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Resumen de "Psicosis Infantil y Autismo"  |  Psicopatología (Cátedra: Schejtman - 2021)  |  Psicología  |  UBA

Psicosis infantil y autismo. 6ta Conferencia del 2do Conjunto Temático Psicosis infantil y autismo

Hola, yo soy Silvia [Tendlarz], la profesora a cargo de la cátedra clínica del autismo y de la psicosis en la infancia. Quisiera agradecer especialmente a mi amigo Fabián [Schejtman] por invitarme a hablar hoy con ustedes el tema del autismo. Que sin duda es una clase en expansión, en la medida que en nuestra época contemporánea cada vez más se habla de autismo. A veces perdiendo de vista qué es lo que es, y qué es lo que no es.

En los orígenes se lo consideraba como una forma extrema del grupo de las esquizofrenias, por su nacimiento del término a partir de Bleuler en 1911. Durante mucho tiempo, los psicoanalistas trataron de darle una cierta especificidad, a sabiendas que clínicamente se los veía como un grupo de pacientes con un funcionamiento diferente a los pacientes psicóticos infantiles.

Ya el mismo término de psicosis en la infancia tuvo que obtener su especificidad, porque se los consideraba más bien como niños retrasados o débiles. Fue el psicoanálisis el que le dio un estatuto particular, y no confinándolos a un retraso exclusivamente. Con los manuales diagnósticos apareció esta idea del trastorno, trastorno generalizado del desarrollo, siempre con esta idea de que debería alcanzar una norma que no se alcanza, y que después el término se transformó en trastorno del espectro autista, y eso da una cosa más amplia, más abarcativa en la clase. Porque sigue siendo un trastorno dentro de un espectro más amplio.

Al comienzo, el término empezó a tomar existencia con Leo Kanner, que hablaba del autismo infantil precoz. Un grupo de niños muy pequeños, entre 3 y 5 años, que tenían dificultad para hablar, hablaban con ecolalias, o sea la repetición de frases, o ecopraxias que es repetición de movimientos, o con acento extranjero, hablando en tercera persona.

Algunos niños quedaban mudos, si se les hablaba no respondían, era como si no escucharan. Tenían movimientos particulares con el cuerpo, no se reconocían con su imagen, no jugaban. Si se caían no lloraban, no sentían dolor. Y Leo Kanner en su momento, en 1943, dio dos características esenciales, que eran la mismidad y el aislamiento.

O sea, lo que podría ser por un lado las conductas estereotipadas, así llamadas estereotipadas, y el aislamiento que correspondía al quiebre del lazo social. Loneliness, que eras soledad, y sameness, que era la repetición de lo mismo. Estos dos términos esenciales para distinguir al autismo, en este último tiempo se ha demostrado que no son exactamente necesarios, ni son lo que necesariamente está siempre presente, porque los niños al experimentar al mundo como esencialmente intrusivo, utilizan su encierro autista, su encapsulamiento, como una defensa frente al mundo exterior, experimentado como hostil.

Pero hacen su esfuerzo por ponerse en contacto con el mundo, o sea que ese aislamiento o soledad no necesariamente es total en todos los niños, porque hay niños a los que se los ve llegar en los brazos de sus padres, pidiéndoles que hagan cosas, o teniéndolo a upa o tocándole el pelo en forma reiterada, dando distintas manifestaciones que la presencia de sus padres no es indiferente, sino que es necesaria. Entonces eso muestra que hay un lazo, pasa que hay una dificultad de establecer un lazo general, es como si ese lazo existiera con algunas personas electivas. Y el gran desafío en el tratamiento, será armar un lazo sutil que permita ponerse en contacto con el niño.

Y del lado de la repetición, los manuales diagnósticos lo han llamado estereotipias y también obsesiones. Esto también tiene que ver con los psicoanalistas que se ocuparon de los niños autistas, muchas veces mezclándolo con la psicosis, que consideraban que era un muro, esa defensa de los niños autistas era un muro, una caparazón que habría que poder sortear o derrumbar, porque impedía entrar en contacto con él.

Entonces se habla de ese muro duro, de esa fortaleza, como lo llama en su libro Bruno Bettelheim, la fortaleza vacía. Ese caparazón que había que abrir, qué hay que poder derrumbar para que el niño entre en contacto con el mundo.

