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Historia Social Contemporánea Resumen de Textos: Bouzas de Brunetto, Altrichter, Vázquez de Prada Cátedra: Rofe 2° Cuat. de 2010 Altillo.com

Texto Bouzas de Brunetto – Consecuencias de la guerra

 

Total de muertos durante la primera guerra mundial: entre 9 y 13 millones

Las generaciones jóvenes fueron las más perjudicadas, y ello provocó una considerable merma de hombres aptos para el trabajo, sobre todo de aquellos que estaban al comienzo de sus carreras.

Las generaciones maduras se mantuvieron al frente de las actividades fundamentales, con puntos de vistas conservadores, incapaces de entender los cambios que la guerra había provocado.

El papel de la mujer es fundamental. Luego de haber sustituido al hombre en numerosas actividades, estaba más cerca de obtener su libertad de acción dentro de la sociedad.

Los ejércitos, al retirarse, destruían todo lo que representaba algún valor económico, por lo que las tierras quedaban totalmente arrasadas.

Gran Bretaña no vio su territorio ocupado, tuvo pérdidas considerables en el mar; una gran parte de su flota fue hundida durante la guerra submarina.

Alemania no tuvo pérdidas importantes, salvo las que correspondían a los territorios perdidos como consecuencia de los tratados de paz.

Agotados sus recursos económicos, Europa se encontraba imposibilitada para recuperarse sin ayuda exterior. Le faltaban hombres, materias primas, productos alimenticios. Estaba obligada a comprar fuera del continente y a solicitar créditos, pues sus posibilidades de pago, luego del enorme esfuerzo financiero requerido por la guerra, eran casi nulas.

 

El endeudamiento de Europa

Europa había aumentado sus compras a los países americanos hasta 7 veces más que antes de la guerra. Gran Bretaña debió recurrir a los préstamos de los banqueros norteamericanos, Francia a los de Londres y New York. La inflación, a la que habían recurrido todos los beligerantes, frenó las posibilidades de importación, pues los costos eran demasiado altos para los países europeos.  Pero a su vez la banca de los países neutrales, especialmente la de EEUU antes de entrar en la guerra y aún después, otorgó créditos considerables, interesada en invertir sus capitales y en reactivar la industria de su país mediante la exportación.

Europa se abastecía gracias a la industria de los países nuevos y a la banca norteamericana. Su balanza de pagos era cada vez más desfavorable, y las monedas europeas se cotizaban a precios cada vez más bajos.

En Alemania, los conflictos políticos y la institución de un impuesto sobre el capital hicieron que los inversores enviaran sus capitales al exterior, provocando la caída estrepitosa del marco.

Inglaterra utilizó el método del impuesto y la ampliación del crédito más bien que el de la emisión de billetes.

Como siempre, la inflación produjo un enorme daño en ciertos sectores de la población. Pero estimuló el comercio interior, favoreciendo a los comerciantes e industriales que poseían mercaderías, y sobre todo a los que se dedicaban a negociar con el exterior.

 

La situación social

Los que se beneficiaron con la guerra fueron algunos sectores de la burguesía intermediaria; los que habían estado vinculados con la industria de guerra o con los abastecimientos obtuvieron pingues ganancias.

Los funcionarios, los pequeños rentistas, los pensionistas, etc., sintieron mucho más gravemente el peso de la inflación. En cambio los campesinos lograron algunas ganancias con la venta clandestina de productos alimenticios. La población de las ciudades fue la que sintió más duramente.

Los rasgos de la sociedad europea variaron bastante luego de la guerra, sobre todo en los países más atrasados. El campesinado tuvo ocasión de confraternizar con los obreros, más instruidos políticamente y mejor organizados.

En varias regiones de Europa Central y Oriental, la presión de campesinado descontento y atraído por el ejemplo bolchevique exigía que se llevara a cabo la reforma agraria.  Los gobiernos de los Estados llegaron al convencimiento de que era mejor dar tierras al campesinado que arriesgarse a que cundiera el ejemplo soviético y estallaran movimientos revolucionarios.

