudadanía. El peronismo era su principal enemigo, ya que aparecía como la versión local del totalitarismo o la antesala del comunismo. Esta tradición se consolidó en los años 70 desplazando a la nacionalista-católica. La corriente encontró espacio tanto en gobiernos democráticos como dictatoriales.                                                                                                                                                                                   Esta corriente postulaba qieas decisiones debían ser potestad de tecnócratas, principalmente economistas liberados de las presiones espurias provenientes de la política y los intereses sectoriales organizados. La sociedad rural Argentina, la unión industrial argentina y las asociaciones de bancos privados han defendido principios liberales en la economía, pero han desplegado maniobras para evitar que las reformas liberales afectaran sus ventajas particulares en el mercado local. Ese liberalismo económico era compatible con la aceptación o promoción de regímenes autoritarios a los que no dudaban en legitimar. Justificaban los regímenes de participación política restringida puesto que entendían que garantizar la libertad económica era la única obligación del Estado.                                                                                                                                                                    Solían organizarse en ateneos, círculos intelectuales o lobbies empresariales. Esta tradición no tuvo mucho éxito cuando buscó votantes. Solo de forma esporádica, el liberalismo conservador logró competitividad electoral, en los años setenta con fuerza federalista popular esta familia ideológicas ñ buscó mejor suerte a través de intervenciones políticas de las fuerzas armadas que pudieran restringir la activación política de las masas o las veleidades de gobiernos reformistas.

Luego del retorno de la democracia en 1983, distintas expresiones partidarias de la derecha intentaron quebrar el bipartidismo argentino y acceder al poder por medio de las urnas. No persistieron y optaron por aliarse con los partidos mayoritarios para ubicar sus líderes y cuadros en los gabinetes. Sin emabrgo, la crisis del 2001 abrió un panorama que permitió el surgimiento de nuevos liderazgos y estructuras a la derecha. El bipartidismo argentino entro definitivamente en un colapso luego del 2001: el radicalismo se vio obligado a aceptar un rol secundario en distintas alianzas provinciales o nacionales, el peronismo tendió a fragmentarse no solo por razones ideológicas sino también de pertenencia territorial.

La crisis de 2001 en Argentina tuvo un fuerte impacto a nivel económico, social y político. Desde PRO, esa crisis era terminal y el siglo XXI requería un auténtico compromiso para el cambio. Apostaron a una construcción heterogénea y pragmática. PRO no sé diseñó como una fuerza ideológica, sino que nació con la vocación de ser una alternativa electoral. Cortejó a votantes con ideas e intereses diversos e incorporó en sus filas a líderes y activistas con recorridos y metas distintos. 

Poco antes de la renuncia de Fernando de la Rúa Francisco de Narváez y Mauricio Macri convocaron a expertos, activistas políticos y sociales para discutir sobre el futuro de la Argentina y diseñar proyectos de política spiblicas en el marco de la fundación crecer y crecer. La popularidad de Macri, era lo suficientemente alta como para que le peronismo le ofreciera postularse como candidato a presidente. Pero Macri declinó las invitaciones y optó por construir su propuesta confiado en que la gestión le permitiría crecer de un modo similar a que lo había hecho el frente amplio en Uruguay.                                                                                                   Tradicionalmente el voto porteño se orientó a casi todas las terceras fuerzas políticas. Po otro lado, la crisis partidaria de comienzos del siglo afectó mucho a CABA, por lo que varios militantes porteños se vieran atraídos por Macri y los pronósticos de buenos resultados electorales augurados en las encuestas.                                Aunque el costo de su reclutamiento suele ser algo, tras la coyuntura crítica de fines de 2001, muchos de esos recursos quedaron disponibles de forma repentina y PRO les supo dar cobijo a ellos y a sectores de la clase media, que se sientieron interpelados a participar. Los sevtords que se incorporarom al nuevo partido perteneces a dos grandes grupos. El primero está compuesto por políticos experimentados, provenientes de LA UCR, el peronismo o los partidos liberal-conservadores. El segundo, está formados por quienes, sin un recorrido partidario precio, se sumaron tras su experiencia en el mundo de las organizaciones no gubernamentales.

En su debut electoral PRO triunfó en la primera vuelta, pero fue derrotado en el ballotage, el partido se consolidó en la oposición. En 2007, se consideró la posibilidad de que Macri subiese a la contienda nacional, pero las condiciones que había facilitado en ascenso en CABA no estaban presentes en las demás provincias.              En el interior, el voto peronista es más fuerte y estable. Por otra parte, el éxito del gobierno de Néstor Kirchner tornaba ardua la tarea de implantar a PRO en otros distritos. Para acelerar la expansión territorial se buscó ampliar el marco de alianzas y se apostó a un frente de centroderecha que incluía otras figuras, pero finalmente Macri debió concentrarse en CABA. Ello le permitió convertirse en jefe de gobierno en 2007.

En 2011, PRO ofreció su nombre para la construcción de otros emprendimientos políticos localizados. El partido dio su aval a políticos que tenían sus propias agendas, a condición de que adhieran de forma más o menos laxa al liderazgo de Macri. Sin embargo, fueron débiles los avances electorales y muchos de los nuevos socios se revelaron poco confiables. Por eso la dirigencia del PRO intervino las filiales para desplazar a los referentes locales y reorganizar el partido en consonancia con la estrategia nacional.                                                     En 2011 Macri tampoco se candidateó a presidente, sino que fue reelecto en CABA y comenzó a ensayar nuevas estrategias para conseguir que su partido germinase en otras áreas. Para ello comenzó a desplegar dos planes de acción con miras a las elecciones de 2015. El primero fue convocar a emprendedores sociales, empresarios o simplemente figuras de conocimiento masivo para que se metieran en política y defendieran los valores de PRO. El segundo radicó en una cuidadosa elección de alianzas con líderes políticos de raigambre distrital y proyección nacional que permitieran a PRO conservar el delicado equilibrio que mantenía desde 2003 que le ha permitido se un partido de centroderecha que cosecha votos tanto de electores autodefinidos como antiperonistas como de los que se reconocen como peronistas. 

Enfrentados con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en 2015 PRO decidió no aliarse a ningún sector peronistas con peso electoral y optó por una fórmula presidencial pura, compuesta por dos porteños: Macri Michetti. Cortejó el voto peronista y buscó alejarse del perfil derechistas tradicional mediante gestos de alto valor simbólico. De este modo, PRO logró enmarcar la elección de 2015 en torno a la oposición entre lo viejo y lo nuevo y la alejó de los clivajes izquierda/derecha o peronismo/antiperonismo. Ese año PRO obtuvo un importante apoyo entre votantes tradicionalmente peronistas, en la mayoría de los centros urbanos y en otras más pobres. Esto le permitió imponerse en el ballotage con el 51% de los votos.

PRO puede ser catalogado como un partido de centroderecha cercano a la tradición liberal-conservadora y al paradigma neoliberal. En primer lugar, una parte importante de los votantes del PRO provienen de otros partidos de derecha. Segundo, desde sus inicios PRO buscó alianzas con partidos auto-identificados como derecha. Tercero, PRO está afiliado a la unión internacional demócrata que agrupa a partidos conservadores de distintos países y tiene vínculos con las redes internacionales de derecha.  Mauricio Macri definió a su fuerza como pro-mercado.

La mayoría de los miembros de PRO se rehusa a aceptar que su partido sea catalogado de derecha por varias razones. Por un lado, debe considerarse lo motivación pragmática: en Argentina solo en 20% de los ciudadanos se reconoce de derecha y PRO, procura situarse donde existe una mayor cantidad de votos potenciales. Por otra parte, existen motivos ideológicos: entre los cuadros de PRO prima un rechazo a colocarse en el campo de la derecha que en Argentina está fuertemente ligada al autoritarismo.

PRO impulsó una identidad pos-ideologixa más allá de la izquierda y la derecha y que su desempeño no tiene nada que ver con las ideologías propias de la vieja política. Se postula la construcción de una identidad moderna de la política ligada a la unidad y al consenso a través de una gestión sería, honesta y eficaz que permitiría la generación de condiciones para que todos paeticiyde una suerte de carrera abierta al talento.                  La identidad de PRO se tornó más clara a partir de 2013 cuando sus dirigentes comenzaron a presentarse como exponentes de la tercera vía. Mostraban a PRO como una alternativa a los partidos tradicionales. Más adelante, se fue perfilando otro ideal, centrado en la gestión y en ciertos valores con los que aspira no tanto a representar partes de la población, sino a resolver los problemas de la gente a través de la búsqueda de consensos y la convergencia de los intereses públicos y privados.

