Altillo.com > Exámenes > UBA - CBC > Sociología

Sociología

Cátedra: Fernandez Resumen para el 1° Parcial 1º Cuat. 2008 Altillo.com

Suicidio Anómico. Durkheim E.

La sociedad es un poder que nos regula.

La influencia agravante que tienen las crisis económicas sobre el suicidio.
Cuando de un año a otro se hacen bruscamente mas numerosas, se puede estar seguro de que se ha producido una grave perturbación. ¿A que se deben estas crisis? En efecto, si las muertes voluntarias aumentasen cuando la vida se hace mas ruda, deberían disminuir cuando el bienestar aumenta. Ahora bien, este no es el caso.

Tampoco contribuye el crecimiento de la miseria al de los suicidios. En épocas de crisis en las que se acrecienta bruscamente la prosperidad de un país, influye en los suicidios igual que los desastres económicos. Entonces, si las crisis económicas aumentan la tasa de suicidios es porque son crisis, es decir, perturbaciones del orden colectivo.

Toda rotura del equilibrio, aun cuando de ella resulte un bienestar mas grande y un alza de la vitalidad general, empuja ala muerte voluntaria8. cuantas veces se produce en el cuerpo social graves reorganizaciones, ya sean debidas a un súbito movimiento de crecimiento o a un cataclismo inesperado, el hombre se mata mas fácilmente.

Un ser vivo cualquiera no puede ser feliz, y hasta no puede vivir mas que si sus necesidades están suficientemente en relación con sus medios. Si exige mas de lo que se le puede conceder, estará contrariado sin cesar y no podrá funcionar sin dolor. Ahora bien: un movimiento que no puede producirse sin sufrimiento tiende a no reproducirse. Las tendencias que no están satisfechas se atrofian, y como la tendencia a vivir no es más que el resultado de todas las otras, tiene que debilitarse si las otras se aflojan.
En el hombre, la mayor parte de sus necesidades no están bajo al dependencia del cuerpo. ¿Cómo fijar la cantidad de bienestar, de confort, de lujo que puede legítimamente perseguir un ser humano? Ni en la constitución orgánica, ni en la constitución psicológica del hombre se encuentra nada que marque un limite a esas inclinaciones. En cuanto dependan del individuo son ilimitadas!

Entonces, si nada viene a contenerla desde afuera, no puede ser por si misma más que un manantial de tormentos. Porque los deseos ilimitados son insaciables por definición. Puesto que nada los limita, sobrepasan siempre e indefinidamente los medios de que disponen.

Por mucho placer que el hombre sienta al obrar, al moverse, al esforzarse, aun es preciso que sienta que sus esfuerzos no son vanos y que al marchar avanza. Ahora bien, no se adelanta cuando el objeto es el infinito. Siempre es la misma distancia y la misma lejanía.

Perseguir un fin inaccesible por hipótesis es condenarse a un perpetuo estado de descontento. Cuanto mas se tenga, mas se querrá tener, puesto que la satisfacciones recibidas no hacen mas que estimular las necesidades, en lugar de calmarlas.

Para que pase otra cosa es preciso que las pasiones sean limitadas. Entonces podrán ser puestas en armonía con las facultades y satisfechas. Pero, puesto que no hay nada en el individuo que pueda fijarles un limite, este debe venir de alguna fuerza exterior a él. Es preciso que un poder regulador desempeñe para las necesidades morales el mismo papel que el organismo para las necesidades físicas.

Los hombres no consentirían en limitar sus deseos si se creyeran aptos para sobrepasar el limite que les está asignado.

La sociedad sola está en situación de desempeñar este papel moderador; porque ella es el único poder moral superior al individuo, y cuya superioridad acepte éste. Ella sola tiene la autoridad necesaria para declarar el derecho y marcar a las pasiones el punto más allá del cual no deben ir. Ella sola, también, puede apreciar que premio debe ofrecerse en perspectiva a cada orden de funcionarios, en bien del interés común.

[en cada momento de la historia hay, en la conciencia moral de la s sociedades, un sentimiento oscuro de lo que valen, respectivamente, los diferentes servicios sociales, de la remuneración relativa que se debe a cada uno de ellos, y de la medida de las comodidades que convienen al promedio de los trabajadores de cada profesión. Las diferentes funciones están jerarquizadas en la opinión y se atribuye a cada una un cierto coeficiente de bienestar, según es lugar que ocupa la jerarquía. Según las ideas admitidas, ha, cierto modo de vivir que se considera como el limite superior que puede proponerse el obrero en los esfuerzos que hace para mejorar su existencia, y un limite inferior, por bajo el cual se cree muy difícil que descienda, si no se ha degradado gravemente. La escala así establecida no tiene nada de inmutable, cambia!]

Bajo esta presión, cada uno se da cuenta vagamente del punto extremo a donde pueden ir sus ambiciones, y no aspira a nada mas allá. Así se marca a las pasiones un objetivo y un término.

El ideal económico asignado a cada categoría de ciudadanos esta comprendido entre ciertos limites, dentro de los cuales los deseos pueden moverse con libertad. Esta limitación relativa y la moderación que de ella resulta, es la que hace que los hombres estén contentos con su suerte, al mismo tiempo que les estimula con medida a hacerla mejor; y este contento medio, es el que produce ese sentimiento de goce tranquilo y activo, ese placer de ser y vivir que, tanto para las sociedades como para los individuos, es característica de la salud.

No servirá para nada que cada uno estime como justo la jerarquía de las funciones tal como esta organizada por la opinión, si al mismo tiempo no se considerase como igualmente justa la manera como se reclutan las funciones. [Ej.: el trabajador no esta en armonía con su situación social si no esta convencido de que tiene lo que debe tener. Si se cree apto para ocupar otra, la que tiene no puede satisfacerle bastante]

No es dudoso que, cuanto mas se aproxime esta igualdad ideal, menos necesaria será también la coacción social. Pero siempre subsistirá una herencia: la de los dones naturales. Será necesaria una disciplina moral para hacer aceptar a los que la naturaleza ha favorecido menos la situación inferior, que deben al azar de su nacimiento.

Esta disciplina, del mismo modo que la precedente, no puede ser útil, más que si es considerada como justa por los pueblos que se le han sometido. Cuando no se mantiene más que por habilidad y a ala fuerza, la paz y la armonía solos subsisten en apariencia; el espíritu de inquietud y el descontento están latentes; los apetitos, superficialmente contenidos, no tardan en desencadenarse.

No es cierto que la actividad humana pueda estar libre de todo freno. Lo que el hombre tiene de característico es que el freno a que esta sometido no es físico, sino moral, es decir, social. Solamente cuando la sociedad esta perturbada, ya sea por crisis dolorosas o felices, por demasiado súbitas transformaciones, es transitoriamente incapaz de ejercer esta acción; y he aquí de dónde vienen esta bruscas ascensiones de la curva de los suicidios.

En los casos de crisis desfavorables se produce una descalificación que arroja bruscamente a una situación inferior a la que ocupaba hasta entonces. Es necesario bajar sus exigencias, que restrinjan sus necesidades y que aprendan a contenerse mas. El problema es que la sociedad no puede, en un instante, acostumbrarlos a abstenerse de cosas a las cuales no estaban acostumbrados a hacerlo. Al no estar acostumbrados a la nueva realidad que se les crea sus sufrimientos aumentan. Por eso se suicidan mas
En épocas en que las crisis son favorables aumentan las posibilidades de las personas y sus deseos se ven desregulados ya que ahora pueden tener mas y están ubicados en otro nivel en la escala social. Entonces sus mismas exigencias hacen que sea imposible satisfacerlas. (las ambiciones sobrexcitadas van siempre mas allá de los resultados obtenidos) nada los contiene y nunca llegan a saciarse. Sucede que al mismo tiempo la lucha se vuelve mas violenta porque todas las clases están en lucha ya que ahora no hay clasificación establecida. En estas condiciones es muy difícil mantener las intenciones de vivir.
La anomia es en nuestras sociedades modernas, un factor regular y especifico de suicidios; una de las fuentes donde se alimenta el contingente anual. Estamos en presencia de un nuevo tipo que debe distinguirse de los otros. Difiere de ellos en cuanto depende, no de la manera de estar ligados los individuos a la sociedad, sino del modo como ella los reglamenta. El suicidio egoísta procede de que los hombres no perciben ya la razón de estar en la vida; el suicidio altruista, de que esta razón les parece estar fuera de la misma vida; la tercera clase de suicidio de que su actividad esta desorganizada y de lo que por esta razón sufren. En orden de su origen, demos a esta ultima especie el nombre de suicidio anómico.
En el suicidio anómico son las pasiones propiamente individuales las que necesitan la presencia de una sociedad que las regule.

