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Resumen para el Primer Parcial  |  Sociología del Trabajo (Cátedra: Angélico - 2017)  |  Cs. Sociales  |  UBA

Braverman: Trabajo y capital monopolista

Enfocado en el trabajo dentro de las relaciones laborales capitalistas, en estas se pueden caracterizar dos actores principales: los dueños de los medios de producción y los dueños de la fuerza de trabajo.
Los empleadores, por su parte, son los dueños de los medios de producción (herramientas, maquinarias, campos, entre otros), quién tiene como propósito la contratación de un trabajador cuya única riqueza es su fuerza de trabajo, cabe destacar que la contratación de la misma es por tiempo determinado, es decir, por horas de trabajo. Puede que al efectuarse una determinada producción o labor, el obrero genere más de lo establecido provocando un excedente, a lo cual llamamos plusvalía, la misma, es adquirida por el empleador; años atrás, ésta se utilizaba para generar incentivos a los trabajadores a la hora de la renovación de la contratación de la fuerza de trabajo. Los empleadores es poseedor de una unidad de capital, la cual desea ampliar y para lograrlo utiliza parte de ella en salarios, por lo tanto, “pagan” con las mercancías (la cual tiene valor de uso y valor de cambio) necesarias para la subsistencia del trabajador, lo que implica su costo de vida. [Tener en cuenta que las herramientas, medio ambiente, procesos, etc., con los que un trabajador realiza sus responsabilidades diarias, son pensadas por el empleador a fin de obtener ganancias]
Un punto fundamental a tener en cuenta es, por lo tanto, que la relación capitalista requiere un intercambio de relaciones, es decir, compra y venta de la fuerza de trabajo. Para que el mismo se dé efectivamente hay tres condiciones básicas:
1. Los trabajadores se ven separados de los medios de producción.
2. El trabajador se ve liberado de constreñimientos legales, lo cual impediría disponer de su propia fuerza de trabajo.
3. La contratación del obrero implica la expansión de la unidad de capital.
El trabajador, de esta manera, ejecuta el trabajo de manera consciente y con un propósito, está alienado (controla las tareas de producción), y condicionado a múltiples factores (técnicas, habilidades, historia y costumbres) teniendo en cuenta, además, que su potencia es infinita.


 

Althusser: La práctica de la producción

El texto está enfocado en la práctica de producción, que se puede caracterizar como toda aquella producción o fabricación, en donde la acción o el proceso por el cual la fuerza de trabajo y la inteligencia de un individuo, utilizando diferentes instrumentos de trabajo (herramientas, máquinas) transforman una materia prima en un objeto fabricado artesanal o industrialmente, es decir, que tanto la materia prima, la fuerza de trabajo, los instrumentos de trabajo, entre otros, se combinan para obtener el resultado esperado [proceso de trabajo].
El proceso concreto de trabajo que se lleva a cabo, está regido por leyes abstractas, teniendo en cuenta dos factores fundamentales: factor técnico e histórico y un factor social. Esto implica que ningún proceso de trabajo es posible si no se cumple la condición de esas abstracciones que son de las relaciones técnicas de producción.

De todos modos, este proceso (dominado por las técnicas de producción) continúa siendo abstracto, porque no se trata solamente de explicar el hecho de que la combinación se logra y funciona, además hay que resaltar que el hecho de esta combinación es social, ya que existe una sociedad, en donde los hombres establecen su propia fuerza de trabajo a fin de lograr mediante las diferentes técnicas un trabajo determinado.
En las sociedades de clases, los trabajadores se ven bajo la necesidad de poner en práctica su fuerza de trabajo, con el fin de obtener productos primarios para su subsistencia, de lo contrario, no habría recursos para mantenerse y morirían de hambre. Se ven obligados a ejecutar su fuerza de trabajo (relación de clases), ya que es el único recurso que poseen, en donde los medios de producción pertenecen a la clase social que es quién los explota, esto quiere decir que los obreros se encuentran en un determinado lugar porque la relación de producción los obliga a ello (acá es cuando puede notarse la relación abstracta en cuanto a lo social).
Podemos concluir, por lo tanto, que más allá de la combinación de los elementos concretos del proceso de trabajo, permite el encuentro orgánico de los elementos en el mismo momento y en el mismo lugar, aquí es cuando observamos aquella relación abstracta que nos permite el encuentro de los factores mencionados anteriormente (técnico y social), en donde se crean relaciones sociales que permiten el desarrollo del trabajo en conjunto, además en este ámbito se puede discriminar a las personas en poseedoras y no poseedoras de los medios de producción.
A tener en cuenta: [La división y la organización del trabajo en el proceso de producción, estas son leyes abstractas que gobiernan la forma de producción].
[Los elementos que hacen que la relación perdure, se encuentra en el foco del disciplinamiento de la clase trabajadora, es decir, la forma de organización del proceso de producción: técnica, mano de obra, el tipo de trabajador que se requiere para ejecutar una determinada tarea].
[Poiesis es un término griego que significa creación o producción, derivado de hacer o crear].



Coriat (el taller y el cronómetro) -

La manufactura y el oficio: Con Taylor, el blanco de ataque eran aquellos tiempos muertos, hasta que se consiguen limitarlos. Pero para que este proceso surja de manera óptima hay que recordar el inicio de tal proceso. El obrero de oficio, heredero de los  <secretos> del gremio, sigue siendo la condición ineludible, es decir, la figura necesaria de la manufactura; sobre todo en la industria.
Durante mucho tiempo las manufacturas fueron débiles e inestables, ya que estaban obligadas a desplazarse donde hubiera obreros más hábiles. (Inglaterra poseía obreros hábiles, en América las cosas están mucho peor). En los periodos violentos de crisis (crisis algodonera), lo esencial para los fabricantes es conservar de manera estable el obrero y su oficio.
El oficio como condición de la industria: (1963, plena revolución Industrial) Como consecuencia de la Guerra Civil no llega algodón al Sur de América; las manufacturas obreras que se abastecían de él producen un estancamiento en el desarrollo productivo generando hambre y desestabilidad para los obreros. Estos obreros <de máquina> atacados por la miseria reclaman el derecho a emigrar. Esta petición no logra consolidarse, es así que surge el nacimiento de la industria y como tal, la mano del obrero y su <oficio> son una reserva de la que el capital debe alimentarse, de tal modo que de la misma se pueden obtener amplios sustentos. [Acá se puede ver el ejemplo de la industria algodonera que luego se repite con el de la metalurgia, cuando los primeros procedimientos de carbón suplantan el antiguo horno de leña].
