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Introducción a los Fundamentos del Diseño | Resumen para el Parcial |
Cátedra: Macchi |
2º Cuat. de 2012 |
Altillo.com |
Roland Barthes: El mensaje fotográfico.
La fotografía periodística es un mensaje. El conjunto de ese mensaje está
constituido por una fuente emisora (redacción del diario, etc.), un canal de
transmisión (el diario mismo) y un medio receptor (el público que lee el
diario). Tanto la emisión como la recepción del mensaje dependen de una
sociología: se trata de estudiar grupos humanos, de definir móviles, actitudes y
de intentar relacionar el comportamiento de esos grupos de la sociedad total de
la que forman parte. Pero para el mensaje en sí, el método debe ser diferente:
cualesquiera sean el origen y el destino del mensaje, la fotografía no es tan
solo un producto o una vía, sino también un objeto dotado de una autonomía
estructural. Es necesario prever en este caso un método particular, anterior al
análisis sociológico mismo, y que no puede ser sino el análisis inmanente de esa
estructura original que es una fotografía.
Es evidente que incluso desde el punto de vista de un análisis puramente
inmanente, la estructura de la fotografía no es una estructura aislada; se
comunica por lo menos con otra estructura, que es el texto (título, leyenda, etc)
que acompaña toda la fotografía periodística. Por lo tanto, la totalidad de la
información está sostenida por dos estructuras diferentes y como sus unidades
son heterogéneas no pueden mezclarse.
El análisis debe apuntar en primer término a cada estructura por separado; y
sólo cuando se haya agotado el estudio de cada estructura podrá entenderse la
forma en que se complementan. De estas dos estructuras, una es la lengua (ya
conocida) y la otra es la fotográfica (prácticamente desconocida).
1. La paradoja fotográfica.
La fotografía transmite por definición, la escena en si, lo real literal. del
objeto a la imagen hay reducción, etc. pero nunca transformación. La imagen no
es lo real, es su analogon perfecto. La imagen fotográfica es un mensaje sin
código, proposición de la cual es preciso deducir de inmediato un corolario
importante: el mensaje fotográfico es un mensaje continuo.
Todas las artes imitativas contienen dos mensajes: un mensaje denotado (el
analogon en sí), y un mensaje connotado (cómo lo hace leer la sociedad, lo que
piensa).
De todas las estructuras de información, la fotografía sería la única que está
exclusivamente constituida y ocupada por el mensaje denotado, que agotaría por
completo su ser. La connotación no se deja necesariamente captar de inmediato a
nivel del mensaje en sí.
Todo signo supone un código, y es precisamente este código (de connotación) lo
que habría que tratar de establecer. La paradoja fotográfica sería entonces la
coexistencia de dos mensajes, uno sin código (lo analogico fotográfico) y otro
con código (el arte, etc.)
Estructuralmente, la paradoja no es la colusión de un mensaje connotado y un
mensaje denotado, esa es la característica de todas las comunicaciones de masa.
Lo que sucede es que el mensaje connotado se desarrolla a partir de un mensaje
sin código. Está paradoja estructural coincide con la paradoja ética cuando
queremos ser objetivos, nos esforzamos por copiar minuciosamente lo real como si
lo analogico fuera un factor que se resiste a la incorporación de valores. En la
fotografía, el mensaje denotado es absolutamente analogico, es decir, que no
recurre a código alguno, es continuo.
2. Los procedimientos de connotación.
La connotación (dar un segundo sentido al mensaje) se elabora en los diferentes
niveles de producción de la fotografía, es en suma, una codificación de lo
analógico fotográfico.
Procedimientos de connotación: hay que separar los primeros 3: trucaje, pose,
objetos, en los cuales lo que produce la connotación es una modificación del
mensaje denotado, de los últimos 3: fotogenia, esteticismo, sintaxis.
