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Sociedad y Estado |
Resumen del Texto de Godio |
Cat: Mesyngier |
Sede: Drago | Prof: Cecilia Pitelli | 2º Cuat. de 2013 |
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Sociología del trabajo y política
La nueva economía como “era del acceso”
El núcleo de la nueva economía es la “autorrevolución del capital”. El sistema
capitalista produce y reproduce los procesos de adquirir y acumular propiedades.
La libertad en el capitalismo se concreta mediante la democracia política a la
cual se llega mediante un contrato social que obliga a vivir y aceptar
posiciones sociales según las relaciones entre las clases.
En la nueva economía, la estructura de propiedad es el leasing. El intercambio
de propiedades entre comprador y vendedor se define por las capacidades de
acceso a la economía-red. El capital intelectual es el nuevo motor del
capitalismo. La creatividad subordina a la propiedad física.
El mercado es ahora un lugar de transacciones entre suministradores y usuarios.
Los primeros acumulan el capital intelectual y tienen el control, agrupados en
pocas corporaciones. Los monopolios permiten establecer relaciones comerciales
planificadas a largo plazo.
Los consumidores entienden que lo importante es el cambio constante. La red de
proveedores aumenta cuando más concentrada es la propiedad.
Se intenta conformar sociedades hipercapitalistas, donde la ética sea el consumo
cultural y las redes informáticas, la herramienta principal. Las compañías
multinacionales se extienden direccionando política y culturalmente los
productos y recursos culturales.
El núcleo de los servicios es ampliar el comercio a través de la producción
cultural.
La nueva economía, en sus momentos fundacionales, se desarrolló a través de la
desregulación de los servicios públicos. La meta política es mercantilizar la
cultura y, así, subsumir a las sociedades en asociaciones y redes de acceso.
La red tecnológica es lo que hace posible la nueva economía. En el ciberespacio,
los servidores y clientes intercambian información. El acceso es poder.
La conectividad es la base del nuevo sistema. Las empresas se conectan por
encima de las fronteras nacionales y su éxito depende de las relaciones
reciprocas que optimizan los negocios.
Existen 5 tipos de redes: suministradoras (las firmas subcontratan operaciones
de todo tipo), productores (agrupación de capacidad de producción para aumentar
oferta, ampliando la geografía y reduciendo riesgos), clientes (agrupan a los
fabricantes, etc.), coaliciones para mejorar los patrones técnicos y redes de
cooperación, potenciando las líneas de producción. El ciclo de vida de los
productos es corto debido a la innovación y los cambios tecnológicos. La
capacidad de los mismos aumenta mientras que los precios disminuyen. Los costos
de investigación son altos pero los de incorporar la nueva información a la
producción son bajos. “Las economías de velocidad sustituyen a las de escala”.
Las redes son flexibles para que los socios puedan responder rápidamente a los
cambios. En el ciberespacio, las fronteras caen, los procesos reemplazan a las
estructuras fijas y la organización flexibiliza. La mayor preocupación consiste
en entrar a las redes y relaciones comerciales.
El carácter físico se reduce. La era industrial se caracterizaba por la
acumulación de capital y de propiedad física. La nueva, por formas intangibles
presentadas en paquetes de información y activos intelectuales.
Los activos físicos de propiedad se reducen. La compra on line crece y se
reducen los números de tiendas.
Se concreta la desmaterialización de la propiedad y el dinero. Se debe evitar
acumular capital físico que se convierte en capital muerto. Éste es sustituido
por capital al instante, abriendo paso al “alquiler de activos”. El leasing
aumenta la flexibilidad.
Un nuevo concepto de propiedad
La propiedad intangible se manifiesta en forma de patentes y franquicias. Los
propietarios locales financian los productos a cambio de los derechos exclusivos
de distribución. El contratista de franquicia invierte en lo físico mientras que
la megaempresa es propietaria de los aspectos intangibles.
La propiedad privada es una institución preexistente al capitalismo pero en él
se estableció como “derecho natural”, que es el fundamento del yo y del
Estado-nación. El valor de la propiedad se mide por el mercado.