Oficio como obstáculo de acumulación del capital: Estados Unidos estaba caracterizado por la falta de obreros de oficio, aunque hasta 1860 escaseaban los obreros en sí. Es aquí donde nace la dificultad del capital americano para asegurar su desarrollo. De tal modo, la <escasez> y la <indisciplina> son obstáculos fundamentales de desarrollo.
No sólo por su escasez, también permite el dominio de un oficio, es decir, de un saber de fabricación, lo que implica que los secretos que abarcan un oficio constituyan la organización obrera, su capacidad de resistencia y su fuerza. [La organización obrera por excelencia se da en EEUU]. Se crea de esta manera la Federación Americana de Labor (caracterizada por el racismo y discriminación) quién comienza a generar una selectividad (eliminan a los obreros no especializados), funcionando como una subcontratista garantizando la fuerza de trabajo (tiene en cuenta cantidad y cualidad), la contrapartida es que el fabricante respete la “tarifa” sindical. En este entorno la negociación gira en torno al “sello” que se concibe si se respeta la mencionada tarifa, de lo contrario, se rechaza dicha negociación.
La máquina, el niño, el destajista: prácticas pretayloristas de lucha contra el oficio: El capital busca primero una salida en la máquina. El gran principio de la manufactura moderna es reducir, a través de la unión del capital y la ciencia, el trabajo de los obreros al simple ejercicio de la vigilancia y la destreza, facultades que alcanzan la perfección en los niños. De esta manera se reducen los costos de fabricación, ya que el trabajo especializado es más caro, por lo tanto en la fábrica automatizada este trabajo debe ser suprimido por máquinas, generando de esta manera una reducción de costos.
Comienza a aumentar el ritmo de trabajo de manera tal, que la industria sea más productiva, ya que no depende de los esfuerzos musculares. Asimismo se presenta la lucha contra la organización obrera, impidiendo la formación de sindicatos. Y por último la lucha contra la insubordinación y la indisciplina. Este conjunto de factores generaron el código de la disciplina de fábrica.
En síntesis, la máquina posee la virtud económica de hacer el trabajo más productivo, además es un instrumento de regulación y sometimiento de los trabajadores. Por este motivo, es la preferencia de los fabricantes por los niños (consumo productivo de niños, fuerza de trabajo dócil), quienes se complementan con las máquinas para efectuar los trabajos. De esta manera se afirma una nueva economía de energía productiva, de cuerpos trabajando. El niño asegura así la continuidad del flujo industrial entre el ritmo de las estaciones. En la industria naciente, es el elemento de permanencia y garantiza la continuidad.
El sistema de destajo antes de Taylor fue una de las fuerzas más eficientes utilizadas por los fabricantes. Un destajista es subcontratistas de mano de obra, que con las materias primas y las máquinas proporcionadas por los patrones, ejecuta diferentes trabajos, ya sea en el taller o su propio domicilio y puede contar con la ayuda de obreros contratados por el mismo, es decir, organiza su propio trabajo y la manera de llevarlo a cabo.
En resumen, la producción capitalista, sacudida por la crisis, se reproduce por la brutalidad del consumo del trabajo infantil, la violencia de la máquina y el hambre, obligando al obrero o niño a prestar su fuerza de trabajo como único medio de ganancia.
La norma y el cronómetro: Lo que diferencia a Taylor de sus predecesores es el hecho de haber construido al oficio mismo en blanco de ataque, en obstáculo a salvar; buscando el medio de sustituirlo como tal. Taylor, por lo tanto, procede a un cambio, generando la concepción del proceso de trabajo que permitirá el despegue de la producción en masa.
El propósito del <management> (técnica de dirección y gestión de empresas) era acabar con el oficio para, de esta manera, acabar con el control obrero de los tiempos de producción. El análisis de Taylor, se puede distinguir por un lado, que la eficacia del oficio es el conocimiento y el control de los modos operatorios industriales; un <monopolio> fraccionado y serializado entre las diferentes profesiones, donde los patrones están excluidos de él. En segundo lugar, la exclusividad de los modos operatorios (relación de fuerzas y saber).
Taylor sostiene que “quien domina y dicta los modos operatorios se hace también dueño de los tiempos de producción”, es decir, la idea de <liberar al proceso de trabajo del poder>.
Las condiciones de la formación del Taylorismo: el cambio en la composición de la clase obrera americana. En 1815, en Estados Unidos ven como se producen, en oleadas sucesivas, el mayor movimiento migratorio de la historia moderna, organizada para disminuir la falta de mano de obra. Las inmigraciones van a alterar el conjunto de las condiciones de acumulación de capital.
La guerra civil S. XIX, delimita las dos oleadas; la primera de 1815 a 1860, donde cinco millones de personas desembarcan en EEUU (sobre todo Irlandeses y Alemanes). En el origen de esos inmensos desplazamientos de población está la Revolución Industrial (expropiación del pueblo campesino). Durante este periodo la inmigración Irlandesa es la más característica, ya que en veinte años Irlanda pierde 5/16 de su población, este despoblamiento se dirige principalmente a Inglaterra. A partir de este momento se produce una ruta triangular entre Irlanda, Inglaterra y América, donde la trata moderna  y libre de mano de obra acaba de nacer.
Los artesanos y obreros de las ciudades se ven obligados a volver al campo y participar de los trabajos agrícolas para subsistir.
Surge un éxodo masivo hacia los EEUU que traerá la fortuna de Liverpool, escala fundamental de este tráfico.
En América el 10% de los recién llegados podrá establecerse en el campo como granjeros, por su ignorancia en las técnicas agrícolas americanas. Los irlandeses, amontonados en la Costa Este principalmente en Boston y Nueva York, proporcionaron la primera reserva de mano de obra.
De 1880 a 1915 nuevas fuentes de inmigración alteran la composición del mercado de trabajo.
En 1882 el 87% de los nuevos inmigrantes eran de Europa del Noroeste; en 1907, la proporción se invirtió. De un total de inmigrantes nuevos, el 80.7% venían de Europa del Sur y del Este (esto indica la amplitud del cambio). La mayoría de esta nueva población se compone de trabajadores sin ninguna especialización, que no habían tenido contacto con la manufactura ni el trabajo industrial, de tal modo, su integración resulta más difícil, las posibilidades de establecerse en el campo son casi nulas.
En 1910 en vísperas de guerra, la inmigración tiene una reserva de mano de obra del capital americano, fundamental en su futura acumulación.
No se trata de una transferencia de oblación, sino, una inmigración de trabajo que “descarga” al capital de gastos de educación y mantenimiento familiar. Esta vez, los inmigrantes están concentrados en zonas urbanas; los agricultores vinieron antes del cierre de la frontera y que los precios de los terrenos estuvieran agravados por la especulación. Por último, esta población no está distribuida por el conjunto del territorio americano, sino en un espacio restringido. En total, se constituyó un ejército de reserva, que posee características formidables al proyecto industrial.