[para ver los otros ejemplos carpeta!!!]


Suicidio Egoísta. Durkheim E.

La única diferencia que hay entre el catolicismo y el protestantismo consiste en que el segundo admite el libre examen con mayor extensión que el primero. El catolicismos, por esto de que es una religión idealista, concede al pensamiento y a la reflexión un mayor espacio que el politeísmo greco latino o que el monoteísmo judío. Aspira a reinar sobre las conciencias. No es menos verdad que el católico lo recibe todo hecho, sin examen, y no puede someterlo a la comprobación histórica. Todo un sistema jerárquico de autoridades se halla organizado para ser la tradición invariable. El protestante es mas el autor de su creencia. La Biblia se deja en sus manos y ninguna interpretación de ella se le impone.

Entonces: La inclinación del protestantismo por el suicidio debe estar en relación con el espíritu de libre examen que anima esta religión.

Si el protestantismo da una mayor eficacia al pensamiento individual que el catolicismo, es porque cuenta con menos creencias y practicas comunes. Entonces: Cuanto mas se abandona un grupo aconfesional al juicio del publico, mas ausente esta de la vida de aquel y menos cohesión y consistencia tiene. Concluimos que la superioridad del protestantismo desde el punto de vista del suicidio proviene de que se trata de una iglesia integrada con menos fuerza que la iglesia católica.

En el judaísmo la reprobación con que les ha perseguido durante largo tiempo el cristianismo a creado entre los judíos sentimientos de solidaridad de una particularidad energía. Las divergencias individuales son casi imposibles, a causa de la comunidad de la existencia y de la estrecha e incesante vigilancia ejercida por todos sobre cada uno. A esta causa se le atribuye la débil inclinación de los judíos al suicidio.

El suicidio varia en razón inversa del grado de desintegración de los grupos sociales de que forma parte el individuo. Cuanto mas debilitados son los grupos a que pertenece, menos depende de ellos, mas se exalta a si mismo para no reconocer otras reglas de conducta que las fundadas en sus intereses privados.

[se conviene llamar egoísta a ese esta en que el yo individual se afirma con exceso frente al yo social y a expensas de este ultimo].

Siendo la fuerza colectiva uno de los obstáculos que mejor puede contenerlo, no puede aquella debilitarse sin que este se desarrolle. Cuando la sociedad esta fuertemente integrada tiene los individuos bajo su dependencia y no les permite disponer de si mismos a su antojo se opone a que eludan por al muerte los deberes que con ella tiene. Pero cuando rehúsan a aceptar como legitima esta subordinación no tiene entonces la autoridad necesaria para retenerlos. En cuanto se admiten que son los dueños de sus destinos a ellos les corresponde señalar el termino de los mismos. Les falta una razón para soportar con paciencia las miserias de la vida. [porque cuando son solidarios de un grupo que aman, para no faltar a intereses ante los cuales están habituados a inclinar los suyos, ponen mas obstinación en vivir. El lazo que les liga a causa común les une a la vida.]

Es falso que al vida nos sea nunca posible mas que a condición de tener fuera de ella su razón de ser. En cuanto concierne al hombre puede obrar razonablemente sin tener que proponerse fines que le excedan. Solo que este no es el caso del civilizado que ha llegado a la edad adulta. En el, hay una multitud de ideas, sentimientos, practicas que no tienen ninguna relación con las necesidades orgánicas. Es la acción de la sociedad la que ha suscitado en nosotros sentimientos de simpatía y solidaridad que nos inclinan hacia otros. Cuanto mas desligados nos sentimos de la sociedad mas también nos desligamos de la vida.

[El egoísmo no es un factor simplemente auxiliar es la causa generadora de este tipo de suicidios. Si el lazo que liga al hombre a la vida se afloja, es porque el nexo que le une a la sociedad se ha relajado].


Educación y Sociología. Durkheim E.

Reproche general al que se exponen todas las definiciones: parten del postulado de que hay una educación ideal, perfecta, que vale indistintamente para todos los hombres; y es esta educación universal y única la que el teórico trata de definir.
En la historia no se encuentra nada que confirme esta hipótesis. La educación ha variado infinitamente según épocas y países.

El sistema de educación tiene un doble aspecto: es único y múltiple a la vez. Es múltiple ya que hay tantas especies de educación como elementos diferentes hay en la sociedad. [La diversidad moral de las profesiones no dejaría de arrastrar tras de sí una gran diversidad pedagógica. Cada profesión reclama aptitudes particulares y conocimientos especiales, en el que reinará ciertas ideas, ciertas practicas, ciertas maneras de ver las cosas; y la educación, a partir de cierta edad, no puede seguir siendo la misma para todos los sujetos a los que se aplica. En todos los países civilizados tiende cada vez mas a diversificarse y especializarse; y esta especialización se vuelve cada vez mas precoz.] Es común ya que no hay ningún pueblo en el que no exista cierto número de ideas, de sentimientos y de prácticas que la educación debe inculcar a todos los niños indistintamente a cualquier categoría social a la que pertenezcan. [Un conjunto de ideas sobre la naturaleza humana, sobre la importancia respectiva de nuestras diferentes facultades, sobre el derecho y sobre el deber, sobre la sociedad, sobre el individuo, sobre el progreso, sobre la ciencia, sobre el arte, etc. que están en la base misma de nuestro espíritu nacional; toda educación tiene por objeto fijarlas en las conciencias]
La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que no están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño determinado número de estados físicos, intelectuales y morales que reclaman de él, por un lado la sociedad política en su conjunto, y por otro, el medio especial al que está particularmente destinado.
El papel del estado en materia de educación:
el niño es de sus padres; a ellos pertenece, según entiendan, su desarrollo moral e intelectual. La educación es entonces concebida como una cosa enteramente privada y domestica. Si nos ubicamos en este punto de vista, tendemos a reducir al mínimo posible la intervención del estado en la materia. Debería limitarse a servir de auxiliar o sustituto a las familias. [Cuando estas no están en condiciones de cumplir sus deberes es el estado quien debería cubrirlas. Incluso puede hacérselo mas fácil poniendo a su disposición escuelas a las que ellas puedan enviar a sus hijos. Pero debe limitarse a ello]
si como se ha dicho, la educación tiene una función colectiva, si tiene por objeto adaptar al niño al medio social al que esta destinado a vivir, es imposible que la sociedad se desinterese de tal operación.
Si damos algún precio a la existencia de la sociedad es necesario que la educación asegure entre los ciudadanos una comunidad suficiente de ideas y de sentimientos sin los cuales toda sociedad es imposible; y para que ella pueda producir este resultado, es preciso que no sea totalmente abandonada al arbitrio de los particulares. [Desde el momento en que la educación es una función esencialmente social, el Estado no puede desinteresarse de ella. Por el contrario, todo lo que es educación debe estar, en alguna medida, sometido a su acción.]

El principio de educación no podrá ser discutido. No hay ninguna escuela que pueda reclamar el derecho de dar con toda libertad una educación antisocial.[ con todo, es preciso reconocer que el estado de división en que se encuentran actualmente los espíritus en nuestro país, pace peculiarmente delicado este deber del estado y a su vez lo hace mas importante.]