La industria de los servicios (bienes intangibles) se ha transformado en el
subsistema articulador del capitalismo. Los servicios se manifiestan como
relaciones entre seres humanos, mediados por relaciones monetarias. El prestigio
se mide por la capacidad de acceder a los bienes intangibles.
El mercado es un espacio de intercambio de servicios, de “usos”. El nuevo
sistema se sustenta en el acceso a segmentos de experiencia. El capitalismo
pierde su origen material y se transforma en un mundo de pura temporalidad.
La mercantilización de las relaciones humanas
Las “sociedades de mercado” se basan en la expropiación de diversos aspectos de
la vida para convertirlos en relaciones comerciales. Lo importante es introducir
y conservar a los clientes. El valor de la esperanza de vida se proyecta por el
valor de todas las compras futuras, dividiendo por los costos de marketing y
servicios.
La producción se subordina al marketing, que es la estructura básica. El cliente
es el objetivo de la actividad productiva y comercial, separando al productor
del producto.
Es una época de intereses comunes según las capacidades de acceso y de
concentración de la riqueza. Así, se crean las urbanizaciones de interés común,
separando a los ricos de los pobres.
La nueva cultura del capital
La nueva era está definida por las tecnologías de la comunicación digital y el
comercio cultural: ser humano es estar en comunicación con las culturas humanas.
Las comunicaciones difunden valores y significados. Al mercantilizarse, se
mercantiliza la cultura. Nace el “capitalismo cultural”, que estructura los
derechos de acceso (sinónimo de ciudadanía) y no los derechos de los excluidos.
Los espacios comerciales son organizados como mecanismos de comunicación para
identificar cultura con consumo.
Los bienes ganan importancia simbólica y se transforman en instrumentos para la
representación de experiencias de vida.
La publicidad organiza a la cultura y la interpreta para los consumidores. Sin
embargo, el acceso popular a la cultura es controlado. Quien posee los canales
de comunicación decide quien participará y quien se quedará afuera.
La minoría de la sociedad que aspira a ser hegemónica cultural y políticamente
es denominada “proteica”. Viven en urbanizaciones de interés común, cuentan con
seguros de salud privados, tienen cachés de leasing y acceden al mundo del
ciberespacio on line. La realidad es ecléctica.
El acceso controla las experiencias de vida.
Con la desregulación y comercialización de las comunicaciones, el Estado-nación
pierde su capacidad de supervisar y controlar a las mismas dentro de sus
fronteras.
El libre comercio se impone en las comunicaciones.
El mundo comienza a dividirse entre países ricos y pobres en información,
conectados y desconectados.
Las demandas de la economía real a la nueva economía
La nueva economía no podrá expandirse si no logra movilizar a la economía real,
arriesgándose a convertirse a si misma en un segmento dentro de los mercados de
bienes y servicios. Los dos obstáculos para la nueva economía son los
desequilibrios que produce en los mercados de trabajo en los países
desarrollados y la evidencia de que los sistemas económicos en los países
periféricos son incapaces de crecer sostenidamente.
Éstos responden a fenómenos económico-sociales y políticos preexistentes a la
autorrevolución del capital. La nueva economía se está construyendo como un
sistema en un contexto de destrucción masiva de empleos estables. Se detendrá el
impulso transformador porque sus fronteras serán fijadas debido a las demandas
por empleos estables y seguridad social en el Norte y la emergencia de
tendencias de autoprotección de las políticas autárquicas de los del Sur.
El equilibrio entre la nueva economía y la real exige la desarticulación de los
mecanismos que permiten a la autorrevolución del capital desplegarse. Ningún
sistema económico puede ser exitoso si el aumento en la productividad del
trabajo no es acompañado por un crecimiento de la demanda efectiva
(incorporación constante de nuevos contingentes de la población al trabajo y al
consumo).