La clase obrera sale con una estructura completamente singular.  Por un lado surge un número relativamente escaso de obreros de oficio y artesanos, reconstruirán rápidamente sindicatos y  asociaciones de defensa; por otro una masa de expropiados de sus campos, sin especialización ni conocimientos del trabajo industrial y privados de asociaciones de defensa colectiva de su fuerza.
La diferencia entre la composición técnica de las clases obreras y su composición política es donde se puede aceptar la significación del taylorismo como estrategia de dominación sobre el trabajo.
Explotando el saber obrero, el capital efectúa una transferencia de poder en todas las cuestiones, en el desarrollo y marcha de la fabricación. De esta forma, Taylor hace posible la entrada masiva de los trabajadores no especializados a la producción. Con ello el sindicalismo es derrotado en dos frentes; primero por quienes son despedidos de la fábrica que abarca no sólo al obrero de oficio, sino también el obrero sindicado y organizado. La entrada al taller está caracterizada de un trabajador menos “caro” y de un trabajador no organizado, privado de la capacidad para defender el valor de la fuerza de trabajo. La instauración del trabajo parcelado apunta a  acabar con la con la capacidad de resistencia del obrero de oficio y poner en marcha un proceso de trabajo que permita la entrada en el salariado de los trabajadores no especializados, no organizados. [Aquí comienza en el taller la lucha para introducir el cronómetro].
Luego de tal proceso, comenzaron los hechos; la coerción y la violencia física, los patronos movilizan milicias antiobreras y antisindicales, prohibiendo además el derecho de huelga en el contrato.
El pensamiento económico de Taylor: existe una tecnología particular del control del trabajo asalariado, el taylorismo es una estrategia económica de conjunto para el capital americano. [Época de los trusts y monopolios]. Taylor posee ideas claras acerca del crecimiento económico; la primera enfocada reviste la forma de un manifiesto en donde sostiene que la fuente de riqueza no la constituye el dinero, sino el trabajo. La riqueza proviene de dos fuentes: del suelo y de lo que uno encuentra en el suelo y después, del trabajo del hombre.
La teoría principal de Taylor es la del <crecimiento>, en efecto, sólo un aumento de la productividad del trabajo puede favorecer el desarrollo de la acumulación del capital.
La idea de una población y un consumo en masa significa aumento de la productividad, esto genera que de acuerdo con la <ley de los mercados> una vez asegurado el aumento de la misma, garantiza el buen desarrollo de la realización de mercaderías. La aplicación a gran escala del management (técnica de dirección y gestión de empresas) disminuirá los precios de costo proporcionados tales que el mercado interior y exterior se ampliaría. [De esta manera desaparecería la pobreza y la subactividad, pudiendo pagar salarios más elevados y disminuir el número de las horas de trabajo].
Nuevas normas de trabajo: Al invertir el orden del saber y del poder en el taller, el cronómetro libera un nuevo espacio para la acumulación del capital, ligado a través de las nuevas formas de trabajo, del cual dependen dos factores: el trabajo concreto y el trabajo abstracto.
Desde el punto de vista del trabajo concreto la novedad introducida por el management se refiere al control obrero de los modos operatorios sustituido por lo que se llama conjunto de gestos de producción concebido y preparados por la dirección de la empresa y vigilado por la misma.
Se genera un código general y formal del ejercicio del trabajo industrial (procesos crono-analizados), asegurando la integración progresiva de los trabajadores no especializados en los puestos profesionales de oficio, lo que provoca, con la transformación realizada en las condiciones del ejercicio del trabajo, un cambio en la composición de la clase obrera requerida.
En cuanto a lo abstracto, se asegura un formidable incremento de la productividad y la intensidad del trabajo.
Se modifica por lo tanto, los modos de operación y el control de los tiempos de trabajo, de una manera encubierta, permitiendo alargamiento de los procesos de duración del trabajo. Se manifiesta un cambio en las condiciones sociales de la extracción del plustrabajo.
A medida que se inauguraba el nuevo modo de consumo productivo de la fuerza de trabajo obrera, las nuevas normas de trabajo deben atribuirse a un aumento formidable de la tasa de explotación. Al organizar el taller y el trabajo sobre una nueva base científica, el cronómetro asegura un cambio de régimen a la acumulación del capital.
La cadena: El nacimiento de la cadena está caracterizado por la violencia calculada, sistemáticamente aplicada contra el trabajo de los hombres.
Las virtudes de la guerra: (la cadena vista desde Francia). Las fábricas automovilísticas de América (Renault), donde comienza a implementarse el control sobre el trabajo obrero. La guerra permitió llevar a cabo una racionalización a marchas forzadas. Desde el punto de vista de los fabricantes, la guerra había tenido virtud de asegurar un mercado continuo para unos productos fabricados en serie.
Transportadores de cadena, transportadores de cinta y línea de montaje: En las  fábricas de Renault, la lección americana está centrada a la nueva fábrica: el transportador de la cinta, el cual, se presenta en dos posibilidades a utilizar; la primera consiste en asegurar la circulación de un conjunto de piezas ante los obreros quietos en sus puestos de trabajo (      que pase de una pieza a otra), la segunda ventaja, resulta de la economía de mano de obra de manutención y regulación autoritaria de la cadencia del trabajo.
Se genera de esta manera un progreso, ya que Ford aplica cada una de estas técnicas donde la iniciativa obrera está reducida al máximo (refleja el surgimiento del montaje 1918).
Se puede observar el perfeccionamiento que surge a la par de estos nuevos métodos, pero añadiendo un detalle técnico  donde la cadencia del trabajo se encuentre regulada mecánicamente, de manera exterior al obrero. Las dificultades que retrasarían la cadena, es el proceso mecanizado. En pocas palabras, es precisa que la producción de piezas fuese estandarizada para hacer posible el montaje en línea a partir de un transportador central de automotor. Del montaje al mecanizado se produce un perfeccionamiento, generando de este modo, la fábrica racionalizada.
Para los trabajadores la línea de montaje significa confusión, fatiga y desorden.
De esta forma reside la eficacia del fordismo, al inaugurar el despotismo tranquilo y absoluto de los tiempos y movimientos; desde el punto de vista económico, contribuye de manera propia y específica a acelerar las mutaciones en curso.
Nuevas normas de productividad y de producción: El fordismo asegura el paso a la producción en serie y abrió con ello un camino para la producción en masa. Asimismo, asegura la parición y el dominio de nuevas formas de productividad y de producción.