Incluso Frances Tustin hablaba del objeto autista, que no hay que confundir con el objeto mismo material, sino que es la sensación que produce, por ejemplo en la mano tener el objeto, a eso ella lo llamaba objeto autista; y se consideraba que como eran objetos idiosincrásicos, había que arrebatarle el objeto para que se interese por otros objetos.

Esa no es la perspectiva que de la orientación lacaniana tomamos, porque vamos a considerar que tanto el encapsulamiento autista como el objeto autista, ya son una respuesta de parte del niño frente a la angustia. Entonces, arrebatarle sus soluciones, aquellas que logran encontrar, es quitarle la posibilidad de dar algún tipo de respuesta. Entonces, más que derrumbarlo, más que apropiarse o arrebatarle esta solución del niño, se trata de poder desplazarlo.

Vamos a hablar entonces de encapsulamiento pero como algo elástico, o sea que Eric Laurent por ejemplo, rompiendo con toda la tradición psicoanalítica que consideraba que era un muro rígido, va a decir que se trata de algo elástico y que la dirección de la cura va a estar encaminada a producir un desplazamiento de ese neo borde elástico, para poder introducir más objetos y personas que amplíen su mundo. No de arrebatarle su solución, sino que esa solución le permita desplazarse, armando secuencias iterativas, armando lo que él llamó una clínica de estas secuencias iterativas, por el cual lentamente el niño va desplazando su encapsulamiento autista.

Entonces, en primer lugar decíamos que tenemos esta descripción de Leo Kanner con el autismo infantil precoz, y por otro lado estaba Asperger que empieza a escribir sus trabajos un año después que Leo Kanner, y que él lo llamaba psicopatías autistas. Ese término psicopatías, era un término con que se llamaba la enfermedad en general, a la locura, y autista es que tenía que ver con este repliegue.

Tiempo después, en los años 80, una psiquiatra inglesa madre de un niño autista, lo llamó síndrome Asperger. Este tema en sí mismo daría lugar a una discusión, por las particularidades de lo que se ha puesto en evidencia en los últimos años, de la relación de Asperger con el nazismo, que lo puedo dejar para otra oportunidad. Pero en todo caso, lo que se llamaba síndrome Asperger tenía que ver más bien con niños que tenían mayores capacidades del lenguaje, y que eran autistas pero con otra forma de presentación.

Asperger y el trastorno infantil precoz, el autismo infantil precoz, habían sido incluidos en lo que se llamaba TGD, trastorno generalizado del desarrollo; y que en la actualidad se llama trastorno de espectro autista. La idea de espectro, va bien con esta concepción de que hay distintos tipos de encapsulamiento y distintos tipos de desplazamiento, que hacen que no hay un autista tipo, hay distintas presentaciones de acuerdo al grado de desplazamiento de este encapsulamiento autista.

En todo caso, lo que tiene que quedar claro es que el autismo no es una enfermedad, no hay un niño normal que se esconde tras el autista que hay que encontrarlo, porque tampoco existe el niño normal, esos son criterios estadísticos donde se arman de acuerdo a una norma por la cual se considera que alguien es normal, en esa oposición de normal o patológico. Pero son construcciones nominalistas, no hay tal normalidad. Entonces no es un niño normal porque tampoco existe la normalidad, desde mi punto de vista. Entonces es más bien un funcionamiento subjetivo singular, y la idea es poder realizar un diagnóstico bajo transferencia.

Ustedes me dirán, ¿pero cómo?, si no arma un lazo, ¿cómo es posible hablar de transferencia? El punto de partida es que hay transferencia en el autismo, pero que no funciona de la misma manera que en la neurosis o que en la psicosis, a pesar de que no hay una dirección al otro. No hay tal dirección, pero en algún momento se puede establecer un lazo sutil con el niño, de modo de incluirse en un autismo de a dos, o sea, poder entrar dentro de su encapsulamiento para poder desplazarlo.

O sea, decía que esta muralla rígida, desde el psicoanálisis de orientación lacaniana fue trabajada, retomada a través de dos autores, que uno es Jean Claude Maleval, y el otro es Eric Laurent.