Trucaje: El interés metódico del trucaje consiste en que interviene, sin dar
aviso, dentro mismo del plano de denotación; utiliza la credibilidad particular
de la fotografía, que no es, como vimos, más que su excepción al poder de
denotación para hacer pasar por simplemente denotado un mensaje que es, en
realidad, fuertemente denotado.
Pose: La pose no es un procedimiento específicamente fotográfico, pero es
difícil dejar de nombrarlo, en la medida en que su efecto proviene del principio
analogico que fundamenta la fotografía.
Objetos: Tenemos que reconocer aquí una importancia particular a lo que podría
llamarse la pose de los objetos, puesto que el sentido connotado surge entonces
de los objetos fotografiados. Esos objetos son inductores corrientes de
asociaciones de ideas o verdaderos símbolos.
Fotogenia: En la fotogenia, el mensaje connotado está en la imagen misma
embellecida por técnicas de iluminación, de impresión, de revelado.
Esteticismo: Sólo puede hablarse de esteticismo en fotografía de manera ambigua,
cuando la fotografía se hace pintura, es decir composición o sustancia visual
deliberadamente tratada como empaste, ya sea para significarse como arte, para
imponer un significado por lo general más sutil y más complejo de lo que
permiten otros procedimientos de connotación.
Sintaxis: es natural que varias fotografías puedan transformarse en secuencia;
el significante de connotación ya no se encuentra entonces a nivel de ninguno de
los fragmentos de la secuencia, sino a nivel del encadenamiento. Señalaremos que
la fotografía solitaria es rara vez (es decir difícilmente) cómica, al contrario
del dibujo; lo cómico necesita movimiento, repetición (lo que es fácil en el
cine), o tipificación (lo que es posible en el dibujo), y estas dos le están
vedadas a la fotografía.
3. El texto y la imagen.
Podemos agregar de modo constante el texto mismo que acompaña la fotografía
periodística.
El texto constituye un mensaje parásito, destinado a connotar la imagen. La
imagen ya no ilustra la palabra, es la palabra la que estructuralmente es
parásita de la imagen.
El efecto de connotación es probablemente diferente según el modo de
presentación de la palabra, cuanto más cerca de la imagen, menos parece
connotarla. Sin embargo, es imposible que la palabra refuerce la imagen, pues en
el pasaje de una estructura a otra, se elaboran significados secundarios. A
veces, la palabra puede también llegar a contradecir la imagen de modo de
producir una connotación compensatoria.
4. La insignificancia fotográfica.
El código de connotación no es ni natural, ni artificial, si no histórico o
cultural. En él los signos son gestos, actitudes provistos de ciertos sentidos
en virtud del uso de una cierta sociedad: la relación entre el significante y el
significado. La significación es el movimiento dialéctico que resuelve la
contradicción entre el hombre cultural y el hombre natural.
Por consiguiente, gracias a su código de connotación, la lectura de la
fotografía es siempre histórica, depende del saber del lector como si se tratara
de una lengua verdadera.
No hay percepción sin categorización inmediata, la fotografía se verbaliza en el
momento mismo en que se percibe. Desde este punto de vista, la imagen captada de
inmediato por un metalenguaje interior -la lengua-, no conocería ningún estado
denotado. Socialmente, no sólo existiría sumergida por lo menos en una primera
connotación, precisamente la de las categorías de la lengua y se sabe que toda
lengua toma partido a favor de las cosas, que connota lo real, aunque más no
fuera segmentándolo, por consiguiente, las connotaciones de la fotografía
coincidirían, en términos generales, con los grandes planos de connotación del
lenguaje.
Al tratar de reconstituir en su estructura especifica el código de connotación
de una comunicación tan amplia como lo es la fotografía periodística, podemos
esperar encontrar, en su fineza misma, las formas que nuestra sociedad utiliza
para tranquilizarse y captar así la medida, los rodeos y la función profunda de
este esfuerzo. La perspectiva es tanto más atractiva, como dijimos al comienzo,
cuanto que en lo relativo a la fotografía, se desarrolla bajo la forma de una
paradoja: la que hace de un objeto inerte un lenguaje y transforma la incultura
de un arte mecánico, en la más social de las instituciones.
