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GUÍA DE PREGUNTAS ICSE (SEGUNDO PARCIAL)
SIDICARO (1930-1943)
El Estado intervencionista surge a partir del Partido Demócrata Progresista creado por las figuras más importantes del conservadurismo. Comenzó a organizarse durante el gobierno militar de Uriburu y fue profundizado por Justo. Fue el resultado de una convergencia entre el sector conservador y los actores socioeconómicos más importantes. Los conservadores ocupaban la mayor parte de los puestos políticos importantes, también los radicales anti personalistas y, una minoría, por el socialismo independiente.
El Estado intervencionista buscaba dirigir la economía, en su principio buscaba favorecer/proteger los intereses de los propietarios agrarios. Tomaban medidas que ayudaban a la producción rural ante el contexto de crisis mundial. El sector político entra en conflicto con el rural cuando toma medidas para beneficiar sus propios intereses y los recursos del Estado, entrando en conflicto con los principales empresarios. A la hora de tomar decisiones con respecto a la economía, el Estado poseía una prácticamente nula autonomía, ya que los sectores socioeconómicos, a través de las juntas y comisiones reguladores, participaban en las decisiones económicas. Había una gran cercanía entre el Estaco y el sector empresarial a la hora de operar el intervencionismo (la relación se amplía más en otras preguntas).
Medidas económicas principales:
. Tratado de Roca-Runciman: Argentina le concedía todo de tipo de beneficios y protecciones a las empresas inglesas que mantuvieran su relación comercial con los poderosos de Argentina. Les aseguró una ganancia mínima a las empresas inglesas que se dedicaban al transporte de pasajeros y de carga, como los trenes y transporte urbano. Así también les eliminó el impuesto de sus importaciones de elementos para el mantenimiento de sus mismos transportes. Lisandro de la Torre, denunció en el Congreso estas maniobras del gobierno nacional, en pos de un grupo poderoso, el cual gozaba de privilegios y además se estaban protegiendo a las industrias frigoríficas extranjeras.
. ISI (Industrialización por sustitución de importaciones): las exportaciones de los productos tradicionales no se mantuvieron como se esperaba, y la clase conservadora junto a su modelo agropecuario entró en crisis. El gobierno entonces apoyó la incipiente industria nacional, marcando una etapa denominada como proceso de sustitución de importaciones, ahora en el país se produciría lo que antes importaba. En 7 años la industria creció un 45%. (pero la industria liviana, productos de consumo)
Surgieron industrias textiles, de electrodomésticos, de remedios, de productos químicos, de máquinas agrícolas. Hubo como un éxodo desde la zona rural a la ciudad que les ofrecía alguna salida laboral. Nacieron las villas miserias en los alrededores de las ciudades. Los recorridos de los tranvías y nuevos colectivos se extendieron. De esta manera el modelo agro-exportador llegó a su fin.
. Plan Pinedo (explicado en otra pregunta).
Caída de la bolsa de Nueva York (1930): La crisis más grande del capitalismo tuvo como causas, entre otras, superproducción y especulación en el mercado de valores. El derrumbe de la bolsa de Nueva York arrastró a otros bancos, industrias y a los demás sectores económicos. La caída de la bolsa provocó la caída del sistema bancario, las industrias quebraron y los precios de los productos agrarios cayeron. Los trabajadores asalariados perdieron sus empleos.
La crisis afectó enormemente a Europa: los deudores de los EE.UU sufrieron la suspensión de los créditos y el retiro de los capitales, se produjo una crisis financiera internacional. Londres abandona el patrón oro.
Intervención del Estado en el mercado como medio para evitar las crisis y asegurar un crecimiento capaz de ser sostenido a largo plazo. El pensamiento de Keynes reorienta la actividad estatal. En la década de 1930, EEUU comenzó una abierta intervención del estado en los asuntos económicos: sanear el sistema financiero, subvencionar a los productores agrícolas, reactivar a la industria a través de la obra pública y crear seguros de desempleo y de jubilación. El estado asumió el rol de mediador, regula la relación entre trabajadores y empresarios.
La década de 1930 significó la caída del liberalismo, en su aspecto económico, pero también en el político: las democracias liberales pierden fuerza, para resolver los conflictos sociales y políticos tomaron fuerza las ideas nacionalistas (valor aglutinante de la pertenencia a un mismo estado-nación).
El contexto internacional afectó enormemente a la economía argentina que estaba basada en la exportación de materias primas. Los países industrializados frenaron el flujo de capitales hacia la periferia y reclamaron el pago de las deudas, disminuyeron el volumen de sus importaciones de productos primarios y alimentos. Se deteriora el intercambio de productos del agro, lo cual afecta a las economías exportadoras de los mismos quienes responden disminuyendo la importación de productos industrializados. En Argentina se da la industrialización por sustitución de importaciones (ISI).
Las juntas y comisiones reguladoras de diferentes tipos de actividades económicas eran mesas directivas o comités asesores en los que participaban los representantes de los intereses empresarios en conjunto con el Estado para tomar las decisiones económicas estatales. Esta manera de organizar el intervencionismo en la economía implicaba una escasa o casi nula autonomía del Estado con respecto a los sectores socioeconómicos predominantes.
Las diferencias con respecto a Estados intervencionistas en otros países se hallan por la naturaleza del vínculo que los mismos establecieron con los principales intereses económicos de sus respectivas sociedades. Los conflictos entre Big Business y el New Deal de Roosevelt marcaron los inicios de aquella experiencia. El intervencionismo en sus versiones fascista y nacionalsocialista combinaron Estados fuertemente ideologizados con grandes intereses económicos. El caso francés mostró cómo la política del Frente Popular revalorizaba objetivamente el espacio estatal en tanto lugar en el que se libran conflictos entre intereses sociales claramente opuestos.
En todos los casos existió un mayor nivel de autonomía de Estado frente a los intereses sectoriales a diferencia de lo que sucedió en Argentina. En nuestro país, la coincidencia entre políticos y empresarios que originó el intervencionismo estatal abrió los aparatos de regulación a los representantes de las entidades corporativas y de las grandes firmas (el vínculo entre el sector socioeconómico y el político era tan cercano que no se generaban conflictos ya que el Estado estaba tomando las decisiones que favorecían siempre a los intereses del sector económico, porque este mismo participaba en la toma de esas decisiones).
La incorporación de los sectores empresariales en los organismos de regulación de la economía no era la expresión de una fácil circulación entre el mundo de los negocios y la actividad política. Los sectores empresariales tomaron gran importancia en el sector económico, incorporándose a los aparatos de dirección de la economía, pero el Estado no les permitió ingresar al sector político (ocupar cargos políticos), es decir, la esfera política no fue ocupada por el sector empresarial (un ejemplo de esto es como Martinez de Hoz, presidente de la SRA, fue desplazado de su cargo político, ocupado luego por el sector político conservador).
A partir del Plan Pinedo (Plan de Reactivación Económica, 1940), se empieza a quebrar la relación entre el gobierno y el sector empresarial. Ante el contexto de estallido de la Segunda Guerra Mundial, el Estado buscaba preservar la economía, tratando de favorecer al desarrollo manufacturero (se toman medidas que favorecen a la industria, el Estado los beneficia otorgándoles créditos, buscan estimular la actividad manufacturera). Estas medidas fueron apoyadas por la Unión Industrial Argentina (se veía favorecida). Por otro lado, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires no se mostró partidaria de ampliar las funciones del Estado, no quería la creación de nuevos organismo para intervenir en la economía y la producción industrial (al considerar que la prosperidad del país solo podía ser alcanzada a partir de favorecer al agro, era necesario disminuir los beneficios para el sector industrial porque no era la salida a la crisis). La SRA consideraba que estaba justificado estimular las actividades industriales que emplearan insumos nacionales.