La nueva economía se desarrolla a través de un mercado de consumidores “acceso”
y de capitales propios, llamados “acciones tecnológicas”. La sobrevaloración del
capital financiero en relación al capital productivo siempre termina por
provocar crisis de realización o de sobreproducción. Por el contrario, el
carácter revolucionario de la nueva economía es su capacidad de reorganizar a la
misma sobre la base de la aplicación masiva de las nuevas tecnologías
informáticas, acelerando el comercio mundial y la movilidad de inversiones. Así
el límite es que no podrá desarrollar su potencial sin crear condiciones
económicas sociales favorables.
La net-economy es incompatible con la concentración del capital porque implica
la cristalización de sociedades que excluyan de participación en el “acceso” a
segmentos sustanciales de consumidores y debido a que las instituciones
internacionales continúan operando como herramientas para reprogramar a los
países periféricos según un diseño global que se basa en las privatizaciones de
empresas publicas, la liberalización de mercado de capitales y la imposición de
precios de mercado, entre otros.
Nueva economía y capital financiero especulativo
El capital financiero es una dimensión esencial del capital que habilita la
acumulación y realización. Se autonomiza del capital para constituir los stocks
de recursos financieros y nichos de alta rentabilidad del capital. Esto permite
a las instituciones financieras apropiarse de parte del excedente económico bajo
la forma de renta financiera. Esto sirve para expandir la economía real o para
subordinarla a la especulación financiera.
En sus inicios, los ’70, estaba asociado a la existencia de un stock de capital
bancario generado por el boom de los precios petroleros y a la necesidad de los
bancos de los países industrializados de realizar el stock monetario acumulado,
que amenazaba con provocar una devaluación.
El capitalismo financiero sufrió una fusión entre capital bancario y fondos de
inversión, lo que le dio más autonomía al mismo y logró que fuera capaz de
movilizarse sin restricciones. Así, la asociación entre fondos de inversión y
los bancos privados dominaron al capital financiero sobre las economías reales.
El endeudamiento de los países del Tercer Mundo se convirtió en una operación
neocolonial a escala mundial que debilitaba a los estados nacionales emergentes
y facilitaba la expansión de las empresas multinacionales en economías y estados
débiles. Asimismo, obligaba a algunos de estos países a abandonar su intención
de lograr autonomía política a través de sus relaciones comerciales y militares
con la URSS y los obligaba a aceptar la lógica del libre comercio. Por último,
al colocar los excedentes de capital en los países periféricos se permitía la
realización del capital financiero y anudaba fuertes relaciones de asociaciones
entre estados y empresas multinacionales.
La acumulación del capital a escala mundial que destruía mercados nacionales
protegidos daba paso a economías nacionales en los países dependientes que solo
podían participar como productores de commodities.
En cada país endeudado se constituían dos subsistemas económicos sin
articulaciones entre sí: uno con alta productividad de trabajo, formando una
sociedad con acceso a bienes materiales y otro de trabajo precario e informal,
con una sociedad sumida en la pobreza.
Se instaló una meritocracia de la modernidad a costa de diversas formas de
exclusión social. La nueva operación neoliberal se basaba en la desorientación y
capitulación de las elites políticas locales frente a la globalización, la
persistente acción de los medios de comunicación controlados por USA y la noción
de que el mundo había cambiado, la imposibilidad de volver al pasado y que
millones de personas del Tercer Mundo eran perdedores por su incapacidad de
adaptarse.
Los países del ex Tercer Mundo son victimas de una nueva crisis debido a la
caída de sus exportaciones y al aumento de las tasas de interés sobre los
créditos. Así, para reembolsar su deuda externa en divisas extranjeras, debían
invertir parte de sus ingresos por exportaciones y realizar ajustes
presupuestarios. Dado que eso era insuficiente, recurrían a nuevos préstamos.
Hay tres grandes categorías entre los acreedores de la deuda externa: las
instituciones multilaterales, el sector privado y los bancos oficiales de los
estados del G-7. También, estos países se convierten en victimas de la
disminución de los flujos de capital.
En los países endeudados la situación era la siguiente: generalización y
acentuación de las políticas de ajuste estructural, aumento del desempleo,
reducción de gastos sociales, aceleración de privatizaciones, degradación de
educación y salud pública, desregulación de relaciones laborales y aumento de
personas viviendo en la pobreza.
