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Evolutiva Niñez
Resumen para el Segundo Parcial | Psicología Evolutiva
Niñez (Cátedra: Paolicchi - 2023) |
Psicología | UBA
BOWLBY: El apego y la perdida. Capítulo 13 14 y 16
Teoría del apego: Uno de los cuatro tipos de conducta de la interacción
madre-hijo.
• A la conducta de apego del bebé se contraponen el juego y la conducta
exploratoria (porque aleja al niño de la madre), y a la conducta de recuperación
materna se contraponen una serie de conductas antitéticas del cuidado de los
hijos (ocasional o desatención por perturbación emocional).
• Cada una de las conductas varia en intensidad de un momento a otro, y pueden
surgir conflictos, aunque los cuatro tipos suelen progresar de manera armónica y
en la pareja madre-hijo hay un equilibrio dinámico
• Los modelos internos con los que madre-hijo evalúan las consecuencias de la
conducta suelen favorecer el desarrollo del apego, ya que ambos perciben la
proximidad y el intercambio afectivo como algo placentero, y la distancia y las
expresiones de rechazo o interrupción de la comunicación resultan desagradables
o dolorosas para ambos.
Formas de conductas relacionadas con el apego:
No son intercambiables, cada una es identificable y complementaria de las otras.
Conductas de “señales”: Buscan llevar a la madre hacia el hijo.
● Llanto (desde nacimiento, madre responde en forma inmediata al llanto de
dolor, pero no al hambre), sonrisa y balbuceo (4 semanas, madre lo levanta en
brazos), levantar los brazos y atraer/mantener la atención (8 meses, madre
sonríe por “recompensa”), llamar la atención (no se dan por vencidos, madre
puede irritarse o ser comprensiva)
Conducta de acercamiento: Llevar al niño hacia la madre.
● Acercamiento y seguimiento: búsqueda de la madre por desplazamiento utilizando
cualquier medio de locomoción posible. Se organiza sobre la base de corrección
de objetivos y en función a un plan al final del primer año.
● Conducta de aferramiento: Se aferra con las manos, en particular cuando lo
alarma perder proximidad.
● Succión sin fines alimenticios: Succión no alimenticia o agarrarse del pezón
para mantener contacto estrecho con la madre.
Fases de desarrollo del vínculo de apego:
• Bebé nace equipado con una serie de sistemas de conducta preparados para
entrar en actividad. Se activan por estímulos enmarcados dentro de categorías.
• Sistemas determinados que sientan las bases del desarrollo de la conducta de
apego: llanto, succión, aprehensión y orientación del recién nacido, sonrisa,
balbuceo, gateo, marcha.
1. Fase 1: Orientación y señales con una discriminación limitada a la figura
(hasta 8/12 semanas) Estímulos olfativos y auditivos para distinguir a las
personas. Se orienta hacia la persona, movimientos oculares de seguimiento,
agarra, sonríe y balbucea. Termina con el bebé presentando una reacción social
plena espontánea, vivaz y de goce.
2. Fase 2: Orientación y señales dirigidas hacia una o más figuras discriminadas
(12 semanas)
Sigue siendo amistoso, pero reacciona de modo diferenciado con la figura
materna. Comienzo de manifestación (hasta cierto punto) del apego.
3. Fase 3: Mantenimiento de la proximidad con una figura discriminada, por
locomoción y señales (6/7 meses a 2/3 años)
Concibe a la madre como objeto independiente persistente en tiempo-espacio y
mantiene proximidad por medio de sistemas con corrección de objetivos de
organización sencilla: seguimiento de la madre en marcha, saludo a su regreso y
elección como base para explorar. Apego evidente. Van desapareciendo reacciones
amistosas y poco discriminadas con el resto.
4. Fase 4: Formación de una pareja con corrección de objetivos (2/3 a mitad del
3 año)
Niño observa la conducta materna y “analiza” los factores que la afectan, deduce
las metas prefijadas por ella y los planes que adopta para lograrlas. Comprende
sus sentimientos y motivaciones. Desarrollo de una relación compleja de
asociación (partnership).
Relaciones tempranas ante las personas:
Al tercer día puede discriminar la voz de la madre.
2-3 semanas: Desarrollo de visión de figuras y contornos. Sigue objeto con la
mirada y la cabeza. 14 semanas: Tendencia a mirar la cara humana antes que otro
objeto. Estimula la convergencia. 3 meses: Mira el movimiento de la cara.
14 semanas: Preferencia por la cara materna, aun estando en otros brazos.
Conductas que indican fuerza del apego: conducta que inicia la interacción y
conducta de reacción ante iniciativa de la madre (tocar, abrazar, charlas);
conducta a evitar separaciones (seguir, aferrarse); conducta reencuentro tras
separación angustiosa; conducta exploratoria; conducta de retirada (miedo).
Reacción de niños institucionalizados durante primeros seis meses:
• Correlación entre conducta materna y capacidad de frustración/tensión:
evaluación del contacto físico, sostén, técnicas de apaciguamiento materna,
estimulación, experiencias, expresión de sentimientos.
• Correlación entre la pauta de apego y la pauta de maternaje: Cuanta más
satisfacción aporte la pauta de interacción, más estable será esta pauta. Menor
estabilidad si hay insatisfacción en una de las partes
TEORÍA DEL APEGO: Bowlby postula una necesidad humana para formar vínculos
afectivos estrechos. El infante buscará proximidad alrededor de una figura de
apego, que puede manifestarse como abrazos, caricias, sonrisas, etc.
Este apego constituirá una “base segura”, la cual facilitará el conocimiento del
mundo circundante. La discontinuidad en el vínculo de apego tiene graves
consecuencias en el sentimiento de sí del niño y en la construcción de vínculos
afectivos. El sistema de apego permite regular la experiencia emocional; la
presencia de un cuidador como regulador evita la desorganización y reestablece
el equilibrio.
Se producen distintas reacciones ante la separación de la figura de apego:
1) PROTESTA: se caracteriza por la necesidad de búsqueda de la figura de apego,
que se expresa en llamados de llanto y rabia. Esta reacción va disminuyendo su
intensidad, hasta que el niño va haciéndose más hostil hacia otras personas,
iniciando un proceso de duelo por su pérdida.
2) DESESPERACIÓN: si continúa la separación de la figura de apego, los niños
atraviesan una desesperación. Hay periodos de llanto débil y desesperanzado.
Suelen volverse apáticos y retiran el interés por el entorno.
3) DESAPEGO: Los niños que llegan a este estado ignoran y evitan la figura de
apego en el momento del reencuentro, y hasta en algunos casos parecen no
recordarla. Estos fallos corresponden según Bowlby a mecanismos de defensa
represivos y evitativos, por la figura de apego se fue transformando en una
figura que evoca el dolor producido por su ausencia. Cuanto más larga es la
separación, más difícil es rearmar el vínculo. Aparece como consecuencia
ansiedad y ambivalencia, además de un estado de indiferencia en la cual se
reprimían tanto sentimientos afectuosos como hostiles.
Hay distintos patrones de apego que surgen a partir de una experiencia, en la
cual infantes de 1 año comparten una situación de juego con sus mamás y una
persona extraña (el investigador). Puede verse:
● APEGO SEGURO: los niños exploran el ambiente en presencia de la madre. Se los
nota ansiosos por la presencia extraña y la evitan. Se ven perturbados por la
ausencia de la madre y buscan rápidamente contacto con ella cuando la misma
retorna.
● APEGO ANSIOSO/EVITATIVO: los niños muestran indiferencia ante el extraño.
Sobrerregulan afectos y evitan situaciones que producen stress. Son niños cuyos
niveles de excitación no fueron suficientemente estabilizados por los padres.
● APEGO ANSIOSO/RESISTENTE: los niños muestran una exploración limitada del
ambiente y poco juego antes de la separación inclusive. Son altamente
perturbados por ésta, y presentan dificultad en el momento del reencuentro. Hay
tensión, llanto pasivo, y todo intento de calmarlo fracasa.
● APEGO DESORGANIZADO: hay una impresión de desorganización. Los niños muestran
inmovilización, golpes con las manos, ansiedad, deseo de escapar, aún en
presencia de la madre. Las madres se muestran como reaseguro y como temor al
mismo tiempo, activando motivaciones conflictivas. Este patrón puede estar
asociado con severa desatención o algún tipo de abuso.
Psicología del Niño. Capítulo III. Piaget.
LA FUNCION SEMIOTICA O SIMBOLICA
Al término del período senso-motor, hacia un año y medio o dos años, aparece una
función que consiste en poder representar por medio de un "significante":
lenguaje, imagen mental, gesto simbólico, etc. Se denomina, en general,
"simbólica" esa función generadora de la representación; es mejor emplear la
expresión de "función semiótica" para designar los funcionamientos referentes al
conjunto de los significantes diferenciados.
I-LA FUNCION SEMIOTICA Y LA IMITACION Cuando se constituye, hacia los nueve o
doce meses, el esquema del objeto permanente, existe, ciertamente, la búsqueda
del objeto desaparecido, pero acaba de ser percibido, y corresponde, pues, a una
acción ya en curso, y un conjunto de indicios actuales permite encontrarlo. Un
significante indiferenciado no es aún, en efecto, ni un "símbolo" ni un "signo"
(en el sentido de los signos verbales); es, por definición, un "indicio"
(comprendidas las "señales" que intervienen en el condicionamiento, como el
sonido de la campana que anuncia la alimentación). Un indicio está efectivamente
indiferenciado de su significado, en el sentido de que constituye un aspecto (la
blancura para la leche), una parte (el sector visible para un objeto
semioculto), un antecedente temporal (la puerta que se abre para la llegada de
la madre), un resultado causal (una mancha), etc.
1. Aparición de la función semiótica. En el curso del segundo año aparece, por
el contrario, un conjunto de conductas que implica la evocación representativa
de un objeto o de un acontecimiento ausentes y que supone, en consecuencia, la
construcción o el empleo de significantes diferenciados. Pueden distinguirse,
cinco de esas conductas, de aparición casi simultánea:
1) La imitación diferida, la que se inicia en ausencia del modelo. En una
conducta de imitación senso-motora, la niña, comienza por imitar en presencia
del modelo (p. ej., un un, movimiento de la mano), después de lo cual puede
continuar en ausencia de ese modelo, sin que ello implique ninguna
representación en pensamiento. Luego se constituye un comienzo de
representación, y el gesto imitador, un inicio de significante diferenciado.
Piaget ejemplifica esto ultimo hablando de una ñina de 16 meses que ve a un
amiguito enjorse, gritar y patalear y que luego de una o dos horas imita la
escena riendose.
2) El juego simbólico o juego de ficción, desconocido en el nivel senso-motor.
La misma niña ha inventado su primer juego simbólico, desliza una concha en una
caja, diciendo "
¡ miau ! " (acaba de ver un gato sobre un muro). En todos esos casos la
representación es neta y el significante diferenciado es, de nuevo, un gesto
imitador, pero acompañado de objetos que se han hecho simbólicos.
3) El dibujo o imagen gráfica es, en sus comienzos, un intermediario entre el
juego y la imagen mental, aunque no aparece apenas antes de los dos o de los dos
años y medio.
4) Viene luego, la imagen mental, de la que no se encuentra en el nivel
senso-motor y que aparece como una imitación interiorizada.
5) Por último, el lenguaje naciente permite la evocación verbal de
acontecimientos no actuales. Cuando la mencionada niña dice "miau", sin ver ya
al gato, existe representación verbal, además de imitación.
2. Papel de la imitación.-
Siendo tales las primeras manifestaciones de la función semiótica. La imitación,
pues, constituye a la vez la prefiguración senso-motora de la representación y,
en consecuencia, el término de paso entre el nivel senso-motor y el de las
conductas propiamente representativas. La imitación es de inmediato una
prefiguración de la representación, es decir, que constituye, en el curso del
periodo senso-motor, una especie de representación en actos materiales, todavía
no en pensamiento. Con el juego simbólico y el dibujo, ese paso de la
representación en acto a la representación pensamiento se ve reforzado el
"simular dormir" del ejemplo recién citado no es tampoco, aún, sino un acto
desligado de su contexto, pero es también un símbolo generalizable.
3. En suma, la función semiótica engendra así dos clases de instrumentos: los
símbolos, que son "motivados", es decir, que presentan, aunque significantes
diferenciados, alguna semejanza con sus significados; y los signos, que son
arbitrarios o convencionales. Los símbolos, como motivados, pueden ser
construidos por el individuo solo, y los primeros símbolos del juego del niño
son buenos ejemplos de esas creaciones individuales, que no excluyen,
naturalmente, los simbolismos colectivos ulteriores: la imitación diferida, el
juego simbólico y la imagen gráfica o mental dependen entonces directamente de
la imitación, no como transmisión de modelos exteriores dados, sino como paso de
la pre-representación en acto a la representación interior o pensamiento. El
signo, por el contrario, como convencional, ha de ser necesariamente colectivo:
el niño lo recibe por el canal de la imitación, pero ésta vez como adquisición
de modelos exteriores.
II- EL JUEGO SIMBOLICO El juego simbólico señala, indudablemente, el apogeo del
juego infantil. Resulta, indispensable a su equilibrio afectivo e intelectual
que pueda disponer de un sector de actividad cuya motivación no sea la
adaptación a lo real, sino, por el contrario, la asimilación de lo real al yo,
sin coacciones ni sanciones: tal es el juego, que transforma lo real, por
asimilación más o menos pura, a las necesidades del yo, mientras que la
imitación (cuando constituye un fin en sí) es acomodación más o menos pura a los
modelos exteriores, y la inteligencia es equilibrio entre la asimilación y la
acomodación.
Además, el instrumento esencial de adaptación es el lenguaje, que no es
inventado por el niño, sino que le es transmitido en formas ya hechas, obligadas
y de naturaleza colectiva. Es indispensable para el niño que pueda disponer
igualmente de un medio propio de expresión, o sea, de un sistema de
significantes construidos por él y adaptables a sus deseos: tal es el sistema de
los símbolos propios del juego simbólico, tal es el juego simbólico, que no es
sólo asimilación de lo real al yo, como el juego en general, sino asimilación
asegurada (lo que la refuerza) por un lenguaje simbólico construido por el yo y
modificable a la medida de las necesidades. Una niñita que había hecho diversas
preguntas acerca del mecanismo de las campanas, observado en un viejo campanario
de aldea, en las vacaciones, se puso en pie e inmóvil al lado de la mesa de su
padre, haciendo un ruido ensordecedor: "Me estás estorbando; ya ves que trabajo"
- "No me hables -repuso la pequeña-, soy una iglesia".
Se ve en el ejemplo que el simbolismo lúdico puede llegar a cumplir la función
de lo que sería para un adulto el lenguaje interior; pero, en lugar de repensar
simplemente en un acontecimiento interesante o impresionante, el niño tiene
necesidad de un simbolismo más directo, que le permita volver a vivir ese
acontecimiento. En el juego simbólico, esa asimilación sistemática se traduce en
una utilización particular de la función semiótica, consistente en construir
símbolos a voluntad para expresar todo lo que, en la experiencia vivida, no
podía ser formulado y asimilado sólo por los medios del lenguaje.
El juego simbólico se refiere frecuentemente también a conflictos inconscientes:
intereses sexuales, defensa contra la angustia, fobias, agresividad o
identificación con agresores, repliegues
por temor al riesgo o a la competición, etc. El simbolismo del juego se une en
esos casos al del sueño, hasta el punto de que los métodos específicos de
psicoanálisis infantil utilizan frecuentemente materiales de juego (Melanie
KLEIN, Anna FREUD, etc.). Sólo el freudismo ha interpretado, hace tiempo, el
simbolismo del sueño, como una especie de disfraz debido a mecanismos de
retroceso y de censura. Los limites, tan vagos, entre la cc y lo icc, que dan
testimonio del juego simbólico del niño, hacen pensar más bien que el simbolismo
del sueño es análogo al del juego porque el durmiente pierde la utilización
razonada del lenguaje, el sentido de lo real y los instrumentos deductivod y
logicos de su inteligencia.
III.- EL DIBUJO
El dibujo es una forma de la función semiótica que se inscribe a mitad de camino
entre el juego simbólico, del cual presenta el mismo placer funcional y el mismo
autotelismo, y la imagen mental con la que comparte el esfuerzo de imitación de
lo real. En realidad, constituye tanto una preparación como un resultado de
ésta; y entre la imagen gráfica y la imagen interior (el "modelo interior" de
LUQUET) existen innumerables interacciones, ya que las dos se derivan
directamente de la imitación.
En sus célebres estudios sobre el dibujo infantil, LUQUET ha propuesto estadios
e interpretaciones aún válidas hoy día. LUQUET demostró que el dibujo del niño,
hasta los ocho o los nueve años, es esencialmente realista de intención, pero
que el sujeto comienza por dibujar lo que sabe de un personaje o de un objeto
mucho antes de expresar gráficamente lo que ve en él. El realismo del dibujo
pasa, pues, por diferentes fases. LUQUET llama "realismo fortuito" la de los
garabatos, con significación que se descubre luego.
Viene después el "realismo frustrado" o fase de incapacidad sintética, en que
los elementos de la copia están yuxtapuestos, en lugar de coordinados en un
todo: un sombrero muy por encima de la cabeza o los botones al lado del cuerpo.
El monigote, que es uno de los modelos más dominante en el principio, pasa por
un estadio de gran interés: el de los "monigotesrenacuajos", en que sólo se
figura una cabeza provista de apéndices filiformes, que son las piernas, o de
brazos y de piernas, pero sin tronco.
Viene luego el período esencial del "realismo intelectual", en que el dibujo ha
superado las dificultades primitivas, pero proporciona esencialmente los
atributos conceptuales sin preocupaciones de perspectiva visual. Así, un rostro
visto de perfil tendrá un segundo ojo, porque un hombre tiene dos ojos; o un
jinete tendrá una pierna vista al través del caballo además de la pierna
visible.
Por el contrario, hacia los ocho o los nueve años, a ese "realismo intelectual"
sucede un "realismo visual" que muestra dos novedades. Por una parte, el dibujo
no representa sino lo que es visible desde un punto de vista perspectivo
particular: un perfil no proporciona sino lo que se da de perfil; las partes
ocultas de los objetos no se figuran detrás de las pantallas (así, sólo se verá
la copa de un árbol detrás de una casa, y no el árbol entero) y los objetos del
fondo se disminuyen gradualmente (fugitivos) con relación al primer plano. Por
otra parte, el dibujo tiene en cuenta la disposición de los objetos según un
plan de conjunto (ejes y coordenadas) y sus proporciones métricas. Pero si el
"realismo intelectual" del dibujo infantil ignora la perspectiva y las
relaciones métricas, tiene en cuenta las relaciones topológicas: aproximaciones,
separaciones, envolvimientos, cerramientos, etc. Desde los nueve o los diez
años, el sujeto escoge correctamente, entre varios, el dibujo correcto que
representa tres montañas o tres edificios contemplados desde tal o cual punto de
vista.
IV.-LAS IMAGENES MENTALES
La psicología asociacionista consideraba la imagen como un prolongamiento de la
percepción, y como un elemento del pensamiento, porque éste no consistía sino en
asociar sensaciones e imágenes. En realidad, las "asociaciones" son siempre
asimilaciones. Desde el punto de vista genético, si la imagen prolongara, sin
más, la percepción, debería intervenir desde el nacimiento, siendo así que no se
observa ninguna manifestación de ello durante el período senso-motor, y parece
iniciarse únicamente con la aparición de la función semiótica.
• Los problemas de la imagen.-
Parece, así, que las imágenes mentales sean de aparición relativamente tardía y
que resultan de una imitación interiorizada. Y ya que su analogía con la
percepción no testimonia una filiación directa, esa imitación trata de
proporcionar una copia activa de los cuadros perceptivos con eventuales esbozos
de referencias sensoriales. En cuanto al problema de las relaciones entre la
imagen y el pensamiento, han mostrado la existencia de lo que ellos denominaban
un pensamiento sin imagen: puede imaginarse un objeto; pero el juicio que afirma
o que niega su existencia no es imaginado en sí mismo. El problema que suscita
la imagen en psicología del niño consiste entonces en seguir, en el curso del
desarrollo, las relaciones entre el simbolismo imaginado y los mecanismos
preoperatorios u operatorios del pensamiento.
• Dos tipos de imágenes.-
Es necesario, ante todo, distinguir dos grandes categorías de imágenes mentales:
las imágenes reproductoras, que se limitan a evocar espectáculos ya conocidos y
percibidos anteriormente, y las imágenes anticipadoras, que imaginan movimientos
o transformaciones, así como sus resultados, pero sin haber asistido
anteriormente a su realización (como es posible imaginar las transformaciones de
una figura geométrica sin haberlas materializado aún en un dibujo). En
principio, las imágenes reproductivas pueden, por sí mismas, referirse a
configuraciones estáticas, a movimientos (cambios de posición) y a
transformaciones (cambio de forma), porque esas tres clases de realidades se
ofrecen constantemente en la experiencia perceptiva del sujeto. Si la imagen
procediese sólo de la percepción, debería encontrarse en cualquier edad, según
las frecuencias correspondientes a las de los modelos corrientes a esas tres
subcategorías : estáticas, cinéticas y de transformación. Las imágenes mentales
del niño son casi exclusivamente estáticas, con dificultad sistemática para
reproducir movimientos o transformaciones, así como sus resultados en sí, sólo
al nivel de las operaciones concretas (después de los sieteocho años), los niños
consiguen esas reproducciones de movimientos anticipadoras de categorías
correspondientes. Eso parece probar: 1) que la reproducción imaginada de
movimientos o de transformaciones, incluso conocidos, supone también una
reanticipación; 2) que toda imagen (reproductora o anticipadora) de movimientos
o de transformaciones se apoya sobre las operaciones que permiten comprender
esos procesos, a la vez que imaginarlos.
• Las imágenes-copias.- (preoperatorio) pueden denominarse imágenes-copias a las
que el modelo queda ante los ojos del sujeto o acaba de ser percibido, sin que
haya evocación diferida a días o a semanas de distancia, como en las pruebas
relativas a traslaciones o rotaciones de modelos. En una experiencia hecha con
B. MATALON, consistió en colocar un tallo horizontal de 20 cm sobre una hoja de
papel y pedir tres veces al niño que lo dibuje en su prolongación inmediata, a
la derecha:
1. Despues de haber imaginado que la hoja ha dado una vuelta de 120 grados para
colocarse en esa posición;
2. después de haber imaginado que se la empuja simplemente en esa posición, y
3. a titulo de simple copia grafica
La copia grafica (punto 3) tuvo como resultado que, habituados a juzgar las
longitudes de manera ordinal y no métrica, es decir, por el orden de los puntos
de llegada y no por el intervalo entre las extremidades (salvo en el caso de los
dos índices alzados); lo esencial es que no sea demasiado largas las lineas. Esa
devaluación sistemática disminuye luego con la edad y desaparece en el adulto.
