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Resumen para el Teórico  |  Teoría y Técnica de Grupos (Cátedra: Fernández - 2019)  |  Psicología  |  UBA

Clase 1. Teórico: La problemática grupal

Texto: ¿Legitimar lo grupal? – Fernández.

Un pedido o exigencia de legitimidad es siempre algo muy saludable para cualquier campo disciplinario, mientras se problematice por lo menos cada tanto la legitimidad del propio campo. Este requisito suele estar ausente en nuestras territorialidades “psi”. En su reemplazo, solemos encontrar que, desde un campo hegmónico se producen los criterios de demarcación de lo pertinente al mismo y los criterios de verdad por consenso a partir de los cuales se promueve la descalificación, devaluación, denigración o denegación de todo saber o práctica que quede por fuera del campo legitimado. Desde esta operatoria, saberes y prácticas grupales son altamente desconfiables. 

¿Por qué la exigencia de legitimidad antes que el aprendizaje? Pareciera ser que ampliar las categorías emblemático-profesionales desde donde se define a sí mismo, se transformaría en sinónimo de transgresión o abandono de las mismas, poniendo en duda su idoneidad y/o pertinencia en el consenso profesional de su comunidad. 

Esta situación de descalificación de saberes y prácticas no hegemónicas, trae una serie de consecuencias. Dos de ellas son:

  1. Formación especializada: Se vuelve invisible la exigencia de formación especializada, tanto teórica como técnica, para trabajar con grupos. Muchos de los fracasos o dificultades en la implementación de abordajes deberían pensarse desde la falta de formación especializada que vuelve inoperante a quien en el lugar de coordinador se posiciona. Inoperante para abordar en su especifidad, el dispositivo grupal montado. Formación especializada no significa agregar algunas “técnicas” grupales a la formación preexistente, sino adentrarse en la complejidad y especifidad de las circulaciones e intercambios que se producen en tales colectivos humanos, formados por un número numerable de personas, tanto teórica como técnicamente. Formación especializada implica volver visibles particulares circuitos de los colectivos humanos llamados “pequeños grupos”. 
  2. Contrato público: Algo  también se   hace  invisible  es   cuando  el contrato privado se transfiere al espacio público. Es decir se trata de modificar lo mínimo indispensable lo privado. Es decir se cae en el abordaje psicoterapéutico individual como lo único. Lo uno se transforma en lo único y no hay lugar para pensar lo diferente en positivo.

 

Los profesionales intentan, “atender” la mayor cantidad de pacientes. ¿Desde qué paradigma es pensada esta asistencia? Desde aquel paradigma que organiza y legitima el espacio privado. Su lógica interna parecía ser: si la única forma legitimada es el contrato privado, cuánto más se parezca la forma del trabajo en el servicio a la del consultorio, mejor será la labor profesional realizada en el espacio público. Hay un solo campo legitimado, de alta valoración y consenso. Desde allí se evalúa y devalúa en espacio público. 

 

· Espacio privado = positividad

· Espacio público = negatividad

 

- El propio estado degrada el contrato público con los agentes de salud, a partir de salarios muy bajos.
 



 

Texto: Notas para un campo de problemas de la subjetividad – Fernández.

 

El “individuo” no sólo ha sido uno de los modos de subjetivación de la modernidad, ha sido también un dominio de objeto alrededor del cuál se han constituido, en complemento/suplemento con su par antinómico “la sociedad”. 

En el campo de “las psicologías” puede verse que una vez que se ha imaginado que lo psíquico es interior y lo social es exterior los obstáculos conceptuales suelen llevar a impasses teóricos de difícil resolución. En el campo de “los psicoanálisis” varios de sus autores principales, particularmente Freud y Lacan, han aportado importantes herramientas para pensar esta cuestión por fuera de la antinomia individuo-sociedad. Sin embargo, las aperturas conceptuales inauguradas por estos pensadores suelen cerrarse frecuentemente a través de diversos modos de sustancializar lo inconsciente (narrativas que relatan lo inconsciente desde ideas familiarísticas, o que lo imaginen como una contra-consciencia con intencionalidad). 

El trabajo con llamados “sectores marginales”, hablan de los límites de pensar un modo universal de subjetivación. Las nuevas formas de violencia, la caída del deber, la de-sustancialización de los valores, la crisis de los contratos conyugales estarían dando cuenta de significativas transformaciones del lazo social en función de una mutación, aún en curso, de las significaciones imaginarias sociales fundantes de la modernidad. 

Para que aquello que se universalizó pueda particularizarse es necesario realizar, por lo menos dos operaciones en estrecha interrelación: (1) una elucidación crítica de las nociones universalizadas, es decir, desencializar; y (2) trabajar una dimensión sociohistórica en una noción de subjetividad.


 
· Derrida,   ha puesto en marcha lo que llamó la estrategia de la deconstrucción. Tiene como antecedente la destruktion de Heidegger “No quiere decir aniquilar ni sepultar en el pasado los conceptos de la tradición, sino atender a lo que ellos han omitido, a lo no pensado que es el don más sublime que un pensar tiene para ofrecer.”

Deconstruir es problematizar la relación inmediata y “natural” del pensamiento unido a la verdad y el sentido. Supone una problematización de los supuestos hegemónicos que legitiman la búsqueda y garantía del origen como fundamento último de la razón patriarcal. 

La deconstrucción puede considerarse una herramienta fructífera para quebrar el hábito de pensar las categorías conceptuales como a-históricas y universales (esencias, origen).
 

· Otra herramienta es el análisis genealógico que permite encontrar los puentes entre las narrativas teóricas y los dispositivos histórico-sociales-políticos-subjetivos que sostienen. Indaga sobre las condiciones de posibilidad, los principios de ordenamiento, las formas de enunciabilidad y los regímenes de verdad de sus producciones teóricas.
 

· El criterio de elucidación crítica de Castoriadis es otra de las herramientas útiles en la caja necesaria para la construcción de un campo teórico de la subjetividad. Castoriadis dice: “elucidar es el trabajo por el cuál los hombres intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan.”
 

· En común la deconstrucción de Derrida, el análisis genealógico de Foucault y la elucidación crítica de Castoriadis, con las tres herramientas se puede operar críticamente respecto de:

La tradición de la teoría crítica ha evitado la producción de sistemas teóricos cerrados, prefiriendo el contrapunto y la interrogación con los diversos sistemas de pensamiento.

De esta perspectiva, la legitimación de un campo no pasaría por constituir una teoría, un sistema, sino por plantearse tal espacio como un campo de problemáticas en el seno del cuál habría que discutir sus criterios de demarcación, los rigores epistémicos y metodológicos para que sus contrapuntos locales y no globales puedan operar como “caja de herramientas”. 

Este movimiento que desdibuja los objetos teóricos discretos, unívocos, implica no sólo el intercambio entre diferentes áreas de saber, sino la crítica interna de variadas regiones de una disciplina que, al transversalizarse con otros saberes, pone en interrogación muchas de sus certezas teóricas.

Un criterio transdisciplinario supone replantear varias cuestiones. En primer lugar, un trabajo de elucidación crítica sobre los cuerpos teóricos involucrados, que desdibuje una intención legitimadora de lo que ya se sabe para poder desplegar la interrogación de hasta dónde sería posible pensar de otro modo. Implica así mismo el abandono de cuerpos nacionales, hegemónicos de disciplinas “reinas” a cuyos postulados, códigos y orden de determinaciones se subordinan disciplinas satelizadas. Los cuerpos teóricos funcionan como “caja de herramientas” es decir, aportan instrumentos y no sistemas conceptuales. 

 

Clase 2. Teóricos. Genealogía de lo grupal

 

Texto: Psiquiatría y teoría de lo grupal – Bauleo

 

El nacimiento de los grupos operativos concuerda con un momento álgido del movimiento que comenzó a darse dentro de la psiquiatría, cuando ésta se va planteando dos tipos de cuestiones:

  1. Primero, la apertura hacia una perspectiva social, y su posible inclusión, sea a nivel etiológico o de intervención. Esta apertura hacia una perspectiva social, involucra que alrededor de los inicios de los años 50, se da una irrupción de el campo psiquiátrico de pensamientos y prácticas que llevan a considerar dentro de los factores etiológicos de las enfermedades mentales a factores sociales que con su presencia o influjo o como efecto, posibilitarían la instalación y desarrollo de toda una psicopatología. Es así que se va rompiendo la falsa dicotomía de lo endógeno y de lo exógeno para entrar más en el campo de la multicausalidad o de la causalidad estructural o de complejidad de lo causal.
  2. Segundo, la problemática de lo dinámico en el interior de la misma psiquiatría. Es decir, salir de una psicopatología descriptiva y evolutiva para entrar a considerar otros factores dentro del campo de observación.
     

· Dentro de una perspectiva de dinámica interna a la misma psiquiatría deberíamos incluir que cuando se modifica la estructura de la motivación y causas de la enfermedad, esto conlleva otra concepción sobre el proceso del enfermarse y sobre el proceso de curación, pues es otra idea que tenemos del encarar e intervenir, así como otra idea de los métodos y estrategias terapéuticas. Frente a un cuadro que se creía evolucionaba casi linealmente hacia su organización final, tenemos ahora un esquema de proceso en espiral en el cual la evolución del cuadro dependerá de múltiples factores incluyendo la subjetividad y presencia del terapeuta. La inclusión de lo social y la dinamicidad interna se engloban como elementos fundamentales para reflexionar sobre la estructuración de la relación entre una teoría de lo grupal y la psiquiatría. 

La situación manicomial en América Latina es complicada. En estos últimos 20-25 años ha mejorado en términos generales la atención a los pacientes. Se buscan nuevos métodos de asistencia, algunas salas del hospital psiquiátrico se han convertido en hospitales de día, otras se han abierto al mundo exterior. Otras salas siguen igual o peor que antes. La represión policial y las dictaduras militares han destruido muchas intenciones y programaciones pues las suponían como probables empujes para la subversión, pero en líneas generales hay preocupación en el personal y en los equipos para efectuar los cambios que puedan ser posibles. El encierro y la noción de “psicosis endógena” colocan una barrera entre el enfermo (y la enfermedad) y la sociedad. Ambos sugieren que el medio exterior no ha participado en la causalidad de la enfermedad y además, la necesidad del encierro aparece como una medida de seguridad frente a lo social. 

Los conceptos fundamentales psicoanalíticos revolucionan el campo psiquiátrico, haciendo entrecruzar el psicoanálisis y la psiquiatría. 

La idea de que el individuo debería ser pensado como “hombre en situación” acompañó siempre a Pichón Riviere y la tuvo como noción de base para su “Teoría del Vínculo” y también para el desarrollo de su “Teoría de la enfermedad única”. 

La transformación de la psiquiatría llega a un punto culminante cuando debe asumir la doble problemática de la inclusión de lo social y su propia dinamicidad. En relación a la primera problemática, a partir de la primera y sobre todo de la segunda guerra mundial, cuestiones socioeconómicas y culturales impidieron que lo social quedase fuera del cuadro psíquico. No solamente en los casos extremos (neurosis traumática) lo social viene incluido, sino también se deberían reconsiderar los factores ambientales dentro de la etiología o de los mecanismos del enfermarse (culturales, clases sociales, grupos de pertenencia, la misma familia). Dentro de lo social adjuntamos la posición del terapeuta, desde sus motivaciones hasta su status social personal y profesional. Por último, la intrumentalización de lo social aparece en la utilización de las mismas instituciones, de los grupos y de las comunidades como factor único o combinado en el trabajo terapéutico. Lo dinámico es una problemática muy especial de la psiquiatría.
De nuevo la psiquiatría se pregunta sobre las causas de las enfermedades, sobre sus diagnósticos, los procesos terapéuticos, la posición e identidad de la psiquiatría, sus relaciones con la medicina y otras disciplinas, su lugar dentro del orden civil, sobre la ética y apuntando fundamentalmente a los límites, necesidades y finalidades de la sociedad sobre ella. En todo ese clima es que nacen los Grupos Operativos, dentro del sistema psiquiátrico. Frente a problemas político-económicos de esos momentos (1948), en Argentina, P. Riviere ensaya diversas posibilidades colectivas para salir de una circunstancia de desorganización sanitaria y de atención disminuida y en parte deteriorada de los pacientes. Es de este conjunto de situaciones colectivas, de estas interrelaciones de agrupaciones que comienza a perfilarse su idea de los Grupos Operativos, es decir, de grupos en los cuales la tarea, la finalidad, era un elemento fundante y convocante para la actividad del grupo. No se habla sólo de una técnica, sino de otra manera de observar las situaciones. La instancia colectiva aparece como una óptica para entender ciertas cuestiones psiquiátricas desde otra ubicación. Desde su nacimiento los grupos operativos no fueron sólo una cuestión de otra técnica de psicoterapia, sino también otra comprensión de diferentes problemáticas psiquiátricas, proceso del enfermarse/proceso del tratamiento; el paciente como emergente de una situación grupal (familiar), grupo externo/grupo interno; la noción de tarea, aprendizaje/terapia, etc. En la base de estas ideas está la noción de vínculo.

