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Sistemas Políticos Comparados
Resumen de "Chile" | Sistemas Políticos
Comparados (Cátedra: Aznar Saguir - 2017) | Cs.
Sociales | UBA
Valenzuela: Texto sobre Chile
Valenzuela retoma el análisis de Lipset y Rokkan y lo aplica a Chile. Desde este
punto de partida buscará los orígenes y características del sistema de partidos
en Chile. Considera que los distintos clivajes han provocado un sistema político
con tres fuerzas bien marcadas y polarizadas . Estas fuerzas tiene cada una
entre 1/3 y un ¼ del electorado, incluyendo a una izquierda marxista y a una
derecha con fuerte organización y decisión electoral.
Los partidos chilenos son muy similares a los europeos, en el sentido de que son
nacionales y con un alto grado de impersonalidad. Valenzuela sostendrá que los
esfuerzos de la dictadura por cambiar el sistema de partidos han sido en vano
porque su existencia depende de clivajes que no se reducen a la división
socio-económica.
De esta manera, en Chile existen partidos similares a los partidos europeos de
masas. El centro político ha sido ocupado por distintos partidos cuyo ascenso y
descenso depende de la fuerza de los polos. Aún así, también los partidos del
centro son organizados y con programas propios.
El sistema de partidos chilenos debe su origen a tres escisiones generativas:
centro-periferia, religiosa (Estado contra Iglesia) y de clase (trabajador
contra empleador). Ahora bien, “lo determinante no sólo es la presencia de
divisiones societales particulares sino cómo y cuándo ellas se manifiestan
políticamente” (pág. 123).
A diferencia de otros países de nuestra región , en Chile la escisión entre
centro y periferia se resolvió con gran éxito. Esto llevó a que los que
desafiaran la autoridad lo hicieran por los votos en vez de las rebeliones. Así,
pronto la cuestión religiosa pasó a ser predominante. Mientras tanto, la
expansión del sufragio se dio de manera paulatina y el Congreso adquirió incluso
antes un papel importante. De esta manera, “la índole competitiva de un sistema
político centrado en el congreso permitió que se incorporaran al proceso
político partidos creados fuera del ámbito legislativo” (pág. 125). Fue así como
surgieron los partidos que representaban a la clase obrera además de los que ya
identificaban a los sectores empresarios .
Dicho esto, Valenzuela empieza un recorrido por la historia chilena desde 1932.
Este le permite dar cuenta de dos de las características básicas del sistema
chileno: un alto grado de competitividad y una marcada polarización. A esto,
Valenzuela agrega una tercera dimensión. Considera que sería un error considerar
que la base de los partidos más modernos esta exclusivamente en las clases
sociales. Existen, entre los apoyos de la izquierda y la derecha, sectores
cruzados. “La base heterogénea del respaldo se debió en parte a la fuerte
adhesión de los electores por razones personalistas y de clientela política”
(pág. 129). Pero esa base heterogénea también se explica por la permanencia de
la escisión religiosa entre el Estado y la iglesia. Estas dos escisiones básicas
se vieron reforzadas por la pertenencia a otros grupos de referencia. “No se
debe entender con esto que las consideraciones ideológicas carecieran de
importancia. Al contrario, eran sobresalientes y ayudaban a definir una visión
del mundo para militantes y simpatizantes. La ideología, sin embargo, reforzaba
importantes diferencias culturales, religiosas y de clase, y era a su vez
reforzada por ellas” (pág. 130).
Ahora bien, no basta con la ideología y la base de apoyo para dar cuenta de un
sistema político. Hace falta hacer referencia de las instituciones y las
prácticas. “La estructuración de compromisos y cooperación con el fin de
alcanzar objetivos políticos conjuntos y responder a las peticiones de los
electores, organizados o no. Este modelo de concesiones políticas mutuas se
puede atribuir a tres factores que se refuerzas recíprocamente: los imperativos
de la política electoral, la existencia de un centro pragmático y la viabilidad
de las tribunas institucionales representativas para la toma de decisiones”
(pág. 133). Valenzuela destaca, entonces, la estructuración de grande
coaliciones y la existencia de partidos de centro flexibles, que permitían que
ocurrieran acuerdos.
Hecha esta caracterización, Valenzuela pasa a relatar los acontecimientos y las
reformas que llevaron al colapso del sistema de partidos chileno. Destaca las
reformas electorales y el crecimiento de los extremos frente a las incapacidades
de un centro hacia fines de los años 60’. Las reformas aumentaron
considerablemente el poder del presidente y la DC fue incapaz de consolidarse o
realizar alianzas. “El quiebre del chileno fue, pues, un proceso dialéctico
complejo, en el cual los patrones de acomodamiento que habían resistido la
prueba del tiempo se vieron erosionados por el surgimiento de un centro mal
dispuesto a cerrar la brecha entre los extremos y la declinación de las
instancias institucionales de acomodamiento en aras de la eficiencia técnica”
(pág. 138).
Luego, da tres factores que explican la incapacidad de la dictadura por cambiar
el sistema de partidos. Primero, la base de los partidos de izquierda no era
causa exclusiva de la pobreza y la frustración. Segundo, los partidos no
desaparecieron por la presencia importante que tienen entre las instituciones de
la sociedad civil. Tercero, las identificaciones con los partidos estaban
fuertemente arraigadas en la sociedad chilena.
Al final, Valenzuela propone establecer un sistema parlamentario. El
presidencialismo fracaso porque los presidentes tenían un apoyo minoritario.
Esto no se resuelve agregándoles poder ya que existió una correlación inversa
entre los poderes del presidente y su éxito. Un sistema parlamentario evitaría
estructurar coaliciones alrededor de candidatos. De no existir un
parlamentarismo, recomienda un sistema semipresidencialista con doble vuelta que
permite coaliciones electorales diferentes a las de gobierno. Así, hay más
incentivos para disciplinar la coalición y se elimina la confrontación entre el
ejecutivo y el legislativo.