Altillo.com > Exámenes > UBA - CBC > Sociología
Sociología |
Cátedra: Fernandez | Resumen para el 1° Parcial | 1º Cuat. 2008 | Altillo.com |
Suicidio Anómico. Durkheim E.
La sociedad es un poder que nos regula.
La influencia agravante que tienen las crisis económicas sobre el suicidio.
Cuando de un año a otro se hacen bruscamente mas numerosas, se puede estar
seguro de que se ha producido una grave perturbación. ¿A que se deben estas
crisis? En efecto, si las muertes voluntarias aumentasen cuando la vida se hace
mas ruda, deberían disminuir cuando el bienestar aumenta. Ahora bien, este no es
el caso.
Tampoco contribuye el crecimiento de la miseria al de los suicidios. En épocas
de crisis en las que se acrecienta bruscamente la prosperidad de un país,
influye en los suicidios igual que los desastres económicos. Entonces, si las
crisis económicas aumentan la tasa de suicidios es porque son crisis, es decir,
perturbaciones del orden colectivo.
Toda rotura del equilibrio, aun cuando de ella resulte un bienestar mas grande y
un alza de la vitalidad general, empuja ala muerte voluntaria8. cuantas veces se
produce en el cuerpo social graves reorganizaciones, ya sean debidas a un súbito
movimiento de crecimiento o a un cataclismo inesperado, el hombre se mata mas
fácilmente.
Un ser vivo cualquiera no puede ser feliz, y hasta no puede vivir mas que si sus
necesidades están suficientemente en relación con sus medios. Si exige mas de lo
que se le puede conceder, estará contrariado sin cesar y no podrá funcionar sin
dolor. Ahora bien: un movimiento que no puede producirse sin sufrimiento tiende
a no reproducirse. Las tendencias que no están satisfechas se atrofian, y como
la tendencia a vivir no es más que el resultado de todas las otras, tiene que
debilitarse si las otras se aflojan.
En el hombre, la mayor parte de sus necesidades no están bajo al dependencia del
cuerpo. ¿Cómo fijar la cantidad de bienestar, de confort, de lujo que puede
legítimamente perseguir un ser humano? Ni en la constitución orgánica, ni en la
constitución psicológica del hombre se encuentra nada que marque un limite a
esas inclinaciones. En cuanto dependan del individuo son ilimitadas!
Entonces, si nada viene a contenerla desde afuera, no puede ser por si misma más
que un manantial de tormentos. Porque los deseos ilimitados son insaciables por
definición. Puesto que nada los limita, sobrepasan siempre e indefinidamente los
medios de que disponen.
Por mucho placer que el hombre sienta al obrar, al moverse, al esforzarse, aun
es preciso que sienta que sus esfuerzos no son vanos y que al marchar avanza.
Ahora bien, no se adelanta cuando el objeto es el infinito. Siempre es la misma
distancia y la misma lejanía.
Perseguir un fin inaccesible por hipótesis es condenarse a un perpetuo estado de
descontento. Cuanto mas se tenga, mas se querrá tener, puesto que la
satisfacciones recibidas no hacen mas que estimular las necesidades, en lugar de
calmarlas.
Para que pase otra cosa es preciso que las pasiones sean limitadas. Entonces
podrán ser puestas en armonía con las facultades y satisfechas. Pero, puesto que
no hay nada en el individuo que pueda fijarles un limite, este debe venir de
alguna fuerza exterior a él. Es preciso que un poder regulador desempeñe para
las necesidades morales el mismo papel que el organismo para las necesidades
físicas.
Los hombres no consentirían en limitar sus deseos si se creyeran aptos para
sobrepasar el limite que les está asignado.
La sociedad sola está en situación de desempeñar este papel moderador; porque
ella es el único poder moral superior al individuo, y cuya superioridad acepte
éste. Ella sola tiene la autoridad necesaria para declarar el derecho y marcar a
las pasiones el punto más allá del cual no deben ir. Ella sola, también, puede
apreciar que premio debe ofrecerse en perspectiva a cada orden de funcionarios,
en bien del interés común.
[en cada momento de la historia hay, en la conciencia moral de la s sociedades,
un sentimiento oscuro de lo que valen, respectivamente, los diferentes servicios
sociales, de la remuneración relativa que se debe a cada uno de ellos, y de la
medida de las comodidades que convienen al promedio de los trabajadores de cada
profesión. Las diferentes funciones están jerarquizadas en la opinión y se
atribuye a cada una un cierto coeficiente de bienestar, según es lugar que ocupa
la jerarquía. Según las ideas admitidas, ha, cierto modo de vivir que se
considera como el limite superior que puede proponerse el obrero en los
esfuerzos que hace para mejorar su existencia, y un limite inferior, por bajo el
cual se cree muy difícil que descienda, si no se ha degradado gravemente. La
escala así establecida no tiene nada de inmutable, cambia!]
Bajo esta presión, cada uno se da cuenta vagamente del punto extremo a donde
pueden ir sus ambiciones, y no aspira a nada mas allá. Así se marca a las
pasiones un objetivo y un término.
El ideal económico asignado a cada categoría de ciudadanos esta comprendido
entre ciertos limites, dentro de los cuales los deseos pueden moverse con
libertad. Esta limitación relativa y la moderación que de ella resulta, es la
que hace que los hombres estén contentos con su suerte, al mismo tiempo que les
estimula con medida a hacerla mejor; y este contento medio, es el que produce
ese sentimiento de goce tranquilo y activo, ese placer de ser y vivir que, tanto
para las sociedades como para los individuos, es característica de la salud.
No servirá para nada que cada uno estime como justo la jerarquía de las
funciones tal como esta organizada por la opinión, si al mismo tiempo no se
considerase como igualmente justa la manera como se reclutan las funciones.
[Ej.: el trabajador no esta en armonía con su situación social si no esta
convencido de que tiene lo que debe tener. Si se cree apto para ocupar otra, la
que tiene no puede satisfacerle bastante]
No es dudoso que, cuanto mas se aproxime esta igualdad ideal, menos necesaria
será también la coacción social. Pero siempre subsistirá una herencia: la de los
dones naturales. Será necesaria una disciplina moral para hacer aceptar a los
que la naturaleza ha favorecido menos la situación inferior, que deben al azar
de su nacimiento.
Esta disciplina, del mismo modo que la precedente, no puede ser útil, más que si
es considerada como justa por los pueblos que se le han sometido. Cuando no se
mantiene más que por habilidad y a ala fuerza, la paz y la armonía solos
subsisten en apariencia; el espíritu de inquietud y el descontento están
latentes; los apetitos, superficialmente contenidos, no tardan en
desencadenarse.
No es cierto que la actividad humana pueda estar libre de todo freno. Lo que el
hombre tiene de característico es que el freno a que esta sometido no es físico,
sino moral, es decir, social. Solamente cuando la sociedad esta perturbada, ya
sea por crisis dolorosas o felices, por demasiado súbitas transformaciones, es
transitoriamente incapaz de ejercer esta acción; y he aquí de dónde vienen esta
bruscas ascensiones de la curva de los suicidios.
En los casos de crisis desfavorables se produce una descalificación que arroja
bruscamente a una situación inferior a la que ocupaba hasta entonces. Es
necesario bajar sus exigencias, que restrinjan sus necesidades y que aprendan a
contenerse mas. El problema es que la sociedad no puede, en un instante,
acostumbrarlos a abstenerse de cosas a las cuales no estaban acostumbrados a
hacerlo. Al no estar acostumbrados a la nueva realidad que se les crea sus
sufrimientos aumentan. Por eso se suicidan mas
En épocas en que las crisis son favorables aumentan las posibilidades de las
personas y sus deseos se ven desregulados ya que ahora pueden tener mas y están
ubicados en otro nivel en la escala social. Entonces sus mismas exigencias hacen
que sea imposible satisfacerlas. (las ambiciones sobrexcitadas van siempre mas
allá de los resultados obtenidos) nada los contiene y nunca llegan a saciarse.
Sucede que al mismo tiempo la lucha se vuelve mas violenta porque todas las
clases están en lucha ya que ahora no hay clasificación establecida. En estas
condiciones es muy difícil mantener las intenciones de vivir.
La anomia es en nuestras sociedades modernas, un factor regular y especifico de
suicidios; una de las fuentes donde se alimenta el contingente anual. Estamos en
presencia de un nuevo tipo que debe distinguirse de los otros. Difiere de ellos
en cuanto depende, no de la manera de estar ligados los individuos a la
sociedad, sino del modo como ella los reglamenta. El suicidio egoísta procede de
que los hombres no perciben ya la razón de estar en la vida; el suicidio
altruista, de que esta razón les parece estar fuera de la misma vida; la tercera
clase de suicidio de que su actividad esta desorganizada y de lo que por esta
razón sufren. En orden de su origen, demos a esta ultima especie el nombre de
suicidio anómico.
