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Psicoanálisis Freud |
2° Parcial |
Cátedra: Delgado |
2º Cuat. de 2013 |
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PREGUNTAS DE TEORICOS
1- “Si consideramos mejor lo que “represión” designa, hallamos ocasión para
descomponer el proceso en tres fases que admiten una separación conceptual”
(Freud, 1910). Desarrolle esta conceptualización freudiana.
La represión es uno de los conceptos pilares del Psicoanálisis. Se la podría
definir como una de las defensas o destinos de la pulsión y su esencia consiste
en rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella. La condición
para la represión es que el motivo de displacer cobre un poder mayor que el
placer de la satisfacción y se genere un conflicto entre instancias. En el texto
“La represión”, Freud establece tres fases de la misma: “represión primaria o
primordial”, “represión secundaria o propiamente dicha” y “retorno de lo
reprimido”. La primera fase, es la represión primaria o primordial (R.P) y
consiste en que a la agencia representante psíquica de la pulsión se le deniega
la admisión en lo consciente. Así se establece una fijación y desde ese momento
la agencia representante en cuestión persiste inmutable y la pulsión sigue
ligada a ella. La R.P está integrada por dos componentes: uno, es el
representante psíquico reprimido primordialmente, imposible de recuperar y que
se presenta en las formaciones del inconsciente, el cual ha caído en el olvido
estructural que funda al sujeto psicoanalítico, un sujeto dividido
estructuralmente en Cc/Icc. El otro, es la fijación pulsional que sería una
fijación de un modo de satisfacción. Lo que implica la R.P. es una detención del
movimiento libidinal, en tanto fijación, ya que el objeto contingente de la
pulsión parcial (oral, anal, voz y mirada) viene al lugar del agujero
estructural, de lo irrecuperable que dejó la perdida (experiencia de
satisfacción). A causa del lazo particularmente intimo entre la pulsión y el
objeto, se fija la pulsión. El objeto va a estar así, fijado en relación a
aquello que va a lugar “de”. La segunda fase es la represión secundaria o
propiamente dicha (R.S), la cual recae sobre los retoños psíquicos de la agencia
representante reprimida o sobre unos itinerarios de pensamiento que, procedentes
de alguna otra parte, han entrado en un vínculo asociativo con ella. Freud
define a esta etapa como el “esfuerzo de dar caza”. La R.S es el resultado de un
conflicto dinámico entre dos fuerzas: la repulsión de los sistemas conscientes
(que rechace aquellas representaciones inconciliables) y la atracción de los
sistemas inconscientes (de lo reprimido originariamente). En la última fase cabe
mencionar el fracaso de la represión, la irrupción, el retorno de lo reprimido.
Tal irrupción se produce desde el lugar de la fijación y tiene por contenido una
regresión del desarrollo libidinal hasta ese lugar. Cada vez que hay represión
hay retorno de lo reprimido (que es posible por la fuerza o la debilidad de la
resistencia) bajo una forma desfigurada (gracias a las dos formas del proceso
primario del Icc: Condensación y Desplazamiento). Así, el representante
reprimido puede atravesar la censura que opera entre el Inconsciente y el
Preconsciente. El mecanismo de la represión crea formas sustitutivas y deja
síntomas como secuelas, como puede verse en los casos de fobias, histeria de
conversión o neurosis obsesiva.
La represión no impide a la agencia representante de pulsiones seguir existiendo
en lo inconsciente, continuar organizándose, formar retoños y anudar conexiones,
sino, que en realidad sólo perturba el vínculo con un sistema psíquico: el de lo
consciente. De hecho, la agencia se desarrolla con más riqueza, prolifera cuando
la represión la sustrae de la consciencia.
2- ¿Cuáles son las propiedades particulares del sistema Inconsciente? Compare
y explicite sus diferencias con las del sistema Preconsciente.
De acuerdo con Freud el Icc está conformado por agencias representantes de
pulsión que buscan descargar su investidura. El Icc es un sistema que presenta
propiedades extremadamente peculiares entre las que podemos identificar: La
ausencia de contradicción, el proceso primario (movilidad de las investiduras),
su carácter atemporal y la sustitución de la realidad exterior por la psíquica.
- Las mociones pulsionales alojadas en el Icc están coordinadas entre sí de
forma tal que pueden subsistir unas junto a otras sin influirse ni
contradecirse. Éstas mociones de deseo pueden ser activadas al mismo tiempo aún
cuando sus metas resultan inconciliables no se cancelan recíprocamente, sino que
confluyen en una formación de meta intermedia o formación de compromiso. Debido
a que no existe la negación, no existe ni la duda ni la certeza: dentro del
inconsciente sólo existen contenidos investidos con mayor o menor intensidad.
- El sistema inconsciente se encuentra regido por el proceso psíquico primario
compuesto por dos procesos: el desplazamiento y la condensación. En el primero
una representación entrega a otra todo el monto de su investidura, mientras que
en el segundo una representación toma sobre sí la investidura íntegra de muchas
otras representaciones.
- Los procesos del sistema inconsciente son atemporales: esto quiere decir que
no están ordenados con arreglo al tiempo.
- Los procesos del inconsciente no presentan un especial cuidado por la
realidad: se encuentran regidos por el principio del placer. Por tanto su
destino se encuentra determinado por la fuerza que poseen así como por la
regulación placer-displacer.
