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Sociología Política | Resumen para el 2do Parcial | Cat: Kvaternik | 2do Cuat. de 2006 | Altillo.com |
O' DONNELL
Aplica la teoría de los juegos para explicar el período 1955-66: se postula la existencia de cierto número de actores movidos por ciertos fines y luego se trata de determinar cómo actúan esos actores en una situación que les presenta varias alternativas, siempre bajo la premisa que ellos persiguen racionalmente sus fines.
El problema a ser estudiado supone “jugadores” (partidos políticos) compitiendo para formar coaliciones ganadoras y para obtener el máximo de votos, con el propósito de ganar un “premio” (elecciones) bajo ciertas a las que deben ajustar su comportamiento.
Entre 1945 y 1951 se conformó una sociedad argentina dividida en do sectores: peronistas y antiperonistas, siendo éste un clivaje bimodal que marcó el desarrollo de la sociedad entre 1955 y 1966. No hay eje Izquierda – Derecha: los modos plantean intensidad en el clivaje antes que por distancia.
í Aceptabilidad → estar autorizado por las reglas para presentarse a elecciones importantes y para ocupar posiciones de gobierno
í Fuerza electoral → proporción estimada del voto que se obtendrá en la elección
Peronismo 35 - 40%
UCRP 20 - 25%
UCRI 15 - 20%
Partidos menores 3 - 8%
Un participante “ganador” es uno que no ha formado coalición y que ha obtenido una cantidad de votos que excede a la de cualquier otro partido o coalición.
Una “coalición ganadora” es un acuerdo entre dos o más participantes (celebrado antes de la elección) que obtiene la primera pluralidad de votos.
Una “coalición probablemente ganadora” es una acuerdo entre participantes (celebrado antes de la elección) que tiene una alta probabilidad de ganar la elección.
1) Los participantes compiten para ocupar “cargos importantes” (presidencia, gobernaciones de provincias más pobladas) mediante el triunfo en “elecciones importantes” (aquellas en las cuales se decide la ocupación de estos cargos).
2) Algunos participantes pueden recibir promesas de “pagos laterales”.
Los pagos laterales son la promesa hecha por el participante ganador de la candidatura presidencial a los demás participantes que han entrado en coalición con él. Pueden ser:
tangibles: gobernación de provincias grandes.
intangibles: promesas a cumplir cuando este se encuentre en la presidencia de la nación.
LAS REGLAS
1) Se prohíbe ganar las elecciones a los peronistas.
2) Si los peronistas llegan a ganar las elecciones se les prohíbe ocupar sus cargos.
3) El partido gobernante debe tomar todas las medidas para que el peronismo no pueda ganar las próximas elecciones.
4) Cualquier partido menor será considerado una fachada del peronismo si forma coalición con éste.
El referee del juego son los militares.
5) El partido que se encuentre en la presidencia debe ejecutar políticas socioeconómicas que denieguen las demandas y preferencias del mercado peronista (si no lo hace será derrocado).
6) Se permite a los peronistas votar en blanco o por participantes que son aceptables.
7) Se prohíbe a los participantes cambiar las reglas (si no serán derrocados).
8) El participante derrocado pierde el capital de aceptabilidad y no puede participar en las próximas elecciones.
9) La información de los participantes es imperfecta en la primera vuelta del juego: desconocen hasta dónde el referee está dispuesto a hacer cumplir las reglas. La información es perfecta de allí en adelante: hay que cumplir las reglas.
10) Las negociaciones tendientes a formar coaliciones entre participantes pueden ser secretas pero una vez que se han formado son de conocimiento general.
AXIOMAS SOBRE RACIONALIDAD
Los votantes son racionales cuando:
1) Ante la posibilidad de votar por diferentes partidos lo hacen por aquel que más prefieren.
2) Dados sólo los partidos que les disgustan y otro respecto de los cuales son indiferentes, terminan votando por estos últimos.
3) Limitada su posibilidad de votar a partidos que les disgusten profundamente se abstienen de votar o votan en blanco.
Los partidos son racionales cuando:
4) Tratan de maximizar sus votos y sus probabilidades de ganar elecciones futuras.
5) Ejerciendo el gobierno tratan de llevar a cabo políticas públicas que satisfacen a una proporción suficientemente grande del electorado como para ganar las próximas elecciones.
6) Ocupando el gobierno tratan de permanecer por todo el período por el cual han sido electos y consiguientemente procuran evitar ser derrocados.
“Jugando el juego”
En este juego no puede haber ganadores.
En el modelo presentado la existencia de un “modo prohibido” (es decir, el participante individualmente más numeroso al que se ha prohibido ganar) genera una fuerte probabilidad de ganar para cualquier participante que pueda lograr el apoyo del primero (satisfaciendo el axioma 4). Para el modo prohibido, los peronistas, el único pago lateral que les interesa es la promesa del “socio” que, cuando gane el gran premio, tomará decisiones que los satisfagan y que cambiará las reglas que prohíben ganar a los peronistas.
Pero las reglas tienen vigencia y los pagos laterales del “socio” no pueden ser cumplidos. De otro modo, se estarían violando los axiomas 5 y 7. Esto es un dilema para el socio: cumplir las promesas implica ser desposeído del premio ganado por medio de un golpe militar y contradice el axioma 6; no cumplirlas crea en los peronistas una intensa hostilidad (“traición”), siendo sumamente difícil que vuelvan a “prestar” su caudal de votos en la próxima elección (no cumplir los pagos laterales prometidos viola los axiomas 4 y 5).