Las nuevas normas de productividad, generan progresos que asegura la línea de montaje en lo que concierne a las técnicas de extorción del plustrabajo.
Tales resultados se dan gracias al transportador, ya que aquí nace el principio de su economía, permitiendo suprimir gran parte de mano de obra de mantenimiento; además permite reintegrar al taller parte de ese tiempo suprimido en forma de tiempo de trabajo productivo a una velocidad regulada. El resultado de esto es una prolongación de la duración efectiva de la jornada de trabajo.
La línea de montaje, otro factor positivo, que lleva hasta sus límites la división del trabajo.
Ford desarrolla a Taylor y a diferencia de él, asegura la subdivisión del propio trabajo de ejecución, es decir, la parcelación. En realidad, debe tenerse en cuenta que la reducción del trabajo complejo pudo obtenerse gracias al desarrollo sin precedentes del maquinismo.
El último punto característico era la organización del trabajo en líneas, dando origen a la comodidad, sobreañadiendo la vigilancia.
Los materiales de producción y los modos de control y vigilancia de las formas de trabajo se desarrollan al mismo tiempo y acumulan sus efectos, al igual que se mezclan las ganancias de tiempo que resultan de la intensidad del trabajo y del incremento de la productividad.
Al designar las nuevas formas de productividad se precisan tres caracteres específicos del fordismo relativos a las técnicas de extorción del plustrabajo: la primera es la economía general de la mano de obra de manutención y conversión del tiempo eliminado en tiempo efectivamente productivo; por otro lado se precisa la fijación autoritaria, llevando consigo la socialización del ritmo de trabajo de los hombres sometidos a la velocidad de un mismo transportador; además, el recurso sistemático al maquinismo, que se refiere a la extorción del plusvalor a partir del management.
Estos procesos conducen al establecimiento de un nuevo modo de consumo productivo de la fuerza de trabajo; las normas de productividad poseen características propias que las distinguen de las normas de trabajo, constituyendo un desarrollo.
Nuevas normas de producción: Con la entada de la línea de montaje al taller, no sólo se modifican las relaciones de trabajo. La economía industrial sufre una mutación en su conjunto; se modifican a la vez las escalas de producción de la naturaleza de los productos y las condiciones de la formación de los costos de producción. Los primeros procesos se desprenden del análisis del proceso de trabajo o de fabricación y por lo tanto del valor de uso de las mercancías; los segundos pretenden dar cuenta de un análisis en términos de trabajo abstracto y del valor de cambio.
*Estandarización y transformación de las <normas de escalas>: Desde el punto de vista del valor de uso, se puede decir que la línea de montaje es haber asegurado las condiciones del paso a paso de la producción en serie de mercancías estandarizadas. Por otra parte, la estandarización y la producción en serie son complementarias, expresadas en cuestión de calidad y cantidad.
Para que sea posible el montaje hace falta que los elementos tomados al azar sean idénticos e intercambiable, de ahí surge el aspecto cualitativo. A este proceso en conjunto se lo caracteriza como la <normalización>, es decir, tipos unificados que deben sustituir los elementos dispares creados al azar de las fabricaciones.
La normalización reviste tres aspectos: el primero la especialización de las normas de calidad, segundo la unificación de las dimensiones y las tolerancias a fin de garantizar la intercambiabilidad de las piezas de los productos (constituyendo la condición de la producción en serie) y por último la simplificación de la cantidad por eliminaciones de las variedades inútiles.
Se sustituye en este contexto la técnica del “ajustado” por el montaje, dando lugar a una revolución técnica dentro del taller, de esta manera la fabricación en serie de mercancías estandarizadas, toma impulso y se impone como nueva regla de economía industrial.
*Capital fijo, capital circulante y ciclo del capital productivo: Al mismo tiempo que la línea de montaje permite un incremento del rendimiento del trabajo, también hace posible, a través de una gestión particular del capital circulante, una aceleración del ciclo del capital productivo (siempre debe haber una circulación de manera continua y regulada para que funcione eficientemente).
Los sistemas de transporte son así, los simples soportes de una fluidez ordenada. Las ventajas económicas que de esto resultan son: se reduce al máximo la inmovilización improductiva del capital que se analiza como un costo suplementario de almacenaje, reduce los tiempos muertos de la fabricación y se eliminan las detenciones del proceso que trasformación que podrían resultar de un defecto de ajuste en calidad o cantidad.
Se designan como nueva normas de producción, la producción en serie de mercancías estandarizadas cuyo valor en términos de tiempo de trabajo necesario ha sido rebajado, esto generará una modificación en la composición orgánica del capital.
El salario: se habla de un nuevo uso capitalista del salario; en la concepción tayloriana el salario es un instrumento patronal de estímulo del trabajo. Taylor prioriza el método más sofisticado, el del salario diferencial por piezas, donde el mismo salario base se depende de la mayor o menor cantidad de piezas producidas [se denomina salario justo]. Se garantiza mediante el salario una <garantía> mejor que la que puede ofrecer la adhesión a un sindicato y a sus prácticas de resistencia. Esa es la doble <ventaja> de la empresa capitalista que pretende suplantar mediante el salario: la tarifa y el beneficio de las cajas de socorro y ayuda mutua (medias llevadas a cabo únicamente por sindicatos). El trabajo, de este modo, comienza a relacionarse tanto con la cantidad de trabajo aportado como con la cantidad de trabajo necesario para que el obrero asegure sus gastos de producción. Ese estímulo se convierte en el instrumento de reproducción del trabajo. Resulta, de esta manera, una formidable intensificación del trabajo que se genera producto de la entrada del cronómetro en el taller y lleva a que se creen nuevas modalidades de reconstrucción de la fuerza de trabajo, más adecuadas al nuevo modo de consumo de la fuerza de trabajo (objetivo principal: acumulación del capital).
El método <cinco dólares al día> genera un acuerdo general sobre los salarios (puesta en marcha por Ford) las causas que trajo consigo este nuevo programa de implementación fue la preocupación por asegurar un aprovisionamiento continuo de la fuerza de trabajo, este método además instaura mediante el control del gasto del salario, una influencia en las condiciones de existencia de la población obrera. Pero no todos pueden beneficiarse con el mismo; en primer lugar no afecta a: los obreros que no tengan por lo menos seis meses de antigüedad, a los jóvenes menores de 21 años y a las mujeres. Asimismo exige una moral de limpieza y reserva en el ámbito laboral.
Esta selección y control estricto permiten dar en el seno del taller un salto hacia la <racionalización de los talleres>; se introducen sanciones sobre el salario en caso de ausencia, retraso o falta de cuidado en el trabajo, acompañada de cláusulas de despido. Se promulgan reglamentos internos.