La idea de interese públicos y privados trabajando en conjunto tiene un rol destacado en el discurso de los líderes de PRO, para quienes el mercado es una institución que genera un orden dinámico y eficiente, pero reconocen que podría resultar necesaria la acción del estado en determinados espacios: tanto mercado como sea posible, tanto estado como sea necesario.

Lo que diferencia a PRO de los partidos de derecha es, en primer lugar, que se construyó con el objetivo de alcanzar el poder. Es un partido nacido para ganar. No es llamativo quema ideología ocupe un lugar menor que en experiencias anteriores de la derecha y la centroderecha menos pragmáticas y animadas de identificaciones ideológicas rígidas. Hay una ruptura respecto del pasado, se considera la competencia electoral como la única arena válida para definir autoridades y responsabilidades.                                                     PRO no es un partido de ni para las élites, sino una fuerA política heterogénea en la que las élites tienen un rol destacado y que busca convencer a sectores más amplios sobre las bondades de una agenda liberal-conservadora.                                                                                                                                                                                       PRO es una fuerza heterogénea en la que conviven políticos experimentados provenientes del peronismo, del radicalismo y de la derecha liberal-conservadora a los que se sumaron figuras con trayectoria en el mundo del empresariado y el emprendedorismo. Está diversidad permitió a PRO presentarse como un partido pos-ideologico, capaz de dejar atrás la identificación de la derecha con el antiperonismo y a través de la pruralidad de prácticas y estrategias seducir a dirigentes y núcleos duros del electorado tradicionalmente peronista. PRO optó por una estrategia de construcción territorial a nivel local y provincial. Nació como un fenómeno metropolitano y consiguió afincarse n otros territorios. Esto fue posible por el despliegue de prácticas propias de los partidos profesional-electorales. Esta tendencia había estado ausente en la mayoría de las derechas argentinas.

Torre – Los huérfanos de la política de partidos.                                                                                      La crisis de la representación partidaria expresa el desencuentro entre la vitalidad de las expectativas democráticas y el comportamiento efectivo de los partidos.                                                                                                              La distancia entre lo que la oferta partidaria ofrece y las mayores y plurales exigencias de sectores importantes de la ciudadanía.

En síntesis, el peronismo le sustrajo el séquito popular a los demás partidos. Por su parte, el polo no peronista se nutrió de las clases medias y altas y se distribuyó principalmente, entre tres ofertas partidarias, la UCR y luego agrupaciones de centro derecha y de izquierda.

El equilibrio de la política electoral descansó sobre dos factores: el primero, la dificultad de los partidos no peronistas para trasponer la línea divisora y el segundo factor fueron los obstáculos que encontraron dichos partidos para conformar coaliciones abarcativas por encima de la línea divisoria.

La fuerte polarización de las elecciones y la memoria del trágico fin del último gobierno peronista (1973-1976) contribuyeron, sin duda, al novedoso realineamiento de los apoyos partidarios.

La pérdida progresiva de votos de la UCR contrasta con la mayor fidelidad del electorado del PJ.                                      Estas circunstancias permitieron la manifestación de comportamientos diversos en el electorado. En el polo no peronista, los votantes discriminaron sus preferencias según las candidaturas en disputa, en el polo peronista ocurrió lo contrario.

Después de la crisis interna provocada por la derrota de la UCR al PJ ocasionó una reconstrucción que luego iba a generar el triunfo de Menem, aun cuando tuvo un giro ideológico y político una vez en presidencia hacia las reformas de mercado.

Menem y Alfsonsín acordaron en el Pacto de Olivos, la reforma de la Constitución que habilitó la vía para la reelección del líder justicialista.                                                                                                                                                               La reelección se dio en base a dos factores: el primero la transformación del Frepaso en una fuerza ascendente opositora y el segundo, el cambio de la composición de la coalición electoral.

Luego de la salida de Cavallo en 1996, el gobierno comenzó a debilitarse por la crisis de trasfondo que no se estaba arreglando y esto tuvo directamente que ver con que la Alianza (UCR + FREPASO) ganaran las elecciones presidenciales de 1999.

Podemos explicar la dinámica de la competencia electoral nacional entre 1983-1999 fundamentalmente por el comportamiento del polo no peronista y dentro de él por las opciones electorales de centro derecha y centro izquierda.

Los niveles de pobreza y desempleo se mantenían altos, la reactivación de la economía no se produjo, los intentos por superar la emergencia trajeron consigo nuevos ajustes fiscales y finalmente otro episodio clamoroso de corrupción sacudió las esferas oficiales y además no fue esclarecido. En este contexto, vuelve al gobierno Cavallo, en este momento jefe del partido de centro derecha APR a tratar de solucionar los problemas económicos que atravesaba el país.

Luego de la crisis del 2001 las pequeñas agrupaciones de izquierda ideológica multiplicaron sus votos, cabe destacar también la labor periodística que se puso a investigar casos de corrupción política donde se observaban también abusos de poder.

Por lo tanto, se observa una presencia de un electorado más exigente que venía de castigar con el voto y a la vez más informado y alerta de la arena política. En este sentido los partidos fueron más cautos a la hora de explicar sus políticas públicas.                                                                                                                                                             El centro-derecha colocó en su agenda pública temas exclusivamente económicos y conservadores que fueron temas de debates públicos en los años consiguientes.

En este contexto, varios partidos quedan en manos de personalismos en vez de tener una estructura sólida que los cubra.

El centro-izquierda buscó la transparencia tomando en cuenta la baja institucionalización típica de la Argentina.

La trayectoria de la democracia de partidos ha dejado dos fenómenos contrapuestos: por un lado, generó una masa crítica de ciudadanos y de activismo cívico que mantiene una actitud alerta y exigente y por el otro lado, la dinámica política impulsada por estas mayores expectativas democráticas ha contribuido a una crisis de la representación partidaria. Esto llevo a un sistema de partidos desequilibrado que ya no era UCR y PJ respectivamente.

Una característica en común entre el PJ y la UCR es la escasa diferencia ideológica entre sí, ya que ambos tienen un arco de posturas desde la derecha hacia la izquierda.

El último tramo de la democracia de partidos demarcó: la creciente desigualdad social y la falta de empleo y consecuentemente la crisis económica de magnitudes inéditas en un cuadro de fragmentación política.

Malamud y De Luca - ¿Todo sigue igual que ayer? Continuidad y ruptura del en el sistema de partidos argentino.                                                                                                             

Una de las principales características del sistema de partidos en Argentina nace en la legislación propia de nuestro país, ésta obliga a los partidos a registrarse en las provincias para luego poder competir en el plano nacional. Esta característica, sumada a los mecanismos de nominación de candidatos y de financiamiento, ha transformado a las provincias en el lugar donde se deciden las carreras de los líderes políticos.

Otra nota característica de los sistemas de partidos en Argentina es la construcción de dos partidos, ambos con gran historia, trayectoria y amplia cantidad de afiliados: el peronismo y la unión cívica radical (UCR).

En 1940 irrumpe el peronismo como partido político, desde entonces se ha transformado en el eje del cual giran los demás actores, sean civiles o militares. En el ciclo democrático abierto en 1983, el voto mantuvo a la organización electoral del peronismo, el Partido Justicialista (PJ) como el más relevante de los partidos argentinos.

La UCR, fundada en 1891, es otro actor tradicional. El desempeño de los radicales en las urnas ha dependido, en buena medida, de su capacidad para aglutinar el apoyo de los votantes no peronistas.

Desde 1983, diferentes partidos emergieron con el propósito de desafiar al duopolio peronista-radical sin éxito, hasta que en 2007 una nueva tercera fuerza, el PRO, bajo el liderazgo de Mauricio Macri conquistó el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y en 2015, al frente de Cambiemos (coalición integrada por el PRO, la UCR y la CC-ARI) Macri ganó la elección presidencial, aumentando la relevancia de este partido en el plano nacional.

Entre 1983 y 2015, cambios significativos en las reglas electorales nacionales se produjeron en dos oportunidades: en la reforma constitucional de 1994 y en la introducción de las elecciones primarias, abiertas, simultaneas y obligatorias (PASO) en 2009.

Con la reforma de 1994 se modificó la forma de elección de candidatos; el presidente y vicepresidente, antes electos mediante voto indirecto por el Colegio Electoral pasaron a ser elegidos mediante elección directa por parte del pueblo, toda vez que obtuvieran una mayoría de 45% sobre el total de votos o 40% con diferencia de 10% sobre cualquiera de los demás partidos que se hayan presentado; anteriormente sus mandatos duraban 6 años y tenían la posibilidad de la reelección no inmediata, tras la reforma los mandatos comenzaron a ser de 4 años con la posibilidad de una reelección inmediata.