 

Los cambios políticos

Desde el punto de vista político, las formas de gobierno que se consolidaron y expandieron por el resto del mundo fueron las de las potencias vencedoras. Las dictaduras de guerras dejaron lugar rápidamente a los sistemas parlamentarios.

Se estableció la censura de prensa, desaparecieron las libertades individuales y el Estado aumentó su poder debido a la necesidad de organizar la nación para la guerra.

Las formas políticas del liberalismo deberán enfrentar, en otro sentido, nuevos problemas derivados del triunfo de la revolución rusa. Para muchos sectores de la opinión europea, la consolidación del régimen soviético y sus primeros logros significan la realización de ideal socialista.

En Alemania, los soldados formaron comités siguiendo el ejemplo de los soviets rusos. Surgieron intentos revolucionarios en Berlín, Baviera y el Ruhr. La expansión de las ideas de la III Internacional pareció transformar a Alemania en un régimen comunista. Fue entonces cuando el gobierno, haciendo actuar al ejército, inició una tremenda represión, eliminando a los principales dirigentes revolucionarios.

Al acercarse el gobierno alemán cada vez más al ejército, renació en el país la corriente militarista. El sentimiento nacionalista se transformó en verdadero rencor. El clima político alemán pronunciaba las ideas hitlerianas.

 

Predominio de EEUU y Japón

Desde el punto de vista internacional, las consecuencias de la guerra señalan el fin del predominio europeo. Pasan a primer plano en la economía mundial EEUU y Japón.

El movimiento de las nacionalidades en Europa es seguido por movimientos reivindicatorios de las naciones sometidas por los europeos en otros continentes, sobre todo en Asia. Se anuncia el comienzo de la lucha anticolonialista.

EEUU ha aumentado sensiblemente su poder económico y financiero. Se transforma en el gran acreedor del mundo. Sus capitales son exportados a Europa, a América Latina y a China.

Japón: la guerra le d la ocasión de vender sus productos a China, Indochina y la India; llega a exportar a América Latina y Rusia. La expansión de la economía japonesa está condicionada por la duración de la guerra. Una vez que los países europeos estén capacitados para producir, Japón puede perder los mercados recientemente conquistados.

 

Los cambios en la cultura europea

Desde el punto de vista cultural, la guerra ha acelerado una serie de cambios. En la ciencia, la búsqueda de innovaciones técnicas que aseguren el triunfo de la guerra lleva a progresos importantes: la navegación submarina, aplicación de la química a la fabricación de gases de combate, intervención de nuevas armas como el carro de asalto. La cirugía evolucionará notablemente gracias al empleo de nuevos sistemas de anestesia.

En las artes, todas las reglas fijas, los criterios racionalistas y conformistas dejan de tener vigencia. La guerra ha demostrado que el hombre no es esencialmente racional, que hay aspectos de la psicología humana que aún no se han estudiado suficientemente y que son imprevisibles para la ciencia de la época.

La importancia de la investigación psicológica se hace evidente en el auge de la novela.

La escuela de Freud inicia el método psicoanalista que trata de penetrar en las motivaciones psicológicas de la conducta humana.

 

 

 

 

Texto Altrichter – De la república de Weimar al Tercer Reich

 

En 1918, Alemania estaba sumida en una profunda crisis interna después de haber salido derrotada de la Primera Guerra Mundial. Se proclamó la República y se nombró a una asamblea constituyente para fijas las bases del nuevo régimen político. En 1919 se discutió y aprobó la nueva constitución. Acababa de nacer una república democrática y parlamentaria, que se bautizó con el nombre de República de Weimar.

La extrema izquierda estaba decidida a hacer la revolución social. la extrema derecha culpaba al gobierno de la derrota militar y de la firma del tratado de paz de Versalles.

Las condiciones de paz eran muy duras para Alemania: perdió su imperio colonial, la séptima parte de su superficie y la décima parte de su población; fue declarado el único país culpable de la guerra y por ello le exigieron el pago de todos los gastos originados por la misma.

