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PsicologíaResumen de Bourdieu: El campo científicoCát: Colombo1º Cuat. de 2010Altillo.com

El campo científico

Pierre Bourdieu

 
 

Es dentro de la historia donde hay que buscar la razón de un progreso paradójico de una razón en todo histórica y sin embargo irreductible a la historia.

La sociología de la ciencia reposa en el postulado de que la verdad del producto (verdad científica) reside en particulares condiciones sociales de producción, en un estado determinado de la estructura y del funcionamiento del campo científico.

 
 

La lucha por el monopolio de la competencia científica

El campo científico (sistema de relaciones objetivas entre posiciones adquiridas) es el lugar de una lucha competitiva que tiene por desafío específico el monopolio de la autoridad científica (capacidad técnica y poder social) o el monopolio de la competencia científica que es socialmente reconocida a un agente determinado, entendida en el sentido de capacidad de hablar e intervenir legítimamente e materia de ciencia.

- Hay que cuidarse de reducir las relaciones objetivas que son constituidas del campo al conjunto de las interacciones (al conjunto de estrategias que él determina)

- Habrá que precisar lo que quiere decir “socialmente reconocido”, el grupo que le otorga este reconocimiento tiende siempre a reducirse más al conjunto de los sabios, a medida que se acrecientan los recursos científicos acumulados y la autonomía del campo.

Decir que el campo es un lugar de luchas es decir que no conocería otras leyes que las de la competencia pura y perfecta de las ideas, infaliblemente diferenciadas por la fuerza intrínseca de la idea verdadera, es también recordar que el funcionamiento mismo del campo científico produce y supone una forma específica de intereses.

Hablar de intereses científico y autoridad científica es buscar descartar de plano las distinciones implícitas que dificultan las discusiones sobre la ciencia. Así, intentar disociar en la competencia científica lo que seria pura representación social, poder simbólico, de lo que sería pura capacidad técnica, es caer en una trampa constructiva de toda competencia.  Toda la ficción social modifica la percepción social de la capacidad propiamente técnica.

Los juicios sobre las capacidades científicas de un estudiante o de un investigador están siempre contaminados por el conocimiento de la posición que ocupa en las jerarquías instituidas.

Todas las prácticas se orientan hacia la adquisición de la autoridad científica,  el interés por una actividad científica tiene dos caras. Un análisis que tratara de aislar una dimensión puramente política en los conflictos por la dominación en el campo científico sería tan radicalmente falso como el análisis que no considera sino las determinaciones “puras” y puramente intelectuales de los conflictos científicos. 

Los conflictos epistemológicos son siempre conflictos políticos.

En la definición del campo científico como espacio objetivo de un juego donde se encuentran comprometidas posiciones científicas se deduce que es inútil distinguir determinaciones propiamente científicas y determinaciones propiamente sociales de prácticas esencialmente sobredeterminadas.

Un científico pretende realizar investigaciones que considera importante, pero si descubre el resultado en una publicación de otra persona, lo afecta aunque el interés intrínseco de su resultado no se encuentre afectado.

La distinción que hace Meron entre conflictos “sociales” e “intelectuales” constituye una estrategia a la vez social e intelectual que tiende a imponer una delimitación del campo de los objetos legítimos de discusión.

Por distinción la sociología oficial americana tiende a asegurarse la respetabilidad académica y a imponer una delimitación de lo científico y de lo no científico que prohíba toda interrogación que ponga en cuestión los fundamentos de su respetabilidad como una falta al buen sentido científico.

El campo científico es quien asigna a cada investigador estrategias científicas que al mismo tiempo son estrategias políticas.

 
 

La acumulación del capital científico

En la lucha por la autoridad científica los productores tienden a no tener otros clientes posibles que sus competidores. Un productor particular no puede esperar el reconocimiento del valor de sus productos de otros productores que a la vez son sus competidores.

Cada uno de los agentes debe comprometerse para imponer el valor de sus productos y de su propia autoridad como productor legitimo y esta presente el desafío de imponer la definición de la ciencia mas conveniente para sus intereses específicos (la mas adecuada para permitirle ocupar con toda legitimidad la posición dominante) asegurando la posición mas alta en la jerarquía de los valores científicos, de las capacidades científicas que el agente detenta a titulo personal o institucional.

Los debates sobre la prioridad de los descubrimientos oponen en más de un caso a aquel que ha descubierto el fenómeno desconocido. Estas discusiones políticas sobre el derecho de propiedad científica y las discusiones epistemológicas sobre la naturaleza del des-cubrimiento científico oponen dos principios de jerarquización de las prácticas científicas, uno que da prioridad a la observación y la experimentación (y las disposiciones y capacidades correspondientes) y otro que privilegia la teoría y los “intereses” científicos correlativos.

La definición de la cuestión de la lucha científica forma parte de las posiciones e la lucha científica, los dominantes son aquellos que consiguen imponer la definición de la ciencia según la cual su realización mas acabada consiste en tener, ser y hacer lo que ellos tienen, son o hacen.