En los casos de las cuestiones 1) y 2), los dibujos obtenidos son más reducidos
aun: las imitaciones gráficas de la longitud modelo son,todavia inhibidas,
aunque el modelo continua a la vista del niño. Se ve así, de plano, la
complejidad de un solo trazo de lápiz, cuya intención de imitar la longitud
modelo exige todo un proyecto de ejecución, y un proyecto cuyas leyes están más
cerca de la conceptualización que la simple percepción .
• Imágenes cinéticas y de transformación.- (operatorio)
Pasemos a las imágenes propiamente mentales: dibujo del niño, elección por éste
entre los dibujos dispuestos de antemano, indicaciones gestuales y
complementarias verbales (delicadas, pero posibles con ocasión de las tres
técnicas precedentes). Y, por extraño que parezca, el dibujo de representación
imaginada, no de copia, no se logra, por término medio, sino a los siete años o
más. Los muchachos se limitan, en efecto, a dibujar el cuadrado en su posición
inicial o al lado del otro cuadrado.
Otras reacciones sorprendentes, con relación la la frecuencia de los modelos
cotidianos que hubieran podido asegurar una representación exacta, son las
imagenes reproductoras de la rotación de 90 grados de una varita o de la vuelta
de un tubo que describa una rotacion de 180 grados. En el primero de esos dos
casos, la varita es fijada por un clavo en su base, de tal modo que está animada
de un movimiento regular en torno a ese centro fijo de oscilación: los niños no
tienen en cuenta ese hecho, aunque se les señale claramente, y dibujan
trayectorias en ángulo recto (como si la vara se deslizase a lo largo de sus
posiciones inicial y filial o a lo largo de sus simétricas en cuadrado) o
cortándose según ángulos cualesquiera, etc. dibujan trayectorias en ángulo recto
(como si la vara se deslizase a lo largo de sus posiciones inicial y filial o a
lo largo de sus simétricas en cuadrado) o cortándose según ángulos cualesquiera,
etc.
Se ve que los movimientos del orden más trivial (porque, ¿qué niño no ha dado él
mismo volteretas?) sólo dan lugar a imágenes reproductoras cinéticas bastante
pobres, antes del nivel de las operaciones concretas (de siete a ocho años) y
aun en retraso respecto al inicio de estas últimas. Vemos así que no es
exagerado hablar del carácter estático de las imágenes preoperatorias, ya que
las imágenes cinéticas y de transformación sólo son posibles después de los
siete u ocho años, y ello gracias a anticipaciones o reanticipaciones que se
apoyan, sin duda, ellas mismas, en la comprensión operatoria.
• Imágenes y operaciones.-
Piaget analiza las relaciones entre la representación imaginada y la operación.
La técnica consiste en presentar pruebas habituales de conservación operatoria
pero en lugar de preguntar al sujeto acerca de las transformaciones que acaba de
ver, se le pide que anticipe lo que va a pasar, imaginando las fases y los
resultados de las transformaciones. En la prueba de conservación de los
liquidos, en la que se dispone de un vaso A, de partida, de un vaso B más
pequeño y de un vaso C más ancho, se pide que prevean el resultado del trasvase
de A a B y a C antes de efectuarlo y que indiquen los niveles que alcanzará el
agua.
Dos resultados en sujetos preoperatorios (5 a 7 años):
1. La mayoria espera una especie de conservación general, una
"pseudoconservación": la misma cantidad que beber, pero tmb los mismos niveles
en A,B Y C; y luego, cuando ven que el agua llega más arriba en B que en A y
menos alta en C, empieza a negar toda conservación de las cantidades.
2. Los sujetos del segundo grupo, prevén correctamente que el agua llegará más
arriba en B y menos en C que en A; pero, de antemano, concluyen que la cantidad
de liquido no se conservará. El niño no entiende la compensación, dice que el
agua subirá más en B "porque el vaso es mas pequeño"; pero no por eso llega a
concluir "más alto x más pequeño= la misma cantidad".
Otra experiencia de la que habla Piaget es cuando el niño de cinco a seis años
coloca 12 fichas azules frente a otras 12 rojas para comprobar que hay igual
número, basta espaciar más las rojas para que estime que la linea mas larga
contiene más elementos. Piaget se pregunta si esta noconservación es debiada a
una dificultad de imaginar los pequeños desplazamientos y la vuelta a su sitio
de los elementos desplazados. El niño aunque imagina perfectamente los
trayectos, no deja de creer, colocándose en un punto de vista transversal más
que longitudinal que las fichas aumentan cuando la fila se alarga y disminuyen
cuando se acortan.
Puede concluirse que las imágenes mentales sólo constituyen un sistema de
símbolos que traducen, más o menos exactamente, pero en general con retraso, el
nivel de comprensión preoperatoria y luego operatoria de los sujetos. La imagen
no basta, pues, en modo alguno, para engendrar las estructuraciones operatorias:
a lo sumo, puede servir, cuando es suficientemente adecuada, para precisar el
conocimiento de los estados que la operación ha de enlazar luego por un juego de
transfórmaciones reversibles. Pero la imagen en sí misma sigue estática y
discontinua, olvidando, la operación, mientras que caracteriza únicamente la
representación imaginada. Cuando, después de los siete-ocho años, la imagen se
hace anticipadora y, en consecuencia, mejor para servir de soporte a las
operaciones, ese progreso no resulta de una modificación interna y autónoma de
las imágenes, sino de la intervención de aportaciones exteriores debidas a la
formación de las operaciones. Estas se derivan, en efecto, de la .acción en sí,
y no del simbolismo imaginado, ni tampoco, desde luego, del sistema de signos
verbales o del lenguaje, de lo que ahora trataremos.
V.-LA MEMORIA Y LA ESTRUCTURA DE LOS RECUERDOS-IMAGENES CLAPARÉDE ha comprobado
un aumento progresivo, con la edad, hasta las 8 palabras, por término medio, en
el adulto. Pero el problema principal del desarrollo de la memoria es el de su
organización progresiva. Sabido es que hay dos tipos de memoria: el de
reconocimiento, que sólo actúa en presencia del objeto ya encontrado y que
consiste en reconocerlo, y la memoria de evocación, que consiste en evocarlo
-en su ausencia, por medio de un recuerdo-imagen. La memoria de reconocimiento
es muy precoz (existe, inclusive, en los invertebrados inferiores) y está
necesariamente ligada a esquemas de acción o de hábito. En el lactante, las
raíces se han de buscar en los esquemas de asimilación sensomotora elemental:
reconocer el pezón, durante la tetada, si lo ha dejado (y distinguirlo de los
tegumentos circundantes), reconocer el objeto seguido con los ojos y que lo ha
perdido de vista por un instante, etc. En cuanto a la memoria de evocación, que
no aparece antes de la
imagen mental, el lenguaje, etc. Se han presentado, p. ej. 10 varitas situadas
según sus diferencias, preguntando al niño, una semana después, que las
reprodujera mediante el gesto o el dibujo: y se ha trabajado con dos grupos de
sujetos, el primero de los cuales miró simplemente las varitas y el segundo las
describió verbalmente. Se ha determinado, por último, el nivel operatorio del
sujeto en cuanto a la "seriación".
El primero de los resultados obtenidos es que los sujetos dan, con una
regularidad significativa, un dibujo correspondiente al nivel operatorio
(parejas, pequeñas series incoordenadas o de menor a mayor, etc.), y no a la
configuración presentada. Dicho de otro modo, parece en ese ejemplo que la
memoria haga predominar el esquema correspondiente al nivel del niño: el
recuerdo imagen se refiere entonces al esquema y no al modelo perceptivo.
El segundo resultado instructivo de esa experiencia es que los mismos sujetos,
vueltos a ver seis meses más tarde, han suministrado, a título de segundo dibujo
de memoria (y sin haber vuelto nunca a ver el modelo), una serie que en el 80%
de los casos se ha encontrado ligeramente superior a la primera (tríos en lugar
de parejas, pequeñas series en lugar de tríos, etc.). En otros términos, los
progresos intelectuales del esquema han implicado los del recuerdo, la evocación
es una reconstitución que se efectúa de un modo comparable a la que practica el
historiador (relatos, inferencias, etc.) Como, por otra parte, la imagen que
interviene en el recuerdo parece constituir una imitación interiorizada, lo que
implica igualmente un elemento motor, la conservación de recuerdos particulares
viene a inscribirse, sin dificultad, en ese posible cuadro de interpretación.
VI.-EL LENGUAJE
En el niño normal, el lenguaje aparece aproximadamente al mismo tiempo que las
otras formas del pensamiento semiótico. En el sordomudo, por el contrario, el
lenguaje articulado no se adquiere sino mucho después de la imitación diferida,
el juego simbólico y la imagen mental, lo que parece indicar su carácter
genético derivado, ya que su transmisión social o educativa, sin duda, la
constitución previa de ésas formas individuales de semiosis; por el contrario,
esa constitución, como lo prueba el caso de la sordomudez, es independiente del
lenguaje. Los sordomudos consiguen, por lo demás, en su vida colectiva propia,
la elaboración de un leguaje por gestos, de un vivo interés, puesto que es a la
vez social y surgido de los significantes de carácter imitativo, que intervienen
bajo una forma individual en la imitación diferida, en el juego simbólico y en
la imagen relativamente próxima del juego simbólico: con sus propiedades de
eficacia adaptativa y no lúdicas, ese lenguaje por gestos constituiría, si fuese
general, una forma independiente y original de función semiótica; pero en los
individuos normales resulta inútil por la transmisión del sistema colectivo de
los signos verbales ligados al lenguaje articulado.
• Evolución.- Este comienza, tras una fase de balbuceo espontáneo (común a los
niños de todas las culturas, de los seis a los diez-once meses) y una fase de
diferenciación de fonemas por imitación (desde los once a los doce meses), por
un estadio situado al término del período senso-motor, y que ha sido descrito, a
menudo, como el de las "palabras-frases". Desde el fin del segundo año se
señalan frases de dos palabras; luego, pequeñas frases completas sin
conjugaciones ni declinaciones, y después una adquisición progresiva de
estructuras gramaticales. La sintaxis de los niños de dos a cuatro años ha
demostrado que esas reducciones de las frases adultas a modelos originales
infantiles obedecían a ciertas exigencias funcionales, tales como la
conservación de un mínimo de información necesaria y la tendencia a mejorar ese
mínimo.
• Lenguaje y pensamiento.- Si, en efecto, se comparan las conductas verbales con
las
senso-motoras, se observan grandes diferencias en favor de las primeras,
mientras que las segundas se ven obligadas a seguir los acontecimientos sin
poder sobrepasar la velocidad de la acción, las primeras, gracias al relato y a
las evocaciones de todo género, pueden introducir relaciones con una rapidez muy
superior. En segundo lugar, las adaptaciones senso-motoras están limitadas al
espacio y al tiempo próximos, pero el lenguaje permite al pensamiento referirse
a extensiones espacio-temporales mucho más amplias y liberarse de lo inmediato.
En tercer lugar, y como consecuencia de las dos diferencias anteriores, la
inteligencia senso-motora procedé por acciones sucesivas y progresivamente, mas
el pensamiento consigue, gracias sobre todo al lenguaje, representaciones de
conjunto simultáneas. Pero hay que comprender que esos progresos de pensamiento
representativo con relación al sistema de los esquemas senso-motores se deben,
en realidad, a la función semiótica en su conjunto: es ella la que desliga el
pensamiento de la acción y la que crea, pues, en cierto modo, la representación.
• Lenguaje y lógica.- Según Durkheim, en efecto, la lógica de los propios
lógicos no es otra cosa que una sintaxis y una semántica generalizadas. Pero
existen dos fuentes de información particularmente importantes: la comparación,
de los niños normales con los sordomudos, por una parte, que no han disfrutado
del lenguaje articulado, pero que están en posesión de esquemas sensomotores
intactos; y con los ciegos, por otra, cuya situación es inversa; y la
comparación sistemática de los progresos del lenguaje en el niño normal con las
etapas de la constitución de las operaciones intelectuales. La lógica de los
sordomudos ha sido estudiada. Los resultados fueron que, si se observa algún
retraso más o menos sistemático de la lógica en el sordomudo, no puede hablarse
de carencia propiamente dicha, porque se hallan los mismos estadios de evolución
con un diferimiento de uno a dos años. La seriación y las operaciones espaciales
son normales (con un ligero retraso para la primera). El aprendizaje de la
aritmética es relativamente fácil. Los problemas de conservación (indicio de la
reversibilidad) sólo son resueltos con un año o dos de retraso, aproximadamente,
salvo la conservación de los líquidos, que da lugar a dificultades técnicas.
Esos resultados adquieren una significación tanto mayor cuanto que en los
muchachos ciegos, las mismas pruebas dan lugar a un retraso que se extiende
hasta los cuatro años o más. Y, sin embargo, en los ciegos, las seriaciones
verbales son normales (A es más pequeño que B, B más pequeño que C, luego...).
Pero como la perturbación sensorial propia de los ciegos de nacimiento impide
desde el principio la adaptación de los esquemas senso-motores y retrasa su
coordinación general, las coordinaciones verbales no bastan para compensar ese
retraso; y es necesario todo un aprendizaje de la acción para llegar a la
constitución de operaciones comparables a las del normal e incluso del
sordomudo.
• Lenguaje y operaciones.- La comparación de los progresos del lenguaje con los
de las
operaciones intelectuales supone la doble competencia de un lingüista y 'de un
psicólogo. En suma: hay una correlación sorprendente entre el lenguaje empleado
y el modo de razonamiento. Una segunda investigación muestra también una
conexión estrecha entre los estadios del desarrollo de la seriación y la
estructura de los términos utilizados. Pero ¿en qué sentido interpretar esa
relación? De una parte, el niño de nivel preoperatorio comprende bien las
expresiones de nivel superior cuando se insertan en órdenes o consignas ("Dale a
aquél un lápiz mayor", etc.); pero no las utiliza espontáneamente. En otras
palabras: las raíces de la lógica hay que buscarlas en la coordinación general
de las acciones (comprendidas las conductas verbales) a partir de ese nivel
sensomotor cuyos esquemas parecen ser de importancia fundamental desde los
inicios; y ese esquematismo continúa luego desarrollándose y estructurando el
pensamiento, incluso verbal, en función del progreso de las acciones, hasta la
constitución de las operaciones
lógico-matemáticas, finalización auténtica de la lógica de las coordinaciones de
acciones.
5. Conclusión.- Pese a la sorprendente diversidad de sus manifestaciones, la
función semiótica presenta una unidad notable. Se trate de imitaciones
diferidas, de juego simbólico, de dibujo, de imágenes mentales y de
recuerdos-imágenes o de lenguaje, consiste siempre en permitir la evocación
representativa de objetos o de acontecimientos no percibidos actualmente. Pero,
de modo recíproco, si hace así posible el pensamiento, proporcionándole un campo
de aplicación ilimitado por oposición a las fronteras restringidas de la acción
senso-motora y de la percepción, sólo progresa bajo la dirección y merced a las
aportaciones de ese pensamiento o inteligencia representativos. Ni la imitación,
ni el juego, ni el dibujo, ni la imagen, ni el lenguaje, ni siquiera la memoria
(a la que se hubiera podido atribuir una capacidad de "registro" espontáneo
comparable al de la percepción) no. se desarrollan ni se organizan sin la ayuda
constante de la estructuración propia de la inteligencia.
"Psicología del niño" (Capítulo 4) - Piaget & Inhelder (1981)
∙ PERÍODO OPERATORIO CONCRETO (7-11 años):
El niño puede operar en pensamiento, reemplazar las acciones reales por un
sistema de acciones virtuales que garantizan la conservación de ciertos
invariantes, allí donde la percepción señala sólo variaciones. Hay equilibrio
entre asimilación y acomodación. Descentración.
Aparecen las operaciones, acciones interiorizadas, reversibles e integradas en
una estructura de conjunto. Responden a una estructura de grupo lógico, el
agrupamiento. Allí donde hay agrupamiento hay conservación de un todo, que será
afirmada por el sujeto como una certeza de su pensamiento. Se alcanza cuando se
producen las siguientes transformaciones en forma simultánea, constituyendo un
sistema:
∙ TRANSITIVIDAD: dos acciones sucesivas pueden coordinarse en una sola. Ej: A>B;
B>C A>C
∙ REVERSIBILIDAD: posibilidad de retorno al punto de partida, que se presenta
bajo dos formas complementarias:
o Mediante la anulación de la operación realizada, lo que constituye una
inversión o negación.
o Mediante la recíproca de la operación realizada, es decir la compensación o
anulación de las diferencias.
∙ ASOCIATIVIDAD: un mismo punto puede alcanzarse sin ser alterado por dos
caminos
diferentes.
∙ IDENTIDAD: el retorno al punto de partida permite encontrar a éste idéntico a
sí mismo. Ej. en la conservación de la cantidad, si no se agrega ni se saca
ningún elemento, sigue habiendo lo mismo.
Operaciones lógico-matemáticas:
▪ SERIACIÓN: consiste en ordenar los elementos según sus dimensiones crecientes
o decrecientes. El método sistemático operatorio consiste en buscar el elemento
aparentemente más pequeño, luego el más pequeño de los que quedan y así
sucesivamente. (Lo primero que se hace es formar parejas o pequeños conjuntos
incoordinables entre sí, centración en las partes. El intuitivo logra ordenar
conjuntos más amplios mediante tanteos empíricos, pero sin poder intercalar un
elemento nuevo porque sin reversibilidad no puede conservar a la vez el conjunto
y los elementos.)
▪ CLASIFICACIÓN: implica la reunión de individuos en clases y de las clases
entre sí. Los
individuos se reúnen por semejanza y se separan por diferencias, definiendo así
la pertenencia de éstos a una clase y de una clase menor a otra mayor en calidad
de
subclase. Hay una inclusión jerárquica de grupos uno dentro de otro. Es posible
preservar al mismo tiempo la generalidad de la clase y la especificidad del
individuo. Para clasificar, es necesario manejar conceptos, aquellos elementos
lógicos que resultan de captar notas esenciales de un objeto o de una clase de
éstos. (Al principio se arman “colecciones de figuras”, disponiendo los objetos
yuxtaponiéndolos especialmente en filas, cuadrados, círculos, etc. Luego se
arman colecciones no figurativas, es decir sin forma espacial.)
▪ NÚMERO: procede a la correspondencia de “1 a 1” a “cualesquiera”. Supone una
abstracción de las cualidades diferenciales. La construcción simultánea tanto
del englobamiento de clases (inclusión) como de la seriación (orden) fundidas en
un todo operatorio, engendran la noción de número.
También se constituyen las operaciones infralógicas o espacio-temporales.
(En el preoperatorio los intercambios sociales eran de carácter precooperativo,
a la vez sociales desde el punto de vista del sujeto y centrados sobre el mismo
niño y sobre su actividad propia desde el punto de vista del observador;
egocentrismo infantil, que implica la dificultad para tener en cuenta las
diferencias de puntos de vista entre los interlocutores y para la descentración.
En el intuitivo ya se conservan las formas del juego. Los chicos juegan juntos,
pero no se vigilan uno a otro ni unifican sus reglas respectivas. Su objetivo no
es superar al otro, sino ganar desde el punto de vista propio: el niño juega
para sí y con un modelo constituido por el adulto idealizado o el chico que sabe
más. Las reglas son tratadas como objetos con una existencia exterior, dados de
una vez y para siempre (reificación). Los niños consideran que las reglas son
sagradas e inmutables, son eternas y de origen adulto o divino, provienen de una
autoridad, tienen un origen trascendente. Se niegan a cualquier modificación,
pues incluso si fuera aceptada por la opinión general, constituiría una
trasgresión. Respeto unilateral que une a un inferior con un superior
considerado como tal.)
Se constituyen nuevas relaciones interindividuales, de naturaleza cooperativa.
Lenguaje socializado, los niños pueden situarse en el punto se vista del
interlocutor.
Aparecen los juegos de reglas, que son instituciones sociales. Desde los 7 años,
los juegos están bien estructurados, con observación común de las reglas
conocidas por los jugadores, con vigilancia mutua y con un espíritu de honrada
competición, de modo que unos ganen y otros pierdan según las reglas admitidas.
Preoperatorio Operatorio
Moral heteronoma, sentimiento de obediencia. Moral autonoma, sentimiento de
justicia.
Centración en el yo, egocentrismo infantil. Descentración, apertura a la
subjetividad de otros.
Respeto unilateral, une a un inferior con un superior considerado como tal
Respeto mutuo, fundado en la reciprocidad en la estimación
Reglas sagradas, intangibles y de origen trascendente.
Realismo moral: las obligaciones y los valores están determinados por la ley en
sí misma, independientemente del contexto de las intenciones y de las
relaciones. Regla como producto de un acuerdo entre contemporáneos, que puede
modificarse siempre que haya consentimiento
democráticamente regulado.
Responsabilidad objetiva:
El acto es valorado en función de su grado de conformidad material con la ley, y
no en función de las intenciones de violarla o buena intención que se halla en
conflicto con dicha ley. Responsabilidad subjetiva:
Sentimiento de justicia, que se impone sobre la obediencia y se convierte en una
norma central,
"Psicología de la Inteligencia" - Capitulo 5 - Piaget (1981)
LA ELABORACION DEL PENSAMIENTO. INTUICION Y OPERACIONES
Las operaciones del pensamiento alcanzan su forma de equilibrio cuando se
constituyen en sistemas de conjunto caracterizados por su composición reversible
(agrupaciones o grupos)
Los esquemas de la inteligencia S-M constituyen el equivalente práctico de los
conceptos y de las relaciones. El grupo S-M constituye simplemente un esquema de
comportamiento, el sistema equilibrado de las diversas maneras posibles de
desplazarse materialmente en el espacio próximo, sin alcanzar el rango de un
instrumento de pensamiento.
Diferencias de estructura entre la inteligencia conceptual y la S-M: ¿Qué falta
a la inteligencia sensomotriz para prolongarse en pensamiento conceptual?
Desde el punto de vista funcional es posible encontrar el equivalente práctico
en la inteligencia SM de las clases, las relaciones, razonamientos e incluso
grupos de desplazamiento bajo la forma empírica de los mismos.
