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Teoría del Estado Resumen del libro "Teoría y Crítica del Estado" de Anibal D'Auria Cát.: Resnik - D'Auria 2° Cuat. de 2013 Altillo.com

Teoría es un sistema de proposiciones acerca de algo. Existen 3 tipos de teorías: las explicativas, que hablan de las cosas como son, dan una explicación de la realidad (como las teorías científicas), buscan la verdad. Las teorías normativas, en cambio, no hablan del ser, sino del deber ser. Dan una propuesta o solución a una cuestión determinada. No intentan explicar la forma en la que funcionan las cosas, sino cómo deberían funcionar y por qué. No tiene pretensiones de verdad, sino de ser aceptada. Las teorías críticas son las que toman una teoría existente y la someten a una observación, intentando extraer de ellas aquellas proposiciones que han sido hechas en base a prejuicios. Es una observación de la observación.
Definir la política es algo que se ha intentado hacer desde la antigüedad misma, desde la filosofía. El pensamiento presocrático ya se encargaba, de una forma general, de reflexionar sobre la política.
Con los sofistas, la política aparece como un área específica de conocimiento, aunque sin existir una teoría política, ya que sólo enseñaban la técnica, no un conjunto de proposiciones sistemáticas. Los sofistas aprendían y enseñaban a utilizar el lenguaje en su propio beneficio, mediante la retórica. Gracias a ser viajeros, encontraron diferentes culturas, y por lo tanto, la existencia de instituciones políticas mutables. Y para triunfar en cada una de esas culturas, era necesario llevar a cabo un realismo político, es decir, adaptarse a las reglas de cada polis.

Con Platón se continúa la descripción de la política. Posterior a los sofistas, ve en ellos la razón de la caída del esplendor griego, por considerarlos corruptores de la sabiduría. Realiza una extrapolación de la estructura del alma individual, compuesta por apetito, voluntad y razón, siendo que el hombre virtuoso es quien subordina todo a la razón. Compara la estructura del alma con la sociedad, existiendo los productores (que poseen templanza), los auxiliares de los gobernantes (que poseen disciplina y valentía) y los gobernantes (que posee sabiduría). Separa el conocimiento en doxa y episteme, siendo el primero lo obtenido a partir de los sentidos, y lo segundo a partir de las ideas. Los únicos capaces de obtener este conocimiento a partir de las ideas son los filósofos. Por lo tanto, son ellos quienes deben gobernar.
Aristóteles, discípulo de Platón, es un tanto más empirista. Considera que la polis gobernada por el filósofo es casi imposible, pero busca crear una polis donde el filósofo pueda realizar sus actividades de forma libre, sin que se lo obligue a beber la cicuta. Busca, por lo tanto, la mejor polis posible. Si bien, al igual que Platón, es una teoría normativa, intenta ajustarse más a la realidad.

Metáfora organicista.
De esta forma, los sofistas, Platón y Aristóteles formaron el pilar básico de la política en la antigüedad, pero no logró diferenciarse de la metafísica ni de la ética. Con el medioevo, todo posible desarrollo se vio imposibilitado por la subordinación al dogma religioso, y es recién durante la modernidad con Maquiavelo que se retoma la teoría política. Se nota un progreso en la forma de escritura, ya que se comienza a diferenciar claramente el ser del deber ser. Así, encontramos que en su obra El Principe, realiza una teoría explicativa de cómo se conquista y conserva el poder en los principados. Explica la existencia de repúblicas o principados, y su importancia no es tanto el contenido de su obra, sino la clara aparición de teorización explicativa de la política, separándola de las demás ciencias.

La definición de política varía de acuerdo a qué teoría y autor se lea.
El universo político está compuesto por relaciones humanas, donde existen varios individuos con valores e intereses contrapuestos entre sí, y que intentan ser resueltos sin violencia física. Los métodos no violentos se llaman técnicas de influencia y pueden ser de 3 tipos: amenaza (de no hacer X cosa, se sucede X sanción), contraprestación (de determinada acción se deriva un premio) y la argumentación (donde la otra persona se reconoce con sus propias ideas y se establece un debate en base a argumentos). Las primeras dos se reconocen como acciones estratégicas, puesto que se toma a la otra persona como un objeto, mientras que la tercera es una acción comunicativa, puesto que la otra persona se reconoce como tal.
