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Pens. Cient�fico | Resumen Silvia Rivera, Varsasky, Laso, Comte y Echeverria para el 1� Parcial | C�tedra: Rivera | Prof.: Calvo | 2� Cuat. 2008 | Altillo.com |
Varsasky
Los cient�ficos del mundo forman un grupo social homog�neo y casi monol�tico, con estrictos rituales de ingreso y ascenso y una lealtad completa, basados en la verdad, en la raz�n
Acepta incondicionalmente el liderazgo del hemisferio norte. All� es donde se decide cuales son los temas de mayor inter�s, los mejores m�todos, las orientaciones generales m�s convenientes y all� se eval�a en �ltima instancia la obra de cada cient�fico. All� esta la elite de poder del grupo.
Este liderazgo es aceptado por dos motivos: all� se creo y desarrollo la ciencia m�s exitosa, y el grupo no constituye una casta cerrada ya que cualquier estudiante puede aspirar a la fama cient�fica.
Destacan a las ciencias del norte, presentando a las ciencias f�sicas como arquetipo y a los investigadores siempre separados del mundo.
Tipo de dependencia cultural que la mayor�a acepta con orgullo
Puede haber diferentes tipos de ciencia, es necesaria una diferente asignaci�n de recursos para que las ramas de la ciencia se desarrollen.
Se ha llenado de elogios a la ciencia, pero entre sus �xitos no figura la supresi�n de la injusticia, la irracionalidad y dem�s problemas del sistema social. La cl�sica respuesta es que esos no son problemas cient�ficos, la ciencia da instrumentos neutros y son las fuerzas pol�ticas quienes deben usarlos justicieramente. Si no lo hacen no es culpa de la ciencia. Esta respuesta es falsa. La ciencia actual no crea toda clase de instrumentos, sino solo aquellos que el sistema le estimula crear. Para asegurar el orden, o sea la permanencia del sistema.
La ciencia actual no tiene la capacidad de resolver problemas concretos e importantes. Sirven para presentar informes ante las fundaciones y gobiernos que los pagan.
Se necesita una revoluci�n cient�fica y no pol�tica.
La sociedad actual, dirigida por el hemisferio norte, tiene un estilo propio, el consumismo.
La investigaci�n y sus aplicaciones dejan de ser aventuras creativas para transformarse en una inversi�n rentable.
La productividad del hombre que fabrica, dise�a o descubre, se estimula mediante la �tica de la competitividad. El hombre tiene solo dos facetas importantes, producir y consumir en el mercado
Los cient�ficos son los sirvientes directos de los mercados. La ciencia aplicada no es libre sino dirigida
El sistema influye sobre la ciencia. Esto produce una reasignacion de recursos, y por lo tanto, un distinto tipo de ciencia. El resultado de la reasignaci�n forzosa no es un nuevo tipo de ciencia, sino la desaparici�n o decadencia de la misma.
El que quiere hacer de la ciencia un juego, termina r�pidamente aislado
El sistema no fuerza, presiona. Sus elementos son: la elite del grupo, la necesidad de fondos, la motivaci�n de los trabajos, el prestigio de la ciencia universal
Las fundaciones p�blicas o privadas se destacan por su car�cter empresarial. Ese esp�ritu ha contagiado a las universidades en parte porque deben pedir ayuda a las fundaciones y empresas por insuficiencia de fondos propios, por querer demostrar su eficiencia, y sobretodo porque est�n dirigidas por el mismo grupo de personas: la elite cient�fica. La elite o la burocracia asignan importancia a los temas de investigaci�n seg�n los resultados que de ellos se esperan.
Los equipos que reciben fondos y gastan mucho dinero van cobrando por ese solo motivo mayor importancia y eso atrae mas fondos. Esta realimentaci�n positiva produce una especie de selecci�n natural, en las que las nuevas �especies� est�n muy desfavorecidas. Solo los que respondan a una nueva necesidad imperiosa del sistema podr�n competir. Son poco visibles en el campo de la ciencia b�sica, pues se refieren al futuro. Tambi�n en esta ciencia pura es esencial la asignaci�n de recursos financieros, que se efect�a seg�n los resultados esperados. Todo depende como se eval�en esos resultados.
Los temas de investigaci�n tienen casi siempre una historia que los vincula con muchos otros trabajos, te�ricos y aplicados.
El problema no es decidir cuales temas merecen subsidios, sino cuales merecen m�s subsidios que otros.
Un resultado o tema nuevo en ciencia b�sica es m�s importante que otro cuando as� lo estima el consenso de los cient�ficos importantes. La evaluaci�n de resultados recientes de la ciencia b�sica es, evaluaci�n de hombres. El valor de un cient�fico deber�a medirse por la calidad de su trabajo, la originalidad de sus ideas y la influencia que ellas tienen sobre sus colegas, por su capacidad de formar y estimular a otros m�s j�venes, de crear escuela, por la intensidad y continuidad de su esfuerzo. Como todo esto es muy dif�cil de contabilizar el sistema ha resuelto este problema de una manera muy acorde con su ideolog�a, usando como instrumento principal el paper, articulo publicado en una revista cient�fica.
El paper tiene una cantidad de ventajas, aparte de exponer los resultados del trabajo en forma concreta e inteligible. Se puede contar cuantos p�blica cada cient�fico por a�o, de que tama�o son y en que categor�a de revistas han aparecido. El n�mero de veces que un paper es citado por otros mide su influencia. La lista de papers publicados es el argumento m�s directo y palpable para demostrar el �xito de un subsidio o la importancia de un curriculum vitae. Gracias a ello la investigaci�n cient�fica puede contabilizarse. El n�mero de art�culos publicados es tan importante como su contenido, y a veces m�s, pues dados las miles de especialidades existentes es imposible hacer una evaluaci�n seria de todo lo que se publica. El paper es esencial para ascender, para justificar los subsidios obtenidos, para renovar los contratos con las universidades �serias�. El contenido del paper es mas dif�cil de evaluar, solo hay consenso sobre los muy buenos o los muy malos. Es as� que el deseo de cuantificar se convierte en necesidad suprema. Los logros cient�ficos tienden cada vez m�s a medirse por criterios cuantificables, lo cual supone ser sin�nimo de �objetivo y cient�fico�
Ahora la inteligencia que se requiere es m�s receptiva que creativa y receptiva en el tema que se trata nada m�s.
