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En el principal libro que escribió Kant, que fue
“Crítica de la razón pura”, la palabra crítica quiere decir investigación,
por lo tanto el verdadero significado del título de su obra es entonces
Investigación o Estudio de la razón independiente de la experiencia. Para
Kant, la ciencia se desarrolla con los elementos empíricos de la experiencia y
los puros de la razón y el tiempo y el espacio se consideran formas puras,
sólo intuiciones, “a priori” de la experiencia. El tiempo es una
forma de nuestra percepción y la matemática que está construida sobre la
forma de toda vivencia, se ajusta perfectamente a la realidad. El espacio
es la forma de la experiencia o percepciones externas, el tiempo es la forma de
las vivencias o percepciones internas y externas.
El sujeto imprime en el objeto las formas de espacio y tiempo. Las cosas
en si mismas, si las hay, no podemos conocerlas, sólo podemos hablar de los
fenómenos en el espacio y el tiempo. La Estética Trascendental estudia las
condiciones que determinan “a priori” la forma de todo objeto posible, o
sea el espacio y el tiempo. La Analítica Trascendental estudia la
posibilidad de los juicios sintéticos “a priori” en la física, su
sustancia, sus propiedades, sus leyes. Las cosas sólo nos envían
impresiones de las cosas de la naturaleza que conocemos “a priori”.
Ni el sujeto que conoce, ni el objeto por conocer son “en si”. Si el hombre
desea saber qué son las cosas se convierte en sujeto de conocimiento, por
lo tanto el yo y el objeto existen en la relación de conocimiento.
La Dialéctica trascendental es la discusión de la razón consigo misma en la
búsqueda del conocimiento de las cosas “en sí”, que es el objetivo de la
metafísica. No existe nada en la experiencia sensible que corresponda a
las cosas “en si” que busca la metafísica, como por ejemplo el alma, el
Universo o Dios, porque la razón humana tiene la capacidad de síntesis que
le permite trascender los límites de la experiencia. A estas síntesis, que
son los objetos tradicionales de la Metafísica, Kant las denomina ideas.
En Platón, la palabra idea significa la visión de la esencia de las cosas; para
un empirista como Locke, una idea es cualquier fenómeno psíquico; Para
Hume, la idea es la vivencia que reproduce una impresión anterior y para
Kant la palabra idea significa unidades absolutas que la razón construye
más allá de los límites de la experiencia. Este afán de la razón revela su
aspiración de llegar a lo incondicionado.
La metafísica no cumple con las condiciones del conocimiento científico, que son
la experiencia sensible y la razón pura “a priori”; pero Kant nos dice que
hay una capacidad en el hombre que no tiene nada que ver con el
conocimiento que nos puede llevar a la realidad metafísica que es la
conciencia moral. De esta manera es como llega a la convicción de la
existencia de Dios, de la libertad, y de la inmortalidad del alma.
La Razón Práctica de Kant
Kant llega a la conclusión que la metafísica es
imposible como ciencia, porque la experiencia humana trasciende los
límites del conocimiento. Reconoce pues en los seres humanos una cierta
clase de actividad espiritual que resume con el nombre de conciencia
moral, que consta de una cantidad de principios que rigen la vida de los
hombres. Esta conciencia moral es una realidad tan poderosa como es la del
conocimiento, ya que los juicios morales son también juicios racionales
que pueden conducir al hombre a captar lo metafísico. Kant, al igual
que Aristóteles, denomina a estos principios de la conciencia moral “Razón
práctica”, porque es la razón aplicada a la práctica.
Las cosas de la realidad no son ni buenas ni malas, sólo puede tener
calificativo moral la voluntad humana. Cumplir con la ley no alcanza
para que una acción sea moral, porque para que un acto sea moral necesita
ser realizado por voluntad propia y no por miedo al castigo. El por qué se
hacen las cosas adquiere importancia relevante para que un acto sea moral.
Para Kant la ley moral es obrar queriendo que el motivo de tal acción sea una
ley universal. La conciencia moral no es un conocimiento sino que es un
acto de valoración a partir de intuiciones morales que nos pone en
contacto con un mundo diferente al de los fenómenos, puramente
inteligible. La voluntad humana libre es la que nos permite penetrar en
ese mundo de realidades suprasensibles que no se encuentra sujeto a
espacio, tiempo ni categorías. Para Kant, un hombre santo es el que se ha
liberado de la moral determinada por los fenómenos concretos, tanto
físicos como psicológicos y responde solamente a su ley moral intuitiva.
En el mundo metafísico de las cosas “en si”, esa santidad se realiza y según
Kant es todo lo que tenemos sobre la creencia en la inmortalidad del alma.
El carácter de nuestra vida moral, como fenómeno de este mundo es la tragedia,
el sufrimiento y el dolor que produce el abismo entre el ideal y la
realidad.
La realidad no se rige por los valores morales pero los seres humanos los
perciben y se dan cuenta que en su propia vida, en la historia, en la
sociedad, los valores humanos no se realizan. Todos quisiéramos ser
santos pero en realidad somos todos pecadores y socialmente todos
quisiéramos que imperara la justicia plena pero sin embargo nos damos cuenta que
muchas veces prevalecen la injusticia y los crímenes impunes. Para
Kant, Dios es el ente metafísico capaz de mantener unidos la realidad y el
ideal, es el reino de las almas libres y las voluntades puras en el mundo
esencial de las cosas “en si”. La doctrina de Kant propone que la razón
pura, es decir, el conocimiento racional tiene que subordinarse a la razón
práctica o ley moral y tener un propósito de superación aunque sea
imperfecta.
Aparece así en filosofía la idea de progreso con una metafísica cuyos
ideales son los objetivos hacia los cuales la humanidad se dirige.
Por lo tanto, la realidad histórica adquiere el sentido.