 

La noción de Pre-tarea, en la labor grupal, señala el momento en el cual el grupo estructura conductas defensivas para huir-paralizarse-luchar-agredir-perseguirse-atacar-aislarse, como formas diferentes de no comprometerse en la tarea programada. La utilización de las técnicas instrumentales del Yo son los recursos aplicados a la resolución de la situación patogenética cuyo núcleo existencial es la situación depresiva básica, con su conflicto de ambivalencia característico. 

 

 

 

Texto: Novela clínica psicoanalítica. La ternura como fundamento – Ulloa


 
Para describir los efectos psicológicos de la represión, Ulloa se centró en torno a dos ideas: encerrona trágica y efecto siniestro.  

El paradigma de la encerrona trágica es la tortura, situación donde la víctima depende por completo, para dejar de sufrir o para sobrevivir de alguien a quien rechaza totalmente.

La tragedia así concebida es una situación de dos lugares: opresor-oprimido, sin tercero de apelación. Esta falta absoluta de una instancia para apelar, tal como ocurre en el terrorismo de estado, da a la situación el carácter de encerrona concreta y psicológica. Es posible que en el aspecto psíquico, la víctima pueda escapar de la encerrona, cuando está apoyada tanto por la absoluta convicción en el valor de sus ideas y de sus acciones, como en los lazos solidarios que la unen a sus compañeros. Emocionalmente al menos, encuentra una apelación valiosa a partir de la cuál resistir. Por supuesto, esto es sólo probable en un adulto.

Los organismos de derechos humanos tenían al comienzo poco poder efectivo, pero inmenso poder moral para denunciar frente al mundo la situación de la cuál eran víctimas ellos y los secuestrados, apuntando así a quebrar el fundamento de la represión integral: la pretención de impunidad. Simultáneamente demandaban justicia y castigo ante las instancias que se iban abriendo. Una función importante de los organismos de derechos humanos, es impedir que los crímenes se secreteen. Los hechos se secretean desde la propia metodología de secuestro y desaparición. El término “secretear” se utiliza en el sentido de una modalidad de represión en la que simultáneamente se busca mostrar y ocultar el crimen. Los secuestrados son más o menos públicos pero a la vez se clandestinizan, se hacen desaparecer a las víctimas, se borra todo rastro. 

El psicoanálisis ha estudiado esta situación mostrando como el secreto oculto del cuál se desprenden indicios, tiende a promover el efecto siniestro, a la sombra de la renegación de los hechos, sin poder ocultar el temor y la parálisis resultantes de lo que siendo atroz, permanece semioculto. Se niega que se niega, como una defensa muy elemental de alguien que intenta ocultar lo temido, o tal vez pretende “ocultarse” de aquello que lo atemoriza. Esta renegación continúa hoy como efecto residual del período del terrorismo de estado. Es frecuente que alguien diga que ignoraba los crímenes cometidos durante la represión y que sólo después se enteró. La formulación “yo ignoraba lo que ocurría” sigue conteniendo cierta cuota de negación en tanto se continúe ignorando por qué se “ignoraba” tanto.

Si la encerrona trágica coloca a la víctima en una invalidez aguda favorable a la extorsión, el efecto siniestro promueve una invalidez crónica, propicia a cualquier manipuleo político-cultural, además del económico.

Antecedente de esta invalidez: La invalidez infantil como estado propio de los primeros tiempos del sujeto humano. Cuando la represión cae sobre los niños, no cae sobre una invalidez producida por regresión en un adulto sino sobre algo que existe naturalmente. El tiempo de la invalidez infantil es el escenario donde actúa la teoría parental. De no existir ese período de invalidez que coloca al infantil sujeto en necesaria dependencia de sus mayores, no se podría transmitir el aporte acumulado en la historia. No se trata de confundir esta etapa de invalidez con incapacidad y menos con una cosificación del niño. La ternura, siendo el hecho de instancia ética, es inicial renuncia al apoderamiento del infantil sujeto. La ternura es la coartación, el freno, del fin último, fin de descarga de la pulsión. Esta coartación del impulso de apoderamiento del hijo, este límite a la descarga no ajeno a la ética, genera dos condiciones, dos habilidades propias de la ternura: la empatía, que garantizará el suministro adecuado, y como segundo y fundamental componente el miramiento. Tener miramiento es mirar con amoroso interés a quien se reconoce como sujeto ajeno y distinto de uno mismo.

Una idea que encuentro eficaz en relación con el proceso de la ternura es que su mediación crea en el niño el sentimiento confiado de que el mundo consiente en satisfacer sus demandas. Es así como va adquiriendo convicción en las existencias y bondad de un suministro ajeno a él, a la par que confía en sus propias posibilidades de demandarlo y obtenerlo.

Es a partir de ese sentimiento de confianza que en el sujeto se estructurará una relación de contrariedad con lo que daña, con el sufrimiento. Relación de contrariedad quiere significar que lo que daña es percibido como algo externo a sí mismo. Este proceso será fundamental para el desarrollo paulatino de la consciencia acerca de que él mismo puede ser causa externa de sufrimiento para el otro.
 

Fracaso de la ternura y la patología desde la invalidez infantil.


El fracaso de la ternura puede darse tanto por exceso como por defecto en el suministro.

A estos fracasos de la ternura corresponden algunas patologías más o menos típicas. En el apoderamiento se suele estructurar un verdadero incesto pre-edípico, que compromete el desarrollo de la autonomía del niño, atrapado en relaciones simbióticas, base de futuras patologías que bordean o llegan a la psicosis.

En el fracaso del suministro por falta de empatía, el niño desarrolla una modalidad patológica muy singular. Cuando desde los primeros años carece de algunos suministros tiernos, que nunca tuvo ni tendrá, se verá enfrentado a elaborar un tipo de duelo particularmente difícil y a veces imposible, aquel que concierne la pérdida de lo no tenido.

El duelo sin solución, por inexistencia de suministro tierno, provoca un desvío hacia una alternativa de reemplazo de lo inexistente. El objeto sustituido no puede ser reconocido como original, porque no sólo no lo es, sino que se refiere a algo que habiendo sido necesario, estuvo ausente.

Si la carencia ha sido mayor, si el sujeto no contó en grado extremo con la mediación de la ternura, y su invalidez infantil o juvenil transcurrió en el sufrimiento, la violencia y la injusticia, el sujeto mismo será esas cosas. No se tratará sólo de alguien proclive a las alternativas perversas adictivas, sino que configurará una intensa perversidad, en el sentido sádico, donde la violencia, siendo algo constitutivo, se ejerce por la violencia misma. Lo que no se tuvo en su momento refuerza el sentimiento de lo que no vendrá.

En los niños cuya invalidez infantil está atendida por adultos usurpadores del rol parental, en quienes toda la posibilidad de ternura está insanablemente cuestionada por definición, donde es imposible el desarrollo del miramiento cuando el punto de partida mismo es un apoderarse del niño, de ninguna manera habrá empatía que garantice el suministro de lo necesario, cuando lo necesario primordial, los padres, han sido eliminados y los familiares apartados. 

Cuando alguien se apodera de un hijo ajeno, usurpando el lugar parental con ocultamiento ante la sociedad y la víctima, de ninguna manera puede pensarse que se trata de alguna forma de solución altruista para ese niño. El acto usurpador constituye una alternativa perversa adicta, que supone en los delincuentes la existencia de una patología de base, con algunos elementos frecuentes en su personalidad. Se establece entonces una relación espuria adictiva tiránica, que es tal no sólo para el niño sino también pero el propio usurpador, que no puede renunciar a su presa, de la cuál está preso, porque de lo contrario se vería enfrentado con el originalmente ausente. No es por amor que la retiene, sino como alternativa al servicio de su patología. El niño usurpado, aunque de inicio esté formalmente atendido en cuanto a calidad y cantidad de suministro, no podrá ser sino un niño atrapado en un vínculo perverso, pues él mismo estará sometido a pérdida de lo no tenido, ya que fue privado del deseo engendrador de sus padres y, sobre todo, privado de la verdad acerca de su cruel situación. 

 

Clase 3. Teórico 
 

Texto: Técnica de los grupos operativos- Pichón Rivière
 

“Lo individual y lo social” - Genealogía de lo grupal
 

El punto de partida sobre qué son de los  grupos operativos arranca con la “Experiencia Rosario”, realizada en 1958, dirigida y planificada por Pichón Rivière (experiencia de laboratorio social). Esta experiencia tuvo como propósito la aplicación de una didáctica interdisciplinaria, de carácter acumulativo (la experiencia se iba acumulando), utilizando métodos de indagación de la acción. Los participantes de la experiencia fueron una comunidad heterogénea de dicha ciudad (estudiantes, amas de casa, boxeadores, entre otros). Los resultados tuvieron una influencia decisiva, tanto sobre la teoría como sobre la práctica de los grupos operativos aplicados a la didáctica, la empresa terapéutica, etc. La técnica de estos grupos está centrado en la tarea donde teoría y práctica se resuelven en una praxis permanente y concreta en el “aquí y ahora” de cada campo. Las finalidades y propósitos de los grupos operativos pueden resumirse diciendo que su actividad está centrada en la movilización de estructuras, estereotipadas, a causa del monto de ansiedad que despierta todo cambio. En el grupo operativo, el esclarecimiento, la comunicación, el aprendizaje y la resolución de tareas coincide con la curación, creándose así un esquema referencial nuevo.

Más detalladamente, estos grupos “operativos” son llamados así porque definen su especificidad en una relación con el obrar, con el hacer, con el trabajar. Son grupos que están centrados en una tarea estructurante, una tarea como organizador grupal, con la cual los sujetos deben trabajar. Está la tarea explícita que es con la que el grupo concretamente debe trabajar, la dada por el coordinador; y la tarea implícita que es el trabajarse -en conjunto- como grupo, frente a la ansiedad que genera la tarea concreta. La tarea se podría definir como el proceso por el cual los integrantes de un grupo recorren un camino, superando el aislamiento individualista, cuestionando las certezas, pudiendo integrar los aportes de otros. En este último sentido, la tarea de un grupo consiste en el trabajo de desmenuzamiento y en el de nuevas construcciones. Lo que se va a desarmar es lo previo, lo que se va a constituir es una nueva estructura vincular. Para poder entender esto último, desmenuzamiento y construcción, es esencial el concepto de “esquema conceptual referencial operario”. El autor en cuestión explica que cuando los diferentes sujetos llegan al grupo, preexiste en cada uno estos esquemas. El esquema conceptual referencial operario se podría definir como el conjunto de conceptos generales que posee cada persona -su universo simbólico, sus creencias, sus estereotipos, sus conocimientos, sus experiencias, sus significaciones imaginarias, sus afectos- que lo guían de una manera “especifica” en su pensar y en accionar en el mundo. En simples palabras, son las significaciones que poseemos todos los sujetos, esas que nos construyen como tales, y que marcan de cierta manera nuestro pensamiento y nuestra acción en la realidad; es el esquema a través de cual “vemos la vida”. Estos esquemas referenciales van a adquirir una cierta unidad, a través del trabajo en grupo, generando, a su vez, en ese grupo específico, un esquema referencial operativo del GRUPO sustentando en el común denominador de los esquemas previos. Y con ello, la curación.   

En su texto: tarea, psicoanálisis y surrealismo, Jasiner explica de una manera concisa el ECRO con lo que los sujetos llegan al grupo y con el ECRO que se forma, metaforizándolo con un rompecabezas. Ella sostiene que cada integrante llega al grupo con múltiples piezas  de infinitos rompecabezas que luego intentarán rearmar entre todos; y según cómo, de qué manera y con qué otras piezas se articulen, serán las figuras que armará. Esto permite la creatividad, en el sentido de que permite la posibilidad de que alguna pieza de algún rompecabezas se articule con otra de alguna manera nueva, de alguna forma diferente. Explica que esto a su vez, se relaciona con la multiplicación de escenas y sentidos que va adquiriendo lo de cada uno en el espacio grupal. 

