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Sociedad y Estado |
Resumen para el 2º Parcial | Cátedra: Luchinni |
1º Cuat. del 2011 |
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LIBRO: FORMAS DE ORGANIZACIÓN CAPITALISTA EN EL SIGLO XX
1. LA REVOLUCIÓN DE LAS COMUNICACIONES Y LA DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO
La revolución en el transporte fue el producto de la generalización de la
aplicación del vapor en ese rubro y tuvo 2 grandes protagonistas: el ferrocarril
y el barco a vapor.
El comienzo del uso del hierro en la construcción permitió la construcción de
navíos especializados (petroleros, frigoríficos, etc.), cada vez más seguros,
capaces y veloces.
La consecuencia fue la necesidad de ampliar los puertos para permitir el acceso
de buques de mayor tamaño, de modo que los países y continentes estuvieron cada
vez más próximos. Por primera vez en la historia transportar mercadería
voluminosa y barata a larga distancia fue rentable.
La construcción del ferrocarril se inició en Inglaterra a partir de 1829 y unía
distintos puntos del territorio, rompía las barreras que durante siglos habían
supuesto los accidentes geográficos y abarataba el transporte terrestre.
También fue muy importante la difusión del telégrafo, permitiendo acelerar el
comercio y las comunicaciones entre países muy alejados entre sí. Su expansión
se difundió rápidamente, alentada por la necesidad de control administrativo de
sus propios territorios que tenían los gobiernos de la época.
Desde mediados del s XIX estos acontecimientos estuvieron acompañados por una
serie de medidas que permitieron el comercio libre en todo el mundo, permitiendo
que se produjera la división internacional del trabajo que recomendaban los
pensadores liberales: Smith había demostrado cómo la división del trabajo
maximiza el producto pero debía hacerse a nivel internacional. Solo era posible
con una libertad de comercio que permitiera a cada país abastecerse de los
productos que necesitase allí donde fueran de mejor calidad y menor costo. Por
lo tanto, cada nación debía especializarse en producir aquello que le resultase
mas barato. De esta forma cada país vendería aquellos productos en los cuales
resultaba competitivo por razones de calidad o precio, abasteciéndose del resto
a través del comercio mundial.
La consecuencia era que se debía abandonar el proteccionismo, que había sido el
arma de competencia hasta mediados del siglo XIX en el marco del pensamiento
mercantilista.
En 1946 se aprobó en Gran Bretaña la ley que abolía el impuesto a la importación
de granos, esta medida fue acompañada por una medida que la complementaba, la
abolición de las leyes de navegación que impedían el ingreso al país de
mercaderías que no fueran transportadas en barcos ingleses o del país
exportador.
Se estableció un sistema de relación entre las distintas monedas conocido como
“sistema de patrón oro”, que facilito el comercio internacional.
2. EL MODELO PRIMARIO EXPORTADOR ARGENTINO A PARTIR DE 1852
Tras la caída de Rosas en 1852 se inicio el proceso de construcción del Estado
nacional argentino. La expansión económica fue adquiriendo una escala que no
tenía precedentes.
A medida que los ferrocarriles sustituían el viejo sistema de transporte y los
paquebotes a vapor reemplazaban a los barcos a vela en el Río de la Plata, se
revolucionaban la producción y el comercio y la Argentina se inscribía
lentamente en la división internacional del trabajo.
La constitución de un Estado con leyes claras y autoridades responsables de
hacerlas respetar era condición indispensable para garantizar las inversiones
que el país necesitaba para modernizar su infraestructura y su economía, y el
crecimiento económico era factor esencial para solventar los gastos de ese
Estado en formación.
El motor del crecimiento económico del país fueron las exportaciones de
productos primarios. La Argentina contaba con un factor de producción abundante
sobre el que se baso el crecimiento exportador: la tierra. El tipo de tierras y
el clima de las pampas permitieron la producción de bienes que contaban con una
demanda creciente en el mercado mundial.
Hacia 1870 el incremento de la demanda británica de los productos de exportación
argentinos resultaba un elemento que las autoridades no iban a desaprovechar
para ampliar sus recursos y las inversiones británicas servirían para
transformar las pampas.
Las estancias pampeanas sobrevivieron y continuaron expandiéndose a través de
las fronteras a medida que la población indígena era reducida, mientras que la
mayoría de los inmigrantes que llegaban al país solo podían arrendar la tierra
sin poseerla, lo que repercutió en la formación de una sociedad inestable.
3. LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA
El cambio político del periodo estuvo asociado al crecimiento económico
experimentando, el que a su vez fue el resultado de tres factores: la inversión
extranjera, el comercio exterior y la inmigración.
Respecto del comercio exterior, su rasgo más importante fue el estancamiento que
sufrieron los intercambios con otros países latinoamericanos con el incremento
del comercio trasatlántico.
La lana fue el primer producto con que la Argentina se incorporo al mercado
mundial a partir de la década de 1850, que alcanzo a las carnes saladas y los
cueros en la década del 60, y poco después la supero plenamente.
El repentino incremento de las exportaciones de lana a principios de la década
de 1860 fue el resultado de la Guerra de Secesión estadounidense, ya que la
escasez de algodón que ésta provocó produjo un incremento de los precios y de la
demanda de lana en varios mercados de ultramar.
La crisis económica que siguió a la guerra civil de Estados Unidos fue agravada
por condiciones financieras internas, dada la emisión de grandes cantidades de
papel moneda en la década de 1860.
Tras el auge de la lana, se produjo la expansión de la agricultura.
La agricultura creció primero en las provincias del litoral; su surgimiento fue
el efecto de la ampliación del mercado interno y la liberalización del comercio
fluvial producido en 1862 cuando finalizo el conflicto entre Buenos Aires y la
Confederación.
Casi inexistente a la caída a la caída de Rosas, la zona cultivada creció, la
mitad estaba dedicada al trigo y al maíz; les seguían la linanza, la cebada y la
avena.
Este nuevo sistema agrícola precedió a la unificación nacional con el
establecimiento de las primeras colonias chacareras. En 1853 el gobierno de
Corrientes contrato a familias francesas para que colonizaran tierras de su
propiedad. Varios cientos de colonias y de nuevas ciudades se fundaron en
Corrientes, Entre Ríos, Córdoba; Santa Fe, y, en menor medida, Buenos Aires.
Muchas estaban patrocinadas por los gobiernos provinciales, que hicieron
contratos con empresarios europeos. Los primeros seleccionaban las tierras,
subdividiéndolas en lotes y proporcionaban a los colonos animales que los
contratistas reclutaban y transportaban los colonos desde Europa.
La mayor región de colonias agrícolas era el centro de la provincia de Santa Fe,
ya que allí su presencia no planteaba ninguna amenaza a los ganaderos, porque
las chacras se ubicaban en tierras repobladas y nuevas, y ampliaban la base
impositiva permitiendo que bajaran los impuestos. Desde 1870 el sistema
crediticio para comprar tierras beneficiaba a los que las poseían, que podían
ofrecerlas en garantía para nuevos créditos, el Banco Hipotecario ofrecía
cedulas en vez de dinero a los posibles compradores de tierra. Los prestatarios
podían obtenerlas hasta por la mitad del valor de sus bienes raíces.
Uno de los componentes centrales del crecimiento económico del periodo estaba
reprensado por las inversiones externas, principalmente británicas.
La llegada del ferrocarril revoluciono los modos tradicionales de transporte.
Para acelerar la construcción del Central Argentino, el gobierno compro parte de
sus acciones.
Al margen de la expansión de la economía pampeana se desarrollaron otras dos
economías provinciales que se beneficiaron de la protección arancelaria
introducida en 1877 y la llegada del ferrocarril: la azúcar tucumana y los vinos
mendocinos.
En el noroeste del país, el cultivo de la caña de azúcar se remonta a la época
colonial: había desaparecido en el s XVIII, pero reapareció después de la
independencia. Hubo que esperar hasta la década de 1860 para que pudiera
establecerse plenamente, cuando un grupo de empresarios locales empezó a
importar maquinaria de Europa y a establecer ingenios azucareros. La
depreciación de la moneda aumentó la competitividad de la producción nacional
frente a la importada, la llegada del ferrocarril a Tucumán produjo un descenso
de las tarifas de transporte y desde Bs As dieron impulso a la producción de
azúcar. La escasez de alimentos básicos obligó a la producción de las provincias
cercanas.
El proceso de la expansión de vino en Mendoza fue paralelo al del azúcar. A
partir de 1860 inmigrantes franceses e italianos empezaron a llegar a la
provincia y crear pequeñas explotaciones alrededor de la ciudad, ocupando
tierras antes destinadas al engorde de los ganados y a la alfalfa.
La protección arancelaria benefició mucho a la producción, al mismo tiempo que
el gobierno provincial creaba bancos locales, organizaba programas de
irrigación, construía caminos entre los viñedos y las estaciones ferroviarias.
4. LA SOCIEDAD EMPIEZA A CAMBIAR
A partir de la unificación política del país, los inmigrantes empezaron a llegar
en cantidad, en parte como producto de la deliberada política del gobierno
nacional, en parte atraídos por las perspectivas que empezaba a generar una
economía en expansión, en 1862 el Congreso Nacional autorizo la contratación de
empresas colonizadas para los territorios nacionales.
Las ovejas, los agricultores y los inmigrantes trasformaron la sociedad de las
pampas, de donde expulsaron al gaucho a la periferia lejana. Con la llegada de
los inmigrantes, Bahía Blanca, Rosario y La Plata pasaron de ser aldeas a
transformarse en ciudades, mientras Buenos Aires y Córdoba crecían más
aceleradamente que nunca.
La expansión del lanar genero transformaciones sociales importantes; tareas como
la esquila, el transporte, la construcción de vallas y cobertizos, atrajeron
mayor población al campo. La actividad era mas adecuada para el trabajo
familiar, y contribuía a incrementar la población rural femenina y a disolver
las estancias más grandes.
La colonización agrícola en Santa Fe difundió en la provincia la pequeña
propiedad, cuyo resultado, sobre todo en la región central, fue la aparición de
una clase media rural, principalmente compuesta por inmigrantes y sus
descendientes, estables y bien arraigadas.
5. EXPANSIÓN ECONÓMICA Y DIVERSIFICACIÓN AGRARIA DESDE FINES DEL S XIX
La última década del siglo XIX empezó en la profundidad de la depresión. Pero el
país aun poseía una enorme reserva de tierras en la pampa que permitiría abrir
la frontera e incrementar la producción. La recuperación también fue ayudada por
la construcción de vías férreas emprendida en lo peor de la depresión. En 1904,
a menos de treinta años que el país importaba trigo, este supero a la lana para
convertirse en la principal exportación del país.
Para 1896 desaparecieron los últimos rastros de la depresión y el país reanudó
su avance a paso acelerado. Con el retorno de la prosperidad el gobierno pudo
hacer frente a los pagos de la deuda externa y el peso se revalorizó aunque los
exportadores se enfrentaron con costos de producción crecientes y presionaron
para volver al patrón oro en 1899.
El crecimiento demográfico se debió en parte a un índice de natalidad en ascenso
y un índice de mortalidad en disminución, pero sobre todo por la presencia
renovada y más intensa de una oleada de inmigración procedente del sur de
Europa. El fenómeno más sobresaliente es el proceso de urbanización del país.
Durante el periodo se produjo un espectacular incremento del comercio exterior.
Después del trigo, en 1890 se produjo una rápida expansión del maíz, con
exportaciones crecientes y crecieron también las de aceite de linaza.
El país se había convertido en un exportador de materias primas: la mayoría de
las exportaciones eran productos agrícolas de la región pampeana. De Gran
Bretaña llegaban carbón, materiales ferroviarios, productos metálicos y
textiles. Estados Unidos era el principal mercado de los cueros, pero era el
principal proveedor de petróleo.
El mercado interno argentino se abastecía parcialmente de importaciones, que
crecieron a la par del conjunto de la economía del país, aunque una parte de la
demanda interna fue provista por la oferta local. Esta demanda tuvo un
crecimiento tan rápido como las exportaciones, y fue el resultado de dos
fenómenos que se potenciaron mutuamente: el crecimiento de la población y del
ingreso per capita.
Las inversiones extranjeras volvieron a desempeñas un papel importante en la
promoción del desarrollo económico argentino. También llegaron inversiones
francesas (en ferrocarriles) y alemanas (que dominaron la industria eléctrica).
En 1913, más del 60 por ciento de las inversiones extranjeras eran británicas.
Entre 1895 y 1914 las fábricas se duplicaron en número y las inversiones de
capital industrial se quintuplicaron.
Pero la gran innovación en la producción nacional tiene que ver con una nueva
transformación de su sector rural. Las ovejas y la agricultura quedaron
subordinadas a un renacimiento de las actividades de la ganadería vacuna. En
gran parte de la pampa el ganado criollo era reemplazado por razas importadas de
Gran Bretaña.
Estos cambios reflejaban un aumento de las exportaciones de carne de calidad
superior y el establecimiento de nuevas plantas frigoríficas. Hasta 1900 el
comercio internacional de carnes estaba compuesto por exportaciones de EE UU y
Gran Bretaña, pero a medida que su mercado interno crecía, disminuían los
excedentes exportables.
La Argentina sustituyo a Estados Unidos como principal proveedor de carne en el
mercado británico. Las únicas carnes vacunas exportadas eran pequeñas cantidades
de ganado en pie, hasta que Gran Bretaña prohibió las importaciones de ganado
vivo como protección contra la aftosa. Varias empresas frigoríficas británicas
se establecieron en la Argentina para exportar carne congelada. Pero en 1907
aparecieron en el país los frigoríficos estadounidenses que introdujeron un
nuevo método en el tratamiento de las carnes.
La técnica utilizada por los ingleses implicaba congelar la carne a 0 grados
centígrados, que implicaba una duración ilimitada del producto, pero los
frigoríficos norteamericanos introdujeron la técnica de enfriarla a 4º; el
producto así obtenido era de mayor calidad.
El enfriado pronto dominó al mercado, y a principios de 1914 constituía las tres
cuartas partes del comercio de carne. La comercialización hizo aumentar las
inversiones de los ganaderos argentinos en ganados de mejor calidad, promovió el
uso de la agricultura mixta y alentó la especialización de los ganaderos, que
empezaron a dividirse en un anillo externo de criadores y un núcleo interno de
invernadotes; los primeros vendían a los segundos, que a su vez trataban con los
frigoríficos.
Este problema era producido por la duración de la carne.
Mientras el método de conservación era el congelado, la duración ilimitada del
producto permitía concentrar la matanza en el período del año en que los ganados
estuvieran más gordos.
A principios del siglo XX, el escenario del agro pampeano cambio cuando la
producción de cereales comenzó a realizarse en “estancias mixtas”, llamadas así
porque combinaban la agricultura con la ganadería. Entre ellas, el estanciero se
dedicaba al engorde de los ganados (invernada), un negocio que resultaba muy
lucrativo, siempre que se asegurara que el forraje para los animales tuviera
bajos costos. La forma que los estancieros desarrollaron para abaratarlos fue la
asociación con los chacareros, que explotaban una fracción de tierra para
producir cereales, pero no eran dueños de la propiedad sino que la arrendaban.
Su beneficio estaba en vender los cultivos, pagar el arriendo y obtener una
diferencia. Los chacareros se comprometían a dejar el campo alfalfado.
Los chacareros eran empresarios capitalistas que empleaban mano de obra para
realizar tareas estacionales: los braceros, contratados por temporada.
Los chacareros hallaron más conveniente arrendar propiedades grandes que comprar
pequeñas chacras porque las grandes unidades daban mayores rendimientos y
mayores ingresos.
Después de 1900 se produjo la adopción generalizada de maquinaria rural, pero la
agricultura siguió dependiendo de la mano de obra temporal.
Para 1911, el comercio exterior argentino era mayor que el de Canadá. Argentina
era el mayor productor mundial del maíz y linaza, el segundo en lana y tercero
en ganado vacuno vivo y equino y por último productor de trigo.
6. LA SOCIEDAD AL FILO DEL SIGLO XX
En la cima de una sociedad altamente urbanizada y diversificada, había una elite
de terratenientes, banqueros, comerciantes e inversores urbanos.
La clase media de la ciudad e Buenos Aires tenia en su inmensa mayoría un origen
inmigrante. Su estrato inferior incluía muchos pequeños fabricantes y tenderos.
El estrato superior de esta clase media estaba compuesto de profesionales,
empleados de la administración pública y oficinistas, en su mayoría argentinos
de primera generación, entre los cuales era evidente un creciente interés en la
educación superior.
En 1914 unas tres cuartas de la clase obrera porteña estaba compuesta de
inmigrantes y constituía unos dos tercios de la población masculina ocupada.
Estaban concentrados en el puerto, los transportes y una variedad de servicios
públicos. Pese a su estratificación compartían condiciones y dificultades
comunes: hacinamiento y problemas de vivienda que los obligaba, a habitar los
conventillos. En general, las condiciones de vida eran mas o menos las mismas
que en las ciudades de Europa occidental. En el marco de la urbanización y la
diversificación económica que se produjo, fueron creciendo los sectores urbanos.
Así la clase obrera argentina de fines del siglo XIX y principios del siglo XX
fue modelada por el desarrollo de la sociedad agroexportadora y presentaba tres
o cuatro sectores fundamentales, como un fuerte sector de servicios que permitía
dirigir al mercado mundial la producción; un segundo sector de obreros
industriales que elaboraban la materia prima local y que comprendían ciertas
concentraciones obreras importantes al lado de cientos de pequeños talleres; un
sector artesanal que vivía a la sombra de la principal actividad del país, y,
finalmente, una masa de peones y obreros (muchos de ellos “golondrinas”) que
trabajaba en el campo, a la cual los sectores dirigentes no daban cabida ni
política ni económicamente.
La región pampeana presentaba el aspecto de una sociedad de capitalistas
pioneros: mano de obra libre, pago de salarios como forma casi universal.
Predominaban las grandes haciendas, la desigual distribución de la riqueza y una
gran población transitoria. La mayor parte de la población rural estaba
compuesta de arrendatarios, peones de ganado o criadores de ovejas.
El noroeste y el nordeste, constituía una zona de mayor variedad. Entre Ríos
seguía siendo una tradicional zona ganadera, productora de cueros y carne
salada, igual que buena parte de Corrientes. En Misiones, colonos inmigrantes
crearon plantaciones de yerba mate, mientras que el Chaco había empezado a
impulsar el cultivo de algodón.
S. del Estero y Sta Fe se dedicaron a la extracción del quebracho.
En Cuyo, la vitivinicultura floreció y se extendió por Mendoza, San Juan, etc.
En Tucumán, el azúcar prosperó y el resto del interior permaneció sin cambios.
Capítulo 1: El capitalismo entreguerras (1918 – 1945)
La Primera Guerra Mundial altero la base fundamental de las economías de
numerosos países europeos, con profundos efectos sociales y económicos de todo
orden. Se desarticularon los mercados y hasta se produjo la ruptura misma de las
relaciones internacionales.
El conflicto obligo a los gobiernos a intervenir activamente en las cuestiones
económicas que consideraban más vitales de sus respectivos países.
El reclutamiento masivo de hombres para los combates de la guerra de trincheras
produjo una escasez de mano de obra, tanto en la actividad industrial de los
centros urbanos como en las actividades económicas de los ámbitos rurales.
Distribuir los bienes de primera necesidad en cada país también era un problema
importante para los gobiernos. La guerra afectaba la circulación de mercaderías
y el transporte, quedando tanto el comercio interno como el externo afectado por
controles y prohibiciones de todo tipo.
En este contexto, los Estados pasaron a intervenir en los asuntos económicos. El
liberalismo clásico, fundado en la no intervención del Estado en asuntos
económicos, cedió paso a políticas donde los gobiernos participaban activamente.
Para financiar el conflicto, muchos recurrieron a la emisión monetaria,
generando una espiral inflacionaria que trataba de ser contrarrestada con
políticas de control de precios. Gran Bretaña y Francia ocuparon el rol de
grandes dadores de créditos a sus aliados, pero a medida que el conflicto se
agudizaba comenzaron a pedir prestado a EE UU. Este país se convirtió en el
principal acreedor y en el gran proveedor de material primas y productos
manufacturados de los que combatían a los imperios centrales.
En noviembre de 1918, después de la rendición de Alemania, la guerra finalmente
llego a su fin. Las consecuencias económicas del conflicto fueron catastróficas:
muchas personas habían muerto, generalización del hambre y enfermedades,
desastre demográfico en varias regiones, etc.
Sin embargo, si la Gran Guerra perjudico las economías de los países europeos
que destinaban todos sus recursos al esfuerzo bélico, otros países extra
continentales se beneficiaron sobre manera. Los países de América Latina y
Japón, pero sobre todo Estados Unidos, se encargaron de abastecer la creciente
demanda de bienes de los contendientes durante el conflicto.
Estados Unidos consiguió copar los mercados de ultramar que los países europeos
desatendían. Afianzo su liderazgo como gran proveedor de materias primas,
productos manufacturados y créditos. EE UU no necesitó importar ningún producto,
pero su economía se transformaba rápidamente para exportar la más cantidad de
bienes a bajo precio, que le permitía acumular una gran cantidad de divisas por
el gran superávit comercial. Sus bancos acumularon una reserva superior al
conjunto de los demás países y el dólar comenzó a sustituir a la libra como
moneda de intercambio más fuerte.
Varios tratados de paz se firmaron entre vencedores y vencidos en la inmediata
posguerra.
El tratado de paz firmado en Versalles en 1919, además de modificar el mapa
político de Europa central y oriental, sanciono muy severamente a Alemania, por
considerarla “culpable” de la guerra.
Una política extremadamente dura fue impulsada a partir de entonces por los
vencedores, especialmente por Francia y Gran Bretaña. Se obligo a Alemania a
pagar reparaciones de guerra en cuotas fijadas. Debía entregar activos de la
nación (su flota mercante, armas, municiones, etc.), desmilitarizarse y hasta
soportar la ocupación de zonas fronterizas geopolíticamente estratégicas por
potencias extranjeras. Esto motivo un profundo resentimiento contra los países
vencedores en la población civil alemana.
Sin embargo, los mismos vencedores no estaban de acuerdo en cuanto a que hacer
con el “problema alemán”. Francia, más resentida con Alemania, impulsaba una
política mucho más agresiva, obsesionada con garantizar su seguridad fronteriza.
Inglaterra, por el contrario, seguía defendiendo su política exterior
tradicional.
Por su parte, el presidente norteamericano Woodrow Wilson proporcionaba la
creación de una sociedad de naciones para evitar nuevos conflictos y como ámbito
de discusión y resolución de problemas internacionales para eso fue creada la
Sociedad de Naciones.
1. LA DÉCADA DEL 20
Finalizada la Gran Guerra, los países capitalistas se lanzaron a la reconversión
de sus economías para adaptarlas a los nuevos tiempos de paz. Se retorno a las
reglas de juego liberales clásicas para el comercio mundial. Los países de
Europa y Estados Unidos buscaron restablecer la estabilidad de precios y de
monedas, indispensable para garantizar el flujo comercial internacional.
Había comenzado el descenso de la superioridad europea en la economía mundial.
El liderazgo del viejo continente, ininterrumpido desde el siglo XVI con la
expansión colonial, había llegado a su fin.
Era específicamente Gran Bretaña la que había perdido la superioridad económica
mundial a manos de Estados Unidos.
En el caso de Alemania, desde el punto de vista infraestructural, había salido
de la guerra libre de daños. Sus industrias se salvaron de la destrucción porque
no se había combatido en suelo germano.
Estados Unidos entonces se trasformo en la principal potencia económica en
Occidente durante los años 20. Sin embargo, entre 1920 y 1921 sufrió una crisis
económica a causa de la finalización del conflicto bélico. Había perdido el
fabuloso mercado protegido de los países combatientes, y el regreso de los
combatientes americanos incrementaba la desocupación. Así, los principales
sindicatos iniciaron huelgas y en la clase media se extendió el pánico frente a
la “amenaza roja”, es decir, la creencia en la posibilidad de que se produjera
una revolución comunista. El gobierno americano encarcelo y deporto a militares
de izquierda y sindicalistas, y se desato una ola de xenofobia (odio hacia los
extranjeros) y nacionalismo.
Pero la pequeña crisis finalizo en Estados Unidos hacia 1921. Su economía
competitiva, productora de materias primas y bienes industrializados, sumado a
la introducción de nuevos métodos de producción, facilitó el despegue económico.
Desde entonces, si a lo largo de la década del 20 el incremento de los volúmenes
de cosecha mundiales conllevo una crisis de sobreproducción, que repercutió en
la baja de los precios internacionales de las materias primas y afecto al agro
americano; en Estados Unidos el boom de su producción industrial permitió la
reducción de las tasa de desempleo por lo menos hasta 1928.
En este contexto de auge económico, el estado se abstuvo de intervenir en la
economía, siguiendo la idea general del liberalismo clásico.
El impresionante desarrollo industrial se manifestó en la producción de bienes
durables. La industria automotriz y la construcción fueron los pilares del auge.
La población rural se desplazo hacia las grandes ciudades impulsando la
urbanización a un ritmo rápido. Los medios de comunicación se modernizaron y
diversificaron, aportando una de las claves del boom productivo por el lado de
la demanda. Novedosos sistemas de créditos al consumo surgieron también en estos
años y permitieron el incremento de la demanda de sectores que se encontraban
hasta entonces al margen de la adquisición de estos nuevos productos.
También este auge de la productividad en la industria americana se debió
fundamentalmente a la generalización de dos nuevas formas de organización del
trabajo: el taylorismo y el fordismo.
2. TAYLORISMO Y FORDISMO
Durante el s XIX, el mercado de trabajo había sufrido grandes transformaciones:
una notable escasez de obreros calificados mantenía sus sueldos muy altos,
impidiendo que los capitalistas pudieran imponer sus condiciones. La continua
falta de mano de obra convertía al obrero de oficio en un obstáculo para el
desarrollo industrial.
Hacia 1850 los industriales desarrollaron en EE UU estrategias de lucha con
estos obreros calificados. La práctica pretaylorista contra el oficio se basaba
en la introducción de maquinaria en el proceso de trabajo. Los empresarios
buscaron reducir los costos de producción al reemplazar el trabajo calificado y
a aumentar el ritmo de trabajo al estandarizar el movimiento del trabajador.
A lo largo del s XIX, 2 grandes oleadas de inmigrantes llegaron a EE UU,
modificando la estructura de la clase obrera original: en su gran mayoría eran
trabajadores carentes de especialización, sin experiencia ni relación con la
actividad industrial. Se consolidó en EE UU un extraordinario ejército de
reserva de mano de obra para la gran etapa de acumulación de capitales que se
iniciaba.
En este contexto de cambio, donde la composición del mercado de trabajo quedaba
integrada por un sector minoritario de obreros calificados y una gran masa de
trabajadores sin especialización, el taylorismo fue una nueva forma de
organización del trabajo altamente innovadora.
A comienzos del s XX, Taylor buscó racionalizar la producción industrial por
medio de la separación entre los diseñadores y organizadores por un lado
(técnicos e ingenieros) y los ejecutantes por el otro (trabajadores manuales y
obreros). Sistematizó el trabajo obrero por medio del traslado a la gerencia de
la empresa del conocimiento tradicional que poseían estos trabajadores
calificados. La gerencia concentraba el monopolio del control del proceso de
trabajo quedando el obrero exento de decidir respecto de la producción. Así, se
alcanzaba uno de los objetivos fundamentales de la nueva forma de organización
laboral: la descomposición del trabajo obrero en sus partes más elementales,
permitiendo que el empresario se apropie de él para fijar las normas del proceso
industrial.
La innovación fundamental de este método radicó en la introducción del
cronómetro en el proceso del trabajo. Taylor subdividió en etapas la tarea
laboral en la empresa, buscando una mayor especialización de los obreros y una
reducción de los “tiempos muertos” en el proceso productivo. Los trabajadores
debían trabajar conforme a los ritmos impuestos por el cronómetro, debiendo
incrementar su esfuerzo en la misma jornada de trabajo.
Al obrero se le quitaba el control sobre las herramientas, su dominio sobre el
trabajo, al imponerse una separación entre pensamiento y ejecución. La
simplificación dentro del taller posibilitó que los inmigrantes se incorporaran
al proceso productivo. Ya no se necesitaron obreros calificados, eran
sustituidos por trabajadores no especializados. De esta forma, se abarcó el
costo de producción. Taylor pudo efectivizar la incorporación de obreros no
calificados que permitió una modificación de la composición del trabajo, ya que
los más calificados y con tradición sindical quedaron más al margen del proceso
productivo.
La segunda gran innovación en la organización del trabajo fue implementada por
Ford en 1918.
Ford incorporó en sus fábricas la línea de montaje o cinta sin fin (rápida,
incansable y continua). Esta innovación inauguró la era del despotismo de la
máquina sobre el trabajo humano. El trabajador recibía la pieza central por
medio de la cinta y procedía a fijarle otra, completándose el montaje con otros
trabajadores a su lado. El producto terminado aparecía al final de la línea.
Esta línea de montaje disciplinaba los ritmos y modos del trabajo obrero. Su
principio era el agregado de piezas sucesivas a una velocidad predeterminada por
la empresa. El trabajo en la fábrica quedaba organizado en torno de este
transportador de cinta; así se imponía la despersonalización del trabajo, donde
la tecnología sustituía al antiguo capataz. Era la nueva fábrica racionalizada.
El trabajador debía moverse rápidamente siguiendo el ritmo impuesto por la
cinta, con movimientos que se tornaban repetitivos y rutinarios, eliminando todo
movimiento ajeno a la actividad específica asignada. Así se incrementaba la
productividad del trabajo obrero, ya que se eliminaban los tiempos muertos.
Una de las principales consecuencias de esta nueva forma de organización del
trabajo fue la producción masiva de unidades estandarizadas. Todas las piezas
fabricadas eran idénticas entre sí (producción en serie)
Ford encontró un difícil problema para resolver: la posibilidad de acumular
stocks invendibles. Por ende, introdujo respecto de los salarios de los
trabajadores de sus empresas una innovación original: se elevó a 5 dólares
diarios al jornal del obrero, por encima del precio del mercado. Conseguía
garantizar una provisión continua de mano de obra trabajadora a sus fábricas y
propiciar la desindicalización de sus obreros para evitar el ausentismo,
soportar las condiciones de la jornada laboral y contribuir al ahorro personal.
El incremento salarial evitaba la crisis de sobreproducción, al incrementar el
consumo productivo y masificar la demanda de los productos de sus empresas.
Aunque todavía persistían las formas de organización de manufacturas
tradicionales en ciertos sectores, los modelos taylorista y fordista se hicieron
cada vez más hegemónicos entre las empresas americanas durante la década del 20.
EE UU emergía como la primera sociedad de consumo de masas, donde la innovación
tecnológica, la creciente debilidad de las asociaciones sindicales, las fusiones
de empresas y el débil sistema impositivo facilitaron el incremento de la
productividad industrial. La estandarización de las mercancías fue una debilidad
del sistema fordista, al no introducir mecanismos de diferenciación de los
productos lanzados al mercado.
3. LA CRISIS DE 1929
El auge económico industrial de Estados Unidos escondía en los años 20 muchas
debilidades. La creciente productividad del sistema no pudo ser compensada por
la demanda efectiva, y así se posibilito una situación de sobreproducción.
La contracción del mercado internacional y el incremento de la producción
mundial tras la Gran Guerra produjeron una baja de los precios internacionales
de las materias primas. En las exportaciones y la correlativa acumulación de
stock invendibles, lo cual devino en una crisis en el campo.
Desde el punto de vista fiscal, las políticas de los gobiernos republicanos eran
regresivas y mantenían muy bajo el gasto público.
Los sectores medios y hasta asalariados pudieron acceder al mercado de valores,
lo cual generalizo la compra a crédito de acciones a través de la suscripción de
garantías hipotecarias.
Los elevados beneficios de las grandes empresas producto de la gran expansión
económica de los años 20 sirvieron para financiar la mayor parte de los fondos
especulativos.
A partir de 1928 los movimientos especulativos se generalizaron, no solo en
inversiones financieras, sino también en operaciones con viviendas y otros
rubros. Así, aun cuando las cotizaciones de la bolsa de Wall Street acompañaron
el periodo de auge, a lo largo de la década crecientemente dejaron de reflejar
la marcha de economía real.
Hacia julio de 1929, el sistema económico comenzó a dar señales de agotamiento.
La crisis agrícola, la desaceleración del ritmo de construcción y la caída de la
producción en el sector industrial fueron los principales síntomas. El mercado
de Wall Street parecía ajeno a estos signos y continuaba operando casi fuera de
control. El 23 de octubre de 1929, lo que había comenzado con un pequeño rumor
apenas unos días antes, se tradujo en el crac de la Bolsa. La ola de pánico se
extendió rápidamente y la cotización de las acciones cayó en forma
extraordinaria. Pero, también al derrumbe general de las cotizaciones. Muchos
ahorristas se apresuraron a retirar su dinero de los bancos, lo que ayudo aun
más al desplome financiero.