El inconsciente establece con el sistema preconsciente una relación de
cooperación, siendo el primero continuado en los denominados “retoños”. Éstos
retoños de mociones pulsionales conservan las propiedades del inconsciente y son
por tanto incapaces del devenir consiente. Se identifica a los retoños como
pertenecientes al sistema preconsciente cualitativamente debido a que tomaron
todas las adquisiciones del sistema consiente pero, de hecho, pertenecen al
inconsciente ya que se encuentran exentos de contradicción y están altamente
organizados.
Dentro de la organización de Prec se pueden identificar 2 sectores: uno proviene
del Icc, posee las mismas características que sus retoños y es censurado antes
del devenir consciente. El otro sector del Prec es factible de conciencia sin
censura. Esto se puede explicar a través de la suposición que implica que existe
una censura entre el paso de un sistema a otro que sigue más alto en la
organización psíquica.
Lo Icc es rechazado por la censura en la frontera de lo Prec pero sus retoños
pueden sortear esa censura y crecer dentro del Prec pero al intentar devenir
consientes pueden ser reprimidos nuevamente por la segunda censura ubicada entre
el Prec y el Cc. De ésta forma la primera censura funciona contra el Icc y la
segunda contra los retoños del Prec.
Por ultimo podemos resumir que lo inconsciente se diferencia de lo preconsciente
debido a que presenta una falta de contradicción, una atemporalidad, hay una
sustracción de la realidad y están regulados por un proceso primario.
3- Freud distingue que “La vida sexual de la mujer se descompone en dos
fases”. ¿Cuáles son estas fases y que cambios deberán darse para que se produzca
el pasaje de una a otra? Desarrolle.
Lo que precede a la genitalidad en la infancia, tiene que desenvolverse en la
mujer en torno del clítoris. La vida sexual de la mujer se descompone por regla
general en dos fases, de las cuales la primera tiene carácter masculino; sólo la
segunda es la específicamente femenina. Por tanto, en el desarrollo femenino hay
un proceso de trasporte de una fase a la otra, que carece de análogo en el
varón. La función del clítoris viril se continúa en la posterior vida sexual de
la mujer de una manera muy cambiante y que por cierto no se ha comprendido
satisfactoriamente.
Paralela a esta primera gran diferencia corre la otra en el campo del hallazgo
de objeto. Para el varón, la madre deviene el primer objeto de amor a
consecuencia del influjo del suministro de alimento y del cuidado del cuerpo, y
lo seguirá siendo hasta que la sustituya un objeto de su misma esencia o
derivado de ella. También en el caso de la mujer tiene que ser la madre el
primer objeto. (Es que las condiciones primordiales de la elección de objeto son
idénticas para todos los niños). Pero en la situación edípica es el padre quien
ha devenido objeto de amor para la niña. Por esto, nace el problema de averiguar
cómo pasa la niña de la madre a la ligazón con el padre o, con otras palabras,
de su fase masculina a la femenina, que es su destino biológico. La primera fase
es la de ligazón-madre, a la cual también se la puede llamar pre-edípica. En
muchos casos la ligazón-madre dura hasta pasado el cuarto año, y durante ese
período el padre es sólo un fastidioso rival. Los vínculos libidinosos de la
niña con la madre son muy diversos y se expresan mediante deseos orales,
sádico-anales y fálicos, los cuales deseos subrogan mociones tanto activas como
pasivas. La intensa ligazón de la niña con su madre es muy ambivalente, y
justamente por esa ambivalencia, con la cooperación de otros factores, se va a
pique (se va al fundamento) esta potente ligazón-madre de la niña.
Al sentir una ruptura y distanciamiento con la madre por haberla dotado con un
genital incorrecto, la nutrió de manera insuficiente, la forzó a compartir con
otro el amor materno (hermano), no cumplió todas las expectativas de amor y, por
último, incitó primero el quehacer sexual propio por media de caricias y besos
en el seno materno y luego lo prohibió; y con ello justifica su hostilidad hacia
la madre.
Por tanto el complejo de Edipo es el en la mujer es el resultado final de un
desarrollo más prolongado: no es destruido por el influjo de la castración, sino
creado por él, y dando pie a una vida sexual en la transferencia al padre. El
descubrimiento de su castración es un punto de viraje en el desarrollo de la
niña.
La niña reconoce el hecho de su castración y, así, la superioridad del varón y
su propia inferioridad, pero también se revuelve contra esa situación
desagradable. De esa actitud pueden derivan tres orientaciones de desarrollo:
- La primera lleva al universal extrañamiento respecto de la sexualidad. La
niña, aterrorizada por la comparación con el varón, queda descontenta con su
clítoris, renuncia a su quehacer fálico y, con él, a la sexualidad en general,
así como a buena parte de su virilidad en otros campos.
- La segunda línea, en porfiada autoafirmación, retiene la masculinidad
amenazada; la esperanza de tener alguna vez un pene persiste hasta épocas
increíblemente tardías, es elevada a la condición de fin vital, y la fantasía de
ser a pesar de todo un varón sigue poseyendo a menudo virtud plasmadora durante
prolongados períodos. También este «complejo de masculinidad» de la mujer puede
terminar en una elección de objeto homosexual manifiesta.
- Sólo un tercer desarrollo, que implica sin duda rodeos, desemboca en la final
configuración femenina que toma al padre como objeto y así halla la forma
femenina del complejo de Edipo. Por lo tanto, el complejo de Edipo es en la
mujer el resultado final de un desarrollo más prolongado; no es destruido por el
influjo de la castración, sino creado por él.