En la búsqueda de la formación de este esquema grupal -durante este proceso creativo de la tarea- los  esquemas previos de cada sujeto, al operar de una manera más o menos inconsciente, se constituyen en barreras que impiden la irrupción de nuevas soluciones, de nuevas “invenciones”. Por esto mismo, es necesario que los integrantes del grupo puedan abrir preguntas, cuestionarse lo obvio, lo instituido, o “aventurarse en el mundo de lo desconocido”; entonces, es necesario desarmar, destruir el objeto de conocimiento previo, los esquemas referenciales individuales, los prejuicios, para poder buscar una nueva unidad. El grupo debe configurar un esquema conceptual, referencial y operativo de carácter dialéctico, donde las contradicciones principales que surgen como producto del “trabajo a realizar” deben ser resueltas durante la tarea misma del grupo; debe co-pensarse con el grupo los múltiples sentidos, permitiendo la apertura. Este esquema conceptual, referencial y operativo al que se llega, no se mantiene estereotipado sino que se realimenta y mantiene flexible o plástico constantemente. En este sentido, la tarea es en sí misma un acto creativo en tanto destrucción y búsqueda de nuevas unidades. Acto creativo que se realiza a partir del cuestionamiento de lo obvio, de lo familiar, trabajando sobre la comunicación, sobre los esquemas referenciales, sobre las ideologías, las fantasías, deseos, ansiedades; y a su vez, en este camino creativo, la tarea implica atravesar obstáculos que generan un estancamiento en el aprendizaje y un deterioro en la comunicación; este atacamiento es debido al monto de ansiedad que genera todo cambio: una ansiedad depresiva y una paranoide. La primera, causada por el abandono del vínculo anterior; la segunda, surgida por el vínculo nuevo y la inseguridad. La riqueza de la tarea radica en todo este proceso creativo. En simples palabras, la tarea del grupo tiene que ver con el camino de fragmentar el objeto de conocimiento, destruirlo para luego recomponerlo. De esta forma, se podría entender que la finalidad del grupo operario es la movilización de estructuras estereotipadas, de las dificultades en el aprendizaje y en la comunicación con el fin de llegar a la curación; a la praxis, a la transformación de la realidad. El propósito general es el esclarecimiento, en términos de las ansiedades básicas, aprendizaje, comunicación, esquema referencia, decisiones, etc. De esta manera coincide el aprendizaje, la comunicación, el esclarecimiento y la resolución de tareas, con la curación. Se ha creado un nuevo esquema referencial.

Estos grupos de discusión y tarea son puestos en funcionamiento por un coordinador cuya finalidad es lograr una comunicación dentro del grupo que se mantenga activa, es decir, creadora. El coordinador no trabaja desde el saber oculto del oráculo, ni de la direccionalidad de un líder; la función del coordinador es crear, mantener y fomentar la comunicación, llegado ésta, a través de un desarrollo progresivo, a tomar la forma de una espiral, en la cual coinciden didáctica, aprendizaje, comunicación y operatividad. La tarea esencial del coordinador es dinamizar, resolviendo discusiones frontales que ocasionan el cierre del sistema referencial, y amenace la operatividad del grupo. Es decir, “destrabar” cuando hay algo que no es operativo, que no permite avanzar al grupo. 

En estos grupos hay “liderazgos operativos” es decir liderazgo funcionales que se hacen eficaces en cada “aquí y ahora” de la tarea. Los grupos pueden ser homogéneos, heterogéneos, verticales u horizontales, pero en todos se observa una diferenciación progresiva (heterogeneidad adquirida) en la medida en que aumenta la homogeneidad de la tarea. Dicha tarea depende del campo operativo del grupo. El coordinador, con su técnica, favorece el vínculo entre el grupo y el cambio de su tarea en una situación triangular.
 

Texto: Las intervenciones del coordinador - Jasiner 

Jasiner es una autora que habla de dos aspectos que considera importantes en el concepto de tarea como organizador grupal: sus fundamentos surrealistas y psicoanalíticos. En primer lugar, plantea cómo opera el fundamento surrealista en la tarea; y en segundo lugar, busca explicar un intento metapsicológico para el concepto de tarea.
 

Sostiene que el surrealismo es un movimiento artístico que planteó que lo irracional debe primar sobre lo racional; lo elemental sobre lo elaborado y lo espontáneo sobre lo razonado. El surrealismo, para la autora, plantea la posibilidad de transformar lo terrorífico en maravilloso, en una experiencia estética, a través de una actitud lúdica. Propone un proceso de liberación de la imaginación y de la creatividad. En este sentido, sostiene que la concepción de tarea de Rivière está atravesada por el discurso surrealista: la tarea de un grupo tiene que ver con la ruptura de la familiaridad que encubre los objetos; crítica de la vida cotidiana que implica un meterse a trabajar con lo siniestro, con el asombro, con lo terrorífico, con lo inesperado. La tarea implica una crítica permanente, producto del asombro, una liberación de las trabas que impone lo formal, un cuestionamiento de lo dado, un lanzarse a lo desconocido. Tiene que ver entonces con la fragmentación y descomposición del objeto de conocimiento (aquello que aparece como hecho, deberá ser deshecho), con la posibilidad de “meterse a fondo” con algún sentimiento, algún aspecto, y buscar alguna nueva reestructuración del campo grupal. Desarmar, desconstruir para luego arribar a nuevas unidades provisorias.
 

Como desarrollo metapsicológico de la tarea, por el lugar que ocupa en el ECRO, la autora propone que la misma tiene que ver con un corte, con una ruptura de una ilusión de completud, que implica entonces la elaboración de la castración, la aceptación de las semejanzas y las diferencias, y la renuncia a una completud narcisista. Para poder permitir la apertura y la no obturación de los múltiples sentidos que emergen, se debe trabajar con los participantes de un pasaje de posición: la renuncia narcisista que implica la elaboración de la castración. De esta forma, la tarea será el recorrido desde un universo de identificaciones primarias, duales, imaginarias, hacia la constitución de identificaciones secundarias, triangularizadas, simbólicas.
 

Tarea del coordinador para Jasiner
 

Para la autora, la tarea del coordinador es la de “elucidación” en el sentido que Castoradis le da al término: pensar lo que se hace y saber lo que se piensa. Saber lo que se piensa en el sentido de un marco teórico al cual pueda referir y desde el cual interrogar sus intervenciones y sus pensamientos acerca de las mismas; pero además, saber en el sentido de des-alienación: debe cuestionarse, interrogarse como sujeto de una praxis e ir construyendo un cierto saber sobre sí mismos como sujeto implicado en ese hacer y pensar. Por otro lado, el trabajo de elucidación implica también un trabajo de desarmado de lo aparente e ilusoriamente unificado, a deshacer lo cotidiano, lo obvio y destruir el objeto buscando respuestas fragmentarias, parciales (contrario a decir “lo que a ustedes les sucede es tal cosa...”). En este sentido, la tarea de la coordinación podría pensarse como el describir los procesos en su “cómo” más que en su esencia. Esto implica, trabajar desde un abordaje anti-sustancialista: no se trata de ir más allá para descubrir un mundo supuestamente originario sino entender las unidades como un efecto terminal de causas fragmentarias. Más que el por qué, el cómo. 

 

Clase 4. Teórico: “La producción socio-histórica del individuo” - Disciplina e imaginario social

 

Texto: Vigilar y Castigar - Foucault
 

Foucault sostiene que a lo largo de la historia se pueden encontrar diversos signos de una gran atención dedicada al cuerpo como “blanco de poder”. El cuerpo como objeto, como blanco de poder, es pensarlo como un cuerpo que se manipula, que se le da forma, que se lo educa, que obedece, que responde, que se vuelve hábil o cuyas fuerzas se multiplican. En simples palabras, un cuerpo se vuelve objeto cuando se vuelve DÓCIL (manipulable); y un cuerpo es dócil cuando puede ser sometido, utilizado, transformado y perfeccionado. 

Foucault explica que las disciplinas son los métodos que permiten que el cuerpo se vuelva dócil y útil. Esto es así porque ejercen un control minucioso, en detalle (hace hincapié en esto), de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les impone una relación de docilidad-utilidad. En este sentido, habla de una política de las coerciones que constituyen un trabajo sobre el cuerpo, una manipulación calculada de sus elementos, de sus gestos, de sus comportamientos (se produce una “anatomía política” que es igualmente una “mecánica del cuerpo”). Así, el cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo explora,  LO DESARTICULA y lo RECOMPONE para que sea útil al contexto socio-histórico en el que está situado. No es simplemente que se haga lo que se desea, sino que se OPERE COMO SE QUIERE según la rapidez y eficacia que determina la sociedad. 

De esta forma, la disciplina fabrica cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos “dóciles”, aumentando las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia). Disocia el poder del cuerpo: de una parte, hace de este poder una “aptitud”, una “capacidad” que trata de aumentar, y cambia por otra parte la energía, la potencia de que ello podría resultar, y la convierte en una relación de sujeción estricta. La coerción disciplinaria establece en el cuerpo el vínculo de una coacción entre una aptitud aumentada y una dominación acrecentada. 

La disciplina siempre se ha impuesto para RESPONDER a EXIGENCIAS de coyunturas de un momento dado. En la modernidad temprana, que es donde está situado el texto de Foucault, la exigencia era producto de la innovación industrial: se debía crear cuerpos dóciles y útiles para producir. Entonces, las disciplinas vuelven al cuerpo obediente y útil a la necesidad del contexto histórico-social de ese momento. 

Lo MÁS importante de las disciplinas es que parte del principio que es MÁS RENTABLE VIGILAR QUE CASTIGAR, es decir, domesticar, NORMALIZAR y HACER PRODUCTIVOS a los sujetos en vez de segregarlos o eliminarlos. De esta forma, las disciplinas son dispositivos de poder que se sirvieron para su funcionamiento de la NORMA, son instancias de normativización. Las disciplinas (sirviéndose de las tecnologías de individualización y las tecnologías de regulación de poblaciones) son las que establecen una relación con el cuerpo que al mismo tiempo que lo hacen dócil lo hacen útil. Permiten la “creación” de una sociedad disciplinaria y PRODUCTIVA. 

En línea con esto, Foucault establece que para lograr llegar a estos cuerpos dóciles que la sociedad necesita hay una multiplicidad de procesos, de origen diferentes, que se distinguen sobre su dominio de aplicación, pero que coinciden, se repiten, se apoyan uno sobre los otros y entran en convergencia y dibujan poco a poco el diseño de un método general. Tanto en lo militar, lo escolar como en lo hospitalarios hay diferentes indicios que permiten ver cómo se usan diferentes procedimientos para controlar o corregir las operaciones del cuerpo y volver útiles a los hombres. Así, en el texto lo que Foucault muestra es cómo el tiempo y el espacio se re-organizaron en el siglo XVIII a través del poder disciplinario; a través de un conjunto de técnicas, de procedimientos, de saberes, de descripciones, de recetas y de datos que permitieron el “nacimiento” del hombre del humanismo moderno.
 

En resumen, dice Foucault que puede decirse que la disciplina fabrica, a partir de los cuerpos que controla, una individualidad que está dotada de cuatro características: es celular (por el juego de distribución espacial), es orgánica (por el cifrado de las actividades), es genética (por la acumulación del tiempo), es combinatoria (por la composición de las fuerzas). Y para ello utiliza cuatro grandes técnicas: construye cuadros; prescribe maniobras; impone ejercicios; dispone táctica. Los técnicos de la disciplina elaboran procedimientos para la coerción individual y colectiva de los cuerpos.
 

Texto: Categorías, espacios temporales y socialización escolar – Varela
 

Varela establece que los procesos de socialización de los sujetos en las instituciones educativas ponen en juego determinadas concepciones y percepciones del espacio y del tiempo. 

Para ello, muestra tres tipos de pedagogías que dan cuenta de diferentes procesos de socialización que ocurrieron a lo largo del tiempo. La autora explica que para poder entender cómo surge cada pedagogía es importante tener en cuenta la configuración, que en cada periodo histórico, adoptan las relaciones sociales y las relaciones de poder que inciden en la organización y definición de los saberes legítimos, así como en la formación de subjetividades específicas. 

De esta forma, propone tres periodos históricos distintos en los que se producen tres modelos pedagógicos: en el siglo XVIII, las pedagogías disciplinarias; las pedagogías correctivas que emergen en el siglo XX en conexión con la infancia llamada “anormal”; y las pedagogías psicológicas que están en expansión en la actualidad. Cada uno de estos modelos pedagógicos implica diferentes concepciones del espacio y del tiempo y diferentes formas de producción de subjetividad.
 

Teniendo en cuenta que uno de los rasgos característicos de la modernidad es el proceso de INDIVIDUALIZACIÓN, Varela trata de determinar cómo incide la regulación social del espacio y del tiempo -y sus formas de transmisión e interiorización mediante técnicas pedagógicas- en las conexiones que se establecen históricamente entre este proceso de individualización y los modos de educación

Con el inicio de la Modernidad, y sus consecuentes transformaciones económicas (capitalismo), sociales (evitar motines), políticas (establecimientos de contratos sociales), etc., el hombre dejó de ser un pequeño “microcosmo” -como lo era en el Renacimiento- para pasar a convertirse en un ser “civilizado”, un ser cada vez más individualista. Los modos de educación que comenzaron a gestarse a partir del siglo XVIII contribuyeron ampliamente, junto a otros factores, a esta mutación. De esta forma, la educación institucional comenzó a trasmitir una nueva concepción del espacio y tiempo que era acorde a la producción del individuo burgués. Era necesario para el correcto funcionamiento de las fábricas, y con ello la acumulación de la riqueza en manos de los capitalistas, la redistribución de los individuos en el espacio, su reorganización, la maximización de sus energías y sus fuerzas; el aprovechar el tiempo al máximo, etc. En las fábricas, donde regía la producción en serie, cada individuo tenía que comenzar a ocupar un puesto específico. Un puesto que permitiera producir al máximo, y que a su vez, esté vigilado constantemente para evitar encuentros peligrosos y comunicaciones inútiles. A su vez, se  debía aprovechar el tiempo al máximo para producir la mayor cantidad posible.

