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Resumen de "El Secreto de la Acumulación Originaria" |  Teoría Política y Social II (Cátedra: Vargany - 2017)  |  Cs. Sociales  |  UBA

La llamada acumulación originaria. Marx

El secreto de la acumulación originaria

El dinero se convierte en capital, el capital sale de la plusvalía, y la plusvalía engendra nuevo capital. La “acumulacion originaria” anterior a la acumulacion capitalista, es el punto de partida del régimen capitalista de producción.

Ni el dinero ni la mercancía son de por sí capital, como no lo son tampoco los medios de producción ni los artículos de consumo. Necesitan convertirse en capital. Han de concurrir una serie de circunstancias concretas; de una parte, los propietarios de dinero, medios de producción y articulos de consumo, deseosos de valorizan la suma de valor de su propiedad mediante la compra de fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los obreros libres, vendedores de su propia fuerza de trabajo, y por tanto, de su trabajo.

El régimen del capital presupone el divorcio entre los obreros y la propiedad sobre las condición de realización de su trabajo. El proceso que engendra el capitalismo solo puede ser uno: el proceso de disociación entre el obrero y la propiedad sobre las condiciones de su trabajo. La llamada acumulacion originaria no es más que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción. Se llama “originaria” porque forma la prehistoria del capital y del régimen capitalista de producción.

La estructura económica de la sociedad capitalista brotó de la estructura económica de la sociedad feudal. El movimiento histórico que convierte a los productores en obreros asalariados representa la liberación de la servidumbre y la coacción gremial. Pero, si enfocamos el otro aspecto, vemos que estos trabajadores recién emancipados sólo pueden convertirse en vendedores de si mismos, una vez que se ven despojados de todos sus medios de producción y de todas las garantías de vida que las viejas instituciones feudales les aseguraban.

El proceso de donde salieron el obrero asalariado y el capitalista, tuvo como punto de partida la esclavización del obrero. En las etapas sucesivas, esta esclavización no hizo más que cambiar de forma: la explotación feudal se convirtió en explotación capitalista. La era capitalista solo data, en realidad, del siglo XVI.

Sirve de base a todo este proceso la expropiación que priva de su tierra al productor rural, al campesino.

Cómo fue expropiada de la tierra la población rural

En Inglaterra, la servidumbre había desaparecido en los últimos años del siglo XIV. La producción feudal se caracteriza, en todos los pueblos de europa, por la división del suelo entre el mayor número posible de tributarios. El poder del señor feudal descansaba en el número de sus súbditos. Aunque el suelo inglés se dividió en unas pocas baronías gigantes, estaba salpicado de pequeñas explotaciones campesinas, interrumpidas sólo de vez en cuando por grandes fincas señoriales. Estas condiciones, combinadas con el esplendor de las ciudades, característico del siglo XV, permitian que se desarrollase aquella riqueza nacional, pero cerraban paso a la riqueza capitalista.

En el último tercio del siglo XV el licenciamiento de las huestes feudales lanzó al mercado de trabajo a una masa de proletarios libres y privados de medios de vida. Los grandes señores feudales, levantándose tenazmente contra la monarquía y el parlamento, crearon un proletariado incomparablemente mayor, al arrojar violentamente a los campesinos de las tierras que cultivaban y al usurparles sus bienes comunes. La antigua aristocracia había sido devorada por las guerras feudales. Las casas de los campesinos y las viviendas de los obreros fueron violentamente arrasadas o engendradas a la ruina. La clase obrera inglesa se precipitó directamente, sin transición de la edad de oro a la edad de hierro.

Se acumulan en pocas manos muchas tierras arrendadas y grandes rebaños de ganado, principalmente de ovejas, lo que hace que las rentas de la tierra suban mucho y la labranza decaiga extraordinariamente, que sean derruidas iglesias y casas, quedando asombrosas masas de pueblo incapacitadas para ganarse su vida y la de sus familias. El decreto de Enrique VII encerraba un sentido profundo y maravilloso, puesto que creaba explotaciones agrícolas y casas de labranza de un determinado tipo normal, es decir, les garantizaba una proporción de tierra que les permitía traer al mundo súbditos suficientemente ricos y sin posición servil, poniendo el arado en manos de propietarios y de no gentes a sueldo. Lo contrario de lo que exigia, para instalarse, el sistema capitalista: la sujeción servil de la masa del pueblo, la transformación de este en un tropel de gentes a sueldo y de sus instrumentos de trabajo capital.

