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El ajuste estructural
  La historiografía económica ha considerado habitualmente la década de 1930 como el momento de transición del sistema primario exportador hacia uno con una mayor base secundaria dirigida al mercado interno. Actualmente se considera que este proceso sólo abarcó una parte de los países y que éste sucedió a lo largo de dos o tres décadas mediante el mecanismo conocido como sustitución de importaciones.
  El sector no exportador tuvo dos maneras de participar en el crecimiento del producto: 1) hasta 1930 la región había importado cantidades de productos agrícolas que podían ser producidos internacionalmente. Por lo tanto, en países como Costa Rica, México, Argentina, Guatemala y Cuba se consolidó una agricultura que reemplazaba productos anteriormente importados, la Agricultura de Sustitución de Importaciones (ASI). Para ello, los agricultores pudieron servirse de la red caminera que tuvo un pico de expansión en estos años. 2) En aquellos países con un importante mercado interno y con una estructura productiva bastante diversificada, pudo despegar la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). El avance industrial sólo pudo concretarse en aquellos países que ya tenían una importante base industrial conquistada en la década anterior. Los que no tenían esa base previa no pudieron beneficiarse del encarecimiento de las importaciones porque las restricciones a la importación también incluían maquinarias indispensables para la fabricación local de los bienes de consumo que dejaban de comprarse a las industrias foráneas.

Latinoamérica ante una nueva conflagración internacional
  La Segunda Guerra Mundial reintrodujo la región en la incertidumbre. Su efecto inmediato fue el aislamiento tanto de sus mercados europeos como el este asiático.
  Este aislamiento se daba por las dificultades crecientes del transporte mundial, dificultades agravadas por la carencia latinoamericana de transportes marítimos de bandera nacional. Esta situación hizo que varios Estados comenzaran administrar directamente la navegación marítima, creando flotas nacionales.

  La guerra alteró los flujos comerciales. Disminuyó la demanda de los productos de exportación, pero por otra parte las importaciones cesaron dando aliento a todas las actividades sustitutivas. Los países en guerra evitaron un alza demasiado grandes de materias primas mediante acuerdos monopsónicos entre ellos.
  Estados Unidos intentó organizar la economía del continente americano, fomentando la cooperación y la complementación económica de sus países y reemplazando los mercados europeos y asiáticos. En enero de 1942 convocó a una Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores en Río de Janeiro, que decidió la ruptura de las relaciones con las potencias del Eje. A esta decisión le siguió una serie de medidas promovidas que apuntaban a la mayor integración económica continental. El Banco de Importación y Exportación ofreció créditos para la compra de maquinarias y equipos para la construcción de la autopista panamericana.

  La prolongación del conflicto hizo que los países directamente involucrados comenzaran a realizar importantes compras de productos primarios que elevaron el nivel de las exportaciones latinoamericanas. Pero no todos los países pudieron beneficiarse del alza de los productos de exportación. Pero en general la mayor disponibilidad de divisas que generó la guerra permitió cancelar las deudas que se arrastraban desde los años 30.
  El final de la guerra en 1945 con el triunfo de los aliados bajo el comando indiscutible de Estados Unidos colocaba a Latinoamérica en una realidad internacional que las obligaba a reformular los anteriores vínculos con la vieja Europa. La guerra fría establecía un alineamiento que la política económica no podía desconocer. Este alineamiento con Estados Unidos era más necesario ya que sólo de ahí podían venir las máquinas y los insumos que necesitaban las economías locales.