De esta forma, las tecnologías disciplinarias, que están en la base de la producción social de nuevos sujetos y saberes, comenzaron a funcionar en la Modernidad a través de una nueva concepción y organización del espacio y el tiempo: tiempo y espacio disciplinario

Así fue como los colegios comenzaron a configurar un espacio disciplinario y analítico que permitió superar el sistema de enseñanza del renacimiento en el cual cada alumno trabajaba con el maestro durante algunos minutos para luego permanecer ocioso y sin vigilancia con el resto de los compañeros; esto claramente no era útil para la nueva demanda socio-histórica de la Modernidad. En este sentido, Varela explica que el RANGO o PUESTO es claro ejemplo de los procedimientos de distribución y reparto de los colegios en el espacio escolar. A su vez, la nueva concepción del tiempo exige organizar las actividades siguiendo un esquema de series múltiples, progresivas y de complejidad creciente. 

Por otro lado, Varela explica que el principal dispositivo que utilizaron las disciplinas en la producción de los sujetos necesarios para la Modernidad fue el EXAMEN. A través de notas, fichas, registros e historiales se hizo entrar a la individualización ya que se convierte a cada sujeto en UN CASO, en un sujeto INDIVIDUAL. El examen implica dos operaciones fundamentales: la vigilancia jerárquica y la sanción normalizadora. Ambas coordinadas permiten descifrar, medir, comprar, jerarquizar y NORMALIZAR a los alumnxs. 

De esta forma, esta nueva forma de percibir y organizar el espacio y tiempo permite un control en detalle del proceso de aprendizaje, permite el control de todos y cada uno de lxs alumnxs, hace que el espacio escolar funcione como una máquina de aprender y al mismo tiempo posibilita la intervención del maestrx en cualquier momento para premiar o castigar y sobre todo, para corregir y normalizar. Esto permite ver claramente que los efectos de la pedagogías disciplinarias son PRODUCTIVOS: suponen un cambio en la percepción social del espacio y del tiempo, cambio que se manifiesta a la vez en la organización del espacio y tiempo pedagógico, y en su interiorización por los alumnxs. Y a su vez, como se mencionó anteriormente son un instrumento de primer orden en la construcción de una FORMA DE SUBJETIVIDAD NUEVA: el individuo. Se produce un disciplinamiento de los saberes porque solamente las instituciones académicas son las “poseedoras” de los saberes LEGÍTIMOS; los saberes formados y sancionados por las instituciones son los únicos que se comienzan a considerar con un estatuto de cientificidad. Así, el poder disciplinario también juega un papel importante en la PRODUCCIÓN DE LOS SABERES.
 

A finales del siglo XIX surge lo que se llamó “cuestión social” (a pobreza, revuelta, mala calidad de vida de la clase trabajadora producto de la revolución industrial); y con ello, la búsqueda de una solución que permitiese “neutralizar” a la clase obrera en pos de seguir maximizando los intereses del capitalista. En este sentido, la escuela fue uno de los dispositivos fundamentales para lograrlo. 

En este contexto, los niños -especialmente los de las clases populares- se identifican como los “salvajes” (viene de Rousseau, de su teoría filosófica del “bueno salvaje” que indica que el hombre es bueno por naturaleza pero lo corrompe la sociedad). Civilizarlos y domesticarlos constituye el objetivo de las instituciones educativas -aún disciplinarias-. Esta escuela para los hijos de los pobres, sus prácticas, sus sistemas de valoración, la percepción del mundo que transmite y el estatuto de infancia que vehicula, rompe con los modos de educación de las clases trabajadoras, con sus hábitos y sus estilos de vida que va a provocar toda una serie de conflictos y desajustes. Estos conflictos serán interpretados sesgadamente responsabilizando de todos los males a los ALUMNXS. Surgió así, en relación con los niños que se resisten a la escuela disciplinaria, un nuevo campo institucional de intervención destinado a la re-socialización de la “infancia anormal” de los “niños salvajes”. De esta forma, surgieron diferentes instituciones que comenzar a educar a los niños “inadaptados”, instituciones de “corrección” de esos niños, en donde se comenzaron a ensayar tratamientos que implicaron un cambio importante en relación a las pedagogías disciplinarias hasta entonces dominantes. Surgió un modelo de educación, fuertemente experimentalista, vinculado a los postulados rousseaunianos y a la educación de niños “anormales” con el objetivo de hacer un tránsito del salvajismo a la civilidad. Estas pedagogías proponen una educación activa y creativa que   permita la libertad y desarrolle la autonomía del niño, situando al alumno en el centro del  proceso educativo, adaptando el ambiente a sus necesidades e intereses. 

Todo esto generó diversos cambios: en primer lugar, se hizo necesario la transformación disciplinaria de las categorías espacio-temporales en las cuales se va en las que se va a desenvolver la actividad escolar (por ejemplo: la configuración de un mundo en “miniatura” en el nivel preescolar que rompe con la rígida organización del espacio disciplinario en el que la tarima era el simbólico de la autoridad y poder del maestro; el tiempo disciplinario se rompe abriendo paso a uno cada vez más subjetivo). A su vez, estas pedagogías consideran que ya no es tan efectivo un control exterior y coactivo. Lo que ahora era efectivo es un control que sea menos visible, menos opresivo y más operativo: este control está en el “interior” del individuo. Es decir, el control que ejercía el maestro en la enseñanza tradicional a través de la programación de las actividades y de los exámenes se desplaza, haciéndose indirecto, a la organización del interior. El objetivo al que se tiende no es la disciplina exterior, producto de un tiempo y espacio disciplinario, sino la disciplina interior, la autodisciplina, el orden interior, un orden que transcienda lo físico para alcanzar el nivel mental. 

En síntesis, la insistencia de estas disciplinas en un niño “natural” (Rousseau), en sus potencialidades creativas y expresivas, en sus necesidades e intereses infantiles, supuso una infantilización de los niños pequeños y, progresivamente, de los niños en general a los que esta pedagogías alejan de la posibilidad y capacidad de compresión del mundo de los adultos y, más concretamente, de los saberes de la cultura culta, ya que todo proceso de objetivación tiene ahora que partir de la propia actividad individual e individualizada. 

El contexto histórico que propone Varela es que la nueva forma del ejercicio del poder que se esboza a principios del siglo XX, el psico-poder, se gesta fundamentalmente en estas instituciones educativas de corrección. Fueron estas instituciones las que sirvieron de punta de lanza de nuevas tecnologías de poder, de nuevas formas de socialización que supusieron una determinada mirada del mundo, lo que implicó un cambio en el estatuto del saber y de en las formas de producción de la subjetividad.
 

Las pedagogías psicológicas hunden sus raíces en las pedagogías correctivas. Se toman diversos saberes de la psicología para ser aplicados a la educación, por ejemplo, de Piaget (estadios, inteligencia según la edad, sujeto complejo) y de Freud (sublimación y motivación). La adaptación de los niños sigue siendo el objetivo principal de la educación, y por esto, la enseñanza ha de adecuarse cada vez más a los intereses y necesidades de los alumnos, a su supuesta percepción específica del espacio y el tiempo. 

Las pedagogías psicológicas se caracterizan por un control exterior débil: la “creatividad” y la “actividad” infantiles, son promovidas y potenciadas, y las categorías espacio-temporales deben ser flexibles y adaptables a las necesidades de desarrollo de los alumnos. Pero en ellas el control INTERIOR es cada vez más fuerte ya que ahora no se basa predominantemente en la organización y planificación minuciosa del medio, sino en pautas científicamente marcadas por los estadios del desarrollo infantil (Piaget). De esta forma, los alumnos tienen cada vez un menor control sobre su propio aprendizaje ya que solo los maestros y especialistas pueden conocer los progresos o retrocesos que realizan. La verdad sobre ellos mismos y sus verdaderos intereses se vuelve una realidad ajena. Sufren, por tanto, un proceso de expropiación cada vez más intenso que, más allá de los cambios a la creatividad, a la liberación y la autonomía, supone una DEPENDENCIA y subordinación cada vez mayores. 

Más adelante, surgen las leyes de ritmo (psicoanálisis) que colocan en el centro del proceso de aprendizaje el ritmo individual y las relaciones interpersonales. Es decir, cada alumno tiene un ritmo propio y especifico que debe ser respetado; y toda acción educativa tiene que procurar que el alumno se exprese, se manifieste, encuentre su propio estilo, etc. La expresión, la comunicación, la creatividad, las relaciones interpersonales están llamadas a jugar una “función liberadora”. La acción educativa se aproxima de esta forma a una especie de psicoterapia cuyos pilares son la expresión y la liberación de energía, y el aprendizaje adopta la forma de una “catarsis” cuya finalidad sería desbloquear y eliminar resistencias. A su vez, el sistema de regulación espacio-temporal con el que operan implica una FLEXIBILIZACIÓN máxima del tiempo y del espacio (FLEXIBILIZACIÓN: lo que buscan las empresas) al tener que adaptarse las distintas tareas del aprendizaje al ritmo INTERNO de cada alumno, a la dinámica particular de cada grupo. 

El psico-poder característico de las pedagogías psicológicas se basa en tecnologías cuya aplicación implica una relación que hace a los alumnos tanto más dependientes y manipulables cuanto más liberados se crean. Esto es diferente al poder disciplinario de las pedagogías tradicionales. Esto es así, porque toda esta literatura que se centra en la actividad, creación, etc., parte de la premisa de que el alumno puede liberarse -no ser libre- a través de un intenso y sistemático trabajo sobre SÍ MISMO, de un proceso de PERSONALIZACIÓN, no ya de individualización, en el que la noción de individuo ya no se corresponde adecuadamente a sistemas que apuesta por la diversidad, por una relación entre personas. La educación institucional está cada vez más vertida a la búsqueda de uno mismo, a vivir sin coacciones, sin esfuerzo, en el presente. Se trata de formas seres comunicativos, creativos, expresivos, empáticos, que interaccionen y comuniquen bien. 

Estas personalidades FLEXIBLES, sensibles, polivalentes, y “auto-evaluadoras” están en estrecha interdependencia con un NEOLIBERALISMO CONSUMISTA que tan bien adviene con identidades MOLDEABLES Y DIVERSIFICADAS en un mercado de trabajo CAMBIANTE Y FLEXIBLE que precisa para funcionar de trabajadores a la carta. De esta forma, la CRECIENTE PREOCUPACIÓN POR UNO MÍSMO está íntimamente vinculada a una sociedad burocratizada y consumista en la que abundan personalidades narcisistas. Frente al individualismo -resultado de las tecnologías disciplinarias- en el que el sujeto tenía que hacerse a sí mismo, ser competitivo y ambicioso, y alcanzar el éxito “gracias a sus capacidades y méritos propios”, el narcicismo -resultado de las tecnologías del psico-poder- sería propio de sujetos vertidos sobre todo a la conquista y el cuidado de SÍ MÍSMO, a la búsqueda de la riqueza y de la paz interior. Cabe mencionar que en nuestros tiempos la división y separación entre el tiempo y espacio “exterior” (público) y el “interior” (propio, privado, íntimo) pone de manifiesto importantes conflictos actualmente existentes al mismo tiempo que sirve para ocultarlos. El HOMO CLAUSUS es correlativo de una sociedad en la que han desaparecido las pasiones políticas, se han psicologizado y burocratizado las decisiones, prima el nivel de vida sobre la calidad de vida, en fin, donde no solo los niños sino los adultos se han convertido en seres “egocéntricos”. En la escuela, la transmisión de categorías pensamientos y su interiorización son fundamentales para el manteniendo del status quo, del orden social y escolar. 

 

Clase 5. Teórico.

 

Texto: El sujeto y el poder – Foucault

 

El trabajo de Foucault en este texto, es el de tratar los diferente modos a través de los cuales los seres humanos se han convertido en sujetos y habla de 3 modos de objetivación que los transforman en sujetos. Primero, está la objetivación del sujeto productivo, el sujeto que trabaja, en el análisis de la riqueza y de la economía. Después habla de la objetivación del sujeto en “prácticas divisorias”. El sujeto o se divide a sí mismo o es dividido por los otros, este proceso lo objetiva; por ejemplo, el loco y el cuerdo, el enfermo y el sano, etc. Y por último, habla de la forma en que el ser humano se convierte a sí mismx en sujeto. Por ejemplo, el dominio de la sexualidad, de qué manera los hombres han aprendido a reconocerse a sí mismos como sujetos de “sexualidad”. No es el poder, sino el sujeto el tema general de su investigación, si bien termina involucrándose con la cuestión del poder. Mientras el sujeto humano se sitúa en relaciones de producción y de significación, se encuentra situado igualmente en relaciones de poder muy complejas. 

Foucault plantea que hay dos “formas patológicas” del poder: fascismo y estalinismo. También recomienda mantenerse alerta sobre los excesivos poderes de la racionalidad política. La relación entre racionalización y exceso de poder político es evidente. 

