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Resumen para el Segundo Parcial  |  Adolescencia (Cátedra: Barrionuevo - 2018)  |  Psicología |  UBA

Adolescencia y juventud (Barrionuevo)

Juventud: Tiempo lógico que se extiende desde el momento en el cual el sujeto se desprende de lo endogámico, que lo familiar le provee como espacio protector, y se enfrenta a las exigencias del mundo complejo.

Podría ser considerada expresión del trabajo psíquico supuesto en la salida exogámica de un sujeto que se inserta en la dinámica de las relaciones sociales y económicas que caracterizan al mundo histórico-socio-cultural en el que vive, con el hallazgo del objeto, y la construcción de proyectos: laboral, profesional y maternidad o paternidad.

Juventud como un momento lógico en la que el sujeto se encuentra en condiciones de abandonar el espacio endogámico familiar y reconociendo, definiendo y haciéndose cargo de su propio deseo, identificándose con proyectos propios que tienen un grado de realización diferente que aquellos del tiempo de la niñez o de la adolescencia, marcados por la ilusión de omnipotencia narcisista. El joven debe enfrentar la preparación y construcción de un proyecto de vida propio. Al adentrarse en las condiciones de vida q presenta la sociedad en la q vive, se le plantea un conflicto entre exigencias en relación al futuro por parte de las generaciones que le preceden y la pretensión adolescente de vivir plenamente en el presente.           

Los jóvenes tienen ideas, proyectos, propuestas, lo que implica que pretenden hacerse escuchar y no sólo obedecer a los mandatos y esto implica un trabajo psíquico a enfrentar.  En tanto el sujeto se encuentra atravesado por lo histórico-socio-cultural que lo determina a través de procesos identificatorios que se inician en el vínculo con el Otro familiar, la compleja tarea que supone construir y asumir un proyecto propio plantea doble trabajo: desasirse del deseo del otro y enfrentar una realidad del mercado con escasas o mezquinas posibilidades para la juventud y para un cada vez mayor desempleo o despidos.

Cuando el trabajo de duelo que caracteriza al inicio de la adolescencia comienza a entrar en su fase final, o de elaboración propia, se presenta otro duelo que reactiva el duelo por los padres infantiles que había conducido a un proceso de desasimiento en dos terrenos:

            En un comienzo el niño coloca a su padre en el lugar desde el cual provienen sus propios pensamientos, como referente permanente, como garante de su ser. Luego en la adolescencia, con la caída del padre del lugar omnipotente, una idea, una institución o un líder determinado, como subrogado paterno, en conjunción con la identidad sostenida por el grupo de pares, servirán de respaldo para la construcción de valores e ideales propios y toma de decisiones. Ambivalencia afectiva: coexistencia de mociones cariñosas y hostiles hacia el padre, primero amado y admirado y luego reconocido como molesto perturbador de la propia vida pulsional, complejo que luego se desplaza hacia sustitutos o subrogados paternos, los profesores. También se presentará en la órbita del complejo fraterno hacia pares o figuras significativas en procesos identificatorios.

Complementariamente al trabajo de desprendimiento de lo familiar, la posibilidad de investir con libido narcisista a pares le permite desmentir diferencias a través de estados afectivos con un objeto que es amado porque tiene lo que a uno le falta o que desearía tener, como doble especular complementario; mientras que como doble especular opuesto u hostil, otro es ubicado en el lugar de lo insignificante o despreciable, lo que le permite criticar o menospreciar lo que rechaza de sí mismo.

 Los procesos identificatorios que unieron al sujeto con los padres de la infancia y de la adolescencia no desaparecen sino que forman parte constitucional del carácter.

En la juventud la construcción de un lugar propio como sujeto, ser, tiene relación directa con la posibilidad de pensar, como síntesis de lo personal y lo social, esencial en la posibilidad de toma de decisiones, en lo referente a la elaboración de un proyecto de vida. Y es en relación con este trabajo de toma de decisiones que se plantea un doble proceso de duelo:

La construcción de un proyecto de vida se realiza en un terreno de muertes, propias y ajenas, en una encrucijada angustiante ante lo irreductible de lo real representado en el futuro. Esta construcción está en directa relación con la solidez de su posición subjetiva, en tanto el proyecto es uno de los tantos escenarios del fantasma.

 

ELECCIÓN DE CARRERA U OCUPACIÓN LABORAL (Los jóvenes ante la incertidumbre de la elección vocacional (Cibeira- libro)

 

La desorientación en cuanto a la elección vocacional sería un equivalente al desorden que en la adolescencia se produce en todo terreno, es consecuencia de la conmoción estructural.

En el tiempo de la globalización la elección de una carrera o de una ocupación laboral enfrenta lo incierto, la inseguridad, a diferencia de lo que sucedía en otras décadas donde la educación y el trabajo poseían y otorgaban estabilidad y regularidad tranquilizadoras.

El joven se encuentra hoy ante un panorama socio-político-económico en el cual la incertidumbre y el azar se integran a las variables que el sujeto debe considerarse para la construcción de proyectos y elección de trabajo.

El proyecto surge en lo esperable desde el propio joven, en tanto el deseo se ubica en relación a un futuro, al producirse la consolidación o fortalecimiento del fantasma. Comienza el joven a re-considerar su posición en relación a los otros y en cuanto a un futuro en el contexto en el q le ha tocado vivir.

 

LA METAMORFOSIS EN EL HALLAZGO DE OBJETO

 

Freud incluye el hallazgo de objeto, el establecimiento de un vínculo amoroso con cierta o relativa estabilidad luego de los intentos de acercamiento al otro sexuado en los primeros tiempos de la adolescencia. Existirían dos caminos para este hallazgo que se realiza por apuntalamiento en los modelos de la temprana infancia y el narcisista que busca al yo propio y lo encuentra en otros.

En la construcción de proyectos para un futuro se incluye como posibilidad la elección de partenaire, o pareja sexual, a quien amar, aceptando las diferencias y las limitaciones o distancias respecto de ideales inalcanzables.

(“Trabajar” supone el sostenimiento de una actividad con cierto grado de creatividad o productividad y no una tarea alienante-alienada)

Amar verdaderamente implicaría poder aceptar al otro con sus virtudes y sus limitaciones, supone reconocer las diferencias entre el sujeto y el objeto de amor, confluyendo corrientes tierna y sensual en un vínculo que adquiere cierta permanencia o estabilidad, superando e integrando el propio narcisismo.

Mientras que Lacan sostiene que al amar se da lo que no se tiene, teniendo en cuanta que el amor se enlaza con el deseo. En cambio, cuando se da al otro lo que se tiene sería “dar mierda”. En la juventud se produce una relación complejo de Edipo-complejo de castración, que permite que se pueda llegar a resignar ser el falo para poder tenerlo y por lo tanto “poder hacer con él”, es por ello la expresión al amar se da lo que no se tiene, teniendo en cuenta que el amor se enlaza con el deseo.

Junto con el amor y la elección de pareja, con el logro de una relación amorosa con relativa estabilidad, se presenta la posibilidad de concretar la maternidad o la paternidad inserta en un proyecto de vida. Ser padre o madre implica reconocer la inevitabilidad de la propia muerte al ubicar al hijo como continuidad de la vida en otro ser en el que se “introduce” el propio narcisismo, enfrentando al mismo tiempo el duelo por la muerte de los propios padres al desplazarlos hacia el lugar de abuelos. La paternidad a igualar o a sobrepasar al propio padre puede llegar a provocar desde fuertes sentimientos ICC de culpa como derivación de la fantasía de asesinato (Winnicott). Ser padre implica un complejo proceso simbólico que supera por cierto la dimensión de la acción de procrear.

 

CARÁCTER (ver carácter y erotismo anal-Freud)

 

Freud sostiene respecto al carácter “Eso difícil de definir que se llama carácter es atribuible por entero al yo”.  Sería la forma en que el sujeto adquiere expresión en el yo la relación entre los sistemas yo-ello-superyó como producto de identificaciones diversas que marcaron la historia de la constitución subjetiva en su conjunción con formaciones reactivas y sublimación. El carácter hace al sujeto reconocible a través de sus manifestaciones que le dan un “sello” o “marca” diferenciable, peculiar, en cuanto a su forma de ser en el mundo y en sus relaciones con los otros.

Está construido con el material de las excitaciones sexuales y se compone de pulsiones fijadas desde la infancia, de otras adquiridas por sublimación y de construcción destinadas a sofrenar unas mociones perversas. Importancia de las identificaciones con figuras significativas de distintos momentos de la vida y también aquellas que se produjeron en vínculo que se rompieron o se disolvieron, pero dejaron marca como precipitados en el carácter.

 

PULSIÓN

 

Aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia da su trabazón corporal.

Los síntomas se sostienen en la energía de la pulsión sexual, son inconciliables con las restantes por lo que son segregadas por acción de la represión. La pulsión reprimida nunca cesa de aspirar a la satisfacción plena y que todas las formas sustitutivas, reactivas o sublimaciones son insuficientes para cancelar su tensión acuciante.

Cuatro destinos: Trastorno hacia lo contrario / Vuelta hacia la propia persona / Represión / Sublimación.

 

 

SUBLIMACIÓN (uno de los destinos de la pulsión)

 

Se la define para explicar ciertas actividades humanas que aparentemente no guardan relación con la sexualidad, pero que hallarían su energía en la fuerza de la pulsión sexual. Es un proceso por el cual la libido es canalizada hacia actividades aparentemente no sexuales (creación artística y trabajo intelectual). Implica el cambio de objeto, permite el pasaje a otra satisfacción distinta de la satisfacción sexual pero igualmente emparentada psíquicamente con ella, siendo la satisfacción por sublimación comparable a la q se procura por ejercicio directo de la sexualidad. Proceso ICC por el cual la pulsión reemplaza un objeto sexual por otro en apariencia no sexual, connotado con ciertos valores e ideales sociales y además se cambia el fin por otro no sexual sin perder su intensidad. Obtiene la satisfacción sin represión. Posibilita que actividades psíquicas superiores desempeñen un papel tan sustantivo en la vida cultural.

Según Lacan la satisfacción que se obtiene con la sublimación es paradójica pues entra allí en juego algo del orden de lo imposible, con lo real. Implicaría el reemplazo de un goce no conveniente, parasitario, por otro posible, acotado, vía emergencia de deseo.  Lo que cambia no es el objeto sino su posición en la estructura del fantasma, cambia la naturaleza del objeto

La sublimación en la adolescencia tardía iniciaría el camino hacia el acatamiento de la normatividad de la moral y las buenas costumbres definidas desde lo cultural.

 

SINTHOME

 

Cuarto anillo que permite a lo R S I mantenerse unidos, garantiza la cohesión del nudo, a través de la compensación o suplencia de la falta o dimensión de la función paterna (Neurosis: reforzamiento de la función del Nombre del Padre). La función del Nombre del Padre es “dar nombre  a las cosas” y de estar forcluido (como en la psicosis) tendría consecuencias en la estructuración de la posición del sujeto.

