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Antropología Sistemática2° ParcialCat: Tiscornia2003Altillo.com

1) Desarrolle los conceptos de clase y lucha de clase según Thompson, y el concepto de clase propuesto por Juan Villarreal. Explique el lugar de los obreros industriales en la estructura social argentina antes de la dictadura militar, utilizando la categoría de experiencia.
Thompson es un autor de orientación marxista que critica la postura marxista estructuralista al considerar que muchos historiadores de ésta postura (Althusser y Balibar entre otros) toman al concepto clase como una categoría de carácter estático. Dicha postura vendría a explicarse del siguiente modo: el capitalismo está signado por un modelo estático de relaciones de producción. Las clases aparecen como categoría necesaria para ese análisis. Son, entonces, una herramienta o categoría explicativa: los grupos sociales que poseen una misma relación con los medios de producción y que son explotadores o explotados pertenecen a una clase, dicho simplificadamente. O sea, las clases existen per se adentro de una estructura y poseen las respectivas conciencias y posiciones relativas. Se estaría desestimando así el proceso experimental histórico de la formación de clases. Thompson está en desacuerdo con esta postura y afirma que la noción de clase es una categoría de carácter histórico, "... que está derivada de la observación del proceso social a lo largo del tiempo..." (Thompson, 1989: 34). Pero también pone en cuestión la manera de ver el proceso histórico de formación de las clases. En este sentido, se debería tener cuidado al utilizar esta categoría en etapas anteriores a la revolución industrial ya que la correspondencia con la evidencia histórica es menos directa. Aparte, se debería tener en cuenta la experiencia de las sociedades anteriores a la revolución industrial que aprehendían sus conflictos y luchas en diferentes términos a los que se pueden utilizar actualmente para analizar conflictos de índole similar. Planteado en otros términos: Thompson plantea recurrir a una exhaustiva vigilancia epistemológica al transpolar la categoría clase a diferentes momentos históricos muy disímiles entre sí, pero que den la apariencia de similitud en cuanto a las situaciones de antagonismos o luchas por causas similares. Él plantea la necesidad de matizar y refinar el concepto si no queda más remedio que utilizarlo al no existir una categoría de análisis tan universal y evidente.
Una característica no menos importante mencionada por Thompson sobre el proceso constitutivo de la clase es que la noción de experiencia debe estar presente indefectiblemente. Él va a explicar que las clases van conformándose cuando los seres humanos experimentan las relaciones de explotación, al vivir el rol que les toca desempeñar en las relaciones de producción y ciertas situaciones según los distintos contextos históricos particulares. Por tanto, volvemos a lo expresado anteriormente, que la clase no es una categoría estática y ahistórica, sino todo lo contrario: es dinámica (muta permanentemente en el diario acontecer) y es histórica. En resumen: la experiencia estaría mediando entre la estructura productiva de cierta sociedad en un momento dado y la acción de los sujetos cuando éstos canalizan esa experiencia vivida (mediante la explotación en la vida laboral) y/o transmitida culturalmente producto de un proceso de acumulación. Ahora bien, este acontecer cotidiano experimental supone conflicto, tensión entre diversos grupos humanos que juegan diferentes roles dentro del proceso de producción, que experimentan la explotación o la necesidad de explotar a otros seres y de estas situaciones antagónicas surge la lucha. Estas luchas son las comúnmente denominadas luchas de clases. Resumiendo, se puede afirmar entonces, que una clase es un producto y no una condición previa a la lucha de clases.
La visión de Juan Villarreal del concepto de clase social parece acercarse bastante a la del historiador británico anteriormente mencionado. Villarreal también pone el énfasis en el carácter histórico de dicha construcción conceptual afirmando que "Una clase históricamente situada se gesta como tal a través de un intrincado proceso -que responde siempre a peculiaridades especiales- de desarrollo económico, de configuración de determinadas relaciones de poder y recuperación de tradiciones de lucha, organización y conciencia" (Villarreal, 1985:224). El autor añade que las clases sociales son agrupamientos históricos que van tomando forma homogénea con el correr del tiempo y que se encuentran permanentemente atravesados de relaciones de poder que intentan disgregarlos o fragmentarlos con el fin último de ejercer la dominación sobre ellos. Tampoco deja de lado la noción de experiencia para analizar el proceso de conformación de una clase, tal como lo interpretaba Thompson, es decir, el experimentar cotidiano de la explotación, de la lucha, de la resistencia como hecho previo a la creación de una conciencia de clase. Él toma fundamentalmente a las clases subalternas como punto central en su texto y las analiza a la luz de la definición anteriormente mencionada. Las clases subalternas son, en la historia de la humanidad, las más pasibles de querer ser disgregadas para poder ejercer dominio sobre ellas. El grado de homogeneidad alcanzada y su capacidad de acción solidaria va a ser la clave para medir hacia dónde se inclinará la balanza de la tensión permanente de relaciones de fuerza dentro del sistema capitalista. 