Por lo tanto, el axioma 6 prevalece sobre los axiomas 4 y 5.
Este es el meollo del modelo: si un partido desea maximizar sus votos y con ello sus probabilidades de ganar elecciones, debe formar una coalición con los peronistas. La forma de lograrlo es prometer a éstos pagos laterales intangibles a entregar una vez que haya ganado la presidencia. Pero el cumplimiento de las promesas implica ser desposeído del premio mayor. Por lo tanto, las promesas son violadas y los pagos laterales no se entregan.
El juego es imposible porque no se pueden compatibilizar los axiomas 5 y 6, ya que se quiebra la racionalidad de los actores.
1º momento = Momento Inicial (juego aún no comenzado)
UCRP. La mejor estratégica es quedarse en el modo antiperonista, ya que así gana la presidencia y negocia con la UCRI los premios menores.
UCRI. Se mueve al modo peronista prometiendo secretamente políticas públicas.
2º Momento (juego comenzado, negociaciones entre los participantes)
La UCRI busca votos en el modo prohibido. “Quedarse en su modo” le represente pocas esperanzas de obtener el premio mayor.
3º Momento (negociaciones terminadas, coalición anunciada)
La UCRI logra convencer a los peronistas de realizar una coalición probablemente ganadora. Por su parte, la UCRP tiene como estrategia formar una gran coalición del modo antiperonista por medio de la absorción de votos a través un discurso polarizador. O bien, convencer al referee que el acuerdo logrado por la UCRI viola las reglas.
4º Momento (elección)
Gana la UCRI. Se ve en la disyuntiva mencionada.
5º Momento (período posterior a la elección)
La UCRI no cumple sus pagos, ya que privilegia el no ser derrocada. Tiene pocas chances de ganar las próximas elecciones al perder el caudal de votos peronistas.
Se genera una intensa hostilidad entre la UCRI y la UCRP: unos tienen el control de los recursos gubernamentales, pero los otros poseen mayor confiabilidad y respaldo de los votantes. Este esquema profundiza la polarización e indivisibilidad de los beneficios.
Desde el momento que esto impide una gran coalición del modo antiperonista, los peronistas tendrían una alta probabilidad de ganar por sí solos o formar fácilmente una coalición probablemente ganadora con otro partido. Pero de acuerdo con las reglas, ellos no pueden ganar por sí mismos (es decir, no pueden llegar a ocupar las posiciones gubernamentales importantes) y ningún partido puede cumplir promesas de adoptar desde el gobierno las únicas decisiones (políticas públicas, cambio de reglas) que pueden interesarles.
Cómo y qué condiciones habrían hecho posible el juego (axiomas de la racionalidad colectiva)
En O' Donnell el concepto de “racionalidad colectiva” se asimila al “reequilibramiento” en Linz. Todos los partidos políticos tienen como valor principal mantener el sistema. Se alcanza cuando ningún partido se mueve al modo prohibido y todos pueden predecir que nadie se va a mover hacia allí. Claramente (y tal como dije más arriba) esto es imposible.
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En Sudamérica, la alta modernización tiende a resultar en un pretorianismo de
masas, que introduce graves distorsiones en el funcionamiento de instituciones
formalmente democráticas. Además, la activación política del sector popular y la
rigidez de los sectores más establecidos se refuerzan una a otra, contribuyendo
a crear enormes dificultades para resolver la constelación de problemas de la
alta modernización.
“Crisis sin salvataje”
Se analizan los acontecimientos que se inician con la caída del gobierno de Frondizi en marzo de 1962 y que culminan con la elección como primer magistrado de Illia en julio de 1963: se trata de la gestión presidencial de Guido. Ese año y medio constituye un buen resumen de la configuración política argentina luego de 1955: la exclusión política del peronismo, el derrocamiento de un gobierno por la victoria peronista, la debilidad de gobiernos y coaliciones incapaces de gobernar con el apoyo del peronismo y simultáneamente incapaces de prescindir de éste.
Estos fenómenos se ajustan (con las variaciones propias de tiempo y espacio) al modelo “moderador” de la intervención militar de Stepan. El autor entiende la intervención de los militares no como un síntoma de descomposición del juego político sino como un método de recomposición del régimen.
Las notas del modelo “moderador” son:
Kvaternick señala que el modelo moderador evidencia un compromiso entre un derrumbe que se evita y una reequilibración que no se alcanza.
Siguiendo a Linz
Las condiciones mínimas para el
desarrollo de un salvataje son: consenso mínimo sobre la preservación del
régimen; que la amenaza sea percibida por todos los actores y no sólo por
algunos.
Crisis y DerrumbeWeimar. La acción combinada de la oposición desleal y la abdicación de los moderados conduce al derrumbe. |
Crisis sin derrumbe
Italia de los ‛70. La alternativa encontrada es sobrevivir sin gobernar. |
Crisis y SalvatajePasaje de la IV a V República Francesa. Refundación institucional con disminución de poder para políticos y emergencia de un liderazgo carismático. |
Crisis sin salvatajeArgentina ‛55-66. Crisis en la que se orilló el derrumbe y se intentó sin éxito una operación de salvataje, con varios intentos fallidos. |
Se entiende por andarivel del salvataje la fórmula institucional dentro de la cual podría haberse logrado una solución política, que impidiendo el acceso del peronismo a la presidencia y a las gobernaciones lo incorporase políticamente a través del parlamento.