Otra medida del plan era la construcción de viviendas, para proveer empleo y disminuir el déficit de alojamiento. La SRA la consideraba que la edificación privada debía ser un reflejo de la marcha general de la economía; el Estado debía intervenir construyendo para favorecer el desarrollo agrario y construir viviendas rurales para mejorar las condiciones de vida en el campo y evitar la migración a las ciudades.
La SRA consideraba que, si el Estado tenía problemas para financiar sus actividades, tenía que reducir el gasto público. Proponían que el comercio internacional tenía que ser bajo el lema de “comprar a quien nos compra” (deteriorar las relaciones económicas con Estados Unidos que estaba reticente a comprar materias primas en Argentina y fortalecer los lazos con Gran Bretaña para no perder las actividades comerciales con esta potencia).
En resumen, la situación se había invertido, el sector socioeconómico rural que se había visto completamente favorecido en los comienzos de la década de 1930 (a partir del Plan de Acción Económica había tenido fuerte intervención en la economía y había tomado medidas para favorecer el desarrollo agrario), a partir del Plan Pinedo, se encontraría en una situación desfavorable ya que el mayor apoyo fue dirigido al sector industrial. Esto generó un gran conflicto entre el Estado y el sector socioeconómico agrario (se mostraba que el Estado buscaba actuar con mayor autonomía, ya no tomaban las decisiones económicas el sector empresarial rural).
El sector conservador aprobó el Plan Pinedo en el Senado, empero, este fue rechazado por la Cámara de Diputados donde había mayoría radical. De esta manera se evitó un enorme conflicto entre la industria y el sector rural. El rechazo del radicalismo hacia el Plan Pinedo preocupaba a las corporaciones, ya que el estado no podía actuar ante el contexto de crisis mundial. Incluso las corporaciones (SRA, UIA y la Bolsa) pidieron a la Cámara de Diputados que revisaran nuevamente la ley (en búsqueda de mejorar los vínculos con el sector político, volver a actuar en conjunto).
Durante el gobierno de Castillo, el Estado crea, a través de un decreto presidencial, el Comité de Exportación y de Estímulo Industrial y Comercial, para asesorar al Ministerio de Agricultura en todo lo relativo a la expansión de nuevas exportaciones (participaba un representante de la UIA y de la Bolsa). Los conflictos entre el Estado y el sector empresarial se agravaron a partir de una serie de reformas en los impuestos para resolver los problemas del déficit presupuestario (Ley de Réditos en 1941); en este momento la tensión entre los dos sectores era muy grande, el sector rural pedía reducir el gasto público mientras el Estado mantenía su postura de aumentar los impuestos, considerándolo justo). Se genera una situación de conflicto y crítica enorme por las políticas que buscaban aumentar los impuestos, la SRA y la UIA consideraban que las condiciones mundiales no justificaban los aumentos en los impuestos, que era necesario favorecer a la industria y no quitarles recursos. Sin embargo, el gobierno de Castillo no retrocedió y siguió creando leyes que aumentaran los impuestos para aumentar los ingresos estatales. En 1942, Castillo agrega el impuesto móvil a la exportación, esto llevó a desalentar la producción; el estímulo generado por la guerra mundial quedó neutralizado y se debilitó la posición exportadora del país (tantas medidas impositivas llevaron a deteriorar la producción y a desmejorar la situación económica). Entonces, el sector político solo tomaba medidas para favorecer sus ingresos propios mientras perjudicó totalmente al sector socioeconómico.
A partir de 1942, comienza una lucha entre los dos sectores (político-socioeconómico). Los sectores empresariales crean el Comité de Defensa Económica, buscan detener el intervencionismo económico ya que solamente estaba actuando en favor de los intereses de los políticos conservadores, perjudicando a la economía del país y, por ende, a la sociedad (se estaba desvinculando al Estado y la sociedad). Era necesaria una reforma tributaria que favoreciera a la mayoría de la sociedad. Los empresarios proponían que se creara un Consejo Económico (formado por el gobierno, el Congreso y el empresariado) para estudiar las consecuencias sociales y económicas de las leyes, impedir que el sector político dicte leyes para beneficiarse a sí mismos.
TORRE
Primera presidencia (1946-1952):
Ya desde su candidatura Perón reunía muchos adeptos. Esto se debe a que, al ocupar el cargo de Secretario de Trabajo, las condiciones de vida de las masas trabajadoras mejoraron notablemente. Un claro ejemplo de la devoción que sentían los obreros por Perón es el hecho de que, en 1945, incluso sin ser presidente aún, luego de ser detenido en la Isla Martín García, multitudes marcharon por su liberación y es en ese contexto cuando Perón da el tan famoso discurso del 17 de octubre (luego nombrado Día de la Lealtad Peronista).
En 1944, tuvo los cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo. En 1944 creó el Consejo Nacional de Posguerra, para crear un plan económico que permitiera solucionar las consecuencias económicas que generara el fin de la Segunda Guerra Mundial, este consejo creó un programa industrialista sostenido por el Estado y orientado a preservar las fuentes de empleo.
Como secretario de Trabajo logró concesiones con los trabajadores, logró acercamientos a los dirigentes sindicales (exceptos los comunistas). El sector obrero se encontraba en un clima hostil debido a las pésimas condiciones en las que se encontraron durante todo el período anterior (década infame), carecían de protección estatal, eran perseguidos. Perón desde su puesto como secretario logró que el Estado actuará en favor de los obreros, negoció con las empresas para lograr mejoras en las condiciones de trabajo de las personas. Perón buscaba evitar el malestar de las masas porque este podría poner en peligro el orden social, entonces decidió que el Estado debía intervenir entre el capital y el trabajo. Establece un diálogo con la clase obrera y toma medidas a su favor, 200 decretos que modifican las condiciones de vida de los obreros: jornada jubilatorio, salario, vacaciones, etcétera. Bajo la idea de “justicia social” (uno de los pilares del gobierno peronista) buscó el apoyo de las masas populares, el cual consiguió a través de las medidas tomadas. Tras la renuncia de Luis Gay (figura que se confrontaba con Perón), se logró que la CGT fuera el agente de las directivas oficiales en el movimiento obrero (apoyo a Perón).
Para el sector militar, la candidatura de Perón también representaba la continuidad del proyecto revolucionario y su victoria en las urnas la oportunidad para poner a salvo el prestigio militar. Efectivamente, durante la primera presidencia, las Fuerzas Armadas se insertaron en el régimen peronista ya que coincidían con las creencias nacionalistas, anticomunistas y de industrialización. Había aumentado el presupuesto militar. Perón le otorgó alta participación en las principales funciones de gobierno, buscó satisfacer todas sus demandas, lo que llevó a una expansión y modernización de las mismas.
También la Iglesia apoyó la candidatura de Perón, ya que durante la campaña para elecciones las fuerzas de la oposición no ocultaron su intención de poner fin a la orientación clerical del régimen militar, y luego el apoyo se afianzó cuando el decreto que implantaba la enseñanza religiosa en las escuelas fue convertido en ley en 1947 y cuando se incrementó el presupuesto para actividades de culto (aunque con el uso político de la enseñanza y la intervención del Estado en el campo de la asistencia social llevaron a que poco a poco la relación se deteriorara).
En las grandes urbes, el electorado obrero se volcó en masa a favor de Perón, así como en el campo lo hicieron los sectores medios, atraídos por el congelamiento de los arrendamientos y la promesa de la reforma agraria.