Definiendo a la política de esta forma, se puede notar que todos, en todo momento de su vida, están haciendo política, ya que buscan imponer sus propios intereses. En este sentido amplio, se puede llamar “politicidad”. En cambio, aquellas personas que se dedican exclusivamente al mundo político, de forma técnica y profesional, son los verdaderos “Políticos”. Para entender quién es político y quién no, el político es aquel que en su acción utiliza su influencia para conseguir más influencia (del mismo modo que el capitalista utiliza capital para conseguir más capital). Se puede analizar la política en base a los métodos empleados, a la finalidad que persigue y a qué valores la motivan. Del universo político se desprenderán tres elementos: un régimen de poder, un régimen normativo (o derecho) y un conjunto de creencias políticas predominantes que explican el funcionamiento del universo político.
Poder es un concepto diferente al de influencia. La influencia es el componente subjetivo, es decir, es la capacidad que tiene una persona de determinar el comportamiento de otra. Por su parte, el poder es la objetivación de esa influencia, que genera un tipo determinado de relación. Nadie tiene el poder, sino que es algo que circula entre los hombres.
Dependiendo de qué influencia haya, existirá un tipo de régimen de poder. Cuando la técnica de influencia que prevalece es la amenaza, se dará un régimen de poder autoritario. Cuando prevalece la contraprestación, un régimen de poder poliárquico, y cuando prevalece la argumentación, un régimen de poder comunicativo.
El régimen normativo, por su parte, son aquellos intereses que los grupos más influyentes han conseguido imponer como intereses comunes a todos, generando el derecho positivo que ayuda a defender estos intereses. De esta manera se da una reciprocidad entre el régimen de poder y el normativo: el primero otorga al segundo efectividad, y el segundo al primero legalidad.
Finalmente, el tercer elemento son las creencias políticas. El grado de aceptación que la gente otorgue a determinado tipo de régimen se le conoce como legitimidad. Un tipo de régimen puede ser considerado legítimo aun cuando no posea efectividad o legalidad, y tiene raíz en la ideología de la población. Existen dos tipos de creencias políticas: las conservadoras (que atinan a mantener el orden vigente) y las transformadoras, que pueden ser reformistas (buscan cambiar sólo en parte el régimen vigente) o radicales (buscan un completo cambio de frente de los regímenes)
A la hora de definir el Estado surgen diferentes acepciones que pueden generar confusiones. Se pueden distinguir tres definiciones para Estado. La primera es la que considera al Estado como la suma entre territorio, población y un régimen de poder. La segunda se refiere tan sólo al tercer elemento, es decir, al régimen de poder. La tercera acepción es la más científica y aceptada como la definición real de Estado, y se refiere a una creación de la Modernidad, cuyas características son una profesionalización y exclusividad de las fuerzas armadas, una burocracia (es decir, funcionarios públicos pagos), la posibilidad de extraer recursos de su población (impuestos), sistematización del sistema de derecho y el monopolio del uso de la fuerza física. De esta forma, el Estado queda definido como forma de orden político, característica de las sociedades modernas, fundada en el monopolio de la coacción sobre determinado territorio por parte de una jerarquía burocrática, policial-militar, jurídica e impositiva.
Con el Estado definido, se puede rastrear ciertas formas similares al Estado, pero que no llegan a ser tales, en la Antigüedad. Estas son por ejemplo las polis griegas, normalmente traducidas como ciudades-estados, que si bien eran una forma de organización política, no cumple las características descriptas anteriormente. Además, existen los llamados proto-Estados, muy similares a los Estados modernos y de los cuales se han heredado las características actuales, como por ejemplo, la Iglesia Romana.

La primera expresión histórica del Estado como tal es el Estado absolutista, cuyos principales exponentes teóricos fueron Bodin y Hobbes. Suponían la existencia de un poder absoluto que dictara las leyes como forma para acabar con las guerras civiles religiosas existentes en Europa.