L a desinversión se generalizo en el sector industrial y empresas y bancos
quebraron en los inmediatos años siguientes. La economía de Estados Unidos
ingresaba en una gran depresión.
4. LA GRAN DEPRESIÓN HASTA LA 2 GM
La profundidad de la crisis de 1929 era desconocida en la historia económica de
Estados Unidos. La producción y el comercio exterior colapsaron, creció las
quiebras de empresas y la desocupación. Creció el número de personas que vivía
en las calles.
En el sector industrial, los sectores mas afectados fueron especialmente las
empresas de producción de bienes de consumo durable y la industria pesada.
Entre 1929 y 1932 Estados Unidos (potencia económica mundial) arrastro en su
caída a buena parte de aquellos países que integraban el capitalismo accidental.
La Gran Depresión adquirió una escala internacional.
Ante la crisis económica originada en estados Unidos, muchos inversores
americanos repatriaron sus capitales de Europa para poder afrontar sus perdidas.
Pero esto generó la bancarrota del sistema de pagos internacional. La reducción
de los préstamos americanos a los países deudores generalizo la crisis
financiera a nivel internacional.
Se redujeron los precios internacionales de las mercancías ante la contracción
de la demanda. En los países con preponderancia de actividades agrícolas,
especialmente los de Europa oriental, la crisis sacudió con fuerza sus
economías, ante la caída general de los precios de las materias primas. La caída
de la producción industrial afecto a los países más importantes de Europa
occidental, fundamentalmente Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia.
Al principio de la crisis, la mayoría de los países acudieron a utilizar sus
reservas monetarias. Pero cuando estas se agotaron, muchas empresas fueron a la
quiebra al disminuir la inversión y la actividad económica general.
En este contexto, al profundizarse la Gran Depresión, los gobiernos de la
mayoría de los países comenzaron a sostener sus economías y a intervenir con
regulaciones y medidas diversas.
El proteccionismo se generalizo, con medidas que incluyeron cuotas de
importación y subas de aranceles, a fin de proteger las golpeadas economías
nacionales.
Las políticas devaluacionistas y la manipulación de la moneda por medio del
control de cambios también se hicieron corrientes para impulsar las
exportaciones. Así, el sistema monetario basado en el patrón oro se derrumbo y
desapareció el intercambio multilateral de los años 20, generalizándose las
políticas económicas nacionalistas.
El presidente de Estados Unidos desde 1932, Franklin Delano Roosevelt,
implemento un programa económico llamado nuevo trato o New Deal, basado en una
fuerte intervención del Estado en la economía. Fuertemente atacado por los
liberales ortodoxos, el punto central de su plan de acción era un amplio plan de
obras públicas para recuperar los niveles de empleo y la creación de fondo
especiales para la asistencia de los desocupados. Con ello se buscaba un doble
objetivo económico y social. Por un lado, Roosevelt aliviaba la emergencia
causada por muchos desempleados y por el otro, incentivaba la demanda por medio
de la recuperación de nivel adquisitivo de la población al multiplicar el número
de trabajadores asalariados. El gobierno fijó los precios y las cuotas de
producción industrial y convocó a las más poderosas corporaciones del país a un
acuerdo general. En el sector agrícola implementó las cuotas de producción y
subsidios para planificar la producción a cambio del apoyo estatal. Se lanzó un
programa de ayuda financiera federal para garantizar los depósitos bancarios,
las hipotecas sobre las explotaciones agrícolas y la construcción de viviendas.
Se controló el sistema bancario y la bolsa de valores, prohibiendo la compra de
acciones sobre la base de ganancia esperada. A partir de 1935, el énfasis estuvo
en el intento regular las relaciones laborales que marcó una ruptura total con
el liberalismo clásico. En el plano fiscal, se implementó un impuesto a la
riqueza que generó oposición en los sectores conservadores.
En este contexto, fue el economista inglés, Keynes, quién argumentó que la
teoría económica liberal clásica, que dejaba al libre arbitrio de la ley de la
oferta y demanda a los actores sociales y negaba toda posibilidad de
intervención del estado en la economía en crisis, no estaba en condiciones de
dar respuesta a la Gran Depresión. Para Keynes, el mercado era incapaz de
recuperar el equilibrio en forma automática; de ahí que propusiera abandonar el
laissez faire y que el Estado se transformara en el nuevo motor de la economía,
por medio de amplias políticas de inversión pública y acción social, a fin de de
restablecer la demanda por medio de la generación de empleo.
En Europa, al igual que en Estados Unidos, el abandono de las ideas del
liberalismo clásico también se generalizo, aunque con profundos matices según
cada país.
En el gobierno ingles el estado no intervino sino indirectamente en la economía.
El gasto público se recorto severamente. La recuperación del mercado interno se
tradujo en protección y controles al comercio, planes de créditos baratos para
la reconstrucción industrial y la promoción de la construcción de viviendas, y
un plan de devaluaciones y abandono del patrón oro para promover las
exportaciones.
La economía de Francia se estanco durante todo el periodo posterior a 1929. Sus
reservas de divisas le permitieron sobrellevar por algún tiempo la Gran
Depresión, sin abandonar el patrón oro. El gobierno implemento fuertes medidas
deflacionistas. Los salarios cayeron, se redujo el gasto público y se impusieron
restricciones al intercambio comercial. Hacia 1936 el resultado de esta política
era poco alentador. Los índices de producción y empleo continuaban cayendo,
mientras la demanda en el mercado interno se contraía. La economía francesa no
saldría de la crisis sino hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
En el caso de Alemania, la economía sufrió un gran impacto con la Gran
Depresión. A partir de 1933, el gobierno nazi de Hitler adopto un plan económico
con un alto grado de intervencionismo estatal. La economía paso a estar
fuertemente planificada. El control estricto del comercio exterior, el
mantenimiento de los salarios y los precios, pero, sobre todo, un programa
masivo de abras públicas ayudaron a bajar rápidamente los índices de desempleo.
Ya desde 1934 la producción industrial se reoriento hacia el rearme. Para
aumentar el gasto estatal, el gobierno implemento medidas de fuerte restricción
de la inversión privada, especialmente de la industria de bienes de consumo
durables. El ahorro forzoso y la suba de impuestos ayudaron asimismo para frenar
la demanda de los consumidores privados. Así, fundamentalmente el gasto público
se financio con endeudamiento y sobre todo con la fuerte presión fiscal.
5. LA ARGENTINA: DEL MODELO AGROEXPORTADOR A LA INDUSTRIALIZACIÓN POR
SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES
Durante el siglo XIX, América Latina se convirtió en uno de los mercados más
importantes de provisión de materias primas y de consumo de productos
manufacturados de la economía inglesa.
Nuestro país se había insertado perfectamente dentro de esquema de división
internacional del trabajo, como productor y exportador de productos primarios
(especialmente cereales y carnes) y como consumidor e importador de bienes
manufacturados y capitales (ferrocarriles, bancos, seguros). Su mercado de
trabajo se constituyo entre 1860 y 1914 con migraciones masivas de trabajadores
urbanos y rurales procedentes de Europa, promovidas por el gobierno nacional,
que motivo un incremento de la población. El mercado de capitales se configuro
con los préstamos, las inversiones y los créditos suministrados por Inglaterra,
a través de sus bancos. El mercado de tierras, por su parte, se afianzo con la
expansión de la frontera agrícola desde 1879, cuando el ejército nacional
expulso a los indígenas de sus tierras en la llamada “Conquista del Desierto”.
Así, se generaron todas las condiciones de posibilidad para un fuerte auge
económico basado en la exportación de materias primas a mercados ultramarinos,
especialmente de Gran Bretaña.
En este contexto, eran los capitalistas ingleses los que controlaban el sistema
de transportes de materias primas en nuestro país. Desde el puerto de Buenos
Aires, inmerso en una ciudad en continua expansión, las materias primas se
embarcaban en naves mercantes y frigoríficas, de capital también británico. Esta
hegemonía inglesa en la economía argentina se basaba en el sistema de alianzas
políticas con la elite terrateniente local, fundamentalmente con la Sociedad
Rural Argentina.
El conflicto bélico internacional afecto el intercambio comercial, y por lo
tanto también el de Gran Bretaña y Argentina. Nuestro país comenzó a desarrollar
industrias livianas, textiles y alimentarías, ante la imposibilidad de
Inglaterra de proveer manufacturas a la Argentina. Pero al finalizar la Gran
Guerra, la economía inglesa volverá a proveer de productos industriales a
Argentina.
En este contexto, comenzara la penetración de los productos de Estados Unidos en
la economía argentina. Se producirá así, durante los años 20, un “comercio
triangular” entre Gran Bretaña, Argentina y Estados Unidos.
Estados Unidos invirtió en varios sectores de nuestra economía (petróleo,
frigoríficos) y promovió las exportaciones de vehículos, automotores y
maquinaria agrícolas. Los capitalistas americanos también adquirieron firmas ya
existentes y compraron acciones de bancos, compañías ferroviarias, de servicios
eléctricos y telefónicos.
El comercio tradicional de la Argentina con Gran Bretaña se mantenía sobre la
base de exportación de materias primas a cambio de importaciones de productos
manufacturados y capitales. Pero el saldo comercial en este intercambio, que
para Argentina era superavitario hacia fin de la década, contrastaba
notablemente con el mercado de Estados Unidos, donde se mantenía un déficit
constante. Sucedía que la economía norteamericana era autosuficiente no solo en
materia industrial sino también en la producción de materias primas y, su
mercado estaba protegido por altas tarifas aduaneras. Entonces, la Argentina
utilizaba el saldo positivo de su balanza comercial con Inglaterra para
financiar su déficit con Estados Unidos.
Ha sido la crisis de 1929 y, sobre todo, la Gran Depresión durante la década del
30 los que fueron quebrando paulatinamente el modelo agroexportador y
promovieron un cambio hacia el modelo de industrialización por sustitución de
importaciones.
A partir de 1932, en la Conferencia de Ottawa dispuso que solamente exportaría e
importaría productos manufacturados y materias primas a las colonias de su
imperio, subiendo los aranceles de protección con relación a todos los países
que no integraran la comunidad británica de naciones. En 1933 Argentina y Gran
Bretaña acordaron un tratado, recordado como Roca-Runciman; mientras Inglaterra
se comprometió a seguir importando las materias primas desde la Argentina
–fundamentalmente la carne congelada-, nuestro país se obligaba a comprar
productos manufacturados y saldar, en tiempo y forma, los intereses de su deuda
externa. El gobierno argentino buscaba de esta manera mantener los intereses del
sector ganadero y al mismo tiempo sostener un modelo agroexportador en un, arco
internacional que había cambiado profundamente con relación a los años 20.
El contexto internacional había cambiado al derrumbarse la antigua división
internacional del trabajo. A partir de 1930, las dificultades del comercio
internacional generaban la imposibilidad de los países industriales de mantener
el volumen de sus exportaciones manufactureras y disminuir sus importaciones
para mantener su balanza de pagos. Los países periféricos tenían grandes
inconvenientes para mantener las exportaciones de materias primas en los niveles
tradicionales y la importación de productos terminados. En el caso argentino, el
país comenzó a sufrir una escasez de divisas, lo cuál redundará en su
incapacidad de mantener las importaciones de bienes industriales .De ahí que el
gobierno de Justo promoviera el acuerdo Roca-Runciman.
A las tradicionales producciones textiles y de alimentos, se sumaron la
industria mecánica y la química. Esta industrialización moderada sustituyo las
importaciones para el mercado interno y evito la salida de divisas. Esta
industrialización sustitutiva aun no altero en los primeros años la estructura
basada en el modelo agroexportador.
Entre 1933 y 1943 la conducción económica del país estaba en manos del ministro
Pinedo. Pinedo busco estimular el desarrollo industrial local, básicamente a
partir del aporte de capitales extranjeros. La producción de materia prima para
la exportación seguía siendo el pilar de su modelo económico. Así, se promovía
desde el gobierno una nueva alianza, basada en los intereses tradicionales de la
Sociedad Rural Argentina y la promoción de un nuevo sector vinculado con la
actividad industrial.
Para 1939, la elite económica dirigente se integraba en la oligarquía
terrateniente tradicional, la burguesía nacional agrupada en la Unión Industrial
Argentina y las empresas extranjeras.
Fue el inicio de la Segunda Guerra Mundial a partir de 1939 el suceso que
acelero las tentativas industrialistas en nuestro país y promovió finalmente el
agotamiento de la hegemonía del modelo agroexportador tradicional.
Los militares más nacionalistas comenzaron a enarbolar la doctrina de la
“defensa nacional”. Argumentaban que era necesario, en el contexto de la nueva
guerra mundial, industrializar el país sobre la base del desarrollo de una
industria pesada, garantizar el abastecimiento local y cerrar el mercado
exterior, a fin de asegurar la soberanía e independencia en el supuesto de tener
que ingresar al conflicto.
El golpe militar de 1943, promovido entre otros sectores por el Grupo de
Oficiales Unidos (GOU) del ejercito, desplazo entonces a la vieja oligarquía
terrateniente del poder y posibilito la consolidación del nuevo modelo de
acumulación basado en la actividad industrial, poniendo fin a la hegemonía del
modelo agroexportador.
Los años de la guerra verán surgir un aparato productivo industrial en manos del
Estado, la expansión de sectores industriales ya existente para la producción de
tractores, motocicletas y automóviles y también el surgimiento y la
consolidación de una gran cantidad de pequeñas y medianas industrias vinculadas
a la producción de alimentos y textil. Todas orientaron su producción para
satisfacer la demanda del mercado interno. Con esta industrialización, se
recuperaron los niveles de empleo.
Capítulo 2: El capitalismo de posguerra (1945 -1975)
1. EL CAPITALISMO EN UN MUNDO BIPOLAR. LA GUERRA FRÍA: EE UU – UNIÓN SOVIÉTICA
Durante la Segunda Guerra Mundial los países europeos movilizaron todos sus
recursos económicos y sociales para satisfacer la demanda del esfuerzo bélico.
Al finalizar la contienda mundial en 1945, amplias regiones de Europa –y de
África y Asia- se encontraban virtualmente desvastadas económicamente.
Desde el punto de vista infraestructural, la situación era crítica.
Las comunicaciones quedaron interrumpidas por la destrucción de caminos, puentes
y vías férreas, lo cual afecto el intercambio internacional y el comercio entre
los países. Muchas ciudades habían sido reducidas a escombros.
En amplios espacios rurales la producción agrícola había descendido a niveles
alarmantes, el perder la tierra su fertilidad por el abandono y los bombardeos.
La producción minera se encontraba casi al borde del colapso en Alemania y Gran
Bretaña hacia 1945.
La producción manufacturera se había detenido en muchas ciudades ante la
devastación de las fábricas por los bombardeos sistemáticos de aviones y barcos,
sobre todo en Alemania.
En el campo de las finanzas, varios países se encontraban exhaustos, lo cual
motivaba serias presiones inflacionarias sobre sus economías nacionales.
Estados Unidos se convirtió en el promotor e impulsor de la reconstrucción
europea y de Japón.
Ya durante la guerra estados Unidos había sido, por medio de la Ley de Préstamos
y Arriendos, el principal proveedor de Inglaterra y, en menor medida, de la
Unión Soviética. A partir de julio de 1945 empezó a movilizar la ayuda económica
a Europa, especialmente a Gran Bretaña y Alemania Occidental.
Desde abril de 1948, entro en vigor el Plan Marshall, una notable reorientación
política de los recursos estadounidenses disponibles, para ajustarlos a la nueva
realidad geopolítica mundial: la Guerra Fría.
Con la crisis de Berlín de 1948 y el comienzo de la Guerra de Corea (1950-1953)
emergía una nueva división política internacional, donde el mundo ahora quedaba
polarizado en dos grandes áreas de influencia en puja constante: los países
comunistas, encabezados por la Unión Soviética, y los capitalistas, cuya
principal potencia rectora era Estados Unidos.
La ayuda norteamericana se circunscribió entonces a sus nuevos aliados, Japón y
los países occidentales de Europa, motivada por el temor a que disturbios
sociales y políticos devinieran la instalación de regimenes comunistas en su
área de influencia. El Plan Marshall promociono, por medio de préstamos y
créditos, una amplia ayuda financiera para fomentar la recuperación industrial y
agraria, restringir la inflación y contribuir a la estabilidad política de los
países beneficiados.
Varias instituciones occidentales intervinieron en este gran proceso de
financiamiento y reconstrucción de las agotadas economías del viejo continente y
de Japón: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial fueron los más
importantes, también se propició la firma del Acuerdo General sobre Tarifas y
Comercio (GATT)
El FMI y el GATT favorecieron el intercambio comercial y mejoraron el sistema
internacional de pagos, reestableciendo la convertibilidad monetaria.
Para favorecer la cooperación militar y la defensa frente al comunismo, Estados
Unidos fundó con los países de Europa occidental la Organización del Trabajo del
Atlántico Norte (OTAN).
Los años de 1950 a 1973 fueron la edad de oro de la economía occidental. El gran
motor de esta situación fue el capitalismo de Estados Unidos, que durante ese
periodo cuadriplico sus exportaciones al resto del mundo.
En el agro, la mecanización acelerada, junto al surgimiento de empresarios
agrícolas, favoreció el incremento de la productividad. En la producción de
energía el proceso se favoreció por la sustitución del carbón por petróleo. En
el ámbito comercial y en el sector de servicios, el crecimiento fue menor debido
a la reducida escala de muchos de ellos y a la persistencia de empresarios
independientes en las actividades terciarias.
Una de las características fundamentales del periodo que media entre 1945 y 1975
fue la búsqueda generalizada, en los países occidentales, de la mejor de la
calidad de vida de las poblaciones, el incremento de la inversión y la garantía
de pleno empleo, a partir de una mayor intervención del Estado en la economía,
siguiendo la nueva ortodoxa economía de la época: el keynesianismo.
En el nuevo contexto de la Guerra Fría y la alternativa que planteaba al
capitalismo el sistema comunista los gobiernos occidentales desarrollaron
amplias políticas publicas a partir de la fuerte intervención del Estado, con
miras a disminuir el conflicto social: surgieron así los Estados de bienestar.
2. EL ROL DEL ESTADO: EL KEYNESIANISMO
Entre 1945 y 1975, las políticas económicas keynesianas de los Estados de
bienestar pasaron a ser claramente hegemónicas entre los gobiernos de Occidente.
Los efectos del nuevo modelo económico sobre el crecimiento fueron mayúsculos.
Durante las dos décadas siguientes a la finalización de la Segunda Guerra
Mundial se produjo un notable incremento del producto bruto industrial en
Estados Unidos y en Europa occidental. La gran mayoría de los países
occidentales se había conformado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial una
economía mixta, que estimulaba un crecimiento económico fuertemente dinamizado
por la combinación de la actividad estatal, los sindicatos y el sector privado.
El Estado de bienestar se caracterizo por las fuertes acciones reguladoras se la
actividad económica a fin de apuntalar ese crecimiento sostenido de la demanda.
Las políticas de créditos de largo plazo y bajas tasa de interés para la
construcción de viviendas, proteccionismo arancelario para las industrias,
medidas cambiarias y monetarias para favorecer las exportaciones, fueron las
principales medidas adoptadas. Paralelamente, se afianzo una amplia política de
estimulación de la demanda, a través de incrementos de salarios, premios,
subsidios y subvenciones familiares para los trabajadores.
Se impulso la gestión directa de empresas nacionalizadas para la construcción de
obra pública. Muchas empresas privadas pasaron a ser propiedad de los Estados,
otra directamente fueron creadas por los gobiernos.
Los sindicatos y las empresas privadas buscaron acuerdos para mejorar los
ingresos de los trabajadores, teniendo en cuenta las políticas de inversión
privada. En el ámbito laboral, el Estado de bienestar, interesado en minimizar
el conflicto social, se reservo el lugar de árbitro en la negociación entre
trabajadores y la patronal e impulso la concertación social y los acuerdos
colectivos de trabajo.
Fueron las industrias de construcción de viviendas, automóviles, petroquímicas y
electrónicas las que obtuvieron notables incrementos de producción y ampliaron
su oferta de productos.
También el sector servicios ingreso en una etapa de expansión, mientras que las
economías regionales se vieron favorecidas por una política fiscal y crediticia
que promovía la generación de empleo en las áreas más alejadas de cada país.
Paralelamente el sector privado, y sobre todo el que contaba con apoyo
gubernamental, se lanzo a inversiones directas en el extranjero y promovió el
surgimiento de las llamadas “empresas multinacionales”. Se expandieron por el
mundo occidental, donde fundaron filiales sobre todo en el Tercer Mundo, con el
objetivo de obtener mano de obra barata.
Encontramos que el modelo fondista de organización del trabajo se expandió
durante las décadas del 50 y 60, sobre todo en las grandes industrias.
Esta extensión del fordismo posibilito la modificación de la estructura social
de clases, al desarrollarse dentro de los sectores asalariados nuevas categorías
de obreros, que diferenciaron a los no especializados de los especializados.
Los Estados de bienestar garantizaron el crecimiento de la demanda a partir de
la ampliación de los sistemas educativos existentes. Se buscaba la igualdad de
oportunidades para todos los ciudadanos y, paralelamente, la mejora de la
calidad de trabajo.
En las áreas de salud, seguridad y justicia, el incremento del gasto social
motivo también un fuerte crecimiento de la demanda, al estimular el alza de la
calidad de vida de la población.
Esta mejora en la vida cotidiana durante los años 50 y 60 se tradujo entonces en
nuevos cambios culturales, a partir de la modificación de los hábitos de
consumo.
La sociedad de consumo de masas, profundamente incentivada por amplias políticas
de créditos a plazo y constante publicidad, se generalizo en occidente. La
introducción de tecnología en el proceso de trabajo redujo el esfuerzo físico y
posibilito la extensión de los periodos vacacionales de los obreros y los
sectores medios, en general fijados en función de la antigüedad en el puesto de
trabajo. El ocio, las actividades recreativas y las vacaciones se potenciaron
con mejoras en los transportes internacionales. Los barcos y aviones modernos
movilizaron el turismo de masas, que se convirtió en una nueva gran industria.
En los sectores rurales se introdujo masivamente tecnología agrícola moderna a
fin de incrementar la productividad por agricultor. Pero ello favoreció aun más
el proceso de sustitución del trabajo humano por maquinaria. Así, se produjo una
revolución social inédita en Occidente: el fin de campesinado, al generarse
migraciones masivas de campesinos a las ciudades.
Estos nuevos pobladores recién llegados a los centros urbanos para
proletarizarse nutrieron a las empresas manufactureras de un flujo de mano de
obra más barata.
Mientras, en el campo, la innovación tecnológica gravito decisivamente para la
desaparición final de la antigua aldea campesina. Los tractores y los
fertilizantes incrementaron los rendimientos agrícolas. Asimismo, una amplia
política de subsidios al campo por parte de los Estados de bienestar configuro
el factor decisivo en la promoción de la producción de alimentos en el viejo
continente, bajando considerablemente las importaciones desde el exterior.
3. AGOTAMIENTO Y CRISIS DEL ESTADO DE BIENESTAR
Entre fin de la década del 60 y comienzos de los 70 una serie de múltiples
factores motivaron la crisis del Estado de bienestar en el capitalismo
occidental y el fin de las políticas keynesianas.
Un factor fundamental que atento contra el Estado de bienestar desde fines de la
década del 60 fue la persistencia de un proceso mundial de crecimiento
inflacionario motivado por varios factores.
Por otra parte, la primacía estadounidense cedió paulatinamente ante el avance
de Europa Occidental y Japón, que se convirtieron con el paso de los años en sus
competidores económicos. Estados Unidos si había crecido durante los años 50 y
60, pero en comparación lo había hecho mucho más lentamente. La balanza
comercial de Estados Unidos comenzó a ser cada vez más deficitaria, frente al
superávit que registraban las balanzas de Japón y los países de Europa
occidental que incrementaban sus exportaciones.
Pero, por otra parte, la proliferación, en la década del 60, de movimientos de
descolonización en África y en Asia y los de “liberación nacional” en
Latinoamérica, en parte financiados y apoyados por países comunistas como la
Unión Soviética, China o Cuba en el contexto de la Guerra Fría, promovían el fin
de la imagen de Estados Unidos como gendarme eficaz del capitalismo mundial. Fue
sobre todo la resistencia de los comunistas vietnamitas a la invasión americana
y su victoria final en 1975 las que generaron mayor desconfianza en Occidente
sobre el real poderío militar de Estados Unidos para enfrentar y contener al
comunismo.
Con el incremento del gasto bélico, el Estado americano ya no podía asegurar el
normal desenvolvimiento de los servicios públicos, ni de la salud no de la
educación, desmejorando notablemente en algunas regiones la calidad de vida de
la población civil.
Más allá de esta situación particular de Estados Unidos, en Europa occidental
también surgieron problemas económicos y sociales.
Paralelamente, a ambos lados del Atlántico se hacían evidentes los problemas
ecológicos. Numerosas organizaciones ambientalistas propugnaron por una
legislación protectora ante la creciente contaminación generada por la gran
industrialización. Las nuevas reglamentaciones que aparecieron en Estados Unidos
y Europa occidental incrementaron los costos industriales, al obligar a las
empresas a indemnizar y/o reparar los daños al medio ambiente. Este incremento
de costos también ayudo al alza de los precios.
Otro factor, muy importante, que ocasiono la decadencia del Estado de bienestar
fue la crisis del petróleo en 1973, desatada por una nueva guerra en Oriente
Medio. Pero en 1973, para presionar a Estados Unidos, los países exportadores de
petróleo decidieron restringir fuertemente su producción, y por ende dispararon
los precios internacionales del vital recurso. De esta manera, los precios se
cuadriplicaron ante la restricción de la oferta organizada por la llamada
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
El efecto de la crisis del petróleo sobre los Estados de bienestar occidentales
fue muy notorio, al incrementar los costos energéticos. Fue mucho mas profundo
sobre todo en los países que dependían de la importación, como Japón. En todas
partes estallaron huelgas y el descontento social creció. Los obreros
metalúrgicos, los textiles, los de la industria automotriz, los mineros y otro
exigieron aumentos a la patronal. Mientras tanto, ante el aumento de precios, el
consumo se contrajo en casi todos los países occidentales y sobrevino una
recesión a partir de mediados de 1974, que incremento el desempleo.
El estancamiento económico coincidió así con la inflación apareciendo el llamado
fenómeno de la estanflación.
El debate teórico entre keynesianos y neoliberales se agudizo.
Los keynesianos creían que con redistribución del ingreso, salarios altos, baja
o nula desocupación y un fuerte Estado de bienestar se sostenía y alentaba la
demanda de los consumidores, lo cual promovía la inversión privada y el
crecimiento de la oferta industrial. Los neoliberales enfatizaban el problema
irresuelto del permanente crecimiento de la inflación y por ende las, a su
criterio, necesarias medidas de reducción del gasto publico y recorte de los
costos industriales (sobre todo laborales), que harían posible el incremento del
beneficio, la competencia y la reducción de precios: era para ellos el mercado
el que debía asignar los recursos libremente y distribuir la renta nacional, por
lo que el Estado no debía intervenir mas en la economía.
En 1976 Martínez de Hoz, ministro de economía del nuevo gobierno militar del
general Videla que había derrocado a Isabel Perón, aplicaba las primeras medidas
neoliberales en la Argentina. Durante los 80, se expandieron las políticas
neoliberales por Europa occidental y América Latina.
4. LA ARGENTINA: POPULISMO, DESARROLLISMO
En la Argentina el Estado de bienestar se consolido durante los años 50 y 60.
Las políticas keynesianas de fuerte incremento del gasto público fueron
implementadas durante las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón
(1946-1952, 1952-1955).
Entre 1946 y 1949 se configuro un contexto económico intencional extremadamente
favorable para la Argentina. La finalización de la Segunda Guerra Mundial traía
como saldo la reanudación del intercambio comercial y la reapertura de los
mercados europeos tradicionales.
En este contexto Perón instrumento su primer plan quinquenal, a partir de una
fuerte intervención del Estado en la economía. Promovió la industrialización
nacional con líneas de crédito otorgados por el Banco Industrial y elevo los
aranceles de protección contra las manufacturas desde el exterior. Utilizo los
capitales acumulados para nacionalizar grandes empresas de capital extranjero y
bancos.
El Estado de bienestar así no solo aplicaba ahora políticas industrialistas,
sino que él mismo era productor de bienes y servicios. Durante el gobierno de
Perón, el Estado se convirtió en industrialista y empresario.
Paralelamente, impulso amplias políticas populistas, para sostener la demanda
interior y alcanzar el pleno empleo. Aumento la redistribución del ingreso por
medio de incrementos salariales y el pago regular de aguinaldos, becas y
subsidios. El Estado también realizo inversiones en las áreas de salud y
educación, y financio la construcción de hospitales, escuelas y viviendas.
El gobierno instrumento el monopolio del comercio exterior al dejarlo en manos
de un organismo específico del Estado: el Instituto para la Promoción del
Intercambio (IAPI).
El IAPI compraba las cosechas a los exportadores a un precio inferior al de los
precios internacionales y luego se encargaba de las exportaciones. Las divisas
obtenidas por el gobierno se utilizaban para promover la industrialización.
Acompañaron estas medidas también amplias políticas de regulación de las
relaciones laborales entre capitalistas y trabajadores, con el fin de evitar la
lucha de clases. La agrupación corporativa de los sectores en conflicto,
promovida, devino en la sindicalización total de la clase obrera (Confederación
General del Trabajo, CGT) y en la asociación de la patronal en la Confederación
General Económica (CGE).
A partir de 1949-1951, al recuperarse la producción de los países europeos, los
precios internacionales de las materias primas bajaron, pues los países de
Europa occidental promovieron su propia producción agrícola-ganadera mediante la
reducción de sus importaciones. Para la Argentina esto fue muy perjudicial: las
reservas del Banco Central se agotaron por el incremento del déficit comercial.
Entre 1953 y 1955 Perón en su segundo gobierno, implemento un nuevo plan
quinquenal para lograr la recuperación de la economía ante la crisis desatada en
1952. Intento reequilibrar la balanza de pagos mediante el aumento de las
exportaciones tradicionales de materias primas. Así, el IAPI se transformó en un
organismo que subsidiaba al campo pues, contrariamente al funcionamiento del
periodo anterior, ahora compraba las cosechas a los productores a un precio
mayor que los internacionales, y los subsidiaba a fin de que incrementaran su
producción.
El desarrollismo fue impulsado por el gobierno de Frondizi (1958-1962), tras el
interregno del gobierno militar de la Revolución Libertadora (1955-1958).
Uno de los problemas fundamentales del momento era el persistente déficit
comercial ente el nuevo escenario internacional. Entre 1949 y 1958 había habido
superávit por lo que la Argentina carecía de suficientes divisas para procurarse
una industrialización sostenida.
La idea básica del desarrollismo frondicista fue generar un polo de modernas
industrias pesadas protegidas arancelariamente para promover el crecimiento
económico, al lado de las industrias de capital nacional. Ello implicaba el
abandono definitivo del modelo agroexportador como motor del desarrollo
capitalista en la Argentina. La llegada de estas empresas ayudaría además a la
expansión de otras ramas secundarias de la producción y a alcázar el pleno
empleo.
A partir de 1961, el modelo desarrollista comenzó a dar sus frutos sobre la
economía nacional y el mercado interno se expandió con fuerza, creciendo
vertiginosamente la actividad industrial, sobre todo la pesada, a partir del
impulso privado. Ello implico una distancia entre las empresas capitales
nacionales y las fabricas de capital extranjero. En el desarrollismo, el rol del
Estado era guiar el desarrollo económico mediante la aplicación de políticas
ortodoxas.
La ciencia, la tecnología y el desarrollo económico eran centrales en el
programa desarrollista.
Entre 1955 y 1973 la política se radicalizo y devino cada vez mas violencia
política, sobre todo a partir de 1968, cuando estallo el Cordobazo durante el
gobierno de Ongania. Múltiples factores impulsaron este proceso de
radicalización política: la continuidad de los gobiernos militares, la
emergencia de grupos radicalizados de jóvenes secundarios y universitarios que
apoyaban las protestas sindicales, el surgimiento de guerrillas, etc. Este
proceso fue arduo y crecientemente complejo, y los grupos en pugna se
desarrollaron y diversificaron, generando un gran debate ideológico sobre el
futuro del país.
Luego del gobierno de Guido (1962 – 1963), cuando se aplicaron políticas
ortodoxas, una devaluación monetaria, la restricción del gasto publico y de los
créditos industriales para hacer frente a la crisis de ese año, el gobierno
civil de Illia (1963 – 1966) intento un modelo de tipo industrialista con
políticas económicas heterodoxas con el que sobre todo se busco favorecer a las
industrias de capital nacional. Se dispusieron altos aranceles de protección,
incremento del gasto publico, aumentos de sueldo y congelamiento de precios,
intervención del Estado de bienestar en la economía, etc.
