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Resumen de Cenda  |  Economía (Profesor:  Maria Jose Castells y Pablo Manzanelli - Cátedra: Gomez - Acosta  - 2014)  |  Cs. Económicas  |  UBA

Década del 70: La política económica implementada por la dictadura militar puso fin a la etapa de industrialización por sustitución de importaciones. Desde entonces, las medidas instrumentadas por los sucesivos gobiernos fueron variadas y abarcaron todas las esferas de la acción estatal. Es posible señalar un factor común: El sistemático repliegue del Estado en materia de planificación, control y gestión directa de la economía.

Con apoyatura en la teoría económica ortodoxa se procedió a desarticular las prestaciones clásicas del Estado benefactor y a suprimir la batería de incentivos y mecanismos de protección antes la competencia externa que había contribuido a forjar y a apuntar a un sector de manufacturero de considerable densidad e importancia

Década del 90: Las políticas económicas constituyen la expresión más acabada y la verdadera culminación del proyecto des industrializador”. La retirada del Estado cobro un impulso vigoroso a través de un salvaje programa de privatización de las empresas y servicios públicos.

Se desregularon todos los campos de la actividad productiva local en el contexto de una indiscriminada apertura de la economía al mercado mundial, dando libertad para el tránsito de bienes y para el flujo financieros internacionales.

El proceso de ajuste, apertura, liberalización y desregulación se enmarco en una tendencia mundial que estaba operando en esta dirección. Las economías centrales pusieron en marcha desde mediados del 70 un proceso de espíritu anti estatal y anti trabajador como respuesta a la crisis.

Esto genero el resurgimiento del liberalismo y el fundamentalismo de mercado como corriente hegemónica. A partir de entonces, el denominado “Consenso de Washington” vino a resumir las recomendaciones de política de la crecientemente influyente doctrina neoliberalista para los países de América Latina después de la crisis de la deuda del 80

Desde el punto de vista macroeconómico, el programa tuvo como piedra angular la política cambiaria. El parlamento aprobó en 1991 la Ley de Convertibilidad; el objetivo inmediato era detener la híper inflación del 89.

Para esto se adopto un régimen de tipo de cambio fijo que ataba por tiempo indeterminado la moneda local a la divisa norteamericana a razón de un peso por dólar. Se completaba con la subordinación de la base monetaria al movimiento de las reservas internacionales como la dolarización y la prohibición de la indexación automática de los contrato.

Se buscaba terminar con las tres causas detrás del incremento de los precios:

1. El descontrol de la emisión monetaria

2. Los desmedidos aumentos salariales

3. Las expectativas de devaluación

Se trato de un gigantesco programa de ajuste “dinámico” establecido por ley, que limitaba la aplicación de políticas monetarias y fiscales expansivas y restringía la adopción de cualquier tipo de política redistributiva.

El paquete de medidas implementadas logro su objetivo inmediato aunque a través de un canal completamente distinto al anunciado por sus creadores. Desde que se puso en marcha el programa, la moneda local estaba muy apreciada y en los primeros años de convertibilidad el grado de apreciación se incremento por el crecimiento de los precios internos. La combinación de sobrevaluación cambiaria y apertura comercial resulto ser un ancla efectiva para los precios internos de los bienes transables y determino un crecimiento acelerado de las importaciones que se quintuplicaron entre el 91 y el 94. Este fue el núcleo de la política de desindustrialización.

El éxito en la contención inflacionaria fue veloz y rotundo y le otorgo un gran prestigio al programa económico desde sus inicios. Los múltiples efectos secundarios se fueron manifestando; por un lado, la plaza local se convirtió en presa fácil para el juego de los capitales especulativos: la estabilidad cambiaria combinada con una tasa de interés elevada reforzó el ingreso de flujos destinados a los negocios financieros. Por otro lado, los prestadores de servicios públicos privatizados cobraban internamente tarifas internacionalmente elevadas en dólares y luego remitían sus beneficios multiplicados por el abaratamiento de la divisa.

Así, la combinación de apertura con sobrevaluación cambiaria se convirtió en una fuente de negocios financieros y en la ruina para la producción local.

Las nuevas reglas de política económica dejaban maniatados al sector público. El Estado debía garantizar la paridad cambiaria y no podía expandir la oferta monetaria o incentivar el uso del crédito. Por lo cual debía perseguir un resultado fiscal superavitario mediante el ajuste de sus gastos pero con poco éxito.

Mientras tanto, el recurrente déficit de cuenta corriente junto con la salida de divisas hacia el exterior generaban fuertes presiones devaluatorias de la moneda argentina.

