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Argentina y el triángulo anglo-estadounidense
La crisis del 29 generó transformaciones en la economía argentina, tendientes a adecuarla a las nuevas condiciones (baja el volumen de comercio, caen los precios internacionales).
Una característica de este período de reacomodo es el proceso de sustitución de importaciones: una serie de rubros que tradicionalmente se abastecían por medio de importaciones, pasaron a ser producidos localmente. De esta manera el mercado interno cambiaba en cuanto a la composición de los productos que se vendían.
Esto significó un negocio para la oligarquía, en tanto diversificó sus actividades productivas (hacia las finanzas y el comercio), al mismo tiempo que van a irrumpir los capitales extranjeros para participar de este proceso: la década del 30 es una etapa de expansión de las inversiones norteamericanas. Estos se presentaban más avanzados y modernos en relación con los británicos, desplazándolos en la importancia como potencia exportadora de capitales.
En este triángulo que acaba con EEUU como ganador se incluyen los sectores hegemónicos en Argentina, explicando el avance de los intereses norteamericanos en la economía argentina. Esto explica la injerencia de EEUU en asuntos diplomáticos y políticos durante la Segunda Guerra y en los años 40.
Pero esta vinculación del capital norteamericano se da en una etapa de industrialización conflictiva, que alcanzó ciertos límites.
Entonces, la asociación que se da entre estos y los sectores dominantes locales es diferente a la que se daba con los británicos: ésta es más desequilibrada todavía, pues no se puede progresar en la exportación de materias primas (que era el negocio principal de la oligarquía), implicando un choque de intereses.
Crisis del esquema tradicional, la industrialización limitada o inducida y la crisis de ésta. El péndulo económico y político
Frente a determinadas circunstancias, el modelo agroexportador presentaba fallas que lo volvían discutible, haciendo que no siga siendo posible llevarlo adelante de manera coherente. Se trata de situaciones de cambio dadas por las interrupciones del comercio atadas a crisis mundiales, que no solo afectan a las masas trabajadoras sino también a la oligarquía. Estas crisis mostraban que este esquema no podía funcionar indefinidamente, en particular ante situaciones de Guerra en las que las potencias destinan sus recursos a la misma, cayendo la demanda de productos primarios.
Al mismo tiempo que Argentina no podía cumplir su rol en la división internacional del trabajo como agroexportador, se producía una merma de las importaciones: el país estaba acostumbrado a abastecerse de todo tipo de productos, hasta de primera necesidad. Afectaba entonces la vida cotidiana y la actividad económica interna.
Esta es la manera que las crisis mundiales tanto económicas como bélicas afectaban la economía argentina y por ende ponían una y otra vez en jaque al esquema agroexportador.
Hacia los años 30 y la entrada de los años 40 se dio un prolongado período en el que se unieron una crisis económica mundial y una Guerra mundial, ambos de magnitudes hasta ese momento inéditas. Para ese entonces, Argentina presentaba una mínima experiencia técnica y una acumulación industrial producidas en circunstancias anteriores, lo que posibilitó una adaptación mayor (durante la Primera Guerra se había dado un primer episodio sustitutivo). Se trató del desarrollo de ramas industriales de aquellos productos que se tornaban imposibles de importar o carísimos, haciéndose conveniente producirlos localmente.
Este proceso, conocido como de sustitución de importaciones, tiene manifestaciones económicas y sociales de importancia:
Ø Crecimiento y desarrollo urbano
Ø Migraciones internas
Ø Despoblamiento rural
Se dan procesos sociales y que se deben ver como salidas originales surgidas en un determinado período histórico ante nuevas condiciones económico – sociales.