Entre 1966 y 1973, los gobiernos de facto sucesivos de los generales Ongania
(1966-1970), Levingston (1970-1971) Lanusse (1971-1973) aplicaron políticas
industrialistas desarrollistas.
Todos estos presidentes debieron lidiar con una inflación creciente. Si bien la
recuperación industrial permitió que durante el gobierno de Ongania se
produjeran las primeras exportaciones manufactureras, su incidencia igualmente
era marginal sobre el total de la exportación. Los bienes que producían las
empresas eran, en su gran mayoría, consumidos en el mercado local, y el Estado
de bienestar era el principal cliente de muchas de ellas.
Venderle al Estado se consistió en el mejor negocio de las empresas, que
crecientemente compitieron entre si por ese objetivo.
Entre 1955 y 1976, los cambios sociales devenidos de las políticas del estado de
bienestar fueron profundos.
En las ciudades se consolido una sólida clase media que configuro el eje central
de la demanda del mercado interno, incentivada fuertemente por las políticas de
marketing, publicidad y créditos del capitalismo moderno. Profesionales, jóvenes
intelectuales, comerciantes, técnicos, maestros, empleados y pequeños
empresarios fueron los principales grupos de este pujante sector que se
caracterizo por su movilidad ascendente. Entre los sectores obreros, crecieron
los de la construcción, impulsados por las políticas de obras públicas, y los
cuentapropistas. Entre las clases altas se acentuó el proceso de diversificación
de las décadas precedentes: a la tradicional oligarquía agrícola-ganadera se
sumaban empresarios, militares y hasta algunos gremialistas.
En el campo, durante ese periodo la transformación agrícola se profundizo a
partir de los incrementos de la productividad. Promovieron un notable superávit
comercial durante todo el periodo, al crecer notablemente las exportaciones de
materias primas.
Finalmente, al radicalizarse el conflicto social y política contra los gobiernos
militares, fueron convocadas elecciones. Tras el breve gobierno de Campora de
1973, entre 1973 y 1974 el gobierno de Perón, en su tercer mandato, se intento
un programa económico más intervencionista, a fin de redistribuir el ingreso en
la población.
Se promovieron políticas de ayuda a las industrias de capital nacional con
líneas de créditos y se incentivo el llamado compre argentino en el mercado
interno. Se incremento también el gasto público, buscando el control de los
precios por el Estado y el acuerdo de un pacto social entre la Confederación
General Económica (CGE) y la Confederación General del Trabajo (CGT), a fin de
contener la inflación. Con relación al sector rural, Perón, dispuso el control
del comercio exterior por parte del Estado, por medio de la Juntas Nacionales de
Granos y Carnes.
Al morir Perón, entre julio de 1974 y marzo de 1976, asumió la vicepresidenta
Isabel Perón. Durante su mandato se acelero la crisis económica y la violencia
política. Y en 1975 se dispuso el Rodrigazo. Las huelgas generales y la
radicalización del conflicto sociales niveles nunca vistos antes en la sociedad
argentina devinieron finalmente en una inflación.
En 1976, el golpe de Estado de las fuerzas armadas contra el gobierno de Isabel
inicio el llamado Proceso de Reorganización Nacional, que desde entonces
implemento el terrorismo de estado contra los opositores políticos y las
primeras medidas neoliberales.
De esta forma, a partir de 1976 comenzó el desmantelamiento del Estado de
bienestar en la Argentina.
Capitulo 3: El capitalismo contemporáneo
1. EL NEOLIBERALISMO
En 1979 la economía capitalista occidental en su conjunto sufrió los efectos de
una nueva crisis. Una vez mas, los países de lo OPEP decidieron un aumento del
precio del barril del petróleo, contrayendo la oferta, ante el inicio de la
guerra entre Irak e Irán.
El conjunto de economistas neoliberales tuvo así un nuevo argumento para
promover su modelo. Había llegado la hora, como querían los neoliberales, de
declarar la superioridad de los mecanismos del mercado por sobre la intervención
estatal en la economía.
Mientras el Estado de bienestar pasaba a ser el objeto central de los ataques
del neoliberalismo. Gran Bretaña y Estados Unidos impulsaron un fuerte retorno a
las prácticas del conservadurismo más ortodoxo. También promovieron una amplia
política de represión de los grupos disconformes y para ello utilizaron el
aparato estatal.
Si en estados Unidos y Gran Bretaña este auge neoconservador devino en mayor
coerción sobre los aparatos sindicales y en una perdida creciente de los
derechos adquiridos por los trabajadores, en lo que atañe a Latinoamérica se
tradujo en una serie de golpes de Estados impulsados por las elites locales que
derribaron uno a uno los gobiernos constitucionales vigentes (considerados de
“izquierda”) en Chile, Bolivia, Uruguay, Argentina.
Mientras tanto, en Gran Bretaña, Thatcher debió enfrentar la dura realidad
económica inglesa de fin de los 70. En este contexto, las políticas neoliberales
apuntaron al desmantelamiento del Estado de bienestar. Privatizó las principales
ramas de la economía, redujo el poder de los sindicatos y contrajo el gasto
público.
En Estados Unidos, el gobierno de Reagan también adopto el neoliberalismo a
partir de 1981. El objetivo básico de su programa fue lograr el equilibrio
fiscal en el plazo de cinco años. Introdujo medidas fiscales y tributarias
acompañadas por un recorte del gasto social del Estado, optó por financiar el
déficit público, abandono la política de incrementar la emisión monetaria y de
ese modo fortaleció al dólar.
A partir de 1982, Brasil, Argentina y México entraron en crecientes dificultades
para pagar su deuda externa. También la gran mayoría de los países periféricos
se vieron perjudicados por la revalorización del dólar, pues dependían de la
divisa para la importación de bienes industriales.
En ese contexto, el FMI ofreció préstamos a los países deudores para que
pudieran cumplir con sus obligaciones. Pero estos créditos (llamados stand by)
estaban sujetos al cumplimiento de ciertas condiciones.
De esta forma, el neoliberalismo se imponía en toda América Latina y se expandía
por el mundo subdesarrollado, proceso que se plasmo ideológicamente en lo que se
llamo Consenso de Washington.
Según la teoría neoliberal, una política de control de la emisión monetaria,
alza de las tasas de interés, achicamiento del gasto publico y disciplina fiscal
era la herramienta indispensable para ordenar la economía y detener la
inflación. Esas eran las bases para alcanzar un desarrollo económico
sustentable.
Este conjunto de medias neoliberales favoreció a los capitales especulativos más
que a los interesados en la inversión productiva.
El resultado del neoliberalismo en muchos países era, a principios de los 90,
exitoso en términos de acumulación de capital e incremento del producto bruto
pero, paradójicamente, catastrófico en términos sociales.
Esta paradoja puede explicarse porque básicamente sucedía que, aunque las
políticas económicas neoliberales incrementaban la riqueza de los países, la
retirada del estado del ámbito de las relaciones económicas contribuía a que la
redistribución del ingreso entre los diferentes sectores de la población fuera
crecientemente regresiva, es decir, inequitativa.
2. EL NUEVO PARADIGMA TECNOLÓGICO: EL TOYOTISMO
En el contexto de la expansión neoliberal, a principios de la década del 80 se
generalizaba otro fenómeno muy importante en el capitalismo occidental
contemporáneo. Se impuso un nuevo paradigma tecnológico y de organización del
trabajo, el toyotismo, que termino con las décadas de hegemonía del taylorismo y
del fordismo.
El origen del sistema toyotista se encuentra en el Japón de la inmediata
posguerra. En 1945, el país se encontraba ocupado por estados Unidos y había
sufrido grandes pérdidas humanas y destrucción infraestructural, incluyendo el
bombardeo atómico de dos de sus ciudades.
El Estado japonés creo, en este marco, agencias para impulsar el desarrollo
económico y organizar conglomerados industriales y financieros. Alentó la fusión
de empresas privadas para competir contra la apertura comercial y la llegada de
productos y capitales extranjeros.
Surgieron industrias siderurgias, petroquímicas, eléctricas, navales,
maquinas-herramienta y automotrices. Con esta industria pesada, en Japón creció
la de bienes de consumo. Para abastecer de la energía necesaria, el Estado
comenzó a importar petróleo, carbón, hierro y derivados en forma creciente.
El resultado económico de estas medidas en los siguientes cuarenta años fue
espectacular.
Entre 1957 y 1983, Japón paso a los primeros puestos de los países exportadores.
Este auge industrial exportador tuvo otro efecto en Japón: incentivo la
migración desde el campo a la ciudad. Además. El mercado interno creció no solo
por el índice de natalidad sino también por el aumento constante de la calidad
de vida y el proceso de urbanización. Esta gran transferencia de mano de obra
barata desde el sector agrícola al sector industrial y de servicios fue uno de
los factores del “milagro japonés”.
Otro factor, además de la activa participación del Estado de bienestar en la
economía y la expansión del mercado interno, fue el rol jugado por los
empresarios y la inversión privada en la promoción del desarrollo económico.
El sistema Toyota comenzó a desarrollarse en los 50 y se extendió durante la
década de 1960-1970.
Las empresas, buscando conformar una red interactiva e integrada, se agruparon
de dos maneras: o bien formaron grandes corporaciones asociadas a una cantidad
de pequeñas empresas subsidiarias (combinación vertical) o se asociaron en
grupos con participaciones accionarías cruzadas relacionadas con un banco que
las financiaba (combinación horizontal). Las empresas abandonaban así el sistema
tradicional de “autopartes”, para garantizar la vinculación intima de las
unidades de producción tanto con el mercado como con los proveedores.
En el sistema laboral se impuso el empleo de por vida, el salario por la
antigüedad y los sindicatos por empresa. El producto elaborado bajo el modelo
toyotista fue de altísima calidad, diferenciándose así del fordismo, que
elaboraba productos estandarizados en series masivas.
Se busco reducir lo más posible los costos, para lo cual se evito el traslado y
almacenamiento de materias primas y unidades producidas. La producción debía
estar siempre presta just in time para responder a la demanda. Solo se producían
las unidades requeridas por el mercado sin acumular stocks. El modelo Toyota
vendía primero, luego lo producía y lo entregaba al consumidor.
Cada nivel de la empresa toyotista indicaba a su superior los recursos
necesarios para cumplir con la tarea. En este modelo, los obreros eran
trabajadores polivalentes y polifuncionales, altamente flexibles, pues
acompañaban la fluctuación permanente de la producción según la demanda.
El resultado del toyotismo fue el incremento notable de la productividad. El
método japonés abandonó la tradicional y poco flexible línea de montaje fondista
para crear una red de minilíneas por donde circulaba el producto siguiendo
trayectorias complejas. Se elimino así una estricta división del trabajo, típica
en las empresas fondistas. El toyotismo reorganizo y reoriento las tareas
laborales mismas en función de las necesidades cambiantes de la demanda,
vinculado el empleo de por vida con la capacitación del personal en pos de la
búsqueda de la calidad total del producto.
3. GLOBALIZACIÓN: LA HEGEMONÍA DE ESTADOS UNIDOS
El neoliberalismo y el toyotismo caracterizan la coyuntura económica actual.
Desde la caída del Muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la Unión
Soviética en 1991, el neoliberalismo se expandió por todo el mundo.
No hay duda de que el mundo se ha trasformado notablemente en los últimos
treinta años. Se ha globalizado la producción, el consumo y la circulación de
bienes. También la información, la tecnología y los mercados se encuentran
organizados a escala global. El carácter central de esta transformación mundial
radica en la actualidad en la tercera revolución industrial. Con los avances en
el campo de la microelectrónica, la informática y la robótica aplicados a los
transportes, las comunicaciones, la producción industrial y la agrícola, se
incrementó la productividad.
Ello ha permitido que las empresas se relocalicen en países con bajo costo de
mano de obra y escaso poder sindical, con el fin de incrementar su rentabilidad.
En el sector servicios, las redes de transporte aéreo y marítimo se han
internacionalizado y modernizado. Ayuda a este proceso la visible revolución
tecnológica en el sector de comunicaciones y tecnología de la información.
El consumo de los bienes y servicios, la inversión y hasta la especulación
financiera se concentran en los sectores de clase alta y media de los países,
con ingresos suficientes para quedar incluidos dentro del sistema de oferta y
demanda del capitalismo contemporáneo. Paralelamente, los cada vez mayores
grupos de bajos ingresos, por el contrario, quedan excluidos crecientemente del
mercado mundial, pues entre otros factores las nuevas tecnologías desarrolladas
consumen menos fuerza de trabajo por unidad de producto, incentivando la
desocupación o la tendencia decreciente de los salarios.
Asimismo, los flujos financieros han adquirido una escala global, con
independencia de las naciones y los bancos. Pero este capital financiero se
desplaza rápidamente por el mundo en busca de rápidos beneficios de corto plazo
y la más alta rentabilidad.
Otro problema es el retroceso y hasta la destrucción del Estado de bienestar que
genera un evidente ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres en todos los
países a escala mundial. El Estado neoliberal ha quedado relegado a la casi
única función de garantizar las condiciones necesarias para el funcionamiento
del libre mercado. Su función central paso a ser la de atraer la inversión
privada por medio de estímulos financieros, fiscales, arancelarios o monetarios
que garanticen la rentabilidad privada. De esta manera, los intereses sociales y
políticos de las poblaciones de cada país pasan a segundo plano y crece la
desocupación, la exclusión social y la marginalidad. Dado que el estado ha
dejado de cumplir su rol tradicional como articulador social, en numerosos
países han emergido fuertes crisis de representación política de sus clases
dirigentes y la perdida de legitimidad de las instituciones burocráticas y
gubernamentales.
Para los más subdesarrollados, el equilibrio de las cuentas se torna
indispensable para afrontar el pago de la deuda externa. Aun así, existen
regiones que se encuentran absolutamente marginadas del mercado global de
financiamiento e inversión, especialmente algunos países más pobres.
En este mercado mundial también emerge un visible ensanchamiento de la
desigualdad de la riqueza entre los países desarrollados y los subdesarrollados,
ubicados al sur. Esta disparidad creciente genera numerosas tensiones y
problemas sociales a uno y otro grupo. Estallan guerras civiles y conflictos en
los países mas pobres y las poblaciones emigran hacia los países ricos en busca
de oportunidades. Se profundizan entonces, por un lado, en los países
desarrollados problemas sociales de carácter étnicos y se extiende la xenofobia
que rechaza a los recién llegados. Por otro lado, en los países subdesarrollados
se extienden la pobreza y la corrupción, el hambre, el analfabetismo, la
desnutrición infantil, la droga y la criminalidad.
Otro problema es que surgieron nuevas tensiones económicas. Mientras las
empresas organizan sus políticas de salarios, de ganancia e inversión a escala
global, los ajustes de la demanda y producción se siguen realizando en un marco
nacional a partir de las decisiones gubernamentales de cada país.
Los flujos financieros y las paridades monetarias se miden a escala
internacional, mientras que los vaivenes de las balanzas de pagos inciden en
todo el país.
Otro inconveniente es el fuerte proteccionismo con altas barreras arancelarias y
las grandes políticas de subsidios (sobre todo agrícolas) que siguen imperando
en la actualidad en muchos de los países desarrollados. Ellos obstaculiza y/o
impide las exportaciones de los países más pobres, los que siguen sufriendo
fuertes presiones para abrir sus economías a los países ricos.
La puja comercial internacional se generaliza todavía más con el desarrollo de
gigantescas áreas del libre comercio. Los países tienden a unirse en
asociaciones regionales. La Unión Europea, el MERCOSUR, el NAFTA forman mercados
fuertemente protegidos. La función de estas asociaciones internacionales de
países es ingresar al mercado mundial desde una posición de mayor fortaleza.
A la generalizada crisis del Estado de bienestar ya mencionada, con su
consiguiente incremento de la seguridad social, la marginalidad y la exclusión
de vastos sectores de la salud, la educación, la seguridad y la justicia, se
suma un ultimo problema: la intima vinculación que ha adquirido el desarrollo
económico actual con la explotación irresponsable de los recursos naturales del
planeta.
La extensión de la industrialización ha deteriorado el medio ambiente a escala
global.
4. LA ARGENTINA: TERRORISMO DE ESTADO Y NEOLIBERALISMO. PROBLEMAS Y DESAFIOS
SOCIOECONÓMICOS ACTUALES
A comienzos de 1976 la Argentina había ingresado en una etapa de creciente
crisis económica. El contexto era cada vez más peligroso y de desenfreno de la
violencia política.
Es que en el ámbito de la economía domestica numerosos problemas se habían
entrelazado. A la recurrente inflación (hacia 1975, galopante) se sumaba un
aparato industrial poco dinamizado y con fuertes dificultades para competir a
escala internacional. El Estado sobrevivía con sus cuentas públicas crónicamente
deficitarias recurriendo al préstamo externo e interno. Un empate político entre
diversos grupos económico-sociales que pugnaban por el ingreso nacional había
hecho inviable un plan económico de largo plazo.
Tras el golpe de 1976, en la Argentina se instalo un nuevo gobernó dictatorial,
comandado por la junta militar a cargo del presidente de facto Videla y cuyo
ministro de Economía fue Martínez de Hoz. Para finalizar con la violencia
política, el gobierno militar dispuso la aniquilación física de los opositores
al gobierno. A partir de entonces el terrorismo de Estado creció y alcanzo su
fase de auge entre 1976 y 1979. Para el gobierno, el orden político interno
debía alcanzarse a cualquier costo.
Desde el punto de vista económico, el gobierno militar comenzó a impulsar las
primeras medidas que instalaron el neoliberalismo en nuestro país.
El gobierno enfatizo que debía ser el mercado el que asignara los recursos
económicos y que el Estado debía estarle supeditado. Los objetivos centrales
declamados del plan de 1976 eran promover una reforma estructural de la
economía, bajar la inflación de precios, modernizar la industria nacional,
promover la exportación y alcanzar una redistribución del ingreso “razonable”,
que en los hechos implicaba una creciente desigualdad social.
Martínez de Hoz, ministro de Economía hasta 1981, tomo diversas medidas
tendientes a alcanzar los objetivos previstos. Devaluó la moneda nacional y
eliminó las retenciones al comercio exterior para incrementar las exportaciones
y mejorar el saldo de la balanza de pagos. Aumentó el precio de los combustibles
y dispuso el congelamiento de los salarios
Estas medidas afectaron el poder adquisitivo de los asalariados y de los
sectores medios, contrayéndose el mercado interno en forma brusca. La
imposibilidad de articular una oposición política y/o sindical efectiva ante
estas medidas en el contexto del terrorismo de Estado genero las condiciones
propicias para imponer el modelo neoliberal.
Paralelamente, se estableció un programa de liberalización de la economía, sobre
todo de los mercados de bienes y financieros. Había dos objetivos centrales: que
la competencia extranjera obligara a la modernización de la industria local y
que bajaran los precios internos. Se eliminaron el conjunto de privilegios,
aranceles y subsidios que alimentaban y protegían a la industria argentina desde
décadas y se autorizó a que se incrementaran las importaciones.
Entre 1979 y 1981 comenzaron a vivirse los primeros efectos nocivos del plan
neoliberal. Los asalariados y los sectores medios aprovecharon la baja de los
aranceles para comprar productos importados., esta llegada masiva de artículos y
productos manufacturados desde el exterior promovió la quiebra de numerosas
fábricas y empresas privadas nacionales. Gran cantidad de industrias decretaron
la quiebra porque no pudieron hacer frente a la competencia extranjera o porque
sus dueños decidieron vaciarlas para especular con el capital en la bolsa, con
las tasas o el dólar.
Este fue el comienzo de la precarización del trabajo en la Argentina. Aunque
algunos pocos obreros encontraron empleo. La gran mayoría de ellos de deslizo
hacia una nueva forma de trabajo: el llamado “cuentapropismo”, cuyo denominador
común era que no estaban sometidos a ningún empleador.
Para 1981, el sistema financiero y cambiario había entrado en crisis. El proceso
de endeudamiento de las empresas estatales fomentado por el gobierno a partir de
la apertura financiera dejo como saldo el crecimiento impresionante de la deuda
externa.
Durante 1981-1983 la dictadura entro en un periodo de creciente crisis y tres
presidentes de facto se sucedieron Viola, Galtieri y Bignone. La política
exterior entre 1979 y 1982 fue sumamente conflictiva. El conflicto bélico con
Gran Bretaña por las islas Malvinas término en una derrota militar de la
Argentina, tras una corta guerra. El terrorismo de Estado, el conflicto con
Chile, la Guerra de Malvinas y el fracaso económico habían propiciado las
condiciones políticas necesarias para el regreso de la democracia y la
convocatoria a elecciones abiertas.
La caída de la dictadura no termino con el neoliberalismo en la Argentina. Los
presidentes Alfonsin y Menem ambos profundizaron la adopción de medidas que
posibilitaron el desarrollo del modelo económico neoliberal en nuestro país.
El gobierno de Alfonsín debió lidiar con un contexto político difícil, el juicio
a los comandantes del Proceso, los alzamientos carapintadas de 1987 y 1988, el
copamiento de cuartel militar por un grupo de izquierda en 1989, la fuerte
oposición sindical, el control por parte del partido peronista del Congreso
Nacional y las propias divisiones internas de la UCR.
Entre 1983 y 1989 se pueden distinguir 3 momentos: El primero, hasta 1985, es el
de la improvisación. Se buscó incentivar la demanda del mercado interno para
favorecer la industria de capital nacional. Se promovieron políticas de
incremento del gasto público y control de precios. Las políticas heterodoxas se
abandonaron entre 1985 y 1986, cuando Alfonsín y su nuevo ministro de Economía
Sorrouille, implementaron el llamado “Plan Austral”.
El segundo periodo del gobierno de Alfonsín se inicia con este Plan Austral. Se
dispuso la paridad cambiaria de la moneda nacional con el dólar, el desagio del
antiguo peso y la creación del “austral” como dinero circulante, el
congelamiento de precios y salarios y el control del gasto publico para promover
el superávit fiscal. Una estabilidad relativa se consiguió con estas medidas
hasta comienzos de 1987 y se recupero parcialmente el poder adquisitivo del
salario y la demanda interna. Pero como la puja redistributiva entre el capital
y el trabajo no cesó, el Plan Austral comenzó a derrumbarse a fines de 1987, al
ser el gobierno cada vez mas importante para detener el conflicto político y
social.
La tercera etapa comienza entonces hacia comienzos de 1988. el gobierno busco
retomar la iniciativa con el nuevo Plan Primavera de ese año, cuando una vez mas
se dispuso el congelamiento de precios, la regulación del tipo de cambio y los
primeros tímidos intentos de privatizar compañías estatales. Pero choco con la
oposición sindical y empresarial y con el partido peronista que se negó a apoyar
las privatizaciones.
El deterioro final del gobierno comenzó a fines de 1988 y se acentuó a comienzos
de 1989. En esta nueva etapa se dispararon la hiperinflación y las corridas
cambiarias motorizadas por los especuladores. Los precios se duplicaban mes a
mes. Con un presidente jaqueado política y económicamente, se realizaron las
elecciones presidenciales que ganó el candidato del partido peronista, Menem.
A partir de 1989, Menem busco generar las condiciones políticas propicias para
la profundización de las políticas económicas neoliberales y la reestructuración
total de la economía.
Tuvo como ministro de Economía a Cavallo, quien lanzo el llamado “Plan de
Convertibilidad”.
La oposición radical se comprometió con Menem a votar en el Congreso dos leyes
que serian las que profundizaran el neoliberalismo en la Argentina y
desmantelarán el Estado de bienestar en forma definitiva: la Ley de Reforma del
Estado y la Ley de Emergencia Económica. Con ellas el gobierno de Menem obtuvo
la vía libre que necesitaba legalmente para privatizar las empresas públicas,
suspender o terminar con los subsidios a las empresas privadas de capital
nacional y prohibir nuevas contrataciones de empleos en la planta estatal.
A partir de 1991 el Plan de Convertibilidad del nuevo ministro Cavallo cambio
notablemente el escenario económico.
La reacción de la demanda, ante la estabilidad reinante y el amplio crédito, fue
notable y genero un fuerte incremento de la producción.
Las medidas de Cavallo, al fijar la paridad del peso con el dólar en 1 a 1 y
liberalizar los precios y las importaciones bajando fuertemente los aranceles,
provocaron la llegada de una verdadera avalancha de productos importados.
Durante los 90 se generalizaron tiendas que vendían masivamente productos
importados a bajo precio. Paralelamente, la quiebra masiva de buena parte de la
pequeña y mediana industria nacional fue otra consecuencia de la apertura
económica.
El gobierno de Menem adopto otras medidas económicas netamente neoliberales.
Abrió el camino para la desregularización financiera al promover el desarrollo
de la banca privada.
En materia laboral y provisional, se legislo la flexibilización de las
relaciones laborales y se derogaron numerosos derechos que habían sido
adquiridos por las clases trabajadoras en las décadas precedentes. También por
ley se modifico el deficitario régimen de jubilación estatal y se autorizo la
creación de las AFJP, entidades privadas que estaban autorizadas a retener parte
de los ingresos de los trabajadores para destinarlos a una cuenta individual.
La reforma de la administración del Estado consistió en la expulsión de gran
parte de los empleados públicos. Con el argumento de terminan con el déficit
presupuestario y reducir la deuda externa, luego esta empresas se privatizaron,
permitiendo que los oferentes privados pagasen parte en efectivo y parte con
bonos de la deuda. Los trámites legislativos desordenados y apresurados
caracterizaron las privatizaciones.
La mayoría de las redes ferroviarias del país fueron abandonadas. Los trenes
dejaron de circular. Se generó una crisis de las economías regionales y el
aislamiento de numerosos pueblos y ciudades del interior.
El achicamiento del Estado supuso fuertes recortes presupuestarios en las áreas
más sensibles: las de la salud, la educación, la seguridad y la justicia
nacional, transfiriendo buena parte de ellas a jurisdicción de las provincias.
Se produjo una generalizada caída en la calidad de vida de la población, con
excepción del sector más rico que podía proveerse de medicina prepaga, seguridad
y educación privada.
Los efectos del Plan de Convertibilidad fueron contradictorios durante los 90.
Por un lado, la inflación se controlo y la estabilidad de precios alcanzada
promovió la llegada de fuertes inversiones extranjeras. Notables inversiones en
tecnología industrial y agrícola importada incrementaron también la
productividad industrial y agrícola. Las privatizaciones no desregularon el
mercado sino que promovieron la formación de monopolios y oligopolios.
El Plan de Convertibilidad también motorizo el crecimiento de la demanda, al
restablecerse el crédito a plazo. Paralelamente las cuentas públicas mejoraron
por la recuperación de los ingresos del Tesoro a partir del incremento de la
recaudación fiscal y sobre todo las sumas percibidas en conceptos de
privatizaciones.
La avalancha importadora de bienes, servicios y productos tornó crecientemente
deficitaria la balanza comercial mientras que la reforma previsional redujo en
el corto plazo los ingresos del Estado que debía hacer frente a los pagos
crecientes de los intereses de la deuda externa.
Aunque las exportaciones crecieron, la Argentina comenzó a sufrir un crónico y
creciente déficit en su balanza de pagos, que solo fue compensado en parte por
un mayor incremento de su deuda externa en los 90 solo se solucionaba mediante
la contratación de nuevos créditos.
La expulsión de empleados estatales devino en el incremento de desocupados. La
creciente caída del poder de compra de los asalariados y los sectores medios
contrajo fuertemente la demanda del mercado interno a partir de 1995, hecho que
generó el empobrecimiento de buena parte de la población de clase media y la
entrada en la marginalidad de los que ya estaban empobrecidos antes de la
convertibilidad.
La masividad de los nuevos pobres en la sociedad actual se explica por las
políticas neoliberales que acentuaron la distribución regresiva del ingreso
nacional.
En síntesis, veinticinco años de vigencia del modelo económico neoliberal habían
agravado notablemente la calidad y las condiciones de vida de la mayor parte de
la población argentina.
Capítulo 4: La crítica situación argentina actual
Numerosos problemas económicos, políticos, sociales y hasta morales, estallaron
en la Argentina de comienzos del siglo XXI.
Desde el punto de vista económico, las tasas de desempleo eran las mas altas de
la historia nacional. La tasa del subempleo también era de tendencia alcista.
Surgieron contratos temporales, renovables, sin aportes jubilatorios.
En la social, el índice de criminalidad creció fuertemente. La inseguridad,
palpable todos los días sobre todo en los grandes centros urbanos, era
apreciable con muertos en las calles, robos, asaltos con armas, secuestros
extorsivos y ataques mortales contra policías.
Otro síntoma de la crisis era la emigración de argentinos a España e Italia,
entre otros países.
En el terreno de la política, la percepción de la sociedad civil era la de
sospecha generalizada sobre la clase dirigente, especialmente por su relación
con practicas de corrupción.
El desprestigio de la clase política por su incapacidad técnica y su
ineficiencia fue un elemento determinante de la desorganización del país. La
población exclamaba “que se vayan todos”. El presidente de la Rúa durante su
mandato era ridiculizado por numerosos programas de televisión.
Podemos señalar algunos de los hitos más importantes que jalonaron la crisis
económica, política y social de los últimos años en nuestro país.
1. LA PRESIDENCIA DE CARLOS SAÚL MENEM (1989 – 1999)
Durante el gobierno de Menem, las reformas económicas y la convertibilidad
produjeron una gran entrada de capitales, con lo que se inicio una recuperación
y un crecimiento económico que beneficio, sobre todo, a los sectores de ingresos
más altos de la población.
Pero este crecimiento comenzó a desacelerarse ya hacia fines de 1994, lo que se
agravó con la crisis mexicana de 1995, que produjo una fuerte caída de
depósitos.
Las primeras manifestaciones de la crisis desatada por el modelo neoliberal
comenzaron a ser visibles ya en 1996. Surgió un nuevo sector social, el
trabajador desocupado que emergía como sujeto visible, como centro de una
movilización y que canalizaba su protesta por medio del corte de ruta: el
piquetero
Pero además la crisis del sudeste asiático y sobre todo la de Rusia y la de
Brasil produjeron dos shocks sobre la economía local en la segunda parte de la
década del 90: la baja de los precios de las exportaciones y la reversión de la
tendencia internacional de capitales hacia los países emergentes con un alza de
la tasa de interés que afecto el servicio de la deuda argentina.
Otros factores de fin de siglo, en este caso domésticos, también incidieron en
la inversión y el desaceleramiento del crecimiento.
Así, por las causas externas e internas, ya a fin de 1998 comenzó una larga
recesion económica.
Por ultimo, la fuga de divisas se generalizo también durante la década del 90.
Uruguay fue uno de los destinos preferidos de los fondos.
2. LA PRESIDENCIA DE FERNANDO DE LA RÚA (1999 – 2001)
Durante el gobierno de De la Rúa la crisis en la Argentina se profundizo aun más
y alcanzo su punto culminante en diciembre de 2001.
En 1999, al tomar posesión del cargo, De la Rúa nombro a Machinea ministro de
Economía. Mantuvo los lineamientos básicos del modelo neoliberal. Como muestra
de una “conducta responsable”, aumento los impuestos. Estos aumentos de
impuestos disminuyeron el ingreso disponible y el consumo, acentuando la
recesión que se tradujo en menor actividad y menor recaudación.
Paralelamente, mientras que a mediados de 2000 el desempleo escalaba ya a su
nivel mas elevado en tres años, el 6 de octubre se desataba una severa crisis
institucional: en medio de un escándalo por denuncias de sobornos en el Senado
en el marco de la reforma laboral, el vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez
renuncio en protesta por el manejo de la situación por parte del presidente De
la Rúa.
A la grave crisis institucional desatada, se sumó el derrumbe financiero.
Con la continua caída de la actividad y su consecuencia en la recaudación,
finalmente en marzo renuncio el ministro Machinea y se designo en su reemplazo a
Ricardo López Murphy.
El nuevo ministro impulsó propuestas de ajuste de matriz netamente neoliberal y
propuso un recorte en el gasto público. Entonces se profundizo la crisis
política del gobierno. Presentaron su dimisión, alegando que no podían avalar
que gran parte de la reducción del gasto correspondiera al área de educación.
Mientras tanto, creció la oposición política al ajuste. Se anunciaron paros y se
realizaron manifestaciones en varios puntos de la Capital Federal, Rosario, La
Plata y Córdoba, en centros universitarios.
El presidente decidió aceptar la renuncia del ministro de Economía, cuyo plan
había abortado por la presión social; pero nombro al también neoliberal Cavallo
en el cargo. El Congreso le atorgaba “superpoderes” a Cavallo, para restablecer
la economía.