Ahora bien, según el autor, en el caso argentino, el desarrollo político del peronismo pasa a ser factor determinante para el correcto análisis de la formación de la clase obrera . Sobre todo, a partir del derrocamiento de Perón y la consecuente proscripción del Partido Justicialista durante el período 1955-1973, es que el movimiento obrero va a consolidarse y homogeneizarse al experimentar una resistencia colectiva, una lucha en la clandestinidad. Su identidad de clase se vería reforzada en la experimentación cotidiana de la lucha "... inscripta en puntos, lugares y niveles distintos de las relaciones de fuerza ligadas al poder" (Villarreal, 1985:225). El lugar que ocuparon los obreros industriales en la estructura social argentina hasta 1976 (año del golpe de Estado militar que marca el punto de inflexión de la hegemonía de las clases subalternas) era fundamental. Ellos llegaron a tener un gran protagonismo debido a su gran participación en el PBI nacional, al ser el sector secundario el de mayor peso durante el período antes mencionado. Esto les otorgaba una gran presión de negociación, y, por lo tanto, poder político (subsumido dentro de la identidad del movimiento peronista). Por las características del empleo industrial (poca diferencia salarial, cierta similitud en las ramas y tareas desempeñadas y una estabilidad laboral) existía una gran posibilidad de inserción social, económica y política. Todo ello se debe enmarcar en la política social impulsada por el gobierno de Perón en cuanto a la promoción del trabajo industrial, leyes de protección laboral, organización sindical, etc. También se debe hacer mención de la necesidad de establecer alianzas con las clases populares, que tuvieron ciertos sectores de las clases medias industriales durante todo el período, ante su relativa debilidad respecto a otros sectores productivos primarios y secundarios. Estas alianzas se materializaron en políticas de desarrollo industrial basado en el consumo interno, para el cual debieron dar capacidad de compra a los sectores populares. Es por esta serie de razones que se puede afirmar que existía, antes del golpe de Estado liderado por la Junta militar, un panorama social que respondía a los siguientes rasgos básicos: clases subalternas relativamente más homogéneas (material y culturalmente) que en el resto de Latinoamérica, y una juventud radicalizada y altamente politizada frente a una gran dispersión de los sectores dominantes (grandes industriales, terratenientes, empresarios del sector terciario) y su imposibilidad de establecer alianzas o alcanzar cierto grado de homogeneidad en sus intereses.

2) Repare en el origen de la selección de documentos del Trabajo Práctico n°5, todos ellos provenientes de oficinas de la burocracia estatal: reglamentos, comunicados, informes ministeriales, comunicaciones. ¿Qué relación puede establecer entre ello y la caracterización de Weber del tipo de dominación legal racional y el lugar que ocupa en el Estado moderno la organización burocrática?
Weber hace referencia a tres tipos de dominación legitima ejercida por un Estado, a saber: la dominación tradicional, la dominación legal racional y la dominación carismática (que se refieren a diversos tipos de ideas sobre la legitimidad y responden a diferentes ideas sobre la dominación). La dominación legal racional se refiere especialmente a una autoridad gobernando mediante órdenes impersonales, resultado de un orden regulador al que se somete la autoridad. Sólo se obedece al derecho (al Corpus normativo). Es una dominación donde la relación entre la autoridad y la burocracia no está sostenida por la lealtad, ni la fidelidad sino que existen órdenes pautadas claramente. Las actividades burocráticas están delimitadas, son diarias, hay niveles de autoridad y jerarquía, órdenes por escrito que dan cuenta del cumplimiento de deberes conforme las reglas. Se puede decir que la burocracia es como una máquina que funciona sola, y que, por tanto, se puede adaptar a cualquier autoridad y que posee un funcionamiento racional pero despersonalizado. También afirma Weber que la burocracia en este tipo de dominación se nutre del saber y la aptitud de las personas que trabajan y son parte de ella, o sea, los funcionarios públicos. 
