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Teoría del Estado Resumen de Cordero: La dinámica de la polis en Heráclito Cátedra: Ortiz - Gabriel 2º Cuat. de 2010 Altillo.com

La dinámica de la polis en Heráclito

Néstor Cordero

El origen de la filosofía es inseparable de la estructuración definitiva de la polis. Antes de que el pueblo griego forjase a ese tipo de organización característica que conocemos genéricamente con el nombre de "polis", no tiene sentido indagar la posible existencia del pensamiento filosófico.

El fragmento 114 de Heráclito dice que: "los que hablan con inteligencia deben fortalecerse en lo común a todos, como la polis en el nomos, y mucho más fuertemente; pues todos los nomol humanos se alimentan del nomos divino único, éste domina cuanto desea, basta para todos y aún sobra". Para aclarar el verdadero alcance de esta analogía, conviene distinguir las cuatro afirmaciones u observaciones que integran este fragmento:

a.        Hay una relación entre el hombre que posee inteligencia (puesto que "habla" sensatamente" y "lo común"

b.       Hay una relación entre la polis y el nomos

c.        Hay una dependencia de los nomol humanos respecto del nomos divino

d.       Este nomos único es divino

Estas cuatro afirmaciones permiten distinguir dos niveles dentro del mismo fragmento: uno que comprende los puntos (a.) y (b.), y que contiene la verdadera "enseñanza" transmitida por este pasaje: es una exhortación a adecuar la conducta humana inteligente a las pautas que fija "lo común", así como la polis tiene su base de sustentación en el nomos. Esta analogía tiene la forma de una proporción: gente sensata = lo común = polis = nomos. El segundo nivel que se distingue en este fragmento es aclaratorio del primero; está integrado por los puntos (c.) y (d.), mediante los cuales se establece de qué modo los nomol humanos están relacionados con el nomos único, y qué caracteres especiales posee este último. Resultará más adecuado una división entre (A) un plano filosófico general, integrado sólo por la afirmación (a.), y (B) un plano referido exclusivamente a la temática que nos ocupa, que reúne el contenido expuesto en (b.), (c.) y (d.).

El plano A se estructura alrededor de un concepto central en el pensamiento de Heráclito: lo común. La dialéctica que Heráclito establece entre aquello que es común y su opuesto, lo particular o privado, y que resultará decisiva para explicar su concepción de la dinámica social, se basa en la aceptación o en el rechazo del verdadero sentido de la realidad, es decir, en la captación o en el desconocimiento de la verdad que Heráclito proclama. Basta poseer inteligencia (phrónesis) o entendimiento (nous) para captar aquello que es común a todos, y ello es posible porque "la inteligencia es común". No obstante, hay quienes son incapaces de acceder al sentido de la realidad. Son aquellos que "viven como si tuviesen una inteligencia privada". En este sentido, la falta de inteligencia los reduce al estado de autómatas que poseen un mundo privado, incomunicado y cerrado, similar al de quien se encuentra dominado por el sueño.

El concepto de "lo común" apunta en forma directa al núcleo central de la filosofía de Heráclito: lo que es común es el logos. En tanto ordenador de la realidad, el logos es inteligible y por ello, en definitiva, la actividad racional del hombre se agota en la captación del logos. Incluso podemos afirmar que tanto la inteligencia como el entendimiento son representaciones del logos en el ámbito del conocimiento, y otro tanto ocurre con su sinónimo gnome, que, al igual que el logos, "gobierna todo a través de todo". Sobre la base de esta generalidad que posee el logos, podemos afirmar con pleno derecho que la exhortación contenida en el nivel A está dirigida a la necesidad de remitir el pensamiento individual a la totalidad del logos, que es la única norma universal.

El nivel B se desenvuelve en el plano exclusivo del nomos, pero los elementos aportados por el análisis precedente permiten aclara el porqué de esta omnipotencia del nomos: en tanto legislador del acontecer cósmico, el nomos divido se identifica con el logos, o mejor aún, es el aspecto del logos que tiene por función la regulación del devenir de la realidad. Precisamente porque este nomos es divino, es inagotable. Ello le permite "alimenta" a los nomol propios de cada ciudad, sin disminuir por ello su caudal, pues actúa como un principio trascendente, ubicado en un nivel jerárquicamente superior. Gracias a la mediación que ejercen los nomol particulares, la polis está estructurada sobre la base del único nomos divino: el logos. Un problema crucial en el pensamiento de Heráclito es la necesidad de preguntarse por el contenido del logos Heráclito. Sea cual fuere el significado que otorgue al término "logos", se trata siempre de un término vació de contenido, es decir, carente de una significación conceptual concreta. A lo sumo, ofrece una pauta explicativa general, pero imperfecta.

"Escuchando no a mí, sino al logos, es sabio convenir que todo es uno"; éste es el mensaje del logos Heráclito, éste es el logos que, si bien existió siempre algunos hombres e niegan a reconocer: la unidad de la multiplicidad. Esta estructura íntima de la realidad, gracias a la cual "de todo (surge) uno, y de uno, todo", tiene la forma de una conexión armónica que subyace bajo el aparente caos de los cambios, y de la multiplicidad de los objetos sensibles La imagen de esta unidad es el fuego, que borra toda diferenciación entre los materiales que entran en combustión, y pone en evidencia la realidad única de la llama. Si se hace necesaria una imagen es porque la estructura básica (physis) de la realidad no se pone de manifiesto en forma evidente, sino que suele permanecer oculta. Sólo quienes tienen acceso a la explicación de cada cosa según esta physis, se evaden de la clase de los que tienen "almas bárbaras" y que, por ello, no pueden confiar en sus sentidos: participan así del universo común y abandonan sus visiones particulares y somnolientas.