Este proceso, que significó profundas transformaciones en la estructura económico – social de Argentina, se vincula a un período de hegemonía de la oligarquía terrateniente a través de los gobiernos fraudulentos de la “Década Infame”. El proceso de ISI de los 30 es entonces una adaptación llevada a cabo por la oligarquía terrateniente, en alianza con el imperialismo, de manera que esta clase busca adecuarse a las nuevas circunstancias mundiales. Sin embargo, este cambio en la matriz económica no significó un cambio en las exportaciones, que siguieron dependiendo fundamentalmente de la producción agropecuaria. Por esto, la oligarquía sigue determinando el rumbo económico del país.
La Argentina pasó de ser importadora de bienes de consumo a ser importadora de medios de producción: de manera que depende íntegramente de la llegada de ellos.
En este sentido, la sociedad argentina se modificó en muchos aspectos, algunos indeseables por la oligarquía terrateniente: creció la clase obrera urbana asalariada y sus reclamos por sus derechos, por lo que florecen corrientes políticas, económicas y sociales nuevas (que van a confluir en el justicialismo). Este proceso fue un resultado inevitable de la adaptación a los nuevos tiempos.
Versiones del nacionalismo
v Durante los años 30: un nacionalismo más rancio, representado por la oligarquía, que glorificaba los viejos tiempos de dominación oligárquica y que temía la industrialización.
v Otras versiones del nacionalismo entrañaban lo contrario: más bien cuestionan el poder monopólico oligárquico como un embudo a través del cual la sociedad es subordinada a los intereses dominantes e imperialistas.
Con la ISI solo se modificaba la forma en la que Argentina quedaba subordinada en el esquema de división internacional del trabajo.
Techos de la ISI y el esquema
§ Tenía una industria importadora frente a un agro que seguía siendo la base de las importaciones, de sus insumos y de los medios para la producción.
§ Se hallaba en dependencia de las divisas que entraran por la vía de las exportaciones del agro
Disponibilidad de divisas y la relación con el sector externo quedaban sujetos a la política que llevara a cabo la oligarquía. En general, se terminó optando por los intereses de la clase dominante, a desmedro de los intereses nacionales.
Ante medidas como las llevadas a cabo por el primer gobierno peronista, con el objetivo de subvencionar la industrialización expropiando una parte de la renta oligárquica, este sector podía y hacía, de manera concertada, un boicot a estas políticas, de manera que paralizaban la actividad agropecuaria (que siguió siendo hasta 1941 la actividad más importante en la renta). La manera que tiene la oligarquía y sus socios en el extranjero de ejercer el poder que el otorga el monopolio de la tierra consiste en su capacidad de paralizar la producción cuando sus intereses se ven lesionados.
Esta es la manera en que la oligarquía exige su tributo y prepara al mismo tiempo el camino de la restauración de su poder: al producirse gracias a los cambios políticos que responden a sus exigencias, vuelven a intensificar la producción.
En tiempos del IAPI: este compraba, en calidad de único demandante, productos agropecuarios a un precio más bajo establecido por el Estado y lo vendía en el mercado mundial a los precios internacionales. La resistencia de los terratenientes a resignar una parte de los beneficios para favorecer el desarrollo industrial y las actitudes y medidas tomadas, están en la base de acontecimientos que llevaron al derrocamiento de Perón en 1955 y revelan que el proyecto ha alcanzado su techo.
Se revela en estos casos que la industrialización sustitutiva está atada a los ingresos que se generen por exportaciones de origen primario, por lo que la caída de estas va a producir una crisis del modelo.
Son contradicciones permanentes que se plantean entre las clases dominantes y los proyectos políticos – económicos que son apoyados por las grandes mayorías.
El nuevo tipo de crisis que se da en este esquema está originado en que la industria no logró ser independiente ni exportadora, y por lo tanto termina siendo una industria importadora de medios de producción para el abastecimiento del mercado interno.
Por lo tanto, en cuanto a la industrialización, se hacían necesarios los acuerdos, desde una relación de subordinación, con los socios extranjeros tradicionales (como EE.UU).