Luego de haber agostado los recursos provenientes de las privatizaciones, la necesidad de dólares debió ser aplacada mediante el exponencial crecimiento del endeudamiento externo que fue posible gracias al cambio en la dirección de las corrientes mundiales de capital que se encontraban a disposición de los países periféricos.

El estado se endeudaba para obtener dólares que luego volcaba masivamente al mercado cambiario para mantener la paridad artificial que se había fijado.

La estructura productiva: La tendencia a la desindustrialización iniciada en la década del70 se acelero y profundizo. El efecto más devastador sobre lo que a esa altura quedaba del tejido manufacturero provino de la combinacion entre la apertura de la cuenta corriente y la apreciación cambiaria propia del régimen convertible.

El tipo de cambio contribuyo a que la producción nacional se encareciera en relaciona a la extranjera, estimulando las importaciones, lo cual potencio el sesgo de la economía hacia un perfil estructural vinculado con las finanzas, los servicios y la producción primaria, que logro sobrevivir e incluso expandirse por las extraordinarias condiciones agroecológicas de las tierras argentinas.

El avance de la desindustrialización tuvo como resultado el acusado deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores. Estas tendencias fueron reforzadas por una batería de reformas “pro-mercado”, entre las que se destacaban una serie de medidas que apuntaban a flexibilizar el mercado laboral, ya que se creía que su rigidez era el principal motivo de desempleo.

Esta situación contrastaba contrastaba con el enriquecimiento de las clases y sectores nacionales y extranjeros favorecidos por el régimen macroeconómico.

En consecuencia, el régimen sobrevivió durante una década al costo de acumular fuertes desequilibrios económicos y sociales.

A fin de ciclo, el sector público recurrió al endeudamiento externo ante el agotamiento de otros recursos. No obstante, luego de una recesión de tres años, el esquema hizo eclosión en 2001.

El interrogante central que se pretende abordar aquí es el siguiente:

Marco la gran crisis del 2001-2002 el final de las 3 décadas de desindustrialización en el país? Puede hablarse de la configuración de un nuevo patrón de crecimiento en la economía argentina durante el periodo 2003.2009? Si así fuera, cuales son los principales determinantes de tal transformación?

Nos abocaremos a señalar los distintos elementos de ruptura con la etapa anterior, así como los puntos de continuidad. Para ello, es necesario identificar con precisión cuales son los ejes centrales de la nueva etapa, es decir, caracterizar el nuevo patrón de crecimiento y sus determinantes fundamentales.

Punto 1: La evolución de la economía en la pos convertibilidad: quiebres y continuidades con la década de 1990

Entre 2003 y 2007, la economía argentina creció a una tasa promedio del 8,5% anual acumulativo, situación que contrasta con el periodo del régimen de tipo de cambio fijo.

Durante la convertibilidad el promedio anual fue del 3,4%, mientras que si se excluyen los tres años finales de recesión alcanzo el 6,2% anual.

Puede apreciarse una primera y fundamental diferencia con la década del 90.

Desde el 2003 al 2007, se destaca como el quinquenio de mayor crecimiento de la economía en los últimos años. A partir del 2008, el ritmo de incremento del PBI se hizo más lento, alcanzando el 6,3% ese año y el 1% en 2009.

El elevado crecimiento de la actividad económica implico un gran dinamismo en la creación de nuevos puestos de trabajo. Entre 2003 y 2008, se generaron más de 4 millones de empleos nuevos.

Luego de la década del 90 caracterizada por la expulsión de trabajadores, la tasa de desocupación paso de niveles cercanos al 20% en el primer trimestre de 2003 a valores inferiores al 10% en 2007.

A partir de 2008, comenzó a notarse la desaceleración del ritmo de creación de empleo.

Los cambios de tendencia en el crecimiento y el empleo se reflejan también en la trayectoria de los salarios reales. El rasgo distintivo de la década del 90 había sido el estancamiento de la capacidad de compra de los salarios.

La recesión que se inicio en el 98 y desemboco en la crisis del 2001 y la devaluación del peso en 2002, mino una de las más espectaculares reducciones del poder adquisitivo del salario de la historia argentina.

Desde el 2003 a fines del 2009, los salarios reales crecieron el 48%. A partir del 2008, se produjo una reducción del ritmo de incremento de las remuneraciones reales.

Lo que parece ser un sustancial avance en las condiciones de vida de los trabajadores queda relativizado por la dificultad que ha tenido el poder adquisitivo de los salarios para superar los valores alcanzados durante la década del 90.

Por otra parte, la orientación de la producción mostro un cambio relevante entre la década del 90 y la fase de la pos convertibilidad.

Entre el 91 y el 2001, la industria manufacturera creció a una tasa del 1% anual y los servicios al 3%. Durante lo que va del 2002 al 2008, la industria creció al 11%, mientras que los servicios se expandieron mucho menos (6,9%).