La “función” en el sentido del “funcionalismo” de la escuela americana no es otra cosa que el interés de los dominantes

La autoridad científica es una especie particular de capital que puede ser acumulado, transmitido e incluso reconvertido en otras especies bajo ciertas condiciones.

El investigador depende también de su reputación entre sus colegas para obtener los fondos de investigación. El reconocimiento socialmente señalado y garantizado es función del valor distintivo de sus productos y de la originalidad colectivamente reconocida a la contribución que él hace a los recursos científicos ya acumulados.

Acumular capital es hacerse un nombre por el cual lo reconocen.

 
 

Capital científico y propensión a invertir

La estructura del campo científico se define por el estado de las relaciones de fuerza entre os protagonistas de la lucha (es decir por la estructura de la distribución del capital específico ( y que dirige las estrategias y las posibilidades objetivas de los diferentes agentes o instituciones en las luchas presentes.

La estructura de la distribución del capital científico es el fundamento de las transformaciones del campo científico por intermediación de las estrategias de conservación o de subversión de la estructura que ella misma produce.

Las aspiraciones son tanto más altas cuanto más elevado es el capital de reconocimiento.

Intentar medir la relación estadística que se establece entre el prestigio de un investigador y el prestigio de sus títulos escolares de origen es asumir la hipótesis de que la productividad y el prestigio actual son independientes entre ellos e independientes de los títulos de origen.

Para comprender a transformación de las prácticas científicas que acompaña el progreso en la carrera científica hay que relacionar las diferentes estrategias científicas con la importancia del capital científico poseído que define las estrategias “razonables” de inversión y desinversión.

 
 

El orden (científico) establecido

La forma que reviste la lucha por la legitimidad científica, depende de la estructura del campo (la estructura de la distribución del capital específico de reconocimiento científico entre los participantes de la lucha). Esta estructura puede variar teóricamente entre dos límites teóricos en los hechos jamás alcanzados: la situación de monopolio del capital específico de autoridad científica y la situación de competencia perfecta que supone la distribución equitativa de este capital entre todos los competidores.

Los dominantes ocupan las posiciones mas altas dentro de la estructura de la distribución del capital científico, y los dominados poseen un capital científico tanto más importante cuanto más importantes son los recursos científicos acumulados. Las estrategias de conservación y las estrategias de subversión tienden a debilitarse a medida que la homogeneidad del campo incrementa y que decrece correlativamente la probabilidad de grandes revoluciones periódicas en beneficio de innumerables pequeñas revoluciones permanentes.

En la lucha que los opone, los dominantes y los dominados recurren a estrategias antagónicas profundamente opuestas en su lógica y en su principio: los intereses que los animan y los medios a los que pueden recurrir para satisfacerlos dependen en efecto muy estrechamente de su posición en el campo (de su capital científico y del poder que él les da sobre el campo de producción y de circulación científica y sobre los beneficios que produce). Los dominantes adoptan estrategias de conservación que tienden a perturbar el orden científico establecido del cual son parte interesada. El orden no se reduce a la ciencia oficial, conjuntos de recursos científicos heredados del pasado, que existen en estado objetivado y en estado incorporado bajo la forma de Habitus Científicos, sistemas de esquemas generadores de percepción, de apreciación y de acción que son el producto de una forma específica de acción pedagógica y que vuelven posible la elección de los objetos, la solución de los problemas y la evaluación de las soluciones. Engloba el conjunto de instituciones encargadas de asegurar la producción y circulación de los bienes científicos al mismo tiempo que la reproducción y la circulación de los productores y de los consumidores de estos bienes.

Comprende también los instrumentos de difusión y las revistas científicas que consagran los productos conformes con los principios de la ciencia oficial.

El campo asigna a cada agente sus estrategias, incluyendo aquella que consiste en trastocar el orden científico establecido. Los recién llegados pueden encontrarse orientados hacia las colocaciones seguras de las estrategias de sucesión, capaces de asegurarles los beneficios correspondientes a los que se realizan el ideal oficial de la excelencia científica, asumiendo el costo de realizar innovaciones circunscriptas en los límites autorizados, o hacia estrategias de subversión, colocaciones infinitamente más costosas y más arriesgadas que sólo pueden asegurar los beneficios prometidos a los detentadores del monopolio de la legitimidad científica.

Los recién llegados no pueden “vences a los dominantes en su propio juego” porque tiene en contra ellos toda la lógica del sistema.

 
 

De la revolución inaugural a la revolución permanente

Los que participan en el juego social tienen interés en la verdad en lugar de tener la verdad de sus intereses.

El campo científico sirve a los intereses de los que están en condiciones de percibir sus beneficios, no excluye que la lógica propia del campo y en particular la lucha entre los dominantes y los recién llegados, y la censura cruzada que de ello resulta, no ejerza un desvío sistemático de fines que hace torcer continuamente la persecución de los intereses científicos privados en beneficio del progreso de la ciencia.

La censura está constituida por ese derecho de entrada, por las condiciones de acceso al campo científico al sistema de enseñanza que le da entrada.

Las teorías están predispuestas a cumplir funciones ideológicas en el interior del campo científico.