Los mas capaces, los mas creativos, sufren tambi�n la influencia de este mecanismo, y sometidos a la competencia de la mayor�a se ven presionados a dedicar sus esfuerzos a cumplir esos requisitos formales, para los cuales, justamente, muchas veces no tienen habilidad.
El sistema no estimula la creatividad y las grandes ideas, sino el trabajo met�dico y la adaptaci�n a las normas establecidas.
L ciencia actual avanza mucho en extensi�n pero no avanza en profundidad. La calidad se ha transformado en cantidad.
Esta escasez de genio asume su verdadera proporci�n cuando se la compara con la superabundancia de medios disponibles. Hoy hay mas cient�ficos que en toda la historia de la humanidad y disponen de recursos en cantidad mayor. Y solo han producido toneladas de papers y muchos objetos, pero menos ideas que antes. Nuestra ciencia esta moldeada por nuestro sistema social. Todo este conjunto de caracter�sticas de la investigaci�n cient�fica actual es lo que podr�amos llamar �cientificismo�.
Cientificista es el investigador que se ha adaptado al mercado cient�fico, que renuncia a preocuparse por el significado social de su actividad, desvincul�ndola de los problemas pol�ticos, y se entrega de lleno a su carrera, aceptando para ella las normas y valores de los grandes centros internacionales, concret�ndolos en un escalaf�n. El cientificismo es un factor importante en el proceso de desnacionalizaci�n. El cientificista en un pa�s subdesarrollado es un frustrado perpetuo.
Los f�siles o pseudo cient�ficos que son simplemente ignorantes. Es un grupo en retroceso, acosado por los cientificistas, en v�as de extinci�n, pero todav�a fuerte especialmente en las ciencias biol�gicas y sociales. No tiene otro objetivo que aferrarse a sus cargos y durar.
Autonom�a cient�fica
Es l�gico que este sistema social cuyo factor din�mico es la producci�n industrial masificada estimule la especializaci�n, la productividad, la competitividad individual, la invenci�n ingeniosa, el uso de aparatos y adopte criterios cuantitativos, de rentabilidad de inversiones para evaluar todo tipo de actividad.
Si no se quiere proceder a puro empirismo e intuici�n, no hay otro camino que hacer ciencia por cuenta propia. Esto significa inscribirse en el movimiento pro autonom�a cultural. No es mucha la autonom�a cient�fica que podemos conseguir sin cambiar de sistema social o sin que ese sea nuestro objetivo. Y no cambiaremos gran cosa el sistema si no logramos independizarnos cient�ficamente.
Se crea una despersonalizaci�n, aceptando el ideal de vida consumista. El imperialismo nos quiere unir como la uni�n de un reba�o, no como la de un ejercito, esta uni�n no nos refuerza contra el, sino que nos quita libertad de acci�n y le permite dominar a trav�s de la mayor�a sumisa. As� en el caso de la integraci�n cient�fica, todo intento de autonom�a quedara sofocado, pues el com�n denominador de todos los pa�ses latinoamericanos es la ciencia standard del hemisferio norte, y al aceptar unirnos tenemos que acatar el criterio de la mayor�a. Todo intento de homogeneizarnos es peligroso mientras venga de afuera. La integraci�n cient�fica no debe aceptarse. Se debe tener en cuenta la relatividad de la importancia. No todas las investigaciones tienen la misma importancia, y por lo tanto la misma prioridad, ellas no pueden elegirse al azar. Nosotros no debemos usar los criterios de importancia del hemisferio norte. Y si usamos nuestros propios criterios ya habremos comenzado a hacer una ciencia argentina. La otra caracter�stica local, nacional de la ciencia es la gran complejidad propia y de la interacci�n con el medio que presentan todos los sistemas y fen�menos en escale humana.
La autonom�a cient�fica es independencia de criterio, de actitud critica. Existe un m�todo de trabajo que obliga a hacer ciencia aut�noma razonable. El estudio interdisciplinario de problemas grandes del pa�s, incluyendo una adaptaci�n a este de la ense�anza superior. El primer tipo de estudio es en realidad monodisciplinario y el segundo multidisciplinario. Esta interacci�n de disciplinas permite que ideas y enfoques t�picos de una rama de la ciencia se propaguen de manera natural a las dem�s.
Se trata de romper la cadena completa de la actividad cient�fica, descripci�n, explicaci�n, predicci�n, decisi�n.
Echeverria
Los contextos de la actividad cient�fica
La ciencia es una actividad y que por tanto los estudios sobre la ciencia, no pueden restringirse �nicamente a los aspectos cognoscitivos de la actividad cient�fica. La distinci�n reichenbachiana otorgaba a los fil�sofos de la ciencia el contexto de la justificaci�n como su �mbito propio de estudio e investigaci�n. As� como los fil�sofos de la ciencia deber�an ocuparse del contexto de descubrimiento, as� tambi�n los historiadores de la ciencia han de estudiar el contexto de justificaci�n.
Echeverria propone cuatro contextos de de actividad de la tecnociencia. La tecnociencia es una construcci�n social altamente artificializada que se aplica a los m�s diversos �mbitos sociales y emp�ricos para producir modificaciones y mejoras.