Sinthome como un “artificio”, suplencia, tiene por función reparar el nudo en el lugar de la falla. Solidificación o rectificación de la posición subjetiva. Sólo un “saber hacer allí con” puede ser sinthome si cumple función de anudamiento en un lugar de falta. En tanto el sujeto pueda nombrarse como “siendo” por su quehacer “algo” que lo identifica (Joyce: “soy escritor”). Nombrar, dar nombre, “identifica”, distingue y da existencia.  

En la clínica se podrá ir descubriendo cómo y dónde podrá construirse un sinthome que sea propio porque cada uno es responsable de su saber hacer. Un taller de creación puede ser lugar propicio en donde el decir, a través de diversas formas de expresión estética o de quehacer laboral, encuentre medios para realizar su sinthome.

Cada quien en lo esperable, ubicará una actividad y un material que la sostenga, que provoque goce y con esto y una nominación para el sujeto como quien a aquella se dedica y así se apuntala la estructura y se sostiene el yo.

La construcción y el fortalecimiento del sinthome están en relación con los avatares de la constitución subjetiva, por lo que en la adolescencia algo referido a un replanteo o a la consolidación del sinthome está en juego.

 

Se debe estudiar la relación permanente entre los destinos de la pulsión en la adolescencia, analizando en cada caso el lugar q la sublimación, en tanto sin represión, posee desde la pubertad, en una interrelación q llevará, con la consolidación del reposicionamiento subjetivo a la construcción de un sinthome en el cual se sostiene el sentimiento de si del sujeto, lo cual se producirá en los momentos subjetivos definidos como “juventud”.

Hay que diferenciar síntoma de sinthome. Freud define al síntoma como construcción o transacción entre el deseo y la prohibición, en la cual se desvía, se deforma algo inquietante para el sujeto, pensamiento o fantasía, al mismo tiempo que en ese producto se devela lo ocultado como símbolo. Lo define como disfraz o marcara que no llega a hacer desaparecer aquello que como función debe ocultar, en tanto en el mismo encubrimiento se descubre o se denuncia lo encubierto. 

Para Lacan el síntoma funciona como una metáfora que opera como una complejidad de significantes que están en relación sustitutiva con algo. Sustitución que deja un resto no simbolizable que denominara objeto a, u objeto causa del deseo. Y en el nudo borromeo el síntoma se encuentra en el lugar del intento de vérsela con lo real a través del registro simbólico, en un avance o desborde de este último sobre aquel con el empuje del goce fálico, como resultado de procurar procesar lo imposible de lo real a través de la dimensión simbólica

 

JUVENTUD EN TIEMPOS DEL CAPITALISMO TARDÍO.

 

Las características del momento histórico influyen en expectativas y proyectos que se construyen y en las posibilidades de concreción de los mismos.

Estimulándose el presente y la inmediatez, el sujeto alineado en un frenético universo de compra-venta y consumo, suele vivir expectante y ansioso. El modelo económico genera exclusión y marginación.

Con preocupación por la incertidumbre laboral, por la desocupación y por la corrupción derivada del sistema capitalista, los jóvenes saben que la estabilidad laboral no existe y que en poco tiempo, cualquiera puede ser reemplazado por otro, siendo despedidos con pobre indemnización o con ninguna. Se enfrenta a la inestabilidad laboral como variable permanente, lo cual no le permite construir fácilmente proyectos de vida a largo plazo.

Se les pide experiencia cuando se encuentran buscando tenerla. La sociedad de consumo ofrece una amplia gama de recursos que otorgan masivamente goce solitario, en encierro narcisístico que aísla y debilita o deteriora los lazos sociales.

 

Carácter y erotismo anal (Freud)

 

Personas en las que sobresalen 3 cualidades: Son particularmente ordenadas, ahorrativas y pertinaces. Investigando la temprana infancia de estas personas averiguamos fácilmente que necesitaron un plazo relativamente amplio para llegar a dominar la incontinencia fecal. Parecen haber sido de esos lactantes que se rehúsan a vaciar el intestino porque extraen de la defecación una ganancia colateral de placer. Inferimos en su constitución sexual congénita un resalto erógeno hipernítido de la zona anal.

Conjeturamos q la constancia de aquella tríada de cualidades de su carácter puede ser puesta en conexión con el consumo del erotismo anal. El erotismo anal es uno de esos componentes de la pulsión que en el curso del desarrollo y por la educación cultural se vuelven inaplicables para metas sexuales, y esto sugiere discernir en esas cualidades de carácter los resultados inmediatos y constantes de la sublimación de este. El aseo, el orden, la formalidad causan toda la impresión de ser una formación reactiva contra el interés por lo sucio, lo perturbador, lo q no debe pertenecer en el cuerpo. También se da un nexo entre el dinero y la defecación, posiblemente por la oposición de lo más valioso q el hombre conoce y lo menos valioso q arroja de sí como desecho. Indicar una fórmula respecto de la formación del carácter definitivo a partir de las pulsiones constitutivas: Los rasgos de carácter q permanecen son continuaciones inalteradas de las pulsiones originarias, sublimaciones de ellas, o bien formaciones reactivas contra ellas.

 

 

 

 

Transgresión adolescente y violencia social (Barrionuevo)

 

Trabajo del duelo, la pérdida tiene consecuencias en la vida anímica del sujeto (Ej, perdida de trabajo, de ser amado, de expectativas o probabilidades, debilitamiento de objetivos o proyectos vitales). El duelo patológico se haya ligado a las actuaciones transgresoras.

Lo que se perdió (ser amado, posición económica, trabajo, etc) eran puntos de anclaje q brindaron al sujeto cierto reconocimiento de ser. Con el duelo queda implícita la propia muerte, hay una doble pérdida: del objeto amado y del sujeto en ese espacio de amor. No es ante cualquier pérdida q sobreviene el duelo sino cuando esta arrastra un pedazo del sujeto. Es la existencia la q se pone en juego.

En la clínica se escucha que ahora que perdió el amor/puesto en la empresa/etc ya no tiene nada por lo que vivir, que “es nada”, apelándose a una identificación con lo inanimado. Identificación q puede tomar diferentes formas de expresión en el discurso, significando el desfallecimiento de la imagen especular y el estrechamiento o clausura del horizonte para la propia vida. El orden simbólico se trastoca y es en referencia a la imagen de quien partió desde donde el sujeto se anuda, y ya no se enuncian preguntas por lo q perdió sino q se hace frente a lo real de la pérdida con la certeza de q lo q se perdió fue el propio sujeto, y como consecuencia, el sentido de la vida.

Aparece el odio como posibilidad de ligar la palabra a la imagen del objeto perdido, pero q en la melancolía se vuelve contra la propia persona. Se afirma la negación de su existencia, quedando todo el tiempo al borde del acto con riesgo de la propia vida como forma de poner fin a su dolor de existir.

En el mejor de los casos es el acting out, q está dirigido a Otro y supone una demande de amor. Cuando el cuarto nudo (sinthome) se muestra frágil o débil para sostener la cohesión del nudo borromeo de 3, puede buscarse una supuesta salida: a través del acto, como salida del mundo simbólico y como cultivo puro de pulsión de muerte, la agresión puede manifestarse en violencia hacia la propia persona o hacia otros.

Ante la injusticia o la violencia social (o bien cuando se supone q existen) la actuación transgresora lejos de está de constituirse en respuesta valedera a aquella, es una búsqueda de salida individual dentro de las patologías del acto.            

En las patologías del acto (intentos de suicidio, drogodependencias, actuaciones trasgresoras) la impulsión o la tendencia a pasar al acto es el recurso utilizado en tanto si bien el sujeto en estas problemáticas habita el lenguaje no puede apelar a este en ciertas circunstancias en las q el afecto desborda el procesamiento psíquico. En las patologías del acto el sistema protector o entramado de contención constituido por el lenguaje tiene puntos de debilidad o fallas, no alcanzando para impedir q el sujeto quede a merced del goce del Otro (no teniendo eficacia para ponerle limite a dicho goce)    

En el acto se perfila un sujeto en una posición de goce silencioso, en el terreno del autoerotismo, un goce apartado de la palabra. Un apelar al acto con el cual es sujeto supone poder ponerse a salvo de la castración.

Es la función paterna la q permite poner coto al goce materno (producciones diversas pueden instalarse en procura de ese objetivo, pero la privilegiada es el lenguaje), resultado de procesos intelectuales superiores. El pasaje de la madre al padre puede ser entendido como transmutación de goce: de un goce casi mitifcable (arcaico) a formas de goce fálico (enlazado a la palabra, al STE; procesos superiores, reflexiones, juicios)

Cuando en esa transmutación se producen fallas, es posible ubicar vacilaciones o fracasos en la reconstrucción del fantasma. La presentificación de un goce arcaico es fuente de impulsiones y formas de acting out y pasaje al acto.

Hay tres caminos frente a la privación: La palabra cuando la reconstrucción del fantasma se produce adecuadamente en la adolescencia y el sujeto busca caminos posibles creativamente / Puede caerse en la resignación, duelo patológico (regresión del narcisismo y a la fase sádica, suicidio) / Salida a través del acto (acting out o pasaje al acto) puede conducir a la transgresión.

En tanto la frustración no encuentra caminos de dialectización en el Otro social, la actuación es marca de la desmentida y conjuntamente con la desestimación de los peligros q puede llegar a afrontar, en ciertos casos la vida se pone en riesgo en la transgresión, mientras q en otros la marca de la aceptación de la existencia de una salida se orienta hacia la resignación (abandono de la propia persona)

           

(Del resumen del 1° parcial, de la parte 2 del libro de Barrionuevo)

ACTING OUT Y PASAJE AL ACTO: Es a través del acto en q se pueden expresar aspectos de la vida anímica, de fantasías o de emociones q el sujeto no puede poner en palabras. Se entiende el acting out como un acto realizado por el sujeto sin conocimiento de lo q lo motiva. Es una acción enmarcada en cierta escenificación, q lleva el sello de la repetición. Implicaría una vacilación fantasmática produciendo una confusión en la q el sujeto queda absorbido por el objeto en su valor de goce. 

            Si bien ambos son reacciones del sujeto ante la angustia, en el primero el sujeto permanece en escena y su actuar es un mensaje simbólico dirigido al Otro, mientras q en el pasaje al acto hay salida de la red simbólica, una huida del Otro hacia la dimensión de lo real con disolución del lazo social. En el pasaje al acto el sujeto se desengancha de la cadena significante y en tanto no se siente representado por significante alguno queda en lugar de “desecho”, se deja caer como puro objeto, se deja caer al a.

 

Agieren, llevar a la acción, refiere a la tendencia de un sujeto en análisis a actuar movimientos pulsionales q la labor analítica pone en evidencia, viviendo así en el presente deseos y fantasías Icc. (F) lo opone a erinnern (recordar). El actuar puede darse más allá de la dimensión transferencial propuesta por el análisis. Es posible pensar la actuación relacionada al esfuerzo desmentidor, en un intento de preservar el autoerotismo por medio de la acción. El sujeto enfrentado a la angustia recurre al acto con el propósito de eludirla.