Umberto Eco: Semiología de los mensajes visuales.
1. Legitimidad de la investigación.
Si la semiología es una disciplina autónoma, lo es justamente en la medida en
que consigue formalizar diferentes acontecimientos comunicativos elaborando
categorías propias tales como, por ejemplo las de código y mensaje que incluyen
sin limitarse a ellos, a los fenómenos descritos por los lingüistas como lengua
habla. Por supuesto, la semiología se sirve de los resultados de la lingüística,
que es entre sus diferentes ramas, la que se desarrolló del modo más riguroso.
Sin embargo en una investigación semiológica, siempre hay que considerar que no
todos los fenómenos de comunicación pueden explicarse con las categorías de la
lingüística.
Un intento de interpretación semiológica de las comunicaciones visuales presenta
el siguiente interés: permite a la semiología poner a prueba sus posibilidades
de independencia en relación con la lingüística.
Los símbolos visuales forman parte de un lenguaje codificado, los casos de
índices o iconos son más discutibles. Peirce observaba que un índice es algo que
dirige la atención hacia el objeto indicado por un impulso ciego (si veo agua en
el piso pienso que llovió). Todo índice visual me comunica algo, a través de un
impulso más o menos ciego, en relación con un sistema de convenciones o de
experiencias aprendidas. Por lo tanto, todos los fenómenos visuales que pueden
interpretarse como índices pueden considerarse como signos convencionales.
Peirce definía a los iconos como aquellos signos que tienen una cierta semejanza
innata con el objeto al que se refieren. Para Morris, es icónico el signo que
posee algunas propiedades del objeto representado. Un signo icónico, es un signo
semejante, en algunos aspectos, a lo que denota. En consecuencia, la iconicidad
es una cuestión de grado. (Esta definición puede contentar al sentido común pero
no a la semiología.)
Cuando veo una publicidad, percibo ciertos aspectos pero no los siento. Siento
algunos estímulos visuales, los coordino hasta que genere una estructura
percibida que, sobre la base de experiencias adquiridas, provoca una serie de
sinestesias y me permite pensar en la sensación que me genera. “Los signos
icónicos no poseen las propiedades del objeto representado pero reproducen
algunas condiciones de la percepción común, sobre la base de los códigos
perceptivos normales y seleccionando esos estímulos que pueden permitirme
construir una estructura perceptiva que posea la misma significación que la
experiencia real denotada por el signo icónico”.
La semiología tiene como tarea no detenerse ante las apariencias o la
experiencia común.
“Los signos icónicos reproducen algunas condiciones de la percepción del objeto,
pero después de haberlos seleccionado según códigos de reconocimiento y haberlos
registrado según convenciones gráficas por las cuales un signo arbitrariamente
dado denota una condición dada de la percepción o, globalmente, denota un
precepto arbitrariamente reducido a una representación simplificada”.
El signo icónico puede poseer, entre las propiedades del objeto, las propiedades
visibles, supuestas y convencionales.
Un signo puede denotar globalmente algo percibido, reducido a una convención
gráfica simplificada. Precisamente porque, entre las condiciones de la
percepción, elegimos los rasgos pertinentes, este fenómeno de reducción se
verifica casi en la totalidad de los signos icónicos, pero de modo
particularmente manifiesto en los estereotipos.
En conclusión, lo que podría afirmarse para la estructura vale también para el
signo icónico: la estructura elaborada no reproduce una supuesta estructura de
la realidad; articula una serie de relaciones-diferencias según ciertas
operaciones, y esas operaciones, por las que los elementos del modelo son
puestos en relación, son las mismas que realizamos cuando, en la percepción,
ponemos en relación los elementos pertinentes del objeto conocido. Por lo tanto,
el signo icónico construye un modelo de relaciones homólogo al modelo de
relaciones perceptivas que construimos al conocer y recordar al objeto. Si el
signo tiene propiedades comunes con algo, ese algo no es el objeto, sino el
modelo perceptivo del objeto; el signo icónico puede construirse y reconocerse
con las mismas operaciones mentales que realizamos para construir lo percibido,
con independencia de la materia en que esas relaciones se realizan.