El respeto por la razón, por la ciencia, por las ideas y los sentimientos que están en la base de la moral democrática. El papel del Estado consiste en separar esos principios esenciales, en hacerlos enseñar en sus escuelas, en velar porque en ninguna parte queden ignorados por los niños, en que en todas partes se hable de ellos con el respeto que les es debido. Hay, a ese respecto, una acción a ejercer que tal vez será tanto mas eficaz cuanto menos agresiva y menos violenta sea y cuanto mejor sepa contenerse dentro de limites prudentes.
Poder de la educación. Los medios de acción.
La educación no hace al hombre de la nada, se aplica a disposiciones que encuentra hechas. Por otro lado, se puede conceder de manera general que esas tendencias congénitas son muy fuertes, muy difíciles de destruir o de transformar radicalmente; pues ellas dependen de condiciones orgánicas sobre las que el educador tiene poca influencia. En consecuencia, en la medida en que tienen un objeto definido, en que inclinan el espíritu y el carácter a maneras de actuar y de pensar estrechamente determinadas, todo el porvenir del individuo se encuentra fijado de antemano, y a la educación no le queda mucho por hacer.

Pero una de las características del hombre es que las predisposiciones innatas son en el muy generales y muy vagas. El tipo de predisposición fija, rígida e invariable que no deja ninguna posibilidad de acción a causas externas es el instinto. Son impulsos en una dirección; pero los medios por los cuales esos empujes se actualizan cambian de un individuo a otro. Un gran lugar esta reservado a la acción de causas que sólo pueden hacer sentir su influencia después del nacimiento. La educación es una de esas causas.

Hay una separación considerable entre las cualidades naturales y al forma especial que ellas deben tomar para ser utilizadas en la vida. [Es decir que el porvenir no esta estrechamente predeterminado por nuestra predisposición congénita]

el niño es un libro abierto con una gran capacidad de asimilar lo que sucede a su alrededor y lo que se le enseña dadas determinadas condiciones:
la educación es cosa de autoridad. [hemos visto que la educación tiene como objeto superponer al ser individual y asocial que somos al nacer un ser enteramente nuevo. Para aprender a contener su egoísmo natural y subordinarse a fines mas altos en preciso que el niño ejerza sobre si una fuerte contención.]
debe haber un sentimiento del deber. [he ahí un estimulante del esfuerzo. El niño no puede conocer el deber sino por sus maestros o por sus padres; sólo puede saber lo que es por la manera como ellos lo revelan por su lenguaje y por su conducta.]
La autoridad moral es la cualidad fundamental del educador. Es por al autoridad que, para él, el deber es deber.


De Marx a P V Annenkov

La sociedad es el producto de la actividad reciproca de los hombres. Estos no son libres de elegir la forma de sociedad. Supóngase etapas particulares del desarrollo de las fuerzas productivas del hombre y se tendrá una forma particular de comercio y consumo. Supóngase etapas particulares del desarrollo de la producción, del comercio y del consumo, y se tendrá un orden correspondiente, una correspondiente organización de la familia y de las jerarquías y clases. [una correspondiente sociedad civil.]

Es superfluo agregar que los hombres no son libres de elegir sus fuerzas productivas-que son la base de toda su historia- puesto que cada fuerza productiva es una fuerza adquirida, producto de la actividad anterior. Por consiguiente, las fuerzas productivas son el resultado de la energía humana practica [fuerzas del hombre puestas al servicio de la producción]; pero esta energía está a su vez condicionada por las circunstancias en que se hallan los hombres, por las fuerzas productivas ya conquistadas, por la forma social preexistente, que ellos no crean, que es el producto de la generación anterior. Debido a este simple hecho [cada nueva generación se encuentra en posesión de fuerzas productivas conquistadas por la generación anterior, que le sirve de materia prima para una nueva producción] surge una conexión en la historia humana, toma forma una historia de la humanidad cuanto más se han extendido las fuerzas productivas del hombre y en consecuencia sus elaciones sociales. Por lo tanto la historia de los hombres no es otra cosa que la historia de su desarrollo individual, sean o no, concientes de ello. Sus relaciones materiales son la base de todas sus relaciones. Estas relaciones materiales son solo las formas necesarias en que se realiza su actividad material individual.

Los hombres nunca abandonan lo que han conquistado. Esto no significa que nunca renuncien a la forma social en la que han adquirido ciertas fuerzas productivas. Por el contrario, a fin de no ser despojados del resultado alcanzado y de no perder los frutos de la civilización, están obligados, a partir del momento en que la forma de su comercio deja de corresponder a las fuerzas productivas adquiridas, a cambiar todas sus formas sociales tradicionales.

Todas las viejas formas económicas, las relaciones sociales correspondientes y las condiciones políticas que eran la expresión oficial de la vieja sociedad civil, fueron destruidas en Inglaterra. Así pues, las formas económicas en que los hombres producen, consumen, intercambian, son transitorias e históricas. Al conquistarse nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian su método de producción, y con el método de producción todas las relaciones económicas, las que son meramente condiciones necesarias de este método particular de producción.

A medida que los hombres desarrollan sus fuerzas productivas, esto es, en cuanto viven, desarrollan ciertas relaciones entre si, y que la naturaleza de estas relaciones necesariamente debe cambiar con el cambio y el crecimiento de las fuerzas productivas. Las categorías económicas son sólo las expresiones abstractas de estas relaciones reales y únicamente conservan su validez mientras existen dichas relaciones.

[Los hombres, de acuerdo con sus fuerzas producen las relaciones sociales.] los hombres, que conforman sus relaciones sociales de acuerdo con su método material de producción, también conforman ideas y categorías, es decir, la expresión ideal de esas mismas relaciones sociales. Así, las categorías no son mas eternas que las relaciones que ellas expresan. Son productos históricos y transitorios.

[En lugar del gran movimiento histórico que surge del conflicto entre las fuerzas productivas ya adquiridas por los hombres y sus relaciones sociales, que han dejado de corresponder a esas fuerza productivas; en lugar de la terribles guerras que se están preparando entre diferentes clases dentro de cada nación y entre diferentes naciones; en lugar de la acción práctica y violenta de las masa, única por lo cual pueden desenvolverse estos conflictos; en lugar de este vasto, prolongado y complicado movimiento, el señor Prudhon nos da el movimiento estrafalario de su propia cabeza].


Manifiesto Comunista.

1° Burgueses y proletariados: la historia de la sociedad humana es una historia de lucha de clases. Opresores y oprimidos frente a frente empeñados en una lucha ininterrumpida que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.

En los tiempos históricos nos encontramos a la sociedad dividida en estamentos, dentro de cada uno de los cuales reina una nueva jerarquía de grados y posiciones. La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas. En nuestra época hay dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado.

Vemos que la moderna burguesía es producto de un largo proceso histórico, fruto de una serie de transformaciones radicales operadas en el régimen de cambio y de producción.

A cada etapa de avance recorrida por la burguesía corresponde una nueva etapa de progreso político. [Clase oprimida bajo el mando de los señores feudales, la burguesía forma en la “comuna” una asociación autónoma y armada para la defensa de sus intereses; en unos sitios se organiza en repúblicas municipales independientes; en otros forma el tercer estado tributario de las monarquías; en la época de la manufactura es el contrapeso de la nobleza dentro de la monarquía feudal o absoluta y el fundamento de las grandes monarquías en general, hasta que, implantada la gran industria y abiertos los cauces del mercado mundial, se conquista la hegemonía política y crea el moderno Estado representativo. Hoy, el Poder público viene a ser el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa.]

La burguesía ha desempeñado en el transcurso de la historia un papel revolucionario

Dondequiera que se instauró, echó por tierra todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas.
Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales y no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del dinero constante y sonante, que no tiene entrañas.
Echó por encima del santo temor de Dios, de la devoción mística y piadosa, del ardor caballeresco y la tímida melancolía del buen burgués.
Enterró la dignidad personal bajo.
Sustituyó un régimen de explotación, velado por los cendales de las ilusiones políticas y religiosas, por un régimen franco, descarado, directo, escueto, de explotación.
Despojó de su halo de santidad a todo lo que antes se tenía por venerable y digno de piadoso acontecimiento.
Convirtió en sus servidores asalariados al médico, al jurista, al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia.
Desgarró los velos emotivos y sentimentales que envolvían la familia y puso al desnudo la realidad económica de las relaciones familiares .
La burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con él todo el régimen social. La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes. La necesidad de encontrar mercados espolea a la burguesía de una punta o otra del planeta, por doquier establece relaciones.