Segunda presidencia (1952-1955):
Por sus orígenes y sus relaciones familiares, los militares compartían de cerca la ansiedad y la intolerancia con que las clases medias más antiguas acompañaban los cambios sociales y políticos en curso. Hasta ellas habían llegado los beneficios de la bonanza económica, pero todo ello no bastó para disminuir su rechazo a la presencia de las masas obreras en la vida pública, a la atmósfera de forzado conformismo impuesta por los aparatos de propaganda oficial, al culto de la personalidad que coronaba la marcha del régimen.
Sumado a esto, con la muerte de Evita en el ’52, desaparecía quien mejor representaba lo que el movimiento peronista significaba para los sectores populares. Al perder esa figura que mantenía el activismo original, se exhibieron más que antes los vicios del peronismo.
El ejercicio crecientemente absolutista de Perón fue afectando sus vínculos con la Iglesia. La mayor afrenta por parte de Perón fue el intento de convertir al justicialismo ya no sólo en la doctrina oficial del Estado sino a la vez en la expresión del verdadero cristianismo. Además, se suprimieron los derechos y privilegios otorgados a la Iglesia, se eliminó la enseñanza religiosa en las escuelas, se aprobó la ley del divorcio, se autorizó la reapertura de prostíbulos, se prohibieron las procesiones religiosas y se anunció una futura reforma constitucional para separar la Iglesia del Estado. Se produjeron numerosas quemas de Iglesias.
Durante su segunda presidencia se mete con el sector popular (el mismo que lo había hecho perpetuarse en el poder). Restringió el gasto público para combatir la inflación. Disminuyó los empleos municipales para poder salir de la crisis. Congeló los salarios por dos años (tensión con los trabajadores).
La oposición es muy fuerte, principalmente por parte de los militares quienes no reciben reformas favorables. En 1953 estallaron varias bombas en Plaza de Mayo cuando la CGT fue convocada en el lugar (los opositores buscan atentar y matar a Perón).
Primera presidencia:
Se destituyeron a miembros de la Corte Suprema por ser legítimos de los gobiernos de facto de la década infame. También se habían expulsado de la Universidad a miles de profesores hostiles. Fueron declaradas fuera de ley muchas agrupaciones estudiantiles y se suprimieron gran parte de las instituciones de la Reforma de 1918. Los periódicos de la oposición fueron clausurados.
Al final de la guerra, Argentina se encontró libre de deuda externa, con importantes reservas de divisas, una gran demanda y altos precios para sus exportaciones de alimentos y una industria en crecimiento. En el ´46 se llevaron a cabo la expansión del gasto público (otorgando al Estado un papel central en la producción y en los servicios públicos a través de una política de nacionalizaciones), la distribución más equitativa del ingreso nacional, y el paulatino montaje de un régimen de incentivos que premió las actividades orientadas al mercado interno y desestimuló la producción destinada a los mercados internacionales.
La excepcional evolución del mercado internacional de posguerra, los acrecidos ingresos fiscales y la masificación del ahorro institucionalizado fueron las condiciones de posibilidad de la economía peronista, plasmada en el Primer Plan Quinquenal de 1947. Este esquema, basado en el poder de compra del Estado y en los altos salarios, y que, por estar orientado al mercado interno, pudo desentenderse de sus inevitables costos en términos de eficiencia y competitividad, sólo duró tres años, los cuales fueron decisivos para el peronismo.
Para la masa de los migrantes provenientes del interior, la incorporación al trabajo de mercado urbano implicó una elevación social ya que ponía a su alcance ocupaciones con salarios superiores a los que recibía en sus lugares de origen. Los estudiantes de más antigua residencia urbana pudieron subir un escalón más en la pirámide social.
Los oficinistas asalariados crecieron por la expansión de la administración pública y las burocracias de las empresas privadas.
En fin, los sectores trabajadores vieron ampliarse los horizontes de vida más allá de sus necesidades inmediatas. El Congreso dio fuerza de ley al aguinaldo anual, la generalización de las vacaciones pagas, la inclusión de los asalariados de la industria y el comercio en el sistema jubilatorio, las indemnizaciones por despido y accidentes de trabajo.
Con la consigna de la justicia social, el gobierno cambió los niveles de vida de las clases trabajadoras mediante las políticas de un incipiente Estado Benefactor: el congelamiento de los alquileres, la fijación de salarios mínimos, el establecimiento de precios máximos, los créditos y planes, las mejoras en la salud pública, los programas de turismo, la construcción de escuelas y la organización del sistema de seguridad social.
Segunda presidencia:
Comenzaron a haber nuevas prioridades en el programa económico, como obtener capitales y contar con asistencia técnica a los efectos de impulsar la modernización industrial.
Comenzaron a crearse vínculos con lo Estados Unidos, que tenían como telón de fondo el fin de la bonanza del comercio exterior que lo acompañara al instalarse en el poder. En 1949 se invirtió el signo favorable de los términos de intercambio. En ese año los precios de las exportaciones del campo se colocaron un 12% abajo del año anterior. En esas circunstancias, el gobierno hizo dos apuestas para contornear la desfavorable coyuntura: Primero, especuló con la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial que sostuviera en alza la demanda de los productos del campo, mas esto no ocurrió. La segunda apuesta fue participar en el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, pero tampoco tuvo suerte con esto.
En este marco estalló la crisis del sector externo, que se trasladó a la actividad industrial nacional, por la dificultad de importar maquinarias y equipos, e impulsó un crecimiento de la inflación. Ante estas dificultades, se formó un nuevo equipo en el timón de la economía, que recortó las importaciones, racionando el crédito y reduciendo los compromisos fiscales. Empezaron a darse conflictos entre las actividades más afectadas por la disminución de los subsidios públicos y el pico de la crisis se alcanzó en 1951 cuando el déficit del sector externo fue potenciado por las secuelas de dos sequías sucesivas.
Fue entonces que el gobierno decidió una nueva estrategia económica: se privilegió la estabilidad por sobre la expansión, la agricultura por sobre la industria, la iniciativa privada por sobre el capital extranjero por sobre el crecimiento del sector público. Se llamó a gastar menos y se modificaron las políticas de incentivos con vistas al aumento de las exportaciones del agro.
Segundo Plan Quinquenal: Impulsa el desarrollo de la industria pesada (siderurgia, metalurgia y petróleo) para aumentar la producción, disminuir las importaciones y ahorra divisas. Para poder lograrlo, se promovieron inversiones extranjeras (provenientes de Estados Unidos), la mecanización del agro y un acercamiento a los Estados Unidos (recorta derechos a los trabajadores). La apertura al capital extranjero, junto con la reorientación del IAPI a favor del campo atrajeron hacia Perón las simpatías del mundo de los negocios.
En 1952 comienza la “peronización de las instituciones” (causa de fragmentación con sectores que antes lo apoyaban) donde el Congreso, por medio de una Ley, nombra la Doctrina Peronista como doctrina nacional. Esta filosofía tenía como fin la suprema felicidad del pueblo, la grandeza de una Nación mediante la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, armonizando los valores espirituales, los derechos del individuo y de la sociedad. La consagración del peronismo como único movimiento nacional eliminó todo rastro de pluralismo en la vida política: las otras expresiones fueron apartadas a una existencia casi clandestina, la afiliación al partido oficial pasó a ser requisito para el desempeño de cargos en la administración, las imágenes de Perón y Evita se multiplicaron en los libros de lectura en escuelas y en el espacio público. La producción cultural estuvo dominada por un tono pasatista y superficial.
