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Sociología | 1° Parcial (Domiciliario) | Cátedra: Martínez - Sameck (Ex Mestre) | Sede Drago | 2º Cuat. de 2010 | Altillo.com |
El individuo, al nacer, no lo hace ya inmerso en una sociedad específica,
pero, según los autores Berger y Luckmann, “se nace con una predisposición a la
socialidad”. El hombre del testimonio nació en el seno de una familia de clase
media alta, y se encontró con una realidad prehecha, ya creada por otros,
llamada realidad objetiva, la cual fue internalizando a lo largo de su infancia.
Dicha internalización constituye la base para la comprensión de sus pares y la
aprehensión del mundo que lo rodea. Ésta resulta cuando el niño asume dicho
mundo ya creado por otros, esas reglas, actitudes, normas que caracterizan al
mundo social, y al asumirlo es posible modificarlo. Este mundo base se encuentra
naturalizado y se presenta como algo dado. El proceso por el cual lo descripto
hasta aquí puede suceder es la socialización.
El hombre del testimonio no pudo elegir a sus padres, y al no poder realizar una
elección se identifica con ellos automáticamente. Su familia fue la principal
encargada para que la socialización primaria siguiera su curso. Según Berger y
Luckmann son el “otro significante”, quienes filtran la realidad objetiva. Él
aceptó dicha realidad, dichos roles y actitudes de sus significantes porque en
ese momento para el sujeto es la única que existe, y allí se define una
identidad. Justamente la identificación con los “otros” permite la
identificación de él mismo. Pero durante el mismo proceso de socialización
primaria, el hombre pasa a reconocer roles y actitudes generales, al crearse en
su mente una abstracción de roles y actitudes específicas que son las que fue
aprehendiendo hasta el momento. Esta abstracción que ocurrió en la infancia del
hombre recibe el nombre de “otro generalizado”, y es un momento sumamente
importante en la socialización porque el sujeto ya se identifica con la
sociedad, no sólo con sujetos específicos, y nace una estrecha relación entre la
realidad objetiva y una realidad subjetiva que se irá construyendo a lo largo de
todo el proceso. En este momento es muy importante el papel del lenguaje.
Todo este proceso que parece ser bastante esquemático varía notablemente en las
distintas sociedades. Los personajes del testimonio pertenecen a un momento
histórico clave en Argentina y en el mundo. Un momento que cambió la dirección
del país y que trajo duras consecuencias tanto particulares como colectivas.
Este momento comienza con una crisis en la relación sociedad-estado a partir del
año 1976. Este año se corresponde con el ascenso de la dictadura militar al
poder y, a raíz de ello, el fin del Estado de Bienestar Keynesiano. Este Estado
se caracterizaba por ser interventor, garantizar el pleno empleo y los derechos
sociales, tener un gran papel para mantener la cohesión social y generar fuertes
identificaciones políticas, es decir, con una clara matriz estado-céntrica. A
partir de ese momento comenzó a gestarse una nueva etapa: la del neoliberalismo.
Luego de este quiebre que se dio en el país se generó una situación en donde la
economía estaba por encima de la política, transformándose en una etapa
mercado-céntrica, y los trabajadores comenzaron a empobrecerse ya sea por un
descenso de sus salarios o por la pérdida total de su principal fuente de
ingresos, el trabajo. En el escrito, los padres del hombre han vivido durante la
etapa del mencionado Estado Benefactor, pudiendo pertenecer a una clase media
alta, para que luego con el correr del tiempo y del importante quiebre que
aconteció, su familia, su hijo en este caso, fuera pasando de una clase media a
una clase baja en donde no le es posible satisfacer necesidades que años atrás
para sus padres eran fácilmente complacidas.
Dice Martha Mancebo que “la desigualdad creciente ante la ley y ante las
políticas estatales refuerza la natural desigualdad que plantea por esencia el
mercado”. Luego de la etapa dictatorial se sucede una nueva etapa democrática
continuada que dura hasta nuestros días, y con su clara consolidación crece un
malestar de la sociedad ante el sistema político y un descreimiento de la
política en sí. Esto Mancebo lo califica como una crisis de representación.
Esta crisis de socialización descripta hasta el momento ha modificado totalmente
la vida de los hombres del testimonio, sobretodo para el hijo, que pasó de
“tener todo” a “no tener casi nada” en un corto lapso de tiempo. Estos drásticos
cambios exigen una resocialización. Y justamente en el caso de los personajes
fue una resocialización autoritaria, a través de un proceso coactivo, violento y
vertical durante la dictadura, sin que la sociedad pueda imponerse, dando lugar
a un total sometimiento. Esta resocialización tiene un parecido con la
socialización primaria en tanto tiene que atribuir nuevos acentos de realidad y
modificar la anterior estructura de la realidad subjetiva, pero no ya con el
individuo virgen, sino ya socializado, en palabras de Berger y Luckmann. El
hombre del relato ya no tiene espejos, no tiene fuertes modelos de
identificación, ni políticos ni sociales. No tiene proyectos a futuro, sólo vive
el presente, sin esperanzas…
2) A) Según la cita del diario Página 12 el suceso que acontece en Argentina
tiene claras explicaciones por parte de los autores Emile Durkheim y Emilio
Tenti. En primer lugar, ambos autores consideran que la escuela no actúa en el
sujeto como si fuera una tabla rasa, sino por el contrario se encuentra ante
alguien socializado, con una realidad particular, con ciertas inclinaciones, que
transcurren en la base del seno familiar. Dice Tenti que “es preciso poner en
relación la cultura extraescolar con el capital cultural que la
institución-escuela se propone inculcar”. Y justamente allí es donde se
encuentran las desigualdades escolares y sociales.