La reorientación hacia la producción de manufacturas también se debilito en los últimos años.

Otro rasgo distintivo de la pos convertibilidad, es la reversión del signo de la balanza comercial, que paso a ser deficitaria a tener saldos fuertemente positivos.

A partir del 2003, se noto un incremento de las exportaciones, las cuales crecieron de un promedio anual de U$S 20.645 millones entre el 91 al 2001 a U$S 46.121 millones entre 2003 y 2008.

En los dos últimos años, el cambio de tendencia se registro a través de una caída notable tanto de las importaciones como de las exportaciones, por lo que no se observo una modificación sustantiva del saldo de la balanza comercial.

Luego del 2002, comenzó a evidenciarse una tendencia al sostenimiento de fuertes superávit fiscales. Esto marco una notable diferencia con el periodo de 1991-2001, en el que el sector publico nacional promedio un déficit del 1,16% del PBI. El sector publico nacional también se encontraba fuertemente endeudado a finales del periodo de la convertibilidad con una deuda que ascendía a U$S 144.452 millones.

El elevado endeudamiento implicaba un significativo peso de los servicios de la deuda, que representaban casi el 4% del PBI en el 2001 cuando en la convertibilidad promediaba el 2,1% de la producción anual del país.

En los años 2008-2009 se aprecia un cambio en la trayectoria de las cuentas públicas, ya que el resultado fiscal fue nuevamente deficitario.

El endeudamiento público exhibió fuertes contrastes en el periodo 2003-2008. En la década del 90, la deuda pública se incremento sensiblemente. El PBI en la convertibilidad paso de valores inferiores al 30% a 54%. Luego de la devaluación (2002), se multiplico hasta alcanzar el 137% ya que gran parte de la deuda estaba en dólares.

A partir del default, los incrementos de la deuda únicamente se produjeron por la acumulación de atrasos y por la denominada “pesificación asimétrica”. Luego del 2002, se encaro la política de desendeudamiento en la que se renegociaba parte de la deuda en default y en la que tuvieron un importante rol el superávit de cuenta corriente y los sucesivos superávit fiscales.

El plan convertibilidad puso en fuerte tensión la capacidad de la economía de acumular reservas. Con la moneda nacional sobrevaluada fue necesario responder a una sostenida demanda de divisas que fueron “fugadas” de la economía argentina, así como al creciente consumo de bienes de importación, pagos de intereses y dividendos.

El gobierno debía proveer los dólares necesarios para mantener la paridad en el nivel fijado, incluso cuando la salida de capitales se intensificaba por la coyuntura internacional y se producían verdaderas corridas cambiarias. El gobierno se veía empujado a obtener estas divisas mediante el endeudamiento externo progresivo.

Luego de la devaluación de 2002, la tendencia se invirtió y al igual que en otros países de la región se observo un crecimiento sostenido de las reservas. Tal inflexión respondió a la existencia de un superávit comercial significativo y no se vio interrumpida cuando el gobierno recurrió a las reservas para afrontar con grandes sumas sus compromisos externos.

Con respecto a las tasas de interés locales, existe una clara diferencia entre la década del 90 y el pos convertibilidad. La tasa de interés real paso de elevados niveles positivos a volverse negativa durante buena parte del periodo posterior a la devaluación. Esto significo la pérdida de atractivo para las colocaciones financieras y una mayor rentabilidad relativa de las inversiones productivas.

A partir de 2008, se registro un incremento de la tasa de interés real, al punto que en 2009 dejo de ser negativa.

La maxidevaluación de la moneda domestica a principios de 2002 puso fin al régimen de tipo de cambio fijo de la convertibilidad y dio paso a un esquema de flotación cambiaria. Siguió un periodo de depreciación controlada, en el cual el tipo de cambio nominal evolucionaba en consonancia con el incremento de los niveles de precios domésticos. La política cambiaria a partir del 2003 ha sido opuesta a la de la convertibilidad.

Los gráficos analizados ponen de manifiesto que la crisis de 2001 funciono como un punto de inflexión, modificando algunas tendencias que habían caracterizado al régimen de convertibilidad. Esta irrupción de un nuevo patrón de crecimiento durante la pos convertibilidad, dan cuenta de una transformación muy definida. Entre los cuales debe mencionarse la aceleración del ritmo de crecimiento, la sustancial reducción de la tasa de desocupación, el superávit fiscal y comercial, la tasa de interés negativa en términos reales, la reducción del peso de la deuda externa y la acumulación de reservas.