Para este período existieron intentos fallidos de salvataje:
De la caída de Frondizi a la elección de Illia, en términos de Linz
á Oposición desleal: Peronismo (con atenuante, por ser una fuerza mayoritaria electoralmente y representar a un actor fundamental en las democracias modernas como los sindicatos) y UCRI “Frigerismo” por llevar adelante las negociaciones del pacto con Perón.
á Partidos Moderados: UCRP y el resto de los partidos = aquellas fuerzas políticas que no entraron en pactos con el peronismo. En este sentido, la UCRI se considerada “partido aceptable” [las gestiones las hizo Frigerio].
á Problema insoluble: La incorporación o marginación del peronismo.
á Facciones militares: legalistas, aceptan una incorporación limitada del peronismo (Ejército: Onganía, Rauch, Caro, Lanusse); golpistas, descreen de la posibilidad del régimen democrático con presencia del peronismo (Marina de Guerra: Rojas, Toranzo Montero, Labayru, Elizondo).
á Poderes de reserva: (además de las FFAA) Colegio de Abogados, Diario La Prensa.
Obturados los canales institucionales de resolución de conflictos, el protagonismo de la historia cede lugar a otras instancias = “poderes neutrales”. El rol de las FFAA, del Colegio de Abogados y el Diario La Prensa es decisivo en el derrocamiento del gobierno constitucional. Entendían el origen de la crisis en el pacto de 1958, con lo cual la única resolución posible era el desplazamiento de quienes lo habían signado.
El diagnóstico de la situación configura un orden político restrictivo, donde las FFAA oficiarían de guardianes, los partidos de clase media se reservarían el dominio de la política electoral + proscripción completa del movimiento popular.
Sin embargo, la crisis militar y la negativa de los partidos frustraron el proyecto. Así, en esta “crisis sin salvataje” es posible identificar el fracaso de los distintos proyectos sociales y políticos que se intentaron luego de 1955:
» el proyecto gaullista del general Aramburu y su “dictadura constitucional”. Fracasa por la negativa de la Marina y los partidos políticos
» el “frentismo” del Dr. Martinez, a través de la figura del Gral. Onganía se busca quebrar el modo peronismo – antiperonismo, articulando intereses sociales corporativamente. Fracaso por la renuncia del sector legalista.
» proyecto del legalismo militar: formación de una gran coalición que posibilitase la incorporación del peronismo sin Perón. El golpe de la Marina del 02 de abril quitó confianza al sector azul.
Entonces, el “breakdown” no se consuma, el salvataje no se alcanza.
Los objetivos políticos de los jefes legalistas en 1962 eran la formación de una coalición moderadora antiperonista capaz de incorporar al peronismo dentro de los límites de las relaciones establecidas en 1955. La fórmula política azul consistía en una redición de la unión democrática en el ámbito del colegio electoral presidencial y una solución frentista en el parlamento.
El propósito del trabajo es entender: a) los motivos por los cuales la coalición “legalista” de 1962-1963 se transforma en golpista; b) verificar si el golpe de Estado era un desvío de los objetivos de 1963 o, por el contrario, se trató de un intento de alcanzar los mismos objetivos pero por vías diferentes.
Las coaliciones cívico-militares combinan en diversas medidas la coerción y la legitimidad.
í Coalición dominante: es la base social del régimen, compuesta por un amplio conjunto de grupos sociales políticamente activos que sostiene al régimen en su fase de instauración y en los períodos subsiguientes. Una coalición es dominante sobre todo en el momento de instauración del régimen.
í Colación moderadora: no llegan nunca a ser coaliciones dominantes, ya que se mantienen en el poder por un lapso breve y con el único propósito de conjurar las causas inmediatas que generan una crisis institucional. Su objetivo es recomponer el proceso político y controlar la sucesión consagrando electoralmente a su delfín.
Las coaliciones que derrocan a Yrigoyen, Perón y Frondizi respectivamente, son ejemplo de estas coaliciones que permanecen en el poder a los efectos de “recomponer el proceso político” y se retiran una vez consignado este a los gobernantes electos.
Sin embargo, más allá de la retórica, los deseos sucesorios de estas coaliciones se manifiestan: ¿forma de democracia limitada con exclusión o incorporación limitada de la primera pluralidad electoral?
Luego del derrocamiento de Perón en 1955, se conforma una coalición con los sectores más duros del antiperonismo: la Marina de Guerra, la UCR, conservadores, socialistas democráticos + sectores sociales como el Círculo de Armas, el Jockey Club, la UIA y la Sociedad Rural. Esta coalición intentaría consolidarse a través de la elección de Balbín. Al dividirse la UCR y realizar Frondizi su pacto con el peronismo, la coalición se resquebraja y pierda la posibilidad de convertirse en coalición dominante.
La otra colación se forma con los grupos inclinados a una inclusión parlamentaria limitada del peronismo (luego de los sucesos de 1962-63); entre ellos: Onganía, el desarrollismo, la UCRI, el nacionalismo católico, el sindicalismo peronista y grupos socialcristianos menores. Al declinar Onganía su postulación como candidato del Frente Nacional y Popular, e incapaces de llegar a un acuerdo sobre un reemplazante, tampoco esta coalición logra imponerse y dominar.
Entonces, la hipótesis propuesta es la siguiente: el concepto de péndulo es consecuencia de la debilidad o impotencia de estas coaliciones para consagrar su delfín; esto desemboca en una tendencia recurrente al golpe de Estado por parte de la coalición que no logra imponerse. El péndulo cívico militar es la consecuencia de la naturaleza no dominante de estas coaliciones, incapaces de traducir su hegemonía militar en fuerza electoral.