Contexto de ense�anza: Cada individuo habr� de mostrar que tiene una competencia en el manejo de todos esos sistemas (conceptuales, ling��sticos, representaciones e im�genes, t�cnicas, problemas, manejo de instrumentos) signicos y operatorios. El �mbito de ense�anza posee sus propias t�cnicas de presentaci�n, justificaci�n, valoraci�n y aplicaci�n de las teor�as cient�ficas que no tienen que ser las mismas que las usadas en los dem�s �mbitos de la actividad cient�fica. Es importante la construcci�n de representaciones mentales. Dicha construcci�n nunca es una actividad exclusivamente individual, sino que esta profundamente mediatizada por la sociedad. Esta determina los contenidos tecnocientificos a ense�ar t el orden de su presentaci�n. A continuaci�n eval�a e interact�a con el individuo a trav�s de sus agentes docentes, dilucidando su mayor o menor competencia y aptitud, al par que corrigiendo, motivando y, en general normalizando las representaciones mentales que el sujeto individual se haya hecho de las teor�as. En resumen, el �mbito por excelencia para la ciencia normal es el contexto de aprendizaje y ense�anza. La difusi�n y la divulgaci�n cient�fica ha de ser incluida en la actividad cient�fica. La propia atribuci�n reichenbachiana del contexto de justificaci�n a la filosof�a de la ciencia resulta ilusoria la mayor�a de las veces
Contexto de Innovaci�n: Se llama as� pues esta lleva a veces a descubrimientos, pero tambi�n produce invenciones e innovaci�n en general. La actividad te�rica es una de las componentes de la actividad cient�fica en el �mbito de investigaci�n e innovaci�n. En este contexto prima la producci�n de conocimiento pero tambi�n puede haber una importante componente de construcci�n de nuevos artefactos. La actividad cient�fica en este segundo �mbito no esta centrada en la investigaci�n sobre la naturaleza. La realidad que se investiga siempre esta pre-construida socialmente y con mucha frecuencia el campo de investigaci�n es artificial por su propia construcci�n; cultivos agr�colas, ciudades, ordenadores, mercados, etc. Se debe insistir sobre las innovaciones que no son descubrimientos, sino que pertenecen estrictamente al �mbito de la invenci�n. Al proponer el t�rmino innovaci�n, intentamos englobar ambos aspectos de la investigaci�n cient�fica, la b�squeda, por una parte de descubrimientos, pero tambi�n de invenciones.
Contexto de evaluaci�n: Es importante valorar el descubrimiento de un nuevo hecho emp�rico como evaluar el inter�s de una nueva formalizaci�n o simbolizaci�n. El progreso de la ciencia no solo esta vinculado al avance del conocimiento humano: la mejora de la actividad cient�fica es otra de las componentes fundamentales del progreso de la tecnociencia. La actividad cient�fica tambi�n esta fuertemente mediatizada por la sociedad. Se trata de lograr una aceptaci�n de los nuevos hechos, hip�tesis, problemas, teor�as, descubrimientos e innovaciones. La habilidad ret�rica, la adecuada presentaci�n de la tecnociencia, la capacidad argumentativa y persuasiva constituyen con frecuencia variables decisivas para el �xito de una u otra propuesta. Los valores que determinan el �mbito de justificaci�n y evaluaci�n pueden ser cambiantes: el rigor, la axiomatizaci�n, la consistencia, la formalizaci�n, la belleza, la potencialidad heur�stica, la resoluci�n de problemas, la simplicidad y la generalidad son algunos de los valores cl�sicos para evaluar el conocimiento cient�fico. No es la contrastaci�n con la experiencia.
Contexto de Aplicaci�n: Los tres �mbitos se intercorresponden entre si. El criterio de valor ppal es sin duda, el it Works, pero cabe aplicar otros muchos: desde la rentabilidad econ�mica hasta la utilidad social, pasando por la propia capacidad transformadora de la propuesta cient�fica. La pol�tica y la gesti�n cient�ficas pasan aqu� a ser fundamentales, tr�tese de entidades publicas y privadas, pero la propia sociedad introduce sus criterios de aceptaron de la actividad tecnocientifica, que pasa ahora a ser sometida a un juicio global, que resulta ser externo a la actividad cient�fica. Debe incluirse la labor de asesoramiento en la toma de decisiones que llevan a cabo los expertos cient�ficos. El escenario donde tiene lugar este tipo de actividad cient�fica son oficinas y despachos, as� como en salas de reuniones.
Silvia Rivera. La filosof�a de la ciencia, sus temas, rumbos y alternativas
La tradici�n cient�fico filos�fica de la modernidad estableci� la reducci�n de la ciencia al m�todo. Esta identificaci�n tiene consecuencias diversas, entre las que se destaca el reconocimiento de que es, el cumplimiento riguroso de los pasos de un m�todo previamente establecido aquello que otorga cientificidad a un saber. En segundo lugar encontramos tambien una fuerte idealizaci�n de este m�todo, que se desvincula de las pr�cticas y circunstancias concretas en las que es producido. Por ultimo, la completa identificaci�n de verdad y m�todo. El seguimiento de las reglas metodol�gicas asegura la producci�n de un conocimiento verdadero. El m�todo es el que hace posible fundamentar la verdad de los conocimientos cient�ficos y tambi�n comunicarla, para que sea evaluada cr�ticamente. De esta manera la verdad resulta objetiva adem�s de fundamentada. La epistemolog�a circunscribe su objeto de estudio a cuestiones estrictamente metodol�gicas. A partir de aqu� se institucionaliza una distinci�n, que pronto se torna cl�sica, entre dos contextos que pretenden agotar las dimensiones metodol�gicas de la ciencia: el contexto de descubrimiento y el contexto de justificaci�n.
Sin embargo el contexto de descubrimiento resulta postergado en tanto se considera que no es posible formalizar las normas que conducen a los hombres a nuevos hallazgos cognoscitivos. En la situaci�n de descubrimiento intervienen adem�s de razonamientos l�gicos, la inspiraci�n y el azar. Reichenbach afirma que la tarea del l�gico no es explicar los descubrimientos cient�ficos, tolo lo que el puede hacer es analizar la relaci�n que existe entre los hechos dados y la teor�a que se le presente con la pretensi�n de que explica esos hechos. A la l�gica solo le importa el contexto de justificaci�n. La l�gica, ciencia formal que se ocupa de abstraer las estructuras b�sicas de los razonamientos que utilizamos para derivar conclusiones a partir de premisas es imprescindible para el m�todo. Solo el contexto de justificaci�n deber� ser tematizado por una reflexi�n epistemol�gica seria.