Resumiendo, “los cinco dólares al día” significan el triunfo de la cadena, desde el punto de vista de la repetitividad y de la parcelación del trabajo como las condiciones del mismo.
De esta manera se explica la instauración del salario a jornal (ya no es a destajo), lo que repercute al trabajador en cuanto: el trabajador se ve libre de la preocupación, de esta manera dispone de la fuerza de trabajo para implementarla donde la producción lo requiera, por otra parte el sistema de incentivos genera que los mismos tiempos quedan incorporados al maquinismo y se imponen objetivamente al trabajador.
Los resultados del five dollars day son excelentes, dando lugar al descenso del absentismo, creciendo la intensificación del trabajo en proporciones considerables y pese a las alzas salariales y a la reducción de la jornada de trabajo de 9 a 8 horas el costo de producción por coche baja un 17%; y por último se asegura el aprovisionamiento de una mano de obra seleccionada y dócil.
El fin del equilibrio doméstico: la formación de nuevas normas del consumo obrero. La racionalización actúa en dos direcciones complementarias: por un lado favoreciendo la aparición de grandes concentraciones industriales y urbanas, va a contribuir a distanciar progresivamente al trabajador de las condiciones domésticas; por otro lado a medida que asienta su hegemonía en los sectores de la producción de los bienes de uso necesarios, la racionalización contribuirá a que estos bienes de uso sólo sean disponibles en forma de mercancías, las cuales sólo podrán ser adquiridas desde entonces por medicación de la forma dinero.
En este doble proceso, la ruina del equilibrio doméstico y producción sobre una base capitalista de los bienes de uso necesarios, dará origen a nuevas normas del consumo obrero. Es decir, marca el paso de la dominación de las condiciones propiamente mercantiles sobre las condiciones no propiamente mercantiles de la reconstitución de la fuerza de trabajo. Este proceso, asegura la universalización de la mercancía del intercambio mercantil de los bienes de uso necesario.
Importante: Producción sobre una base capitalista de bienes de uso necesarios, ruina del equilibrio doméstico y ampliación de la esfera del salariado, aparecen así como fenómenos ligados, inherentes y necesarios al funcionamiento del nuevo esquema de acumulación del capital que resulta de las grandes racionalizaciones del proceso de trabajo.

Cortés y Marshall: Estrategias económicas, intervención social del Estado y regulación de la fuerza de trabajo.

El modelo agroexportador (1890-1930): la construcción de la protección social: En esta fecha, el proyecto oligárquico modificó todas las esferas de la sociedad. Los partidos conservadores y radicales, compartieron el modelo de crecimiento basado en las exportaciones agropecuarias.
El crecimiento agropecuario introdujo una primera ola de industrialización; la alta demanda de mano de obra junto a la escasez de mano de obra de fuerza de trabajo llevó a estimular la inmigración. [En este contexto, los obreros industriales eran de mucha importancia].
Con el crecimiento de la clase trabajadora y el desarrollo de las primeras luchas obreras, surgieron los primeros sindicatos (1890). Pese a esto, las condiciones de vida y laborales eran miserables [ambos factores eran reclamados en los sindicatos]. Los sindicatos, aun cuando declaraban su oposición a la intervención estatal de los asuntos de los trabajadores, le exigían que regularan la jornada de trabajo y el nivel de los salarios. En este contexto se daba un alto costo de vida, problemas en la vivienda, las condiciones de trabajo inhumanas, la ausencia de leyes protectoras en el ámbito laboral, entre otros. De este modo, surgían constantes huelgas en el siglo XX.
La primera ley de trabajo, Ley de Descanso Dominical, se aprobó en 1902 y en 1915 se legisló sobre la obligación de los empleadores de compensar a los trabajadores por accidente de trabajo. [Otra de las leyes eran la regulación del trabajo infantil y femenino].
El gobierno avanzó en las áreas de salud, vivienda y educación, impulsando ésta última de manera gratuita y obligatoria; en cuánto a la salud, se renovaron instituciones y se prolongó la asistencia pública, debido al gran aumento de urbanización; por último surgieron diferentes planes para la creación de casas urbanas. El estado, por su parte, organizó y financió los primeros sistemas jubilatorios para los empleados de la administración pública, que más tarde se extendieron a maestros.
A fines del siglo XIX surgieron instituciones protectoras que reclamaban la intervención estatal, éstas eran las mutualidades, creadas por los trabajadores, agrupados por nacionalidad, empresa u oficio, para resolver problemas de salud y otras contingencias (el desarrollo de las mutualidades estaba vinculado con el de los sindicatos).
El principio básico de financiamiento era un sistema de seguro basado en los aportes personales de los trabajadores, aunque pocas veces obtuvieron contribuciones regulares de los empleadores.
Las mutualidades propusieron que la afiliación de los asalariados y los aportes del estado y los empleadores tuvieran carácter obligatorio. En 1938, el presidente Ortiz, aprobó un decreto que definía beneficios y beneficiarios de las mutualidades. Las mutualidades, además, construirían el precedente de lo que luego fueron las obras sociales sindicales.
La elite gobernante de las últimas décadas del siglo XIX se sentía amenazada por el flujo masivo de trabajadores extranjeros con militancia anarquista y socialista. Estas iniciativas surgían para integrar a los trabajadores inmigrantes a las condiciones locales, como el derecho de la educación gratuita, que además mejoró la calidad de la mano de obra para las actividades de expansión.
A lo largo de este periodo, el estado recurrió a la represión directa de las luchas obreras, que fue ejercida tanto por gobiernos conservadores como radicales.
La intervención social del estado, resultó de la conversión de tres factores: primero la escasez de la fuerza de trabajo, segundo las luchas continuas de los sindicatos para obtener sus demandas (la legislación social fue una respuesta a reclamos de los trabajadores), y tercero la ideología modernizante de la elite gobernante de fines del siglo anterior, cuyo énfasis sobre el progreso y la secularización la llevó a implementar la educación gratuita y obligatoria, que llevaba a homogeneizar la fuerza de trabajo.
Interregnum (1930-1943): La crisis de 1930 resquebrajó el modelo de crecimiento económico basado en las exportaciones agropecuarias; en este contexto una alianza conservadora-militar inauguró la etapa de “intervencionismo” económico del estado.
En los primeros años de la década del 30’ el desempleo masivo y el uso de la fuerza para reprimir los conflictos deshabilitaron la posición de los trabajadores, facilitando la implementación de varias medidas gubernamentales que socavaron previas conquistas de las luchas obreras. Ante esta circunstancia, el gobierno restringió la inmigración y discriminó a los extranjeros. La reducción de la inmigración permitió limitar la influencia de las ideas socialistas y al mismo tiempo disminuir el volumen de mano de obra excedente, previniendo conflictos sociales.