LOS ACTOS DE INTELIGENCIA S-M CONSISTEN EN COORDINAR ENTRE SI PERCEPCIONES
SUCESIVAS Y
MOVIMIENTOS REALES, IGUALMENTE SUCESIVOS.(sucesiones de estado sin llegar a una
representación de conjunto) Esta inteligencia procede como una película
proyectada lentamente, donde se varían sucesivamente todos sus cuadros pero sin
fusión, sin la visión continua necesaria para la visión del conjunto.
UN ACTO DE INTELIGENCIA S-M SOLO TIENDE A LA SATISFACCIÓN PRACTICA(AL ÉXITO DE
LA ACCION Y
NO AL CONOCIMIENTO COMO TAL) No busca ni la explicación, ni la clasificación, ni
la comprobación por sí misma, no relaciona causalmente. Es una inteligencia
vivida y no reflexiva. Distancias cortas entre sujeto y objetos siempre reales,
solo el pensamiento se libera de esa distancias cortas y de esos objetos
reales.(hasta lo invisible)
NOVEDAD DE LA INTELIGENCIA CONCEPTUAL: 3 CONDICIONES ESENCIALES PARA PASAR DEL
PLANO S-M AL REFLEXIVO:
1) Aumento de las velocidades que permite fundir en un conjunto. Simultáneo los
conocimientos ligados a las fases sucesivas de la acción.
2) toma de conciencia de los pasos de la acción que permite llegar a resultados
deseados, esto permite multiplicar la búsqueda del éxito a través de la
comprobación.
3).Una multiplicación indefinida de las distancias espacio-temporales que hace
posible prolongar las acciones relativas a las mismas realidades mediante
acciones simbólicas q inciden sobre las representaciones y superan los límites
del espacio y el tiempo próximo. Es necesario reconstruir todo en un plano nuevo
Para construir un espacio, un tiempo, un universo de causas y de objetos. S-M o
prácticos, el niño tuvo que liberarse de su egocentrismo perceptivo y motor: por
una serie de descentraciones sucesivas ha logrado organizar un grupo práctico de
los desplazamientos materiales, situando su cuerpo y sus propios movimientos en
el conjunto de los demás. La construcción de agrupaciones y de los grupos
operatorios el pensamiento requerirá descentrar el pensamiento en relación con
la propia acción en su totalidad
El pensamiento, al nacer de la acción es egocéntrico en su punto de partida. La
construcción de las operaciones transitivas, asociativas y reversibles supondrá
una conversión de este egocentrismo inicial en un sistema de relaciones y de
clases descentradas con relación al yo., y esta descentración intelectual
ocupara toda la1ª infancia.
LAS ETAPAS DE LA CONSTRUCCIÓN DE LAS OPERACIONES. 4 periodos principales:
- Desde la función simbólica que hace posible la adquisición del lenguaje
(1ymedio-2años) comienza un periodo que se extiende a los 4 años q ve
desarrollarse un pensamiento simbólico y pre conceptual.
- De los 4 a los 7-8 se constituye un pensamiento intuitivo.
- De los 7-8 a los 11-12 se organizan las operaciones concretas (agrupaciones
operatorias del pensamiento referido a los objetos que pueden manipularse o
percibirse intuitivamente). - Desde los
11-12 años y durante toda la adolescencia se elabora el pensamiento formal.
(Inteligencia reflexiva completa)
1) PENSAMIENTO SIMBOLICO Y PRECONCEPTUAL: termino del 2ºaño—adquisicion
sistemática del lenguaje. Utilizan el sistema de los signos verbales para
representar lo real por intermedio de significantes distintos de las cosas
significadas.
INDICE: el significante constituye una parte o un aspecto objetivo del
significado., o está unido a el por relación de causa efecto (ej. huella, presa
extremo visible)
SEÑAL: constituye un simple aspecto parcial del acontecimiento que enuncia.
En cambio el SIMBOLO y el SIGNO implican una diferenciación entre el
significante. Y el significado. SIMBOLO: relación de semejanza entre el
significado y el significante., mientras que el SIGNO es arbitrario y reposa
sobre una convención En el niño la adquisición de signos colectivos, coincide
con la formación del símbolo, esto es, del sistema de significantes
individuales. El verdadero símbolo comienza cuando un objeto o un gesto
representan algo distinto de los datos perceptibles.
SEXTO ESTADIO DEL S-M: vemos aparecer esq. simbólicos (esq. De acción nacidos de
su contexto que evocan una situación ausente. Pero el símbolo se presenta con la
representación separada de la acción propia. (ej. Hacer dormir a una muñeca)
La formación del símbolo puede explicarse así: la imitación diferida
(acomodación q se prolonga en esbozos imitativos) proporciona los significantes.
q el juego o la inteligencia aplica a significados diversos. El j. simbólico
comporta un elemento de imitación, como significante, y la inteligencia en sus
comienzos utiliza la imagen como símbolo o significante. El lenguaje se adquiere
al mismo tiempo que el símbolo. El uso de signos, como de símbolos, supone esa
actitud nueva de representar una cosa mediante otra.
EL PENSAMIENTO NACIENTE PROLONGA LA INTELIGENCIA SENSORIOMOTORA, PROCEDE DE LA
DIFERENCIACIÓN DE LOS SIGNIFICANTES Y SIGNIFICADOS, SE APOYA SOBRE LA INVENCIÓN
DE SIMB Y EL DESCUBRIMIENTO DE LOS SIGNOS.
Periodo pre conceptual de la inteligencia: PRECONCEPTOS: nociones que el niño
liga a los primeros signos verbales cuyo uso adquiere. 2-3 años dirá el caracol
o los caracoles. No maneja clases generales aun. El esquema permanece entre lo
individual y lo general, no concepto lógico aun. Pero ese esquema es
representativo y llega a evocar gran cantidad de obj x ejemplares- tipo de la
colección pre conceptual.
TRANSDUCCIÓN: el razonamiento vincula los conceptos, llamados así por Stern a
tales razonamientos primitivos que producen por analogías inmediatas. La
transducción permite transponer la acción en pensamientos
2) PENSAMIENTO INTUITIVO: 4- 7 AÑOS Coordinación gradual de relaciones
representativas. Una conceptuación creciente que conducirá al umbral de las
operaciones. Esta inteligencia se mantiene constante en estado Prelógico hasta
el razonamiento intuitivo, y controla los juicios por “regulaciones” intuitivas,
análogas, en el plano de la representación, a los que son las regulaciones
perceptivas en el
plano SM. Ej: vaso con perlas. 4-5 no conservaciones del todo. Error por razones
casi perceptivo: elevación en el nivel de perlas engaña al niño. Esquematismo
pre lógico que imita datos perceptivos: Pensamiento Intuitivo, que señala el
progreso sobre el pensamiento preconceptual o simbólico: en configuraciones de
conjunto lleva a rudimento de la lógica bajo la forma de regulaciones
representativas y no operatorias aun. Hay centraciones y descentraciones
intuitivas análogas a mecanismos de esquemas SM de la percepción. Habrá
corrección de la centración sobre altura x descentración de la atención sobre
amplitud. Ej: fichas azules y rojas.
Intuición articulada: por oposición a intuición simple, se acerca a las
operaciones pero se mantiene rígida e irreversible, es el producto de las
regulaciones sucesivas. Ej: perlas negras de madera, hasta 7 responde “hay +
negras porque hay 3 blancas” NO CONSERVA DEL TODO. 4 a 7 no prevé que semi
rotación cambiará el orden, luego de comprobarlo admite el resultado. El TIEMPO
intuitivo es ligado a los objetos y a movimientos particulares
LA INTUICION ES UNA IMAGEN, ESPECIE DE ACCION EJECUTADA EN PENSAM: TRASVASAR,
HACER CORRESPONDER, ENGLOBAR, SERIAR, DESPLAZAR, ETC. SON ESQ DE ACCION DE LOS
CUALES LA
REPRESENTACIÓN ES LA REALIDAD. Es en 2° lugar un pensamiento imaginado con
limitaciones: relación inmediata entre un esquema de acción interiorizado y la
percepción de objetos. No llega a la reversibilidad. Intuición sigue siendo
FENOMENICA, imita contornos de la realidad, y EGOCENTRICA, centrada en función
de la acción del momento. Evoluciona en sentido de la descentración tendiendo a
la reversibilidad, transitividad y asociatividad: CONSERVACION, y prepara las
operaciones.
3) OPERACIONES CONCRETAS Aparición de operación lógico-matemáticas y de E y T.
progreso interno de transito de fase de equilibrio progresivo (intuitivo) a
equilibrio móvil (Op). 6-8 no hay necesidad de reflexión, seguro de la
conservación, no se agregó ni quito nada. El equilibrio móvil se alcanza cuando
hay transformaciones simultáneas de:
- Dos acciones sucesivas coord. en una sola
- Esquema de acción se vuelve reversible
- Un mismo punto puede alcanzarse sin alterarse x 2 caminos diferentes
- Retorno al punto de partida permite encontrar éste identificado a sí mismo
- La misma acción al repetirse, no agrega nada a sí misma, o es una acción nueva
c/ efecto acumulativo.
El paso de la lógica a la matemática en el momento mismo de la construcción de
operaciones.
Lógicas: clases, relaciones y n° forman un todo <psi y lógicamente indisociable.
Hacia 8 se coord. relaciones de orden temporal (antes-después) con la duración
(+- tiempo). Peso a los 9-10 y Volumen 11-12
4) OPERACIONES FORMALES 11-12: Reconstrucción destinada a trasponer las
agrupaciones “concretas" en nuevo plano de pensamiento, Reflexión fuera del
presente y elaboración de teorías sobre todas las cosas. Nace a partir de
razonar de forma hipotética- deductiva. Este de equilibrio final hacia el cual
tienden las operaciones concretas cuando se reflejan en sistemas más generales
combinando entre sí las proposiciones que expresan.
EXPLICACIÓN DEL JUEGO EN LA FORMACION DEL SIMBOLO
Criterios utilizados para disociar el juego de las actividades no lúdicas
Definido por una orientación o polo general de la conducta, propio de toda
actividad.
1) Encuentra su fin en sí mismo.es autotelico-. (Casi todos los actos del primer
año parecen autotelicos sin por eso tener que ser lúdicos)
2) espontáneo, contrapuesto a las obligaciones del trabajo y de la adaptación
real.
3) El juego es una actividad para el placer”, mientras que la actividad seria
tiene por meta un resultado útil. (Autotelismo en plano afectivo)
4) El juego carecería de estructura organizada, por oposición al pensamiento
serio que siempre es reglamentado.-
5) El juego ignora los conflictos o si los encuentra, es para liberar al yo
mediante una solución de compensación o de liquidación, mientras que la
actividad seria se debate en conflictos ineludibles.
En el juego los conflictos son transpuestos en forma tal que el yo toma su
revancha. Pero este criterio subraya un aspecto parcial de la asimilación lúdica
en general. El yo logra liberarse de los conflictos porque somete al universo
entero.
Todos los criterios propuestos para definir el juego con relación a la actividad
no lúdica desembocan, no deja disociar el primero de la segunda, sino a subrayar
la existencia de una orientación cuyo carácter más o menos acentuado corresponde
a la totalidad más o menos lúdica de la acción.
El juego comienza desde el momento en el que la asimilación supera a la
acomodación. De la así puramente funcional que caracteriza al juego de ejercicio
de las diversas formas de asimilación de lo real al pensamiento manifestadas en
el juego simbólico, La asimilación lúdica tiene por signo distintivo el hecho de
que se subordina a la acomodación en vez de equilibrarse con ella.
El juego simbólico es una asimilación sensorio motora sin que cualquier juego
simbólico sea necesariamente en su contenido mismo un juego de ejercicio,..El
niño, durante todo su primer año parece ignorar la ficción representativa (el
“como si”) aun siendo capaces de juegos de ejercicio, El símbolo apenas
constituido, sobrepasa ampliamente al ejercicio. La mayoría de los juegos
tienden a repetir aquello que ha sorprendido, a evocar lo que más ha gustado o a
participar más de cerca en el medio ambiente. A construir una amplia red de
dispositivos que permitan al yo asimilar la realidad entera, incorporársela para
revivirla, dominarla o compensarla
"La formación del símbolo en el niño" (Capítulo 8) - Piaget (1990)
Capítulo 8: El paso de los esquemas sensorio-motores a los esquemas conceptuales
(y los demás de la formación del símbolo en el niño)
Los esquemas verbales son intermediarios entre los esquemas senso–motores y los
conceptos, ya que guardan aspectos senso-motores pero tienen ya intención de
comunicar.
Son esquemas sensomotores en vías de conceptualización:
∙ Del esquema sensomotor conservan modos de acción generalizables que se aplican
a objetos numerosos
∙ Del concepto anuncian el elemento característico de la comunicación, puesto
que son
fonemas verbales que se ponen en relación con la acción de un tercero.
Estos intermediarios antecesores del lenguaje comienzan con los semi-signos
verbales que ponen
como primer ejemplo las onomatopeyas (ej.: miau) en las que el niño va ubicando
un semi desprendimiento del objeto y un acercamiento hacia los conceptos: los
preconceptos.
El preconcepto es un ejemplar tipo, afectivizado, que representará a toda la
colección, reuniendo a todos los objetos bajo esos primeros denominados,
haciendo una especie de parentesco entre ellos, entrelazándolos. Mediante ellos
puede darse el paso al:
∙ PENSAMIENTO PRECONCEPTUAL (2-4 años):
Éste incluye semisignos verbales, objetos como generales pero sin identidad. No
hay clases sino ejemplares tipo que representan a toda la colección (ej.: creer
que todos los perros sean su perro, todos los hombres con barba su papá, etc.)->
Ejemplares tipo; evocación de gran cantidad de objetos en elementos
privilegiados. Hay una centración en su propio punto de vista y sus propias
experiencias: pensamiento egocéntrico. El niño de este nivel de pensamiento no
alcanza ni la generalidad ni la individualidad verdadera. El niño se queda con
lo individual o lo general.
Los preconceptos son las nociones que el niño liga a los primeros signos
verbales cuyo uso permite detenerse a mitad de camino, entre la generalidad del
concepto y la individualidad de los elementos que lo componen sin alcanzar ni
una ni otra. El sujeto no maneja aún las clases generales por falta de
distinción entre “todos” y “algunos”. Si está completa la noción de objeto
individual permanente en el campo de acción próximo, no lo está aún en cuanto al
espacio lejano o a las reapariciones de duraciones espaciadas. Ej.: considerará
que una montaña se deforma realmente en el curso de una excursión, y que “el”
caracol reaparece en diferentes lugares.
No se trata todavía de un concepto lógico y todavía está en parte relacionado
con el esquema de acción y con la asimilación senso-motriz. Pero ya es un
esquema representativo, el cual llega a evocar gran cantidad de objetos mediante
los elementos privilegiados-> ejemplares tipo de la colección perceptual. Estos
ejemplares se hallan concretados más por la imagen que por la palabra, por ello
el preconcepto deriva del símbolo.
Se trata de un esquema verbal situado a mitad de camino entre el esquema
sensomotor y el concepto en cuanto a su modo de asimilación y participa del
símbolo imaginado en cuanto a su estructura representativa.
El razonamiento que consiste en vincular tales preconceptos es el razonamiento
transductivo: razonamientos primitivos que proceden por analogías inmediatas, no
por deducción. En la transducción se encuentra, a la vez, falta de generalidad
inherente al preconcepto y un carácter simbólico o figurado, el cual permite
trasponer las acciones en pensamiento.
Si la transducción logra éxito en la práctica (el niño da razones certeras) es
porque no constituye más que una sucesión de acciones simbolizadas en
pensamiento -> Una experiencia mental en sentido propio: imitación interior de
los actos y sus resultados; con todas las imitaciones que acarrea esa suerte de
empirismo de la imaginación.
A partir de un primer ejemplar tipo se arma una cadena de preconceptos armados
por analogías.
Centración: el niño selecciona y atiende sólo un aspecto de la realidad.
∙ De lo individual a lo individual: tomar un aspecto individual particular como
ejemplar tipo que inicia una cadena preconceptual en la que todos los que tengan
ese aspecto serán ese ejemplar. Ej.: padre con barba -> cualquier hombre con
barba= padre.
∙ De lo general a lo general: tomar el aspecto general como el ejemplar tipo que
llevará a
que todos los ejemplares no tengan una identidad particular. Ej.: gusano.
PREOPERATORIO
Dentro del pensamiento preconceptual/preoperatorio se incluyen:
∙ Pensamiento realista: el niño no toma en cuenta el azar; éste no existe.
∙ Finalismo: ya que no existe el azar, cada acción debe tener su finalidad,
generalmente el fin está relacionado con la actividad humana. Las preguntas
tienden a saber “dónde” se halla el objeto deseado y cómo se llaman las cosas
poco conocidas: “¿esto qué es?”. Aprox. a los 3 años aparecen los “por qué”, a
mitad de camino entre finalidad y causa. El “por qué” supone averiguar la “razón
de ser” de las cosas, porque para él hay que tener una razón para cada cosa: por
ello el niño tropieza con fenómenos fortuitos y hace preguntas al respecto. El
niño se imagina los movimientos necesariamente orientados hacia un fin y, por lo
tanto, intencionales y dirigidos. Ej.: pelota en pendiente.
∙ Animismo: tendencia a concebir las cosas como vivas y dotadas de intenciones.
Da características de personalidad a un hecho de la naturaleza (las nubes
lloran, la luna me sigue). Al igual que el finalismo este tipo de tendencia de
concepción resulta de una asimilación de las cosas a la propia actividad.
∙ Artificialismo: creencia de que las cosas han sido construidas por el hombre o
por una actividad divina análoga a la forma de fabricación humana. Adjudica a la
mano del hombre hechos de la naturaleza. Ej.: El mar es salado porque alguien le
puso mucha sal.
En el pensamiento preoperatorio hay una yuxtaposición en el sentido de que el
niño une partes sin ver relación con el todo. Tiene tendencia a reducir el todo
a una serie de afirmaciones fragmentarias e incoherentes entre las que no
existen conexiones causales, temporales ni lógicas. Se centra en las partes y no
en el todo.
También es característico el sincretismo: el niño conoce al todo y reúne
cualquier tipo de información que tiene para explicar un evento. Se centra en el
todo y no en las partes. Percibe por visiones globales, percibe las cosas dentro
de esquemas globales subjetivos que llevan a relacionarlos por su concurrencia y
no por su causalidad.
El niño encuentra analogías entre objetos o sucesos sin un análisis previo
(puede razonar que un caballo es como un coche porque ambos van deprisa).
Relaciona cosas que no están relacionadas. Ej.: ¿por qué no se cae el sol?
Porque es amarillo. ¿Y por qué es amarillo? Porque hace calor.
El razonamiento transductivo del niño preconceptual/preoperatorio incluye
afirmaciones de
implicación. Ej.: el agua calentándose sólo indica una cosa: papá va a
afeitarse. Opera en estado, hay una representación estática en la que el mundo y
sus cosas no cambian. No hay reversibilidad en su pensamiento: incapacidad para
reconocer que una operación se puede realizar en más de un sentido.
PENSAMIENTO INTUITIVO (4-7 a)
Lentamente van a ir desapareciendo los preconceptos y la transducción, habrá
descentración por la aparición de regulaciones intuitivas. El niño sigue siendo
pre-lógico y suplanta la lógica por el mecanismo de la intuición:
interiorización de las percepciones y los movimientos en forma de imágenes
representativas y de “experiencias mentales” que prolongan los esquemas
sensomotores sin coordinación propiamente racional. Toma las cosas desde un
registro perceptivo. Imita acciones a través de experiencias mentales
imaginadas= imagen mental: experiencias traducidas en imágenes que ya no
refieren a ejemplares tipo sino a configuraciones de conjunto.
Hay coordinación gradual de las relaciones representativas: se trata de una
conceptualización creciente que conducirá al niño desde la fase preconceptual
hacia el umbral de las operaciones. Esta inteligencia se mantiene constantemente
en estado pre-lógico: si bien el niño puede ser capaz de tomar en cuenta las
transformaciones, no puede dar cuenta lógicamente de ellos y eso se verifica en
los límites de las formas de pensamiento incompletas, por las cuales las
respuestas de los niños fracasan ante complejizaciones en las solicitudes. ->
CONSTRUCCIÓN INTELECTUAL INCOMPLETA. Modificado el esquema intuitivo, no existe
relación lógica de equivalencia como hay en las operaciones.
Ejemplo concreto: presentar a sujetos 6 u 8 fichas azules, alineadas ,con
pequeños intervalos de separación, y pedirles que encuentren otras tantas fichas
rojas (mismo n°) en un montón que se dan a su disposición.
Entre los 4 y 5 años (término medio), construirán una hilera de filas rojas de
igual longitud que la de azules, pero sin ocuparse del número de elementos ni de
hacer corresponder una ficha roja con una azul -> intuiciones simples: forma
primitiva de intuición, consistente en valorar la cantidad sólo por el espacio
ocupado, es decir, por las cualidades perceptivas globales de la colección
tomada como modelo, sin preocuparse del análisis de las relaciones. Trabaja con
una sola variable.
Entre los 5 y 6 años, el niño pone una ficha roja delante de cada ficha azul y
concluye de esa correspondencia, término a término, la igualdad de ambas
colecciones. Bastará con separar un poco las fichas de los extremos de las
fichas rojas para que el niño, que ha visto que no se ha quitado ni añadido
nada, estime que las dos colecciones ya no son iguales y afirme que la hilera
más larga contiene más fichas -> intuiciones articuladas: si bien ya no es
global sigue siendo intuición, ya que está sometida a la percepción como
primacía. Hay equivalencia mientras hay correspondencia visual, pero la igualdad
no se conserva por correspondencia lógica: no hay operación racional. Aparecen
al final del preoperatorio; se acercan a poder tener una correspondencia término
a término; necesitan de la posibilidad de que no haya un cambio en el ambiente;
se general las condiciones para que empiece a darse la noción de número. Utiliza
dos
variables pero sucesivamente.
Las intuiciones simples son únicamente esquemas sensomotores traspuestos al
pensamiento. No es más que una acción global. El niño se centra y se queda en lo
perceptivo: no le permite pensar en términos de conservación de cantidad.
En cambio, la acción articulada va más allá de la acción global, hacia la doble
dirección de una anticipación de las consecuencias de esa acción, y de una
reconstrucción de los estados anteriores. Avanza en la dirección de la
prolongación de la acción interiorizada en el sentido de la movilidad reversible
para transformarla en operación. Sin embargo sigue siendo irreversible, no
trabaja simultáneamente, ya que basta con alterar una correspondencia visual
para que el niño no pueda volver a colocar los elementos del pensamiento en su
primitivo orden.