Para realizar equivalente icónicos de la percepción, se seleccionan algunos
aspectos y otros no. La presencia de rasgos pertinentes en la lengua verbal
permite convertirla en un catálogo preciso.
En un sintagma icónico, por el contrario, intervienen relaciones contextuales
tan complejas que parece difícil distinguir entre ellas los rasgos pertinentes
de las variantes facultativas.
En conclusión, podemos decir que en los signos icónicos prevalece lo que, en el
lenguaje verbal, llamamos las variantes facultativas y rasgos suprasegmentales;
a veces estos prevalecen de un modo excesivo. Pero reconocerlo no equivale a
afirmar que los signos icónicos escapan a la codificación.
-Dado que el signo gráfico es relacionalmente homólogo al modelo conceptual,
podríamos concluir que el signo icónico es “analógico” en el sentido que le
confieren el término los constructores y operadores de cerebros electrónicos.-
Cómo hay variaciones en la forma de transmitir, sobre la misma codificación que
genera resultados analogicos (infinitos resultados) cómo pasa con la entonación
y el lenguaje.
Alison Lurie: El lenguaje de la moda.
Como casi todas las lenguas habladas y escritas, el lenguaje de la moda está
siempre en continuo cambio. Casi todas las corrientes políticas, sociales y
culturales se han visto reflejadas en lo que decimos pero también en lo que
vestimos. Gracias a la tv vía satélite, hechos que se producen en las partes más
remotas del mundo podemos ver ya de forma casi instantánea en nuestra sala de
estar. Al tiempo que los vemos, leemos lo que significan las indumentarias de
sus protagonistas. Los hombres de negocios de casi todo el mundo visten como los
hombres de negocios norteamericanos o británicos, especialmente cuando negocian
con occidentales.
El nacionalismo interior va en aumento, y lo mismo ocurre con el traje étnico de
las tribus. Muchos barrios, especialmente en las grandes ciudades, están menos
integrados de lo que estaban antes, y algunos miembros de minorías étnicas y
raciales han comenzado a adoptar lo que casi se podría llamar traje nativo.
(identidad y minorías)
El cambio económico como la identidad étnica, ha seguido reflejándose en la
moda. Durante la mayor parte de los ochenta las llamadas democracias
occidentales gozaron de un periodo de conservadurismo y prosperidad. En los años
‘50, era principalmente el coste de los tejidos y la mano de obra lo que
diferenciaba la vestimenta del hombre urbano de clase alta de la del hombre de
clase media baja, y lo mismo ocurría con sus esposas.
La diferencia entre cómo vestían la secretaria, la profesora, o la dependienta y
las prendas exclusivas que ilustraban las publicaciones dedicadas a la alta
costura eran aún mayor.
Sea cual fuere la causa, las épocas de depresión siempre tienen su reflejo en
las ropas, y con mayor claridad que en ninguna otra cosa en la reducción de la
exhibición ostentosa.
(...)Para la mujer es vestido es una manifestación continua de los pensamientos
más íntimos, un lenguaje, un símbolo. Actualmente, con la semiótica cada vez más
en boga, los sociólogos nos dicen que también la moda es un lenguaje de signos,
un sistema no verbal de comunicación.
Si la indumentaria es una lengua, debe tener un vocabulario y una gramática cómo
el resto de las lenguas. Pero no hay sólo una, sino que hay muchas.
El vocabulario de la moda.
El vocabulario de la indumentaria incluye no sólo prendas de vestir, sino que
también peinados, joyas, etc. Del mismo modo que el hablante medio de cualquier
idioma conoce muchas más palabras de las que suele usar en la conversación,
todos somos capaces de comprender el significado de estilos de ropa que nunca
nos vamos a poner.
