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1º Parcial W  |  Psicoanálisis Freud (Cátedra: Laznik - 2021)  | Psicología  |  UBA
1) Describa los dos modos de la resistencia que aparecen en el texto Sobre la psicoterapia de la histeria y ejemplifique con Elizabeth von R.
2) Explique el trabajo de interpretación del sueño. Relacione con la escritura jeroglífica.
3) a) Defina defensa normal y defensa patológica. b) Relacione con la noción de recuerdo actual.
4) A partir de la experiencia de la vivencia de satisfacción, ¿cómo caracteriza Freud la naturaleza psíquica del desear?

1- En el texto Sobre la psicoterapia de la histeria aparecen descriptos dos tipos diferentes de resistencia.
La primera de ellas es la llamada “resistencia de asociación”. Por un lado, esta evita que se acceda al núcleo patógeno, causante del síntoma, pero, por otro, opera propiciando el trabajo analítico. El material patógeno, de acuerdo con Freud, es una compleja organización multidimensional, como una red infinita de ramificaciones. Cuando el paciente comienza a asociar, se pone en juego en este encadenamiento entre las representaciones lo que podría denominarse sobredeterminación. Cualquier síntoma que el paciente presente puede ser considerado como determinado por un conjunto de múltiples cadenas asociativas que muestran la estructura de red que implica el aparato psíquico. Cada vez que, en el trabajo analítico, se pretende averiguar la causa del síntoma, aparecen esos eslabones intermedios, o falsos enlaces, se muestran cadenas que aparecen y convergen entre ciertas representaciones que tendrán una mayor valencia para el individuo, y que son denominadas puntos nodales.
Por otro lado, la segunda resistencia, llamada resistencia radial, implica que, cuanto mayor es el acercamiento al núcleo patógeno durante el trabajo analítico, más difícil se hace para el paciente el recordar, avanzar justamente con ese recuerdo. Son estratos donde lo más superficial es también lo más accesible, y entonces cuanto más cerca se está del centro, la resistencia se vuelve crecientemente mayor. Freud explica que, los pacientes, en determinados momentos, tienen recuerdos que dan por válidos debido a su lógica, pero frente a los cuales no les sobreviene un sentimiento mnémico, y por lo tanto parecieran tener un estatuto diferente al de los demás. Aunque el sujeto reconozca ciertas vivencias relatadas como experiencias válidas, efectivamente vividas, de todas maneras, no le sobreviene aquel sentimiento como si ocurre con otras partes de aquello que fue olvidado. Incluso, hay recuerdos que el paciente desmiente aún cuando los está reproduciendo frente al analista en el trabajo. Esta extrañeza, este desconocimiento que se encuentra en los pacientes al relatar ciertos momentos vitales de su historia, en especial vinculados con aquel material patógeno buscado durante el trabajo analítico, tendría un vínculo valioso con el núcleo patógeno.
Elisabeth von R. era una paciente de Freud que había llegado a su consulta por muy profundos dolores en sus piernas. En relación con la resistencia radial, luego de muchas sesiones, finalmente lograron (ella y Freud) acercarse muchísimo al núcleo patógeno, el recuerdo de ella, parada frente al cuerpo de su hermana, ya fallecida, pensando que su cuñado finalmente quedaría libre y podría casarse con ella. Por su incompatibilidad con el resto de las representaciones de la conciencia, este pensamiento fue rápidamente reprimido por Elisabeth, y luego se demostró que fue también el causante de sus síntomas en las piernas, ya que ella estaba parada junto a la cama donde yacía su hermana. Una vez que, en el tratamiento de Elisabeth, ella pudo finalmente recordar este factor patógeno, sintió un poderoso acrecentamiento de sus síntomas, de sus dolores, pero luego, al poder levantar ese recuerdo de la represión, sus síntomas se alivianaron. Este aumento en los dolores de la paciente demuestra la resistencia que Freud teoriza para el proceso de resistencia radial.
En el trabajo analítico que Freud realiza junto a Elisabeth, se ponen en juego ciertas vivencias que luego podrán ser descriptos como eslabones intermedios o falsos enlaces, como ocurre en la resistencia de asociación. Por ejemplo, cuando recuerda los paseos que solía dar junto al esposo de su hermana y lo cansada que quedaba luego de ellos, este recuerdo no es lo que causa sus síntomas, como si lo es el pensamiento sobre la reciente disponibilidad de su cuñado.

2- De acuerdo con las concepciones desarrolladas por Freud, el sueño consiste en una puesta en escena en imágenes visuales y el problema por lo tanto se centra en cómo considerarlas, cómo descifrarlas. Propone hacerlo como un sistema de escritura, en lugar de como si fuera una representación. Para lograr este objetivo se va a basar en dos apoyos. Una de ellas son las escrituras antiguas no alfabéticas, por ejemplo, los jeroglíficos, la escritura antigua de los egipcios, que parecían imágenes, pero eran en realidad signos que se leían unos en relación a los otros, y tenían significados conjuntos. La interpretación de los sueños es entonces para Freud análoga al desciframiento de cualquiera de estas escrituras antiguas, ya que todo lo que el soñante recuerde debe ser interpretado como un signo que está siempre en relación con el siguiente, como una gran estructura.
Para poder dar cuenta de aquello que el sueño implica y significa, Freud elabora dos conceptos vitales para su teoría del sueño. El primero es el contenido manifiesto, que es básicamente aquello que el sueño cuenta, lo que es recordado y relatado por el paciente luego de despertar o al comienzo del trabajo analítico. Este contenido es considerado como aquello que se debe descifrar, al igual que sucede en las escrituras antiguas que Freud utiliza de apoyo. Por otro lado, se desarrolla el concepto de pensamientos latentes, que incluyen el material que surge por asociación a partir de la lectura del texto del sueño, están referidos a las ocurrencias que surgen cuando se fragmenta el contenido manifiesto y se hacen asociaciones sobre cada uno de sus elementos. Es a estos elementos a lo que apunta la interpretación del sueño, a relatar aquello que el sueño muestra para poder revelar aquello que está oculto.
De esta manera, la interpretación de los sueños se concibe como aquel trabajo que, partiendo del contenido manifiesto del sueño, producirá los pensamientos latentes; surge a través de la asociación que el soñante va generando mediante los elementos que obtiene o recuerda del sueño. Ese trabajo de asociación deberá llegar como objetivo último a conseguir revelar aquellos pensamientos latentes.
La interpretación deberá entonces operar a través de la lectura y la puntuación del oyente de esos pensamientos que se van desplegando a través de las asociaciones del sueño, donde los signos se van entrelazando unos con otros formando cadenas asociativas.

3- La defensa es aquel proceso mediante el cual el yo se defiende de una representación inconciliable, debilitándola y separándola de su monto de afecto. La representación pasa a ser el núcleo del grupo psíquico separado (que es, a su vez, un antecedente del inconsciente en la primera parte de la obra freudiana), mientras que el monto de afecto se desplaza, uniéndose a otro representante psíquico por un falso enlace. El lugar al cual este afecto se desplace determinará el síntoma que aquejará al paciente.
A su vez, la defensa presenta dos tendencias diferentes: por un lado, una normal y, por otro, una patológica.
La primera de ellas, la defensa normal, está directamente relacionada con la homeostasis del aparato psíquico, es decir, se dirige contra aquellas representaciones inconciliables con el yo para mantener el equilibrio. Estas constelaciones fundamentales del aparato psíquico son, básicamente, el principio de constancia. La defensa es inofensiva si se está tratando con representaciones que alguna vez estuvieron ligadas al displacer, pero son incapaces de recuperar un displacer actual.
La defensa patológica, por otro lado, se vuelve contra representaciones que desprenden displacer siendo recuerdos, como sucede con aquellas que son de índole sexual. Con efecto retardado, un recuerdo produce un desprendimiento más intenso todavía que la vivencia correspondiente. Como condición, es necesario que la vivencia sexual se produzca antes de la pubertad y que, luego de superar esta etapa, se repita en la conciencia como recuerdo.

4- Freud argumenta que el funcionamiento temprano del aparato con el modelo del arco reflejo se ve perturbado por lo que él denomina “el apremio de la vida”, que se refiere a las grandes necesidades corporales, aquellos estímulos internos que buscan por vía de la motilidad descargarse y que a través del modelo del arco reflejo no pueden ser satisfechos.
Con la vivencia de satisfacción, el “cachorro humano”, el bebé, que puede estar aquejado, por ejemplo, por el hambre, muy probablemente manifieste esa sensación a través del llanto. De todas maneras, sólo logrará satisfacer esa necesidad interna por medio de otro ajeno, que pueden ser los padres o quien sea que se encargue de sus cuidados. Esta persona interpretará el llanto y satisfacerá la necesidad de hambre al darle de comer. En este momento es cuando acontece un primer encuentro de complementariedad entre el bebe y el objeto que provee esa comida (una mamadera, el pecho de su madre) y es gracias a esta primera vivencia de satisfacción que se constituye la naturaleza psíquica del desear en el sujeto, el origen del deseo. Como efecto de tal vivencia se va a producir una asociación por simultaneidad entre dos huellas mnémicas, el hambre y la huella que dejó la percepción de la satisfacción de la necesidad. Entonces, cuando vuelva a advenir el estímulo interior del hambre se suscitará una moción psíquica que buscará investir nuevamente la huella mnémica de la satisfacción de la necesidad, de esa primera vivencia de satisfacción. Este intento por investir que termina en una alucinación es lo que Freud denomina el cumplimiento de deseo.
Esto implica no sólo un recorrido regrediente de la excitación en el aparato psíquico, sino el hecho de que el desear terminará en un alucinar, ya que se trata de un investir pleno de aquello que opera como resto de lo visto y de lo oído, de aquellas primeras marcas de vivencias muy tempranas, más cercanas al polo P, marcas que aportan gran vivacidad sensorial. Este objeto de la percepción primera se constituye como perdido y en ese sentido no es adaptativo, ya que el camino regrediente no alcanzará nunca el objeto, porque está perdido y, por lo tanto, la imagen mnémica del objeto de satisfacción no es el objeto. De esta manera, se puede diferenciar el objeto que está perdido en relación a esa primera vivencia mítica y, por otro lado, la huella mnémica que queda como resto de esa experiencia (en el caso del bebé, la satisfacción de la necesidad interna del hambre).

 

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