Los m�todos de justificaci�n o validaci�n de teor�as combinan de modo diversas experimentaciones y razonamientos l�gicos. Entre esos m�todos se encuentra el inductivismo, el m�todo hipot�tico deductivo y el falsacionismo. El inductivismo concibe la labor del cient�fico como un proceso en el que este propone hip�tesis que justifica mostrando la base emp�rica de la que han sido derivados por generalizaci�n inductiva y que se los acredita como verdaderos. El m�todo hipot�tico deductivo se�ala la inevitable prioridad del caudal de conocimiento disponible frente a la observaci�n pura, el cient�fico inventa hip�tesis con el objetivo de dar respuestas a problemas determinados. Esta hip�tesis se somete a contrastaci�n emp�rica de modo indirecto, a trav�s de alguna de las consecuencias observacionales que contiene y que pueden extraerse de ella por razonamiento deductivo. El falsacionismo denuncia la falacia presente en el intento de validar hip�tesis universales a partir de la corroboraci�n de particulares consecuencias observacionales. La tarea del cient�fico se concibe entonces como la puesta a prueba de hip�tesis a trav�s de observaciones o experimentos. Desde una perspectiva pragm�tica la ciencia resulta concebida como actividad o practica. Se trata de una pr�ctica social y como tal requiere un abordaje te�rico que se construya en la apertura a dimensiones abarcadoras de las cuestiones estrictamente metodol�gicas.
Laso. Los m�todos de validaci�n en ciencias naturales
El fin de la ciencia es producir un conocimiento veraz, confiable y fundamentado acerca de la realidad. Es cient�fico aquel conocimiento que se produce y justifica siguiendo los pasos de un m�todo. Esto supone pasar a los problemas. 1. determinar que defina la cientificidad del m�todo y 2. Establecer los pasos en virtud de los que se obtendr� un conocimiento confiable. Respecto del primer problema el conocimiento ser� cient�fico en tanto sea elaborado de una cierta manera, que es aquella que propone el m�todo de la ciencia. Se puede caracterizar la manera de pensar la ciencia desde la epistemolog�a tradicional como �cientificista�, es decir, como una concepci�n de la ciencia que la restringe a un solo tipo de practica cient�fica, aquella que se sujeta rigurosamente a los pasos del �m�todo cient�fico�, idealizando su capacidad de producir de este modo un conocimiento �objetivo� e ignorando los limites y determinaciones de la practica cient�fica misma. El m�todo cient�fico somete a terceros las razones y evidencias que ofrece, y en esto radicar�a su capacidad persuasiva de acreditar como tal lo que ser� considerado un conocimiento confiable, racional y justificado, en tanto transmite las evidencia de lo que afirma. Evidencias a las que cualquiera podr�a acceder, constatar y evaluar cr�ticamente. De este modo ofrece una imagen de solidez e imparcialidad del saber obtenido, ya que cualquiera puede controlar y repetir por su cuenta lo expuesto. Se trata de una ilusi�n persuasiva, sin embargo no cualquiera puede realizar tal evaluaci�n. Lo que vemos depende de los conceptos que traemos para interpretar nuestra experiencia, se trata de aprender a ver de cierta manera lo que la realidad exterior ofrece, a partir de hip�tesis y preconceptos que la comunidad cient�fica ha legitimado como conocimiento s�lido. Por eso el conocimiento producido por el m�todo cient�fico no es un mero resultado del mismo sino de la relaci�n del m�todo con el marco te�rico desde donde se intelige y emplea el m�todo. La tradici�n cientificista, al desconocer que los hechos no son dados sino construidos a partir de ciertos datos reales, privilegia cierto modo de interpretar la realidad a la que hace pensar como natural y objetiva. Sobre la base de uniformizar la experiencia, se pretende unificar los diferentes procedimientos de los cient�ficos en torno de un solo m�todo, apoy�ndose en una interpretaci�n �nica de la realidad reducida a enunciados protocolares supuestamente verdaderos, con los cuales se realiza el procedimiento de contrataci�n de las teor�as. Hay dos modos de entender el m�todo certifico desde la epistemolog�a: como modelo y como marco normativo.
como modelo: se obtiene a partir de los rasgos constantes y comunes de la pr�ctica cient�fica. Tal modelo permite corregir las desviaciones y as� regular las acciones de los cient�ficos. La practica de las investigaciones cient�ficas no presenta una continuidad co los pasos que tradicionalmente se definen como propios del m�todo cient�fico. El m�todo no propone un tipo ideal de la pr�ctica cient�fica existente, sino que crea la ficci�n de una practica cient�fica que no coincide plenamente en la realidad.
Como marco normativo: el m�todo es considerado como una norma que regla la pr�ctica cient�fica uy que posibilita producir un conocimiento racional y confiable. El cient�fico en su pr�ctica debe aferrarse al m�todo escrupulosamente. No se trata de que el m�todo de cuenta de los procedimientos de los cient�ficos sino mas bien de plantearles a los cient�ficos como deben ser sus procedimientos. El m�todo cient�fico puede ser enunciado abstractamente en sus procedimientos, pero cuando se lo aplica siempre aparece mezclado con conceptos, hip�tesis y valores. Estos �ltimos y no el m�todo en si mismo, son los que determinan el producto llamado �conocimiento cient�fico�
Inducciones y deducciones: la inducci�n es un razonamiento que generaliza, a partir de proposiciones singulares o particulares, un enunciado universal. No son concluyentes, aunque aportan elementos a favor de la misma, por lo cual la conclusi�n es considerada probable pero no necesaria. Este tipo de razonamiento por un lado permite obtener una conclusi�n que posee m�s informaci�n que la que se ten�a previamente, pero por otro lado, la conclusi�n a la que se llega no es necesaria ni concluyente sino tan solo probable. Este razonamiento es inv�lido. El razonamiento deductivo se caracteriza porque sus conclusiones no agregan m�s informaci�n que la contenida en las premisas. Los razonamientos deductivos validos justifican de manera concluyente la proposici�n deducida de sus premisas. Es imposible que las premisas que constituyen las razones sean verdaderas y la conclusi�n sea falsa. Cuando no ocurre tal cosa el razonamiento deductivo es inv�lido. Los razonamientos deductivos validos garantizan que si las premisas son verdaderas, la conclusi�n ser� necesariamente verdadera. En cambio la falsedad de las premisas no informa nada acerca del valor de verdad de la conclusi�n. Lo que implica que a partir de premisas falsas pueden obtenerse conclusiones verdaderas o falsas. Los ejemplos de razonamientos deductivos validos son el modus ponens y el modus tollens. Los ejemplos de razonamientos inv�lidos son la falacia de afirmaci�n del consecuente y la falacia de negaci�n del antecedente.