La intuición articulada puede alcanzar un equilibrio más estable y a la vez más
móvil que la acción sensorio motriz, y en ello reside el gran progreso del
pensamiento propio de este estadio con respecto a la inteligencia que precede al
lenguaje.
Comparada con la lógica, la intuición es un equilibrio menos estable, por falta
de reversibilidad; pero comparada con los actos verbales marca una conquista
indudable.
No se espera a la generalización operatoria para construir los primeros números,
pero los n° de 1 a 6 todavía son intuitivos porque están ligados a
configuraciones perceptivas. Podrá enseñársele al niño a “contar”, sin embargo
el uso verbal del nombre de los números no se mantiene en relación con las
operaciones numéricas.
Este tipo de intuiciones articuladas en el fin del periodo preoperatorio prepara
el camino para la clasificación (que aún no puede realizar), cuyo antecedente
aquí es la realización de colecciones. Hay dos tipos de colecciones: figurativas
y no figurativas.
Colecciones figurativas: el niño hace una figura en el espacio (ej.: un tren con
autos, casitas, muñecas). Une a efectos de jugar. Pone junto lo que interpreta
que va junto: elementos mezclados.
Transición a la clasificación: colección no figurativa
El niño comienza a respetar aspectos propios del objeto, no ya para su interés o
juego (puede tener que ver con la forma, el color, etc.). Respeta la inclusión
de niveles de clases jerárquicas (respeto por la identidad de los elementos
particulares integrados conceptualmente en una totalidad general). Hay más
características del niño del pensamiento intuitivo: arman colecciones en base a
la intuición.
"El creador literario y el fantaseo" - Freud (1907)
Busca en el juego del niño las primeras huellas del quehacer poético, que es la
ocupación preferida y más intensa del niño.
Juego del niño:
El niño al jugar se comporta como un poeta, crea un mundo propio (inserta las
cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada); y toma muy en serio este
juego, emplea en el grandes montos de afecto. Lo opuesto al juego es la realidad
efectiva. El niño diferencia la realidad de su mundo del juego.
Lo que diferencia su jugar del fantasear es que cuando juega el niño apuntala
sus objetos y situaciones imaginadas en objetos reales.
Fantaseo del poeta:
Hace lo mismo que en el juego del niño: crea un mundo de fantasía dotado de
grandes montos de afecto, y lo separa de la realidad efectiva. Muchas de las
cosas que de ser reales no depararían goce, pueden depararlo en la fantasía, asi
como muchas excitaciones penosas pueden convertirse en fuente de placer para los
espectadores del poeta.
Juego vs. Fantasía:
Parecería que el adulto renuncia a la ganancia de placer que extraía del juego,
sin embargo, solo permuta una cosa por otra (formación sustituta). Es decir, del
juego solo resigna el apuntalamiento en objetos reales, ahora fantasea y crea lo
que se llama sueños diurnos. Y este fantasear no es fácilmente observable como
el jugar de los niños (quienes no juegan para los adultos como si fueran su
público, ni les oculta a ellos su jugar), ya que el adulto se avergüenza de sus
fantasías.
Niño:
El jugar del niño estaba dirigido por el deseo de ser grande y adulto, imitando
en el juego lo que le ha devenido familiar de la vida de los mayores (no tienen
razón para esconder ese deseo).
Adulto: Sabe que se espera del que ya no juegue ni fantasee, sino que actué en
el mundo real. Quiere esconder los deseos que producen este fantasear. Entonces
su fantasear lo avergüenza por infantil y no permitido. Esta información del
fantasear de los adultos ha sido obtenida mediante el análisis de neuróticos,
que se ven obligados a confesar sus fantasías al médico.
Caracteres del fantasear:
✔ Solo fantasea el insatisfecho: Deseos insatisfechos son las fuerzas
pulsionales de las fantasías, y cada fantasía es un cumplimiento de deseo. Son
deseos ambiciosos que sirven a la exaltación de la personalidad (en el hombre
generalmente), o son deseos eróticos (en la mujer generalmente pero también en
el hombre). Las causas para ocultar estos deseos se ven en la crianza.
✔ Productos del fantaseo: las fantasías singulares, castillos en el aire o
sueños diurnos. ✔ La
fantasía tiene tres tiempos: Una situación del presente que es capaz de
despertar los deseos de una persona; desde ahí se remonta al recuerdo de una
vivencia anterior (infantil casi siempre), en que aquel deseo se cumplía: esto
crea una situación referida al futuro, que se figura como el cumplimiento de ese
deseo (la fantasía o resto diurno), en que van impresas las huellas de su origen
en la ocasión y en el recuerdo.
✔ Neurosis o psicosis: el hecho de que las fantasías proliferen y se vuelvan
hiperpotentes,
crea las condiciones para la caída en una neurosis o psicosis.
✔ Los sueños son también fantasías.
Poeta:
Todos los poetas tienen un héroe situado en el centro del interés y el cual
procura ganar la simpatía del auditorio. A la vez, todas las mujeres se enamoran
del héroe (esto nunca ocurre en la realidad), y las personas de la novela se
dividen tajantemente en buenas y malas (esto no se observa en la realidad). Es
decir, que las creaciones poéticas tienen relación con el sueño diurno, o sea
que tiene los mismos caracteres que la fantasía en el adulto. . La diferencia
con el soñante diurno es que el poeta al exponer sus fantasías, nos genera
placer, a diferencia del adulto, que si contara sus fantasías nos
escandalizarían.
¿Cómo lo consigue? Modera el carácter del sueño diurno mediante variaciones y
encubrimientos, y nos soborna por medio de una ganancia de placer que posibilita
el desprendimiento de un placer mayor, proveniente de fuentes psíquicas situadas
a mayor profundidad. A esa ganancia de placer la llamamos placer previo o prima
de incentivación. El goce genuino de la obra poética proviene de la liberación
de tensiones en el interior de nuestra alma.
"Sobre las transposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal" -
Freud (1917)
En las producciones de lo inconsciente, los conceptos de caca, regalo, dinero,
hijo y pene se distinguen con dificultad y fácilmente son permutados entre sí.
Estos elementos a menudo son tratados en el inconsciente como si fueran
equivalentes.
En la niña, el deseo del pene se muda en deseo del hijo. Luego, un camino
adecuado a la ratio conduce al deseo del varón como portador del pene.
En la neurosis de la mujer, no es raro toparse con el deseo reprimido de poseer
un pene como el varón. Es un deseo infantil, la envidia del pene. En otras
mujeres no se registra este deseo de pene, su lugar está ocupado por el deseo de
un hijo. En otras mujeres se averigua que ambos deseos estuvieron presentes en
la infancia y se relevaron el uno al otro. Factores accidentales son
responsables de esta diversidad; en el fondo, el deseo del pene sería idéntico
al deseo del hijo.
Cuando en la vida posterior están ausentes las condiciones de la neurosis, el
deseo infantil del pene se muda en deseo del varón. Mediante esta mudanza, una
moción contraria a la función sexual femenina se convierte en una favorable a
ella. Así, se posibilita una vida amorosa del tipo masculino de amor de objeto,
que puede afirmarse junto al genuinamente femenino, derivado del narcisismo. En
otros casos, es sólo el hijo el que produce el paso del amor narcisista al amor
de objeto.
Por otro camino, también un sector del erotismo pregenital deviene idóneo para
ser aplicado en la fase del primado genital. El hijo es considerado como algo
que se desprende del cuerpo por el intestino, y un monto de investidura
libidinosa aplicado al contenido del intestino puede extenderse al niño nacido a
través de él. Hay identidad entonces entre hijo y caca. La caca es el primer
regalo, una parte del cuerpo de la que el lactante se separa a instancias de la
persona amada; en torno de la defecación se presenta una primera decisión entre
la actitud narcisista y la de amor de objeto: o la entrega por amor o la retiene
para la satisfacción autoerótica o para
afirmar su propia voluntad. Con esta última decisión queda constituido el
desafío o terquedad que nace de una porfía narcisista en el erotismo anal.
El siguiente significado hacia el que avanza la caca es regalo. El niño no
conoce otro dinero que el regalado. Como la caca es su primer regalo, transfiere
su interés de esa sustancia a la que le aguarda en la vida como regalo más
importante.
Entonces una parte del interés por la caca se continúa en el interés por el
dinero, otra se transporta al deseo de hijo. En este último coinciden una moción
anal-erótica y una moción genital (envidia del pene). Pero el pene posee también
una significatividad anal-erótica independiente del interés infantil: el nexo
entre el pene y el tubo de mucosa llenado y excitado por él encuentra ya su
prototipo en la fase anal. El bolo fecal sería el primer pene, y la mucosa
excitada la del recto.
Cuando el interés por la caca retrocede en forma normal, esta analogía orgánica
hace que el interés se transfiera al pene. En el niño, cuando la investigación
sexual lo pone en conocimiento de la falta de pene en la mujer, el pene es
discernido como algo separable del cuerpo y entra en analogía con la caca. De
ese modo el viejo desafío anal entra en la constitución del complejo de
castración. Si luego se averigua que el hijo nace por el intestino, el hijo será
heredero del erotismo anal. El deseo del hijo recibe un segundo complemento de
la misma fuente cuando la experiencia social enseña que el hijo puede concebirse
como una prueba de amor, como un regalo. El interés volcado a la caca traspasa
al interés por el regalo y luego por el dinero.
"El yo y el ello" (Parte III: "El yo y el superyó") - Freud (1923)
Si un objeto sexual es resignado, no es raro que sobrevenga la alteración del yo
que consiste en la erección de objeto en el yo por introyección. Una investidura
de objeto es relevada por una identificación. El carácter del yo es una
sedimentación de las investiduras de objeto resignadas. Esa trasposición de una
elección erótica de objeto en una alteración del yo es además un camino que
permite al yo dominar al ello y profundizar sus vinculos con el, aunque a costa
de una gran docilidad. Cuando el yo cobra los rasgos del objeto se impone él
mismo al ello como objeto de amor, busca repararle su pérdida diciéndole: puedes
amarme también a mí, soy tan parecido al objeto.
La trasposición de libido de objeto en libido narcisista conlleva una
resignación de las metas sexuales, una desexualización y por tanto una suerte de
sublimación.
En la génesis del ideal del yo, traes él se esconde la identificación con el
padre de la historia personal, es una identificación directa y no mediada y más
temprana que cualquier investidura de objeto. Pero las elecciones de objeto de
los primeros periodos sexuales parecen tener su desenlace en una identificación
de esa clase, reforzándose así la identificación primaria.
El varón, en la época tempranísima desarrolla una investidura de objeto hacia la
madre, que tiene su punto de arranque en el pecho materno y es de tipo
anaclítica. Del padre se apodera por identificación. Ambos vínculos marchan uno
junto al otro un tiempo, hasta que se refuerzan los deseos sexuales hacia la
madre y al percibir al padre como rival nace el complejo de Edipo. La
identificación-padre cobra ahora una tonalidad hostil, y de ahí en más la
relación con el padre será ambivalente. Este es el complejo de Edipo simple,
positivo.
Con la demolición del complejo de Edipo, la investidura de objeto de la madre
puede tener dos reemplazos: identificación con la madre o refuerzo de la
identificación-padre (la más normal, que permite retener en cierta forma el
vínculo tierno con la madre y reafirma la masculinidad).
La mayoría de las veces se da un complejo de Edipo más completo, duplicado,
positivo y negativo dependiente de la bisexualidad originaria del niño. El
varón, además de una actitud ambivalente hacia el padre y una elección tierna de
objeto hacia la madre, tiene una actitud femenina tierna hacia el padre y una
actitud hostil y celosa hacia la madre.
Con el sepultamiento del complejo de Edipo, las 4 aspiraciones se desmontan y
desdoblan de modo que surge una identificación padre y madre: la padre retendrá
el obj madre del Edipo positivo y el obj padre del complejo invertido; y lo
analogo es valido para la madre. Como resultado mas universal de la fase falica,
se puede suponer una sedimentación en el yo que consiste en el establecimiento
de estas dos identificaciones unificadas de alguna manera entre sí. Esta
alteración del yo se enfrenta al otro contenido del yo como ideal del yo o
superyo.
Pero el superyo no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de
objeto del ello, tiene tambien la significativdad de una formación reactiva
frente a ellas. Contiene la advertencia “así como el padre debes ser” y la
prohibición “así como el padre no debes ser”. Esta doble faz deriva del hecho de
que el ideal del yo estuvo empeñado en la represion del complejo de Edipo.
Discerniendo en los padres el obstáculo para la realización de los deseos
edipicos, el yo infantil se fortaleció para esa operación represiva erigiendo
dentro de sí ese mismo obstáculo. El superyo conservará el carácter del padre y
cuanto más intenso fue el complejo de Edipo y más rapido se produjo su
represion, tanto mas riguroso devendra el imperio del superyo como conciencia
moral. El ideal del yo es el heredero del complejo de Edipo y expresión de las
mas potentes mociones y los mas importantes destinos libidinales del ello.
Mediante su institución, el yo se apodera del complejo de Edipo y
simultáneamente se somete al ello. Mientras que el yo es esencialmente
representante del mundo exterior, el superyo se le enfrenta como abogado del
mundo interior, del ello.
El ideal del yo satisface todas las exigencias que se plantean a la esencia
superior en el hombre. Como formación sustitutiva de la añoranza del padre,
contiene el germen a partir del cual se formaron todas las religiones. En el
posterior circuito del desarrollo, maestros y autoridades fueron retomando el
papel del padre, sus mandatos y prohibiciones permanecieron vigentes en el ideal
del yo y ahora ejercen como conciencia moral la censura moral. La tension entre
las exigencias de la conciencia moral y las operaciones del yo es sentida como
sentimiento de culpa. Los sentimientos sociales descansan en identificaciones
con otros sobre el fundamento de un idéntico ideal del yo. Religión, moral y
sentir social han sido en el origen, entonces, uno solo.
"El sepultamiento del complejo de Edipo" - Freud (1924)
El complejo de Edipo cae sepultado, sucumbe a la represión y es seguido por el
periodo de latencia. Se va a pique a raíz de las dolorosas desilusiones
acontecidas, por su fracaso, como
resultado de su imposibilidad interna.
La organización fálica del niño se va al fundamento a raíz de la amenaza de
castración que ocurre cuando los adultos advierten su masturbación. Al principio
el varón no presta ni obediencia ni creencia a la amenaza. Tras la observación
de los genitales femeninos, se vuelve representable la pérdida del propio pene y
la amenaza de castración adquiere su efecto con posterioridad.
El complejo de Edipo ofrece al niño dos posibilidades de satisfacción, una
activa y una pasiva. La aceptación de la posibilidad de castración puso fin a
las dos posibilidades de satisfacción pues ambas conllevaban la pérdida del
pene: la masculina en calidad de castigo y la femenina como premisa. Por fuerza
estalla el conflicto entre el interés narcisista en esta parte del cuerpo y la
investidura libidinosa de los objetos parentales, que normalmente culmina con el
extrañamiento del complejo de Edipo.
Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación. La
autoridad de ambos progenitores, introyectada en el yo, forma ahí el núcleo del
superyó que perpetua la prohibición del incesto y asegura al yo contra el
retorno de la investidura libidinosa del objeto. Las aspiraciones libidinosas
pertenecientes al complejo de Edipo son en parte desexualizadas y sublimadas, y
en parte son inhibidas en su meta y mudadas en mociones tiernas. El proceso en
su conjunto salvó a los genitales, alejó el peligro de pérdida de ellos y además
los paralizó. Se inicia entonces el periodo de latencia, que interrumpe el
desarrollo sexual en el niño.
El extrañamiento del yo respecto del complejo de Edipo es más que una represión,
cuando se consuma idealmente equivale a una destrucción y cancelación del
complejo.
En la niña, el clítoris se comporta al comienzo como un pene, pero luego ella
percibe que es demasiado corto y siente este hecho como un perjuicio y una razón
de inferioridad. Primero cree que cuando crezca el pene también lo hará, pero
luego explica su falta mediante el supuesto de que una vez poseyó un miembro
igualmente grande y que después lo perdió por castración. No extiende esta
inferencia a otras mujeres. Acepta la castración como un hecho consumado, a
diferencia del varón que tiene miedo de la posibilidad de consumación.
Excluida la angustia de castración, está ausente en la niña también un poderoso
motivo para instituir el superyó e interrumpir la organización infantil. Mucho
más que en el varón, estas alteraciones son resultado de la educación, del
amedrentamiento externo, que amenaza con la pérdida de ser amado. La renuncia al
pene no se soportará sin resarcimiento: se desliza por equivalencia simbólica
del pene al hijo, su complejo de Edipo culmina en el deseo de recibir como
regalo un hijo del padre. El complejo es abandonado poco a poco porque este
deseo no se cumple nunca. Ambos deseos permanecen en lo inconsciente donde se
conservan con fuerte investidura y contribuyen a preparar al ser femenino para
su posterior papel sexual.
"La organización genital infantil" - Freud (1923)
El carácter principal de esta «organización genital infantil» es, al mismo
tiempo, su diferencia respecto de la organización genital definitiva del adulto.
Reside en que, para ambos sexos, sólo
desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto, no hay un primado
genital, sino un primado del falo.
El varoncito percibe, sin duda, la diferencia entre varones y mujeres, pero al
comienzo no tiene ocasión de relacionarla con una diversidad de sus genitales.
Para él es natural presuponer en todos los otros seres vivos, humanos y
animales, un genital parecido al que él mismo posee; más aún: sabemos que hasta
en las cosas inanimadas busca una forma análoga a su miembro. Esta parte del
cuerpo que se excita con facilidad, parte cambiante y tan rica en sensaciones,
ocupa en alto grado el interés del niño y de continuo plantea nuevas y nuevas
tareas a su pulsión de investigación.
Querría verlo también en otras personas para compararlo con el suyo; se comporta
como si barruntara que ese miembro podría y debería ser más grande.
En el curso de estas indagaciones el niño llega a descubrir que el pene no es un
patrimonio común de todos los seres semejantes a él. Da ocasión a ello la visión
casual de los genitales de una hermanita o compañerita de juegos; pero niños
agudos ya tuvieron antes, por sus percepciones del orinar de las niñas, en
quienes veían otra posición y escuchaban otro ruido, la sospecha de que ahí
había algo distinto, y luego intentaron repetir tales observaciones de manera
más esclarecedora. Es notoria su reacción frente a las primeras impresiones de
la falta del pene.
Desconocen esa falta; creen ver un miembro a pesar de todo; cohonestan la
contradicción entre observación y prejuicio mediante el subterfugio de que aún
sería pequeño y ya va a crecer, y después, poco a poco, llegan a la conclusión,
afectivamente sustantiva, de que sin duda estuvo presente y luego fue removido.
La falta de pene es entendida como resultado de una castración, y ahora se le
plantea al niño la tarea de habérselas con la referencia de la castración a su
propia persona. Sólo puede apreciarse rectamente la significatividad del
complejo de castración si a la vez se toma en cuenta su génesis en la fase del
primado del falo.
El niño cree que sólo personas despreciables del sexo femenino, probablemente
culpables de las mismas mociones prohibidas en que él mismo incurrió, habrían
perdido el genital. Pero las personas respetables, como su madre, siguen
conservando el pene. Para el niño, ser mujer no coincide todavía con falta del
pene. Sólo más tarde, cuando aborda los problemas de la génesis y el nacimiento
de los niños, y colige que sólo mujeres pueden parir hijos, también la madre
perderá el pene y, entretanto, se edificarán complejísimas teorías destinadas a
explicar el trueque del pene a cambio de un hijo. Al parecer, con ello nunca se
descubren los genitales femeninos. Como sabemos, el niño vive en el vientre
(intestino) de la madre y es parido por el ano.
En el estadio de la organización pregenital sádico-anal no cabe hablar de
masculino y femenino; la oposición entre activo y pasivo es la dominante. En el
siguiente estadio de la organización genital infantil hay por cierto algo
masculino, pero no algo femenino; la oposición reza aquí: genital masculino, o
castrado. Sólo con la culminación del desarrollo en la época de la pubertad, la
polaridad sexual coincide con masculino y femenino. Lo masculino reúne el
sujeto, la actividad y la posesión del pene; lo femenino, el objeto y la
pasividad. La vagina es apreciada ahora como albergue del pene, recibe la
herencia del vientre materno.
Polaridad sexual (resumen):
- Una primera oposición se introduce con la elección de objeto, que presupone
sujeto y objeto.
- En la fase anal es dominante la oposición entre activo y pasivo.
- En la fase fálica la oposición se da entre genital masculino y castrado.
- Sólo con la culminación del desarrollo en la pubertad, la polaridad sexual
coincide con masculino (reúne el sujeto, la actividad y la posesión del pene) y
femenino (reúne el objeto y la pasividad). La vagina es apreciada ahora como
albergue del pene, recibe la herencia del vientre materno.
"Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis" (32ª conferencia:
"Angustia y vida pulsional") - Freud (1933)
Angustia realista: reacción que nos parece lógica frente al peligro, a un daño
esperado de afuera. Consiste en un apronte angustiado (estado de atención
sensorial incrementada y tensión motriz), a partir de éste se desarrolla la
reacción de angustia. Puede suceder que el desarrollo de angustia se limite a
una señal (y por ende la reacción puede adaptarse a la nueva situación de
peligro) o bien toda la reacción se agota en el desarrollo de angustia y
entonces el estado afectivo resultará paralizante y desacorde con el fin para el
presente.
Angustia neurótica: enigmática, como carente de fin. Se observa bajo tres clases
de constelaciones: como angustia expectante en la neurosis de angustia, ligada a
determinados contenidos de representación en las fobias y en las angustias
histéricas. En la angustia neurótica, aquello a lo que se le tiene miedo es la
propia libido. El peligro es interno en vez de externo, y no se discierne
conscientemente.
Teoría anterior:
∙ La angustia es como estado afectivo la reproducción de un antiguo evento
peligroso. ∙ La angustia está al servicio de la autoconservación y es una señal
de un nuevo peligro. ∙ La angustia se genera a partir de una libido que de algún
modo se ha vuelto inaplicable o a raíz de la represión.
∙ La formación de síntoma la releva, la liga psíquicamente.
Nueva tesis:
El yo es el único almácigo de la angustia, sólo él puede producirla y sentirla.
