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Comunicación II |
Resumen de Mangone: A quince años, Las polémicas sobre TV en los noventa |
Cátedra: Mangone |
1° Cuat. de 2010 |
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Mangone C. “A quince años. Las polémicas sobre TV en los noventa, una excusa para discutir intervenciones intelectuales y políticas culturales.
Mangone comienza su texto argumentando que en los años transcurridos de democracia no se llevaron a cabo muchos debates académicos o políticos culturales. Opina que el proceso de institucionalización universitaria, la expansión de Jornadas y Congresos protocolizo en demasía las intervenciones, al mismo tiempo que el apasionamiento político de otros tiempos fue reemplazado por la indiferencia o el cinismo critico sin estrategia. Sin embargo, a comienzos de los noventa y a partir del nuevo lugar que tenia la televisión en nuestra cultura, cientistas sociales, filósofos políticos, críticas literarias o culturales se acercaron al tema tanto por su carácter “democrático” como por la posibilidad de ejercer cierta pedagogía de masas en su intervención político cultural.
A quince años de publicaciones como Devorame otra vez de Landi y la crítica de esta llevada a cabo por Sarlo, las condiciones de la televisión argentina no se han modificado como para que no apareciera la problemática con nuevas perspectivas y distintos actores.
El repliegue de la crítica coincide con una televisión que transforma en naif aquellas producciones que en los años `70 eran consideradas como un análisis ideológico. El sensacionalismo extendido a cualquier temática, el bajo costo de la producción de la programación periodística, la polución publicitaria, entre otros, son características que ameritan una moral critica al medio. Por el contrario, gran parte de los académicos, intelectuales y críticos han optado por utilizar el medio para la promoción de su faena o para hablar de los referentes reales que la televisión convierte en actualidad. En los últimos años, expertos del campo académico forjaron una alianza con los sectores dominantes de la industria.
Algunos antecedentes de la crítica televisiva
En los años `70, la critica televisiva tenia como trasfondo teórico una semiológica que ayudara a la desmitificación ideológica. Según Sarlo, un programa como el de Neustadt, Tiempo Nuevo, sirve como ejemplo de los mecanismos de naturalización y estereotipación mediante los cuales la televisión expulsaba clases sociales, distorsionaba la representación del conflicto y omitía hablar de aquello que la calle gritaba (como la revolución, la lucha armada o el peronismo). La TV cumplía el mismo papel que en la actualidad pero la situación política ayudaba para un mayor contraste.
No muy diferente era la estrategia en el texto TV Guía negra (1974) de Walter y Ulanovsky. No había en esta publicación ninguna ambición de analizar la televisión como producto de pioneros, vanguardistas o profesionales que le estaban realizando un aporte a la cultura nacional. Sin embargo, sin que la televisión se haya modificado demasiado, Ulanovsky, en los `90, divulga una edulcorada mirada sobre la historia de la televisión en la cual desaparecen muchos de los juicios negativos presentes en 1974, adoptando la idea de que todo suma para una historia cultural (vendido cara dura este Ulanovsky). Esto podría ser percibido como un desgarramiento producto de su inserción en el sistema de medios gráficos ya multimediaticos.
Preparando el terreno
Antes de arribar al núcleo polémico de los `90, se va perfilando la integración de la crítica a las estrategias generales de los medios dominantes. Los “hijos de la televisión” comenzaban a protagonizar la experiencia artística y la movida cultural, la temática televisiva, que ya era lo suficientemente madura como para que ocurriera, empezó a ser el centro de argumentos y propuestas que respondían a sentimientos de nostalgia en una audiencia que, por primera vez, identificaba a la televisión con su infancia o adolescencia.
Además, a principios de los `90 se produce un movimiento clave de condescendencia con la televisión dominante que será promover el análisis televisivo ya no como un efecto de procedimientos de construcción de sentido, edición o montaje de la información sino como un consumo cultural más. De ahora en mas, la televisión no será tan responsable de lo que emite, sino que la audiencia y sus supuestas capacidades de discernimiento y, por otro lado, el efecto cotidiano que ubica al televisor como aparato de nuestro hábitat, serán los objetos de estudio que van a entregarnos las claves de su acentuada hegemonía. Se olvida la pantalla y se comienza a estudiar individual o grupalmente a los telespectadores.