Al mismo tiempo, la propiedad latifundista de la tierra implicó que no se modificara el negocio de la exportación: por lo que las posibilidades de desarrollo de la industria están relacionadas a las divisas que genere este sector exportador.
Cualquier avance en la industrialización supone:
a) Un enfrentamiento duro con estos sectores dominantes.
b) Concesiones simultáneas, tanto a terratenientes como a capitales extranjeros, de manera de tenerlos satisfechos y que continúen con sus negocios.
Las contradicciones de intereses llevan a una situación de embudo: mientras Argentina paga tributo a terratenientes y al imperialismo, se priva de elementos para su desarrollo industrial; en cambio, si destina estos recursos al desarrollo, no tiene con qué pagar el tributo.
La encrucijada es: o se mantienen los privilegios o se profundiza el desarrollo industrial argentino de manera que logra su independencia.
Además, estas contradicciones van configurando el movimiento pendular de la sociedad argentina: tanto económico como político.
A. Péndulo económico
Consiste en una sucesión de períodos de avance industrial a los que suceden otros de estancamiento – momentos de ampliación de la protección, empleo con momentos de recesión y desempleo, cuando se ajustan las cuentas exteriores para garantizar el pago del tributo al imperialismo, la renta del suelo y otros beneficios monopólicos.
B. Péndulo político
Asociado a la imposibilidad de estabilizar el sistema político, teniendo extensos períodos de interrupción democrática mediante gobiernos fraudulentos y militares, alternando con breves gobiernos constitucionales elegidos mediante el sufragio popular.
Los rasgos de esta industrialización inducida o “fácil” fueron generando una dualidad en la sociedad argentina, que se expresa tanto en la economía como en el aspecto político: ésta consiste en que mientras las mayorías electorales aparecen por un lado, los grupos económicos que poseen el poder real y el control del Estado aparecen por el otro.
De manera que los gobiernos constitucionales no pueden estabilizarse.
Ø Entonces estamos frente a un esquema que no tiene una salida fácil de ajustes menores, por lo que termina desembocando en crisis recurrentes.
Ante esta situación de inestabilidad recurrente surge la pregunta de por qué los sectores empresarios o de la burguesía nacional no pueden resolver esta contradicción de intereses.
· Sectores empresarios deberían liderar los procesos de industrialización, pero se muestran vacilantes: se interpreta como un temor histórico de enfrentarse a la alianza oligárquica – imperialista.
· En cambio, esta alianza dominante no vacila al momento de reclamar por su restauración: emplea toda su fuerza, que es nada más y nada menos que el control del Estado.
Las alternativas dependientes: el desarrollismo y la vuelta atrás. El “proceso” de desindustrialización y la deuda externa actual. La Argentina en el mundo bipolar
Este nuevo tipo de crisis de dependencia llevó a las clases dominantes a ensayar dos tipos de soluciones:
a) Por la vía de la industrialización dependiente: por ejemplo, la década del 60, que distingue corrientes del desarrollismo (a través de corrientes civiles y también militares).
b) Por la vía de la desindustrialización: el mejor ejemplo es la Dictadura del 76 – 83.
Desarrollismo: concepción e instrumentos
Si la ISI no resolvió los problemas estructurales es porque no llegó lejos, o no sustituyó lo suficiente, dice el desarrollismo. Plantea entonces seguir sustituyendo los rubros que se importan, produciéndolos internamente, en conjunto también con la atracción de capitales extranjeros, que son instrumentos necesarios para el desarrollo de la industria. Por lo tanto, hay que captarlos en un grado mayor.
Aunque no ha resuelto los problemas estructurales, sí logró expandir los negocios de los grupos económicos que participaron, en la medida que se crearon nuevas ramas industriales bajo condiciones de monopolio y con la protección del Estado. Tuvieron condiciones de privilegio que les permitieron expandirse y concencentrarse.