La selección de textos del T.P. n° 5 está compuesta por una serie de comunicados, directivas e informes emitidos por diversos organismos del gobierno dictatorial (1976-1983) a saber: Ministerio de Educación y Cultura, la Secretaría de Publicaciones, el COMFER y la Secretaría de Seguridad Interior. En dichos comunicados se encuentran órdenes a seguir a causa de la voluntad del gobierno de erradicar de raíz "la subversión", o sea, todo intento de sublevación, organización ciudadana, resistencia, desacuerdo con el régimen militar, ideas políticas o puesta en cuestión de "los valores cristianos" en los diferentes ámbitos de la educación, la cultura y los medios de comunicación. Estas fuentes son documentos que dan cuenta de una serie de órdenes y procedimientos que debían cumplidos por las distintas instituciones y autoridades a las que iban dirigidos. Se puede afirmar, entonces, que la maquinaria burocrática siguió funcionando perfectamente durante la dictadura, hecho que estaría confirmando los supuestos de M. Weber. Es más, el poder de la dictadura se basó, entre otras cosas, en la burocracia como medio de dominación debido a su eficiencia a la hora de funcionar sin cuestionar ni jerarquías ni normas. Estos mismos documentos escritos son el testimonio más fiel del funcionamiento burocrático. Dejan constancia de cuanto se debía hacer y quiénes debían hacerlo y con qué objetivos. Apelando a los "valores cristianos y a la moral occidental" se impartieron las órdenes de suspensión de docentes, de prohibición de películas y libros. Volvemos entonces, a detectar rasgos de una dominación legal racional en el sentido de que el aparato burocrático (desde sus diferentes órbitas institucionales) obedecía órdenes y procedía según lo mandado por una autoridad impersonal. Se ejerció el poder (según Foucault) en su faz represiva prohibiendo ciertas expresiones culturales, ciertas cosmovisiones, ciertos actos. Se instaló una cultura del miedo, tendiente a alcanzar una individualización de la sociedad quebrando solidaridades y redes comunitarias. También se observa en los documentos cómo se imponía un orden jerárquico, en el ámbito escolar, sobre todo. Suplentes, preceptores y practicantes estaban casi "a merced" del criterio de los maestros y profesores titulares, y éstos, a su vez, de los directivos de cada establecimiento. Incluso los padres de los alumnos estaban llamados a "detectar el germen de la subversión" en la enseñanza.
El Estado moderno no puede subsistir sin la organización burocrática. Weber plantea que "... en el Estado moderno, el verdadero dominio, que no consiste [...]sino en el manejo diario de la administración, se encuentra necesariamente en manos de la burocracia."(Weber, 1994:205). Esto se puede explicar de la siguiente manera, siguiendo siempre el pensamiento weberiano: el Estado moderno es una asociación que organiza la dominación y que ha expropiado a todo el personal administrativo, a los trabajadores y a los jefes administrativos de los medios materiales de organización administrativa y los ha concentrado en un aparato burocrático. También ha logrado monopolizar el uso de la fuerza física como medio de dominación sobre un territorio. De esto se desprende que la organización burocrática es condición necesaria para el buen funcionamiento y existencia del Estado moderno.

3) Desarrolle, tomando por caso la selección de textos de Marx o el artículo de Carla Villalta, la afirmación respecto de que el Estado es entendido también como una organización compleja, un aparato institucional, que se constituye en objeto de disputa y arena o campo de disputas simultáneamente. Puede utilizar las clases teóricas; los textos de Codato y Perissinotto (lo trabajado en el teórico práctico); Bordieu; Weber; así como aquellos textos usados durante la cursada que considere pertinentes.