El primero perteneció a un grupo llamado “politiques”, y propuso una monarquía con un poder perpetuo (que no tenga plazos), absolutos (que ninguna institución estuviese por encima) e indiviso (contraria a la teoría de la división de poderes). Admitía ciertas restricciones al poder soberano: los derechos naturales, las leyes de sucesión al trono y ciertos límites a la política impositiva. El ejercicio del poder podía ser legítimo, tiránico, o despótico. Hobbes, por su parte, viene a continuar la teoría de Bodin de un poder absoluto, pero con ciertos cambios. Considera que el hombre en estado de naturaleza es egoísta y competitivo, que es su propio peor enemigo, y para acabar con este estado de guerra constante, es necesaria la firma de un pacto ficticio que ceda todos los derechos a un único soberano que tendría un poder absoluto, sin ningún tipo de restricción, que gobierna mediante el miedo (desarrollar más si lo pide puntual en base a TGD). Metáfora teológica y mecanicista.

La segunda expresión histórica del Estado es el Estado Liberal Clásico es una forma completamente opuesta al Estado Absolutista. Mientras que el primero se presentaba como garante de la paz social, el nuevo Estado (surgido a partir de las revoluciones, en especial la francesa) se destaca por asegurar las libertades individuales. Aparece el concepto de sociedad civil, es decir, aquello que el Estado resguarda. Los principales teóricos de este tipo de Estado fueron Montesquieu, Locke y Constant. La idea principal era una despersonalización del Estado dividido en poderes (teoría de la división de poderes), sometido al derecho, en particular, a la Constitución (teoría del poder constituyente), y la garantía de las libertades individuales privadas, aunque no políticas. Para ello, cuentan con las llamadas técnicas jurídicas, como lo son el control de constitucionalidad, legalización de la oposición, etc
El primero en hablar de una división de poderes fue Locke, quien consideraba la existencia de tres poderes: legislativo, ejecutivo y federativo, el último subsumido al ejecutivo, y el mismo al legislativo. Es Montesquieu quien desarrolla propiamente la teoría de la división de poderes. De ideas iusnaturalistas, existe una ley natural a la cual la ley positiva debe ajustarse. Sostiene que la diversidad de regímenes jurídicos se da por los factores físicos (clima, geografía), por los factores económicos (caza, recolección, ganadería) y por los factores religiosos. La conjunción de estos 3 factores dará un tipo determinado: un despotismo, a base del temor, una república, a base de la virtud, y una monarquía parlamentaria, a base del honor. Tenía en mente un poder legislativo dominado por una nobleza, un poder ejecutivo en manos de un monarca y un poder judicial en manos de funcionarios temporales. Ve en el modelo inglés la existencia de éstos 3 poderes.
Sieyès, por su parte, completa la teoría de la división de poderes con la teoría del poder constituyente, creadora de la Constitución Nacional. Por ello, ésta teoría se funda en la idea de Nación. Sieyès, mediante una tergiversación del lenguaje Rousseauniano, ajusta la idea de Voluntad General con Voluntad Nacional, la misma con Voluntad de la Mayoría y finalmente Voluntad de la Mayoría con Voluntad de los representantes de la misma. La CN creada a través de este poder crea poderes constituidos (ejecutivo, legislativo y judicial). Sin embargo, si se desea reformar la Constitución, es necesario llevar a cabo un proceso establecido por la misma Constitución para crear un nuevo poder constituyente, pero que si bien tiene pretensiones de ser igual al poder primero, se transforma en una ficción. Los juristas han separado al primero poder constituyente del que se encarga de reformar la CN, siendo el primero el poder constituyente originario y el segundo el poder constituyente derivado. Sieyès, a diferencia de Montesquieu y Constant, critica al modelo inglés.
Constant, otro gran teórico del modelo clásico liberal dedica su obra a diferenciar la libertad antigua de la libertad moderna. La libertad antigua era una libertad en el ámbito público, pero una “esclavitud” en el privado. El objetivo en la antigüedad era dividir el poder social, mientras que en la modernidad, la seguridad de los goces privados es el elemento definitorio. Esto se debe al crecimiento de las repúblicas, al pasaje de la guerra al comercio y la desaparición de la esclavitud. Además, sostiene Constant que es necesario ciertos derechos políticos, que funcionen no sólo como garantía de los derechos individuales (sin derechos políticos, es sólo cuestión de tiempo para perder también los derechos individuales), sino también como un elemento de educación para el ciudadano. Constant observa en el modelo inglés la existencia de 5 poderes: el regio, el tradicional, el popular, el ejecutivo y el judicial.
