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Sociología para Historiadores | Resumen de Marx "El Trabajo Alienado" | Cat: Jenkins | 2° Cuat. de 2007 | Altillo.com |
El trabajo enajenado (Karl Marx, Manuscritos de 1844) RESUMEN
El trabajador queda rebajado a mercancía. La miseria del obrero está en razón
inversa de la potencia y magnitud de su producción. El resultado necesario de la
competencia es la acumulación del capital en pocas manos y la sociedad toda ha
de quedar dividida en las dos clases de propietarios y obreros desposeídos.
La Economía Política no nos proporciona ninguna explicación sobre el fundamento
de la división de trabajo y capital, de capital y tierra. Las únicas ruedas que
la Economía Política pone en movimiento son la codicia y la guerra entre los
codiciosos, la competencia.
Competencia, libertad de empresa y división de la tierra fueron comprendidas y
estudiadas sólo como consecuencias casuales, deliberadas e impuestas por la
fuerza del monopolio, la corporación y la propiedad feudal, y no como sus
resultados necesarios, inevitables y naturales. Tenemos que comprender la
conexión de toda esta enajenación con el sistema monetario.
El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce. El trabajador se convierte en
una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. La
desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del
mundo de las cosas. El objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a
él como un ser extraño, como un poder independiente del productor. El producto
es la objetivación del trabajo y la realización del trabajo es su objetivación.
Hasta tal punto aparece la realización del trabajo como desrealización del
trabajador, que éste es desrealizado hasta llegar a la muerte por inanición. La
objetivación aparece hasta tal punto como perdida del objeto que el trabajador
se ve privado de los objetos más necesarios no sólo para la vida, sino incluso
para el trabajo. La apropiación del objeto aparece como extrañamiento, que
cuantos más objetos produce el trabajador, tantos menos alcanza a poseer y tanto
mas sujeto queda a la dominación de su producto, es decir, del capital.
El trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño.
Es evidente que cuánto mas se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más
poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente a sí y tanto mas pobres
son él mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de si mismo es. El
trabajador pone su vida en el objeto pero a partir de entonces ya no le
pertenece a él, sino al objeto. La enajenación del trabajador en su producto
significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una
existencia exterior, sino que existe fuera de él, independiente, extraño, que se
convierte en un poder independiente frente a él.
El trabajador no puede crear nada sin la naturaleza, sin el mundo exterior
sensible. Pero así como la naturaleza ofrece al trabajo medios de vida, ofrece
también medios para la subsistencia del trabajador mismo.
En consecuencia, cuanto más se apropia el trabajador el mundo exterior, la
naturaleza sensible, por medio de su trabajo, tanto más se priva de víveres en
este doble sentido, porque el mundo exterior sensible cesa de ser, en creciente
medida, un objeto perteneciente a su trabajo, un medio de vida de su trabajo, y
porque este mismo mundo deja de representar víveres en sentido inmediato.
El trabajador se convierte en siervo de su objeto en un doble sentido. En primer
termino porque puede existir como trabajador, en segundo término porque puede
existir como sujeto físico (cuanto más produce el trabajador, tanto menos ha de
consumir; cuanto más valores crea, tanto más sin valor, tanto más indigno es él;
cuanto más elaborado su producto, tanto más deforme el trabajador; cuanto más
civilizado su objeto, tanto más bárbaro el trabajador; cuanto mis rico
espiritualmente se hace el trabajo, tanto más desespiritualizado y ligado a la
naturaleza queda el trabajador.)
La relación inmediata del trabajo y su producto es la relación del trabajador y
el objeto de su producción.
Cuando preguntamos, por tanto, cuál es la relación esencial del trabajo,
preguntamos por la relación entre el trabajador y la producción.
El extrañamiento no se muestra sólo en el resultado, sino en el acto de la
producción. Si el producto del trabajo es la enajenación, la producción misma ha
de ser la enajenación activa, la enajenación de la actividad; la actividad de la
enajenación.
El trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser. Por eso el
trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí.
Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. El trabajo
pasa a ser solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo.
Para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es
suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se
pertenece a si mismo, sino a otro. El hombre sólo se siente libre en sus
funciones animales.
Hemos considerado el acto de la enajenación de la actividad humana práctica en
dos aspectos: 1) la relación del trabajador con el producto del trabajo como con
un objeto ajeno y que lo domina. Esta relación es, al mismo tiempo, la relación
con el mundo exterior sensible, con los objetos naturales, como con un mundo
extraño para él y que se le enfrenta con hostilidad; 2) la relación del trabajo
con el acto de la producción dentro del trabajo. Esta relación es la relación
del trabajador con su propia actividad, como con una actividad extraña, que no
le pertenece, independiente de él.
El hombre es un ser genérico no sólo porque en la teoría y en la practica toma
como objeto suyo el género, tanto el suyo propio como el de las demás cosas,
sino también porque se relaciona consigo mismo como el género actual, viviente,
porque se relaciona consigo mismo como un ser universal y por eso libre.