Anterior a la reforma de 1994 los miembros del senado eran elegidos mediante elección indirecta por la legislatura provincial, esta elección se hacía cada 3 años, los senadores duraban 9 años en su cargo y la cámara se renovaba por tercios; posteriormente pasaron a ser electos por sufragio popular cada 2 años y su mandato comenzó a durar 6 años.

La introducción de las PASO en 2009 modificó el régimen de conciliación de los partidos políticos que, hasta entonces, habían seleccionado a sus candidatos mediante elecciones internas limitadas a sus afiliados de celebración voluntaria con candidatos definidos por cada partido. La iniciativa proponía: la realización de las PASO para todos los partidos; la exigencia de un número de afiliados equivalente al cuatro por mil de os empadronados del distrito; prohibición de financiamiento por parte de las empresas; la distribución exclusiva de los espacios en radio y TV para propaganda electoral por parte del Estado y la prohibición de toda forma de contratación de espacios de publicidad electoral radiotelevisiva.

La tasa de participación promedio ha alcanzado el 79.6%, aunque los ausentes en las urnas han ido aumentando progresivamente.

Dentro del sistema político argentino se diferencian dos partidos que movilizan la estructura política: la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista. Por otro lado, surgen eventualmente, terceras fuerzas políticas que suelen no tener éxito frente a las fuerzas mayores de los nombrados anteriormente.

El PJ suele tener un peso mayor en el plano político debido a que moviliza a una clase social más amplia (baja y media), aglutinando así la mayor cantidad de votantes.

Por otro lado, la UCR tiene una amplia cantidad de votantes a su favor, pero no mayor que la del PJ, por lo que su principal actividad a la hora de la contienda electoral es la de poner a su favor a los electores que no están afiliados al PJ.

 

De Luca – Elecciones y sistemas electorales.                                                                                                      

Las elecciones constituyen un proceso político de una trascendencia y una magnitud inigualables. En el periodo que se extiende entre la convocatoria a los comicios y la proclamación de los postulantes electos, resultan muy comunes fenómenos.                                                                                                                               Estas situaciones se advierten incluso en contextos políticos muy distintos donde las elecciones cumplen funciones completamente diferentes.                                                                                                                                                 A su vez, las elecciones y los sistemas electorales han sido una de las áreas temáticas más frecuentadas por los estudios de ciencia política.

Una elección puede definirse como “una forma de procedimiento, reconocida por las normas de una organización, en virtud de la cual todos o algunos de sus miembros escogen a un número menor de personas, o a una sola persona, para ocupar cargos en tal organización, o bien, como un mecanismo institucionalizado a través del cual un grupo de individuos expresa sus preferencias para decidir quiénes se desempañaran en los puestos de un órgano, unipersonal o colegiado, con atribuciones de gobierno, representación o control y con autoridad sobre ese mismo grupo.                                                                                                                          La elección entraña la existencia de un corpus electoral determinado con anterioridad a ella, una votación por al menos un postulante o grupo de candidatos para un o unos puestos reconocidos y una regla de computo de esos votos y un criterio de decisión para determinar la asignación de el o los cargos en juego.

El fenómeno de las elecciones como el procedimiento más difundido es relativamente reciente y está vinculada en forma directa con la génesis, el desarrollo y la consolidación del principio del gobierno basado en la voluntad del pueblo.                                                                                                                                                                  La idea de convocar a elecciones de carácter popular se convirtió en una de las más importantes entre las postuladas por el movimiento revolucionario liberal-democrático para acabar con los privilegios de los grupos más acomodados. Desde entonces, su práctica se extendió en forma progresiva a distintos órganos gubernamentales y también a organización y asociaciones de todo tipo.

Para puestos gubernamentales, una primera y básica distinción, es la que se funda en el status político del cargo o los cargos a cubrir. Así, las elecciones de mayor relevancia son las de carácter nacional. En cambio, las elecciones para autoridades de unidades políticas subnacionales, las celebradas para resolver la integración de órganos representativos de nivel supranacional y las de cargos municipales o locales suelen ser consideradas por los académicos como de “segundo orden”.                                                                                                                          Las elecciones de carácter nacional han ocupado la mayor atención de casi todos los especialistas en la materia, pero en las últimas décadas han cobrado un creciente vigor el interés por los comicios subnacionales. Estos dos tipos de elecciones registran importantes diferencias en cuanto al comportamiento de las organizaciones partidarias y de los votantes. Las elecciones subnacionales y las supranacionales han resultado ser una excelente oportunidad para la emergencia de temáticas y de corrientes políticas en forma habitual opacadas en los comicios de carácter nacional. En otras ocasiones, estas consultas han sido concebidas por la ciudadanía como un medio para enviar señales de aprobación o de rechazo al gobierno nacional. Tanto unas como otras elecciones registran una tasa de participación más baja que los comicios de “primer orden”

Las elecciones también pueden distinguirse según su nivel de intermediación y por tanto, en directas e indirectas o de segundo grado. En las directas, los propios electores deciden quienes serán los ocupantes de los cargos. En las indirectas, estos votan por un grupo de personas más reducido, unos delegados o representantes, que toma tal determinación por ellos. Las elecciones indirectas, son más comunes en países federales, en organizaciones que contemplan más de una instancia o nivel de gobierno y en todo tipo de instituciones con un electorado muy número, heterogéneo, territorialmente disperso o con estos tres atributos a la vez. En la elección de segundo grado, el fin ha sido limitar el número de los potenciales candidatos para un cargo, concibiendo al cuerpo especial de compromisarios como filtro o barrera para postulantes cuyos méritos o cualidades se juzgarán insuficientes o indeseables.

Tras el advenimiento de la democracia de masas la tendencia general es la de su reforma y reemplazo por la elección directa. En unos cuantos casos la elección indirecta aún se mantiene aquel objetivo originario se ha ido desdibujando con la ampliación del derecho de sufragio y con la consolidación de la política partidaria.

El grado de vinculación de los compromisarios con la orientación del voto por parte de los electores permite distinguir en este tipo de elecciones las indirectas genuinas de las solo formalmente indirectas.

Otra importante clasificación de las elecciones es la que puede establecerse a partir del contexto en el que estas se desarrollan y de las consecuencias que traen aparejadas según su grado de pluralismo, libertad e importancia.

El pluralismo es considerado en términos de la oferta política presentada a los votantes: una elección es plural cuando existe la posibilidad de postular múltiples candidaturas a la vez que los distintos aspirantes poseen una sincera aspiración de obtener el o los cargos en disputa.

La libertad electoral implica:                                                                                                                                                             1. Que los electores estén en condiciones de decidir su voto sin presiones ni amenazadas y con un mínimo de información sobre las diversas propuestas que se presentan.                                                                                                          2. Que los candidatos en liza puedan desarrollar sus actividades de proselitismo de modo tal que no encuentren obstáculos significativos para comunicarse con los votantes.

La importancia de una elección se vincula con su impacto sobre los procesos políticos de la comunidad política en que se ha celebrado y sobre el ejercicio del gobierno.

Existe entre los especialistas un consenso generalizado en catalogar las elecciones en competitivas, semi competitivas y no competitivas. Las elecciones competitivas, son el procedimiento característico de la democracia y aunque son blanco frecuente de críticas, constituyen la base fundamental de este tipo de regímenes políticos.

En la democracia, las elecciones cumplen la vital función de seleccionar un gobierno. Esta función es desempeñada en forma directa, pero en otros casos la formación del gobierno es según el resultado de las negociaciones entre los partidos políticos orientados a la construcción de una coalición que logre la confianza de una mayoría en el parlamento o el apoyo de una minoría que logra sostenerse gracias a la pasividad o a la división de las fuerzas opositoras.

La selección de un gobierno implica la concentración del apoyo en unos pocos y un equipo de gestión encargados de llevar adelante un programa.

En los regímenes democráticos, las comisiones son un mecanismo para escoger a los titulares de cargos gubernamentales y desempeñan otras importantes funciones. También funcionan como una herramienta de control de los gobernados sobre los gobernantes. Por medio del voto, los líderes y representantes están sometidos al juicio periódico del ciudadano común. Los gobernantes democráticos están condicionados en sus decisiones. Las elecciones constituyen un mecanismo sencillo de participación institucionalizada de la ciudadanía en los asuntos públicos, facilitando su intervención.

En las democracias las votaciones también se desempeñan como productoras de representación. El origen se remonta a los antecedentes medievales de los órganos parlamentarios modernos.

En el presente, el concepto de representación ya no remite a las relaciones entre la ciudadanía y la organización partidarias, protagonistas centrales en la vida política de las democracias de masas. Así y todo, la celebración de elecciones persiste como un mecanismo para expresar demandas, confianza y apoyo hacia un grupo de representantes orientados a la defensa y la afirmación de los más diversos intereses.