Resulta llamativo que a pesar de que la teoría de Constant y Montesquieu encuentren su modelo a seguir en Inglaterra, y que la de Sieyès por el contrario la critique (ya que la CN debería estar basada en la razón, y no en la costumbre, como la inglesa), ambas hayan sido unificadas como explicación al modelo teórico del estado clásico liberal. Esto se debe que a pesar de las incompatibilidades teóricas, comparten un punto en común y es su metáfora teológica: todos ellos realizan una extrapolación de la teología a la política (por lo que se comprueba lo sostenido por diversos autores como Donoso Cortés, Proudhon, Bakunin, Feuerbach, Schmitt y Kelsen en cuanto a la teología como paralelismo de la política, aunque difieran en el pensamiento de si es conveniente o no la existencia de la teología). Es fácilmente observable que tanto Constant como Montesquieu ven en el modelo inglés los principales atributos del poder divino, repartidos entre los poderes: creador, providencia y juez. La idea de Sieyès, de la existencia de algo previo y eterno (Nación), y la idea de Creación y Creado (constituyente y constituido) tiene también una clara concepción metafórica teológica. La teología ha servido como punto unificador de dos teorías que en principio resultarían contradictorias.

Debido a las crecientes injusticias sociales surgidas a partir del liberalismo estatal de ésta segunda forma de Estado, surge la tercera expresión del Estado conocida como el Estado Demo-representativo, cuyo principal exponente es Mill. En ésta época, aparecen los primeros movimientos sociales obreros que transforman poco a poco el Estado. No es una ruptura del modelo liberal clásico, sino una modificación al mismo. Se le agregan las siguientes características: legitimidad de los gobernantes basada en el sufragio universal, periodicidad de elecciones plurales y competitivas, amplia libertad de prensa y expresión, garantizando la opinión pública, amplia libertad de asociación política a través de los partidos políticos. Es decir, se produce una apertura política. Si bien al principio los términos ‘democracia’ y ‘representación’ eran contrarios entre sí, a partir de la segunda mitad del siglo XIX se los comenzó a tomar como sinónimos. El EDR se caracteriza por ser un sistema representativo. Existen varios tipos de Estados, en base a la libertad que promueven tanto para los derechos políticos como para los individuales. Amplios derechos políticos equivale a un Estado popular, de lo contrario, será autocrático. Amplios derechos individuales equivale a Estado limitado, de lo contrario, será total. La conjunción de los grados de ambas libertades dará un tipo de Estado. El Demo-Representativo se caracteriza por poseer amplias libertades en ambos sentidos, por lo tanto, es un Estado Popular Limitado. También puede caracterizarse en base a su finalidad, aunque esto no define a un tipo de Estado, sino tan sólo a su orientación, pudiendo ser racista, socialista, desarrollista o redistribucionista (aunque además existen otros infinitos objetivos). El Estado Demo-Representativo posee una finalidad redistribucionista.

Para comprender el funcionamiento del aparato estatal, es necesario dividirlo en un sistema político y un entorno político. El sistema político no es sólo el Estado, sino que también comprende el régimen electoral y el sistema de partidos políticos. El entorno político no es tan sólo la sociedad civil, sino un conjunto de fuerzas sociales que alimentan el sistema político, es decir, grupos de presión y opinión pública. El entorno político demanda (inputs) al Estado respuestas (outputs) a sus exigencias, mediante los partidos políticos. El Estado toma determinadas decisiones en cuanto a esas respuestas, es decir, se retroalimentan (feedback). De esta manera, el entorno civil demanda, los partidos políticos canalizan, y el Estado procesa y responde. Se dice que el sistema político está compuesto por fuerzas específicamente políticas articuladas a través de un régimen electoral, mientras que el entorno político incide en el sistema político, a través del lobbying, que puede ser directo, semi-directo o indirecto.