Para el análisis, el autor se sirve de los conceptos de Lepsius de “toma y entrega del poder”:
a) No hay golpe de Estado, sino más bien un proceso de toma y entrega del poder.
b) El proceso se prepara y regula su desarrollo en una amplia trama de acuerdos, contratos y coaliciones entre élites. En estas condiciones, las coaliciones de intereses que inician y acompañan la transferencia de poder son de importancia fundamental.
Por otro lado, la radicalización de los criterios de eficacia y legitimidad es condición sine qua non para resolver la crisis.
c) Autoexclusión de las élites del antiguo régimen.
El golpe de 1962 es comisarial: no exhibe un cuestionamiento al régimen en su conjunto, sino que se imputa la responsabilidad a Frondizi. En cambio, el golpe de 1966 sí es un cuestionamiento a la legitimidad y eficacia del régimen; es un cuestionamiento a toda la clase política. Así, se tiende a reemplazar a esta última en su conjunto, reputada como responsable de la crisis.
A su vez, difieren los protagonistas que dan el golpe. Los pactos y alianzas en 1962 se dan entre actores políticos (UCRP, conservadores), militares y grupos notables (Colegio de Abogados, La Prensa); por el contrario, en 1966 es más importante la participación de corporaciones (sindicatos, empresarios) y Ejército, orientados a excluir a la clase política. Esta coalición tiene como estrategia radicalizar el criterio de legitimidad (al cuestionar el 23 % de Illia) y de eficiencia (al tildarlo de lento e ineficaz en la administración).
En ninguno de los dos casos hay autoexclusión de algún grupo.
Luego de la elección de Illia, el sindicalismo peronista emergería como actor político con objetivos propios. El surgimiento de un liderazgo sindical ajeno a las influencias de Perón, acompañado por las estructuras del neoperonismo provincial, daba cauce a un (intento de) “peronismo sin Perón”. En esta línea, la consolidación del vandorismo es clave: alentaba las esperanzas de una solución de la “cuestión peronista” en los términos de las élites y factores de poder proclives a cooptar/integrar al peronismo.
Sin embargo, el protagonismo político del sindicalismo frente a un sistema de partidos fragmentado creaba temores similares a los que en el pasado generase el pacto con Perón.
Hacia mediados de la década del sesenta, el sistema de partidos está configurado como lo que Sartori denomina un sistema de pluralismo polarizado. Sus rasgos principales son: existencia de una fuerza antisistema (peronismo); existencia de oposiciones bilaterales [a ambos lados del espectro político]; distribución multipolar, donde el clivaje y espacio de competición es ideológico. La distancia ideológica es corta pero intensa. No es la ideología la que genera la polarización, sino la intensidad del clivaje peronismo – antiperonismo; fragmentación del centro: predominan las pautas centrífugas.
Entonces, la coalición nucleada en torno a Onganía en 1963 buscaría su revancha en 1966. El cambio de régimen, siguiendo a Lepsius, tendría lugar mediante pactos y acuerdos entre corporaciones, élites estatales y grupos de interés dispuestos a ofrecer una fórmula política más duradera que la del régimen instaurado entre 1955-58.
La caída de Illia se convierte en un
golpe de Estado legítimo fruto de la estrategia de deslegitimación en el
plano político-social. A su vez, la falta de voluntad del gobierno en defenderse
le enajenaría el apoyo de sus posibles aliados.
El autor se preocupa por conocer las causas que impidieron a Argentina su conversión y consolidación como democracia industrial.
Waisman ubica al caso argentino como un desvío de los llamados países “nuevos” o “de asentamiento creciente” (Australia, Nueva Zelanda, EEUU, Canadá), donde la evolución se desarrolla en las líneas del capital dinámico y la democracia liberal.
Entre 1880 y 1930 el país presenta estabilidad institucional y crecimiento económico, pero con el advenimiento de la crisis de 1930 (y hasta 1980) desarrolló estancamientos y quiebres institucionales recurrentes.
PERÍODO POSITIVO (1880-1930)
Caracterizado por un rápido crecimiento económico y por una democracia liberal estable y en expansión. Pluralismo, tolerancia a la oposición pacífica + participación política restringida.
PUNTO DE INFLEXIÓN (1930)
Transformación radical del sistema mundial. En Argentina, CRISIS POLÍTICA: interviene un régimen militar, interrumpiendo setenta años de continuidad constitucional.
PERÍODO NEGATIVO (1930-1980)
Debacle económica y transformación política total. Oscilación entre regímenes autoritarios excluyentes y gobiernos populistas corporativistas altamente inestables [péndulo cívico-militar].
Ahora bien, el empobrecimiento en Argentina recién empezó a evidenciarse a mediados de la década del ‛50, con lo cuál Waisman va centrar su búsqueda de respuesta del por qué del estancamiento argentino en el surgimiento del fascismo argentino: va a analizar el régimen peronista, en el cual encontrará las causas de la debacle.
Fascismo (Peronismo): sistema con alta movilización, con un partido de masas en el poder, nacionalista y reaccionario, anticomunista y antiburgués y sobre todo con un alto grado de legitimidad.
Waisman va encontrar la causa del estancamiento en las políticas llevadas a cabo por Perón y sus aliados para evitar el peligro de la revolución comunista.
Se examinan tres cuestiones claves:
1) PERÓN: ESTRATEGIA ANTICOMUNISTA – CORPORATIVISMO E INDUSTRIALIZACIÓN AUTÁRTICA.
Apoyo: élite política, FFAA, Iglesia, mitad del Partido Conservador + clase trabajadora.