Las rupturas científicas toman necesariamente la forma de revoluciones contra la institución. Son revoluciones contra el orden establecido.

El funcionamiento del mismo campo es el que define el orden ordinario de la “ciencia normal” y las rupturas extraordinarias, esas “revoluciones ordenadas”.

A mediad que el interés privado que cada agente singular tiene en combatir y dominar a sus competidores para obtener de ellos el reconocimiento, se encuentra armado de  todo un conjunto de instrumentos que confieren su gran eficacia a su intención polémica, al tiempo le dan un carácter universal de una censura metódica. A medida que se incrementan los recursos acumulados y el capital necesario para apropiárselos, el mercado en el cual puede ser ubicado el producto científico no deja de estar restringido a los competidores cada vez más fuertemente armados para criticarlo racionalmente y desacreditar a su autor.

El orden colectivo de la ciencia se elabora en y por la anarquía competitiva de las acciones interesadas, cada agente se encuentra dominado por el entrecruzamiento en apariencia incoherente de las estrategias individuales (la oposición entre los aspectos “funcionales” y los aspectos “disfuncionales” del funcionamiento de un campo científico dotado de una gran autonomía no tiene mucho sentido)

Los procesos que acompañan la autonomización del campo científico mantienen relaciones dialécticas, (la elevación continua del derecho de entrada que implica la acumulación de recursos específicos contribuye en cambio a la autonomización del campo científico, instaurando una ruptura social)

 
 

La ciencia y los doxósofos

La ciencia no tiene nunca otro fundamento más que la creencia colectiva en sus fundamentos, que produce y supone el funcionamiento mismo del campo científico.

La orquestación objetiva de esquemas prácticos inculcados por la enseñanza explicita y por la familiarización que constituye el fundamento del consenso práctico en los desafíos propuestos por el campo (problemas, métodos y soluciones inmediatamente percibidos como científicos), encuentra su fundamento en el conjunto de los mecanismo institucionales que aseguran la selección social y escolar de investigaciones, la formación de los agentes seleccionados, el control del acceso a los instrumentos de investigación y de publicación. El campo de discusión que diseñan, por sus luchas, recorta sobre el fondo del campo de la doxa (conjunto de presupuestos que los antagonistas admiten de hecho, porque éstos constituyen la condición tácita de la discusión)

La censura es radical porque se refiere al conjunto de lo que está admitido por el sólo hecho de su pertenencia al campo.

En el campo abstracto de la teoría, todo campo científico puede situarse en alguna parte entre los dos límites representados, por un lado el campo religioso, en el cual la verdad oficial no es otra cosa que la imposición legítima de una arbitrariedad cultural que expresa el interés específico de los dominantes y por otro lado por un campo científico en el cual todo elemento de arbitrariedad social sería descartado y cuyos mecanismo sociales realizarían la imposición necesaria de las normas universales de la razón.

La ciencia social toma necesariamente partido en la lucha política. Mientras ella llega a instaurarse, la lucha entre la ciencia y la falsa ciencia de los doxósofos aporta necesariamente una contribución a la lucha entre clases que no tienen el mismo interés en la verdad científica.

La sociología oficial toma prestado un modelo de práctica científica tal como se la representa la imaginación positivista.

La dificultad particular que tiene la sociología para pensar científicamente a la ciencia no carece de relación con el hecho de que ella está situada en el escalón inferior de la jerarquía social de las ciencias.

La sociología oficial debe hacer exhibición de objetividad y de “neutralidad ética” (neutralidad en la lucha de clases cuya existencia niega) y dar todas las apariencias de una ruptura decidida con la clase dominante y sus demandas ideológicas, multiplicando los signos exteriores de cientificidad: se tiene asi, del lado “empírico”, la exhibición tecnológica, y del lado de la “teoría”, la retórica de lo “neo”, que imita la acumulación científica aplicando a una obra o a un conjunto de obras del pasado.

Habrá que analizar sistemáticamente esta retórica de la cientificidad a través de la cual la “comunidad” dominante produce la creencia en el valor científico de sus productos y en la autoridad científica de sus miembros.

El control o la censura no es ejercida por tal o cual instancia sino por la relación objetiva entre adversarios cómplices que, por su mismo antagonismo, delimitan el campo de la discusión legítima, excluyendo como absurda o ecléctica, o simplemente impensable, cualquier tentativa por tomar una posición no prevista.

La ideología “radical” tiende a procesar toda revolución contra el orden científico establecido como revolución científica.

Los dominantes son proclives a adherir a la filosofía espontanea de la ciencia, que encuentra su expresión en la tradición positivista.

Planteando que la propia sociología de la ciencia funciona según las leyes de funcionamiento de todo campo científico que establece la sociología científica de la ciencia, la sociología científica de la ciencia no se condena al relativismo.

Una sociología científica de la ciencia no puede constituirse sino a condición de percibir claramente que las diferentes posiciones ene l campo científico están asociadas a representaciones de la ciencia, estrategias ideológicas disfrazadas de tomas de posición y las estrategias que ponen en marcha para mantenerla o mejorarla, al tiempo que desacreditan a los defensores de la posición opuesta y sus estrategias.