La Reforma vino a dar, en siglo XVI, un nuevo y espantoso impulso al proceso violento de expropiación de masa del pueblo. El derecho de los labradores empobrecidos a percibir tina parte de los diezmos de la iglesia, derecho garantizado por ley, había sido ya tácitamente confiscado. Se creó el impuesto de pobreza.

Todavía en los últimos decenios del siglo XVII, la yeormanry, clase de campesinos independientes, era más numerosa que la clase de los colonos. Aquí prescindimos de los factores puramente económicos que intervinieron en la revolución de la agricultura y nos limitamos a indagar los factores de violencia que la impulsaron.

La “glorious Revolution” entregó el poder a los capitalistas y terratenientes de plusvalía. Estos elementos consagraron la nueva era, entregándose en una escala gigantesca al saque de los terrenos de dominio público. Estos bienes del dominio público, apropiados de modo tan fraudulento, en unión de los bienes que se despojó a la iglesia, son la base de esos dominios principescos que posee la oligarquía inglesa. Los capitalistas burgueses favorecieron esta operación, entre otras cosas, para convertir el suelo en un artículo puramente comercial, extender la zona de las grandes explotaciones agrícolas, etc. Además, la nueva aristocracia de la tierra era la aliada natural de la nueva bancocracia.

Los bienes comunales se mantenían en vigor bajo el manto del feudalismo. La usurpación violenta de estos bienes comienza a fines del siglo XV y prosigue a lo largo del siglo XVI. El progreso aportado por el siglo XVII consiste en que ahora la propia ley se convierte en vehículo de esta depredación de los bienes del pueblo. La forma parlamentaria que reviste este despojo es las leyes sobre terrenos comunales, son decretos por medio de los cuales los terratenientes se regalan a sí mismos en propiedad privada las tierras del pueblo, decretos encaminados a expropiar al pueblo de lo suyo.

El despojo de los bienes de dominio público y sobre todo la depredación sistemática de los terrenos comunales, ayudaron a incrementar esas grandes posesiones que se conocían en siglo XVIII con los nombres de haciendas capitalistas, y haciendas de comerciantes y que dejaron a la población campesina “disponible” como proletario al servicio de la industria.

El siglo XVIII todavía no alcanza a comprender, en al medida que había de comprenderlo el siglo XIX, la identidad que media entre la riqueza nacional y la pobreza del pueblo. Si el país cae en poder de un puñado de grandes colonos, los pequeños arrendatarios se verán convertidos en hombres obligados a trabajar para otros si quieren comer y tendrás que ir al mercado para proveerse de cuanto necesiten.

En el siglo XIX se pierde hasta el recuerdo de la conexión existente entre la agricultura y los bienes comunales. La población rural no obtuvo ni un céntimo de indemnización por acres de tierras comunales que entre los años de 1801 y 1831 le fueron arrebatados y ofrecidos a través del parlamento como regalo por los terratenientes a los terratenientes.

El último gran proceso de expropiación de los agricultores es el llamado “limpieza de fincas”. Todos los métodos ingleses que hemos venido estudiando culminan en esta limpieza.

La depredación de los bienes de Iglesia, la enajenación fraudulenta de las tierras del dominio público, el saqueo de los terrenos comunales, la metamorfosis, llevada a cabo por la usurpación y el terrorismo más inhumanos, de la propiedad feudal y del patrimonio del clan en la moderna propiedad privada: he ahi otros tantos métodos ilidicos de la acumulacion originaria. Con estos métodos se abrió paso a la agricultura capitalista, se incorporó el capital a la tierra y se crearon los contingentes de proletarios libres y privados de medios de vida que necesitaban la industria de las ciudades.

Leyes persiguiendo a sangre y fuego a los expropiados, a partir del siglo XV. Leyes reduciendo el salario

Estos seres que de repente se veían lanzados fuera de su órbita acostumbrada de vida, no podían adaptarse con la misma celeridad a la disciplina de su nuevo estado. Una masa de ellos fueron convirtiéndose en mendigos, salteadores y vagabundos. A fines del siglo XV y durante todo el XVI, se dictaron en toda Europa occidental una serie de leyes persiguiendo a sangre y fuego el vagabundaje. La legislación los trataba como a delincuentes “voluntarios” como si dependiese de su buena voluntad el continuar trabajando en las viejas condiciones, ya abolidas.

En Inglaterra, esta legislación comenzó bajo el reinado de Enrique VIII.

Después de ser violentamente expropiados y expulsados de sus tierras y convertidos en vagabundos, se encajaba a los contiguos campesinos, mediante leyes grotescamente terroristas, a fuerza de palos, de marcas a fuego y de tormentos, en la disciplina que exigía el sistema de trabajo asalariado.

