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Historia Medieval | 2º Parcial | Cat: Astarita | 2° Cuat. de 2010 | Altillo.com |
DOMICILIARIO
I) A partir de la siguiente cita trabajada en clase, reflexione críticamente
y elabore una argumentación coherente respecto de la dinámica estructural del
feudalismo (entre los siglos XI y XV), que lleva al proceso inicial de la
transición. Tenga en cuenta en su respuesta las cualidades de la clase
dominante, las relaciones de explotación, las fuerzas productivas, el papel del
mercado, la lucha de clases y las categorías de modo de producción y formación
social:
“Un estadio determinado del desarrollo de las fuerzas productivas de los sujetos
que trabajan, al cual corresponden relaciones determinadas de los mismos entre
sí y con la naturaleza: a eso se reduce en última instancia su entidad
comunitaria, así como la propiedad basada sobre ella. Hasta cierto punto
reproducción. Luego se trastrueca en disolución”, MARX, K, Formen, Crítica,
1978, p. 72.
I)
En momentos de plena expansión del modo de producción feudal se generan
contradicciones internas que harán posible el comienzo de un proceso de
transición hacia el capitalismo y de disolución de la lógica propia del
feudalismo. Intentaremos plantear cuestiones sobre esta temática.
La cita de Karl Marx presentada en la consigna demuestra cómo determinadas
relaciones sociales de producción se reproducirán hasta que el grado de
desarrollo de las fuerzas productivas alcance un estadio que entre en
contradicción con aquellas y comience así una fase transicional. Es decir, la
propia lógica de reproducción de una totalidad es la que luego la lleva a su
disolución. En el caso que nosotros estudiamos, la formación económico social
tendrá al modo de producción feudal como el dominante pero también aparecerán
relaciones de producción de tipo mercantil y, a través de las contradicciones
propias de ambos y entre ellos, se ira desarrollando el proceso transicional.
Joseph Morsel escribe que, a partir del siglo X, el feudalismo asistió a una
serie de transformaciones que lo llevaron a atravesar su etapa de apogeo, cuando
se consolidó la relación de explotación. Hubo una señorialización del
territorio, es decir, las relaciones sociales de producción feudales se
generalizaron sobre el espacio. La irrupción de los señoríos, entonces,
demuestra el alto grado al que había llegado el poder de los señores. Es
menester agregar que su propiedad privada no era absoluta, sino condicional. De
esa forma, ella implicaba y construía una relación social de poder. Dicho de
otra manera, las relaciones de poder determinaban la propiedad. En ese sentido,
“más que de patrimonio, en el caso de los campesinos conducía a razonar en
términos de explotación, y en el de la aristocracia en términos de poder
señorial”. En esta fase, el campesino parece tener completa libertad en la
organización de su proceso de trabajo, aunque este se encontraba indirectamente
determinado por las exigencias de la renta señorial.
Guy Bois encuentra durante esta etapa una tendencia decreciente de las rentas
señoriales. Su explicación radica en el esfuerzo de los campesinos por no
cumplir con su obligación feudal, lo que habría originado la búsqueda de nuevas
formas de exacción por parte de los señores. Esto último es lo que llevaría, en
definitiva, a la centralización política y a la imposición del impuesto
monárquico. Para Morsel, sin embargo, no existe esta tendencia a la erosión de
la renta feudal sino que ella se fraccionó al multiplicarse sus beneficiarios.
La aparición de las comunidades campesinas y de una ‘elite’ dentro de ellas
introdujo un nuevo actor social que, para este autor, significó la ampliación de
la base de reproducción del sistema y “obligaba al sostenimiento de una elevada
presión señorial sobre los productores”. Estos nuevos sectores serán quienes, en
adelante, tengan el control de la dominación señorial sobre sus territorios.
Morsel escribe que ellos “(…) funcionarán como cuadros de control social”. Su
vínculo con el poder señorial y su nueva tarea de ser los responsables ante el
recaudador ayudarán a la reproducción de su condición. Ellos comienzan a cumplir
así un nuevo rol de interlocutores entre los campesinos y los señores.