El Estado ha sido objeto de estudio por parte de las diversas corrientes del pensamiento social moderno y contemporáneo. En este sentido, hay actualmente diversas maneras de interpretar al Estado. En el texto de Codato y Perissinotto (2001: 2) se intenta - entre otros- explicar cómo en la visión de Marx y Engels sobre el aparato del Estado no sólo se lo concibe como una organización social cuya naturaleza es clasista, o sea, que cumple el rol primordial de la reproducción de las relaciones de explotación que son el armazón principal del sistema capitalista de producción, sino que hacia dentro de dicha organización hay conflictos, fragmentaciones, alianzas. Todos ellos son producto de la pugna por el poder denominado real. Éste podría caracterizarse como el poder que es ostentado por cierta porción o institución o grupo dentro del aparato estatal, un poder de ejecución sobre otros sectores de la burocracia que le están subordinados y sobre el conjunto de la sociedad. En otras palabras, y haciendo referencia puntualmente a la pregunta, se puede decir que existe una disputa por el control del Estado como agente entre las distintas clases sociales, o sea, una visión funcionalista que ve al Estado como un todo homogéneo a conquistar en pos de alcanzar el poder político. También se lo puede analizar como una pugna hacia dentro del aparato estatal por parte de los diversos grupos políticos y clases sociales por la ostentación del poder real, controlando directamente o influyendo sobre las distintas áreas del aparato estatal ya sea en forma de imposición de políticas, asignación de recursos, de jurisdicción sobre algún tema en particular, etc. Esta última visión se denomina institucionalista. Los autores, entonces llegan a la conclusión que de los textos históricos de Marx ("Lucha de clases en Francia de 1848 a 1850" y "El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte") se puede desprender que él toma al Estado también como una institución compleja al separarlo de la clase como dos realidades diferentes Por lo tanto, pueden concebirse también, un "poder de clase" distinto de un "poder de Estado".
Yendo entonces al caso presentado en el texto de Carla Villalta sobre la tutela de los niños pobres, se puede afirmar que la autora hace hincapié sobre la necesidad de analizar al Estado en su visión institucionalista. El texto afirma que la visión funcionalista sobre el Estado no ayudaría a dar luz sobre el proceso de constitución de las prácticas y leyes que se abordan en el mismo tomando al Estado como "un todo homogéneo, como un agente intencional o superindividuo que hace y deshace" (Villalta; 2001:1). Se precisa, por tanto, llegar a aprehender el entramado de relaciones conflictivas y la pugna de intereses entre las diversas instituciones que pretendían ejercer control sobre los niños pobres en determinado momento histórico para comprender por qué este sujeto pasó a constituir una preocupación pública. La autora pone el énfasis en la intencionalidad de los diversos actores sociales que actuaban en este proceso como la clave para la comprensión de lo sucedido contraponiéndose así la postura descripta en la cita anterior.
El relato del artículo transcurre en la época de consolidación del Estado Nacional argentino (fines del s. XIX y principios del s. XX), cuando se intentaba dotar al país de un grupo de "instituciones modernas" (cfr. Villalta, 2001). Existía una concepción positivista de "orden y progreso" que atravesaba todas las esferas y prácticas del Estado. En este marco particular, y a partir de la puesta en vigor del Código Civil (1869) se decide sancionar una serie de leyes y ordenanzas que tendrán como objetivo tomar acción para lograr "la protección de la niñez y juventud abandonada". Ya desde la época colonial existía la figura del Defensor de Menores que, a partir de la vigencia del Código Civil pasa a depender de la órbita judicial. Sus funciones eran -entre otras- "ejercer la guarda y protección oficial de las personas e intereses de los menores e incapaces; cuidar de los menores huérfanos o abandonados y colocarlos convenientemente de modo que sean educados; atender las quejas relativas a malos tratamientos dados por los padres y tomar medidas para evitar estos hechos..." (cfr. Villalta, 2001). El Defensor de Menores trabajaba en relación con la policía. A dicha figura luego se agregan la Sociedad de Beneficencia (en su origen, financiada por donaciones de particulares, pero ya a principios del s. XX, a cargo del Estado Nacional) y La Casa de Corrección o Asilo de Reforma de Menores Varones, institución pública dependiente del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública creada en 1898. Ésta se crea para albergar a menores condenados y procesados por delitos y contravenciones. Luego, también debe albergar a niños y jóvenes