En la definición de adolescencia decíamos q implicaba un reposicionamiento en relación al objeto a, q nunca puede alcanzarse; sería “causa” del deseo y no aquello hacia lo q el deseo tiende. Pone en movimiento al deseo, por lo cual las pulsiones no intentan obtener el objeto a sino q giran en torno a él. Es el objeto de la angustia.

En el acting out, en el campo de un análisis, es la exclusión, a nivel del lenguaje, de un elemento simbólico q retorna desde lo real como comportamiento inquietante, provocador, exigiendo algo. En el intento de eludir o sortear la angustia el sujeto en acting out apela al Otro, personificado por el analista. Mientras q en el pasaje al acto el sujeto apuesta ante la indeterminación o la inconsistencia del Otro, otro no atravesado por la función paterna, con la certeza de q no hay escucha para su padecer.

 

Adolescentes que se autolesionan ¿tramitación de la angustia? (Barrionuevo)

 

En los últimos años comenzaron a presentarse con frecuencia en la clínica una serie de conductas autolesivas voluntarias. Encontraremos un déficit en la disponibilidad de recursos psíquicos de mayor nivel de complejidad para hacer frente al conflicto y la angustia; la agresión hacia el objeto se dirige al sujeto. Las acciones son descargas de una tensión que no puede ser cualificada. El dolor físico puede ser utilizado para aliviar o anestesiar el sufrimiento psíquico.

En adolescentes gravemente perturbados, los cortes en la piel serían modos de hacer borde donde no lo hay o donde es precario. La conducta masoquista puede ser un intento de apuntalar a un self tambaleante. El placer y el dolor actúan recortando ciertos estímulos con respecto al resto, contribuyendo a definir como real lo q tenga esas cualidades (si algo duele, o si produce placer, entonces existe). Lo que debió ser sentido y pensado, escapa la simbolización y se convierte en una acción ejecutada sobre la piel.      Se produce la acción pulsional directa a través del cuerpo.

En los orígenes de estas patologías se encuentra una insuficiente empatía de la madre (o sustituto) q no le permite decodificar las sensaciones y desarrollos de afecto del bebe, con lo  cual éste va a permanecer en un estado donde dichas sensaciones y afectos no podrán ser cualificados.  Además de un aporte insuficiente en la instauración de la función del yo de autoapaciguar o calmar la angustia, sólo tienen disponible la vía de la supresión inmediata del estímulo a través de una acción motriz. Los jóvenes q se lastiman no buscan el alivio en el contacto reparador con el semejante ni consigo mismos, sino q evitan el sufrimiento emocional a través del dolor físico.

¿Por qué se da tanto en la adolescencia? La oferta (difusión de prácticas de modificación voluntaria del cuerpo) q proviene de la cultura de pertenencia se combina con la necesidad del adolescente de adquirir o afianzar su identidad; y de q en la adolescencia hay un exceso de difícil tramitación (plus q queda sin representación y va a buscar la vía de la acción)

 

Adolescencia y tecnologías de la información y la comunicación (Belcaguy)

 

PROBELMAS VINCULADOS AL USO DE LAS TICs

 

Los beneficios que genera en nuestra vida el uso de Internet, de las redes sociales y los dispositivos electrónicos son incuestionables, pero se han estudiado una serie de trastornos físicos y psicológicos ligados a su utilización inadecuada o excesiva, especialmente en los adolescentes. Describiremos brevemente algunos de ellos.

 

Trastornos físicos:

Entre los trastornos físicos se destacan las lesiones por movimientos repetitivos por el uso constante de computadoras, tabletas; la tensión ocular que se produce por permanecer más de ocho horas diarias frente a una pantalla, los daños en la audición y el sobrepeso u obesidad debido a la gran cantidad de tiempo frente a la computadora o los dispositivos móviles, que llevan a adoptar un estilo de vida sedentario.

Un tema a destacar es el insomnio adolescente generado por el uso de múltiples redes sociales disponibles.

 

Trastornos psicológicos:

-El síndrome de la llamada imaginaria hace referencia a que los usuarios de dispositivos móviles han sufrido alguna vez la alucinación de que su celular había sonado o vibrado sin que en realidad lo hubiera hecho.

-La nomofobia, que es un término derivado de las palabras 'no', 'móvil' y 'fobia', describe la angustia causada por no tener acceso al celular, que puede variar desde una ligera sensación de incomodidad hasta un ataque grave de ansiedad.

-El cibermareo que hace referencia al mareo que sienten los usuarios de aparatos de realidad virtual, parecidos a los que algunas personas sufren cuando viajan en un medio de transporte.

-La depresión del Facebook alude a que algunas personas se deprimen porque tienen muchos contactos en las redes sociales, otros por la falta de ellos.

-La dependencia de Internet es la necesidad enfermiza de estar todo el tiempo conectado a la red. En casos extremos, se configura un vínculo adictivo que puede llegar a afectar seriamente la vida privada y social.

-La dependencia de videojuegos en línea ha sido incorporada como adicción en el DSM-V, que permite a miles de personas interactuar en forma simultánea en un mundo virtual. El más popular es el World of Warcraft que cuenta con once millones de suscriptores en todo el mundo.

-Las personas afectadas de cibercondria están convencidas de que padecen alguna o varias enfermedades de cuya existencia se han enterado por Internet.

-El efecto Google ocurre cuando el cerebro se niega a recordar información como consecuencia de la posibilidad de acceder a ella en cualquier momento vía Internet. Esto lleva a las personas a preguntarse para qué aprender algo de memoria si los buscadores nos permitirán encontrar un dato cuando lo necesitemos.

El síndrome del 'doble check' que está relacionado con el uso del Whatsapp. Se trata de un estado de ansiedad que padece el sujeto al ver que el destinatario del mensaje no respondió pero ha estado conectado después de recibirlo o está 'en línea'.

 

Riesgos:

La encuesta de Unicef antes citada 14 puso en evidencia que los adolescentes se ven, en ocasiones, expuestos a situaciones de peligro en la circulación por las redes.

El ciberbullying es una de las formas de acoso cibernético más frecuente y riesgosa. Consiste en una acción entre pares, en la cual se atormenta, amenaza, hostiga, humilla o molesta a otro a través de Internet u otras tecnologías telemáticas. Se trata de una problemática grave dado el anonimato de quien lo ejerce

  1. Subir a Internet una imagen comprometedora (real o modificada), información personal sensible o cosas que avergüencen o perjudiquen a la víctima y se hace circular en su entorno de relaciones.
  2. Crear un perfil falso en redes sociales con información difamatoria
  3. Realizar comentarios ofensivos o denigratorios en las redes sociales, en grupos, juegos online o por celular.
  4. Usurpar la identidad del acosado o robar información
  5. Hacer circular rumores sobre la víctima que supongan acciones reprochables o condenables, haciendo que otros, sin cuestionar lo publicado, acosen o maltraten a la víctima por tales hechos.
  6. Enviar mensajes amenazantes por sms, e-mails u otras redes, persiguiendo y acechando a la víctima, provocándole una sensación de opresión constante.

 

Otra práctica online muy frecuente es el denominado grooming, realizada por un adulto para ganarse la confianza de un menor, fingiendo empatía y cariño. Es un acto preparatorio de otro, de carácter sexual más grave, ya que el acosador, al ganarse la amistad y crear una conexión emocional con la víctima, disminuye sus inhibiciones y facilita el acercamiento progresivo, propiciando el abuso sexual fuera del ámbito virtual.

El sexting consiste en el envío de contenidos de tipo sexual producidos generalmente por el remitente, a través de celulares. El envío de fotografías y vídeos de contenido sexual, tomados o grabados por el protagonista de los mismos suele realizarse mediante el teléfono celular.

Cuando el sexting es utilizado para chantajear a otro se lo denomina sextorsión, un procedimiento delictivo mediante el cual se amenaza con la publicación de fotos o vídeos para obtener algún beneficio, como medio de presión, chantaje o explotación.

 

REDES VIRTUALES E IMAGEN CORPORAL

 

La sociedad de consumo nos seduce con un ideal de perfección que sería posible comprar, una imagen perfectamente amable si se “completa” con las prótesis que el mercado ofrece.

Una de las particularidades de la comunicación a través de las redes sociales reside en que el usuario puede generar una imagen virtual de sí mismo que lo presente como poseedor de los atributos que le otorguen completud imaginaria, al modo en que se produjo la experiencia del infans frente al espejo durante la fase del espejo descripta por Lacan26. Identificado con una imagen completa y valorada de sí, buscará cierta seguridad de ser aceptado por el otro, un otro que adopta la misma actitud, es decir, que también busca un “me gusta” de parte de su interlocutor.

Los vínculos virtuales tienen la particularidad de que se pueden establecer sin necesidad de la presencia física del otro. A esto P. Sibilia lo denomina descorporificación: nos comunicamos a través de un aparato con alguien que está en algún lugar, pero estamos en realidad en contacto con un aparato.

Por medio de estas herramientas es posible darse a conocer a otro/s de la manera deseada; el sujeto mostrará el aspecto más amable de sí o el que considere más efectivo a fin de establecer una relación con el interlocutor.

A través de una imagen que lo representa el adolescente se mostrará ante el otro con una imagen integrada, lograda, de acuerdo a sus intereses, preferencias o ideales. La imagen elegida será aquella que lo acerque a la perfección deseada, que lo muestre como quisiera ser frente a su interlocutor.

En las relaciones frente a frente, no se tiene dominio sobre lo que el otro percibe, mientras que la imagen virtual ´colgada´ en las redes sociales funciona como un espejo ubicado en el lugar indicado para que se refleje en él todo lo que se considera valioso y digno de ser mostrado.

Para sostener el engaño, será indispensable que el encuentro cara a cara de los participantes no se produzca, dado que haría añicos la imagen que se ha expuesto ante el observador.

Las dificultades del adolescente con su propio cuerpo ´metamorfoseado´, tan propio y tan extraño al mismo tiempo, y del proceso de duelo que debe llevarse a cabo para tramitar los cambios que acontecen en un corto período de tiempo. También es muy fuerte el deseo de encuentro con otro que es temido en la misma medida en que se lo desea.

 

EMPLEO DE LAS TICs Y SOCIEDAD DE CONSUMO

 

La irrupción de las nuevas tecnologías convoca a examinar su incidencia en los procesos identificatorios que se llevan a cabo en la adolescencia.

El planteamiento de esta problemática supone, al menos, dos cuestiones a considerar:

- se trataría de la recreación o reformulación del lazo social en el contexto de una sociedad de consumo que promueve la constante apropiación de “gadgets”

- o bien pondría en evidencia la devaluación de la subjetividad, es decir, el predominio de lo virtual-imaginario sobre el orden simbólico, reforzando así la retracción narcisista de un goce en soledad que, paradójicamente, “conecta” al sujeto, en todo momento y en todo lugar, con una multiplicidad de otros, muchos de ellos casi anónimos y con una superficial implicancia afectiva.