La validez de la deducci�n, por si sola no es fuente de enunciados verdaderos acerca de la realidad. Para aceptar las hip�tesis cient�ficas se requiere, adem�s de la coherencia l�gica, el apoyo de la base emp�rica.
El m�todo Inductivo
En el siglo XVII la inducci�n pasa a considerarse el m�todo por el cual la ciencia elabora sus conocimientos. Se basa en una generalizaci�n por la cual se establecen afirmaciones sobre todos los objetos de una clase a partir de un n�mero determinado de ejemplos previamente seleccionados. Aplicado a la investigaci�n cient�fica como base formal del m�todo inductivo, generaliza a partir de unos pocos casos o muestras, las caracter�sticas o relaciones de toda una clase de objetos o hechos. Su forma t�pica consiste en el empleo de cierto n�mero de ejemplos o casos particulares para justificar una generalizaci�n emp�rica. En este procedimiento las razones para justificar una feneralizacion no son concluyentes. Dado que los razonamientos inductivos son inv�lidos, siempre cabe la posibilidad de que en el futuro aparezca alguna evidencia que hasta ese momento no se hab�a considerado y que muestre que la conclusi�n universal era falsa. Es por ello que los inductivistas decidieron proponer condiciones especiales para generalizar.
El n�mero de enunciados observacionales obtenidos que sirve de base a las inducciones debe ser grande. Solo si contamos con una cantidad significativamente grande de casos es posible asegurar que las relaciones que observemos entre los fen�menos presentan alguna regularidad no atribuible al azar.
Las observaciones realizadas deben repetirse variando las condiciones de observaci�n.
Ninguno de los enunciados observacionales obtenidos debe contradecir la ley general que se va a inferir.
Los pasos que propone el m�todo son los siguientes:
Observaci�n de todos los hechos sin hacer conjeturas a priori acerca de su relevancia.
Registro de todo lo observado
An�lisis, comparaci�n y clasificaci�n de los hechos observados y registrados.
Generalizaciones emp�ricas referentes a las relaciones entre los hechos, sean estas clasificatorias o causales.
Realizaci�n de inferencias partiendo de las generalizaciones establecidas. Permiten una contrastaci�n de las generalizaciones. La ley obtenida por inducci�n le posibilita al cient�fico obtener mediante inferencias explicaciones y predicciones de hechos, los que a su vez suponen una puesta a prueba de la validez de la ley.
Las tesis b�sicas del inductivismo son las siguientes:
La investigaci�n cient�fica comienza por la observaci�n, sin hip�tesis previas.
la observaci�n es la base segura de la ciencia
Las hip�tesis se obtienen por inducci�n a partir de los enunciados observacionales.
el m�todo se apoya en el llamado �principio de inducci�n� que se puede enunciar de la siguiente manera, si en una amplia variedad de condiciones se observa una gran cantidad de A y si todos los A observados poseen la propiedad B, entonces todos los A tienen la propiedad B.
Las condiciones de generalizaci�n garantizan la obtenci�n de leyes cient�ficas seguras.
El conocimiento de la ciencia progresa de manera continua, acumulativa y ascendente, puesto que a medida que aumenta la base de datos observados se obtienen leyes y teor�as de mayor generalidad y alcance.
Criticas del m�todo: - insalvable invalidez del razonamiento inductivo: es l�gicamente invalido. La mera acumulaci�n de algunos casos verificadores no es un elemento de juicio suficiente que garantice la verdad de las generalizaciones. Siempre existe la probabilidad de que se presenten casos futuros que contradigan la ley general que se pretend�a segura. �el problema de a probabilidad de las conclusiones: si bien no son verdaderas concluyentemente, son probablemente verdaderas, siendo su grado de probabilidad directamente proporcional al mayor n�mero de observaciones que la apoyen. El aumento del apoyo observacional de una ley cient�fica no implica el aumento de la probabilidad de su verdad, dado que la ley, al ser u enunciado universal, abarca un infinito numero de casos. Se debe obtener el cociente entre el n�mero de casos tomados y el n�mero total de casos que abarca la ley- tal n�mero estar� entre 0 y 1. Aumentar el numero de observaciones no hace mas probable la verdad de un enunciado que abarque un numero indefinido de casos, puesto que el calculo de probabilidad implica dividir el numero de observaciones por el numero total de casos, el cual es infinito. � el c�rculo vicioso inductivista: el razonamiento inductivo presupone impl�citamente hip�tesis inductivas a la vez. Con lo cual la justificaci�n del uso de la inducci�n involucra en �ltima instancia un c�rculo vicioso. � la ciencia no comienza por la observaci�n sin ninguna hip�tesis previa. Es imposible reunir la totalidad de los hechos relevantes sin una hip�tesis previa con respecto a la cual estos tienen relevancia. � las proposiciones no est�n libres de preconceptos. Individuos educados en distintas sociedades se comportan como si vieran diferentes cosas � los enunciados observacionales contienen carga te�rica: para el inductivismo, las teor�as cient�ficas se construyen sobre la base de enunciados observacionales p�blicos. Los enunciados observacionales se construyen siempre desde el lenguaje, es por eso que depender�n del marco te�rico desde donde se los construye. Este argumento derriba el planteo inductivista de que los enunciados observacionales son objetivos y verdaderos, pues se pueden construir enunciados observacionales falsos a partir de supuestos te�ricos falsos. � imposibilidad de inferir conceptos y modelos te�ricos a partir de las observaciones. Las reglas de inducci�n no proporcionan procedimientos para construir una hip�tesis expresada en t�rminos de conceptos te�ricos que hasta ese momento no se hab�an utilizado en la descripci�n de los datos mismos.
M�todo hipot�tico deductivo.
Se inventan hip�tesis como intentos de respuesta a un problema de investigaci�n y sometiendo luego estas hip�tesis a la confrontaci�n con los hechos. Para los deductivistas, la ciencia no parte de la observaci�n de los hechos sino del intento de soluci�n de problemas. El cient�fico debe proponer libremente hip�tesis. Las hip�tesis son enunciados que se postulan como posible soluci�n del problema que se investiga.
