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Resumen para el Tercer Parcial  |  Psicoanálisis Freud (Cátedra: Delgado - 2015)  | Psicología  |  UBA

PRÁCTICO

23 CONFERENCIA. LOS CAMINOS DE LA FORMACIÓN DEL SÍNTOMA. (1917)

Importa distinguir los síntomas de la enfermedad, tras la eliminación de aquellos la enfermedad es la capacidad para formar nuevos síntomas. Los síntomas son actos perjudiciales o inútiles, que la persona realiza contra su voluntad, y conllevan displacer o sufrimiento. Su perjuicio es el gasto anímico que ellos cuestan y que se necesitan para combatirlos. Sí la formación de síntoma es extensa puede empobrecer a la persona en cuanto a energía anímica disponible. Interesa la cantidad de energía requerida, por lo que "estar enfermo" es un concepto práctico. Desde el punto de vista teórico todos somos neuróticos, pues las condiciones para la formación de síntomas también están en las personas normales.
Los síntomas neuróticos resultan de un conflicto en torno a una nueva modalidad de satisfacción pulsional. Las dos fuerzas opuestas coinciden en el síntoma (compromiso de la formación) por eso es tan resistente. Una de las dos partes es la libido insatisfecha, denegado (frustrado) su objeto en la realidad, busca otros caminos para su satisfacción. Emprende el camino de la regresión y aspira a satisfecerse en una de las organizaciones superadas o por medio de uno de los objetos resignados. La libido es cautivada por la fijación que ha dejado tras de su desarrollo.
Sí las regresiones no despiertan contradicción del yo, no sobrevendrá la neurosis, y la libido alcanzará una satisfacción real no normal (perversión) El conflicto se plantea si el yo no acuerda con estas regresiones. La libido intenta drenar su investidura energética, según el principio de placer, y tiene que sustraerse del yo. Las fijaciones que recorre en sentido regresivo y de las cuales el yo se protegió a través de represiones, le permiten drenaje. La libido inviste las posiciones reprimidas y se sustrae del yo y de sus leyes, bajo la frustración externa e interna. Las representaciones sobre las cuales la libido transfiere su investidura pertenecen al sistema Icc y están sometidas a los procesos de condensación y desplazamiento. Se establecen formaciones similares a las de la formación del sueño. El sueño es el cumplimiento de una fantasía Icc de deseo que entra en transacción con un fragmento de actividad Pre-cc, esta ejerce la censura y permite la formación del sueño manifiesto como compromiso. La subrogación de la libido en el interior del Icc tiene que contar con el poder del yo Pre-cc. La contradicción del yo contra ella la persigue como "contrainvestidura" y la fuerza a escoger una expresión que al mismo tiempo sea la suya. El síntoma se engendra como un retoño del cumplimiento de deseo Icc, desfigurado y provisto de dos significados que se contradicen. La diferencia entre la formación de sueño y la del síntoma es que el propósito Pre-cc del sueño es preservar el dormir y tolera más la moción de deseo Icc porque el estado del dormir bloquea la salida a la realidad.
La libido escapa en el conflicto gracias a la preexistencia de fijaciones. La investidura regresiva de estas lleva a sortear la represión y a la satisfacción de la libido bajo las condiciones del compromiso. Por el rodeo a través del Icc y las fijaciones, la libido logra alcanzar una satisfacción real, aunque restringida y apenas reconocible. Lo dicho vale exclusivamente para la formación de síntoma en el caso de la neurosis histérica.
Las prácticas y vivencias sexuales infantiles pueden dejar fijaciones libidinales en los afanes parciales abandonados y en los objetos resignados. Hacia ellos revierte la libido. En la infancia se manifestaron por primera vez las orientaciones pulsionales que el niño traía en su disposición innata y las vivencias infantiles le activaron por primero vez otras pulsiones. Unas vivencias de la infancia son capaces de dejar como secuela fijaciones libidinales y las disposiciones constitucionales son la secuela que dejaron las vivencias de nuestros antepasados.
La predisposición por fijación libidinal del adulto se nos descompone en constitución sexual hereditaria y en predisposición adquirida en el vivenciar infantil. La constitución sexual forma con el vivenciar infantil otra "serie complementaria" semejante a la formada entre predisposición y vivenciar accidental del adulto. Las regresiones vuelven a etapas más tempranas de la organización sexual.
La libido de los neuróticos vuelve a las vivencias sexuales infantiles regresivamente después que fue expulsada de sus posiciones tardías. Pero estas vivencias libidinales no tuvieron en su momento importancia alguna y sólo la cobraron regresivamente. La investidura libidinal de las vivencias infantiles es reforzada por la regresión de la libido. Existen neurosis infantiles en las que el diferimiento temporal no cumple ningún papel y la enfermedad se contrae como consecuencia directa de vivencias traumáticas. Las neurosis de los niños son muy frecuentes y en la mayoría de los casos se presentan como una histeria de angustia. Sí en períodos más tardíos estalla una neurosis, el análisis revela, que es la continuación directa de aquella enfermedad infantil velada. Hay casos en los que esa neurosis infantil prosigue como un estado de enfermedad que dura toda la vida. A menudo el análisis de una neurosis contraída en la adultez nos permite reconstruir la neurosis infantil de esa persona.
La fijación en determinados puntos del desarrollo sólo cobra valor en la inmovilización de un determinado monto de energía libidinosa. Hay casos en los que el peso de la causación recae en las vivencias sexuales infantiles, sin necesidad del apoyo de la constitución sexual y su inmadurez. Hay otros casos en los que el acento recae sobre los conflictos posteriores y la insistencia en las impresiones infantiles, obra de la regresión. En un extremo la "inhibición del desarrollo" y en el otro la "regresión" y entre ellos todos los grados de conjugación de ambos factores.
Los síntomas crean un sustituto para la satisfacción frustrada, por medio de la regresión de la libido a estadios anteriores del desarrollo, en la elección de objeto o en la organización. El neurótico quedó adherido a un punto de su pasado, a un período en donde satisfacía su libido, aunque para ello tenga que retroceder hasta su lactancia. El síntoma repite aquella modalidad de satisfacción de su temprana infancia, desfigurada por la censura que nace del conflicto y mudada en sufrimiento que lleva a contraer la enfermedad. La modalidad de satisfacción que el síntoma aporta es irreconocible para la persona, pues siente la presunta satisfacción como sufrimiento, y esta mudanza es parte del conflicto psíquico bajo cuya presión se formó el síntoma. Lo que fue para el individuo satisfacción está destinado a provocar hoy su resistencia o repugnancia. P.e. el niño que ha mamado del pecho materno años más tarde manifiesta una fuerte renuncia a beber leche o repugnancia cuando la leche se halla cubierta de nata.
Los síntomas como medio de satisfacción libidinosa prescinden del objeto y resignan el vínculo con la realidad exterior, consecuencia del extrañamiento respecto del principio de realidad y del retroceso al principio de placer. También hay un retroceso a una suerte de autoerotismo ampliado, como el que ofreció las primeras satisfacciones a la pulsión sexual. Reemplazan una modificación en el mundo exterior por una modificación en el cuerpo, vale decir, una acción exterior por una interior. El síntoma figura algo como cumplido: una satisfacción a la manera de lo infantil, por medio de la condensación esa satisfacción puede comprimirse en una inervación única y por medio de desplazamiento puede circunscribirse a un pequeño detalle del complejo libidinoso.
Las vivencias infantiles en que la libido está fijada y desde las cuales se crean los síntomas no siempre son verdaderas. Las vivencias infantiles construidas en el análisis o recordadas son una mezcla de verdad y falsedad. Los síntomas son ora la figuración de vivencias reales y a las que puede atribuirse una influencia sobre la fijación de la libido, ora la figuración de fantasías del enfermo.
Cuando el enfermo nos presenta el material que, por detrás de los síntomas, lleva hasta situaciones de deseo calcadas de las vivencias infantiles, al comienzo debemos dudar si se trata de realidades o fantasías. Durante largo tiempo no comprenderá el designio de equiparar fantasía y realidad y de no preocuparnos por saber si esas vivencias son lo uno o lo otro. El enfermo se ha ocupado de esas fantasías, ese hecho no tiene menor importancia para su neurosis que si hubiera vivenciado en la realidad el contenido de sus fantasías. Ellas poseen realidad psíquica, en oposición a una realidad material, en el mundo de las neurosis la realidad psíquica es la decisiva.
Entre los acontecimientos que retornan en la historia del neurótico hay algunos de particular importancia: la observación del comercio sexual entre los padres, la seducción por una persona adulta y la amenaza de castración. El niño pequeño puede ser testigo del comercio sexual entre adultos y comprender con posterioridad esta impresión. Pero cuando este acto es descrito con detalles precisos o como ejecutado por atrás, esa fantasía se apuntala en la observación del comercio sexual entre animales y en su insatisfecho placer de ver. La seducción entre niños es más frecuente que la seducción por un adulto y en el caso de las niñas aparece con regularidad el padre. Con la fantasía de seducción el niño encubre el período autoerótico de quehacer sexual y se ahora la vergüenza de la masturbación fantaseando un objeto anhelado. El niño se compone esa amenaza de castración sobre la base de indicios, ayudado por su saber de que la satisfacción autoerótica está prohibida, y bajo la impresión de su descubrimiento de los genitales femeninos.
Estos hechos de la infancia pertenecen al patrimonio de las neurosis, si la realidad no los ha concedido se los establece a partir de indicios y se los completa mediante fantasía. No hay diferencia alguna por el hecho de que en esos sucesos infantiles tenga mayor participación la fantasía o la realidad. La fuente de tales fantasías está en las pulsiones y en todos los casos tienen idéntico contenido por que estasfantasías primordiales son un patrimonio filogenético. El individuo rebasa su propio vivenciar hacia el vivenciar de la prehistoria. Es posible que lo que hoy es fantasía haya sido realidad en los tiempos originarios humanos y que el niño fantaseador haya llenado las lagunas de la verdad individual con una verdad prehistórica.
El hombre es educado para apreciar la realidad y obedecer al principio de realidad por influencia del apremio exterior. Tiene que renunciar a diversos objetos y metas de su aspiración sexual -no sólo sexual- Pero es difícil para el hombre abandonar ese placer y por eso en el fantasear concede a estas fuentes de placer resignadas y a estas vías abandonadas de la ganancia de placer una supervivencia (existencia emancipada de la realidad y del "examen de realidad") El demorarse en los cumplimientos de deseo de la fantasía trae consigo una satisfacción, aunque se sabe que no se trata de una realidad. En el fantasear el hombre sigue gozando de la libertad de la compulsión exterior, esa libertad a la que renunció en la realidad.
Las producciones de la fantasía son los "sueños diurnos", unas satisfacciones imaginadas de deseos eróticos, que florecen más cuanto más la realidad llama a moderarse. Su esencia es la ganancia de placer con independencia de la aprobación de la realidad. Los sueños diurnos pueden ser cc o Icc, estos últimos son fuente tanto de los sueños nocturnos como de los síntomas neuróticos.
La importancia de la fantasía para la formación de síntoma. Con la frustración la libido inviste regresivamente las posiciones abandonadas, a las que quedaron con ciertos montos. Los objetos y orientaciones de la libido resignados, ellos o sus retoños, son retenidos en representaciones de la fantasía con cierta intensidad. La libido vuelve a las fantasías para hallar desde ellas el camino a cada fijación reprimida. Esas fantasías son toleradas por que, aunque sean opuestas al yo, cumplen con una condición cuantitativa. Pero el aflujo libidinal eleva la investidura energética de las fantasías (exigen su realización) y se produce el conflicto entre ellas y el yo. Si estas eran Pre-cc o cc son reprimidas por el yo y atraídas al Icc. Desde las fantasías Icc la libido vuelve a migrar hasta sus propios puntos de fijación.
La retirada de la libido a la fantasía es un estadio intermedio en el camino hacia la formación de síntoma. La introversión es el extrañamiento de la libido respecto de la satisfacción real y la sobreinvestidura de las fantasías que hasta entonces eran inofensivas. El carácter irreal de la satisfacción neurótica y la indiferencia entre fantasía y realidad están determinados por la permanencia en el estadio de la introversión.
Desde el punto de vista económico, el conflicto entre dos aspiraciones no estalla antes de que hayan alcanzado ciertas intensidades de investidura, por más que preexistan las condiciones de contenido. La importancia patógena de los factores constitucionales depende de cuánto más de una pulsión parcial respecto de otra esté presente en la disposición, en términos de proporciones cuantitativas. Interesa elmonto de libido que la persona puede conservar flotante y la cuantía de la fracción de su libido que es capaz de desviar de lo sexual hacia metas de sublimación. La meta final, que desde lo cualitativo aspira a la ganancia de placer y a evitar el displacer, desde lo económico consiste en dominar los volúmenes de excitación que operan en el aparato psíquico e impedir su estasis generadora de displacer.
Todo hasta aquí se refiere a la formación de síntoma en el caso de la histeria. Las contrainvestiduras frente a las exigencias pulsionales pasan a primer plano en la neurosis obsesiva y, por medio de las "formaciones reactivas", dominan el cuadro clínico.
Existe un camino de regreso de la fantasía a la realidad y es el arte. El artista, como cualquier insatisfecho, se extraña de la realidad y transfiere su libido a las formaciones de deseo de su fantasía. Es probable que su constitución incluya una vigorosa facultad para la sublimación y cierta flojera de las represiones para el conflicto. El artista elabora sus sueños diurnos de modo que pierdan lo personal y chocante, para que los extraños puedan gozarlos, y no deja traslucir sus fuentes prohibidas. Da forma al material hasta que se convierte en reflejo de la representación de su fantasía y después anuda a esta figuración de su fantasía Icc una ganancia de placer tan grande que doblega temporalmente a las represiones. Posibilita a los otros que extraigan alivio de las fuentes de placer de su propio Icc.

EL PROBLEMA ECONÓMICO DEL MASOQUISMO. (1924)

El principio de Nirvana súbsito de la pulsión de muerte, ha experimentado en el ser vivo una modificación por la cual devino principio de placer. La pulsión de vida, la libido, se conquisto un lugar junto a la pulsión de muerte en la regulación de los procesos vitales. El principio de Nirvana expresa la tendencia de la pulsión de muerte; el principio de placer subroga la exigencia de la libido, y su modificación, el principio de placer el influjo del mundo exterior. No puede rehusarse al principio de placer el título de guardian de la vida.
Es posible distinguir un masoquismo erógeno, uno femenino y uno moral. El masoquismo erógeno, el placer de recibir dolor, se encuentra también en el fundamento de las otras dos formas; han de atribuírseles bases biológicas y constitucionales, y permanece incomprensible si uno no se decide adoptar a ciertos supuestos acerca de las constelaciones que son oscuras. El masoquismo moral es un sentimiento de culpa las mas de las veces icc.
El masoquismo femenino, en el varón nos dan noticias las fantasías de personas masoquistas, o los actos onanistas, o los que figuran para sí solas la satisfacción sexual. Las escenificaciones ejecutadas reales por los perversos masoquistas, ya sean como un fin en sí mismas o sirvan para producir la potencia e iniciar el acto sexual. En ambos casos el contenido manifiesto es el mismo. La interpretación mas inmediata y fácil de obtener es que el masoquista quiere ser tratado como un niño pequeño. Ponen a la persona en una situación característica de la feminidad, significa ser castrado, ser poseído sexualmente o parir. En el contenido manifiesto de las fantasías masoquistas se expresa también un sentimiento de culpa se supone que la persona afectada ha infringido algo que debe expiarse mediante esos procedimientos dolorosos y maritirizadores. Esto aparece como una racionalización superficial de los contenidos masoquistas, pero detrás se esconde el nexo con la masturbación infantil. El masoquismo femenino se basa enteramente en el masoquismo primario.
En el ser vivo, la libido se enfrenta a la pulsión de muerte; esta, que impera dentro de él, quería desagregarlo y llevar a cada uno de los organismos elementales a la condición de la estabilidad orgánica. la tarea de la libido es volver inocua esta pulsión destructora; la desempeña desviándola en buena parte hacia afuera, dirigiéndola hacia los objetos del mundo exterior. Recibe entonces el nombre de pulsión de destrucción, pulsión de apoderamiento, voluntad de poder. Un sector de esta pulsión es puesto directamente al servicio de la función sexual, donde tiene a su cargo una importante operación. Es el sadismo propiamente dicho. Otro sector no obedece a este traslado hacia afuera, permanece en el interior del organismo y allí es ligado libidinosamente con ayuda de la coexcitación sexual ante; en este sector tenemos que discernir entre masoquismo erógeno, originario. La pulsión de muerte actuante en el interior del organismo es idéntica al masoquismo. Después que su parte principal fue trasladada afuera, en el interior permanece, como su residuo, el genuino masoquismo erógeno (primario), que por una parte ha devenido como componente de la libido y, por otra, sigue teniendo como objeto al ser propio. Así ese masoquismo seria un testigo y un relicto de aquella fase de formación en que aconteció la liga Eros y pulsión de muerte. El sadismo proyectado, vuelto hacia afuera, puede ser introyectado hacia adentro de nuevo, regresando a su situación anterior. En tal caso da por resultado el masoquismo secundario.
El masoquismo moral, afloja su vínculo con la sexualidad. El padecer como tal es lo que importa; no interesa que lo inflija la persona amada o una indiferente. La satisfacción de este sentimiento icc de culpa es quizás el rubro mas fuerte de la ganancia de la enfermedad, compuesta con fuerzas que se revuelven contra la curación y no quiere resignar la condición de enfermo. El yo encuentra su función en conciliar entre si las exigencias de las tres instancias, para esto tiene en el superyó el arquetipo a que puede aspirar. Ese superyó es el subrogado tanto del ello como del mundo exterior. La severidad resulta acrecentada por la desmezcla de pulsiones que acompaña a esa introducción en el yo. Ahora el superyó, la cc moral eficaz dentro de él, puede volverse duro, despiadado hacia el yo a quien tutela. Esas mismas personas siguen ejerciendo una acción eficaz dentro del superyó después que dejaron de ser objetos de las mociones libidinosas del ello, pertenecen al mundo exterior real. El superyó deviene también representante del mundo exterior real, y así, el arquetipo para el querer-alcanzar del yo. Diferencia que media entre esa continuación icc de la moral y el masoquismo moral. En la primera, el acento recae sobre el sadismo acrecentado del superyó, al cual el yo se somete; en la segunda, en cambio sobre el masoquismo del yo, quien pide castigo, sea por parte de superyó, sea de los poderes parentales de afuera. La cc moral y la moral misma nacieron por la superación, la desexualización, del complejo de Edipo; mediante el masoquismo moral, la moral es resexualizada, el complejo de Edipo reanimado, se abre vía para una regresión de la moral al complejo de Edipo. La cc moral crea la tentación de un obrar pecaminoso, que después tiene que ser expiado con os reproches de la cc moral sádica o con el castigo del destino, ese gran poder parental. Para provocar el castigo por parte esta última subrogación de los progenitores, el masoquismo se ve obligado a hacer cosas inapropiadas, a trabajar en contra su propio beneficio, destruir las perspectivas que se le abren en el mundo real y, eventualmente, aniquilar su propia existencia real. La reversión del sadismo hacia la persona propia ocurre a raíz de la sofocación cultural de las pulsiones, en virtud de la cual la persona se abstiene de aplicar en su vida buena parte de sus componentes pulsionales destructivos. La primera renuncia a lo pulsional es arrancada por poderes exteriores, y es ella la que crea la eticidad, que se expresa en la cc moral y reclama nuevas renuncias a lo pulsional. Así, el masoquismo moral pasa a ser el testimonio clásico de la existencia de la mezcla de pulsiones. Su peligrosidad se debe a que desciende de la pulsión de muerte, corresponde a aquel sector de ella que se ha sustraído a su vuelta hacia afuera como pulsión de destrucción. Pero como, por otra parte, tiene el valor psíquico de un componente erótico, ni aun la autodestrucción de la persona puede producirse sin satisfacción libidinosa.

ALGUNOS TIPOS DE CARÁCTER DILUCIDADOS POR EL TRABAJO PSICOANALÍTICO. (1916)

I Las excepciones.
El enfermo sólo debe renunciar a esas satisfacciones de las que infaltablemente se sigue un perjuicio, sólo debe privarse por un tiempo y aprender a trocar esa ganancia inmediata de placer por una más segura. Debe realizar bajo la guía del médico, ese avance desde el principio de placer hasta el principio de realidad. No es lo mismo saber algo dentro de si y oírlo de parte de otro; el médico asume el papel de este otro eficaz; se sirve de la influencia que un ser humano puede ejercer sobre los otros. Si del enfermo se exige así una renuncia provisional a alguna satisfacción placentera, un sacrificio a cambio de una finalidad mejor, se tropieza con individuos que con alguna motivación particular se revuelven contra esa propuesta. Dicen que ha sufrido y se han privado bastante, y que no se someterán mas a ninguna necesidad desagradable pues ellos son excepcionales y piensan seguir siéndolo. Es cosa segura que cada cuál querría presentarse como una excepción y reclamar privilegios sobre los demás. Una peculariedad común a esos pacientes en sus más tempranos destinos de vida: Su neurosis se anudaba a una vivencia o aun sufrimiento que los había afectado en la primera infancia, de los que se sabían inocentes y pudieron estimar como un injusto perjuicio inferido a su persona. Carácter la pretensión de excepcionalidad se enlaza íntimamente con los factores del daño congénito y es motivada por este último. Excepciones, la pretensión de las mujeres de aciertas perrogativas y dispensas de tantas coerciones de la vida descansa en el mismo fundamento. Como la averiguamos por le trabajo analítico, las mujeres se consideraban dañadas en la infancia, cercenadas de un pedazo y humilladas sin su culpa y el encono de tantas hijas contra su madre tiene por raíz última el reproche de haberlas traído al mundo como mujeres y no como varones.
II Los que fracasan cuando triunfan.
Ciertos hombres enferman cuando consiguen el deseo por mucho tiempo perseguido. Parece como si no pudieran soportar su dicha. La contracción de la enfermedad subsigue al cumplimiento del deseo y aniquila el goce. Cuando es removido en la realidad el objeto en que la libido puede hallar su satisfacción, estamos ente una frustración exterior. No es todavía patológica mientras no se le asocie una frustración interior. Esta tiene que partir del yo y disputarle a la libido otros objetos de los que ella ahora quiere apoderarse. Sólo entonces se engendra un conflicto y la posibilidad de contracción de una neurosis. La frustración interior entra en cuenta en todos los casos, sólo que no produce efectos hasta que la frustración exterior real no le haya preparado el terreno. En esos casos en que los hombres enferman con el triunfo, la frustración interior ha producido efectos por si sola, y aun ha surgido únicamente después que la frustración exterior cedió el lugar al cumplimiento del deseo. El estallido del conflicto es dad por un cambio exterior real. El trabajo analítico nos muestra fácilmente que son poderes de la cc moral lo que prohíben a la persona extraer de ese feliz cambio objetivo el provecho largamente esperado. Las fuerzas de la cc moral que llevan a contraer la enfermedad por el triunfo, se entraman de manera intima con el complejo de Edipo, la relación con el padre y con la madre, como quizá lo hace nuestra cc de culpa en general.
III Los que delinquen por conciencia de culpa.
Tales fechorías se consumaban sobre todo porque eran prohibidas y porque a su ejecución iba unido cierto alivio anímico para el malhechor. Este sufría de una acuciante cc de culpa, de origen desconocido, y después de cometer una falta esa presión se aliviaba. La falta provenía de la cc de culpa. Este oscuro sentimiento de culpa brota del complejo de Edipo, es una reacción frente a los dos grandes propósitos delictivos, el de matar al padre y el de tener comercio sexual con la madre. La humanidad ha adquirido su cc moral, que ahora se presenta como un poder anímico heredado, merced a complejo de Edipo. En ciertos niños puede observarse, que se vuelve díscolos para provocar un castigo y, cumplido este, quedan calmos y satisfechos. Una ulterior indagación analítica a menudo nos pone en la pista de sentimiento de culpa que les orden buscar el castigo.

MOISES Y LA RELIGIÓN MOTEISTA.

D. Aplicación
En la vida del género humano ha ocurrido algo como lo que ocurre en la vida del individuo. Que también en aquella hubo procesos de contenido sexual agresivo que dejaron secuelas duraderas, pero las más de las veces cayeron bajo la defensa, fueron olvidados; y más tarde, tras un largo período de latencia, volvieron a adquirir eficacia y crearon fenómenos parecidos a los síntomas por su arquitectura y su tendencia. Una pieza esencial de la construcción es el supuesto de los que los destinos que describieron afectaron a todos los hombres primordiales; por tanto, a todos nuestros antepasados. El padre de la horda, todas las mujeres eran propiedad suya; el destino de los hijos varones, cuando excitaban los celos del padre eran muertos, o castrados, o expulsados. Los hermanos expulsados, avasallaran al padre, se lo comiesen crudo. Atribuimos a estos hombres primordiales las mismas actitudes de sentimiento que podemos comprobar entre los primitivos del presente, nuestros niños, odiaban y reprimían al padre, lo veneraban como arquetipo, y en realidad cada uno de ellos quería ocupar su lugar. El acto canibalico se vuelve entonces inteligible como un intento de asegurar la identificación con él por incorporación de una parte suya. Los hermanos varones lucharon entre sí por la herencia paterna. La intelección de los peligros y de lo infructuoso de estas. Los llevaron finalmente a unirse, a pactar una suerte de contrato social. Nació la primera forma de organización social con renuncia de lo pulsional, reconocimiento de obligaciones mutuas, erección de ciertas instituciones que se declararon inviolables; los comienzos de la moral y el derecho. Se establecieron el tabu del incesto y el mantenimiento de la exogamia. La memoria del padre pervivía en este periodo de la liga de hermanos. Como sustituto del padre hallaron un animal fuerte. En el vinculo con el animal totémico se conservaba la ambivalencia de la relación con el padre. Por un lado, el tótem era considerado el ancestro carnal y el espíritu protector del clan, se lo debía honrar y respetar; por otro lado, se instituyo un día festivo en que le deparaban el destino que había hallado el padre primordial. El totemismo, la primera forma en que manifiesta la religión dentro de la historia humana, desde el comienzo mismo la religión se enlaza con configuraciones sociales y obligaciones morales. Los animales son reemplazados por dioses humanos cuyo origen en el tótem no se oculta. La institución del monoteísmo en el judaísmo y su prosecución en el cristianismo, del animal totémico en dios humano. Imperio universal faraónico fue la ocasión para que aflorara la idea monoteísta, vemos que esta, desprendida de su suelo y trasferida a otro pueblo, es tomada en propiedad por este ultimo tras un largo periodo de latencia, guardaba como su posesión más preciada, y entonces, a su turno, ella mantiene en vida el pueblo regalándole e orgullo de ser elegido. Es la religión del padre primordial, a la que se anuda la esperanza de una recompensa, una distinción. Una creciente cc de culpa se había apoderado del pueblo judío, acaso de todo el universo de cultura de aquel tiempo, como precursora del retorno del contenido reprimido. Hasta que al fin alguien de este pueblo judío halló, en la absolución de culpa de un agitador político-religioso, la ocasión con la cual una religión nueva, la cristiana, se desasió del judaísmo. Pablo, aprhendio esta cc de culpa y la recondujo certeramente a su fuente en el acontecer histórico primordial. La llamo el pecado original, era un crimen contra Dios que sólo se podía expiar mediante la muerte. Ese crimen merecedor de la muerte había sido el asesino del padre primordial después endiosado. Pero no se recordó el asesinato, sino que, en lugar de él, se fantaseo su expiación, y por eso esta fantasía pudo ser saludada como mensaje de redención. Un hijo de Dios se había hecho matar siendo inocente, y así tomaba sobre si la culpa de todos. El redentor no podía ser otro que le principal culpable. La ambivalencia por la cual está gobernado el comportamiento hacia el padre se mostro con claridad en el resultado final de la innovación religiosa. Supuestamente destinada a la reconciliación con el padre-dios, termino en su destronamiento y eliminación. El judaísmo había sido una religión del padre; el cristianismo devino una religión del hijo. El viejo dios-padre se oscureció detrás de Cristo, y Cristo, el hijo, advino a su lugar, en un todo como lo había ansiado cada hijo varón en aquel tiempo primordial. Pablo, el continuador del judaísmo, fue también su destructor. La nueva religión significaba, con referencia a la antigua, la judía, una regresión cultural, como es regla que suceda cuando irrumpe o son admitidas masa de hombres de nivel inferior. Tomo de los pueblos circundantes numerosos ritos simbólicos, restauro a la gran divinidad materna. El cristianismo, referencia al retorno del reprimido, fue un progreso. El destino había aproximado al pueblo judío la gran hazaña y el crimen atroz del tiempo primordial, el parricidio, dándole la ocasión de repetirlo él mismo en la persona de Moisés, una sobresaliente figura paterna. Fue una caso de actuar en lugar de recordar. A la incitación a recordar, que les trajo la enseñanza de Moisés, ellos reaccionaron la desmentida de su acción, permanecieron atascados en el reconocimiento del gran padre y así se bloquearon el acceso al lugar desde donde Pablo anudaría luego la continuación del acontecer histórico primordial. El asesinato de Moisés por su pueblo judío, pasa a ser entonces una pieza indispensable de nuestra convicción, un importante eslabón unitivo entre el proceso olvidado del tiempo primordial y su tardío reafloramiento en la forma de las religiones monoteístas. Es una atractiva conjetura que el arrepentimiento por el asesinato de Moisés diera la impulsión a la fantasía de deseo del Mesías. Quien volvería y traería a su pueblo la redención y el imperio universal prometido. En la resurrección de Cristo hay cierta verdad histórico-vivencial, pues era el padre primordial retornado, de la horda primitiva; glorificado y situado, como hijo, en l lugar del padre. El pobre judío, que con una obstinación consuetudinaria siguió desmintiendo el asesinato del padre. Una y otra vez se le reprochó: Habéis muerto a nuestro Dios. Referido a la historia de la religiones: No queréis admitir haber dado muerte a vuestro Dios. Una agregado debería enunciar: Nosotros, en cambio, hemos hecho lo mismo, pero lo hemos confesado, y desde entonces quedamos sin pecado.


 

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