Las elecciones funcionan como proveedores de legitimidad al ejercicio del poder y al gobierno de un partido político o de una coalición de partidos. Quienes se desempeñan en puestos gubernamentales son considerados como legítimos ocupantes de tal cargo.

Las elecciones refuerzan la división entre gobernantes y gobernados, proveyendo estabilidad y asegurando una importante influencia a los primeros.

Las elecciones competitivas mantienen a los líderes vulnerables al voto popular, llevándolos a comportarse responsablemente, a la vez que tanto a las elites como las masas tienen presentes estas compulsas como un mecanismo contra el abuso de la autoridad.

Las elecciones constituyen una herramienta importante en la ritualización del conflicto político y en su canalización por medios pacíficos. Los comicios revisten un carácter formal y solemne y su celebración es reiterada a intervalos más o menos regulares. Sin embargo, las elecciones pueden desarrollarse en condiciones muy diferentes: no toda comunidad política que convoca y celebra votaciones vive bajo un régimen democrático.

En unas cuantas de las democracias más consolidadas del mundo contemporáneo la práctica de la votación para cubrir los cargos públicos no se originó con un reconocimiento pleno de los requisitos de pluralismo, liberad e importancia. Cuando tales condiciones de confrontación se ven reducidas, los especialistas refieren a las ya mencionadas elecciones semi competitivas y elecciones no competitivas o sin alternativas.

Por elecciones semi competitivas son aquellas que se dan en un marco político que solo en apariencia respeta los principios básicos y los procedimientos característicos de unos comicios competitivos. En estas las autoridades en el poder proclaman que hay libertad de elegir y ser elegido, pero en los hechos tales garantías se encuentran vulneradas por la existencia de disposiciones legales o prácticas políticas. En este contexto, las autoridades en el gobierno disponen de una cantidad de recursos decisiva para influir sobre el resultado de la contienda, mientras que los opositores que están habilitados para competir y hacer campaña actúan en un marco político muy restringido y sin ninguna aspiración realista.                                                                                                En las elecciones semi competitivas los votantes no pueden cambiar a los gobernantes de turno o rechazar a los postulantes propuestos por ellos, a la vez que el resultado de la consulta a la ciudadanía se conoce de antemano. Por lo general, las elecciones semi competitivas son celebradas por líderes de regímenes autoritarios para mejorar su imagen frente a la opinión pública internacional y por cuestiones de política interna.                                                                                                                                                                                          La importancia de las elecciones semi competitivas para el régimen político puede ser muy variable y solo en unos pocos casos son llamadas para legitimar el orden autoritario existente.                                                                                Este tipo de comicios es también el que se practica en los denominados sistemas de “partido hegemónico” donde la organización política en el gobierno tiene la victoria asegurada por todos los recursos y ardides mencionados.                                                                                                                                                                                          Dos factores han cobrado una importante influencia sobre las elecciones semi competitivas. Primero, la caída del Muro de Berlín y la extensión y consolidación de la democracia han generado condiciones favorables para un seguimiento más estricto de los comicios en cualquier región del mundo por parte de los organismos internacionales. Y, segundo, el impresionante desarrollo de los medios de comunicación ha otorgado nuevas y mejores posibilidades de expresión y control a las fuerzas opositoras en estas contiendas semi competitivas y ha mitigado el aislamiento de las zonas rurales.

En las elecciones no competitivas, el votante no dispone de ninguna facultad ni para decidir ni para manifestar su opinión en liberal porque todos los dirigentes opositores al gobierno carecen de la posibilidad de ser electos, o porque todo el proceso eleccionario está controlado por las autoridades estatales o partidarias mediante la coerción directa y evidente.                                                                                                                 Estos comicios se distinguen por el acento en el carácter público por la pretensión aclamatoria de todo acto electoral, por la concepción de los mismos como una expresión de identidad y unión entre el pueblo y los dirigentes y por su coincidencia temporal con los momentos de fuerza o consolidación del régimen antes que con las fases de crisis de legitimidad. Las elecciones sin alternativas no funcionan como un mecanismo para legitimar a los gobernantes ni como una herramienta para reajustar las relaciones de poder existentes en el régimen vigente, sino como un ejercicio de movilización de las masas con excepcional énfasis puesto en la participación. Este tipo de consultas electorales han sido propias de regímenes políticos de tipo totalitario.

 Las reglas básicas de las elecciones                                                                                                                                                 En toda elección existen una serie de reglas que atañen a las condiciones de formulación y de expresión de las preferencias de los votantes. Estas pautas se encuentran en las constituciones, las leyes e incluso en las reglamentaciones de menor jerarquía y han sido y son casi invariablemente objeto de un alto nivel de formalización.

En los regímenes no democráticos, tal formalización está vinculada con los nulos o bajos niveles de tolerancia y pluralismo admitidos y con la pretensión de controlar todas las fases del proceso de gobierno.                                                   En las democracias esta regulación está orientada a garantizar las funciones que las elecciones cumplen en ellas. Es posible encontrar en estas normas variaciones significativas a lo largo del tiempo; con frecuencia son objeto de reformas cuyo propósito es el mejoramiento de las condiciones de la competencia entre los partidos políticos y candidatos y de las de decisión por parte de los votantes.

El examen de varias de estas regulaciones fue considerado como una tarea poco interesante. En consecuencia, el abordaje de la temática se hizo desde una perspectiva estrictamente jurídica, muy tradicional y sin pretensiones comparativas. En las últimas décadas a medida que los estudios empíricos mostraban el impacto de tales reglas sobre las elecciones y sus resultados, los intereses y la actividad de los politólogos en esta área han crecido enormemente.

Entre las cuestiones más importantes reguladas se encuentran el derecho de voto y el padrón de electores, la modalidad del voto, las candidaturas y la campaña electoral y el financiamiento de la política.                                             Toda elección organizada requiere resolver de antemano quienes poseen el derecho de votar. La definición de esta cuestión ha sido una de las más significativas y conflictivas en la historia de los comicios modernos.                            La extensión del sufragio en los países occidentales consistió en la progresiva remoción de diferentes barreras que excluían de la participación activa a la gran mayoría de la población.                                                                                           La incorporación de las masas a la política estuvo ligada a las transformaciones provocadas por la revolución nacional y por la revolución industrial. Esta apertura fue el resultado de la combinación de presiones desde abajo y respuestas desde arriba por los gobernantes.                                                                                                                    La ampliación del sufragio registro variaciones importantes según la particular combinación de una serie de factores.

En América Latina este proceso surgió en la misma época y estuvo vinculado con importantes cambios institucionales, económicos y sociales. Pero el colapso de los regímenes oligárquicos y la apertura política en la región no registraron una relación estrecha con el enfrentamiento entre la clase burguesa y el proletariado, lo que provoco significativas diferencias en los modos de integración de los grupos subalterno, en el delineamiento de las dimensiones principales de la confrontación política y en la construcción de los respectivos sistemas partidarios.                                                                                                                                                                    Estas importantes modificaciones en las reglas electorales permitieron que hayan obtenido el derecho a votar en forma sucesiva los trabajadores, las mujeres y las minorías. Esto implico la remoción de disposiciones tales como el voto calificado o el voto censitario y la abolición de normas que negaban el sufragio femenino o establecían otras formas de discriminación.

En las democracias de hoy, la amplia participación del pueblo está garantizada por la vigencia del principio del voto universal. Esta condición no implica que toda la población goce del derecho de voto. Aun en las democracias más avanzadas existen ciertas restricciones para el ejercicio del derecho de sufragio que se justifican por motivos vinculados con la naturaleza del acto electoral.                                                                                                La razón de la inmadurez fija limitaciones para el voto a los menores de edad y se funda en la importancia de los comicios y en la necesidad de poder evaluar la relevancia de los mismos.                                                                                      El fundamento de la incapacidad separa del electorado a ciertas personas por su ciudadanía o su lugar de residencia, y se basa en la idea de la identificación y el compromiso de cada uno de los votantes con los problemas de una determinada comunidad política y del territorio en el cual esta habita.

La inscripción en un padrón, censo o registro es condición indispensable para ejercer el derecho de voto en forma inmediata y en cada caso concreto. A quienes se les reconoce el derecho de sufragio solo lo pueden ejercer en el lugar donde han fijado su residencia y donde figuran asentados en el padrón electoral.                                    La forma en que se confecciona el censo influye de modo significativo sobre la consistencia del cuerpo electoral. A la vez, la inscripción facultativa también incide sobre el desempeño de los partidos políticos, al favorecer a aquellos mejor organizados en la tarea de lograr que sus simpatizantes se registren.