4- Desarrolle el mito freudiano del asesinato del padre y su idea de
“Obediencia retrospectiva” u “Obediencia de efecto retardado”, según Tótem y
Tabú.
El mito freudiano pretende representar una situación previa a la estudiada por
la antropología de su época. La antropología estudiaba civilizaciones que
denominaba “pueblos primitivos”, sin embargo Freud plantea que dichas
civilizaciones no se encontraban en un nivel de evolución menor a la nuestra.
Estos Pueblos Primitivos y principalmente aquellos que se organizaban en torno a
un tótem (o animal sagrado) al cual se le atribuían ciertas características, de
entre ellas, la de ser el padre de todo el clan, es decir, que dicho clan
descendía directamente de aquella especie de animales sagrados y dado este hecho
se formaba en torno a este animal sagrado todo un Tabú, que se mantiene presente
aun en las civilizaciones mas avanzadas, estas son la prohibición del parricidio
(ergo se prohíbe el asesinato de dicha especie animal) y, ya no derivada
directamente del papel del tótem, sino de la “obediencia retrospectiva” la
prohibición del incesto (mantener comercio sexual con mujeres del mismo clan, o
en algunos menos ortodoxos la prohibición del comercio sexual con su línea de
sangre, madre, hermanas, primas etc.). Pese a todo lo expuesto existían en estos
pueblos primitivos ciertos rituales en los que se mataba y consumía la carne del
animal totémico, y era obligación para todos los miembros de la misma la
participación activa en dichos rituales. Es decir que se hacía eso que era
considerado habitualmente un crimen por toda la sociedad pero como todos
participaban del evento serbia para reforzaba sus lazos de hermandad.
Freud recurre al siguiente mito para dar una explicación de este suceso. El mito
presenta a una horda de hombres y mujeres, cual si fueran animales salvajes, en
cuyo caso respeta la organización de cualquier manda animal. Siguiendo la teoría
darviniana existiría pues, un macho alfa, más grande y fuerte que el resto
(nombrado en el mito el Padre de la Horda), el cual monopolizaría a las hembras
del clan imponiendo a sus progenitores y demás hombres (más débiles) un
celibato. Esta figura que construye del Padre de la horda, despertaría en los
demás, sus hijos etc. Dos sentimientos que equivalen a los encontrados en el
complejo de paternidad en las neurosis, estos son por un lado admiración,
veneración, envidia de su fortaleza y derechos para con las hembras (el deseo de
querer ocupar su lugar) y por el otro una hostilidad, ira, por limitar su acceso
a las hembras y coartar así sus deseos sexuales.
Esta situación perduro hasta que un en determinado momento los hermanos hostiles
para con el Padre, se unen para eliminarlo y luego de su muerte se comen su
cuerpo y huesos y beben su sangre (hecho imitado en el ritual de consumo del
tótem). Esta situación es descrita por el psicoanálisis análogo a la
identificación, donde existe la ambivalencia de sentimientos y ese deseo de
destruir el objeto amado e incorporarlo al yo. Luego de la muerte del Padre, la
organización fraternal da origen a un nuevo orden social en el cual cada uno de
los hermanos renuncia a ocupar el lugar del padre, forjando una organización más
lineal.
Posteriormente Freud explica que para suplantar a este Padre asesinado y no
perder el lazo que mantiene unido al clan, estos toman al Tótem situándolo en
lugar del padre. La culpa generada por el parricidio cometido y la crítica de la
conciencia moral desarrolla la “obediencia retrospectiva”. Estos, arrepentidos
por el hecho consumado, los hermanos establecen como norma, no volver jamás a
repetir el hecho (de ahí la prohibición de dar muerte al animal totémico) y
respetar de manera implícita la que alguna vez fue ley impuesta por el padre,
prohibiendo el comercio sexual con las mujeres de su propio clan.
Podemos concluir que el muerto se volvió más fuerte de lo que fue en vida. Lo
que antes él había prohibido con su existencia, ahora lo prohíbe con su ausencia
ya que la obediencia retrospectiva responde a obedecer al padre luego de muerto.
PREGUNTAS PRACTICOS
1- Desarrolle el concepto de pulsión, sus componentes y alguno de los dos
primeros destinos que Freud trabaja en “Pulsiones y destinos”.
La pulsión es un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático. Aparece
como un representante psíquico y se presenta como una fuerza constante, endógena
que ataca desde el interior del cuerpo, y lo único que puede cancelar la pulsión
es la satisfacción (Aunque nunca por completo).
La pulsión solo existe si participan todos sus componentes que son: esfuerzo,
meta, objeto y fuente. Sus características son:
- El esfuerzo de la pulsión se refiere al factor motor, la suma de fuerza o la
medida de la exigencia de trabajo que ella representa.
- La meta, se define en todos los casos de satisfacción que solo puede
alcanzarse cancelando la estimulación de la fuente de la pulsión. La meta es
aquella que permanece invariable para toda pulsión, y la cual logra alcanzarse a
partir del objeto. Freud identifica también Pulsiones de meta inhibida en
procesos donde la satisfacción, luego de un corto avance hacia ella, experimenta
una desviación o inhibición.