En el suicidio anómico son las pasiones propiamente individuales las que
necesitan la presencia de una sociedad que las regule.
[para ver los otros ejemplos carpeta!!!]
Suicidio Egoísta. Durkheim E.
La única diferencia que hay entre el catolicismo y el protestantismo consiste en
que el segundo admite el libre examen con mayor extensión que el primero. El
catolicismos, por esto de que es una religión idealista, concede al pensamiento
y a la reflexión un mayor espacio que el politeísmo greco latino o que el
monoteísmo judío. Aspira a reinar sobre las conciencias. No es menos verdad que
el católico lo recibe todo hecho, sin examen, y no puede someterlo a la
comprobación histórica. Todo un sistema jerárquico de autoridades se halla
organizado para ser la tradición invariable. El protestante es mas el autor de
su creencia. La Biblia se deja en sus manos y ninguna interpretación de ella se
le impone.
Entonces: La inclinación del protestantismo por el suicidio debe estar en
relación con el espíritu de libre examen que anima esta religión.
Si el protestantismo da una mayor eficacia al pensamiento individual que el
catolicismo, es porque cuenta con menos creencias y practicas comunes. Entonces:
Cuanto mas se abandona un grupo aconfesional al juicio del publico, mas ausente
esta de la vida de aquel y menos cohesión y consistencia tiene. Concluimos que
la superioridad del protestantismo desde el punto de vista del suicidio proviene
de que se trata de una iglesia integrada con menos fuerza que la iglesia
católica.
En el judaísmo la reprobación con que les ha perseguido durante largo tiempo el
cristianismo a creado entre los judíos sentimientos de solidaridad de una
particularidad energía. Las divergencias individuales son casi imposibles, a
causa de la comunidad de la existencia y de la estrecha e incesante vigilancia
ejercida por todos sobre cada uno. A esta causa se le atribuye la débil
inclinación de los judíos al suicidio.
El suicidio varia en razón inversa del grado de desintegración de los grupos
sociales de que forma parte el individuo. Cuanto mas debilitados son los grupos
a que pertenece, menos depende de ellos, mas se exalta a si mismo para no
reconocer otras reglas de conducta que las fundadas en sus intereses privados.
[se conviene llamar egoísta a ese esta en que el yo individual se afirma con
exceso frente al yo social y a expensas de este ultimo].
Siendo la fuerza colectiva uno de los obstáculos que mejor puede contenerlo, no
puede aquella debilitarse sin que este se desarrolle. Cuando la sociedad esta
fuertemente integrada tiene los individuos bajo su dependencia y no les permite
disponer de si mismos a su antojo se opone a que eludan por al muerte los
deberes que con ella tiene. Pero cuando rehúsan a aceptar como legitima esta
subordinación no tiene entonces la autoridad necesaria para retenerlos. En
cuanto se admiten que son los dueños de sus destinos a ellos les corresponde
señalar el termino de los mismos. Les falta una razón para soportar con
paciencia las miserias de la vida. [porque cuando son solidarios de un grupo que
aman, para no faltar a intereses ante los cuales están habituados a inclinar los
suyos, ponen mas obstinación en vivir. El lazo que les liga a causa común les
une a la vida.]
Es falso que al vida nos sea nunca posible mas que a condición de tener fuera de
ella su razón de ser. En cuanto concierne al hombre puede obrar razonablemente
sin tener que proponerse fines que le excedan. Solo que este no es el caso del
civilizado que ha llegado a la edad adulta. En el, hay una multitud de ideas,
sentimientos, practicas que no tienen ninguna relación con las necesidades
orgánicas. Es la acción de la sociedad la que ha suscitado en nosotros
sentimientos de simpatía y solidaridad que nos inclinan hacia otros. Cuanto mas
desligados nos sentimos de la sociedad mas también nos desligamos de la vida.
[El egoísmo no es un factor simplemente auxiliar es la causa generadora de este
tipo de suicidios. Si el lazo que liga al hombre a la vida se afloja, es porque
el nexo que le une a la sociedad se ha relajado].
Educación y Sociología. Durkheim E.
Reproche general al que se exponen todas las definiciones: parten del postulado
de que hay una educación ideal, perfecta, que vale indistintamente para todos
los hombres; y es esta educación universal y única la que el teórico trata de
definir.
En la historia no se encuentra nada que confirme esta hipótesis. La educación ha
variado infinitamente según épocas y países.
El sistema de educación tiene un doble aspecto: es único y múltiple a la vez. Es
múltiple ya que hay tantas especies de educación como elementos diferentes hay
en la sociedad. [La diversidad moral de las profesiones no dejaría de arrastrar
tras de sí una gran diversidad pedagógica. Cada profesión reclama aptitudes
particulares y conocimientos especiales, en el que reinará ciertas ideas,
ciertas practicas, ciertas maneras de ver las cosas; y la educación, a partir de
cierta edad, no puede seguir siendo la misma para todos los sujetos a los que se
aplica. En todos los países civilizados tiende cada vez mas a diversificarse y
especializarse; y esta especialización se vuelve cada vez mas precoz.] Es común
ya que no hay ningún pueblo en el que no exista cierto número de ideas, de
sentimientos y de prácticas que la educación debe inculcar a todos los niños
indistintamente a cualquier categoría social a la que pertenezcan. [Un conjunto
de ideas sobre la naturaleza humana, sobre la importancia respectiva de nuestras
diferentes facultades, sobre el derecho y sobre el deber, sobre la sociedad,
sobre el individuo, sobre el progreso, sobre la ciencia, sobre el arte, etc. que
están en la base misma de nuestro espíritu nacional; toda educación tiene por
objeto fijarlas en las conciencias]
La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que no
están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el
niño determinado número de estados físicos, intelectuales y morales que reclaman
de él, por un lado la sociedad política en su conjunto, y por otro, el medio
especial al que está particularmente destinado.
El papel del estado en materia de educación:
el niño es de sus padres; a ellos pertenece, según entiendan, su desarrollo
moral e intelectual. La educación es entonces concebida como una cosa
enteramente privada y domestica. Si nos ubicamos en este punto de vista,
tendemos a reducir al mínimo posible la intervención del estado en la materia.
Debería limitarse a servir de auxiliar o sustituto a las familias. [Cuando estas
no están en condiciones de cumplir sus deberes es el estado quien debería
cubrirlas. Incluso puede hacérselo mas fácil poniendo a su disposición escuelas
a las que ellas puedan enviar a sus hijos. Pero debe limitarse a ello]
si como se ha dicho, la educación tiene una función colectiva, si tiene por
objeto adaptar al niño al medio social al que esta destinado a vivir, es
imposible que la sociedad se desinterese de tal operación.
Si damos algún precio a la existencia de la sociedad es necesario que la
educación asegure entre los ciudadanos una comunidad suficiente de ideas y de
sentimientos sin los cuales toda sociedad es imposible; y para que ella pueda
producir este resultado, es preciso que no sea totalmente abandonada al arbitrio
de los particulares. [Desde el momento en que la educación es una función
esencialmente social, el Estado no puede desinteresarse de ella. Por el
contrario, todo lo que es educación debe estar, en alguna medida, sometido a su
acción.]
El principio de educación no podrá ser discutido. No hay ninguna escuela que
pueda reclamar el derecho de dar con toda libertad una educación antisocial.[
con todo, es preciso reconocer que el estado de división en que se encuentran
actualmente los espíritus en nuestro país, pace peculiarmente delicado este
deber del estado y a su vez lo hace mas importante.]
El respeto por la razón, por la ciencia, por las ideas y los sentimientos que
están en la base de la moral democrática. El papel del Estado consiste en
separar esos principios esenciales, en hacerlos enseñar en sus escuelas, en
velar porque en ninguna parte queden ignorados por los niños, en que en todas
partes se hable de ellos con el respeto que les es debido. Hay, a ese respecto,
una acción a ejercer que tal vez será tanto mas eficaz cuanto menos agresiva y
menos violenta sea y cuanto mejor sepa contenerse dentro de limites prudentes.
Poder de la educación. Los medios de acción.
La educación no hace al hombre de la nada, se aplica a disposiciones que
encuentra hechas. Por otro lado, se puede conceder de manera general que esas
tendencias congénitas son muy fuertes, muy difíciles de destruir o de
transformar radicalmente; pues ellas dependen de condiciones orgánicas sobre las
que el educador tiene poca influencia. En consecuencia, en la medida en que
tienen un objeto definido, en que inclinan el espíritu y el carácter a maneras
de actuar y de pensar estrechamente determinadas, todo el porvenir del individuo
se encuentra fijado de antemano, y a la educación no le queda mucho por hacer.