Propone tomar las formas de resistencia contra diferentes tipos de poder en su momento inicial, usar esta resistencia como si fuera un catalizador químico que ilumine las relaciones de poder, ubique su posición, indague su punto de aplicación y los métodos que usa. Consiste en analizar las relaciones de poder a través de un antagonismo de estrategias. Una serie de oposiciones que se desarrollaron hace unos pocos años pueden ser la oposición al poder del hombre sobre la mujer, de los padres sobre los hijos, del psiquiatra sobre el enfermo mental, etc. Todas estas oposiciones además de tratarse de luchas anti-autoritarias tienen varias cosas en común:

  1. Son luchas “transversales”, es decir, no están limitadas a un país, no están confinadas a una particular forma de gobierno política o económica.
  2. El objeto de estas luchas son los efectos del poder como tales
  3. Son luchas “inmediatas” por dos razones. En estas luchas, la gente critica instancias de poder que están cerradas para ellos, las cuales ejercen su acción sobre los individuos. No van detrás del “enemigo principal”, sino del enemigo inmediato. No esperan encontrar una solución a sus problemas en una fecha futura en comparación con la escala teórica de un orden revolucionario. Se trata de luchas anarquistas
  4. Son luchas que cuestionan el estatus del individuo: por un lado, afirman el derecho a ser diferente y subrayan cada cosa que hace a los individuos verdaderos individuos. Por otro lado, atacan cada cosa que separa al individuo, rompe sus vínculos con los demás, quiebra la vida de la comunidad, fuerza al individuo a volver sobre sí mismo y lo ata a su propia identidad de forma constrictiva.
    Estas luchas son contra el “gobierno de la individualización”.
  5. Existe una oposición a los efectos del poder que está ligada a conocimiento y calificación: luchar contra los privilegios del saber. Pero hay también una oposición hacia el secreto, la deformación y las representaciones mistificadoras impuestas a la gente. Lo que se cuestiona es la forma en que el conocimiento circula y funciona, sus relaciones con el poder.
  6. Todas estas luchas giran en torno a una cuestión: “¿Quiénes somos?”. Son un rechazo de estas abstracciones, del estado de violencia ideológico y económico que ignora que somos individuos y también un rechazo a una investigación científica o administrativa que determina lo que es cada uno. 

 

 

El principal objetivo de estas luchas es atacar no tanto “esta o aquella” institución de poder, sino más bien una técnica, una forma de poder. Esta forma de poder, se aplica a la inmediata vida cotidiana que categoriza al individuo, le asigna su propia individualidad, lo ata en su propia identidad. Es una forma de poder que hace sujetos individuales. Hay dos significados de la palabra sujeto: por un lado, sujeto a alguien por medio del control y de la dependencia y, por otro, ligado a su propia identidad por conciencia o autoconocimiento. Ambos significados sugieren una forma de poder que subyuga y sujeta. Hay tres tipos de luchas: una contra la forma de dominación (étnica, social y religiosa); otra contra las formas de explotación que separan al individuo de lo que produce; y una tercera contra lo que liga al individuo a sí mismo y lo somete a otros en esta forma (lucha contra la sujeción, contra formas de subjetividad y de sumisión).

La razón de que este tipo de lucha tienda a prevalecer en nuestra sociedad se debe al hecho de que desde el siglo XVI, se ha desarrollado continuamente una nueva forma de poder. Esta nueva estructura política, que todos conocemos, es el Estado. Pero la mayoría de las veces, el Estado ha sido visto como una especie de poder político que ignora a los individuos, cuidando solamente los intereses de la comunidad, de una clase o de un grupo de los ciudadanos. El poder del Estado es una forma de poder al a vez totalizadora e individualizadora. Los modernos Estados occidentales han integrado una vieja técnica de poder originada en las instituciones cristianas. Podemos llamar poder pastoral a esta técnica de poder. Este tipo de poder designa una forma de poder muy especial. Es una forma de poder cuyo objetivo último es asegurar la salvación individual en el más allá. No es tan sólo una forma de poder que dirige. Es una forma de poder que se presenta ante cada individuo particular, durante toda su vida. Y no puede ser ejercida sin conocer el interior de la mente de las personas, sin hacerlas revelar sus más mínimos secretos. Esto implica un conocimiento de la conciencia y una habilidad para dirigirla.

Según el autor, se debe considerar al “Estado moderno” como una estructura muy sofisticada en la que los individuos pueden integrarse bajo una condición: que su individualidad debe configurarse de una forma nueva, y someterse a un conjunto de patrones muy específicos. Podemos ver al Estado como una matriz moderno de individualización, una nueva forma de poder pastoral. Acerca de este nuevo poder pastoral se puede decir que:

  1. Se puede observar un cambio en su objetivo. Ya no se trata de conducir a la gente hacia la salvación en el más allá, sino más bien de asegurársela en este mundo. En este contexto, “salvación” adquiere un significado distinto: salud, bienestar, seguridad. 
  2. Aumentó el número de funcionarios del poder pastoral. Esta forma de poder se puede ejercer por medio del aparato del Estado, o de una institución pública como la policía. La fuerza policial no sólo se creó para mantener la ley, el orden, no sólo para asistir al gobierno en su lucha contra sus enemigos, sino también para asegurar la asistencia urbana, la higiene, la salud y los niveles considerados necesarios para el desarrollo de la manufactura y el comercio. (Otro ejemplo, son los psicólogos que quieren mantener la Lógica de lo Uno)
  3. La multiplicación de los objetivos y de los agentes del poder pastoral se centró sobre el desarrollo del conocimiento de los hombres acerca de dos funciones: una globalizadora y cuantitativa, que concierne a la población; la otra analítica, que concierne al individuo. 

 

El objetivo que Foucault toma como el más importante para seguir, es el de descubrir lo que somos, pero para rechazarlo. Tenemos que imaginar y construir lo que podría liberarnos de esta especie de política de “doble ligadura” que es la individualización y totalización simultánea de las estructuras de poder. 

 

Lo que caracteriza el poder es que pone en juego relaciones entre individuos (o entre grupos). Si hablamos de las estructuras o mecanismos de poder es sólo en la medida en que suponemos que ciertas personas ejercen poder sobre otras.  

En una determinada sociedad, no existe un tipo general de equilibrio entre actividades finalizadas, sistemas de comunicación y relaciones de poder. Existen diversas formas, diversos lugares, diversas circunstancias u ocasiones en lo que estas interrelaciones se establecen de acuerdo a modelos específicos. Pero hay también “bloques” en los cuales la adaptación de las habilidades, los recursos de comunicación y las relaciones de poder constituyen sistemas regulados y concertados. Por ejemplo, una institución educacional, donde diversas cosas constituyen un bloque de capacidad-comunicación-poder. Esta actividad, que asegura el aprendizaje y la adquisición de aptitudes o tipos de conducta, se desarrolla por medio de un conjunto total de comunicaciones reguladas (lecciones, preguntas y respuestas, órdenes) y por medio de una serie total de procedimientos de poder (encierro, vigilancia, recompensa y castigo, la jerarquía piramidal). Estos bloques, en los cuales la puesta en práctica de capacidades técnicas, el juego de las comunicaciones y las relaciones de poder ser ajustan a un acuerdo con fórmulas establecidas, constituyen lo que podemos llamar disciplinas. 

El ejercicio del poder no es solamente una relación entre partes individuales o colectivas; es una manera en que ciertas acciones modifican otras. Algo llamado Poder que se asume que existe universalmente en una forma concentrada o difusa, no existe. El poder existe solamente cuando se pone en acción. Lo que define las relaciones de poder es un modo de acción que no actúa directa o inmediatamente sobre los otros, actúa sobre sus acciones. Aunque el consenso o la violencia son los instrumentos o los resultados, ninguno de ellos constituye el principio o la naturaleza básica del poder. El ejercicio del poder puede producir como resultado tanta aceptación como se desee. En sí mismo, el ejercicio del poder no es una violencia, ni es un consenso que implícitamente puede renovarse. Es una estructura total de acciones dispuestas para producir posibles acciones. 

El poder se ejerce solamente sobre sujetos libres. La libertad desaparece allí donde se ejerce el poder. La libertad puede aparecer como la condición para el ejercicio del poder y al mismo tiempo su precondición, dado que la libertad debe existir para que se ejerza, y también como su soporte permanente, dado que sin la posibilidad de la resistencia, el poder sería equivalente a la determinación física. Las relaciones entre el poder y el rechazo a someterse de la libertad no pueden separarse. 

Según Foucault se debe analizar las instituciones desde el punto de vista de las relaciones de poder y el punto de anclaje fundamental de las relaciones, aún si están corporizadas y cristalizadas en una institución, debe encontrarse fuera de la institución. Una sociedad sin relaciones de poder sólo puede ser una abstracción. Decir que no puede haber sociedad sin relaciones de poder es decir que el análisis, la elaboración y el cuestionamiento de las relaciones de poder y el “agonismo” entre las relaciones de poder y la intransigencia de la libertad es una tarea política permanente inherente a todas las sociedades existentes. 

 

El análisis de las relaciones de poder hace necesario establecer cierto número de puntos:

  1. El sistema de diferenciaciones que permite actuar sobre las acciones de los otros; diferenciaciones determinadas por la ley o por tradiciones de estatus y de privilegio. Cada relación de poder pone en funcionamiento diferenciaciones que son al mismo tiempo sus condiciones y sus efectos
  2. Los tipos de objetivos perseguidos por aquellos que actúan sobre las acciones de los otros: el mantenimiento de los privilegios, la acumulación de los beneficios, la puesta en funcionamiento de la autoridad estatutaria, etc. 
  3. Los medios por los cuales se crean relaciones de poder: de acuerdo con la manera en que se ejerce el poder, ya sea por la amenaza de las armas, por los efectos de la palabra, por medio de disparidades económicas, a través de medios más o menos complejos de control, por los sistemas de vigilancia con o sin archivos, de acuerdo con reglas que son explícitas o no explícitas, fijas o modificables, con o sin medios tecnológicos para poner todo esto en acción.
  4. Las formas de institucionalización: pueden ser una mezcla de predisposiciones tradicionales, estructuras legales, fenómenos relativos a las costumbres o a la moda (tales como los que pueden observarse en la institución de la familia); también pueden tomar la forma de una aparato cerrado sobre sí mismo, con sus propias regulaciones, sus estructuras jerárquicas cuidadosamente definidas, una relativa autonomía en sus funciones (como las instituciones escolares o militares); pueden formar, además, sistemas muy complejos dotados con aparatos múltiples, como en el caso del Estado, cuya función es la toma de cada cosa bajo su amparo, el establecimiento de una vigilancia general.
  5. Los grados de racionalización; la puesta en juego de las relaciones de poder como acción en un campo de posibilidades puede ser más o menos elaborada en relación con la efectividad de los instrumentos y con la certeza de los resultados o en proporción al posible costo. El ejercicio del poder es elaborado, transformado, organizado; se proporciona a sí mismo los procedimientos más o menos ajustados a lo que requiere la situación.
    Las relaciones de poder están enraizadas en el sistema de redes sociales. Tomando como punto de partida la posibilidad de acción sobre la acción de los otros (que es co-extensiva con cada relación social) multiplica las formas de la disparidad individual. Las relaciones de poder han sido progresivamente gubernamentalizadas, es decir, normatizadas y centralizadas en la forma, o bajo los auspicios de instituciones estatales.

 

 La estrategia se define por la elección de soluciones victoriosas. El poder es la estrategia de la totalidad de los medios puestos en funcionamiento para instrumentar efectivamente el poder o mantenerlo. Los mecanismos de puesta en funcionamiento del poder se pueden interpretar en término de estrategias. No hay relaciones de poder sin medios para escapar o sin luchas posibles. Cada relación de poder implica al menos una estrategia de lucha, en que dos fuerzas no se sobrepujan, no pierden su naturaleza específica, o no terminan finalmente confundidas entre sí. A través de estos antagonistas se puede dirigir, de una manera regularmente constante y con razonable certeza, la conducta de los otros. No sería posible que existiesen las relaciones de poder sin momentos de insubordinación que escapan a ellas. Cada estrategia de confrontación sueña con convertirse en una relación de poder. Entre una estrategia de poder y una estrategia de lucha existe una solicitud recíproca, un vínculo perpetuo y una perpetua inflexión. A cada momento, la relación de poder puede convertirse en una confrontación entre dos adversarios.

 

Texto: Lógicas colectivas y producción de subjetividad, en Las lógicas colectivas: Imaginarios, cuerpos y multiplicidades (cap. 2) – Fernández

 

Los imaginarios sociales

 

La noción de imaginario social alude al conjunto de significaciones por las cuales un colectivo – grupo, institución, sociedad – se instituye como tal; para que como tal advenga al mismo tiempo que construye los modos de sus relaciones sociales-materiales y delimita sus formas contractuales, instituye también sus universos de sentido. Las significaciones sociales, en tanto producciones de sentido, en su propio movimiento de producción inventan – imaginan – el mundo en que se despliegan. 

Lo imaginario al referir a la capacidad imaginante, a la capacidad de inventar lo nuevo, tendrá para Castoriadis dos vertientes: histórico-social (los imaginarios sociales instituyentes o imaginario radical) y psíquica (la imaginación radical, la psique). 