- El objeto de la pulsión es aquello por lo cual se puede alcanzar la meta. Es
lo mas variable en la pulsión, y no esta enlazado originariamente con ella. El
objeto no necesariamente debe ser ajeno, también puede ser una parte del propio
cuerpo e incluso un mismo objeto puede servir a la satisfacción de diferentes
pulsiones.
La pulsión puede producir una fijación en un objeto, un lazo particularmente
intimo entre ambos o dicho de otro modo un lugar de predilección.
- El último componente de la pulsión corresponde a la fuente. Por fuente de la
pulsión se entiende el proceso somático, interior a un órgano o a una parte del
cuerpo, cuyo estimulo es representado en la vida anímica como la pulsión.
La satisfacción no se produce en el objeto sino en la fuente, así como es el
objeto el que posibilita la satisfacción.
En el texto pulsiones y destinos de pulsión Freud se encargara de desarrollar
como destinos propios de la pulsión al trastorno hacia lo contrario y vuelta
hacia la persona propia. Vamos a desarrollar en este caso el segundo destino que
mencionamos.
La vuelta hacia la persona propia, es cuando se produce un cambio en la vía del
objeto, manteniéndose inalterada la meta, porque tiene que ver con donde fue
localizado el sujeto. Para explicarla va a proponer dos ejemplos, el sadismo en
la línea de la actividad y el masoquismo en la línea de la pasividad. Y también
el placer de ver y de la exhibición.
Freud dice que el masoquismo es un sadismo vuelto contra sí mismo. Por eso
propone tres momentos:
- Un primero donde el sadismo consiste en una acción violenta, en una afirmación
de poder dirigida a otra persona como objeto. (Pegar)
- Un segundo momento donde este objeto es resignado y sustituido por la persona
propia, donde también se consuma la mudanza de la meta pulsional activa a una
pasiva. En estos dos puntos podemos observar como coexiste un doble movimiento,
el cambio de objeto y la transformación en lo contrario, de activo a pasivo y
vuelta hacia la persona propia. (Ser pegado)
- Existe un tercer momento donde se busca de nuevo como objeto una persona
ajena, que a consecuencia de la mudanza sobrevenida en la meta, tiene que tomar
sobre si el papel de sujeto. En este tercer momento es el propio masoquista, ya
que primero ejerce poder, dolor sobre otro, luego sobre sí mismo y en un tercer
momento ese poder se ejerce nuevamente sobre otro y se puede gozar
masoquisticamente por identificación, a partir de haberlo experimentado en uno
mismo. (Hacerse pegar)
En el caso del par ver-exhibición, aparece algo nuevo, inicialmente la pulsión
de ver es autoerótica, tiene un objeto, pero este se encuentra en el cuerpo
propio. En el esquema de la pulsión de ver se ubica primero, uno mismo mirar
miembro sexual, luego, uno mismo mirar objeto sexual ajeno, y por ultimo objeto
propio ser mirado por persona ajena. Esto sucede porque más tarde se ve llevado,
mediante comparación a permutar este objeto propio por uno análogo del cuerpo
ajeno.
2- En la conferencia 23, “Los caminos de la formación de síntomas”, Freud
explicita el recorrido que desemboca en la formación de los síntomas.
Fundamente.
Según Freud el camino para la formación del síntoma, se origina por un conflicto
en torno a una nueva modalidad de satisfacción pulsional. Existen dos fuerzas
enemistadas que por formación de compromiso se unen y forman el síntoma. Una de
estas fuerzas es la libido, que insatisfecha y rechazada por la realidad, es
obligada a buscar nuevos caminos para su satisfacción. Si al cambiar de objeto,
éste vuelve a ser denegado y la realidad permanece inflexible, la libido
comienza el camino de la regresión en el cual es fijada en alguno de los lugares
del desarrollo de su pasado.
Si el conflicto queda planteado en el yo, éste se opone a las regresiones.
Entonces la libido se sustrae del yo y de sus leyes e intenta escapar hacia
algún lado donde pueda drenar su investidura según lo exige el principio del
placer. Pero al sustraerse del mismo también se sustrae de toda educación
adquirida por éste y presionada por la doble frustración, (externa e interna),
la libido, se revela. De ésta manera la libido transfiere ahora su energía de
investidura sobre representaciones que pertenecen al sistema inconsciente y que
se someten a los procesos que allí operan: condensación y desplazamiento.
El síntoma repite la modalidad de satisfacción de su temprana infancia que fue
desfigurada por la censura originada a causa del conflicto, y se vuelca a una
sensación de sufrimiento, propio de la ocasión en la que se contrajo la
enfermedad. Los síntomas son en parte la figuración de vivencias reales las
cuales influyen en la fijación de la libido, y por otra son también figuraciones
de fantasías del enfermo. Ningún objeto u orientación fue resignado por completo
por parte de la libido dado que son retenidos en parte en las representaciones
de la fantasía. De ésta manera la libido puede volver a la fantasía y encontrar
el camino a cada fijación reprimida. Las fantasías primordiales tienen su fuente
en las pulsiones: son un patrimonio filogenético y exceden el vivenciar propio
hacia el vivenciar de la prehistoria.