En este contexto, la actividad legislativa en asuntos de trabajo, fue intensa.
Desde mediados del siglo 30’ la recuperación de la economía, estimulada por las medidas iniciales de la política de sustitución de importaciones, contribuyó al crecimiento del empleo industrial, fortaleciendo a las organizaciones obreras. El gobierno asumió en forma sistemática la mediación en los conflictos laborales, legitimando, los términos de los convenios colectivos. Se reconoce que el estado debía desempeñar un rol activo en la regulación en la regulación del mercado de trabajo y que la negociación colectiva entre sindicatos y empleadores era un mecanismo legítimo para regular el conflicto sobre los salarios y las condiciones de trabajo. El fin de los años 30’ estuvo caracterizado por un avance en la intervención económica del estado y en la regulación estatal del mercado de trabajo.
Sustitución de las importaciones industriales (1943-1976): la consolidación de la protección social.
En este periodo la industrialización y sus efectos multiplicadores incrementaron los requerimientos de mano de obra y la estrategia económica, basada en el mercado interno, asignó al consumo asalariado un papel significativo.
Esta etapa se diferenció en dos periodos; el primero, desde 1943 hasta 1955, abarca el gobierno peronista, y sus rasgos distintivos fueron la redistribución del ingreso hacia los asalariados y el vínculo paternalista que subordinó a los trabajadores al estado. El segundo transcurre entre el golpe militar de 1955 que destituyó a Perón y el de 1976 que destituyó a Isabel Perón; pese que fue más heterogéneo el anterior, el rasgo en común fue el abandono, a partir de 1955 y hasta 1973, de la política redistributiva, combinado con la reestructuración de la relación sindicato-estado.
Expansión y consolidación de la intervención social protectora (1943-1955): El gobierno de Perón adoptó la estrategia de sustitución de importaciones de bienes manufacturados; la redistribución del ingreso hacía el sector asalariado, convirtiéndolo en un elemento crucial de estrategia que además, resultó favorecida por el impasse impuesto por la Segunda Guerra Mundial. El crecimiento industrial se basó en la producción de bienes de consumo no durables, e incorporó crecientes contingentes de trabajadores.
La clase asalariada industrial se nutrió de inmigrantes internos. La sanción del Estatuto del Perón Rural y la regulación de los contratos de arrendamiento introdujeron la mecanización de la agricultura, generando una gran disponibilidad de fuerza de trabajo de origen rural, que fue absorbida por el sector rural en expansión.
El Peronismo logró desplazar al viejo liderazgo sindical de origen socialista y comunista, constituyéndose, de esta manera, la línea dominante del movimiento sindical. Este proceso culminó con la subordinación de las organizaciones sindicales al estado Peronista, mientras que la actividad sindical era centralizada por la Confederación General de Trabajo (CGT).
La Ley de asociaciones profesionales sancionada en 1945 fue uno de los instrumentos que usó el gobierno para eliminar los sindicatos de la oposición.
La Legislación laboral que estaba en vigencia fue reforzada, al tiempo que se formaron nuevas leyes que contribuyeron a desarrollar la negociación colectiva y la seguridad social. Las actividades de beneficencia dirigidas a las pobres también aumentaron. El gasto público creció en forma significativa, acompañado por el gasto público social, particularmente por la expansión de la salud pública y el gasto en la vivienda.
La regulación estatal modificó las condiciones de trabajo y el sistema de relaciones laborales (1944), se crean los Tribunales de Trabajo, e instauran vacaciones pagas, aguinaldo e indemnización por despido.
El gobierno otorgaba beneficios a los afiliados sindicales en respuesta a las demandas de los trabajadores, con lo cual incentivó a la afiliación del sindicato y su crecimiento; de esta manera los convenios colectivos fueron promovidos. Los acuerdos se generalizaron a todos los trabajadores después de 1953, una vez que había aumentado la afiliación a los sindicatos.
La seguridad social también se desarrolló, estableciendo en 1994 que las firmas privadas debían organizar los servicios de salud para los trabajadores.
La creación del Instituto Nacional de Previsión social (1944) generó un paso significativo hacia la regulación del sistema jubilatorio. El instituto organizó la recolección de contribuciones obligatorias de trabajadores y empleadores y garantizó el pago de transferencias.
La protección del trabajo asalariado no se limitó a las instituciones estatales; en el 1948 se creó la fundación de Eva Perón, institución subsidiada por el estado y financiada con el aporte de los asalariados. La fundación tuvo a su cargo un conjunto de servicios sociales para obreros, empleados y sus familias: provisión de bienes de consumo, turismo, deporte, hospitales y becas.
Aquellos no cubiertos por el sistema de seguridad social, que estaba restringido a los asalariados, tenían derecho a la asistencia estatal.
La política salarial, los subsidios indirectos al consumo de alimentos (el impuesto a la exportación de bienes agropecuarios permitió controlar el precio de los bienes salario, convirtiéndose en un subsidio indirecto al consumo de los sectores urbanos) y el control de alquileres, así como el crecimiento del salario social, desempeñaron un rol crucial en el fortalecimiento del poder adquisitivo y la consolidación del mercado interno. La extensión de la seguridad social permitió reducir la responsabilidad de las familias de los asalariados en el mantenimiento de los trabajadores retirados de la fuerza de trabajo, aumentando la proporción de ingreso disponible destinada al consumo de bienes manufacturados.
En este periodo no se plantearon problemas de escases de mano de obra: las migraciones internas aseguraban la provisión de fuerza de trabajo, la intervención social garantizó las condiciones de la oferta de trabajo calificada apta para los requerimientos del sector industrial.
Decadencia de la protección de trabajo y extensión de la cobertura de seguridad social (1955-1976): En 1950 comenzaba a sentirse el estancamiento de la producción manufacturera, entre otros síntomas de la crisis del modelo de crecimiento basado en la situación fácil de importaciones. En los últimos años del gobierno de Perón con una serie de medidas de política económica se pretendió restaurar el crecimiento y promover incrementos de la producción del trabajo. Pero las medidas de crecimiento de 1950-1955 después de la caída de Perón se convertiría en política económica seguidas por los gobiernos hasta el 73’. A partir del 55’ hasta el 73’ los objetivos de la política económica fueron: primero obtener divisas para importar los bienes intermedios y de capital necesarios para la producción manufacturera; segundo, incentivar la inversión a través de dos vías: una, el estímulo al ahorro interno, que se pensaba que aumentaría al reducirse la participación de los salarios en el ingreso nacional, la otra, la creación de facilidades para la inversión extranjera; y tercero disminuir el gasto público para reducir el déficit fiscal y combatir la inflación. La inversión directa extranjera en el sector manufacturero lideró la reestructuración del proceso de industrialización. Comenzó a darse la sustitución de insumos industriales, bienes de capital y de bienes de consumo durables para el mercado interno, en el que el consumo de los asalariados siguió cumpliendo un rol relevante. En esta segunda etapa de industrialización la implementación de innovaciones tecnológicas y el consiguiente incremento de la productividad de la mano de obra resultaron en una disminución del ritmo de absorción de fuerza de trabajo.