El 7 de junio el ex presidente Menem quedó detenido por la causa de venta ilegal
de armas al exterior. Cavallo buscaba mejorar la competitividad de la economía
argentina dando subsidios, ventajas fiscales y expandiendo la oferta monetaria
con la reducción de los encajes bancarios.
Todo esto produjo efectos inversos, ya que aumentó la desconfianza que los
acreedores tenían del riesgo argentino. El 29 de agosto se sancionó la ley de
intangibilidad de los depósitos. El 30 de julio se había aprobado en el Congreso
la ley de déficit cero, a partir de la cual se estableció un recorte de 13 % en
salarios, jubilaciones y pensiones publicas de mas de 500 pesos-dólares, hecho
que deparó gran malestar social.
Cuando hacia septiembre, abandonado por el FMI que insistía en la salida de la
convertibilidad, el gobierno ya no obtuvo crédito, comenzó el deslizamiento
hacia la crisis final.
En diciembre de 2001 la crisis alcanzo su clímax.
El día 1, De la Rúa dio a conocer nuevas medidas económicas, todas altamente
impopulares. Para frenar la creciente caída de los depósitos, el gobierno
imponía por noventa días, entre otras medidas, un límite semanal de 250
pesos-dólares en retiros bancarios. Esta fue una de las medidas más impopulares
del gobierno: con el llamado “corralito”, el mecanismo consistía en impedir el
retiro de la totalidad de sus salarios a todos los trabajadores y empleados
bancarizados. Con ello, se producía un quiebre en las relaciones económicas.
Además se autorizo la posibilidad de dolarizar los depósitos en pesos, se
restringieron los envíos de divisas al exterior, se prohibieron los préstamos en
pesos y se fijo que las operaciones financieras se realizaran solo con las tasas
que se aplicaban a las transacciones en dólares. Se iba camino a dolarizar la
economía en el marco de otro ajuste. Pero la medida más impopular del gobierno
fue el llamado “corralito”, un eufemismo para encubrir la confiscación de los
ahorros privados por parte de los bancos. Paralelamente, el FMI anunciaba que no
liberaría un desembolso pactado con la Argentina. La decisión dejaba al país al
borde de la cesación de pagos.
En este marco, estallo finalmente la crisis social. El 13 de diciembre
comenzaron los saqueos de supermercados en los bolsones más pobres de la ciudad
de Rosario, mientras que la CGT, movilizando a la clase obrera, realizaba una
huelga general. Por su parte, los reclamos de los sectores medios contra las
confiscaciones bancarias se hacían oír también por medio de un nuevo y novedoso
vehiculo de expresión: el cacerolazo.
La movilización popular en las calles de las ciudades mas importantes del país
atizó la ya evidente crisis política y empujo la caída de De la Rúa: al reclamo
de “que se vayan todos” se le acompañaba la exigencia del inmediato
desplazamiento y cese en sus funciones.
En este contexto institucional, político, económico y social, las dos
expresiones políticas más importantes del país, el Partido justicialista y la
UCR, retiraron todo apoyo al gobierno.
El presidente De la Rúa, ciego ante la gravedad que adquirían los
acontecimientos y aferrado con su ministro Cavallo al modelo neoliberal, había
enviado al Congreso el proyecto de presupuesto del 2002, que incluía otro fuerte
recorte de gastos.
En la noche del 19 de diciembre comenzó la movilización de las clases populares,
mientras. La violencia ya había causado la muerte de 4 manifestantes. El
presidente decreto el estado de sitio en las primeras horas de la noche,
suspendiendo las garantías constitucionales durante un mes. La insólita medida
del gobierno desató la ira en la mayor parte de la población. Una manifestación
espontánea de la clase media porteña se movilizo hacia la Casa de Gobierno, el
Congreso, la residencia de Olivos y el domicilio de Cavallo, precipitando esa
noche la caída del ministro de Economía.
El 20 de diciembre la Plaza de Mayo y el centro de la ciudad de Buenos Aires
fueron escenario de violentas protestas, en las que participaban no solo
sectores de clase media sino también obreros, estudiantes, empleados públicos,
comerciantes, pequeños empresarios, piqueteros y otros grupos sociales más
militantes, con convicciones políticas e ideologías definidas (partidos de
izquierda, sindicalistas, etc.). Paralelamente, robos y saqueos de delincuentes
comunes en todo el país mostraban el colapso total de la seguridad pública.
Finalmente, De la Rúa renunciaba y abandonaba la Casa de Gobierno.
Ante la ausencia de vicepresidente, los gobernadores del Partido Justicialista
imponían a Puerta, presidente del Senado, como presidente provisional de la
Nación.
3. LAS PRESIDENCIAS PROVISIONALES DE RAMÓN PUERTA, ALBERTO RODRÍGUEZ SAÁ Y
EDUARDO CAAMAÑO (21/12/01 – 1/01/02)
En diciembre de 2001, en un país al borde del colapso, entraba en funciones de
presidente provisional el presidente del Senado, Puerta, como la establecía la
línea de sucesión.
Tras largos debates en el seno del Partido Justicialista, el 23 de diciembre
Rodríguez Saá, gobernador de San Luis, juraba como mandatario interino por
noventa días.
Se acuso al ex gobernador puntano de querer quedarse en el Poder Ejecutivo
nacional más tiempo.
El 28 de diciembre la Corte Suprema convalido la restricción al retiro de fondos
de los bancos, lo que desato mas protestas callejeras de las clases medias.
Rodríguez Saá opto por no reprimir.
El 30 de diciembre, varios gobernadores peronistas no acudieron a una reunión
convocada por el presidente provisional Rodríguez Saá. Entonces el puntano
renuncio denunciando la falta de apoyo de su propio partido. El 31 Puerta, que
debía asumir la presidencia, no acepto y el gobierno nacional quedó en manos del
líder de la Cámara de Diputados, Caamaño.
4. LA PRESIDENCIA PROVISIONAL DE EDUARDO DUHALDE (2002 – 2003)
La crisis política comenzó a decrecer, muy lentamente cuando la Asamblea
Legislativa proclamo al jefe del poderoso aparato del Partido Justicialista de
la provincia de Buenos Aires, Duhalde, presidente provisional.
Duhalde inicio su gestión con una ley de emergencia que estableció el abandono
de la convertibilidad. Se fijaron tipos de cambios, a los que se convertirían
los créditos y depósitos en los bancos y las obligaciones públicas y privadas.
Duhalde designó al nuevo ministro de Economía, Lenicov.
En el 2002 se dispuso el llamado “corralón”. Con esta medida se reprogramaron
todos los depósitos a plazo fijo, impidiendo a la población que tuviera acceso a
sus fondos depositados en los bancos y pudiera retirar sus ahorros.
En enero se realizo otro cacerolazo nacional convocado por las asambleas
vecinales y que contó con una multitudinaria adhesión en todo el país. Las
consignas de buena parte de la población seguían siendo la renuncia de los
miembros de la Corte Suprema, el llamado inmediato a elecciones y el
levantamiento del corralito bancario. En febrero el gobierno anuncio un nuevo
paquete de medidas. Dejaría de regir el dólar oficial a 1,40 pesos y se
adoptaría un sistema de tipo de cambio flotante. Se pesificaron uno a uno todas
las deudas y alquileres y se permitió retirar de los bancos la totalidad del
sueldo.
La decisión de abandonar la convertibilidad trajo numerosos problemas económicos
y especialmente financieros en el corto plazo.
Por un lado, la brecha entre el dólar oficial y el dólar libre comenzó a
agrandarse desde el primer momento. Todas las obligaciones en dólares pasaban a
pesos al tipo de uno a uno. Se violaban así los contratos y los derechos de
propiedad.
Los precios subieron como consecuencia de la devaluación y cayeron los salarios
reales. Cuando la moneda estadounidense llegó así a casi 4 pesos y se estuvo al
borde de la hiperinflación, Duhalde cambio la conducción económica; el nuevo
ministro Lavagna asumió en abril.
Mientras la moneda se devaluaba, el grupo de los países mas industrializados del
mundo insistía en que el gobierno debía reducir aun mas el gasto publico y
cumplir con las demás condiciones fijadas por el FMI para obtener ayuda
internacional.
El ministro Lavagna adoptó medidas que, en parte, se alejaban de los
requerimientos del Fondo: controlar la emisión monetaria y el gasto, estableció
nuevos impuestos a las importaciones y ordenó que el Banco Central redujera los
redescuentos.
El ministro apuntó a articular una mínima política de ayuda a los desocupados en
aras de buscar apaciguar el conflicto social.
A partir de agosto de 2002 la economía comenzó a dar algunos signos de
recuperación: se había estabilizado el tipo de cambio y la inflación estaba
relativamente controlada. En diciembre de 2002 se levantó el corralito,
liberando los depósitos retenidos.
El 2 de julio Duhalde finalmente optó por convocar a elecciones presidenciales
anticipadas.
Durante los meses siguientes se desató una intensa puja política en el seno del
Partido Justicialista entre los diferentes caudillos peronistas. Finalmente,
tras un ballotage que finalmente no llegó a efectuarse porque el candidato Menem
desistió de la segunda vuelta, ganó la presidencia el segundo mas votado por la
población y aliado del presidente saliente, Néstor Kirchner, quien asumió el
cargo en mayo de 2003.
LIBRO: LA SOCIEDAD Y EL ESTADO EN ARGENTINA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
Capítulo 1: El estado interventor
1. LA CRISIS ECONÓMICA INTERNACIONAL
La crisis Mundial de 1930 tuvo sus antecedentes en la situación creada en la
inmediata primera posguerra. Causas:
1) Al finalizar la Gran Guerra, estados unidos se trasformó en el primer
acreedor mundial sin asumir liderazgo en el mercado internacional por lo que los
principales países europeos quedaron endeudados en el mercado de capitales
norteamericano y entrelazado económicamente: todos le debían a EE.UU.
El mercado internacional perdió el correcto funcionamiento ya que la economía
Inglesa había perdido liderazgo. Entonces el mercado funcionaba con la ley de la
selva cada país tomaba medidas en su propia beneficencia sin tener en cuenta
efectos en el sistema.
2) La escasez de divisas retardo la modernización de la industria europea y los
cambios necesarios para la reconstrucción y el crecimiento de la economía
3) El florecimiento de la economía norteamericana difundió el sistema fordista:
fabricación en serie, línea de montaje, parcelación del trabajo, elevación de
salarios, que llevo al nacimiento de la producción y el consumo masivos.
Pero a fin de la década hubo un aumento en la productividad mayor que los
salarios y escaso consumo del sector agrario por lo que se interrumpieron las
inversiones y capitales y se orientaron a la Bolsa para la especulación, lo
llevó al aumento la tasa de interés.
4) La quiebra de la Bolsa neoyorquina en 1929, crisis en el mundo desarrollado,
la economía mundial se paralizo, se interrumpieron flujos de capital y el
sistema multilateral de intercambio y pagos.
La actividad industrial inicio periodo de contracción de actividades, deflación
de precios y disminución de beneficios que produjo desempleo. Entre 1930 – 1932,
el abandono del patrón oro llevó a la interrupción del comercio internacional y
esto agravó más la crisis.
Las consecuencias de la crisis fueron:
- La mayoría de los países cerraron sus fronteras aplicando medidas
proteccionistas como aranceles aduaneros altos, control de cambios,
inconvertibilidad de su moneda, abandono del patrón oro, para limitar sus
importaciones.
- Mayoría de los países cerraron sus fronteras aplicando medidas proteccionistas
como aranceles aduaneros altos, control de cambios, inconvertibilidad de su
moneda, abandono del patrón oro, para limitar sus importaciones.
- Emisión sin respaldo de la moneda por parte de los gobiernos.
2. LA ECONOMÍA ARGENTINA DURANTE LA DÉCADA DEL 30
La víctima principal de la crisis del 30 fue el comercio internacional que no
recuperó su volumen hasta después de la 2 GM. Este hecho afectó a la economía de
nuestro país orientada hacia la exportación de bienes primarios. El efecto
inmediato fue una gran disminución de los precios de esos productos.
El país comenzó a sufrir una fuerte restricción de divisas que limitó su
capacidad importadora. Esto se manifestó en la acumulación de stocks exportables
y capitales sobrantes, desempleo y descenso de la actividad agropecuaria; el
mercado local quedó desabastecido.
El Estado nacional asumió una actitud intervencionista frente a los problemas
económicos y políticos. Estas medidas espontáneas a comienzos del 30 cobraron
coherencia a partir de 1936 bajo la influencia de Keynes que plantaba que frente
a la crisis, el mercado por sí solo era incapaz de poner en marcha el sistema
económico; el Estado debía abandonar su papel pasivo y tomar medidas que
sostuvieran el consumo y generaran empleo.
En lo político, se quebró el sistema democrático, el golpe de 1930 instauró el
fraude electoral como mecanismo de control para el acceso al gobierno.
Para hacer frente al desempleo y la gran recesión, el gobierno de Uriburu (1930
– 1932) tomó medias proteccionistas y al peso argentino inconvertible a oro
decretado por el gobierno anterior, se agregó la devaluación de la moneda, el
control de cambio y el aumento de los aranceles aduaneros.
El estado nacional debía tomar medidas que sostuvieran el consumo, generaran
empleos y subsidiaran a los sectores económicos clave.
Luego de que Argentina en 1929, Inglaterra en 1931 y Estados Unidos en 1933
abandonaran el patrón oro, los intercambios multilaterales se frenaron y
comenzaron a funcionar pactos preferenciales bilaterales. En este marco, el
gobierno de Agustín P. Justo (1932-1938) firmo el Pacto Roca- Runciman para
contrarrestar los efectos del Pacto de Ottawa firmado entre Gran Bretaña y sus
colonias, que instituía la preferencia imperial: Inglaterra preferiría a sus
colonias en todos sus intercambios y abandonaba los principios de librecambio;
eliminando a nuestro país del negocio.
El gobierno argentino logro mantener un mínimo de exportaciones de carne a
Inglaterra, haciendo algunas concesiones, se quitaron los aranceles a las
importaciones de carbón y hierro Ingles y se otorgaban privilegios a las
compañías de transporte de ese país (ferrocarriles y subterráneos).
En 1933 Pinedo asumió como Ministro de Hacienda y desarrollo el Plan de Acción
Económica que proponía regulaciones en los mercados de bienes, modificaciones en
el mercado cambiario, un reordenamiento de la política fiscal y una nueva
política monetaria con la creación del Banco Central.
En cuanto a las regulaciones de los mercados de bienes, se tomaron medidas
compensatorias para la producción agropecuaria, se crearon juntas de carnes,
granos azúcar, yerba. Se buscaba con la creación de estas instituciones
compensar la caída de los precios en el mercado internacional y controlar los
stocks exportables.
Se devaluó el peso y se desdoblo el mercado cambiario. En cuanto a la política
fiscal se proponía bajar el déficit. Pinedo recurrió a lo que se llamo
empréstito “patriótico”, a la emisión monetaria y unifico los impuestos
internos.
En 1936, Prebisch ponía en marcha una nueva institución: el Banco Central. El
objetivo del banco era concentrar reservas para moderar el impacto de las
fluctuaciones de las exportaciones y de las inversiones de capitales extranjeros
sobre la moneda, el crédito y las actividades comerciales, se buscaba con su
creación regular la circulación monetaria ajustando el crédito y los medios de
pagos al volumen de los negocios. Otra función fue el asesoramiento al gobierno
sobre la emisión de empréstitos.
Todas estas medidas económicas permitieron el crecimiento y desarrollo de una
industria nacional para abastecer el mercado interno. Este proceso, conocido
como “Industrialización por sustitución de importaciones, permitió al país un
nuevo crecimiento económico en el momento en el que el modelo agroexportador
parecía agotarse.
Ortiz (1938-1940) delego el mando al vicepresidente Castillo (1940-1943) Pinedo
volvió como Ministro de Hacienda, este proponía un plan de desarrollo industrial
especializado y exportador.
El programa de Pinedo (Plan de Reactivación Económica) se proponía incentivar
las industrias locales que elaborar materia prima nacional y exportaran su
producción. El gobierno otorgaría a esas industrias permisos a esas industrias
permisos previos de importación y la posibilidad de adquirir moneda extranjera a
precio oficial para la compra de bienes de capital en el exterior. El objetivo
era ampliar los mercados exportadores argentinos con el fin de obtener divisas
en un momento en el que las reservas del Banco Central escaseaban por la guerra.
Aunque no se haya puesto en práctica, es el primer intento oficial de
desarrollar la industria con políticas específicas de apoyo.
Esta nueva visión industrialista, debe entenderse en el contexto de la Segunda
Guerra Mundial (1939), la cual ejerció varios efectos sobre el desarrollo
industrial argentino. Por un lado, la disminución de los transportes
transoceánicos produjo una protección mucho más efectiva sobre todas las ramas
de la industria, generando un crecimiento explosivo de la actividad y por el
otro, impidió la renovación de equipos y bienes intermedios.
Las dificultades en el abastecimiento de repuestos y armamentos, impulsaron a
los militares a desarrollar un pensamiento industrializador con el objetivo del
abastecimiento de armamentos y bienes estratégicos para la defensa nacional.
Castillo en 1942 creo dos empresas estatales: la flota mercante, para atender la
falta de transporte marítimo y fabricaciones militares para producir municiones
y armas.
En 1945 el modelo de crecimiento de la Argentina había cambiado: se basaba en el
incremento de la demanda interna de productos manufacturados en el país. Este
modelo se llamará “crecimiento hacia adentro” o “mercado internista”
Hacia 1945 predominaban empresas medianas y pequeñas de capital nacional,
dedicadas a la manufactura (talleres metalúrgicos, textiles), grandes firmas de
capital nacional (alimentos, textiles y bienes durables) y empresas de capital
extranjero oligopólicas (químicos, automotor, farmacéutico, neumáticos).
3. EL ESTADO INTERVENTOR
El Estado argentino tomo intervención directa en las finanzas y en la economía,
estableció barreras arancelarias, oriento las importaciones a través del control
de cambios, regulo la producción, estableció los impuestos internos y amplió la
superintendencia fiscal y financiera, creo la Flota Mercante Nacional y asumió
funciones productivas desde la creación de Fabricaciones Militares.
A partir de 1932 el Banco de la Nación Argentina empezó a respaldar el crédito
agrario elevando el margen de los préstamos para esas operaciones y se empeño en
el fomento del cooperativismo agrario.
Con e objeto de dar liquidez a la política monetaria se crearon en 1935 el Banco
Central de la República Argentina y el Instituto Movilizador de Inversiones
Bancarias.
Los grupos conservadores que se habían apoderado del Estado después del golpe
militar de septiembre de 1930 utilizaron las instituciones para organizar el
fraude electoral que les permitiese perpetuarse en el poder y les garantizara el
control de los grupos sociales movilizados por la experiencia democrática en la
década anterior.
4. LA ESTRUCTURA SOCIAL (1930 – 1945)
Hasta la crisis, el modelo agroexportador había dado forma a la sociedad rural.
En ella se reconocían tres estratos: la elite terrateniente, los estancieros;
los sectores medios, rurales, los chacareros divididos en colonos (propietarios
y/o poseedores de la tierra) y arrendatarios y medieros; por último los
trabajadores o peones rurales (gente sin tierra y sometidos a relaciones
semiserviles)
La crisis aceleró la transformación que venía sucediendo en el campo desde
inicios del siglo y estancó el proceso de modernización hasta 1960. Este hecho
afectó a la agricultura que se sostenía con un modelo que contaba con abundante
oferta de mano de obra bata. La ganadería, siguió creciendo en los años
siguientes con niveles de productividad mejores debido a la incorporación de
tierras agrícolas, menor necesidad de los trabajadores y la mejora de los
precios internacionales.
En cuanto a los ganaderos, la especialización de la producción que implicó la
generalización de la tecnología frigorífica norteamericana dividió a los
propietarios en invernadores y los criadores. Los primeros estaban representados
por la Sociedad Rural y los segundos por sociedades rurales del interior
En las ciudades aparecieron los sectores propios de la sociedad industrial:
patrones y obreros.
Los nuevos obreros provenían del campo expulsados por la desocupación rural y
llegaban a las ciudades atraídos por la demanda de mano de obra producida por la
industria sustitutiva.
La transferencia de tierra era una transformación que sólo las mayores
extensiones podían protagonizar. Así se formo una población rural desocupada,
que pronto se trasladó a las ciudades del litoral, y provocó el crecimiento del
Gran Bs As..
Esta transformación coincidió con el incremento de la demanda de mano de obra
por parte de las industrias en crecimiento.
La burguesía industrial también se fortaleció. Muchos propietarios de pequeños
talleres del período anterior, lo fueron después de grandes fábricas de bienes
de consumo, otros eran capitalistas rurales que invirtieron en las nuevas
actividades que se consolidaron por la desaparición de la competencia de los
productos importados
5. LOS ACTORES SOCIALES
El movimiento obrero inicio su historia antes de 1930, en un largo proceso de
luchas, fracasos y conquistas. Luego del golpe de 1930 los sindicatos
socialistas y sindicalistas revolucionarios, constituyeron una central obrera
única, la Confederación General de trabajo (CGT). En diciembre de 1935
disidencias entre ambos grupos llevaron a su ruptura, y se dividió en CGT
Independencia, dominada por los socialistas y la CGT Catamarca, dominada por los
sindicalistas, que años después pasaría a llamarse Unión Sindical Argentina
(USA).
Ante el estallido de la 2 GM, la política de neutralidad adoptada por el
gobierno argentino, no fue aceptada por un sector socialista y comunistas, y
provocó la ruptura de la CGT:CGT Nº1 (neutralista) y CGT Nº2.
Los nuevos industriales eran un sector muy importante, desde el punto de vista
económico, que empleaban a un creciente número de personas. Conformaban las
llamadas industrias artificiales que no iban a ser protegidas de la competencia
externa, al terminar la guerra. Carecían de representación política y casi no
tenían posibilidades de ser escuchados en las organizaciones corporativas como
la UIA.
Dentro de los sectores conservadores, existía un grupo progresista, que aceptaba
la industrialización con finalidad exportadora, limitada a aquellos bienes que
el país podía producir a precios internacionales.
Al hablar de las fuerzas armadas se hace referencia al ejército, porque la
Marina tenía escasa participación política independiente de aquél y porque la
Aeronáutica no existía aún.
Uno de los acontecimientos más importantes para el análisis de las instituciones
militares es su politización como consecuencia del advenimiento de la democracia
con los gobiernos radicales y con los planes corporativos de Uriburu.
Fueron delineándose 3 corrientes internas:
a) Radicales, que protagonizaron una serie de levantamientos frustrados
b) Corporativistas que acompañaron a Uriburu, cuyo número fue aumentando a causa
de la propaganda nacionalista y católica desarrollada en el país y del auge de
los movimientos fascistas en el mundo
c) Justistas liberales
La política de Justo para el sector consistió en reforzar su preparación y
equipamiento, a medida que el mundo avanzaba hacia el conflicto bélico y en
acentuar su profesionalismo para evitar el debilitamiento de la disciplina
interna a causa del faccionalismo y injerencia en los asuntos políticos.
La misma política intentó llevar adelante su sucesor Ortiz, en un marco en el
cual el estallido de la guerra ponía en primer plano el tema de la neutralidad,
e inclinaba la balanza interna hacia el sector nacionalista.
Entre los militares se había fortalecido la opinión que destacaba la importancia
del desarrollo de la industria nacional para garantizar el abastecimiento de
material estratégico y el pleno empleo. Temían que se produjera una crisis
económica.
Durante el gobierno de Catillo, se cultivó la relación con el sector
nacionalista del ejército. Se hizo lugar a los reclamos respecto del
mantenimiento de la neutralidad que le significó el enfrentamiento con EE UU, e
intentó asegurar la provisión de armamentos.
El conflicto entre el presidente y las fuerzas armadas se agudizó por el
excesivo conservadurismo de Castillo y sus intentos por promover la candidatura
de Costas que llevó al golpe militar que derrocó al presidente en 1943.
En un período de grandes transformaciones de la sociedad argentina entre 1860 y
1920, era inevitable que la Iglesia tuviera que adaptarse al nuevo modelo
económico y social.
El poder político visualizó a la Iglesia como un importante aliado para
disciplinar a los distintos grupos sociales del nuevo modelo. Las reglas de
juego entre las instituciones tenían que estar claras: convivencia y hasta
concesiones, pero con la condición de sometimiento al poder político.
El estricto control de la disciplina del clero llevó a lo que se llama
romanización de la Iglesia (acatamiento estricto del dogma y de las normas del
Vaticano)
A principios de siglo los conflictos disminuyeron. Las reformas laicas de los
gobiernos liberales tuvieron lugar entre 1880 y 1890 (registro civil, ley 1420
de enseñanza primaria, laica, gratuita y obligatoria). La intención de estas
reformas era limitar el poder la Iglesia.
Por el otro, la aparición de ideologías ateas (anarquistas, socialistas) que
llegaron junto con la inmigración europea y que comenzaron a manifestarse en
luchas obreras, fue un factor que acercó la Iglesia al Estado.
Por esta época, la Iglesia comenzó a identificarse con la oligarquía y las
fuerzas armadas. Se opuso a todo gobierno representativo que se legitimaba a
través de la soberanía popular, por lo tanto acompaño el golpe militar del 30.
6. LA POLÍTICA Y LOS PARTIDOS
Las fuerza políticas oficialistas estaban representadas en primer lugar, por el
Partido Demócrata Nacional, fundado en 1931 (era una Federación de grupos
conservadores), su fiel aliado fue el Partido Socialista Independiente.
Los radicales antipersonalistas colaboraron con la gestión de Justo, que se
consideraba perteneciente a este grupo.
La década del 30 fue una etapa difícil para la UCR, que tenía a sus dirigentes
perseguidos y se la obligó a pasar a la abstención electoral. El fracaso de los
grupos radicales revolucionarios de 1931 – 1933 y su desaprobación por la
conducción del partido, permitió que Alvear lo dirigiera en una línea
conciliatoria.
La carta de reunificación del partido de 1931 preveía la elección de
autoridades, pero esto nunca se aplico. El voto por lista completa, sin
representación de minorías, hizo que los alvearistas imitando el “fraude
patriótico”, ganasen la interna del partido, que se transformó en una federación
de caudillos locales. La ausencia de debate era grave en el partido que estaba
dividido en 2 tendencias: una mayoritaria o alvearista y otra legalista, formada
por los yrigoyenistas. La lucha de éstos contra la conducción era una lucha por
el control del partido y por su renovación doctrinaria.
Al hablar de las fuerzas políticas de la época, no se puede dejar de mencionar a
los nacionalistas que si bien carecían de una estructura organizativa efectiva
que los unificara en las diferentes etapas que recorrió el movimiento, éstos se
afianzaron en las etapas previas al golpe de 1930, a través de una dura crítica
al Estado liberal y a los partidos políticos y una fuerte formación católica.
Esta corriente de pensamiento antimoderna, antiliberal y antidemocrática, es
designada como restauradora. Frente a ella se distingue otra, que se llama
populista, representada por la FORJA.
Estos últimos pretendían adaptar las ideas generales y universales a la realidad
del país. Creían en un consenso políticamente original y eficaz que podía ser
construido sobre la coincidencia en algunas cuestiones concretas de la política
y la economía argentinas: sufragio libre, sentido social, neutralidad frente a
los conflictos de las grandes potencias, etc.
Para ellos, la fuente del poder legítimo se encontraba en la soberanía del
pueblo.
Para los restauradores el ideal era el Estado centralizado, autoritario y
corporativo. Mientras éstos permanecieron fieles a su origen uriburista y eran
la expresión de quienes se sentían amenazados por la modernidad y sostenían
posiciones antiliberales y antidemocráticas; los populistas sostenían el
federalismo, la sociedad igualitaria y la democracia.
El consenso entre los partidarios del golpe se centraba en el derrocamiento de
Irigoyen, pero estaban divididos en dos grupos.
El sector que protagonizó el alzamiento militar y que rodeaba a Uriburu estaba
integrado por los nacionalistas autoritarios, eran contrarios a la democracia y
a los partidos políticos, admiradores de la dictadura de Mussolini. Este grupo
ocupó un lugar centran en la política nacional, elaboró una estrategia de
elecciones escalonadas, hasta llegar a una instancia nacional que eligiera
convencionales para reformar la Constitución y elaborar otra. Además, contaban
con el consenso de las corporaciones económicas como la Sociedad Rural y la
Unión Industrial Argentina, los partidos políticos antiyrigoyenistas (partidos
conservadores, Unión cívica Radial Antipersonalista y el partido socialista
Independiente).
Éste estaba compuesto por los sectores conservadores de la sociedad, los
partidos políticos y la clase dominante, se agrupaba en torno a P. Justo y
sostenía que la Argentina no estaba madura para la democracia. Cuestionaba la
reforma Sáenz Peña y proponía conservar las instituciones republicanas. Justó,
candidato de la Concordancia fue elegido presidente en 1932 debido al fracaso
del corporativismo, al fraude electoral y la proscripción de los candidatos
radicales.
Las elecciones era periódicas, los presidentes duraban 6 años establecidos, el
Parlamento funcionaba regularmente, pero el fraude electoral impedía a la
población expresar libremente sus derechos políticos.
El gobierno de Justo, estuvo encaminado a mantener los lazos económicos con Gran
Bretaña. Tuvo que intervenir las provincias opositoras para garantizar el
triunfo de los candidatos de la Concordancia. El Parlamento fue el lugar que los
opositores utilizaron para denunciar el fraude y los negociados de los elencos
gobernantes.
En 1940, cuando asumió el vicepresidente Castillo, tendió a apoyarse en las
fuerzas armadas cuyos miembros dejaban cada vez más de ocuparse de sus funciones
para introducirse en la política. Gobernó bajo el estado de sitio y recurrió a
las prácticas fraudulentas para organizar la sucesión presidencial de 1944.
Finalmente, Ortiz elevó su renuncia, que fue aceptaba por la Asamblea.
Capítulo 2: El Estado como árbitro
1. LA SITUACIÓN INTERNACIONAL EN LA INMEDIATA POSGUERRA
Al término de la contienda mundial la actitud de EE UU fue ayudar a la
recuperación europea a través del Plan Marshall. Se produjo la creación de una
serie de organismos internacionales para prevenir la repetición de los
acontecimientos anteriores y facilitar la recuperación del mercado mundial: se
firmaron los acuerdos de Bretton Woods de 1944, se creó el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial, y se estableció el acuerdo sobre tarifas
y aranceles (GATT).
La recuperación económica fue rápida a pesar de las condiciones en que Europa
había quedado después del conflicto. La pérdida de equipos industriales, ganado,
falta de capitales de giro y una población mal alimentada, no impidieron que la
recuperación estuviera terminada en 1950 gracias a las políticas mixtas
implementadas en todos los países.
La economía norteamericana era una economía industrial y productora de materias
primas y alimentos, por lo cual se produjo una redefinición de la división
internacional del trabajo.
2. LA ECONOMÍA DE LA ETAPA PERONISTA
El gobierno surgido del golpe militar producido en 1943 y el de Perón (1946 –
1952) tenía una clara conciencia del rol de la industria en la economía nacional
y de la necesidad de tomar medidas que apoyaran su fortalecimiento. Éstas
fueron:
- Protección de la industria nacional mediante barreras arancelarias fuertes
- Una política redistributiva de los ingresos que permitió ampliar el mercado
interno, incorporando a los trabajadores como consumidores de la producción de
bienes durables y semidurables
- Una política de incentivos a la industria (creación del Banco Industrial en
1944 que otorgaba créditos baratos y a largo plazo para la inversión y
desarrollo industrial)
- Nacionalización de los transportes (ferrocarriles y colectivos) y servicios
públicos (gas y electricidad)
- Nacionalización del Banco Central y de los depósitos bancarios, que permitió
la movilización del ahorro nacional.
- Nacionalización del comercio exterior mediante la creación del IAPI. Por medio
de este organismo, el Estado era el único comprador de los productos exportables
y el único vendedor de los mismos productos en el exterior. El organismo era el
único comprador en el exterior de los productos importados y el que los
introducía al país.
- El Estado realizó una política de inversiones ampliando la red caminera, al
construcción de viviendas y obras de infraestructura, pero no alcanzaron a
compensar la desinversión de la década anterior.
El gobierno peronista adoptó la planificación como método de acción. A lo largo
de su gestión se pusieron en práctica dos Planes Quinquenales. El primero de
ellos entre 1947 y 1951 y el segundo entre 1953 y 1957, interrumpido por la
caída de Perón en 1955. Proponía los objetivos de gobierno y metas a alcanzar.