Entonces, los que sí hicieron buenos negocios fueron los grandes empresarios capitalistas locales en conjunto con los capitales extranjeros y los sectores de burguesía intermediaria.
- Las reiteradas crisis cíclicas de esta industrialización dependiente llevaron a un intento original en cambiar el tipo de solución: la idea es revertir la dirección, hacia una desindustrialización.
Plan de desindustrialización y Deuda Externa
Este plan se basa en que es posible que el país vuelva a desempeñar un papel similar al de 1880, en el que es una simple factoría de materias primas, proveedora de los países industrializados. Esto es volver a la prosperidad y estabilidad de esos años, en los que no existen los problemas que plantea la industrialización dependiente. Busca entonces una economía sin las complicaciones que presenta la industrialización.
Sin embargo, desde el punto de vista social, volver a este esquema implicaba ponerse a favor del bloque oligárquico – imperialista, en cuanto al péndulo político. El golpe del 78 se propone terminar con el problema recurrente de la economía argentina alterando la sociedad en su composición.
La manera de reestructurar el esquema es logrando la salida de capitales: el modelo desarrollista y el eficientista se había desarrollado gracias al aporte del capital extranjero (como instrumento fundamental); ahora, para romperlo, hay que crear condiciones de privilegio para motivar su salida.
Sobre este mecanismo se volverá muy importante el sector financiero: salida de capitales = cotización baja del dólar (“dólar barato”), los tiempos desarrollistas son de dólar caro.
La Dictadura disfrazó la política de desindustrialización a través del argumento de que busca bajar la inflación: abrir la economía, un tipo de cambio bajo para abaratar las importaciones y que los precios de venta internos sean menores, eliminar las barreras arancelarias.
Es decir, se utiliza la herramienta del tipo de cambio para controlar el nivel de precios internos, atando la inflación del peso a la del dólar.
Lo que termina siendo la política anti-inflacionaria del PRN es una represión de la inflación mediante la subvaluación de la divisa: destruyendo así la industria argentina. Falla el diagnóstico y se agrava el problema de oferta, hay exceso de dinero en relación con los bienes, y se termina agravando la inflación.
En los hechos no hubo esta política anti-inflacionaria. Este proceso en realidad no busca solo suprimir sectores obreros y revolucionarios descontentos, sino que también se da un tributo intensificado a la alianza oligárquico-imperialista: inaugura un período de salida de capitales. Y esto se financia a través de la Deuda Externa.
La reformulación de la economía significa una reubicación del país frente a las grandes potencias mundiales. Retornar al viejo esquema demandaba inscribirse en las corrientes comerciales: se encuentra en la URSS un mercado adecuado, al cual se van a concentrar las exportaciones.
También es significativo cómo la oligarquía se va a asociar con los intereses soviéticos.
Se va configurando así un nuevo tríángulo del comercio con características semejantes al viejo: una potencia, la URSS, se impone como mercado consumidor de materias primas; otra, los EE.UU, que no pueden brindar mercados similares aportan, en cambio, los capitales para el financiamiento de las actividades económicas, medios de producción y tecnologías. La característica general del triángulo es el tipo de complementariedad (como en el viejo). Se establece una disputa entre las potencias por ganar el mercado, a través de la participación en los negocios
Se puede ver claramente que luego de la Dictadura, la Argentina se encuentra vinculada a las dos de distinta manera:
v Con la URSS, depende del mercado exportador
v Con EE:UU, depende del financiamiento
Bases de un posible desarrollo independiente
Ninguna de las experiencias previas es una solución para nuestro país. No alcanza con unas cuantas medidas de un gobierno para resolver históricamente esta situación.
La solución no puede ser otra que una industrialización independiente: en una economía independiente y autorregulada, tanto la industria como el campo se complementan y se proporcionan recursos. Ahora, llegar a esta situación implica un cambio de poder, arrebatándoselo a la alianza oligarquía-imperialismo. Se trata de un cambio revolucionario en el poder real.
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