Pero una de las características del hombre es que las predisposiciones innatas
son en el muy generales y muy vagas. El tipo de predisposición fija, rígida e
invariable que no deja ninguna posibilidad de acción a causas externas es el
instinto. Son impulsos en una dirección; pero los medios por los cuales esos
empujes se actualizan cambian de un individuo a otro. Un gran lugar esta
reservado a la acción de causas que sólo pueden hacer sentir su influencia
después del nacimiento. La educación es una de esas causas.
Hay una separación considerable entre las cualidades naturales y al forma
especial que ellas deben tomar para ser utilizadas en la vida. [Es decir que el
porvenir no esta estrechamente predeterminado por nuestra predisposición
congénita]
el niño es un libro abierto con una gran capacidad de asimilar lo que sucede a
su alrededor y lo que se le enseña dadas determinadas condiciones:
la educación es cosa de autoridad. [hemos visto que la educación tiene como
objeto superponer al ser individual y asocial que somos al nacer un ser
enteramente nuevo. Para aprender a contener su egoísmo natural y subordinarse a
fines mas altos en preciso que el niño ejerza sobre si una fuerte contención.]
debe haber un sentimiento del deber. [he ahí un estimulante del esfuerzo. El
niño no puede conocer el deber sino por sus maestros o por sus padres; sólo
puede saber lo que es por la manera como ellos lo revelan por su lenguaje y por
su conducta.]
La autoridad moral es la cualidad fundamental del educador. Es por al autoridad
que, para él, el deber es deber.
De Marx a P V Annenkov
La sociedad es el producto de la actividad reciproca de los hombres. Estos no
son libres de elegir la forma de sociedad. Supóngase etapas particulares del
desarrollo de las fuerzas productivas del hombre y se tendrá una forma
particular de comercio y consumo. Supóngase etapas particulares del desarrollo
de la producción, del comercio y del consumo, y se tendrá un orden
correspondiente, una correspondiente organización de la familia y de las
jerarquías y clases. [una correspondiente sociedad civil.]
Es superfluo agregar que los hombres no son libres de elegir sus fuerzas
productivas-que son la base de toda su historia- puesto que cada fuerza
productiva es una fuerza adquirida, producto de la actividad anterior. Por
consiguiente, las fuerzas productivas son el resultado de la energía humana
practica [fuerzas del hombre puestas al servicio de la producción]; pero esta
energía está a su vez condicionada por las circunstancias en que se hallan los
hombres, por las fuerzas productivas ya conquistadas, por la forma social
preexistente, que ellos no crean, que es el producto de la generación anterior.
Debido a este simple hecho [cada nueva generación se encuentra en posesión de
fuerzas productivas conquistadas por la generación anterior, que le sirve de
materia prima para una nueva producción] surge una conexión en la historia
humana, toma forma una historia de la humanidad cuanto más se han extendido las
fuerzas productivas del hombre y en consecuencia sus elaciones sociales. Por lo
tanto la historia de los hombres no es otra cosa que la historia de su
desarrollo individual, sean o no, concientes de ello. Sus relaciones materiales
son la base de todas sus relaciones. Estas relaciones materiales son solo las
formas necesarias en que se realiza su actividad material individual.
Los hombres nunca abandonan lo que han conquistado. Esto no significa que nunca
renuncien a la forma social en la que han adquirido ciertas fuerzas productivas.
Por el contrario, a fin de no ser despojados del resultado alcanzado y de no
perder los frutos de la civilización, están obligados, a partir del momento en
que la forma de su comercio deja de corresponder a las fuerzas productivas
adquiridas, a cambiar todas sus formas sociales tradicionales.
Todas las viejas formas económicas, las relaciones sociales correspondientes y
las condiciones políticas que eran la expresión oficial de la vieja sociedad
civil, fueron destruidas en Inglaterra. Así pues, las formas económicas en que
los hombres producen, consumen, intercambian, son transitorias e históricas. Al
conquistarse nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian su método de
producción, y con el método de producción todas las relaciones económicas, las
que son meramente condiciones necesarias de este método particular de
producción.
A medida que los hombres desarrollan sus fuerzas productivas, esto es, en cuanto
viven, desarrollan ciertas relaciones entre si, y que la naturaleza de estas
relaciones necesariamente debe cambiar con el cambio y el crecimiento de las
fuerzas productivas. Las categorías económicas son sólo las expresiones
abstractas de estas relaciones reales y únicamente conservan su validez mientras
existen dichas relaciones.
[Los hombres, de acuerdo con sus fuerzas producen las relaciones sociales.] los
hombres, que conforman sus relaciones sociales de acuerdo con su método material
de producción, también conforman ideas y categorías, es decir, la expresión
ideal de esas mismas relaciones sociales. Así, las categorías no son mas eternas
que las relaciones que ellas expresan. Son productos históricos y transitorios.
[En lugar del gran movimiento histórico que surge del conflicto entre las
fuerzas productivas ya adquiridas por los hombres y sus relaciones sociales, que
han dejado de corresponder a esas fuerza productivas; en lugar de la terribles
guerras que se están preparando entre diferentes clases dentro de cada nación y
entre diferentes naciones; en lugar de la acción práctica y violenta de las
masa, única por lo cual pueden desenvolverse estos conflictos; en lugar de este
vasto, prolongado y complicado movimiento, el señor Prudhon nos da el movimiento
estrafalario de su propia cabeza].
Manifiesto Comunista.
1° Burgueses y proletariados: la historia de la sociedad humana es una historia
de lucha de clases. Opresores y oprimidos frente a frente empeñados en una lucha
ininterrumpida que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de
todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.
En los tiempos históricos nos encontramos a la sociedad dividida en estamentos,
dentro de cada uno de los cuales reina una nueva jerarquía de grados y
posiciones. La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la
sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido
crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de
lucha, que han venido a sustituir a las antiguas. En nuestra época hay dos
grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado.
Vemos que la moderna burguesía es producto de un largo proceso histórico, fruto
de una serie de transformaciones radicales operadas en el régimen de cambio y de
producción.
A cada etapa de avance recorrida por la burguesía corresponde una nueva etapa de
progreso político. [Clase oprimida bajo el mando de los señores feudales, la
burguesía forma en la “comuna” una asociación autónoma y armada para la defensa
de sus intereses; en unos sitios se organiza en repúblicas municipales
independientes; en otros forma el tercer estado tributario de las monarquías; en
la época de la manufactura es el contrapeso de la nobleza dentro de la monarquía
feudal o absoluta y el fundamento de las grandes monarquías en general, hasta
que, implantada la gran industria y abiertos los cauces del mercado mundial, se
conquista la hegemonía política y crea el moderno Estado representativo. Hoy, el
Poder público viene a ser el Consejo de administración que rige los intereses
colectivos de la clase burguesa.]
La burguesía ha desempeñado en el transcurso de la historia un papel
revolucionario
Dondequiera que se instauró, echó por tierra todas las instituciones feudales,
patriarcales e idílicas.
Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con
sus superiores naturales y no dejó en pie más vínculo que el del interés
escueto, el del dinero constante y sonante, que no tiene entrañas.
Echó por encima del santo temor de Dios, de la devoción mística y piadosa, del
ardor caballeresco y la tímida melancolía del buen burgués.
Enterró la dignidad personal bajo.
Sustituyó un régimen de explotación, velado por los cendales de las ilusiones
políticas y religiosas, por un régimen franco, descarado, directo, escueto, de
explotación.
Despojó de su halo de santidad a todo lo que antes se tenía por venerable y
digno de piadoso acontecimiento.
Convirtió en sus servidores asalariados al médico, al jurista, al poeta, al
sacerdote, al hombre de ciencia.
Desgarró los velos emotivos y sentimentales que envolvían la familia y puso al
desnudo la realidad económica de las relaciones familiares .
La burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los
instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de la
producción, y con él todo el régimen social. La época de la burguesía se
caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado
desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las
relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes. La necesidad
de encontrar mercados espolea a la burguesía de una punta o otra del planeta,
por doquier establece relaciones.
La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de
todos los países un sello cosmopolita.
Destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias
nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es
problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no
transforman como antes las materias primas del país, sino las traídas de los
climas más lejanos y cuyos productos encuentran salida no sólo dentro de las
fronteras, sino en todas las partes del mundo.
Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer los frutos del país,
sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas.
Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba así mismo y donde no
entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran,
unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones.
Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo
común. Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a
segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una
literatura universal.
La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción,
con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la
civilización hasta a las naciones más salvajes.
