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Sartori: El método comparado y la política comparada
Sartori parte de considerar que existe cierto nivel de generalización en
cualquier ámbito de la ciencia política, pero el problema de la validez de esas
generalizaciones se presenta a quienes las realizan a sabiendas. “Será también
verdad que no se puede estudiar la política son comparar, pero la política
comparada se presenta como tal, sólo cuando las comparaciones se vuelve, de
implícitas y casuales que eran, explícitas y sistemáticas” (pág. 29). Su texto
se centrará en las cuestiones porqué, qué y cómo comparar.
La respuesta a la primera pregunta es bastante sencilla. “La comparación es un
método de control de nuestras generalizaciones, previsiones o leyes del tipo
“si… entonces…”” (pág. 29-30). Ahora bien, no es el único método. Además del
método comparado , existen, en orden de fuerza de control decreciente el método
experimental, el estadístico, el comparado y el histórico.
De los primeros dos, Sartori no indica mayores innovaciones propias. Considera
que la comparación es el método al que se recurre la mayoría de las veces. Ahora
bien , el método comparado posee problemas y reglas de control diferentes de las
del método estadístico y no deben ser confundidos.
Con respecto al método histórico, Sartori no lo descarta ya que la historia es
una suerte de gran reservorio de experiencias. Sin embargo, el politólogo debe
realizar controles históricos para la ciencia política, no historia. ¿Cuáles son
las diferencias entre el método histórico y el comparado? Primero, la política
comparada estudia fenómenos en tiempo igual, es decir bajo condiciones ceteris
paribus. La historia se encarga de la dimensión diacrónica. “Si el método
comparado se despliega horizontalmente, el histórico asume en cambio,
típicamente, una dimensión longitudinal” (pág. 31). Segundo, la dificultad para
encontrar datos es mayor en el método histórico .
Pasemos a qué es comparar. Sartori empieza rechazando que comparar equivalga a
asimilar. Dice que en ningún texto sagrado se niegue la posibilidad de estudiar
las diferencias. Después de indicar que las características semejantes se
estudian como constantes y las otras que se quieren estudiar como variables,
dice que “cuando afirmamos que ciertas cosas o características se pueden
comprar, lo que damos por sobreentendido es que pertenecen al mismo género,
especie o subespecie; en suma que pertenecen a una misma “clase”” (pág. 33). La
posibilidad o imposibilidad de comparar depende de la homogeneidad o
heterogeneidad de los objetos a tener en cuenta.
Sartori luego se refiere a los esfuerzos por establecer una teoría nueva para la
política comparada (principalmente se refiere a Almond). Este tema le sirve para
enunciar la
necesidad de que exista una reconceptualización en el ámbito de la política
comparada. El problema de fondo de la política comparada sería, entonces,
renovar el aparato conceptual.
Lo que se necesita es encontrar conceptos capaces de viajar, es decir, que no
están viciados de etnocentrismo. “No se niega que una política comparada global
deba llegar a categorías y conceptos universales, válidos para todo lugar y
tiempo. Pero éstos tendrán que ser universales empíricos, es decir, que no se
sustraigan a la comprobación empírica” (pág. 36).
¿Cómo solucionar esto? Una solución parecería ser establecer diferencias de
grado y entonces colocar a los casos en esa medición. Sartori dice que esta
propuesta es seductora pero que tiene problemas. En primer lugar, una escala
nominal es solamente una clasificación cualitativa y por lo tanto no es una
escala que mida algo. Para Sartori existe una confusión entre medición,
tratamiento estadístico y formalización matemática.
Finalmente, concluye que “lo que se escapa a la matematización propuesta es el
problema de la formación de los conceptos” (pág. 39). Esta se encuentra nantes
de la medición y la condiciona, por lo que no tiene sentido establecer
mediciones y luego esperar a que se definan los conceptos.
“Una clasificación no es una mera enumeración, una simple lista de términos (…)
Se necesita un criterio, precisamente, un criterio de clasificación. En segundo
lugar, una clasificación o una taxonomía son tales a condición de que estén
compuestas por las clases totalmente exhaustivas y particularmente exclusivas”
(pág. 40). Al mismo tiempo, las ciencias sociales no se centran en observaciones
de laboratorios sino en observaciones de hechos. ¿Qué hace falta entontes?
Conceptos que sean buenos recolectores de hechos. ¿Cuándo pasa esto? “Cuanto
menor es el poder discriminar de una categoría, tanto peor se recoge la
información; vale decir, tanto mayor es la desinformación. Viceversa, cuanto
mayor es el poder discriminador de un recolector conceptual, tanto menor será la
información obtenida” (pág. 41).
Otro de los problemas que tiene la ciencia política es el del estiramiento
conceptual . El problema sigue siendo la formación de conceptos y para
solucionarlo Sartori propone su escala de abstracción.
La escala de abstracción implica la existencia de diferentes niveles de
análisis. Pero esto no quiere decir que existe una suerte de ascensión a partir
de términos observables. “Lo que equivale a decir que no se extrae, no se
“abstrae” una serie de universales de las cosas observables” (pág. 45). Los
términos de observación –que integran la escala de abstracción más que las
formulaciones teóricas- son tales porque se refieren a observables, aún cuando
estén en cualquier nivel de la escala.
Los problemas que se deben tener en cuenta a la hora de usar una escala de
abstracción son dos: 1) en qué nivel de abstracción están los conceptos
empírico-observativos y 2) cuales son las reglas de transformación relativas.
Para entender esto es necesario comprender bien qué es la extensión (o
denotación) y la intensión (o connotación). “La extensión de una palabra es la
clase de cosas a las que se aplica; la intensión de una palabra es el conjunto
de las propiedades que establecen a qué
cosas es aplicable una palabra” (pág. 45). Por lo tanto, denotación hace
referencia a la totalidad de los objetos y connotación a la totalidad de las
características.
¿Cuál es, entonces, la regla de la escala de abstracción? “Para aumentar la
extensión de un término se debe reducir su connotación” (pág. 45). Así se
obtiene cada vez un concepto más general e inclusivo, y al mismo tiempo,
impreciso. Esto permite reformular el estiramiento conceptual como el intento de
aumentar la extensión de los conceptos sin disminuir su intensión. “Volvemos más
abstracto y general a un concepto, reduciendo sus propiedades y atributos.
Viceversa, un concepto se hace más específico si agregamos o desplegamos
calificaciones, es decir, si aumentamos sus propiedades o atributos” (pág. 46).
Para ser esquemático, Sartori distingue entre nivel alto, medio y bajo de
abstracciones. En el alto se encuentran los universales aplicables a todo lugar
y tiempo. En el medio, se encuentran las categorías generales, la intensión y la
extensión esta balanceada. En el bajo, las categorías que se desarrollan en
concepciones configurativas y en definiciones contextuales .
Sartori aclara más tarde que las diferencias y los problemas entre niveles no
son de grado sino de especie, todo depende de identificar el nivel de
abstracción.
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