Las formas de gobierno del EDR pueden clasificarse en tres grandes grupos: parlamentarismo, presidencialismo y formas mixtas. En el parlamentarismo, el electorado elige a los representantes del poder legislativo, y estos eligen al poder ejecutivo. El poder ejecutivo no tiene un plazo fijado, estará en el poder en cuanto cuente con el apoyo del poder legislativo. Quien controla el poder legislativo controla todo el aparato estatal. En el presidencialismo, existe una mayor división de poderes. El electorado elige por una parte al poder legislativo y por otro al poder ejecutivo (independientes entre sí), que son elegidos por separado. De esta forma aparece la posibilidad de que existan diferencias ideológicas entre ambos poderes. El poder ejecutivo es unipersonal, se encarna en una sóla persona (presidente), cuyo mandato posee un plazo prefijado. Finalmente, las formas mixtas combinan ambas formas, con predominancia de una u otra. El electorado elige a un parlamento, que elige a una nueva figura, el jefe de gabinete, que funciona como el poder ejecutivo. Además, el electorado elige a un presidente, pero que cumple la función de un garante institucional. El parlamentarismo es la forma más simple, mientras que las formas mixtas son las más complejas.
En cuanto a los partidos políticos, son canales de comunicación entre el entorno político y el sistema político. Funcionan de una forma binaria: oficialismo y oposición. Existen diferentes tipos de partidos políticos: los doctrinarios, cuyo método de captar el interés de sus militantes es a través de un cuerpo de ideas y creencias, una doctrina (partido comunista); los personalistas, que se agrupan en base a una figura carismática, que lleva un liderazgo personal (el peronismo de Juan Perón); y los pragmáticos, que giran en torno a un relato histórico cambiante, que se ajustan a las exigencias de la sociedad para captar militantes. Son los llamados “catch all parties” (UCR).
El sistema de partidos puede ser bipartidista, cuando dos partidos tienen posibilidades ciertas de acceder al poder, tripartidista cuando hay 3, y pluripartidismo cuando hay más. Quien define la victoria electoral de un partido es el electorado no cautivo. En los modelos con más de dos partidos, pueden darse numerosas combinaciones, como un oficialismo compuesto por un solo partido y una oposición por varios, o viceversa. A una mayor cantidad de partidos, existe una mayor complejidad.
En cuanto al régimen electoral, siendo lo que articula la relación entre Estado y partido político, puede ser por representación uninominal o proporcional. El régimen de representación nominal divide al electorado en tantos distritos existan en el Estado. Cada distrito votará a su propio representante, que será sólo uno. El régimen de representación proporcional, asigna las bancas de acuerdo a la cantidad de votos obtenidos por ese partido. Sin embargo, al hacerse mediante listas, se produce el efecto llamado listas sábanas en el cual el electorado desconoce en gran medida la totalidad de a quién vota. El segundo tipo de representación aparece como más complejo que el primero.
Finalmente, el Estado podrá presentarse como más o menos centralizado, siendo la descentralización el federalismo. El objetivo de descentralizar el poder, y que cada distrito (o provincia) se presente como autónoma (en diferentes grados) con respecto a un poder central, significa la simplificación del sistema, lo que le permite no sobrecargarse de inputs provenientes del entorno político.

Lo que permite al Estado Demo-Representativo gozar de su legitimidad es lo que podría llamarse teoría política predominante. Esta se refiere a un “sentido común” político, que no está por encima del pensamiento de las personas, sino dentro del mismo, de una forma inseparable. No se concibe la posibilidad de la existencia de la política de una forma distinta. Este sentido común se basa en una determinada tradición política (es decir, la teorización de un tipo de Estado) que acompaña al advenimiento de ése tipo de Estado en particular. Toda la teoría política predominante, sin importar qué tipo de Estado argumente, estará basado en un modelo hobbesiano de teoría política, el cual sostiene el egoísmo innato del hombre, la razón como instrumento, la incapacidad de una sociedad de existir por sí misma y la necesidad de la existencia de una autoridad (Estado) para regularla.
Como critica al Estado, a partir del siglo XIX surge una nueva corriente: el anarquismo, que tiene sus orígenes en el escepticismo griego de Diógenes. La idea principal del anarquismo es la oposición a todo tipo de principio ordenador (de allí “Ni Dios, ni patrón, ni Estado”). El pensamiento anarquista encuentra raíces también en el pensamiento Rousseauniano, del cual toman la oposición a cualquier tipo de representación (y, por extensión, a cualquier principio ordenador), aunque critican del mismo la existencia de una autoridad (aunque sea diferente al Estado en sí). El anarquismo se puede dividir en idea y movimiento. El primero comprendería la teorización de la filosofía anarquista, mientras que la segunda es la misma llevada a la práctica, mediante la llamada “propaganda por el acto”: acciones impactantes (como atentados) que buscan dar a conocer el pensamiento anarquista y rebelar al pueblo.