La polémica fundacional, incompleta y nunca retomada
En el 1991, Oscar Landi organiza un seminario alrededor de la figura de Alberto Olmedo. Este seminario se prolongo unos años más y dio origen, durante su desarrollo, a varios textos que analizaron la televisión contemporánea con muy distintas perspectivas. En este clima académico se publica el libro de Landi y, pocos días después, el artículo de Beatriz Sarlo.
El texto de Landi expone el nuevo lugar de la televisión y la invitación a abandonar prejuicios de la cultura y cierto aristocraticismo intelectual con respecto a la televisión que convierten al libro en el punto de inflexión de la época. La rehabilitación del mcluhanismo y de la perspectiva de usos y gratificaciones es el cóctel teórico en el que se basa Landi. Su libro condensa también la mirada de una “cultura pop” que describe usos y funcionamientos sin preguntarse mucho sobre efectos y resultados.
La polémica, ese paradójico lugar del dialogo
La televisión es analizada habitualmente en función de tres grandes problemas: la construcción de un gusto estético, el auspicio de una moral y la formación de ciudadanías.
Landi y Quevedo aceptan como inevitable la reformulación de la palabra política en tiempos videoculturales y rechazan el sustancialismo del discurso político. Para Quevedo, lo pasado es el razonamiento preciso y la coherencia ideológica, lo que formaría parte de una idealización mitológica de la cultura letrada que tendría “la edad de nuestros prejuicios”.
Sarlo, centraliza su crítica en la debilidad argumentativa de la televisión. Contrasta la retórica de la argumentación con la carnavalizacion de la política, haciéndose cargo de que la videocultura desacraliza el contacto del político con la población en términos de la escena clásica, pero al mismo tiempo produce nuevas mistificaciones con la instrumentalización de su vida privada, el ámbito familiar o las peripecias a veces melodramáticas de su vida personal. En otras palabras, la televisión rompe con la escena que podría llamarse clásica de encuentro del político con las masas (Perón en la plaza), pero genera un ámbito de contacto nuevo centrado en aspectos más personales de este.
Finalmente, se lleva a cabo una caracterización sobre los análisis videopoliticos de Quevedo y en mayor medida de Landi y se los incluye en la categoría de descriptores de los nuevos procesos, abandonando casi definitivamente la lógica de la intervención intelectual. Lo que esto produce es una distinción entre experto e intelectual que será de fundamental importancia para asimilar, a partir de fines de los `90, su creciente integración en los grupos multimediaticos.
La rehabilitación del teleteatro
Fue el género mas desprestigiado de la crítica ideológica a la televisión. Se lo veía como una educación sentimental que mitiga la conflictividad social a tal punto que la ideología populista oligárquica no se debilite. A medida que se fue debilitando el análisis ideológico, el teleteatro fue legitimando su lugar como producto de la cultura hasta ocupar los horarios centrales de la programación.
En relación a esto ultimo, hubo dos modificaciones en la oferta de la industria que sirvieron para este asentamiento de los teleteatros. La primera fue la juvenilización de la pantalla y los nuevos hábitos domésticos del consumo televisivo para adolescentes y jóvenes. La segunda fue la producción de tramas en clave parodica, que incluye la variante del grotesco o la realización de diferentes estilos a la vez. Estos funcionamientos se dan en el contexto de un muy acentuado oportunismo industrial que explora las variaciones de ánimo de las audiencias para introducir los cambios que permitan mantener los índices de repercusión y rentabilidad publicitaria.
¿Desde donde se habla? Expertos, funcionario, asesores
Muchas veces los desplazamientos teóricos o las modificaciones en las intervenciones críticas de expertos, críticos e intelectuales no se deben simplemente a que llega a nuevas conclusiones del funcionamiento de la realidad, sino que se derivan de nuevas colocaciones dentro del campo cultural, académico y político. Cuesta entender entonces como un mismo autor, en pocos años y con pocas variaciones del objeto analizado, cambie tan drásticamente su perspectiva. Lo que hay que tener en cuenta para comprender esto es el lugar institucional, político o en la industria que ocupa el crítico, periodista o intelectual al momento de la argumentación. Este es uno de factores que comprende el proceso de repliegue de la crítica (uno crucial). Un ejemplo claro de esto es el débil análisis de los medios en la época de la dictadura del ’76 o el casi nulo análisis por parte de los noticieros y diarios pertenecientes al Grupo Clarín del caso de los hijos de Herrera de Noble (bien Nico con ejemplos actuales).
Por esto es que resulta necesario recordar la colocación de cada uno en el campo, sus relativas autonomías o sus explicitas dependencias.