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Resumen para el 1er Parcial | Cátedra: Sameck - Vázquez | 2º Cuat. de 2013 | Altillo.com |
No es natural, Vincent Marqués
Ante la idea de aquello que se entiende como “natural” o costumbre en una
sociedad, Marqués describe la vida de Timoneda, con el fin de esclarecer lo que
implica que algo se dé como naturalizado. Timoneda lleva una vida con cierto
grado de rutina, hace ciertas cosas, piensa ciertas cosas, siente, ama, se
divierte de determinadas maneras; incluso se llama de cierta forma y no de otra.
Podríamos decir que estas son costumbres, que es lo que es porque Timoneda es
así y no de otra forma. Sin embargo, ¿no podría ser de otra forma? ¿Todas estas
formas de ser, podrían pasar de otras maneras? La forma de pensar que ubica todo
este conjunto de costumbres y formas de ser como algo natural o producto de la
costumbre, invisibiliza el hecho de que las cosas no son necesariamente como son
en el contexto en el que Timoneda se ubica. Las formas de comportarse y de
relacionarse de Timoneda no son necesariamente naturales. No hay nada en su
biología, en su constitución biológica como ser humano, que determinen que esto
sea así y no de otra forma. Timoneda, con cada acción, incluso con su nombre, se
remonta a los orígenes de la sociedad y la cultura en donde vive. Y antes de que
existiera por primera vez esa cultura o sociedad, ¿las cosas sucedían de la
misma forma? Probablemente no. Son estructuras que se van heredando de
generación en generación. Todo aquello que vaya más allá de lo biológico (comer,
dormir, beber, procrearse) depende de las circunstancias sociales, y por ende,
no se lo puede considerar como “natural”: el hecho de que Timoneda sea así y no
de otra forma no va implícito en el genoma humano. Las formas de ser de las
personas de un pueblo africano distante seguro que difieren de las actividades
que hace Timoneda, condicionadas por una sociedad capitalista, urbana y
consumista. En una situación feudal, por ejemplo, las formas hubieran sido
distintas. De hecho, es tan relativa la conducta humana, que Marqués llega a
imaginarse una sociedad distópica, post-nuclear-capitalista, neomachista y
homosexual, opuesta a la que actualmente habitamos, capitalista, machista,
heterosexual.
¿Existe algún aspecto de la conducta humana que pueda entenderse como acto
biológico o natural? No: todo comportamiento o forma de ser está mediado por la
cultura y se convierte en un constructo cultural.
La sociología reflexiva, Gouldner
Lo que Gouldner propone en este texto es la creación de una sociología reflexiva
como opuesta a la tradicional sociología funcionalista y positivista. Dicha
forma de sociología va más allá de una simple especificidad, escapa a ser un
brazo mecánico más de la sociología convencional, una especialización. Es, en
cambio, una forma de relación con lo que se estudia, una actitud del propio
sociólogo, una construcción del conocimiento como consciencia, pudiendo así
superar la concepción del conocimiento como información (positivismo lógico). La
finalidad de la sociologíaa reflexiva es lograr un cambio en el sociólogo, un
reconocimiento del uno mismo (sí mismo), y elevar así su consciencia histórica,
comprendiendo que el sociólogo es parte intrínseca de lo que estudia, y que
este, por lo tanto, puede transformar la realidad social en la que se inscribe.
La sociología reflexiva procura no sólo que el sociólogo conozca el mundo ajeno,
sino también el mundo ajeno que llevamos dentro, el mundo interior.. Sin
entender una cosa no se puede entender la otra. Así, profundizando el
autoconocimiento del sí mismo sociológico y de nuestro lugar en el mundo se
puede crear un nuevo sociólogo, capaz de comprender mejor a otros humanos y a su
mundo social.
La sociología reflexiva es la respuesta de Gouldner contra la lógica
positivista, engendradora de un método dualista proveniente de las ciencias
naturales, trasladado a las ciencias sociales. Dicho método y forma de conocer
el mundo concibe el conocimiento como mera información, e implica que el
científico adopte estrictas reglas de laboratorio a la hora de abordar el objeto
de estudio: no puede haber contacto entre sujeto y objeto porque de lo contrario
la investigación se contaminaría. Este método puede ser funcional a las ciencias
naturales, en donde es preciso adoptar normativas a la hora de trabajar con, por
ejemplo, microscópicos organismos, que pueden sufrir adulteraciones si de alguna
forma se contamina con algún elemento proveniente de factores externos. Si bien
la contaminación que podría “sufrir” el objeto de estudio en las ciencias
sociales es bien diferente al que podría sufrir un microorganismo en un
laboratorio, el concepto trasladado es el mismo. En cambio, la sociología
reflexiva es una forma completamente diferente de abordar el sujeto de estudio,
y por ende, también implica una forma completamente distinta de producción de
conocimiento. Contrapuesto al conocimiento como información, la sociología
reflexiva plantea al conocimiento como conciencia. La conciencia implica además
cierta actitud por parte del sociólogo hacia la información que recopila y
analiza. Dicha implicancia se contrapone a la idea positivista de que la
información obtenida es neutral y objetiva; para la sociología reflexiva, la
información es producto de una dialéctica entre el sociólogo y el objeto que se
estudia. Si para el sociólogo dualista la información se encuentra en primera
instancia no contaminada, y podría ser contaminada, para el sociólogo monista la
contaminación es una condición intrínseca de la información. Por ende, en la
información hay presupuestos implícitos, producto de valores del sociólogo, de
la sociedad de la que es parte, de la cultura a la que pertenezca: la
información como conciencia maneja información parcial, cargada de valores.
Dicha información muchas veces podrá ser interpretada como hostil dada las
implicaciones desestabilizadoras que pueda contener. La conciencia en el manejo
de dicha información radica en la capacidad del sociólogo para manejar
información hostil, para superar la resitencia a su aceptación o uso. Todo esto
se resume en el concepto de método monista: implica comprendernos a nosotros
mismos para comprender lo que se estudia; no produce información neutral y
objetiva, fantasía del positivismo, sino que genera información cargada de
valores transmitidos a través del sociólogo, el contexto y la cultura a la que
este pertenezca. Entonces, la realidad social, objeto de estudio del sociólogo,
no es pasible de ser representada en leyes, no es estática ni está ahí
aguardando simplemente a ser estudiada. Es algo en constante cambio, y dicho
cambio se debe tanto a las personas que forman parte de esta, como al sujeto que
la estudia.
Dicho todo lo anterior, los objetivos de una sociología reflexiva se podrían
resumir en:
• Desarrollar una nueva praxis que transforme a la persona del sociólogo
• Profundizar en la propia conciencia del sociólogo, haciéndolo conocedor de
quién es en su rol en una sociedad específica y en una época dada y de cómo
dicho rol y su praxis personal afecta su investigación
• A través de la autoconciencia del sociólogo, elaborar información consciente,
válida y confiable acerca del mundo social de otros
• Lograr que el sociólogo reconozca sus valores y cómo estos afectan todas las
estapas de trabajo, con el fin de lograr abrirse ante la información hostil.
La sociología reflexiva se caracteriza por la relación que establezca el
sociólogo con lo que estudia, entre el sociólogo y la persona que es el
sociólogo, entre el rol que desempeña y su condición humana. Apunta, por ende, a
desarticular el modelo dualista de producción de diferencias entre el sociólogo
y lo que estudia, producto de un miedo hacia el sí mismo.
La propuesta de Gouldner en contra de la lógica positivista se propone combatir
dicha tradición que encarna la concepción Ilustrada de la ciencia: una fuente de
liberación cultural y bienestar, que raras veces es corrompida. Dicha idea de la
ciencia, todavía arraigada en el sentido común, contrasta con los hechos. La
ciencia del método dualista ha ido a la par con el poder económico y su búsqueda
de mayor beneficio. En este sentido, la ciencia ha servido y es un mecanismo de
control de la naturaleza y del hombre mismo: siempre sirvió a los intereses del
poder establecido. Hoy en día, la tradición dualista arrastra al mundo hacia la
autodestrucción, gracias al agotamiento de los recursos naturales y a la
corrupción del orden ecológico. La nueva perspectiva de ciencia que propone
Gouldner, tiene la misión de contrarrestar dichos efectos, de crear consciencia,
y de independizar a las ciencias sociales del dominio de las ciencias naturales.
La promesa, Mill
Ante el problema de vernos atrapados en las inquietudes o problemas
individuales, de creernos incapaces de afrontar nuestras vidas en relación con
la época en la que vivimos, de encerrarnos en una bóveda egocéntrica en defensa
propia y siendo privados y particulares, surge la necesidad de comprendernos y
comprender lo que sucede por fuera de nosotros. La imaginación sociológica,
propone Mill, es la cualidad mental que nos permitiría llegar a esta conexión
entre lo particular (nuestra inquietudes y contexto biográfico) y el todo (los
problemas colectivos y el marco de la historia). “La imaginación sociológica nos
permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de la
sociedad. Esa es su tarea y su promesa”. La imaginación sociológica es la
cualidad mental que, idealmente, debería poseer todo individuo y, necesaria e
idealmente, debería poseer todo científico social.
La inquietud se presenta en la esfera individual y en las relaciones del
individuo con otros. Su solución depende, entonces, de decisiones tomadas por el
individuo en su marco biográfico. La inquietud es un asunto privado, y tiene
origen en el momento en el que los valores amados por un individuo están
amenazados.
Un problema, por otro lado, plantea una crisis de los valores amados por el
conjunto de la sociedad. Afecta, por lo tanto, las esferas que van más allá del
individuo y sus relaciones inmediatas. Los problemas se desenvuelven en la trama
de la historia, mientras que las inquietudes se desarrollan en el marco de la
biografía. Para comprender nuestras inquietudes, debemos darnos cuenta de que
estas son resultado de problemas a nivel estructural de las sociedades en donde
vivimos. Esta conciencia implica a su vez comprender que las inquietudes
individuales son también constitutivas de los problemas sociales.
Para Mill, lo que caracteriza la sociedad moderna post Segunda Guerra Mundial es
una falta de valores parcial o absoluta, expresada en la indiferencia o apatía
de las personas. Sin embargo, la gente siente amenazas, por más que no existan
en apariencia valores amenazados. Esta experiencia se denomina malestar. Y en
lugar de dilucidar este malestar e indiferencia, se suele explicar a los
problemas e inquietudes como patologías psiquiátricas. Dicha explicación no es
más que una forma de tapar los grande problemas de la sociedad moderna. Es por
eso que para Mill, la mayor tarea de las ciencias sociales es poner en claro qué
elementos generan el malestar y la indiferencia.
La imaginación sociológica está en proceso de suplantar el viejo denominador del
pensamiento social, el aportado por las ciencias físicas y biológicas
(razonamiento formal, método dualista, positivismo lógico). El denominador del
pensamiento es la serie de supuestos que constituyen el pensamiento serio
(ciencia) y la metafísica popular (sentido común). El sentido cultural de la
ciencia natural está planteando más dudas que respuestas. Los problemas que
generan las ciencias físicas y biológicas, resultado del desarrollo desmesurado
de la industria y la industria bélica, tienen consecuencias que están por fuera
de su esfera de incidencia: la bomba atómica, lejos de ser un avance científico,
causó serios problemas a nivel social.
Históricamente, las ciencias sociales nacen del seno de las ciencias naturales,
e imitaron su metodología y visión del mundo. Es por eso que, como contracara de
la cultura científica, surgió la cultura humanista, que se oponían al extremo
raciocinio científico. La literatura y las artes en general fueron el canal
mediante el cual históricamente se expresó la imaginación sociológica. Sin
embargo, el artista no es conciente al nivel del científico social del sentido
contenido en su expresión. Las ciencias sociales, renovadas, dotadas de
imaginación sociológica, empiezan a actuar a la par de las artes,
complementándose entre sí.
Democracia en la Argentina: micro y macro, O’Donell
El autor se posiciona en el año 1984 para hablar de “La Argentina micro macro” y
retoma a Durkheim diciendo que la sociedad (objeto de su estudio) se encuentra
dividida en 3 organizaciones: la primaria es el objeto de estudio más pequeño
(micro) como las familias; la secundaria está compuesta por instituciones de
representación, ya sean sindicatos, partidos políticos, la Iglesia o cualquier
ONG y es el nexo entre la primaria y la terciaria; esta última es el objeto más
grande de estudio y puede tratarse del Estado (como regulador de la ley). Por su
parte, las dos últimas organizaciones son consideradas macro.
Entonces, el objeto de estudio es lo que se debe conocer o tener en claro andes
de comenzar a investigarlo. La conclusión a la que se llega puede ser general en
ambos casos (macro y micro), por ejemplo: “El Estado es corrupto”, por ende “la
familia es corrupta” y finalmente “la Argentina es corrupta”.
O’ Donnell diferencia de esta forma, la dictadura militar, bajo un Estado de
sitio, anticonstitucional (sin garantías de los derechos); de la democracia
incluyendo partidos políticos, y la Constitución Nacional (con leyes y
garantías) y es así, que en el contexto de la corrupción, y en un análisis macro
dice que “la dictadura ganó”; y lo mismo va a decir en su estudio micro donde
las familias tampoco se comportan de forma íntegra u honrada. De esta manera, el
autor termina definiendo a la sociedad argentina como infantil y autoritaria.
Infantil ya que divisa un enemigo culpable de definirla y no cuenta con el
criterio suficiente como para auto definirse o pensar en lo que es; y
autoritaria porque la misma sociedad está definiendo a otro como enemigo y
culpable bajo el sometimiento y el masoquismo de no cambiar de posición por
miedo a la soledad, por ejemplo, en el ámbito familiar donde se busca el
reconocimiento de los padres y por más que no sea fortuito se repite