Con respecto a los imaginarios sociales en tanto dimensión histórico-social, Castoriadis distingue entre imaginario social efectivo (instituido) e imaginario social radical (instituyente). Al primero pertenecerían aquellos conjuntos de significaciones que consolidan lo establecido; en esta dimensión los universos de significaciones operan como organizadores de sentido de los actos humanos estableciendo líneas de demarcación de lo lícito y lo ilícito, de lo permitido y lo prohibido, lo bello y lo feo, etc. El imaginario efectivo es lo que mantiene unida a una sociedad, haciendo posible su continuidad y grados de cohesión. 

Si para que una sociedad, una institución, un grupo, se conforme como colectivo no sólo es necesario que construya sus relaciones tanto materiales como sociales y defina sus formas contractuales sino que, al mismo tiempo, debe instituir sus significaciones imaginarias, es importante poner en consideración que lo histórico-social no crea o inventa de una sola vez y para siempre significaciones imaginarias; el desorden social se despliega cuando aparecen nuevos organizadores de sentido. Los nuevos organizadores de sentido y las prácticas sociales que les son inherentes refieren a lo imaginario social no instituido, radical, instituyente, que permite la irrupción de nuevos organizadores del sentido.

Su capacidad de conservar lo instituido pero también su potencialidad instituyente de transformación, ya que establece líneas de fuga de los disciplinamientos sociales, sitúa la dimensión de la producción de significaciones colectivas, y por ende la construcción de subjetivación, como una temática inseparable del problema del poder, establece la relación entre imaginarios sociales, subjetividad y producción de transformaciones sociales e instala la dimensión del poder en el centro mismo de la producción de subjetividad. Según Castoriadis la ideología es la elaboración racionalizada y sistematizada de la parte manifiesta, explícita, de las significaciones imaginarias sociales que corresponden a una institución dada de la sociedad o al lugar de una determinada capa social dentro de esa institución.

Ideología no sería sinónimo de imaginario social, sino un modo de organización, propio de un período histórico, de parte de sus significaciones. Estas significaciones son imaginarias porque están dadas por creación o invención, no corresponden a elementos estrictamente reales, y son sociales porque sólo existen siendo objeto de participación de un ente colectivo o anónimo. Las significaciones imaginarias operan en lo implícito y establecen el modo de ser de las cosas, los valores, los individuos. Las significaciones no son aquello que los individuos se representan consciente o inconscientemente, ni lo que piensan; son aquello por medio de lo cual y a partir de lo cual los individuos son producidos como individuos sociales con capacidad para participar en el hacer y en el representar-decir social, y en tal sentido pueden representar, accionar y pensar de manera compatible y coherente aún en el conflicto. La institución produce individuos quienes a su vez están en condiciones de reproducir la institución de la sociedad. La institución de la sociedad está hecha de múltiples instituciones particulares que funcionando en coherencia, hacen que, aún en crisis, una sociedad sea esa misma sociedad.

 

Lo instituido y su autoalteración: las significaciones imaginarias centrales

 

Castoriadis distingue dos tipos de significaciones imaginarias sociales: pueden ser centrales, creadoras de ideas organizadoras, segundas o derivadas. La emergencia de una significación central reorganiza, redetermina, reforma, resuelve una multitud de significaciones sociales ya disponibles, a las que altera. Se dan juntamente con y no pueden darse sin transformaciones de las actividades y de los valores de la sociedad en cuestión como tampoco sin transformaciones en los individuos y objetos sociales.

Las significaciones centrales son las que dan existencia en una sociedad determinada, o la coparticipación de objetos, actos, individuos. No tienen “referente” sino que instituyen un modo de ser de las cosas y los individuos referidos a ellas. 

Ningún individuo tiene necesidad para ser “individuo social”, de “representarse” la totalidad de la institución de la sociedad y las significaciones de que ésta es portadora. Tal significación instituida no es la suma de representaciones complementarias. Las significaciones sociales son condición de lo representable y frecuentemente de lo practicable. La institución de una sociedad es en cada momento institución de significaciones imaginarias sociales y la sociedad; sea como instituyente o como instituida, es intrínsecamente historia-temporalidad, es decir, auto alteración. La sociedad instituida representa la fijeza-estabilidad relativa y transitoria de las formas-figuras relativamente fijas y estables y el estallido de éstas que serán posición-invención de otras formas-figuras. Una sociedad es siempre auto alteración perpetua en un juego inacabado entre sus formas-figuras relativamente fijas y estables y el estallido de éstas que serán posición-invención de otras formas figuras. El mundo de significaciones que instituye excluye la identidad consigo mismo. Los universos de significaciones sociales no son homogéneos; constituyen “individuos sociales” cuya socialización tiende a uniformizar las manifestaciones de su imaginación radical, pero no puede destruirlas. 

En un imaginario grupal las figuras y las formas que ese número numerable de personas inventa a lo largo de su historia común dan cuenta de sus razones de ser como colectivo; aquí adquieren toda su potencia las improntas de los atravesamientos institucionales y sociohistóricos tanto como los atravesamientos identificatorios y deseantes, propios de su singularidad grupal. En la producción de significaciones de un pequeño grupo se hallan presentes como un verdadero anudamiento líneas de significación propias y específicas de ese grupo, atravesadas por la dimensión institucional y sociohistórica. Esta labor implica también momentos instituyentes, invención de sus creencias, y etapas de consolidación de sus sentidos organizadores. Los momentos instituyentes abren un proceso de paulatinas vertiginosas cristalizaciones de sentido que van dando forma a sus propios instituidos. Un grupo se instituye como tal cuando ha inventado sus significaciones imaginarias.

Nociones como imaginario social, universo de significaciones imaginarias sociales, imaginario social efectivo, imaginario social radical, etc., han resultado pertinentes como herramientas de trabajo en la construcción de una idea de subjetividad histórica y no esencial, en proceso de devenir y no como entidad sustancialista, instituyéndose en la diversidad de sus lazos sociales. Como noción provoca al desdisciplinamento disciplinario, a construir una apuesta que ponga en fuerte incomodidad los binarismos de individuos y sociedades.

 

Los sentidos encarnados: un real más real que lo real

 

Lo social implica siempre algo más, no puede ser totalmente aprehendido como tal; la dimensión sociohistórica en tanto colectiva y anónima supone, para cada uno y para todos, una relación simultánea de interioridad y exterioridad, de participación y exclusión, que “no se puede abolir, ni siquiera dominar”.

Los imaginarios y sus prácticas no son autónomos sino que forman parte de los dispositivos de poder que objetivizan y subjetivizan tales significaciones. Para que aquellos que se encuentran en situación de subordinación permanezcan en ella y para que tal relación de fuerzas pueda reproducirse a través de largo períodos históricos es necesaria la producción de modos de objetivación que argumenten y legitimen y modos de subjetivación que “naturalicen” su posición social desventajosa. Las significaciones imaginarias sociales, particularmente las significaciones centrales de una sociedad, no denotan nada y connotan prácticamente todo. En el planteo de Castoriadis no puede pensarse la historia fuera de la imaginación productiva o creadora que él ha denominado imaginación radical. Ésta se manifiesta tanto en el hacer histórico como en la constitución de sus universos de significación. Hacer histórico y significaciones, como aspectos de lo imaginario social, se rigen por un cierto nivel de indeterminación y constituyen el mundo social. El papel de las significaciones es proporcionar un modo particular de respuestas a interrogantes fundamentales de una colectividad, también imaginarios, en tanto cada sociedad debe definir su identidad, su mundo, sus relaciones con él y con los objetos que contiene, sus necesidades y sus deseos. Sin universos de sentido frente a estas cuestiones no hay modo de constituir una sociedad.

 

Clase 6. Teórico

 

Texto: Post Scriptum, sobre las sociedades de control - Deleuze


 
Foucault situó las sociedades disciplinarias en los siglos XVIII y XIX; estas sociedades alcanzan su apogeo a principios del siglo XX y proceden a la organización de los grandes espacios de encierro. Pero las disciplinas a su vez sufrirían una crisis, en beneficio de nuevas fuerzas que se irían instalando lentamente, y que se precipitarían tras la segunda guerra mundial: las sociedades disciplinarias eran lo que ya no éramos, lo que dejábamos de ser.

Estamos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro: prisión, hospital, fábrica, escuela, familia. Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias. En la crisis del hospital como lugar de encierro, la sectorización, los hospitales de día, la atención a domicilio pudieron marcar al principio nuevas libertades, pero participan también de mecanismos de control que rivalizan con los más duros encierros. No se trata de temer o de esperar, sino de buscar nuevas armas.

Los encierros son moldes, como un molde autodeformante que cambiaría continuamente, de un momento al otro. En las sociedades de disciplina siempre se estaba empezando de nuevo, mientras que en las sociedades de control nunca se termina nada. Las sociedades disciplinarias tienen dos polos: la firma, que indica el individuo, y el número de matrícula, que indica su posición en una masa. Porque las disciplinas nunca vieron incompatibilidad entre ambos, y porque el poder es al mismo tiempo masificador e individualizador, es decir que constituye en cuerpo a aquellos los que se ejerce, y moldea la individualidad de cada miembro del cuerpo. En las sociedades de control, por el contrario, lo esencial no es ya una firma ni un número sino una cifra. El lenguaje numérico de control está hecho de cifras, que marcan el acceso a la información, o el rechazo. Tal vez sea el dinero lo que mejor expresa la diferencia entre las dos sociedades, puesto que la disciplina siempre se remitió a monedas moldeadas que encerraban oro como un número patrón, mientras que el control refiere a intercambios flotantes, modulaciones que hacen intervenir como cifra un porcentaje de diferentes monedas de muestra.

Es fácil hacer corresponder a cada sociedad distintos tipos de máquinas, las viejas sociedades de soberanía manejaban máquinas simples, pero las sociedades disciplinarias recientes se equipaban con máquinas energéticas, las sociedades de control operan sobre máquinas de tercer tipo, máquinas informáticas. Es una evolución tecnológica pero, más profundamente aún, una mutación del capitalismo. El capitalismo del siglo XIX es de concentración, para la producción, y de propiedad. La fábrica ha cedido su lugar a la empresa.

El control es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado, mientras que la disciplina era de larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado.

 

Texto: Las lógicas sexuales: amor, política y violencias (Capítulo VII, las diferencias desigualadas. Estrategias biopolíticas de dominio – Fernández.
 

Abundan hoy términos que hacen referencia a lo “multi”, a lo “post”. El concepto de multiculturalismo aparece a finales del siglo XX. Pone el eje en la cuestión de la diversidad cultural. Se despliega en la tensión entre la búsqueda de una sociedad pluralista y la necesidad de pertenencias identitarias, en el mundo globalizado actual.

Desde los estudios Decoloniales (que es importante diferenciar de los estudios Poscoloniales) se plantea la importancia de poner en visibilidad los rasgos eurocéntricos de la producción de conocimientos y de las categorías políticas que habitualmente usamos. También acá puede incluirse los Estudios Queer o la Teoría Queer, que surgen luego de los estudios de la mujer y los estudios de género, por lo que se llaman Estudios Posfeministas. Intentan desnaturalizar los posicionamientos de género, clase, etnia y orientación sexual de las corrientes que los antecedieron. Plantean que es necesario desnaturalizar la heteronormatividad.

Los movimientos políticos postsocialistas plantean construcciones políticas horizontales, ya no se trata de cambiar este mundo por otro más, sino de lograr un mundo donde quepan muchos mundos.

Hay 3 dimensiones problemáticas:

  1. Dimensión política: hoy está puesto en crisis el modo moderno de construcción de la igualdad, base de las democracias representativas.
  2. Dimensión filosófica: en relación con el ser de la diferencia que a su vez, pone en cuestión la configuración de las identidades modernas
  3. Dimensión epistemológica: se ponen hoy en discusión las modalidades de construcción de los conocimientos interpelando las formas más clásicas en la investigación académica, apuntando a la construcción de saberes más allá de los dominios de objeto unidisciplinarios.

Los subalternos y subalternas del multiculturalismo

 

Lo que está en discusión es cómo pensar la diferencia; qué hacer con los diferentes o qué hacer como diferentes. Sería preferible considerar lo multi como el análisis de la multiplicidad de relaciones jerárquicas de las diversas diferencias: de clase, de etnia, de género, de orientación sexual, etarias, religiosas, geopolíticas, etc. Se trata, entonces, de pensar cómo se producen y reproducen la diversidad de diferencias desigualadas. Desde esta perspectiva, multi ya no desliza a homogeneidad en cada diversidad ni a nuevos esencialismos de la diferencia; multi podrá referir a diferencias de diferencias de jerarquías de relaciones de poder.

 

La tensión identidad – multiplicidad

 

Para pensar la tensión identidad – diferencia, se puede tomar como punto de partida el pensamiento esencialista, donde el ser es ser determinado y sólo puede ser pensado en lógicas identitarias, constituye el universo de significaciones al que se ha llamado “pensamiento de lo Uno”. El modo en que se construye “la diferencia” es inseparable de cómo se construye “la identidad”. Hay tres cuestiones que se entrelazan en el modo moderno de sostener la tensión identidad – diferencia:

  1. La diferencia como lo no idéntico: La diferencia sólo puede ser pensada como negativo de lo idéntico (“A” es “no B”)
  2. La diferencia como el otro: la diferencia sólo puede ser pensada como alteridad. El diferente amenazante a interiorizar o descalificar.
  3. La diferencia en el orden del ser: ser diferente. A partir del rasgo “diferente” se construye identidad. Así soy anoréxica, soy judío, soy negra, soy homosexual, indígena, etc. Se distingue UN rasgo de toda una multiplicidad de características o atributos y se totaliza desigualando.