Las tres variedades de angustia (realista, neurótica y la de la conciencia
moral) pueden ser referidas a los tres vasallajes del yo: respecto del mundo
exterior, del ello y del superyó. Con esta nueva concepción, pasa a primer plano
la función de la angustia como señal para indicar una situación de peligro.
No es la represión la que crea la angustia, sino que la angustia crea la
represión. Sólo la angustia realista puede crear represión. Una situación
pulsional temida se remonta a una situación de peligro exterior. El varón siente
angustia ante una exigencia de su libido (ante el amor a su madre), se trata de
una angustia neurótica. Pero ese enamoramiento le aparece como un peligro
interno,
del que debe sustraerse mediante la renuncia a ese objeto, sólo porque convoca
una situación de peligro externo. Ese peligro real que el niño teme es el
castigo de la castración, la pérdida de su miembro. La angustia frente a la
castración es uno de los motores más frecuentes e intensos de la represión, y de
la formación de neurosis.
Pero no es el único motivo de la represión. Ya no tiene sitio alguno en las
mujeres, que poseen un complejo de castración pero no pueden tener angustia de
castración. En su reemplazo aparece la angustia por la pérdida de amor, que
puede dilucidarse como la angustia del lactante cuando echa de menos a la madre.
A cada edad del desarrollo le corresponde una determinada condición de angustia,
y por tanto una situación de peligro como la adecuada a ella.
∙ Primero, el peligro del desvalimiento psíquico conviene al estadio de la
temprana inmadurez
del yo.
∙ El peligro de la pérdida de objeto de amor conviene a la heteronomía de la
primera infancia.
∙ El peligro de castración a la fase fálica.
∙ La angustia ante el superyó al periodo de latencia. Esta angustia no está
normalmente destinada a extinguirse, pues es indispensable en las relaciones
sociales como angustia de la conciencia moral.
El yo nota que la satisfacción de una exigencia pulsional emergente convocaría
una de las situaciones de peligro. Por tanto, esa investidura pulsional debe ser
sofocada de algún modo, cancelada, vuelta impotente. El yo anticipa la
satisfacción de la moción pulsional dudosa y le permite reproducir las
sensaciones de displacer que corresponden al inicio de la situación de peligro
temida. Así suscita el automatismo del principio de placer-displacer, mediante
la señal de angustia, que ahora lleva a cabo la represión de la moción pulsional
dudosa. O bien el ataque de angustia se desarrolla plenamente y el yo se retira
por completo de la excitación chocante, o bien el yo le sale al encuentro con
una contrainvestidura y esta se conjuga con la energía de la moción reprimida
para la formación de síntoma o es acogida en el interior del yo como formación
reactiva, como refuerzo de determinadas disposiciones, como alteración
permanente.
Mientras más pueda limitarse el desarrollo de angustia a una mera señal, tanto
más recurrirá el yo a las acciones de defensa equivalentes a una ligazón
psíquica de lo reprimido y tanto más se aproximará el proceso a un procesamiento
normal.
Lo que crea al carácter es: sobre todo, la incorporación de la anterior
instancia parental en calidad de superyó; luego, las identificaciones con ambos
progenitores de la época posterior y con otras personas influyentes; finalmente,
las formaciones reactivas que el yo adquiere primero en sus represiones y más
tarde con medios más normales a raíz de los rechazos de mociones pulsionales
indeseadas.
En muchos casos quizás la moción pulsional reprimida retenga su investidura
libidinal, persista inmutada en el ello, si bien bajo la presión permanente del
yo. Otras veces parece ocurrirle una destrucción completa, tras la cual su
libido es conducida de manera definitiva por otras vias (tramitación normal del
complejo de Edipo, que es destruido dentro del ello). En muchos otros
casos se produce una degradación libidinal, una regresión de la organización
libidinal a un estadio anterior.
El yo es endeble frente al ello, es su fiel servidor, se empeña en llevar a cabo
sus órdenes. El yo es la parte del ello mejor organizada, orientada hacia la
realidad, y consigue influir sobre los procesos del ello cuando por medio de la
señal de angustia pone en actividad el principio de placer-displacer.
Inmediatamente vuelve a mostrar su endeblez, pues mediante la represión renuncia
a un fragmento de su organización, se ve precisado a consentir que la moción
pulsional reprimida permanezca sustraída a su influjo de manera duradera.
Lo esencial en cualquier situación de peligro es que provoque en el vivenciar
anímico un estado de excitación de elevada tensión que sea sentido como
displacentero y del cual uno no pueda enseñorearse por vía de descarga. El
asunto de la angustia es en cada caso la emergencia de un factor traumático que
no pueda ser tramitado según la norma del principio de placer. El hecho de estar
dotados del principio de placer no nos pone a salvo de daños objetivo, sino sólo
de un daño determinado a nuestra economía psíquica.
Existe un origen doble de la angustia: en un caso como consecuencia directa del
factor traumático, y en el otro como señal de que amenaza la repetición de un
factor así.
"El dibujo en el niño" (Tomo VI, Capítulo 1, parte II) - Osterrieth (1974)
CAPAZ HACE FALTA COMPLETARLO UN POCO ESTO…
NIVEL I
GARABATEO 2 a 3 años - Primero hay una producción de trazos por simple actividad
motora, sin intención figurativa.
- Luego aparecen elementos representativos, hechos patentes
sobre todo por la verbalización, cuando entra en juego la función simbólica. Las
primeras denominaciones son arbitrarias. 1 a 1,3 años: trazos impulsivos y
lanzados que a menudo sobrepasan los bordes de la hoja.
1,3 a 1,8: movimientos de barrido.
1,9 a 1,11: garabateo circular
Desde los 2 años: garabateos variados.
Aparecerá el monigote más primitivo, constituido por una forma más o menos
circular de la que irradian trazos verticales u horizontales.
Cerca de los 3 años podrá interrumpir voluntariamente el movimiento y desmembrar
los trazos.
NIVEL II ESQUEMATI SM O 3 a 9 años Hay una intención figurativa manifiesta y con
frecuencia se enuncia antes de comenzar el dibujo, que es deliberadamente
representativo incluso si no se conforma con las apariencias visuales objetivas.
El
niño dibuja lo que conoce del objeto, lo que éste tiene de significativo para él
- A los 3 años se elabora un vocabulario gráfico hecho de esquemas individuales,
a menudo fáciles de reconocer, producidos por la yuxtaposición y la combinación
de elementos gráficos simples (enumeración gráfica por yuxtaposición de
esquemas).
- A los 4 años, los esquemas se combinan en escenas elementales. - A los 5, se
diferencia con bastante precisión según el sexo. - Entre los 5 y 6 años los
esquemas se combinan en escenas complejas y paisajes (preponderancia de casa y
árbol). Aparecen las líneas de cielo y tierra. Primeras tentativas para
representar el movimiento y el espacio. Aparición del perfil.
- Transparencias por coexistencia de distintos puntos de vista.
- Entre los 7 y los 9 se da un desdoblamiento del esquema hacia una
representación más flexible, más anecdótica y más realista. Aparecen
estructuraciones espaciales y temporales. Imagen d’Epinal.
NIVEL III REALISMO CONVENCIONAL 9 a 13
años Tendencia a la representación objetiva y convencional. Se abandona el
esquematismo a favor de entidades orgánicamente integradas. Se presta una
creciente atención a las formas, detalles, actitudes, relaciones topológicas y a
las proporciones.
Se dan ensayos de representación de la tercera dimensión. Particularización de
los temas representados.
Los elementos geométricos, o sea las líneas que constituían los
esquemas se sustituyen por trazos menos estereotipados, más objetivamente
figurativos; separados del contexto al que pertenecen siguen conservando su
carácter específico y se mantienen identificables.
Desaparecen las características infantiles tales como transparencias,
abatimientos, yuxtaposiciones, etc.
Los elementos importantes para el niño son acentuados por una mayor presión del
trazo
La franja del cielo se acerca al suelo, formando el horizonte
NIVEL IV 13 años en adelante Diferenciación de las evoluciones individuales y
agotamiento de la actividad gráfica. La actividad gráfica puede desaparecer o
evolucionar hacia lo artístico.
"Los juegos del niño en la actualidad" - Schejtman (2000)
El juego es una expresión del discurso infantil; un niño que juega da a conocer
su mundo interno, muchas veces ininteligible de otro modo. Desde su nacimiento,
el infante humano se dispone a conocer y reconocer el mundo circundante. El bebé
emite a su ambiente gestos, acciones, expresiones de llanto, sonrisa y
vocalizaciones tempranas, y las respuestas a ellos inician el intercambio lúdico
que llevará luego a la simbolización y a la constitución del lenguaje propio. El
adulto responde al intercambio sensorial y simultáneamente ofrece articulaciones
de sentido y objetos del mundo externo: juguetes, lenguaje, etc.
La instalación de la categoría ausencia-presencia inscribe la constancia objetal
y la introyección del objeto, procesos mediante los cuales el infante en
constitución irá tolerando la ausencia material del otro. El advenimiento de la
capacidad de representación permite al sujeto enfrentar la angustia ante la
evocación del desvalimiento originario. Jugando, el niño vivencia, recrea y
alterna las categorías ausencia-presencia en el logro de la constitución
subjetiva.
Sigmund Freud
Distintas actividades lúdicas, dibujos y fantasías, podrían tener el valor de
indicios de conflictos inconscientes, y esta vía lúdica es una vía privilegiada
de abordaje al inconsciente del niño. En “El creador literario y el fantaseo”
Freud plantea que todo niño cuando juega se convierte en un poeta, en tanto crea
un mundo propio o, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden
que le agrada. El pequeño toma muy en serio su juego, y emplea en él grandes
montos de afecto. Lo opuesto al juego es la realidad efectiva. El juego cumple
para el niño la función de apuntalamiento de su mundo interno en cosas palpables
y visibles del mundo real, favoreciendo la diferenciación entre realidad
psíquica y realidad material. La preocupación preferida y más intensa del niño
es el juego.
El adulto deja de jugar, aparentemente renuncia a la ganancia de placer que
extraía del juego. Pero lo que parece ser una renuncia es en realidad una
formación de sustituto, ya que uno nunca puede renunciar realmente a nada, solo
cambia una cosa por otra. El adulto cuando cesa de jugar sólo resigna el
apuntalamiento en objetos reales; en vez de jugar, ahora fantasea. Construye
castillos en el aire, crea sueños diurnos. El niño juega solo o forma con otros
niños un sistema psíquico cerrado a los fines del juego, pero así como no juega
para los adultos como si fueran su público tampoco oculta de ellos su jugar. El
jugar del niño estaba dirigido por el deseo de ser grande y adulto, imita en el
juego lo que le ha devenido familiar de la vida de los mayores. No hay razón
alguna para esconder ese deseo. En cambio, al adulto su fantasear lo avergüenza
por infantil y por no permitido. Deseos insatisfechos son las fuerzas
pulsionales de las fantasías, y cada fantasía singular es un cumplimiento de
deseo, una rectificación de la insatisfactoria realidad. Los deseos pueden ser
ambiciosos o eróticos.
Una fantasía oscila en cierto modo entre tres tiempos. El trabajo anímico se
anuda a una impresión actual, a una ocasión del presente que fue capaz de
despertar los grandes deseos de la persona; desde ahí se remonta al recuerdo de
una vivencia anterior, infantil la más de las veces, en que aquel deseo se
cumplía; y entonces crea una situación referida al futuro (la fantasía) en que
van impresas las huellas de su origen en la ocasión y en el recuerdo.
Tanto la creación poética como el sueño diurno son continuación y sustituto de
los antiguos juegos del niño. De ello se deriva la insistencia sobre el recuerdo
infantil en la vida del poeta.
En “Mas allá del principio del placer” Freud instaura la segunda tópica y
reformula el principio de placer-displacer. Nuevamente, el niño jugando mostró
indicios de su mundo inconsciente. Juego del Fort-da: su nieto jugaba
repetidamente a arrojar un carretel que se sostenía por un piolín: cuando el
carretel desaparecía el niño pronunciaba “fort” (se fue). Luego de la
desaparición del carretel, el niño lo atraía con decisión, nuevamente hacia su
cuna, saludando su aparición con un amistoso “da” (acá está). Freud asocia este
juego con la partida de la madre y dice que es la elaboración de la
presencia-ausencia de la madre, un hito fundante en la constitución subjetiva.
Freud descubre que lo que le provoca displacer al niño no es la ausencia de la
madre sino la perdida de dominio del niño frente al sometimiento de la realidad
externa, es decir no poder dominar lo displacentero, entonces estructura el
juego como dominio de eso displacentero, y le permite además ligar la angustia y
la simbolización de la ausencia de la madre. El desvalimiento originario del
infante humano lo hace dependiente del deseo y del capricho del otro, la
capacidad de construir un juego coloca al niño en una posición relativamente
activa frente a la pasividad generada por la dependencia. La repetición en el
juego responde a la pulsión de apoderamiento que actúa con independencia del
carácter placentero o displacentero de lo recreado y repetido.
El niño estructura el fort-da como dominio de lo displacentero; allí se
encontraría la satisfacción, el juego es un modo de ligazón de la angustia y de
simbolización de pérdida o ausencia. Aquí el juego ya es considerado producto de
cultura que expresa la renuncia pulsional e implica transformación. En el adulto
el juego deviene humor y sueño diurno o fantaseo. En el fantaseo, el deseo anuda
la experiencia actual con el recuerdo infantil y crea una situación referente al
futuro. Pasado, presente y futuro se anudan.
Donald Winnicott
Winnicott imprime un vuelco en la concepción del juego al considerarlo una
entidad en sí misma, con función estructurante para la constitución psíquica. Su
riqueza amplía las posibilidades simbólicas y creativas del sujeto en
constitución.
Winnicott postula la constitución de tres objetos: el objeto subjetivo, el
objeto transicional y el objeto objetivamente percibido. El objeto subjetivo se
construye en los primeros tiempos de vida caracterizados por la dependencia
absoluta, producto de la prematuración y el desvalimiento del cachorro humano al
nacer. En esos momentos, la madre “devota” logra identificarse con su bebé y
satisfacer así lo más adecuadamente posible las necesidades de éste. Este
sostén, “holding” según Winnicott, produce en el bebé la ilusión de que existe
una realidad exterior q corresponde a su propia capacidad de crear, una
superposición entre el pecho ofrecido por la madre y la ilusión de que éste fue
creado por él. El objeto subjetivo es una creación del bebé en unidad virtual
con la madre, corresponde a la omnipotencia y a la indiferenciación yo-no yo.
Este objeto, bajo predominio de la ilusión, irá sucumbiendo frente a la
desilusión gradual proveniente de las frustraciones cotidianas. La madre
suficientemente buena es capaz de conducir el proceso de ilusión y desilusión,
en el camino a la estructuración diferencial mundo interno-mundo externo y al
proceso de adaptación.
Para arribar al objeto objetivamente percibido, correspondiente al mundo
externo, será necesario por parte del bebé el despliegue de la agresión que
forma parte del impulso amoroso primitivo y cuyo origen se encuentra en la
motilidad de la vida intrauterina. Winnicott concibe un bebé activo y con
iniciativa desde el nacimiento. A esta actividad la denomina gesto espontáneo.
En los tiempos de la ilusión la madre debe tolerar el ataque instintivo,
agresivo, del bebe y solo paulatinamente oponerle resistencia. En la oposición
de la madre a este ataque instintivo es donde va a aparecer la primera
distinción yo-no yo. La construcción del objeto objetivamente percibido es
propuesta por Winnicott como un proceso transicional. Los objetos transicionales
le permiten al bebe ir construyendo gradualmente las categorías
ausencia-presencia en el camino de la diferenciación yo-no yo, a fin de lograr
la integración en la constitución subjetiva. Cuando este proceso no se realiza
adecuadamente el niño entra en una angustia intolerable que le dificulta la
introyección del objeto materno y la separación necesaria para su propio
desarrollo.
Winnicott considera la importancia estructurante del juego en sí mismo y no sólo
vinculado con la masturbación y la sublimación de la pulsión. El jugar se ubica
como un fenómeno transicional, desde el primer objeto transicional (no yo) hasta
las últimas etapas de la capacidad de un ser humano para la experiencia
cultural. En la infancia, la zona intermedia es necesaria para la relación
niño-mundo. El ambiente en que se desarrolla la crianza sería esa zona
intermedia emocional.
Jugar con otro supone dos zonas transicionales: por ejemplo, la del niño y el
terapeuta o la del niño y la madre. En la superposición del juego del niño y de
otra persona existe la posibilidad de introducir enriquecimiento. El jugar de
los niños es en sí mismo terapéutico.
Las etapas de constitución del juego corresponden a los tiempos de constitución
del objeto:
1) El niño y el objeto se encuentran fusionados. El niño tiene una visión
subjetiva y la madre se orienta a hacer real lo que el niño está dispuesto a
encontrar. Estado de omnipotencia. Corresponde al objeto subjetivo. Se observan
juegos de interacción caracterizados por la fusión corporal y la continuidad
sensorial entre el bebe y el adulto.
2) El objeto es repudiado, reaceptado y percibido en forma objetiva; es
necesaria una madre dispuesta a participar y a devolver lo que se le ofrece. Es
la constitución del objeto transicional. Los objetos transicionales suelen ser
muñecos blandos y suaves, provenientes del exterior, que representan algo del
bebe y algo de la madre. No deben ser modificados ni lavados, deben estar
disponibles para acompañarlo, especialmente en momentos de angustia y soledad.
3) El niño puede jugar solo con la confianza de q la persona a quien ama esta
cerca. En esta etapa encontraremos juegos donde se despliega la agresión y la
confrontación entre el deseo de la madre y el del niño. Se desarrolla una
alternancia entre la aceptación de la madre de la agresión del niño y la
imposición de consignas y limites provenientes del ambiente. El niño es más
activo-agresivo en la investigación del ambiente. Romper juguetes es una
búsqueda de conocimiento, apoderamiento y elaboración de la frustración por la
pérdida de la fusión con la madre.
4) El niño puede disfrutar de la superposición de dos zonas de juego, la propia
y la de la madre. Ha logrado la capacidad de aceptar o rechazar propuestas y
tomar iniciativas, así queda allanado el camino para un jugar juntos en una
relación, inscribiendo la alteridad y logrando la construccion del objeto real.
Para Winnicott el juego es un fenómeno subjetivo estructurante en sí mismo, no
sólo representante pulsional, y está al servicio del mantenimiento de la
transicionalidd en la infancia. La función del ambiente en las primeras etapas
es permitir el desarrollo de la ilusión y sostener empáticamente el inmenso
impacto de la pérdida de la omnipotencia en el camino a una adaptación lo más
creativa posible a la realidad material.
Winnicott, D. (1980). El niño y el mundo externo. Hormé. (Parte 3,capítulo 4)
¿Por qué juegan los niños? (Winnicott):
1) PLACER : los niños juegan porque les gusta hacerlo, gozan con todas las
experiencias físicas y emocionales del juego.
2) PARA EXPRESAR AGRESIÓN: el niño valora la comprobación de que los impulsos de
odio o de agresión pueden expresarse en un ambiente conocido, sin que ese
ambiente le devuelva odio y violencia. Siente que un buen ambiente debe ser
capaz de tolerar los sentimientos agresivos, siempre y cuando se los exprese en
forma más o menos aceptable. Acepta la disciplina de expresar el sentimiento
agresivo bajo la forma del juego y no sencillamente cuando está enojado.
3) PARA CONTROLAR ANSIEDAD: la ansiedad siempre constituye un factor en el juego
del niño, frecuentemente principal. Los niños juegan para controlar la ansiedad
o para controlar ideas e impulsos que llevarían a la ansiedad si no se
controlaran. La amenaza de un exceso de ansiedad conduce al juego compulsivo o
al juego repetitivo o a una búsqueda exagerada de placeres relacionados con el
juego. Si la ansiedad es excesiva, el juego se transforma en una búsqueda de
gratificación sexual. Porque el juego sirve para controlar la ansiedad, no se
puede impedir que los niños jueguen sin provocar angustia, ansiedad o nuevas
defensas contra ella.
4) PARA ADQUIRIR EXPERIENCIA : la personalidad de los niños se desarrolla a
través de su propio juego y de las invenciones relativas al juego de otros niños
y de los adultos. Al enriquecerse, los niños aumentan su capacidad para percibir
la riqueza del mundo externamente real. El juego es la prueba continua de la
capacidad creadora, que significa estar vivo. Los adultos contribuyen aquí al
reconocer la enorme importancia del juego, y al enseñar juegos tradicionales
pero sin ahogar o corromper la inventiva del niño.
5) PAR A ESTABLECER CONTACTOS SOCIALES: es en gran parte a través del juego, en
el que los niños desempeñan papeles preconcebidos, que un niño comienza a
permitir que sus pares tengan una existencia independiente. El juego proporciona
una organización para iniciar relaciones emocionales y permite así que se
desarrollen contactos sociales.
6) INTEGRACIÓN DE LA PERSONALIDAD : el juego tiende a la unificación e
integración general de la personalidad. Establece una vinculación entre la
relación del individuo con la realidad personal interna y su relación con la
realidad externa o compartida. En el juego el niño relaciona las ideas con la
función corporal, constituye una alternativa frente a la sensualidad en el
esfuerzo del niño por no disociarse.
7) COMUNICACIÓN CON LA GENTE : un niño que juega puede estar tratando de exhibir
parte del mundo interior, así como del exterior, a personas elegidas de uno
mismo. El juego puede ser algo muy revelador sobre uno mismo. Todos los niños
siguen siendo en mayor o menor grado capaces de recuperar la confianza en la
capacidad ajena de comprensión, y en su juego siempre podemos encontrar el
camino hacia el inconciente y hacia la honestidad originaria.
Jean Piaget
El niño organiza el mundo tendiendo a formas de equilibrio más complejas. Cuanto
más móvil es este equilibrio, la estructura es más estable y los estímulos
pueden ser tramitados en entramados más complejos. El juego es el reflejo de la
experimentación del niño con el mundo. Es una transformación activa entre sujeto
y objeto, a través de procesos de asimilación y acomodación.
Desarrollo evolutivo del juego:
1) Juego funcional de ejercitación: en el nivel sensomotor el niño pasa del
ejercicio reflejo a las reacciones circulares primarias, repetitivas de una
conducta lograda. La inteligencia
emerge cuando el niño es capaz de coordinar esquemas de acción y realizar una
acción, no imitativa sino original, invención. La intencionalidad (anterior al
lenguaje) marca la pauta de la construcción de la inteligencia. La actitud
investigativa del niño frente a su entorno se despliega en la interrelación
entre lo propio del sujeto y los estímulos externos. Alrededor de los 8 meses,
el niño es muy afecto a los juegos que tienden hacia la construcción del objeto
permanente. Las sabanitas y almohadones ocultan y develan al objeto ausente, en
el camino a la constancia objetal. A esta edad el infante comienza a ser un
“teorizador de la realidad”. La actividad de los sentidos y el juego de
intencionalidad es la base de la restructuración de la inteligencia. En este
nivel comienza a tener una influencia diferencial el acceso a los distintos
estímulos lúdicos.
