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2º Parcial A  |  Adolescencia (Cátedra: Córdova - 2019)  |  Psicología |  UBA
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Los modelos y paradigmas para pensar las adolescencias son el psicoanálisis, la teoría del caos y el pensamiento complejo.
El entretiempo puberal, adolescente – juventud o entretiempo de la sexuación es un concepto de A. Grassi que implica un sujeto activo que debe realizar trabajos psíquicos específicos y diferenciales de la niñez y la adultez. Hay dos grandes trabajos psíquicos troncales en este entretiempo, el primero en relación con el propio cuerpo, dado que el crecimiento corporal impone al psiquismo un trabajo de integración psicosomática es decir, un trabajo de ligazón constante entre la proyección de la imagen del cuerpo reformulada por el crecimiento, la propia, las sensaciones corporales y las miradas del Otro (Grassi, 2013). El segundo es en relación con su entorno familiar, el trabajo de duelo enlazado al proceso decisivo de desasimiento de los padres, posibilita el pasaje del narcisismo infantil y sus goces, el trauma puberal y la repetición actuante a la asunción adolescente del acontecimiento como acto creativo, apertura deseante al devenir de lo nuevo (Córdova, 2018).

REW
Piera Aulagnier puso el foco un trabajo decisivo en la adolescencia: poner a la infancia “en historia y en memoria” es decir, decretarla como un tiempo definitivamente perdido que tiene que debe ser historizado para poder tener continuidad como existencia en una organización psíquica en constante devenir. Mientras que los padres piensan el anhelo del hijo a futuro, apareciendo el imperativo de construirle un futuro, los analistas aspiran a que el adolescente construya su pasado. Córdova N., sostiene que la adolescencia, para constituirse como tal, debe realizar un doble trabajo de historización: construir una historia que tiene origen en la sexualidad vincular y reescribir aquella historia de la que es portador por su pertenencia familiar (Córdova, 2019).
Durante el entretiempo es fundamental recordar y elaborar lo infantil como pasado asumiendo la muerte simbólica de los padres de la infancia y del niño o la niña maravilloso/a que, de generación en generación, renace para encarnar los sueños del narcisismo familiar; para ello el/a adolescente deberá hacer un trabajo de duelo historizante, procesos de dolorosa revisión sobre cada uno de los objetos y vivencias decisivas del pasado (Córdova, 2019).
Freud sostiene que el desasimiento de los padres es el “es el logro más doloroso y decisivo” (Freud, 1905) y que “el duelo, por regla general, es la reacción frente a la perdida de una persona amada o una abstracción equivalente” (Freud, 1984). Un tiempo como lo es la infancia o una casa en una mudanza son ejemplos de abstracciones que requieren de un trabajo de elaboración y duelo. El trabajo de desasimiento es de un retiro gradual de la carga libidinal del objeto amado que volverá al Yo del adolescente o la adolescente y en la medida que el duelo progrese, habrá disponibilidad de libido para que pueda investir nuevamente otros objetos del mundo.
Esos padres “todopoderosos” ya no tienen respuesta que den sentido ante esa sensación de sin sentido adolescente y es aquí, donde el/la adolescente se encuentra con la falta al no haber respuestas frente a esas preguntas esenciales desarrolladas durante este periodo acerca del sentido de la vida, el deseo que lo engendró, cuál será su futuro, cómo es el encuentro sexual con el otro, etc.; todo esto contribuye a que el/la adolescente encuentre respuestas en un trabajo de creación propia como así también de grupalidad. La grupalidad tiene la función de generar respuestas creativas de algo que, en sí, no tiene respuesta posible.
La investigación histórica familiar se produce a lo largo de toda la vida, pero en la niñez y en la adolescencia tienen direcciones particulares. A. Grassi toma conceptos de Freud y de Aulagnier para agregar ideas propias. Por un lado, de Freud toma la investigación sexual infantil (las 3 teorías sexuales) en donde marca un cierto interés por parte de los/las niños/as, que en condiciones saludables si desde lo familiar y parental se lo permiten, que pone en funcionamiento la pulsión de saber preguntándose ¿De dónde vienen los niños? ¿cuáles son las diferencias sexuales? ¿cómo son las relaciones sexuales entre sus padres? Por otra parte, de Piera Aulagnier agrega que los/las niños/as se preguntan por los orígenes del Yo como instancia responsable de los procesos de historización y sostiene que esta escena de los orígenes son los primeros párrafos referidos a su (propia) historia, una construcción que comienza a producirse en la niñez y se retoma a lo largo de toda la vida dado que la historia es algo en continuo movimiento: cada vez que al niño o la niña le cuentan (o cuentan) la historia de su nacimiento, se produce un nuevo efecto en el psiquismo (Grassi, 2010).
La escena de los orígenes son aquellos relatos que se producen en el intercambio con los otros familiares (padres, abuelos, tíos, allegados) en relación a su origen y que incluso tienen una vertiente que es la forma en la que el niño o la niña se puede ubicar como causa y consecuencia del deseo de sus padres. Aulagnier P., distingue los conceptos: deseo de ser madre y deseo de hijo. La diferencia entre uno y otro, es la categoría de alteridad: aquella persona que esté atravesada por esta categoría y vea en el otro un sujeto altero, va a tener deseo de tener un hijo con sus diferencias, similitudes, con todo el que conlleva el trabajo de apropiarlo a ese registro de lo generacional pero también, dándole espacio para que produzca su propia novedad y singularidad en tanto sujeto. El deseo de madre obtura pensar al otro en su alteridad prevaleciendo solamente el deseo (Grassi, 2008).
Piera Aulagnier sostiene que hay que poder construir(se) un pasado, una base sólida de permanencia, a partir del cual poder proyectar un futuro. Para ello, plantea dos principios de funcionamiento del aparato psíquico: el principio de permanencia y principio de cambio en donde ambos continuamente están en juego porque para poder producir los cambios constantes se necesita que algo permanezca estable.
La escena de los orígenes es una co-construcción dado que, en la niñez, la historia se escribe junto con los padres que prestan los recuerdos contando cómo llegaron al mundo. El concepto de contrato narcisista da cuenta de un acuerdo entre el niño o la niña y sus padres en donde el grupo, a donde adviene este nuevo integrante, le aportará un apellido, mitos de esa grupalidad, le informa que está prohibido y que está permitido, lo va a afiliar a esa cadena generacional a cambio de que éste/a continúe con ese linaje (Grassi, 2010). La inflexión particular que toma en la adolescencia, Grassi la denomina como un pasaje de firma: ahora el adolescente, es el autor de su propia historia y esta investigación histórica familiar le permitirá construir su proyecto identificatorio; Aulagnier (1991) lo define como “autoconstrucción continua del Yo por el Yo, necesaria para que esta instancia pueda proyectarse en un movimiento temporal, proyección de la que depende su propia existencia. Por eso es imposible pensar un Yo “vital” que no pueda catectizar un tiempo por venir”.
Para poder llevar a cabo la investigación histórica familiar es necesario, según Grassi, la transmisión y la herencia en donde el hijo o la hija es un receto activo. Como ley fundamental: es imposible no transmitir inconscientemente mecanismos de defensas, formas de vincularnos con otros, los gestos, formas de querer, formas de desear, los modos de elaborar duelos, los modos de pensar la sexualidad, lo no dicho, la muerte, traumático, etc. El concepto de transmisión remite la creación de condiciones saludables para la investigación histórica familiar como así también la transmisión de vivencias pasadas con traumatismos elaborados mientras que el concepto de herencia, está emparentado con el concepto de objeto transgeneracional: se trasmite de generación en generación vivencias pasadas sin elaboración (Grassi, 2010). Kaës R., sostiene que el sujeto, al ser sujeto de grupo se le trasmite la vida psíquica de las generaciones mediante objetos transformables y no transformables: hay experiencias que son transformables por el sujeto que recibe esa transmisión porque son elaboradas por las generaciones anteriores; hay experiencias que son de difícil elaboración porque están transmitidas sin elaboración previa (Kaës, 2000).

