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Los medios están continuamente presentes, son los transmisores de la mayoría de mensajes que se entrecruzan en el escenario de la política. Con ello, contribuyen a la identificación de las cuestiones políticas, a la elaboración de propuestas alternativas de regulación y al éxito o fracaso de su aceptación y aplicación.
Los medios, en la actualidad, ya no son simples instrumentos pasivos. Sumado a esto, la gran inversión requerida para poner en marcha un medio de comunicación de difusión general no esta ya al alcance de los partidos políticos ni de algunos patrocinadores individuales.
Lo que hacen los medios es vender información convertida en mercancía y publicidad comercial. Asi se explica la lucha feroz por extender la difusión y ampliar la audiencia.
Dejan de ser simples canales de transmisión y se convierten en actores del sistema político.
Defienden los intereses de los grupos empresariales de que dependen y elaboran estrategias particulares para hacerlo, ejerciendo su influencia sobre los demás actores.
Se pueden identificar tres posibles papeles que los medios han ido acumulando
1. Eco: transmiten el eco de los mensajes emitidos por otros actores politicos
2. Comparsa: los medios acompañan a otros actores, apoyan o critican.
3. Protagonista: se convierten en protagonistas cuando deciden desarrollar una estrategia propia en la escena política. Puede tener objetivos políticos o interés económicos.
No todos los medios asumen los tres papeles mencionados pero en los tres supuestos su influencia sobre el proceso político en las sociedades contemporáneas es de primera magnitud y no puede ser ignorado.
Existen los tipos de elementos que transmiten los medios, los primeros son los informativos que suministran datos de intereses para la opinión publica y por ultimo, los de opinión, trasladan apreciaciones o juicios que el medio formula sobre los hechos.
En el periodismo contemporáneo no siempre es sencillo distinguir la información de la opinión.
Los medios audiovisuales permiten transportar a domicilio y en tiempo real un acontecimiento. Su impacto reside en la apariencia objetiva de lo que se transmite, pero esta transmicion ha sido precedida de una selección y ha sido sometida a un tratamiento propio del medio. En este tratamiento predomina el impacto visual o sonoro.
Ello hace que la influencia de los medios audiovisuales se exprese doblemente. En primer lugar, los medios seleccionan el material que ofrecen y al mismo tiempo, la influencia menos explicita deriva de la manera mediante la cual nos aproximan a los fenómenos políticos.
Ello hace que las intervenciones de los demás actores políticos se sometan con frecuencia a las exigencias del medio.
Esta influencia explica que las opciones políticas estén obligadas a encarnarse en un rostro. Lo que importa es disponer de las declaraciones de un personaje replicando las reacciones y contrarreacciones de los personajes políticos.
Se refuerza hasta el limite la simplificación y el esquematismo de los mensajes.
Los medios acentúan los antagonismos entre personajes y alternativas en lugar de prestar atención a las zonas de coincidencia.
Todo ello hace que en la mente de unos ciudadanos se construya una determinada concepción de la política. Los medios contribuyen a convertir la política en un espectáculo, se aprovechan de ello para ridiculizar el efecto de su propia influencia mediante la difusión de secciones y programas humorísticos.
Entre poder político y medios de comunicación se ha dado siempre una relación intima y a la vez cargada de tensiones.
Todo poder político ha visto a los medios como instrumentos de control y de intervención en las relaciones sociales. Cualquier intento de golpe de estado prevé la toma inmediata de las emisoras de radio y televisión. En el desarrollo de la relación entre poder y medios pueden señalarse etapas diferentes.
La prensa de masas y su surgimiento coincide con la construcción del estado liberal. En la primera etapa del estado liberal, la puesta en marcha de un periódico solia ser iniciativa de los particulares y de los partidos.
Cuando gobernaban los liberales se ampliaba la esfera de la libertad de expresión. Pero no era raro que el gobierno interntara influir sobre los medios mediante la presión, la compra o el soborno de directores o periodistas para que apoyen la política gubernamental.