Estas medidas produjeron un acelerado crecimiento de la economía nacional, que
encontró su límite en la crisis de 1950. Ésta fue el producto del propio
crecimiento industrial que generó un incremento sostenido y un cambio en la
composición de las importaciones. Con el impulso industrializador aumentaron las
demandas de bienes de capital e insumos que no se producían en el país. Estas
importaciones debían pagarse con divisas, que seguían obteniéndose de la
exportación de bienes primarios, que estaba estancada debido a la estructura de
la propiedad de la tierra y atraso tecnológico. A medida que se agotaban las
divisas, el gobierno en 1952 lanzo el Plan de Emergencia económica: congela los
salarios y precios para bajar inflación por dos años, lanzó campaña contra la
especulación y el agio y suspendió las paritarias.
El segundo gobierno de Perón (1952 – 1955) intentó desarrollar la industria
pesada, y alentó la inversión extranjera.
A comienzos de la década del 50, la industria nacional presentaba serias
dificultades para renovar su maquinaria, el país no generaba divisas necesarias
para su importación y ello obligó a un replanteo de todo el proceso industrial.
El gobierno de Perón interesado en profundizar el desarrollo industrial pensó
solucionar la falta de divisas con inversiones extranjeras, para ello, en 1953
promulgó la ley 14.122 que otorgaba garantías a estas inversiones.
En los últimos años de gestión, el peronismo obtuvo algunos éxitos económicos
como el control de proceso inflacionario y el inicio de una nueva etapa de
crecimiento de la actividad industrial que duraría 10 años. La producción
agropecuaria no recuperó los niveles de producción de 1947 pero diversificó e
inició su modernización.
Durante los 10 años de gestión, el gobierno puso en vigencia muchas de las leyes
sociales anteriores y controló su aplicación a través del Ministerio de Trabajo
y Previsión Social. Se penalizó a los infractores y se amplió la legislación
laboral.
Se otorgó el pago de salarios en días feriados, las vacaciones pagas, la
incorporación al sistema jubilatorio de los empleados de comercio, los
trabajadores de la industria y los trabajadores independientes, el
establecimiento del estatuto del peón rural y el pago de un sueldo anual, etc.
A través de la Ley de Asociaciones Profesionales se promovió la existencia de
sindicatos únicos por rama de actividad y se los autorizó a percibir descuentos
automáticos sobre los salarios destinados al financiamiento del aparato
sindical. También se creó un fuero laboral para tratar los conflictos entre
patrones y obreros, se fijó la indemnización por despido injustificado y se
desarrolló el turismo social.
3. LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LA ETAPA PERONISTA (1945 – 1955)
La inmigración de origen europeo desapareció a partir de 1930 y sólo tuvo un
último pico entre 1947 y 1952 como consecuencia del fin de la guerra. A partir
de esa fecha y mediados de 1970 hizo su aparición la inmigración desde países
limítrofes. Las más importantes son las migraciones internas.
1) La estructura social agraria de la pampa húmeda se caracterizó por el
estancamiento de la producción agrícola a partir de 1930 que produjo un
desplazamiento de trabajadores desde el campo hacia los centros urbanos. Esta
transferencia de población desde la región pampeana, el noreste y el nordeste,
se dirigió hacia las aglomeraciones urbanas de distinto tamaño y se fue
acercando hacia los grandes centros. El mayor número de migrantes nativos se
orientó hacia el Gran Buenos Aires
Los arrendatarios y medieros mejoraron su situación económica gracias a la
legislación social introducida por los militares en 1943 como la rebaja de los
cánones de los arrendamientos, su prórroga y posterior congelamiento y la
sanción del Estatuto del Peón. Algunos accedieron a la propiedad debido al fácil
acceso al crédito oficial y la disminución del precio de la tierra. Se produjo
un cambio en la composición de las clases sociales en el campo con la
consolidación de un estrato de pequeños propietarios con posibilidades de
acumulación.
Los propietarios terratenientes disminuyeron la producción perjudicando las
exportaciones, facilitando las sucesivas crisis de la balanza de pagos.
2) La estructura social urbana se modificó por efecto de la estrategia
justicialista de favorecer la sustitución fácil. Esto generó altos niveles de
creación de empleo urbano en la manufactura, la construcción y el sector
terciario. Este fenómeno en un contexto de pleno empleo favoreció el crecimiento
del sector asalariado estable y beneficiado por el gran avance de la legislación
laboral y social.
Hasta 1955, 72 % asalariados (empleados, obreros) 28% autónomos (comerciantes,
establecimientos manufactureros, servicios)
Aumento del salario real, que facilito el consumo familiar de los asalariados:
retrocedió el porcentaje del gasto básico en alimentos, indumentaria y alquiler
y se estimuló un consumo en bienes durables.
La intervención del Estado sobre el nivel de vida de los trabajadores tuvo
efectos favorables a través del salario directo y efectos redistributivos
semejantes a través del salario indirecto.
Se fijó la idea de un Estado argentino asistencial y protector, con políticas
públicas de salud, vivienda, educación, extensión del sistema provisional y de
obras sociales, asignaciones familiares, indemnización por despido injustificado
que acercaba a la Argentina de la década de 1950 a los programas del Estado
benefactor de los países industrializados.
La estructura social de la etapa justicialista favoreció la expansión de los
sectores sociales que conformaban su base de poder y aumentó la cantidad ya
existente de asalariados de clase media en el sector público.
4. LOS ACTORES SOCIALES DURANTE EL PERONISMO
Durante los años del gobierno peronista, el sindicalismo se unificó, fortaleció
y burocratizó, subordinándose cada vez más a las políticas oficiales. Este
proceso llegó a tal punto que la CGT parecía un organismo estatal, aunque en las
fábricas surgieron las comisiones internas como organismos de participación y
control, que permitían cierta independencia en la base y aseguraban el
cumplimiento de la legislación social. El poder de los sindicatos se basaba en
su capacidad para negociar con los sectores patronales mejores condiciones de
trabajo desde una posición de fuerza y respaldo del gobierno.
La resistencia de las entidades del empresariado a la nueva política social
había sido moderada durante 1943 y 1944, pero las objeciones contra los
procedimientos gubernamentales se acumularon durante 1945. La crítica estaba
dirigida en primer lugar contra la política dirigista y contra la política
social. Éstos solían aprobar proyectos generales, pero se oponían cuando el
gobierno intentaba plasmar los planes en la realidad. Muy fuertes eran las
críticas a la limitación de la libertad de comercio y a la injerencia estatal en
este ámbito expuestas por la Bolsa de Comercio. A lo largo de 1945, la UIA fue
adoptando posiciones opositores y poco antes de asumir Perón la primera
magistratura, fue intervenida. Cuando en 1953 fue creada la CGE, esa
intervención se transformó en disolución
Entre los sectores agrarios, la entidad que representaba a los grandes
exportadores de carne, la Sociedad Rural, se resistió a aceptar la prórroga de
los contratos de arrendamiento, a la politización de los asalariados rurales y
al Estatuto del Peón que contribuía a endurecer las relaciones sociales en el
campo. La Confederación de Asociaciones Rurales de Bs As y La Pampa (CARBAP) y
las sociedades rurales representantes de los criadores de ganado del interior
del país proponían una vuelta al proyecto económico librecambista anterior a
1913 y eran contrarios a la política industrialista.
El gobierno mantuvo una cuidada relación con las fuerzas armadas en un intento
por neutralizarlas políticamente a cambio de una serie de concesiones: su
modernización, el aumento del número de oficiales, incrementos salariales y el
reequipamiento que había preocupado a los militares durante todo el conflicto
bélico.
Muchas de las medidas adoptadas contaban con el apoyo de las fuerzas armadas en
el sentido de que apuntaban a fortalecer la defensa nacional. Los miembros del
ejército se beneficiaron desempeñando altos puestos en las nuevas empresas del
Estado
Los grupos minoritarios de oficiales opositores al gobierno ampliaron su número
a partir de la crisis económica y el recrudecimiento de la propaganda estatal,
que alejaban al gobierno del modelo de conciliación de clases que había sido el
objetivo original del régimen.
La intrusión del poder político no hizo más que favorecer la propaganda de los
sectores antiperonistas dentro de las fuerzas armadas y los contactos
clandestinos con líderes de todos los partidos de la oposición, sobre todo los
emigrados en Montevideo.
Las aspiraciones de la Iglesia se vieron cumplidas por la Revolución de 1943,
que hacía efectiva la idea de un gobierno católico, por lo que comprometió
públicamente su apoyo a las nuevas autoridades.
Las relaciones entre Perón y la Iglesia, muy armoniosas al comienzo, terminaron
en una violenta ruptura. El régimen fue el primero que reivindicó los ideales
católicos como fundamento de su propia legitimidad.
Perón proponía en lo político la colaboración entre clases. Con el
justicialismo, el Estado parecía retomar su esencia católica y disponerse a
cristianizar la sociedad. Los gestos hacia la Iglesia iban desde la generosidad
presupuestaria hasta la sanción parlamentaria en 1947.
Pero pronto comenzaron las discusiones. Una de ellas fue la implementación de
políticas a favor de la clase obrera, lo que generó preocupación por la visión
de Perón que oponía pueblo y oligarquía. Esto atentaba contra la buena relación
que debía existir entre todos los católicos.
El gobierno pretendió obtener de la Iglesia un apoyo más explícito a cambio de
las concesiones realizadas, pero aquella no vio con buenos ojos la actitud del
Estado protegiendo a otros cultos. El primero apelaba a los ciudadanos como
peronistas, sin importar el credo religioso que profesaban; la Iglesia apelaba a
sus fieles como católicos, sin preguntar sus opiniones políticas. Tanto la
Iglesia como el gobierno pretendían lograr la unidad espiritual de la nación.
El punto central de la discordia fue la Constitución de 1949 que no aceptaba los
insistentes reclamos del Vaticano para que se eliminara el derecho de Patronato.
La enseñanza religiosa en las escuelas públicas y indisolubilidad del matrimonio
tampoco recibieron rango constitucional.
Perón, ya alejado de la Iglesia, comenzó a peronizar al Estado. El justicialismo
pasó a ser la esencia cristiana de la Nación Argentina, desplazando al
catolicismo.
Este avance temprano no sólo molestó a la jerarquía eclesiástica, sino también a
las fuerzas armadas. El gobierno respondió con la supresión de la enseñanza
religiosa en las escuelas públicas e introdujo la ley de divorcio. El
enfrentamiento produjo una rebelión militar en 1955, donde se quemaron iglesias
por parte de los grupos que apoyaban al gobierno. La caída de Perón en 1955 tuvo
en las iglesias un lugar habitual de reunión de los complotados.
5. EL ESTADO BAJO EL PERONISMO
A partir del golpe de 1943 el Estado argentino adquirió nuevas funciones:
promover el bienestar social de la población y se constituyó en árbitro en los
conflictos entre el capital y el trabajo.
Surgió un Estado que apuntaba a consolidar la autonomía económica del país como
motor y conductor de este proceso y cuyos medios institucionales fueron el
Consejo Nacional de Posguerra y la Secretaría de Trabajo y Previsión Social,
como institución directora. El Consejo Nacional de Posguerra (1944) como
organismo de planeamiento recopiló información para lograr un diagnóstico de la
situación del país y se encargo de elaborar el Primer Plan Quinquenal. Eran
objetivos del gobierno implementar una política económica “mercadointernista”,
conducida por un Estado dirigista, nacionalista y popular, capaz de facilitar
una redistribución del ingreso hacia la industria productora de bienes de
consumo para un mercado interno en expansión que concretaran los objetivos del
peronismo: independencia económica, soberanía política y justicia social.
La Secretaría de Trabajo y Previsión amplio el radio de aplicación de la
legislación laboral, creando un cuerpo de inspectores para su aplicación y
cumpliendo un papel central como árbitro en la discusión de los Convenios
Colectivos de Trabajo.
El Estado se encargó de regular las relaciones entre el capital y el trabajo,
proponiéndose como árbitro, pero al mismo tiempo se establecieron mecanismos
para preservar los intereses de los sectores más vulnerables; todo esto aumentó
la legitimidad del Estado en la opinión de una parte de la población.
En esas condiciones de ampliación del Estado, fue fácil percibir los elementos
de ineficacia burocrática.
6. LA VIDA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
En 1946 la candidatura de Perón, fue propuesta por tres partidos distintos, el
Partido Laborista, la Unión Cívica Radical (Junta Renovadora) y el Partido
Independiente.
Ante los conflictos entre Laboristas y Radicales, Perón ordeno que se formase un
único Partido, que primero se llamo Partido Único de la Revolución Nacional, y
luego Partido Peronista.
A la creación del Partido Justicialista concurrieron sindicalistas de distinta
tradición, antiguos radicales (tanto personalistas como antipersonalistas), ex
conservadores, lencinistas mendocinos, etc. La dificultosa convivencia de
sindicalistas y políticos, llevo a la reforma de los estatutos del partido en
1950 que lo organizo en tres ramas: Política, sindical y femenina (conducida por
Eva Perón).
El partido no tuvo una vida política independiente del gobierno: ninguna
candidatura surgió del voto de sus afiliados, su conducción estaba desempeñada
por el Presidente de la Nación y los bloques de diputados y senadores nacionales
y sus ramas provinciales fueron intervenidas.
Tampoco tuvo peso para desarrollar ninguna función durante los primeros 6 años
de gobierno, aunque durante la 2da presidencia controló la lealtad política de
los empleados públicos.
Los partidos políticos opositores sufrieron una fuerte crisis después de la
derrota electoral de 1946. El único que tenía una fuerte presencia y estaba en
condiciones de reconstruirse era el radicalismo.
El caso de los conservadores era el más traumático: habían pasado a ocupar una
posición marginal en la vida política del país y nunca se recuperaron.
En el Partido Comunista fueron expulsados los que propusieron visiones
autocríticas opuestas a la línea oficial.
Entre los socialistas fue creciendo el descontento de un pequeño núcleo, que
solicitó que se revisara con mayor profundidad el fenómeno peronista, pero su
postura fue derrotada.
En la UCR, las recriminaciones por la derrota eran la continuación del
enfrentamiento entre alvearistas (unionistas) e yrigoyenistas (intransigentes)
Los grupos nacionalistas participaron activamente del gobierno militar
instaurado en 1943, pero las lucha de facciones desplazó al sector de oficiales
unido a Ramírez, compuesto por los nacionalistas restauradores, mientras los
populistas terminaron vinculados con el poder que emergía en esos momentos.
La derrota de las potencias del eje en 1945 y el vuelco de la Iglesia católica
hacia posiciones menos conservadoras, que implicaron el reconocimiento de la
democracia como régimen legítimo, ofrecieron un contexto difícil para el
movimiento nacionalista. Perón no los protegió, sólo los ignoró.
El régimen no estaba construyendo el Estado dominado por los militares, la
Iglesia y los intelectuales que ellos aspiraban, sino un sistema plebeyo al que
calificaron de “cesarismo plebiscitario”
Como resultado de esta situación los nacionalistas veteranos se apartaron
completamente de la política y el régimen censuró hasta eliminar todos sus
instrumentos de prensa y propaganda.
La más importante de las organizaciones nacionalista, la Alianza Libertadora
Nacionalista, sostuvo la fórmula Perón – Quijano, levantando su propio programa
ya que consideraba que los candidatos no eran de su entera confianza, por lo
tanto se integraron otros dirigentes al peronismo.
7. LA POLÍTICA Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Los golpistas que en1943 desalojaron al presidente Castillo del poder, no tenían
un programa de gobierno. Proclamaron presidente al general Rawson, que no llego
a asumir. Quien si lo hizo fue el general Ramírez (1943-1944). Perón asume en la
Subsecretaria de Guerra y la Secretaria de Trabajo y Previsión Social.
Perón intento acercarse a la facción intransigente de la UCR y desplegó una
política para atraer el movimiento obrero, desplazando a sus rivales y, con la
caída de Ramírez, y el ascenso de Farrel (1944-1946). Perón se transforma en
vicepresidente y continúa con sus otros cargos.
Presidió el Consejo Nacional de Posguerra, organismo creado por el gobierno
militar para realizar un diagnóstico de la situación económica y social de país.
El ascenso de Perón le fue generando enemigos entre sus rivales desplazados.
Éstos aprovecharon las demandas de un sector de la sociedad para que el régimen
se democratizara y reclamaron la destitución de Perón a principios de 1945.
Perón fue encarcelado y enviado a la Isla Martín García.
La manifestación popular del 17 de octubre protagonizada por los obreros
reclamando la libertad de Perón sorprendió a los sectores más conservadores de
la sociedad. Se proclamo su candidatura para las elecciones de 1946, donde
triunfó contra los partidos políticos preexistentes.
En 1946 triunfo el peronismo gozando la mayoría de la cámara de diputados,
totalidad del senado y el gobierno de todas las provincias.
Los medios independientes, sufrieron restricciones en el ejercicio de la
libertad de expresión: La Prensa fue expropiada en 1951, La Nación tuvo
restricción al papel.
La victoria electoral para renovar la Cámara de Diputados en 1948 alentó la
reforma de la Constitución nacional. En 1949 la Convención Constituyente
sancionó la Constitución peronista que permitió la reelección presidencial,
introdujo los derechos sociales desarrollados durante esos años, proclamó la
función social de la propiedad, el monopolio estatal de los servicios públicos,
etc.
La participación electoral fue ampliada con la sanción del voto femenino en
1949. La reforma constitucional habilitó la provincialización de los territorios
nacionales (se dictó una ley respecto de Chaco y La Pampa, que eligieron sus
convenciones constituyentes y dictaron sus propias constituciones provinciales)
La reelección de Perón a fines de 1951 convenció a los opositores que sólo un
golpe militar lo desalojaría del gobierno. La actitud del oficialismo se
endureció tras una serie de atentados con bombas en 1953 contra una
manifestación peronista que terminó con la quema del Jockey Club, la Casa
Radical y la Casa del Pueblo por parte de grupos oficialistas
El fuerte descontento y la aparición de una clase media antiperonista y
militante fueron aprovechados por la oposición que unió sus fuerzas con la
Iglesia y los militares para producir el golpe de Estado que desplazo a Perón en
1955.
Capítulo 3: El Estado desarticulado
1. LA INESTABILIDAD POLÍTICA EN LA ARGENTINA POSPERONISTA
El gobierno de Perón fue derrocado por un golpe de Estado que cuestionaba la
legitimidad del régimen. Los militares se presentaron como un gobierno
provisional cuyo objetivo era restaurar las instituciones democráticas para
luego devolver el gobierno a los civiles. El golpe autoproclamado “Revolución
Libertadora” inauguró una semidemocracia: mantuvo el funcionamiento de las
instituciones republicanas y el régimen de partidos políticos con la
proscripción del peronismo. Esto dejaba a una parte importante del electorado
argentino sin representación política.
A partir de 1955 y hasta 1973 pueden diferenciarse dos etapas: la primera, desde
1955 hasta 1966 con gobiernos militares y civiles tutelados por los militares,
con algo en común: estaban deslegitimados por su compromiso de mantener al
peronismo fuera del juego político. Los gobiernos civiles y militares fundaron
un régimen semidemocrático imponiendo la proscripción al peronismo.
En esta primera etapa, que llamamos “Estado desarticulado”, se impuso una
política dual que enfrentó dos bloques antagónicos: por un lado, el pueblo
peronista sin representación en el parlamento, pero que alcanzaba la mitad de
los ciudadanos y por el otro, el frente antiperonista que estaba representado
por diferentes partidos en el Congreso. Esta forma de funcionamiento político se
llamó dual porque los conflictos y antagonismos se dirigían de manera
extraparlamentaria. Mientras sus rivales podían actuar en el plano parlamentario
y extraparlamentario, los peronistas sólo podían actuar en el plano
extrainstitucional.
La segunda etapa, abarca el período 1966 hasta 1973 y se caracterizó por
gobiernos militares que funcionaron sin instituciones democráticas y decidieron
la erradicación de la “partidocracia”. Esta exclusión de todos los partidos
unificó el campo de la política. Estos gobiernos que se instalaron a partir de
un golpe militar contaron con cierto apoyo y consenso de parte de la sociedad
civil.
2. LA REVOLUCIÓN LIBERTADORA
En 1955 el tercer golpe militar de la historia argentina dejó suspendido el
segundo gobierno de Perón. Encabezado por los militares, contó con el apoyo de
civiles; que tenían como objetivo eliminar el peronismo de la sociedad
argentina.
Había colaborado en el derrocamiento del gobierno de Perón: el frente
antiperonista que estaba formado por una parte de las fuerzas armadas, los
restantes partidos políticos, parte de las clases medias, la burguesía urbana y
rural, la Iglesia y los jóvenes universitarios. Los unía un odio al régimen
depuesto y una vez derrocado Perón, se hicieron visibles las diferencias
internas.
Una clara manifestación de estas diferencias fue el reemplazo como presidente, a
escasos mesas del golpe del general Lonardi que consideraba que los peronistas
podían ser incorporados al nuevo proyecto una vez eliminada la figura de Perón
del escenario político.
Aramburu, en cambio, representaba a los sectores más liberales y antiperonistas
dentro del ejército. Su objetivo era claro: eliminar al peronismo.
Una vez alcanzado el objetivo de eliminar a Perón de la escena política, los
partidarios de la Libertadora se dividieron. Aparecieron los llamados gorilas,
denominación peronista que se adoptó dentro del ejército para reconocer a los
enemigos del peronismo, pero luego se extendió a los civiles.
Respecto del proyecto económico, también había fuertes diferencias internas: los
liberales cuestionaron el modelo económico y social basado en la sustitución de
importaciones y tenían como objetivo eliminar al peronismo; los reformistas
populares representados por la UCR, aceptaban el modelo y la alianza social
implícita, pero cuestionaban las prácticas políticas de Perón y los
desarrollistas querían integrar al peronismo y profundizar la sustitución.
Los militares habían accedido al gobierno con la consigna de lograr una salida
democrático – institucional, pero sin que ello implicara entregar el gobierno a
los desplazados. Este objetivo los llevó a asumir posturas cada vez más
autoritarias. Los que habían apoyado el golpe para recuperar la libertad,
comenzaron por la proscripción del justicialismo, que se extendió y marcó el
desarrollo de la vida política durante 1955 – 1973.
En 1956 aplicaron pena de muerte a los jefes militares y hubo fusilamientos en
los basurales de J.L Suárez, prohibieron el nombramiento del Peronismo,
disolvieron el partido, intervinieron la CGT y los sindicatos, encarcelaron y
persiguieron a sus dirigentes, y se derogó la Constitución de 1949, se
suspendieron las convenciones colectivas de trabajo, se clausuro la CGE.
Los peronistas comenzaron a organizarse desde los barrios y luego desde el
movimiento obrero con la consigna “Perón vuelve”. Los peronistas mostraron su
descontento a través de sabotajes, huelgas, boicots y colocación de artefactos
explosivos.
En 1957 se constituyo, bajo supervisión militar, el Congreso Normalizador de la
CGT que obtuvo como resultado la división de los sindicatos en oficialistas,
llamados los “32 Gremios Democráticos” y las “62 Organizaciones” liderada por
Vandor.
3. LA ECONOMÍA
El plan económico de la Revolución Libertadora, conocido como el Plan Prebisch
fue de aplicación parcial. Comenzaba con un diagnóstico de la situación
económica argentina atribuido a los errores del gobierno peronista que parecían
demostrar que el país estaba al borde del abismo: exceso de gasto público, falta
de inversiones, caída de la productividad, crisis de la balanza de pagos y
otras. Este plan proponía elevar los precios de la producción agropecuaria, ya
que pensaba que no habría desarrollo sólido de la industria sin la base de una
agricultura próspera. El desarrollo industrial más importante era el de la
industria siderúrgica, el petróleo y la petroquímica.
Las propuestas de corto plazo enfocaban a la liberalización del comercio
exterior: fue disuelto el IAPI, se eliminaron los controles al tipo de cambio,
que generaron devaluaciones significativas del peso con relación al dólar, se
derogó el régimen de nacionalización de los depósitos bancarios, etc.
Se impulsó la producción agropecuaria y se acordó con los dirigentes se la
Sociedad Rural Argentina, quiénes sostenían que el sector había sido postergado
durante el período anterior en beneficio de la industria.
El gobierno militar de 1955 intervino la CGT. La constitución de 1957 estableció
el salario mínimo, vital y móvil e incorporo el derecho de huelga.
Otra medida importante fue la incorporación del país al FMI y otros organismos
multilaterales de crédito. El FMI y el Banco Mundial podían acercar los
capitales que el país no tenia, también llegaron las recetas y recomendaciones
del FMI
4. EL SINDICALISMO
A cada medida de los empresarios o del gobierno, los sindicatos peronistas
respondían con acciones violentas, huelgas y movilizaciones que crearon un clima
de “guerra social”.
En 1959 cuando se reabrió la negociación de los convenios colectivos de trabajo
con Frondizi, los sindicatos se dividieron en combativos y vandoristas siendo
origen de luchas internas.
Los sindicatos se constituyeron en un actor social esencial para el poder
político en esa época. Su fuerza residía en tres aspectos: su carácter de
sindicato único, la adhesión de los obreros al peronismo y su organización
vertical.
La estrategia vandorista se basó en mantener la organización de los sindicatos,
evitando llegar a un nivel de confrontación que obligara a las autoridades a
intervenirlos, por lo que se negaron a adoptar la política del enfrentamiento
permanente que predicaba Perón y que hacían suya los combativos.
Utilizaron el conflicto para fortalecer su posición en la negociación y
aparecían ante las empresas y los militares como el sector capaz de movilizar a
los obreros y hacer cumplir sus acuerdos. Los sindicatos sirvieron de base para
reconstituir el partido político en las oportunidades en que se permitió
participar a los peronistas de la contienda electoral.
La represión de la resistencia fue desalojando a los combativos del control de
las organizaciones que dominaban, muchos de cuyos dirigentes ingresaron en
listas negras que le hicieron imposible volver a trabajar. Esto fue minando su
representatividad y les hizo perder el control de las instituciones en las que
estaban fuertemente representados. A partir de 1960 éstas se encontraban en
manos de sus rivales vandoristas, que se transformaron en la corriente
hegemónica del movimiento obrero.
Como era imposible restauran las condiciones de la Argentina peronista en 1955
el imaginario popular forjó el mito de la “Edad de Oro” que fue funcional a los
intereses de la dirigencia sindical. Esto les permitió rescatar la identidad
peronista de la clase obrera, afirmar su liderazgo en ausencia del líder y
reclamar el retorno de Perón como su objetivo de lucha.
5. LAS DIVISIONES EN EL FRENTE ANTIPERONISTA
El Partido Demócrata Nacional dejó de actuar como polo de atracción de los
sectores conservadores y desapareció de la escena política nacional aunque
conservó cierta presencia en algunas provincias. Los liberales argentinos
quedaron sin representación política por el escaso número de cotos obtenidos,
pese al enorme poder económico y social que detentaban. Esto los obligó a elegir
el partido político que menos les disgustara.
Esta situación se repitió en el interior del Partido Socialista: una parte de su
dirigencia optó por acentuar los contenidos liberales y antiperonistas; otros
optaron por un acercamiento a la clase obrera. Los primeros formaron el Partido
Socialista Democrático y los segundos el Partido Socialista Argentino.
La Unión Cívica Radical se dividió en 1954: Unión Cívica Radical del Pueblo
(UCRP) liderada por Balbín (llamados reformistas populares) y la Unión Cívica
Radical Intransigente (UCRI), liderada por Frondizi.
En 1957 los militares decidieron encarar el traspaso del gobierno a los civiles.
Frondizi buscaba los votos que la proscripción del peronismo había dejado
libres(los cuales votaban en blanco), hizo un pacto secreto con Perón y
consiguió el apoyo para la UCRI, comprometiéndose a devolver la CGT a sindicatos
peronistas, aumento salarial de 60% y permitir paulatinamente la participación
de peronistas en las elecciones. De esta manera Frondizi gano las elecciones.
El proyecto de Frondizi: “intregración” y “desarrollo”. El primero hacía
referencia a su estrategia política de integrar al peronismo y el segundo a su
proyecto económico.
6. EL GOBIERNO DE FRONDIZI (1958 – 1962)
El eje del modelo económico desarrollista era la industria pesada con aporte de
capitales y tecnología extranjeros (norteamericanos) en sectores claves para la
nueva etapa de desarrollo: la siderurgia, la petroquímica, la celulosa, la
automotriz, la energía y el petróleo.
La propuesta de crecimiento económico que aplicó el desarrollismo se inspiraba
en diferentes teorías de la época. Una primera fuente fue la Comisión Económica
para América Latina (CEPAL), organismo regional de la Organización de Estados
Americanos (OEA). La CEPAL decía que cada vez costaba más toneladas de trigo
comprar un tractor en el exterior. Éste era el diagnóstico del equipo de
Frondizi: no se podía lograr el desarrollo del país con una estrategia basada en
el crecimiento del sector agroexportador.
Una segunda fuente fueron los economistas que explicaban la pobreza de los
países atrasados como un círculo vicioso difícil de romper sin recurrir a la
ayuda externa. Los países pobres producen poco porque el bajo nivel tecnológico
limita el crecimiento de su producción. Se dedicaban a abastecer el consumo de
bienes básicos: alimentos, salud y educación. Producen poco y no tienen
capacidad de ahorro. Sin ahorro no pueden hacerse inversiones que modifiquen la
baja productividad.
La llave del éxito para los desarrollistas era que el capital extranjero se
radicara en el país con fuertes inversiones que la Argentina no podía realizar
dada la escasez de sus recursos de capital. Estos capitales deberían desarrollar
la exploración y producción de petróleo, la industria química y petroquímica, la
siderurgia y la industria automotriz.
El reparo político más importante consistía en la desconfianza al capital
extranjero. El propio Frondizi había contribuido a conformar esta visión
nacionalista. El empresariado nucleado en la UIA estaba dividido repsecto de
este tema: un sector era partidario del ingreso del capital extranjero, mientras
otro era partidario de ponerle límites en defensa de la industria nacional. A
estos debates se sumó la burguesía agrario – pampeana, representados por la SR.
Desde el punto de vista económico, las objeciones llegaron desde:
- La teoría de las ventajas comparativas del comercio internacional, por la que
cada país debe especializarse en producir aquello que mejor puede realizar.
- La concepción según la cuál las inversiones extranjeras se transforman en una
fuente de drenaje de divisas hacia el país de origen.
- La visión que considera que el mercado interno argentino es insuficiente para
absorber el volumen de producción de la industria pesada.
Los desarrollistas creían que muchas de estas objeciones se corregirían por el
proceso de desarrollo que se desencadenaría con la llegada de capitales.
El empuje industrialista e integrador del desarrollismo, reconocía al sector
agropecuario su capacidad para generar ingreso de divisas a través de sus
excedentes exportables aun cuando no lideraría el proceso de crecimiento. Prueba
de ello es el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que brindó
asistencia gratuita a los productores agropecuarios en todo el país.
El gobierno de Frondizi promulgó una ley de inversiones extranjeras que buscaba
atraerlas. Las primeras en llegar fueron empresas petroleras.
Al comienzo de su gestión y cumpliendo con el pacto con Perón, Frondizi
reconoció la CGT y decreto un aumento en los salarios básicos de convenio. Pero
el aumento de los salarios y las inversiones públicas llevaron a un déficit
fiscal, que se resolvió con una emisión monetaria y generó una pérdida de la
estabilidad monetaria.
La expansión de la producción y el consumo incremento las importaciones.
En 1959 se recurrió a la unificación y liberación del mercado de cambios que,
abandonado a las fuerzas del mercado, genero una inflación que licuo el aumento
salarial. También se encaro una política de restricción monetaria y crediticia a
través del aumento de los encajes de los bancos comerciales, dispuesto por el
banco central. Se redujo el personal del sector público.
En 1959 cuando el nuevo ministro de Hacienda, Alzogaray, anunció el plan de
estabilización, el descontento social fue visible: los peronistas respondieron
con más resistencia, huelgas. El gobierno contraatacó con el Plan de Conmoción
Interna del Estado (CONINTES) que ponía en manos de los militares la represión
de todo tipo de manifestación obrera.
En 1960 y 1961 la inversión creció por la llegada de capitales extranjeros en
forma de inversiones directas y préstamos, la producción creció a buen ritmo.
Pero el conflicto entre el desarrollismo y los liberales se había instalado
dentro del Poder Ejecutivo: Alzogaray se oponía a la construcción de centrales
eléctricas por el desequilibrio fiscal que provocarían.
6.1 EL GOBIERNO Y LOS ACTORES SOCIALES
La concepción política de Frondizi se basaba en la teoría de los factores de
poder que consideraba que en la Argentina los grupos de presión tenían más
importancia que los partidos políticos. Su gobierno atendió sus relaciones con
los sindicatos obreros, el ejército y la Iglesia y descuidó la relación con su
propio partido.
Frondizi comenzó pagando, en los primeros meses del gobierno, sus deudas con los
peronistas: el Congreso sancionó la Ley de Asociaciones Profesionales, que
restableció el sindicato único por rama de actividad, aumentó los salarios,
congeló los precios, aumentó las pensiones y redujo las tarifas de los
transportes.
