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Grüner plantea en su texto dos temas fundamentales. Por un lado se plantea el tema del capitalismo (o mejor dicho sociometabolismo del capital) y por el otro el tema del pensamiento crítico.
En lo que respecta al sociometabolismo del capital, Grüner plantea que va más allá del capitalismo. Para él, este último es simplemente un sistema económico, mientras que el sociometabolismo va más allá. Invade todas las esferas de la sociedad (como se dijo en el teórico, por ejemplo ha llegado hasta los deportes), y de forma globalizada.
Para él, es un sistema totalmente aceitado y automatizado, infrenable, que incluso crea sus propios sujetos. Estos sujetos son incapaces de plantearse los problemas de este sistema. Es por esto que el autor tiene temor por la desaparición de lo político (el marco de las ideas) por la política (el marco de lo económico).
Es aquí donde Grüner se plantea el tema del pensamiento crítico. Al invadir el sociometabolismo todas las esferas de la sociedad: ¿Se puede pensar algo distinto? Parece imposible. Es que el sociometabolismo es capaz de digerir, neutralizar e incluso hacer jugar a su favor cualquier idea diferente. Tal es el caso de grupos emergentes como los homosexuales, la lucha feminista. Grupos que han alcanzado cierto grado de visibilidad, pero que no han arrimado a hacer ‘’la revolución’’ tal y como se la espera. El problema es que el pensamiento crítico y diferente es esencial para poder salir del sociometabolismo, que según el autor, está llevando al apocalipsis al planeta y no hay otra salida.
Incluso aquellas personas que manejan los hilos del sociometabolismo parecen estar encerrados. Algunos, cínicamente, parecen no tener interés en solucionar esta etapa crítica del capital. El autor plantea que prefieren el suicidio antes que intentar salvar esta etapa del capital (que obviamente tendría un costo económico para ello). De todas formas aclara, que aunque estos pretendiesen salvarlo, ya es demasiado tarde, son totalmente incapaces. Esto acentúa el grado de gravedad del asunto.
Distintos puntos marcan una etapa crítica del capital. En primer lugar, la parte ecológica. Es que el capital nunca tuvo en cuenta la posibilidad de que sus recursos (parte fundamental de su sistema) no eran inagotables. Aquellos bienes llamados “renovables” (esencialmente el agua), parecen haber sido sobreexplotados de tal manera que han dejado de serlo. Es que el horizonte que antes parecía desplazarse, hoy se ha detenido, dice el autor.
Esto es planteado como un proceso de auto-colonización. Es que el colonialismo, el imperialismo, fueron etapas de expansión del capital, pero ese proceso ya está completo. Hoy por hoy, es imposible llegar a la luna o a Marte, por lo que lo que para sostener el capital, se debe realizar una explotación ecológica no sustentable. Esto lleva a la ‘’guerra infinita”.
Por otro lado, sucesos como el crecimiento demográfico, la inmigración ilegal, la gran urbanización, así como la violencia, las drogas, la desigualdad (estos últimos van todos de la mano), son también resultado del capital. Aquí plantea un punto muy interesante que es el de la guerra de las religiones.
El inicio del período del capital, nace con un proceso de secularización en el que el capital se vuelve fundamentalista. Como ya se dijo, todas las ideas que hay, son inevitables, están totalmente impuestas por este sistema aceitado del capital.
Este fundamentalismo, es comparable con los fundamentalismos religiosos de medio oriente. Para Grüner, los fundamentalismos crecientes son la respuesta al espacio vacía que ha dejado la no revolución, y a su vez, el retorno de lo reprimido, una respuesta a la secularización. Hecha esta analogía (el capital como una religión fundamentalista), el autor plantea el tema de la guerra infinita. Una guerra de religiones (que otros prefieren llamar contra el terrorismo), que a su vez es la guerra que financia al capital (ya que el capital solo puede sobrevivir de su auto-colonización).
Esta guerra, se lleva a cabo en la parte física, de forma necesaria para la financiación del capital, pero también de forma psicológica y social. Es que además de ser en contra del terrorismo, es en nombre de la democracia. Democracia que Grüner cree deslegitimada, trayendo a cuento el “que se vayan todos” del 2001 argentino.
En este mismo punto el autor habla de un terror como un componente estructural del sociometabolismo, tanto el terror en el sentido de las guerras como el terror natural, por el aspecto ecológico.
Es por todos estos puntos mencionados, que el autor plantea la necesidad de reemplazar al capital (no al capitalismo, este es solo su sistema económico. Incluso menciona sucesos como la Revolución Rusa, en la que si bien no había capitalismo si funcionaba el capital), por otro lazo social. Pretende desatar el nudo que el lazo social del capital generó (y aclara que son nudos que por este mecanismo aceitado son realmente difíciles de desatar) para generar nuevos lazos, más favorables para la vida del planeta y menos injustos.
No cree realmente que el pensamiento crítico sea suficiente para ello. Cree que son los obreros (que hoy por hoy se encuentran muy ocupados tratando de sobrevivir) los que llevaran a cabo una revolución, no como Marx la pensaba (esta fracasó después de la segunda guerra mundial: la URSS que intentó realizarla en 1917, terminó en una tiranía al mando de Stalin. En occidente tuvo una gran reacción en contra de la misma), pero si un cambio de lazo social. Para esto, habla de la necesidad de generar un lenguaje ajeno al del capital. Sin esto, toda idea quedaría encerrada nuevamente en el lazo social ya existente.
El hecho de saber que estamos ante el fin, parecer ser un punto determinante para el pensamiento crítico. Así como el capital no encuentra salida para su etapa final, los pensadores críticos no saben qué pensar. “Cuando el mundo no sabe qué hacer, los pensadores no saben qué pensar”, dice.
Grüner va a plantear su oposición con Heidegger (incluso llega a acusarlo de nazi) como algo fundamental en su texto. Considera que este autor es el culpable del estancamiento del pensamiento crítico. Fue el encargado de hacer del pensamiento algo estético, quitándole real valor.
Para él, hay dos formas de seguir a Heidegger. Desde el nazismo o negando el nazismo. Aquellos que lo siguen desde el nazismo, seguirán lo político (es decir con el pensamiento). Aquellos que nieguen la parte nazista de Heidegger, estarán nada más aceptando la política (recordar que este es uno de los puntos más importantes del asunto, la pérdida de pensamiento). Menciona a los pos estructuralistas y pos marxistas como excepciones, quienes a través de una ‘’desnazificación” forzada pueden encontrar lo político en Heidegger.
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