El sentido (= logos) de la realidad es la unidad de la multiplicidad. Esta unificación de los elementos dispersos y heterogéneos no es azarosa, sino armónica. En otros términos: lo múltiple está armonizado. En esta armonía reside la unidad de la multiplicidad, y, en tanto representa la estructura básica de la physis, escapa, como ésta, a la percepción inmediata. Nada debe quedar fuera de esta armonía; todo debe encuadrarse dentro de los límites que ella fija. La armonía se establece entre elementos opuestos. Ello es lo que asegura, por otra parte, que no haya "extralimitaciones": cada opuesto presiente hasta dónde debe llegar sin destruir la armonía. Y es precisamente esta colisión entre opuestos, la que asegura la cohesión. Sin la armonía entre elementos opuestos, sería imposible hablar de realidad: sólo habría un caótico entremezclarse de elementos heterogéneos, sin orden y sin ritmo. Ésta es la esencia de la doctrina heráclita: la regularidad y el orden como producto de una armonía de tensiones opuestas.

La armonización de los elementos, los unifica. La unidad es el resultado de la lucha: la armonía se engendra gracias a la discordia, y como todo en la realidad está sujeto a esta armonización forzosa, "es necesario saber que la guerra es común". En efecto: como los opuestos están en guerra, y consecuencia de esa guerra es la armonía final, si desapareciera la guerra, desaparecería la armonía y cada elemento cobraría su individualidad.

Se inserta la polis en esta dinámica universal a través de sus nomol. El logos, en tanto nomos divino único, regula la lucha de opuestos de modo tal que el equilibrio que se establece asegura la estabilidad del cosmos. Otro tanto ocurre en la polis, donde las leyes (nomol) "se alimentan" de la ley divina única. La forma en que Heráclito se refiere a la ley divina, sugiere una cierta personalización: ella "domina cuanto desea". Esta ley divina única (es decir, el aspecto "ordenador" del logos), es la que confiere su fuerza a la polis, como "lo común a todos" confería sentido y solidez al pensamiento humano.

La novedad de Heráclito no consiste en afirmar que la cohesión de la polis se basa en sus leyes, sino en el reflejo que esas leyes ofrecen de la ley divina única. En función de esta analogía, los factores opuestos en que se basa el equilibrio cósmico, y que el logos armoniza mediante la discordia y la necesidad, tienen también su cabida dentro de la polis. Se trata de los intereses encontrados, representados por las clases sociales o por los distintos elementos de poder que hacen a la esencia de la polis como estructura social y que en el último tercio del siglo VI se encuentran en plena ebullición. La naciente legislación (los "nomol humanos") intenta, de un modo progresivo, conciliar los intereses de las clases tradicionalmente detentoras del poder con las aspiraciones de los nuevos grupos sociales (artesanos, campesinos) que comienzan a ejercer una presión cada vez más acuciante. No obstante, la estructura básica de la polis parece no haber sufrido modificaciones, y la vida cultural no presenta rasgos determinados por esta dominación. Tampoco sabemos si cuando Heráclito se refiere a los nomol humanos hace alusión a una legislación determinada, para la óptica heráclita, las leyes positivas se basa, en definitiva, en las leyes naturales de origen divino. Lo cierto es que sin estos nomol, que aseguran la cohesión de la polis, el orden social se desmoronaría.

La dinámica de la polis, tal como lo concibe Heráclito, podría ser calificada de realista, pues no posee ingredientes utópicos que caracterizarán a varios intentos posteriores. Heráclito, consciente de que la convivencia social se basa en la defensa de ciertos intereses (individuales o de clase) y que, forzosamente, estos intereses son encontrados, se cuida muy bien de pregonar un altruismo generalizado o un desinterés idealista. Con gran visión política, opone a un interés en un sentido, otro en otro sentido opuesto. Es la misma fuerza de los oponentes y su mutua neutralización, la que los llevará al equilibrio final. Son los dos polos necesarios para que se establezca una corriente eléctrica. Es posible que uno de los oponentes, engañado por su "inteligencia privada", crea que podrá "extralimitarse": no será más que una ilusión. El equilibriose restablecerá porque, en el plano social el gobernante (ya sea un individuo, ya sea el nomos que dicta la acción del magistrado), hará que cada uno retome sus "medidas". "El nomos consiste en obedecer a la voluntad de uno solo". Este equilibrio de intereses opuestos se consigue mediante la lucha. Es la guerra la que pone en evidencia la verdadera esencia de cada uno.

Aunque reivindique la lucha entre intereses opuestos, la política de Heráclito representa una defensa del statu quo imperante. La sociedad que Heráclito postula no "va a la deriva" como consecuencia de la dislocación de las antiguas formas de agrupación tribal. Heráclito es partidario de una polis sólida, unida, que disuelve las contradicciones armonizándolas, a imagen y semejanza de lo que ocurre en el universo. Heráclito reivindica el cambio para conservar intacta la estructura de la polis. El soberano que "gobierna todo a través de todo", debe tener la habilidad necesaria para utilizar en provecho de la unidad de la polis, los cambios que los intereses personales o de clase quieran imponer.