Altillo.com > Exámenes > UBA - Económicas > Historia Económica y Social General

Hist. Ec. y Soc. Gral. Sociedad y economía en el Japón contemporáneo Altillo.com

El período de entreguerras
Los cambios políticos y sociales
  El período de 1918-1932 es conocido en el Japón como la etapa de "gobierno de partidos" ya que éstos comenzaron a desplazar a las grandes figuras y a la burocracia del centro de la política. Los partidos políticos sirvieron como mediadores entre facciones enfrentadas dentro de la clase dirigente. Otras formas de acción política fueron creciendo en los años 20 y 30: la violencia política, por un lado, y la presión militar, por el otro.
  Las organizaciones gremiales siempre estuvieron en una situación de semilegalidad y debilidad de representación. Los conflictos aumentaron frente a la reconversión de posguerra que generó en una aguda crisis en el sector industrial. Los grupos socialistas tuvieron escaso éxito en movilizar a las masas y las divisiones internas perjudicaron su propio crecimiento. El Partido Comunista también fracasó en crear un movimiento de base obrera, limitándose a ser una organización de composición esencialmente intelectual y universitaria que en 1932 prácticamente desapareció por la represión estatal.

La crisis económica y el expansionismo militar
  Japón abandonó el patrón oro a fines de 1931 y devaluó el yen haciendo más competitivas las exportaciones, y fortaleció su comercio con sus zonas de influencia disminuyendo su relación comercial con Occidente. Aumentó la ayuda del Estado para mejorar las condiciones del sector agrícola y se procedió a racionalizar la industria alentando las fusiones y la eliminación de la competencia interna y el fortalecimiento de las empresas en el campo internacional. Las medidas adoptadas tuvieron como consecuencia una notable recuperación económica sobre todo en el área industrial.
  Las fuerzas armadas adquirieron un papel relevante en el diseño de la política económica con tintes nacionalistas y militaristas cada vez más pronunciados. La orientación militarista de la economía favoreció el desarrollo de las industria química, eléctrica, siderúrgica, de maquinaria y de transporte.
  Japón se inclinó en la posguerra por la cooperación internacional, al ingresar a la Sociedad de Naciones en 1926, al aceptar las limitaciones a su poder naval en la Conferencia de Washington (1921-1922) y en el Tratado Naval de Londres (1930) y al ceder frente a la política de "puertas abiertas" que le fuera impuesta China.
  Los objetivos nacionalistas y militaristas que se fueron imponiendo al gobierno japonés llevaron a la necesidad de un control y planificación de la economía que encontró su máxima expresión a partir de 1937, año en que Japón inició la guerra en el continente. En 1937 se creó la Junta de Planificación del gabinete y al año siguiente se sancionó la ley de Movilización General, instrumentos que permitieron fijar y coordinar las prioridades productivas, la asignación de recursos, la movilización eficiente de la mano de obra y la regulación de precios y salarios. Se privilegió el desarrollo de la industria pesada y armamentística en pos de cumplir con los objetivos expansionistas impulsados por las fuerzas armadas.
  Se disolvieron los sindicatos en una Asociación Patriótica industrial y en 1940 se procedió de igual manera con los partidos políticos, creándose la Asociación de Asistencia a la Autoridad Imperial cuyos objetivos fueron la movilización de la sociedad japonesa y la eliminación del disenso.

La Segunda Guerra Mundial: derrota y ocupación del Japón
La derrota
  En 1940, Japón firmó con Alemania e Italia el Pacto Tripartito y en 1941 un pacto de no agresión con la Unión Soviética, lo que permitió avanzar sobre las colonias occidentales. Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda declararon el embargo comercial al Japón. Japón, atacado por el embargo y por las exigencias de que abandonara China decidió el ataque a la flota norteamericana en Pearl Harbour en diciembre de 1941.
  En agosto de 1945 Estados Unidos atacó con bombas nucleares Hiroshima y Nagasaki, con lo que obligó a Japón a rendirse incondicionalmente.
  Japón era un país devastado por las pérdidas humanas pero también por la destrucción física. Numerosas ciudades fueron bombardeadas además de Hiroshima y Nagasaki. Un número extraordinario de viviendas y de plantas industriales quedó destruido. Las comunicaciones y los transportes estaban paralizados; la flota mercante, la tercera del mundo, prácticamente había desaparecido. La producción industrial se derrumbó y sólo en 1953 recuperó el nivel de inicio de la guerra. La población carecía de los alimentos necesarios y el desempleo cundía mientras el mercado negro florecía y la inflación se disparaba.

