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Historia Social Moderna y Contemporanea | Resumen de Estados Unidos entre Guerras (1919 - 1941) | Cat: Casuccio | 2° Cuat. de 2008 | Altillo.com |
ESTADOS UNIDOS ENTRE GUERRAS (1919 - 1941)
Auge, Caída y Recuperación económica
La depresión posbélica fue seguida de una fase de prosperidad en la década de
1920, con una sociedad de consumo de masas en pleno crecimiento. Pero a partir
de mediados de 1929, el país se sumió en una crisis económica de una gravedad
devastadora. La producción industrial descendió constantemente a lo largo de
cuatro años y las quiebras y el paro crecieron proporcionalmente derrumbándose
el sistema financiero. Millones de personas pasaron a depender de la caridad
mientras hombres y mujeres morían de hambre en las calles de Nueva York. El
proceso de recuperación iniciado en 1933 fue lento, alargándose hasta el
estallido de la segunda guerra mundial, cuando el país pasó a ser otra vez el
arsenal de la democracia.
La consecuencia de esta amarga experiencia fue el cambio de mentalidad en las
relaciones Estado-Economía. En la década de 1920 parecía que el Estado y sus
mecanismos de control eran superfluos, confiando en el poder de autorregulación
de la economía. Esta fe elemental no pudo sobrevivir a la depresión, como
tampoco sobrevivieron los valores individualistas, la idea de que los hombres
únicamente podían prosperar en virtud de su esfuerzo personal. Tras la depresión
vino la política del New Deal de Roosevelt, en la que no sólo el gobierno
federal intervenía en casi todos los aspectos de la vida americana sino que la
mayor parte de la población esperaba que aquél garantizase su nivel de vida.
Los problemas al final de la guerra
Al término de la primera guerra mundial, los Estados Unidos se habían convertido
en la primera potencia económica y, aunque el país siguió una política
aislacionista no interviniendo activamente en la política europea, era evidente
su influencia en los asuntos económicos de ésta. La economía americana se había
desarrollado rápidamente bajo el estímulo de los altos precios creciendo la
producción en un 37%. Las deudas de guerra con los Estados Unidos se cifraban en
7000 millones de dólares, a los que se añadieron otros 3000 millones destinados
a la reconstrucción de Europa. Esta enorme deuda y el hecho de que la balanza de
pagos fuera favorable a los Estados Unidos, dificultó enormemente el proceso de
recuperación europea.
Por otra parte se inició una época de aislacionismo. Los americanos no deseaban
tener contacto con la política y los problemas europeos. De hecho reaccionaron
violentamente contra aquellos rasgos de la sociedad americana que se
consideraban extranjeros. Esto afectó, entre otros, a los nuevos inmigrantes
procedentes de la Europa meridional y oriental que no daban el aspecto de ser
americanos al ciento por ciento con sus diferentes creencias religiosas,
costumbres y fidelidad hacia el país de origen. Ya estaba en vigor una
legislación restrictiva en materia de inmigración, pero las cuotas impuestas a
los nuevos inmigrantes en 1921 se redujeron en 1924. Como resultado, la
inmigración entre 1920 y 1924 cayó por debajo de la mitad de la que se había
producido entre 1910 y 1914.
Esta política nacionalista se dirigió también contra los políticos radicales y
los militantes sindicalistas. Estos grupos eran básicamente urbanos y formados
en gran parte por inmigrantes que eran, consecuentemente, poco americanos. Las
principales huelgas tuvieron lugar en 1919 y principios de 1920 en las minas de
carbón y en la industria siderúrgica debido a la subida de los precios. Pero la
más grave amenaza contra el orden fue la huelga de la policía de Boston en 1919
y, aunque no hubieron pruebas de motivación política alguna, 19 agentes fueron
cesados por pertenecer a un sindicato. Se solicitó la mediación del gobernador
de Massachusetts, Coolidge, cuya respuesta telegráfica Nadie tiene derecho a ir
a la huelga contra la seguridad pública le valió la fama de ser el hombre que
acabó con la huelga y le aseguró su designación como candidato a la
vicepresidencia. A partir de entonces todas las huelgas y todo aquello que no
encajara con la idea estereotipada del americano cien por cien fueron
consideradas como una amenaza a la Constitución. En nombre de la libertad les
fue negada la protección de la ley a los radicales, desde los marxistas
revolucionarios hasta los reformistas más moderados.