El m�todo hipot�tico deductivo se despreocupa del problema de la producci�n de explicaciones cient�ficas. Separa el contexto de descubrimiento de hip�tesis del contexto de su justificaci�n y se centra en este segundo aspecto. Lo importantes es si se justifican o no los hechos. Como las hip�tesis son enunciados que pueden ser sometidos a contrastaci�n, ser� en la prueba de la confrontaci�n con los enunciados observacionales donde se determinara si tal explicaci�n es correcta o no contrastar una hip�tesis para el hipot�tico reductivismo supone deducir consecuencias que deber�an producirse de ser correcta la hip�tesis. Estas condiciones deben ser reproducibles y provocarse a voluntad para decidir acerca de la correcci�n de la hip�tesis. Para ello el cient�fico debe elaborar situaciones de observaci�n controlada, es decir, debe construir un dise�o experimental. En el caso de que no se produzcan los resultaos esperados la hip�tesis es refutada y el investigador deber� elaborar una nueva explicaci�n tentativa, en el caso de que los resultados esperados se produzcan, la hip�tesis es confirmada.
El m�todo intenta apoyar sus procedimientos en una l�gica deductiva valida. Hay dos tipos de razonamientos deductivos validos: el modus ponens y el modus tollens. El modus ponens no sirve para poner a prueba hip�tesis. El ponens ubica como segunda premisa aquello que justamente se requiere averiguar: la verdad de la hip�tesis. Esto lo vuelve in�til como estructura l�gica aplicada a la contrastaci�n de la misma. Lo que el cient�fico hace es plantear que si la hip�tesis propuesta es verdadera, se deben producir ciertas consecuencias observacionales, y luego trata de comprobarlas de modo de afirmar la verdad de la hip�tesis. Pero con este procedimiento nos encontramos ante una falacia de afirmaci�n del consecuente, por lo tanto la verdad de las premisas no garantiza la verdad de la conclusi�n. Los defensores del m�todo pretend�an garantizar la seguridad de las hip�tesis bas�ndose en razonamientos deductivos validos. El inconveniente de los razonamientos deductivos validos es que si bien formalmente de premisas verdaderas se obtienen conclusiones verdaderas, la verdad de la conclusi�n no garantiza que las premisas sean verdaderas, porque existen formas de razonamiento validas, que a pesar de que contienen alguna premisa falsa, permiten inferir conclusiones verdaderas.
Las tesis b�sicas del m�todo hipot�tico deductivo son las siguientes:
La investigaci�n cient�fica parte de problemas.
El cient�fico inventa libremente hip�tesis con el objeto de solucionar el problema.
Las hip�tesis gu�an el desarrollo de las investigaciones y dirigen las observaciones y la selecci�n de datos relevantes.
La justificaci�n y aceptaci�n de las hip�tesis se basas en la contrastaci�n emp�rica de sus consecuencias observacionales.
si una hip�tesis re�ne un gran numero de confirmaciones, se convierte en ley cient�fica.
Pasos del m�todo:
Planteo del problema
Formulaci�n de una hip�tesis como soluci�n tentativa
Deducci�n de consecuencias observacionales de la hip�tesis propuesta.
Elaboraci�n de un dise�o experimental que permita contrastar las consecuencias observacionales con la experiencia.
Si se contrastan con �xito los enunciados observacionales, se supone que la hip�tesis se confirma
A partir de gran cantidad de confirmaciones observacionales la hip�tesis pasa a considerarse ley.
Correcci�n falsacionista de Popper
Popper propone un m�todo que se llama falsacionista o de conjeturas y refutaciones, el cual introduce modificaciones importantes al m�todo hipot�tico deductivo, pero apoy�ndose en su l�gica. El m�todo se afirma en el hecho de que, desde el punto de vista l�gico, no es lo mismo refutar que confirmar una hip�tesis. La refutaci�n, al basarse en el razonamiento valido modus tollens, garantiza que la conclusi�n sea necesariamente verdadera si las premisas son verdaderas.
El modus tollens es un razonamiento deductivo valido, lo que significa que su conclusi�n se deduce necesariamente de las premisas y que de premisas verdaderas se obtienen conclusiones verdaderas.
Hay una asimetr�a en la contrastaci�n de hip�tesis: la confirmaci�n se apoya en una falacia, mientras que la refutaci�n se apoya en un razonamiento deductivo valido que permite asegurar la falsedad de las hip�tesis. Saber acerca del error representa tambi�n un conocimiento valioso para el investigador. Y en caso de que se fracase en los intentos de refutar, la hip�tesis se mantendr� como la mejor explicaci�n con la que se cuenta hasta ese momento. Pero su aceptaci�n es provisoria, hasta que se demuestre lo contrario.
Pasos del falsacionismo: 1. hip�tesis 2. Deducci�n de consecuencias observacionales que, de llegar a producirse, mostrar�an que la hip�tesis es falsa 3. Luego de lo cual el cient�fico realizara las observaciones y experimentos que se requieran para intentar encontrar las consecuencias observacionales refutatorias. 4. de llegar a encontrar los falsadores potenciales, mediante enunciados observacionales falsados, la hip�tesis se refuta y se descarta. 5. busc�ndose una nueva hip�tesis. 6. de lo contrario se la conserva provisoriamente hasta que aparezcan hechos que la refuten.
La condici�n previa para levar a cabo los pasos antedichos es que el cient�fico, respete el criterio de demarcaci�n cient�fica de la falsabilidad: las explicaciones propuestas deben ser falsables, deben poder ser puestas a prueba cr�ticamente, deben ofrecer casos posibles que si ocurriesen la derribar�an. Los enunciados cient�ficos tienen que negar o prohibir ciertos estados de cosas (los metales son conductores de la electricidad). Estos estados de cosas que un enunciado cient�fico niega proporcionan al cient�fico la posibilidad de proponer posibles enunciados falsadores de hip�tesis. Para Popper el criterio de falsabilidad separa enunciados falsables de no falsables. No son enunciados falsables:
Enunciados y teor�as tautol�gicos.
Enunciados y teor�as metaf�sicos. No se pueden inferir enunciados observacionales.