En el transcurso de la producción capitalista, se va formando una clase obrera que se somete a las exigencias de este régimen de producción como a las más lógicas leyes naturales. La existencia constante de una superpoblación relativa mantiene la ley de la oferta y la demanda de trabajo a tono con las necesidades de explotación del capital, y la presión sorda de las condiciones económicas sella el poder de mando del capitalista sobre el obrero. Ya puede dejarse al obrero a merced de las “leyes naturales de la producción”. La burguesía, que va ascendiendo, peroa un no ha triunfado del todo, necesita y emplea todavía el poder del estado para “regular” los salarios, es decir, para sujetarlos dentro de los límites que convienen a los fabricantes de plusvalía, y para alargar la jornada de trabajo y mantener al mismo obrero en el grado normal de subordinación. Es este un facto esencial de la llamda acumulacion originaria.

La clase de obreros asalariados, que surgió en al segunda mitad del siglo XIV, sólo representaba por aquel entonces y durante el siglo siguiente una parte muy pequeña de la población. La supeditación del trabajo al capital era puramente formal; es decir, el régimen de producción no presentaba aún un carácter específicamente capitalista. El capital variable predomina considerablemente sobre el capital constante. Por eso la demanda de trabajo asalariado creció rápidamente con cada acumulacion de capital, seguida lentamente por la oferta. Por aquel entonces, todavía se invertía en el fondo de consumo del obrero una gran parte del producto nacional, que más tarde habría de convertirse en fondo de acumulacion capital.

Durante el siglo XVI, empeoró considerablemente la situación de los obreros. El salario en dinero había subido, pero no proporcionalmente a la depreciación de la moneda y a la correspondiente subida de los precios de las mercancías.

Se levantó en 1796 un diputado, Whitbread, a proponer un salario mínimo para los jornaleros del campo. En 1813 fueron derogadas las leyes sobre reglamentación de salarios.

En los mismos comienzos de la tormenta revolucionaria, la burguesía francesa se atrevió a arrebatar de nuevo a los obreros el derecho de asociación que acaban de conquistar. Por decreto de 1791 declaró todas las coaliciones obreras como un “atentado contra la libertad y la Declaración de los Derechos del Hombre”. Nada más elocuente que el pretexto que se dio, al votar la ley, para justificar este golpe de estado. A los obreros se les niega el derecho a ponerse de acuerdo sobre sus intereses, a actuar conjuntamente y, por tanto, a vencer esa “sumisión absoluta, que es casi la esclavitud”, porque con ello harían la “libertad de sus actuales patronos” y porque el coaligarse contra el despotismo de los antiguos maestros de las corporaciones equivaldría a restaurar las corporaciones abolidas por la Constitución francesa.

Génesis del arrendatario capitalista

Las primeras materias agrícolas se convierten en elemento del capital constante. El trabajo extraordinario se traduce en ganancia para un puñado de capitalistas. Los medios de vida independiente en medios para someterlos al mando de otro.

¿Cómo surgieron los primeros capitalistas? La expropiación de la población campesina solo crea directamente grandes terratenientes.

En Inglaterra, la primera forma bajo la que se presenta el arrendatario es la de bailiff también siervo. Durante la segunda mitad su situación no difiere gran cosa de la del campesino. La única diferencia es que explota más trabajo asalariado. Pronto se convierte en aparcero, en semirrendatario. Esta forma no tarda en desaparecer, para ceder el puesto a la del verdadero arrendatario, que explota su propio capital empleando obreros asalariados y abonando al propietario como renta, en dinero o en especie una parte del producto excedente.

La revolución agrícola del último tercio del siglo XV, que dura casi todo el siglo XVI, enriquece al arrendatario con la misma celeridad con que empobrece al campesino.

En el siglo XVI viene a añadirse a estos un factor decisivo. La constante depreciación de los metales preciosos y, por tanto del dinero, fue para los arrendatarios una lluvia de oro. Hizo que descendiesen los salarios. Nada tiene de extraño que a fines del siglo XVI, Inglaterra contase con una clase de arrendatarios “capitalistas” ricos, para lo que se acostumbraba en aquellos tiempos.

Cómo repercute la revolución agrícola sobre la industria. Formación del mercado interior para el capital industrial.

