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El avance del conocimiento muchas veces es una ventaja a medias. La física nuclear fue un ejemplo, y la genética en unos 60 años puede serlo también.

Hoy las compañías a cambio de un honorario nos ofrecen información sobre nuestros genes. Dicen que este conocimiento nos ayudará a vivir más y mejor. Podríamos hacernos chequeos para detectar señales tempranas de enfermedades, por ejemplo. Así si nuestras probabilidades de una vida prolongada no son buenas, podríamos comprar más seguro de vida o incluso jubilarnos antes. En los países desarrollados hay disponibilidad de aborto y reducciones significantes de la incidencia de patologías como el síndrome de Down. Pero en regiones como India y China donde las parejas ansían tener hijos, el aborto selectivo es una muestra de sexismo, practicado a tal extremo que hay una generación en la que los hombres enfrentan escasez de parejas femeninas.

La selección de hijos no necesariamente tiene que ver con el aborto.
Desde hace varios años se utiliza la fertilización in vitro para producir embriones de aquellas parejas en riesgo, que no tengan gen defectuoso para implantarlo en el útero de las madres. Así se logra evitar la transmisión de genes con riesgo elevado para desarrollar ciertas formas de cáncer. La selección genética inevitablemente avanzará hacia el mejoramiento genético.

Para muchos padres nada es más importante que ofrecerle a su hijo el mejor arranque posible en la vida a través de compras materiales o gastos en las mejores escuelas, pero tal vez no pase mucho tiempo hasta que podamos identificar los genes que mejoran las posibilidades de éxito.
Muchos condenarán esto como un resurgimiento de la eugenesia, la visión donde los rasgos hereditarios deberían mejorarse a través de la intervención activa. De modo que la selección genética podría asemejarse a las formas de eugenesia referida a la higiene racial.

En las sociedades liberales regidas por el mercado, la eugenesia será el resultado de la elección paterna y el accionar del mercado libre. Pudiendo causar peligros además de bendiciones.

Por ejemplo la altura superior al promedio tiene correlación con el ingreso superior al promedio, así se generaría la elección del gen que permita tener hijos más altos, resultando una sociedad con chicos cada vez más altos y costos ambientales significativos generados por el consumo adicional requerido para alimentar a seres humanos más grandes.

La implicancia más alarmante de este modo de selección genética es que sólo los ricos pueden permitírselo. La brecha entre ricos y pobres, que ya es un desafío para nuestras ideas de justicia social, se volverá un abismo que la simple igualdad de oportunidades no podrá achicar.
Evitar este resultado implicará que la selección para el mejoramiento genético no esté disponible para nadie o esté al alcance de todos.