Entre1955 y 1973 los sucesivos gobiernos intentaron debilitar y “desperonizar” a los sindicatos (eran caracterizados como obstáculo que impedía la reducción de la participación de los asalariados). Sin embargo, los sindicatos mantuvieron su poder de movilización y fueron capaces de sostener una lucha continuada de defensa de sus reclamos.
En el periodo comprendido entre 1955 y 1976 la evolución de los tres instrumentos de intervención social del estado no fue uniforme. En primer lugar, la producción colectiva de bienes y servicios mantuvo su participación a largo plazo, sin embargo, ciertas áreas, como el sistema de salud pública, comenzaban la decadencia. En segundo lugar, el carácter protector de la legislación del trabajo sufrió modificaciones, en donde la actividad de los sindicatos fue recortada. Por último, se extendió la cobertura de la seguridad social.
El periodo inmediatamente posterior a la caída de Perón (1955-1958) se caracterizó por los esfuerzos para desmantelar parte de la estructura que se había constituido durante el peronismo. La intervención militar de los sindicatos, la reforma legislativa, resoluciones administrativas, regulación del derecho de huelga en el sector público y la flexibilidad de las horas de trabajo.
El nuevo gobierno constitucional de Frondizzi  impulsó un proyecto de acumulación industrial basado en la sustitución “difícil” de importaciones. Lo cual requería una fuerza de trabajo dispuesta a aceptar las restricciones salariales que exija el modelo. En una primera etapa el gobierno intentó  que los sindicatos moderaran sus demandas salariales de negociación, a cambio de la devolución de atribuciones que habían sido suprimidas por el gobierno militar de la Revolución libertadora, pero fracasó. En consecuencia, en una segunda etapa el gobierno coartó los derechos laborales (interviniendo en la regulación de los conflictos que surgían de la negociación colectiva y limitando el derecho de huelga) y recurrió a la represión directa de los activistas políticos de la oposición. En 1962 el gobierno fue derrocado por un golpe militar que prosiguió con la misma política limitativa de la actividad sindical y con la intervención social.
El gobierno radical del 63’ instituyó el salario mínimo y reestableció la negociación colectiva. Sin embargo, prohibió la actividad política de los sindicatos.
El gobierno militar de la “revolución Argentina” (1966-1973) emprendió un nuevo plan de estabilización y formuló un nuevo programa de crecimiento económico basado en la industria. En el contexto del plan de estabilización se suspendió la negociación colectiva y se reguló el derecho de huelga de manera más estricta. Este proceso fue acompañado de un conjunto de medidas que flexibilizaron el uso de la fuerza de trabajo y aumentaron las atribuciones de los empleados. Se limitaban los derechos de los asalariados adoptando el gobierno medidas protectoras como la extensión de la indemnización por despido a todos los trabajadores, la prohibición del empleo de inmigrantes clandestinos y el fortalecimiento de las atribuciones de la inspección del trabajo. La cobertura del sistema jubilatorio se extendió a todos los asalariados privados y públicos. Surge la consolidación del sistema de obras sociales generando la expansión de la cobertura de salud.
La manipulación de los fondos se convirtió en un medio para cooptar a la dirigencia sindical.
El retorno del peronismo al gobierno luego de las elecciones del 73’trajo aparejada una serie de reformas a la legislación laboral, donde se pretendió expandir el mercado interno a través del incremento de la participación de los salarios en el producto. La medida más relevante fue el Código Nacional del Trabajo fortaleciendo la posición de los trabajadores, incluyendo cambios en la organización de los sindicatos y mayor autonomía financiera y política. El propósito era alcanzar un acuerdo conjunto sobre los salarios y precios para controlar la inflación.
Luego, la negociación colectiva volvió a ser el ámbito en el que se llevó a cabo la determinación del salario. La legislación laboral de este periodo reforzó y extendió la protección y devolvió a los trabajadores su derecho a participar en la determinación de los niveles salariales.
Reestructuración económica y desindustrialización (1976)- el desmantelamiento de la protección: el periodo de 1976-1990 estuvo marcado por efectos del proyecto implementado por el régimen militar, que resulto en desindustrialización, estancamiento, caída de la demanda  de la fuerza de trabajo, un incremento sin precedentes del endeudamiento externo, y un aumento en la desigualdad económica y social. Este periodo se divide en tres etapas: los años del gobierno militar que finaliza 1983, el primer gobierno constitucional 1984-1989 y los comienzos del segundo 1989.
*La ofensiva contra los asalariados (1976-18983): El gobierno militar del “Proceso de Reorganización Militar” se propuso reestructurar la economía y el papel de los sindicatos. Implementó un plan anti-inflacionario con congelamiento de los salarios; la apertura de la economía y la liberalización del mercado financiero fueron medidas que generaron retroceso del producto y del empleo manufacturero.
La regulación del mercado de trabajo se dirigió a garantizar las condiciones que resulten más favorables para dicha acumulación: la reducción de los costos laborales.
De esta manera, los sindicatos eran los responsables de la hiperinflación de 1975 y una serie de distorsiones en el mercado de trabajo: ausentismo, baja productividad, altos costos laborales debido a las contribuciones sobre el salario, etc.
El gobierno sostuvo que si crecía el desempleo podía intensificar el conflicto social, por lo tanto, recomendó evitar despidos masivos y reintrodujo sanciones a los empleadores que contrataran extranjeros sin permiso de trabajo.
Se modificó la ley de trabajo; la negociación colectiva fue reemplazada por un control gubernamental de los salarios, se suprimió el derecho de huelga y varias reformas al código nacional del trabajo otorgaron mayor poder a los empleadores.
Se redefinió la estructura financiera de la seguridad social (hasta ese momento se había basado en contribuciones de trabajadores y empleadores). El gobierno militar desplazó el peso de la financiación a los asalariados. Se aumentaron las contribuciones personales de los asalariados; los aportes de los empleadores fueron eliminados y reemplazados por la extensión del impuesto al valor agregado de bienes salario sin gravámenes (obligación) hasta ese momento. Las obras sociales dejan de estar bajo el control de los sindicatos y la afiliación dejaba de ser obligatoria.