La manipulación del padrón electoral ha sido uno de los recursos más usuales para distorsionar el resultado de los comicios. Por tanto, para asegurar un registro electoral riguroso es imprescindible que el mismo sea permanente, este actualizado periódicamente, sea abierto a reclamos y sea confeccionado y mantenido por una oficina especializada y neutral pero sujeta a controles constantes por parte de los órganos legislativos y judiciales. La existencia de un listado de personas con derecho al voto facilita la realización de la elección y resulta un requisito fundamental para que la misma sea no solo organizada, sino limpia.                                                                                                                                                                              La dimensión de la trascendencia del padrón para el desarrollo del proceso electoral no es suficientemente ponderada o ni siquiera considerada.

Modalidad del voto                                                                                                                                                                    En casi todas las latitudes del mundo occidental la adopción de normas que franqueaban la participación política a los sectores más pobres y la introducción de disposiciones relativas a la influencia, la privacidad y la libertad del voto que afectaban el valor o la eficacia del sufragio de esos mismos contingentes a los que recientemente se les había concedido esa facultad.  La expansión de los principios democratizadores impulso la remoción de tales clausulas mediante la institución de modalidades tales como el voto igual y el voto secreto.                                                                                                                                                                                     El principio de “una persona, un voto” termino imponiéndose. El voto igual garantizo la elección de las autoridades gubernamentales por una autentica mayoría de los ciudadanos y no por una minoría privilegiada con más de un voto o con un voto con mayor peso o influencia.

En varias democracias subsiste la desigualdad del voto en razón del lugar de residencia. En ciertas naciones los electores de determinadas zonas tienen un voto con mayor valor que los de otras regiones, a consecuencia de la distribución injusta de la base poblacional entre los distintos distritos electorales en que se divide el país. La distribución injusta puede ser el resultado de una decisión inicial deliberada cuando la primera base poblacional fue fijada contemplando desequilibrios o bien la consecuencia de movimientos migratorios u otros fenómenos demográficos posteriores. Esta desigualdad es reconocida y tolerada siempre que no traspase ciertos límites o umbrales de representación, pero se trata de una importante excepción al principio de la igualdad del sufragio.

El voto secreto estuvo orientado a proteger a los ciudadanos de los sectores sociales económicamente dependientes y más expuestos a apremios o coacciones, pero también a aquellos que deseaban expresar sus preferencias por propuestas que no eran las más difundidas entre los de su propia clase social o grupo de pertenencia. El voto secreto garantizo que los ciudadanos pudieran sufragar con total libertad, sin presión, intimidación o corrupción que los ligaran a las decisiones o mandatos de otras personas.

Obligatoriedad: en algunos países el voto es un derecho ejercido con total libertad, es una facultad a disposición de todos los ciudadanos adultos. En otros países, es un derecho y una obligación frente a la cual el ciudadano no es libre de abstenerse.

El establecimiento del voto obligatorio ha contribuido a asegurar la participación en las elecciones de los sectores sociales más pobres y marginados, contribuyendo así a su incorporación a la vida política.

Candidaturas                                                                                                                                                                            Toda elección requiere de la presentación de candidatos. En las elecciones no competitivas y en las semi competitivas los postulantes opositores son proscriptos por la ley, desalentados a participar o amenazados con la muerte o la cárcel.

En un régimen democrático, toda persona disconforme con las postulaciones goza del derecho a proponer su propia candidatura. Incluso en condiciones de pluralismo y libertad se establecen algunas restricciones vinculadas con las características personales o con las posiciones ocupadas por los probables aspirantes. Estas limitaciones configuran una situación jurídica bien definida denominada “capacidad electoral pasiva”.

La presentación de las candidaturas entraña un proceso en el cual están involucradas varias organizaciones y personas distintas del mismo aspirante.

En ciertos países, la regulación en esta materia se extiende hasta la determinación de los mecanismos bajo los cuales los contendientes deben ser seleccionados por los partidos políticos. Pero en la mayor parte del mundo democrático, la nominación de los aspirantes es una cuestión reservada a las organizaciones partidarias.                                                                                                                                                                                               Tal situación ubica a los partidos políticos en un lugar preeminente en el proceso político democrático. En efecto, la selección de los candidatos es una de las facultades que poseen las organizaciones partidarias.

Los análisis pormenorizados de dichos procedimientos permiten conocer cómo funciona un partido político, quien o quienes son los que poseen el poder en dicha organización y donde están ubicadas esa o esas personas.

 Campaña electoral y financiamiento de la política                                                                                                                     En las democracias, la campaña electoral es la etapa de la votación en la cual los candidatos dan a conocer a la opinión publica sus propuestas. Los partidos políticos y sus postulantes apelan a diversos recursos para reclamar y obtener el apoyo de la ciudadanía.

A través de las campañas electorales los votantes pueden informarse respecto de quienes son las personas que buscan su voto, cuáles son los partidos que los apoyan y cuál es el conjunto de propuestas que prometen impulsar en caso de ser electos.                                                                                                                                                 En esta etapa, los candidatos también se valen de recursos como las encuestas o los sondeos de opinión para conocer el pensamiento de los votantes sobre diversas problemáticas y orientas las líneas centrales de sus discursos y la redacción de sus propuestas que estarán presentes en la plataforma electoral. Algunas de estas mismas encuestas son difundidas en ciertas ocasiones por los medios masivos de comunicación.

Para garantizar una campaña propia de una elección competitiva un ordenamiento legal debe satisfacer un umbral mínimo que contemple la libertad de opinión, información, reunión y organización, para los postulantes, sus partidarios y las organizaciones que los apoyan.

La progresiva disolución de las divisiones sociales y el declive de la identificación partidaria han contribuido a que las campañas electorales sean consideradas cada vez como más importantes en la determinación del comportamiento de los votantes y del resultado electoral.

Esto ha dado lugar a la transformación de los “partidos burocráticos de masas” en “partidos profesional-electorales” donde es mayor la influencia de los candidatos sobre el desempeño electoral de las organizaciones partidarias.

En los últimos tiempos las campañas electorales se han visto transformadas por el uso cada vez más intensivo de nuevas tecnologías. Los partidos políticos y los candidatos recurren de un modo más frecuente a los anuncios pagos en los medios masivos de comunicación para difundir sus propuestas y darse a conocer, así como también al empleo de las encuestas de opinión para diseñar una estrategia de competencia frente a sus contrincantes.                                                                                                                                                                                       Esto ha provocado un aumento en los costos de las campañas y a consolido un fuerte vínculo entre el dinero, los medios de comunicación y la política.

El ordenamiento jurídico relativo a las campañas y la regulación y el control del financiamiento de la actividad política se ha convertido en aspecto centrales de las elecciones competitivas de este tiempo. Cada vez es más común la aprobación de iniciativas legislativas que habilitan la intervención estatal para garantizar la igual de oportunidades para los contrincantes o para que el dinero no influya de manera determinante en el resultado de una elección.                                                                                                                                 Todavía no se han logrado evitar disparidades o situaciones controvertidas, incluso en las democracias avanzadas.

Sistema electoral: definición y atributos o propiedades constitutivas                                                           Otra norma clave en toda elección es el mecanismo de computo de los votos y de transformación de esos votos en cargos ganados por los partidos y los candidatos, es decir “sistema electoral”. De acuerdo con Rae puede definirse como un conjunto de reglas y procedimientos “que gobierna el proceso por el que las preferencias electorales se articulan en votos y por el cual estos votos se traducen en la distribución de la autoridad gubernamental entre los partidos políticos en competencia”. Según Nohlen: “los sistemas electorales contienen el modo según el cual el elector manifiesta a través del voto el partido o candidato de su preferencia y según el cual esos votos se convierten en escaños”. Y para Sartori: “los sistemas electorales determinan el modo en que los votos se transforman en curules y por consiguiente afectan la conducta del votante” aclara que tal sentencia se ajusta a la competencia por bancas parlamentarias y es necesario evaluar por separado las elecciones presidenciales y cualquier votación para un cargo indivisible.

Todos los sistemas electorales producen un efecto reductor. Los sistemas electorales operan en general favoreciendo a los partidos políticos que logran alzarse con un mayor caudal de votos y perjudicando a las organizaciones partidarias que obtienen una menor cantidad de sufragios. Esta relación denominada como “proporcionalidad” recibe la mayor atención a la hora de evaluar un sistema electoral por parte de los académicos, pero también entre los partidos políticos y los votantes, con los efectos sobre la estructuración del sistema partidario y sobre el comportamiento del electorado.

Todo sistema electoral presenta una serie de propiedades, atributos o elementos constitutivos, entre los cuales los más importantes son:                                                                                                                                            1. Distrito electoral, el tamaño de la asamblea legislativa, la formula electoral y la barrera de exclusión                             2. La estructura de la boleta o lista de votación y la posibilidad de unir listas o apparentement.