abandonados o huérfanos que se hallaban a disposición de los Defensores de Menores y a los niños remitidos por la policía. Los conflictos suscitados entre estos tres actores no tardarían en aparecer. Sucedía que existía muy poca delimitación sobre la jurisdicción de cada uno de ellos. Este hecho era muy frecuentemente mostrado como el obstáculo principal a la hora de cumplir sus tareas específicas. Si bien los tres actores en cuestión afirmaban que los menores abandonados o huérfanos debían estar bajo la tutela de un tutor o representante legal quien tendría el derecho de gobernar la persona y bienes del menor (cfr. Villalta, 2001), se debatían sobre el cuándo y el cómo esa tutela debía ser ejercida. Existía en estas instituciones y organizaciones una "concepción moral" de cómo debía ser un niño o joven, su "conducta o comportamiento normal", y se etiquetaba y clasificaba a los mismos según su "peligrosidad", entre otros aspectos. Es interesante tomar aquí en consideración lo planteado por Bordieu en su artículo "Espíritu de familia" sobre el rol del Estado en la creación de un concepto de "familia normal" o "tipo". Según el autor, este concepto se promueve desde las diversas esferas de intervención y ejecución, es decir, desde los diversos puntos del aparato estatal y se pena o castiga otras formas que se consideran "anormales" o bien "fuera de lo normal". Bordieu (1998:63) también plantea que lo considerado "esfera íntima" o "privacidad" de una familia es, en realidad (y a causa de esta manera de concebir "lo normal" de lo "anormal") algo regulado o determinado en gran parte por lo público a través de normas y leyes que regulan las relaciones familiares. Estas categorías construidas por el Estado son tomadas por sociólogos y trabajadores sociales para medir o evaluar la "normalidad" o no de algún individuo o grupo familiar, y son decisivas a la hora de imponer sanciones o conductas a seguir. 
En resumen, el caso tomado por Villalta refleja perfectamente el campo de disputa que se presenta hacia dentro del Estado en general, y en particular a partir de "un problema a resolver" (en este caso, el destino y trato para los menores abandonados o huérfanos), por su control y/o la influencia que se intenta ejercer directa o indirectamente sobre el mismo por parte de las diversas esferas del aparato estatal y a veces, por otros actores externos a él.

4) Explique por qué según Foucault los cuerpos dóciles son los cuerpos moldeados por y que se corresponden con el poder disciplinario. En su desarrollo vincule y establezca relaciones con al menos alguno de los siguientes materiales: Documento del T.P. n°3 "Una jornada de clases en el Curso Preparatorio para Agentes. Escuela de Suboficiales y Agentes."Crio. Villar", Policía Federal Argentina" extraído de la Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropológicas, Mariana Sirimaco (FFyL, UBA, Año 2000); Selección de documentos del T.P. n°5, o Tiscornia, Sofía: La seguridad ciudadana y la cultura de la violencia. En Neufeld, Grimberg, Tiscornia, Wallace: Antropología Social y Política. Hegemonía y poder: el mundo en movimiento, Buenos Aires, EUDEBA, 1998.
A partir del s. XVIII surge una nueva idea del cuerpo como objeto del poder. Esta idea de control sobre el cuerpo para lograr su eficiencia, su sumisión a cierta autoridad, se materializa en lo que se denomina disciplina. Ésta comprende "una serie de métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad..." (Foucault, 1988:141). O sea, una disciplina da más precisión al acto, al movimiento, organiza el tiempo, el transcurrir de actividades, pero en realidad su finalidad principal es la formación de un vínculo. Un cuerpo que se puede someter, que puede ser transformado y perfeccionado, es el llamado cuerpo dócil. Un cuerpo dócil es moldeado por el poder con el fin de debilitar su resistencia y así poder lograr que responda como se quiere y que lo haga según ciertas técnicas, tiempo y eficacia determinadas. La disciplina es un arma que disocia el poder del cuerpo: por un lado lo hace más poderoso, al aumentar su capacidad para determinadas tareas, pero a la vez lo hace más sumiso a ese poder. Estas disciplinas se ponen en práctica en diversas instituciones que las utilizan normalmente pero que han surgido siempre en respuesta a situaciones de coyuntura, tanto en fábricas como en hospitales. O sea, se las encuentra especialmente en instituciones cuyo objetivo principal sea el encauzamiento de la conducta o la formación (prisiones, escuelas, reformatorios) así como en otras, que no persiguen ese fin principal, pero que las implementan como técnicas auxiliares del mantenimiento de un orden (fábricas, hospitales, etc). Las disciplinas no pretenden lograr el dolor físico (como sucedía en la esclavitud), sino la introyección de pautas y valores en un individuo.