La vida genérica vive de la naturaleza inorgánica, y cuanto más universal es el
hombre que el animal, tanto más universal es el ámbito de la naturaleza
inorgánica de la que vive. Así como las plantas, los animales, las piedras, el
aire, la luz, etc., constituyen teóricamente una parte de la conciencia humana,
en parte como objetos de la ciencia natural, en parte como objetos del arte (su
naturaleza inorgánica espiritual, los medios de subsistencia espiritual que él
ha de preparar para el goce y asimilación), así también constituyen
prácticamente una parte de la vida y de la actividad humana. Físicamente el
hombre vive sólo de estos productos naturales, aparezcan en forma de
alimentación, calefacción, vestido, vivienda, etc. La universalidad del hombre
aparece en la práctica justamente en la universalidad que hace de la naturaleza
toda su cuerpo inorgánico, tanto por ser (l) un medio de subsistencia inmediato,
como por ser (2) la materia, el objeto y el instrumento de su actividad vital.
El trabajo enajenado también hace del género algo ajeno al hombre.
En primer término el trabajo aparece ante el hombre sólo como un medio para la
satisfacción de una necesidad, de la necesidad de mantener la existencia física.
La vida productiva es, sin embargo, la vida genérica.
El animal es inmediatamente uno con su actividad vital. No se distingue de ella.
Es ella. El hombre hace de su actividad vital misma objeto de su voluntad y de
su conciencia. Tiene actividad vital consciente. No es una determinación con la
que el hombre se funda inmediatamente. La actividad vital consciente distingue
inmediatamente al hombre de la actividad vital animal. Justamente, y sólo por
ello, es él un ser genérico. O, dicho de otra forma, sólo es ser consciente, es
decir, sólo es su propia vida objeto para él, porque es un ser genérico. Sólo
por ello es su actividad libre. El trabajo enajenado invierte la relación, de
manera que el hombre, precisamente por ser un ser consciente hace de su
actividad vital, de su esencia, un simple medio para su existencia.
La producción práctica de un mundo objetivo es la afirmación del hombre como un
ser genérico consciente, la afirmación de un ser que se relaciona con el género
como con su propia esencia. Es cierto que también el animal produce. Pero
produce únicamente lo que necesita inmediatamente para sí o para su prole. El
hombre crea también según las leyes de la belleza.
Sólo en la elaboración del mundo objetivo en donde el hombre se afirma realmente
como un ser genérico. Esta producción es su vida genérica activa. Mediante ella
aparece la naturaleza como su obra y su realidad. El objeto del trabajo es por
eso la objetivación de la vida genérica del hombre, pues éste se desdobla no
sólo intelectualmente, como en la conciencia, sino activa y realmente, y se
contempla a si mismo en un mundo creado Por él.
Mediante la enajenación, la conciencia del hombre que el hombre tiene de su
género se transforma, pues, de tal manera que la vida genérica se convierte para
él en simple medio. El trabajo enajenado, por tanto:
3) Hace del ser genérico del hombre, tanto de la naturaleza como de sus
facultades espirituales genéricas, un ser ajeno para él, un medio de existencia
individual. Hace extraños al hombre su propio cuerpo, la naturaleza fuera de él,
su esencia espiritual, su esencia humana.
4) Una consecuencia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre del
producto de su trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico, es la
enajenación del hombre respecto del hombre. Si el hombre se enfrenta consigo
mismo, se enfrenta también al otro. Lo que es válido respecto de la relación del
hombre con su trabajo, con el producto de su trabajo y consigo mismo, vale
también para la relación del hombre con el otro y con trabajo y el producto del
trabajo del otro.
La afirmación de que el hombre está enajenado de su ser genérico quiere decir
que un hombre esta enajenado del otro, como cada uno de ellos está enajenado de
la esencia humana. Cada hombre considera, pues, a los demás según la medida y la
relación en la que él se encuentra consigo mismo en cuanto trabajador.
Si el producto del trabajo me es ajeno, se me enfrenta como un poder extraño,
entonces ¿a quién pertenece? Si mi propia actividad no me pertenece; si es una
actividad ajena, forzada, ¿a quién pertenece entonces? A un ser otro que yo.
¿Quién es ese ser?
El ser extraño al que pertenecen a trabajo y el producto del trabajo, solamente
puede ser el hombre mismo. Sólo el hombre mismo puede ser este poder extraño
sobre los hombres.
Si él, pues, se relaciona con el producto de su trabajo, con su trabajo
objetivado, como con un objeto poderoso, se esta relacionando con él de forma
que otro hombre independiente de él, es el dueño de este objeto. Si él se
relaciona con su actividad como con una actividad no libre, se está relacionando
con ella como con la actividad al servicio de otro.
