Altillo.com > Exámenes > UBA - CBC > Economía
Economía |
TP: Inflación, Retenciones, Desabastecimiento y Crisis del Campo Argentino |
Cátedra: Singerman |
Prof: Virginia Lalosa |
2° Cuat. de 2008 |
Altillo.com |
Crisis del campo
argentino
Introducción
El 11 de marzo del corriente el gobierno argentino estableció un incremento de las retenciones sobre las exportaciones, elevando el canon para la soja del 33% al 44% y aplicando un sistema de retenciones móviles que varía de acuerdo al precio internacional de la misma. A partir de esta medida, se desencadenó la protesta de los productores agropecuarios (representados por las cuatro entidades que los nuclean) mediante un lock-out patronal, generando un desabastecimiento que, sumado a la ya creciente inflación, determinó una altísima y acelerada suba de precios.
Retenciones
Las retenciones sirven de herramienta
para evitar que la suba de los
precios internacionales afecte los precios del mercado interno de los alimentos.
Además, son una forma de redistribuir el ingreso y una herramienta para
diversificar la producción, dado que si el productor en lugar de exportar “commodities”,
exportara productos con valor agregado (industrialización, manufactura), no
pagaría retención alguna. A su vez, sirven para mantener un dólar competitivo
para la exportación. Los últimos meses se produjo una caída de la bolsa de los
Estados Unidos, que si bien no llegó a producir una crisis económica aún, hizo
caer el precio del dólar a nivel mundial. Esto generó que la dificultad por
mantener un dólar alto (y por ende, competitivo) sea mayor, teniendo el Banco
Central la necesidad de comprar una mayor cantidad de divisas. El dólar a precio
competitivo beneficia claramente al sector agropecuario, principal exportador
del país. Por ende, lo lógico sería subsanar esa compra de divisas extranjeras
con retenciones a las exportaciones, para mantener el nivel anterior, sin
afectar la producción del campo. Ello se evidencia en el fuerte incremento de la
cosecha: de 69 millones de toneladas en 2002-03 a 85 millones de toneladas en
2006-07 en la producción de soja, maíz, trigo y girasol. Al mismo tiempo tienen
la función de frenar el avance sistemático del monocultivo de soja, cultivo que
por su condición de plantación y conservación, gasta en exceso la productividad
de la tierra, dejándola en un lapso muy corto de tiempo improductiva y estéril
para otro tipo de plantación.
Es necesario también aclarar que las retenciones afectan al propietario de la
tierra, y no al productor. El precio de la tierra es consecuencia directa del
beneficio que generan los bienes que produce. Si el precio del bien sube (o baja
su costo de producción) el precio de la tierra aumentará. Lo contrario sucederá
cuando baja el precio del bien (o aumenta su costo de producción).
Esto permite entender el fuerte incremento que viene registrando el precio de
la tierra a partir del abandono de la convertibilidad. En el 2001, una hectárea
de campo en zona premium de la pampa húmeda (como el triángulo
Arrecifes-Rojas-Pergamino) se cotizaba en 2.500-3.000 dólares/pesos. Hoy, se
sitúa en los u$s 5.000 y, de eliminarse las retenciones, superaría los u$s
6.000. La explicación de este extraordinario aumento de precios, tanto en
dólares como en pesos, reside en el fuerte incremento de beneficios provocado
por la devaluación. En términos generales, el ingreso agrícola se triplicó
mientras que los costos no llegaron a duplicarse. Asimismo, el aumento del
precio de la tierra acarreó el aumento del precio de su renta o alquiler, es
decir, la retribución que percibe el propietario.
La otra consecuencia de las retenciones se relaciona con los consumidores
domésticos. Una baja de los precios agrícolas abarata los alimentos y el costo
de la canasta familiar. Por lo tanto, las retenciones contribuyen a reducir el
costo de vida y evitar un mayor deterioro del poder adquisitivo. Se estima que
una eventual eliminación de las retenciones provocaría una caída del salario
real de un 15%, ya que el alto nivel de desempleo bloquea la posibilidad de
ajustes salariales que puedan compensar las alzas de precios.
Contestando esta intervención directa
del Estado en la economía, las cuatro entidades que nuclean los sectores del
agro (Confederaciones Rurales Argentinas, Sociedad Rural Argentina,
Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa y la Federación
Agraria Argentina), lanzaron en conjunto un lock-out agrario, cortando las
principales rutas de circulación vial del país, provocando un grave problema de
desabastecimiento a la sociedad en su conjunto. El principal reclamo era la
supresión inmediata de todo tipo de suba en los aranceles vigentes de
exportación. Para contrarrestar la medida del gobierno, las cuatro entidades
presentaron tres propuestas, las cuales fueron desoídas por la presidente.
El conflicto tuvo su punto de inflexión y de mayor tensión el 25 de mayo, cuando el campo decidió endurecer su protesta por tiempo indeterminado, hasta que el gobierno volviese atrás con el aumento de las retenciones, mientras que la presidente Cristina Fernández declaró que no negociaría mientras el lock out no fuera levantado.