La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita.
Destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no transforman como antes las materias primas del país, sino las traídas de los climas más lejanos y cuyos productos encuentran salida no sólo dentro de las fronteras, sino en todas las partes del mundo.
Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas.
Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba así mismo y donde no entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones.
Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común. Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal.
La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes.

El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derrumba todas las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus bárbaras más ariscas en su odio contra el extranjero.
Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.
La burguesía somete el campo al imperio de la ciudad.

Crea ciudades enormes, intensifica la población urbana en una fuerte proporción respecto a la campesina y arranca a una parte considerable de la gente del campo al cretinismo de la vida rural.
Y del mismo modo que somete el campo a la ciudad, somete los pueblos bárbaros y semibárbaros a las naciones civilizadas, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente.
La burguesía va aglutinando cada vez más los medios de producción, la propiedad y los habitantes del país. Aglomera la población, centraliza los medios de producción y concentra en manos de unos cuantos la propiedad. Este proceso tenía que conducir, por fuerza lógica, a un régimen de centralización política. Territorios antes independientes, apenas aliados, con intereses distintos, distintas leyes, gobiernos autónomos y líneas aduaneras propias, se asocian y refunden en una nación única, bajo un Gobierno, una ley, un interés nacional de clase y una sola línea aduanera.

Ha creado energías productivas mas grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones juntas.

Se desarrollan hoy las condiciones de producción y de cambio de la burguesía, el régimen burgués de la propiedad, la moderna sociedad burguesa, que ha sabido hacer brotar como por encanto tan fabulosos medios de producción y de transporte, recuerda al brujo impotente para dominar los espíritus subterráneos que conjuró. Desde hace varias décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el régimen vigente de producción, contra el régimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de predominio político de la burguesía. En esas crisis se desata una epidemia social la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; la industria, el comercio están a punto de perecer. Y todo porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas. La burguesía no sólo forja las armas que han de darle la muerte, sino que, además, pone en pie a los hombres llamados a manejarlas: estos hombres son los obreros, los proletarios. [En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, desarrollase también el proletariado, esa clase obrera moderna que sólo puede vivir encontrando trabajo y que sólo encuentra trabajo en la medida en que éste alimenta a incremento el capital. El obrero, obligado a venderse a trozos, es una mercancía como otra cualquiera, sujeta, por tanto, a todos los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las fluctuaciones del mercado. La industria moderna ha convertido el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del magnate capitalista. Las masas obreras concentradas en la fábrica son sometidas a una organización y disciplina militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes. No son sólo siervos de la burguesía y del Estado burgués, sino que están todos los días y a todas horas bajo el yugo esclavizador de la máquina, del contramaestre, y sobre todo, del industrial burgués dueño de la fábrica]

El proletariado recorre diversas etapas antes de fortificarse y consolidarse. Pero su lucha contra la burguesía data del instante mismo de su existencia. Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera. Coadyuvan a ello los medios cada vez más fáciles de comunicación, creados por la gran industria y que sirven para poner en contacto a los obreros de las diversas regiones y localidades. Gracias a este contacto, las múltiples acciones locales, que en todas partes presentan idéntico carácter, se convierten en un movimiento nacional, en una lucha de clases. Las colisiones producidas entre las fuerzas de la antigua sociedad imprimen nuevos impulsos al proletariado. La burguesía lucha incesantemente: primero, contra la aristocracia; luego, contra aquellos sectores de la propia burguesía cuyos intereses chocan con los progresos de la industria, y siempre contra la burguesía de los demás países. Para librar estos combates no tiene más remedio que apelar al proletariado, reclamar su auxilio, arrastrándolo así a la palestra política. Y de este modo, le suministra elementos de fuerza, es decir, armas contra sí misma. Finalmente, en aquellos períodos en que la lucha de clases está a punto de decidirse, es tan violento y tan claro el proceso de desintegración de la clase gobernante latente en el seno de la sociedad antigua, que una pequeña parte de esa clase se desprende de ella y abraza la causa revolucionaria, pasándose a la clase que tiene en sus manos el porvenir. [Hasta hoy, toda sociedad descansó, como hemos visto, en el antagonismo entre las clases oprimidas y las opresoras. Mas para poder oprimir a una clase es menester asegurarle, por lo menos, las condiciones indispensables de vida, pues de otro modo se extinguiría, y con ella su esclavizamiento]

La existencia y el predominio de la clase burguesa tienen por condición esencial la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos, la formación e incremento constante del capital; y éste, a su vez, no puede existir sin el trabajo asalariado. El trabajo asalariado Presupone la concurrencia de los obreros entre sí. Los progresos de la industria imponen, en vez del aislamiento de los obreros por la concurrencia, su unión revolucionaria por la organización. Y así, al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre que produce y se apropia lo producido. Y a la par que avanza, se cava su fosa y cría a sus propios enterradores. Su muerte y el triunfo del proletariado sin igualmente inevitables.


Marx. Prologo.

Considero el sistema de la economía burguesa por el siguiente orden: capital, propiedad de la tierra, trabajo asalariado; estado, comercio exterior, mercado mundial. Bajo las tres primeras rubricas investigo las condiciones económicas de vida de las tres grandes clases en que se divide la moderna sociedad burguesa; entre las otras tres rubricas salta a la vista.

Las relaciones jurídicas y las formas de estado no podrían comprenderse por si mismas ni a base de la llamada evolución general del espíritu humano, sino que radican en las relaciones materiales de vida, cuyo conjunto resume Hegel bajo el nombre de “Sociedad Civil” y que la anatomía de la sociedad civil debe buscarse en la economía política.

En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias, independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas que las entorpecen, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se desplaza toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian estos desplazamientos hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción [que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales] y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en un a palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra la prehistoria de la sociedad humana.


Feverbach. Marx y Engels

Toda la crítica filosófica alemana se limita a la crítica de las ideas religiosas. Se partía de la religión real y de la verdadera teología. Se determinaba de distinto modo la idea religiosa. El progreso consistía en incluir las ideas metafísicas, políticas, jurídicas, morales y de otros tipos, supuestamente imperantes, en la esfera de las ideas religiosas o teológicas, explicando asimismo la conciencia política, jurídica o moral como conciencia religiosa o teológica y presentando al hombre político, jurídico o moral y, en última instancia, «al hombre», como el hombre religioso. Tomábase como premisa el imperio de la religión. Toda relación dominante se explicaba como una relación religiosa y se convertía en culto: el culto del derecho, el culto del Estado, etc. Por todos partes se veían dogmas y la fe en ellos. El mundo era canonizado en proporciones cada vez mayores, hasta que San Max pudo santificarlo en bloque y darlo por liquidado de una vez por todas.

La primera premisa de toda historia humana es, naturalmente, la existencia de individuos humanos vivientes. El primer estado que cabe constatar es la organización corpórea de estos individuos y su relación con el resto de la naturaleza.

El hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento que comienza a producir sus medios de vida, paso que se halla condicionado por su organización corporal. El modo de producir los medios de vida de los hombres depende, ante todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se encuentra y que hay que reproducir. Lo que son coincide con su producción, tanto con lo que producen como con el modo de cómo producen. Lo que los individuos son depende de las condiciones materiales de su producción.[Esta producción sólo aparece al multiplicarse la población. Y presupone un trato entre los individuos. La forma de esté intercambio se halla condicionada por la producción] la estructura interna de cada nación depende del grado de desarrollo de su producción y de su intercambio interior y exterior. Hasta donde se han desarrollado las fuerzas productivas de una nación lo indica el grado hasta el cual se han desarrollado en ella la división del trabajo. Toda nueva fuerza productiva trae como consecuencia un nuevo desarrollo dela división del trabajo.