El miedo a los rojos de 1919 fue manifiestamente exagerado. El número total de
afiliados a los partidos comunistas apenas llegaba a los 75.000 de los cuales
había pocos activistas. No había posibilidad alguna de una revuelta
revolucionaria, pero un importante sector de la población sucumbió al rumor y a
la histeria. Cuando el pánico cedió a mediados de 1920, al hacerse evidente el
fracaso del bolchevismo internacional, las secuelas legales permanecieron y los
juicios contra revolucionarios siguieron sin ser imparciales.
La población americana estaba harta de luchas políticas y cuando Warren Harding,
el candidato republicano y un perfecto desconocido fuera de Ohio, propugnó en su
campaña electoral una política de normalidad, lo que América necesita no es
heroísmo sino curar sus heridas, normalismo y no panaceas se ganó al electorado
siendo elegido presidente en las elecciones de 1920. Fiel a sus propósitos fue
el presidente más ineficaz de los tiempos modernos dejando que sus conciudadanos
se dedicaran a la tarea que él consideraba más adecuada: ganar dinero.
El auge económico (1920 - 1929)
Durante la década de 1920 la economía experimentó un desarrollo casi
ininterrumpido, salvando una breve recesión entre 1920 y 1921. Esto fue
consecuencia de unas inversiones masivas basadas en una fuerte demanda de
artículos duraderos como los automóviles y los aparatos eléctricos y en una
expansión acelerada de los sectores de la construcción y servicios. De estas
inversiones una gran parte se dedicaban a la mejora de los procesos de
producción con lo que se consiguió implantar la fabricación en cadena y aumentar
la producción por cápita. El más famoso exponente, aunque no su creador, fue
Ford, quien aplicó las ideas de Taylor en la fabricación de los Ford modelo T .
Pero más revolucionaria fue su decisión de implantar el salario de 5 dólares por
día en una época en la que sus competidores pagaban mucho menos.
La publicidad experimentó una gran difusión debido a la introducción de los
periódicos y a la radio. Los programas comerciales hicieron su aparición en 1919
con el fin de estimular las ventas.
El país gozaba de prosperidad y muchas personas que sólo disponían de medios de
fortuna moderados comenzaron a pensar que cualquiera que tuviera unas dotes y
energía suficientes podía enriquecerse rápidamente. Además se pensaba que la
economía americana era lo suficientemente fuerte como para auto regularse por lo
que el gobierno federal tuvo escasa participación directa en la prosperidad de
aquellos años. Su volumen de gastos era muy bajo y no se hizo ningún intento en
fortalecer el empleo o la inversión. De hecho, la totalidad de los hombres de
negocios pensaban que ellos gastaban el dinero de forma más productiva que el
gobierno. No resulta, pues, sorprendente que los presupuestos federales se
cerraran con superávit, que la presión fiscal fuera débil y que a los hombres de
negocios se les dejara tranquilos.
Los agricultores, en cambio, se enfrentaban al problema de su exceso de
producción. Para ellos era más fácil aumentar la producción que restringirla ya
que los productos eran cultivados por un gran número de agricultores de forma
que ninguno de ellos podía influir en su precio de venta. Frente a la caída de
los precios reaccionaban a menudo produciendo más. Pero la caída de los precios
no llevaba aparejada un aumento de las ventas ya que el crecimiento de la
población era lento comparado con la época de preguerra.