El “otro” siempre extranjería, diferencia, complemento, suplemento (es decir, mujeres, homosexuales, clases, etnias, religiones, culturas y países no hegemónicos) ha sido considerado, a lo largo de los siglos, como anomalía. En el mismo movimiento en que se distingue la diferencia, se instituye la desigualdad. No se trata de la mera diferencia, sino de diferencias desigualadas. Se sostienen así muchos siglos de dispositivos de discriminación, exclusión, estigmatización o exterminio.

Tomemos la idea deleuziana de “diferencia de diferencias”. Se trata de diferencias que no remiten a ningún idéntico, a ningún centro y repeticiones que no remiten a ningún origen. Se trata de hacer diferencias, más que de ser diferente. Estas diferencias de diferencias, en su accionar, más que fijar alteridades, generan intensidades diferenciales. No se trata de negar identidades ni totalizaciones, sino de pensar totalizaciones que no subsuman las partes. Cuando pueden ponerse en acción, en el plano del pensamiento, categorías de multiplicidad y no de la diferencia, simultáneamente se crean condiciones de posibilidad, se habilitan herramientas, para hacer visibles infinidades de micropolíticas de resistencia de colectivos desigualados; y pueden evidenciarse las lógicas de multiplicidad desde donde se crean las intensidades necesarias que potencian la invención de nuevos existenciarios de estos colectivos cuando entran en acción.

 

Dominios, resistencias e invenciones colectivas

 

Lo multi referirá a las necesarias reorganizaciones estratégicas que el nuevo orden mundial impone a quienes siguen resistiendo e inventando nuevos y más libres modos de vivir. La multiplicidad de estrategias de invención colectiva y anónima de libertades. En fábricas sin patrón se ve como este forzar los límites de lo posible es no sólo resistir, sino también inventar colectivamente, en actualizaciones de deseo, en invenciones deseantes, unas formas cada vez más libres de trabajar, de pensar, de estar…

 

Clase 9. Teórico

 

Texto: Insumisiones, subalteridades y control de los deseos, en Jóvenes de vidas grises: Psicoanálisis y Biopolíticas (Cap. VI) – Fernández

 

En la cátedra se reemplazó el término vulnerabilidad por vulnerabilización, ya que la vulnerabilidad no era algo dado, ni casualidad, ni destino, sino que, para que un grupo social estuviera ubicado en ese camino a la exclusión fueron necesarias expresas políticas de Estado que, a través de los años y de diferentes gobiernos, produjeron activamente dicha vulnerabilidad. Se empieza a usar el término vulnerabilización con la intención de enfatizar que esa situación social era una construcción activa, un producto, un procesos, y no meramente un hecho o dato, que una larga y variada serie de decisiones económicas, políticas y sociales habían finalmente logrado configurarla. Se pudo identificar desde la cátedra en estos jóvenes marginales (en marginalización), mecanismos, procedimientos, subjetivaciones, que ya se había podido distinguir tanto en investigaciones anteriores en estudiantes universitarios como en analizantes jóvenes en la consulta. Apatía, desinterés, aislamiento, ausencia de hábitos de rutinas cotidianas, aburrimiento, falta de creatividad, se repetían en jóvenes de muy distintos sectores sociales y ámbitos culturales. Por esto, Fernández plantea que empezó a utilizar la expresión “estrategias biopolíticas de vulnerabilización”

Foucault diferencia las disciplinas que tienen por objeto el cuerpo individual, y el biopoder, que tiene por objeto las poblaciones. Si las disciplinas deben garantizar la inserción controlada de los cuerpos en el aparato productivo, los biopoderes deben ajustar los fenómenos de población a los procesos económicos. Cuando el pensamiento foucaultiano conceptualiza el poder en términos de relaciones estratégicas hace referencia a que, en los diferentes espacios en los que se despliegan los poderes, éstos se ejercen como relaciones de fuerza. No es meramente el dominio de poderosos sobre dominados, no son estrictamente relaciones de dominio absoluto, sino que se trata de sectores antagónicos que se miden y enfrentan desde las respectivas posiciones de fuerza, sin duda desiguales, pero siempre en tensión, que se establecen en un momento dado, en una situación específica. “Donde hay poder hay resistencia”. Resistir es inventar, es establecer líneas de fuga a las estrategias de dominio. 

Por más aplastante que sea una estrategia de dominio, siempre hay un resto que no puede ser disciplinado y que puede establecer sus líneas de fuga. Ese resto que no puede ser disciplinado puede tomar modalidades singulares y/o colectivas, explícitas o implícitas, sintomáticas o creativas, políticas o infrapolíticas, pero da cuenta, pone en juego, las dimensiones deseantes que rechazan lo insoportable.
 En su mayoría, tienden a darse formas organizativas horizontales y autogestivas. La asamblea horizontal suele ser la forma más habitual de deliberación y toma de decisiones. Inventan formas inusuales de expresión y manifestación, en las que generalmente está presente la dimensión de fiesta, cantos y bailes callejeros, murgas, etc. Sus pancartas y consignas ponen al desnudo, sin ningún velo, la ferocidad de las lógicas capitalistas. Cuando reciben la represión policial, sostienen acciones muy creativas de resistencia y ataque, aún en la desigualdad de fuerzas.

Cada vez que aparecen, estas diversas multitudes que insisten en ampliar libertades ponen en jaque las teorías de la apatía juvenil o aquellas de la época del otro que no existe. No se trata, entonces, de una característica propia, esencial, de los y las jóvenes de esta época ni de estructuras caracteropáticas que se hubieran vuelto masivas sino que, cuando configuran existenciarios de vidas grises, éstos son el sofisticado entramado de las actuales estrategias biopolíticas de control. Más allá de las efectivas y aún vigentes disciplinas sobre los cuerpos que inauguró la modernidad temprana, estaríamos en presencia de aquello que advirtió tempranamente Deleuze cuando indicaba que las nuevas tecnologías de dominio del llamado capitalismo global pasarían por el control de los deseos. Se trata del control del poderío del deseo, de modo tal que las potencias deseantes de los y las jóvenes no alcancen las intensidades suficientes para configurar los agenciamientos necesarios que puedan correr los bordes lo posible, componer sus vidas de otro modo, transformar sus condiciones de existencia. Así como en las modalidades de las operatorias de vulnerabilización nada acciona para todos igual, en las modalidades de resistencia e invención, sus formas y estilos de insumisión también exigen no homogeneizar. Agruparse con otro potencia, pero esto de por sí nada garantiza.

Según Fernández, la tarea en el espacio de análisis se tratará de desnaturalizar la situación de aislamiento. Se trata siempre de abrir pregunta, de puntuar el detalle y dejarlo ahí latiendo.

Trabajar en la desnaturalización del aislamiento es poner a disposición la experiencia de análisis para que cada quien puede registrar sus posibilidades de imaginar, inventar, ampliar sus posibilidades de desear, registrar y realizar algunos de sus deseos. Mantener los aislamientos en naturalización-invisibilización implica, aún involuntariamente, formar parte de los efectores de las estrategias de control de la intensidad de los deseos que los modos de subjetivación actuales propician.

 

Texto: Los júbilos en visibilidad y los cuerpos en escena, en Jóvenes de vidas grises: Psicoanálisis y Biopolíticas (Cap. VII) – Fernández 

 

En el curso de una dramatización, cuando los cuerpos establecen diversas modalidades de interacción, al finalizar un ejercicio psicodramático, algunos integrantes que pueden presentar habitualmente signos de abatimiento o apatía propios de las vidas grises se manifiestan contentos/as. Se trata de un tipo de euforia, de júbilo, de experiencias desde y con los cuerpos que conectan modalidades de la alegría. Se trata de cuerpos en movimiento, en acciones-con-entre-otros en las que se registran experiencias jubilosas que producen afectaciones específicas, que ponen en acto intensidades, también específicas, más allá de cómo estas situaciones sean significadas por sus protagonistas. 

Hay momentos grupales en los que un colectivo no para de inventar escenas o juego dramáticos. Suelen crearse climas de euforia, que pueden ser de alegría pero también de angustia, dolor o furia. Se suele decir que “el grupo armó máquina”. Se han podido distinguir 3 modalidades de configuración de los cuerpos en acción que imprimen particularidades muy específicas a las lógicas colectivas que en estos dispositivos pueden desplegarse. Por un lado, pueden encontrarse cuerpos-personajes. Alguien pone en escena un personaje al que le acontece algo. Allí se acciona desde un cuerpo individuado, entero, con un nombre para la ocasión y lenguaje aunque permanezca en silencio. En otras situaciones, los participantes de una escena “prestan” una parte de su cuerpo para una construcción colectiva. Allí, el protagonista es esa forma colectiva que entre todos han inventado según los requerimientos de una escena. Se borran los individuos que han colaborado con una parte de su cuerpo para dar forma al artefacto elegido. Aquí son partes de cuerpo que descomponen la unidad de los cuerpos con nombre y lenguaje de la modalidad anterior. Una tercera forma de los cuerpos en acción es la de los cuerpos masa. Son conjuntos de cuerpos indiferenciados cuya característica es que hacen peso, hacen masa. Su accionar puede producir crescendos de angustia o de júbilo; afectan y se afectan en estos crescendos de intensidad. Potencian al colectivo creando climas de júbilo o angustia específicos. El entre-los-cuerpos en un recital de rock, no se produce escuchando una grabación del mismo recital. Formar parte de esas multitudes en acción genera modos de afectación específicos.

Quienes han experimentado alguna de estas intensidades de las corporalidades en acción pueden explicitar muy parcialmente estas vivencias. Estas experiencias de sí quedan generalmente por fuera de la posibilidad de hacer un relato que pueda realmente dar cuenta de las intensidades. Foucault señala que un pensamiento de las intensidades y las afecciones vuelve necesarias herramientas que operen y refuten toda metafísica de la identidad y abra a pensar diferencias de diferencias sin ningún centro, o sea, multiplicidades. 

 

Clase 10. Teórico

 

Texto: Lanús Este salud mental comunitaria en el primer nivel de atención – Conti; Farruggio; Fernández; Piovano.

 

· En cualquier contexto en el que existan personas con algún tipo de padecimiento se cree en el abordaje interdisciplinario como medida inicial de evaluación. Buscando en ese ser aquello que lo atraviesa de manera tal que le impide encontrar herramientas saludables para abrirse camino a una solución posible. Se sostiene que la idea de construir espacio desde lo comunitario donde puedan confluir diferentes pensamientos en pos de crear salidas en conjunto como contrapartida a lo individual. El trabajo en equipo hace a la reflexión, la contención y da posibilidad a la creatividad en el camino de pensar la salud mental. 

 

Clase 11. Teórico.

 

Texto: Grupos y psicología del Deporte – Imaz, X.

 

El trabajo en psicología del deporte se trabaja en todo tipo de espacios, con diversas técnicas y tipos de intervención. Se trabajan los vínculos y las crisis. Donde son muy útiles las técnicas de mediación y negociación. 

 

Los vínculos y los lugares

 

Los grupos se unen por alianzas emocionales y por objetivos comunes y estallan por narcisismos, intolerancias varias, diferencias y sobre todo por luchas de poder. Los caprichos y obstinaciones son piedras que hay que saber remover para que el grupo progrese. El mejor camino para los narcisismos es canalizarlo hacia el grupo, algo que sucede cuando por ejemplo dicen “somos el mejor grupo”. Ahí se pone toda esa energía narcicística en el grupo y en sus objetivos a futuro. Podría decirse que la mayor parte de las situaciones grupales, no son precisamente las que tienen lugar en el campo de juego, sino aquellas cuestiones vinculares que suceden en todos lados, y que solo se visibilizan cuando pasan a ser preocupantes en tanto comienzan a afectar severamente el rendimiento deportivo.

 

Psicoanálisis, transferencia, inconsciente

 

El trabajo en transferencia es un parte muy importante en la práctica de la psicología del deporte. Sin duda se presentan transferencias positivas y negativas. El trabajo comienza en una situación donde el equipo ya tiene establecida una intensa transferencia con su Entrenador o Director Técnico. Cada integrante desarrolla su propia transferencia con el entrenador. Del mismo modo, cuando se va construyendo una serie de lazos transferenciales con el psicólogo deportivo, estos tampoco serán homogéneos sino que cada atleta nos colocará en alguna de sus series transferenciales, coexistiendo esta transferencia con otra, quizás distinta, que pueda establecer con el entrenador.