Palabras arcaicas.
Además de contener palabras que son tabú, el lenguaje de la indumentaria, como
el habla también incluye palabras modernas y antiguas, palabras de origen
autóctono y barbarismos, palabras dialectales, etc. Como ocurre con el habla
oculta, este tipo de palabras se suele emplear muy parcamente, normalmente de
una en una, nunca un atuendo completo. Un conjunto completo compuesto por
prendar arcaicas, proyecta una imagen de disfraz, lejos de elegancia y
sofisticación.
Argot y palabras vulgares.
Las palabras vulgares en el vestir, aportan énfasis y llaman inmediatamente la
atención casi en cualquier circunstancia, como ocurre con el habla.
Adjetivos y adverbios: La decoración de la vestimenta.
Se puede defender la consideración de los adornos y los complementos como
adjetivos o adverbios (modificadores de la oración que es el conjunto completo).
Los adornos y complementos de una época son componentes esenciales de la
indumentaria de otra.
Si pensamos sólo en aquellos complementos y adornos que actualmente son
opcionales, tendría sentido hablar de ellos como modificadores.
El cambiante vocabulario de la moda
Desde que la moda se convirtió un gran negocio, los diseñadores proponen cada
temporada una impresionante cantidad de modelos. Dentro de los límites que
impone la economía, la ropa se adquiere, se usa y se desecha de la misma forma
que las palabras, pues satisface nuestras necesidades y expresa nuestra ideas y
emociones.
Moda personal: Ser y estar.
Como ocurre con el habla, el significado de cualquier prenda de vestir depende
de las circunstancias. Segun Irving Goffman, el concepto de ropa apropiada
depende por completo de la situación. Llevar la ropa que se considera apropiada
para una situación actúa como un signo de implicación en ella y a la persona
cuya vestimenta no se ajusta a estos criterios es posible que se la excluya de
forma más o menos sutil.
En la lengua distinguimos quien dice bien una oración y quien la dice mal.
También en el vestido la forma es tan importante como la material. La LIMPIEZA
es normalmente considerada como un signo de respetabilidad. También es un signo
de status, ya que estar limpio y aseado supone un gasto de tiempo y dinero.
Discurso excéntrico y convencional.
En el vestido como en la lengua, hay una posible gama de expresiones que va
desde la manifestación más excéntrica hasta la más convencional. La
identificación de un grupo social y la participación activa en el siempre
implican al cuerpo humano y a su adorno y su vestido. Cuanto más significativo
es un rol social para un individuo, más probable es que se vista de una manera
especial para desempeñarlo.
El uniforme
Es la forma más extrema de ropa convencional de la indumentaria impuesta por
otros. En términos lingüísticos es ser parcial. Lo que se hace, cómo lo que se
viste, estará determinado por autoridades externas. Al contrario de la mayor
parte de la ropa civil, el uniforme es con frecuencia consciente y
deliberadamente simbólico. identifica a quien lo lleva como miembro de un grupo
y a menudo lo ubica dentro de una jerarquía.
A medio camino entre el vestuario teatral y el uniforme, se encuentra la ropa
ritual, la vestimenta especial que utilizamos para las ceremonias importantes en
nuestra vida.
Elocuencia y mal gusto.
Igual que el escritor de talento combina palabras e imágenes que jamás
hubiéramos creído ver juntas, ciertas personas de talento han sido capaces de
combinar prendas de vestir desiguales, viejas y nuevas, etc. Mientras que otras
personas se limitan a seguir el estilo de la época en la que viven, estos
hombres y mujeres transforman la moda contemporánea en expresión individual.
Con frecuencia los últimos años de nuestra niñez y los primeros de la
adolescencia estuvieron marcados por las luchas para que nos dejasen elegir
nuestro propio vestuario, en términos verbales, para que nos dejasen hablar por
nosotros mismos.