Los periódicos de la oposición fueron clausurados y se compró el sistema de radio-difusión nacional por grupos económicos ligados al régimen. La expropiación de uno de los diarios más tradicionales, La Prensa, y su transferencia a la CGT condujeron prácticamente al monopolio estatal de los medios de comunicación de masas. Las universidades también pasaron por procesos de depuración tras la expulsión de miles de profesores hostiles, las agrupaciones estudiantiles fueron declaradas fuera de la ley y una nueva legislación suprimió gran parte de las instituciones de la Reforma de 1918.
JAMES
En los aspectos materiales, se puede nombrar todo aquellos que postula Torre (relación obreros-Perón), y en los aspectos simbólicos, se debe tener en cuenta lo siguiente:
Para evaluar el impacto social del peronismo en la clase trabajadora, hay que tener en cuenta factores como el orgullo, el respeto propio y la dignidad. Para evaluar la importancia de esos factores, hay que volver a la década infame pues fue sin duda alguna el punto de referencia con el cual los trabajadores midieron su experiencia con el peronismo. Se producen a cambios sociales concretos conectados con el mayor bienestar social. También se forja un campo social más amplio y más personal, al margen de los mejoramientos alcanzados en la línea de producción, el paquete salarial o el sindicato.
El más profundo impacto social del peronismo debe ser considerado a la luz de esa experiencia de la clase trabajadora en el período anterior a 1943. En la crisis del orden tradicional, inaugurada por el golpe militar de 1943, fue puesto en cuestión mucho más que la autoridad política e institucional de la elite conservadora. Hacia 1945, la crisis política había provocado un cuestionamiento de todo un conjunto de supuestos concernientes a las relaciones sociales, las formas de deferencia y los acuerdos, en gran medida tácitos, acerca de cuál era el “orden natural de las cosas” y el “sentido de los límites” acerca de lo que se podía o no se podía discutir y expresar legítimamente. En ese sentido, el poder del peronismo radicó, en definitiva, en su capacidad para dar expresión pública a lo que hasta entonces sólo había sido internalizado, vivido como experiencia privada. La capacidad del discurso peronista para articular esas experiencias no formuladas constituyó la base de su poder, auténticamente herético (porque vino a hablar de todo eso que estaba oculto).
Ese poder se reflejó en el empleo del lenguaje. Términos que traducían las nociones de justicia social, equidad, decencia, habían de ocupar ahora posiciones centrales en el nuevo lenguaje del poder. Sin embargo, más importante que esto fue el hecho de que términos que antes simbolizaban la humillación de la clase obrera y su explícita falta de status adquirieron ahora connotaciones diametralmente opuestos. Ejemplos: la palabra “descamisados”, “negrada”, etcétera.
Resultaría engañoso dejar en este la caracterización del impacto social del peronismo. Una vez en el poder, el peronismo fue en cierto sentido, para los trabajadores, un experimento social de desmovilización pasiva. En su retórica oficial, puso cada vez más de relieve la movilización controlada y limitada de los trabajadores bajo la tutela del Estado. El propio Perón se refirió con frecuencia a su preocupación por las “masas desorganizadas”, y en la situación peronista ideal los sindicatos debían actuar en gran medida como instrumentos del estado para movilizar y controlar a los trabajadores.
La atracción política de los trabajadores hacia Perón no se debe a una única causa, está conformada por un conjunto de elementos distintos:
. Perón habla de una forma más cercana, usa un lenguaje más coloquial, utiliza términos del lunfardo. Tenía un estilo que llegaba a la sensibilidad de los trabajadores.
. Nombra a la clase trabajadora (antes de la época no era normal, no había apelación a los trabajadores. Los identifica como actores sociales).
. Resignifica palabras, aquellas que tenían una valoración negativa pasan a ser positivas: como es el caso de descamisados, negrada, etcétera.
. La clase obrera es tratada como un colectivo que tiene poder (incluso durante su mandato algunas figuras de los sindicatos alcanzan puestos políticos).
. Las condiciones materiales concretas cambiaron enormemente (Perón realiza una gran serie de reformar laborales/políticas y económicas expansivas, se dan aumentos de salario y de consumo). Lo cual favorece a los obreros.
. Perón tenía un discurso herético y creíble/inmediato, que concretaba. Era capaz de convencer a la clase trabajadora y hacer que se sienta incluida. El discurso peronista niega la validez de la separación entre el Estado y la política por un lado y la sociedad civil por otro.
. Da una redefinición al concepto de ciudadanía (antes era solo aplicado a aquellas personas que votaban). Ahora incluye una dimensión social, amplía la democracia, garantiza los derechos (laborales/salud/educación). Se logra una participación política constante, evitando la exclusión política de la clase obrera que se había dado en la década infame. La ciudadanía es redefinida en función de la esfera económica y social de la sociedad civil.
. En los términos de su retórica, luchar por derechos en el orden de la política implicaba inevitablemente cambio social. Perón constantemente recordaba a su público que tras la fraseología del liberalismo había una división social básica y que una verdadera democracia sólo podía ser construida si se enfrentaba con justicia esa cuestión social. Perón les hablaba a los trabajadores como a una fuerza social cuya organización y vigor propios eran vitales para que él pudiera afirmar con éxito, en el plano del Estado, los derechos de ellos. Él era sólo su vocero, y sólo podía tener éxito en la medida en que ellos se unieran y organizaran.
. En la retórica peronista, la justicia social y la soberanía nacional eran temas verosímilmente interrelacionados antes que consignas abstractas meramente enunciadas.
PORTANTIERO
Cuando Portantiero afirma que el régimen político se caracteriza por su inestabilidad, se refiere a la imagen de sentido común que percibe la carencia, desde hace tiempo de un verdadero Orden Político en Argentina, y la obvia certeza sobre la incapacidad que ostensiblemente muestran sus clases dominantes para construir alguna forma de dominación legítima sobre una sociedad progresiva y dramáticamente desintegrada.
A partir de la caída del peronismo, ninguna experiencia gubernamental logró satisfacer los requisitos mínimos necesarios para sostener un orden estable. Faltó desde entonces una ecuación política capaz de articular la sociedad como el Estado, de establecer mecanismos claros de exclusión y de recompensa, de fundar, en fin, una legitimidad reproductora del sistema, basada en la fuerza y también en el consenso.
Esa incapacidad de las clases dominantes comienza a ser patética desde el período presidencial de Arturo Frondizi (del ’58 al ’62), quien abre un proceso desarrollista en el que se sustituye el trabajo por el capital en el desarrollo industrial.
Estos cambios influirán decisivamente sobre el perfil social de la Argentina: muchos más problemas encontrarán, sin embargo, para expresarse en el nivel de la política. Es a eso a lo que el autor llama “crisis de hegemonía”: la incapacidad de un sector que deviene predominante en la economía para proyectar sobre la sociedad un orden político que lo exprese legítimamente y lo reproduzca.
Portantiero explica que en el período de 1955-1973 se da un fenómeno llamado “empate hegemónico argentino”. Los principales actores sociales de la época estaban motivados por una lógica de empate entre fuerzas/clases dominantes siendo capaces de alternadamente vetar los proyectos de la otra, pero sin tener los recursos suficiente como para imponer sus propios proyectos. Ese empate hegemónico lleva a que no se logre un verdadero orden político en la Argentina, hay una incapacidad por parte de las clases dominantes de construir alguna forma de dominación consensuada y legítima sobre una sociedad progresiva. Esto mismo provoca que haya un Estado que se encuentra progresivamente aislado de la sociedad. Ningún grupo puede presentar sus intereses como los intereses de toda la sociedad y formar un bloque histórico que modele un sentido común que la oriente en una dirección determinada. Según Portantiero, este empate hegemónico se da tanto en el ámbito económico, como también en el político y social.
