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Historia Social General I | Nolte "La guerra civil europea (1917-1945) Nacionalismo y bolchevismo" |
Cátedra: Lettieri |
2° Cuat. de 2011 |
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Introducción
El filósofo e historiador alemán hace un enfoque en la relación entre el
comunismo y el nacionalsocialismo desde la Revolución Rusa en 1917 hasta el
final de la segunda guerra mundial en 1945 con la caída del Nacionalsocialismo.
Esta guerra civil europea, cuenta en sus inicios con la insurrección de la clase
obrera en Rusia en 1917, provocando el primer régimen unipartidista en Europa.
Ya en 1922, Italia, de la mano de Benito Mussolini, a través del fascismo, se
sumaría a este tipo de régimen. Ambos se habían apoderado de sus respectivos
estados y contaban con simpatizantes y partidarios en muchos países. El
nacionalsocialismo haría lo propio en 1933.
Con Estados Unidos sin entrar en esta nueva era europea de guerras civiles,
hasta ese momento, Europa se encaminaba a un nuevo período donde el bolchevismo
por un lado, y el fascismo y nacionalsocialismo por el otro iban a confrontar.
Sin embargo para Nolte, y a pesar de que para el fascismo-nacionalsocialismo su
objetivo era eliminar al bolchevismo y viceversa, estos dos períodos
revolucionarios y totalitarios iban a tener varias aristas en común.
Nolte plantea la discusión sobre cuál fue el lugar que ocupó el
nacionalsocialismo dentro de la esfera ideológica ¿Era de origen capitalista o
comunista? ¿Era una revolución o una contrarrevolución? ¿Liberó o reprimió? De
la mano de Adolf Hitler, Alemania buscaba encontrarle una salida a su dura
experiencia que dejó al país en devastadoras condiciones luego de la primera
guerra mundial. Hitler buscaba con el nacionalsocialismo intentar volver a poner
al país teutón en la cima del mundo, al igual que en el primer conflicto bélico
a escala internacional en 1914.
Tanto el comunismo como el nacionalsocialismo-fascismo parten de estructuras
totalitarias cuyos objetivos poco distaban entre sí a pesar de considerarse
acérrimos rivales. Este objetivo era claro: escapar a los sistemas de
democracias parlamentarias de Occidente en los que las crisis financieras, las
desigualdades de clases, las pérdidas económicas post primera guerra de los
perdedores o la desigualdad de repartos del botín en los ganadores generaba
estos nuevos movimientos de masas totalitarios e insatisfacción ante el sistema.
Nolte realiza una crítica a la historiografía de los totalitarismos al afirmar
que “la historiografía ha elegido uno de los fenómenos como objeto, más no la
relación interna y exterior entre ambos”. Para el historiador y filósofo alemán
para el nacionalsocialismo “el bolchevismo fue motivo de temor y modelo a seguir
al mismo tiempo”.
Epílogo
Nolte realiza el epilogo a modo de conclusión de su trabajo. En primer lugar
plantea que las doctrinas más importantes del bolchevismo de la Revolución Rusa
estuvieron innegablemente equivocadas. Por otro lado destaca que la sociedad
occidental se proletarizó y se ha vuelto clasemediera.
Destaca una semejanza entre la Alemania nacionalsocialista (antes y después de
la primera Guerra Mundial) con el sistema pluralista de la democracias
occidentales de la Unión Soviética. Sin embargo, la ideología nacionalsocialista
negaba que “el dominio mundial del hombre germánico o ario al que se aspiraba no
era más que la fijación duradera de la supremacía europea en el mundo, la cual
estaba en proceso de disolución por si sola…”, tendencia que había sido adoptada
por el comunismo. Además, a pesar de que el nacionalsocialismo se creía como una
doctrina para salvar al mundo, terminó atacando al pacifismo al que él oponía el
enaltecimiento de la guerra como tal.
El autor plantea que hubiera sido posible que se diera la revolución mundial
proletaria entre 1918 y 1919, pero que fracasó en Alemania debido a la tradición
de los socialdemócratas y a la oposición violenta de los cuerpos de voluntarios.
Había en ese entonces una burguesía mundial, conformada no solo por capitalistas
e industriales, sino también por quienes se sintieran amenazados por quien
intentaba destruirla. En Estados Unidos, las clases medias eran idénticas a la
nación, es decir, que todo aquel que quisiera formar parte de ella, en algún
momento podría lograrlo; en Inglaterra y Francia no eran tan fuertes pero sus
naciones habían ganado la guerra. Muy diferente era la situación en Alemania e
Italia las cuales se encontraron inmersas en un gobierno absoluto.
Con la toma de poder de Hitler y el establecimiento del régimen unipartidista
demostró que Lenin estaba equivocado al creer cerca la época para lograr la
revolución mundial del proletariado. El mundo había entrado en una “época del
fascismo”
Tanto el fascismo como el bolchevismo contaban con profundas raíces en una
sociedad desarrollada en Europa a la que puede denominarse “sociedad de las
diferencias productivas”: diferencias de clases, estatales, religiosas,
regionales y partidistas; que no son aisladas unas de otras, sino que mutuamente
son capaces de transformarse e impulsarse hacia adelante. “Los inicios de la
Ilustración se dieron al comparar entre sí los dogmas irreconciliables de las
religiones, y por la contradicción existente entre estos y la luchas de
exterminio religiosas”. Equivalió a la transformación de los partidos religiosos
en partidos políticos. Surgió así una extrema izquierda a mediados del siglo
XVIII cuyo exponente más reconocido es Rousseau; una extrema derecha compuesta
por defensores del ancien régime quienes incorporaron un amplio manejo de los
nuevos medios de comunicación (diarios y revistas); y un partido del centro
(remitía a Voltaire) que promovía una civilización secular.
Más adelante en el texto, habla de cómo Himmler adoptó el “quién a quién” de
Lenin, concibiendo al bolchevismo como el establecimiento de una autoridad nueva
y mucho más fuerte. Afirmó también “Teníamos el derecho moral y el deber ante
nuestro pueblo de matar al pueblo que nos quería matar a nosotros” como
justificación del exterminio de judíos. Hitler y Himmler llevaron el concepto de
exterminio original de los bolcheviques a una nueva dimensión, superando con la
enormidad de sus actos a éstos, sustituyendo el punto de partida social con uno
de carácter biológico. Los prototipos de ideales definen al régimen bolchevique
como una dictadura subdesarrollada, y los regímenes fascistas como dictaduras
nacionales.
A modo de ejemplo, trata de mostrar por qué no existe un claro nexo causal entre
el archipiélago de Gulag y Auschzwitz, o que en última instancia solo existe un
nexo causal en que solo puede explicarse por motivos políticos.
“En resumen, [finaliza Nolte] el mundo debe alejarse cada vez mas de la ‘época
del fascismo’, la época de los enfrentamientos más duros que estallaron primero
en la guerra civil europea y más tarde en la segunda Guerra Mundial.”