Estas dos perspectivas, aparentemente opuestas, podrían articularse, toda vez que el lazo social se despliega en el contexto socio-cultural que lo moldea y le suministra los escenarios a través de los cuales se pone en juego.

La diversidad de herramientas tecnológicas de última generación supone la satisfacción de “nuevas” necesidades, la creación de las mismas: el sujeto se dirige, sin más, a su encuentro, sellando así el vínculo con el objeto. Es éste, en consonancia con el discurso capitalista, el que imprime ciertas particularidades a la subjetividad de nuestro tiempo, situación que desde el imaginario social se legaliza en la ilusión de un goce para todos.

Lo apuntado adquiere particular relevancia si consideramos que el adolescente es atravesado por una “conmoción estructural” cuyas implicancias, entre otras, se relacionan con el replanteamiento del sentimiento de sí, de la identidad del sujeto, dejando atrás los lazos identificatorios de la infancia que serán sustituidos por el advenimiento de nuevas identificaciones asentadas en el grupo de pares o tribus, y en otros personajes idealizados de la cultura.

El observar-ser observados se inscribirá en dirección a ser aceptados por la mirada del Otro: aquellos otros-contactos-twitteros que forman parte del universo de pares, amigos, familiares o casi desconocidos.

Las redes sociales ofrecen imágenes y textos de caracteres acotados, testimonios de la vida privada que deviene en pública, y en los cuales la imagen corporal posee un papel central. Bajo tal modalidad se establece la relación que esta mostración-exposición guarda respecto de la reestructuración de la imagen corporal, al irrumpir, con el advenimiento de la pubertad, nuevas modalidades de goce.

 

Identidad de género: construcción subjetiva de la adolescencia (Vega)

 

SOBRE LA IDEANTIDAD EN RELACION A LA SEXUALIDAD: EL GENERO

 

Para el modelo freudiano, el aparato psíquico se construye en base a disposiciones anátomo-biológicas en un contexto intersubjetivo en el cual la meta es doble: la satisfacción y la perpetuación de la especie

La sexualidad infantil está doblemente determinada, por un lado: por las mociones de las pulsiones parciales que tienden a la satisfacción; por el otro y simultáneamente, por una cultura que se le impone al sujeto.

Esta idea de ser atravesado por la cultura y también por deseos, goces y palabras de Otros es lo que Lacan llama “el baño del lenguaje”. Un niño deseado o no, es pensado y nombrado desde afuera antes de haber llegado al mundo, el nacimiento lo empapa con un mundo de palabras, baño de palabras que no entiende todavía.

Algunos pensadores afirman que los niños al nacer son sexualmente neutros (en referencia a la bisexualidad constitucional).

El ser humano nace entonces inmerso en una cultura que indica también “cómo son y deben ser” los hombres y las mujeres, cómo deben comportarse y relacionarse entre sí. A través de esos elementos simbólicos va construyendo la escena fantasmática de quién es cada uno.

La identidad sexual es una construcción gradual que depende de múltiples factores: la relación con la madre, el padre, la de ambos entre sí, la escuela, los pares, los emblemas en los medios de comunicación, el ambiente socio- cultural en el que se vive, para mencionar solo algunos.

Freud describe la niña como “un pequeño varón” que va emergiendo a través del dolor de reconocerse castrada.

El lugar de la mujer moderna estaba vinculado a 3 mitos: la maternidad natural, la pasividad en la erótica femenina y el amor romántico. Estos tres pilares tenían a su vez, su correlato en el mundo de los varones: como seres proveedores en lo económico, racionales y conquistadores.

El termino genero significa nacimiento.

El Género es una construcción social y no la resultante de la separación natural de roles inherentes a la condición biológica de los sujetos. La diferenciación entre los géneros es configurada y delimitada por la estrategia histórico-política de disciplinamiento del cuerpo social e individual propio de las sociedades.

sexuación propia de la adolescencia constituye uno de los aspectos más importantes de la identidad y que la construcción de la identidad de género del adolescente actual no se trata de una cuestión binaria traducida a términos psicoanalíticos sino de otra dimensión atravesada por el lenguaje de Otros que replican determinado discurso acerca de lo femenino y lo masculino.

 

SOBRE LA ADOLESCENCIA

 

El despertar del erotismo genital que evidencia la finalización de la latencia, enfrenta al sujeto a una definición respecto de una posición sexuada. Retomando a Freud (1905), recordemos que el empuje pulsional de la pubertad impone la realización de un trabajo de unificación de todas las pulsiones parciales en torno a una nueva meta: la genital, ligada no solo al placer -genital- sino también a la perpetuación de la especie; aunque sabemos que la pretensión de cualquier unificación (sea psíquica, yoica, pulsional, identificatoria, amorosa, etc.) va ser siempre fallida por estructura.

Lo real de la pubertad es la aparición de los caracteres sexuales especialmente los secundarios, es decir la modificación de la imagen del cuerpo entonces es en un doble plano, en el cuerpo como objeto pulsional y el del cuerpo como imagen que la pubertad viene a trastocar a conmover al sujeto.

El adolescente se encuentra inserto en un medio familiar, en un contexto socio-económico-cultural particular y específico, que facilitará o perturbará en cada caso el trabajo de reposicionamiento subjetivo que se le exige, en tanto la adolescencia supone una movilización en diferentes niveles: individual, familiar y social.

El “saber hacer con la sexualidad”, construida durante la niñez, en la adolescencia se reformulará y habrá que construir un nuevo “saber hacer”. Se pondrá en juego la oportunidad de elegir, de que el sujeto se juegue un “margen de libertad” respecto de cómo ha quedado su deseo enganchado al deseo del Otro.

Dolto menciona la salida de la adolescencia como el momento en el que el hijo elige y actúa sin que el deseo y la angustia de los padres inhiba el suyo propio. Entendemos entonces la complejidad que conlleva la elección sexual puesto que significa “desasirse” no solo del Otro familiar sino también del Otro social/cultural y todos los entramados simbólicos que antecedieron y persistieron junto al sujeto.

El adolescente, no es otro que aquél inserto en el tiempo del capitalismo tardío

Benjamin propone los conceptos de intersubjetividad, complementariedad post-convencional y el de identificaciones plurales. Considera que el desarrollo no es unilineal y que es fundamental que pueda sostenerse la diferencia. “La forma postconvencional más diferenciada de la complementariedad simbólica, que ya no es concreta y proyectiva, requiere el acceso a las capacidades identificatorias flexibles de la vida preedípica”. El objeto mantiene entonces solo una ubicación temporaria en la mente del otro, puesto que cada quien constituye un centro de subjetividad en sí mismo. La relación intersubjetiva no es ni recíproca ni acorde. La tensión se da entre el deseo de cada sujeto de incorporar al otro y el de restringirlo a ser una imago intrapsíquica, una parte de su sí-mismo.

El género de una persona sería el resultado de la lógica binaria impuesta culturalmente, en donde el varón edípico discrimina de la representación que tiene de sí mismo todos los aspectos asociados a la fragilidad, la debilidad, etc, proyectando dichas cualidades al campo de lo femenino, de manera que las representaciones y; podríamos agregar “los estigmas” de la pasividad, la debilidad, hacen a la castración, y por ende al campo de lo femenino.

En el transitar adolescente actual, la sexualidad ya no es un terreno dominado o reservado únicamente para los varones o para los adultos como lo era en la modernidad. El acceso a la educación, la información y la globalización son recursos simbólicos que habilitan a los y las adolescentes al cuestionamiento respecto de su posición sexuada

 

Los jóvenes ante la incertidumbre de la elección vocacional (Cibeira- libro)

 

Dos áreas a considerar sobre la orientación vocacional

La orientación se ubica en el entrecruzamiento de tres campos: El del sujeto de la orientación, el del sistema educativo y el del mundo del trabajo

El sujeto: Se enfrenta a esta toma de decisiones todavía enmarcado en el reordenamiento narcisista q implica la adolescencia. Se encuentra apremiado por padres y educadores en un “se debe elegir, libremente”, mientras q desde el aparato productivo las posibilidades se muestras escasas o mezquinas. Clima de incertidumbre, desesperanza y escepticismo. La elección debe constituir un acto en el q el sujeto pueda jugar un deseo propio.

El sistema educativo: Fallas en el nivel medio: Por un lado falla estructural de no generar las competencias básicas para enfrentar nuevas exigencias académicas; y por otro no haber desplegado alternativas de “la ley simbólica cuya función es anudar el deseo del sujeto a la ley social”. Se debe pensar en la práctica de la orientación como una tarea imprescindible del esclarecimiento e información q le permita a un sujeto establecer recorridos q lo capacite para abordar dudas e interrogantes desde una posición pensante, crítica y creativa q permita un movimiento de búsqueda y definición.

El mundo del trabajo: Cambios en el mercado laboral y las demandas sociales de empleo; la globalización acentuó la desigualdad social. Incertidumbre ante estos cambios  y la permanente transformación del mercado.

Tarea de facilitar el encuentro de los jóvenes con la incertidumbre q permita desenmascarar y cuestionar la trama socio-económica y cultural q muestra ideales y verdades únicas para dar cuenta de elecciones lo menos discordantes posible con sus creencias y deseos.

 

Las versiones del padre: adolescencia, juventud y sus posiciones (Moreira)

 

La adolescencia y la juventud como posiciones anímicas encuentran su fundamento en ciertas  versiones del padre. Cada posición depende de la versión del padre de la cual el sujeto se sirve para ir más allá.

            En Lacan encontramos un padre simbólico, uno imaginario y otro real.

En las construcciones de Freud, elaboradas  principalmente, a partir de su propia casuística se ve la puesta en práctica y a los preliminares de un asesinato cuya víctima no es otra que el padre.  En dichos textos, la muerte de un padre que accede al goce primordial, al supuesto goce puro, se presenta siempre como resultado de un acto criminal. Llamativamente esta  muerte del progenitor que prohíbe no abre las puertas al goce desenfrenado, sino que otorga mayor investidura a la prohibición.

 Satisfecho el odio con el crimen, el amor cobra valor y por vía de la identificación se instituye el superyó, al que se le atribuye el poder del padre a modo de castigo por la agresión llevada a cabo.  Este asesinato se encuentra en el fundamento del retorno del amor, de la instauración del vínculo social. ¿A qué nos referimos con lo social? Podemos definir el lazo o vínculo social, como una estructura en cuya articulación el adolescente se encuentra alienado, identificado de manera  inexorable. A esta estructura también la solemos llamar discurso, que como tal involucra por un lado, un modo de relación y por otro, la circunscripción de ciertos modos del goce. Lo social, en tanto vinculado al asesinato del padre varía en función de una específica versión del Padre. El padre freudiano, en todas sus versiones es considerado como un concepto límite, de corte.