. Ámbito económico: Se produce un empate entre el sector agrario y el industrial. A partir del desarrollismo (implementado por Frondizi) hay un poder económico compartido entre la burguesía agraria (proveedora de divisas) y la burguesía industrial (que se encargaba del mercado interno). Según el momento del ciclo económico había probabilidad de alianza entre ellos. Esto lleva a que se produzca una imposibilidad hegemónica, no hay consenso estable entre las dos burguesía, periódicamente se intenta romper con este empate, pero se fracasa de ambos lados. Hay un empate entre intentos de desarrollar la industria o volver a retomar el modelo agroexportador.
. Ámbito político: A partir de la caída del peronismo, ningún gobierno logrará satisfacer los requerimientos para establecer un orden estable, legítimo y hegemónico. El Estado es incapaz de imponer a fondo sus políticas. Las fuerzas armadas se encuentran divididas entre los nacionalistas y los liberales (se producen enfrentamiento entre los dos sectores militares que se disputan el poder, la manera en la que Argentina debía avanzar para salir de la crisis). Van a asumir al poder los dos sectores militares (en diferentes momentos) pero ninguno logrará consolidarse y acabar con el empate, sus políticas no logran imponerse en la sociedad.
. Ámbito social: Se produce un distanciamiento entre el Estado y la sociedad civil. El Estado deja de ser garante de los beneficios sociales, se da una restricción de la democracia (el peronismo queda proscripto y se da la persecución de los peronistas). Poco a poco el Estado se va divorciando de la sociedad civil. A partir del Cordobazo, la burocracia sindical (que había quedado totalmente excluida) se hace escuchar, crean un aire revolucionario que termina con el plan de Krieger Vasena (burguesía agraria subordinada a la burguesía industrial). Es una revolución en lucha contra el autoritarismo del Estado y no por mejores condiciones. El Cordobazo es una protesta social realizada contra el gobierno por trabajadores mecánicos y estudiantes. Paro general en Córdoba reprimido brutalmente y enfrentamientos con la policía. Hace comenzar el ciclo de movilización y lucha armada, da lugar a la violencia popular (termina en 1976 con el golpe de estado). Las causas internas que le dieron origen fueron: ley de inversiones extranjeras directa, mayor poder de la CGT Argentina en las provincias (combativa), suspensión de los CCT, del sábado inglés, cierre de comedores estudiantiles, crecimiento de centros y actividad estudiantil y revueltas estudiantiles con represión y muertes. Las externas fueron: la Guerra Fría, de Vietnam, Revolución Cubana, el Mayo Francés y la dictadura de Onganía. Tuvo como consecuencia a corto plazo la renuncia del gobernador de la provincia y a largo plazo Onganía se vio obligado a renunciar un año después (muerte de Aramburu determinante, gobierno cuestionado), se expanden las huelgas/paros/marchas y logran que aparezca un sindicato por sector.
Al ser sustituido Perón del poder, se van a criticar sus medidas económicas, empero, en 1958 los índices macroeconómicos van a empeorar. Con Frondizi al poder, se lleva a cabo un modelo económico llamado desarrollista el cual busca profundizar la industria pesada (metal y petróleo). Este modelo lleva a la producir un empate hegemónico, un poder económico compartido entre la burguesía agraria y la burguesía industrial.
Características del modelo desarrollista: Entrada de capitales extranjeros a raíz que no había inversión. Redistribución del ingreso en favor de los sectores medio y medio superior, en perjuicio de los sectores de bajos, fragmentación de la clase dominante, diferenciación salarial entre los trabajadores, en favor de aquellos ocupados en las ramas más dinámicas Pero, como el programa desarrollista necesitaba importar maquinarias, tecnologías, materias primas y bienes intermedios y la exportación de los productos agropecuarios no aumento (porque la política no favorecía a la burguesía agraria), sobrevino la crisis (déficit en la balanza de pagos).
A pesar de que se destituye a Frondizi, el proyecto desarrollista sienta las bases de consolidación de consolidación de un nuevo actor social: había habido un gran avance del capital extranjero con lo cual el intento del golpe de 62' de reformar a un modelo agrario exportador se adecuaba cada vez menos a la realidad. El capital extranjero sobre todo el norteamericano, se transformó en el nuevo sector dominante desplazando a las exportaciones agropecuarias a la producción industrial nacional de bienes no durables y a las empresas estatales de servicios.
El golpe de 62' intento restablecer el predominio de la burguesía agraria, pero fracasó. Así el tema se saldará militarmente, con los enfrentamientos entre el ejército y la marina. En el Estado, el desarrollismo genero una gran cantidad de tecnoburocracia directamente ligada al capital extranjero.
En 1963 asume Illia (UCRP) quien busca recrear un gobierno tradicional de democracia liberal e imagen republicana. Durante este gobierno hubo una recuperación económica gracias a circunstancias internacionales favorables que eliminarían el déficit comercial. Ante la incapacidad de Illia de responder a las exigencia del sistema económico se realiza otro golpe de Estado en 1966.
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La incapacidad de Illia de responder a las exigencias del sistema económico lleva a que en 1966 se produzca un nuevo golpe de Estado el cual recibe el nombre de Revolución Argentina.
El golpe de Onganía proclamaba que ellos debían llevar el vació político que dejaron los demás partidos políticos. Su objetivo era modernizar al país en todos los sentidos, especialmente el industrial. Sin embargo, tampoco Onganía puede reconstruir la hegemonía, pedirle al Estado argentino que con sus propios recursos reordene desde cero a la sociedad era algo fuera de sus capacidades. El intervencionismo estatal a veces obsesivo nunca pudo tampoco oprimir y obligar a obedecer a la sociedad civil, solo logró irritarla.
La Revolución Argentina para la organización constaba de dos etapas: la acumulación de riqueza y poder y:; y la distribución y repartición de esa riqueza acumulada. Temporalmente se divide en tres etapas:
. 1966-1970: intento de estabilizar una modificación en su modelo de acumulación, en la relación de fuerzas sociales y en el modelo político (tiempo económico).
. 1970-1972: intento de formular un modelo de mayor participación del capitalismo nacional, pero bajo autoritarismo (tiempo social).
. 1971-1973: intento de salida para la situación, mediante congelación de la iniciativa estatal sobre la economía e intentando controlar el futuro modelo político (tiempo político).
*Se intenta nuevo plan económico implementado por Krieger Vasena (representante de la tecnoburocracia y la burguesía industrial): busca mantener y expandir el modelo desarrollista, hace foco en la industria pesada. Este modelo lleva a que se vayan desdibujando las funciones sociales del estado, se perjudica la situación de los trabajadores (congela salarios), se contratan empresas privadas, se devalúa la moneda, se ponen retenciones al campo. Este plan va a hacer que la burguesía agraria quede subordinada a la burguesía industrial, la nueva clase dominante monopólica del capital.
Durante esta etapa se quedan fuera del sistema los partidos políticos, la burocracia sindical y las instituciones parlamentarias.