Distrito o circunscripción electoral                                                                                                                                                Se entiende a cada una de las secciones en las que el electorado es dividido o agrupado a los fines de la votación y el computo de los sufragios, y a las cuales se le asignan un número determinado de bancas a repartir entre los distintos partidos políticos en competencia.                                                                                                                 A nivel nacional, la gran mayoría de los países organizan su elección sobre la base de múltiples circunscripciones, mientras que solo unos pocos celebran votaciones considerando al territorio del Estado como un distrito único e indivisible.

Algunos países poseen una estructura de distritos electorales más compleja, ya que combinan o superponen dos o más niveles de asignación de bancas.                                                                                                      La creación del distrito electoral conlleva la toma de dos decisiones:                                                                               1. La adopción de ciertas demarcaciones ya establecidas según criterios políticos o administrativos                                     2. La creación de nuevos límites diferentes a los existentes y fijados con un fin electoral especifico.

La base poblacional de un distrito electoral refiere a la cantidad de bancas asignada y su relación con el número de electores o pobladores que allí reside.                                                                                                                     La base población determina el efecto y el valor que un voto emitido puede tener en relación con el sufragio emitido en otra circunscripción. Tanto la delimitación como la fijación de la base población constituyen decisiones políticas de gran importancia y sobre ellas siempre están presentes la posibilidad de desviaciones, manipulación o distorsiones tales como el gerrymandering y el ya señalado malapportionment.

El gerrymandering se practica cuando un partido político determina los límites de las circunscripciones teniendo en cuenta la orientación del electorado                                                                                   

1. Construye artificialmente distritos “seguros” agrupando a sus votantes más fieles                                                                 2. Dispersa la concentración de los electores poco afines distribuyéndolos en varias circunscripciones

El malapportionment puede afectar a los votantes y a los partidos políticos, si existen algunos con fuerte presencia en los distritos beneficiados por esta desigualdad y en forma inversa.                                                               También puede ser la consecuencia de arreglos políticos para beneficiar a algunos electores o partidos en desmedro de otros.

Tanto las manipulaciones en la delimitación de los distritos electorales como los desajustes en la base población de las circunscripciones pueden corregirse mediante el rediseño como a través de la reasignación de las bancas por distrito.

La característica más importante de la circunscripción es su magnitud o tamaño. Este rasgo se refiere al número de cargos que se eligen por ese distrito. La unidad de medida de la magnitud del distrito es la banca. Las circunscripciones se dividen en uninominales y plurinominales. Y las circunscripciones plurinominales pueden ser diferenciadas en pequeñas, medianas y grandes.

En los sistemas electorales nacionales que contemplan un único distrito, el tamaño de este es grande. En cambio, en los que establecen varios, pueden presentarse distintas combinaciones.

El tamaño o magnitud de la circunscripción electoral es importante a los fines de calcular las oportunidades de los partidos políticos de obtener el o los cargos en disputa. Cuando mayor es el tamaño de la circunscripción, aumenta la cantidad de partidos políticos con posibilidades de obtener uno de los puestos en liza. En circunscripciones uninominales y plurinominales pequeñas la distribución de los puestos se reduce a los partidos mayoritarios mientras que en circunscripciones plurinominales medianas y grandes aumentan las oportunidades de conseguir bancas para los partidos con menor caudal de votos.

Tamaño de la asamblea legislativa                                                                                                                                                  El tamaño de la asamblea legislativa refiere al número total de escaños sujetos a elección. El tamaño de la asamblea legislativa constituye un factor de fuerte incidencia sobre la proporcionalidad y sobre el grado de multipartidismo, a que las posibilidades para los partidos menores de acceder a la distribución de bancas decrecen a medida que disminuye el número de miembros del órgano legislativo a elegir.

Formula electoral                                                                                                                                                                                 Se entiende el procedimiento de calculo que convierte en forma mecánica los totales de los votos de los electores en una determinada distribución de los puestos en disputa entre los distintos partidos políticos o candidatos. Transforma las preferencias individuales de los votantes en una decisión colectiva. Las fórmulas electorales se diferencian habitualmente en dos grandes grupos.                                                           Las fórmulas electorales mayoritarias tienen como objetivo principal consagrar un gobierno y garantizar la gobernabilidad mediante la fabricación de mayorías legislativas. Este tipo de fórmulas se corresponde con una visión dicotómica de la realidad política que divide entre gobierno y oposición. Dentro de estas se encuentra la mayoría relativa o simple, el voto alternativo y la de mayoría absoluta.

La fórmula de mayoría relativa o simple adjudica la banca o la mayoría de las bancas al partido que haya obtenido más votos, independientemente de la diferencia de votos entre este y su rival. Para ganar basta un voto de diferencia sobre cualquier otro postulante o partido político.                                                                                          La fórmula de mayoría relativa solo se difundió con éxito, combinada casi invariablemente con distritos uninominales.

La fórmula de voto alternativo presenta un interés por reforzar la representatividad de los elegidos al exigir para su consagración no ya una simple pluralidad de votos, sino más de la mitad de los sufragios. Establece un mecanismo en donde una boleta común los votantes ordenan a los postulantes que aparecen según sus preferencias.

La fórmula de mayoría absoluta comparte para la asignación del cargo la exigencia de más de la mitad de los votos. Si ninguno de los partidos políticos o candidatos obtiene una mayoría absoluta en la elección, esta votación es considerada insuficiente y se contempla una segunda competencia en la que solo pueden competir los postulantes ubicados en los dos primeros puestos.

Las fórmulas proporcionales tienen como objetivo principal garantizar un reparto equitativo de las bancas entre quienes compiten. Este tipo de fórmulas concibe la representación en los órganos de gobierno colegiados como una muestra o espejo del esterado y busca un equilibrio entre los votos obtenidos y los escaños asignados.

Existen dos grandes variantes de estas fórmulas: el voto único transferible y las fórmulas proporcionales de lista.

El voto único transferible (VUT) se aplica a candidaturas individuales sobre la cual los votantes indican sus preferencias por los postulantes con números sucesivos hasta agotar la cantidad de bancas a elegir en el distrito. El procedimiento contempla la existencia de un cociente o cuota necesaria para conseguir un escaño. Solo se cuentan las primeras preferencias y los candidatos que obtienen tantos sufragios que esta cuota son electos. Los votos conseguidos por los electos y los que han expresado una sola preferencia se eliminan del cómputo. Las segundas preferencias de los votos sobrantes de los ya elegidos se distribuyen a los demás candidatos que todavía no lo han sido, pueden resultar electos si alcanzan el cociente. En caso de que tras alguna de estas operaciones no se produzca la asignación de una banca, el competidor con menos votos es eliminado del cómputo y sus preferencias son transferidas a los demás. A través de este escrutinio, el VUT logra una proporcionalidad entre postulantes. Es una formula muy poco común.

Las fórmulas proporcionales de lista suponen la existencia de diferentes nóminas de postulantes vinculados por su adscripción a una misma etiqueta partidaria. Usualmente se diferencian dos grupos: las de resto mayor y las de promedio mayor.

Las fórmulas de resto mayor se caracterizan por el prorrateo de los cargos se realiza en dos etapas:                                 1. Se establece una cuota electoral para determinar cuántos votos debe obtener cada lista para obtener un escaño.                                                                                                                                                                                                        2. Se asignan esas bancas según la cantidad de veces que cada lista alcanza esa cuota.

En las de promedio mayor, para la asignación de bancas dividen el número de votos obtenidos por cada lista por una serie de divisores y luego, distribuyen los cargos según los más altos cocientes resultantes hasta repartir todos los puestos en liza.

 Barrera o umbral de exclusión                                                                                                                                                         La barrera, piso o umbral electoral es un numero mínimo de votos establecido para que un candidato o partido político pueda acceder al reparto de cargos. El objetivo es excluir de la distribución de bancas a los partidos minoritarios y evitar problemas de gobernabilidad generados por una excesiva fragmentación de la representación política existente en el órgano de gobierno para el que se convocó a elecciones.

Los efectos de las barreras electorales dependen de una serie de factores.                                                                                                             Las barreras electorales suelen ser divididas en bajas y altas. Las fijadas entre el 1% y el 3% de los votos son útiles para para prevenir una desmesurada proliferación de partidos con representación parlamentaria. Tales pisos son considerados inocuos (bajos). Por el contrario, cuando los umbrales electorales se establecen en el 5% de los votos emitidos o por encima de este valor, son altos porque constituyen un obstáculo prácticamente infranqueable para los partidos políticos minoritarios. Provocan una significativa reducción del número de partidos políticos representados en el órgano de gobierno en comparación con aquellos que han obtenido votos en la elección popular.