 

PADRES DE TOTEM Y TABÚ (PADRE TERRIBLE)

 

El vínculo o lazo social implicado en esta configuración se basa en la  identificación a un rasgo (de goce), propio de la masa, que posibilita que el púber en medio de los “tormentos de la adolescencia” haga en masa lo que sólo no puede hacer. Recordemos que la masa es anónima y  por tanto su responsabilidad ante el goce es limitada.

La historia del padre primordial no es la historia del goce absoluto, sino que por el contrario pone en evidencia que este goce absoluto es imposible. El joven sólo puede acceder a goces acotados y circunscriptos por diversas versiones de este padre, como la totémica, la mítica y la religiosa, que oscilan entre el crimen y la restauración en función de una operación defensiva predominante (desmentida)

Dicho de otra manera, como relevo del padre muerto, asesinado, aparecen una variedad de versiones del padre que como un repertorio selecto instauran la ley y el deseo.  

 

EL PADRE DEL EDIPO (MATAR AL PADRE)

 

Hablar de Edipo, es recurrir como fundamento a la función del padre.  Si pensamos en términos de la relación entre ley y goce, hay una inversión dialéctica entre Edipo y el padre terrible de Tótem y tabú: en este último el goce se anticipa a la ley, mientras que en Edipo, la ley habilita al goce fálico, a la par que queda interdicto el goce del incesto materno.

Aquí, el vínculo o lazo social implica la identificación histérica propia de una posición de la adolescencia (caso Emma). A la par que la castración cobra eficacia mediante el recurso de la evitación.  Se trata de un padre que es muerto, que es asesinado, pero no se sabe quién es el homicida. Así, el hijo Edipo se encuentra inmerso en la tragedia de no saber a quién ha matado (“no saber” está estrechamente vinculado a la represión que inaugura un tiempo diferente, donde los rastros del asesinato pujan por acceder a la cc)

 

EL PADRE DEL MOISES (PADRE QUE NO HACE LA LEY SINO QUE LA TRANSMITE)

 

Finalmente y como otra posición de la adolescencia, como momento lógico de la negación, podemos hablar de un padre al estilo del Moisés. Este es un padre que porta la ley pero no la genera. Se trata de una ley que restringe el goce o dicho de otra manera instaura un goce como prohibido. Aquí el padre es ubicado en el lugar de la voz.

 

EL PADRE DEL NOMBRE

 

El segundo despertar de la sexualidad requiere del despertar de los sueños. Aquí, la estructura del sujeto del inconsciente es confrontada por lo real, un agujero en la simbolización, que tiene un efecto traumático. En este contexto, la adolescencia puede ser considerada como un síntoma que se constituye como una respuesta a ese real.

Joyce: “Retrato del artista adolescente”. Hay un pasaje del Nombre del Padre al padre del nombre “artista”, para cuya producción se apela a un remiendo que ata de una manera singular las piezas de la experiencia subjetiva.

El sinthome implica una suplencia del Nombre del Padre y opera, como el rasgo más singular que diferencia al sujeto. El nombre así logrado suple la función fallida del significante Nombre del Padre. Es notorio que este concepto subsume al de carácter síntoma y fantasma. Aquí, el síntoma adquiere valor no tanto como impedimento o inconveniente sino como lazo, mientras que la singularidad adquiere relevancia sobre las identificaciones vinculadas al Otro social y sus criterios. Estas singularidades son las diversas modalidades que el adolescente procura instaurar para resolver el real propio de la pubertad

El lazo social implica la identificación al síntoma, a la suplencia del  nombre del padre. Esta identificación remite al «tú eres esto» redactado por la prosa de Joyce. De alguna manera, el joven se constituye en un sujeto joyceano en la medida que le pone un nombre a aquello de lo que no se puede decir nada más. El síntoma o suplencia, por una parte, es una forma de goce por la muerte del padre primordial, imposible para el sujeto y por otra, se vincula a la verdad inconsciente de un deseo de muerte del padre.

 

Suicidio e intentos de suicidio (Barrionuevo)

Etimológicamente, suicidio proviene del latín: sui (si mismo) cidium (matar), “atentado contra la propia vida”, “matar-se”.

Desde la sociología Durkheim plantea la importancia de las condiciones sociales y culturales en la determinación del suicidio. Admite que podría entenderse que ha de haber una predisposición individual pero explica que ésta es a su vez fruto del medio social en el que viven, que se asimila dentro de las conciencias individuales. 3 formas de expresión del suicidio:

Desde la psiquiatría se considera que las conductas suicidas pueden acompañar a muchos trastornos emocionales como la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Así pues, más del 90% de todos los suicidios se relacionarían con trastornos emocionales u otras enfermedades psiquiátricas.

            Tres categorías:

 

SUICIDIO Y PSICOANÁLISIS

 

Es clara para Freud la relación que existiría entre el suicidio y un estado de duelo en la dimensión de la melancolía. Destaca que la energía psíquica para matarse derivaría del deseo de matar a alguien con quien se ha identificado, volviendo hacia sí dicho deseo de muerte.

El principio general del funcionamiento psíquico, que marca que el aparato psíquico tiene como tarea fundamental reducir al mínimo la tensión, queda subsumido a la pulsión de muerte, es decir, a la tendencia general de los organismos no ya a reducir la excitación sino a volver a un estado primitivo o punto de partida: a la muerte. El sadismo entonces, bajo ciertas condiciones, puede ser introyectado de nuevo, como masoquismo secundario que viene a añadirse al originario, dando nuevas fuerzas a la pulsión de muerte que puede volver contra la propia persona en el intento de suicidio o en patologías del acto diversas.

            Karl Menninger sostiene que en la idea de suicidio se encuentran:

 

Hoy en día, cuando es precisa una definición del momento de la muerte, se considera que este corresponde al momento en que se produce la irreversibilidad de este proceso. El acto para conseguirlo es lo que se llama “suicidio”. Lo contrario, es el deseo de vivir que se expresa en el “instinto de sobrevivencia”

La inevitabilidad de la propia muerte se presenta como un juicio ante el cual el hombre muestra su flaqueza. Intelectualmente, desde el saber conciente, todos aceptamos la posibilidad de la muerte propia, pero hay renuencia a reconocer que puede ocurrir, estamos en el terreno de la desmentida.

 

EL ACTO O PASAJE AL ACTO SUICIDA

 

El acto suicida es definido como aquel en que se pretende quitar la vida propia guiado por un deseo de muerte. Este acto no implica que su intención siempre sea lograda, pero sí que se cuenta con una ideación suicida, un plan y las herramientas para llevarlo a cabo.

El acto, en cualquiera de sus formas, se sitúa por fuera de la dimensión del lenguaje. Es decir que la angustia no puede ser tramitada por la vía del síntoma o procesada por el pensar.

Lacan, por su parte, postula al acto como derivación de la certeza, y lo ubica lindante con la angustia en tanto habría cierto intento de tramitación de la misma por medio de la acción

Es posible diferenciar como modalidades del acto, si bien ambas son recursos contra la angustia:

 

El acting out es un mensaje simbólico dirigido al gran Otro, mientras que un pasaje al acto es una huida respecto del Otro, hacia la dimensión de lo real.

En el acto, no en el acting out sino en el verdadero acto: en el pasaje al acto suicida, el sujeto intenta liberarse de los efectos del significante y lo logra con su muerte, porque el único acto exitoso, dice Lacan, es el acto suicida logrado o consumado. El intento de suicidio, como pasaje al acto, se situaría del lado de lo irrecuperable, de lo irreversible, en tanto habría traspaso o franqueamiento de la escena al encuentro de lo

La muerte propia es muerte de Otro, porque con lo que se propone terminar a través del acto es con la palabra que provoca angustia o desesperación o deja al sujeto en la más devastadora o mortífera desolación.

Desde la perspectiva que propone el psicoanálisis es posible considerar que la muerte es, para el sujeto de la palabra, simple y llana supresión o ausencia de toda palabra. En esta línea de pensamiento, Lacan sostiene que en el intento de suicidio el sujeto pretendería rechazar el lugar simbólico en el cual el Otro lo ubicara. En el pasaje al acto suicida habría desestimación de la red simbólica a través de la acción, desprendiéndose del lazo social, quedando el sujeto como puro objeto, cayendo como objeto a, como resto.

Así pues, desde el psicoanálisis, retomando las afirmaciones que sostenían  que en el suicidio habría un deseo de matar a otro, es evidente que el suicida supone triunfar sobre ese Otro inconsistente, herirlo de muerte o matarlo, con su propia muerte, como recurso último, ofreciendo su desaparición como sujeto y quedando como resto, como cosa, definitivamente, sin pretender un después.

 

Adicciones: drogadicción y alcoholismo en la adolescencia (Barrionuevo)

Los términos toxicomanía, drogodependencia o drogadicción suelen ser utilizados habitualmente como sinónimos para referirse a un estado psicofísico causado por la interacción de un organismo vivo con un fármaco o una sustancia.

En cuanto a las formas de consumo de drogas, suele diferenciarse entre uso, abuso y adicción:

Uso: Contacto esporádico u ocasional con la droga, consumo circunstancial y en ocasiones determinadas.

Abuso: Reiterado consumo de drogas, recurriendo el sujeto a cantidades y/o frecuencia que superan en mucho a las iniciales. Discontinuo o no, el abuso suele  ser considerado un riesgo en cuanto a la posibilidad de facilitar el traspaso de los límites que lo separan de la adicción propiamente dicha.

Drogadicción: Dependencia, compulsiva y constante, de una sustancia de la cual el sujeto no puede prescindir, ocasionando trastornos en lo físico y en lo psíquico, constituyéndose el sujeto en peligro para sí y para los demás.

 

ADICCION A DORGAS

 

El consumo de drogas es tan antiguo como la historia de la civilización, son diversas las causas o “motivaciones” del consumo así como también la consolidación de la drogadicción propiamente dicha. La diversidad de factores intervinientes en la aparición y desarrollo de las adicciones permite considerarlas un problema multicausal, determinado no solo por factores biológicos y psicológicos sino también por razones sociales y culturales.

            Los tipos de drogas pueden ordenarse en:

 

Hoy la problemática de las adicciones se presenta como un  fenómeno complejo, dinámico, en evolución, con indicadores propios como el inicio del consumo a edades cada vez más tempranas, la aparición de nuevas sustancias en el mercado -generadoras de un deterioro físico y psíquico cada vez más rápido- y diferentes patrones de consumo.

Desde la perspectiva que propone el psicoanálisis la relación se invierte (droga –> sujeto): es el sujeto quien construye a la droga como tal, le otorga valor de droga. No es el drogadicto quien, en tanto consume reiteradamente una sustancia queda dependiendo de ella por su acción, por los efectos que produce, sino que el sujeto le da estatuto o lugar de tal a determinada sustancia que se constituye en droga para sí, pero puede no ser droga para otros. Así pues, no es droga cualquier sustancia, sino la que el sujeto define para sí como droga, otorgándosele importancia al sujeto en esta relación. SUJETO àDROGA

En una carta dirigida a Fliess Freud dice “la masturbación es el único gran hábito que cabe designar «adicción primordial», y las otras adicciones sólo cobran vida como sustitutos y relevos de aquella (el alcoholismo, morfinismo, tabaquismo, etc.)”.