La recuperación de la CGT por parte de la dirigencia peronista y la
consolidación de las 62 Organizaciones iniciaron un período en el que un
sindicalismo fortalecido y una clase obrera madura incidirían en la política del
país.
Según Torre, existía un mercado de trabajo relativamente equilibrado y
homogeneidad ideológica: Se agoto la reserva de mano de obra rural, lo que
redujo la proporción de trabajadores rurales, entre los migrantes que llegaban a
las ciudades industriales, produciendo una homogeneización sociocultural de la
clase obrera. Al ser en su mayoría peronistas, sumada a la fuerte
verticalización de las organizaciones sindicales dieron por resultado esta
homogeneidad ideológica.
La Iglesia logró su objetivo: se eliminó el monopolio del Estado sobre la
enseñanza superior.
Tras la revolución cubana, el presidente Kennedy lanzó la Alianza para el
Progreso. El gobierno de Frondizi decidió no alinearse con la política de EE UU
respecto de Cuba. En 1962 se entrevistó con el “Che” Guevara.
En 1962 se realizaron elecciones a diputados nacionales y gobernadores, donde se
permite la participación de los peronistas que se presentaron a través del
partido Unión Popular suponiendo un desgaste de sus adversarios debido a la
ausencia de un líder, pero gana la fórmula por lo que los militares expresan su
descontento. Frondizi anula los comicios e interviene las provincias ganadas por
el peronismo. Deciden derrocarlo declarando la Ley de Acefalía para evitar que
asumiera un presidente militar, asumiendo Guido, presidente del Senado
(1962-1963).
7. EL BREVE GOBIERNO DE JOSÉ MARÍA GUIDO (1962 – 1963)
La caída de Frondizi produjo una crisis de sucesión. La presidencia recayó en el
Presidente Provisional del Senado, Guido, cuyo gobierno estuvo caracterizado de
las peleas en el interior de las fuerzas armadas. Durante este período todas las
provincias permanecieron intervenidas y el Congreso Nacional no sesionó
El gobierno de Guido, que completo el periodo de Frondizi hasta las nuevas
elecciones presidenciales giro a la política desarrollista implementada entre
1958 y 1962. Este cambio era atribuible a los responsables del golpe militar.
Los liberales concentraron su atención en la contención del gasto publico,
disminuyendo las inversiones estatales y restringiendo el crédito a través de
los mecanismos de ajuste del Banco Central.
Para solucionar el déficit el gobierno pago la deuda a proveedores y empleados
del Estado con títulos públicos. El resultado fue un alto costo económico y
social: fuerte contracción de la producción y el empleo, caída del salario real,
cierre de empresas por falta de crédito y consecuente aumento de las tensiones
sociales.
Este ensayo de política liberal tuvo éxito en la transferencia de ingresos de
los sectores más débiles a los más poderosos, quedaba como asignatura pendiente
lograr los consensos entre los distintos actores sociales para asegurar la
estabilidad democrática.
8. LOS ENFRENTAMIENTOS MILTIARES: AZULES Y COLORADOS
Luego del golpe de 1955, las fuerzas armadas se dividieron en numerosas
facciones, que pueden resumirse en 2 bandos: azules y colorados. Los colorados
representaban al sector antiperonista a ultranza y llegaban a considerarlo
sinónimo de comunismo. Liderados por Montero, asumieron posiciones golpistas.
Para ellos, el peronismo era un movimiento de clase sectario y violento que
podía dar lugar al comunismo.
Para los azules, el peronismo era una fuerza nacional y cristiana que permitió
salvar a la clase obrera del comunismo y se constituía por lo tanto en un
bastión contra la subversión. Se oponían a Perón porque éste había tratado de
“politizar” al ejército y ponerlo a su servicio. Aceptaban a los peronistas sin
Perón. Adoptaron una línea profesionalista: el objetivo era que los militares se
capacitaran en su tarea específica alejándose de los debates políticos.
En 1963 se produjo un levantamiento de los colorados para “frenar el intento de
los azules de integrar a los peronistas (no a Perón) junto a la UCRI y la
Democracia Cristiana” en un frente moderado. Los azules ganaron el
enfrentamiento asumiendo Onganía como comandante en jefe del ejército, con
objetivos de la reconstrucción de la institución, mantenimiento del orden y la
disciplina por lo que luego de la derrota adoptaron una posición antiperonista
para evitar las divisiones dentro de los militares y preservar la disciplina
interna.
9. EL GOBIERNO DE ARTURO ILLIA (1963 – 1966)
Cuando el gobierno de Guido llamó a elecciones, varios partidos políticos
liderados por Frondizi formaron un Frente Electoral Nacional y Popular, que
incluía algunos sectores del peronismo. Presiones militares y diferencias
internas quebraron el frente. Llegados los comicios, parecía que los peronistas
votarían nuevamente en blanco. Pero la creación de la Unión del Pueblo Argentino
(UDELPA) que llevaba la candidatura de Aramburu alteró los pronósticos. Muchos
peronistas, que lo consideraban responsable del derrocamiento de Perón, de los
fusilamientos y de las persecuciones prefirieron dar su voto a Illia, candidato
de la UCRP, que llego al gobierno con una posición muy débil. Sufrió el
descontento militar, presión de sindicatos pero hubo respeto de las normas y la
decisión de no abusar de los poderes.
9.1 LA ECONOMÍA
Su gobierno debió enfrentar el intento de Perón en 1964 de retornar al país. El
gobierno abortó al proyecto deteniendo el avión proveniente de España en Brasil,
ganando apoyo en las fuerzas armadas pero oposición del peronismo.
La política económica con perfil keynesiano manifestó la acción del estado, el
desarrollo del mercado interno, las políticas de distribución y la protección
del capital nacional. Logró el crecimiento del PBI, la recuperación de los
salarios reales, y el aumento de las exportaciones a partir de excelentes
cosechas
Las crisis de crecimiento estaban vinculadas al estrangulamiento de la balanza
comercial, porque en períodos de expansión de la producción las importaciones
crecían más rápidamente que las exportaciones. Se producía una balanza comercia
crecientemente desfavorable y la tendencia al agotamiento de las reservas de
divisas que era resulta con restricciones a las importaciones y luego mediante
la devaluación.
Para salir de la depresión, aumentaron el gasto público y la expansión del
crédito a través de la política del Banco Central.
La anulación de los contratos petroleros con empresas extranjeras llevo al país
al desabastecimiento del entonces llamado oro negro y a ganar la desconfianza de
los organismos internacionales, como el FMI y el Banco Mundial.
9.2 LA POLÍTICA
Ninguno de los grupos de poder estaba conforme. En 1964 la CGT implementó un
plan de lucha que incluía la ocupación de establecimientos fabriles.
La estrategia de Vandor era invocar el nombre de Perón para movilizar los
sindicatos obreros y controlar los votos peronistas para librarse de la tutela
del líder. Su plan de lucha consistía en debilitar al gobierno para demostrar a
los empresarios y militares su fuerza para negociar. Esta actitud lo enfrentó al
otro sector de la dirigencia sindical, los combativos, que denunciaron su
intento de reemplazar a Perón en la conducción del movimiento.
Perón envió a la Argentina a su esposa Isabel que reunió a todos los opositores
a Vandor, con lo que propicio la división de la CGT y lo enfrento a Alonso.
La disputa por el poder entre Perón y Vandor se dirimió en 1966 en el plano
político en ocasión de las elecciones de Mendoza, Isabel apoyo a un candidato
rival al de Vandor y el centro de poder volvió a estar en Perón.
Paralelamente a estos conflictos, el gobierno de Illia debió enfrentar la
oposición militante de las fuerzas armadas.
Desde 1962, los azules se asociaron con sociólogos expertos en comunicación
social que presentaron al ejército como legalista, obediente al poder civil y no
deliberativo.
Según la Doctrina de Seguridad Nacional, las fuerzas armadas debían desplazar su
función de defender la soberanía territorial para defender las fronteras
ideológicas dentro del propio territorio.
La doctrina suponía que los movimientos subversivos encontraban su caldo de
cultivo adecuado en las situaciones de pobreza, por lo tanto debía se interés de
las fuerzas armadas promover el desarrollo económico de los países
latinoamericanos.
Onganía renunció en 1965.
10. ALGUNOS ACONTECIMIENTOS INTERNACIONALES
En el plano internacional dos acontecimientos importantes afectaron la vida
política de los países latinoamericanos en este período: La Revolución cubana en
1959 y el Concilio Vaticano II. El Concilio significo la puesta al día de la
Iglesia católica, al incluir una revalorización de la ciencia y la democracia.
La historia de la Iglesia argentina en los años 60 y 70 fue una época de
cambios, de enfrentamientos ideológicos, generacionales y religiosos, que
afectaron el funcionamiento de la Iglesia en la Argentina y se difundieron a
todas las agrupaciones católicas.
En este contexto, el concilio de Roma fue el escenario donde “tradicionalistas”
y “progresistas” expresaron sus diferencias.
Pese al inequívoco espíritu renovador del concilio, la lectura que se hizo de él
fue muy diversa. Para los grupos que, en aras de la simplificación hemos llamado
“tradicionalistas”, se trato de una reafirmación doctrinaria con pequeños
ajustes. Para el clero “progresista” se redefinió de la Iglesia en el mundo.
La lucha en el seno de la Iglesia se torno violenta. Uno de los puntos
principales de lo que el clero reformista criticaba a la jerarquía eclesiástica
fue el aislamiento social de la Iglesia.
Los progresistas pretendieron recuperar la pureza espiritual y la sensibilidad
social de la Iglesia primitiva, la de los apóstoles pobres y tan cercanos a la
gente hasta confundirse con ella. Aparición de los curas obreros.
La cúpula eclesiástica, veía a la Iglesia como viga maestra para el
sostenimiento de la cristiandad.
Los progresistas ganaron el debate en el concilio, entre otras cosas, porque
contaban con el apoyo del papa Juan XXIII, pero fueron derrotados en la
implementación de las reformas.
Esto sucedió por varios motivos. Los reformistas no eran un grupo homogéneo.
Había moderados y radicalizados. Estos últimos pretendían una acción directa en
lo político y en lo social. En su lucha contra la injusticia incluían los
métodos pacíficos o violentos.
Además, debieron enfrentarse con la jerarquía de la Iglesia en la Argentina,
mayoritariamente inclinada a una posición conservadora, decidida a dar la lucha
en todos los frentes.
En 1966, cuando tras otro golpe militar el general Onganía asumió el poder, se
reafirmo la posición tradicional de la Iglesia, basada en la alianza con las
fuerzas armadas.
El otro acontecimiento se inicio en 1959, cuando un movimiento liderado por
Fidel Castro derroto al presidente cubano Batista, y los revolucionarios
entraron en La Habana. Al poco tiempo, y privados de la ayuda de Estados Unidos,
Fidel Castro declaro el carácter marxista-leninista de la Revolución, aliándose
al bloque soviético.
El impacto de este acontecimiento en América Latina fue muy profundo.
Con la Revolución cubana se impuso, en 1959, el primer gobierno socialista en
América Latina. Esto sorprendió y alarmo al gobierno de Estados Unidos que se
vio doblemente afectado: era una mancha en su liderazgo americano, que amenazaba
con extenderse rápidamente a buena parte del continente, y ponía en peligro su
propio territorio. En 1962 durante la presidencia Kennedy, se produjo “la crisis
de los misiles”. Finalmente, un arreglo directo entre Estados Unidos y la Unión
Soviética evito una tercera guerra mundial.
Capítulo 4: El Estado burocrático – autoritario
1. PREPARACIÓN DEL GOLPE DE ESTADO E INSTAURACIÓN DEL ESTADO BUROCRÁTICO –
AUTORITARIO
Había una campaña en contra del gobierno por su ineficacia e ineptitud, la
prensa destacaba la eficiencia modernista de las fuerzas armadas comparadas con
el inmovilismo de Illia, se produce una necesidad de un advenimiento de una
nueva legitimidad a la que se adhieren militares industriales, sectores de la
clase dominante, y sindicatos peronistas. La sociedad empezó a esperar el cambio
por eso se convirtió en un golpe anunciado en el cual no hubo movimientos
importantes de tropas, ni enfrentamientos armados ni reacción popular.
Después de 1966 las fuerzas armadas tomaron directamente el gobierno,
atribuyéndose cada vez más poderes y mayor violencia en la represión.
O’donell señaló la existencia de una corriente interna paternalista, liderada
por Onganía, que se identificaba con la idea de construir una comunidad a imagen
de la organización militar e instaurar un orden político semejante al
franquismo. La corriente nacionalista, liderada por Levingston, aspiraba al
populismo nacional con la movilización del pueblo y las fuerzas armadas. La
orientación liberal representada por Alzogaray y Lanusse mantenía estrechos
vínculos con las clases dominantes.
El día del golpe, el ejército cercó Plaza de Mayo, ocupó las radios, la
televisión, las centrales telefónicas y el correo y dio 6 hs para que Illia
renunciara. Como no lo hizo, fue expulsado de la Casa Rosada.
El 28 de junio los comandantes en jefe de las tres armas formaron una junta
revolucionaria que destituyó al presidente y vicepresidente, a los miembros de
la Corte Suprema y a los gobernadores e intendentes electos. El Congreso, las
legislaturas provinciales y los consejos municipales fueron disueltos; los
partidos políticos prohibidos. La junta de comandantes nombró presidente de la
República a Onganía. La Constitución Nacional fue reemplazada por el Estatuto de
la Revolución Argentina.
Onganía quería combatir el estado de descreimiento de la población, la
infiltración comunista, el desequilibro económico regional y el individualismo,
y quería dejar a las fuerzas armadas afuera de las cuestiones políticas.
El nuevo modelo de Estado que O’donell llama “burocrático – autoritario” surgió
cuando las cúpulas de las organizaciones empresariales y del ejército tomaron el
poder para asegurar la subordinación de la sociedad a los intereses de la gran
burguesía, restablecer el orden en la economía, excluir de la participación a
los sectores populares para poder retomar el proceso de trasnacionalización,
suprimir la ciudadanía y la democracia política, garantizar la acumulación de
capital en beneficio de unidades monopólicas u oligopólicas y asegurar la
despolitización del conflicto social.
La reestructuración del aparato estatal se realizó a partir de 3 sistemas
institucionales:
* El de Planeamiento (incluía CONADE, CONASE, CONACYT)
* El de consulta (incluía asesores)
* El de decisiones (5 ministerios con sus respectivas secretarias de Estado)
2. EL ONGANIATO (1966 – 1970)
Principales medidas del gobierno de Onganía
Campaña para restablecer la moralidad mediante un estricto control del
comportamiento de las personas en el ámbito público y privado. Intervino la
universidad desalojando estudiantes y profesores de las facultades de ciencias
exactas, y filosofía y letras de la ciudad de buenos aires. (“noche de los
bastones largos”)
En el Estado excepcional de Onganía coexistían dos tendencias: los nacionalistas
y los liberales. En las áreas culturales y de manejo político se integró a
nacionalistas moderados y católicos sociales.
Vasena lanzó en 1967 su Plan de Estabilización, de inspiración liberal, el cuál
tenía como objetivos principales bajar los índices de inflación y luchar contra
el déficit fiscal.
Los beneficios obtenidos por los exportadores y hacendados como consecuencias de
la devaluación fueron gravados con retenciones, impuestos a las exportaciones
que se destinarían a la inversión estatal para estimular la economía, hasta
tanto se modificaran las expectativas.
El acento puesto en aumentar las exportaciones vía reducción de los costos
afectó a los trabajadores de la industria y de los servicios. Se consideraba que
para acelerar el crecimiento era necesario privilegiar la acumulación de
capitales.
En poco tiempo hubo resultados sorprendentes, disminuyó la inflación, crecieron
la industria y las inversiones productivas. El Estado duplicó sus obras públicas
en caminos y energía.
La política de Vasena aceleró la transnacionalización de la economía argentina:
se produjeron compras de firmas por empresas extranjeras, las estatales las
mantenía a cargo el gobierno, pero el gran resto de la actividad económica
pasaba a manos extranjeras.
Onganía dividió su plan de gobierno en tres etapas sucesivas: el tiempo
económico, en el se produciría la reorganización de la economía, el tiempo
social, en ese periodo se pensaba mejorar los salarios y el tiempo político, se
transferiría el gobierno a los civiles, total o parcialmente.
3. LA SITUACIÓN SINDICAL
Los dirigentes peronistas estaban dispuestos a colaborar con el gobierno. Una
manifestación pública fue su presencia en el acto de asunción de Onganía como
presidente de la nación. Los sacrificios que el plan económico exigió de los
trabajadores (congelamiento de salarios, reducción de indemnización por despido,
la elevación de la edad de jubilación y el deterioro de los salarios reales)
mostraron la verdadera cara de la Revolución Argentina.
En las empresas estatales, se puso en marcha la racionalización administrativa,
en los ferrocarriles se hicieron numerosos despidos.
Ilegalizado el partido peronista e imposibilitadas de recurrir a la huelga, las
entidades gremiales perdieron fuerza, así el vandorismo se dividió. Un sector,
llamado “participacionista” estuvo dispuesto a someterse a los dictados del
gobierno para ser convocados a realizar la grandeza nacional; se reeditaba la
alianza con el poder militar y se deslegitimaba frente a la clase obrera que
pretendía representar. El segundo grupo, liderado por Vandor, intentó la tarea
de preservar su autonomía sin enfrentar al gobierno.
El movimiento obrero quedó dividido en 2 centrales: la CGT de los Argentinos
(respondía a Ongaro) y la CGT Azorpado (respondía a Vandor)
En las zonas de reciente industrialización, se había desarrollado un
sindicalismo nuevo como consecuencia de las negociaciones establecidas por
algunas empresas trasnacionales, que obtuvieron de los sucesivos gobiernos la
autorización para establecer sindicatos de empresas. Esta tendencia se reforzó
como consecuencia de la nueva ley de Asociaciones Profesionales dictada por
Onganía, que permitía a las empresas depositar las cuotas que retenían como
aporte gremial en la cuenta del gremio local.
Estas medidas dieron origen a un sindicalismo clasista, de tendencias marxistas,
que era apoyado por las bases obreras peronistas.
4. LAS RESPUESTAS SOCIALES Y LA CAÍDA DE JUAN CARLOS ONGANÍA
El plan de estabilización del gobierno iba dejando moribundos a su paso entre
los empleados públicos, los comerciantes, las pequeñas y medianas empresas
nacionales, los agricultores.
En 1969, los estudiantes universitarios a la defensiva de la Noche de los
Bastones Largos, organizaron marchas de protesta, primero en Corrientes, luego
en Rosario. En Corrientes fueron duramente reprimidos y la ciudad ocupada
militarmente y en Córdoba se desato un motín masivo incitado por estudiantes
universitarios y obreros de la industria automotriz, al cual se fueron agregando
sectores a medida que la rebelión crecía.
Estos hechos, conocidos como el “Cordobazo”, revistieron la importancia de la
“Semana Trágica” de 1919 y demostraron la fragilidad de un Estado basado en la
coerción. El levantamiento dividió al ejército: Onganía pedía mano dura y
Lanusse prefería renovar el gabinete, así se hizo y todos los ministros fueron
reemplazados.
Hacia 1970, el fracaso del régimen en hacer cumplir la principal misión de
asegurar la paz social, hizo temer a la burguesía, sobre todo por que las
estrategias de los distintos sectores en que se dividían los militares eran
diferentes.
La táctica de Onganía era doble: endurecía la represión contra los sindicalistas
que se oponían al régimen, condenándolos a través de Consejos de Guerra y
ofrecía una serie de concesiones a los dirigentes sindicales peronistas. Anunció
el inicio del tiempo social para sostener las obras sociales, incluso los
sindicales.
Los liberales, encabezados por Aramburu, proponían la liberación política,
lograr un acuerdo con los partidos políticos, los que a cambió de una libertad
vigilada, servirían de soporte para la elección de un presidente acorde con los
objetivos e intereses de la FFAA. Esta propuesta abortaría a mediados de 1970
por el asesinato de Aramburu por los montoneros.
Otro sector de los liberales, encabezados por Alzogaray, planteaba la
destitución de Onganía. Para este grupo, la salida política era un hecho
impracticable.
Los nacionalistas que cuestionaban el proceso de desnacionalización de la
economía, pensaban en la conformación de una alianza social entre sindicatos y
empresarios nacionales para poner en marcha un frente populista que aislaría
tanto a los subversivos como a los sectores antinacionales.
En los meses que siguieron al Cordobazo, hubo violencia. En junio fue asesinado
Vandor, durante ese mismo mes hubo atentados incendiarios contra supermercados.
O’Donell afirma que desde el Cordobazo la Argentina se encontraba afectada por
una crisis de dominación: es una crisis del fundamento de la sociedad, de las
relaciones sociales que constituyen las clases y sus formas de articulación.
Rebeldía, desorden, indisciplina laboral son términos que prevalecen en estas
situaciones.
En otras palabras, indica un Estado que está fallando en la efectivización de su
garantía para la vigencia de relaciones sociales. Esta crisis es la crisis del
Estado en la sociedad.
El clima provocó la huida de los capitales extranjeros, el déficit en la balanza
de pagos se agravo por la crisis de las exportaciones de carne.
En Córdoba crecían las tensiones sociales: los universitarios controlaban las
altas casas de estudios, los sindicatos de izquierda exigían ruptura con el FMI,
expropiación de monopolios, suspensión del pago de la deuda externa, el control
de las fábricas en manos de los obreros.
En 1970 debutaron los Montoneros, grupo armado y clandestino peronista que
secuestró a Aramburu en represalia por los fusilamientos en las universidades.
Se comprometieron a luchar contra los militares y la burocracia sindical
conciliadora y exigieron la devolución del cuerpo de Eva. A fines de este año
las Fuerzas Armadas Peronistas y Fuerzas Armadas Revolucionarias se fusionarían
con Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo, de orientación
trotskista.
Depuesto Onganía en junio de 1970, los militares designaron al General
Levingston.
5. ALGUNAS EXPRESIONES DE LA CULTURA ARGENTINA EN LOS 60 Y LOS 70
La Argentina posperonista inició una etapa de modernización cultural compleja
que incluyó a los sectores de la nueva izquierda, sectores antiliberales y
populistas.
Uno de los centros de este fenómeno fue la Universidad de Buenos Aires con la
designación de Romero como interventor por parte de la revolución Libertadora.
La renovación científica hizo que se estimulara la investigación en laboratorios
de ciencias exactas, se introdujeron las ciencias sociales, se incorporaron
nuevas carreras académicas, etc. Germani fue uno de los agentes más importantes
de este momento cultural en el país.
En 1958 se fundó Eudeba, bajo la gestión de Frondizi con el propósito de lograr
la divulgación de colecciones concebidas de extensión cultural, a bajo costo.
El mismo afán de modernización presidió la creación del Instituto Di Tella,
fundado en 1958.
A partir de 1960 el ideal fue la lucha de masas contra los enemigos externos e
internos que sólo podía resolverse mediante el establecimiento de regímenes
autoritarios. La izquierda aconsejaba no cuestionar todas las dictaduras, no
contentarse con la democracia formal, sino profundizar en el contenido social
que sostenía a los distintos regimenes.
Onganía destruyo las ilusiones de quienes habían creído en su carácter
modernizador y mesiánico. Durante el régimen de Onganía, la industria
cinematográfica argentina dependiente de subsidios oficiales, produjo filmes
épicos con objetivos moralizantes.
En la Argentina, el optimismo de fines de los 60 y principios de los 70 fue
transferido a la política. Estos años conflictivos fueron , para el intelectual
de izquierda, de politización de la cultura, compromiso de la actividad
intelectual y desconfianza hacia el cientificismo.
6. EL GOBIERNO DE LEVINGSTON (1970 – 1971)
El nuevo presidente pertenecía a la orientación nacionalista del ejército y
designó como ministro de Economía a Ferrer.
El nuevo ministro comenzó a implementar una política laboral menos dura, trató
de limitar la influencia extranjera de la economía del país apoyando a las
empresas públicas y privadas de capital nacional. Consideraba que los niveles de
ahorro nacional eran suficientes para financiar una política de desarrollo.
Transformó el Banco Industrial en Banco Nacional de Desarrollo para financiar
sectores estratégicos de la economía y otorgó aumentos salariales para
reconstituir el mercado interno.
Para proteger la producción nacional elevó los aranceles aduaneros y cuando los
precios internacionales de la carne aumentaron, desestabilizando los precios
internos, impuso 2 días a la semana de veda al consumo de carne vacuna. Esta
medida tenía por objetivo adicional liberar saldos para ampliar las
exportaciones nacionales.
Esta estrategia enfrentó la resistencia de la burguesía monopólica, quien junto
con los capitales extranjeros, retrajeron inversiones, por lo que la economía
sufrió inflación y descenso del nivel de empleo
El gobierno debió enfrentar la oposición de los sectores afectados, las
contradicciones internas del ejército y una opinión pública fastidiada y
descreída. No logró controlar a los sindicatos peronistas y a los partidos
políticos que reanudaron su actividad.
En febrero, la protesta estalló otra vez en Córdoba y el ejército se negó a
reprimir.
Este nuevo “Cordobazo” provocó la caída del general Levingston. Fue reemplazado
en 1971 por Lanusse.
7. EMPRESAS Y EMPRESARIOS (1958 – 1976)
Durante la presidencia de Frondizi la estrategia gubernamental profundizó la
política de atracción hacia la inversión directa del capital extranjero en las
ramas metal – mecánica, química y petroquímica. El objetivo era expandir estas
tres ramas y aumentar la producción de petróleo.
A fines de 1958, se sancionaron dos leyes que moldearon por una década el
derrotero de la industria argentina: la nueva ley de inversiones extranjeras
regulaba la llegada del capital trasnacional, mientras que la ley de promoción
industrial buscaba incentivar nuevas inversiones en las empresas nacionales.
El resultado de esta política fue la llegada de capitales orientados hacia la
industria automotriz, de tractores, química y petroquímica que desarrollaron
actividades como la farmacéutica, metalúrgica y la química fina. Esta política
permitió el crecimiento de otras manufacturas como la producción de radios y
televisores, maquinaria agrícola y máquinas herramientas.
La productividad aumentó en algunas ramas como la producción de maquinaria y
material de transporte. En los frigoríficos, textiles o la producción de
cerveza, la productividad seguía baja porque las instalaciones eran viejas.
El término que mejor describe la estructura industrial argentina en ese período
es la heterogeneidad: empresas modernas y dinámicas, algunas de capital nacional
y otras, filiales de las más grandes multinacionales de la época, junto a
empresas familiares chicas o grandes con escasa tecnología y muy ineficientes.
Esta situación llevó a las últimas a las crisis, quebraron y desaparecieron o
quebraron y pasaron a manos del Estado que las siguió administrando para
mantener la fuente de trabajo.
En 1955 la UIA retomó su actividad corporativa y defendió una política
conservadora para la industria y mantuvieron una defensa cerrada del sector
agropecuario como eje de toda la producción nacional.
Tendían a adjudicar la culpa de la ineficiencia al excesivo poder de los
sindicatos y su lucha fue por conseguir un mayor control de los obreros
quitándoles una serie de conquistas obtenidas. Esa visión del desarrollo
económico era opuesta a la de muchos funcionarios, técnicos, militares y
empresarios que veían en las nuevas tecnologías y la modernización de las
empresas las únicas vías posibles para el desarrollo futuro.
A los conflictos dentro del empresariado nacional, se sumó la ineficiencia del
Estado en la implementación de políticas económicas.
El gobierno de Frondizi rehabilitó la CGE que había sido disuelta por la
Revolución Libertadora.
La mayoría de las empresas transnacionales utilizo la estrategia de dividir la
inversión en dos partes: la inversión directa que le permitía cumplir con las
disposiciones legales y un crédito a muy corto plazo extendido por la casa
matriz. El objetivo era aprovechar la posibilidad de penetrar el protegido
mercado interno.
Las nuevas inversiones extranjeras no generaron divisas y fueron una fuente de
succión a través de la importación de insumos, devolución de créditos y el pago
de patentes y royalties a las casas matrices. Estas empresas produjeron cambios
positivos: modernización tecnológica y organizacional, generación de nuevos
empleos en el sector industrial y de servicios y la aparición de nuevas
actividades.
La única manera para solucionar el déficit que las inversiones extranjeras
generaban en la balanza de pagos hubiera sido la radicación continua de nuevos
capitales y haber obligado a las empresas extranjeras a exportar. Para la
primera solución nuestro mercado era demasiado pequeño y para la segunda había
que abandonar la política de protección aduanera.
La nueva política de crecimiento se basaba en tres ejes: imponer mayores
controles a las empresas trasnacionales instaladas en el país, negociar nuevas
inversiones extranjeras con empresas multinacionales europeas y apoyar a
empresas nacionales para fortalecerlas y crear nuevas industrias de capital
nacional en los sectores que está ausente como aluminio, papel, etc.
8. LAS MODIFICACIONES EN EL ÁMBITO RURAL
Durante los años 60, se introdujeron un conjunto de mejoras técnicas que
permitieron avanzar sobre los problemas básicos del estancamiento.
La mecanización de las actividades rurales con la incorporación de tractores
incidió en la producción agrícola de diversas maneras. Primero porque se trataba
de maquinaria cada vez más potente que permitía un incremento más que lineal de
la producción; segundo porque lograba una roturación más profunda que elevaba la
productividad y la cosecha se hacía más veloz; tercero, porque liberaba
superficie antes destinada a forrajes.
Empezaron a utilizarse insumos como semillas mejoradas, fertilizantes y métodos
de cultivo más eficaces. Se difundieron nuevas variedades de trigo y lino, la
inseminación artificial y técnicas sanitarias en la cría de ganado y el
reemplazo de la alfalfa por praderas rotativas de cultivos.
Se difundió una nueva modalidad: los contratistas. Por una parte, pequeños
propietarios, poseedores de maquinaria agrícola adquirida recientemente vendían
sus servicios a explotaciones más grandes, cobrando una tarifa. Por otra parte,
volvían a tomar tierras en arriendo pero por períodos cortos, de 1 año o 1
cosecha. Este sector fue adquiriendo en la región pampeana una mayor incidencia.
Los grandes frigoríficos exportadores fueron perdiendo posiciones respecto de
los medianos y los mataderos dedicados al faenamiento para el consumo interno de
la carne.
Se inició también un proceso de sustitución de cultivos, una tendencia más
dinámica en la producción de frutas, hortalizas y legumbres que se extendería a
algunos cultivos industriales.
Se desarrolló el cultivo de la soja, que comenzó un avance acelerado que la
convertiría en la principal fuente de divisas del país.
9. EL GOBIERNO DE ALEJANDRO AGUSTIN LANUSSE (1971 – 1973)
El general Lanusse trato de descomprimir la caldera social controladamente a
través de lo que se llamo El Gran Acuerdo Nacional (GAN)
Su primera medida fue la legalización de los partidos políticos y el anuncio de
elecciones libres sin proscripciones. Esta reconstitución de la democracia
estaba condicionada a la aceptación del GAN por los partidos políticos: se
trataba de formar un bloque entre militares, sindicatos y los partidos políticos
para neutralizar a la guerrilla y a los grupos radicalizados de la sociedad.
Perón rechazo el acuerdo
Lanusse operó sobre la dirigencia sindical y los políticos neoperonistas para
lograr la fractura del peronismo.
Fracasado el GAN, la estrategia de Lanusse fue establecer normas
constitucionales provisorias de facto: la elección del presidente por el voto
directo y un sistema de doble vuelta o ballottage en caso de que ningún
candidato alcanzase el 50 % de los votos, un mandato presidencial de 4 años y
los candidatos, debían haber residido en el país, los últimos 5 años. El
gobierno tenia esperanzas de que los peronistas no ganaran la primera vuelta.
Desde el punto de vista económico, el gobierno se limitó a evitar la recesión y
el desempleo, contener las tensiones inflacionarias y modificar las expectativas
de los agentes económicos.
Se creó el Programa de Atención Médica Integral (PAMI) que respondió a la falta
de respuesta de muchas obras sociales para atender la salud de jubilados y
pensionados.
10. LA VIOLENCIA
Se fortaleció la actividad guerrillera. Cada golpe de la guerrilla era
respondido por los grupos clandestinos de derecha. En 1972, en Trelew, un grupo
de guerrilleros fue fusilado.
Los motines populares continuaron durante la presidencia de Lanusse con
movilizaciones masivas. Se trataba de manifestaciones callejeras de protesta
frente a decisiones apresuradas del poder autoritario. La agitación se extendió
al ámbito rural.
Las tensiones sociales sin salida y la violencia generalizada aumentaron los
temores de la sociedad, y las fuerzas armadas consideraron una retirada
anticipada del poder.
En Bs As se hicieron concesiones en los sindicatos y asociaciones moderadas para
controlar a los obreros más combativos. Se fortaleció a los gremios peronistas
más conservadores. La CGT fue unificada nuevamente.
