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Resumen de Poliarquía |  Fundamentos de Ciencia Política (Profesor: Cecilia Galvan y Hernan Toppi - Cátedra: Galvan - 2015)  |  Cs. Sociales  |  UBA

Robert A. Dahl: LA POLIARQUÍA.

La teoría madisoniana y populista sugiere dos métodos para estructurar una teoría de la democracia. El método de maximización consiste en especificar una serie de objetivos que se deben maximizar. Así, la democracia puede definirse en función de los procesos gubernamentales específicos necesarios para maximizar todos o algunos de esos objetivos. La teoría madisoniana postula una república no tiránica, la teoría populista postula la soberanía popular y la igualdad política. Una segunda vía (método descriptivo) consiste en considerar como una sola clase de fenómenos a todos los Estados-nación y a las organizaciones sociales democráticos y, examinando los miembros de esta clase, descubrir: las características comunes que los distinguen y las condiciones necesarias y suficientes para que las organizaciones sociales posean esas características.

Pero no se trata de métodos excluyentes; y la democracia populista presenta un defecto básico que es que no explica nada del mundo real.

¿Qué significa maximizar la democracia? Considerando la democracia como un estado de cosas constituye un límite, y todas las acciones que se acerquen a este límite serán maximizadoras.

El modelo de democracia populista sugiere 3 características: 1) la alternativa elegida y aplicada como política gubernamental es la alternativa preferida por los individuos 2) en el proceso de elegir la que ha de imponerse como política del gobierno se asigna un valor igual a la preferencia de cada individuo 3) la regla de decisión: al elegir entre alternativas, se elegirá la preferencia por el mayor número.

Si elegimos una acción concreta, por ejemplo el resultado de la votación, como índice satisfactorio de las preferencias, entonces no existen pruebas operativas para comprobar la existencia de la igualdad política. La única prueba operativa de igualdad política es en qué medida se sigue la regla en una serie de casos. Por lo tanto, nuca podemos calificar una decisión concreta de demócrata, sino sólo una serie de decisiones.

Es de importancia crucial especificar en qué etapa concreta del proceso de decisión consideraremos efectuada la expresión de preferencia.

Existe así en la teoría democrática la posibilidad de un tipo de regresión finita a etapas diferentes en el proceso de decisión; pero mientras uno tenga claridad absoluta en cuanto a qué etapa está describiendo, se pueden evitar algunas de las ambigüedades más comunes.

Es preciso distinguir como mínimo dos etapas: la etapa de elección y la etapa interelectoral. La etapa electoral, se compone de un mínimo de tres períodos. El período de votación, el período previo a la votación y el período posterior a la votación.

Durante el período de votación tendríamos que comprobar en qué medida se dan, al menos, tres condiciones:

1. Cada miembro efectúa los actos que consideramos una expresión de preferencia entre las alternativas previstas.

2. Al tabular estas expresiones el peso asignado a la elección de cada individuo es idéntico.

3. La alternativa con mayor número de votos se proclama elección ganadora.

En cierto sentido, toda decisión humana puede considerarse una elección consciente o inconsciente de la alternativa preferida entre las que el agente percibe.

La esencia de toda política competitiva es, aproximadamente, el soborno del electorado por parte de los políticos. Así pues, puede enunciarse una cuarta condición limitadora que debe cumplirse en el período previo a la votación y que debe regir la inclusión de alternativas para el período de votación:

4. Cualquier miembro que perciba un conjunto de alternativas, y considere al menos una de ellas preferible a las demás, puede añadir su alternativa preferida, o sus alternativas, entre las seleccionadas para la votación.

También el monopolio de la información agrega una quinta condición:

5. Todos los individuos poseen idéntica información sobre las alternativas.

La quinta condición no es ninguna garantía de racionalidad cósmica. Permite decir, como máximo, que la elección no ha sido manipulada mediante el control de la información por parte de un individuo o un grupo determinado. Las condiciones cuarta y quinta no son tan fácilmente comprobables como las tres primeras.

Sería posible que un régimen permitiese que se diesen esas condiciones durante el período de la votación y luego se limitase a ignorar los resultados. En consecuencia, dos condiciones más para el período posterior a la votación:

6. Las alternativas con mayor número de votos desplazan a todas las alternativas con menos votos.

7. Las órdenes de los cargos electos se cumplen.

La maximización de la igualdad política y de la soberanía popular en esa etapa interelectoral exigiría:

8.I Que todas las decisiones interelectorales están subordinadas a las establecidas durante la etapa de elección o que sean aplicación de éstas, es decir, las elecciones controlan en cierto modo;

8.2 o que las nuevas decisiones del período interelectoral estén regidas por las siete condiciones precedentes, actuando en circunstancias institucionales bastante distintas;

8.3 o ambas cosas.

Ninguna organización humana ha cumplido jamás, ni es probable que cumpla, esas ochos condiciones.

En cuanto a la primera condición, en todas las organizaciones humanas hay claramente variaciones significativas en la participación en las decisiones políticas, relaciondas con variables como el grado de interés, capacidad, acceso, educación, etc.

En ninguna organización se da la cuarta condición. Quizás haya una aproximación en grupos muy pequeños. En los grupos grandes el control sobre la comunicación está tan desigualmente distribuido que algunos individuos disponen de una influencia considerablemente mayor que otros en la definición de las alternativas programadas para la votación. El número de individuos que ejercen un control significativo sobre las alternativas programadas, es, en la mayoría de las organizaciones, una pequeña fracción del total de sus miembros.