2) Juego Simbólico: caracteriza al periodo preoperatorio y a la instalación de
la función semiótica. Es el juego por excelencia, el niño puede disponer de un
sector de actividad, cuya motivación no sea la adaptación a lo real sino la
asimilación de lo real al yo, sin coacciones ni sanciones. El juego simbólico
para Piaget es un refugio para el yo, frente a la constante demanda de
adaptación al mundo de los adultos. Piaget plantea que si la renuncia a la
omnipotencia y al egocentrismo es demasiado precoz en pos de la adaptación, el
niño pagara un alto costo emocional. El aprendizaje creativo es un interjuego
constante entre asimilar la realidad a los esquemas propios del sujeto y
modificar esquemas existentes (acomodación) frente a los nuevos estímulos.
También el lenguaje es un instrumento de adaptación. Los juegos de imitación
implican pura adaptación a modelos exteriores.
3) Juegos Reglados: el niño sale del egocentrismo del pensamiento intuitivo y es
capaz de aceptar reglas universales, su moral se ha vuelto heterónoma y “debería
ser capaz de aceptar normas éticas y morales universales”. Se ha instalado en un
mundo de operaciones concretas y reversibles. Los juegos basados en reglamentos
permiten desarrollar la competitividad respetando las diferencias, buscando
superación y tolerando la frustración. La ejercitación de operaciones concretas
en los juegos de pares permite al niño evaluar sus talentos y desarrollarlos
según sus inquietudes. Proponerse desafíos y desarrollar la capacidad de tolerar
y superar frustraciones frente a iguales. Fortalece la conciencia de sí frente
al éxito y al fracaso.
4) Juegos Mentales: corresponden al nivel lógico formal; el pensamiento adquiere
la capacidad de abstracción y deviene hipotético deductivo. El proceso mental
del niño no necesita sostenerse en objetos materiales. Su juego se caracteriza
por la reflexión y la capacidad de realizar operaciones de operaciones. Se
interesa por realizar juegos de ingenio y estrategia.
"Período de latencia: características típicas" - Bozzalla & Naiman (2003)
Se inicia con el sepultamiento del complejo de Edipo, la constitución del
superyó y la instalación de los diques (sentimientos de asco y pudor y barreras
éticas y estéticas en el interior del yo). Se extiende hasta la metamorfosis de
la pubertad, en la cual niños y niñas se encuentran con un nuevo cuerpo, con una
nueva exigencia pulsional y con la reanimación de las aspiraciones e
investiduras de objeto de la temprana infancia, así como las ligazones de
sentimiento del complejo de Edipo. Se trata de una pausa intermedia entre la
acometida en dos tiempos de la vida sexual humana.
Giro decisivo en el desarrollo mental y afectivo. Se produce una disminución del
interés por las actividades sexuales y el ocultamiento de aquellas que
permanecen. El deseo de aprender toma el lugar de los intereses y la curiosidad
sexual previos, y los niños invierten su energía ahora disponible para descubrir
aspectos del mundo en el que viven y para integrarse en nuevos grupos sociales
fuera del ámbito familiar. La exclusividad de la importancia de las figuras
parentales queda acotada (por el conocimiento de otras familias y la relación
con otras figuras de autoridad, principalmente los maestros, que heredan la
historia afectiva de los progenitores). El lenguaje se vuelve paulatinamente el
principal medio de expresión y comunicación gracias a la estabilización del
proceso secundario. Los niños piensan, reflexionan, se ponen en lugar de los
otros, ganan autonomía y desarrollan su propia moral. Aparecen nuevos
sentimientos morales como la honestidad, la camaradería, la justicia y una
organización de la voluntad. El equilibrio afectivo se hace más estable.
El aparato psíquico sufre una transformación, se incorpora una nueva instancia,
el superyó, con la internalización de las figuras parentales, sus prohibiciones
e ideales. El yo debe cumplir sus funciones respondiendo a esta nueva
organización. La acción inmediata como respuesta a los impulsos se coarta,
aumenta el fantaseo y el pensamiento reflexivo. Se organiza definitivamente la
heterogeneidad del aparato psíquico y la consecuente dinámica entre el yo y sus
vasallajes respecto del ello, el superyó y la realidad.
La erección de diques en el interior del yo son poderosas formaciones reactivas
frente a la sexualidad infantil que se reprime o se sublima, mediante la
derivación hacia otros fines, el cambio de objeto y la aceptación cultural de
sus producciones.
A pesar de los contextos socioculturales cambiantes, existe para todos los niños
un compás de espera, una imposibilidad estructural y biológica que sigue
sosteniendo un periodo en el que la sexualidad (a pesar de que sus
manifestaciones no desaparecen totalmente) no encuentra nuevas metas ni nuevas
formas organizativas que le permitan sortear la imposibilidad de la satisfacción
pulsional experimentada al final del complejo de Edipo.
La cultura desempeña un importante papel reforzando la represión y ofreciendo
canales de derivación para la simbolización y la sublimación.
Origen del periodo de latencia:
∙ Hipótesis fisiológica: se origina por una disminución fisiológica de los
impulsos. El desarrollo de los diques es de condicionamiento orgánico, fijado
hereditariamente y llegado el caso puede producirse sin ninguna ayuda de la
educación.
∙ Hipótesis psicológica: el origen se vincularía con la declinación del complejo
de Edipo
cuando el aumento de la angustia de castración se resuelve con la identificación
con los padres, la instauración del superyó y el desarrollo gradual de la
sublimación y la simbolización.
∙ Hipótesis filogenético: el complejo de Edipo es también un fenómeno
determinado por la
herencia, dispuesto por ella, que tiene que desvanecerse de acuerdo con el
programa cuando se inicia la fase evolutiva siguiente.
El periodo de latencia no es uniforme, pueden diferenciarse dos subperíodos cuyo
cambio se sitúa alrededor de los 8 años (edad en que para Piaget se organizan
las estructuras de las operaciones concretas).
∙ LATENCIA TEMPRANA (6 a 8 años)
La nueva organización psíquica no está consolidada, el nuevo funcionamiento es
precario y frágil. El control sobre los impulsos es inestable. Es frecuente la
emergencia de angustia y la necesidad de presencia del adulto como reaseguro
afectivo.
Los niños ya muestran conductas de postergación y control de la satisfacción de
los impulsos, que se centrarán principalmente en intentar controlar la
motricidad. Esta nueva posibilidad va a permitirle al niño acceder al
aprendizaje, facilitándole prestar mayor atención a la transmisión de diferentes
tipos de información.
Sin embargo, frecuentemente los niños no logran quedarse quietos por mucho
tiempo. Siguen disfrutando intensamente del despliegue de la actividad motriz
como descarga que les ofrece gratificaciones libidinales y agresivas a la vez
que es una contención de las fantasías masturbatorias e incestuosas. La
actividad motriz también permite el incremento de la capacidad para hacer prueba
de realidad, facilitando el aprendizaje por la experiencia. La actividad motriz
de despliega en el marco de juegos reglados y actividades deportivas que la
regulan y evitan los desbordes. La espontanea separación por sexos que predomina
en las actividades también está al servicio del control impulsivo.
El niño es ambivalente frente a mandatos del superyó. Tiene una imposibilidad
para determinar si los imperativos categóricos provienen de una voz interior o
exterior. Se observan conductas ambivalentes que van desde la obediencia
complaciente hasta la rebeldía, aunque culposa.
∙ LATENCIA TARDIA (8 a 12 años)
Se plasman las características que se conocen como propias del periodo de
latencia. Se da un mayor equilibrio y una mayor estabilidad de las diferentes
instancias, se consolida el desarrollo del yo y el superyó, ejerciendo un
control más eficaz y autónomo sobre los impulsos. El superyó se afianza como
instancia interior fortaleciéndose los procesos de abandono de las investiduras
libidinales y su sustitución por identificaciones.
Se desarrolla claramente un sentido de autovaloración que se apoya en los logros
y el autocontrol. Al volverse gradualmente más autocríticos, su autoestima se
vuelve más vulnerable ya que empiezan a verse en forma más realista, lo que
impacta sobre el sentimiento de omnipotencia. Los niños se evaluan comparando
sus habilidades y logros con los e los demás. El equilibrio narcisista es
mantenido en forma más o menos independiente de las figuras parentales y con una
cierta dependencia de la aprobación del grupo de pares.
Adquieren una perspectiva de si mismos más integrada y compleja al reconocer y
diferenciar los roles que desempeñan en distintos espacios sociales y sus
distintas habilidades, afianzando un sentido de identidad.
Separan su pensamiento racional y su fantasía, la conducta pública y la privada.
La capacidad para discriminar contribuye a su creciente capacidad para la
autonomía y la historización de sí, que se expresaría en la posibilidad de
enunciación de un proyecto identificatorio que preservando aspectos del pasado
ofrece al yo una imagen futura que lo orienta y le otorga sentidos. Van logrando
una mayor concentración cuando traban de manera individual y una colaboración
más efectiva cuando participan en actividades de grupo.
Mayor autonomía y procesos complejos de reflexión por el abandono del
egocentrismo. Coordinación de distintos puntos de vista, moral de cooperación y
autonomía personal. Aparecen nuevos sentimientos morales (honestidad,
camaradería, justicia) y una organización de la voluntad. El equilibrio afectivo
se hace más estable y se atenúan las ambivalencias. El juego se complejiza y
mediatiza ya que se combinan habilidades con el azar, se inventan reglas o se
modifican las transmitidas de generación en generación como una forma de
expresar la verdadera comprensión del consenso que subyace a las mismas. Se
juega cooperativamente, se reparten roles.
El desarrollo del lenguaje, que deja de ser egocéntrico, da cuenta de las
justificaciones lógicas utilizadas para la conexión entre ideas. Las
posibilidades de discusión, la comprensión de distintos puntos de vista y
valores y la justificación de las propias afirmaciones hacen que las
explicaciones entre los niños se den en el plano de la palabra y del pensamiento
y no tanto en la acción. También logran mayores posibilidades de expresión
artística como concreción de las posibilidades de sublimación.
El superyó debería ir haciéndose cada vez más permisivo ante la pujanza de las
fuerzas impulsivas y el yo irá contando cada vez con más mecanismos y recursos
para domeñar las pulsiones de manera operativa. Como resultado, la angustia como
señal ganará escena paulatinamente, reemplazando a los desbordes habituales de
la latencia temprana.
Principales logros del periodo de latencia:
∙ La inteligencia se desarrolla a través de una franca diferenciación entre el
proceso primario y el secundario, y a través del empleo del juicio, la
generalización y la lógica. ∙ La comprensión social, la empatía y los
sentimientos de altruismo adquieren una estabilidad considerable.
∙ La estructura física permite independencia y control del ambiente.
∙ Las funciones del yo adquieren una mayor resistencia a la regresión y
desintegración. ∙
El yo es capaz de defender su integridad con menos ayuda del mundo exterior.
La forma y el tono afectivo que se ha fijado en la relación con los padres y
hermanos van a ser transferidas a todas las relaciones que en el futuro
establezca con otros adultos y niños. Las relaciones ulteriores asumen una
especie de herencia afectiva.
El niño amplia sus relaciones, se vincula con otros pares y conoce otras
familias. Las observaciones que realiza del mundo lo llevan a comparar a sus
padres con otros, y la imagen idealizada que tiene de ellos comienza a vacilar.
Toda la conducta de los niños en la escuela, tanto con los adultos como con sus
pares, debe ser comprendida a la luz de las relaciones establecidas durante la
primera infancia dentro del ámbito familiar. Ante los maestros y figuras de
autoridad escolar los niños también ponen en juego las defensas obsesivas y el
ocultamiento. La escuela puede constituirse al mismo tiempo, por el traslado de
la ambivalencia, en un atractivo y un nuevo campo de lucha.
El grupo de pares en la escuela está caracterizado por un intenso intercambio
afectivo entre los compañeros que se caracteriza por: una competencia para
lograr la atención, solidaridad y cooperación, pactos secretos, exclusiones,
envidia, celos.
El grupo de compañeros tiene una gran influencia en la constitución de la
autoestima. Los niños se hacen cada vez más dependientes de sus compañeros ya
que necesitan de su compañía para disfrutar de actividades de juego o de
aprendizaje pero también para la aprobación y para recibir consejos. En estos
vínculos, aprenden a resolver conflictos, asumir compromisos, compartir y
defender puntos de vista e intereses como iguales.
El vinculo del latente con los pares se caracteriza por la búsqueda de lealtad.
Se establece una identidad basada en la inserción en un grupo de sujetos de la
misma edad, con un conjunto de normas y costumbres diferentes de los de la
cultura general del entorno. Ésta nueva subcultura intenta establecer una mayor
independencia de los adultos. Comienzan a aparecer el rechazo a las
demostraciones de afecto en público, ciertas conductas agresivas y burlonas
hacia aquellos que se muestran con necesidad de atención del adulto.
Presentan liderazgos marcados y también suelen destinar a algún compañero roles
desprestigiados, facilitando la depositación en ellos de los propios aspectos
desvalorizados.
"Diccionario de Psicoanálisis" (Nota sobre Período de Latencia) - Laplanche &
Pontalis (1971)
NOTA SOBRE PERÍODO DE LATENCIA:
La latencia es el período comprendido entre la declinación de la sexualidad
infantil (5to o 6to año) y el comienzo de la pubertad, y que representa una
etapa de detención en la evolución de la sexualidad. Durante este período se
observa una disminución de las actividades sexuales, la desexualización de las
relaciones de objeto y de los sentimientos (especialmente el predominio de la
ternura sobre los deseos sexuales) y la aparición de sentimientos como el pudor
y el asco y de aspiraciones morales y estéticas. Según la teoría psicoanalítica,
el período de latencia tiene su origen en la declinación del complejo de Edipo.
Corresponde a una intensificación de la represión (que provoca la amnesia
infantil), una formación de las identificaciones con los padres y un desarrollo
de las sublimaciones.
La idea de un período de latencia sexual puede comprenderse ante todo, desde un
punto de vista biológico, como una etapa de detención predeterminada entre dos
presiones de la libido y que, por lo tanto, no requeriría ninguna explicación
psicológica en cuanto a su génesis.
Freud articula el período de latencia con la declinación del complejo de Edipo.
Freud se vio inducido a invocar, para explicar la declinación del Edipo, la
imposibilidad interna de éste, una especie de discordancia entre la estructura
edípica y la inmadurez biológica: la ausencia persistente de la satisfacción
esperada, la perpetua frustración del niño que espera, obligan al pequeño
enamorado a renunciar a un sentimiento sin esperanza.
En definitiva, la entrada en el período de latencia sólo se comprendería en
relación con la evolución del complejo de Edipo y las modalidades de su
resolución en los dos sexos. Secundariamente, las formaciones sociales, uniendo
su acción a la del superyó, vienen a reforzar la latencia sexual.
Freud habla de “período” de latencia y no de “fase”. Esto se debe a que durante
este período, si bien pueden observarse manifestaciones sexuales, no se puede
hablar en de una nueva organización de la sexualidad (ya que no aparecen zonas
erógenas nuevas).
"Diccionario de Psicoanálisis" (piagetNota sobre Sublimación) - Laplanche &
Pontalis
1971)
NOTA SOBRE SUBLIMACIÓN:
La sublimación es un proceso postulado por Freud para explicar ciertas
actividades humanas que aparentemente no guardan relación con la sexualidad,
pero que hallarían su energía en la fuerza de la pulsión sexual. Freud describió
como actividades de sublimación principalmente la actividad artística y la
investigación intelectual.
Se dice que la pulsión se sublima, en la medida en que es derivada hacia un
nuevo fin, no sexual, y apunta hacia objetos socialmente valorados.
Freud recurre al concepto de sublimación con el fin de explicar, desde un punto
de vista económico y dinámico, ciertos tipos de actividades sostenidas por un
deseo que no apunta, en forma manifiesta, hacia un fin sexual: por ejemplo,
creación artística, investigación intelectual y, en general, actividades a las
cuales una determinada sociedad concede gran valor. Freud busca la fuente última
de estos comportamientos en una transformación de las pulsiones sexuales. La
sublimación, entonces, tiene que ver con la capacidad de reemplazar la meta
sexual originaria por otro fin, que ya no es sexual pero se la halla
psíquicamente emparentada.
Se llama sublimación a cierto tipo de modificación del fin y de cambio del
objeto, en el cual entra en consideración nuestra valoración social.
"Relaciones afectivas y aprendizaje escolar" - Calzetta (1996)
La cuestión de los nexos entre relaciones afectivas y aprendizaje escolar remite
necesariamente al tema más general de los vínculos entre afectividad y
pensamiento.
Las teorías de Freud y Piaget confluyen al concebir que el sujeto se constituye
a sí mismo en la medida en que construye su objeto.
Freud señala que la producción de afecto, tanto placentero como displacentero,
puede estorbar el curso del pensamiento. El papel del yo consistirá en inhibir
los grandes desplazamientos de excitación en el sentido de la descarga, para
permitir que se mantengan vigentes las ligaduras que garanticen la continuidad
del proceso secundario. A mayor cantidad implicada en la tendencia primaria,
cuanto más intenso sea el afecto en juego, mayor será la dificultad del yo para
sostener su propósito.
Las más elevadas aspiraciones del espíritu abrevan en la misma fuente en que se
nutren los deseos, ya que sólo éstos pueden poner en marcha el aparato psíquico.
Las primeras relaciones afectivas. Fase oral.
Si no se contara con el deseo de aprender, no habría escuela que se sostuviera,
ni tampoco cultura que necesitara de la escuela como órgano de reproducción.
Para el psicoanálisis, ese deseo es de naturaleza libidinal, constituye un
destino de la sexualidad infantil que la cultura aprovecha.
La perspectiva del otro está presente en el yo desde el inicio. El otro lo
funda, el yo es en ese otro y luego buscará en el otro la confirmación de su
ser. Por ello, resulta imposible pensar un proceso complejo como el aprendizaje
al margen de las relaciones afectivas que le dan sentido (tanto aquellas de las
cuales deriva como deseo, como aquellas que lo contienen y sostienen en la
actualidad).
Durante el narcisismo primario, de indiferenciación sujeto-objeto, desde el
punto de vista del objeto no sería aún posible hablar de relación: no existe aún
un término distinto realmente del sujeto que permita el advenimiento de tal
relación. Sin embargo, se trata del momento en que la relación con el otro es
más determinante.
Desde las primeras investiduras-identificaciones se va constituyendo lo esencial
de la representación del yo y del objeto. Es el momento de la constitución del
yo placer. La insatisfacción de la necesidad que excede las precarias
posibilidades elaborativas de la alucinación, desarticula el incipiente aparato
psíquico y provoca angustia automática. El yo cuenta con un auxiliar externo, en
quien se apoya para reconstruirse y de él comienza a aprender lo que más
adelante constituirá un repertorio de acciones específicas.
Tal aprendizaje es a partir de la identificación. Desde el comienzo de la vida
psíquica, entonces, el aprendizaje es una experiencia intensamente afectiva,
carácter que no perderá jamás. En la fase oral, el yo del niño se alimenta con
las acciones específicas maternas que incorpora. Con esas herramientas logra la
cualificación de la cantidad, venciendo la cantidad, lo que constituye el
primer dominio logrado por el yo.
También se constituye un Yo real a partir de las investiduras periódicas que
permiten categorizar la representación como externa o interna. El yo organiza
los estímulos externos en función de valores libidinales. En el camino de un
mayor dominio de la realidad, el yo logra incluir la representación del objeto
hostil, que quedará ubicado como externo; odio y miedo se dirigen ahora hacia el
exterior. El yo, así purificado, se hará ideal por identificación total con el
objeto de amor.
El sólo impacto de la necesidad sería desarticulante si no mediara el
aprendizaje por identificación con el objeto, un objeto suficientemente estable
(como para sostener al yo), suficientemente presente en sus cuidados amorosos y
suficientemente organizado como para poder reflejar al yo en su imagen. A partir
de ese apoyo podrá realizar el yo las inhibiciones de investiduras que evitan la
identidad de percepción y lo pongan en camino de obtener la identidad de
pensamiento.
El tránsito hacia la respuesta específica se orienta según la forma del
pensamiento reproductivo, un tipo de inhibición yoica de la descarga
alucinatoria. Es provocado por la desemejanza entre la catexia desiderativa de
un recuerdo y una catexia perceptiva similar. Si el yo incipiente logra
descomponer ese complejo en dos porciones: la cosa (parte común del complejo
perceptual y el desiderativo) y el atributo (parte diferente); la diferencia
hace surgir el impulso a la actividad del pensamiento, que volverá a
interrumpirse cuando coincidan y el yo pueda iniciar la descarga.
La posibilidad de aprender estará determinada, en parte por la capacidad de
interiorizar la acción y fundamentalmente por la consolidación de las
identificaciones. Éstas permitirán al yo confiar en sus propias habilidades para
dominar primero las cantidades por vía de la cualificación y luego la realidad
externa por medio de la acción específica (que tendrá lugar cuando el yo acepte
desprenderse de su objeto, o sea renunciar a su idealidad).
Dominar y aprender. Fase sádico-anal. Yo real definitivo.
Junto con la ambivalencia afectiva que supone esa nueva relación, la cuestión
del dominio se traslada ahora de las cantidades al objeto: será necesario
controlarlo para garantizar la satisfacción.
El vínculo con una realidad exterior ambivalente, que puede desaparecer (como lo
indica el predominio de la angustia de pérdida de objeto), corre parejo con el
dominio del lenguaje verbal. Éste surge anaclíticamente sobre el llanto que
precedía a la aparición de la madre, su primera función es invocadora y ocupa el
lugar de prótesis para la deficiencia del yo en cuanto a provocar la inmediata
aparición del objeto de amor.
Al ligarse a las representaciones-cosa, las representaciones-palabra permiten
que el pensamiento se haga preconsciente y por lo tanto concienciable. La
palabra termina remitiendo a otras palabras, a un código que preexiste al sujeto
y cuya gramática enmarcará las posibilidades de intercambio, a partir de ahora
predominantemente simbólico.