Jean Claude Maleval habla de un borde autista, o sea, retoma la antigua concepción de Eric Laurent de retorno de goce sobre el borde, para diferenciarlo de la paranoia donde en esa clínica del retorno de goce, era el otro malo en la paranoia, y en la esquizofrenia es una clínica de retorno de goce sobre el cuerpo fragmentándolo, que hace por ejemplo que el sujeto psicótico o esquizofrénico, en la medida que queda fuera del discurso establecido, no sabe muy bien qué hacer con el cuerpo, y ese cuerpo lleva a la producción de una invención psicótica, para encontrar una manera de arreglárselas con ese cuerpo.

Eric Laurent ya en los años ochenta, había dicho en el 86 que en el autismo la especificidad estaba dada por un retorno del goce sobre el borde, qué Jean Claude Maleval llamó a eso borde autista, dando tres características esenciales de ese borde autista. Uno es el objeto autista, el segundo es el doble real, y el tercero son los intereses específicos o el otro de síntesis.

La idea de Maleval es que el autista no puede ceder el objeto voz, no hay cesión del objeto voz. Fue un planteo muy original en su momento, y decía que por eso había trastornos de la enunciación. O sea que podía haber niños que podían quedar mudos, o una enunciación técnica, hablando con cosas muy específicas, en dominios muy específicos, desfasada o desnivelada, también podría ser por la mediación de otro objeto. Eso explica por qué los niños pueden hablar con una entonación extranjera, pero no con su entonación del lugar.

Estos trastornos de la enunciación que estaban dados justamente dentro de su concepción de no cesión del objeto voz, lo llevaba a pensar estos tres tipos de elementos que funcionan en el borde autista, y que ese objeto autista es el objeto que al niño lo acompaña en todos sus lugares, y por lo cual él dice que es ya una respuesta. Porque frente a la situación de quedar en estado de absoluta excitación e intensa angustia, la construcción del borde autista ya es una solución. Por eso la importancia de no arrebatárselo.

La idea del doble real lo había tomado de los Lefort, que hablaban del doble real cuando armaban sus esquemas, retomando esta idea de los esquemas [óficos] y para trabajar el caso de Marie François en su libro “El nacimiento del otro”. Entonces toma esta idea que es la apoyatura en un doble, pero como no hay constitución de lo imaginario, lo plantea en términos de doble real.

Y los intereses específicos son muy importante, porque ya no es hablar de las obsesiones, es hablar más bien de las pasiones del niño, de sus intereses, que son la base sobre la cual se puede desplazar ese borde autista. O sea, que esta idea de que son puras estereotipias, es pensarlo del lado del déficit, pero pensar que es la pasión del niño es lo que permite pensar que a partir de esas pasiones, puede expandir su mundo.

Después los desarrollos de Maleval permitieron trabajar mucho esta idea de distintos tipos de borde, que se van expandiendo a través del tiempo hasta su borramiento. Entonces uno piensa cuál es el futuro de estos niños en la adultez, y es que justamente puede desplazarse hasta aparecer borrado, quedar totalmente desapercibido, en la medida que puede utilizar objetos mediadores que le permiten incluirse en el mundo. O sea, que estos objetos mediadores pueden comenzar siendo incluso los padres, un hermano, gente de su entorno, a veces un animal, o incluso los objetos electrónicos, por los cuales los niños autistas sienten tanta afinidad. Son objetos mediadores que le permiten ir ampliando su mundo, en modo tal de que en esta clínica del espectro, esto pase más borrado, más esfumado.

Del lado de Eric Laurent, él lo que va a plantear es que a esta idea la llama encapsulamiento, ya no borde autista, con la originalidad de decir que es elástico, que no es algo duro y que puede moverse. Esto es muy importante, porque es lo que va a permitir que se desplace la concepción de la dirección de la cura está orientada por esto. Él dice que este encapsulamiento autista es como un neo borde, como si fuera esos trajes de los astronautas que no se pegan al cuerpo, y que están como un envoltorio.

Un ejemplo de esto sería un video que se llama mi hermanito en la luna, que es justamente que el niño aparece en unos dibujitos donde la niña explica que al hermano le gusta la luna, que está siempre mirándola, y que piensan que está enfermo, que puede contagiar, que todos se ponen a un costado, esto apunta a todo el tema de lo que podría ser la discriminación o la segregación del niño autista. Pero que el hermanito y ella tienen un juego, entonces están todos alrededor, él en una burbuja y la niña contando, entonces dice que es el juego del bonete, que ella se pone un bonete y que el hermanito corre detrás de ella para tratar de sacárselo. Entonces se los ve en el dibujo corriendo los dos, los dos dentro de una misma burbuja, y se escucha la risa de los niños.

Entonces se muestra muy bien que es el gesto por el cual ella se incluye en su burbuja, en este encapsulamiento, y permite que algo se mueva, que sería la concepción de esta idea en la dirección de la cura.

Ahora bien, Eric Laurent lo que dice es que más que estereotipias, se trata de una iteración sin cuerpo, o sea, no hay constitución del cuerpo en el autismo, por eso se caen y no lloran, porque no tienen cuerpo. Los niños autistas viven inmersos en lo real -dice Lacan- por lo cual vamos a ver que hay un simbólico-real, un imaginario-real y un real-real, como consistencias separadas. Vive inmerso en lo real, sin la constitución de lo especular, tampoco la constitución del cuerpo, y con un funcionamiento de lo simbólico iterativo.

Eso significa que el baño del lenguaje, el baño de la lengua sobre el cuerpo no inscribe un uno que llame a un otro significante, sino que aparece un uno que simplemente itera. Itera es una palabra que se utiliza para decir que se repite, se repite sin inscribirse y justamente esta no inscripción es correlativa a lo que Miller llamó que falta la falta, falta el agujero, lo dice en relación al caso Robert, donde el niño intenta introducir un menos en lo real, primero separa el biberón de toda una serie de objetos, o sea pueden marcar un uno, y a continuación con una tijera de juguete trata de cortarse el pene. Entonces Miller dice que trata de realizar, de llevar a cabo una castración en lo real.

Entonces, diciendo falta la falta en un mundo donde es todo real, nada puede faltar porque es todo real. La falta como operación simbólica no se inscribe como tal. Entonces él dice falta la falta, falta el agujero, es un ser sin agujero, que seguramente es un término que abran trabajado con Fabián [Schekman]. Y esta falta del agujero lleva a Eric Laurent a decir que el mecanismo particular del autismo es la forclusión del agujero. Con lo cual hay una distinción entre lo que es la forclusión del nombre del padre en la psicosis, a la forclusión del agujero en el autismo.

Y esta distinción es esencial, porque la forclusión del nombre del padre hace que un significante, que es el nombre del padre, quede elidido; por lo cual los significantes, un significante retorna en el real, en el real alucinatorio de las voces, en un fenómeno que él llama cadena rota. Tenemos todo lo que es la psicopatología de la psicosis con las frases interrumpidas, y este fenómeno de cadena rota.

En cambio en el autismo, como justamente esta inscripción simbólica no se produce como tal, sino que queda en lo real, en ese uno que itera, todos los significantes quedan transferidos en lo real, no hay cadena rota porque no hay cadena, es otro funcionamiento de lo simbólico. De ahí que Eric Laurent diga que hay una iteración sin cuerpo, hablando de una clínica del uno solo. Es el estilo de funcionamiento del uno solo, que hace que el sujeto pueda empezar no pudiendo hablar, o no pudiendo desprenderse del objeto voz, pero sí puede escribir, a lo mejor algunos autistas pueden escribir, también como se lo ve en la comunicación facilitada, pero no pueden hablar.

Es interesante porque en este punto Maleval, que empezó diciendo que lo que caracteriza al autismo es la no cesión del objeto voz, después amplía esta idea diciendo que no hay cesión del objeto pulsional, de ninguno de los objetos pulsionales, en particular del objeto voz. Pero lo hace más amplio, no hay cesión del objeto. No hay pérdida, no se inscribe esa perdida, entonces esto retorna en más como retornos de excitación psicomotriz.

Entonces, Erick Laurent va a decir que justamente esta idea de que hay un trastorno, lo que lleva a lo que va a llamar el cálculo de la letra, del uno solo que retorna, que puede ser que en algún momento diga una palabra en forma espontánea, como si se le arrancara una parte del cuerpo, eso es lo que se llama frases espontáneas. Pero eso no significa que nunca vaya a hablar, sino que hay en el autismo una literalidad en su estilo del hablar, una palabra funciona estando en relación a un referente específico, no habría un funcionamiento metafórico. Pero al mismo tiempo, en este estilo particular de usar el lenguaje, un lenguaje fijo, Eric Laurent recientemente el año pasado, en un coloquio en Jaén, decía que llega el autista a armar una lengua particular, una lengua privada. Y eso le permite volverse como un objeto transitorio, para expandirse y poder tener una inserción diferente en el mundo.

Dentro de las personas que estuvieron en ese coloquio estuvo Daniel Tammet, que es un autista de alto nivel, que él comienza -se puede decir- que su inicio en el mundo había sido como un autista infantil precoz, donde tenía que hacer un recorrido para ir al jardín siempre el mismo, sino lloraba, hacia gritos, pataleaba, se tiraba contra las paredes, se golpeaba, tenía conductas iterativas. Pero en un momento, como una solución para él, encuentra los libros que había en la casa y comienza a sentarse rodeado de esos libros, donde en esos libros estaban las letras y también los números. Entonces se quedaba con los números de cada una de las páginas de los libros, más las letras, el quedaba rodeado de eso, y decía que los números eran sus amigos.

Y Daniel Tammet se conoció, fue ampliamente conocido porque fue invitado para juntar dinero para una asociación de epilepsia, fue invitado a decir los números decimales del número pi. Esto se lo aprendió de memoria, él tiene una memoria cinética, o sea que él veía las formas y lo veía por colores. Por eso su primer libro se llamaba “Nacido en un día azul”, porque el número del día que respondía a su nacimiento era de color azul. Entonces él veía la forma junto a los colores, y estuvo durante no sé si 3 o 5 horas, ya no recuerdo, diciendo todos los decimales del número pi mientras había gente al lado con una computadora, tratando de ver si no se equivocaba.

Mientras recitaba, una sola vez sintió como un agujero donde algo se le fue, pero lo retomó y siguió, y continuó. Entonces él también había encontrado, o sea que ya tenía una relación con las series y los números, como una aptitud, porque también eso había sido indicado por Leo Kanner, que pueden tener aptitudes, unas memorias prodigiosas, una aptitud para los números. Eso había sido observado por distintos autores, donde se veía que pueden llegar a decir números primos, que son aquellos que no son divisibles, sólo por sí mismos hasta números muy altos, y son elementos que se han utilizado mucho en las películas para hablar del autismo, la capacidad de entender un anagrama, encontrar un número, como esta relación con la particular con lo real del número, que no está mediatizada por todo lo que pueden ser los obstáculos imaginarios que hacen que tenga una captación inmediata del número. Entonces les da cierta aptitud, entonces él mismo cuando hicieron un documental sobre Daniel Tammet, en su momento lo llevaron e hizo saltar la banca, lo llevó al casino para ver si podía descubrir los números, hay todo eso.

Pero hay otra vertiente, donde él en su relación con la letra crea un lenguaje propio, que era la lengua Manti, donde ahí aparece la idea de la lengua privada de la cual habla Eric Laurent. Porque aprendió 11 idiomas, lo llevaron una vez a Islandia, y en una semana aprendió el idioma, o sea, tenía esa relación particular con la letra por la cual inmediatamente podía aprender los idiomas, pero con esta dificultad en relación con los otros.

No obstante, cuando lo vimos a [Stern], que era también partícipe de este coloquio, él estaba con su novio con el cual estaba pegado, o sea que, el autismo no es un impedimento para que alguien tenga una vida amorosa, que arme una relación con un partener con quién estaba todo el tiempo y que lo iba acompañando.

Y lo interesante de esa presentación es que él estaba hablando de un libro nuevo de poemas que él había escrito. Esto es para salir de los prejuicios de que el autismo es un nefasto designio por el cual se arma un destino horrible para la gente, no es así, sino que esta posibilidad de desplazamiento hace que cada uno encuentre su salida, como cualquier ser hablante. Cada uno va a tener que encontrar su solución.

Entonces hay un poema que él leyó, que lo traduje y que quisiera leérselos, que se llama el universo y yo, en su libro “Retratos”, libro de poemas. Dice:


El universo vio aniversarios, su edad,

Catorce mil millones y treinta y ocho años.

A los catorce mil millones de años pasados desde el Big Bang,

Se añade mi breve estadía en la tierra.

Levanto los ojos hacia el cielo y contemplo esa gran edad

Que nos horroriza y nos oprime.

Nuestros amores de una noche o de una vida

No reenvían las imágenes de criaturas

Nunca a la altura, ínfimas.

Sin embargo recuerdo veranos

Que parecían durar una eternidad.

El universo no sabe nada,

Las galaxias y los seres humanos

Ocupan diferentes husos horarios.

Ni así diez años después de que

Neil Armstrong alunizó

En directo en negro y blanco.

El hombre en su traje de astronauta

Hoy nos parece fuera del tiempo,

Él tenía mi edad.

Mis átomos lo sé, solamente

Me fueron prestados.

Los veo cuando me paseo al sol,

El carbono de los árboles,

El silicio de las ventanas,

El hidrógeno en mi café,

Soy un ciudadano del espacio,

Tú eres polvo de estrellas,

Y al polvo de estrellas volverás.

¿Qué es una vida?

Momentos suspendidos al infinito,

La música del viento en los árboles.

La sonrisa que enmarca las ventanas,

El perfume caliente y terroso del café.

Pequeñas nadas por miles,

Millones, mil millones,

Catorce mil millones y más aún.


Me parece muy bonito, porque se dan cuenta cómo el desplazamiento del encapsulamiento tiene que ver con esto. Del niño sentado, solo, aislado, cortado del mundo, rodeado de libros y números, a poder el número y la letra en esa cifra de la letra de la cual habla Eric Laurent, que él fue construyendo algo, fue pudiendo desplazar ese funcionamiento autista. Y él que se convirtió en un escritor, porque después de escribir su libro y publicar “Nacido en un día azul”, público muchos otros libros hablando de los números y de su relación con los números y las letras, él que se volvió el escritor, y se hizo un nombre testimoniando como autista a alto nivel y escribiendo.

En ese momento él da un paso más, porque es el paso donde él puede escribir algo acerca de los números, y que tiene un valor poético sin lugar a dudas. Entonces me pareció muy bonito, dado que las clases grabadas por internet no son el espacio propicio para hablar de casos clínicos, entendí y me pareció que algo publicado, que es de público conocimiento, era la oportunidad para demostrar a través de sus propios testimonios, algo que tiene que ver con este desplazamiento del encapsulamiento autista.

O sea que el punto de partida que tenemos, lo vemos en la cátedra, es que el tratamiento con los sujetos autistas, sujetos con autismo es posible, que hay un tratamiento posible desde el psicoanálisis para poder hacer que el sujeto con autismo pueda desplazar ese encapsulamiento autista, siendo el analista el sostén del dispositivo analítico. O sea que, tomando en cuenta las contingencias del encuentro, tratando de producir que se ceda, para que se produzca algo nuevo en la repetición, en un borde, en un encapsulamiento cada vez más amplio, donde encuentre la manera de, a partir de sus intereses específicos y de sus pasiones, y del respeto por la invención del niño autista, pueda encontrar una solución y una salida a su manera.

Todo esto no es sin los padres, porque no quiero concluir sin decirlo. Para el psicoanálisis los padres no son los culpables nunca del autismo en sus hijos, sino más bien lo que yo encuentro en la clínica, es que los padres son verdaderos colaboradores, auxiliares de la narración, como los llamé. Objetos mediadores que posibilitan el trabajo, y no los culpables del autismo como lo podía llegar a plantear Bettelheim, que ha hecho tanto mal al psicoanálisis difamándolo con su concepción absolutamente errónea, porque no hay nada de eso que se pueda encontrar en la clínica.

No vemos padres ni distantes, ni poco deseantes de amor, ni fríos, ni madres heladera como se las llamó, nada de eso personalmente lo encontrado en mi clínica, sino más bien padres que sostienen activamente los tratamientos y que se ocupan de sus hijos. Durante esta época de cuarentena, donde los tratamientos se han volcado a ser tratamientos virtuales a través de internet, a través de las distintas plataformas, la presencia de los padres ha colaborado mucho para que los tratamientos sean posibles. O sea que todo esto muestra muy bien que no solamente a nivel de la constitución psíquica, que podemos decir la constitución subjetiva, que los padres no son culpables del autismo de sus hijos, sino que al contrario, no son culpables y además son aquellos que permiten sostener los tratamientos, y que vuelven posible que los niños vayan produciendo un desplazamiento en su encapsulamiento, de modo tal de encontrar su particular manera de estar en el mundo.

Muchas gracias.


 

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