El principal fracaso del plan de Vasena fue que la elite militar y política encabezada por Onganía no puede superar la crónica crisis estatal donde el Estado estaba aislado de la sociedad y esta se estaba empezando a rebelar. Los más perjudicados por estas medidas fueron la burguesía agraria y los asalariados, generando un descontento general de las clases medias por el autoritarismo estatal (comienzan a ponerse en marcha los partidos políticos y la burocracia estatal). En 1969, se produce el Cordobazo (EXPLICADO MÁS ARRIBA). En 1970, Onganía es derrocado y asume Livingston, quien no logra frenar a las fuerzas sociales desobedientes. Se intenta una estructura de poder basada en la coalición de las Fuerzas Armadas, la burocracia sindical y la tecnoburocracia, dejando de lado los partidos políticos, empero, los partidos políticos ya habían despertado después de las movilizaciones populares y Perón ya se acercaba con “La hora del pueblo”. Así las fuerzas armadas van sufriendo un quiebre político. Luego de la situación movilizadora del Viborazo, asume Lanusse quien se ve incapaz de resolver el contexto que se gestaba (para soluciones la crisis económica y política era necesario un acuerdo con los sindicatos y los partidos políticos) y por lo tanto decide que la única solución posible es llamar a elecciones.
SVAMPA
El período de 1973 a 1976 registra tres momentos de inflexión insoslayables, marcados por las presidencias constitucionales del período:
La autora aclara que hablando minuciosamente esta etapa debería inscribirse en un tiempo más largo, empezando en 1969 con el Cordobazo, la protesta social más importante realizada contra el gobierno militar de Onganía, y se cierra en 1976, con el golpe de Estado militar que desplaza el gobierno de Isabel Perón. Sin embargo, el período que va desde 1973 a 1976 presenta una especificidad propia, pues encarna como pocos un punto de máxima condensación de tensiones y contradicciones, ilustrados de manera acabada por el desencuentro que se produce entre la sociedad civil movilizada y el líder recién vuelto del exilio, y por la progresiva lógica de exclusión que se va difundiendo en la sociedad argentina.
El gobierno de Cámpora estaba alineado a los ideales/lenguaje de la izquierda peronista. Cuando es electo presidente hay una movilización masiva popular a Plaza de Mayo y luego a la cárcel de Devoto (devotazo) para exigir la liberación de los presos políticos de la dictadura (primer acto del gobierno à decreto de liberación). La izquierda peronista logra ocupar cargos de gobierno y los montoneros deciden bajar las armas ya que creían que era un gobierno popular y no había necesidad de enfrentarse en luchas armadas, sin embargo, iban a continuar presionando en las calles para lograr la revolución. Perón tenía como estrategia política consolidar el orden institucional y buscar el pacto social (alianza de clases, establecía el congelamiento de precios, la suspensión de negociaciones colectivas durante dos años, reajuste de tarifas públicas y aumento de los salarios à fracasa) para reasumir su liderazgo e impulsar reformas. Es por eso por lo que coloca en el ministerio de Economía a Gelbard. Surge un nuevo conflicto de orden social: tomas, ocupación de hospitales, escuelas, universidades, etc. que marcaron la separación entre el peronismo y la sociedad.
Con el peronismo en el gobierno, el operativo de retorno del líder estaba en marcha. El operativo había sido puesto en manos de una comisión especial en la cual operaban oscuros personajes de la derecha peronista.
La derecha peronista organizó el acto de recibimiento a Perón en Ezeiza dejando a la Juventud Peronista y a las agrupaciones armadas peronistas atrás. Se convocó a una masiva movilización al aeropuerto que terminó en enfrentamientos, muertes y heridos, se desató una tragedia; desde el palco, los grupos de extrema derecha comenzaron a disparar contra la multitud.
Al día siguiente, Perón pronunciaría un contundente discurso llamando a “volver al orden legal y constitucional, como única garantía de libertad y de justicia”, como advertencia a la Juventud.
Por otro lado, con Perón en el país, pronto el gobierno de Cámpora se tornaría insostenible. Una maniobra poco política habilitó a Lastiri a reemplazar a Cámpora. La transición estaba en marcha. Pronto Perón volvería a calzar la banda presidencial.
Retorna triunfalmente el 23 de septiembre de 1973, con Isabel como vicepresidenta, acompañado por los sindicatos, los partidos políticos y la juventud radicalizada. La imagen dominante de esta época es la de la guerra interna (peronistas de izquierda contra los de derecha con Perón como árbitro). Su acceso al gobierno puso en sus manos la posibilidad de recomponer el vínculo con los sindicatos y de redefinir la relación con la juventud y los montoneros, mas, por el contrario, toma un giro hacia la derecha peronista. La burocracia sindical mantenía conflictos con las corrientes combativas por lo que Perón, dispuesto a apoyar a la ortodoxia sindical, impuso una política de control y represión (Ley de Asociaciones Profesionales).
El pacto social sufrió el primer revés cuando los empresarios renunciaron a absorber el costo de la inflación importada por la crisis internacional del petróleo. A esto se sumó el reclamo de los sindicatos que exigían un aumento salarial en relación con el incremento de los precios. En 1974, Perón llamó a una Gran Paritaria debido al desacuerdo entre estos. Los sindicatos obtuvieron su aumento, pero los empresarios trasladaron el incremento salarial a los precios.
El discurso en torno a la necesidad de institucionalización estaba orientado en gran parte contra el ala rebelde del movimiento de izquierda. La posición asumida por Perón apuntaba a la exclusión de toda la corriente. El líder contradecía abiertamente sus aspiraciones y renegaba de ellos.
El 1 de mayo de 1974, el pueblo, representado por la JP y Montoneros, convocó a los militantes a un encuentro con el líder en Plaza de Mayo para “dialogar”. Ocuparon lugares estratégicos frente a los balcones de la Casa Rosada y comenzaron a corear “qué pasa, qué pasa general, que está lleno de gorilas el gobierno popular”, “se va a acabar, se va a acabar la burocracia sindical” a lo que Perón los tildó de imberbes y estúpidos. Como respuesta, comenzaron a abandonar la plaza, esto marcó la consumación de la ruptura.
Perón muere el 1 de julio de 1974 y asume Isabel como presidenta, primera mujer en ejercer constitucionalmente el mandato supremo de un país.
La imagen del período es la crisis popular, política, social y económica.
Los actores políticos y sociales que cobran centralidad son el sindicalismo peronista tradicional y sectores de extrema derecha comandados por el ministro de Bienestar Social, López Rega, cuya política apuntó a la consolidación de un proyecto que preveía no sólo la exterminación total del ala izquierda sino también la disolución del modelo nacional popular, mediante la subordinación del poder sindical. Supuso también altos niveles de represión. No vaciló en utilizar metodologías propias del terrorismo de Estado. Fue el creador y sostenedor de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina): organización clandestina en la que actuaban elementos policiales y parapoliciales, y cuyo objetivo era la eliminación física de sus adversarios a través del asesinato político. Su primera aparición tuvo lugar en noviembre de 1973 cuando una bomba estalló en el auto del senador de la UCR. Su modus operandi incluía el asesinato selectivo o masivo, la colocación de bombas a partidarios y la amenaza pública de muerte a través de la divulgación de listas negras. Desaparecieron recién con el golpe cuando sus miembros fueron incorporados al aparato clandestino del proceso.
Durante 1975 la situación económica continuó degradándose. Morales (Ministro de Economía) establece una política de mayor ajuste: estableció un incremento salarial a los sindicatos para hacer frente a la devaluación y la suba de precios. Sin embargo, no fue convalidado y terminó siendo reemplazado por Rodrigo, quien aplicó drásticas medidas que implicaron una devaluación y un aumento de las tarifas de los principales servicios públicos. El plan económico implicaba una reorientación económica que ponía fin a la política económica nacionalista y reformista para dar paso a una de estabilización y ajuste.