Existen muchos otros factores que influyen sobre el reparto de cargos. Por ello, se distingue entre una barrera legal y una barrera efectiva. Entre los factores más importantes para establecer tal diferencia se encuentra la magnitud del distrito en que se aplica el umbral.

Estructura de la boleta de votación                                                                                                                                                            La competencia por los votos se desarrolla entre boletas de postulantes patrocinadas por diversos partidos, pueden presentar diferentes estructuras: lista cerrada y bloqueada, lista cerrada y desbloqueada y lista abierta.

Boleta cerrada y bloqueada: el votante manifiesta su apoyo a una lista, pero no puede introducir reemplazos en los candidatos que figuran en ella ni tampoco modificaciones en el orden en que los mismos están ubicados.                                                                                                                                                                                   Lista cerrada y desbloqueada: el elector expresa su voluntad a favor de una boleta partidaria, pero puede alterar el orden en el cual los candidatos han sido presentados por el partido político. Admite diferentes maneras de cambiar el orden de los candidatos. La competencia se desarrolla tanto entre partidos políticos como entre candidatos de un mismo partido.                                                                                                                                 Lista abierta: el votante puede alterar tanto el orden como el nombre de los candidatos.

Entre los sistemas electorales para las asambleas nacionales, las listas partidarias cerradas y bloqueadas constituyen la regla, mientras que existen algunos pocos casos con boletas cerradas y desbloqueadas y la lista abierta es la excepción.

Posibilidad de unir listas o apparentement                                                                                                                                           Refiere a la habilitación formal para que distintos partidos políticos que organizan sus propias campañas proselitistas, pueden aliarse y computar los votos obtenidos por las boletas separadas de cada una de ellas como si fueran correspondientes a una sola lista.                                                                                                                        Esta posibilidad constituye una importante ayuda para los partidos políticos pequeños. Así, el apparentement limita el efecto reductor de un sistema electoral, pero también, al remover las desventajas de ser una organización de poco tamaño, alienta las posibilidades para la emergencia de nuevas formaciones políticas.

 Clasificación y efectos de los sistemas electorales.                                                                                                                                              Los sistemas electorales admiten múltiples y diferentes combinaciones. Por ello, el número de sistemas electorales posibles es infinito. Han existido y existen tantas clasificaciones como criterios relevantes se tomen en consideración.

Se han propuesto agrupaciones basadas en la formula electoral aplicada, en el resultado final obtenido y en el principio de representación o la lógica del objetivo pretendido.

Las clasificaciones fundadas en la formula electoral distinguen entre sistemas mayoritarios y sistemas proporcionales. En los primeros solo cuentan los votos a favor del ganador y en los segundos todos los votos tienen valor.                                                                                                                                                                                   Esta visión presenta al menos dos problemas relevantes. En primer lugar, la formula electoral es una propiedad importante pero no la única definitoria. En según termino, la combinación de una formula proporcional con distritos de baja magnitud y una legislatura de tamaño reducido puede producir un resultado muy poco proporcional, lo cual provocaría confusión ubicar un sistema electoral con tales características dentro de los denominados “proporcionales”

La clasificación basa en el resultado obtenido, también diferencia entre sistemas mayoritarios y sistemas proporcionales según la distribución final de escaños de acuerdo con los votos logrados, supera las dificultades y ambigüedades de la anterior pero no puede dividir los sistemas electorales reales en dos grandes grupos, solo situarlos a lo largo de un eje continuo que se extiende desde un extremo con máxima disparidad entre porcentaje de votos y proporción de bancas a su opuesto, límite de congruencia en esta relación.

Nohlen propuso dividir los mismos según dos principios de representación; el mayoritario caracterizado por su búsqueda de una cantidad suficiente de escaños para formar gobierno y para tomar decisiones y el proporcional, cuyo fin es funcionar como un espejo de la voluntad de la ciudadanía. Valles y Bosch plantearon una partición según los objetivos y la lógica política. Así distinguen entre aquellos de representación-mandato y los de representación-muestra.                                                                                                                                           En los primeros, el objetivo principal es confiar el gobierno a un mandatario y la representación debe ser adjudicada al candidato o partido político que conquisto un apoyo mayoritario. En la segunda, el fin es la expresión de las opiniones de una comunidad política y la representación parlamentaria resultante de ella debe reflejar la diversidad existente.                  

Esta clasificación presenta ventajas respecto de las expuestas con anterioridad. Brinda una perspectiva de análisis más amplia sobre los sistemas electorales, provee un marco de estudio más apropiado para su estudio en lo relativo a la génesis de los distintos procedimientos de votación y su evolución histórica.                                             Un problema de esta división es que uno de los principios no cuenta en absoluto para los presidencialismos. También presenta dificultades para mostrar la adopción de sistemas electorales mixtos o híbridos. Según sus propulsores, más bien intentan obtener lo mejor de ambos mundos.

Los sistemas electorales mixtos suelen combinar dos niveles de distritos sin estipular ningún tipo de cálculo compensatorio entre uno y otro nivel, por lo cual también suelen denominárselos como paralelos.                                Esta división excluye los sistemas mixtos debido a que ya no pueden dejar de ser considerados como una categoría residual.

Todas estas dificultades han llevado a que los estudiosos reconsideraran el provecho de las taras orientadas hacia la catalogación de los sistemas electorales. Desde hace un tiempo ya no constituyen una de las principales preocupaciones de los especialistas y no ocupan en el presente un lugar central en sus esfuerzos de investigación.

Efectos de los sistemas electorales                                                                                                                                           Los efectos han sido una de las preocupaciones más importantes.                                                                                        Los sistemas electorales operan en un complejo entramado de distintos factores. Por ello es fundamental señalar que los sistemas electorales producirán siempre los mismos efectos, pero estos pueden ser eclipsados, compensados o anulados por cambios en uno o varios de los factores.

El alcance de los efectos de los sistemas electorales abarca diversos aspectos de la vida política, pero los estudiosos se han concentrado en tres:                                                                                                                                 1. Sistema de partidos                                                                                                                                                      2. Competencia intra partidaria                                                                                                                                  3. Selección de los candidatos y reclutamiento de los representantes

Con respecto a la influencia del sistema electoral sobre el sistema de partidos cabe realizar dos importantes distinciones la primera es efectos directos e indirectos: los efectos directos son los que, dada una cierta distribución de votos, se tienen en el proceso de traducción que decide una determinada asignación de las bancas. Los indirectos son los que la presencia de un determinado sistema electoral provoca sobre las expectativas y el comportamiento de los votantes y a través de ellos, sobre el resultado de la compulsa por el voto. Los efectos directos son bastante fáciles de apreciar y calcular en cada comicios, este segundo tipo de consecuencias es más difícil de sopesar.

La segunda entre nivel distrital y nivel nacional: solo se dará esta distinción entre los países en los que el electorado es dividido en múltiples distritos. Los efectos del nivel nacional solo serán observables donde existan organizaciones partidarias con pretensiones y capacidad de coordinación sobre un amplio territorio del Estado-nación, con aptitud para presentar postulantes bajo un símbolo y una propuesta común.                                                         Los efectos directos a nivel distrital, el sistema de mayoría simple en distritos uninominales excluye cualquier posibilidad para las minorías. Los sistemas de mayoría absoluta no difieren demasiado, salvo que proporcionan en el ballotage una ventaja para ciertos partidos. Los sistemas proporcionales no provocan consecuencias directas en el nivel de la circunscripción. Su incidencia sobre el sistema partidario deprenderá de la formula electoral que se utilice y el umbral de exclusión legal o efectivo.                                                                              

Los efectos directos en el nivel nación pueden ser muy diferentes de los observados en el nivel distrital. Resultan de la sumatoria de las consecuencias en cada una de las circunscripciones y de la influencia de atributos compensatorios diseñados para amortiguar el impacto de las definiciones en el plano local. 

En los sistemas mayoritarios en distritos uninominales, los efectos directos nacionales varían según las características del sistema partidario. Cuando más homogénea sea la distribución de la base electoral de los partidarios en las diferentes circunscripciones más se asemejará el resultado nacional al distrital.                                                                                           

Como conclusión sobre los efectos directos nacionales puede decirse que los partidos políticos de mayor peso en el nivel nacional son premiados cuanto más homogéneamente este distribuido su electorado.

Las mismas observaciones pueden hacerse respecto de los efectos directos nacionales de los sistemas proporcionales, pero en una dimensión más acotada.