El primer teórico que se define como anarquista es Proudhon, en su obra “¿Qué es la propiedad?”. Considera al hombre con una doble capacidad: por un lado, su capacidad individual, y por el otro, su capacidad colectiva. Ambas fuerzas se encuentran siempre en tensión. La capacidad de asociarse de los hombres genera un plus en su trabajo, puesto que juntos incrementan su capacidad productiva. Este plusvalor sin embargo es enajenado, ya que se lo adueñan los capitalistas. La solución económica que da Proudhon es un mutualismo, que es similar al cooperativismo: los frutos de la producción se divide de acuerdo al esfuerzo realizado, nadie se queda con el plusvalor. La solución política es un federalismo, tomando la idea de Rousseau de dividir al territorio en pequeñas comunas independientes, que se organizan no mediante leyes (que buscan defender el Estado y la propiedad privada) sino mediante contratos libres, que deben ser sinalagmáticos, conmutativos, específicos y rescindibles. Bakunin, por su parte, enfoca su mirada anarquista en la crítica a la teología, sosteniendo que es la fuente de todo tipo de autoritarismo. El hombre crea un mundo imaginario y un ser extraordinario para explicar sus propios miedos, y luego se postra ante ese mismo mundo que él mismo crea. Como hay una gran brecha entre el mundo real y el otro mundo, es necesaria la existencia de alguien que sirva como nexo entre ambos: los sacerdotes y por extensión, los gobernantes. Hay que eliminar la idea de Dios para eliminar el autoritarismo. Kropotkin, que vivió en la época del auge del darwinismo social, que sostiene la supervivencia de la especie más fuerte, hace ver que ésta competencia se da entre especies, no intraespecies. La misma obra de Darwin sostiene que para el desarrollo del ser humano, es esencial la cooperación.

El anarquismo además se presenta como una filosofía anti-teísta. Desde el primer debate teológico-político entre Donoso Cortés y Proudhon se observa que todos los teóricos políticos adhieren en que la teología y la política recorren un camino paralelo. Para Donoso Cortés, sin embargo, la teología es fuente de la política y es deseable. Es partidario de un dualismo metafísico, es decir, la existencia de los dos mundos. Define al anarquismo como una teología demoníaca. Si bien Proudhon se presenta como un opositor a la teología, es Bakunin quien la critica fuertemente abogando por su desaparición. Aun así, ambos critican al liberalismo por ser una postura totalmente tibia. Posteriormente, quienes retomaron la idea de teología política fueron Schmitt y Kelsen, el primero Nazi y el segundo liberal. Si bien ambos estaban de acuerdo en que la teología y la política se relacionan entre sí, para Schmitt el acento está dado en la teología, siendo la política una secularización. Esto puede observarse en la idea básica de “creador” (Dios = Estado) y “creado” (Mundo = Sociedad). Es decir, el Estado crea a la sociedad. Kelsen, crítico de esta postura, sostiene que no existe el dualismo metafísico, sino que el Estado es tan sólo una metáfora. Ésta discusión teórica dio paso a una discusión técnica, basada principalmente en quien debería ejercer el control de constitucionalidad. Schmitt sostiene que existen quienes crean el derecho y quienes lo aplican, por lo que quienes deben ejercer el control de constitucionalidad es el creador de derecho: por extensión, el Reich (poder político). Kelsen sin embargo sostiene que el órgano que aplica leyes al mismo tiempo crea un derecho. Es decir, tiene una doble aplicabilidad: mediante la formulación de un sistema piramidal, donde la CN es la cúspide, los órganos judiciales aplican una ley superior (siendo la primera ley la llamada ley fundamental, concepto por fuera del sistema de derecho), pero al mismo tiempo crean una ley inferior, por lo tanto, es una institución colegiada quien debe ejercer éste control.