Se puede decir, entonces, que la relación entre el cuerpo dócil y el poder disciplinario es dialéctica, ya que el segundo moldea e introduce nuevos parámetros, valores y conductas en el primero, pero, a su vez, el primero reproduce las relaciones de poder que lo convirtieron en cuerpo dócil al reproducir prácticas y valores inculcados.
Esto se pone de manifiesto, por ejemplo, en el extracto de la Tesis de Licenciatura de Mariana Sirimaco sobre una jornada en el curso preparatorio para Agentes en la Escuela de Suboficiales y Agentes de la Policía Federal Argentina. El texto da cuenta de una serie de disciplinas y técnicas de control y orden cuyos destinatarios son los aspirantes a la carrera policial. Existe un control muy delimitado sobre el uso del cuerpo al formarse (economía y precisión en los movimientos), al saludar a superiores (respeto por jerarquías), en el uso del espacio y el tiempo con el fin de mantener el orden y el control sobre los individuos, en la vestimenta destinada a cada actividad (para uniformar a la masa y conseguir extraer la particularidad de cada individuo, borrar su identidad con el fin de ejercer un control mucho más efectivo y rápido). Con la prohibición de estar con personas del sexo opuesto ni en el tiempo entre horas de clase (no se puede considerar tiempo libre, ya que también se estipulan actividades para las "entrehoras"), se consigue apartar de una supuesta "distracción" a los estudiantes. Las situaciones anteriormente citadas han sido enumeradas sólo en calidad de ejemplos del intento de internalización y naturalización de diversas rutinas, normas y disciplinas por parte de la autoridad de dicha institución. El objetivo que se persigue es el de inculcar patrones de conducta, modos de ver la vida, valores, que trascenderán las fronteras de dicha institución tanto en el ámbito familiar como en la futura vida laboral de los aspirantes para lograr su reproducción, para convertir otros nuevos individuos en cuerpos dóciles.

Bibliografía consultada:
APUNTES DE CLASE: clases teórico-prácticas del 06.05.03, del 13.05.03, del 27.05.03, del 10.06.03 y del 17.06.03; clases teóricas del 13.05.03, del 03.06.03, del 10.06.03, y del 17.06.03. Cátedra Tiscornia, 2003. 
BOURDIEU, PIERRE: "Espíritu de familia". En: Neufeld, Grimberg, Tiscornia, Wallace: Antropología Social y Política. Hegemonía y poder: el mundo en movimiento. Bs.As. EUDEBA, 1998.
CODATO, ADRIANO N. y PERISSINOTTO, RENATO M.: El Estado como institución. Una lectura de las "obras históricas" de Marx. En: Revista Crítica Marxista, n° 13, Boitempo Editorial, Campinas, Brasil, octubre de 2001. Traducción de la cátedra.
FOUCAULT, MICHEL: Los cuerpos dóciles. En: Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, México, Siglo XXI, 1988.
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---------------: El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Cuarta Edición. Bs.As. Editorial Anteo, 1973.(pp. 15-27)
Selección de documentos del T.P. n° 5
SIRIMACO, MARIANA: "Una jornada de clases en el Curso Preparatorio para Agentes, Escuela de Suboficiales y Agentes "Crio. Villar", Policía Federal Argentina". Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2000.
THOMPSON, E.P.: La sociedad inglesa del siglo XVIII: ¿Lucha de clases sin clases? En: Tradición, revuelta y conciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial, Barcelona, Editorial Crítica, 1989.
VILLALTA, CARLA: ¿De quién son los niños pobres? El debate por la tutela estatal, religiosa o caritativa. Ponencia presentada en la IV Reunión de Antropología del Mercosur / RAM, Curitiba, Brasil, 11 al 14 de noviembre de 2001.
VILLARREAL, JUAN: Los hilos sociales del poder; En: Crisis de la dictadura argentina, Siglo XXI, Bs.As. 1985.
WEBER, MAX: La política como vocación. En: Ensayos de sociología contemporánea, Bs.As., Planeta, 1972.
-----------------: Burocracia y Parlamento. En: Di Tella, Torcuato S.: Introducción a la Sociología, Bs.As., EUDEBA, 1994. (pp. 205-215)