De esta manera, el síntoma aparece como un retoño del cumplimiento de deseo
libidinoso inconsciente; es decir, como satisfacción pulsional sustitutiva. La
investidura regresiva de las fijaciones preexistentes lleva a sortear la
represión y a una descarga de la libido respetando las condiciones de
compromiso. Así, por el rodeo a través del Inconsciente y de las antiguas
fijaciones, la libido se abre paso a una satisfacción real, aunque muy
restringida y casi irreconocible. Las fijaciones de las que se sirve la libido
para quebrantar la represión se hallan en las vivencias sexuales infantiles, en
aquellos afanes abandonados y objetos resignados de la niñez. Pero además, dice
Freud, se descomponen en otros factores: la disposición heredada y la
predisposición adquirida en la primera infancia.
3- “Uno se dice enseguida: Si existe una fijación así de la libido al cuerpo
propio y en la persona propia, en vez de la fijación a un objeto, este hecho
puede ser excepcional ni de poca monta. Más bien es probable que este narcisismo
sea el estado universal y originario a partir del cual sólo más tarde se formó
el amor de objeto”. Dé cuenta de esta idea de Freud en la conferencia 26.
En la conferencia 26, llamada “La teoría de la libido y el narcisismo”, Freud
comienza a cuestionarse el modelo dual pulsional (pulsiones yoicas y sexuales).
Sabemos que ambas se diferencian entre sí, ya que las sexuales nacen apuntaladas
en las yoicas y que pueden entrar en conflicto con ellas perjudicando a los
órganos.
Este modelo que planteo Freud comienza a modificarse a partir de diferentes
casos en donde se que mostraba la falta de investidura libidinal de los objetos,
y que esta investidura faltante en los objetos retornaba al yo. Esto lo lleva a
considerar que, si la libido retorna al yo, quiere decir que ya estuvo allí
antes.
De esta manera Freud habla de una libido móvil, que se puede ubicar tanto en los
objetos de interés como en el Yo. Lo que lleva a diferenciar a Freud entre la
libido del yo y la libido del objeto. Freud define a la libido como un factor
cuantitativo, que a medida que aumenta la libido de los objetos, se reduce la
libido del yo, y viceversa.
Estos estudios derivaron al concepto propuesto por Freud el Narcisismo en el
cual el sujeto retrae la Libido de los objetos y la ubica en el Yo.
Inicialmente, este accionar no sería patógeno en sí mismo, ya que por ejemplo en
el dormir, el sujeto retrae la libido hacia él para poder mantener el estado de
dormir, y luego, al despertar, vuelve a investir su realidad con Libido.
Sin embargo, Freud determina un estado patógeno de este comportamiento
narcisista, derivado de un proceso violento que obligara a quitar la libido de
los objetos, provocando así que más tarde la misma no pueda encontrar un camino
de regreso hacia esos objetos de los cuales fue sustraída. El motivo por el cual
la libido no puede regresar a los objetos es debido a la acción de una
represión, que actúa junto con una fijación de la libido que se remonta a fases
muy anteriores del desarrollo de la misma.
De esta forma Freud determina que aquel estado narcisista primario sufrió un
estancamiento en el desarrollo. Por lo tanto nos explica que el Yo, no es
primordial en la psiquis de las personas, sino que debe desarrollarse a partir
del autoerotismo, sostenido por las pulsiones sexuales que sí son primigenias, y
que algo deberá agregarse para constituir el Yo y el Narcicismo Primario. Freud
indica dos puntos del desarrollo de la Libido como el Autoerotismo y el
Narcisismo, dependiendo de en cual ocurra el estancamiento del desarrollo se
darán diferentes consecuencias en el adulto y en la formación del Yo.
Dicho esto podemos afirmar lo dicho por Freud en el fragmento en donde nos
explica que la fijación de la libido al yo y la fijación a un objeto tienen en
común, su origen.
Y por ultimo Como resultado del psicoanálisis aplicado a las afecciones
narcisistas podemos distinguir dos tipos de elección de objeto: tipo narcisista,
y tipo de apuntalamiento. En el tipo narcisista el objeto se elige según una
identificación de uno mismo con el otro, y en el tipo de apuntalamiento se elige
según las personas que hayan satisfecho las necesidades de la vida en la
crianza. Se ama en relación a la madre/padre o sea ama a sí mismo.
4- ¿Cuáles son las fases del desarrollo libidinal? Explique.
Freud identifica dos organizaciones en el desarrollo libidinal dividiendo la
sexualidad en dos tiempos: pre-genital y genital. En la vida sexual infantil sus
diversas pulsiones parciales persiguen independientemente entre sí el logro del
placer de órgano.
En cuanto al primer tiempo de la sexualidad, existe una fase en el desarrollo
libidinal cuya zona erógena principal es la boca. Esta es la fase oral, en donde
el primer objeto es el pecho materno cual satisface la nutrición del lactante
pero más tarde se pone en práctica el chupeteo en donde se separa de la
nutrición y solo se mantiene la satisfacción sexual oral.
En segunda fase del desarrollo libidinal se sitúan las pulsiones sádicas y
anales. Es conocida como la fase anal, en donde se juega el apoderamiento como
retención de las heces, y la destrucción, como transformación del alimento en
heces y la ingesta de objetos a través de masticar. También el sujeto comienza a
formularse una distinción de los sexos en términos de pasivo y activo, que mas
tarde se transmudara en masculino y femenino. También las pulsiones de ver y
saber se despiertan y los genitales que participan en la vida sexual propiamente
dicha sólo en sus papeles de órgano para la excreción de orina.