Oposición: élite económica (SRA, UIA, mitad del Partido Conservador) + izquierda, UCR y EEUU.
Perón afirmaba que un sector manufacturero desarrollado sobre la base de una protección general ayudaría a prevenir la revolución.
Tenía un discurso para cada audiencia. Así, a los trabajadores industriales los tranquilizaba asegurándoles que su objetivo sería una distribución de la renta más justa; a los capitalistas asegurándoles que él era el defensor de los intereses del capital.
Por lo tanto, el discurso de Perón, según la audiencia, resume dos características: JUSTICIA SOCIAL y ANTICOMUNISMO; era al mismo tiempo ANTICOMUNISTA Y ANTIBURGUÉS: quería un capitalismo más humano, reconciliado con la justicia social.
Corporativismo. Expansión estatal. Regulación Social.
A partir de los ´50 se comienzan a ver las consecuencias negativas de las políticas de Perón.
2) ¿Por qué la élite económica se oponía fuertemente a la industrialización? Sencillamente porque ésta debía ser financiada por la clase alta agraria (el proceso de industrialización cerrada requería de alta tarifas que recaería obviamente en esta clase). Además, la industrialización suponía la socialización de una porción del excedente previamente apropiado por las clases altas agrarias y porque también significaría una redistribución del poder político.
El apoyo de la élite política debe sentarse sobre la base de dos motivos fundamentales: el miedo al comunismo e intereses organizacionales.
Waisman postula que fue un error gravísimo de la élite política privilegiar sus intereses políticos-organizacionales, sacrificando el crecimiento económico.
3) INTEGRACIÓN SOCIAL Y EL EXCESIVO TEMOR AL COMUNISMO
Las estrategias de la élite hacia la clase trabajadora durante el proceso de industrialización poseen una dimensión cognoscitiva, que implica una evaluación por parte de estos grupos de la conducta probable de las clases obreras bajo distintos arreglos institucionales. A partir de allí, se desarrollan lineamientos de integración (PS como vehículo para la incorporación de la clase trabajadora) y de exclusión (únicamente limitadas a la represión de los anarquistas).
La idea era la inclusión y previsión del peligro comunista [enfrentar “el problema social”] por medio del reformismo (funcionamiento legal del PS, independencia de los sindicatos, respeto de los derechos básicos de expresión y organización).
La inclusión fue el aspecto dominante de la estrategia de la élite de la época. INCLUSIÓN = TOLERANCIA Y PARTICIPACIÓN. Sin embargo, en Argentina, sólo se permitió la primera: los obreros no estaban autorizados a participar políticamente.
Post Crisis del ‛30, el modelo liberal es sacudido. Las élites se ven influenciadas por el efecto de demostración de la guerra civil española y del fascismo italiano.
Estos dos efectos son interpretados de una manera muy específica que conlleva a un mismo resultado: la incorporación de la clase obrera al sistema político. Los grupos de privilegio veían el final caótico de la guerra civil española como la evolución lógica y necesaria de la democracia, mientras el régimen fascista aparecía como el remedio a dicha catástrofe. En esta perspectiva, sólo cabían dos opciones viables y eficientes: comunismo o fascismo. Obviamente, se optará por la segunda alternativa.
El atractivo del modelo fascista se basaba en que parecía ser la respuesta completa a la amenaza revolucionaria: por un lado, la estructura corporativa parecía proveer una solución equitativa a la cuestión social; por el otro, el Estado monista fuerte era el mejor instrumento para enfrentar el avance comunista. Además el fascismo no era una utopía: se deba en la realidad en un país como Italia con un pueblo y una cultura latino-católica-mediterráneos. Se veía como un éxito el régimen de Mussolini quien no sólo controlaba eficazmente la amenaza comunista, sino también intentaba sacar a Italia, una “nación proletaria”, del control de las metrópolis capitalistas.
Waisman critica estas interpretaciones: las élites descifraron mal. Ambos efectos eran fenómenos específicos, producidos por un proceso de sobredeterminación, más que etapas necesarias del desarrollo histórico. La democratización no necesariamente lleva al caos y la revolución y el corporativismo no es más eficiente que el liberalismo ni equivalente al comunismo.
La idea de que el fascismo podía ser transferido fácilmente era poco realista porque los sistemas políticos argentinos e italianos eran notablemente diferentes. La Argentina no tenía una clase obrera radicalizada que podía ser una amenaza; ni una base social de clase media asustada por el avance de la izquierda.
En un momento de gran incertidumbre en cuanto a la evolución del sistema internacional y del lugar de la Argentina en él, un sector de la élite entró en pánico a causa de la imagen distorsionada de la clase obrera y de su gran sensibilidad a los efectos de demostración de origen latino europeo.
Una adaptación local del fascismo como la que propuso Perón pareció la mejor respuesta a la amenaza revolucionaria en el periodo de posguerra. Esta respuesta fue el control de la sociedad por un Estado con partida doble que podía, por un lado, garantizar justicia a los obreros cumpliendo sus legitimas exigencias y por el otro, reprimir el comunismo.
Entonces, el proceso de estancamiento y polarización es iniciado por el peronismo mismo. Crea el problema y se ofrece para resolverlo.
Carlos Waisman
considera que los trabajadores argentinos son incluidos en el sistema político
como un actor no autónomo, controlado por el Estado. Es él quien posee el
monopolio de la representación. El autor recorre y profundiza la línea planteada
por Germani. A su juicio, el sistema político debe enfrentar en 1930 el reto de
integrar a sectores de migrantes recientes y la respuesta la proporciona el
movimiento peronista, merced de una combinación de sanciones positivas
(restricciones a las libertades públicas) y positivas (protección legislativa a
los trabajadores y redistribución de la renta). Los inmigrantes recientes quedan
totalmente impresionados (impacto psicológico) por la concesión de derechos y
recompensas por los que no habían luchado y de cuya necesidad probablemente no
eran concientes.