Sin embargo, el mayor crecimiento relativo de la industria en relación con los servicios dista mucho de haber sido suficiente para modificar la matriz productiva argentina. La composición del producto no ha variado significativamente, ya que la industria manufacturera explica el 17% del PBI. Al mismo tiempo, el grueso de las exportaciones argentinas sigue originándose en el sector primario.

Otro tanto puede decirse de las condiciones de vida de los trabajadores que se han beneficiado con la evolución positiva de los salarios reales durante la etapa del pos convertibilidad, lo que resulto insuficiente cuando se realiza una comparación en términos históricos.

Pese a la elevada creación de puestos de trabajo y la reducción de la desocupación, el empleo no registrado significa el 35% de los asalariados.

Las series analizadas dejan ver también como a partir del año 2008 se produjo una reversión en la trayectoria de algunas de las variables más transcendentes del patrón de crecimiento del pos convertibilidad

Punto 2: El nuevo patrón de crecimiento

El objetivo de la sección es dar una explicación de los principales rasgos del nuevo patrón de crecimiento que surgió a partir de la devaluación de 2002. Durante la primera etapa, la etapa rosa 2003-2007, hubo un crecimiento de la economía cercano al 8,5% anual acumulativo. Se pueden establecer los contrastes más importantes con la década de 1990. A partir del 2008 el nuevo esquema comenzó a decaer. Muchos la llamaron la etapa de agotamiento del modelo de la pos convertibilidad. Entre la década del 90 y la siguiente se produjo un verdadero cambio de fase. Pero también hay elementos de continuidad con década del 90, por ejemplo: el nivel históricamente bajo de los salarios reales.

Durante la pos convertibilidad algunos factores del contexto internacional fueron favorables para la economía argentina. Los gobiernos de la pos convertibilidad introdujeron políticas públicas a diferencia de las medidas tomadas en la Convertibilidad.

Medidas tomadas en la pos convertibilidad: devaluación de la moneda, sostenimiento de un tipo de cambio alto, cesación de pagos, reestructuración de los compromisos externos, instauración de los planes sociales de alcance masivo, las políticas de ingresos, controles de precios, reaparición de los impuestos a las exportaciones, políticas proteccionistas, reestatizaciones de empresas anteriormente privatizadas. El factor común de todas estas medidas es el corte intervencionista.

El crecimiento de la economía se asimila al “rebote del gato muerto”. Así explico la ortodoxia y los defensores del régimen de la Convertibilidad el crecimiento económico. También decían que el crecimiento solo se debe a las condiciones internacionales favorables porque otros países de la región crecieron rápidamente.

La etapa rosa (2003-2007)

Comercio internacional: reducción de las tasas de interés y de elevados precios para los productos de exportación de la economía argentina, principalmente los agropecuarios. El conjunto de estos fenómenos aporto al país riquezas.

3 factores caracterizan el nuevo patrón de crecimiento: la política cambiaria, los efectos de la crisis 2001-2002 y los impuestos al comercio exterior.

El sostenimiento del uno a uno durante los 90 consiguió limar por completo la competitividad de una producción domestica que contaba con una producción menor a la mundial.

Durante la pos convertibilidad se pasó a una política de dólar caro que implicó una protección cambiaria en la industria posibilitando el desarrollo de determinadas producciones domesticas.

La renaciente industria sustitutiva se vio reforzada por dos elementos del periodo anterior: la capacidad productiva ociosa y la abundante oferta de la mano de obra. Además, las tasas de interés que antes eran elevadas adoptaron valores negativos en términos reales desincentivando las colocaciones financieras; favoreciendo la inversión productiva.

Impuestos a las exportaciones: la aplicación de derechos de exportación consiguió moderar el incremento de los precios de los productos transable, los costos de producción de estos bienes están por debajo del promedio mundial. Cuando su precio sube por las condiciones del mercado internacional se genera una ganancia extraordinaria que ingresa a la economía argentina a través del comercio exterior. Si no existiera ninguna política estatal produciría una apreciación de la moneda domestica.

Se bautizo a este tipo de situaciones “enfermedad holandesa”. Episodio de Holanda: el incremento del precio del petróleo perjudicó a la industria domestica a través de la sobreevaluación de la moneda por exceso de divisas y el abaratamiento de las importaciones. En el caso argentino, además, los productos de exportación forman parte de la canasta de consumo, afecta directamente al salario real.

La convertibilidad genero una intensa sed de divisas para sostener el uno a uno. La necesidad de dólares se solucionó con: el remate de las empresas públicas y luego con el endeudamiento externo que generaba un déficit fiscal crónico en el sector público. Debido al ajuste de las cuentas públicas se deterioraron casi todas las prestaciones sociales del Estado. De esta manera los trabajadores sufrieron las mayores tasas de desempleo, pobreza e indigencia de la historia nacional.