Toda enajenación del hombre respecto de sí mismo y de la naturaleza aparece en
la relación que él presume entre él, la naturaleza y los otros hombres distintos
de él. En consecuencia mediante el trabajo enajenado no sólo produce el hombre
su relación con el objeto y con el acto de la propia producción como con poderes
que le son extraños y hostiles, sino también la relación en la que los otros
hombres se encuentran con su producto y la relación en la que él está con estos
otros hombres. Al enajenarse de su propia actividad posesiona al extraño de la
actividad que no le es propia.
Mediante el trabajo enajenado crea el trabajador la relación de este trabajo con
un hombre que está fuera del trabajo y le es extraño. La relación del trabajador
con el trabajo engendra la relación de éste con el del capitalista o como quiera
llamarse al patrono del trabajo. La propiedad privada es, pues, el producto, el
resultado, la consecuencia necesaria del trabajo enajenado, de la relación
externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo.
Sólo en el último punto culminante de su desarrollo descubre la propiedad
privada de nuevo su secreto, es decir, en primer lugar que es el producto del
trabajo enajenado, y en segundo término que es el medio por el cual el trabajo
se enajena, la realización de esta enajenación.
Este desarrollo ilumina al mismo tiempo diversas colisiones no resueltas hasta
ahora.
1) La Economía Política parte del trabajo como del alma verdadera de la
producción y, sin embargo, no le da nada al trabajo y todo a la propiedad
privada. Esta aparente contradicción es la contradicción del trabajo enajenado
consigo mismo y que la Economía Política simplemente ha expresado las leyes de
este trabajo enajenado. Salario y propiedad privada son idénticos.
Un alza forzada de los salarios, prescindiendo de todas las demás dificultades
no sería, por tanto, más que una mejor remuneración de los esclavos, y no
conquistaría, ni para el trabajador, ni para el trabajo su vocación y su
dignidad humanas.
La igualdad de salarios, como pide Proudhon, no hace más que transformar la
relación del trabajador actual con su trabajo en la relación de todos los
hombres con el trabajo. La sociedad es comprendida entonces como capitalista
abstracto.
El salario es una consecuencia inmediata del trabajo enajenado y el trabajo
enajenado es la causa inmediata de la propiedad privada. Al desaparecer un
término debe también, por esto, desaparecer el otro.
2) De la relación del trabajo enajenado con la propiedad privada se sigue,
además, que la emancipación de la sociedad de la propiedad privada, se expresa
en la forma política de la emancipación de los trabajadores, porque su
emancipación entraña la emancipación humana general; porque toda la servidumbre
humana está encerrada en la relación de trabajador con la producción, y todas
las relaciones serviles son sólo modificaciones y consecuencias de esta
relación.
Podrán desarrollarse con ayuda de estos dos factores todas las categorías
económicas y encontraremos en cada una de estas categorías solamente una
expresión determinada, desarrollada, de aquellos primeros fundamentos.
Tratemos de resolver dos cuestiones.
1) Determinar la esencia general de la propiedad privada, evidenciada como
resultado del trabajo enajenado, en su relación con la propiedad verdaderamente
humana y social.
2) ¿Cómo llega el hombre a enajenar, a extrañar su trabajo? ¿Cómo se fundamenta
este extrañamiento en la esencia de la evolución humana?
Esencia general de la propiedad privada y su relación con la propiedad
verdaderamente humana.
El trabajo enajenado se nos ha resuelto en dos componentes que se condicionan
recíprocamente. La apropiación aparece como extrañamiento, como enajenación y la
enajenación como apropiación, el extrañamiento como la verdadera naturalización.
Hemos considerado un aspecto, el trabajo enajenado en relación al trabajador
mismo, es decir, la relación del trabajo enajenado consigo mismo. Como producto,
como resultado necesario de esta relación hemos encontrado la relación de
propiedad del no—trabajador con el trabajador y con el trabajo. La propiedad
privada como expresión resumida, material, del trabajo enajenado abarca ambas
relaciones, la relación del trabajador con el trabajo, con el producto de su
trabajo y con el no trabajador, y la relación del no trabajador con el
trabajador y con el producto de su trabajo.
Si hemos visto, pues, que respecto del trabajador, que mediante el trabajo se
apropia de la naturaleza, la apropiación aparece como enajenación, la actividad
propia como actividad para otro y de otro, la vitalidad como holocausto de la
vida, la producción del objeto como pérdida del objeto en favor de un poder
extraño, consideremos ahora la relación de este hombre extraño al trabajo y al
trabajador con el trabajador, el trabajo y su objeto.
Por de pronto hay que observar que todo lo que en el trabajador aparece como
actividad de la enajenación, aparece en el no trabajador como estado de la
enajenación, del extrañamiento.
En segundo término, que el comportamiento práctico, real, del trabajador en la
producción y respecto del producto (en cuanto estado de ánimo) aparece en el no
trabajador a él enfrentado como comportamiento teórico.
Tercero. El no trabajador hace contra el trabajador todo lo que este hace contra
si mismo, pero no hace contra sí lo que hace contra el trabajador.