En la drogadicción habría desmentida de la castración, el drogadicto queda aferrado a un goce imposible, sin poder realizar el pasaje de lo pulsional a lo deseante. De allí la fuerza de la definición freudiana de la adicción como sustituto de la masturbación en la cual hay goce con lo que la pulsión reclama del goce perdido.  Es posible pensar que el adicto se sostiene en una primera posición propuesta por Freud para el duelo, oponiéndose a reconocer la pérdida, apelando a una cancelación tóxica al problema de la castración. En la drogadicción, cada uno a su manera, el intento es fugar, vía acto de  inyectarse o de beber, de ese duelo inacabado, eterno, permanente, para el cual no se encuentra otra salida

Como drogadicto, desde el psicoanálisis, se designaría a un sujeto que ha entablado cierto lazo con una sustancia, droga, y él mismo supone que  por proclamarse de tal manera, como autodefinición, o como carta de presentación, los demás podrían construir los atributos relativos a su ser. El aceptar definirse como tal lo ubica, en bruta o masiva identificación, en cierto lugar de no falta, y la droga le facilitaría poder sortear el problema de reconocer las diferencias, incluidas en éstas las sexuales, le evita tener que vérselas con los enigmas fundamentales: muerte y sexualidad, con la falta y con lo des-semejante.

La droga ofrece un goce por el cual puede llegar a perderse el sujeto como tal, el sujeto de la palabra, re-jerarquizándose la dimensión de la necesidad en la adicción a drogas propiamente dicha. Podríamos pensar que es posible hablar de un “sujeto del goce”, que porta “la solución” por medio de la cual obtiene un goce que no pasa por el Otro.

 

 

 

DROGADICCION COMO PATOLOGIA DEL ACTO

 

La drogadicción propiamente dicha no constituiría síntoma como tal, sino que se encontraría prioritariamente en la dimensión de las patologías del acto. En la adicción a las drogas el duelo o la angustia son evitados, siendo el anularlos con sustancias diversas la maniobra a la cual el sujeto recurre ante la imposibilidad de su procesamiento psíquico, ante la desesperanza o la desesperación para las cuáles no se cuenta con recursos sólidos o se duda de que lo sean.

Si bien el sujeto en estas problemáticas habita el lenguaje no puede apelar al mismo en ciertas circunstancias en las cuales un pánico sin nombre, sin palabras, o una intensa depresión, devastadora, hace imposible todo procesamiento psíquico con riesgo consiguiente de quedar a merced del goce del Otro, como objeto.

En las patologías del acto el sistema protector o entramado de contención constituido por el lenguaje tiene puntos de debilidad o fallas, no alcanzando para impedir que el sujeto quede a merced del goce del Otro, no pudiendo hacer uso del lenguaje o no teniendo eficacia el mismo para ponerle límite a dicho goce.

Las patologías del acto se construyen como configuraciones clínicas o recursos destinados al intento de eludir la angustia desbordante o la intensa depresión que imposibilitan todo procesamiento psíquico, desdibujado el fantasma, acudiéndose a recursos que se encuentran en la gama del acto o del actuar, en un decir sin palabras que adquiere envergadura de repetición producido un cortocircuito en el pensar. En tal caso habría devaluación de la dimensión simbólica, y no se podría hablar de síntoma propiamente dicho, desde una perspectiva psicoanalítica. El acto, en cualquiera de sus formas, se encuentra por fuera de la dimensión del lenguaje, buscando el sujeto por su intermedio un atajo o desvío que eluda la angustia que no ha podido ser tramitada por la vía del síntoma o procesada en el pensar.

 

DROGADICCION Y ALCOHOLISMO EN LA ADOLESCENCIA

 

Hay una diferenciación en cuanto al consumo de drogas y bebidas alcohólicas que puede presentarse en la adolescencia y la drogadicción o el alcoholismo propiamente dichos, diferencia q se sostiene en la intención icc puesta en juego:

 

Es entendible entonces que en caso de los adolescentes e apego a drogas se presente en relación con las dificultades inherentes a la tramitación de los duelos. Las sustancias intoxicantes vendrían al lugar de facilitar una sutura ante dificultades propias del esfuerzo identificatorio en ciertos sujetos y en determinadas situaciones de pérdida importantes. Las drogas facilitan al sujeto poder escapar al peso de la realidad.

 

Las bebidas alcohólicas, como otras drogas, se encuentran presentes desde tiempos inmemoriales en la historia de la humanidad. En el beber circunstancial en festividades varias o en simples reuniones de amigos el vino o la cerveza suelen oficiar de facilitadores del acercamiento entre quienes circula, al producir rebajamiento de la censura a través de sus efectos embriagadores. Las bebidas espirituosas tendrían desde esta perspectiva la "virtud" de dotar a quien bebe de las fuerzas necesarias para triunfar sobre los límites materiales, al darle “ánimo”. Esta operación supondría, desde lo inconciente, la pretensión de tener éxito en el esfuerzo por oponerse a la existencia de una realidad traumatizante o desquiciante. Hasta aquí, es clara la relación de los jóvenes, y de los no tan jóvenes, con las bebidas alcohólicas como recurso buscado cuando el valor flaquea, pudiéndose pensar que en forma circunstancial, o incluso recurrente durante cierto tiempo, pueden ser buscadas como garantía supuesta de sostén identificatorio en el trabajo de procesamiento de duelos “adolescentes”.

En el alcoholismo se marcaría el exceso en la pretensión de encontrar un reaseguro ante la inevitabilidad con la que la muerte se presenta como límite para la propia existencia. La desconexión que sigue al exceso en la borrachera, y luego la depresión y la resaca, mostrarían en su secuencia lo fallido del intento y la eficacia del accionar de la pulsión de muerte en la búsqueda de la bebida nuevamente, en forma compulsiva. No sería en este caso búsqueda de lograr un sostén allí donde el sujeto siente que sus fuerzas están débiles, sino intento de borrarse del mundo, desconectarse. En el alcoholismo propiamente dicho se busca "nada", no se intenta reforzar sentimiento de sí, o identidad, sino la búsqueda es desaparecer. En el exceso del beber,  el sujeto queda arrojado o caído, como organismo, en un encierro autoerótico, atrapado en el goce. Consumo o adicción vera o propiamente dicha están diciendo de una posición del sujeto respecto de la vida y de la muerte (en cuanto al límite, a la castración). Se considera drogodependencia cuando el consumo de drogas está al servicio de reforzar la desmentida o la oposición a la ley en todas sus expresiones.

Podríamos decir, recurriendo a Lacan, que en la problemática de las patologías del acto, drogadicción y alcoholismo incluidos en ellas, habría un déficit importante en la función paterna, en el significante del Nombre del Padre. El sujeto no posee sostén identificatorio suficientemente fuerte como para "bancarse" o soportar la angustia o la depresión.

No podríamos sostener que por el hecho de que haya consumo de drogas se pueda hablar de un “caso” de drogodependencia, en tanto en esta circunstancia la droga puede presentarse como refuerzo del sostén identificatorio durante un tiempo y luego es abandonada u ocupa un lugar accesorio según la elaboración en cada quien realizada. El problema se plantea cuando el “ser drogadicto” se instala como carta de presentación con la que supone el otro debe poder construir los atributos relativos a su “ser”, y es “la” solución que se construye para, supuestamente, responder a los enigmas de la vida, a los límites o a la castración. Estaríamos en tan circunstancia en presencia de lo q denominábamos “patologías del acto”

 

Consideraciones sobre la anorexia desde el psicoanálisis (Cibeira)

Es posible pensar el incremento de patologías que comprometen al cuerpo y se ponen en juego a través del acto, tales como adicciones, intentos de suicidio, anorexia y bulimia, y la violencia en sus diversas manifestaciones, en directa relación con la complejidad que presenta en la actualidad el mundo en que vivimos, siendo los adolescentes aquellos que con mayor claridad e intensidad se hacen cargo de ellas.

Se propicia en nuestra sociedad de consumo el "exceso de goce", goce autoerótico y autista, debilitándose de tal manera el deseo del sujeto y el lazo social. En las patologías que se denominan actuales, dicho exceso puede presentarse como compulsión a no parar de consumir, y en ello se evidenciaría la marca de las adicciones, o bien el goce se orienta a "nada", expresándose el encierro narcisista en el rechazo a recibir algo del Otro, siendo esta segunda opción la que nos lleva a pensar en la anorexia que a su vez se enlaza a la fuerza de un “ideal” estético femenino de suma delgadez, expresión clara en la sexualidad del goce en exceso presente en la civilización contemporánea.

Anorexia: búsqueda desenfrenada de pérdida de peso,  miedo al aumento del mismo,  distorsión de la imagen corporal,  amenorrea (por lo menos tres períodos) y negación del riesgo clínico que puede acarrear la malnutrición.

Desde una perspectiva psicoanalítica la propuesta es considerar a la anorexia como una configuración clínica, es decir, como una presentación o una manifestación en la cual priman las maniobras en cuanto al alimento y al comer, que es el resultado de una peculiar posición subjetiva y que tiene un complejo entramado defensivo, y que se acopla a cualquiera de las estructuras freudianas, constituyendo un modo de procesamiento psíquico que deja paso al desenfreno, es decir, a la búsqueda de la consumación pulsional que se alcanza, paradójicamente, en la anorexia por restricción.

 

Dos modalidades en las que la anorexia aparece:

 

ANOREXIA COMO FORMACIÓN SINTOMÁTICA

 

Muestra la disociación radical entre sujeto y deseo. Y es en el síntoma donde se pone en juego el deseo y su conflicto con el goce. Son las mujeres las que con mayor frecuencia presentan esta problemática, especialmente en un momento de cambios radicales en el sujeto como es la pubertad y la adolescencia. Los cambios puberales enfrentan a aquellas transformaciones que llevan al sujeto a la constatación de su deseo como sexuado. El devenir niña - mujer implica un largo y trabajoso duelo.

Cuando hay rehusamiento de lo femenino se produce una disyunción entre el cuerpo mediatizado por el significante, la imagen del cuerpo y el organismo, convirtiéndose en siniestro, reflejando aquello que da cuenta de la mirada de un otro. En el espejo de la anoréxica la sexualidad desaparece. Aquello que debería quedar invisible queda visible, no adquiere el velamiento amoroso que recubre lo sexual.

La anorexia en su vertiente neurótica se presenta como expresión de las dificultades en la asunción de la genitalidad y de lo femenino. Es en el momento de los cambios puberales que el cuerpo denuncia formas de mujer y se constituye en una de las exigencias de trabajo psíquico la asunción de la genitalidad.