OLSON
“Auge y decadencia de las naciones”
El argumento de Olson responde a toda una concepción económica donde se parte del supuesto de que un hombre es maximizador por excelencia, es decir buscará su máximo provecho y cooperará sólo por aquello que a él le suponga un beneficio. En este sentido, conformará un grupo si éste le genera alguna utilidad o si éste desarrolla incentivos suficientes para continuar en él.
Los individuos racionales y egoístas no actuarán voluntariamente para alcanzar un bien que satisfaga algún tipo de interés común o de grupo, aunque todos saldrían ganando si lo hicieran. Ello se debe a que el bien que corresponde al interés colectivo tiene las características de un bien público: una vez obtenido ninguno de los miembros del grupo puede ser excluido de un disfrute aunque no haya contribuido al esfuerzo de lograrlo. Esto finalmente crearía desincentivo en el conjunto que espera que sean los demás quienes realicen el trabajo, asumiendo los costos que ello signifique y poder disfrutar del bien común sin mayor esfuerzo, lo que ocasionará que la sociedad se vea desfavorecida. A esto Olson lo denomina “free rider”.
Existe, sin embargo, una notable diferencia entre los grupos grandes y los pequeños. En los primeros, un individuo sólo se beneficiará de una parte mínima del bien colectivo y su actuación tendrá una influencia prácticamente despreciable sobre la provisión de ese bien. Por lo tanto los individuos no actuarán en beneficio del grupo y sólo la coerción o la existencia de “incentivos selectivos” darán lugar a la provisión de un bien. Por “incentivos selectivos” entiende Olson la obtención de algún bien o ventaja de carácter privado vinculado a la actuación en beneficio del grupo.
Siguiendo con el argumento, el Estado es el ente de organización económica más importante porque es capaz de trabajar por el bienestar general. El Estado es, a su vez, un grupo de interés: de interés en el beneficio común; en él se concentra el gran espíritu comunitario y así “el egoísmo es sustituido por el espíritu del sacrificio”.
El Estado logra por medio de la coacción la efectividad de este espíritu de manera que involucra, coercionando, a los individuos a realizar un mismo interés comunitario que sin el no realizarían. El Estado se interesará por los bienes cuyo interés no es manifiesto por los individuos en la sociedad (tales como seguridad pública y otros) produciendo con ello la estabilidad convenida para la sociedad. Pero no sólo este criterio es fundamental para Olson, sino también la diferenciación entre grupos incluyentes y las organizaciones de intereses especiales, diferenciación que busca establecer la repercusión económica en base al beneficio social que tales grupos originan.
En los grupos pequeños la situación es diferente. La parte del bien colectivo que disfruta cada miembro del grupo es significativa y la actuación de uno puede afectar al nivel de provisión. Tienen una mayor capacidad para organizarse; la forma de servir a los intereses de sus miembros consiste en obtener para ellos la mayor proporción posible de la producción de la sociedad.
Basándose en las asimetrías entre grupos en lo que se refiere a sus posibilidades de acción colectiva, información e incentivos para redistribuir el producto social en su favor, Olson deduce una serie de características de las sociedades modernas entre las que destacan las siguientes:
Todo ello conduce a Olson a formular una hipótesis sobre el crecimiento económico de las naciones: “aquellas que han eliminado las coaliciones distributivas mediante los gobiernos autoritarios o la ocupación extranjera crecerán relativamente más rápido después de que se establezca un marco legal libre y estable”.
í
A mayor cantidad de grupos de interés, más coaliciones distributivas, más
estancamiento y polarización. En este sentido, el peronismo es una coalición
distributiva (surgida espontáneamente) que retarda el crecimiento económico y
genera polarización.
LLACH
“Reconstrucción o estancamiento”
La tesis central de este texto es que las principales causas del estancamiento económico argentino se encuentran en la pérdida de credibilidad de las instituciones y contratos de la sociedad y que la posibilidad de restablecer el desarrollo económico depende de la puesta en marcha de un PROGRAMA DE RECONSTRUCCIÓN que sea percibido por los ciudadanos y por los agentes económicos como un cambio de régimen consensual. La falta de consenso social en la Argentina actúa como un importante freno al crecimiento económico.
Las etapas del estancamiento económico
Llach hace una comparación entre el crecimiento económico argentino (toma la tasa anual de PBNH x ej.) y la de otros países como: EEUU, Países nuevos (Australia, Canadá, Nueva Zelanda), Países industrializados de Europa (Alemania, Francia, UK, Holanda), Países retrasados de Europa (España, Grecia, Italia, Portugal), Países dualistas de Latinoamérica (baja modernización e integración social: Brasil, Colombia, México) y el caso Cono Sur (además de Argentina, Chile y Uruguay).
Más del 80% de la pérdida total se concentra entre 1950-1960 (34,1%) y después de 1970 (22,7% entre 1970-1975 y 24% entre 1975-1983). Se trata de la década resultante de la economía política del peronismo y el periodo de la gran convulsión iniciado en algún momento cercano a 1970.
En primer lugar los ‛40, después la década del ‛60 y en último término los años ‛30.
Por lo tanto, entre 1970-83 encontramos más de la mitad del estancamiento del país. Las pérdidas son generalizadas respecto de todos los países y regiones, excepto Chile y Uruguay que viven situaciones similares a la del nuestro país.