La República de Weimar desapareció en 1933, cuando los nacional-socialistas alcanzaron el poder e ilegalizaron en pocos meses el resto de las fuerzas políticas.

Los nazis proclamaron la implantación de un nuevo Estado, con un único partido y un único líder (Hitler), provisto de una capacidad de decisión absoluta.

Según el proyecto anunciado por Hitler, Alemania tenía que destruir el bolchevismo y crear en el Este de Europa un inmenso imperio, un espacio vital, para la expansión de la raza aria. Hitler inició una nueva guerra que provocó más de 50 millones de muertos en todo el mundo. La II Guerra Mundial dejó tras de sí una Europa devastada. Alemania pagó su derrota con la cuarta parte de su territorio y durante decenios quedó dividida en dos estados

 

El 9 de noviembre de 1918

El ejército había dejado de estar bajo la autoridad del káiser y apoyaba la revuelta dirigida contra Guillermo II.

Ese día, los sindicatos habían convocado una huelga general en Berlín.  Mientras el gobierno esperaba impacientemente nuevas instrucciones y, cuando a última hora de la mañana estimo que la situación era desesperada, anunció la destitución del káiser. Acto seguido invistió al líder del gran partido de la oposición parlamentaria como jefe de gobierno y canciller de Reich (Ebert).

Precisamente una república roja y socialista erigida sobre la dictadura de una minoría era lo que los socialdemócratas querían evitar. Ebert prometió convocar lo antes posible a elecciones generales democráticas con objeto de formar una Asamblea Nacional constituyente para que el pueblo mismo decidiera su destino futuro. El 10 de noviembre, el gobierno provisional llegaba a un acuerdo con la cúpula militar: a cambio de la lealtad del ejército el gobierno prometía restablecer la disciplina y contener las pretensiones de la izquierda socialista.

La socialdemocracia no quería una dictadura minoritaria al modo de la Rusia soviética, ni tampoco un sistema de consejos, sino una democracia parlamentaria. Éstos consiguieron tan solo el 38% de los votos en las elecciones de enero.

Al estar la izquierda en minoría, los partidos burgueses levaron la iniciativa en el debate constitucional. En principio, el parlamento se convirtió en la representación de la soberanía nacional. Pero a petición de la derecha más conservadora se ideó un contrapeso en el presidente de la República. Directamente elegido por el pueblo, tenía poderes muy amplios: nombraba y destituía al gobierno, podía disolver el Reichstag y convocar nuevas elecciones. En caso de necesidad, podía oponerse al parlamento a través de los decretos-ley.

La toma de conciencia de las condiciones de paz de Versalles hizo aumentar su predicamento. Ni la caída del káiser ni la adopción de una democracia parlamentaria facilitaron una aplicación indulgente del tratado de Versalles.

Como tanto la extrema derecha como la izquierda mostraban su rechazo a la República de Weimar, al régimen tan solo le quedaba el apoyo de los partidos de centro (socialdemócratas, liberales, católicos de centro). Además, ningún partido tenía excesivo interés en formar parte del gobierno, preferían la oposición.

 

El 30 de enero de 1933

En la mañana de ese día, el mariscal general de campo von Hindenburg, Presidente de la República desde la muerte de Ebert en 1925, nombró canciller al líder de la extrema derecha. De este modo Adolf Hitler se convirtió en el jefe del gobierno.

Dados los compromisos de pago subsistentes en Alemania, parecía absolutamente imposible enderezar la economía nacional. La crisis económica, aparentemente irresoluble, y la profunda exasperación hacia los partidos crearon las condiciones previas para el fulgurante ascenso de los nacional-socialistas.