La estrategia para eliminar la deuda externa se debía basar en dos premisas. La
primera requiere una acción política coordinada entre gobiernos, partidos y
movimientos sociales, abarcando la reforma de instituciones financieras
internacionales y logrando que se establezcan regulaciones a las empresas
privadas para financiar el desarrollo productivo. La segunda que se desplace el
centro de las decisiones político-económicas de los países endeudados a los
grupos económicos y multinacionales para poder realizar reformas estructurales
en materia de inversiones y redistribución del ingreso. Esto implica terminar
con las políticas neoliberales de ajuste estructural.
Sin una estrategia para regular al capital financiero no se podrá resolver el
problema del desempleo mundial. Así, la nueva economía encontrará sus límites ya
que la economía real en los países periféricos no podrá utilizarlo para
reestructurar masivamente a las empresas.
Nueva economía y reestructuración de las empresas
La nueva economía informatizada debería potenciar el aumento de la
productividad, el crecimiento de la economía y del consumo.
Las tecnologías de información transforman la forma de acceder a la información,
de diseminarla y transmitirla, al tiempo que reestructuran la gestión de la
empresa y los procesos de producción. Tienen un impacto directo sobre el mundo
del trabajo ya que rediseña los criterios de empleabilidad y sobre la educación,
al establecer nuevos valores y contenidos al conocimiento y formación de
capacidades.
La nueva economía crea redes de información para las empresas, que realizan el
valor de los bienes en el consumo. Por lo tanto, solo puede potenciar su
desarrollo si se apoya en la expansión de las estructuras productivas agrícolas,
energéticas, industriales y de servicios. La net-economy acelerará la
desaparición de empresas que no sepan adaptarse pero no sustituye la
planificación económica ni la capacidad de introducir innovaciones para así
poder competir. Frente a la expansión de las empresas informáticas se observa un
cambio a favor de la regulación en el sector. Para que una inversión sea
rentable debe obtener rentas derivadas de las ventajas comparativas. Por lo
tanto, la nueva economía no se puede fundar en la creencia de que la economía
virtual podrá sustituir al funcionamiento de la economía real. Ésta es sana si
se basa en el crecimiento de la demanda efectiva y en el equilibrio entre
inversión y consumo.
Un buen funcionamiento de la economía de mercado requiere un equilibrio entre la
rentabilidad empresarial y las tasas financieras de interés. Esta relación se
estabiliza si el Estado regula las tasas del capital financiero y apoya a las
empresas a que aumenten su rentabilidad y competitividad, introduciendo
innovaciones tecnológicas. Un fenómeno negativo producto del libre mercado es
que las empresas pequeñas y medianas tienen rentabilidad inferíos a las tasas de
inversión financiera sin riesgo y, para compensar esto, recurren a reducir los
costos vía despidos.
La nueva economía deberá desprenderse de la lógica depredatoria del capital
financiero o provocará la destrucción de parte de la fuerza laboral, contrayendo
los niveles de la demanda efectiva y destruyendo los valores de cooperación
entre trabajadores y empresarios.
El vínculo entre el capital financiero especulativo, que requiere la libre
movilidad de capitales, y la ideología neoliberal que arremete contra el
intervencionismo estatal y la planificación, niega el rol de los mercados. Éstos
son agentes de socialización del trabajo, que solo pueden funcionar si se
ajustan a las decisiones macroeconómicas. Dado que la nueva economía es una fase
de socialización objetiva, requiere de un mercado regulado.
En las economías de mercado, la socialización objetiva es la combinación entre
los procesos de trabajo y la elección y producción de los bienes de consumo.
Esto requiere de la planificación. En las economías keynesianas la demanda
efectiva es planificada por la intervención del Estado. En la actualidad, al
devaluarse los mecanismos de planificación se potencian su descreimiento y se
restablece el culto al libre mercado.
El Estado-nación y la regulación de los mercados de trabajo
La política es subsumida por un nuevo tipo de Estado que gerencia los intereses
del gran capital.
