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Teoría
Política y Social I
2º Parcial A |
Teoría Política y Social I (Cátedra: Rossi - 2017) |
Cs. Sociales | UBA
1. Analice la relación individuo-comunidad en Utopía de Moro
El libro segundo de la obra Utopía describe funcionamiento y costumbres de la
sociedad utopiense, paradigma de la comunidad perfecta. Surge al leer dicha
descripción la sensación de que nada se deja librado al azar; todos los aspectos
de la vida utopiense fueron estructurados de la manera más adecuada y eficiente
por Utopo, el gran gobernante de Utopía. Están establecidos los momentos del día
dedicados a cada actividad: “Dividen el día y la noche en veinticuatro horas
justas dedicando y asignando solo seis de estas horas al trabajo (...). Sobre
las ocho de la tarde (…) van a la cama; conceden ocho horas al sueño” ; la
cantidad de niños que puede -y debe- criar una familia a la vez: “se ordena que
ninguna familia, (…) tenga a un tiempo determinado menos de diez ni más de
dieciséis hijos de una edad aproximada de catorce años.” ; e incluso la
disposición de los comensales en los comedores comunitarios: “Los hombres se
sientan en el banco más cercano a la pared, y las mujeres en frente, al otro
lado de la mesa (…)”
Estos hábitos tienen su justificación racional; el objetivo es estructurar a la
sociedad para que alcance su más alto nivel de desarrollo. Pero al hacer esto,
se elimina la esfera privada de los sujetos; al estar en Utopía todas las
actividades y costumbres pautadas y controladas, se vuelven públicas. El
individuo y su singularidad quedan relegados frente a la comunidad y la búsqueda
del bien general. Un elemento muy simbólico de esto es que todos los habitantes
utilicen prendas de igual estilo, representando su uniformidad.
La regulación de las relaciones sociales, junto a la eliminación de la propiedad
privada –ley fundamental de Utopía-, logran que se extinga el conflicto. Las
motivaciones egoístas de los individuos desaparecen, pues todos tienen un único
interés: alcanzar el bien común. Sin conflicto desaparecen la contingencia y la
política, ambas nutridas por las diferencias y desacuerdos entre los hombres. El
régimen político solamente se encarga de administrar los recursos de la
comunidad, es una burocracia.
El tiempo no es otra cosa que cambios; son los cambios los que nos permiten
notar que han transcurrido horas, meses, años. La organización de Utopía es tan
perfecta que no requiere alteraciones, no cambia. Así, la comunidad carece de
tiempo y por tanto de historia. Ha funcionado eficientemente durante años y lo
seguirá haciendo durante muchos más.
Un único acto político pueden llevar adelante los utopienses, severamente
castigado por la ley: el suicidio. En esa instancia puede el individuo ser tal,
y expresar su singularidad, su insatisfacción con su forma de vida. Es un hecho
intrínsecamente privado, expresión pura de la individualidad. Por eso mismo es
tan punible; atenta contra la base misma de la sociedad utopiense: la primacía
de la comunidad.
2. Analice el problema de la resistencia en Lutero
Martín Lutero sostiene que los buenos cristianos le deben obediencia a la
autoridad secular porque esta fue designada por Dios para regir sobre el mundo
material. La falta de un liderazgo fuerte sería perjudicial para la comunidad
toda, quedando los buenos súbditos –cristianos- a merced de los malos –no
cristianos y falsos cristianos-. Es el amor al prójimo el que hace que los
justos sigan las ordenanzas de los gobernantes aunque no las necesiten para
comportarse correctamente, ya que siguen los principios de la fe.
El derecho a resistencia es inexistente para Lutero. Se le debe obediencia a la
Espada en todas las cuestiones materiales que reglamente. Resistirse a la
autoridad secular sería como resistirse a la autoridad divina, pues fue ella
quien colocó a la primera en su papel de poder.
