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Economía |
2° Parcial (Domiciliario) |
Cátedra: Molle |
Prof: Laura Daicz |
1° Cuat. de 2011 |
Altillo.com |
Unidad temática 2 y 3: Los mercantilistas y Francois Quesnay y los
fisiócratas.
Las retenciones a las exportaciones atentan contra el crecimiento del país
|Por François Quesnay
Más allá de las políticas arancelarias y de exportación perpetradas hace casi
una década desde el Estado nacional, la profundización de las mismas aún deja
entrever la poderosa mano que el Estado posa sobre el ingreso de las empresas;
pues al aumentar la producción, y por ende, la exportación tanto de materias
primas como de productos elaborados, las utilidades también lo hacen y junto con
ellas el estado ve la posibilidad de, a través del mecanismo de retenciones,
valerse de cada vez una mayor parte de ellas. Esto es, tener injerencia y
participación en la rentabilidad empresaria para, con lo que recauda, solventar
por ejemplo el gasto público. Mi intención en este análisis es dilucidar el
riesgo que estas políticas acarrean, valiéndome de ciertos términos económicos
dignos de una concepción completamente distinta a la expresada oficialmente.
En una primera concepción en contra de las políticas estatales, éstas crean una
aguda divergencia entre los precios de los productos industriales y los
productos agropecuarios: mientras los monopolios de industriales, mercaderes y
gremios encarecen los productos de su especificidad, el precio del grano, por
ejemplo, se deprime artificialmente por los altos costos para exportarlo como
materia prima (Rubin, pág. 40). El punto de partida de mi línea de pensamiento
es el mayor valor producido por la agricultura como la fuente de la renta o
ingreso neto (Rubin, pág.37).
En este sentido, considero interesante introducir algunos conceptos que
determinan el proceso de retenciones gubernamental. Estos son las
determinaciones de que el producto neto (excedente de la producción de la
agricultura por encima de los productos que se gastan en el proceso de
producción –Rubin, pág. 37) es igual al producto bruto (valor monetario de la
producción de bienes y servicios finales de un país durante un determinado
período de tiempo) menos los adelantos (inversiones). La especialización en la
producción debe ser alentada desde el estado a fin de conseguir que los medios
de producción sean tan específicos como el proceso lo necesita. Esto es, el
incremento mayor de que se hacen cargo los adelantos, influye directamente en
los ciclos de producción. Dentro de estas inversiones, las más importantes son
las primitivas que se hacen cargo a lo largo de ciclos de producción y
representan el capital fijo de que dispone el productor.
Asimismo, al hablar tanto de los ‘componentes’ de la riqueza de la nación o lo
más redituable para ella, cabe señalar la diferencia que hay entre los que
provienen de la producción industrial y los que provienen de la agrícola.
Primero que nada, “el dinero no constituye la riqueza de una nación en tanto
ésta se consume y regenera constantemente: el dinero no cría dinero. Por lo
tanto, es en esta riqueza que renace y no en el acervo de dinero de la nación,
que consiste la prosperidad y el poder de un estado” (Quesnay, pág. 252). Es por
ello que la fuente de una nueva riqueza (ingreso neto) debe ser buscada dentro
de la producción misma de la agricultura y no en el intercambio; en la
agricultura, la riqueza se multiplica, en la industria meramente se compone (Rubin,
pág. 38; 36).
Refiriéndonos al comercio, “la agricultura es la que genera nueva sustancia
material para la sociedad humana (…) y provee los medios de subsistencia no
simplemente para los campesinos agrícolas, sino para el resto de las clases de
la sociedad” (Rubin pág. 36-37).
Es por esto que el comercio, ya sea de elaborados o materias primas, no es quien
traerá nueva riqueza a la nación. Es completamente erróneo considerar que las
medidas reguladoras del estado que anulan los monopolios excluyentes y
profundizan las restricciones comerciales sean favorables en el sentido del
intercambio: estas no hacen más que generar un intercambio de un producto
material por otro de igual valor (Rubin, pág. 38).
Me detengo en una expresión de Rubin, pág. 41, sobre el papel estatal respecto
del comercio: “el ideal de la política comercial debería ser vender el grano
afuera a precios altos y comprar en cambio manufacturas industriales extranjeras
baratas”. Esto es, reducir el precio de los bienes industriales y aumentar el de
los agrícolas atrayendo el capital. Básicamente mi planteo es la instauración
del libre comercio, dada la garantía por parte de éste de precios convenientes
en las compras y en las ventas de un país. Asimismo, en segundo orden, el
beneficio lo recoge la competencia, que ahora es mutua entre mercaderes que
venden y que compran, viéndose obligados prácticamente a aceptar el descenso de
la ganancia comercial reemplazada por la ganancia mínima limitada a los medios
de subsistencia necesarios. Así lo sentencio en mi máxima VIII: “la política
económica del gobierno debe ocuparse solamente de alentar el gasto productivo y
el comercio en materias primas (la producción y circulación de los productos de
la agricultura) y que se abstenga de interferir con el gasto estéril (la
industria y el comercio).
Y no es que el comercio debería limitarse a generar excedentes y ventas mayores
de lo que representan los gastos, pero debería buscarse el modo de que todo lo
que se invierte (adelantos, renta), vuelva a las arcas del productor, del
terrateniente, del capitalista que perpetra el proceso productivo. No es posible
que sea el Estado una especie de aparente socio virtual del productor,
quedándose (a través de las retenciones) con una importante parte de la
ganancia. Y cuando digo que debería volver a las arcas del productor, quisiera
expresar un poco más en detalle esta idea: es completamente necesario tomar en
cuenta que no sólo lo que se gana por la exportación, por la venta es parte del
producto bruto, sino que debe solventar los gastos de los adelantos, ya sean
primitivos o anuales; debe tomarse como un todo que ayude a que el productor
reinvierta, no pierda en manos del estado lo que tanto le costó producir (renta,
salarios, adelantos).