El conflicto aparece fundamentalmente expresado a nivel del cuerpo y de la imagen del mismo con escenas con un componente altamente autoerótico centrado en la circulación a través del tracto digestivo del alimento, en un control constante de lo tragado y lo expulsado. Esta complejidad se presenta, justamente, en un momento de la vida de un sujeto que implica la búsqueda para sí de un lugar simbólico y singular, la adolescencia. Entonces, este cuerpo de la adolescencia vehiculiza interrogantes acerca de qué quiere el Otro y respecto de qué es ser mujer.

La anorexia ofrece descompletar al Otro con su propia pérdida. La desmentida coloca un cuerpo ofreciendo el ideal estético por su delgadez extrema, delgadez que nunca se alcanza.

Es en el adelgazamiento y en la distorsión de la imagen corporal (esa distancia que nunca puede achicarse entre cómo están y cómo se ven físicamente), como despliegue sintomático, donde se implementan recursos a través de los cuáles las adolescentes hablan y dicen de su sufrimiento. La preocupación por el peso muestra la transposición del conflicto y vehiculiza interrogantes acerca de qué quiere el Otro, encontrándose allí como respuesta la falta del Otro ofreciendo sus propias pérdidas, que siempre son de aquello que denuncia la sexualidad.

Las adolescentes muestran la implicancia neurótica entre la identificación imaginaria y la imagen especular, el trauma, la culpa y el síntoma. El cuerpo es pues escenario y actor de una dramática oculta al sujeto, escenario que es marca de una historia, un tiempo, un espacio de un recorrido libidinal que mostrado ante otro se dirige al Otro. La anorexia aquí es la contracara de un duelo inacabado y desmentido.

Cuando la anorexia es una formación sintomática, la anorexia funciona como una provocación dirigida al Otro, como un interrogante sobre su deseo. El eje central es cómo faltarle al Otro, es decir: cómo poder escribir en el Otro una falta, cómo poder hacerle desear

 

LA ANOREXIA COMO EXPRESIÓN DE LAS “PATOLOGÍAS DEL ACTO”

 

El pasaje al acto no necesita de la mirada del Otro y consiste en la separación radical de la escena, del Otro. En las patologías del acto, la impulsión o la tendencia a recurrir al acto, en sus dimensiones acting out y pasaje al acto, es el recurso utilizado en forma prioritaria en tanto si bien el sujeto en estas problemáticas habita el lenguaje no puede apelar al mismo.

En las patologías del acto, la impulsión es la tendencia a actuar negativamente, en contra del cuerpo y/o del sujeto. Estos recursos son utilizados cuando el sujeto no puede apelar a lo simbólico y un afecto de intensidad desbordante hace imposible todo procesamiento psíquico.

             

RESPECTO DE LA DISTORSIÓN DE LA IMAGEN CORPORAL:

 

La percepción alterada que las adolescentes tienen de sí es del orden de una perturbación provocada por un ideal que nunca se alcanza. La anoréxica en busca de lograr un ideal de extrema delgadez borra todas las formas, predominantemente las sexuales. El cuerpo es subsumido íntegramente a una imagen, predominando sentimientos de desvalorización.

Aun cuando se encuentran seriamente desnutridas, y extremadamente delgadas, se sienten y se muestran decepcionadas con su cuerpo; siempre ven un exceso en el mismo.    Dos maneras de ver ese cuerpo: la percepción que se tiene de sí y la manera en que el otro las percibe y decodifica. Esta decodificación queda del lado del Otro, en cambio otro anoréxico no re-interpreta.

Las pacientes, a pesar de su delgadez, ven alguna parte del cuerpo distorsionada: un defecto que aparece en lo Real, una desvalorización del Yo y un defecto en el gozar de la vida.

La alteración puede expresarse a dos niveles:

  1. a) Una alteración perceptual, que se manifiesta en la incapacidad de las pacientes para estimar con exactitud el tamaño corporal
  2. b) Una alteración cognitivo-afectiva hacia el cuerpo. Que se manifiesta por la presencia de emociones o pensamientos negativos por culpa de la apariencia física.

Podríamos definir como distorsión de la imagen corporal al “desajuste entre aquello que la adolescente dice de sí y los parámetros establecidos para evaluar el peso esperable en cada ser humano”, considerando el fenómeno de la distorsión de la imagen corporal como expresión de la distorsión perceptual y la insatisfacción consigo mismo.

 

Las “patologías del acto” muestran que algo no tramitado y sin anclaje en la palabra retorna como una búsqueda “loca” de salida ante la angustia a través del acto, como acting out o pasaje al acto, o encarnándose en el cuerpo, en procura de encontrar un lugar simbólico propio, pero, como este accionar lleva el sello inconfundible de la pulsión de muerte el fracaso es inevitable, quedando al sujeto en un oscuro callejón que sólo puede conducir a “nada” de deseo.

 

Anorexia, bulimia: nuevas formas de subjetivación (Vega)

 

Pareciera ser que la anorexia y la bulimia constituyen formas muy peculiares que plantean ciertas adolescentes de cómo se sitúan en torno a la feminidad y a la sexualidad. Sabemos que la adolescencia es un fenómeno cultural, individual y vincular muy propicio para desarrollar conductas ligadas a la acción, es decir fenómenos que son una respuesta que da el sujeto frente a lo imposible de decir. Es un momento de profunda desestabilización del cual no se sabe cómo saldrá parado el individuo.

La sociedad actual: Caída de una serie de certezas que en la modernidad servían de apoyatura a un conjunto de ideales que se ofrecían como sostén y anclaje de los hombres y sus sociedades.  Los jóvenes de hoy se enfrentan a un doble desborde: no hallan bordes en lo social (por la caída de ideales); por el otro existe un desborde pulsional por la irrupción de la tensión genital, que corta ligaduras representacionales y ocasiona un trauma psíquico en donde faltan palabras.

La alimentación: Es ante todo una actividad vincular. El niño desarrolla sus experiencias inaugurales de contacto con otro significativo a través del acto alimentario e incorpora no solo alimento a su organismo sino también a su mente. Con el tiempo el niño irá transformando la dimensión especular de la alimentación en un acto simbólico por medio del cual incorpora y adquiere también una identidad cultural, religiosa y grupal.

 

Aunque la palabra Anorexia significa etimológicamente falta de apetito; en la clínica no se evidencia tal pérdida de apetito hasta luego de haberse instalado fuertemente la enfermedad. Por el contrario lo que se observa es una tenaz oposición a la ingesta de alimento. Lo que determina a la paciente anoréxica a dejar de comer es descorporizarse. Hay distorsión de la imagen corporal.

La paciente anoréxica aspira a una utopía, la de ser un esqueleto viviente; se trata de un ideal puramente especular y virtual, que actúa en sintonía con el discurso del capitalismo tardío. La enfermedad le otorga una identidad: “soy anoréxica”. La anorexia es un intento de control de los impulsos de voracidad.

La Bulimia Nerviosa es un cuadro caracterizado por la alternancia de períodos de restricción alimentaria con episodios de ingestas copiosas; seguidos por conductas compensatorias inapropiadas para anular la ganancia de peso (ejercicio físico intenso, ayunos, purgas). El patrón común en la bulimia nerviosa es la sensación de descontrol.

La búsqueda de la delgadez significa una manera de controlar a ese nuevo cuerpo (el de la pubertad) que no puede dominarse

 

LA RELACIÓN TEMPRANA CON LA MADRE EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD

 

No cabe duda de la importancia de la sensibilidad de la madre para la regulación de la capacidad discriminatoria del infante entre sensaciones corporales y estados emocionales. Es la madre, investida como modelo, la que garantiza el sentimiento de existencia y también aquella que otorga cualidades y matices.

Se da la identificación primaria, un estado de fusión entre el bebé y el objeto (vivido como parte del yo); una relación narcisista en la que madre y el bebé se sienten completos (sentimiento oceánico). Estas identificaciones atañen al ser y su desarrollo implica que el yo ha alcanzado un sentimiento de existencia, de ser un sujeto para el otro. Cuando este proceso fracasa, el goce que obtiene con el atracón y el vómito lo fijan a esa posición, donde encuentra algo que lo asegura y por lo cual ¨es¨.

La subjetividad se construye, entonces, a partir de la relación con otro (la madre). El niño aceptará la demanda de la madre de ser alimentado o no, no tanto por el objeto en sí, sino por el hecho de decir sí o no al Otro.

Lacan decía en relación a la anorexia, que la madre “confunde sus cuidados con el don de su amor” y por lo tanto, se entromete y ahoga al niño con su “papilla asfixiante”. Esto es una madre que lejos de dar lo que no tiene (la falta) suministra lo que sí tiene (la comida) y el bebé al negarse a satisfacer la demanda de la madre, intenta exigirle a la madre que tenga un deseo por fuera de él.

Spitz demostró que lo que alimenta al niño es más el amor que la comida. Estudió cómo incide sobre la vida o la muerte del bebé la presencia de la madre.

Winnicott plantea que para el advenimiento de un verdadero self es requisito fundamental que el bebé cuente con una madre empática y un ambiente facilitador que lo sostenga (holding) frente a la no integración y desorganización primitiva. El ¨sostén¨ permite integrar mecanismos psíquicos y constituir una relación de objeto. Winnicott sostiene que el vacío primario es un requisito previo al anhelo de recibir algo dentro de sí, de ¨ser llenado¨. Estos pacientes poseen ¨miedo al derrumbe¨ entendido éste como una falla en la organización de las defensas que sostienen al self. El self organiza defensas para evitar el derrumbe de su organización psíquica pero nada puede hacer si tal derrumbe proviene de un hecho externo como la falla ambiental (ausencia de madre empática).

Las pacientes con anorexia y bulimia sienten el terror al vacío ya experimentado y vivenciado como agujero que se intenta controlar mediante el no comer (anorexia), y que fracasa en el descontrol de un atracón (bulimia). Así, se repite una actitud materna en la cual el sujeto se tapa, se ahoga. Se trata de una actitud descualificada de afectos a donde la paciente se da de baja a sí misma, sin sentimientos negativos, pero sin haber podido construir su subjetividad y desestimando su propio sentir –tal como su madre-; donde el temor a la muerte no existe porque la muerte ya aconteció.

 

La represión (fases-Freud)

La represión no es una mera defensa: La satisfacción de la pulsión sometida a la represión es placentera en sí misma, pero es inconciliable con otras exigencias. Por lo que produce placer en un lugar y displacer en otro. La condición para la represión es que el motivo de displacer cobre un poder mayor que placer de la satisfacción. La represión no es un mero mecanismo de defensa; no pueden engendrarse antes que se haya establecido una diferencia entre lo consiente y lo inconciente, y su esencia consiste en rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella. Antes de esa etapa de organización del alma los otro destinos de pulsiones, como la mudanza hacia lo contrario y la vuelta hacia la propia persona, tenía a su exclusivo cargo la tarea de la defensa contra las mociones pulsionales.