En este momento podemos marcar la salida de las fases de la organización pre-genital
las cuales tiene dos metas: en primer lugar implica la subordinación de todas
las pulsiones parciales bajo el primado de los genitales y con ello el
sometimiento de la sexualidad a la función reproductiva. La segunda meta abarca
el abandono del autoerotismo y la permutación del objeto situado en el cuerpo
propio por un objeto ajeno. Esto sólo puede alcanzarse cuando dicho objeto único
es a su vez un cuerpo total parecido al propio y las mociones pulsionales
autoeróticas quedan necesariamente relegadas por inutilizables.
En cuanto al segundo tiempo de la sexualidad identificamos la tercera fase del
desarrollo libidinal. Es la fase fálica, se caracteriza por el primado del falo
(tener o no pene). En esta etapa el mundo exterior se divide en dos grupos,
aquellos que tienen pene y aquellos que no lo tienen, esta visión del mundo
genera más tarde en un símbolo de poder, situación que se relaciona con en el
Complejo de Castración y por ende en el Complejo de Edipo. Esto se articula de
la siguiente forma: al ver los genitales femeninos el niño comienza a considerar
como una posibilidad real la amenaza de castración, y por ende prescinde de sus
deseos sexuales hacia la madre para mantener intacto su narcisismo y simbolizado
en su miembro sexual, saliendo así del Edipo. En la niña, el Complejo de
Castración hace que reniegue de la madre por no haberla provisto con un pene, y
la acerca a su padre como medio para obtener el mismo en la forma de un objeto
de amor, entrando así en el Edipo. Las salidas de la niña para este último
complejo son tres:
- Feminidad normal.
- Inhibición sexual o neurosis.
- Complejo de masculinidad.
Una vez superado el complejo de Edipo, sobreviene un período de latencia, se
observa la detención y el retroceso del desarrollo sexual, luego sobreviene la
amnesia infantil. En dicho lapso se edifican las inhibiciones en el camino de la
pulsión sexual a modo de diques: el asco, la vergüenza, los reclamos ideales en
lo estético y en lo moral. Una vez superado este tramo del desarrollo surge
finalmente como segundo brote de la sexualidad, la fase genital, que coincide
con la pubertad.
PREGUNTAS SEMINARIO
1- Fundamente la siguiente afirmación: “El hacer repetir según esta técnica
más nueva, equivale a convocar un fragmento de vida real”.
La nueva técnica a la que se refiere Freud en la cita es la Técnica Analítica,
la cual se basa en un principio básico que es la Regla Fundamental del
Psicoanálisis, el cual invita al paciente a decir todo cuanto pensamiento se le
cruce por la mente, en el momento de realizar la terapia, sin hacer caso a
cualquier tipo de crítica sobre esas ocurrencias.
Inicialmente el paciente hace caso de esta Regla Fundamental, aportando
recuerdos y comentando sus sentimientos respecto de ellos. Pero no pasa mucho
tiempo hasta que las resistencias psíquicas del paciente hacen su aparición,
estas se exteriorizan en un cambio en la forma de recordar del paciente: deja de
ser fluido, el paciente aduce que nada se le ocurre y de forma más prominente,
se distingue que reemplaza el recordar por el actuar.
Según Freud, los recuerdos más significativos de nuestra vida, no son una copia
fiel de la realidad acontecida en ese momento, sino más bien son producciones
que se crean y re-crean en el análisis, por tanto el fragmento de vida
“recordado” no es real sino más bien actual.
De esto se sigue que la convocación de un fragmento de la vida “real” (el
recordar) toma la forma de una actualización de ese recuerdo a través de la
acción del paciente: el repetir la vivencia que él no puede recordar porque
nunca fue olvidada, dado que nunca fue consciente. Lo que implica que esos
recuerdos no posean un representante psíquico.
Esto se traduce en que aquel recuerdo que el paciente no logra hacer devenir
consciente pertenece al conjunto de los fragmentos de vida penosos, por tanto es
lógico que exista tal resistencia a ese paso de lo Inconsciente a lo Consiente.
Esta resistencia tan paradójica admite solo una explicación, basada en que el
paciente al repetir sus actos inconscientes sin saber que lo hace a través del
actuar en la transferencia.
2- Desarrolle el concepto de transferencia en Freud como motor y obstáculo
para la cura y establezca en qué se diferencia el psicoanálisis de las terapias
sugestivas.
Freud en su artículo “Sobre la dinámica de la transferencia”, determina que la
transferencia está desde el principio del tratamiento: espera que el analista,
gracias a sus conocimientos, pueda liberarlo de los síntomas que padece en su
vida cotidiana.
Lo que se repite en la transferencia son las representaciones psíquicas que
componen el clisé de cada sujeto. Este se compone a su vez de dos elementos: la
trama de significaciones y la fijación pulsional. El primer componente, refiere
a las fantasías, el amor y el odio en relación a los objetos de amor
incestuosos. Mientras que, el segundo componente tiene que ver con un modo
particular de satisfacción pulsional de cada sujeto. Es en estas fijaciones
donde se corrobora que no hay un objeto de pulsión predeterminado, sino que
depende de las distintas experiencias. La transferencia en sí es el resultado de
la regresión de la libido, provocada por su frustración a causa del principio de
realidad y la consiguiente reanimación de las imagos y representaciones
relacionadas al clisé del sujeto. De esta forma, se realiza el falso enlace con
el analista, quedando este investido por los objetos prohibidos de la trama del
sujeto.