En muy poco tiempo los nazis pasaron a ser un grupúsculo de la extrema derecha a un movimiento de masas. Los nacional-socialistas se presentaban a sí mismos como un partido joven, además de una formación política completamente distinta y exenta de todo desgaste. Mantenían que nacional y socialista eran términos complementarios y su mensaje tenía un contenido interclasista. Su programa prometía todo a todos: defendían la eliminación del sistema de partidos; abogaban por la abolición de clases sociales; prometían convertir la sociedad alemana en una única y enorme comunidad popular.

El 30 de enero de 1933 supone no sólo un punto final de la República de Weimar, sino también el comienzo del Estado autoritario, del llamado Tercer Reich, del inicio de la dictadura nacionalsocialista encarnada por el Fulhrer.

Pero las elecciones al Parlamento no le proporcionaron la esperada mayoría, solo obtuvieron el 43,9% de los votos. A pesar de eso, Hitler solicitó en marzo al recién elegido Reichstag la aprobación de una ley especial. Una mayoría de dos tercios del parlamento le concedió la facultad de gobernar por decreto durante 4 años. A partir de aquí se sucedieron una serie de decretos que no hacían sino reforzar los poderes de Hitler: en el verano de 1933 quedó abolido el Estado de partidos. También fue proscrito para siempre el movimiento sindical autónomo e independiente.

Cuando en agosto de 1934 el presidente del Reich von Hindenburg murió, Hitler reclamó para sí ese cargo e hizo que el ejército le jurara fidelidad.

 

El 1 de septiembre de 1939

En la madrugada de ese día tropas alemanas atravesaron la frontera polaca en un frente amplio. Los temores más graves se vieron confirmados dos días después cuando Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemani. Había comenzado la Segunda Guerra Mundial.

Hitler, desde el principio, pretendía algo más que la revisión del tratado de Versalles, conseguida ya en 1938.

El pensamiento político de Hitler estaba basad en el convencimiento de que los acontecimiento mundiales estaban determinados por la lucha entre los pueblos y las razas por la vida y el espacio vital; a este respecto, creía en la superioridad del pueblo germano-alemán y de la raza aria. Veía en el judaísmo el principal enemigo del pueblo y de la raza aria, y consideraba a los judíos los autores del marxismo y del bolchevismo. De la concepción racista del espacio vital dedujo su programa de política exterior, que pasaba por el exterminio de los judíos y la aniquilación de la Unión Soviética.

A cambio del imperio colonial británico, Hitler esperaba obtener el apoyo inglés (e italiano) para entrar en guerra con Francia; con las espaldas cubiertas y el reconocimiento de Alemania como gran potencia europea, sería fácil recuperar las fronteras de 1914. A partir de ese momento Hitler podría hacer públicos sus verdaderos planes: la conquista del espacio vital en Europa del Este.

En 4 años, la economía y el ejército tenían que estar dispuestos para la guerra. Ese era el objetivo secreto al que apuntaba el plan cuatrienal presentado en el verano de 1936.

A pesar de que Inglaterra no había aceptado el papel de sub-aliado previsto para ella, Hitler dio comienzo las hostilidades el 1 de septiembre de 1939. Como contrapartida, emprendió la lucha con los frentes invertido. Es decir, como aliado de Stalin, con el que firmó un pacto de no-agresión en 1939 y, más tarde, un tratado fronterizo y de amistad con la URSS. Para Hitler era evidente que esta cooperación germano-soviética sólo podía ser de naturaleza transitoria, con objeto de ganar el tiempo suficiente para preparar la ofensiva contra la Unión Soviética.

 

 

 

Texto Vazquez de Prada – el periodo entre las dos guerras.

 

Etapa de reconstrucción y prosperidad

 

La reconversión y sus problemas

Europa salió enormemente debilitada de la guerra, en cambio, los países extraeuropeos, especialmente EEUU y Japón, aprovecharon la guerra para impulsar su desarrollo industrial y arrebatar mercados a las potencias del viejo continente.

al relajarse los controles del Estado sobre determinados servicios públicos y empresas de guerra, se suscitó una intensa corriente de especulación y demanda febril, en tanto que la desmotivación y la adaptación de los efectos militares a sus nuevos puestos de trabajo plantearon graves problemas laborales. La ola inflacionaria, que alcanzó puntos críticos en muchos países, contribuyó a ensombrecer el cuadro. Los gobiernos vieron perturbada su acción por las grandes agitaciones y huelgas, que se propagan también a América del Norte.