Las causas del estancamiento: hipótesis alternativas y evidencias
1) Las teorías en boga
La teoría del estancamiento secular.
Según esta visión, el estancamiento económico de Argentina se inicia en 1929 y se debe al abandono de la economía abierta de mercado, primero gradual (hasta 1945) y luego intenso y definitivo. Se subrayan en particular las siguientes “distorsiones”:
En síntesis, es una teoría que responsabiliza al Estado del estancamiento del país.
La teoría neo-estructuralista del crecimiento posible.
El enfoque estructuralista tiende a aceptar algunos de los resultados constatados por la interpretación liberal, pero los juzga inevitables, frecuentemente deseables y, en todo caso, exógenos: las instituciones o los contratos no son, en esta visión del mundo, instrumentos de política económica, salvo en aquellos casos en los que todavía es necesario construir la economía mixta.
Esta tesis admite, con diversos matices, que a comienzos de la década del ‛70 se incurrió en excesos populistas incoherentes entre sí, en el déficit fiscal y en la política de ingresos, cuyo resultado obligado fue la explosión inflacionaria de 1975. Posteriormente, se afirma, se cometieron graves errores en las políticas de estabilización y crecimiento, que condujeron a la desindustrialización y a un sobreendeudamiento externo que, además, fue asignado principalmente a gastos de consumo e inversiones de baja productividad.
Acerca de la teoría de la dependencia.
Ni esta teoría del estancamiento económico de la Argentina ni su propuesta de nacionalismo y conducción estatal de la economía son consideradas detalladamente en este libro. Las razones de esta omisión no son otras que las opiniones del autor acerca de su mayor debilidad, tanto como explicación cuanto como propuesta de desarrollo.
2) Las evidencias
La inestabilidad política.
La hipótesis secular parece ignorar que en el año 1929 no sólo se produce la interrupción del marco institucional de la economía abierta y de mercado, sino también la ruptura “secular” de la estabilidad política.
Pero la hipótesis estructuralista (propensa habitualmente a señalar relaciones positivas entre la democracia constitucional y el desarrollo económico) ignora a su vez que gran parte de la década del ‛60 transcurrió bajo gobiernos de facto. Estos hechos sugieren relaciones mucho más complejas entre estabilidad política, previsibilidad y desarrollo económico que las implícitas en la hipótesis neo-estructuralista.
Aún cuando no pueda “demostrarse” rigurosamente, parece claro que la inestabilidad política es un rasgo peculiar de la Argentina que debe ser tenido muy en cuenta a la hora de explicar su estancamiento económico.
El cierre de la economía y el sesgo antiexportador.
Las exportaciones de la Argentina fueron las que menos crecieron entre 1937 y 1982, en comparación con las de los países considerados.
Una de las lecciones importantes de los años posteriores a 1975, sin embargo, es que el crecimiento de las exportaciones, aun batiendo récords, no es una condición suficiente para el crecimiento económico, al menos en una economía como la argentina, tan propensa a vivir de sus rentas territoriales y del endeudamiento externo, más con fines de consumo que de inversión.
La inflación.
Podría alegarse que las etapas de aceleración inflacionaria coinciden con las de mayor estancamiento relativo de la Argentina (y también de Chile): es precisamente en la década del ‛50 y después de 1970 cuando la inflación de ambas naciones se ubica en un nuevo nivel, claramente más elevado que el de otros países latinoamericanos.
Así surgen las siguientes hipótesis. La primera es la de la relación entre inflación y estancamiento. Cuatro de los cinco países de mayor inflación (y, recordemos, también de mayor inestabilidad política) son también los de menor crecimiento. La segunda es que los períodos de declinación económica relativa coinciden con los choques inflacionarios que tienden a perpetuarse.
El gasto publico.
La teoría neo-estructuralista encuentra un cómodo refugio en la “ley de Wagner” que muestra que la proporción del gasto público sobre el producto total de la economía aumenta junto con el producto por habitante.
La teoría del estancamiento secular, en cambio, ha elegido el erróneo camino de imputar al simple aumento de la “cantidad de Estado” un papel causal en la decadencia económica argentina.
Conclusiones: convulsiones institucionalizadas y mercadointernismo rentístico.
El desarrollo económico y la industrialización de los países del Cono Sur se basaron en una combinación única de rentas naturales (las excelentes ventajas comparativas de las pampas argentinas) y cuasi rentas políticas (proteccionismo a la industria), ya que la cuasi renta de trabajoj abundante se agotó tempranamente y no pudo ser sustituida por un acceso significativo a cuasi rentas tecnológicas o schumpeterianas (capacidad de explotar con un grado de exclusividad un invento o descubrimiento). Los grandes países nuevos, por su parte, lograron combinar rentas naturales con cuasi rentas políticas y tecnológicas.
Para Llach la verdadera clave del
estancamiento se encuentra en los choques institucionalizados. Si la década del
‛60 finalizó en una gran convulsión no fue solamente por razones políticas sino
porque no había llegado todavía a reemplazarse al mercadointernismo rentístico
por una organización económica alternativa. Si ello hubiera ocurrido, la
Argentina habría estado mejor preparada para recibir el choque externo favorable
que acompañó a la crisis del petróleo en 1973.
GERMANI
Define movilización social → proceso por el cual se quiebran los compromisos y las viejas lealtades sociales, psicológicas y políticas, causando que el pueblo esté en disponibilidad para aceptar nuevas formas de comportamiento.