El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derrumba
todas las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus
bárbaras más ariscas en su odio contra el extranjero.
Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o
perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es
decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.
La burguesía somete el campo al imperio de la ciudad.
Crea ciudades enormes, intensifica la población urbana en una fuerte proporción
respecto a la campesina y arranca a una parte considerable de la gente del campo
al cretinismo de la vida rural.
Y del mismo modo que somete el campo a la ciudad, somete los pueblos bárbaros y
semibárbaros a las naciones civilizadas, los pueblos campesinos a los pueblos
burgueses, el Oriente al Occidente.
La burguesía va aglutinando cada vez más los medios de producción, la propiedad
y los habitantes del país. Aglomera la población, centraliza los medios de
producción y concentra en manos de unos cuantos la propiedad. Este proceso tenía
que conducir, por fuerza lógica, a un régimen de centralización política.
Territorios antes independientes, apenas aliados, con intereses distintos,
distintas leyes, gobiernos autónomos y líneas aduaneras propias, se asocian y
refunden en una nación única, bajo un Gobierno, una ley, un interés nacional de
clase y una sola línea aduanera.
Ha creado energías productivas mas grandiosas y colosales que todas las pasadas
generaciones juntas.
Se desarrollan hoy las condiciones de producción y de cambio de la burguesía, el
régimen burgués de la propiedad, la moderna sociedad burguesa, que ha sabido
hacer brotar como por encanto tan fabulosos medios de producción y de
transporte, recuerda al brujo impotente para dominar los espíritus subterráneos
que conjuró. Desde hace varias décadas, la historia de la industria y del
comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas productivas que se
rebelan contra el régimen vigente de producción, contra el régimen de la
propiedad, donde residen las condiciones de vida y de predominio político de la
burguesía. En esas crisis se desata una epidemia social la epidemia de la
superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de
barbarie momentánea; la industria, el comercio están a punto de perecer. Y todo
porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada
industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven
ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas
para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran
vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan
dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales
burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas
engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras:
destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose
nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los
mercados antiguos. Es decir remedia unas crisis preparando otras más extensas e
imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas. La burguesía
no sólo forja las armas que han de darle la muerte, sino que, además, pone en
pie a los hombres llamados a manejarlas: estos hombres son los obreros, los
proletarios. [En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es
decir, el capital, desarrollase también el proletariado, esa clase obrera
moderna que sólo puede vivir encontrando trabajo y que sólo encuentra trabajo en
la medida en que éste alimenta a incremento el capital. El obrero, obligado a
venderse a trozos, es una mercancía como otra cualquiera, sujeta, por tanto, a
todos los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las fluctuaciones
del mercado. La industria moderna ha convertido el pequeño taller del maestro
patriarcal en la gran fábrica del magnate capitalista. Las masas obreras
concentradas en la fábrica son sometidas a una organización y disciplina
militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando
de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes. No son sólo siervos de la
burguesía y del Estado burgués, sino que están todos los días y a todas horas
bajo el yugo esclavizador de la máquina, del contramaestre, y sobre todo, del
industrial burgués dueño de la fábrica]
El proletariado recorre diversas etapas antes de fortificarse y consolidarse.
Pero su lucha contra la burguesía data del instante mismo de su existencia. Los
obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El verdadero
objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir
extendiendo y consolidando la unión obrera. Coadyuvan a ello los medios cada vez
más fáciles de comunicación, creados por la gran industria y que sirven para
poner en contacto a los obreros de las diversas regiones y localidades. Gracias
a este contacto, las múltiples acciones locales, que en todas partes presentan
idéntico carácter, se convierten en un movimiento nacional, en una lucha de
clases. Las colisiones producidas entre las fuerzas de la antigua sociedad
imprimen nuevos impulsos al proletariado. La burguesía lucha incesantemente:
primero, contra la aristocracia; luego, contra aquellos sectores de la propia
burguesía cuyos intereses chocan con los progresos de la industria, y siempre
contra la burguesía de los demás países. Para librar estos combates no tiene más
remedio que apelar al proletariado, reclamar su auxilio, arrastrándolo así a la
palestra política. Y de este modo, le suministra elementos de fuerza, es decir,
armas contra sí misma. Finalmente, en aquellos períodos en que la lucha de
clases está a punto de decidirse, es tan violento y tan claro el proceso de
desintegración de la clase gobernante latente en el seno de la sociedad antigua,
que una pequeña parte de esa clase se desprende de ella y abraza la causa
revolucionaria, pasándose a la clase que tiene en sus manos el porvenir. [Hasta
hoy, toda sociedad descansó, como hemos visto, en el antagonismo entre las
clases oprimidas y las opresoras. Mas para poder oprimir a una clase es menester
asegurarle, por lo menos, las condiciones indispensables de vida, pues de otro
modo se extinguiría, y con ella su esclavizamiento]
La existencia y el predominio de la clase burguesa tienen por condición esencial
la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos, la formación
e incremento constante del capital; y éste, a su vez, no puede existir sin el
trabajo asalariado. El trabajo asalariado Presupone la concurrencia de los
obreros entre sí. Los progresos de la industria imponen, en vez del aislamiento
de los obreros por la concurrencia, su unión revolucionaria por la organización.
Y así, al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus
pies las bases sobre que produce y se apropia lo producido. Y a la par que
avanza, se cava su fosa y cría a sus propios enterradores. Su muerte y el
triunfo del proletariado sin igualmente inevitables.
Marx. Prologo.
Considero el sistema de la economía burguesa por el siguiente orden: capital,
propiedad de la tierra, trabajo asalariado; estado, comercio exterior, mercado
mundial. Bajo las tres primeras rubricas investigo las condiciones económicas de
vida de las tres grandes clases en que se divide la moderna sociedad burguesa;
entre las otras tres rubricas salta a la vista.
Las relaciones jurídicas y las formas de estado no podrían comprenderse por si
mismas ni a base de la llamada evolución general del espíritu humano, sino que
radican en las relaciones materiales de vida, cuyo conjunto resume Hegel bajo el
nombre de “Sociedad Civil” y que la anatomía de la sociedad civil debe buscarse
en la economía política.
En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones
necesarias, independientes de su voluntad, relaciones de producción que
corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura
económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas
de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el
proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia
del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo
que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las
fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las
relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión
jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han
desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas,
estas relaciones se convierten en trabas que las entorpecen, y se abre así una
época de revolución social. Al cambiar la base económica se desplaza toda la
inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian estos
desplazamientos hay que distinguir siempre entre los cambios materiales
ocurridos en las condiciones económicas de producción [que pueden apreciarse con
la exactitud propia de las ciencias naturales] y las formas jurídicas,
políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en un a palabra las formas
ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan
por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que
él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por
su conciencia, sino que hay que explicarse esta conciencia por las
contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las
fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación
social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que
caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de
producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan
madurado dentro de la propia sociedad antigua. A grandes rasgos, podemos
designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la
sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno
burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica
del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo
individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de
vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la
sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la
solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra la prehistoria
de la sociedad humana.
Feverbach. Marx y Engels
Toda la crítica filosófica alemana se limita a la crítica de las ideas
religiosas. Se partía de la religión real y de la verdadera teología. Se
determinaba de distinto modo la idea religiosa. El progreso consistía en incluir
las ideas metafísicas, políticas, jurídicas, morales y de otros tipos,
supuestamente imperantes, en la esfera de las ideas religiosas o teológicas,
explicando asimismo la conciencia política, jurídica o moral como conciencia
religiosa o teológica y presentando al hombre político, jurídico o moral y, en
última instancia, «al hombre», como el hombre religioso. Tomábase como premisa
el imperio de la religión. Toda relación dominante se explicaba como una
relación religiosa y se convertía en culto: el culto del derecho, el culto del
Estado, etc. Por todos partes se veían dogmas y la fe en ellos. El mundo era
canonizado en proporciones cada vez mayores, hasta que San Max pudo santificarlo
en bloque y darlo por liquidado de una vez por todas.
La primera premisa de toda historia humana es, naturalmente, la existencia de
individuos humanos vivientes. El primer estado que cabe constatar es la
organización corpórea de estos individuos y su relación con el resto de la
naturaleza.
El hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento que comienza
a producir sus medios de vida, paso que se halla condicionado por su
organización corporal. El modo de producir los medios de vida de los hombres
depende, ante todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se
encuentra y que hay que reproducir. Lo que son coincide con su producción, tanto
con lo que producen como con el modo de cómo producen. Lo que los individuos son
depende de las condiciones materiales de su producción.[Esta producción sólo
aparece al multiplicarse la población. Y presupone un trato entre los
individuos. La forma de esté intercambio se halla condicionada por la
producción] la estructura interna de cada nación depende del grado de desarrollo
de su producción y de su intercambio interior y exterior. Hasta donde se han
desarrollado las fuerzas productivas de una nación lo indica el grado hasta el
cual se han desarrollado en ella la división del trabajo. Toda nueva fuerza
productiva trae como consecuencia un nuevo desarrollo dela división del trabajo.
La división del trabajo dentro de una nación se traduce en la separación del
trabajo industrial y comercial con respecto al trabajo agrícola y en la
separación de la ciudad y el campo y en la oposición de sus intereses. Su
desarrollo ulterior conduce a que el trabajo comercial se separe del industrial.
Al mismo tiempo, la división del trabajo dentro de estas diferentes ramas
acarrea la formación de diversos sectores entre los individuos que cooperan en
determinados trabajos. La posición que ocupan entre sí estos diferentes sectores
se halla condicionada por el modo de aplicar el trabajo agrícola, industrial y
comercial (patriarcalismo, esclavitud, estamentos, clases). Y las mismas
relaciones se revelan, al desarrollarse el trato, en las relaciones entre
diferentes naciones.
Las diferentes fases del desarrollo de la división del trabajo son otras tantas
formas distintas de la propiedad. [cada etapa de la división del trabajo
determina también las relaciones de los individuos entre si, el lo tocante al
material, el instrumento y el producto del trabajo.]
La primera forma de la propiedad es la propiedad de la tribu. La división del
trabajo se halla todavía muy poco desarrollada y no es mas que la extensión de
la división natural del trabajo existente en el seno de la familia.
La segunda forma esta representada por la antigua propiedad comunal y estatal,
que brota como resultado de la fusión de diversas tribus para formar una ciudad,
mediante acuerdo voluntario o por conquista, y en la que sigue existiendo la
esclavitud. Va desarrollándose la propiedad privada mobiliaria y mas tarde la
inmobiliaria. La división del trabajo aparece mas desarrollada. Nos encontramos
con la contradicción entre el campo y la ciudad y mas tarde la contradicción
entre estados que representan los intereses de la vida urbana y de la vida
rural, y, dentro de las mismas ciudades, con la contradicción entre la industria
y el comercio marítimo.
Con el desarrollo de la propiedad privada de una parte aparece la concentración
de la propiedad privada, que en roma aparece desde muy pronto y que, desde las
guerras civiles, y sobre todo bajo los emperadores, avanza muy rápidamente; de
otra parte, la transformación de los pequeños campesinos plebeyos en
proletariado que, dada su posición intermedia entre los ciudadanos poseedores y
los esclavos, no llega a adquirir un desarrollo independiente.
La tercera forma es la propiedad feudal o por estamentos. La Edad Media tenía
como punto de partida el campo. Hallábase condicionado por la población con que
se encontró la Edad Media: una población escasa, diseminada en grandes áreas y a
la que los conquistadores no aportaron gran incremento. Los últimos siglos del
Imperio romano decadente y su conquista por los propios bárbaros destruyeron una
gran cantidad de fuerzas productivas; la agricultura veíase postrada, la
industria languideció por la falta de mercados, el comercio cayó en el sopor o
se vio violentamente interrumpido y la población rural y urbana decreció. Estos
factores preexistentes y el modo de organización de la conquista par ellas
condicionado hicieron que se desarrollara, bajo la influencia de la estructura
del ejército germánico, la propiedad feudal. Se basa en una comunidad pero
frente a ésta se hallan ahora, en cuanto clase directamente productora sino los
pequeños campesinos siervos de la gleba.
A esta organización feudal de la propiedad territorial correspondía en las
ciudades la propiedad corporativa, la organización feudal del artesano. Aquí la
propiedad estribaba en el trabajo de cada uno. Durante la época feudal, la forma
fundamental de la propiedad era la propiedad territorial con el trabajo de los
siervos a ella vinculados, de una parte y, de otra, el trabajo propio con un
pequeño capital que dominaba sobre el trabajo de los oficiales de los gremios.
La división del trabajo se desarrolló muy poco, en el período floreciente del
feudalismo. La producción de las ideas, las representaciones y la conciencia
aparece, al principio, directamente entrelazada con la actividad material y el
trato material de los hombres, como el lenguaje de la vida real.
Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se manifiesta en el
lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión, de la
metafísica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores de sus
representaciones, de sus ideas, etc., pero se trata de hombres reales y activos
tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas
productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus
formaciones mas amplias.
Historia.
La primer premisa de toda la historia humana y también toda historia es que los
hombres se hallen, para “hacer historia”, en condiciones de poder vivir.
1° El primer hecho histórico es la producción de los medios indispensables para
la satisfacción de las necesidades [producción de la vida material misma]
2° la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la
adquisición del instrumento necesario para ello conduce a nuevas necesidades, y
esta creación de necesidades nuevas constituye el primer hecho histórico.
3° El tercer factor que aquí interviene de antemano en el desarrollo histórico
es el de que los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al
mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relación entre hombre y
mujer, entre padres e hijos, la familia. Esta familia, que al principio
constituye la única relación social, más tarde, cuando las necesidades, al
aumentar el censo humano, brotan nuevas necesidades, pasa a ser una relación
secundaria y tiene, por tanto, que tratarse y desarrollarse con arreglo a los
datos empíricos existentes, y no ajustándose al "concepto de la familia" misma.
Estos tres aspectos de la actividad social explican tres momentos que han
existido desde el principio de la historia y que aun rigen la historia.
La producción de la vida se manifiesta como una doble relación: de una parte
como relación natural y de otra como relación social. [social en el sentido de
que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos, cualesquiera que
sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin.] De donde se
desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase
industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una
determinada fase social [modo de cooperación que es una "fuerza productiva"] que
la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado
social y que la "historia de la humanidad" debe estudiarse y elaborarse siempre
en conexión con la historia de la industria y del intercambio.
Después de haber considerado ya cuatro aspectos de las relaciones históricas
originarias caemos en la cuenta de que el hombre tiene también conciencia [los
hombres tienen historia porque se ven obligados a producir su vida y deben
producirla de un determinado modo: esta necesidad esta impuesta por su
organización física. Otro tanto ocurre con su conciencia]
La conciencia de la necesidad de entablar relaciones con los individuos
circundantes es el comienzo de la conciencia de que el hombre vive dentro de una
sociedad. Se desarrolla y perfecciona al aumentar la producción, al acrecentarse
las necesidades y al multiplicarse la población, que es el factor sobre que
descansan los dos anteriores. De este modo se desarrolla la división del
trabajo. Esta solo se convierte en verdadera división a partir del momento en
que se separan el trabajo físico y el intelectual.
La fuerza productora, el estado social y la conciencia, pueden y deben
necesariamente entrar en contradicción entre sí, ya que, con la división del
trabajo, se da la posibilidad, más aun, la realidad de que las actividades
espirituales y materiales, el disfrute y el trabajo, la producción y el consumo,
se asignen a diferentes individuos, y la posibilidad de que no caigan en
contradicción reside solamente en que vuelva a abandonarse la división del
trabajo.
Con la división del trabajo que descansa sobre la división natural del trabajo
en el seno de la familia y en la división de la sociedad en diversas familias
contrapuestas, se da la distribución y, concretamente, la distribución desigual,
tanto cuantitativa como cualitativamente, del trabajo y de sus productos.
Sobre La Producción De La Conciencia.
Los individuos concretos, al extenderse sus actividades hasta un plano
histórico-universal, se ven cada vez mas sojuzgados bajo un poder extraño a
ellos, poder que adquiere un carácter cada vez más de masa y se revela en última
instancia como el mercado mundial.
La verdadera riqueza espiritual del individuo depende totalmente de la riqueza
de sus relaciones reales. Solo así se liberan los individuos concretos de las
diferentes trabas nacionales y locales, se ponen en contacto práctico con la
producción del mundo entero y se colocan en condiciones de adquirir la capacidad
necesaria para poder disfrutar esta multiforme y completa producción de toda la
tierra.
Esta concepción de la historia consiste en exponer el proceso real de producción
[partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata] y en
concebir la forma de intercambio correspondiente a este modo de producción y
engendrada por él [la sociedad civil en sus diferentes fases como el fundamento
de toda la historia] presentándola en su acción en cuanto Estado y explicando a
base de él todos los diversos productos teóricos y formas de la conciencia, la
religión, la filosofía, la moral, etc., así como estudiando a partir de esas
premisas su proceso de nacimiento, lo que permitirá exponer las cosas en su
totalidad.
Todas las formas y todos lo productos de la conciencia pueden disolverse por el
derrocamiento práctico de las relaciones sociales reales, de que la fuerza
propulsora de la historia, incluso la de la religión, la filosofía, y toda otra
teoría no es la crítica, sino la revolución. Esta concepción revela que la
historia en cada una de sus fases se encuentra un resultado material, una suma
de fuerzas productivas, una actitud históricamente creada de los hombres hacia
la naturaleza y de los unos hacia los otros; que cada generación transfiere a la
que le sigue, una masa de fuerzas productivas, capitales y circunstancias, que,
aunque de una parte sean modificados por la nueva generación, dictan a ésta sus
propias condiciones de vida y le imprimen un determinado desarrollo, un carácter
especial. Esta suma de fuerzas de producción, capitales y formas de intercambio
social con que cada individuo y cada generación se encuentra como algo dado es
el fundamento real. Y estas condiciones de vida con que las diferentes
generaciones se encuentran al nacer deciden si las conmociones revolucionarias
que periódicamente se repiten en la historia serán o no lo suficientemente
fuertes para derrocar la base de todo lo existente. [Y si no se dan estos
elementos materiales de una conmoción total, o sea, de una parte, las fuerzas
productivas existentes y, de otra, la formación de una masa revolucionaria que
se levante, no sólo en contra de ciertas condiciones de la sociedad anterior,
sino en contra de la misma «producción de la vida» vigente hasta ahora, contra
la «actividad de conjunto» sobre que descansa, en nada contribuirá a hacer
cambiar la marcha práctica de las cosas el que la idea de esta conmoción haya
sido proclamada ya una o cien veces.]
[...“No ve que el mundo sensorial que le rodea no es algo directamente dado
desde toda una eternidad y constantemente igual a sí mismo, sino el producto de
la industria y del estado social, en sentido en que es un producto histórico, el
resultado de la actividad de toda una serie de generaciones, cada una de las
cuales se encarama sobre los hombros de la anterior, sigue desarrollando su
industria y su intercambio y modifica su organización social con arreglo a las
nuevas necesidades. Hasta los objetos de la «certeza sensorial» más simple le
vienen dados solamente por el desarrollo social, la industria y el intercambio
comercial.”...]
[...]La industria y el comercio, la producción y el intercambio de los medios de
vida condicionan y se hallan condicionados en cuanto al modo de funcionar por la
distribución, por la estructura de las diversas clases sociales[...]
[...]La historia no es sino la sucesión de las diferentes generaciones, cada una
de las cuales explota los materiales, capitales y fuerzas de producción
transmitidas por cuantas la han precedido; es decir, que, de una parte, prosigue
en condiciones completamente distintas la actividad precedente, mientras que, de
otra parte, modifica las circunstancias anteriores mediante una actividad
totalmente diversa, lo que podría tergiversarse especulativamente, diciendo que
la historia posterior es la finalidad de la que la precede, como si dijésemos,
por ejemplo, que el descubrimiento de América tuvo como finalidad ayudar a que
se expandiera la revolución francesa, mediante cuya interpretación la historia
adquiere sus fines propios e independientes y se convierte en una «persona junto
a otras personas.[...] Cuanto más se extienden, en el curso de esta evolución,
los círculos concretos que influyen los unos en los otros, cuanto más se
destruye el primitivo encerramiento de las diferentes nacionalidades por el
desarrollo del modo de producción, del intercambio y de la división del trabajo
que ello hace surgir por vía espontánea entre las diversas naciones, tanto más
la historia se convierte en historia universal.
Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época. [La
clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone
con ello de los medios para la producción espiritual., lo que hace que se le
sometan, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios
necesarios para producir espiritualmente.] Las ideas dominantes no son otra cosa
que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas
relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las
representaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son
también las que confieren el papel dominante a sus ideas.[los individuos que
forman la clase dominante tienen conciencia de ello y piensan a tono a ello; por
eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una
época histórica, se comprende que lo hagan en toda su extensión, incluso como
pensadores, que regulen la producción y distribución de las ideas de su tiempo]
La división del trabajo, con que nos encontramos como una de las potencias
fundamentales de la historia anterior, se manifiesta también en el seno de la
clase dominante como división del trabajo espiritual material, de tal modo que
una parte de esta clase se revela como la que da sus pensadores (los ideólogos
conceptivos activos de dicha clase, que hacen del crear la ilusión de esta clase
acerca de sí mismo su rama de alimentación fundamental), mientras que los demás
adoptan ante estas ideas e ilusiones una actitud más bien pasiva y receptiva, ya
que son en realidad los miembros activos de esta clase y disponen de poco tiempo
para formarse ilusiones e ideas acerca de sí mismos. [la clase dominante lucha
entre si hasta que viene de afuera algún tipo de peligro. Ahí luchan con él y
luego siguen luchando entre ellos.
Cada nueva clase que pasa a ocupar el puesto de la que dominó antes de ella se
ve obligada, para poder sacar adelante los fines que persigue, a presentar su
propio interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad, a
presentar estas ideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia absoluta.
La clase revolucionaria aparece en un principio, ya por el solo hecho de
contraponerse a una clase como representante de toda la sociedad, como toda la
masa de la sociedad, frente a la clase única, a la clase dominante. Y puede
hacerlo así, porque en los comienzos su interés se armoniza realmente todavía
más o menos con el interés común de todas las demás clases no dominantes y, bajo
la opresión de las relaciones existentes, no ha podido desarrollarse aún como el
interés específico de una clase especial. ]Su triunfo aprovecha también a muchos
individuos de las demás clases que no llegan a dominar, pero sólo en la medida
en que estos individuos se hallen ahora en condiciones de elevarse hasta la
clase dominante.] Cada nueva clase instaura su dominación siempre sobre una base
más extensa que la dominante con anterioridad a ella, lo que hace que se ahonde
y agudice la oposición entre la clase no dominante y la dominante ahora. Y ambos
factores hacen que la lucha que ha de librarse contra esta nueva clase dominante
tienda a una negación más resuelta, más radical de los estados sociales
anteriores de la que pudieron expresar todas las clases que anteriormente habían
aspirado al poder.
La Base Real De La Ideología. Intercambio Y Fuerza Productiva.
La mas importante división del trabajo físico e intelectual es la separación de
la ciudad y el campo.
La contradicción entre el campo y la ciudad comienza con el tránsito de la
barbarie a la civilización, del régimen tribual al Estado, de la localidad a la
nación, y se mantienen a lo largo de toda la historia de la civilización hasta
llegar a nuestros días.
Con la ciudad aparece la necesidad del régimen colectivo, de la política en
general. Se manifiesta aquí por vez primera la separación de la población en dos
grandes clases, basada en la división del trabajo y en los instrumentos de
producción. La ciudad es obra de la concentración de la población, de los
instrumentos de producción, del capital, del disfrute y de las necesidades, al
paso que el campo sirve de exponente al hecho contrario, al aislamiento y al
soledad. La contraposición entre la ciudad y el campo sólo puede darse dentro de
la propiedad privada. Es la expresión de la absorción del individuo por la
división del trabajo, por una determinada actividad que le es impuesta.[El
trabajo vuelve a ser aquí lo fundamental, el poder sobre los individuos,
mientras exista este poder, tiene que existir necesariamente la propiedad
privada]
La separación de la ciudad y el campo puede concebirse también como la
separación del capital y la propiedad sobre la tierra, como el comienzo de una
existencia y un desarrollo del capital independientes de la producción
territorial, de una propiedad basada solamente en el trabajo y en el
intercambio.
El paso siguiente, en el desarrollo de la división del trabajo, fue la
separación de la producción y el cambio, la formación de una clase especial de
comerciantes, separación que en las ciudades históricamente tradicionales se
había heredado del pasado y que en la ciudades recién fundadas no tardó en
presentarse. Se establecía con ello la posibilidad de relaciones comerciales que
fuesen mas allá de los ámbitos inmediatos, posibilidad cuya realización dependía
de los medios de comunicación existentes, del estado de seguridad pública
logrado en el país y condicionado por las circunstancias políticas y de las
necesidades mas primitivas o mas desarrolladas de las zonas accesibles al
comercio, con arreglo a su correspondiente grado de cultura.
Al constituirse el cambio en una clase especial y al extenderse el comercio, por
medio de los mercaderes, hasta más allá de la periferia inmediata a la ciudad,
se opera una acción recíproca entre las producción y el intercambio. Las
ciudades se relacionan unas con otras, de una ciudad a otra, se llevan nuevos
instrumentos de trabajo, y la separación entre la producción y el intercambio no
tarda en provocar una nueva división de la producción entre las distintas
ciudades, y pronto vemos cómo cada una de ellas tiende a explotar,
predominantemente, una rama industrial. La limitación inicial a una determinada
localidad comienza a desaparecer, poco a poco.
La expansión del comercio y el desarrollo de las comunicaciones empujaron a cada
ciudad a conocer a otras, que habían hecho valer los mismos intereses, en lucha
contra la misma antítesis. De las muchas vecindades locales de las diferentes
ciudades fue surgiendo la clase burguesa. Al entrar en contacto unas ciudades
con otras, estas condiciones comunes se desarrollaron hasta convertirse en
condiciones de clase. Idénticas condiciones, idénticas antítesis e idénticos
intereses tenían necesariamente que provocar en todas partes idénticas
costumbres. La burguesía misma comienza a desarrollarse poco a poco con sus
condiciones, se escinde luego, bajo la acción de la división del trabajo, en
diferentes fracciones y, por último, absorbe todas las clases poseedoras con que
se había encontrado al nacer (al paso que hace que la mayoría de la clase
desposeída con que se encuentra y una parte de la clase poseedora anterior se
desarrollen para formar una nueva clase, el proletariado). Los diferentes
individuos sólo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una lucha
común contra otra clase, pues por lo demás ellos mismos se enfrentan unos con
otros, hostilmente, en el plano de la competencia.
La permanencia de las fuerzas productivas obtenidas sólo se garantiza al
adquirir carácter universal el intercambio, al tener como base la gran industria
y al incorporarse todas las naciones a la lucha de la competencia. La división
del trabajo entre las diferentes ciudades trajo como siguiente consecuencia el
nacimiento de las manufacturas, como ramas de producción que se salían ya de los
marcos del régimen gremial.
El trabajo que desde el primer momento presuponía el funcionamiento de una
máquina, siquiera fuese bajo la forma más rudimentaria, no tardó en revelarse
como el más susceptible de desarrollo.
Con la manufactura exenta de las trabas gremiales cambiaron las relaciones de
propiedad. El primer paso de avance sobre el capital natural-estable se había
dado mediante la aparición de los comerciantes, cuyo capital fue desde el primer
momento un capital móvil [un capital en el sentido moderno de la palabra] El
segundo paso de avance lo dio la manufactura, que a su vez movilizó una masa del
capital natural e incrementó la masa del capital móvil frente a la de aquél. [Y
la manufactura se convirtió en el refugio de los campesinos contra los gremios a
que ellos no tenían acceso o que les pagaban mal, lo mismo que en su día las
ciudades dominadas por los gremios habían brindado a la población campesina
refugio contra la nobleza rural que la oprimía].
La manufactura lanzó a las diversas naciones al terreno de la competencia, a la
lucha comercial, ventilada en forma de guerras, aranceles protectores y
prohibiciones, al paso que antes, las naciones, cuando se hallaban en contacto,
mantenían entre sí un inofensivo intercambio comercial. A partir de ahora, el
comercio adquiere una significación política. La manufactura, y en general el
movimiento de la producción, experimentaron un auge enorme gracias a la
expansión del comercio como consecuencia del descubrimiento de América y de la
ruta marítima hacia las Indias Orientales.
Este período se caracteriza también por la cesación de las prohibiciones de
exportación de oro y plata, por el nacimiento del comercio de dinero, la
aparición de los bancos, de la deuda pública, del papel-moneda, de las
especulaciones con acciones y valores, del agiotaje*(especulación abusiva sin
riesgo para obtener un lucro inmoderado con perjuicios a terceros) en toda clase
de artículos y del desarrollo del sistema monetario en general. [La
concentración del comercio y de la manufactura en un país, Inglaterra, mantenida
y desarrollada incesantemente a lo largo del siglo XVII, fue creando para este
país, paulatinamente, un relativo mercado mundial y, con ello, una demanda para
los productos manufacturados de ese mismo país, que las anteriores fuerzas
productivas de la industria no alcanzaban ya a satisfacer]. Esta demanda, fue la
fuerza propulsora que dio nacimiento al tercer período de la propiedad privada
desde la Edad Media, creando la gran industria y, con ella, la aplicación de las
fuerzas naturales a la producción industrial, la maquinaria y la más extensa
división del trabajo.
La gran industria universalizó la competencia, creó los medios de comunicación y
el moderno mercado mundial, convirtió todo el capital en capital industrial y
engendró la rápida circulación [el desarrollo del sistema monetario] y la
centralización de los capitales. Creo la historia universal haciendo que roda la
nación civilizada y todo individuo dependiera del mundo entero para la
satisfacción de sus necesidades y acabando con el exclusivismo natural y
primitivo de naciones aisladas. Acabó con todo lo natural, en la medida en que
es posible hacerlo dentro del trabajo, y redujo todas las relaciones naturales a
relaciones basadas en el dinero. Creó las grandes ciudades industriales
modernas. Destruye el artesanado y todas las fases anteriores de la historia.
Engendró una masa de fuerzas productivas que encontraban en la propiedad privada
una traba entorpecedora.
Ella hace insoportable al obrero no sólo la relación con el capitalista, sino
incluso la relación con el mismo trabajo.
[Huelga decir que la gran industria no alcanza el mismo nivel de desarrollo en
todas y cada una de las localidades de un país. Esto no detiene el movimiento de
clase del proletariado, ya que los proletarios engendrados por la gran industria
se ponen a la cabeza de este movimiento y arrastran consigo a toda la masa, y
puesto que los obreros eliminados por la gran industria se ven empujados por
ésta a una situación de vida aun peor que la de los obreros de la gran industria
misma. Y, del mismo modo, los países en que se ha desarrollado una gran
industria influyen sobre los países no industriales, en la medida en que éstos
se ven impulsados por el intercambio mundial a la lucha universal por la
competencia. {La competencia aísla a los individuos, no sólo a los burgueses,
sino más aun a los proletarios, enfrentándolos a unos con otros, a pesar de que
los aglutine. De aquí que tenga que pasar largo tiempo antes de que estos
individuos puedan agruparse, aparte de que para esta agrupación -si la misma no
ha de ser puramente local- tiene que empezar por ofrecer la gran industria los
medios necesarios, las grandes ciudades industriales y los medios de
comunicación rápidos y baratos, razón por la cual sólo es posible vencer tras
largas luchas a cualquier poder organizado que se enfrente a estos individuos
aislados y que viven en condiciones que reproducen diariamente su aislamiento.
Pedir lo contrario sería tanto como pedir que la competencia no existiera en
esta determinada época histórica o que los individuos se quitaran de la cabeza
aquellas relaciones sobre las que, como individuos aislados, no tienen el menor
control. (Nota de Marx y Engels).}]
La Relación Entre el Estado y el Derecho y la Propiedad.
Capital moderno, condicionado por la gran industria y la competencia universal,
a la propiedad privada pura, que se ha despojado ya de toda apariencia de
comunidad y ha eliminado toda influencia del Estado sobre el desarrollo de la
propiedad. A esta propiedad privada moderna corresponde el Estado moderno
comprado por los propietarios privados, entregado completamente a éstos por el
sistema de la deuda pública y cuya existencia depende enteramente del crédito
comercial que le concedan los propietarios privados, los burgueses. [La
burguesía, por ser ya una clase, y no un simple estamento, se halla obligada a
organizarse en un plano nacional y no ya solamente en un plano local y a dar a
su interés medio una forma general.]
Como el Estado es la forma bajo la que los individuos de una clase dominante
hacen valer sus intereses comunes y en la que se condensa toda la sociedad civil
de una época, se sigue de aquí que todas las instituciones comunes tienen como
mediador al Estado y adquieren a través de él una forma política. [el derecho
privado se desarrolla, conjuntamente con la propiedad privada, como resultado de
la desintegración de la comunidad natural]
El derecho privado proclama las relaciones de propiedad existentes como el
resultado de la voluntad general. El mismo jus utendi et abutendi [derecho de
usar y de abusar, o sea de consumir o destruir la cosa] expresa, de una parte,
el hecho de que la propiedad privada ya no guarda la menor relación con la
comunidad y, de otra parte, la ilusión de que la misma propiedad privada
descansa sobre la mera voluntad privada, como el derecho a disponer
arbitrariamente de la cosa. [En la práctica, el abuti [Abusar, consumir o
destruir la cosa] tropieza con limitaciones económicas muy determinadas y
concretas para el propietario privado, si no quiere que su propiedad, y con ella
su jus abutendi, pasen a otras manos, puesto que la cosa no es tal cosa
simplemente en relación con su voluntad, sino que solamente se convierte en
verdadera propiedad en el comercio e independientemente del derecho a una cosa
(solamente allí se convierte en una relación, en lo que los filósofos llaman una
idea). Esta ilusión jurídica, que reduce el derecho a la mera voluntad, conduce,
necesariamente, en el desarrollo ulterior de las relaciones de propiedad, al
resultado de que una persona puede ostentar un título jurídico a una cosa sin
llegar a tener realmente ésta.]
