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La crisis de los chips faltantes

CHAD P. BOWNFOREIGN AFFAIRS

Durante la pandemia, la demanda de microchips se disparó a medida que muchos trabajos y servicios cruciales se realizaron por Internet y los trabajadores mejoraron sus oficinas en casa. Esto, combinado con importantes interrupciones en el suministro, hizo que la escasez de semiconductores empeorara. En mayo, el tiempo de espera por pedidos de microchips se extendió hasta las 18 semanas, cuatro semanas más que en el pico anterior.

Las plantas automotrices han parado su producción de coches. Los fabricantes de microondas, refrigeradores y lavadoras, no han podido cumplir con sus pedidos. Las inquietudes que tuvieron durante mucho tiempo los expertos sobre las cadenas de suministro de semiconductores son reales.

Pero el suministro de microchips estaba en riesgo mucho antes de la pandemia, y el virus es responsable solo en parte. Uno de los mayores culpables fue un repentino cambio en la política comercial de Estados Unidos. En el 2018, motivada por preocupaciones de seguridad nacional, la Administración Trump lanzó una guerra comercial y tecnológica con China que contribuyó a la escasez actual, perjudicando a las empresas y trabajadores.

En sus primeros cinco meses, la Administración de Biden ha sentado las bases para una cadena de suministro más resistente. Descartando las políticas nacionalistas, ha llegado a acuerdos con Japón, Corea del Sur y con la UE para cooperar en una nueva estrategia de semiconductores.

En enero del 2019, el departamento de Justicia de EE.UU. acusó a Huawei de fraude financiero, lavado de dinero, conspiración para defraudar, obstrucción de la Justicia y violación de sanciones. En los papeles, el caso tenía poco que ver con las preocupaciones acerca de la seguridad y de las redes de 5G, pero no había dudas de que eran esos intereses los que motivaban a los fiscales. De manera inusual, la Administración Trump decidió no penalizar a Huawei con sanciones financieras. En cambio, convirtió el comercio en un arma. Al imponer controles de exportación, impidió que las empresas pudieran vender suministros a Huawei desde Estados Unidos, en un intento de privar a Huawei de insumos, especialmente de microchips. Un enfoque torpe para una cadena de suministro compleja.

La fabricación moderna de semiconductores es un proceso fragmentado, e incluso los chips desarrollados por empresas estadounidenses a menudo no se fabrican en Estados Unidos. Qualcomm y Nvidia diseñan microchips punteros, pero subcontratan la producción a empresas extranjeras, especialmente Taiwán Semiconductor Manufacturing

Company (TSMC), el mayor fabricante de chips por contrato del mundo. Debido a que la ley de Estados Unidos estaba diseñada para frenar las exportaciones desde EE.UU., la implementación del control de exportaciones no pudo hacer nada sobre la fabricación de chips en el extranjero, lo que debilitó la efectividad de la política. Así, los controles estaban destinados a fracasar.

Las empresas fuera de Estados Unidos también fabrican chips de buena calidad, lo que permitió a Huawei cambiar los semiconductores americanos por otros de Japón, Corea del Sur, Taiwán, o Europa. Terminó dañando a las empresas estadounidense.

Pero, sin inmutarse, a mediados del 2020 Trump dio un ultimátum a empresas como TSMC o Samsung: debían dejar de venderle a Huawei o perderían la capacidad de utilizar herramientas estadounidenses. Lo que hizo que las compañías desistieran de invertir en equipamiento para producir chips, y volvió a los competidores como Tokyo Electron, en Japón, o ASML, en Países Bajos, mucho más atractivos.

Además, China invirtió aún más dinero en sus fabricantes de chips, que ya estaban fuertemente subsidiados, tratando de liberarse del férreo control de las tecnologías occidentales.

Según los cálculos de la industria estadounidense, el conflicto con China podría amenazar a un tercio de sus ingresos, requiriendo una nueva fuente de financiación para estimular la investigación y el desarrollo de chips futuros.

Para cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, asumió sus funciones, la pandemia había puesto al descubierto el alcance de la crisis. Los fabricantes de automóviles reaccionaron de manera exagerada al impacto inicial del covid-19 y, a principios del 2020, recortaron los pedidos de chips. Para cuando se dieron cuenta de su error, los fabricantes de microchips ya estaban al máximo de su capacidad para abastecer el repentino auge del mercado de productos para el trabajo desde casa. Y llegó la naturaleza: el clima ártico en Texas, una sequía en Taiwán y un terremoto e incendio en Japón contribuyeron a frenar la producción.

La Administración de Trump impuso un arancel del 25 % en los chips importados. En el 2020, Estados Unidos compraba a China la mitad de los chips que adquiría antes de la guerra comercial, y las importaciones de otros lugares no reemplazaron los microchips faltantes.

Para empeorarlo, los compradores chinos, temerosos de los controles estadounidenses, acumularon chips.

Ahora, Biden ha establecido puntos de cooperación con Japón, Taiwán, Corea del Sur o la UE para mantener las «cadenas de suministro sensibles, incluyendo los semiconductores», y necesitará mucha diplomacia: las relaciones entre Tokio y Seúl siguen siendo tensas, con controles a la exportación de productos químicos críticos para los productores de semiconductores, y Taiwán produce la mayoría de los chips mundiales, pero coordinar una política con Taipéi es inevitablemente antagónica con Pekín, que ve a la isla como una provincia renegada y busca reunificarla.




Analice cómo impactó el arancel de 25% a chips importados que impuso EEUU bajo la administración Trump.




China, Japón, Corea del Sur son exportadores netos de microchips. Utilizando el modelo estándar comente los efectos del shock climático que sufrió la industria de este bien y comente cómo afecta al bienestar de estos países y el del resto del mundo (importadores netos de microchips).




La imposibilidad de importar chips desde China reorientó la demanda global hacia Taiwán y Corea del Sur, imagine que estos países tienen una curva de costo medio decreciente debido a externalidades. ¿Puede ser que la aplicación del arancel (proteccionismo) por parte de Estados Unidos mejore el bienestar global? ¿Qué condiciones se tienen que dar para que ello suceda?




Suponga que se levantan los aranceles y empieza a haber libre comercio entre China y Estados Unidos. Comente los efectos de la apertura comercial utilizando el modelo Heckscher-Ohlin. Explicite los supuestos que utilizará respecto a intensidad factorial y abundancia relativa de recursos. Los bienes con los que trabaja simplifíquelo a 2: semiconductores y resto de los bienes.




A pesar de los intentos por disminuir la compra de semiconductores, Estados Unidos siguió comprando a otros proveedores, el déficit de cuenta corriente no disminuyó y se siguen amplificando los desbalances globales. En base a lo que ud. leyó, considera que esto es un problema? Cómo se podría solucionar? Podría asegurar que el desahorro de Estados Unidos es financiado por China?

 

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