Enunciados y teor�as vagos e imprecisos. No permiten definir probables casos falsadores.
Teor�as que explican cualquier estado posible del universo.
Pasos para evaluar una teor�a: 1. determinar su coherencia interna. 2. determinar si formalmente es tautol�gica. 3. comparar la teor�a con otras anteriores para determinar si constituye un progreso cient�fico. 4. Contrastar la teor�a tomando cada una de sus hip�tesis y deduciendo de ellas consecuencias observacionales refutatorias, para luego compararlas con los resultados obtenidos en las aplicaciones pr�cticas y los experimentos. Como resultado pueden ocurrir tres cosas. �que las hip�tesis de la teor�a sobrevivan a los esfuerzos de refutaci�n.-que sean refutadas algunas de las hip�tesis derivadas, en cuyo caso la teor�a se conserva por no estar afectadas sus hip�tesis ppales, pero se eliminan aquellas que probaron ser falsas.- que sean refutadas las hip�tesis b�sicas de la teor�a, en cuyo caso toda la teor�a debe ser descartada.
Tesis del falsacionismo:
No es posible justificar una teor�a cient�fica mediante enunciados observacionales
Todas las hip�tesis son proposiciones cuya verdad es una conjetura.
Es posible justificar que una teor�a sea falsa bas�ndonos en enunciados observacionales verdaderos que la contradigan
Para que una prop. Sea cient�fica tiene que ser falsable
La ciencia procede por conjeturas y refutaciones, proponiendo teor�as audaces y someti�ndolas a contrastaciones, prefiriendo aquellas teor�as que hayan sobrevivido hasta ahora a los intentos de refutaci�n.
La ciencia progresa a partir del error, eliminando las explicaciones refutadas y produciendo explicaciones mejores que no fracasan donde las anteriores lo hicieron.
Cr�ticas y problemas:
La refutaci�n depende de los enunciados observacionales. Si estos contienen carga te�rica y las teor�as con las que se construyeron son err�neas, nada impide que se refuten hip�tesis correctas sobre la base de enunciados observacionales falsos (teor�a helioc�ntrica de Cop�rnico)
Complejidad de las situaciones de contrastaci�n. La contrastaci�n de hip�tesis requiere de hip�tesis auxiliares, por lo que se debe complejizar el modus tollens. La conclusi�n de este razonamiento niega la verdad de la conjunci�n de hip�tesis, pero eso no implica que todas sean falsas. De manera que ante la aparici�n de un caso refutador, el cient�fico debe evaluar si la refutaci�n afecta a la hip�tesis ppal o alguna de las involucradas.
La ciencia no ha sido falsacionista a lo largo de la historia.
Las hip�tesis principales de una teor�a no se refutan por decisi�n de los cient�ficos.
Comte. Filosof�a positivista
Comte cree haber encontrado una gran ley fundamental. Esta ley consiste en que cada una de nuestras especulaciones pasa sucesivamente por tres estados te�ricos: el estado teol�gico o ficticio, el estado metaf�sico o abstracto, y el estado cient�fico o positivo. El esp�ritu humano se vale sucesivamente de tres m�todos de filosofar, el m�todo teol�gico, el m�todo metaf�sico y el m�todo positivo. De ah� tres clases de filosof�as, o de sistemas generales de pensamiento.
El primero es el punto de partida necesario de la inteligencia humana, el tercero su estado fijo y definitivo, y el segundo esta destinado en forma exclusiva a servir de transici�n. En el estado teol�gico, el esp�ritu humano se representa los fen�menos como producidos por la acci�n directa y continuada de agentes sobrenaturales, cuya intervenci�n arbitraria explica todas las anomal�as del universo. En el estado metaf�sico, los agentes sobrenaturales son sustituidos por fuerzas abstractas inherentes a los diversos seres del mundo y concebidas como capaces de generar por si mismas todos lo fen�menos observados, cuya explicaci�n consiste en asignar a cada uno su correspondiente entidad. Finalmente en el estado positivo, el esp�ritu humano renuncia a buscar el origen y destino del universo y a conocer las causas intr�nsecas de los fen�menos, para dedicarse exclusivamente a descubrir sus leyes efectivas, es decir, sus relaciones invariables de sucesi�n y de similitud. La explicaci�n de los hechos ser� la coordinaci�n establecida entre los diferentes fen�menos particulares y algunos hechos generales.
El sistema teol�gico alcanza su mas acabada perfecci�n cuando substituye el juego variado de las numerosas divinidades independientes por la providencial acci�n de un ser �nico. La culminaci�n del sistema metaf�sico se logra al concebir en lugar de entidades particulares, una sola entidad general, la naturaleza, reconocida como la fuente �nica de todos los fen�menos.
La perfecci�n del sistema positivo estar�a en la representaci�n de todos los fen�menos observables, como casos particulares de un solo hecho general.
No existe ninguna ciencia que haya llegado al estado positivo que no pueda ser analizada en su pasado como compuesta esencialmente de abstracciones metaf�sicas, o dominada por especulaciones teol�gicas.
