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Trabajo práctico sobre Daniel García Delgado. Estado-nación y Globalización. Fortalezas y debilidades en el umbral del tercer milenio.
Globalización y crisis del Estado-nación
El autor caracteriza al Estado Social o de Bienestar según sus distintas etapas: nacional-popular, desarrollista y burocrático-autoritario. Este estado trazó una relación con la sociedad con el modelo de acumulación (industrialismo sustitutivo), de legitimación (“movimentista”), de articulación de intereses (neocorporativo), de acción colectiva (movilización de masas) y cultural (igualitaria o estatalista).
Las causas de la crisis de la configuración de la Matriz Estadocéntrica a mediados de los ’70 fueron factores como la alta inflación, la pugna distributiva y la crisis del petróleo.
No se trata sólo de la crisis del Estado Social, si no también del Estado-nación, principalmente por la erosión de su autonomía e independencia decisional, la pérdida de la capacidad de integración social y el debilitamiento en la configuración de identidades y solidaridades amplias.
El Estado-nación entró en crisis por presiones tanto desde arriba, por instituciones supranacionales, como desde abajo, por localismos. La globalización no es sólo un cambio cuantitativo de las relaciones internacionales, si no cualitativo, ya que cuestiona el concepto mismo de nación.
En los últimos 20 años se pone en cuestión la comunidad política desde diversos planos. Hubo un aumento de las organizaciones internacionales y un surgimiento de problemas no resolubles dentro de sus fronteras, como el del medio ambiente, flujos migratorios, terrorismo, creciente interdependencia económica y flujos económicos especulativos de corto plazo. El capitalismo global promueve una configuración novedosa de unidad territorial y poblacional más amplia y supranacional, los Estados-región. Son la integración de los Estados-nación en polis más amplias.
En el contexto de la globalización, el rol de la Inversión Económica Directa es muy importante. Los países compiten para atraer capitales, produciendo un círculo vicioso que refuerza la asimetría entre países. En consecuencia, se debilita la capacidad de control, asignación y distribución de los Estados, sobre todo en los periféricos, y se erosiona la distinción entre asuntos internos y externos. La transnacionalización de empresas y los agentes de crédito limitan la autoridad Estatal. Frente a la deuda externa de un país , los organismos internacionales comienzan a pautar las políticas sociales, económicas y la reforma institucional.
Las dos fuerzas que presionan la democracia frente a la globalización son: en primer lugar, la concentración de la riqueza, del ingreso, de los flujos y los stocks; y el poder que implica esa concentración. En segundo lugar, los embates de la globalización en el plano de las ideas, “pensamiento único” o hegemonía ideológica.
Todo esto se refleja en la política nacional, los partidos y sus líderes están acotados en su capacidad de acción y tienen pocas alternativas frente a la complejidad de los problemas sociales y económicos, y los condicionamientos de los factores externos.
El capitalismo desregulado o desorganizado favorece la concentración económica y el crecimiento de las desigualdades, el desanclaje de las condiciones de prosperidad de las élites de la de los asalariados. Frente al endeudamiento y la crisis fiscal, el Estado se retira de lo social y de lo productivo, marginando una gran parte de la población que no tiene capacidades para insertarse a la reconversión tecnológica. Es decir, la mundialización de la economía y la concentración del capital rompen la cohesión social interna de muchos países.
La reducción de la capacidad de identificación político cultural es consecuencia de la homogeneización de las culturas y la poca influencia de lo estatal en ellas. Se produce una pérdida de los valores e identidad nacional, y la uniformación de muchas pautas culturales. La tendencia a los localismos reduce la capacidad del Estado de legitimar políticas y de generar ahesiones en el ámbito nacional. Por lo tanto, se produce un impacto sobre valores y representaciones, donde la contemporaneidad se manifiesta en los individualismos y los cambios acelerados.
El autor define a la globalización como un proceso universal de características multidimensionales que se origina en cambios de orden tecnológico y económico. La globalización significa más vincularidad, expansión y profundización de las relaciones sociales, económicas y políticas, la creciente interdependencia de las sociedades entre sí, y el aumento de los flujos económicos, financieros y comunicacionales.
En su dimensión económica, la globalización es una nueva fase de expansión del sistema capitalista caracterizado por la apertura económica, el comercio internacional, la expansión de los mercados, la reorganización espacial de la producción, la competitividad e innovación tecnológica, elevadas tasas de desempleo y la formación de polos económicos regionales.
La globalización implica una complejización de la escena internacional, en la que los organismos trasnacionales se mueven por la defensa de los derechos humanos, ambientales, y de lucha contra la corrupción. El crecimiento cualitativo y cuantitativo de problemáticas de difícil resolución dentro de los límites nacionales también fomenta la interdependencia.
La globalización modifica las relaciones internacionales ya que descentraliza a los Estados-nación y les quita el rol de actores centrales en el sistema. Pasan a constituír una parte del sistema global, internacional y multicéntrico.
Lester Thurow dice que lo que caracteriza a la globalización es su capacidad de hacer cualquier cosa en cualquier parte y venderla en todas partes. También habla de la maximización de beneficios, minimizando costos y maximizando ingresos. Se refiere a la deslocalización de la producción, ya que puede realizarse desde varios países al mismo tiempo, y las empresas se orientan hacia unidades más pequeñas y flexibles.
El capital financiero se independiza tanto de la economía “real” o productora de bienes como del territorio nacional. A partir de la revolución electrónica, comienzan a cobrar importancia el capitalismo financiero y la economía “virtual” o simbólica. Los intereses de las grandes corporaciones se “desterritorializan” y la economía simbólica crece, provocando una brecha más amplia entre los distintos sectores, la pérdida de anclaje territorial y de responsabilidad social del empresariado.