La relación entre medios y grupos empezó entonces a tener importancia, en lo económico y en lo político.
Cuando se intuyeron las posibilidades políticas de los medios electrónicos de comunicación, los gobiernos organizaron sus propios centros emisores.
A partir del S20, el estado intervino directamente en este ámbito. El estado se reservo el derecho a conceder a los particulares la autorización para emitir por radio o por televisión y también creo emisoras publicas. Desde entonces es constante el debate político en torno al grado de independencia y neutralidad que los gobiernos de turno conceden a los medios de titularidad publica. Las situaciones difieren según los países.
En las ultimas décadas del S20 se ha contemplado una intensa modificación del panorama debido a las posibilidades técnicas y económicas ofrecidas por las nuevas tecnologías.
En gran parte de los países democráticos, se ha dado la concentración de la propiedad de la prensa escrita. La publicidad se ha convertido en su principal ingreso. Los medios electrónicos, la propiedad privada se hace con ellos y los ceden a los grandes grupos económicos.
Este proceso significa la incapacidad del poder político para limitar la difusión de emisiones.
La irrupción de internet como un ciberespacio de contacto ilimitado ha significado una nueva transformación en las relaciones entre política y comunicación. Se ha producido en los últimos años un proceso de concentración en la propiedad de dichos medios.
Los grupos integran medios escritos y audiovisuales, también buscadores en la red, editoriales, productoras cinematográficas y musicales. Su peso económico y su influencia política superan la de los grandes diarios tradicionales y abren nuevos interrogantes sobre la capacidad de la sociedad para reclamar un uso responsable y transparente de su enorme poder.
En las monocracias, el poder político se propone poner a su servicio cualquier instrumento de comunicación. Para ello recurre al monopolio de los medios públicos y a la fiscalización directa de los privados. La función de los medios esta limitada a la propaganda y al adoctrinamiento ideologico de la población.
En las poliarquías o democracias, el poder político esta comprometido a respetar la libertad de prensa pero no se ha alejado de los medios de comunicación. El declive de los parlamentos ha ido convirtiendo a los medios en el escenario fundamental de la controversia política.
Donde predominan las grandes concentraciones de poder mediatico, el sentido de esta estrecha relación entre poder y medios se ha alterado. Son ahora los medios los que son capaces de poner a su servicio al poder político.
La mediocracia puede llegar a marcar la agenda del proceso político. Favorecen determinadas formas de abordar dichos asuntos y prescienden de otros. Pueden resaltar los aciertos de unos y los errores de otros.
A finales del S20, la situación se ha invertido y el temor actuales que sean los grupos que controlan los medios de comunicación los que manipulen a los poder políticos y los sometan a su dictado.
Este temor esta justificado en la irrupción de las nuevas tecnologías que impulsa a la combinación de medios. Todo ello privilegia a quienes tienen mayor capacidad de inversión y conduce a la concentración del control de los medios en unos pocos grupos.
Los contenidos disponibles y los medios para su difusión mundial quedan en pocas manos.
Algunos sostienen que ls nuevos medios conectados a la red global de comunicaciones favorecen un flojo constante de ifnromaciones en todas las direcciones.
Se han dado algunas situaciones en las que las nuevas tecnologías han permitido una cierta movilización de abajo para arriba incluso en sistemas autoritarios.
Constituiría una simplificación excesiva otorgar a los grandes grupos mediáticos un poder irresistible. Los medios de comunicación se enfrentan con otros actores políticos.
En esta tensión, la concetracion de medios ha modificacdo los equilibrios anteriores. Y ha obligado a las organización sociales, a las instituciones publicas y a los propios ciudadanos a buscar otros instrumentos de compensación.
En las democracias actuales sigue el problema de conciliar dos exigencias: pur una lado, las libertades de información y de expresión y los requisitos de veracidad y de responsabilidad por otro.
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