Pero veamos ahora el surgimiento de esta capa de campesinos ricos. La
competitividad interna hacia dentro de la comunidad campesina generó un proceso
de diferenciación que provocó una polarización social. Por un lado, un sector
enriquecido comenzó a utilizar como mano de obra asalariada a otra fracción
empobrecida y necesitada de vender su fuerza de trabajo porque no le alcanzaba
con lo que producían en su parcela (o ni siquiera tenían una). Así, comienza a
generarse una mayor división del trabajo que también cumple un papel en la
transición, al contribuir a la creación de las condiciones históricas para el
desarrollo del nuevo modo de producción.
Para Bois, a diferencia de Morsel, lo que caracteriza al modo de producción
feudal es, por un lado, la predominancia de la pequeña producción campesina y,
por el otro, la renta señorial que se extrae por métodos extraeconómicos. La
tendencia a la erosión de la tasa del tributo, entonces, es propia de la
dinámica estructural del feudalismo y se constituye debido a la “evolución de la
relación de fuerza económica favorable al campesino (…)”. Ello explica la lógica
de reproducción extensiva, necesaria por el bloqueo tecnológico que para Bois es
un factor fundamental del sistema. Pero también representa la contradicción
interna que desatará su disolución y su posterior reemplazo por otro modo de
producción. En la formación social, la acción del capitalismo y su discontinuo
proceso de acumulación durante esta etapa, tendrá a la vez un “efecto
disgregador que torna irreversible la declinación del feudalismo”.
Retomando la búsqueda de contradicciones internas del modo de producción feudal
que lo llevan a su disolución, encontramos el planteo de Maurice Dobb. Para este
autor, el centro de la contradicción está en la dinámica estructural. Lo que nos
interesa, en este caso, es el papel del mercado. Los campesinos ricos, producto
de la diferenciación social que ya analizamos, comenzaron a producir mercancías
y de esta forma se dio inicio a un excepcional proceso de acumulación
originaria. Ello se debía a que el salario todavía no necesitaba cubrir la
totalidad de la reproducción de la mano de obra, que tenía además otros
ingresos, como ser el trabajo de su propia parcela. Esto representa una
desposesión semiabsoluta del campesino, que sentará las bases para la futura
proletarización. Por estas razones, la elite campesina intentó librarse de la
opresión feudal para poder disponer de mayor cantidad de mano de obra libre
(campesinos no atados a la tierra y al señor) y así aumentar su participación en
la extracción del excedente. Es por ello que lideraron diversas revueltas y
revoluciones. La lucha de clases, entonces, expresa las contradicciones de la
formación económico social. Este sector de campesinos ricos es quien comienza a
manejarse mediante un régimen mercantil simple. En conclusión, a la par de las
relaciones dominantes feudales, que reproducen esa formación social, se
encuentran reproduciéndose relaciones no feudales. Aquí, en los términos de la
cita de Marx, ya se ha trastrocado el punto de reproducción y ha comenzado la
disolución del feudalismo. Pero ello implicará, para su posterior superación, un
proceso híbrido y transicional extenso.
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA
- Bois, Guy, Crisis del feudalismo. Economía rural y demografía en Normandía
oriental desde comienzos del siglo XIV a mediados del XVI, “Conclusiones
generales” en Boletín de Historia Social Europea, 2, UNLP, 1990, pp. 119-136.
- Brenner, Robert, “Estructura de clases agraria y desarrollo económico en la
Europa preindustrial” en T.H. Ashton y C.H. Philpin (eds.), El debate Brenner,
Barcelona, Editorial Crítica, 1988, pp. 21-81.
- Dobb, Maurice, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, México, Siglo XXI
Editores, 1994, Capítulo 2: “La declinación del feudalismo y el crecimiento de
las ciudades”, pp. 49-105.
- Morsel, Joseph, “Señores y villanos” en La aristocracia medieval. El dominio
social en Occidente (siglos V-XV), Valencia, PUV, 2008, pp. 205-265