Freud diferencia dos tipos de transferencia: La positiva, cuyas modalidades se
subdividen a su vez en tiernas y eróticas; y la negativa en la que se encuentra
la modalidad hostil.
La transferencia positiva tierna se caracteriza por resultar motor del
tratamiento en tanto permite la apertura del inconsciente mediante el
conocimiento de formaciones de ese sistema -como el relato de los sueños-
gracias a los aportes del paciente. En ella el sujeto asocia libremente y el
analista logra interpretar el contenido de su discurso. En ella la resistencia
solo se presenta como represión. La repetición del clisé que efectúa el paciente
invistiendo al médico de mociones tiernas, también relacionadas a la expectativa
esperanzada y a la confianza que deposita en él desde el comienzo del
tratamiento.
Por otra parte, la transferencia negativa hostil en conjunto con la
transferencia positiva erótica funcionan para el psicoanálisis como un obstáculo
fecundo, necesarias para el correcto funcionamiento del tratamiento. La primera
de ellas surge del enojo hacia el médico y/o el tratamiento y se caracteriza por
el cierre del inconsciente y la ausencia de la asociación libre por parte del
paciente: solo hay un registro silencioso de la pulsión, resultando un límite a
la interpretación. Se da, según Freud, cuando en el análisis se toca un
fragmento en la biografía del paciente que le resulta muy penoso. Este es
relacionado a la satisfacción pulsional y paradójica en el dolor que el paciente
se rehúsa a dejar de lado. Se trata de algo que carece de representantes
psíquicos y que, por consiguiente, no puede ser recordado, en tanto que nunca
fue olvidado. El médico hace actuar aquello que no puede recordarse (AGIEREN).
De esta forma, el psicoanalista logra poner en juego la dimensión pulsional
ausente en cualquier psicoterapia sugestiva.
En la segunda, se presenta el enamoramiento de la paciente independiente de la
individualidad del analista. Sin embargo, ambas modalidades se presentan al
servicio de la resistencia por tanto el analista debe tener las debidas
precauciones para no rechazar ni satisfacer las pulsiones que se presentan en el
consultorio. Esta precaución es denominada por Freud como la Regla de
Abstinencia. Es la posición ética del analista, la respuesta inédita que se le
debe dar a la transferencia cuando entra en juego la dimensión pulsional.
Gracias a ella, logra que subsista lo pulsional como fuerzas que impulsa el
trabajo y cuidarse de que estas pulsiones se satisfagan en la cura o en la
transferencia misma. Resulta así un concepto operador en tanto que permite la
operación entre dos conceptos: pulsión y transferencia.
Precisamente en dicha regla se funda la diferencia entre el psicoanálisis y las
terapias sugestivas. La sugestión directa busca tapar algo de la vida anímica:
encubre cual si se tratara de una cosmética. La sugestión prohíbe los síntomas
reforzando las represiones y dejando intactos todos los procesos que llevaron a
la formación del síntoma. Dicha terapia deja a los pacientes inactivos e
inmodificados y por lo tanto Indefensos otra enfermedad.
En contraposición, Freud destaca que la terapia analítica saca a remover algo
cual si trabajara como una cirugía; se precisa penetrar hasta la raíz e implica
cancelar las resistencias internas. La terapia analítica se sirve de la
sugestión para instalar la transferencia pero las alteraciones que se logran son
permanentes a pesar de que es mucho más costosa para ambos. En cambio, en el
psicoanálisis, el analista se abstiene de dar sentido a lo expuesto por el
paciente por cuenta de la regla de abstinencia, pudiendo por ese medio lograr el
esclarecimiento del conflicto.
3- ¿Cómo alcanza el Hombre de las Ratas el convencimiento del papel que ocupa su
padre en la raíz de su enfermedad?
Sólo por el camino de la transferencia pudo el Hombre de las Ratas adquirir el
convencimiento de que su padre era quien ocupaba la raíz de su enfermedad.
En base a estos datos de la actuación, Freud aventura una construcción: de niño,
a los 6 años, su padre le había prohibido el onanismo. El paciente recuerda una
escena donde su padre le había hecho una reprimenda y él lo había desafiado e
insultado. Ante la magnitud de esa ira se vuelve cobarde, y sentía gran angustia
ante situaciones de violencia. Una renovada averiguación ante la madre, recuerda
que fue castigado entre los 3 y 4 años por haber mordido a alguien.
Se instaló desde una época muy temprana una ambivalencia afectiva (ira contra su
padre amado), devenida latente. Transferencialmente se comportaba con Freud como
lo había hecho con su padre: lo insultaba, lo apreciaba, temía que le pegara,
etc. Quedó así el camino abierto para comprender la representación de las RATAS.
Recordemos que él había reaccionado violentamente a dos dichos del capitán
checo: la tortura de las ratas que despierta su erotismo anal, y su reclamación
de devolver el dinero a A. Se había identificado con su padre, también militar
por las palabras del capitán "Debes devolver el dinero al teniente A" que le
sonaron como una alusión a una deuda que una vez contrajo su padre jugando a las
cartas ("spielratte" es jugador empedernido o rata de juego).