  1. a) Represión primordial, primario o fijación: Consiste en que la agencia representante psíquica de la pulsión se deniega a la admisión en lo conciente. Se establece una fijación; a partir de ese momento la agencia representante persiste inmutable y la pulsión sigue ligada a ella. Esto acontece a consecuencia de las propiedades de los procesos inconcientes.
    b) Represión secundaria o propiamente dicha: Recae sobre los retoños psíquicos de la agencia representante reprimida o sobre pensamiento procedentes de alguna parte, han entrado en vinculo con ella. A causa de ese vinculo, tales representaciones experimentan el mismo camino que lo reprimido primordial. Esta represión es un esfuerzo de “dar la caza”. Debe tenerse en cuenta que la atracción que lo reprimido primordial ejerce sobre todo aquello con lo cual puede ponerse en conexión. La tendencia a la represión no alcanzarían si estas fuerzas no cooperasen, si no existiera algo reprimido desde antes, presto a recoger lo repelido por lo conciente (post represión).
    Efectos de la represión en la psiconeurosis. La agencia representante de la pulsión se desarrolla con más riqueza y menores inferencias cundo la represión la sustrajo del influjo conciente. Prolifera en las sombras y encuentra formas extremas de expresión que, si le son traducidas al neurótico, no solo tiene que parecerles ajenas, sino que atemorizan provocándole el espejismo de que poseerían una intensidad pulsional extraordinaria y peligrosa. Esta ilusoria intensidad pulsional es el resultado de un despliegue desinhibido en la fantasía y en la sobre estasis producto de una satisfacción denegada. Esta ultima consecuencia se anua a la represión.
    c) Retorno de lo reprimido: Pero si ahora volvemos al aspecto contrario, comprobamos que ni siquiera es cierto que la represión mantenga apartados de lo conciente a todos los retoños de lo reprimido primordial. Si estos se han distanciado lo suficiente del representante reprimido, sea por las desfiguraciones que adoptaron o por el numero de eslabones intermedios que se intercalaron, tiene acceso a lo conciente. Es como si la resistencia que lo conciente les opone fuese una función de su distanciamiento respecto de lo originariamente reprimido.
    La represión trabaja de manera en alto grao individual; cada uno de los retoños e lo reprimido puede tener su destino particular; un poco más o un poco menos de desfiguración cambian el resultado. La represión también es móvil. Exige un gasto de energía constante; si cejara, peligraría su resultado haciéndose necesario un nuevo acto represivo. Lo reprimido ejerce una presión continua en dirección a lo conciente, a raíz de lo cual el equilibrio tiene que mantenerse por medio de una contrapresión incesante. El mantenimiento de una represión supone, un dispendio continuo de fuerzas, y en términos económicos su cancelación implicaría un ahorro.

 

 

El malestar en la cultura

El sufrimiento amenaza al sujeto durante la adolescencia por tres vías

Por estos tres lugares se presenta lo real, en tanto los contundentes cambios en las dimensiones del mundo exterior o de los vínculos con los otros, o en el desconocimiento en cuanto a aquello que se presenta desde lo real sexual, imponen pertinentes trabajos psíquicos para su procesamiento.

 

El adulto del psicoanálisis (Barrionuevo)

 

Desde una lectura de la psicología evolutiva:

 

Desde una lectura psicoanalítica (algunas breves citas):

Freud, S.:

Las formaciones anímicas infantiles nada sucumbe en el adulto a pesar de todo el desarrollo posterior. Todos los deseos, mociones pulsionales, modos de reaccionar y actitudes del niño son pesquisables todavía presentes en el hombre maduro, hombres normales revive noche tras noche el carácter infantil de estos y reconduce su entera vida anímica a un estadio infantil”

“Estoy presto a aseverar que toda neurosis de un adulto se edifica sobre su neurosis de la infancia, “En la psicología del adulto hemos logrado separar con éxito los procesos anímicos en concientes e inconcientes y describir ambos con palabras claras.

los adultos se permiten hacer cualquier mal que les ofrezca ventajas, siempre que estén seguros de que la autoridad no los descubrirá o nada podrá hacerles…”

 

Lacan, J.:

la familia aparece como un grupo natural de individuos unidos por una doble relación biológica: la generación, que depara los miembros del grupo; las condiciones de ambiente, que postulan el desarrollo de los jóvenes y que mantienen al grupo, siempre que los adultos progenitores aseguren su función

Complejos, imagos, sentimientos y creencias serán estudiados en relación con la familia y en función del desarrollo psíquico que organizan, desde el niño educado en la familia hasta el adulto que la reproduce”.

 

Aberastury, A.:

“Entrar en el mundo de los adultos –deseado y temido- significa para el adolescente la pérdida definitiva de su condición de niño. Es momento crucial en la vida del hombre y constituye la etapa decisiva de un proceso de desprendimiento que comenzó con el nacimiento.

 

Dolto, F.:

“Un individuo joven sale de la adolescencia cuando la angustia de sus padres no le produce ningún efecto inhibidor. (…) “… han alcanzado el estado adulto cuando son capaces de liberarse de la influencia paterna tras alcanzar este nivel de juicio

Se es adulto físicamente entre los veintidos y los veinticinco años, al terminar la osificación”. (…) “Ser verdaderamente adulto es ser responsable de sí y de sus actos ante los demás. Se es tanto más adulto cuando uno tiene conciencia de sus contradicciones y acepta asumirlas”

La mayor parte de los adultos tienen, en su manera de pensar, un freno en la cabeza, debido a su miedo. Miedo de envejecer, de morir, de perder su empleo, su auto, su amor. Tienen miedo por aquellos a quienes aman.

 

Winnicott, D. W.:

La muerte y el triunfo personal aparecen como algo intrínseco al proceso de maduración y de la adquisición de la categoría de adulto”.

Que los jóvenes modifiquen la sociedad y enseñen a los adultos a ver el mundo en forma renovada, pero donde existe el desafío de un joven en crecimiento, que haya un adulto para encararlo”

 

Sobre los padres, adultos, del psicoanálisis:

Freud, S.:

“… los padres desempeñan el papel principal en la vida anímica de todos los que después serán psiconeuróticos.

“El superyó, proveniente del complejo paterno, es el monumento recordatorio de la endeblez y dependencia en que el yo se encontró en el pasado… así como el niño estaba compelido a obedecer a sus progenitores, de la misma manera el yo se somete al imperativo categórico de su super yo” Freud, S. (1923). El yo y el ello. Bs. As. Amorrortu editores. Vol. XIX. 1996. pag. 49.

“… la experiencia enseña que la severidad del superyó desarrollado por un niño en modo alguno espeja la severidad del trato que ha experimentado

 

Lacan, J.:

El psiquismo se constituye tanto a través de la imagen del adulto como contra su coacción: ese efecto opera mediante la transmisión del Ideal del yo, y por lo general, como ya hemos dicho, de padre a hijo

Las funciones del padre y de la madre… La de la madre: en tanto sus cuidados están signados por un interés particularizado, así sea por la vía de sus propias carencias. La del padre, en tanto que su nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo”

Freud nos revela que es gracias al Nombre-del-Padre que el hombre no permanece atado al servicio sexual de la madre, que la agresión contra el Padre está en el principio de la Ley y que la Ley está al servicio del deseo que ella instituye por la prohibición del incesto".

 

Castoriadis-Aulagnier, Piera:

La significación “función paterna” será enmarcada por tres referentes: a) la interpretación que la madre se ha hecho acerca de la función de su propio padre; b) la función que el niño asigna a su padre y la que la madre atribuye a este último; c) lo que la madre desea trasmitir acerca de esta función y lo que pretende prohibir acerca de ella.

Se deduce de ello que el anhelo materno, que el niño hereda, condensa dos relaciones libidinales: la que la madre había establecido con la imagen paterna y la que vive con aquel a quien, efectivamente, le dio un hijo. Que el niño llegue a ser padre, puede referirse tanto a la esperanza de que se repita la función del padre de

ella como a la esperanza de que el niño retome por cuenta propia la función del padre de él.

En realidad, existe una interacción entre estos dos anhelos. Es poco frecuente que una relación negativa con el padre permita una relación positiva con el hombre. Pero, puesto que hablamos aquí del padre, formularemos en relación con él la misma hipótesis optimista que hemos formulado en relación con la madre: un sujeto que ha comprendido este anhelo, que lo ha retomado por cuenta propia y que ha deseado realizarlo, con una mujer que acepta reconocer su función para su deseo y para su niño.

El contexto que caracteriza a la paternidad:

  1. La incertidumbre para el padre de su rol procreador. La duda es siempre posible; la certeza de paternidad no pude referirse a la relación carnal de la madre.
  2. La paternidad está directamente ligada a una designación que, en nombre de la ley, rotula a aquel o aquellos que pueden ser llamados padres. Ello explica que en algunas culturas el rol procreador del padre puede no ser reconocido, ya que en ellas el hombre se convierte en el puro intermediario entre la mujer y el espíritu que la fecunda.
  3. En el niño, el padre encuentra la prueba de que su propia madre le ha trasmitido un anhelo referente a su función y las leyes de su trasmisión. De deduce de ello que el niño constituye para el padre un signo y una prueba de la función fálica de su propio pene.
  4. Al darle el hijo, su mujer le muestra el deseo que tiene de trasmitir una función que pasa de padre en padre. Al aceptar este don, el hombre puede considerar, finalmente, que su deuda frente a su propio padre ha sido pagada, deuda cuya carga recae ahora sobre su hijo. Como eco a la voz materna y gracias a su presencia, resuena el discurso de los padres, serie de enunciados que, al trasmitirse, asegura la permanencia de la ley que rige el sistema de parentesco.”
  5. El deseo del padre catectiza al niño, no como un equivalente fálico (como se podría decir en relación con la mujer, pese a lo somero de esta afirmación), sino como signo de que su propio padre no lo ha ni castrado ni odiado. De allí deriva la importancia de la prueba que le proporciona el hijo acerca de la función fálica de su pene.
  6. A este precio, el padre reconocerá que morirá, no a causa del odio del hijo ni para ser castigado por su odio hacia su padre, sino a causa de que, al aceptar reconocerse como sucesor y reconocer un sucesor, acepta legar en algún momento su función a este último. Se decide que el deseo del padre apunta al niño como una voz, un nombre, un después: ve en él al que le confirma que la muerte es la consecuencia de una ley universal y no el precio con el que paga su propio deseo de muerte en relación con su padre.”

“Si intentamos formular a grandes rasgos lo que diferencia el deseo de la madre del deseo del padre por el hijo, podemos distinguir las siguientes características:

  1. El deseo del padre apunta al hijo como sucesor de su función, lo proyecta más rápidamente a su lugar de futuro sujeto. Desde un primer momento, privilegia en el hijo el poder paterno y el poder de filiación futura.
  2. El narcisismo proyectado por el padre sobre el hijo se apoyará, en mayor medida que el de la madre, en valores culturales.


 

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