La división del trabajo dentro de una nación se traduce en la separación del trabajo industrial y comercial con respecto al trabajo agrícola y en la separación de la ciudad y el campo y en la oposición de sus intereses. Su desarrollo ulterior conduce a que el trabajo comercial se separe del industrial. Al mismo tiempo, la división del trabajo dentro de estas diferentes ramas acarrea la formación de diversos sectores entre los individuos que cooperan en determinados trabajos. La posición que ocupan entre sí estos diferentes sectores se halla condicionada por el modo de aplicar el trabajo agrícola, industrial y comercial (patriarcalismo, esclavitud, estamentos, clases). Y las mismas relaciones se revelan, al desarrollarse el trato, en las relaciones entre diferentes naciones.

Las diferentes fases del desarrollo de la división del trabajo son otras tantas formas distintas de la propiedad. [cada etapa de la división del trabajo determina también las relaciones de los individuos entre si, el lo tocante al material, el instrumento y el producto del trabajo.]

La primera forma de la propiedad es la propiedad de la tribu. La división del trabajo se halla todavía muy poco desarrollada y no es mas que la extensión de la división natural del trabajo existente en el seno de la familia.
La segunda forma esta representada por la antigua propiedad comunal y estatal, que brota como resultado de la fusión de diversas tribus para formar una ciudad, mediante acuerdo voluntario o por conquista, y en la que sigue existiendo la esclavitud. Va desarrollándose la propiedad privada mobiliaria y mas tarde la inmobiliaria. La división del trabajo aparece mas desarrollada. Nos encontramos con la contradicción entre el campo y la ciudad y mas tarde la contradicción entre estados que representan los intereses de la vida urbana y de la vida rural, y, dentro de las mismas ciudades, con la contradicción entre la industria y el comercio marítimo.
Con el desarrollo de la propiedad privada de una parte aparece la concentración de la propiedad privada, que en roma aparece desde muy pronto y que, desde las guerras civiles, y sobre todo bajo los emperadores, avanza muy rápidamente; de otra parte, la transformación de los pequeños campesinos plebeyos en proletariado que, dada su posición intermedia entre los ciudadanos poseedores y los esclavos, no llega a adquirir un desarrollo independiente.

La tercera forma es la propiedad feudal o por estamentos. La Edad Media tenía como punto de partida el campo. Hallábase condicionado por la población con que se encontró la Edad Media: una población escasa, diseminada en grandes áreas y a la que los conquistadores no aportaron gran incremento. Los últimos siglos del Imperio romano decadente y su conquista por los propios bárbaros destruyeron una gran cantidad de fuerzas productivas; la agricultura veíase postrada, la industria languideció por la falta de mercados, el comercio cayó en el sopor o se vio violentamente interrumpido y la población rural y urbana decreció. Estos factores preexistentes y el modo de organización de la conquista par ellas condicionado hicieron que se desarrollara, bajo la influencia de la estructura del ejército germánico, la propiedad feudal. Se basa en una comunidad pero frente a ésta se hallan ahora, en cuanto clase directamente productora sino los pequeños campesinos siervos de la gleba.
A esta organización feudal de la propiedad territorial correspondía en las ciudades la propiedad corporativa, la organización feudal del artesano. Aquí la propiedad estribaba en el trabajo de cada uno. Durante la época feudal, la forma fundamental de la propiedad era la propiedad territorial con el trabajo de los siervos a ella vinculados, de una parte y, de otra, el trabajo propio con un pequeño capital que dominaba sobre el trabajo de los oficiales de los gremios. La división del trabajo se desarrolló muy poco, en el período floreciente del feudalismo. La producción de las ideas, las representaciones y la conciencia aparece, al principio, directamente entrelazada con la actividad material y el trato material de los hombres, como el lenguaje de la vida real.

Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión, de la metafísica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero se trata de hombres reales y activos tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus formaciones mas amplias.


Historia.

La primer premisa de toda la historia humana y también toda historia es que los hombres se hallen, para “hacer historia”, en condiciones de poder vivir.

1° El primer hecho histórico es la producción de los medios indispensables para la satisfacción de las necesidades [producción de la vida material misma]

2° la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la adquisición del instrumento necesario para ello conduce a nuevas necesidades, y esta creación de necesidades nuevas constituye el primer hecho histórico.

3° El tercer factor que aquí interviene de antemano en el desarrollo histórico es el de que los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relación entre hombre y mujer, entre padres e hijos, la familia. Esta familia, que al principio constituye la única relación social, más tarde, cuando las necesidades, al aumentar el censo humano, brotan nuevas necesidades, pasa a ser una relación secundaria y tiene, por tanto, que tratarse y desarrollarse con arreglo a los datos empíricos existentes, y no ajustándose al "concepto de la familia" misma.

Estos tres aspectos de la actividad social explican tres momentos que han existido desde el principio de la historia y que aun rigen la historia.

La producción de la vida se manifiesta como una doble relación: de una parte como relación natural y de otra como relación social. [social en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos, cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin.] De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada fase social [modo de cooperación que es una "fuerza productiva"] que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que la "historia de la humanidad" debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y del intercambio.

Después de haber considerado ya cuatro aspectos de las relaciones históricas originarias caemos en la cuenta de que el hombre tiene también conciencia [los hombres tienen historia porque se ven obligados a producir su vida y deben producirla de un determinado modo: esta necesidad esta impuesta por su organización física. Otro tanto ocurre con su conciencia]

La conciencia de la necesidad de entablar relaciones con los individuos circundantes es el comienzo de la conciencia de que el hombre vive dentro de una sociedad. Se desarrolla y perfecciona al aumentar la producción, al acrecentarse las necesidades y al multiplicarse la población, que es el factor sobre que descansan los dos anteriores. De este modo se desarrolla la división del trabajo. Esta solo se convierte en verdadera división a partir del momento en que se separan el trabajo físico y el intelectual.

La fuerza productora, el estado social y la conciencia, pueden y deben necesariamente entrar en contradicción entre sí, ya que, con la división del trabajo, se da la posibilidad, más aun, la realidad de que las actividades espirituales y materiales, el disfrute y el trabajo, la producción y el consumo, se asignen a diferentes individuos, y la posibilidad de que no caigan en contradicción reside solamente en que vuelva a abandonarse la división del trabajo.

Con la división del trabajo que descansa sobre la división natural del trabajo en el seno de la familia y en la división de la sociedad en diversas familias contrapuestas, se da la distribución y, concretamente, la distribución desigual, tanto cuantitativa como cualitativamente, del trabajo y de sus productos.


Sobre La Producción De La Conciencia.

Los individuos concretos, al extenderse sus actividades hasta un plano histórico-universal, se ven cada vez mas sojuzgados bajo un poder extraño a ellos, poder que adquiere un carácter cada vez más de masa y se revela en última instancia como el mercado mundial.

La verdadera riqueza espiritual del individuo depende totalmente de la riqueza de sus relaciones reales. Solo así se liberan los individuos concretos de las diferentes trabas nacionales y locales, se ponen en contacto práctico con la producción del mundo entero y se colocan en condiciones de adquirir la capacidad necesaria para poder disfrutar esta multiforme y completa producción de toda la tierra.

Esta concepción de la historia consiste en exponer el proceso real de producción [partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata] y en concebir la forma de intercambio correspondiente a este modo de producción y engendrada por él [la sociedad civil en sus diferentes fases como el fundamento de toda la historia] presentándola en su acción en cuanto Estado y explicando a base de él todos los diversos productos teóricos y formas de la conciencia, la religión, la filosofía, la moral, etc., así como estudiando a partir de esas premisas su proceso de nacimiento, lo que permitirá exponer las cosas en su totalidad.