Los líderes sindicales se encargaron de denunciar que el plan era ajeno al modelo que pregonaba la tradición peronista, al tiempo que iniciaron las tratativas habituales para obtener un reajuste salarial.
El 27 de junio de 1975 la CGT realizó una gran marcha en contra del ajuste y convocó a un paro general de 48 horas para julio. La multitud reunida en Plaza de Mayo pidió las cabezas de Rodrigo y López Rega, quien partió al exterior, mas fue capturado por el FBI en el aeropuerto de Miami.
El país iba deslizándose cada vez más por una pendiente incontrolable de violencia, de la cual eran responsables grupos de extrema derecha, así como las agrupaciones armadas de izquierda.
El golpe de Estado llegaría el 24 de marzo de 1976; la represión política y el terror irían acompañados por una fuerte reorientación económica.
En 1971, desde el exilio, Perón concede una entrevista al grupo “Cine de Liberación”, en la que realiza un llamamiento explícito a la juventud, planteando la necesidad de la “actualización doctrinaria” y el “trasvasamiento generacional” en el movimiento justicialista. En ese contexto, los jóvenes comenzaron a reclamar el retorno de Perón como condición necesaria para cualquier transformación social y política.
En 1972 se organizó el primer acto de unidad de la Juventud Peronista. Así lo propio del período es esta singular e intensa experiencia de articulación político ideológica entre una sociedad movilizada, sobre todo en sus sectores juveniles, y una agrupación armada. La acción política de los militantes juveniles se forjó al calor de las movilizaciones, en el enfrentamiento con la dictadura, pero, sobre todo, por contraposición con los viejos militantes sindicales, identificados en el aparato burocrático y las estrategias de negociación.
En 1973 hay elecciones y gana Cámpora. Ese día es considerado “día peronista” y se dan festejos por parte de la juventud. Sin embargo, no todos los días serían tan peronistas como ese para la “gloriosa juventud”. Sólo un mes después de las elecciones tuvo que soportar una de sus primeras amputaciones: Galimberti y Medina (de la Juventud Peronista) pronunciaron un discurso incendiario llamando a la creación de milicias populares. La arenga se produjo en un momento en el cual las acciones guerrilleras habían recrudecido. La ira de Perón no tardó en caer sobre los jóvenes dirigentes, quienes recibirían la orden de “no innovar” hasta la llegada de Perón al país. Además, en el Gabinete de Cámpora, la JP sólo obtuvo el 18%.
Con el peronismo en el gobierno, el operativo de retorno del líder estaba en marcha. La JP y las agrupaciones armadas peronistas fueron marginadas de la organización del acto de recibimiento que se realizaría en Ezeiza. Pese a ello, la conducción de Montoneros y de la JP colocó todo su empeño en la movilización de las bases, confiando en que esta demostración de fuerza les daría el lugar que les correspondía en el movimiento. Más de dos millones de personas marcharon hasta el aeropuerto de Ezeiza, pero el encuentro con el líder no tendría lugar. Desde el palco, grupos de extrema derecha comenzaron a disparar contra la multitud. El avión que transportaba a Perón aterrizó en el aeropuerto de Morón.
El primer discurso de Perón, al día siguiente, estampó el reconocimiento a las organizaciones sindicales y a los viejos militantes peronistas. Por primera vez, Perón situó también a la izquierda peronista en el lugar de “enemigos embozados, encubiertos, o disimulados”. Por último, se encargó de advertir a la Juventud y aclarar la verdadera concepción del justicialismo: “Somos lo que las 20 verdades justicialistas dicen”.
A esta primera redefinición del campo político-ideológico, las fuerzas nucleadas en La Tendencia (las FAR, FAP, Montoneros y la Juventud Peronista) habrían de responder, en primer lugar, con la Teoría del Cerco, suerte de lectura conspirativa que pretendía desresponsabilizar al líder, colocando el centro de las verdaderas decisiones fuera de este. La teoría ofrecía dos versiones: la primera era la versión “mágica”, que identificaba el “entorno” y más precisamente al “brujo López Rega” como el verdadero responsable de las desacertadas decisiones que tomaría Perón. La segunda era la versión “ideológica”, que señalaba como último responsable de los acontecimientos al imperialismo, en consonancia con el “cerco internacional” militares recientemente instalado en países limítrofes.
La ruptura más definitiva se daría el 1 de Mayo de 1974, con Perón ya en la presidencia. Ese día, la JP y Montoneros dialogaría con el líder, más un desencajado Perón tildó a la multitud vociferante de “imberbes” y “estúpidos”. Las columnas abandonaron Plaza de Mayo cantando y se dio la ruptura.
El 25 de mayo de 1974, Perón disolvía por decreto la rama juvenil del Partido Justicialista.
Teoría del cerco: la izquierda creía que Perón estaba mal rodeado tanto por Isabel como por López Rega (responsable de las desacertadas decisiones del líder). Querían romper con ese cerco públicamente para demostrarle sus fuerzas, no pretendían responsabilizar al líder.
Durante este período, el país fue deslizándose cada vez más en una pendiente incontrolable de violencia, de la cual eran responsables los grupos de extrema derecha, activados desde el gobierno, así como las agrupaciones armadas de izquierda. Las estadísticas muestran que durante el solo año de 1975, la cantidad de asesinatos políticos, debido tanto a la represión ilegal como a la violencia guerrillera, alcanzó la cifra de 860 personas.
Desde la izquierda armada, una de las características del período es que las principales organizaciones armadas, ERP y Montoneros, fueron subordinando la estrategia política a la lógica militar. Tanto la significativa reducción del espacio de la política institucional como la primacía de una lógica militarista tuvo graves consecuencias, pues creó nuevas oportunidades para el regreso y legitimación de las FFAA.
Una vez consumada la ruptura entre Montoneros y el gobierno peronista, la agrupación incrementó sus acciones armadas mediante secuestros extorsivos y asesinatos, y fue produciendo estructuras de organización con características de ejército regular. En 1975, en un gesto político inusual, la cúpula de Montoneros decidió su autoproscricción del marco de la legalidad, anunciando su voluntario pase a la clandestinidad. Poco después, la organización fue declarada ilegal por el gobierno de Isabelita.
Las políticas del ERP fueron menos intensas que las de Montoneros. Planteaban la “guerra social revolucionaria” en dos frentes. Por un lado, desde 1974 sus acciones militares apuntaban directamente al ejército. Por otro lado, el ataque también se proponía provocar al gobierno, a fin de generar en este una respuesta que pusiera al descubierto la verdadera naturaleza represiva del régimen peronista, como defensor de las FFAA.
Las acciones de las guerrillas urbanas, progresivamente orientadas contra las fuerzas militares, brindaron la posibilidad que el ejército buscaba desde hacía un tiempo: recuperar su papel como salvador de la patria. Así, la ejecución del “Operativo Independencia” tuvo por eje una estrategia de propaganda y de información destinada a la opinión pública, en la cual se distorsionaba deliberadamente el número de enfrentamientos, las bajas y guerrilleros involucrados. El ejército argentino desembarcó con un contingente estimado de 4000 hombres, a fin de derrotar en una “guerra” a un ejército guerrillero de apenas 160 milicianos.
A esto hay que agregar que el poder decisional de las FFAA se vio acrecentado durante la etapa de debilitamiento de Isabel Perón, caracterizada por un vacío de poder, pese al apoyo del sindicalismo ortodoxo.