Los grupos que más se benefician con esta globalización y emancipación son las multinacionales industriales, bancarias, mediáticas y de seguros, y los profesionales de mayor calificación. La mundialización enriquece a los más ricos y empobrece a los más pobres. A todo esto se suma el consumismo fomentado por las políticas aperturistas, la mayor información y los estilos de vida y valores de los medios masivos.
A comienzos de los ’90 y frente a la globalización el Estado de Bienestar (planificador, centralizado, árbitro entre capital y trabajo) se tranforma y pasa a tener un rol mínimo. Como consecuencia se producen el debilitamiento de la autoridad del Estado y la revalorización del espacio subnacional. A su vez, se produce una erosión de los atributos del Estado-nación clásico en su soberanía y en su capacidad de generar identificaciones.
La segunda consecuencia de la globalización se ve en las características del conflicto social. En la actualidad los conflictos ya no son concentrados ni presentan amenazas antisistémicas a la democracia ni al capitalismo. El sistema de dominación se vincula al control técnico, informático y al posicionamiento en un sistema de estratificación socio-ocupacional. La conflictividad social se relaciona con la exclusión, diferenciando a los que están dentro y los que están afuera.
La nueva conflictividad se puede analizar en tres subsistemas. En el político, la consolidación de la democracia se produce junto al desprestigio institucional, corrupción, desafección de los electorados, e impotencia de la clase política para modificar el mercado. En el económico, la globalización genera un impacto en la integración social con la concentración y trasnacionalización del ingreso, el desempleo, excluyendo socialmente a aquellos que no se adaptan al mercado. En el cultural, se promueve una cultura abierta y pluralista con el turismo y las tecnologías de comunicación, pero también fomenta un individualismo posmoderno, generando crisis de valores e identidad. Esto promueve las sociedades anómicas e inseguras.
Si bien en la etapa anterior la articulación Estado-sociedad había un predominio de lo estatal, ahora se configura como Estado-mercado-sociedad, con predominio del mercado. Hay una menor representación partidaria y gremial, y más ONGs, organizaciones voluntarias y movimientos asociados a la sociedad civil.
La globalización es un proceso ya que es una serie de nuevas realidades y tendencias promovidas por el cambio de las condiciones materiales de una nueva fase capitalista.
A su vez, es una ideología porque forma parte de una interpretación de la misma que busca asimilarse a modernización, e identificar sus requerimientos con las orientaciones y valores del “capitalismo salvaje”. La globalización es un discurso homogeneizante,visto como el único camino posible, y se la asocia a la modernización y a la orientación hacia el futuro. Se ha convertido en el objetivo principal de las empresas, el Estado y la sociedad en su conjunto.
Crisis de representación
-Crisis de legitimidad
-Cultura política escindida
-Actores antisistémicos
-Alta movilización y bajo nivel de institucionalización
-Contexto internacional desfavorable
-Marco institucional rígido
La crisis de representación consiste en la menor participación de los sindicatos y los partidos, y el aumento de la participación en encuadres organizacionales no tradicionales. Es una situación de pérdida de confiabilidad en los partidos, el Poder Ejecutivo, en el Parlamento y en el Poder Judicial, pero no en la democracia como sistema.
Las causas de la crisis de representación son:
-Los sucesivos incumplimientos programáticos:
La pérdida de valor de los mandatos electorales que genera desencanto con la política. Incumplimiento de sus promesas y liberalización económica. El Estado, los partidos, las élites públicas y empresarios operan declinando el papel de los sectores medios y populares en la política y de su marginalización y despolitización.
-El fenómeno de la corrupción:
Genera una visión negativa del conjunto de la clase política. Muchos acontecimientos que asocian a los políticos con la impunidad. Genera una demanda de mayor control, transparencia y seguridad por parte de los ciudadanos. Fomenta el pesimismo y el surgimiento de liderazgos no partidarios ni gremiales.
-La situación social declinante de varios sectores:
Punto central de la crisis. Conformación de nuevos pobres y ampliación general de la pobreza. Reconversión económica, concentración del ingreso y privación. Afecta a las clases medias y bajas, con exclusión y deterioro de las relaciones sociales.
-La mayor profesionalización y especialización técnica:
Producto de la modernización, de la creciente diferenciación social y funcional. Genera un mejoramiento de la gestión, pero la política comienza a operar como carrera competitiva.
-La crisis de los grandes relatos:
La escasa credibilidad de las utopías de la modernidad y el quiebre del imaginario revolucionario.
-La influencia de los medios de comunicación:
Los medios de comunicación toman el lugar de mediadores entre Estado y sociedad. Los medios desplazan a otras instituciones en la elaboración política. Los medios hacen la política más plural y tolerante, y otorgan más transparencia en la política. Por otro lado, la concentración de los multimedia y su articulación con intereses económicos pueden generar un posicionamiento en la opinión pública defendiendo sus propios intereses, y no los de la sociedad. Oligopolizan la comunicación y aparecen como un nuevo factor de poder.
El nuevo formato representativo se basa en tres ejes:
-La democracia de lo público
-La emergencia de la sociedad civil y del tercer sector
-El surgimiento de una nueva ciudadanía
El desprestigio de la clase política favorece al establishment, y les facilita a los grupos económicos posicionarse desde una situación que les permite ejercer una presión continua hacia los decisores gubernamentales o hacia políticas de cualquier partido que pueda contradecir sus intereses.
El autor plantea la posibilidad de que el modelo político represente más a los ciudadanos, que reduzca o no los márgenes de discrecionalidad, impunidad e inequidad. La posibilidad se juega en cuatro niveles: el político institucional, el económico social, la institucionalidad del tercer sector y el liderazgo y los estilos de gestión.
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