Pos convertibilidad: uno de los principales objetivos del gobierno fue impedir la apreciación de la moneda. Evitaron que las divisas originadas en el superávit comercial se volcaran al mercado cambiario, empujando hacia una sobrevaluación de la moneda. Retenciones: aplicación de impuestos a las exportaciones permitiendo al estado retener una parte de esa riqueza y además evito las presiones a la baja del tipo de cambio. Una parte de esos recursos se acumuló en el banco central en forma de divisas. Otra parte alimentó al mercado del crédito y contribuyó a elevar el gasto público.

La introducción de retenciones a las exportaciones permitió mejorar la situación del fisco, aliviar el exceso de divisas y funcionó como una herramienta que desvinculo parcialmente el precio interno que forman parte de la canasta básica de consumo del Dólar que había incrementado por la devaluación.

El Dólar caro ayudó a las producciones manufactureras domesticas también multiplico la rentabilidad de las exportaciones locales.

Se genero una elevada tasa de ganancia superior a las de las colocaciones financieras. El PBI obtuvo un crecimiento acelerado.

Los salarios crecieron más que el PBI, los ingresos públicos aumentaron gracias ha: las retenciones, impuestos a la producción y consumo internos. Hubo superávit del presupuesto del gobierno. Reaparecieron las políticas fiscales expansivas y de la asistencia al crédito. Parte del superávit se oriento a la actividad interna: ayuda a la producción y demanda domestica. Otra parte se orientó al mercado cambiario para sostener el Dólar alto.

1990: el estado necesitaba captar dólares para mantener el uno a uno, obtuvo divisas de los mercados financieros mundiales y con la venta de su patrimonio.

Pos convertibilidad: el gobierno se convirtió en demandante de Dólares entonces acumuló reservas en el banco central. Posibilito una política de “desendeudamiento”: pagar intereses y cancelar deuda contraída en la etapa anterior.

La modificación en la composición de la producción y la intensidad del proceso de inversiones se explican por: la elevada rentabilidad que se alcanzo en algunos sectores en base a las nuevas condiciones: las altas tasas de ganancia, la reducción de la tasa de interés, los precios sostenidos y el Dólar alto.

La tasa de ganancia es lo que explica la dinámica expansiva del nuevo patrón de crecimiento.

1990: auge del sector financiero y de servicios, crecimiento de las importaciones y expulsión de trabajadores.

Pos convertibilidad: producción de bienes orientados al comercio exterior pero también la producción industrial destinada a abastecer al mercado interno.

La expansión de la producción para el mercado local se explica fundamentalmente por la canalización de riqueza desde el agro a la industria, ayudada por una tasa de interés real negativa. También la canalización de riqueza desde el agro a los asalariados debido a las retenciones.

El objetivo de mantener el Dólar caro conlleva una intervención sistemática del gobierno en el mercado de divisas. Es una cuestión exclusivamente vinculada con los flujos y los usos del excedente. El gobierno se ve obligado a comprar divisas para deprimir su precio. Para hacerlo necesita disponer de pesos que pueden provenir del superávit fiscal (reserva en dólares del banco central), la emisión o el endeudamiento.

Análisis del cuadro de la página 51.

El ritmo de expansión de la inversión total entre 2003 y 2007 fue casi 3 veces superior a la tasa de crecimiento del PIB.

El ritmo de la expansión de la inversión pública en el Producto fue alto.

El consumo interno privado creció a una tasa similar a la del PIB.

Se produjo una reducción de los salarios, pero si no se hubieran aplicado las retenciones los salarios hubieran sido más bajos.

Los controles de los precios y el congelamiento de tarifas de los servicios públicos posibilitaron la contención de los incrementos de precios entre 2003 y 2007.

Triple alianza de intereses: los exportadores gozaban de la suba de precios mundiales y el tipo de cambio; la industria mercado-internista crecía como no lo había hecho en décadas y los trabajadores se fortalecían por el crecimiento de la ocupación y la recuperación del salario.

A partir del 2008 la comunión de intereses comenzó a quebrajarse.

El periodo de inestabilidad 2008-2009 y aceleración inflacionaria

El talón de Aquiles del esquema de pos convertibilidad fue la inflación.

Las ventajas del dólar alto se extinguieron cuando se redujo el tipo de cambio real. Ante el aumento de los precios se inicia una carrera desesperada para sostener los beneficios del esquema. Los capitales que producen para el mercado local sufren una perdida por el incremento de sus costos. Si los precios internos crecen demasiado sus productos tendrán que competir con los productos externos. Los trabajadores deben luchar para que el incremento del costo de vida sea igual al aumento salarial o mayor.

La inflación desato una intensa disputa entre clases.

Dos episodios se convirtieron en los principales hitos de este periodo:

En marzo del 2008 se publicó la resolución N 125 del Ministerio de Economía en la cual se establecía una nueva escala para los impuestos a las exportaciones de granos. Finalmente se anuló.

El estallido de la violenta crisis internacional iniciada en EE UU afectó a la economía mundial: la quiebra de la poderosa firma Leheman Brothers se produjo en Septiembre de 2008 y al día siguiente el gobierno comenzó el proceso de nacionalización de la gigantesca aseguradora.

Economía ortodoxa: explicaciones de la inflación:

Teoría cuantitativa del dinero: establece una relación proporcional y mecánica entre la cantidad de circulante y los precios. El determinante central de la inflación está asociado con la política monetaria expansiva que rebasa la demanda de dinero.

El incremento de los precios se debe al crecimiento exagerado de la demanda. La capacidad productiva se encuentra cerca de su tope máximo. La producción no está en condiciones de responder a los incrementos de la demanda y el ajuste se realiza a través de la suba de precios. Para frenar la inflación hay que reducir la demanda agregada. La demanda se descompone en 3 elementos: consumo, inversión y gasto del gobierno. Solución: contracción del consumo y del gasto publico.

El gobierno elevo el gasto y reclamaban ajuste fiscal. Otros recomendaban apuntar al consumo pidiendo al gobierno que restringiera el crédito y elevara las tasas de interés.

Se le atribuye a los aumentos salariales la causa de la inflación.

El gobierno planteó el aumento de la tasa de impuestos a las exportaciones sin dar muchas justificaciones por lo que se desato una crisis política, desabastecimiento del mercado interno.asi aumento la inflación.

El único apoyo que consiguió el gobierno fue el de los sindicatos y trabajadores. La industria se “alió” con el agro.

El parlamento rechazo la medida, aumento la inflación, manifestaciones callejeras, desabastecimiento y cortes de ruta, el banco central dejo que la moneda se apreciara reduciendo el tipo de cambio nominal y debilitando la protección cambiaria.

Punto 3: Las causas de la inflación en un contexto de crisis mundial.

El proceso de incremento de los precios en el país a partir del 2008, logró poner en jaque al nuevo patrón de crecimiento y desmembró el marco de alianzas que le dio sustento. El gobierno respondió utilizando el tipo de cambio y las retenciones. Un bloque conformado por el sector exportador, logró impedir en adelante la posibilidad de modificar la alícuota de las retenciones.

La consecuencia del notable incremento de los precios de los commodities, fue un aumento directo de los precios de los productos transables (en especial alimentos y materias primas) y se ve amplificado por la política del dólar caro. Se trata de la inflación importada. Este efecto inicial se transmite luego a los precios de la industria dirigida al mercado interno a través de las variaciones de los costos y de los salarios que se elevan para compensar el incremento de los bienes de consumo. En un escenario de tipo de cambio nominal fijo, se reduce la competitividad de la economía. Pero la suba de los precios de las exportaciones provoca un crecimiento del superávit comercial y ejerce una presión sobre el tipo de cambio debido a la abundancia de dólares.

En la pos convertibilidad, un incremento de las retenciones contribuye a la solución: reduce el precio interno de los alimentos y le permite al gobierno absorber la oferta incrementada de divisas con recursos presupuestarios, evitando así la apreciación nominal.

Una economía pequeña, abierta al comercio y con una fuerte capacidad exportadora de materias primas y alimentos, recibe un flujo de riqueza que puede canalizarse hacia la producción, pero sufre una inestabilidad congénita que se manifiesta cuando esos precios sufren fluctuaciones violentas. A principios de 2008, la evolución de los precios mundiales presionó con fuerza sobre el precio interno de los alimentos, desacelerando el proceso de recuperación del salario real y generando nuevas disputas con la distribución de la riqueza, que derivó en un conflicto entre rentistas, capitalistas y trabajadores, en donde sus ingresos se veían afectados por la inflación.

Para el empresariado, los aumentos salariales significaban una pérdida de competitividad externa.

Los trabajadores quedaron alineados con el gobierno.

El nuevo patrón de crecimiento permitió la paulatina recuperación del poder adquisitivo de los salarios, ya que las organizaciones obreras ganaron fuerza a medida que se reducía el desempleo.

La inflación doméstica estuvo íntimamente relacionada con la inflación de las materias primas, vinculadas a los precios mundiales. La dinámica inflacionaria fue un punto de quiebre en el funcionamiento del esquema de la pos convertibilidad.

La inflación importada, que respondía más a causas externas que a internas (devaluación), comenzó a presionar sobre los precios domésticos y se intensificó en 2008.

Existía cierto consenso respecto de la presencia de capitales especulativos en los mercados de commodities alimenticios mundiales, que luego estallarían con la crisis internacional. Los precios de los commodities exhibían una tendencia alcista y gran volatilidad. Los precios internacionales estaban gobernados por la turbulencia que se estaba gestando en los mercados financieros.

Los precios de los insumos y alimentos vienen determinados por la economía mundial. Si permanecen estables y no se produce ninguna modificación en el tipo de cambio nominal, cuentan con un gran peso en la canasta contra la inflación. Cuando tiene fuertes variaciones, se traducirán en cambios de los precios internos. Con reducidas tasas de desocupación, los trabajadores cuentan con fuerza suficiente como para traducir los incrementos de la canasta alimentaria en aumentos salariales. Los precios de los alimentos son los que empujan inicialmente hacia arriba a los salarios, así se reduce la rentabilidad y los empresarios tratan de restablecerla.

En los mercados en los cuales el Estado implementó una decidida política de subsidios para mantener congeladas las tarifas en el período posterior a la devaluación, se logró el objetivo y se observó un incremento de precios de menos trascendencia. La deprimida demanda interna actuó como contención de la suba de los precios. Los bienes no transables que se encontraron fuera de subsidios estatales, exhibieron un amesetamiento en sus precios. Pero luego, los precios comenzaron a crecer impulsados por la escasa respuesta de la oferta ante los nuevos niveles de demanda por la posibilidad de recomponer la tasa de rentabilidad encareciendo los bienes y servicios.

La recuperación económica contribuyó a que los bienes no transables alimentaran el proceso inflacionario. En el período 2008-2009, el peso determinante de los commodities en la canasta de consumo hizo que la inflación importada se convirtiera en el motor principal del crecimiento de los precios internos. Las retenciones móviles constituían una herramienta capaz de desvincular dinámicamente el precio internacional de los productos de exportación de su precio doméstico, evitando el contagio de la inflación mundial de las materias primas.

El sector agroexportador primario de la economía logró evitar una reducción de sus ingresos y convalidó su ganancia real, expresada por la aceleración inflacionaria. En la resolución del conflicto “campo”, la derrotada fue la clase trabajadora, que experimentó el deterioro de su salario real como consecuencia del rebrote inflacionario.

En los últimos meses del 2008, sobrevino una crisis económica mundial, comparada con la Gran Depresión de 1930. Tuvo como efecto el estallido de algunas burbujas financieras especulativas. Se produjo un desplome de los precios internacionales de las materias primas.

Desde fines de 2008 y durante 2009 se retomó la tendencia ascendente del salario real.

El impacto de la crisis internacional sobre la economía doméstica interfirió en el ritmo de crecimiento del nivel general de precios a través del aumento de la tasa de desempleo. El resultado fue la pérdida de capacidad de negociación de los asalariados, que pasaron a una posición defensiva para evitar los despidos preventivos. El incremento de la desocupación fue más grande en el sector industrial, y aumentó también la subocupación. Los movimientos contribuyeron a deteriorar el poder de negociación de la clase trabajadora y así se redujo su capacidad de elevar los salarios.

Las consecuencias del mayor desempleo sobre la evolución nominal de las remuneraciones, echan visiones que asumen que los aumentos de salarios no vinculados con el crecimiento de la productividad pondrían en riesgo a la capacidad de reproducción del sistema económico, afectando la tasa de rentabilidad de la economía. No es posible atribuirle responsabilidad alguna a los salarios desde el punto de vista empírico. Según datos de INDEC, el comportamiento de la tasa de crecimiento de los salarios y el aumento de los precios fue exactamente opuesto al que anticipa esta explicación.

Otra explicación ortodoxa de la inflación a la que se recurrió es la supuesta presencia de aumentos de la demanda por encima de la capacidad productiva de la economía. La tasa de utilización de la capacidad instalada se redujo hasta noviembre de 2009. Resulta difícil sostener que el recrudecimiento de la inflación respondió a una mayor presión de la demanda sobre el nivel de oferta que había tocado su techo, ya que estuvo sufriendo los efectos de la crisis internacional.

Dos argumentos que pueden ser descartados son los que asocian la inflación con el incremento del gasto público y la expansión desmedida de la oferta monetaria.

En una economía pequeña y abierta donde se observa una fuerte yuxtaposición éntrelos bienes que dominan el conjunto de las exportaciones y los productos que componen la canasta de consumo de la población, y por otro lado existe una fuerte dependencia de insumos importados, los determinantes centrales de la inflación son los aumentos de los precios de los bienes transables y el tipo de cambio. Las alteraciones en el poder de compra de la moneda domestica producen cambios de precios relativos que pueden convertirse en disparadores de un proceso inflacionario. Se produjo una importante fuga de capitales que provocó fuertes presiones sobre el tipo de cambio. Se vino a sumar de nuevo la presencia de inflación importada, ya que luego de la fuerte caída de los precios de los principales productos que exporta la región, se registró una importante recuperación de los precios de las materias primas.

Durante el mismo período los salarios reales ralentizaron su recuperación por la pérdida de poder de negociación derivada del menor dinamismo de la economía.

Punto 4: El nuevo patrón de crecimiento en la economía encrucijada

Se llama etapa rosa del nuevo patrón de crecimiento al periodo en que el PBI se expande al mismo tiempo que crecía el empleo y los salarios reales recuperaban sus niveles previos a la crisis 2001-2002. Esta denominación también responde al hecho de que durante ese periodo de crecimiento el esquema económico conto con el apoyo de los productores agropecuarios, de los sectores industriales y de la clase trabajadora.

Este esquema también es conocido con el nombre de “modelo productivo”. Si bien este esquema favoreció a la aparición de industrias productoras de bienes dirigidas a mercado interno que tenían protección generada por el tipo de cambio, el sector agropecuario también atravesó un periodo de prosperidad. El sector industrial no solo se favoreció por el tipo de cambio alto sino también por la reducción de los salarios reales. Entonces el patrón de crecimiento de erigió sobre la transferencia de ingresos de los trabajadores a la clase capitalista que con la protección cambiaria posibilito la recomposición de la rentabilidad de los sectores industriales

El desempeño de la economía es consecuencia de las condiciones mundiales favorables y de un determinado esquema de apropiación de la riqueza adicional de las mercancías agropecuarias que argentina puede exportar. Pero la existencia de excedente de renta agraria, además de sostener el patrón de reindustrialización genera dificultades en el esquema adoptado: la presencia de un superávit comercial genera una presión hacia la apreciación cambiaria, que puede generar el abaratamiento de los productos importados y la liquidación de la producción industrial destinada a abastecer la demanda interna. Siempre que los precios de los productos primarios sean favorables la economía argentina está sometida a una tendencia a la apreciación del peso. Si esto ocurre, los únicos sectores que sobreviran son los del sector del agro, aquellos que posee un nivel de productividad capaz de resistir a una competencia mundial acrecentada por el tipo de cambio desfavorable.

En un contexto de apreciación cambiaria, regresaría la especulación basada en las elevadas tasas de interés y de un dólar barato que permite potenciar beneficios al girarlos al exterior, especulación, desindustrialización y fuga de capitales Para la clase trabajadora esto implica un regreso a la pobreza y expulsión del mercado laboral. Desempleo creciente y congelamiento de salarios.

En resumen luego de la salida de la convertibilidad, existen dos programas económicos contrapuestos. Por un lado el esquema del dólar caro, retenciones a las exportaciones y controles de precios. Por el otro, programa de la apreciación cambiaria, que al volcar el producto de superávit externo al mercado interno de divisas lleva a una sobrevaluación del peso y a una estabilización recesiva de los precios.

A partir del 2008 la economía entro en una encrucijada: la política económica basada en el dólar alto y las retenciones que habían servido para sostener el ritmo de recuperación perdió parte de su efectividad. Los precios internos empezaron a acelerarse, esto introdujo una tendencia a la apreciación de la moneda poniendo en riesgo la continuidad del esquema.

¿Que hacer? Ante el incremento de los precios internos, era necesario desacoplar los precios internos de los externos y poner un techo a los no transables utilizando las retenciones y los controles de precios y tarifas. El agro y los exportadores industriales pusieron un freno a la primera medida y la segunda no conseguía resultados esperados. Entonces la economía quedo sujeta a los precios internacionales y a las corrientes del comercio y los flujos de capitales. Mientras tanto, el gobierno apuntalo la demanda interna, crecimiento del gasto público y de liquidez asociándolos con el crecimiento de los precios.

Frente a esto se empezó a discutir si convenía la “profundización del modelo productivo” o buscar una “salida ordenada” del esquema de la pos convertibilidad. Los del agro y ortodoxia piden un control estricto de aumentos salariales, reducción de gasto público y una menor intervención del estado.

Para garantizar el crecimiento de empleo y sostenimiento de salario no se veía otro camino que insistir en la dirección industrializadora. De lo que se trata es de hacer un cambio en la estructura productiva del país, una especialización agroexportadora basada en ventajas comparativas. Y esto implica que el estado asumiera un papel protagónico canalizando los recursos excedentes hacia la producción manufacturera.

Entonces, para impulsar a la industrialización se necesita un verdadero plan de desarrollo, preciso y articulado que fomente las actividades agropecuarias para asegurar excedentes y proteger el empleo y salario.


 

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