Se le llama “teoría de los dos demonios” a la concepción según la cual los actos de violencia y terrorismo perpetrados por las FFAA durante el terrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980 en la Argentina son de algún modo equiparables con los actos de violencia de las organizaciones guerrilleras, como Montoneros y el ERP, tanto durante el período 1973-1976 como durante la propia dictadura cívico-militar del ’76.
LECHNER, O’DONNELL Y CALVEIRO
Lechner: Las dictaduras no hacen sino profundizar los miedos. Crece la angustia de perder la identidad, el arraigo social, la pertenencia colectiva. El autoritarismo responde a los miedos apropiándose de ellos. Los ideologiza. Tiene lugar una resignificación de los miedos que borra la referencia a las amenazas reales, transformándolos en fuerzas demoníacas: el caos, el comunismo. Cuando la sociedad interioriza este “miedo reflejado” que le devuelve el poder, ya no es necesario un lavado de cerebro.
La instrumentalización de los miedos es uno de los principales dispositivos de disciplinamiento social. Se trata de una estrategia de despolitización que no requiere medidas represivas, salvo para ejemplificar la ausencia de alternativas. Por lo demás, basta inducir la desvalorización de la capacidad, personal y colectiva, de influir efectivamente sobre el entorno público. Entonces sólo queda refugiarse en lo privado con la esperanza vana de encontrar en la intimidad una seguridad mínima.
Calveiro: Los campos de concentración, en tanto secreto a voces, son eficientes en la diseminación del terror. Aterroriza el que se sepa de ellos a medias, el que entrañen secretos que no se pueden develar.
Era sobre la sociedad que debía deslizarse el terror generalizado, para grabar la aceptación de un poder disciplinario y asesino; para lograr que se rindiera a su arbitrariedad, su omnipotencia y su condición irrestricta e ilimitada. Sólo así los militares podrían imponer un proyecto político y económico, pero, sobre todo, un proyecto que pretendía desaparecer de una vez y para siempre lo disfuncional, lo desestabilizador, lo diverso. Los golpistas buscaban desaparecer lo disfuncional, que en el campo es el cadáver y en la sociedad, el opositor, mediante un terror generalizado que paraliza, inmoviliza, anonada. El anonadamiento que “deja hacer” al poder.
O’ Donnell: Una de las características del período inaugurado en marzo de 1976 fue su fenomenal represividad, no sólo en términos de la cantidad de horrores que infligió sino también por su carácter terrorista y clandestino (tener en cuenta que “terrorismo” refiere a una forma violenta de lucha política mediante la cual se persigue la creación de un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a la población en general).
Lechner: Las dictaduras trastornan profundamente las rutinas y los hábitos sociales volviendo imprevisible incluso la vida cotidiana. En la medida en que desaparece la normalidad, aumenta el sentimiento de impotencia. Aun el entorno diario es visto como una fuerza ajena y hostil, y surge una apatía moral. Pero, ante todo, se expande el aburrimiento. La vida bajo la dictadura es tan gris porque ya nada logra entusiasmar, la gente pierde su arraigo social. Este desarraigo se muestra en la desconfianza que se da en las relaciones sociales. Se extiende un deseo ansioso de “normalidad”. Incluso quienes anhelan una transición a la democracia subordinan el cambio a la mantención de cierta normalidad, por precaria e ilusoria que sea. La gente prefiere no saber nada pues toda información incrementa la imprevisibilidad, y, por ende, la incertidumbre. Se revaloriza la vida cotidiana. Quizás justamente porque fue tan alterado por el régimen autoritario, el quehacer diario adquiere una significación inusitada.
Calveiro: La normalización de la tortura en relación con los presos comunes primero y los políticos después permitió que nadie se escandalizara por algo que ya era, aunque desagradable, moneda corriente. La necesidad de exterminar a la subversión también era una verdad admitida en amplios sectores de la sociedad. Al admitir que si una persona está implicada en algo es natural que desaparezca, se naturaliza el derecho de muerte que estaba asumiendo el Estado y se justifica la arbitrariedad e ilegalidad del poder. A lo largo de los años de represión, los propios grupos operativos se encargarían de rutinizar estas desapariciones hasta incorporarlas a la vida cotidiana, aprender a vivir con ellas.
O’ Donnell: Desde el aparato estatal se nos despojó de nuestra condición de ciudadanos y se nos quiso reducir, por los mecanismos del mercado, a la condición de obedientes y despolitizados seres, en los contextos del cotidiano se intentó llevar a cabo una similar obra de sometimiento e infantilización: los que tenían “derecho a mandar”, mandando despóticamente en la escuela, el lugar de trabajo, la familia y la calle: los que “debían obedecer”, obedeciendo mansamente, uniformados en la aceptación de que aun el mando más despótico estaba hecho para bien de los que así obedecían.
Casi perdimos el derecho de caminar por la calle si no vestíamos el uniforme civil (saco, cuello y corbata) que los militares consideraban adecuado. Así pasó a ser recomendable no ser diferente no dar opiniones poco convencionales respecto de temas aparentemente triviales. En las instituciones educativas sólo se debía aprender pasivamente y, en los lugares de trabajo, entre esa coacción y la del creciente desempleo, fue perseguido todo lo que no fuer, al igual que en otros contextos, la obediencia del sometido. Incluso se acentuaron los rasgos más represivos e infantilizantes de muchas familias.
Persistieron patrones extremadamente autoritarios en microcontextos, y una intolerancia subsistente respecto de la vestimenta, de la sexualidad y de los gustos de otros, y hasta de la negación del derecho de preguntar, exigiendo razonable fundamentación, por el sentido de las órdenes del superior.
Calveiro: Luego del 24 de marzo de 1976, se dio la complicidad de varios actores sociales respecto de la dictadura. Uno de esos actores fue la alta jerarquía eclesiástica junto a sacerdotes, quienes sabían sobre las violaciones a los derechos humanos y se solidarizaron con la Junta, como consta en numerosas denuncias. Hay otras que muestran la complicidad de muchos jueces que estuvieron en contacto con secuestrados y conocían perfectamente la metodología de la desaparición. Incluso algunos de ellos se negaron a tomar declaración sobre apremios ilegales a prisioneros con signos evidentes de tortura. Prácticamente todos los políticos del país no sólo conocían la existencia de campos de concentración sino incluso las dependencias en las que funcionaban algunos de ellos, como Campo de Mayo o la ESMA. Buena parte del personal de los hospitales militares, médicos, enfermeras, pudo ver prisioneros encapuchados y esposados, en deplorable estado de salud, así como mujeres embarazadas en idéntica situación, que eran llevados a esas instalaciones por personal militar. Los conscriptos que hacían su servicio militar en dependencias de las Fuerzas Armadas también fueron testigos de los extraños movimientos de las patotas y del ingreso y salida de prisioneros de estos lugares. Si se suma, son muchísimas las personas que formaban parte de alguno de estos grupos y su porcentaje en relación con la población total es significativo.
O’ Donnell: En este período hubo numerosas personas que, sin necesidad “oficial” alguna, simplemente porque les parecía bien, porque aceptaban la propuesta de ese orden que el régimen les proponía como única alternativa, a la constantemente evocada imagen del “caos” pre-1976, se ocuparon celosa y activamente, de ejercer su propio autoritarismo. Se daba “permiso” para que no pocos ejercieran sus minidespotismos frente a trabajadores, estudiantes y toda clase de subordinados.
Muchas personas se negaron a saber lo que estaba pasando con la represión, o de atribuirla a malevolentes rumores cuando no había posibilidad de negar ciertos horrores de culpar a las víctimas con esa terrible condena implicada por el “Algo habrán hecho…” que tantas veces se dijo durante esos años.
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