El Estado de Bienestar representaba un compromiso entre trabajo y capital para
reasignar recursos y redistribuir las ganancias. Desde el neoclasicismo, se lo
culpaba de desrresponsabilizar a los individuos, de ineficacia, de provocar el
déficit público, de corromper la vida pública y la política, etc. Pero el
argumento central era que bloqueaba el rendimiento del capital y de las
inversiones.
Estas críticas se traspasaron al Estado y, al perder soberanía sobre el
territorio y el mercado, el mismo deja de ser el sujeto de la regulación.
El comunismo permaneció anclado a la planificación sin mercado y a la
adscripción a una teoría del valor funcional para explicar la explotación
capitalista. El socialismo de derecha comparte con la derecha conservadora la
idea de la autonomía del mercado frente a la política.
El Estado debe ser rediseñado para regular los mercados en función de la
expansión de las estructuras productivas y la cohesión y el bienestar social.
La globalización, basada en la libertad de movilidad del capital, origina que el
Estado pierda control sobre la moneda y el propio espacio económico nacional
deja de ser el real. El Estado es desposeído del dominio sobre su territorio y
su mercado. En su lugar, se sientan las bases de un poder mundial articulado
entre las grandes empresas multinacionales y el G-7.
El nuevo poder neoliberal busca legitimar el impacto de las nuevas tecnologías
sobre el trabajo, sosteniendo que el aumento de productividad justifica el
desempleo y la exclusión social. El “fin del trabajo” es el nacimiento de la
sociedad del conocimiento. Los componentes del neoliberalismo son:
• la primacía del individuo innovador, consumidor y eficiente, el cual debe
maximizar su utilidad, medida por la calidad de los bienes y servicios a los que
logra acceso;
• sociedad de mercado donde los bienes materiales y culturales se distribuyen
según las capacidades de consumo de los individuos y la igualdad social es
reemplazada por la equidad social, que solo garantiza derechos potenciales;
• la empresa pública, que es considerada subsidiaria de la privada, organización
que asegura competencia, eficiencia y productividad, y garantiza el bienestar.
El capital es el origen de todo valor y los hombres son sus recursos humanos.
El neoliberalismo es una teoría económica que hace eje en el progreso técnico,
asociado a la expansión de los mercados y la aplicación masiva de nuevas
tecnologías.
El neoliberalismo limita el radio de las negociaciones colectivas y fomenta los
contratos de trabajo basados en remuneraciones por resultados. Coloca en el
centro del progreso el éxito individual: se debe fomentar el agrupamiento de la
parte dinámica de la sociedad a través de servicios de calidad. El resultado es
la articulación creciente de una red de instituciones privadas, donde en la
cúspide se encuentra el Estado empresario, puesto que su lógica responde a la
teoría de la oferta.
La refundación del Estado debe ser planteada simultáneamente como reinstalación
de la soberanía interior y como instalación de sistemas de cooperación
internacional. Lo político no puede ser patrimonio delos que poseen el control
de la gran propiedad concentrada. Por el contrario, su sustancia es un conjunto
de derechos que afirman la participación de las diferentes clases y grupos
sociales en un sistema de organización socio-política. Lo político se realiza en
el Estado, por eso, la democracia política solo existe donde existe el Estado
democrático.
El mercado es una institución fundamental para la construcción de una
civilización universal. Si bien es preexistente al capital, es su condición de
existencia. Los derechos sociales son un requisito para un buen funcionamiento
de los mismos, ya que son los reguladores de los conflictos.
El predominio de la teoría de la oferta dará impulso a la transformación
tecnológica de las empresas pero generando una creciente concentración y
centralización del capital, y con los desequilibrios en la distribución de
ingresos. Para resolverlos, es necesario regularlos. De allí la necesidad de
refundar lo público y el concepto de regulación como lógica de una civilización
basada en el pleno trabajo. Para eso se requiere una nueva articulación entre la
empresa y el trabajo en general, compatibilizando la productividad y la
ciudadanía social.