La Caída: la quiebra de la bolsa y la crisis económica (1929 - 1933)
El auge económico culminó en una orgía especulativa. A partir de marzo de 1928,
las acciones de las principales compañías como la General Motors, Radio
Corporation de América y United States Steel, subieron rápidamente de valor. Al
cabo de veinte meses el índice de cotizaciones casi se había duplicado. De hecho
en la década de 1920 las emisiones de valores habían constituido una importante
fuente de capital inversor y consecuentemente de crecimiento económico pero
jamás habían subido tanto las cotizaciones en un periodo tan breve ni se habían
lanzado al mercado tantas nuevas acciones. Parecía imposible que pudiera
perderse dinero en la Bolsa, lo que acabó por convertir a cada pequeño inversor
en un especulador.
La quiebra de la Bolsa tuvo lugar en octubre de 1929, de forma sorprendentemente
repentina. Durante la primera semana de septiembre se había producido ya una
caída de las cotizaciones, pero los especuladores la aprovecharon para hacer
algunas ventas escogidas y el mercado se recuperó. El 23 de octubre fue vendida
la cifra récord de seis millones y medio de títulos. Al día siguiente el caos y
el pánico se apoderaron de la Bolsa neoyorquina. Veamos cuales fueron los
factores que favorecieron este fenómeno:
- La inseguridad: cuando el inversor acudía a su agente para que le informara de
la situación de sus acciones, el teletipo mostraba la pérdida en una semana de
las ganancias de meses. Pero la realidad era que el teletipo llevaba un retraso
de dos horas sobre el desarrollo de las operaciones. Cada diez minutos se
procedía a anunciar desde el parquet unas pocas cotizaciones sensiblemente más
bajas que las registradas por el teletipo. El accionista daba orden de venta con
la esperanza de que al final de la operación sus pérdidas fueran soportables.
- Las transacciones a crédito: muchos de los títulos habían sido comprados a
crédito a los agentes. Dichos créditos habían de financiarse con las ganancias
en las cotizaciones. Cuando las cotizaciones cayeron, desapareció esta
posibilidad y el comprador hubo de pagar con efectivo procurado mediante la
venta de una parte de sus acciones.
- Los rumores: Circulaban toda clase de rumores, entre ellos que la Bolsa de
Chicago había cerrado y que varios destacados financieros se habían suicidado
arrojándose de las ventanas de los rascacielos. Ambos eran falsos.
A primera hora de la tarde, el vicepresidente de la Bolsa de Nueva York, se
presentó en el parquet y adquirió títulos por valor de 240 millones de dólares.
Los principales bancos y entidades financieras actuaron de acuerdo para intentar
cortar el pánico, lo que consiguieron temporalmente. n el momento de cerrar las
operaciones el número de ventas era ya mucho menor y el día siguiente
transcurrió con relativa tranquilidad. Parecía que la debilidad había sido
superada pero en la tarde del lunes 28 comenzó una nueva oleada de pánico. Nueve
millones de título fueron vendidos. Al día siguiente se alcanzaría la asombrosa
cifra de dieciséis millones y medio. Por entonces las cotizaciones habían
sufrido una bajada del 40 por 100, si bien todavía se mantenían por encima del
nivel de marzo de 1928, momento en que se inició la subida. Cuando la caída de
la Bolsa se detuvo definitivamente en el verano de 1933, su nivel había bajado
un 80 por 100 respecto a 1929.
El derrumbamiento de la Bolsa se produjo porque las cotizaciones habían dejado
de reflejar la marcha de la economía. La mayor parte de los recursos financieros
utilizados con fines especulativos procedía de los elevados beneficios de las
grandes compañías. La fuerte subida de la Bolsa hacía que a los empresarios les
resultara más ventajoso prestar el dinero en efectivo a los especuladores que
emplearlo con fines productivos. Esto significaba que financiaban la
especulación de sus propios valores sin que hubieran tenido incrementos de
producción que justificaran el alza de las cotizaciones.
Otro factor importante era la compra de valores a plazos: el comprador solo
tenía que pagar al contado una parte del precio de las acciones; el resto podía
pagarlo más tarde con la garantía de los beneficios del valor en cuestión
A partir del momento en que el alza de las cotizaciones dejó de tener relación
con la marcha de la industria, era solo cuestión de tiempo que el mercado se
viniera abajo. El motivo podía ser cualquier suceso sin importancia.