REC
Nasio, D. (2011) plantea que “El adolescente debe perder, conservar y conquistar a la vez: perder el cuerpo de niño y el universo familiar en el cual creció; conservar todo lo que sintió, percibió, quiso desde su primer despertar, en particular su inocencia de niño; y conquistar finalmente la edad adulta” (ANEXO)
Lo que caracteriza a la juventud, y la diferencia de lo adolescente, es su proyección en un futuro posible, en el cual se ve anticipadamente actuando. La esperanza y promesa futura no ilusoria, aunque incierta, permite la salida de las satisfacciones de lo inmediato y de las confrontaciones propias de lo adolescente. Esa proyección es la búsqueda anticipada de la identidad como fundante de la subjetividad, que es algo propio de cada sujeto, pero que se co-construye y se sostiene socialmente. Aquí la categoría del “nosotros” como grupo juega un papel central en los procesos subjetivos adolescentes y de la juventud (Grassi, 2015).
Al entretiempo de la sexuación lo ilustro como un cassette por varias razones. En primer lugar, como medio de almacenaje. En segundo lugar, al colocarlo en el equipo de música, tengo la disponibles las funciones: PAUSE, STOP, FWD, REW, PLAY y REC.
Stop, representa el derecho a detenerse por parte del adolescente que implica un tiempo de fabricación de coartadas, todas ellas destinadas a ganar tiempo para la construcción del semblante preciso (Aduriz,2012).
Play + pause, representa el desorden de lo puberal-adolescente en donde hay una incorporación y homogenización de lo proveniente de los campos intrapsiquico, intersubjetivo y trans-subjetivo (Grassi,2010) como así también la exploración: la búsqueda y el encuentro con lo desconocido (Waserman, 2011).
Rew, representa el viaje al pasado que conlleva un replanteo del pasado infantil y de las generaciones anteriores.
Fwd, representa, entre tantas otras cosas, la entrada a la edad adulta donde ser adulto es vivir sin temor de jugar como un niño y sin vergüenza de mostrarse obediente frente a una autoridad (Nasio, 2011).

 

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