El deseo de saber o pulsión epistemofílica, es tributario de un juego pulsional
preexistente. Al dominar el objeto, se suman en esta etapa una penetrante
curiosidad, la necesidad de aprehender cada una de las características del
objeto amado y por extensión de toda la realidad circundante. Pulsión de dominio
y de mirar se combinan conduciendo al deseo de saber. Para poder dominar la
realidad es necesario integrar lo que se ve en construcciones cada vez más
coherentes y abarcativas. Se producen entonces las primeras teorías sexuales
infantiles que procurarán conjurar los misterios que presenta la realidad: el
origen y la diferencia, que se refieren al daño ocasionado al narcisismo. El yo
intenta restituirlo mediante rodeos cada vez más amplios.
La pulsión epistemofílica es sensible a la relación del niño con sus otros
significativos. Es necesario un yo que:
o Se haya constituido, a partir de vínculos iniciales, lo suficientemente
integro como para lograr la inhibición de los procesos primarios y que haya
adquirido suficiente confianza en sus recursos como para tolerar la ruptura del
narcisismo primitivo
o Su tendencia al dominio, su sadismo y su compulsión a mirarlo todo hayan sido
tolerados como manifestaciones legítimas.
Fase fálica y período de latencia: acceso a la escolaridad
La instalación del complejo de Edipo, su sepultamiento y la entronización del
Superyó ocasionan nuevos avatares para el deseo de aprender y resignifican los
anteriores. Para preservar su integridad, el yo apela a un recurso extremo de
perder parte de su realidad: tanto una parte fundamental de sus propios deseos
como la dimensión específicamente sexual del objeto no pueden ser ya pensados y
el yo invierte una porción de su energía en mantenerlos lejos de sí.
La solución ideal consistirá en una sublimación exitosa, que destine la energía
de la sexualidad infantil reprimida a la adquisición y producción de
conocimientos. Implica un recurso narcisista: imposibilitado de destinar su
libido al objeto, el yo elige amarse a sí mismo, en la confianza de que algún
día alcanzará la perfección (se igualará al ideal) y el conocimiento adquirido
llegará a ser una “bella totalidad”. Con esto cuenta la escuela, ya que
corresponde al momento en que el niño empieza su tránsito institucional, cuando
los padres caen de su pedestal y otros fuera de la familia se acercan a ese
lugar idealizado.
A partir de este momento, tanto circunstancias de la vida escolar como familiar
podrán desestabilizar el equilibrio pulsional alcanzado, lo que lleva a menudo a
la resexualización y por lo tanto al fracaso de las sublimaciones conseguidas.
Las circunstancias de la vida escolar comportan fenómenos afectivos sumamente
intensos, transferenciales. Los vínculos ambivalentes con los padres idealizados
de la primera infancia y con los hermanos según el orden de filiación son
desplazados a las figuras de maestros y compañeros. El acceso a la escolaridad
ocurre cuando los padres son desidesalizados, y los profesores se convierten en
sustitutos del padre, a quienes se les desplaza la ambivalencia afectiva.
35
Si semejantes magnitudes afectivas están implicadas en la vida escolar, el
aprendizaje resultará fácilmente perturbado o facilitado por las relaciones en
juego. Según Freud, si el propósito del educador es impedir que el niño llegue a
pensar por su cuenta, el mejor camino es el engaño en el terreno sexual y la
intimidación en el terreno religioso.
Una integración posible entre Freud y Piaget
Para Piaget, si bien la transmisión es necesaria para el proceso de aprendizaje,
no es suficiente pues también es imprescindible que el niño disponga de una
lógica interna como para reestructurar ese conocimiento. De lo contrario, sólo
podrá ser memorizado como una repetición carente de sentido. Esta adquisición
por elaboración de los conocimientos depende del nivel alcanzado por las
estructuras intelectivas.
La inteligencia es la forma de equilibrio hacia la cual tienden todas las
estructuras. Hay una continuidad funcional entre las formas superiores de
pensamiento y el conjunto de los tipos inferiores de adaptación cognoscitiva o
motriz.
El período que va de los 6 a los 12 años, donde se produce el aprendizaje
escolar en el ámbito de la escuela primaria, abarca la transición del periodo
preoperatorio (subperíodo intuitivo) al operatorio concreto y hasta la
transición al período de las operaciones formales.
El tramo más importante de esta secuencia, el período de las operaciones
concretas, se manifiesta por una especie de deshielo de las estructuras
intuitivas y la repentina movilidad que anima y coordina las configuraciones
como consecuencia de una nueva propiedad del pensamiento: la reversibilidad, que
determina que allí donde hay un agrupamiento hay conservación de un todo.
Los afectos en el aula
Para Piaget, la evolución afectiva del niño obedece a las mismas leyes que
gobiernan a los procesos cognoscitivos. La función semiótica entraña la
formación de nuevos afectos, bajo la forma de simpatías o antipatías duraderas
en lo que concierne a los otros y de una conciencia y de una valoración de sí
duraderas. A partir de esto se asiste a un proceso de socialización progresiva,
hasta que al llegar al nivel de las operaciones concretas (con la adquisición de
la reversibilidad) se establecen nuevas relaciones interindividuales, de
naturaleza cooperativa. a cooperación supone una reciprocidad entre individuos
que saben diferenciar sus puntos de vista. La lógica es una moral del
pensamiento, impuesta y sancionada por los otros.
Si el docente comprende el valor de los intercambios afectivos y percibe las
nuevas posibilidades que el nivel operatorio brinda para la cooperación,
seguramente su labor será fructífera en el sentido de promover un aprendizaje
escolar creativo, auténtico. La socialización ofrece la ventaja de permitir un
inmediato feedback de lo que cada niño hace o dice en el curso de la tarea
común. Si bien la situación de intercambio se da espontáneamente entre los
niños, no suele ser aprovechada por la escuela.
La escuela transmite más de lo que pretende. El estilo es, en parte, también el
contenido. Si el niño aprende que aprender es memorizar ritualmente una serie de
cosas inservibles, está adquiriendo también una actitud hacia el conocimiento.
Éste será siempre la palabra de otro, por la cual la única actitud posible será
la recepción pasiva y la acumulación. Dado que este aprendizaje está reforzado
por la particular relación afectiva que la sostiene, tal aprendizaje dejará como
rasgo estable en el carácter una disposición hacia la autoridad, ya sea que se
la padezca o que se la ejerza. Este congelamiento de la libido en formas rígidas
autoritarismo-pasividad implica un regreso a viejas formas de dominio del objeto
donde no queda espacio para la creatividad.
Los intensos intercambios afectivos entre pares (relaciones de alianza y
rivalidad, exclusiones, victimizaciones, envidias, celos, pactos secretos) se
entrecruzan con el objetivo formal de la escuela al punto de que habitualmente
se observa en la clínica cómo un trastorno de aprendizaje suele ir acompañado
por perturbaciones en el nivel de los vínculos sociales. La escuela es también
la oportunidad para el aprendizaje que tiene que ver con el tránsito del sujeto
del medio familiar al social, del que la escuela es algo así como un modelo
experimental.
Cerca del fin de la escuela primaria, el acceso a la pubertad otorga a la
sexualidad un nuevo e inquietante status. El carácter del púber exhibe
regularmente las consecuencias de esa repentina lucha entre desbordes
pulsionales y mecanismos de defensa. En el plano intelectual, comienza el acceso
a la posibilidad del pensamiento formal, o hipotético deductivo, que permite
alejarse cada vez más de lo concreto. La búsqueda de un nuevo equilibrio
pulsional, la comprobación de los cambios corporales, las nuevas posibilidades
intelectuales y la percepción del inexorable alejamiento de los grupos primarios
contribuyen a condicionar el carácter.
Sus relaciones afectivas serán puestas a prueba por la tensión que produce su
cuestionamiento implacable a la vez que una búsqueda de apoyo todavía infantil.
Se da un momento de crisis, en que la relación entre deseos y represiones sufre
un nuevo reordenamiento. Es particularmente importante la influencia de aquellos
a los que el púber está unido por intensos vínculos afectivos, de quienes
dependerá en gran medida su posibilidad de conservar el interés del aprendizaje,
a cuyo servicio podrá poner sus nuevas capacidades.
Conclusión
No puede pensarse el aprendizaje escolar al margen de las relaciones afectivas
en las cuales se desarrolla y de las que se nutre. El aprendizaje está ligado al
afecto, a lo pulsional, desde los primeros momentos en la constitución del
aparato psíquico.
Luego, el destino del deseo de saber estará unido a la sexualidad a la que se
vincule. Le acecharán nuevos peligros: puede sucumbir a la prohibición de
aprender o quedar anonadado por un imperativo categórico que exija aprender lo
imposible. Aun después de instaladas las sublimaciones, la viabilidad de la
voluntad de aprender estará sujeta a la calidad de las relaciones afectivas que
la enmarcan en el tránsito escolar. Estas relaciones se determinan desde lugares
varios en un juego de transferencias y contratransferencias.
Para que el aprendizaje se verifique, es necesario que el sujeto se apropie, por
vía de la elaboración, del conocimiento, que lo produzca. Esto implica que el
docente debe también advertir y respetar el nivel evolutivo de la inteligencia
alcanzado. De esa manera puede consolidarse la relación afectiva con el maestro
y el grupo que propicia un aprendizaje auténtico y no una mera repetición
pasiva. A esta relación contribuye el nivel operatorio alcanzado, con sus
posibilidades de cooperación social.
Desarrollo psicológico entre los dos y los seis años (3era parte: “Desarrollo
físico y psicomotor después de los dos años”, Cap. 6) - Palacios, Cubero, Luque
& Mora
Extraído de "Desarrollo Psicológico y Educación. Tomo I. Psicología Evolutiva" -
Palacios, Marchesi & Coll (2011)
Con posterioridad a los 2 años el aspecto más relevante tiene que ver con la
extensión y el afinamiento del control sobre el cuerpo y sus movimientos. En
esta etapa ocurren notables transformaciones tanto en el ámbito práxico (acción)
como en el simbólico (representación).
El control del cuerpo y la actividad psicomotriz:
Continúan produciéndose cambios en el cerebro, algunos de los cuales tienen
importantes repercusiones para la psicomotricidad y diversas funciones
psicológicas, como los procesos cognitivos. Los progresos obedecen a leyes
generales observadas anteriormente pero también aparecen nuevas como
consecuencia de la maduración.
∙ Bases y condiciones generales del progreso psicomotor:
La atención, que estaba inicialmente controlada subcorticalmente, pasa al
control prefrontal. Con esto se va haciendo más voluntaria, sostenida,
consciente y menos lábil. Se atiende más a aquello que se desea atender, se
puede cambiar el foco de atención cuando se desee, se controla el propio
pensamiento, se elaboran planes, etc. Aunque un dominio completo se logra recién
unos años después, en los que le siguen al comienzo de la escuela primaria.
Los cambios en estos años afectan a la mielinización. La rapidez con que se
produce la maduración para las capacidades visuales, contrasta con la mayor
lentitud en relación con otras funciones. La mielinización de las neuronas
motoras seguirá ocurriendo hasta los 4/5 a y la de las zonas nerviosas,
relacionadas con la atención y procesos cognitivos, seguirá hasta la pubertad.
Los avances que se den en la mielinización y la maduración cerebral se
traducirán en mejoras del control motor y en la eficacia del funcionamiento
cognitivo.
Los progresos siguen las leyes próximo-distal y céfalo caudal que intervienen en
la motricidad fina y gruesa. Además, en estos años aparecen nuevas leyes:
independencia, que es la capacidad para controlar por separado cada segmento
motor (aprox 7-8 a); y la coordinación, que implica patrones motores
originariamente independientes que se encadenan y asocian formando movimientos
compuestos mucho más complejos que los originales. La secuencia realizada se va
automatizando, ahorrándole esfuerzo y atención (+6 a).
∙ En camino hacia el dominio psicomotor:
Algunos de los cambios más importantes en estas edades implican la
psicomotricidad invisible: Tonicidad muscular: una parte de ella es susceptible
de control voluntario. A través de sus experiencias con objetos, los niños van
aprendiendo a ajustar su tono muscular de acuerdo a las exigencias de cada
situación. Esto implica una representación y control voluntario del propio
cuerpo, así como también facilita el aprendizaje del control de la atención.
Equilibrio: se va perfeccionando y es condición para liberar partes del cuerpo
para la acción, por lo que permite autonomía funcional e independencia motora.
Control respiratorio: si bien es automático, no excluye un posible control
voluntario para conocer cómo se respira.
Estructuración en el espacio: conciencia de las coordenadas en las que se mueve
el cuerpo. El espacio se domina antes a nivel de acción que de representación.
Estructuración del tiempo: el niño sitúa su acción y sus rutinas en ciclos de
sueño-rutina, antes después, mañana-tarde-noche, etc.
La psicomotricidad visible: logros observados en la actividad motriz que
implican un sustrato para la realización de acciones, y su correcta realización.
Ejemplos son la adquisición de destrezas motrices globales, que afectan a la
motricidad gruesa y el control postural, y la adquisición de destrezas
segmentarias, que afectan a la motricidad fina y el control óculo-manual. Hay
creciente control de esfínteres.
Establecimiento de la dominancia lateral derecha-izquierda:
El cuerpo humano, desde el punto de vista funcional, es asimétrico. El
hemisferio cerebral dominante es contralateral sobre el movimiento, es decir que
si es el izquierdo, el niño sera diestro. En general, la lateralización se
produce entre los 3 y los 6 años.
El esquema corporal: sus componentes y construcción:
El esquema corporal es la representación que se tiene del cuerpo propio, de sus
segmentos, su posibilidad de movimiento y acción y también de sus limitaciones.
Esa representación se va construyendo lentamente, a partir de los 2 años (2-6
apogeo) como consecuencia de las experiencias que realizamos con el cuerpo y de
las vivencias que de él tenemos, y culminará entre los 7 y los 12 años. En el
proceso, que incluye ensayos y errores, ajuste progresivo de acción del cuerpo a
los estímulos del medio y a los propósitos de la acción, etc., intervienen la
percepción, el movimiento, el desarrollo cognitivo, el lenguaje y la experiencia
social, que permiten que el niño construya un cuerpo diferenciado de los demás,
una conciencia de sí mismo (lograda a partir del año y medio) a la cual se le
irán sumando los demás matices, una organización de su cuerpo y las partes que
lo componen, desarrollo de identidad. El esquema corporal es un conjunto de
representaciones simbólicas.
La escritura:
Condemarín y Chadwick distinguen 3 etapas en el desarrollo de la escritura
manuscrita:
o Precaligráfica: abarca el periodo de adquisición de las destrezas gráficas
especializadas, desde que el garabato intenta ser una letra hasta el dominio de
la caligrafía. Las primeras letras remiten a modelos que puedan haber visto. Las
oportunidades de práctica y la acción de los adultos determinan el ritmo en que
esos trazos iniciales evolucionan hacia formas más convencionales de escritura.
El dominio en el control, coordinación y precisión de los movimientos implicados
en el trazo de las letras, ayuda al aprendiz a diferenciar, memorizar y
automatizar el patrón correspondiente a cada una de ellas (alógrafo, que
contiene la información sobre las características esenciales del trazado de cada
letra y sus variaciones posibles).
o Caligráfica infantil: domina las destrezas motrices necesarias para producir
una escritura ordenada y clara. Se caracteriza por la regularidad y la fluidez.
o Postcaligráfica: se logra tras la adolescencia, cuando se define un estilo
caligráfico personal y cuando los aspectos instrumentales de la escritura están
subordinados a la funcionalidad de la composición escrita.
o El aprendizaje de la escritura no es simplemente motor, también pesan los
cognitivos y motivacionales: implica la adquisición de un código y la capacidad
para componer textos coherentes con ese código.
Otro resumen:
La progresiva mielinización del sistema nervioso –a lo largo de la infancia y la
adolescencia- promueve cambios que seguirán el sentido céfalo-caudal y
próximo-distal. Como características generales del desarrollo psicomotor luego
de los 2 años podemos señalar:
* La atención es cada vez más voluntaria, más sostenida, menos lábil, más
consciente, con la posibilidad de cambiar el foco de atención. En los inicios de
la escolaridad primaria el desarrollo de esta función voluntaria permitirá tener
conciencia y control del propio pensamiento, planificar, comprobar los alcances
de la ejecución realizada, etc.
* Progresivamente se produce un manejo fino de los músculos que controlan el
movimiento de la muñeca y de los dedos (ley próximo-distal, motricidad fina). El
buen control que antes existía para los brazos se va a perfeccionar y a extender
ahora a las piernas (ley céfalo-caudal, motricidad gruesa).
*Progreso en la independencia de la motricidad de cada segmento corporal (Ej.
realizar un movimiento complejo con una mano sin que la otra –u otras partes del
cuerpo- intervengan/se muevan) y su coordinación, es decir, en la asociación de
movimientos que son independientes y se encadenan dando lugar a su
secuenciación, automatización y logro de movimientos de mayor complejidad (Ej.
saltar la soga mientras se canta una canción). Estos procesos complementarios
llegan hacia los 7/8 años a lograrse de modo óptimo.
*Progresos en aquellos procesos que son sustrato del desarrollo motor o
“motricidad invisible”: tono muscular (la tensión presente al interior de los
músculos esta sujeta tanto a un control involuntario como voluntario o
consciente. Se vincula su cualidad con los procesos atencionales, emocionales y
de regulación de la fuerza al interactuar con objetos. Repercute en el control
postural), equilibrio (condición para la autonomía funcional e independencia
motora), control respiratorio, estructuración del espacio (conciencia de las
coordenadas en que el cuerpo se mueve, primero se domina en el plano de la
acción y luego de la representación) y estructuración del tiempo (sitúa rutinas
y acciones en ciclos, es decir, términos de antes/después, hoy/mañana,
sueño/vigilia, etc)
*Progresos en la motricidad visible, es decir, en las acciones efectivas: mejora
de la motricidad gruesa y el control postural (Ej 2-3 a mantenerse en un solo
pie, 3-4 años subir escaleras sin ayuda poniendo un solo pie en cada escalón,
4-5 años bajar escaleras con soltura, 5-6 años caminar sobre una barra de
equilibrio, etc) , la motricidad fina y su uso instrumental así como la mejora
de la coordinación oculo-manual (Ej 2-3 años garabatea, 3-4 años
abrochar/desabrochar botones, 4-5 años cortar una línea con tijera, 5-6 años
escribir) , control de esfínteres (entre los 2-3 años)
*Progresivamente se establece la asimetría funcional del cuerpo en torno a la
dominancia lateral derecha-izquierda (de modo homogéneo o cruzada). En raros
casos (personas ambidiestras) la funcionalidad de cada mitad del cuerpo es
equivalente. Afecta a la mano, al ojo y las piernas. Se estabiliza entre los 3 y
los 6 años.
*Esquema corporal es la representación del propio cuerpo, sus segmentos, sus
posibilidades y sus limitaciones que se construye progresivamente mediante la
experiencia. Un esquema corporal bien establecido supone conocer la imagen del
propio cuerpo, saber que ese cuerpo forma parte de la identidad de uno; percibir
cada parte, pero sin perder la sensación de unidad. La conformación de este
conjunto de representaciones simbólicas permite el ajuste progresivo de la
acción del cuerpo a los estímulos del medio y a los propósitos de la acción. Se
ve influenciado por la experiencia motora y perceptiva (aportan información),
lingüística (permite diferenciar cada parte corporal), social (las experiencias
vinculares que cualifican y significan afectivamente la corporeidad) y la
experiencia cognitiva (que favorece la integración y la construcción de una
representación de conjunto, sustrato de la “conciencia de sí”.). Esta
representación del cuerpo varía a lo largo de la infancia y se consolida en tres
etapas.
I) Observación de “uno mismo” y los demás. Hacia el año y medio emerge las
primeras formas de “conciencia de si” en tanto se diferencia la persona propia
de otras . Entre los 2-6 años aumenta la calidad y discriminación perceptiva
respecto a su cuerpo así como la exploración del entorno y la acción en él y
sobre él, lo que repercute en la complejización progresiva de la imagen del
cuerpo.
II) Toma de conciencia del propio cuerpo, sus posibilidades y limitaciones.
Hacia los 5 años se observa una verdadera construcción del yo corporal ya que
existe una integración consciente de los diferentes elementos, se “reflexiona”
el movimiento, culmina el proceso de lateralización y la toma de conciencia de
los ejes corporales permite organizar el mundo respecto a la posición del cuerpo
(arriba/abajo, derecha/izquierda, etc).
III) Coordinación, estructuración e integración en una representación global y
coherente. Entre los 7 y los 12 años se integran la sensación y el movimiento
así como se potencian las representaciones mentales respecto a espacio y tiempo.
En la organización tanto de la palabra escrita como del dibujo es posible
observar los avancen de la organización en esta imagen o esquema corporal.
Palacios Capítulo 8. Desarrollo del lenguaje por Miguel Pérez Pereira
El lenguaje constituye un sistema de comunicación simbólico complejo, que en la
especie humana se caracteriza por ser trasmitido a través de las generaciones.
Constituye una facultad que se aprende
–en gran medida de modo implícito- en procesos de interacción social. El
aprendizaje del lenguaje sigue un proceso evolutivo que se explorará desde
perspectivas o dimensiones diferentes: el campo semántico (que estudia el
significado de las palabras y oraciones), la fonología y la sintaxis (que
atienden a aspectos materiales de la sonoridad así como al orden de las partes
de la oración), y la pragmática (que atiende al uso del lenguaje).
Dimensión fonológica del lenguaje: puede diferenciarse en cuanto al aprendizaje
de los aspectos materiales del lenguaje la percepción del habla y la producción
de la misma. Desde las primeras semanas de vida los bebés humanos muestran una
manifiesta predilección por atender al habla humana y logran percibir
diferencias en la prosodia (estructura rítmica, melodía, entonación. La
capacidad psicoacusica permite discriminar fonemas y sólo gracias a la
experiencia se preserva, sino se pierde.
- A los 3 meses los niños suelen producir sonidos de tipo gutural, que se llaman
gorjeos.
- Hacia los 6 meses comienzan a producir el balbuceo. Éste consiste en
combinaciones de sonidos semejantes a vocales y consonantes, que se repiten de
forma rítmica y con variaciones en la entonación (tatatata...).
- Hacia los 8 ó 9 meses los bebés comienzan a producir lo que algunos autores
han denominado «formas fonéticamente consistentes» y otros «protopalabras»:
comienzan a ser producidas en circunstancias diferentes, son de carácter
idiosincrásico, constituyen producciones sonoras que emite el niño con clara
intención comunicativa y acompañadas de gestos y acciones.