La m�s importante de estas consideraciones radica en la necesidad experimentada en todas las �pocas de una teor�a cualquiera que coordine los hechos, dada la evidente imposibilidad del esp�ritu humano de sistematizar una teor�a partiendo de la mera observaci�n. Todos sostienen que no hay m�s conocimiento real que aquel que se basa en hechos observados, pero si nos referimos a la formaci�n de nuestros conocimientos, tambi�n es necesaria una teor�a cualquiera que coordine esa observaci�n. Si al contemplar los fen�menos no los relacion�ramos inmediatamente con algunos principios, no solo nos seria imposible combinar estas observaciones asiladas, y por tanto sacar provecho alguno de ellas, sino que seriamos incluso completamente incapaces de retenerlas, y ciertamente los hechos permanecer�an desapercibidos ante nuestros ojos. As� el esp�ritu humano se hubiera encontrado encerrado en un c�rculo vicioso si no hubiera abierto una salida natural por el desarrollo espont�neo de unas concepciones teol�gicas, las cuales han dado un punto de conexi�n a sus esfuerzos y han ofrecido un programa para su actividad. Las cuestiones inaccesibles no hubieran podido adquirir el desarrollo de que son capaces si el hombre no hubiese comenzado por tener una opini�n desmesurada de ellas. La filosof�a positiva, cuya mayor aspiraci�n es la de descubrir las leyes de los fen�menos, y cuyo car�cter mas peculiar consiste en considerar prohibitivos para la raz�n humana todos estos misterios de los que la filosof�a teol�gica da raz�n. Nuestra actividad intelectual esta suficientemente motivada por la simple esperanza de descubrir las leyes de los fen�menos o por el simple anhelo de confirmar o desmentir una teor�a. La filosof�a teolog�a, filosof�a cuya particularidad es la de ser espont�nea y por ello, la una posible en los or�genes, y la �nica tambi�n que ha podido brindar a nuestro esp�ritu infantil un inter�s suficiente. Para pasar de esta filosof�a provisional a la filosof�a definitiva, el esp�ritu humano ha tenido que adoptar naturalmente como filosof�a transitoria los m�todos y las doctrinas metaf�sicas. La filosof�a teol�gica y la f�sica son tan incompatibles, los caracteres de sus concepciones son tan radicalmente opuestos que antes de renunciar a unos para emplear exclusivamente los otros, la inteligencia humana ha tenido que valerse de concepciones intermedias, de car�cter espurio, propias, por ello mismo, para preparar paulatinamente la transici�n. Este es el destino final de las concepciones metaf�sicas: no tienen utilidad real.
La filosof�a positivista:
El car�cter fundamental de la filosof�a positiva esta en considerar todos los fen�menos como sujetos a leyes naturales invariables, cuyo descubrimiento preciso y la posterior reducci�n al menor n�mero posible constituyen la finalidad de nuestros empe�os. Con las explicaciones positivas no tenemos la mas minima intenci�n de exponer cuales son las causas generadoras de los fen�menos, tal que con ello no conseguir�amos mas que retrasar la facultad, por el contrario, pretendemos analizar con exactitud las circunstancias de su producci�n y coordinar unos fen�menos con otros, mediante relaciones normales de sucesi�n y similitud. Cada vez que se ha intentado decir algo racional sobre el tema de la ley de gravitaci�n newtoniana las mentes mas ilustres no han podido sino definir estos dos principios, el uno por el otro, es decir, para la atracci�n, afirmando que no es otra cosa sino la gravedad universal, y para la gravedad, que consiste simplemente en la atracci�n terrestre. Son lo mas satisfactorio que podemos obtener, ya que nos muestran como id�nticos dos ordenes de fen�menos que durante mucho tiempo fueron considerados inconexos entre si.
Hay que considerar que no todas las distintas ramas de nuestros conocimientos han recorrido con id�ntica rapidez las tres grandes fases y por lo tanto tampoco han llegado simult�neamente al estado positivo. Existe un orden invariable y necesario de concepciones. Hace dos siglos, en que la acci�n combinada de los principios de Bacon, de las teor�as de Descartes y de los descubrimientos de Galileo, hizo que el esp�ritu de la filosof�a positiva comenzara a erigirse en el mundo en clara oposici�n al esp�ritu teol�gico y metaf�sico. A partir de esa �poca, el movimiento ascendente de la filosof�a positiva y el descendente de la filosof�a teol�gica y metaf�sica han sido extremadamente relevantes.
La ciencia social es la �nica aunque grande laguna que hay que rellenar para acabar de instituir la filosof�a positiva, esta es la m�s grande y la m�s apremiante necesidad de nuestra inteligencia. Si sucediera que la f�sica social alcance el mismo grado de perfecci�n que las otras, el sistema filos�fico de los modernos estar�a fundado de manera definitiva, ya que todos los fen�menos observables quedar�an contenidos en una de las cinco grandes categor�as: astron�micos, f�sicos, qu�micos, fisiol�gicos y sociales. La filosof�a estar� definitivamente constituida en el estado positivo. Habiendo adquirido el car�cter de universalidad, la filosof�a positiva llegara a ser capaz de sustituir �ntegramente, con toda s superioridad natural, a la filosof�a teol�gica y a la filosof�a metaf�sica. La constituci�n de la f�sica social hace posible, e incluso necesario, poder resumir los diversos conocimientos adquiridos, alcanzando ahora un estado fijo y homog�neo para coordinarlos mostr�ndolos como ramas diversas de un tronco �nico.
Los dos objetivos del curso son necesariamente inseparables. Seria imposible concebir un curso de filosof�a positiva sin la fundaci�n de la f�sica social. No todas las ciencias fundamentales son equivalentes en importancia, para la consecuci�n del bienestar de la humanidad.
A medida que diversos conocimientos se desarrollan, se comienzan a organizar en divisiones, en la cual cada rama del sistema se separa gradualmente del tronco. La divisi�n del trabajo intelectual, cada vez m�s perfeccionado, es uno de los atributos mas importantes de la filosof�a positiva. Pero es imposible no constatar los serios inconvenientes que esta engendra, debido a la excesiva particularidad de las ideas que ocupan exclusivamente a cada inteligencia individual. Sin embargo podemos evitar los m�s nocivos efectos de la excesiva especializaci�n, sin impedir la estimulante influencia de la divisi�n de los estudios. Las divisiones de la filosof�a natural son en definitiva artificiales. El verdadero medio de frenar la amenaza que pesa sobre el porvenir intelectual, debido a la excesiva especializaci�n de los estudios individuales es hacer del estudio de las generalidades cient�ficas una gran especialidad nueva. Que una nueva clase de investigadores se ocupara de descubrir sus relaciones y su coordinaci�n, de resumir si es posible todos sus principios propios, al menor numero de principios comunes, conform�ndose siempre a las m�ximas fundamentales del m�todo positivo, y el resto de los investigadores fueran educados en el conjunto de los conocimientos positivos.
Una vez cumplidas estas dos grandes condiciones, la divisi�n del trabajo en las ciencias llegara sin ning�n riesgo tan lejos como lo exija el desarrollo de los diversos conocimientos.
La organizaci�n moderna del mundo del saber estar� plenamente establecida y tendr� como finalidad el ir desarroll�ndose perpetuamente, conservando siempre el mismo car�cter.