El paro afectó el comercio nacional e internacional de alimentos, y el abastecimiento de las ciudades.
En el curso del mismo se han producido manifestaciones masivas y declaraciones provenientes de distintos sectores, tanto a favor como en contra del paro, así como algunos hechos de violencia involucrando a simpatizantes de ambas posiciones.
Inflación y desabastecimiento
Al aumento en los precios de los
productos exportables (commodities) y su repercusión en los precios internos de
los alimentos, la devaluación del peso, y el incremento salarial que generó un
aumento en el consumo interno se sumaron a una suba en el gasto público que
incidió en un aumento de la demanda privada, en un marco de crecimiento
constante del PBI al 9% durante cinco años, y generaron la situación
inflacionaria actual. También influyeron factores externos como el cambio
climático que afectó la producción de frutas y verduras durante 2007.
La situación se agravó debido a que la soja, por su altísima rentabilidad,
desplazó (y continúa desplazando) a las demás actividades agropecuarias,
generando un estancamiento de las demás producciones, como carne, lácteos,
cereales y alimentos frescos. El país volvió a una situación inflacionaria
exacerbada, presente en muchas de las etapas económicas de su historia, debido a
que la producción que exporta es la misma que la que consumen las clases
populares, en un momento de disparo de los precios internacionales de los
alimentos.
Debido a esta situación, se tomaron medidas para frenar la inflación, como las
retenciones móviles de acuerdo al precio internacional de los commodities, que
generaron la disputa entre el gobierno nacional y el sector agropecuario que
derivó en un lock-out patronal. También se aplicaron retenciones a los productos
energéticos, se firmaron acuerdos con los supermercados y se subsidió la
producción en distintas áreas.
El sector agropecuario, a partir del conflicto, se convirtió en el principal
denunciante de la falta de soluciones a un desmedido aumento de precios,
criticando además la forma en que el gobierno manipula los datos inflacionarios
y advirtiendo que si continúa, alentará una mayor inflación.
Pero a su vez, los productores, al cortar las rutas en señal de protesta,
provocaron un desabastecimiento que derivó en un aumento aún mayor de los
precios, elevando aún más la inflación.
Conflicto entre el Gobierno y el
Grupo Clarín
A partir de uno de los puntos que incluye
el proyecto de Ley de Radiodifusión, que propone reducir en número de licencias
audiovisuales a las que pueda acceder una misma empresa, se desató un conflicto
entre el gobierno nacional y el Grupo Clarín (que posee, entre otros, los
diarios Clarín, La Razón y Olé, las empresas de cable y acceso a internet
Cablevisión, Multicanal y Fibertel, la editorial Tinta Fresca, las señales de
televisión Canal Trece, Todo Noticias y TyC Sports, y las radiodifusoras Mitre y
La 100), que se agravó con el paro agropecuario y la postura del grupo con
respecto al mismo. Los medios que controla el grupo (especialmente el diario y
la señal TN), fueron muy críticos con el accionar del gobierno, publicando
información que si bien fue imparcial, fue siempre negativa.
El gobierno, fiel a su postura de enfrentarse con quienes lo cuestionan, salió
a contrarrestar a Clarín a través de comunicados en actos oficiales, en los que
tildó a la postura del grupo como “cuasi mafiosa”. Con el correr de los días y
las reuniones que tuvieron los representantes de Clarín con el jefe de Gabinete,
Alberto Fernández, la situación se fue tornando menos conflictiva, y se trasladó
a los titulares de los medios. El 15 de Mayo el titular principal del matutino
fue: "Cristina llamó al diálogo: hay debate en el campo". Al día
siguiente tituló "El campo desoyó a Cristina y sigue el paro”.
Conclusión
Las retenciones sirven como un
impuesto que afecta a la riqueza, no a la producción. La intervención del Estado
tuvo como finalidad solucionar las fallas del mercado, es por eso que las
retenciones deben ser tomadas como una herramienta de distribución de ingresos y
de promoción de la industria (que evitaría la dependencia de la producción
nacional de los precios internacionales de los factores productivos), además de
contribuir a regular el cultivo masivo de soja, que mediante la utilización de
herbicidas en su cultivo, especialmente el Round-Up o glifosato, y la enorme
absorción de nutrientes que la planta ejerce, termina por arruinar la
productividad del suelo. Es a partir de esto que se debería evaluar si la
resolución es legítima o no, a pesar de haber habido un claro error político al
implementarla. La resolución podría haber sido desde un principio lo que es hoy:
un proyecto de ley que se discute en el congreso. Además, ese diálogo que ambos
sectores tanto reivindicaron, debió haberse dado antes y no ahora, con el país
desabastecido, dividido en dos, y con la población perdida en una incertidumbre
con respecto al futuro similar a la de hace 7 años.