A pesar de haber disminuido el número de brazos que cultivaban, la tierra seguía dando el mismo producto o aun más, pues la revolución operada en el régimen de la propiedad inmueble lleva aparejado métodos más perfeccionados de cultivo, una mayor cooperación, la concentración de los medios de producción, etc., y los jornaleros del campo no solo son explotados más intensivamente, sino que, además va reduciéndose en proporciones cada vez mayores el campo de producción en que trabajan para ellos mismos. Con la parte de la población rural que queda disponible quedan también disponibles, por tanto, sus antiguos medios de subsistencia, que ahora se convierten en elemento material del capital variable. El campesino lanzada al arroyo, si quiere vivir, tiene que comprar el valor de sus medios de vida a su nuevo señor, el capitalista industrial. La gran industria conquista el capital industrial que necesita, el mercado interior íntegro.

Génesis del capitalista industrial

La génesis del capital industrial no se desarrolla de un modo tan lento y paulatino como la del arrendatario. La Edad Media había legado dos formas distintas de capital: el capital usuario y el capital comercial. El poder del capitalista sobre la riqueza toda del país es una completa revolución en el derecho de propiedad.

El régimen feudal, en el campo, y en la ciudad el régimen gremial, impedían al dinero capitalizado en la usura y en el comercio convertirse en capital industrial. Estas barreras desaparecieron con el licenciamiento de las huestes feudales y con la expropiación y desahucio parciales de la población campesina.

El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, el comienzo de la conquista y elsa quedó de las Indias Orientales, son hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimientod e la acumulacion originaria. Tras ellos viene la guerra comercial de las naciones europeas, cuyo escenario fue el planeta entero.

Las diversas etapas de la acumulacion originaria tienen su centro en España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra, donde a fines del siglo XVII se resumen y sintetizan sistemáticamente en el sistema colonial, el sistema de la deuda pública, el moderno sistema tributario y el sistema proteccionista. La violencia es, por sí misma, una potencia económica.

Las “Sociedades Monopólica” (Lutero) eran poderosas palancas de concentración de capitales. El botín fuera de Europa mediante el saqueo descarado, la esclavización y la matanza, refluia para convertirse aquí en capital.

Hoy, la supremacía industrial lleva consigo la supremacía comercial. En el verdadero poder manufacturero sucedía lo contrario: era la supremacía comercial la que daba el predominio en el campo de la industria.

El sistema del crédito público, es decir, de la deuda del estado, cuyos orígenes descubrimos ya en Génova y en Venecia en la Edad Media, se adueñó de toda Europa durante el período manufacturero.

La deuda pública se convierte en una de las más poderosas palancas de la acumulacion orginaria.

Desde el momento mismo de nacer, los grandes bancos, adornados con títulos nacionales, no fueron nunca más que sociedades de especuladores privados que cooperaban con los gobiernos y que, gracias a los privilegios que estos les otorgaban, estaban en condiciones de adelantarles dinero. Por eso, la acumulacion de la deuda pública no tiene barómetro más infalible que el alza progresiva de las acciones de estos bancos.

Con la deuda pública, surgió un sistema internacional de crédito, detrás del cual se esconde con frecuencia en tal o cual pueblo, una de las fuentes de la acumulacion originaria.

El sistema proteccionista fue un medio artificial para fabricar fabricantes, expropiar obreros independientes, capitalizar los medios de producción y de vida de la nación y abreviar el transito del antiguo al moderno régimen de producción. Una parte del capital originario de los industriales sale directamente del erario público.

El sistema colonial, la deuda pública, la montaña de impuestos, el proteccionismo, las guerras comerciales, etc., se desarrollan en proporciones gigantescas durante los años de infancia de la gran industria.

Tendencia histórica de la acumulación originaria

Cuando no se limita a convertir directamente al esclavo y al siervo de la gleba en obrero asalariado, determinando por tanto un simple cambio de forma, la acumulacion originaria significa pura y exclusivamente la expropiación del producto directo, o lo que es lo mismo, la destrucción de la propiedad privada basada en el trabajo.

La propiedad privada sólo existe allí donde los instrumentos de trabajo y las condiciones externas de este pertenecen en propiedad a los particulares.

Una vez que los trabajadores se convierten en proletarios y sus condiciones de trabajo en capital; una vez que el régimen capitalista de producción se mueve ya por sus propios medios, el rumbo y la marcha ulterior de la expropiación de los propietarios privados, cobra una nueva forma. Ya no se trata de expropiar al trabajador independiente, sino de expropiar al capitalista explotador de numerosos trabajadores.

Esta expropiación la lleva a cabo el juego de las leyes inmanentes de la propia producción capitalista, la centralización de los capitales. Cada capitalista desplaza a otros muchos.

El sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de producción, y por tanto la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual, basada en el propio trabajo.


 

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