Todas las formas y todos lo productos de la conciencia pueden disolverse por el derrocamiento práctico de las relaciones sociales reales, de que la fuerza propulsora de la historia, incluso la de la religión, la filosofía, y toda otra teoría no es la crítica, sino la revolución. Esta concepción revela que la historia en cada una de sus fases se encuentra un resultado material, una suma de fuerzas productivas, una actitud históricamente creada de los hombres hacia la naturaleza y de los unos hacia los otros; que cada generación transfiere a la que le sigue, una masa de fuerzas productivas, capitales y circunstancias, que, aunque de una parte sean modificados por la nueva generación, dictan a ésta sus propias condiciones de vida y le imprimen un determinado desarrollo, un carácter especial. Esta suma de fuerzas de producción, capitales y formas de intercambio social con que cada individuo y cada generación se encuentra como algo dado es el fundamento real. Y estas condiciones de vida con que las diferentes generaciones se encuentran al nacer deciden si las conmociones revolucionarias que periódicamente se repiten en la historia serán o no lo suficientemente fuertes para derrocar la base de todo lo existente. [Y si no se dan estos elementos materiales de una conmoción total, o sea, de una parte, las fuerzas productivas existentes y, de otra, la formación de una masa revolucionaria que se levante, no sólo en contra de ciertas condiciones de la sociedad anterior, sino en contra de la misma «producción de la vida» vigente hasta ahora, contra la «actividad de conjunto» sobre que descansa, en nada contribuirá a hacer cambiar la marcha práctica de las cosas el que la idea de esta conmoción haya sido proclamada ya una o cien veces.]

[...“No ve que el mundo sensorial que le rodea no es algo directamente dado desde toda una eternidad y constantemente igual a sí mismo, sino el producto de la industria y del estado social, en sentido en que es un producto histórico, el resultado de la actividad de toda una serie de generaciones, cada una de las cuales se encarama sobre los hombros de la anterior, sigue desarrollando su industria y su intercambio y modifica su organización social con arreglo a las nuevas necesidades. Hasta los objetos de la «certeza sensorial» más simple le vienen dados solamente por el desarrollo social, la industria y el intercambio comercial.”...]

[...]La industria y el comercio, la producción y el intercambio de los medios de vida condicionan y se hallan condicionados en cuanto al modo de funcionar por la distribución, por la estructura de las diversas clases sociales[...]

[...]La historia no es sino la sucesión de las diferentes generaciones, cada una de las cuales explota los materiales, capitales y fuerzas de producción transmitidas por cuantas la han precedido; es decir, que, de una parte, prosigue en condiciones completamente distintas la actividad precedente, mientras que, de otra parte, modifica las circunstancias anteriores mediante una actividad totalmente diversa, lo que podría tergiversarse especulativamente, diciendo que la historia posterior es la finalidad de la que la precede, como si dijésemos, por ejemplo, que el descubrimiento de América tuvo como finalidad ayudar a que se expandiera la revolución francesa, mediante cuya interpretación la historia adquiere sus fines propios e independientes y se convierte en una «persona junto a otras personas.[...] Cuanto más se extienden, en el curso de esta evolución, los círculos concretos que influyen los unos en los otros, cuanto más se destruye el primitivo encerramiento de las diferentes nacionalidades por el desarrollo del modo de producción, del intercambio y de la división del trabajo que ello hace surgir por vía espontánea entre las diversas naciones, tanto más la historia se convierte en historia universal.

Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época. [La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello de los medios para la producción espiritual., lo que hace que se le sometan, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente.] Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las representaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas.[los individuos que forman la clase dominante tienen conciencia de ello y piensan a tono a ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende que lo hagan en toda su extensión, incluso como pensadores, que regulen la producción y distribución de las ideas de su tiempo]

La división del trabajo, con que nos encontramos como una de las potencias fundamentales de la historia anterior, se manifiesta también en el seno de la clase dominante como división del trabajo espiritual material, de tal modo que una parte de esta clase se revela como la que da sus pensadores (los ideólogos conceptivos activos de dicha clase, que hacen del crear la ilusión de esta clase acerca de sí mismo su rama de alimentación fundamental), mientras que los demás adoptan ante estas ideas e ilusiones una actitud más bien pasiva y receptiva, ya que son en realidad los miembros activos de esta clase y disponen de poco tiempo para formarse ilusiones e ideas acerca de sí mismos. [la clase dominante lucha entre si hasta que viene de afuera algún tipo de peligro. Ahí luchan con él y luego siguen luchando entre ellos.

Cada nueva clase que pasa a ocupar el puesto de la que dominó antes de ella se ve obligada, para poder sacar adelante los fines que persigue, a presentar su propio interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad, a presentar estas ideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia absoluta.

La clase revolucionaria aparece en un principio, ya por el solo hecho de contraponerse a una clase como representante de toda la sociedad, como toda la masa de la sociedad, frente a la clase única, a la clase dominante. Y puede hacerlo así, porque en los comienzos su interés se armoniza realmente todavía más o menos con el interés común de todas las demás clases no dominantes y, bajo la opresión de las relaciones existentes, no ha podido desarrollarse aún como el interés específico de una clase especial. ]Su triunfo aprovecha también a muchos individuos de las demás clases que no llegan a dominar, pero sólo en la medida en que estos individuos se hallen ahora en condiciones de elevarse hasta la clase dominante.] Cada nueva clase instaura su dominación siempre sobre una base más extensa que la dominante con anterioridad a ella, lo que hace que se ahonde y agudice la oposición entre la clase no dominante y la dominante ahora. Y ambos factores hacen que la lucha que ha de librarse contra esta nueva clase dominante tienda a una negación más resuelta, más radical de los estados sociales anteriores de la que pudieron expresar todas las clases que anteriormente habían aspirado al poder.


La Base Real De La Ideología. Intercambio Y Fuerza Productiva.

La mas importante división del trabajo físico e intelectual es la separación de la ciudad y el campo.

La contradicción entre el campo y la ciudad comienza con el tránsito de la barbarie a la civilización, del régimen tribual al Estado, de la localidad a la nación, y se mantienen a lo largo de toda la historia de la civilización hasta llegar a nuestros días.

Con la ciudad aparece la necesidad del régimen colectivo, de la política en general. Se manifiesta aquí por vez primera la separación de la población en dos grandes clases, basada en la división del trabajo y en los instrumentos de producción. La ciudad es obra de la concentración de la población, de los instrumentos de producción, del capital, del disfrute y de las necesidades, al paso que el campo sirve de exponente al hecho contrario, al aislamiento y al soledad. La contraposición entre la ciudad y el campo sólo puede darse dentro de la propiedad privada. Es la expresión de la absorción del individuo por la división del trabajo, por una determinada actividad que le es impuesta.[El trabajo vuelve a ser aquí lo fundamental, el poder sobre los individuos, mientras exista este poder, tiene que existir necesariamente la propiedad privada]

La separación de la ciudad y el campo puede concebirse también como la separación del capital y la propiedad sobre la tierra, como el comienzo de una existencia y un desarrollo del capital independientes de la producción territorial, de una propiedad basada solamente en el trabajo y en el intercambio.

El paso siguiente, en el desarrollo de la división del trabajo, fue la separación de la producción y el cambio, la formación de una clase especial de comerciantes, separación que en las ciudades históricamente tradicionales se había heredado del pasado y que en la ciudades recién fundadas no tardó en presentarse. Se establecía con ello la posibilidad de relaciones comerciales que fuesen mas allá de los ámbitos inmediatos, posibilidad cuya realización dependía de los medios de comunicación existentes, del estado de seguridad pública logrado en el país y condicionado por las circunstancias políticas y de las necesidades mas primitivas o mas desarrolladas de las zonas accesibles al comercio, con arreglo a su correspondiente grado de cultura.

Al constituirse el cambio en una clase especial y al extenderse el comercio, por medio de los mercaderes, hasta más allá de la periferia inmediata a la ciudad, se opera una acción recíproca entre las producción y el intercambio. Las ciudades se relacionan unas con otras, de una ciudad a otra, se llevan nuevos instrumentos de trabajo, y la separación entre la producción y el intercambio no tarda en provocar una nueva división de la producción entre las distintas ciudades, y pronto vemos cómo cada una de ellas tiende a explotar, predominantemente, una rama industrial. La limitación inicial a una determinada localidad comienza a desaparecer, poco a poco.