Son aplicables los mismos comentarios a la quinta condición. La séptima condición origina graves dificultades, pero lo más difícil es en qué medida se da esta condición.

Como las organizaciones humanas raras veces llegan al límite establecido por estas ocho condiciones, es preciso considerar cada una de ellas como el fin de un continuo o escala con el que podría medirse cualquier organización. Si pudieran medirse cada una de las ocho escalas, sería posible y quizá conveniente establecer clases arbitrarias, cuyo sector superior podría denominarse poliarquías.

Las organizaciones difieren marcadamente en la medida en que se acercan a los límites establecidos por las ocho condiciones. Las poliarquías incluyen una variedad de organizaciones democráticas. El número de poliarquías es, por lo tanto, grande.

Considerando que hay un gran número de casos a estudiar, debería ser posible resolver el problema de cuáles son las condiciones necesarias y suficientes para que existan poliarquías.

Vemos así que el primer método para elaborar una teoría de la democracia, el método de maximización, se funde en este punto con el método descriptivo.

Cada una de las ocho condiciones puede formularse como una norma. El nivel de poliarquía existente dependerá de la medida en que se consideren deseables las normas. Así podemos formular las siguientes hipótesis:

1. Cada una de las condiciones de la poliarquía aumenta a aumentar la amplitud del acuerdo sobre la norma correspondiente.

2. La poliarquía es una función del consenso sobre las ocho normas, si todas las demás condiciones permaneces invariables.

El consenso posee 3 dimensiones como mínimo: el número de individuos que concuerdan, la intensidad de su convicción y el grado en que su actividad manifiesta se ajusta a la convicción.

La magnitud de la coincidencia de criterios debe depender funcionalmente de la medida en que la familia, los centros de enseñanza, iglesias, clubes, la literatura, la prensa, etc. Utilizan los diversos procesos de socialización en favor de las normas. Igual, si fuese posible determinar en qué medida se utilizan esos procesos, podríamos formular:

3. La amplitud del acuerdo sobre cada una de las ochos normas aumenta con el grado de instrucción social en la norma.

4. El consenso es pues una función de la instrucción social total de todas las normas.

De las hipótesis precedentes se deduce también que:

5. La poliarquía es una función de la instrucción social total en todas las normas.

La cantidad de instrucción que se da en estas normas no es independiente del nivel de acuerdo que existe sobre las posibles elecciones entre alternativas políticas. Cuanto menos acuerdo haya sobre las elecciones políticas alternativas, más difícil será para cualquier organización instruir a sus miembros a las ocho normas; aunque la práctica de las regla pueda beneficiar a algunos miembros, impondrá limitaciones a otros. Si los resultados son graves para un número grande de individuos, quienes sufren por la aplicación de las reglas se opondrán a ellas y por lo tanto se resistirán a que se les instruya en ellas. Así:

6. La instrucción social en las ochos normas aumenta con el nivel del consenso o acuerdo sobre las elecciones posibles entre las alternativas políticas.

De la 5 y la 6 se deduce que:

7. Con el consenso sobre las alternativas políticas aumenta una, o más de una, de las condiciones de la poliarquía.

La hipótesis 6 indica que también es válido lo contrario de la hipótesis 4. Cuanto más desacuerdo haya respecto a las normas, más probable es que alguno de los medios de instrucción social instruyan a algunos individuos en normas opuestas.

8. El nivel de instrucción social en una de las ocho normas aumenta también con el grado de acuerdo existente sobre ella.

Para abordar, si existe, esta cuestión de la relación entre la diversidad y democracia, necesitamos diferenciar 2 categorías:

a. La categoría que va desde la coincidencia de pareceres sobre objetivos hasta la discrepancia. Debemos distinguir aquí entre coincidencia sobre objetivos políticos y sobre objetivos no políticos. Es político cualquier objetivo que los individuos pretendan propugnar o rechazar por medio de la acción del gobierno. Hay dos tipos de objetivos políticos: los plasmados en las ocho normas y los referidos a políticas públicas. La poliarquía exige una coincidencia de pareceres relativamente amplia sobre ambos tipos de objetivos políticos.

b. La categoría que va de la autonomía al control. Un grupo es autónomo en la medida en que su política no está controlada por individuos exteriores al grupo.

Madison sostiene un grado relativamente elevado de autonomía de grupo, unido a un grado relativamente alto de discrepancia sobre los objetivos políticos, que constituirá un freno importante a la capacidad de cualquier mayoría para controlar la política gubernamental. La discrepancia y la falta absoluta de autonomía minan la poliarquía.

Si los dos grupos son autónomos entre sí la decisión no es ya una decisión política en la que haya de utilizarse la maquinaria de la poliarquía. Se convierte en una cuestión no política.

Pasado cierto punto, cuanto más agudo es el desacuerdo sobre políticas dentro de una organización social y cuanto mayor es la proporción de individuos que se incluyen en el desacuerdo, mayor es el nivel de autonomía social que hace falta para que exista un cierto nivel de poliarquía.

Peor el nivel de acuerdo no puede considerarse absolutamente independiente de la cuantía de actividad política de una organización. El grado con que se cumplen algunas de las condiciones de la poliarquía dependerá también de la actividad política de sus miembros. Así:

9. La poliarquía es una función de la actividad política de los miembros.

La teoría populista era formal y axiomática, pero que le faltaba información sobre el mundo real. Decir que sólo es posible alcanzar la igualdad política y la soberanía popular perfectas, por definición de términos, con el principio de la mayoría, no es enunciar una proposición absolutamente inútil, pero tampoco es algo de gran utilidad.


 

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