La democracia (predominio del pueblo) es un concepto que ha ido variando su significación desde su mismo principio. La encontramos por primera vez en la antigüedad, en especial, en Grecia, donde se utilizaba para definir al orden socio-político compuesto por la Asamblea, el Consejo y las magistraturas. Los pensadores griegos antiguos veían en la democracia la forma negativa del gobierno de la mayoría, pensamiento que cambia con Polibio. En la modernidad, quien retoma el concepto de democracia es Jean-Jacques Rousseau, separando a la misma con la representación, siendo dos conceptos totalmente opuestos. Se para desde una posición totalmente opuesta al modelo hobbesiano, ya que considera al hombre como un ser perfectible (no egoísta por naturaleza, sino histórico, cambiante), critica a la razón, diciendo que utilizada para los fines prácticos es astucia y que el cálculo es el origen de los males, que el hombre no está condenado a ser el enemigo del hombre y que no es necesario adaptar a las instituciones al pueblo, sino que el pueblo participe activamente.
En su producción crítica, es decir, en su Primer y Segundo Discurso, realiza una crítica a la sociedad civil de la modernidad. Las “luces” modernas no iluminan, sino que ci.egan. Rousseau es un pensador moderno, que critica la época en la que vive. Con el avance tecnológico se dio un retroceso humano.

Rousseau crea un concepto llamado la Voluntad General como teoría normativa del orden político. En su Contrato Social, dedica el Libro II a explicar el poder legislativo (decisión) y el Libro III el poder ejecutivo (aplicación). Ambos poderes deben estar subsumidos al de Voluntad General, el cual no es sinónimo de voluntad de la mayoría. La Voluntad General es la voluntad de los hombres en tanto iguales entre sí, olvidando sus particularidades. Se define por su objeto, por su contenido, no por su sujeto. La ley debe ajustarse a este concepto, por lo que debe ser votada por la mayoría y su aplicabilidad debe ser a todos por igual. Cuanto más grande es el número de la población, más débil es la Voluntad General, por lo que lo mejor es dividir el territorio en unidades políticas independientes. Realiza entonces una separación entre Voluntad General y Nación, siendo ésta última una mera conjunción de éstas unidades políticas de una forma confederativa entre quienes comparten lenguas, costumbres, religión, etc. Esto permitirá llevar a cabo el modelo de democracia Rousseauniana, donde todos los ciudadanos voten sus leyes. Rousseau está en contra del sistema representativo, ya que sería sólo el voto de una minoría. Lo ideal es la no existencia de partidos políticos que aglutinen ciudadanos, pero frente a la imposibilidad real de la eliminación de los mismos, se propone una proliferación tal de los mismos que permitan acaparar todo el pueblo, y no sólo una parcialización. La sobreabundancia en riqueza también es negativa en cuanto otorga al gobierno un mayor poder. En relación al gobierno y Estado, Rousseau define a un nuevo tipo de orden sociopolítico que, por sus características, no se presenta como un Estado, sino como una alternativa al mismo, al quitarle sus 4 características principales (ejército, burocracia, impuestos y profesionalización del derecho). Los castigos de la ley hace al hombre libre, lo cual se explica que haciendo cumplir la ley, se cumple la Voluntad General en detrimento de la Voluntad Particular. De ésta manera, cuando un ciudadano infringe la misma y es sancionado, se hace primar su propia Voluntad General, su soberanía como parte de quien legisla.
La teoría de Rousseau ha recibido algunas críticas, entre las cuales se encuentra la de Talmon, basada en el hecho de que la libertad es incompatible con la armonía absoluta de la sociedad, y que lo que Rousseau proponía era justamente una sociedad de este estilo. Sin embargo, resultan refutables ambas premisas, puesto que por un lado, la libertad entendida como la poca probabilidad de una sociedad sin conflicto ni diversidad no significa que no sea una sociedad libre, y, por otro lado, también resulta extremadamente improbable que se de en la realidad. Además, la idea de armonía también es entendida como la solución argumentativa de conflictos. Por otra parte, Rousseau no sostiene una armonía absoluta de la sociedad, ya que la que se pretende que sea armoniosa es la creación de esa ley, no su aplicabilidad, ya que Rousseau es plenamente consciente de que quienes aplican dichas leyes están sujetos a las propias imperfecciones del ser humano.