La depresión subsiguiente fue la peor de la historia americana. La economía se
hundió hasta el punto de que en la década de 1930 los Estados Unidos
experimentaron una depresión más profunda que cualquier otro país industrial. El
número de parados se cifraba en 8 millones en 1931. En 1932 el producto nacional
bruto había descendido en un 27 por ciento respecto a 1929, la producción
industrial sufrió una contracción del 50 por cien, la inversión ni siquiera
alcanzaba para el mantenimiento de las instalaciones existentes. Bajo estas
presiones el sistema bancario se derrumbó. Los bancos no tenían prácticamente
sucursales, cada pequeña ciudad tenía el suyo y se apoyaban en unas pocas
industrias locales lo que les hacía muy vulnerables. Las quiebras de bancos
fueron uno de los rasgos característicos de la vida americana. La primera oleada
de bancarrotas del invierno de 1930-1931 afectó únicamente a bancos pequeños.
Una excepción fue el Bank of the United States de Nueva York, la mayor quiebra
de todos los tiempos. La segunda oleada en 1931 afectó cada vez más a las
grandes instituciones. En el invierno de 1932-1933 algunas regiones llegaron a
utilizar moneda canadiense o mexicana, e incluso moneda de fabricación local. El
día de toma de posesión de Roosevelt, el 4 de marzo de 1933, cerca de la mitad
de los estados habían cerrado sus bancos por disposición legal, y de los que
permanecían abiertos muchos no disponían de dinero.
La lenta recuperación: El New Deal de Roosevelt
Era obvio que algo extraordinario flotaba en el ambiente a partir del momento en
que Roosevelt pronunció el discurso de toma de posesión de lo único que hemos de
tener miedo es del miedo mismo, el sábado 4 de marzo de 1933. Inmediatamente
decretó unas vacaciones de cuatro días para la banca y convocó para el lunes
siguiente una sesión extraordinaria del Congreso. A lo largo de los siguientes
100 días, como se conoce a este período, el Congreso aprobó una avalancha de
leyes sobre fondos asistenciales para los parados, precios de apoyo para los
agricultores, servicio de trabajo voluntario, proyectos de obras públicas en
gran escala, reorganización de la industria privada, creación de un organismo
federal para salvar el valle del Tenessee financiación de hipotecas para los
compradores de viviendas y para los agricultores, seguros para los depósitos
bancarios y reglamentación para las transacciones de valores.
El compromiso financiero del gobierno federal no tenía precedentes en tiempos de
paz. El problema más acuciante era la quiebra total del sistema bancario de tal
forma que, el día de la toma de posesión, era prácticamente imposible cobrar un
cheque. Después de las vacaciones bancarias, en la primera de sus charlas junto
al fuego en que se dirigía a la nación en un tono hogareño, informó a
radioyentes que los bancos abrirían al día siguiente porque no corrían riesgo
alguno si depositaban en ellos su dinero; y así lo hicieron. La crisis bancaria
que era esencialmente una crisis de confianza se solucionó fácilmente.
Otro de los problemas acuciantes de 1933 era la ayuda a los parados. La primera
medida en ese terreno fue: en los parques nacionales y en otros sitios
semejantes, se crearon campamentos de trabajo donde los parados de 18 a 25 años
efectuaban tareas de conservación de la naturaleza. Pero el principal intento de
ayudar a los parados fue la Federal Emergency Relief Act de mayo de 1933. Esta
institución se encargaba de pagar a los organismos locales de ayuda a los
parados para que pudiesen incrementar sus prestaciones. A comienzos de 1934, el
número de familias que estaban recibiendo ayuda ascendía y el número de personas
asistidas. El desempleo había bajado.
Pero no todo había de ser un camino de rosas. Hacia 1935 el ritmo de
recuperación se había detenido. Parecía que las medidas de los primeros cien
días sólo podían llevar al país hasta un punto sin ser capaz de ir más allá y
los empresarios empezaron a desertar de la coalición. Hasta los sindicatos
sentían suspicacia por algunas de las legislaciones ya que consideraban que eran
utilizadas contra ellos.