 

De la serie a la máquina

 

En un principio nos encontramos con un grupo que no es “uno”. Por el contrario, podría decirse que parte de nuestro trabajo sería ir logrando progresivamente que por momentos puedan llegar a sentirse y funcionar como una unidad. El grupo deportivo no alcanza su madurez hasta que no logra ser un “equipo”. En psicología del deporte el tipo de grupo con el que habitualmente trabajamos, analizamos pensamos e intervenimos, es un grupo que nace vive y funciona en la más pura diversidad. Roles diferenciados y objetivos y estrategias comunes son incorporados como prácticas y como representaciones mentales del equipo que se van instalando en todos y cada uno de los integrantes. Es esta característica la que permite que cada uno pueda aportar lo propio al grupo, incrementando la riqueza de recursos, habilidades y estilos. En este sentido el grupo es más una estructura compleja que vamos construyendo entre todos (psicólogos, entrenadores, atletas), una estructura que en su máxima expresión se convierte en una maravillosa máquina, eficaz, aceitada, precisa e imparable.

 

Integrando al Entrenador

 

Un DT es parte del grupo. No es solo un jefe, ni tampoco un amigo, sino que él o ella es un engranaje más de la máquina. Alguien que juega su papel de estrategia dinámicamente como los demás. El papel del líder muchas veces es visualizar lo que se puede llegar a lograr y poner al grupo a trabajar en eso. Aceptar este estilo que emerge y potenciarlo es jugar como parte del equipo. Es importante que el entrenador esté en la cancha, para ver errores, pero sobre todo para repensar en acto, a cada instante, como maximizar el rendimiento del equipo y del juego que va produciendo, en este sentido el entrenador juega como parte del equipo.

 

Algunas técnicas grupales

 

Cada deportista puede con relativa facilidad visualizarse a sí mismo teniendo una buena técnica o un gran logro. Sin embargo, el mayor desafío es poder visualizarse como equipo. Imaginarse a todos desarrollando una estrategia implica pensar en visualizaciones grupales. Otras técnicas son las de mediación y negociación. Cuando la lógica deportiva es desbordada por conflictos personales y emociones irrefrenables, las luchas de poder y las diferencias de criterio pueden llegar a estallar al grupo. Aquí se hace necesario intervenir. Una forma que funciona es hablar primero con cada uno a solas, luego juntar a dos y ayudarlos a escucharse y buscar algún acuerdo, y finalmente compartirlo con el grupo entero, que de alguna manera revalida lo acordado. El grupo actúa como catalizador, como amortiguador de conflicto y como espacio de sentido común donde se puede repactar y comprometerse ante el grupo a respetar los acuerdos alcanzados. Es en las crisis, cuando la urgencia llena de ansiedades al grupo, donde se requiere que psicólogo deportivo intervenga sobre la crisis y luego les recuerde a todos que es necesario volver a focalizar en los objetivos comunes, más allá de cualquier problema o conflicto, recordarles que estamos acá por un objetivo concreto al que no podemos renunciar, eso es lo importante. Esta es la tarea que muchas veces le toca al psicólogo deportivo. 

 

Imaginarios Grupales. Inconsciente y cábalas en Tenis.

 

En general gran parte del trabajo consiste en observar y analizar cómo va aconteciendo la dinámica grupal. Si es necesario se diseña algún dispositivo de intervención y lo que menos tiempo lleva es su aplicación la evaluación de sus efectos. Sin embargo, hay algunas estrategias de intervención que implican toda una serie de micro-intervenciones. Esto sucede por ejemplo, cuando se trata de intervenir sobre los imaginarios grupales, cuando estos afectan negativamente el rendimiento deportivo. Por un lado es necesario desnaturalizar estas creencias, poner en duda la certeza que los mantiene cristalizados. Luego, en un segundo momento, se trata de ir produciendo una nueva significación dentro de ese imaginario grupal. El grupo se acerca desconfiadamente a lo que el psicólogo ofrece y de a poco se apropia, lo transforma, lo muta y lo convierte en sentidos particulares propios del grupo. El pensamiento mágico es como una flecha que va directo e impacta sobre el inconsciente (ejemplo, cábala).

 

Conclusiones

 

Pensar la dimensión grupal en la psicología del deporte, lejos de reproducir los modelos de la clínica grupal, implica pensar formar de transferencia particulares, formas del narcisismo y de las luchas de poder que implican conflictos de todo tipo en la convivencia y en el campo de la competencia. El análisis de los vínculos personales y deportivos, es fundamental. Es un trabajo que se realiza casi en cualquier lugar y no siempre con el grupo completo, sino muchas veces trabajando uno a uno. Implica la aplicación de técnicas de mediación y negociación, armado de una estructura y un funcionamiento de equipo, abordar las crisis y repactar los contratos grupales, trabajo sobre el imaginario grupal, por ejemplo sobre las creencias fuertemente arraigadas en terrores inconscientes. Finalmente implica poner todas estas pasiones apuntando en una misma dirección, la de los grandes objetivos comunes que le dan razón de ser a este grupo deportivo. Se trata de lograr que luchen juntos, con toda su energía, organizándose para conformar una maravillosa máquina de la que, luego, todos estarán profundamente orgullosos.

 

Clase 12. Teórico

 

Texto: Las marchas del Orgullo LGBTTIQ – Cabrera, Calloway, Fernández y Sánchez

 

Este texto se da en el marco de la investigación “el campo de problemas de las diversidades amorosas, eróticas, conyugales y parentales: tensiones entre discriminaciones y resistencias” que lleva adelante la cátedra I de Grupos de nuestra facultad. En esta investigación se utilizan indagaciones en la multitud en las Marchas del Orgullo LGBTTIQ (Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Intersexo, Queer) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se indaga en los modos de subjetivación contemporáneos de las diversidades amorosas, eróticas, conyugales y parentales. Las marchas del Orgullo LGBTTIQ, se convocan desde el año 1992 y como uno de sus objetivos tienen el reclamo por los derechos civiles de quienes han optado por modalidades de vida distintas a la heteronorma. Este evento, tiene una singularidad colectiva, social y política, y convocan miles de personas de distintas edades, de diversos recorridos existenciales, distintas políticas, opciones o estilos de vidas, pero que marchan juntas exigiendo paridad en los derechos civiles.

El dispositivo con que el grupo de investigación se acercó a la Marcha del Orgullo consta de las siguientes instancias:

1.      Primero, lxs integrantes del equipo se reúnen antes de la inmersión el terreno para repasar los pasos del dispositivo y compartir las expectativas de lxs miembros del equipo.

2.      El trabajo en terreno se realiza por una hora y media aproximadamente y consiste en circular por los espacios dentro de la marcha y establecer diálogos al azar con las personas participantes de la Marcha haciendo preguntas como “¿Por qué estás hoy acá?” “¿Es la primera vez que venís?” “¿Conocés la consigna de la marcha?” “¿Qué significa para vos?”. Además también se realizan observaciones de lo acontecido.

3.      Luego del trabajo en terreno, se da una segunda reunión del equipo donde se trabajan las primeras impresiones, afectaciones, reflexiones.

En estas Marchas, los investigadorxs también son afectadxs por lo que escuchan, por el espacio donde lo escuchan, por las características específicas que la multitud a indagar conforma. En la segunda reunión del equipo, se abren las condiciones para reflexionar sobre la propia implicación, donde se empiezan a interrogar los singulares modos en que cada cual, debido a naturalizaciones de la heteronorma y el patriarcado, puede reproducir involuntariamente la desigualación social de las diversidades eróticas, amorosas, conyugales y parentales contemporáneas.

La marcha del Orgullo LGBTTIQ en la CABA generalmente se realiza el primer o segundo sábado de noviembre e inicia en Plaza de Mayo. Comienza poco después del mediodía con la Feria del Orgullo que se instala frente a la Catedral Metropolitana. Se pueden ver stands y artesanxs que venden pulseritas, dildos, remeras, carteras, etc. También se pueden ver distintas organizaciones y partidos políticos apoyando los reclamos de la comunidad LGBTTIQ. Algo que caracteriza a estas Marchas, es la multiplicidad de colores, la música, el desenfado de los cuerpos, de los cuerpos bailando, desnudez de algunos cuerpos, algunxs exhiben vestimentas mínimas o trajes con muchísima elaboración, brillos, multiplicidad de peinados. La libertad de los cuerpos y el orgullo por exhibirlos está siempre presente. Los modos de la alegría que expresan en sus diversas modalidades estéticas son claramente políticos; hablan desde el orgullo y reclaman derechos. Habitualmente son encabezadas por figuras de la cultura y de la política, activistas por los derechos LGBTTIQ, militantes de Derechos Humanos, funcionarios del INADI. Después vienen lxs integrantes de los colectivos de la comunidad LGBTTIQ, militantes de aquellas organizaciones partidarias y sindicales que tienen áreas de trabajo en el tema de las diversidades sexuales. Luego, vienen las personas no encuadradas en ninguna bandera, gente “suelta”. Al final de la marcha se da el desfile de carrozas. Estas carrozas se convierten en discotecas al aire libre, donde invitan al baile, a mover/poner el cuerpo a la música, al reclamo, al orgullo.

Hacia el final de la Marcha, los representantes de las Organizaciones convocantes leen el documento de cierre y luego de esto se dan dos momentos:

1.      Momento de los abucheos y Reconocimientos a figuras públicas en virtud de sus posiciones y acciones tanto a favor como en contra de las reivindicaciones y derechos de la Comunidad LGBTTIQ.

2.      Momento de los besos: Consiste en convocar a lxs presentes a besarse entre sí colectivamente mientras suena una conocida canción “Beso a beso”. Convoca a hacer de este intercambio de besos algo multitudinario, público y colectivo y no un acto personal, individual o íntimo; asume una importancia política.

Las primeras lecturas de insistencias dentro de estas Marchas fueron:

1.      En cuanto a los motivos de participación, siempre insiste la importancia de la marcha en tanto permite visibilidad, el poder “mostrarse”, “salir del clóset”. Además de “apoyar” “acompañar” “celebrar el orgullo”. Algunos notaban también con alegría el crecimiento en la participación, sobre todo en la participación de las personas que no forman parte de la comunidad LGBTTIQ.

2.      Siempre estuvo el reclamo por la paridad política, donde se decía que lograr legalidad (como por ejemplo en el año 2012 cuando se aprobaron la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género) no implica que se instalen prácticas igualitarias, no discriminatorias para quienes realizan sus elecciones por fuera de lo heteronormativo.

“La ley lo que hace es tratar de normativizar, lo que está muy bien ya que toda la comunidad LGBTTIQ tiene en común aún hoy la desigualdad de derechos. Pero yo creo que siempre hay que connotar la diferencia, que somos distintos y eso es bueno. También considero que además de englobar en que haya leyes para que nos emparejen al mismo tiempo las leyes deberían contemplar cada una de las diferencias. Para mi no se trata de la igualdad se trata de la diversidad”.

3.      Otra de las insistencias son las situaciones de vida de las personas trans, en su mayoría obligadas a ejercer la prostitución como única salida para sobrevivir. Un ejemplo de esto, puede verse en 2015 con el travesticidio de una de las referentes del activismo trans, gestora de la Ley de Cupo Laboral Trans en la provincia de Buenos Aires, Diana Sacayan.

4.      Insiste la apuesta a las generaciones futuras, a la “Educación en la diversidad” de niñxs y jóvenes.

5.      Insisten frases que hablan de cicatrices históricas de la discriminación que van desde el padecimiento de la patologización de la diferencia, cuando lxs entrevistadxs necesitan aclarar “somos comunes”, “somos normales”, “no somos malos”, etc.

Las marchas del Orgullo LGBTTIQ, generan condiciones para disponer un espacio-tiempo, público que permite a los cuerpos, en-el-entre-muchos, instalar en acto las diversidades. Los cuerpos se manifiestan más allá de las palabras y en ese estar parecieran interpelar significaciones imaginarias sociales instituidas que han disciplinado los géneros, estigmatizando las diversidades sexuales. En estas marchas había personas que se nombraban en referencias a identidades como por ejemplo diciendo “soy gay”, personas que no quieren ser encorsetadxs en una identidad; y personas que se presentaban más que desde una identidad desde un “estar”, como por ejemplo “hoy estoy gay”, “soy hetero flexible”, etc. Estos últimos más que identidades son existenciarios. Acá en estas marchas, hay cuerpo que en tanto pueden interpelar y ridiculizar los géneros instituidos parecieran enunciar otras realidades que dice de las diversidades; son cuerpos que en acto expresan. Se resquebraja un modo de ordenar las diversidades, ponerlas en fila, clasificar en códigos binarios que mientras operan reductivamente sobre la complejidad de lo real, instituyen jerarquías y desigualdades entre lo Uno y la diferencia. Es en estos cuerpos donde operan las estrategias biopolíticas de disciplinamiento y expulsión. Este dispositivo de la Marcha del Orgullo permite otros estares en lo público al mismo tiempo que en otros públicos para las corporalidades. Durante la Marcha, en-el-entre-muchos se arma un común que se compone de diversos climas entre los que predomina la alegría, la fiesta, los reclamos. Al modo de un rizoma, parecen abrir a una infinidad de sentidos posibles que no terminan con el cierre del evento. Política y fiesta en un mismo andar en ese-entre-muchos que abraza la fuerza de lo colectivo y resguarda la singularidad estética-sexual-política de cada quien.


 

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