La ocupación: desmilitarización y democratización política
  La desmilitarización fue el primer asunto encarado por la ocupación. Las fuerzas armadas japonesas desaparecieron, así como las industrias bélicas y las instalaciones militares.
  La segunda tarea fue la de democratizar las estructuras y las prácticas políticas y educativas del Japón. Al emperador se lo mantuvo aunque despojado de su carácter divino y del poder soberano y se lo redujo a símbolo del Estado y de la unidad del pueblo, de acuerdo con la nueva constitución impuesta en 1947. Por ella, se estableció la soberanía del pueblo y un gobierno representativo, la responsabilidad del gabinete y una Dieta bicameral elegida por sufragio universal masculino y femenino.

La ocupación: reformas económicas
  Para evitar la formación de nuevos conglomerados se elaboró la ley antimonopolio.
La reforma agraria atacó a los propietarios abstentistas a quienes obligó a vender sus tierras. Limitó también la propiedad de las tierras cultivadas. Por estas disposiciones el Estado expropió y redistribuyó a bajo precio dos millones de hectáreas lo que contribuyó a la estabilidad política y a extender el mercado consumidor.
  En el campo laboral se alentó a que los obreros se organizaran en sindicatos, se otorgó el derecho a la huelga, a acordar convenios colectivos y se concedieron mejoras referidas a la jornada laboral, accidentes de trabajo y condiciones de seguridad e higiene.

El milagro económico
La expansión económica
  En la dirigencia japonesa hubo un especial interés en reconstruir y expandir la capacidad industrial del país. Este proceso exigió la creación de agencias estatales y de planes económicos que orientaran las prioridades productivas, la asignación de recursos, las líneas de crédito y la asistencia tecnológica y organizativa hacia una gama de proyectos esenciales. Se crearon el Consejo de Estabilización Económica y el Banco de Desarrollo (1951) y en 1949 el Ministerio de Internacional Exterior e Industria (MITI). Se apuntó posteriormente a la fusión de las empresas para poder enfrentar la apertura del comercio y al capital extranjeros. El capital extranjero se hizo presente a través de créditos concedidos por el Banco Internacional y el Export-Import Bank. La tecnología industrial se importó fundamentalmente de Estados Unidos para la producción siderúrgica, petroquímica y eléctrica y, luego para los astilleros, las máquinas-herramienta y la industria automotriz.
  El BIRD otorgó créditos para la construcción de represas hidroeléctricas. Japón necesitó de cuantiosas divisas para importar petróleo, carbón, hierro y otros minerales y derivados.
  La industria de maquinaria mecánica y eléctrica, la siderurgia, los astilleros, las automotrices y la industria química cambiaron radicalmente el panorama industrial japonés y su comercio exterior.

Las crisis petroleras y los años 80
  Los efectos negativos de la inflación y la especulación se unieron a fines de 1973 con la primera crisis petrolera.
Algunos factores internos contribuyeron a la profundidad de esta crisis en Japón como la disminución desde fines de los 60 de la oferta de mano de obra barata disponible que hizo elevar en forma rápida los salarios, incluso por sobre la inflación y por sobre la productividad de la industria, lo que unido al aumento del precio del petróleo y de las materias primas redujo sustancialmente la tasa de beneficios derivando en condiciones poco favorables para la inversión privada. En 1979-1980, la segunda crisis petrolera truncó esta recuperación al provocar la reducción del gasto público, la disminución de las exportaciones y el aumento del desempleo.
  Desde 1981 la economía japonesa se fue recuperando lentamente, gracias a la disminución del precio del petróleo y al nuevo fortalecimiento de los mercados internacionales. Ante la política restrictiva del gobierno que redujo el gasto público y social y el consumo interno, la recuperación se fundó entonces en las exportaciones.
  A fines de 1985, un nuevo cambio en la política norteamericana afectó las exportaciones japonesas, también amenazadas por aquéllas de los países de nueva industrialización. Ahora, el mercado interno vino a constituirse en la clave de la recuperación, impulsado por el incremento del gasto público, las bajas tasas de interés, la disminución del precio de las importaciones, el ingreso de empresas extranjeras al mercado, los créditos al consumo y el consiguiente aumento de la demanda de viviendas y automóviles.
  La relación con los países asiáticos se intensificó con la instalación de filiales de empresas japonesas.