Los momentos que la integran son: a) un estado de integración (dentro de un patrón cultural específico); b) un proceso de ruptura o desintegración (que afecta en algún aspecto a la estructura existente); c) el desplazamiento o desprendimiento del individuo y de los grupos sociales; d) la respuesta al desprendimiento (el repliegue o la puesta en disponibilidad); f) la movilización objetiva (el comportamiento manifiesto real); y g) la integración, que puede ocurrir dentro de una estructura modificada hasta cierto grado diferente de la estructura preexistente. El ciclo de la movilización se completa cuando de la integración inicial y de los comienzos de la desintegración se logra un estado de reintegración.
Puede ser:
La movilización secundaria sucede a menudo como una reacción a la movilización primaria de sectores excluidos o parcialmente marginales. Es decir, corresponde a la contramovilización.
El mecanismo de desprendimiento de la estructura previa, la disponibilidad, la apatía, la movilización y la reintegración se aplican tanto a las masasê como a las élitesì. Generalmente, en el proceso de movilización, las élites asumen el rol más activo; su papel es tomar la iniciativa, el liderazgo y la organización.
Justamente, lo necesario para movilizar masas (más allá del contexto social e histórico) es la presencia de dos elementos: élites e ideologías.
Cambio estructural, intentos fascistas y el ascenso de las clases bajas y el populismo nacional
Según Germani, el año 1930 se presenta como un verdadero punto de inflexión en la historia argentina: cierra una etapa de inmigración masiva donde el inmigrante europeo participa de un proceso de nacionalización e integración e inaugura otra caracterizada por las migraciones internas del campo a la ciudad, en la cual el migrante interno se incorpora a la ciudad sin integrarse social y políticamente. El peronismo es producto de esta última etapa, caracterizada por la transición de una sociedad tradicional a una moderna. El actor social clave son esos “migrantes recientes” que vienen a engrosar las filas del proletariado industrial de Buenos Aires. Esta “población rural transplantada” simboliza una masa en estado disponibilidad, permeable al liderazgo carismático por no poseer un guía político, no contar con organizaciones propias ni valores consolidados. Pese a ello, Germani aclara que las masas tampoco son marionetas de Perón.
Como consecuencia de la revolución militar de 1930 y la desmovilización política lograda por la represión y el fraude electoral sistemático, se produjo una profunda crisis política y moral. Los efectos económicos del colapso del mercado internacional transformaron la estructura social del país y modificaron sustancialmente la composición sociocultural y la distribución geográfica de la población. El desplazamiento estructural desencadenó un rápido proceso de movilización social, cuya expresión política apareció, más adelante, en el peronismo.
Los rápidos cambios socioeconómicos y socioculturales causaron un desplazamiento importante de la población, que modificó sustancialmente la composición de las clases bajas y las arrojó a nuevas experiencias laborales, estilos de vida y escenarios sociales.
Una de las principales consecuencias es la migración masiva desde la periferia hacia las grandes ciudades, generando la posibilidad de participación política a nuevos sectores. Es en este punto en que pueden rastrearse los orígenes del peronismo. Perón, aunque con clara ideología fascista, estaba dotado de un sentido político poco común; esto lo llevó a advertir que las fórmulas de los nacionalistas argentinos eran incompatibles con la estructura social y las tradiciones políticas del país [no contemplaban las transformaciones recientes]. Se dio cuenta de que la estabilidad de cualquier régimen en la Argentina dependía de la adhesión de la mayoría, y de que ningún líder civil o militar podía aspirar al éxito sin una base popular. Consecuentemente, Perón se lanzó a conquistar a la única base humana que parecía estar a su disposición: el proletariado de las grandes ciudades, especialmente los sectores recién formados, y las clases bajas en general.
El movimiento peronista contribuyó a crear canales políticos para las masas disponibles y movilizadas, siendo un vehículo para la alianza de los diferentes sectores sociales que los cambios requerían.
La estrategia de Perón estuvo basada (fundamentalmente) en la sindicalización, controlada verticalmente, de los obreros con los fines de facilitar las negociaciones colectivas, establecer una red institucional que divulgara los logros del líder y estimular el contacto directo entre éste y las masas.
Entonces, se puede afirmar con el autor que el movimiento colectivo de las clases bajas dio origen a un nuevo partido, marginal respecto del sistema existente, mientras que la movilización de las clases medias fue canalizada a través de agrupaciones que siempre habían sido consideradas una forma inherente de su expresión (Partido Radical, PS).
> La diferencia clave con el fascismo italiano está dada en que la movilización secundaria en Argentina es antiestatal, no antiobrera.
La meta del peronismo no era desmovilizar a las clases bajas (la razón de ser del fascismo), su efecto fue precisamente el contrario: la incorporación a la vida política nacional de aquellas masas que, hasta entonces, habían permanecido en un lugar marginal o habían sido desmovilizadas por la restauración conservadora de la década de 1930.
> El nacionalismo popular es un fenómeno heterogéneo, fruto de las masas disponibles y las élites disponibles.
> Es un movimiento multideológico.
> Las ideas nacionalistas y proteccionistas son coherentes con la coalición social que conforma el peronismo. Es decir, COHERENCIA ENTRE INTERESES E IDEOLOGÍA.
> El vínculo entre sindicalismo (Estado) y nueva clase obrera contiene un componente espontáneo y un componente de control.
> La polarización es genuina, producto de las movilizaciones primaria y secundaria.
Logra deslegitimar las coaliciones en su contra. GENERA DUDAS EN LA IDENTIDAD DEL ANTIPERONISMO.