- Entre los 12 y los 24 meses aparecen las primeras palabras. Las primeras 50
palabras que producen los niños tienen una estructura diversa de la presente en
los adultos dadas las estrategias fonológicas predominantes tendientes a la
simplificación que da lugar a omisiones de consonantes, asimilaciones o
sustituciones de ciertos sonidos por otros, reduplicar el uso de ciertas sílabas
para aludir a una palabra dada, preferencia por ciertos fonemas, formas
canónicas o patrones de sonido para referirse a varias palabras diversas, etc.
- Después de que el repertorio léxico de los niños supera las 50 palabras desde
los 18 meses, y hasta aproximadamente los 4 años, sus producciones se hacen más
complejas. El repertorio fonológico que emplean es mucho más rico, de manera que
hacia el final de este período ya son capaces de producir la casi totalidad de
las consonantes y combinaciones de consonantes y vocales, con la excepción de
unas pocas consonantes aisladas. Descienden los procesos de simplificación (que
desaparecen hacia los 6 años)
- A partir de los 4 años se producen avances importantes en lo que se llama el
ajuste morfofonológico, como en la necesaria modificación de las raíces de las
palabras al conjugar los verbos.
- Hacia los 5 ó 6 años los niños comienzan el desarrollo metafonológico o
conocimiento consciente sobre la fonología, que tan directa relación tendrá con
la habilidad lectora y escritora. A partir de este momento los niños empiezan a
ser conscientes de las diferencias que suponen los cambios en ciertos sonidos
(pato/gato), y a ser conscientes de la estructura fonológica de las palabras
(sílabas y fonemas que las componen), etc.
- Hacia los 10 años parece que se producen todavía avances importantes en la
comprensión de las variaciones en la entonación y otros rasgos prosódicos y el
significado que tales variaciones comportan (por ejemplo, ironía, decepción,
entusiasmo, etc.).
Desarrollo de la dimensión semántica del lenguaje: las primeras palabras no solo
se diferencian en cuanto a su pronunciación de las utilizadas por el adulto,
sino también respecto de su significación subyacente: este será el campo de
estudio de la semántica.
- Hacia el final del primer año los niños pueden utilizar un número restringido
de palabras (10) en el marco de rutinas o formatos de interacción conformados
por los adultos ( es decir, en contextos muy determinados creados por los
adultos, que son situaciones habituales muy rutinarias y regulares, tales como
la situación de baño, de comer, de saludar y despedirse, de jugar a ciertos
juegos con sus padres, como echarse una pelota rodando por el suelo, dar objetos
de una caja, construir torres, o leer cuento). El uso altamente contextualizado
de las muy primeras palabras se vincula con la incapacidad aún de generalizar el
uso de las palabras a otros referentes apropiados. Es decir, las palabras no se
ligan a una representación.
- Lentamente se incorporan nuevas palabras hasta alcanzar las cincuenta
aproximadamente a los dos años de edad: progresivamente el uso de las palabras
comienza a descontextualizarse y se producen generalizaciones “erróneas”
signadas por la infraextensión (la etiqueta verbal se aplica a ciertos
ejemplares característicos pero no a todos) o la sobregeneralización (la
etiqueta verbal se aplica a referentes apropiados e inapropiados pero que tienen
ciertos nexos con la palabra usada por el adulto). Estas construcciones de la
significación de las palabras se vinculan con la conformación de “ejemplares
prototípicos” que permiten crear analogías que subyacen a la formación de
generalizaciones. El significado de cada etiqueta verbal se construye gracias a
la composición de un conjunto de atributos semánticos (ej “perro” = animal,
cuadrúpedo, con piel, etc), en la medida que estos atributos se incrementen y
complejicen se irá diferenciando y discriminando el sentido de cada palabra. Se
irán constituyendo campos semánticos o conjuntos de palabras con cierta
vinculación entre sí. Durante este período en que el repertorio léxico de los
niños alcanza las 50 palabras, aquello de lo que hablan es parecido. La mayor
parte de sus palabras se refieren a personas y animales, alimentos, partes del
cuerpo, vehículos , juguetes y cosas de la casa.
- Entre los dos y los tres años, cuando el número de palabras comienza a
incrementarse se produce un salto cualitativo: se acelera la adquisición de
nuevas palabras, ya que el descubrimiento de la designación propicia una
explosión de vocabulario junto al progresivo descubrimiento de que las palabras
refieren a conceptos o conjunto de objetos, acciones, etc. A medida que los
campos semánticos se complejizan van adquiriendo estructura jerarquizada (hacia
los 5 años), momento en que aparece la comprensión de los términos subordinados
y supraordenados (Latinamérica/Argentina), el desarrollo de estas redes de
significados permitirá la construcción de clases.
-
Desarrollo de la dimensión pragmática del lenguaje: ¿cómo usan el lenguaje les
niñes y hacen cosas con este instrumento mediador? Podemos establecer la
siguiente secuencia de habilidades pragmáticas. En los inicios del lenguaje
articulado los niños hacen con este recurso lo que hacían ya con los recursos
prelinguísticos: pedir, atraer la atención del adulto, demandar su presencia.
Poco a poco irán aprendiendo a expresar más y más complicadas intenciones con su
lenguaje: establecen contacto comunicativo, expresan sus sentimientos, realizan
preguntas, dan información, describen,
responden, etc.
- A los niños entre 12 y 32 meses pueden conversar con adultos pero se les
dificulta esta actividad con otros niños, ya que las estrategias comunicativas
de los padres (peticiones de clarificación, imitación interrogativa, enriquecer
las emisiones del pequeñe con extensiones o reformulaciones, etc, etc) crean
contextos con rutinas o formatos de interacción comunicativas que facilitan los
inicios de la comunicación infantil.
- Desde los 15 o 18 meses el bebé utiliza holofrases que indicarían la capacidad
temprana de realizar presuposiciones sobre la información relevante a compartir
para ser comprendido: la palabra que escogen es la más informativa para el
contexto en que se hallan. Insipiente capacidad de interpretar al interlocutor.
- Entre los 2 y los 4 años desarrollan la habilidad de conversar. A los tres
años construyen oraciones y pueden alterar el orden de sus elementos para
enfatizar algo. Ya a los 4 años los niños son capaces de realizar ajustes en su
forma de hablar cuando se dirigen a niños más pequeños o a personas mayores.
- A los 6 años pueden utilizar la forma potencial del verbo para realizar
peticiones a personas mayores.
- Hasta los 7 años puede existir dificultad para el lenguaje referencial, para
dar indicaciones y encontrar un objeto por ejemplo, ya que no tienen en cuenta
que el otro no tiene la misma información que él. La adquisición del lenguaje se
da en un contexto social que facilita la tarea.
“Desarrollo y conducta social de los dos a los seis años” (Cap. 11) - Moreno
Extraído de "Desarrollo Psicológico y Educación. Tomo I. Psicología Evolutiva" -
Palacios, Marchesi & Coll (2011)
∙ Sujeto activo como consecuencia de procesos multidireccionales. –Entre los
hermanos, horizontales y verticales, complementariedad, reciprocidad. Abanico de
emociones y sentimientos. Nacimiento de hermano, cambios, huellas, compartir
todo.
∙ Experiencia con adultos: relaciones verticales y asimétricas
(complementariedad y apego). Relaciones horizontales –extrafamiliar: simétricas
(igualdad, recíproca, cooperación, resolución de conflictos). Continuidad de
socialización: -mismas técnicas, ej. Castigo. – objetivos similares, ej.
Familia, sociedad.
∙ Conducta prosocial: -previo reconocer emociones del otro. – selección de
comportamientos modificables (fastidiar o agradar). Hermano: figura
socializadora significativa, apego, modelo, aprender similar. Con la madre:
interacción mayor. – conversaciones en torno al otro. Discusiones sobre
cuidados, afecta al ego. Caprichos y travesuras, soy mayor y me las arreglo.
∙ Interacciones sociales en el juego: acuden al lenguaje, combinación de
herramientas expresivas (gesto, habla) hacer entender intenciones y deseos.
Adoptar estrategia de comunicación. En el juego, predominan los medios sobre los
fines. Hay 3 tipos:
o Sensorial: propiedades que caracterizan a los objetos, estimula creatividad,
domina el entorno, aprenden sobre los objetos
o Rudo-desordenado: descargar energía, necesidad. Modalidad, controlar los
sentimientos e impulsar realidad vs apariencia. Consolida filiación y
cooperación social.
o Sociodramático: simulación, proyectan en otras personalidades. Enriquece el
mundo adulto, exponerse a consecuencias, resolver.
Temas del juego. Madurez social.
1) sensorial – golpear, chapotear 1) solitario – solo, sin relación con otros
2) con movimiento – correr, sentar 2) de espectador – ver jugar a otros
3) simbólico – usar mano como si fuera plato 3) paralelo – junto a, pero no con
4) rudo-desordenado – simular peleas 4) asociativo – interactúa y comparte, no
la misma meta
5) verbal – de palabras, ritmos 5) cooperativo – coordinar para lograr meta.
6) socio-dramático –médicos, casitas
7) constructivo – torres, dibujos
8) de reglas – ajedrez, futbol
∙ Agresividad: rabietas disminuyen – tendencia a vengarse – cambia el origen de
la agresión, padres a hermanos – agresividad hostil (daño físico o verbal) /
instrumental ( pegar pero sin ser ese el fin) – decrece con la edad (empatía).
∙ Prosocialidad: actos de manera voluntaria: ayudar, compartir, consolar,
proteger. Altruista por valores internos, ocultar intereses de autosatisfacción.
∙ Amistad: cambios a lo largo del desarrollo. Basado en reciprocidad voluntaria.
Selección activa de amigos: perciben como parecidos atributos, edad, juegos.
Complementariedad estrechos, parecidos. Socialización recíproca, interacción,
susceptibilidad. Como se relacionan: intercambios sociales positivos,
comportamiento prosocial. Formas de juego más complejas. Determinantes de
experiencia social (madre-padre, apego, educación, promoción de relaciones
sociales), amigos seguro.
La experiencia social de los niños y niñas antes de los 2 años gira
fundamentalmente en torno a las relaciones con adultos; a este tipo de
relaciones las denominamos verticales y están definidas por la asimetría entre
los protagonistas (por ejemplo, entre la madre y el niño); son relaciones
basadas en la complementariedad entre personas que tienen un estatus y unas
competencias claramente diferentes. A partir de los 2 años, y en la medida en
que el niño o la niña asista a entornos de cuidado o educación extrafamiliar,
empiezan a tener una presencia estable y creciente en su vida las relaciones
horizontales; se trata de relaciones simétricas (niño-niño) basadas en la
igualdad, la reciprocidad y la cooperación entre personas con estatus y
destrezas semejantes o muy parecidas. Las relaciones entre hermanos constituyen
un tipo especial de vinculación a medio camino entre las relaciones horizontales
y las verticales que acaban de definirse, con elementos de unas y de otras, de
complementariedad y de reciprocidad. Los hermanos son figuras socializadoras muy
significativas. Entre otras razones, porque promueven el conocimiento
interpersonal, porque entre
ellos se establecen relaciones de apego, porque sirven como modelos sociales y
porque aprenden juntos.
Entre los 2 y los 6 años los niños y niñas a estas edades acuden más al lenguaje
como recurso comunicativo, son más hábiles en la combinación de herramientas
expresivas (gestos y habla, por ejemplo), en hacer entender sus intenciones y
deseos (tanto por medio de peticiones directas, como de peticiones indirectas),
en adaptar sus estrategias de comunicación en función de las características del
otro (edad, género), en compartir significados con otro y en saber acoplar la
propia conducta al ritmo marcado por la interacción, todo ello en contradicción
con la vieja idea del egocentrismo preoperatorio.
El juego se rige por una motivación intrínseca, es espontáneo y voluntario,
predominan los medios sobre los fines y permite experimentar conductas complejas
sin la presión de tener que alcanzar un objetivo. Pueden ser clasificados en
según los temas que se despliegan en el juego (sensorial, con movimiento,
rudo-desordenado, simbólico, verbal, sociodramático, constructivo o de reglas) y
según la “madurez social” o las destrezas sociales implicadas (solitario, de
espectador, paralelo, asociativo, cooperativo)
Las manifestaciones agresivas en estos años suelen ser instrumentales, primero
las suscita el adulto y solo con posterioridad los pares. Si perduran estas
manifestaciones en años posteriores pueden configurar lo que se da en llamar
agresividad hostil. Luego de los 5 años el afianzamiento del lenguaje constituye
un modo alternativo de resolver los conflictos entre pares.
Los amigos tienen un mayor número de intercambios positivos , más cooperación,
consuelo y compromiso prosocial. En estas edades los grupos suelen segregarse
por género y las jerarquías de dominio a su interior puede contribuir a la
resolución de conflictos.
La competencia social del niño o niña tiene raíces en gran parte en la historia
de relaciones y de experiencias ubicadas en el entorno familiar : en la historia
de las relaciones de apego, en las prácticas educativas parentales, en los
estilos de interacción de los padres con sus hijos y en la valoración que los
padres realicen de los vínculos sociales. Los macrosistemas culturales inciden
en las competencias sociales de sus miembros, ya que en cada sociedad se valoran
ciertas acciones y actitudes más que otras (agresividad, altruismo, dependencia,
red de apoyo, roles de género, etc
“Conocimiento social y desarrollo de normas y valores entre los seis años y la
adolescencia”, Cap. 14 - Palacios, González & Padilla
Extraído de "Desarrollo Psicológico y Educación. Tomo I. Psicología Evolutiva" -
Palacios, Marchesi & Coll (2011)
Niños preoperatorios (menores de 7 años) se centran en su propia perspectiva
Si bien saben que el otro ve las cosas de manera
diferente no pueden adivinar cómo las ve exactamente. Niños operatorios (entre
los 7 -12 años) concretos logran descentrarse y comprender múltiples
perspectivas
Son cada vez más capaces de especificar cuál es la visión que otra persona
tendría desde distintos ángulos espaciales, visuales así como emocionales y
cognitivos.
Cómo son las descripciones de los demás *descripciones basadas en la apariencia
externa o las
circunstancias
*descripciones basadas en hechos concretos
*términos absolutos
*de descripciones muy ancladas en la
relación con la persona que se describe e independiente
*descripciones que atienden a características psicológicas o internas
*progresivamente las descripciones empiezan a basarse en abstracciones que
reflejan una creciente habilidad para ir extrayendo regularidades e
invariaciones a través del tiempo y las situaciones
*se intenta explicar e introducir coherencia en las descripciones, buscando los
motivos o causas últimas y no evidentes de los
comportamientos
*posibilidad de ver al otro desde una perspectiva más externa
Como es la comprensión de los
procesos cognitivos del semejante A partir de los cuatro años los niños
desarrollan la teoría de la mente: capacidad para darse cuenta de que los
procesos mentales de otra persona son distintos de los propios pero es limitada
ya que no son capaces de hacer suposiciones sobre el contenido interno del
pensamiento de otro. *Comienzan a concebir el pensamiento como un flujo continuo
de actividad mental interna y son capaces de hacer suposiciones verosímiles
sobre el contenido mental de otra persona en un momento determinado. A partir de
los 7-8 años se afianza esta conciencia creciente de la existencia de
pensamientos en otras personas y sus posibles contenidos en función de las
circunstancias.
*Pueden dar cuenta de su propio pensamiento interiorizado.
*Es hacia la adolescencia que la capacidad de comprender el pensamiento
recursivo adviene.
Como es la comprensión del mundo emocional del otro
Capacidad creciente para ponerse en el lugar de las personas que experimentan
emociones y habilidad para imaginarlas o imaginarse a sí mismos en dichas
situaciones
Avances en la empatía Los pequeños en el jardín ya son capaces de reconocer las
emociones más simples (como alegría, tristeza) de otros, así como de identificar
las circunstancias que las propician *A los 7-8 años ya son capaces de indicar
situaciones en las que una persona experimentará emociones como el orgullo, la
gratitud, la preocupación, la culpabilidad o el entusiasmo y la lista que se
incrementará a partir de los 10 años para incluir emociones como el alivio la
decepción.
*Pueden comprender emociones que no pueden ser identificadas habitualmente sólo
a través de la expresión facial: una cara puede indicar felicidad, pero no hay
una expresión facial inequívoca para el orgullo o la culpabilidad.
*Emociones ambivalentes: a partir de los 10 años se acepta que dos emociones
contradictorias pueden darse a la vez siempre y causadas por el mismo motivo
*Evoluciona a lo largo de estos años la habilidad para distinguir entre emoción
real y expresión facial aparente.
*Progresivamente se acrecienta la capacidad para darse cuenta de la emoción que
alguien está experimentando y participar de su vivencia.
Conocimiento sobre relaciones interpersonales Respecto de las relaciones
horizontales o de amistad entre los 5 años y con
vigencia hasta los 8, aproximadamente, se caracteriza por una concepción de la
amistad basada
en la ayuda y el apoyo unidireccional
Respecto de las relaciones verticales o de autoridad entre los 6 y los 9 años la
autoridad se concibe Respecto de las relaciones horizontale o de amistad a
partir de los 8 años, se identifica por la aparición de la reciprocidad o
bidireccionalidad como componente esencial de la amistad: empiezan a aparecer
referencias a la compatibilidad psicológica, a la confianza, así como al afecto,
la preocupación y la consideración de cada parte hacia la otra. *Al principio la
reciprocidad está muy vinculada al intercambio de bienes tangibles y de ayuda
instrumental
*Hacia los 10-11 años la idea de bidireccionalidad se extiende ahora al
intercambio mutuo de pensamientos, sentimientos y secretos íntimos; los amigos
son ahora quienes además se ayudan y apoyan ante los problemas psicológicos
(soledad, tristeza, etc.) y se demuestran lealtad manteniéndose amigos a pesar
de eventuales disputas
Respecto de las relaciones verticales o de autoridad a partir de los 9-10 años
cuando se hace depender la
como una obediencia no de la capacidad para imponerse física o
consecuencia del socialmente, sino de cualidades personales tales como
mayor poder físico y el mayor conocimiento de un asunto concreto, la
social de quien la capacidad de liderazgo, o el haber sido elegido por los
ostenta, ya sea un demás para una determinada función. En una
adulto o un concepción de este tipo, la autoridad ha perdido ya el
compañero. matiz de omnipotencia
Incorpora las
nociones de
intercambio y
reciprocidad.
Desarrollo de normas y valores Moral heterónoma:
*moral de la obediencia, de la sumisión y el respeto unilateral a las normas
impuestas por los adultos *Se conciben las reglas de los juegos como que no se
pueden cambiar
*Pone todo el énfasis en la consecuencia de las conductas a la hora de valorar
el juicio moral que les correspondía Moral autónoma :
*es la moral de la cooperación, del acuerdo mutuo, de las reglas establecidas
por consenso.
*las reglas de los juegos se consideran fruto del acuerdo mutuo *matiza las
consecuencias de los actos en función de las intenciones
Transición entre la moral preconvencional y convencional: (Kohlberg) en la moral
preconvencional las normas deben ser obedecidas porque habían sido dictadas por
la autoridad y para evitar el castigo consecuente a la transgresión hacia los 10
años comienza a cambiar este criterio. Las características de una y otra moral
no varían tanto en su contenido concreto como en sus justificaciones. En el
estadio de la moral convencional las normas deben ser obedecidas para mantener
relaciones humanas armoniosas y para asegurar el buen funcionamiento social.
Los estudios transculturales hacen difícil sostener que el desarrollo moral sea
el despliegue secuencial de unos contenidos éticos de tipo universal. Lo que
varía de una cultura a otra no son sólo los contenidos o los ritmos de
adquisición, sino la dirección misma en que se orienta el proceso de desarrollo.
Mientras en occidente el desarrollo moral va de juicios fuertemente
contextualizados a la valoración con el incremento de edad del relativismo
moral, en culturas orientales –como la indú- con el incremento de edad se
construyen razonamientos morales universales.
Como se construyen los juicios sobre la justicia resdistributiva: antes de los 6
años priman los juicios centrados en el autointerés, luego en criterios
igualitarios, hacia los 9/10 años sus
razonamientos de justicia distributiva en principios que les irán alejando del
igualitarismo para acercarles a la equidad, entendiendo ésta como dispensar un
trato especial a las personas que lo merecen; así, empezarán por utilizar
criterios de «mérito». Finalmente en la adolescencia o tomarán en consideración
distintos criterios simultáneamente, contemplando y coordinando así los deseos,
necesidades, capacidades o esfuerzo de los distintos implicados. En
consecuencia, el desarrollo en este ámbito evoluciona tanto hacia la toma en
consideración simultáneamente de distintas perspectivas, como hacia la
relativización de los criterios que definen una actuación justa, cuya
pertinencia dependerá de las circunstancias concretas de cada caso.
El razonamiento moral prosocial, o solidario, seguirá esta secuencia: primero se
fundamentará en la aprobación externa que dichas conductas sostienen de esta
actividad (heteronomía), luego podrá ir conformandose un sistema prosocial más
maduro supondrá poder comprender la perspectiva de la victima y actuar por
empatía y comienzan a aparecer razonamientos que apelan a principios y valores
morales propios sobre los que asentar la decisión de actuación prosocial
(autonomía). No se tratará aún de un sistema de valores fuertemente consolidado
y bien trabado, sistema que habitualmente no aparecerá hasta el final de la
escuela secundaria.
El razonamiento moral medioambiental, primero se centrará en aspectos
antropocéntricos asi como en razonamientos que apelaban al perjuicio para la
propia naturaleza progresivamente ir descentrándose y situando las
argumentaciones sobre el cuidado medioambiental en consideraciones biocéntricas.
En síntesis, desde los 6 hasta los 12 años, niños y niñas desarrollan un
importante conjunto de valores por los que regirse en la vida y que tienen que
ver con el reparto justo, la solidaridad o la ecología. Por lo que se refiere al
menos a los niños occidentales, y comparados con los años de escuela infantil,
los razonamientos se han vuelto ahora más autónomos, flexibles y relativistas,
al tiempo que más orientados al bienestar ajeno, tanto de las otras personas
como de la naturaleza.
Los macrosistemas culturales y sus valores predominantes así como los
microsistemas sociales influyen en la construcción de la moral del niño. Los
estilos de interacción familiar (modos de discutir sobre los dilemas morales,
estilos de ejercicio de autoridad, etc) y los estilos de actividades propuestos
por la escuela (grupos de discusión, aprendizaje cooperativo, etc) contribuyen
en la formación y desarrollo de valores prosociales.