Muchas de las dificultades de la posguerra habían sido paliadas de hacer existido una auténtica cooperación internacional, pero los nacionalismos eran muy fuertes todavía para superar rencores y lima asperezas.

 

Las reparaciones y deudas de guerra

Un aspecto del desacuerdo entre las potencias aliadas, y que refleja los propósitos que inspiraban a los vencedores, fue la cuestión de las reparaciones.

Gran Bretaña y Francia habían impuesto a Alemania el pago de importantes cantidades como reparaciones por los daños causados. Keynes, en un folleto famoso, denunció la insensatez de las exigencias de los aliados, muy dañosas para la economía mundial. Los británicos, al surgir la crisis de 1921, llegaron a persuadirse de ello y echaron la culpa a la codicia de Francia.

Las reparaciones cesaron totalmente al sobrevenir la gran crisis mundial en 1931.

 

Las perturbaciones monetarias

Ya durante la guerra, en los países beligerantes, se inició la inflación monetaria, que se avivó en los años de la reconversión.

La circulación de una mayor cantidad de moneda fiduciaria sin un incremento correspondiente en la producción y en el ahorro provocó una devaluación de la moneda y del cambio. A la depreciación exterior de la divisa correspondió un alza de precios en el interior, con graves repercusiones sociales.

Factores que incidieron en la inflación: las circunstancias que obligaron a los gobernantes a satisfacer reivindicaciones sociales y acceder a mejoras en el nivel salarial, más allá de lo que aconsejaban las posibilidades estructurales de la economía nacional; las reparaciones y deudas de guerra, unidas a las discrepancias entre los precios nacional y las cotizaciones de divisas, dieron lugar a compras en que los cambios eran ventajosos y provocaron rápidos flujos de hot Money, que huía del peligro de la depreciación de las áreas de moneda débil a las sólidas; la especulación desatada durante los primeros meses de paz por las necesidades de la reconstrucción de la industria, de los transportes y de los inmuebles estuvo alentada por el oportunismo de créditos bancarios excesivos. El resultado fue que a finales de 1921 la situación monetaria en toda Europa, sobre todo en los vencidos, era gravísima.

La única solución sería la vuelta al patrón-oro, bajo la forma de Gold Exchange Standard, como recomendó la conferencia internacional de Ginebra, en 1922. A ejemplo de Inglaterra, todos los países aceptaron esta realidad y se estableció el mercado libre de oro y relaciones fijas entre las monedas circulantes en cada país y la moneda áurea.

A la estabilización monetaria debía acompañar una devaluación suficiente para neutralizar el alza interior de los precios.

 

Problemas estructurales

El cerrado nacionalismo que al sobrevenir la paz mantuvieron todos los países no favorecía el normal desarrollo de la producción y de los cambios. Cada nación se decidió a restaurar la economía por su cuenta, impuso elevadas tarifas aduaneras y procuró practicar una política de dumping.

 

Evolución de la coyuntura

La euforia de la reconversión acabó bruscamente en la primavera de 1920. Unos meses después se inicia una crisis en los países industriales, caracterizada por una baja de precios, alto porcentaje de paro, numerosas quiebras y conflictos sociales

La crisis de 1920-1921 fue una auténtica crisis de reconversión. Los precios cayeron bruscamente ante la actitud americana de cortar sus préstamos a los países europeos. Imposibilitados estos para pagar sus importaciones, restringieron la demanda y. consiguientemente, los precios se hundieron.

Desde mediados de 1922 comienza la recuperación, pero fue lenta debido al caos monetario que la crisis había desencadenado. En 1925m con la estabilización monetaria, puede darse por concluida la reconstrucción europea, lográndose en caso todos los países los niveles productivos de la preguerra.