Dentro de este marco, Durkheim afirma que para que haya educación tiene que
existir una generación adulta que ejerza sus conocimientos sobre una generación
de jóvenes. Y esta educación es considerada múltiple, pues varía en las
distintas castas dentro de una misma sociedad. Cada sociedad tiene un cierto
“ideal de hombre”. El rol de la escuela, por lo tanto, es promover ciertos
estados físicos y mentales para hacer funcional al sujeto en el sistema social,
para que en un futuro elijan lo que el sistema necesita; es decir que la
educación responde a necesidades sociales. Siguiendo la línea de pensamiento
funcionalista, ante una sociedad heterogénea la educación también lo es (aunque
intenta en el comienzo una homogenización determinando las similitudes
esenciales de la vida colectiva): la de los patricios no es la de los plebeyos,
y por tanto siguiendo al ejemplo, la de la clase alta no es la de la clase baja.
Para Tenti, al ingresar a la escuela los niños ya están diferenciados, ya sea en
cuanto a la cantidad de saberes que han aprendido en su socialización primaria
(“educación primera”) como a las predisposiciones y actitudes que determinan un
modo de relación para con la cultura que la escuela se propone inculcar. Es
decir, que mientras la escuela reproduce una formación estructurada y homogénea,
los niños portan una diversidad cultural. Existe también un fenómeno de dominio
y subordinación en cuanto a la distribución de los saberes debido a que ciertos
grupos de la sociedad tienen un diferente acceso al mundo cultural. Para los
sectores dominantes, la clase alta en el ejemplo, al entrar a la escuela hubo
una continuidad con lo que ha ido incorporando dentro del seno familiar, pero
para los subordinados, la clase baja, hubo una ruptura, un choque cultural, ya
que la educación recibida en la escuela no se corresponde con la recibida en la
familia. Este autor opina igual que Durkheim al considerar el rol de la escuela
como formadora de sujetos que podrán acceder a los bienes sociales relevantes
(ocupación, participación política), aunque agrega a ese rol el de transmitir
las capacidades expresivas básicas necesarias para la vida social. La clase baja
está condicionada por el contexto social en el que está inmersa, sus diferencias
sociales con otros grupos hacen que su acceso a los saberes y su continuidad en
la escuela se dificulte. Así se ve claramente que estas desigualdades sociales
entre clases se traducen en diferencias culturales.
2) B) La cita de Página 12 hace referencia a un diferente acceso a las nuevas
tecnologías entre jóvenes de distintas clases sociales. Se dice, basándose en el
sentido común, que el mundo cibernético invadió todos los rincones de Argentina,
que todos tenemos acceso a la Internet. Pero analizando los puntos de vista de
distintos autores podemos ver que esto no es así de ninguna manera. García
Canclini afirma que un sector de adolescentes podrá acceder a este mundo
interconectado, mientras que a otro sector sólo le quedará la televisión
gratuita. Esta diferencia en el acceso a los saberes es un punto fundamental en
la formación de diferencias culturales. En nuestro país la diferencia entre
informatizados y entretenidos (por la televisión) se acrecienta día a día.
Claramente queda de manifiesto que esta modernización es “selectiva”, no abarca
a todos los sujetos de Argentina, siendo que 7 y 8 de cada 10 jóvenes no acceden
a las nuevas tecnologías. Similar postura posee Sergio Balardini, quien plantea
que las nuevas generaciones se constituyen en un nuevo “mercado-mundo global” y
que el consumo de tecnología digital es un hecho cotidiano y naturalizado. Pero
al mismo tiempo reconoce que “las posibilidades de acceso al consumo son
diferentes socialmente”, sus usos sociales son diversos y segmentados. Siguiendo
al ejemplo, Balardini marca claras diferencias entre asistir a un cybercafé de
la empobrecida zona sur que ir a uno fashion del coqueto barrio de Recoleta.
Diferencias entre la comodidad de acceder a Internet desde tu casa con una
computadora último modelo a hacerlo rodeado de desconocidos, con máquinas poco
actualizadas. Sin embargo, y pese a que según lo descripto parecería que todos
acceden al mundo virtual, a principios de 2007 sólo el 30% de la población
Argentina serían usuarios de Internet.
Por otro lado, García Canclini expone que la fragmentación y discontinuidad se
acentúa en jóvenes de clase precaria, sin suficientes conocimientos como para
poder seleccionar la vasta información, pero también en jóvenes de clase alta
justamente por la opulencia informativa. Para Balardini, otra diferencia entre
los sectores sociales se manifiesta en que la participación y producción de
contenidos en Internet queda en manos de jóvenes con mayor dotación de recursos.
La cita de Página 12 puede relacionarse con los conceptos de “Winners” y
“Loosers” de Silvia Bleichmar. Ser un perdedor o un ganador se define por el
éxito social alcanzado, y el perdedor es estigmatizado por el hecho de perder.
Casualmente ser “un perdedor” se corresponde con personas que se encuentran
socialmente marginadas y han perdido sus posibilidades de empleo. Estos
perdedores se sientes culpables de la expulsión sufrida respecto de la vida
productiva y llevan el peso de una mirada compasiva por parte de la sociedad que
los considera loosers por una imposibilidad personal y no por un derecho que les
fue quitado.