Todos hemos sido receptores de prendas compradas por parientes o amigos. Este es
un regalo envenenado, pues llevar la ropa elegida por otros es aceptar y
proyectar la imagen que tiene de ti el donante.
Mentiras y disfraces.
Quizá el aspecto más difícil de la comunicación por medio de la ropa sea el
hecho de que cualquier lengua sea capaz de transmitir información se puede usar
también para transmitir desinformación. se puede mentir en el lenguaje de la
moda. La mentira puede ser voluntaria o involuntaria, puede hasta ser
inconsciente.
Vestidos para el éxito.
Un tipo de disfraz más ambiguo es el vestuario que se escoge deliberadamente
siguiendo el consejo de otros con el fin de engañar al espectador. Hay libros y
revistas que ocupan de traducir el lenguaje correcto de la moda, diciendo a
hombres y mujeres que han de ponerse para parecer distinguidos, ricos,
sofisticados y atractivos a las personas del sexo opuesto.
El vestuario no ha de ser ni demasiado actual, ni estar demasiado pasado. Se
debe mantener un equilibrio entre lo recatado y lo seductor.
Porque llevamos ropa: utilidad, status y sexo.
Llevamos ropa por alguna de las misma razones por las que hablamos: para que
vivir y trabajar nos resulte más fácil y cómodo, para proclamar nuestras
identidades y para atraer la atención erótica. JAMES LAVER ha denominado a estos
motivos el principio de utilidad, el principio jerárquico y el principio de
seducción. Las primeras ropas utilitarias probablemente fueron fruto de la
improvisación.
Ropa mágica.
Por minúsculo que sea, el vestido primitivo de casi todas las partes del mundo,
como el habla primitiva, está lleno de magia. Magia por contagio: la prenda
elegida se ha convertido en una prenda que da suerte por haberla llevado puesta
con anterioridad en alguna ocasión en la que tuvimos suerte o porque se la ha
regalado alguna persona afortunada. Su pérdida o abandono se la considera causa
de prejuicio y de fracaso. Magia por simpatía: se emplea a menudo, como cuando
nos colgamos del cuello cruces, estrellas, o alguno de los símbolos actuales de
la fuerza y la solidaridad femeninas.
Ropas malévolas.
En el polo opuesto a la ropa que traer buena suerte y éxito está la prenda de
mal agüero. Es aquella prenda que parece atraer la suciedad, grasa, etc.
Ropas neuróticas y libertad de expresión.
Como ocurre con la lengua oral, la comunicación a través del vestido es más
fácil y menos problemática cuando se persigue una sola finalidad. Por desgracia,
como ocurre con el habla, nuestros motivos para hacer cualquier declaración
pueden ser dobles o múltiples. Naturalmente, a menudo es imposible satisfacer
todos estos requisitos y hacer todas estas manifestaciones a la vez. Por tanto,
igual que con el habla, ocurre que no podemos decir lo que realmente queremos
porque no disponemos de las palabras correctas (ej. La mujer q siempre se queja
pq no tiene q ponerse). Actualmente todas estas dificultades se ven agravadas
por mensajes contradictorios sobre el valor de la ropa en general. Incluso, hoy
en dia, declarar que no prestamos atención a lo que nos ponemos es proclamar
nuestra virtud y hacernos acreedores al respeto de los demás.
Cuando dos o más deseos o exigencias entran en conflicto, una consecuencia
psicológica frecuente es manifestar algún trastorno de la expresión. Fluguel,
veía a toda la ropa humana como un síntoma neurótico. Desde su punto de vista,
el decoro y el deseo de ser objeto de atención son emociones irreconciliables.
No sería de extrañar que encontremos en el lenguaje de la indumentaria el
equivalente de los trastornos psicológicos del habla. El vestido es un aspecto
de la vida humana que despierta poderosos sentimientos, unos intensamente
agradables y otros sumamente desagradables.