La intervención social debía fomentarse en los pobres, siendo los trabajadores capaces de promover sus necesidades.
Los asalariados debían pagar para acceder a la utilización de algunos servicios de las obras sociales. Este periodo fue testigo de un incremento de la intervención del estado, incluyendo la regulación estatal del mercado de trabajo. De todos modos, el mantenimiento de la infraestructura social constituyó un deterioro acelerado.
Según el gobierno, la redistribución de ingresos hasta el capital y el disciplinamiento del trabajo estimularían al ahorro interno y la inversión. Sin embargo, el periodo finalizó con una fuga de capitales, el incremento a la deuda externa y estancamiento. La adopción de la deuda privada por parte del estado, sumada a la falta de ingresos tributarios, agudizaron la crisis fiscal del estado.
*Impasse en la intervención social del estado (1984-1989): El retorno a la constitucionalidad a fines de 1983 no trajo aparejada la restauración de las pautas de intervención social del estado. El gobierno, en este contexto, privilegió la implementación de los planes de estabilización de corto plazo que entraron en contradicción con las demandas de los trabajadores.
El gobierno radical del 83’ sostenía que una vez alcanzada la estabilidad de los precios, el estancamiento económico podría ser superado a través de la expansión de exportaciones no tradicionales. Comenzó una sucesión de planes estabilizadores que intentaban controlar la inflación y equilibrar la balanza de pagos.
El consumo de los asalariados era considerado como un obstáculo para el crecimiento, ya que generaba desequilibrios en la balanza comercial. Consideraban que los aumentos salariales constituían una de las principales causas de inflación. La caída de la inversión en este periodo, disminuyó los requerimientos en la fuerza de trabajo. Este contexto se caracterizó como una aguda concentración del ingreso, creciente desempleo y extensión de la pobreza.
El programa inicial de intervención social del estado incluía la “democratización” de los sindicatos (se suponía que sería capaz de desplazar la burocracia sindical) y la propuesta de un sistema nacional de salud, fracasando ambas. Los sindicatos se oponen a perder el control de la obra social. Estos procesos se sumaron a los efectos fallidos de la derrota del partido radical, en elecciones parciales del 87’ y el gobierno debió ceder reestableciendo parte de las instituciones del trabajo que habían tenido vigencia diez años atrás, como las negociaciones colectivas de los salarios y la refundación de la comisión del salario mínimo.
La caída del empleo y los salarios contrajo la masa salarial, principal fuente de ingresos del sistema de seguridad social, que también fue afectado. El sistema jubilatorio continuó su deterioro y fue declarado en estado de emergencia por el gobierno.
El déficit fiscal se constituyó en una restricción al gasto público, acentuándose en deterioro en la infraestructura y servicios sociales. De esta manera se implementa el programa de distribución de alimentos destinados a los hogares pobres y además se implementó el seguro de desempleo de alcance limitado.
El partido radical no logró implementar su modelo de intervención social. Como la estrategia económica perseguía la estabilidad de precios, la fijación administrativa de los salarios, que se mantuvo hasta el 88’, se convirtió en el aspecto clave de la regulación estatal del mercado de trabajo.
- ¿Hacia un nuevo modelo de intervención social del estado? 1989: El gobierno justicialista electo en el 89’ puso en marcha una estrategia para redefinir el alcance de la intervención del estado, las políticas propuestas apuntan a desregular los mercados y a reducir la esfera de la actividad estatal en la economía y en las áreas sociales. Se espera que sea posible reiniciar el proceso de crecimiento a partir de la libre operación de las fuerzas del mercado. Se acentuó la reducción del salario y del empleo; en este contexto el poder de los sindicatos decae (el gobierno logró fragmentar el movimiento sindical. De esta manera el gobierno podía llevar a cabo una ofensiva contra los asalariados sin tener la resistencia sindical.
La intervención social del estado acompaña la Ley nacional de empleo que flexibiliza el contrato de trabajo, el decreto que restringe el derecho a huelga, las propuestas de privatización de los sistemas previsionales, elevar la edad de retiro y disminuir el monto de las transferencias para resolver la crisis del sistema de provisión estatal.
A comienzos de los 90 los salarios son bajos y los sindicatos más débiles que en el pasado (1976); se interpreta por lo tanto, que la finalidad de la regulación del mercado de trabajo es garantizar que, en caso de producirse un repunte de la actividad económica, los trabajadores no logren recuperar su capacidad de lucha.
Conclusiones: En los cien años que transcurren de 1890 a 1990, la intervención social del estado, a través de sus tres instrumentos (la prohibición de los bienes y servicios, la seguridad social y la legislación del trabajo) y utilizando reiteradamente la coerción, tuvo un impacto regulatorio sobre el volumen de la oferta de fuerza de trabajo, los salarios y las condiciones de trabajo, así como el disciplinamiento de la mano de obra.
El crecimiento basado en las exportaciones agropecuarias fue seguido por un modelo centrado en la sustitución de importaciones de bienes manufacturados para el mercado interno (agotamiento del modelo en el 50’ y colapso en los 70’. Los intentos para generar nuevos mecanismos de crecimiento auto sostenido fracasaron y generaron un estancamiento.
La escasez de mano de obra que enfrentó el modelo agroexportador, generó que las organizaciones de trabajadores fueran perdiendo su poder de negociación. Con la posterior expulsión de mano de obra, la intervención estatal se desplazó de la protección del trabajo, haciendo hincapié a lo empresarial (favorable para los empleadores).
En medida que el proceso de acumulación enfrentaba la escasez de la fuerza de trabajo, el estado aseguró la provisión de mano de obra estimulando la inmigración (etapa de la intervención social del estado), generando educación obligatoria.
En respuesta a los reclamos de las organizaciones se promulgaron leyes protectoras que limitaban la prerrogativa empresarial.
Durante el gobierno peronista la intervención social del estado promovió el desarrollo de sindicatos y negociación colectiva y extendió la seguridad social. Las transferencias y el consumo colectivo de bienes y servicios aumentaron el ingreso disponible (expansión del consumo interno).
Después de la caída de Perón se excluyeron los sindicatos y surgieron regulaciones represivas.
Desde 1976 el gobierno militar puso en práctica una ofensiva contra los trabajadores, reinstaurando la competencia en el mercado de trabajo. Se focalizaba la intervención social del estado en los indigentes, siendo los asalariados quien debía ocuparse del financiamiento de su propia seguridad social.
La crisis de administración radical (1984-1989) se adoptó una posición neoliberal, llevando a cabo un proceso de desregulación global que incluye una transformación en la regulación social del estado, tendiente a retirar al estado de la provisión de bienes y servicios.


 

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