La apertura a una salida política permitió aislar a los sindicalistas clasistas,
disolver sus organizaciones y someter a los trabajadores al control de la
burocracia sindical.
Capítulo 5: El Estado en jaque
1. EL ESCENARIO MUNDIAL DE LOS AÑOS 60 Y 70
La llamada “edad de oro” de la posguerra se asentó sobre los acuerdos de Bretton
Woods, la abundancia de petróleo barato y los aumentos de la productividad
mundial. La economía alcanzo su momento de mayor expansión a fines de los 60, y
ese crecimiento explosivo se transformo en mejoras de la calidad de vida a
través de la sociedad de bienestar en Occidente.
Durante el momento culminante del desarrollo económico de posguerra, surgieron
los movimientos sociales de la juventud y la afirmación de las mujeres como
actores de pleno derecho.
Los jóvenes fueron el motor de acciones que conmovieron a la sociedad de la
época, y su rebelión movilizo a otros actores sociales. Esa juventud que
participaba de una situación antes desconocida esperaba el nacimiento de un
mundo mejor que el de sus padres, tenía una vocación universalista y se sentía
atraída por el radicalismo político.
Los acontecimientos de la década del 70 recibieron la influencia del triunfo de
la guerrilla rural como forma de lucha política. En distintas regiones del
mundo, desde los años 50 esta metodología había logrado sucesivos éxitos.
Estos sucesos produjeron el imaginario que la toma del poder por medio de las
armas era posible.
2. EL RETORNO DE PERÓN
El gobierno convocó a elecciones en marzo de 1973, donde la candidatura de Perón
quedó proscripta. Para las elecciones impuso como candidato a su delegado
personal, Cámpora, quien fue rodeado por la izquierda peronista y grupos armadas
FAR – FAP y Montoneros.
La campaña tuvo como protagonista a la “juventud peronistas” que popularizó la
consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder2 como una burla a la cláusula de
los militares. Los jóvenes aspiraban a una comunicación fluida entre Perón y el
pueblo y se oponían a los sindicatos y a sus dirigentes.
El partido peronista, conformo el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI)
que obtuvo la victoria
3. EL PROYECTO DE PERÓN
Perón había retornado al país con una estrategia de reinstitucionalización.
Su proyecto político en la década del 70 mostraba la experiencia acumulada
durante el exilio y su voluntad de no caer en viejos errores. La explicación
central de la crisis argentina de la época era de carácter político y se propuso
guiar a la política a través de las instituciones.
Los radicales cedieron aceptando la integración del peronismo en el sistema
político. Tuvo más apoyo en los partidos no peronistas que en los grupos
internos del movimiento. Quedaba claro que Perón respetaría el orden jerárquico
militar. Prueba de esto fue la designación como comandante en jefe del ejército
de Carcagno. Este general era miembro del “grupo azul”.
El nombramiento de Anaya inició una nueva etapa en la relación con las fuerzas
armadas, “el profesionalismo integrado”: el gobierno respetaría la disciplina
militar, sin buscar en ellas respaldo político. La Iglesia no simpatizaba con el
nuevo gobierno.
Con el Pacto Social retomo la propuesta central de la convivencia entre los
distintos sectores en la comunidad organizada, un acuerdo sobre la manera de
distribuir el ingreso nacional entre trabajadores y empresarios.
4. EL BREVE GOBIERNO DE HECTOR J. CAMPORA
Cámpora asumió el gobierno el 25 de mayo de 1973 y gobernaría 49 días. El
periodo se caracterizo por un estilo político (la movilización popular). Estaba
centrado en el Pacto Social, entendido como un programa económico y
normalización institucional de los conflictos.
El retorno de Perón al país se convirtió en una batalla armada entre grupos
peronistas de izquierda y derecha.
Los sindicatos peronistas ortodoxos exigieron la renuncia de las autoridades
culpadas de permitir una infiltración marxista.
Con la renuncia de Cámpora, asume Lastiri, que llamo a elecciones. La formula
Perón-Perón, gano con el 60% de los votos.
El 17 de octubre de 1973, Perón, acompañado por su esposa Isabel, asume un nuevo
mandato presidencial.
5. EL PROGRAMA ECONÓMICO DE REFORMAS
El programa económico se basaba en el Acta de Compromiso Nacional firmada por la
CGT, CGE y el Ministro de economía Gelbard. Se podría definir como un programa
tibiamente nacionalista y distribucionista.
Las disposiciones del programa económico anunciado incluían las siguientes
medidas:
- Sector Agropecuario: la Ley agraria incluía la expropiación de las tierras
improductivas aunque esta propuesta no logró ser aprobada por el Congreso. Si lo
fue, el impuesto a la renta potencial de la tierra. Tanto el gobierno de Illia
como el de Onganía habían intentado introducir esta medida, lo que probaría que
no tenía nada de revolucionaria. Incorporaba el factor distribucionista al
proponer un aumento de la tasa fiscal cuanto mayor fuera la propiedad rural.
El gobierno consiguió que 3 de las más importantes entidades rurales – FAA,
CONINAGRO Y SRA firmaran en 1973 un acuerdo llamado Acta de Política Concertada
con el Agro que reforzaba la concertación del gobierno con todos los sectores
económicos.
La intervención del Estado en las exportaciones del agro se concretaba a través
de dos juntas nacionales, de granos y carnes. También fijación de precios del
agro a través de la implantación del sistema de retenciones y control sobre el
tipo de cambio de divisas.
- Sector industrial: se formuló una estrategia de protección a la industria
nacional con el propósito de frenar la competencia extranjera.
Se favoreció el crecimiento de la pequeña empresa a través del crédito accesible
y se declaró la vocación por estimular el desarrollo de la tecnología local.
Se sancionó la nueva ley de inversiones extranjeras que propuso revertir la
tendencia a la penetración extranjera en la economía.
- Apertura comercial con el bloque socialista: el gobierno puso un interés
especial en la apertura de estos intercambios como decisión política frente a
las presiones norteamericanas y de los sectores nacionalistas locales.
- Reformas financieras y fiscales: una nueva ley otorgaba mayor poder al Banco
Central frente a los demás bancos respecto de la cantidad de dinero disponible.
La reforma acrecentó los tipos de ganancias afectadas por los impuestos
progresivos y se instrumentaron nuevos impuestos regresivos como el IVA
- Controles de precios y ganancias: el Plan de Estabilización fue la acción de
intervención estatal más conocida y se constituyó en el instrumento más
importante del Pacto Social. El congelamiento de los precios fue acompañado por
el congelamiento de salarios. Estas medidas se unieron a la suspensión de las
convenciones colectivas de trabajo por 2 años.
La inflación se detuvo, la bolsa se reanimó, el dólar paralelo bajó y la
recaudación impositiva aumentó.
- Legislación del trabajo: los sindicatos recibieron con satisfacción la Ley de
Asociaciones Profesionales que mantenía la legislación anterior y agregó el
fuero sindical. Éste establecía derechos judiciales para los dirigentes
sindicales.
La ley de contratos de trabajo favoreció a los trabajadores al extender los
beneficios como vacaciones pagas, licencia por maternidad y aumento la
indemnización por despido.
- Seguridad social y salud: aumentó la jubilación básica e intentó introducir un
sistema de capitalización en la financiación que no pudo concretar. En cuanto a
la salud se trató de unificar el sistema nacional que pasó a ser responsabilidad
del Estado.
La política de ingresos fue explicitada a través de un acuerdo tripartito que se
conoció como el Pacto Social, que suponía un acuerdo sobre la manera de
distribuir el ingreso nacional entre trabajadores, representados por los
sindicatos y los sectores del empresariado.
Cámpora anunció el Pacto Social en junio de 1973; para ello necesitaba la
representación de cada sector en organizaciones verticales y unificadas: la CGE
y la CGT. Los empresarios avalaron la política de concertación: no les impedía
hacer sentir su capacidad de presión cuando fuera necesario.
Para obtener el apoyo de la burocracia sindical, Perón recurrió a la lealtad
incondicional con Rucci, ya que lo sindicalistas estaban preocupados por la
suspensión de las negociaciones colectivas.
Las organizaciones empresariales como la SRA, la UIA, avalaron en un primer
momento el Pacto Social, a los efectos de ganar tiempo. La UIA se autodisolvió
e, integrada como Confederación Industrial Argentina (CINA), se integró a la
CGE.
5.1 LAS ETAPAS DEL PLAN
La política económica del tercer período peronista podría dividirse en dos
etapas: una desde la firma del Pacto Social hasta 1974, cuando falleció Perón, y
la segunda, desde esa fecha hasta el golpe militar de marzo de 1976 que derrocó
a Isabel Perón. Si la primera etapa estuvo marcada por la estabilidad e precios,
el superávit en el sector
externo y el crecimiento económico; la segunda se caracterizó porque colapsaron
los acuerdos de la etapa previa, se instaló la inestabilidad y se descontroló la
inflación.
En 1973, en el sector externo se produjo un aumento en las exportaciones y un
incremento de las reservas incentivados por el aumento de los precios de la
carne y cereales.
La situación favorable en el sector externo tenía su explicación en un factor
transitorio: en 1973 los términos de intercambio tocaron su valor máximo desde
los años 50, fue llamado el boom de las materias primas.
Las críticas hacia la política económica del gobierno durante la gestión Gelbard
destacaban la desatención del frente fiscal y de la expansión monetaria.
Las principales fuentes de gasto eran los aumentos salariales del sector
público, el incremento de la dotación de personal y los subsidios al sector
empresarial.
La situación inicial favorable se complicó a principios de 1974 cuando los
precios de las importaciones comenzaron a aumentar por efecto de la crisis del
petróleo y los empresarios presionaron para lograr una flexibilización respecto
del congelamiento de precios.
6. UNA SÓRDIDA LUCHA
El sindicalismo ortodoxo, estableció reformas a la Ley de Asociaciones
Profesionales, concebidas para incrementar el grado de centralización de las
estructuras gremiales: ilegalizaban los sindicatos por empresa, facultaban a las
entidades de nivel superior intervenir sumariamente las filiales y otorgaban a
los sindicatos capacidad para poner fin al mandato de los delegados de fabrica.
Así se estaba en mejores para controlar la movilización de las bases, cuyas
demandas desbordaban el pacto social. Lo que se necesitaba era un movimiento
obrero unificado, centralizado y articulado, que garantizase el respeto a la
negociación.
La violencia política no había desaparecido: en 1973 los Montoneros asesinaron
al secretario general de la CGT, Rucci .A principios de 1974 coparon el
regimiento del ejercito azul con una demostración de su poder que resulto una
ofensa para los militares.
Perón decidió la reforma drástica del Código Penal para incluir los delitos de
terrorismo, esto produjo la renuncia de 8 diputados de la Juventud Peronista que
enfrentaron la medida. Se discutía sobre proscribir a los Montoneros, el ERP
había sido declarado ilegal en septiembre de 1973.
En 1974 la Triple A conducida por López Rega produjo secuestros y asesinatos a
militantes peronistas e izquierdistas.
Muere Perón en 1974, desaparece el equilibrio político, se desencadeno una
guerra entre los sectores internos peronistas por el poder.
7. EL GOBIERNO DE ISABEL PERÓN (1974 – 1976)
A la muerte de Perón, asumió la viuda, María Estela Martínez de Perón (Isabel)
por ausencia de alternativas para la sucesión del poder. Se impuso la lucha por
la distribución de ingresos logrando mantener la independencia de la acción
sindical frente al poder político.
El gobierno de Isabel y López Rega llevo adelante un programa inicial de
derecha: de línea autoritaria, rompió el equilibrio de las fuerzas que apoyaban
al gobierno, se aparto de sindicatos, empresarios medianos y pequeños y de
partidos chicos. Se acerco a los militares y a las grandes empresas.
López Rega anuncio a los jefes militares la decisión de acabar con la
subversión: con la eliminación de la infiltración marxista en la educación
general y la universidad; la imposición de prácticas políticas tendientes a
fortalecer la economía del mercado, las inversiones y el desarrollo y el
sometimiento de los dirigentes sindicales
Los militares a partir de 1973 pasan a manifestar su apoyo y papel activo en la
política, los Montoneros intentaron recuperar su lugar pero fueron rechazados.
Después del asesinato del jefe de la policía Villar se decretó el estado de
sitio y se autorizo a la policía y ejercito a reprimir.
La represión se hizo cada vez mas dura, el programa antisubversivo genero
oposición, porque la población temía de una guerra de facciones. Los militares
establecieron redes de espionaje que limitaban la acción terrorista impusieron
represión con violencia indiscriminada.
8. EL PLAN ECONÓMICO Y POLÍTICO SE DESBARRANCA
En el orden interno el crecimiento de la demanda debido a causas como el
incremento en la oferta monetaria, el aumento de los salarios reales y la baja
del desempleo resultaba un factor desequilibrante dado el régimen de control de
precios y salarios dispuesto por el gobierno.
La situación externa complicó el panorama con la prohibición de importar carne
argentina dispuesta por el Mercado Común Europeo en 1974 como consecuencia de la
epidemia de aftosa.
La escasez de dólares produjo el crecimiento del mercado negro y empujó los
precios hacia arriba.
Para contener la inflación se hacía necesario salir del congelamiento,
“flexibilizar” la economía y terminar con la expansión.
En 1974 asume el nuevo ministro de Economía, Morales, el cuál estableció una
flexibilización parcial que desequilibró los precios relativos de los bienes y
los servicios y autorizó una devaluación gradual.
Cuando el ministro Morales renunció, en 1975 asumió en su reemplazo Celestino
Rodrigo quién realizó una devaluación de la moneda que dejó a la opinión pública
en estado de shock, este episodio es conocido como el “Rodrigazo”: los precios
aumentaron más del 100 % y para reducir el déficit aumentaron las tarifas de los
servicios públicos.
También paralizo las negociaciones entre los sindicatos y los empresarios, esto
desato una movilización y un paro de 48 hs de la CGT, que produjo el
desplazamiento de Celestino Rodrigo y López Rega.
En agosto, Cafiero, economista cercano a los sindicatos, se hizo cargo de la
cartera de economía y tuvo que enfrentar la inflación creciente, la grave
recesión con caída de la producción, la escasez de divisas y la inequidad
social. Cuando la situación se torno insostenible, pidió un préstamo al FMI.
El triunfo sindical sobre todos sus rivales colmó sus aspiraciones de controlar
el sistema político y reveló su incapacidad para adoptar un programa positivo;
en el ejercicio del poder continuaron desempeñándose como un grupo de presión.
En 1975 se formó un nuevo frente empresario compuesto por la Cámara Argentina de
Comercio, la Cámara Argentina de la Construcción, la Sociedad Rural, entidades
nucleadas en Confederaciones Rurales, etc.
La CGE pagó los costos políticos de su presencia en el gobierno y comenzó a
debilitarse. Desde 1975 se desafiliaron de ella varias organizaciones del
interior del país.
Cuando se iniciaba la crisis política y económica que llevaría al golpe de
Estado, la FAA se desafilió de la CGE.
Los militares retomaron la iniciativa política desde fines de 1975, recuperando
su espacio considerable.
A principios de 1976 se produjo el último cambio de ministro de Economía.
Cafiero fue desplazado y se hizo cargo Mondelli en medio de un caos económico.
El déficit fiscal estaba fuera de control, los precios estaban muy altos y las
reservas exhaustas.
9. LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Frente al gobierno peronista, la UCR mantuvo una actitud de “oposición
constructiva”, apoyando el entramado institucional formulado por Perón y a su
muerte respaldó a Isabel.
El sector interno liderado por Alfonsin criticó esta posición de la conducción
del partido porque impedía que éste apareciera ante la sociedad como una
alternativa democrática.
El Partido Intransigente, integrante de la Alianza Popular Revolucionaria junto
con otras agrupaciones de izquierda, actuó como una oposición leal al gobierno,
criticando el programa económico y planteando la necesidad de una revolución
nacional.
Los pequeños partidos que formaron el Frejuli, una vez roto éste, adoptaron una
posición más critica. Fue sobre todo el Movimiento de Integración y Desarrollo
(MID) el que inició un cuestionamiento centrado en la política económica de
ajuste.
Las fuerzas de la derecha liberal conservadora constituyeron la oposición más
firme al justicialismo. Se agrupaban en dos alianzas a nivel nacional. La
Alianza Popular Federalista, integrada por el Partido Demócrata Progresista y
sectores de la Federación Nacional de Partidos de Centro; la Alianza Republicana
Federal y la Nueva Fuerza. Estos partidos centraron su oposición en el caos y el
desgobierno.
10. ESTRUCTURA SOCIAL DE LA ARGENTINA (1958 – 1974)
Como consecuencia de la disminución del empleo rural, se intensificaron las
corrientes migratorias internas y descendió el número de pobladores del campo.
La mayoría provenía de las regiones pampeanas y el grueso siguió dirigiéndose
hacia el Gran Buenos Aires. En cuanto a los inmigrantes de países limítrofes, se
radicaron primero en provincias fronterizas y luego se sumaron a los migrantes
internos hacia el Gran Buenos Aires.
1. La estructura social agraria de la pampa húmeda fue afectada por lo cambios
introducidos por la mecanización y el crecimiento de la producción que comenzó
en 1960. Desde el sector público se estimuló la adopción de nuevas tecnologías
que facilitaron el aumento de la productividad de granos y carnes. Apareció un
nuevo estrato social: contratistas agrícolas que venden sus servicios a los
estancieros.
2. La estructura social urbana se diferencia de la primera etapa justicialista.
Se aceleró el crecimiento de la clase media y se modificó la composición interna
con un incremento del sector asalariado que se puede relacionar con la
modernización de la organización empresaria.
Por el contrario, en la clase obrera predominó el sector autónomo por efecto de
la rápida expansión de los trabajadores de los servicios, el transporte, etc. El
sector asalariado creció menos debido a la disminución del número de obreros
industriales, los del transporte y del comercio. Se verificó un proceso de
asalarización de la clase media y de desalarización de la clase obrera.
El desarrollismo alentó el cuentapropismo entre la clase obrera; sus integrantes
experimentaron un retroceso en cuanto al nivel de vida expresado por la
estabilidad laboral, el nivel de ingresos y el bienestar. Apareció el empleo
precario, vinculado con el cambio en la posición de poder de las organizaciones
sindicales respecto de la etapa peronista. La estrategia desarrollista produjo
un aumento del salario real. El consumo familiar disminuyó en el gasto básico.
Se extendió la seguridad social en cuanto a la previsión y las obras sociales
bajo administración sindical. Se redujo el gasto social, lo que produjo un
deterioro de los servicios públicos sociales, además se produjo un deterioro en
las condiciones de salud, situación habitacional y educación.
Capítulo 6: EL TERRORISMO DE ESTADO
1. LA CRISIS INTERNACIONAL EN LOS AÑOS 70 Y 80
En 1973 y 1978 los aumentos de los precios del petróleo produjeron un bloqueo
del crecimiento de los sectores industriales intensivos en energía y la
inflación se generalizo a escala internacional. Este hecho desequilibró las
relaciones de intercambio entre los países: los productores de petróleo fueron
receptores de grandes cantidades de divisas, mientras que los importadores de
petróleo comenzaron a tener déficit en sus balanzas comerciales. Los saldos que
dejaba el aumento de precio (petrodólares) se acumularon en manos de inversores
mayoritariamente árabes, fueron depositadas en el sistema financiero
internacional aumentando la liquidez.
Un nuevo fenómeno nacía: la estanflación. Se llamó de esta manera a un proceso
combinado de estancamiento con inflación desconocido hasta entonces. Este
fenómeno era consecuencia del aumento del precio del petróleo y de problemas
derivados de las políticas de bienestar, además intervenían otros desajustes del
contexto internacional y un cambio estructural en el sistema productivo conocido
como desindustrialización, que produjo un mayor dinamismo del empleo y de las
inversiones.
Hacia 1970 el único modelo de Estado, era el Estado – nación. A partir de
entonces comenzó a ser cuestionado y en el lapso de 20 años aproximadamente los
Estados se debilitaron y perdieron parte de su soberanía.
También debilitó al Estado – nación la aparición de nuevas autopistas
informáticas. Los parlamentos, sindicatos, sistemas nacionales de radiodifusión,
perdieron terreno en beneficio de empresas trasnacionales y el mercado
financiero internacional
En la década del 70 se produjeron en América Latina dos fenómenos económicos: un
endeudamiento externo y unas altísimas altas de inflación. La liquidez del
sistema financiero presiono a las débiles economías latinoamericanas hacia la
toma de prestamos baratos, se endeudo el estado y el sector privado deslizando
una importante parte de los recursos desde el sector productivo hacia la
especulación financiera.
2. EL TERRORISMO DE ESTADO (1976 – 1982)
El 24 de marzo de 1976, las fuerzas armadas realizaron un nuevo golpe de Estado
que llamaron Proceso de Reorganización Nacional, que impuso el gobierno de una
Junta Militar compuesta por Massera, y Agosti. El Poder Ejecutivo seria ejercido
por un oficial superior de las fuerzas armadas (Videla, presidente)
Los objetivos que se proponían eran:
- Restituir los valores que sirven de fundamento a la conducción integral del
Estado
- Reconstruir la imagen de Nación
- Erradicar la subversión
- Promover el desarrollo económico de la vida nacional.
La primera medida tomada en el acta consistió en decretar la caducidad de los
mandatos constitucionales de todas las autoridades nacionales, provinciales y
municipales. Además, cesaban en sus funciones todos los diputados, senadores y
los concejos deliberantes comunales, y desaparecía la Corte Suprema. Se
suspendieron por tiempo indeterminado las actividades políticas y gremiales;
para ello se intervino la CGT, la CGE y todos los partidos políticos dejaron de
funcionar. Las tres fuerzas militares se repartieron los espacios de poder.
Con este golpe de Estado, los militares iniciaban en la Argentina un nuevo tipo
de Estado autoritario: el terrorismo de Estado. Éste se diferenció del Estado
burocrático – autoritario porque en esta ocasión las fuerzas armadas ocuparon
todos los puestos del poder y no buscaron la colaboración de los sectores
empresariales para el diseño de las políticas.
O’Donell planteaba que, cuanto mayor fuera la amenaza al orden establecido, más
brutal sería la respuesta represiva y esto fue lo que sucedió en esta etapa.
El orden se impuso por medio de una represión brutal como nunca antes había
sucedido, utilizando la metodología represiva ilegal iniciada en el momento
final del gobierno de Isabel Perón.
La acción clandestina de las fuerzas armadas generaba parálisis en la población
y confusión en las organizaciones guerrilleras y de izquierda, que dificultó su
posibilidad de defenderse. Los militares actuaban sin pruebas ni elementos
jurídicos para condenar o reprimir a sus enemigos, esto facilitó la lucha
“antisubversiva”
Otra característica del último régimen militar fue la sistemática destrucción de
la política “plebeya, populista e inmigrante” que había impulsado el desarrollo
de la industria nacional por medio de la sustitución de importaciones y el
desarrollo del mercado interno.
El primer objetivo del gobierno era el restablecimiento del orden social
suprimiendo con el miedo y la represión toda actitud subversiva en la población.
La tortura y la desaparición de personas fueron mucho más generalizadas entre
guerrilleros, jóvenes militantes universitarios, dirigentes sindicales y
dirigentes políticos que entre los empresarios.
Desde el mismo día del golpe, fuerzas de seguridad ocuparon las principales
plantas industriales del país, las empresas despidieron a activistas sindicales
y obreros involucrados en actividades huelguísticas, numerosos trabajadores
fueron detenidos.
Entre los partidos políticos, el más perjudicado resultó el peronismo, que no
logró una conducción capaz de liderarlo y transformar al partido en una fuerza
política viable. Uno de los problemas que arrastraba era el respeto formal al
verticalismo, que lo mantuvo inactivo entre el golpe de Estado de 1976 y la
Guerra de Malvinas.
La situación del radicalismo fue diferente; la dictadura no pudo impedir que los
sectores aliados a Alfonsín reconstruyeran la organización de la línea
partidaria.
3. LA ECONOMÍA
El golpe del 76 cambio el rumbo de la economía y la perspectiva de la industria
nacional. Se estableció una política liberal, ya que se culpaba a las
regulaciones keynesianas y al Estado benefactor de la ineficiencia de los
factores de producción capital y trabajo.
El 2 de abril de 1975, Martínez de Hoz presentó un plan económico que proponía
disciplinar las fuerzas productivas del país por medio de la competencia
externa, o sea, abrir la economía al mercado internacional y reducir el tamaño
del Estado para lograr mayor eficiencia. Se suprimirían los aranceles aduaneros,
se desarrollaría un mercado de capitales y se disciplinaría a la fuerza de
trabajo y a los empresarios. El Estado debía privatizar las empresas públicas,
eliminar los subsidios y regulaciones y reducir el número de empleados públicos.
Las medidas implementadas incluyeron el congelamiento de los salarios durante 3
meses, la eliminación de los controles de precios y la liberación del tipo de
cambio. Las inversiones extranjeras se desregularon y afines de año se unificó
el tipo de cambio, se eliminaron subsidios a las exportaciones y se redujeron
los aranceles a las importaciones.
En 1978 el aumento del precio del petróleo genero la gran liquidez de dólares
que produjo una caída de las tasas de interés internacionales lo que favoreció
la llegada de inversiones extranjeras y préstamos externos en dólares a nuestro
país.
Poco antes, se puso en práctica una reforma financiera que permitió la
instalación de nuevas instituciones financieras pero otorgando la garantía del
Estado para los depósitos diversificando la oferta de títulos y valores
ofrecidos por el Estado. La intención era aumentar la oferta de préstamos y
servicios financieros para expandir el mercado de capitales.
En diciembre de 1978, Martínez de Hoz implemento la llamada “tablita”: tabla que
indicaba el valor futuro de la moneda nacional respecto del dólar para asegurar
las transacciones a termino de los agentes económicos, la inflación interna no
bajo rápido y quedo sobrevaluado el eso argentino respecto del dólar.
Estas reformas desataron una práctica especulativa que se conoció como
“bicicleta financiera”. Consistía en la toma de préstamos baratos en el mercado
internacional y su colocación en moneda nacional en mesas de dinero a plazo fijo
y con interés a tasas positivas respecto de la inflación. La especulación
financiera ocupo el centro de la escena cotidiana
Consecuencias: el país se endeudo, subió la inflación, aumento la inseguridad,
muchos capitales huyeron al exterior
La sobrevaluación de la moneda encarecía los productos nacionales en el exterior
y perjudicaba las exportaciones
Muchas empresas nacionales y las Pymes por las altas tasas de interés no
pudieron competir en calidad y precios con productos extranjeros y quebraron,
fueron absorbidas por empresas más grandes, o se vendieron a empresas
extranjeras.
Varias se retiraron del país (siderurgia, automotriz, producción de tractores)
Algunas ramas de actividades que habían sido fortalecidas por las políticas
industriales a mediados de los 60 y 70 lograron crecer y desarrollarse. Esas
empresas siguieron exportando y aumentaron sus ventas al exterior. Se trataba de
commodities (aluminio, productos petroquímicos y siderúrgicos) que compensaron
la caída de las otras exportaciones,
Creció y se desarrolló hacia la exportación la industria aceitera, que utilizaba
tecnología simple y aprovechaba las ventajas comparativas.
Surgieron nuevos negocios alrededor del Estado al privatizarse ciertas
actividades periféricas que éste realizaba.
Algunas entidades gremiales empresarias fueron objeto de persecución durante el
período, la CGE fue disuelta; la UIA fue reorganizada por el gobierno con un
nuevo sistema de representación que mantuvo a los viejos dirigentes.
3.1 EL FRACASO ECONÓMICO
Entre 1979 y 1981 no sólo había aumentado la deuda externa, sino también sus
intereses.
El fracaso de la política económica precipitaría la renuncia del ministro de
economía Martines de Hoz.
Cuando asumió Viola (marzo – diciembre de 1981), su ministro de Economía Sigaut,
abandonó “la tablita” cambiaria y durante ese año la devaluación alcanzó el 400
%. Se impuso un tipo de cambio fijo y se restablecieron temporalmente las
retenciones para las exportaciones agropecuarias para frenar el déficit e
impulsar exportaciones. Quebraron muchas empresas, creció el desempleo y las
presiones internas dentro del ejército llevaron al reemplazo de Viola por
Galtieri (1981 – 1982). Éste nombró ministro de Economía a Alemann, quién retomó
los lineamientos de la política económica de Martínez de Hoz. Se propuso
privatizar empresas y servicios públicos para disminuir el déficit fiscal,
impulsar inversiones extranjeras, e intentar una nueva asociación con EE.UU. que
no se concreto por la guerra de las Malvinas. El gobierno congelo los salarios
de los empleados públicos, devaluó la moneda un 600%, el producto bruto interno
disminuyo y la producción industrial cayo, también cayeron los salarios reales.
La recesión produjo protestas sindicales e incluso empresariales; a fines de
Marzo, la CGT llamo a un paro y movilización. En este contexto, Galtieri decide
agitar problemas limítrofes con Chile, y en abril de 1982 el desembarco de
tropas Argentinas en Malvinas, desencadeno la guerra con Gran Bretaña. Esto
produjo la inmediata renuncia de Galtieri pero también sello la salida
definitiva de los militares. El 1 de Julio de 1982, el Gral. Bignone (1982-1983)
sucedió a Galtieri, éste tenía como objetivo lograr una retirada honorable para
las fuerzas armadas.
Una de las medidas económicas tomadas por el gobierno de Bignone fue la
nacionalización de la deuda externa privada realizada por Cavallo, presidente
del Banco Central. La deuda dejaba de ser un problema personal de los deudores
para transformarse en una deuda del Estado y de toda la sociedad, porque para
devolver los préstamos se necesitaban dólares que solo se podían adquirir en el
Banco Central que no disponía de reservas necesarias. Para solucionar tal
dilema, el Estado asumió como propia la deuda privada.
4. LA ESTRUCTURA SOCIAL EN LA ETAPA DE LA APERTURA (1976 – 1983)
Según el censo de 1980, la Argentina tenía alrededor de 28 millones de
habitantes. Durante ese período, bajó el índice de crecimiento demográfico
iniciado en 1930.
Se intensificaron los movimientos entre ciudades del interior e incluso muchos
migrantes que se habían instalado en Bs As retornaron a sus provincias.
A partir de 1976, como consecuencia de las medidas restrictivas a la inmigración
disminuyó el número de inmigrantes de países limítrofes.
Se intensificó la emigración de técnicos y profesionales argentinos.
La producción agrícola creció a través de la especialización productiva, la
modernización en la gestión y la incorporación de nuevas tecnologías. Se mantuvo
la división entre estancias y chacras. Otro cambio fue la casi desaparición de
los arrendamientos a largo plazo, reemplazados por arrendamientos por cosecha.
Debe destacarse la aparición de explotaciones modernas de gran tamaño. Todos
estos cambios marcaron una nueva visión del negocio rural y significaron una
profundización del capitalismo en el agro pampeano.
Se aceleró el proceso de concentración del capital que favoreció la formación de
grupos económicos diversificados en perjuicio de los sectores especializados. El
hecho más significativo fue el aumento de la oligopolización favorecido por el
modelo aperturista que permitió el crecimiento y predominio de 2 tipos de
empresas: los grupos económicos diversificados nacionales y las empresas
trasnacionales diversificadas que lideraron el proceso de acumulación.
El sector de trabajadores autónomos creció más que el empleo urbano.
Entre los trabajadores autónomos los sectores más importantes eran la
construcción, los servicios personales, los pequeños propietarios terciarios y
el empleo marginal o precario. Una novedad de esta época era la precarización
del cuentapropismo de clase obrera.
Las empresas con menor productividad se convirtieron en lugar de excelencia por
el empleo precario con largas jornadas baja remuneración y carencia de
calificación
La precarización laboral afectó a los trabajadores de industria, a los empleados
domésticos y a la capa más modesta de la clase media. También disminuyó el
bienestar social para los sectores más bajos en la escala social.
El nivel de vida de la población se deterioró: la salud pública no alcanzó a
satisfacer los niveles de demanda, el déficit habitacional se mantuvo estable
debido a la disminución de las migraciones hacia la ciudad.
La apertura económica tuvo un fuerte signo concentrador combinado con una
estrategia violenta de disciplinamiento social. No hubo modernización ni
crecimiento y fue perjudicial para amplios sectores de la población que
sufrieron los efectos de una movilidad social descendente.
5. LOS SINDICATOS OBREROS
La ley sólo permitía sindicatos de base y federaciones regionales que debían
solicitar zonas de actuación, querían debilitar el poder de los dirigentes
nacionales.
El gobierno se proponía lograr la despolitización del movimiento obrero
subordinándolo al poder del Estado. Eliminó parte de los dirigentes peligrosos
con la desaparición de sus representantes más combativos, independizó la acción
de las comisiones internas de las decisiones de la CGT, redujo la actuación
gremial y eliminó la autonomía y los recursos de los sindicatos regionales.