De todas formas Roosevelt no tenía rival y ganó las elecciones de 1936. En su
segundo discurso de toma de posesión habló de A...la tercera parte de la nación
mal alojada, mal vestida y mal alimentada. El mensaje estaba claro: había tomado
partido. Los empresarios habían de ser considerados como enemigos porque podrían
frustrar el cambio social. Fue también por esta época cuando muchos negros
empezaron a apoyar a Roosevelt. El gobierno anunció la próxima promulgación de
una ley sobre la vivienda, la puesta en marcha de la seguridad social y el
propósito de crear organismos de planificación regional al estilo de la Valley
Authority. Y lo que fue más importante: los sindicatos recibieron un amplio
respaldo federal de forma que fueron reconocidos en 1937.
La forma en que eran llevados los asuntos exteriores era una fuente adicional de
descontento ya que la opinión pública seguía considerando que la entrada de
América en la primera guerra mundial había sido innecesaria salvo para llenar
los bolsillos de banqueros e industriales. Hasta 1939, los dictadores europeos
no eran vistos por la opinión pública como una amenaza. Es más, para los
liberales y aislacionistas sus reivindicaciones territoriales constituían una
expresión legítima del principio de autodeterminación nacional. Aunque existían
pequeños grupos fascistas americanos, éstos eran insignificantes y el comité de
actividades antiamericanas de 1938 centró su atención en los comunistas.
Cuando estalló el conflicto en 1939 surgieron dificultades con la ley de
neutralidad, que tenía que ser derogada para que Gran Bretaña y Francia pudieran
adquirir armamento en los Estados Unidos. Lo fue, pero en términos muy
desfavorables ya que ingleses y franceses estaban obligados a pagar al contado
aquéllos suministros que no pudieran ser transportados en barcos americanos..
La derrota de Francia a manos de Alemania transformó radicalmente la situación.
La guerra relámpago y el aparentemente inminente derrumbamiento de Gran Bretaña
pusieron de manifiesto la debilidad militar de América, pues a nadie se le
ocultaba que si los alemanes ponían pie en México, grandes zonas del Medio Oeste
quedarían a merced de los bombarderos. La aprobación de una asignación de 12.000
millones de dólares para la defensa supuso la creación de dos millones de
puestos de trabajo tan sólo en 1940. En septiembre del mismo año fue establecido
el servicio militar obligatorio.
La derrota francesa permitió a Roosevelt ocupar por tercera vez la presidencia,
fenómeno sin precedentes. En la crisis los votantes se agruparon en torno al
presidente. Al amparo de la ley de préstamo y arriendo de marzo de 1941 le fue
concedido a Gran Bretaña un crédito ilimitado y la marina americana empezó a
escoltar los convoyes. En Otoño de 1941 existía ya una guerra naval no declarada
entre Estados Unidos y Alemania
Por último, en diciembre de 1841, los gobierno japonés y alemán evitaron la
decisión a los americanos de declarar la guerra. A primera hora del domingo 7 de
diciembre de 1941, los aparatos de los portaviones japoneses atacaron y
destruyeron gran parte de la flota americana estacionada en Pearl Harbour, en
las islas Hawai. Este ataque ha suscitado una considerable polémica ya que el
servicio secreto americano había descifrado el código japonés y la actividad
diplomática era intensa. )Acaso expuso Roosevelt a la flota americana a un
ataque por sorpresa, convencido de que América debía entrar en la guerra?. No
existen pruebas que abonen esta suposición y lo ocurrido puede atribuirse a
simple incompetencia militar. El 8 de diciembre de 1941 el Congreso aprobó la
declaración de guerra a Japón con un solo voto en contra. Alemania e Italia
declararon la guerra a los Estados Unidos, como habían estipulado y los Estados
Unidos volcaron la totalidad de los recursos de su economía y de su sociedad
contra las potencias del Eje.