Algunos aspectos específicos del "milagro japonés"
Mano de obra y mercado interno
  Uno de los factores que explican el crecimiento explosivo de la economía japonesa de posguerra fue la transferencia de mano de obra barata de la agricultura al sector industrial y posteriormente al de servicios.
  Los ingresos del mundo rural crecieron y se modificaron debido a los salarios obtenidos fuera de la agricultura. Esto derivó en un doble papel clave para la economía del período 1955-1970: mano de obra barata y un mercado local en expansión para los productos manufacturados. La tasa de crecimiento de los salarios reales que acompañó a la expansión económica, aunque siempre estuvo por debajo de la tasa de incremento de la productividad, permitió un mayor consumo y un mejor nivel de vida a los trabajadores.
  El segundo factor decisivo fue el nivel de inversiones privadas en equipamiento industrial y la construcción de infraestructura vial y energética por parte del Estado. La elevada tasa de ahorro de la población permitió en estos años financiar a bajo costo líneas de créditos para las empresas privadas.

Organización Empresarial
  Las empresas japonesas se reorganizaron y se volvieron a agrupar con otras firmas para obtener, en una época de incertidumbre, mayor estabilidad y previsibilidad. Los objetivos de estos reagrupamientos fueron diversos: encontrar flujos de financiación que permitieran operar a largo plazo, lograr estabilidad mediante la propiedad de acciones cruzadas, intercambiar personal, compartir información y reducir los costos de transacción entre empresas.

Sistema de Empleo
  Los pilares del sistema laboral fueron el empleo de por vida, la escala de remuneraciones por antigüedad y los sindicatos por empresa.
  El empleo vitalicio respondió en sus orígenes a las necesidades de las grandes empresas de asegurarse una mano de obra calificada ante la escasez de la misma, fundamentalmente aquellos profesionales egresados de las universidades o de las altas escuelas especializadas, destinados a ocupar los cargos técnicos y gerenciales.
  Una manera de consolidar la lealtad del empleado en la empresa fue a través de las remuneraciones que variaban según la antigüedad en la compañía. La escala por antigüedad compensaba la fidelidad del empleado, que debía ser retenido debido al importante gasto en capacitación que realizaba la empresa. La promoción interna y una serie de incentivos y primas vinculados con los beneficios de la firma y una amplia cobertura social proporcionada por la propia empresa reforzaba la idea de pertenencia a ésta.
  La organización sindical por empresa se consolidó como resultado de una combinación de factores económicos y culturales y por la derrota del movimiento obrero sindicalizado de posguerra frente al poder reconstituido de los grandes conglomerados. Desde 1955 las luchas obreras se caracterizaron por concentrarse en una acción anual destinada a obtener incrementos salariales llamada "ofensiva de primavera" y por un espíritu de colaboración más que de confrontación.
  El empleo de por vida también garantizó una escasa resistencia de los sindicatos a la incorporación de nuevas tecnologías ya que los puestos de trabajo se hallaban garantizados.

El sistema toyotista
  La empresa Toyota se ha convertido en el ejemplo clásico de un nuevo tipo de organización industrial dirigido a la producción de series relativamente reducidas de bienes variados de alta calidad, en este caso automóviles.
  El llamado sistema Kanban es un método de control de la producción basado en los conceptos de just-in-time (JIT) y jidoka. Este sistema se basa en la flexibilidad y el cambio, aprovechando la mano de obra japonesa de elevada capacitación y formada continuamente en la empresa.
  El Kanban apunta a la planificación de la producción en busca de la reducción de costos fundamentales derivados del traslado y el almacenamiento de materias primas y unidades producidas. La producción se organiza desde los pedidos realizados a la empresa.
  El concepto JIT se refiere a la provisión de los componentes en las cantidades necesarias en el momento en que son requeridos en cada etapa del proceso productivo.
  El concepto de jidoka promueve la iniciativa de los trabajadores para buscar las causas y solucionar los problemas que surjan en la línea de producción y para controlar la calidad del producto elaborado. Aquí se organizan círculos de control de calidad en los que participan supervisores, capataces, ingenieros y empleados.
  El sistema Kanban se completa con una nueva y flexible disposición de máquinas y puestos de trabajo en la planta que permite reorganizar rápidamente las tareas y eliminar la estricta división del trabajo.