En cuanto a la representación del castigo con las ratas, ésta despertó pulsiones
y recuerdos que adquirieron varios significados simbólicos: Las ratas equivalían
a gusanos, a penes y a hijos. La relación rata=pene lleva a que el castigo era
una representación del coito anal; la relación rata=hijo lleva a pensar que la
rata era una representación de sí mismo pues él, como las ratas, había mordido a
alguien y era perseguido y castigado por ello, sintió, cuando el capitán contó
el castigo, que este era su padre que lo amenazaba con el mismo. También hay una
relación con la dama con quien iría a casarse (heiraten) y con quien no podía
tener hijos.
El castigo de las ratas, donde estas entran en el ano, es una inversión
defensiva, una desfiguración de la entrada de las ratas=penes en el ano,
fantasía basada a su vez en dos teorías sexuales infantiles: que los hijos nacen
por el ano, y que los varones pueden tener hijos como las mujeres. Había
blasfemado como su padre y su amada, a quienes amaba. Esto pedía un castigo:
imponerse un juramento imposible de cumplir, o sea, devolver el dinero al
teniente A. En el fondo de todo esto parece estar el conflicto entre obedecer al
padre y permanecer fiel a su amada.
En resumen los factores que desencadenaron la sintomatología y formaron parte de
la estructura de una neurosis obsesiva en el hombre de las ratas son el complejo
de Edipo en el cual quedó atrapado debido a que la potencia fálica estaba del
lado de la madre y en la que nunca logró una identificación plena con la figura
paterna; otro es la ambivalencia entre el amor y el odio hacia la figura paterna
lo que Freud dicta que es el enigma que envuelven a las neurosis obsesivas; la
sexualidad muy precoz que tuvo el hombre de las ratas durante su niñez y por el
último el conflicto entre mujer rica mujer pobre, el padre ha "vendido" su deseo
y que este pretendía que el hijo hiciera el mismo movimiento que él, esto es,
que apostara a la mujer rica (la madre), dejando de lado a la amada.
4- Cómo fundamenta Freud, que la pieza decisiva del mecanismo de la curación se
ejecuta cuando en transferencia se crean versiones nuevas del viejo conflicto.
Desarrolle.
Freud le atribuye a la incapacidad del neurótico de alcanzar la satisfacción al
hecho de que su libido no está dirigida a ningún objeto real, y a su incapacidad
de producir al hecho de que debe gastar grandes cantidades de energía para
mantener la libido en un estado de represión o desalojo y defenderse de su
asedio. A partir de éstas premisas, se elabora la tarea del psicoanalista, que
consiste en desasir la libido de las ligaduras sustraídas al yo y ponerlas al
servicio del mismo. La libido que se encuentra ligada a los síntomas, produce un
tipo de satisfacción sustitutiva que debe eliminarse a través del apoderamiento
de los síntomas. Para ello es necesario remitirse a la génesis del conflicto y
renovarlo, llevándolo a otro desenlace mediante unas fuerzas impulsoras que
hasta ese entonces no se encontraban disponibles.
Es esencial para superar las resistencias la relación que se establece con el
analista en transferencia: se crean nuevas versiones del conflicto viejo en las
que el enfermo querría comportarse como lo hizo anteriormente, mientras que el
médico, reuniendo todas las fuerzas anímicas disponibles del paciente lo obliga
a tomar otro tipo de resoluciones. Se crea entonces durante el vínculo que se
establece con el terapeuta en el lugar de la enfermedad propia del paciente una
transferencia artificial: en lugar de los diversos tipos de objetos libidinales
irreales, aparece un único objeto también fantaseado: la persona del médico.
Cuando la libido se desliga del objeto provisional que es la persona del médico
ya no puede volver a sus viejos objetos y queda finalmente a disposición del yo.
Hasta entonces, el enfermo no se liberará de la compulsión de repetición ya que
es su forma de recordar: ésta compulsión de repetir con la transferencia, que en
sí no es más que una pieza de repetición del pasado olvidado, se expresa tanto
en el médico como en todos los otros ámbitos de la situación y vínculos
presentes que transcurren simultáneamente en su vida.
Cuanto mayor sea la resistencia, mayor será la sustitución del recordar por el
actuar. Si la cura está liderada por una transferencia positiva, suave, se podrá
alcanzar una profundización del recuerdo en cuyo transcurso callan los síntomas
patológicos. En cambio, si la transferencia se vuelve hostil y se necesita de
represión el recordar será inmediatamente reemplazado por el actuar. Por lo
tanto, se puede identificar que el tipo de transferencia da cuenta de las
resistencias que comandan la secuencia de lo que se repetirá. Lo que se repite
es todo cuanto desde las fuentes de su reprimido se pueden manifestar: sus
inhibiciones, actitudes inviables y rasgos patológicos del carácter además de
todos los síntomas. Debido a que el hacer repetir en el curso del tratamiento
analítico equivale a convocar un fragmento de la vida real, no en todos los
casos es inofensivo ni carente de peligro: es por ello que suele ser inevitable
que en el transcurso de la terapia se produzca un “empeoramiento de la cura”.
Partiendo de esta fundamentación, se debe tratar la enfermedad no como un
episodio histórico sino como un poder actual, lo que da cuenta de que el trabajo
del analista junto con el paciente consiste en una reconstrucción al pasado. El
médico queda enlazado en el centro de la cadena de las representaciones en forma
de un falso enlace del enfermo y le da a éste la posibilidad de direccionar el
tratamiento. Es por ello que Freud argumenta que la neurosis de transferencia
que surge en el analizado es la pieza fundamental que nos propicia las
herramientas para conducirlo hacia la cura.