La expansión del comercio y el desarrollo de las comunicaciones empujaron a cada ciudad a conocer a otras, que habían hecho valer los mismos intereses, en lucha contra la misma antítesis. De las muchas vecindades locales de las diferentes ciudades fue surgiendo la clase burguesa. Al entrar en contacto unas ciudades con otras, estas condiciones comunes se desarrollaron hasta convertirse en condiciones de clase. Idénticas condiciones, idénticas antítesis e idénticos intereses tenían necesariamente que provocar en todas partes idénticas costumbres. La burguesía misma comienza a desarrollarse poco a poco con sus condiciones, se escinde luego, bajo la acción de la división del trabajo, en diferentes fracciones y, por último, absorbe todas las clases poseedoras con que se había encontrado al nacer (al paso que hace que la mayoría de la clase desposeída con que se encuentra y una parte de la clase poseedora anterior se desarrollen para formar una nueva clase, el proletariado). Los diferentes individuos sólo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una lucha común contra otra clase, pues por lo demás ellos mismos se enfrentan unos con otros, hostilmente, en el plano de la competencia.

La permanencia de las fuerzas productivas obtenidas sólo se garantiza al adquirir carácter universal el intercambio, al tener como base la gran industria y al incorporarse todas las naciones a la lucha de la competencia. La división del trabajo entre las diferentes ciudades trajo como siguiente consecuencia el nacimiento de las manufacturas, como ramas de producción que se salían ya de los marcos del régimen gremial.

El trabajo que desde el primer momento presuponía el funcionamiento de una máquina, siquiera fuese bajo la forma más rudimentaria, no tardó en revelarse como el más susceptible de desarrollo.

Con la manufactura exenta de las trabas gremiales cambiaron las relaciones de propiedad. El primer paso de avance sobre el capital natural-estable se había dado mediante la aparición de los comerciantes, cuyo capital fue desde el primer momento un capital móvil [un capital en el sentido moderno de la palabra] El segundo paso de avance lo dio la manufactura, que a su vez movilizó una masa del capital natural e incrementó la masa del capital móvil frente a la de aquél. [Y la manufactura se convirtió en el refugio de los campesinos contra los gremios a que ellos no tenían acceso o que les pagaban mal, lo mismo que en su día las ciudades dominadas por los gremios habían brindado a la población campesina refugio contra la nobleza rural que la oprimía].

La manufactura lanzó a las diversas naciones al terreno de la competencia, a la lucha comercial, ventilada en forma de guerras, aranceles protectores y prohibiciones, al paso que antes, las naciones, cuando se hallaban en contacto, mantenían entre sí un inofensivo intercambio comercial. A partir de ahora, el comercio adquiere una significación política. La manufactura, y en general el movimiento de la producción, experimentaron un auge enorme gracias a la expansión del comercio como consecuencia del descubrimiento de América y de la ruta marítima hacia las Indias Orientales.

Este período se caracteriza también por la cesación de las prohibiciones de exportación de oro y plata, por el nacimiento del comercio de dinero, la aparición de los bancos, de la deuda pública, del papel-moneda, de las especulaciones con acciones y valores, del agiotaje*(especulación abusiva sin riesgo para obtener un lucro inmoderado con perjuicios a terceros) en toda clase de artículos y del desarrollo del sistema monetario en general. [La concentración del comercio y de la manufactura en un país, Inglaterra, mantenida y desarrollada incesantemente a lo largo del siglo XVII, fue creando para este país, paulatinamente, un relativo mercado mundial y, con ello, una demanda para los productos manufacturados de ese mismo país, que las anteriores fuerzas productivas de la industria no alcanzaban ya a satisfacer]. Esta demanda, fue la fuerza propulsora que dio nacimiento al tercer período de la propiedad privada desde la Edad Media, creando la gran industria y, con ella, la aplicación de las fuerzas naturales a la producción industrial, la maquinaria y la más extensa división del trabajo.

La gran industria universalizó la competencia, creó los medios de comunicación y el moderno mercado mundial, convirtió todo el capital en capital industrial y engendró la rápida circulación [el desarrollo del sistema monetario] y la centralización de los capitales. Creo la historia universal haciendo que roda la nación civilizada y todo individuo dependiera del mundo entero para la satisfacción de sus necesidades y acabando con el exclusivismo natural y primitivo de naciones aisladas. Acabó con todo lo natural, en la medida en que es posible hacerlo dentro del trabajo, y redujo todas las relaciones naturales a relaciones basadas en el dinero. Creó las grandes ciudades industriales modernas. Destruye el artesanado y todas las fases anteriores de la historia. Engendró una masa de fuerzas productivas que encontraban en la propiedad privada una traba entorpecedora.

Ella hace insoportable al obrero no sólo la relación con el capitalista, sino incluso la relación con el mismo trabajo.

[Huelga decir que la gran industria no alcanza el mismo nivel de desarrollo en todas y cada una de las localidades de un país. Esto no detiene el movimiento de clase del proletariado, ya que los proletarios engendrados por la gran industria se ponen a la cabeza de este movimiento y arrastran consigo a toda la masa, y puesto que los obreros eliminados por la gran industria se ven empujados por ésta a una situación de vida aun peor que la de los obreros de la gran industria misma. Y, del mismo modo, los países en que se ha desarrollado una gran industria influyen sobre los países no industriales, en la medida en que éstos se ven impulsados por el intercambio mundial a la lucha universal por la competencia. {La competencia aísla a los individuos, no sólo a los burgueses, sino más aun a los proletarios, enfrentándolos a unos con otros, a pesar de que los aglutine. De aquí que tenga que pasar largo tiempo antes de que estos individuos puedan agruparse, aparte de que para esta agrupación -si la misma no ha de ser puramente local- tiene que empezar por ofrecer la gran industria los medios necesarios, las grandes ciudades industriales y los medios de comunicación rápidos y baratos, razón por la cual sólo es posible vencer tras largas luchas a cualquier poder organizado que se enfrente a estos individuos aislados y que viven en condiciones que reproducen diariamente su aislamiento. Pedir lo contrario sería tanto como pedir que la competencia no existiera en esta determinada época histórica o que los individuos se quitaran de la cabeza aquellas relaciones sobre las que, como individuos aislados, no tienen el menor control. (Nota de Marx y Engels).}]


La Relación Entre el Estado y el Derecho y la Propiedad.

Capital moderno, condicionado por la gran industria y la competencia universal, a la propiedad privada pura, que se ha despojado ya de toda apariencia de comunidad y ha eliminado toda influencia del Estado sobre el desarrollo de la propiedad. A esta propiedad privada moderna corresponde el Estado moderno comprado por los propietarios privados, entregado completamente a éstos por el sistema de la deuda pública y cuya existencia depende enteramente del crédito comercial que le concedan los propietarios privados, los burgueses. [La burguesía, por ser ya una clase, y no un simple estamento, se halla obligada a organizarse en un plano nacional y no ya solamente en un plano local y a dar a su interés medio una forma general.]

Como el Estado es la forma bajo la que los individuos de una clase dominante hacen valer sus intereses comunes y en la que se condensa toda la sociedad civil de una época, se sigue de aquí que todas las instituciones comunes tienen como mediador al Estado y adquieren a través de él una forma política. [el derecho privado se desarrolla, conjuntamente con la propiedad privada, como resultado de la desintegración de la comunidad natural]

El derecho privado proclama las relaciones de propiedad existentes como el resultado de la voluntad general. El mismo jus utendi et abutendi [derecho de usar y de abusar, o sea de consumir o destruir la cosa] expresa, de una parte, el hecho de que la propiedad privada ya no guarda la menor relación con la comunidad y, de otra parte, la ilusión de que la misma propiedad privada descansa sobre la mera voluntad privada, como el derecho a disponer arbitrariamente de la cosa. [En la práctica, el abuti [Abusar, consumir o destruir la cosa] tropieza con limitaciones económicas muy determinadas y concretas para el propietario privado, si no quiere que su propiedad, y con ella su jus abutendi, pasen a otras manos, puesto que la cosa no es tal cosa simplemente en relación con su voluntad, sino que solamente se convierte en verdadera propiedad en el comercio e independientemente del derecho a una cosa (solamente allí se convierte en una relación, en lo que los filósofos llaman una idea). Esta ilusión jurídica, que reduce el derecho a la mera voluntad, conduce, necesariamente, en el desarrollo ulterior de las relaciones de propiedad, al resultado de que una persona puede ostentar un título jurídico a una cosa sin llegar a tener realmente ésta.]