No obstante, si la Espada se extralimitara e intentara regir sobre el mundo
espiritual, exhorta el autor a los buenos cristianos a no obedecer y en cambio
seguir los preceptos divinos. Esto se justifica porque el único monarca del
reino de Dios es Dios mismo, y las almas son de su exclusivo dominio; “el alma
no está bajo el poder del emperador; éste no puede adoctrinarla, ni gobernarla,
ni matarla ni vivificarla ni atarla ni desatarla, ni juzgarla ni condenarla, ni
detenerla ni liberarla (…)” Incluso debe llegar el justo al extremo de sufrir
por su desobediencia a la autoridad secular si ese fuera el caso, pues lo
estaría haciendo “por causa de la palabra divina”
La sociedad queda estructurada en dos órdenes distintos; exhibe por un lado una
relación de verticalidad en lo referente al mundo secular, con una autoridad
política y súbditos que deben obedecerla sin cuestionar mientras no se
extralimite; por el otro se aprecia una horizontalidad en la comunidad
religiosa, gobernada únicamente por Dios, soberano absoluto del reino
espiritual.
3. Relacione los conceptos de virtud y fortuna en una reflexión sobre los dos
momentos de la obra maquiaveliana
Virtud y fortuna son la piedra angular de la obra de Nicolás Maquiavelo. Sin
embargo, el autor no definió con exactitud estos términos ni los utiliza de modo
sistemático. Así, el lector debe idear su propia interpretación, guiado por
algunos pasajes destacables de su obra. Una descripción de la fortuna enuncia:
“la fortuna es el árbitro de la mitad de nuestras acciones, pero que etiam es
verdad que nos deja gobernar la otra mitad, o casi, a nosotros.” Luego procede
el autor a comparar a la fortuna con un río, que en época de inundaciones se
desborda y destruye árboles y edificios. Fuera de esos períodos, pueden los
hombres construir diques y encauzar al torrente, sirviéndose de su virtud para
asegurarse que la destrucción no se repita.
Fortuna podría entonces definirse como la coyuntura, el entramado de
acontecimientos que influyen y afectan al sujeto, quien es incapaz de
comprenderlos en su totalidad. Virtud es su valor complementario, es la
capacidad de un actor -individuo o régimen- de relacionarse con la fortuna. El
resultado de esa interacción podrá ser positivo o negativo para los intereses
del actor, dependiendo de qué tan virtuosamente se haya comportado.
En dos de sus obras, “El Príncipe” y “Discursos sobre la primera década de Tito
Livio”, Maquiavelo exhibe dos inclinaciones opuestas; mientras que en la primer
obra, destinada al futuro monarca unificador de Italia, es completamente
monárquico y absolutista, en la segunda demuestra una ferviente convicción
republicana. Mientras que en “El Príncipe” analiza los grados de virtud y
fortuna necesarios para obtener y mantener el poder en un principado, su objeto
de estudio, en “Discursos…” se interesa por la virtud presente en la República
de Roma, responsabilizándola de su éxito y gloria por sobre la fortuna.
Similarmente, en la primer obra el destino del principado depende únicamente de
la virtud del Príncipe, quien deberá demostrar que es virtuoso aún con una
fortuna adversa. Al carecer el principado de instituciones, Maquiavelo
personaliza extremadamente al poder, actitud más perteneciente al Renacimiento
que a la Modernidad. En la segunda obra en cambio, la poseedora de virtud es la
República, régimen tan virtuoso que prevé una eventual fortuna contraria y crea
la figura del dictador para sortear esa dificultad.
Bibliografía
LUTERO, Martín, Escritos Políticos, (Material de cátedra)
MAQUIAVELO, Nicolás, El Príncipe, (primera edición, Barcelona, Ediciones B S.A.,
1990)
MAQUIAVELO, Nicolás, Discursos sobre la primera Década de Tito Livio, (Material
de cátedra) Selección de pasajes
MORO, Tomás, Utopía, (primera edición, Buenos Aires, Cooperativa Punto de
Encuentro, 2009)