La incidencia de los sistemas electorales también se observa en el comportamiento de los protagonistas más relevantes de la compulsa. El estudio de estos efectos indirectos es más complejo por la cantidad de actores como por la diversidad de los factores. Aquí se considerarán en la argumentación solo dos puntos de vista, el del votante y el del candidato.

Desde la perspectiva del votante, en los sistemas mayoritarios a simple pluralidad el único voto útil a los fines de la asignación de los cargos es aquel que se emite a favor del candidato de la mayoría relativa. En los sistemas proporcionales, el voto para cualquier postulante que supera la barrera de exclusión resulta útil. En el sistema de mayoría absoluta, el elector puede calcular las posibilidades de que ocurra esta previsión y emitir votos diferentes. Quien sufraga tiene la oportunidad de conocer los resultados de la consulta que no ha tenido un ganador y de informarse acerca de los potenciales realineamientos o negociaciones entre los diferentes partidos. Bajo este sistema el votante tiene un mayor margen de maniobra y hasta está en condiciones de manifestar un cierto orden en sus preferencias.

Las diferencias entre las reglas electorales también impactan en el comportamiento de los candidatos y los partidos. En el caso de un sistema a simple mayoría, pero igualmente en uno proporcional con un marcado desequilibrio en la relación entre votos y bancas, aumentan los incentivos para que las organizaciones partidarias se coaliguen o se presenten aliadas puesto que crece el riesgo de una derrota, como asimismo la posibilidad de que los votos conseguidos no obtengan representación alguna. La decisión de aliarse estará fuertemente condicionada por una serie de factores.

Con el sistema de mayoría absoluta los partidos no están sujetos a constreñimientos tan fuertes. Las organizaciones partidarias gozan de un margen de maniobra importante. En el ballotage, la capacidad de acción en materia de acuerdos estará siempre limitada por el conteo de los votos obtenidos y la ubicación ideológica del partido.

En los sistemas electorales proporcionales el comportamiento racional de los partidos políticos es de la maximización de los apoyos propios. Cuanto más bajo sea el umbral efecto, más dependeré de esta estrategia la obtención de bancas. A mayor proporcionalidad, menores serán los incentivos para afrontar la votación formando alianzas.

Una cuestión siempre sujeta a controversia ha sido la consideración conjunta de los distintos efectos de los sistemas electorales. Y la evolución de la misma no ha podido sustraerse de las influencias generadas por los cambios de épocas y de paradigmas prevalecientes en el seno de la ciencia política.                                                                    En un contexto crítico hacia los sistemas proporcionales, este autor (Duverger) expuso una formulación general en la que afirmaba que el sistema mayoritario se asociaba con el dualismo partidario o bipartidismos, mientras que el sistema proporcional y el de mayoría absoluta tendían al multipartidismo.

Desde un enfoque sociológico, Rokkan señalo que en el contexto europeo las profundas divisiones sociales habían generado sistemas multipartidistas mucho más que la representación proporcional fuese adoptada. Estos habían sido aprobados en reemplazo de los de mayoría simple o absoluta por ser mejor y los únicos que satisfacían en esa época los intereses de los partidos políticos presentes en tales sociedades.

Sartori volvió a llamar la atención sobre la influencia diferencial de los sistemas electorales y propuso una reformulación de las “leyes de Duverger” sosteniendo que:                                                                                                       1. El sistema de simple mayoría produce un sistema bipartidista en presencia de un sistema de partidos estructurado y de un electorado homogéneamente distribuido                                                                                                          2. Si no tiene implantación geográfica homogénea, tal sistema mantiene un poder reductor sobre los partidos minoritarios con una distribución territorial equilibrada pero no puede eliminar todos aquellos partidos que disponen de bastiones electorales mayoritarios                                                                                                                                   3. Los sistemas proporcionales, si son puros o perfectos, no tienen efectos sobre el sistema partidario, pero, cuanto menos proporcionales son, más tienen efectos reductores.

Otro aporte es el de Lijphart, se propuso examinar las consecuencias políticas de los sistemas electorales, identificando las variables con mayor potencial explicativo. Resaltó que el impacto de los sistemas electorales era mucho más fuerte en el plano de la relación entre votos y bancas que sobre el sistema de partidos. Los sistemas electorales debían considerarse solo como uno de los varios factores influyentes en el número de organización partidarias que compiten por el apoyo popular.

En el gobierno presidencial, la votación del presidente influye sobre la elección legislativa, produciendo un arrastre en beneficio de los partidos políticos más grandes de aquellos con mayores posibilidades de conquistar la presidencia. Genera un incentivo significativo para la existencia de una menor cantidad de partidos políticos en comparación con un país con diseño de gobierno parlamentario.                                                             Este efecto será de mayor trascendencia si la votación del presidente se celebra con formula de simple mayoría, pero también el calendario electoral dispone la simultaneidad entre las elecciones presidenciales y legislativas.

Los sistemas electorales también pueden provocar efectos sobre la competencia intra partidaria. Katz señaló que aquellos sistemas facilitadores de algún tipo de voto preferencial intrapartidaria disminuyen la cohesión organizativa y aumentan las posibilidades de fraccionalización de los partidos, al incentivar la competencia entre los mismos partidarios, alentar la organización de campañas electorales separadas y promover la personalización de la actividad política. Estas consecuencias pueden llegar a su extremo.

Los sistemas electorales han sido identificados como un importante factor explicativo en el plano de los procesos de selección de los candidatos y el reclutamiento de los representantes. La combinación de distritos uninominales y formula de mayoría simple se encuentra asociada a la baja representación de las mujeres y de las minorías étnicas y religiosas no concentradas geográficamente, mientras que las fórmulas proporcionales aplicadas en distritos electorales de gran magnitud facilitan la elección de candidatos pertenecientes a estos grupos.

Otros fines de las elecciones                                                                                                                                                 Las elecciones también pueden ser empleadas en los procesos de gobierno como parte de un mecanismo para remover a un funcionario para conocer la opinión de la ciudadanía o tomar una decisión sobre una cuestión política.

La revocatoria es un medio para destituir al ocupante de un puesto público antes de que expire su mandato, complementario o adicional al proceso de juicio político presente en los diseños de gobiernos con separación de poder. Para lograr la aprobación de la revocatoria debe alcanzarse un umbral de votos y si así resulta, se elige un reemplazante en la misma votación o en una sucesiva.                                                                                                                                          Esta institución allana el control popular del electorado sobre los gobernantes y procura una rendición de cuentas de estos últimos en forma constante y permanente. La revocatoria proporciona una vía alternativa para destituir en forma pacífica, legal y democrática a funcionarios que ya no merecen la confianza popular. Las posibilidades de iniciar la revocatoria no son permanentes, sino que están limitadas a plazos prudenciales tanto en el inicio como en el fin del mandato del gobernante en cuestión.

Las elecciones convocadas para obtener la opinión de la ciudadanía reciben distintas denominaciones según en qué nivel normativo están previstas, que carácter tiene la activación del proceso, quien activa la consulta, quien determina el objeto de la misma, que asuntos pueden ser sometidos al dictamen, cuáles son sus objetivos y cuáles son sus efectos sobre los gobernantes o sobre las reglas. Todas ellas son catalogadas como institutos o mecanismos propios de la democracia directa o semi directa.

Plebiscito: elección ad hoc convocada por los gobernantes para decidir sobre eventos excepcionales.

Referéndum: toda votación popular establecida en forma obligatoria por la propia constitución, o promovida por las autoridades gubernamentales en uso de sus facultades, sobre un numero preestablecido de asuntos públicos. Este proceso es reservado para instancias donde la consulta pública al electorado parece fundamental.

Iniciativa popular: instrumento a través del cual un numero preestablecido de ciudadanos solicita con sus firmas un referéndum para abrogar una ley determinada o exige que una propuesta sea sometida al voto popular para convertirla en norma. Las cuestionas sujetas a votación pueden abarcar desde asuntos de estricta índole político-institucional hasta orientaciones en materia de políticas públicos o en temáticas de tipo moral.

Este tipo de consultas tienen como objetivo proporcionar una vía alternativa a la intervención exclusiva de las autoridades en los intrincados procesos de gobierno y satisfacer las demandas de los complejos electorados de participar en los asuntos públicos. Por lo común se las presenta como una herramienta en manos de ciudadanos, también pueden ser empleadas para sus propios objetivos por los gobernantes, por los partidos o por grupos de interés.                                                                                                                                                                                    La práctica cada vez más difundida de los referendos ha abierto un nuevo panorama en el área de estudios de las elecciones y los sistemas electorales que exige una ampliación de los esquemas de análisis tradicionalmente empleados para examinar estos fenómenos. La remoción de un funcionario o la consulta a la ciudadanía para tomar una decisión sobre una cuestión política constituyen solo una extensión del objeto del sufragio.