Durante el Proceso, el movimiento obrero se debilitó. Varias son las razones que
explican este fracaso: por un lado, como consecuencia de la desindustrialización
disminuyó la afiliación gremial y la dirigencia obrera se había desprestigiado
por su actuación durante el gobierno peronista cuando no se puso al frente de
los conflictos sociales. A partir de ahí, la figura del dirigente gremial quedó
totalmente deslegitimada ante la sociedad.
A fines de 1980, un grupo de dirigentes reorganizo la CGT y designo como
secretario general a Ubaldini. A mediados de 1981 la CGT declaro una huelga
nacional con movilización a Plaza de Mayo.
6. LOS MILITARES
Tres facciones se perfilaban en las fuerzas armadas. La más fuerte obedecía a
los generales Videla y Viola y respaldaban al ministro Martínez de Hoz.
El segundo grupo estaba formado por los generales Menéndez, Suárez Mason y J.
Camp. Este grupo pensaba que los militares debían permanecer en el poder
indefinidamente, sin ningún tipo de acuerdo con los partidos políticos.
Proponían profundizar las reformas estructurales iniciadas por Martínez de Hoz y
tenían un odio hacia los peronistas.
La tercera facción estaba encabezada por el almirante Massera que defendía un
populismo militar, un nuevo peronismo sin Perón. Éste desarrolló una acción
represiva en os primeros años de la junta militar en la famosa Escuela de
Mecánica de la Armada. Incentivó un nacionalismo agresivo que justificaba la
guerra y por último tuvo la ocurrencia de embarcar a la Argentina en la
“aventura de la Guerra de Malvinas”. Sus ambiciones de poder parecían no tener
límites, hacia fines de 1982 constituyó un partido único que se llamó Democracia
Social que buscaba captar al peronismo.
7. LA IGLESIA
La Iglesia tuvo una actitud complaciente con el golpe militar, aceptando la
metodología para evitar subversión, no denuncio violaciones ni desapariciones.
La iglesia se preserva como institución, mantiene su cohesión interna, el
respeto al Vaticano dejando en segundo lugar el padecimiento de sus fieles.
En 1981, en el documento “Iglesia y comunidad nacional” se defendieron
principios republicanos y la Iglesia toma distancia del régimen militar pero no
recibieron a las Madres de Plaza de Mayo.
8. LOS EMPRESARIOS
El empresariado se distanció del gobierno militar cuando se planteó la sucesión
de Videla y el reemplazo de Martínez de Hoz. En ese momento, comenzaron a
presionar para ampliar su participación en las decisiones estatales. Surgió así
la Comisión Interempresaria, que nucleaba a la Sociedad Rural, la Bolsa de
Comercio, la UIA y ADEBA (Asociación de Bancos de Bs As) que se habían
identificado ideológica y políticamente con la dictadura.
La evolución económica del Proceso afectó de manera dispar a los industriales y
esto los fragmentó de tal manera que ensayaron soluciones individuales antes que
estrategias colectivas. Algunos de ellos modernizaron sus plantas, otros se
adaptaron reduciendo sus costos fijos y también su actividad y otros, en cambio,
abandonaron la producción y se transformaron en importadores y comerciantes.
La consecuencia de este proceso fue la desaparición de algunas ramas de la
industria y el fortalecimiento de ciertos grupos económicos caracterizados por
la diversificación de sus actividades y su carácter oligopólico.
Los beneficiados fueron aquellos ligados a empresas de gran tamaño que a partir
de una relación estrecha con el Estado y por medio de fusiones, adquisiciones y
desplazamiento de sus competidores, fueron conformando importante grupos,
profundizando el proceso de concentración económica.
La intervención de la UIA y la disolución de la CGE llevaron a la casi
paralización de las actividades gremiales hasta fines de 1980. A partir de
entonces, 3 fueron los momentos de relevancia en la relación con el Estado:
El primero, ocurrió cuando la dictadura nombró a Oxenford como nuevo interventor
de la UIA. Este proceso culminó con la elección interna de 1981
El segundo, durante el breve gobierno de Viola, cuando éste, con el objeto de
reconstituir la base de sustentación del régimen intentó disminuir las tensiones
que habían empezado a surgir entre el gobierno y los sectores industriales, tomó
distancia de la estrategia de Martínez de hoz e integró su ministerio con
reconocidos miembros de las asociaciones empresariales.
El tercero, en la etapa post Malvinas y como una forma de administrar la crisis,
el gobierno realizó varios intentos de concertación. La continuidad de la crisis
y la creciente movilización de las fuerzas políticas y sociales profundizaron el
conflicto entre el gobierno y los empresarios.
Durante todo el Proceso, la Sociedad Rural no fue intervenida, es más, el
gobierno recogió todas las reivindicaciones de los grandes propietarios del
campo.
La adhesión de los grandes productores agropecuarios al régimen fue muy sólida;
en 1980, cuando eran notorias las diferencias entre los militares sobre la
continuidad del régimen, la entidad defendió la permanencia de la dictadura.
Más críticas fueron las restantes entidades rurales, como la CARBAP y las
Confederaciones Rurales, mientras la FAA desaprobaba la política económica.
9. LA CAIDA DEL REGIMEN: LA GUERRA DE MALVINAS
El gobierno tomó en consideración el plan de la armada de invadir las islas
Malvinas como un acto de reparación histórica que seria visto como una
reafirmación de la soberanía nacional que terminaría con el colonialismo inglés,
uniría al pueblo argentino y daría nueva legitimidad a la gestión militar. Al
mismo tiempo, los militares abandonarían sus divisiones internas.
El 2 de abril de 1982, las islas quedaron bajo control de los efectivos
argentinos que generó una movilización de una multitud apoyando al gobierno en
su decisión, había adhesión de todos los partidos políticos, organizaciones
sindicales y instituciones de comunidades extranjeras. Predominaba un profundo
sentimiento nacionalista y antiimperialista de los argentinos.
El 15 de junio de 1982 se anunció la derrota final ante una multitud en la Paza
de Mayo.
La derrota militar precipitó la caída del régimen, la sociedad no perdonó el
fracaso en la defensa nacional, área para la que las fuerzas armadas se habían
formado profesionalmente.
Galtieri renunció presionado por los militares que nombraron sucesor al general
Bignone (1982 – 1983)
10. LA OPOSICIÓN: LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO Y LAS ORGANIZACIONES POR LOS
DERECHOS HUMANOS
El más destacado grupo opositor que tuvo el gobierno militar fueron las Madres
de Plaza de Mayo. Estas mujeres, madres de desaparecidos por la represión
militar se conformaron como organización en 1977 en una manifestación pacífica
en Plaza de Mayo. Todos los jueves se reunieron alrededor de la columna de Mayo
para dar vueltas todo el día reclamando la aparición con vida de sus hijos. Se
reconocían por su único distintivo: los pañuelos blancos en la cabeza y a veces
mostraban una foto de su hijo/a buscado. Poco a poco, diversos sectores se
fueron solidarizando con ellas y se fueron sumando a las marchas.
Habían organizado una cadena de solidaridad en comunicación con las
organizaciones de defensa de los derechos humanos que les dieron información,
apoyo y recursos. En 1979 llego una comisión en defensa de los derechos que
visitaron centros de detención para hablar con detenidos lo cual dio una presión
fuerte sobre el gobierno militar. Poco a poco se perdió el discurso autoritario
desapareciendo la autocensura y el miedo, los sindicatos se sumaron a la actitud
opositora.
En mayo de 1982 en plena guerra, la CGT se dividió, los opositores a Ubaldini
formaron la CGT Azopardo, mientras que los otros se identificaron con la CGT
Brasil.
Estos en septiembre de ese año, realizaron una movilización que adhirieron a las
madres de Plaza de Mayo.
El gobierno de Bignone procuró que las fuerzas armadas tuvieran una vuelta
ordenada a los cuarteles. Para ello se debía impedir una revisión de lo actuado
durante la guerra sucia; dicto una autoamnistía que los exculpaba en el tema de
las violaciones de los derechos humanos.
Creció el radicalismo gracias a las propuestas de una línea interna liderada por
Alfonsín que se llamaba Renovación y Cambio, logro reconstruir una red de
caudillos locales, reforzó actividades de la juventud y logro acabar con la
condición minoritaria de su línea política en el interior del partido y luego
triunfar en elecciones presidenciales.
Capítulo 7: La democracia recuperada
1. CRISIS Y COLPASO DEL ESTADO
La derrota argentina en Malvinas y poco después la declaración de moratoria de
la deuda externa de la mayor parte de los países latinoamericanos fueron eventos
de tal importancia que signaron el futuro desarrollo de toda América Latina.
Ante el fracaso económico y político generalizado de la mayoría de los gobiernos
militares de la región, la democracia aparecía como una solución posible. El
rumbo que tomaría nuestro país en la década de 1980 se enmarco en ese contexto,
dando origen a un proceso caracterizado por la ruptura con los cien años
anteriores de creciente integración social, que estuvo asociada con la
construcción del estado y la expansión de sus funciones.
El Consenso de Washington explicito la opinión de los países centrales respecto
de las causas del estancamiento de las economías en vías de desarrollo.
Para reducir el déficit fiscal se aconsejo a los gobiernos privatizar las
empresas del sector publico, realizar reformas fiscales, reducir el gasto social
y eliminar los subsidios al consumo y a los productores ineficientes.
Para las nuevas democracias latinoamericanas el pago de las obligaciones
generadas por la deuda externa se transformo en uno de los problemas económicos
más serios que tuvieron a partir de ese momento.
Por otra parte, el fin de la Guerra Fría a comienzos de la década de 1990 y la
generalización del uso de nuevas tecnologías de la comunicación e informática
permitió una expansión de los negocios que impulso la desregulación y apertura
de los mercados en el ámbito mundial. Este fenómeno, llamado globalización es el
nuevo contexto en el que América Latina retorno a la democracia después de una
década de gobiernos ilegítimos.
Surgió una nueva situación. Esta se caracteriza por sociedades desintegradas con
la mitad o más de la población bajo la línea de la pobreza, sindicatos débiles,
justicia corrupta y desbordada con un brutal descrédito de las instituciones, la
dirigencia y la política.
2. EL GOBIERNO DE ALFONSÍN (1983 – 1989)
Alfonsín pretendió subordinar las corporaciones a los intereses más amplios del
país, situación que lo llevó al enfrentamiento con los sindicatos y las fuerzas
armadas. Las primeras medidas tomadas fueron enjuiciar a las juntas militares de
la dictadura y limitar el poder del sindicalismo.
El gobierno anulo la amnistía que había promulgado Bignone e impulso una reforma
del Código de Justicia Militar, con el objetivo de que fueran los tribunales
militares los que asumieran el proceso de autodepuración.
También promovió la persecución legal de las conducciones guerrilleras. La
negativa de los militares a condenar las violaciones a los derechos humanos,
llevo al gobierno a someter a juicio ante la Cámara Federal de la capital a
quienes habían sido las máximas autoridades del gobierno militar.
3. LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS
Para hacer frente a los problemas sociales de la desocupación y la marginación,
el gobierno implemento el Plan Alimentario Nacional (PAN), que consistía en
distribuir gratuitamente entre los necesitados, cajas con alimentos
imprescindibles (leche, arroz, grasa). El déficit fiscal se financiaba por los
altos encajes bancarios, los depósitos disponibles controlados por el Banco
Central y la emisión monetaria.
Alfonsín nombró a Sourroville en la cartera económica. El Plan Austral, suponía
que la inercia inflacionaria, era la principal causa del incremento de los
precios. Reemplazo la moneda por el Austral, fijando un tipo de cambio bajo;
congelo los precios, sueldos y tarifas; planifico una reducción del déficit
publico incrementando las retenciones a las exportaciones, los aranceles a la
importaciones y estableciendo nuevos impuestos transitorios.
La idea era bajar rápidamente la inflación sin recurrir en altos costos para el
empleo y la producción. Coincidía con algunas demandas del sector empresarial:
apertura económica, fomento de las exportaciones, reducción del déficit fiscal y
emisión monetaria.
La incapacidad para controlar no solo las tendencias inflacionarias sino también
al propio aparato estatal evidencio una debilidad en los intentos de establecer
un equilibrio entre el Estado y el mercado. A mediados de 1986, al intentar que
los precios, los salarios y las tarifas públicas se manejaran libremente,
reapareció la inflación
El gobierno avanzo sobre la propuesta de realizar reformas estructurales e
intento una política de privatizaciones, desregularización del sector
transportes y comunicaciones, reestructuración de YPF y la banca oficial y
apertura de la economía a las inversiones extranjeras.
4. EL GOBIERNO, LOS ACTORES SOCIALES Y LA OPOSICIÓN POLÍTICA
El debilitamiento del gobierno era el producto de su fracaso en todos los
frentes.
Durante 1985 el gobierno puso en marcha lo que pensó que seria la solución al
problema militar: el juicio a las juntas, paralelamente sanciono la llamada Ley
de Punto Final, que puso plazo para encausar a los oficiales de las fuerzas
armadas.
La situación llevó a la rebelión de Semana Santa en 1987 y la emergencia del
movimiento “carapintada”, que demandaban una solución política al problema y una
reconsideración de lo actuado por las fuerzas armadas. La acción de los
carapintadas logró trasladar la resolución del problema a través de una
negociación con el gobierno y la jefatura militar, a fin de dar una solución más
favorable para los involucrados y el gobierno debió negociar con los
carapintadas porque no contaba con ningún sector militar para reprimir el
alzamiento,
Alfonsín se vio obligado a negociar la Ley de Obediencia Debida. Esta ley fue
vista por la sociedad como una claudicación ante la presión de la corporación
militar.
La relación entre Alfonsín y los dirigentes sindicales no mejoró después del
primer fracaso oficial para lograr la sanción de la Ley de Asociaciones
Profesionales.
Los dirigentes sindicales se habían visto afectados como consecuencia de la
derrota electoral peronista y la disminución del número de afiliados a los
sindicatos. Al poco tiempo estuvieron en condiciones de elaborar una estrategia
de 2 frentes: por un lado, desarrollaron un discurso muy crítico a cargo del
secretario general de la CGT Ubaldini, éste protagonizo trece paros generales
contra el ajuste que impulsaba el gobierno. El otro frente estuvo a cargo de los
dirigentes más conciliadores que comenzaron negociaciones con los empresarios
para mejorar los salarios.
En diciembre de 1988 se promulgó la Ley de Obras Sociales que reglamentaba un
nuevo sistema. Éste incluía a las obras sociales sindicales, a las de
ejecutivos, a las d empresas y sociedades del Estado, a las del personal civil y
militar, así como toda otra entidad que tuviera por finalidad la prestación
médico – asistencial para sus beneficiarios. La ley devolvía el control
financiero y administrativo de las obras sociales sindicales a los gremios.
A partir de 1985 apareció un movimiento interno, la Renovación Peronista que
significó una novedad para el sistema político que frustró la intención de crear
lo que llamaban “el tercer movimiento histórico”
5. EL FINAL
En abril de 1988, frente a la combinación de una cosecha escasa en el marco de
bajos precios internacionales, el gobierno decidió suspender el pago de los
intereses de la deuda externa.
Lanzó el Plan Primavera, que consistió en una serie de acuerdos de precios con
las principales empresas, el desdoblamiento del mercado cambiario y salarios no
regulados.
La falta de control atrajo a capitales extranjeros, principalmente
especulativos, que huyeron cuando el gobierno no pudo sostener el valor del
dólar.
Como el valor de la moneda estaba retrasado, los exportadores se negaron a
liquidar sus divisas a la tasa oficial. El Banco Central se retiro del mercado
cambiario el 6 de febrero de 1989, cuando se agotaron sus reservas y comenzó un
ascenso constante del valor del dólar, que reactivo la inflación, cayo la
recaudación impositiva, se rompió el acuerdo del gobierno con las asociaciones
empresarias, aumentaron los precios y el Banco Mundial suspendió los préstamos
En este contexto, Menem ganó las elecciones.
6. EL GOBIERNO DE MENEM (1989 – 1999)
El éxito menemista consistió en la demostración de su efectividad para recuperar
la estabilidad económica a partir de la reconstrucción de la autoridad política.
Una de las primeras tareas que encaro el presidente electo fue generar una nueva
alianza social que le permitiera consolidar su liderazgo sobre la sociedad
argentina.
El sobresaliente político del liberalismo argentino, Alzogaray, fue designado
asesor para temas referidos a la deuda externa, y su hija Maria Julia Alzogaray
tuvo a su cargo la privatización de la empresa telefónica estatal y de SOMISA.
Si bien el liderazgo de Ménem incidió en la recuperación de la gobernabilidad,
un papel importante lo cumplió su alianza con el sector mas concentrado de la
economía y el capital extranjero, que le permitió recuperar cierta autoridad
para fijar reglas dentro de las pujas internas del poder económico, y puso en
marcha un programa radical de reformas neoliberales.
Construyo un nuevo tipo de liderazgo político a través de un contacto virtual,
construido a través de su permanente presencia en los medios televisivos.
Durante su gestión de gobierno, su capacidad de concentrar el poder político
funciono como un sistema de autolegitimación. Esta concentración de poder se
logro con la subordinación de los militares, el control sobre el Partido
Justicialista, el manejo del sindicalismo conciliador y la construcción de un
presidencialismo fuerte por encima de los poderes legislativos y judicial.
Su estilo modifico la identidad peronista tradicional al aliarse con antiguos
enemigos del movimiento, como fue el caso de la familia Alzogaray y el encuentro
con el almirante Rojas. Al mismo tiempo, en sus discursos y actos políticos se
abandonaron los símbolos y rituales propios
7. MILITARES, SINDICATOS Y POLÍTICA
La estrategia de Menem hacia los militares consistió en cambiar indultos por
subordinación. Menem decidió amnistiar a los miembros de las juntas del Proceso
y a los líderes guerrilleros.
A partir de entonces Menem pudo realizar una amplia reforma de las fuerzas
armadas que incluyo la reducción de cuarteles, la sustitución del servicio
militar por un sistema de voluntarios profesionalizados y su inclusión en el
marco de la reforma del Estado, con la privatización de las empresas que estaban
bajo su órbita.
Con respecto al sindicalismo, Menem no le brindó cabida en los círculos de
poder, aunque pudieron ejercer cierta capacidad de veto sobre las reformas que
limitaron sus posibilidades de acción.
A fines de 1989 los gremios menemistas fracturaron la CGT. Una política
posterior de premios y castigos permitió debilitar a los más críticos, de manera
que, cuando se reintegraron en la organización sindical, lo hicieron en forma
subordinada, conformando el Movimiento de Trabajadores Argentinos, al que
pertenecían la UTA, los camioneros y los aeronavegantes.
Una serie de instituciones destinadas a controlar y fiscalizar al Poder
Ejecutivo Nacional fueron cooptadas. La Corte Suprema de Justicia fue ampliada
de cinco a nueve miembros, lo que permitió al presidente designar cuatro nuevos
integrantes que fueran afines al poder, y constituyeron lo que se llamó la
“mayoría automática”. De la misma manera, la Justicia Federal resultó controlada
por los intereses políticos.
Los partidos políticos se redujeron a maquinarias electorales que no ofrecían
alternativa para cambiar la realidad. A esta situación contribuyo su
faccionalismo y la consiguiente perdida de prestigio de la política y sus
representantes ante la opinión publica.
8. LA POLÍTICA ECONÓMICA
La hiperinflación en 1989 provocó que el último instrumento a disposición del
Estado para financiar su déficit, la emisión monetaria, se agotara por la
velocidad de la fuga de capitales. Las primeras medidas tomadas por el gobierno
llevaron a la sanción de dos leyes: la de reforma del estado y la de emergencia
económica que concentraron poder en el Ejecutivo.
El Plan BB se basaba en un esquema exportador y regresivo que priorizaba bajar
la inflación, reduciendo los desequilibrios externos y fiscales. Implico una
serie de acuerdos de precios con las principales empresas, logro una abrupta
caída de la inflación y de las tasas de interés, una remonetización de la
economía y la estabilización del tipo de cambio. Sin embargo, al carecer de
medidas para romper la inercia inflacionaria, y debido a disputas entre los
distintos agentes económicos, a fines de 1989 se produjo un rebrote
hiperinflacionario.
El colapso del Plan BB trajo aparejada la pérdida de posibilidad de financiar el
gasto público con endeudamiento interno. Ello implico que el Estado debía
mantener un superávit operativo que hiciera posible atender a las obligaciones
externas.
El intento de restablecer el equilibrio fiscal se centro sobre la reducción de
los gastos, para lo cual se estableció un severo control sobre compras y
contrataciones del Estado, se redujo el personal a través del congelamiento de
vacantes, jubilaciones anticipadas y reducción de secretarias, aunque también se
incremento la presión tributaria. El plan apuntaba a favorecer a los acreedores
externos y a los exportadores nacionales.
El progresivo deterioro de unos y otros había hecho caer significativamente los
niveles de vida de la población, la cual recibía ahora como mensaje que la
privatización sustituiría los beneficios mediocres y crecientemente deteriorados
que obtenían, por bienes y servicios mejores y más barato
A fin de recuperar la deteriorada capacidad recaudadora del Estado, se realizo
una reforma tributaria que concentro la estructura impositiva en unos pocos
impuestos al consumo de fácil recaudación. Se eliminaron parcial o totalmente
las políticas de promoción industrial; se fortalecieron y centralizaron los
entes de recaudación y se sancionó una Ley Penal Tributaria.
9. EL PLAN DE CONVERTIBILIDAD
El objetivo del Plan de Convertibilidad era frenar la inflación, para ello se
apoyó en 2 instrumentos: un tipo de cambio fijado por la ley y la renuncia al
impuesto inflacionario como medio de financiar los gastos públicos.
El plan redujo bruscamente la inflación y la situó en valores internacionales.
El sector agropecuario pampeano, a pesar de un dólar bajo que lo perjudicaba,
manifestó una expansión importante, basada en los altos precios internacionales,
la eliminación de los impuestos a la exportación y la amplia utilización de
insumos importados.
Las excepcionales condiciones financieras internacionales, con abundantes
capitales que se dirigían a los llamados “países emergentes” como la Argentina,
financiaron los déficits e incrementaron las reservas en el Banco Central.
El crecimiento de la actividad mantuvo durante un tiempo creciente la demanda de
empleo. La reforma tributaria y el eficaz combate a la evasión, tanto como el
dinero obtenido por las privatizaciones, mejoraron el desempeño del sector
público.
Este mejoramiento del sector público tuvo consecuencias en dos sentidos: primero
consolido perspectivas optimistas sobre el desempeño de la economía argentina;
segundo, permitió expandir el gasto público sobre bases genuinas.
En 1944 comenzaron a manifestarse los efectos de los menores ingresos externos
de capital, el inicio de una fase declinante en la demanda interna y una caída
de la producción. A ello se agregó la corrida bancaria mexicana que sometió a
Argentina a un ataque especulativo.
La conjunción de estos factores contrajo la demanda interna y redujo el nivel de
actividad. La crisis afectó sobre todo al sistema bancario. El Banco Central
actuó reduciendo los encajes y relajando las normas de control.
Tras un año de dificultades, las instituciones creadas por la convertibilidad
fueron capaces de sortear la crisis. La economía logro acomodarse dolorosamente
a las nuevas condiciones financieras. El nivel de actividad y el empleo cayeron,
pero el ajuste de la balanza comercial se debió más al aumento de las
exportaciones que a una reducción de las importaciones.
10. REFORMA CONSTITUCIONAL Y REELECCIÓN
El Presidente pactó con Alfonsín la realización de una reforma constitucional
consensuada (Pacto de Olivos, noviembre de 1993).
La nueva Constitución agrego nuevos derechos y garantías a los ciudadanos e
incorporo los pactos internacionales sobre derechos humanos, medio ambiente,
tortura y pena de muerte, y discriminación racial y sexual firmados por el país.
Desde el punto de vista institucional, estableció la elección directa de
presidente y senadores, la segunda vuelta electoral (ballotage). Redujo a 6 años
los mandatos de los senadores y a 4 los del presidente, habilitándolo para una
reelección consecutiva. Dio carácter constitucional a los partidos políticos al
aumentar a 3 el número de senadores por distrito, 2 para el partido más votado y
el restante para el que ocupe el segundo lugar, y entregó a la oposición las
instituciones de control y fiscalización sobre los actos del Ejecutivo.
A partir de la elección de convencionales constituyentes se fortaleció el Frente
Grande, formado por los disidentes peronistas, ex radicales, intransigentes,
demócratas cristianos y sectores de izquierda. En alianza con el senador
peronista Bordón, conformaron el Frente para un País Solidario (Frepaso) que
obtuvo el segundo lugar, detrás de Menem, en las elecciones presidenciales de
1995.
Pocos meses antes de las elecciones, la crisis de la economía mexicana, que se
pensaba que perjudicaría las posibilidades electorales del presidente, las
mejoró. El miedo a la inestabilidad del dólar impulsó a aquellos que habían
tomado créditos en dólares a votar por el candidato que les aseguraba la
estabilidad cambiaria, fue el llamado “voto cuota”. Las luchas sociales contra
las consecuencias del modelo neoliberal se volvieron puntuales y defensivas, y
en algunos casos adquirieron formas más violentas. Estas modificaciones en el
estilo de manifestación popular eran el resultado de los altos índices de
desempleo.
Es importante reflexionar sobre esto para rescatar la función de los sindicatos
en el sistema democrático, ellos deberían ser los ejes de articulación
necesarios para canalizar las diferentes demandas de los ciudadanos.
A partir de 1994 comenzó a crecer el desempleo. Cuatro factores lo explican:
- El aumento de la participación de las mujeres adultas en el mercado de
trabajo.
- La destrucción de puestos de trabajo por la salida del mercado de ciertas
actividades y la incorporación de nuevas tecnologías.
- El crecimiento demográfico.
- El aumento del subempleo que contribuyo al incremento de la desocupación.
El aumento de la desocupación y de la pobreza son dos fenómenos nuevos en la
Argentina y en el mundo entero. Los “nuevos pobres” en nuestro país son el
producto de la aparición de un sector de familias de clase media empobrecidas.
Un elemento que caracterizó al gobierno menemista fue la corrupción e impunidad
de sus funcionarios, muchas personas vinculadas al tráfico, coimas, lavado de
dinero, etc. El control político de la justicia federal impidió que fueran
juzgados.
Para capitalizar el mal humor de la sociedad durante la segunda presidencia de
Menem, y como una forma de ocupar una oposición en condiciones de triunfar
contra el menemismo, en 1997 el Frepaso y la UCR constituyeron una alianza.
En el interior del Justicialismo, las maniobras del presidente para
reinterpretar la Constitución y poder presentarse a una segunda reelección
faccionalizó las disputas internas entre Menem y Duhalde.
11. LA ECONOMÍA EN EL SEGUNDO GOBIERNO DE MENEM.
A partir de 1996, asociada con un flujo de capitales externos y la recuperación
de los depósitos y los créditos, se inicio una nueva fase expansiva que dura
hasta fines de 1998.
El equilibrio fiscal empezó a peligrar y las autoridades recurrieron a una serie
de recortes de sueldos, gastos operativos e inversiones públicas. El gasto
continuó en ascenso debido a tres factores:
Primero, como consecuencia del surgimiento del sistema de jubilaciones privadas
empezó a desfinanciarse la seguridad social, porque una parte importante de los
ingresos se orientaba a las AFJP, mientras que debía seguir pagándose las
jubilaciones ya acordadas.
Segundo, la mala asignación de recursos con la generalización de los gastos
reservados del poder ejecutivo y partidas que premiaban a los funcionarios,
gobernadores y otros hombres del poder político que apoyaban la reelección.
Tercero, porque la única forma posible de cubrir el déficit público y atender el
pago de los intereses de la deuda externa fue contraer nuevas deudas.
Otro aspecto importante del déficit lo constituyen los desequilibrios
provinciales, ya que el fuerte ajuste de los gastos nacionales no fue acompañado
por las provincias, favorecidas por el incremento del monto de los impuestos.
Desde mediados de 1998 las circunstancias internacionales agravaron los
problemas de la economía nacional. A partir de ese momento, se produjo un
pesimismo generalizado, por la situación de los llamados “mercados emergentes”
que comenzaban a aparecer inseguros para las inversiones; esto desato la huida
de grandes sumas de capitales internacionales de esos mercados, provocando una
crisis económica que culmino en 2002. En esos cuatro años las dificultades
internas y externas se multiplicaron: la devaluación de la moneda brasilera y la
reevaluación del dólar afectaron la economía nacional; bajaron las
exportaciones; la fuga de capitales debilito al sistema bancario y reprodujo las
condiciones de la deflación de 1995 con altas tasas de interés y caída de la
actividad a niveles solo comparables con los de la crisis de 1929.
Dos son las respuestas que se pueden dar con respecto a lo que produjo la crisis
argentina: una apunta a la situación cambiaria, puesto que la sobrevaluación del
peso hizo no competitiva la producción nacional; la otra causa de la crisis
estuvo vinculada con la situación fiscal ya que la debilidad de las cuentas
públicas impactaba aumentando la tasa de interés bancaria. Una tercera
alternativa combinaría ambas explicaciones. Esto es, la sobrevaluación del peso
y la situación fiscal habrían desencadenado desconfianza internacional en las
posibilidades de la economía argentina.
En cuanto a los mecanismos de propagación, se explica por la inversión del
círculo virtuoso inicial: la tasa de interés aumento a medida que se producía la
recesión debido a la desconfianza de los acreedores externos; el gasto publico
se transformo en procíclico ya que la crisis fiscal obligaba a reducir gastos,
aumentar el endeudamiento del Estado y aumentar impuestos. La recesión colaboro
al mismo tiempo para que se acentuara la caída de los precios porque reducía los
ingresos públicos, encarecía las deudas y, como los salarios no bajaron al mismo
ritmo que los precios, los costos laborales crecieron. Esto alentó la expulsión
de trabajadores del aparato productivo; y por último, actuó la incertidumbre
cambiaria.
12. LA ARGENTINA DESPUÉS DE LAS REFORMAS DE LOS ÚLTIMOS 20 AÑOS
La participación creciente de la industria en la economía argentina se extendió
hasta mediados de la década del 70, momento en el cual se inicio un retroceso
permanente de su importancia.
Ciertas empresas realizaron fuertes inversiones en maquinarias y equipos y
protagonizaron cambios importantes, alcanzaron incrementos de productividad. Se
identifican 4 grandes áreas en las que se realizaron estos cambios: la rama de
insumos básicos, el procesamiento de productos naturales y la industria
automotriz.
Se fue gestando un nuevo patrón caracterizado por ser intensivo en recursos
naturales y capital, con un escaso peso del factor trabajo, en el cual los
agentes de mayor tamaño tienen un papel central. Por el contrario, las empresas
intensivas en el uso de conocimientos y mano de obra y la pymes tuvieron un peso
relativo menor.
Se produjo una serie de cambios que modificaron la dinámica del sector agrario
argentino debido a la incorporación de la soja, favorecida por inversiones
realizadas en las etapas de elaboración de aceites destinados a la exportación.
La liberación de los precios, la eliminación de las retenciones y la
desaparición de los mecanismos regulatorios, como los precios sostén, expuso a
la producción local a los cambios de los precios internacionales.
Esto provoco cambios relevantes en el uso de la tierra que se oriento hacia una
agricultura de mayor intensidad.
Estos cambios introdujeron también nuevas formas de producción que impulsaron el
fortalecimiento de la terciarización (empresas dedicadas a la siembra como
servicios a terceros).
El complejo oleaginoso argentino tuvo una posición de preeminencia en los
mercados internacionales como primer exportador mundial de aceites vegetales de
grano y harinas proteicas.
La ganadería sufrió un retroceso, con una disminución del número de cabezas de
las principales especies, ya que el consumo interno de carne se redujo a la
exportación no llego a compensar esta caída. Las transformaciones tecnológicas
fueron menos importantes. Un aspecto favorable para la ganadería fue la
eliminación de la fiebre aftosa en 1997.
En cuanto al tamaño de las explotaciones, se produjo una disminución de las
medias y pequeñas, y una expansión de las grandes. Se produjo el ingreso de
grandes inversores extranjeros.
La “desaparición” del Estado polarizo la sociedad argentina. Mientras la mayoría
vio deteriorarse su nivel de vida, un grupo prospero y exhibió sin complejos su
riqueza, de modo que las diferencias no se disimularon, sino que se ostentaron.
Entre los trabajadores, la precarización laboral, el deterioro salarial y los
elevados niveles de desempleo y subempleo agudizaron las diferencias sociales.
Las transformaciones repercutieron negativamente en el nivel de vida de grandes
sectores de la población, lo que quedo reflejado en la evolución de la pobreza
global. La clase media disminuyo su peso relativo, al padecer la desocupación y
sufrir un sensible deterioro en la calidad del empleo.
Ante la situación de pobreza generalizada, la acción del Estado se ha limitado
al asistencialismo.