Instrumentos de Producción y Formas de Propiedad Naturales y Civilizados
Una división del trabajo desarrollada y de un comercio extenso y la localidad.
En el primer caso, es necesario reunir a los individuos; en el segundo, se los
encuentra ya, como instrumentos de producción, junto al instrumento de
producción mismo. Se manifiesta aquí la diferencia entre los instrumentos de
producción naturales y los creados por la civilización. [En el primer caso,
cuando se trata de un instrumento de producción natural, los individuos son
absorbidos por la naturaleza; en el segundo caso, por un producto del trabajo.
Por eso, en el primer caso, la propiedad (propiedad territorial) aparece también
como un poder directo y natural, y en el segundo caso como poder del trabajo,
especialmente del trabajo acumulado, del capital. El primer caso presupone que
los individuos aparezcan agrupados por cualquier vínculo, ya sea el de la
familia, el de la tribu, el de la tierra, etc.; en el segundo caso, en cambio,
se los supone independientes los unos de los otros y relacionados solamente por
medio del intercambio. En el primer caso, el intercambio es, fundamentalmente,
un intercambio entre los hombres y la naturaleza, en el que se trueca el trabajo
de unos por los productos de otros; en el segundo caso, tiene que haberse ya
llevado prácticamente a cabo la división entre el trabajo físico y el
intelectual. En el primer caso, el poder del propietario sobre quienes no lo son
puede descansar en relaciones personales, en una especie de comunidad; en el
segundo caso, tiene necesariamente que haber cobrado forma material en un tercer
objeto, en el dinero. En el primer caso, existe la pequeña industria, pero
absorbida por el empleo del instrumento de producción natural y, por tanto, sin
distribución del trabajo entre diferentes individuos; en el segundo caso, la
industria sólo consiste en la división del trabajo y sólo se realiza por medio
de ésta.]
Se nos han revelado la necesidad de la propiedad privada para ciertas fases
industriales. La gran industria y la competencia funden y unifican todas las
condiciones de existencia, condicionalidades y unilateralidades de los
individuos bajo las dos formas más simples: la propiedad privada y el trabajo.
Con el dinero, se establece como algo fortuito para los individuos toda forma de
intercambio y el intercambio mismo. [Ya en el dinero está implícito el que todo
intercambio anterior sólo era intercambio de los individuos en determinadas
condiciones, y no de los individuos en cuanto tales individuos. Y estas
condiciones se reducen a dos: trabajo acumulado (propiedad privada) o trabajo
real. Al desaparecer estas dos condiciones o una sola de ellas, el intercambio
se paraliza. Los propios economistas modernos, contraponen la association des
individus(asociación de individuos) a la association des capitaux(asociación de
capitales) De otra parte, los individuos mismos quedan completamente absorbidos
por la división del trabajo y reducidos a la más completa dependencia de los
unos con respecto a los otros. La propiedad privada, en la medida en que se
enfrenta al trabajo, dentro de éste, se desarrolla partiendo de la necesidad de
la acumulación y va acercándose más y más a la moderna forma de la propiedad
privada. La división del trabajo sienta ya de antemano las premisas para la
división de las condiciones de trabajo, las herramientas y los materiales y, con
ello, para la diseminación del capital acumulado entre diferentes propietarios y
también para la diseminación entre el capital y el trabajo y entre las
diferentes formas de la misma propiedad. Cuando más se desarrolle la división
del trabajo y crezca la acumulación, más se agudizará también esa diseminación.
El trabajo mismo sólo podrá existir bajo el supuesto de ella.]
Dos hechos: las fuerzas productivas aparecen como fuerzas totalmente
independientes y separadas de los individuos lo que tiene su razón de ser en el
hecho de que los individuos, cuyas fuerzas son aquéllas, existen diseminados y
en contraposición los unos con los otros, al paso que estas fuerzas sólo son
fuerzas reales y verdaderas en el intercambio y la cohesión entre estos
individuos.[ Por tanto, de una parte, una totalidad de fuerzas productivas que
adoptan, en cierto modo, una forma material y que para los mismos individuos no
son ya sus propias fuerzas, sino las de la propiedad privada y, por tanto, sólo
son las de los individuos en cuanto propietarios privados.] Por otra parte, a
estas fuerzas productivas se enfrentan la mayoría de los individuos, de quienes
estas fuerzas se han desgarrado y que, por tanto, despojados de todo contenido
real de vida, se han convertido en individuos abstractos y, por ello mismo, sólo
entonces se ven puestos en condiciones de relacionarse los unos con los otros
como individuos. La única relación que aún mantienen los individuos con las
fuerzas productivas y con su propia existencia, el trabajo, ha perdido en ellos
toda apariencia de actividad propia y sólo conserva su vida empequeñeciéndola.
Las cosas, por tanto, han ido tan lejos, que los individuos necesitan apropiarse
la totalidad de las fuerzas productivas existentes, no sólo para poder ejercer
su propia actividad, sino, en general, para asegurar su propia existencia. Esta
apropiación se halla condicionada, ante todo, por el objeto que se trata de
apropiarse, es decir, por las fuerzas productivas, desarrolladas ahora hasta
convertirse en una totalidad y que sólo existen dentro de un intercambio
universal. Esta apropiación deberá necesariamente tener un carácter universal en
consonancia con las fuerzas productivas y con el intercambio. La apropiación de
estas fuerzas es el desarrollo de las capacidades individuales correspondientes
a los instrumentos materiales de producción. Se halla condicionada por los
individuos apropiantes. Sólo los proletarios de la época actual, totalmente
excluidos del ejercicio de su propia actividad, íntegra y no limitada,
consistente en la apropiación de una totalidad de fuerzas productivas y en el
consiguiente desarrollo de una totalidad de capacidades.
La apropiación se halla, además, condicionada por el modo como tiene que
llevarse a cabo. En efecto, sólo puede llevarse a cabo mediante una asociación,
que, dado el carácter del proletariado mismo, no puede ser tampoco más que una
asociación universal, y por obra de una revolución en la que, de una parte, se
derroque el poder del modo de producción y de intercambio anterior y la
organización social correspondiente y en la que, de otra parte, se desarrollen
el carácter universal y la energía de que el proletariado necesita para llevar a
cabo la apropiación, a la par que el mismo proletariado, por su parte, se
despoja de cuanto pueda quedar en él de la posición que ocupaba en la anterior
sociedad.
Resumiendo, obtenemos de la concepción de la historia que dejamos expuesta los
siguientes resultados: 1º En el desarrollo de las fuerzas productivas, se llega
a una fase en la que surgen fuerzas productivas y medios de intercambio que,
bajo las relaciones existentes, sólo pueden ser fuente de males, que no son ya
tales fuerzas de producción, sino más bien fuerzas de destrucción (maquinaria y
dinero); y, lo que se halla íntimamente relacionado con ello, surge una clase
condenada a soportar todos los inconvenientes de la sociedad sin gozar de sus
ventajas, que se ve expulsada de la sociedad y obligada a colocarse en la más
resuelta contraposición a todas las demás clases; una clase que forma la mayoría
de todos los miembros de la sociedad y de la que nace la conciencia de que es
necesaria una revolución radical, la conciencia comunista, conciencia que,
naturalmente, puede llegar a formarse también entre las otras clases, al
contemplar la posición en que se halla colocada ésta; 2º que las condiciones en
que pueden emplearse determinadas fuerzas de producción son las condiciones de
la dominación de una determinada clase de la sociedad, cuyo poder social,
emanado de su riqueza, encuentra su expresión idealista-práctica en la forma de
Estado imperante en cada caso, razón por la cual toda lucha revolucionaria está
necesariamente dirigida contra una clase, la que hasta ahora domina; 3º que
todas las anteriores revoluciones dejaron intacto el modo de actividad y sólo
trataban de lograr otra distribución de esta actividad, una nueva distribución
del trabajo entre otras personas, al paso que la revolución comunista está
dirigida contra el modo anterior de actividad, elimina el trabajo y suprime la
dominación de las clases al acabar con las clases mismas, ya que esta revolución
es llevada a cabo por la clase a la que la sociedad no considera como tal, no
reconoce como clase y que expresa ya de por sí la disolución de todas las
clases, nacionalidades, etc., dentro de la actual sociedad; y 4º que, tanto para
engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la cosa
misma, es necesaria una transformación en masa de los hombres, que sólo podrá
conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una revolución; y que, por
consiguiente, la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no
puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de
una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que está hundida
y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases.