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Historia Ec. Argentina |
La Agricultura y la ganadería 1880-1914 y Desarrollo agropecuario pampeano | Cátedra: Villaruel |
2º Cuat. del 2008 |
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Miguez Eduardo
La Agricultura y la ganadería 1880-1914
(la gran expansión agraria)
El mercado de tierra luego de la “campaña del desierto”
Durante las presidencias de Avellaneda y roca llego a su fin, en lo sustancial, uno de los rasgos básicos de la sociedad rioplatense anterior: la frontera interior.
La frontera había tenido un enorme impacto en la estructura social y económica de la sociedad rioplatense, y muy en particular en su medio rural. Las campañas de Alsina y Roca, y sus continuaciones en Patagonia y el Chaco, pusieron a disposición de la sociedad de origen europeo enorme territorios, e incrementaron la seguridad de la propiedad y la vida en otros aledaños.
Ahora posible instalar en las nuevas tierras un sistema productivo que potenciará sus posibilidad. En primer lugar era necesario definir la condición jurídica de las tierras dentro del sistema de propiedad establecido por las leyes del estado. Era necesario determinar su potencial productivo, y el tipo de producción que mejor se adaptaba a sus características, a su fertilidad y clima, pero también a su ubicación relativa a los mercados y la evolución de los precios. Finalmente era menester dotarlas de capital y trabajo para ponerlas en producción.
Una antigua y persistente ideología agrarista, propiciaba la distribución de tierras en pequeñas unidades para la colonización agrícola. Pero varios factores pesaban en su contra. La financiación de la propia campaña de Roca se efectuó a través de bonos canjeables por tierras, y un mecanismo similar se utilizo para premiar a los militantes que participan de ella. Para un estado siempre hambriento de fondos, la venta de grandes extensiones a estancieros o especuladores prometía recursos frescos más inmediatos que la colonización. Fueron las propias condiciones productivas de las tierras, y la evolución mercado, las que terminaron determinando una estructura agraria a través del proceso de privatización. En el centro-norte de Santa Fe continuo el proceso de colonización agrícola, en tanto que el sur de Santa Fe y Córdoba y Buenos Aires evolucionaron hacia la consolidación de la estancia. El nordeste de La Pampa vio florecer algunas colonias agrícolas junto a estancias ovinas. En Patagonia de cierta aptitud agrícola, carecían de mercados a los cuales volcar su producción. Surgió así la gran estancia patagónica, orientada a la cría ovina (destinada al mercado chileno).
En las tierras cordilleranas más pobres de Neuquén y sur de Mendoza se desarrollo una cría caprina trashumante. En la región chaqueña la experiencia no fue menos variada. Desde la enorme extensión de la explotación forestal (una vez mas, con un fuerte componente de capital internacional) pasando por un limitado interno de ingenio azucarero, llegando hasta la colonización algodonera.
El periodo 1880-1845 es testigo de una extraordinaria expansión ferroviaria. Pueden diferenciarse distintos tipos de ferrocarriles. Algunos captan y multiplican el transporte de regiones ya desarrolladas. Otros deben ellos mismos generar la actividad económica que les permita sustentarse. Hay líneas troncales cuya función principal es unir puntos distantes. Otros, en cambio, tienen una intensa actividad en cada una de sus estaciones intermedias. En tanto que el ferrocarril del Oeste y el Sur captan el trafico de una rica zona lanera. El ferrocarril parece haber sido casi una condición necesaria para el despegue regional, al intensificar la inserción regional en el mercado nacional e internacional, favoreció a los sectores que en mejores condiciones estaban para aprovechar las oportunidades que estos mercados presentaban, promoviendo el surgimiento de una considerable diversidad regional. Lo que si tuvo el ferrocarril fue en el establecimiento de una estructura de precios en el mercado de bienes y factores, la evolución de este ultimo es un indicador clave del desarrollo de la expansión agraria. Sobre el desarrollo de la estructura rural pesaron más las aptitudes naturales, las tecnologías productivas y las condiciones de oferta de factores, que las condiciones institucionales o las vocaciones especulativas.
La expansión productiva 1880-1914: la ganadería
Si algo había caracterizado al desarrollo agrario había sido la producción lanar. Para entonces, esta producción dominaba casi toda la provincia de Buenos Aires, y se había extendido sobre Entre Ríos y sur de Santa fe y Córdoba. Con la “conquista de Desierto” se abrieron enormes extensiones a la producción. Los nuevos territorios, eran destinados en principio a la cría del vacuno criollo o mestizo, pero luego la introducción de lanares. Se produjo otro cambio, conocido como desmerinizacion y luego de algunos años de experimentación se logro desarrollar un método de congelamiento de carnes que hacia factible su exportación. así, las viejas merino comenzaron a ser desplazadas por razas de origen británico –especialmente Lincoln- que si bien eran inferiores en calidad de lana, se adaptaban también a la producción de carne.
La creciente valorización del vacuno va a propiciar un nuevo cambio en la distribución regional de la producción ovina. El flujo de inmigrantes no solo aumentaba la población, sino que premiaba una carne mas adaptada al gusto europeo que la que ofrecía el viejo ganado criollo. El refinamiento de las razas bovinas será motorizado por un reducido grupo de importantes inversiones.
Hacia mediados de la década, se hace visible una producción especializada en el creciente mercado de exportación, el que sufrirá un retroceso hacia 1900 por la prohibición británica al ganado argentino como consecuencia de la fiebre aftosa. El impacto de esta restricción, sin embargo, será muy breve.
La agricultura
Las colonias santafecinas, estimuladas por mercados locales, habían logrado establecer ya de manera sólida para 1880. Para esa fecha había unas setenta colonias, que cubrían un total de más de ochocientas mil hectáreas. En los quince años siguientes se crearon más de trescientas nuevas colonias. El tamaño de las unidades de producción no deja dudas sobre el papel de la pequeña propiedad en este proceso. Es cierto que su superficie total era menor a la de las grandes estancias, pero dado que el grueso de la actividad agrícola se concentraba en las unidades menores, no parece haber dudas sobre el papel de las colonias en la producción agrícola santafecina.
Las colonias santafecinas, entonces, especializadas mayormente en trigo, dan cuenta de buena parte de la etapa inicial de la expansión agrícola.
La demanda de pasturas tiernas para el ganado refinado comenzó a presionar sobre la producción agrícola. El contexto de alto costo del dinero y escasez de crédito general en la economía del periodo, agudizado por la crisis de 1889/90, no era favorable para la fuerte inversión que requería roturar extensas superficies para instalar pasturas artificiales. Una carta de Benigno del Carril proponía un método para solucionar este proceso, establece contratos de aparcería para la siembra de tres cosechas, agregando semilla de alfalfa junto con la tercera siembra.
En la propuesta de Del Carril el secreto estaba en los contratos de aparcería. Alambrando potreros de 2000 hectáreas y subdividiéndolos en lotes amojonados de 200, ocho o diez aparceros aseguraban un enorme lote de alfalfa.
En Córdoba como Santa Fe al sur de Rosario, el cultivo triguero se realizo bajo diversas formas: colonias, aparcería en las estancias como complemento de la ganadería o simplemente una especialización en el arrendatario o la aparcería agrícola.
La tradición ha ubicado al trigo en el centro de la expansión agraria argentina, y esto refleja los hechos de buena parte del periodo. Pero como ya viéramos, en vísperas de la guerra en realidad era el maíz el principal producto de exportación Argentina. El maíz, por su alto rinde, lo transformaba en la opción más remunerativa, especialmente en tierras templadas con buena humedad.
El tercer producto agrícola de la gran expansión argentina fue el lino, en su doble función textil y oleaginosa. El lino era una opción de muy alto rendimiento económico por hectárea, pero un fuerte efecto de desgaste sobre la tierra. Cultivo orientado totalmente a la exportación, manteniéndose en un nivel relativamente bajo en la década siguiente, y experimentando una fuerte expansión, al igual que el maíz y el trigo, desde comienzos de siglo. Otros cereales, como la avena y el centeno, complementaban el panorama de la agricultura exportable de la pampa húmeda.
Cultivos regionales
Hubo cultivos industriales de la época colonial que tuvieron más fortuna. El desarrollo azucarero dio lugar a una renovación económica de la vieja elite local. Y el apoyo que esta producción recibió del Estado Nacional fue clave para su crecimiento. Además de la extensión ferroviaria, los productores tucumanos obtuvieron una protección aduanera especial, para incentivar la producción local frente al producto Caribeño y Brazilero, de menor costo.
también la vid un cultivo colonial regional que se convertía en una agroindustria floreciente contando con fuerte apoyo del Estado. La llegada del ferrocarril a Mendoza en 1885, impulsada por el Estado, así como la legislación provincial que promovía el cultivo de vid, fueron elementos significativos en la expansión de esta producción. Para entonces el viñedo había desplazado a la alfalfa como principal actividad agrícola, aunque en superficie cultivada la leguminosa (utilizada para el engorde) seguía teniendo primacía.
Otro creciente agroindustria del periodo fue la forestal. Las iniciativas para la explotación de los grandes bosques subtropicales en busca de sus maderas fueran numerosas tanto en el noreste como en el noroeste, y de ellas surgieron varias empresas exitosas de capitales nacionales o extranjeros. La forestal, si bien instalo ferrocarriles, plantas industriales y embarcaderos en sus propiedades, el tipo de explotación que practicaba limito su efecto sobre el desarrollo regional. Esto, y el fuerte control social regional, generaron intensos debates entre contemporáneos historiadores sobre los efectos sociales y ecológicos de la empresa. El capital ingles también tuvo un fuerte impacto en la otra actividad agrícola de alta capitalización, el cultivo frutal en el valle rionegrino. Esta producción se desarrolla tardíamente, habiendo debido esperar la instalación de sistemas de regadío.
Estas modalidades reflejan no solo las características técnicas de la reproducción, sino la situación del mercado de mano obra. Siendo esta generalmente escasa y cara, y por lo tanto de difícil control, el gran capital prefirió en general avanzar poco en el ámbito de la producción agrícola, dejando un campo abierto a pequeños y medianos productores regionales.
Trabajadores y empresarios rurales
Las condiciones de escasez laboral, no afectaron solo a la agricultura industrial. Todo el desarrollo agrario de amplias regiones de la argentina del siglo XIX fue marcado por el signo de la falta relativa de trabajadores. La escasez elevaba el costo del trabajo. Si las cosechas eran exitosas, la inversión podía ser ampliamente justificada. Pero la rentabilidad de las cosechas estaba sujeta a fuertes variaciones – sequías, langosta y otras plagas, inundaciones, lluvias en la época de la cosecha – o de caídas de precios en el momento de la venta del producto. Ya hemos visto que parte de la respuesta a esta situación vino a través de la difusión de una versión moderna de una muy vieja instrucción agraria europea; la aparcería agrícola.
Disponibilidad monetaria, ganancia y riesgo son los factores en juego en las formas de contratación rural. Tampoco debe pensarse que el arrendamiento y la aparcería fueron siempre una forma de contratación laboral.
El otro gran sector de trabajadores agrícolas estuvo constituido por asalariados temporarios, mayormente contratados para la cosecha (esta requirió volúmenes crecientes de trabajadores estaciónales). Esta masa de trabajadores proviene de la llamada “migración golondrina”, trabajadores italianos y españoles que vendrían a la Argentina luego de la cosecha europea. El Estado favoreció estas inmigraciones con campañas publicitarias en Europa. La mayoría de los casos los inmigrantes no lo hacían por una sola cosecha. Por el contrario, concluida esta, buscaban trabajo para el invierno en las ciudades, o incluso en áreas como Tucumán, que requerían trabajo agrícola invernal. Se sumaba a un conjunto mayor de emigrantes internos del interior, trabajadores urbanos, o simplemente peones y jornaleros que durante el año Vivian de la construcción o la obra publica ( eran una mano de obra excelente).
El trabajo asalariado fue también la forma de empleo más habitual en la ganadería.
En el temprano periodo lanar fueron frecuentes las formas de aparcería, pero sea para 1880 esta modalidad contractual estaba en un merma. Aunque menos conocido, el fenómeno también parece frecuente en la cría bovina. Por otro lado, parecía que era bastante habitual que los puesteros fueran, más que asalariados, pequeños productores autónomos, que guardaban el ganado de estancia a cambio un porcentaje en la ganancia, y de autorización para pastar sus propios animales en las tierras del establecimiento. La labor ganadera requerirá de una mano de obra permanente con el gran establecimiento, que sin duda fue provista por planes nativos, o inmigrantes, con frecuencia, bajos.
Otro aspecto de la estructura empresarial de la actividad lanar era en la distinción entre cría encarnada (engorde). En general las tierras de menos riquezas de pasturas, son utilizadas para la cría de animales a los dos o tres años los animales eran llevados a campos de mejor calidad y más próximos a los puntos de comercialización, para que alcanzaran su peso ideal, y fueron colocados en el mercado. Había dos sectores productivos diferenciados, criadores en invernadores.
Una parte muy significativa de la ganadería eran llevada a cabo con grandes productores, y hay muchísimas evidencias de que éstos combinaban ambas actividades. Cuando los campos carecían de actitud para efectuar la cría y en engorde, era práctica habitual entre los grandes productores la adquisición de campos de invernada. Así, no parecen existir evidencias de las supuestas dependencias de los criadores respecto de los invernadores...
Parece evidente que la relativa abundancia de tierras y escasez de mano de obra y capital, abrió también el camino un tipo de relación contractual en la base hasta posibilidades de movilidad social, y que creaba gran diversidad de situaciones productivas. En general, la crisis de 1890 cerró la etapa por más dinámica estructura social agraria Argentina, pero sólo en la región central de su desarrollo.
La movilidad social no un simple mecanismo por el cual se accede la propiedad rural. Más bien, un proceso multiforme, que permitió que muchos individuos desarrollen sus propias y variadas estrategias de progreso, con resultados también muy variados. Por supuesto, sólo en casos muy excepcionales alguien logró elevarse de la nada a inmensas fortunas. Algunos alcanzaron sólidas propiedades, otros, un bienestar que le permitió un buen pasar en su madurez, ya fuere en la Argentina rural o urbana, o regresando sus tierras. ¿Qué puede decirse de los más grandes empresarios? Algunas interpretaciones bastante generalizadas han visto a la gran estancia como un espacio de lujo y ostentación, carente de eficacia productiva. Sin duda, hubo ostentación en más de un caso lo que resulta poco sorprendente. Pero nada más erróneo e identificar este lujo con ineficacia económica. Resulta cada vez más evidente que la gran estancia fue un centro de constante renovación productiva.
Otras investigaciones han mostrado como el camino del desarrollo agrario estuvo sembrado de innovaciones, riesgos, aciertos y errores. La mayoría de los empresarios que llevaron a cabo el desarrollo fueron nativos. ya fueran viejos miembros de la élite terrateniente, o exitosos inmigrantes más recientes o sus descendientes, o pequeños a para aparceros los nativos o inmigrantes, la poderosa transformación de la ganadería y la agricultura argentina no fue producto espontáneo de la fertilidad de las pampas, las condiciones de transporte y comercio internacional. Un variado conjunto empresarial fue quien tradujo esas condiciones favorables en un notable fenómeno de crecimiento. Por supuesto, no todo los grandes terratenientes fueron innovadores.
El crédito agrario y la tecnificación.
La expansión agraria consigo un intenso proceso de renovación tecnológica, una pregunta clave es sólo el origen del capital que financiaron dicha renovación, y los mecanismo de crédito que los hicieron accesibles a los productores. La renegociación en 1827 de la antigua deuda del crédito Baring de 1824, se había restablecido el crédito externo el que se había volcado fundamentalmente hacia la construcción de ferrocarriles y préstamos al Estado. Esto jugó un papel crucial para el desarrollo agrario, los capitales externos que ingresaron al aún muy incipiente sistema financiero, se volcaron fundamentalmente al crédito comercial. La expansión agraria fue motor del crecimiento económico, y ofreció atractivas tasas de beneficio a los inversores. El capital comercial también fue la fuente financiera de peso, a través de varios mecanismos. Por ejemplo, las grandes empresas exportadoras, tanto de lana como el cereal, ofrecían créditos a sus acopiadores locales y estos lo transmitían a los productores. Pero hubo otra fuente de financiamiento agrario aún más específica. Se trata de la creación oficial de bancos hipotecarios, primero en la provincia de buenos a aires y posteriormente en el estado nacional. Los bancos operaban a través de bonos (cédulas hipotecarias) que se emitían a favor del propietario, y éste colocaba en el mercado. Las células se colocaron tanto del país como en el exterior, canalizando un considerable flujo de capitales hacia el sector rural. Se ha argumentado que el crédito sólo sirvió para incrementar la especulación improductiva, y un aumento superfluo de los valores inmuebles.
Uno de los problemas centrales en cuanto a la cuestión de la financiación rural se ha referido al carácter segmentado del mercado de crédito. Por un lado el crédito institucional no estaba tan concentrado en la gran propiedad como se suponía. Por otro el crédito un informal del comercio local parece haber sido menos inequitativo de lo supuesto.
Otros rasgos impuesto por la disponibilidad de factores a la estructura agraria pampeana, estrechamente vinculado al problema del crédito, fue el aprovechamiento intensivo de la tecnología agrícola. La falta de mano de obra propicio la adopción relativamente rápida de maquinaria agrícola. Pero la escasez de crédito impidió la intensiva tecnificación individual del productor, como ocurrió en Canadá o Estados Unidos. Otro fenómeno vinculado, fue la existencia de grandes capitalistas que invertían en maquinaria agrícola, y cultivaban enormes extensiones con contrato de arriendo o a porcentaje de la cosecha. En cuanto a la ganadería, sus demandas de capital son menores en la agricultura. Además, las mayores inversiones se requieren en la producción de reproductores de calidad, actividad que fue concentrada por grandes establecimientos con acceso directo nacional e incluso externo.
Nota: la existencia de una frontera abierta, con abundancia de tierras fértiles, y la demanda internacional para la producción de sus tierras es el punto de partida de este análisis a abrir un ingreso
Juan Manuel Palacios
La paz del trigo
Desarrollo agropecuario pampeano (1890-1945)
Un largo debate histografico
Este debate se concentro sobretodo en el comportamiento de los grandes terratenientes, porque en ellos y sus perversas lógicas productivas se veía a los responsables de lo que calificaban como el “fracaso” argentino.
Tanto la concentración de la tierra y la producción extensiva y poco especializada, como también la baja tasa de inversión de capital, eran el resultado de un comportamiento rentístico y precapitalistas de esos terratenientes, mas preocupados en consumos suntuarios en buenos aires y Europa que en la marcha de sus estancias, que rara vez visitaban. Una visión posterior busco explicaciones al estancamiento dentro de la propia lógica económica. Así, los altos riesgos de mercado a los que, históricamente, se había visto sometido el productor pampeano, lo llevo a diseñar estrategias de producción que desalentaban la inversión en capital fijo con el objeto de mantener una conveniente versatilidad en las empresas. Para las visiones más tradicionales, la agricultura había nacido en la región pampeana de la mano de la necesidad de los terratenientes ganaderos de mejorar sus pasturas para el engorde de ganado. Esta necesidad los llevo a incorporar en sus estancias arrendatarios agrícolas en forma temporaria, con el propósito exclusivo de obtener forraje para el ganado, luego de lo cual prescindían de ellos o les ofrecían alguna otra parcela con el mismo propósito. Los grandes ganaderos provocaron con el tiempo el agotamiento de suelo u obstaculizaron la innovación tecnológica. Para James scobie, sin duda quien mejor expresa esta visión, la vida del chacarero estaba signada por el pecado de origen de la actividad a que se dedicaba. Por un lado, al encontrar la tierra ocupada y al no poder acceder a ella por lo elevado de los precios, tuvo que resignarse a ser arrendatarios. Pero además, la vida agrícola era inherentemente inestable y transitoria. Era esa inestabilidad la que determinaba todo lo demás: el aislamiento del agricultor, que conspiro contra un ambiente agrícola; la falta de inversión en su empresa, que conspiro contra su progreso; la pobreza de su vida, que lo llevaba a vivir en viviendas precarias y a tener una dieta deficiente; el monocultivo del trigo, que lo exponía a mayores riesgos, jugándose a todo o nada en cada cosecha.
En esta visión más optimista se encuentra la caracterización del chacarero pampeano como un empresario guiado por una estricta racionalidad capitalista. El chacarero se presentaba ahora como un empresario rural, que tomaba decisiones libres sobre la mejor estrategia productiva para sus empresas y hacia un uso económicamente racional de los factores de la producción, buscando maximizar sus ingresos. El arrendatario ya no era visto necesariamente como una consecuencia desgraciada de la concentración de la tierra -como sugería la visión tradicional- si no por el contrario como la opción más racional por parte de los agricultores, dadas las condiciones del mercado de entonces.
La ausencia de conflicto en la región pampeana seria prueba de la relación armónica que existió entre terratenientes y arrendatarios, pero también de la relativa prosperidad de ambos, que son presentados como socios de un “negocio”. En las ultimas dos décadas. Se han dejado algunas cosas en claro, de una vez y para siempre. Respecto del comportamiento de los grandes terratenientes y ganaderos, estos trabajos no dejan duda sobre su carácter empresarial, disipando la visión antigua de una clase rentística y parasitaria. Respecto del arrendatario, establecieron claramente que este no se había limitado en la región pampeana al arrendamiento agrícola en pequeña escala en estancias ganaderas, sino también productores de muy diversa envergadura incluyendo a grande empresarios agropecuarios, que podían ser por otra parte ser arrendatarios de múltiples parcelas.
Los grandes empresarios pampeanos solían comportarse como quiere la visión “optimista”, pero la mayoría de los chacareros no. Porque para actuar de manera económicamente racional, como sugería dicha versión, había que ser lo suficiente libre como para tomar las decisiones empresariales básicas sin más condicionamientos que el mercado. Esta libertad, por otro lado, exigía cierto mínimo bienestar económico o para ejércela.
Una frontera abierta había ofrecido oportunidades ciertas para el progreso económico, la consolidación de la estancia mixta supuso, la precarizacion de las condiciones contractuales de los arrendatarios y aparceros insertos en haciendas y estancias. Esta precariedad no alude solamente a las posibilidades de acumulación y a las condiciones materiales de la vida cotidiana, sino también a importantes ausencias en el marco jurídico e institucional. La mejor expresión de este conflicto entre esos actores se dio en la estancia mixta, un sistema en el que arrendatarios y locadores, chacareros y estancieros, lejos de ser “socios” de una misma empresa, compiten entre si a lo largo de los años por los mismos recursos productivos (tierra, trabajo) dentro de las estancias.
Conflicto social, conflicto judicial
Otra notoria desatención del debate histografico aludido fue el tema del conflicto social. La relativamente baja conflictividad rural de la región pampeana es, parta visiones optimistas, el lógico correlato de una estructura agraria particular que vivió la transición al capitalismo agrario a un costo social relativamente bajo.
La percepción de la relativa armonía social de la historia rural pampeana no es del todo equivocada (la historia rural de las pampas argentina ha sido indudablemente pacifica). Por debajo de esa aparente clama, lo que se es un universo de conflictos menudos y cotidianos que estaban originados en la actividad productiva (desalojos, embargos, intimidaciones de pago), que se dirimían en ámbitos menos visibles como la privacidad de las estancias o el silencio de los Juzgados de Paz locales, y que proponen otra forma de mirar las relaciones sociales en la región (sigue significando ausencia relativa de grandes conflictos). Estos trabajos consideran que el conflicto social se ha desatado solo excepcionalmente en grandes revoluciones y se ha expresado mucho más frecuentemente a través de las variadas formas cotidianas de resistencia con la que los sectores “subalternos” plantean su descontento.
Una de esas prácticas cotidianas ha sido el conflicto judicial. Con sus reclamos ante autoridades y sus demandas judiciales, las clases subalternas buscaron incansablemente a través de los siglos defender sus derechos ante las autoridades, legitimando a su vez un espacio de confrontación para dirimir sus disputas. Esas prácticas fueron decisivas para definir la naturaleza del ESTADO.
Los especialistas en historia colonial –los primeros en estudiar estas prácticas- revelaron que el sistema judicial y legal de la colonia, lejos de ser un rígido instrumento de dominación, fue un espacio maleable de negociación entre el estado colonial y las comunidades indígenas.
De una riqueza incalculable para el historiador, la fuente judicial no esta exenta de problemas y limitaciones. La primera y mas evidente es que, con todo lo generosa que es en proporcionar vivas imagines impresionistas de la realidad, esta fuente no permite argumentar cuantitativamente con facilidad.
Cuando lo que se tematiza es el conflicto, los problemas con la cuantificación se agudizan.
Con toda seguridad, el conflicto judicial era solo una expresión del conflicto, que muchas veces se expresaba en otros terrenos y por diversos motivos no llegaba al ámbito judicial. Pero por otro lado, es también probablemente cierto que la gente tuviera cotidianamente menos conflictos de lo que sugiere la visión desde la oficina del Juzgado
No es fácil darse una idea clara de un aparato de resolución judicial de los conflictos, ya que los que llegaban a término son una notoria minoría. Aun con estas limitaciones, los archivos de la Justicia de Paz han demostrado ser una herramienta fundamental para reconstruir la historia local. En primer lugar, porque brindan una idea muy precisa del microclima y de los “arreglos” locales, pero además porque son cabal expresión del papel fundamental que la misma institución tuvo en la organización de ese universo que se quiere comprender. Este trabajo se basa en la convicción de que la perspectiva de la historia local es la mejor manera de analizar la historia del desarrollo agrario pampeano y quizás el único camino efectivo para comprenderla cabalmente.