Instrumentos de Producción y Formas de Propiedad Naturales y Civilizados

Una división del trabajo desarrollada y de un comercio extenso y la localidad. En el primer caso, es necesario reunir a los individuos; en el segundo, se los encuentra ya, como instrumentos de producción, junto al instrumento de producción mismo. Se manifiesta aquí la diferencia entre los instrumentos de producción naturales y los creados por la civilización. [En el primer caso, cuando se trata de un instrumento de producción natural, los individuos son absorbidos por la naturaleza; en el segundo caso, por un producto del trabajo. Por eso, en el primer caso, la propiedad (propiedad territorial) aparece también como un poder directo y natural, y en el segundo caso como poder del trabajo, especialmente del trabajo acumulado, del capital. El primer caso presupone que los individuos aparezcan agrupados por cualquier vínculo, ya sea el de la familia, el de la tribu, el de la tierra, etc.; en el segundo caso, en cambio, se los supone independientes los unos de los otros y relacionados solamente por medio del intercambio. En el primer caso, el intercambio es, fundamentalmente, un intercambio entre los hombres y la naturaleza, en el que se trueca el trabajo de unos por los productos de otros; en el segundo caso, tiene que haberse ya llevado prácticamente a cabo la división entre el trabajo físico y el intelectual. En el primer caso, el poder del propietario sobre quienes no lo son puede descansar en relaciones personales, en una especie de comunidad; en el segundo caso, tiene necesariamente que haber cobrado forma material en un tercer objeto, en el dinero. En el primer caso, existe la pequeña industria, pero absorbida por el empleo del instrumento de producción natural y, por tanto, sin distribución del trabajo entre diferentes individuos; en el segundo caso, la industria sólo consiste en la división del trabajo y sólo se realiza por medio de ésta.]

Se nos han revelado la necesidad de la propiedad privada para ciertas fases industriales. La gran industria y la competencia funden y unifican todas las condiciones de existencia, condicionalidades y unilateralidades de los individuos bajo las dos formas más simples: la propiedad privada y el trabajo. Con el dinero, se establece como algo fortuito para los individuos toda forma de intercambio y el intercambio mismo. [Ya en el dinero está implícito el que todo intercambio anterior sólo era intercambio de los individuos en determinadas condiciones, y no de los individuos en cuanto tales individuos. Y estas condiciones se reducen a dos: trabajo acumulado (propiedad privada) o trabajo real. Al desaparecer estas dos condiciones o una sola de ellas, el intercambio se paraliza. Los propios economistas modernos, contraponen la association des individus(asociación de individuos) a la association des capitaux(asociación de capitales) De otra parte, los individuos mismos quedan completamente absorbidos por la división del trabajo y reducidos a la más completa dependencia de los unos con respecto a los otros. La propiedad privada, en la medida en que se enfrenta al trabajo, dentro de éste, se desarrolla partiendo de la necesidad de la acumulación y va acercándose más y más a la moderna forma de la propiedad privada. La división del trabajo sienta ya de antemano las premisas para la división de las condiciones de trabajo, las herramientas y los materiales y, con ello, para la diseminación del capital acumulado entre diferentes propietarios y también para la diseminación entre el capital y el trabajo y entre las diferentes formas de la misma propiedad. Cuando más se desarrolle la división del trabajo y crezca la acumulación, más se agudizará también esa diseminación. El trabajo mismo sólo podrá existir bajo el supuesto de ella.]

Dos hechos: las fuerzas productivas aparecen como fuerzas totalmente independientes y separadas de los individuos lo que tiene su razón de ser en el hecho de que los individuos, cuyas fuerzas son aquéllas, existen diseminados y en contraposición los unos con los otros, al paso que estas fuerzas sólo son fuerzas reales y verdaderas en el intercambio y la cohesión entre estos individuos.[ Por tanto, de una parte, una totalidad de fuerzas productivas que adoptan, en cierto modo, una forma material y que para los mismos individuos no son ya sus propias fuerzas, sino las de la propiedad privada y, por tanto, sólo son las de los individuos en cuanto propietarios privados.] Por otra parte, a estas fuerzas productivas se enfrentan la mayoría de los individuos, de quienes estas fuerzas se han desgarrado y que, por tanto, despojados de todo contenido real de vida, se han convertido en individuos abstractos y, por ello mismo, sólo entonces se ven puestos en condiciones de relacionarse los unos con los otros como individuos. La única relación que aún mantienen los individuos con las fuerzas productivas y con su propia existencia, el trabajo, ha perdido en ellos toda apariencia de actividad propia y sólo conserva su vida empequeñeciéndola.

Las cosas, por tanto, han ido tan lejos, que los individuos necesitan apropiarse la totalidad de las fuerzas productivas existentes, no sólo para poder ejercer su propia actividad, sino, en general, para asegurar su propia existencia. Esta apropiación se halla condicionada, ante todo, por el objeto que se trata de apropiarse, es decir, por las fuerzas productivas, desarrolladas ahora hasta convertirse en una totalidad y que sólo existen dentro de un intercambio universal. Esta apropiación deberá necesariamente tener un carácter universal en consonancia con las fuerzas productivas y con el intercambio. La apropiación de estas fuerzas es el desarrollo de las capacidades individuales correspondientes a los instrumentos materiales de producción. Se halla condicionada por los individuos apropiantes. Sólo los proletarios de la época actual, totalmente excluidos del ejercicio de su propia actividad, íntegra y no limitada, consistente en la apropiación de una totalidad de fuerzas productivas y en el consiguiente desarrollo de una totalidad de capacidades.

La apropiación se halla, además, condicionada por el modo como tiene que llevarse a cabo. En efecto, sólo puede llevarse a cabo mediante una asociación, que, dado el carácter del proletariado mismo, no puede ser tampoco más que una asociación universal, y por obra de una revolución en la que, de una parte, se derroque el poder del modo de producción y de intercambio anterior y la organización social correspondiente y en la que, de otra parte, se desarrollen el carácter universal y la energía de que el proletariado necesita para llevar a cabo la apropiación, a la par que el mismo proletariado, por su parte, se despoja de cuanto pueda quedar en él de la posición que ocupaba en la anterior sociedad.

Resumiendo, obtenemos de la concepción de la historia que dejamos expuesta los siguientes resultados: 1º En el desarrollo de las fuerzas productivas, se llega a una fase en la que surgen fuerzas productivas y medios de intercambio que, bajo las relaciones existentes, sólo pueden ser fuente de males, que no son ya tales fuerzas de producción, sino más bien fuerzas de destrucción (maquinaria y dinero); y, lo que se halla íntimamente relacionado con ello, surge una clase condenada a soportar todos los inconvenientes de la sociedad sin gozar de sus ventajas, que se ve expulsada de la sociedad y obligada a colocarse en la más resuelta contraposición a todas las demás clases; una clase que forma la mayoría de todos los miembros de la sociedad y de la que nace la conciencia de que es necesaria una revolución radical, la conciencia comunista, conciencia que, naturalmente, puede llegar a formarse también entre las otras clases, al contemplar la posición en que se halla colocada ésta; 2º que las condiciones en que pueden emplearse determinadas fuerzas de producción son las condiciones de la dominación de una determinada clase de la sociedad, cuyo poder social, emanado de su riqueza, encuentra su expresión idealista-práctica en la forma de Estado imperante en cada caso, razón por la cual toda lucha revolucionaria está necesariamente dirigida contra una clase, la que hasta ahora domina; 3º que todas las anteriores revoluciones dejaron intacto el modo de actividad y sólo trataban de lograr otra distribución de esta actividad, una nueva distribución del trabajo entre otras personas, al paso que la revolución comunista está dirigida contra el modo anterior de actividad, elimina el trabajo y suprime la dominación de las clases al acabar con las clases mismas, ya que esta revolución es llevada a cabo por la clase a la que la sociedad no considera como tal, no reconoce como clase y que expresa ya de por sí la disolución de todas las clases, nacionalidades, etc., dentro de la actual sociedad; y 4º que, tanto para engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la cosa misma, es necesaria una transformación en masa de los hombres, que sólo podrá conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una revolución; y que, por consiguiente, la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que está hundida y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases.